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“La perspectiva del actor del conocimiento es esencial en la búsqueda del

conocimiento” ¿En qué medida está de acuerdo con esta afirmación?

El mundo puede ser analizado a través de diferentes perspectivas, considerando

que cada ser humano es único; asimismo su manera de pensar y actuar ante los

problemas que se presenten. Desde la infancia, las personas adquieren conocimientos

según el entorno que los rodea, y es así como se va formando su concepto sobre la vida.

Una de las experiencias más significativas para una persona es viajar a distintos lugares

y aprender de diversas culturas. Tal fue mi caso. Antes de cumplir 12 años, viajé a tres

países dentro del continente americano. Fueron tres sociedades distintas, cada una con

sus propias costumbres, idioma y estilos de vida. Estas travesías ampliaron mis

horizontes y comprendí que el lugar en el que habito está formado por variados e

interesantes enfoques, y que existen factores que influyen sobre nuestro modo de

razonar. El conocimiento que obtenemos día a día nos permite desarrollar una opinión

crítica e ir más allá de lo que se ha establecido. Es allí de donde parten grandes

científicos y filósofos, buscando dar respuesta a las dudas de la humanidad según su

contemporaneidad. Y es todo ese conocimiento el que se ha trasmitido a lo largo del

tiempo, generaciones que han ido evolucionando y brindando aportes más contundentes

a la ciencia. El panorama de cada ser humano está basado en hechos, los cuales han sido

transcendentales para él o para ella. Generalmente, la opinión que tomamos en torno a

cierta persona, objeto o situación, suele ser dominado y valorado por las emociones y

sentimientos que percibimos; es por eso que el hombre es un ser subjetivo, pues da una

interpretación a todo aquello que forma parte de su ambiente. Si sabemos que el medio

interviene en nuestro proceder, ¿hasta qué punto factores externos como la religión y la

historia pueden incidir en nuestra perspectiva del mundo y desarrollarla?

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Haciendo referencia a la religión, cada persona tiene el derecho de concebir su propio

credo. Si bien al nacer uno no puede escoger si pertenecer a una religión u otra, con los

años y mediante el aprendizaje, la persona tiene la opción de decidir qué camino elegir y

con cuál se siente identificado. Para cualquier credo, es fundamental la fe para que sus

seguidores confíen ciegamente en lo que se predica, y que acepten una de las tantas

verdades que se plantean en nuestra sociedad. A pesar de que este bagaje religioso

dícese proviene de un ser superior, quienes han tenido la capacidad de comunicarlo han

sido solamente humanos. Entonces ¿cómo podemos estar seguros de que realmente

existe una divinidad omnipotente? La fe ha sido la respuesta que necesitaba la religión

para justificar todo aquello que no tiene explicación, y contribuye a la formación de

nuestra óptica relacionada al tema. Toda esa información se transforma en

conocimiento, que paulatinamente se convierte en una verdad absoluta para quien no es

capaz de cuestionar lo que se le dice. Hace algunos siglos, en América, la religión fue

impuesta a los nativos para dar una justificación lógica al porqué de la explotación hacia

los mismos. De modo similar, en otras regiones del mundo, se utilizó esta herramienta

para la dominación de muchas culturas; es así que se puede afirmar lo que dijo Karl

Marx: “la religión es el opio de los pueblos”. Quienes aprenden desde pequeños a

seguir la filosofía de cierta doctrina religiosa, reflejan en sus decisiones las enseñanzas

que recopilaron con los años, y a pesar de que su opinión se vea modificada por las

experiencias y el tiempo, siempre el conocimiento se encontrará implícitamente

presente en su conducta ante los demás. Un individuo busca y genera conocimiento

dependiendo de la visión subjetiva que haya desarrollado, y por ende se determina que

la religión es una de las vías más socorridas en la consolidación de un punto de vista

personal. Un ejemplo claro de esto se evidencia en la religión católica. Según esta

doctrina, una de las religiones con mayor número de creyentes a nivel mundial, los
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hombres deben seguir normas para fomentar una convivencia pacífica. Muchos niños

que crecen dentro de familias católicas, al igual que sus padres, siguen las reglas

establecidas en la Biblia, y la consideran como su guía de vida. Cada juicio de valor que

realizan está basado en el conocimiento religioso, y su existencia gira en torno a lo que

consideran está bien o mal.

