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EL ENCANTO DE LUCAS

La región Amazonas es un territorio ubicado en el Nororiente del Perú, con sus exponentes
recursos naturales y culturales en sus siete provincias; desde Condorcanqui al norte, que
alberga a las majestuosas etnias Awajun-Wampis, hasta Chachapoyas al sur, que exhibe la
herencia de los quechuas, ubicados en las zonas alto andinas como fiel testigo del gran
desarrollo de la Cultura Chachapoya y que tiene su máxima expresión en la Fortaleza de
Kuélap, considerado como patrimonio cultural de la humanidad por su increíble arquitectura,
ubicada a 3000 msnm aproximadamente, que con el valor agregado que significó la
instalación de las telecabinas, viene generando un incremento acelerado de visitantes
nacionales y extranjeros para conocer nuestro principal ícono cultural.
Nacer y vivir en seno de una familia que trabajó y da su vida entera por enaltecer
nuestro patrimonio, hace posible tener una constante motivación para conocer nuestros
recursos naturales y culturales; Mario, mi padre, siempre expresa que somos herederos de
los aguerridos Chachapoya, pero que aún nos falta compromiso para tener un real
conocimiento de las principales características de nuestra cultura, él está decidido en
contribuir con su experiencia de trabajo junto a mamá Laíta en el distrito de Leymebamba,
allí ambos se desempeñaron como docentes entre los años 1993 al 2006, la curiosidad que
siempre me embarga es saber ¿qué hicieron durante todo éste tiempo aparte de su función
docente? Un día papá Mario luego del almuerzo me dijo: estimado hijo Lucas, para iniciar es
bueno que conozcas que conjuntamente con tu mamá hemos tenido tres hermosos hijos que
son el orgullo de nuestra familia, tú que eres el último, aún te falta conocer muchas cosas de
la naturaleza y los recursos culturales que nos ofrece nuestra grandiosa región, y lo primero
que te propongo es regresar a Leymebamba todos los años para que en el mismo lugar de
los hechos te pueda explicar ¿cómo fue y cómo es Leymebamba, antes y después de la
construcción de su museo?, y ¿por qué el museo, papá?, ¿acaso no es cierto que en un
museo sólo se exhiben cosas inertes y poco atractivas para los visitantes?; eso no es verdad
Lucas, dijo mi padre, ¿de dónde sacas eso?, ¡en la escuela papá!, ¿en la escuela?, sí. Un día
cuando teníamos que elegir un lugar para pasear en el día de la primavera, se propuso tres
lugares: Kuélap, museo Leymebamba y la catarata de Gocta; como siempre me conversaste
cosas hermosas de Leymebamba, yo propuse el museo y el maestro Jorge mencionó que los
museos eran muy aburridos y que era una visita sin significado, bueno y qué le mencionaste
tú, mencioné que eso no era verdad, que yo ya había visitado el museo juntamente con mis
padres y que había quedado totalmente maravillado, ¿cierto Lucas?, dijo el maestro Jorge.
¡Sí profesor!, le mencioné. Haber Lucas, explícanos; ¿qué de atractivo tiene el museo de
Leymebamba para visitarlo? En primer lugar mi papá me contó que los restos que se exhiben
en el museo proceden de unas chullpas situadas a los alrededores de la Laguna de los
Cóndores, situado a unos 35 Km al sureste de Leymebamba, en el lugar denominado “Perla
Escondida” de propiedad del Señor Julio Ullilen Hidalgo, quién se dedica a la ganadería, y
para sembrar y conservar sus pastos tiene que contratar a peones que estén acostumbrados
a autoabastecerse, y ¿qué significa eso Lucas?, me dijo el maestro Jorge, significa que los
propios peones tenían que preparar sus alimentos para trabajar, la distancia que separa de
Leymebamba dificultaba que una mujer pueda trabajar allá cocinando los alimentos, entonces
los peones que eran del distrito de Chuquibamba se tenían que cocinar de manera alternada.
Un día, (a finales del año 1996) observaron en el horizonte, en el farallón que protege a la
Laguna de los Cóndores, una ventanita trapezoidal rodeada por pequeñas construcciones y
pinturas rupestres; el lugar era totalmente inaccesible, pero grande fue la curiosidad que los
tres peones que estaban laborando tomaron la decisión de emprender la aventura y buscar
las estrategias para llegar al lugar observado, lograron el objetivo, y al llegar, lo primero que
se les presentaba a la vista fue seis chullpas rectangulares muy bien protegidas en un alero
de la peña, los peones quedaron asombrados y pensaron en la búsqueda de metales
preciosos, hecho que no saciaba sus curiosidades; lo único que encontraron fueron fardos
funerarios rodeados de cerámica, tallas en madera, quipus, mates pirograbados y otros
elementos que para ellos no tenían el valor económico que esperaban, inclusive en una forma
de descargar su furia, cortaban algunos fardos funerarios y arrojaban a la Laguna diciéndoles
“momias misias”. Sin embargo, luego decidieron escoger unos 150 artefactos arqueológicos
entre fardos funerarios, cerámicas, tallas en madera, mates, bastones de mando, etc y
decidieron conducirlo a Leymebamba. ¿Y qué pasó después, me dijo el maestro Jorge? Una
vez en Leymebamba, los peones no se pusieron de acuerdo en la distribución o venta conjunta
del material arqueológico, Juan y Luis deciden hablar la verdad y contarle a don Julio Ullilen
Hidalgo sobre el hallazgo, en cambio Pedro, se aparta del grupo y va donde su tío “Conshe”
para contarlo; acá comienza la verdadera disputa para la tenencia del material, porque
mientras Juan y Luis hacen entrega de todos los restos arqueológicos a don Julio Ullilen
Hidalgo, don “Conshe” insinúa a Pedro (que le habían dejado sin nada) para que vaya a la
ciudad de Chachapoyas y denuncie el hecho en el Instituto Nacional de Cultura y la Fiscalía
de Prevención del Delito. Y así fue profesor, ¿pero ahí termina todo Lucas? me dice el maestro
Jorge, ¡No profesor!; papá Mario me ha contado que en esos días el profesor Luis Herrera y
el profesor “cuy” le habían solicitado para que acepte trabajar como Director del INC
Leymebamba, que ellos le llevarían su resolución de designación para que sea entregado en
presencia de todas las autoridades, mi padre mencionó que llegado el día, efectivamente se
hicieron presente las autoridades del INC, acompañados del Fiscal y miembros de la Policía
Nacional del Perú, ¿y para qué llegaron así me dice el maestro Jorge?, para rescatar el
material arqueológico que se encontraba en poder de don Julio Ullilen, también le invitaron a
papá Mario y otros pobladores, entre ellos estaba su compadre “pansacho” y también la
“cutilla”, se logró rescatar un promedio de 150 piezas arqueológicas, se procedió a colocarlo
en unos cajones de madera que habían traído las autoridades, lo llevaron a la Policía y de ahí
pretendieron cargarle al vehículo para llevarlo a Chachapoyas; ¿y qué paso Lucas, me dijo el
maestro Jorge?, cuenta papá Mario que comenzaron a incentivar a la gente para no permitir
que los restos arqueológicos se lo lleven a Chachapoyas; dice que le llamó a la señora Azelita,
más conocida como la “cutilla” para que vaya a lo alto de la torre de la Iglesia y comience
replicar la campana para que se reúna el pueblo, entre tanto, mi papá Mario con su compadre
“pansacho” no dejaban que las autoridades carguen los restos arqueológicos al vehículo, dice
que en menos de 30 minutos ya habían más de 300 pobladores frente a la Policía Nacional
del Perú para evitar que se lleven el patrimonio del pueblo, entonces se promovió el diálogo y
se decidió que todos los restos pasarán a poder de la Municipalidad para su buen recaudo.
¿Ahí termina toda la historia Lucas?, me preguntó el maestro, ¡No profesor!, papá Mario me
cuenta que ahí se inició el cambio para Leymebamba, a papá le negaron la entrega de la
resolución y en su reemplazo designaron a su compadre “pansacho” como el primer Director
del INC Leymebamba, y papá Mario fue invitado para desempeñarse como Coordinador
Cultural, que apoyado por sus conocimientos como profesor de Historia y Geografía, hacía
las funciones de Guía para explicar a propios y extraños, la riqueza cultural que tenían a la
vista; el hecho se convirtió en noticia nacional e internacional; diversos arqueólogos,
antropólogos e historiadores comenzaron a llegar a Leymebamba y paralelamente, las
disputas profesionales por iniciar los proyectos de investigación se hicieron evidentes. Uno de
los primeros arqueólogos en llegar fue Federico Kauffman Doig, llegó con un equipo
multidisciplinario y fue autorizado para viajar a la Laguna de los Cóndores, papá Mario
participó de la delegación representando al INC Leymebamba, cuando llegaron a las chullpas,
lo primero que mencionó el profesional es que todo lo que estaba a su vista era un “milagro
arqueológico”, porque en ninguno de los lugares que había encontrado restos arqueológicos
de los Chachapoya, se encontró con el contexto que estaban ante sus ojos, un segundo tema
que les planteó al observar la laguna y sus alrededores, es que el nombre de la laguna no era
representativa porque en ningún momento había observado cóndores, por el contrario, lo que
sí se había observado eran diversas especies de patos en la laguna y truchas en cantidad, es
por eso que en la noche al fulgor de fogatas y el chacchado de la coca, propuso que se debería
cambiar el nombre de la Laguna de los Cóndores, por el de Laguna de la Momias, por la
repercusión que tendría en el mundo entero.