Pero por otro lado, debemos considerar que ciertos episodios en la vida de un sujeto

pueden modificar drásticamente su forma de pensar. Si bien es importante formar una

mentalidad ideológica para que esta ejerza mayor dominio sobre la persona, hay algunos

eventos que nos marcan por el resto de nuestra existencia, aunque estos ocurran en la

niñez, adolescencia, o adultez. No todos los individuos tienen la misma reacción ante un

suceso que, comúnmente, los deja entre la subsistencia o la muerte. Por ejemplo, cuando

una persona poco religiosa sufre un terrible accidente, lo más probable es pensar que va

a morir. Pero como se ha escuchado en múltiples ocasiones, existe un momento en el

que observamos nuestra vida como una línea de tiempo y nos acercamos a un túnel, y en

ese preciso instante se escucha una voz que dice que aún no es hora, y en el mejor de los

casos, la persona “despierta” del sueño aciago. Es aquella experiencia celestial la que

incide en la conducta del sujeto, alterando su ser y permitiéndole acercarse a esa

divinidad que percibió durante el trance.

Con respecto a la Historia, se sabe de varios sucesos ocurridos en siglos pasados, que

hoy en día, forman parte de las memorias de la Humanidad, pero que en realidad,

deberían estar más presentes que nunca para evitar caer en conflictos que han sido causa

de la pérdida de millones de vidas. El criterio de los seres humanos puede verse

afectado por sucesos que se desarrollan en la realidad de su época. Sabiendo que la

capacidad de razonamiento es lo que caracteriza y marca diferencia al ser humano de los

animales, ¿hasta qué punto ésta fue sustituida por el instinto durante las grandes guerras
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de la historia de la Humanidad? Estos problemas provocaron que la población genere

pensamientos de supervivencia bajo presión y controle sus emociones. Se reemplazaron

ideas innovadoras y avances por métodos para sobrevivir en un mundo en el que un

espacio físico tenía más valor que la vida misma, y que con seguridad pudieron haber

brindado bienestar a una sociedad que tanto lo requería. A pesar de esto, se originaron

otras consecuencias provenientes de la violencia vivida tales como la creación y

desarrollo de nuevas armas. Uno de los ejemplos más claros de esto fue la Segunda

Guerra Mundial. Durante estos años de enfrentamientos, los individuos aprendieron a

trabajar en conjunto, pero sus puntos de vista fueron limitados por las ideologías

impuestas por las potencias de mediados del siglo XX. Aunque el conflicto se diera

principalmente en Europa, terminó afectando a otros países no involucrados. Al

culminar la guerra, florecieron los artistas con mentalidad realista, dándole al mundo un

nuevo horizonte.

En conclusión, estoy de acuerdo con la afirmación. Los seres humanos somos entes

extremadamente susceptibles a los cambios que se dan en nuestro entorno, por más

insignificantes que éstos parezcan. Los conocimientos son parte de nuestra formación

desde niños, pero también son capaces de transformarnos mientras crecemos y

descubrimos que el mundo es un gran libro abierto, colmado de preguntas y respuestas,

de detalles y cambios. Somos individuos que nos adaptamos fácilmente, competentes

para contribuir con ideas innovadoras a pesar de los obstáculos que presenta la vida. La

visión que tenemos del universo nos posibilita hallar soluciones a las principales

cuestiones humanas con el conocimiento disponible en el momento. Aportamos

conocimiento con una valoración de las cosas, e indagamos para analizar la información

que otros han obtenido tras años de estudio. La combinación de estos elementos nos

hace crecer como seres con pensamiento crítico que, a pesar de las adversidades, han
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desarrollado diversos saberes que hoy en día son empleados en la búsqueda de una

convivencia solidaria.

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