Se menciona que el desconocimiento y el respeto al profesional, hizo que aceptaran
el cambio del nombre, es más, autorizaron que sea él, el encargado de registrarlo en el
Instituto Geofísico del Perú como Laguna de la Momias, inclusive se logró traer un fardo
funerario desde la Laguna de los Cóndores a Leymebamba, con la finalidad de servir de
insumo para las investigaciones que debería hacer el arqueólogo Kauffman Doig. Sin
embargo, el pueblo no le permitió que lo llevase a Lima y fue entregado también a la
Municipalidad para su exhibición. En los siguientes días llegaron otros profesionales, todos
quedaban asombrados del material arqueológico que se tenía a la vista en la Municipalidad
Distrital de Leymebamba, dentro de ellos estaba la Doctora Sonia Guillen Oneglio, quien nos
mencionó que de seguro ya había llegado Federico Kauffman Doig y que también nos había
planteado algo para aparecer él como descubridor de tal monumental hallazgo, avanzaban
los días y otros profesionales tenían similares aseveraciones para Kauffman Doig y en verdad
no estaban equivocados, todo lo que nos decían era verdad, ¿y qué hicieron Lucas?, dice
papá Mario que se reunieron todos los integrantes del INC Leymebamba y tomaron la decisión
de plantear que analizarían todos los proyectos que presentarían los diversos profesionales y
al final, ellos iban a determinar con quién o quienes iban a trabajar; decidieron trabajar con el
Centro Mallqui, ONG de la Doctora Sonia Guillen Oneglio, porque nos proponía implementar
un proyecto de emergencia y rescate arqueológico para conducirlo todos los materiales
encontrados en la Laguna de los Cóndores a Leymebamba, además nos ofrecía iniciar las
gestiones para la construcción del futuro museo, donde finalmente se deberían de poner en
buen recaudo para su exhibición a los turistas nacionales y extranjeros. ¿Ahí termina todo
Lucas?, ¡no profesor!, papá Mario cuenta que paralelamente al rescate arqueológico, ellos
con el apoyo de Centro Mallqui, iniciaron la organización y la sensibilización del pueblo;
organizaron el Comité de Turismo para atender a los visitantes que atraídos por la noticia
llegaban a visitar las chullpas de la Laguna de los Cóndores, que para garantizar la seguridad
del lugar arqueológico y la contaminación ambiental del paisaje a lo largo del trayecto,
necesariamente tenían que ser acompañados de un Guía práctico de Leymebamba. Como la
demanda de visitantes iba en aumento, se dio pasó a la organización de la Cámara de
Promoción Turística del Distrito de Leymebamba; entonces, se perfeccionó la organización a
través de grupos de interés, restaurantes, hoteles, guías prácticos, dueños de acémilas,
artesanías, etc, la idea era dar la mayor participación a la población y que la mayor parte
sienta que pueden tener ganancias gracias a los recursos naturales y por tanto se le tenía que
cuidar, asimismo, se tenía que preparar a la población para brindar mejores servicios.
¿Y el museo Lucas?, nuevamente me interroga el maestro Jorge, gracias a papá
Mario, conozco que el museo Leymebamba en su construcción hubo la contribución del club
de amigo de Austria quiénes dieron un aporte inicial de $55 000.00 dólares, también hay el
aporte de Centro Mallqui, pero lo que es más importante, es el aporte de la población
representadas en las comunidades campesinas de Leymebamba, Montevideo y San
Francisco del Yeso, también participaron los estudiantes y profesores de todos los niveles y
modalidades, en fin, ahora podemos observar un museo, único en su diseño a nivel nacional;
allí se resguarda los más de 2 500 piezas arqueológicas pertenecientes a la cultura
Chachapoya y que fueron encontrados en la Laguna de los Cóndores, pero no sólo podemos
observar restos arqueológicos, también se puede observar un sin número de orquídeas y
plantas exóticas, también hay vicuñas y colibríes para el deleite de los visitantes. Todo está
organizado, cuenta con 5 salas de exhibición, recolectores de residuos sólidos y servicios
higiénicos para evitar la contaminación dentro y fuera del museo, su recorrido es bien
orientado por trabajadores del museo y dura un promedio de dos horas, realmente profesor
es como un libro abierto que podemos visitar varias veces y siempre será divertido. ¡Muy bien
Lucas!, ahora sí procedamos a la elección, el profesor Jorge solicita a los estudiantes levantar
la mano para elegir el lugar de visita por el día de la primavera y Ricardito hace uso de la
palabra y menciona, profesor, profesor, con todo lo que nos contó Lucas pienso que ya no
hay elección, debemos ir a visitar el museo Leymebamba, ¿qué dicen compañeros? ¡Sí, sí,
sí! A viva voz todos contestan y por unanimidad se tomó la decisión de viajar a Leymebamba
para visitar el museo. ¡Muy bien!, dice el maestro Jorge, ahora tengo que elaborar una ficha
para que todos puedan contestar las preguntas al observar cada detalle del museo
Leymebamba. Y así todos los alumnos del profesor Jorge esperaron con ansia el día de su
viaje.

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