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LA FE QUE CONSTRUYÓ Y CIMENTÓ LA CULTURA OCCIDENTAL (Y III)

Hay que resaltar que ni las universidades, ni la preservación del acervo greco-
latino, ni las enseñanzas académicas, entre otros han sido lo más decisivo que
ha aportado el cristianismo a la cultura occidental.
Por lo tanto, hay que remontarse a los primeros siglos de nuestra era, a la
epístola neo testamentaria de san Pablo a los gálatas, para entender y sopesar
la valía de la novedad que Cristo aportó al mundo en temas específicos como
los derechos humanos, el derecho internacional, la educación y la caridad.
La primera carta magna de los derechos humanos no se remonta al 10 de
diciembre de 1948, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó
y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Fue san Pablo quien
en el versículo 28 del capítulo III de su carta a los gálatas recordó que ya no hay
judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois
uno en Cristo Jesús
pero el sentido filosófico de persona, con sus consiguientes implicaciones en la
vida de la sociedad, proviene propiamente de las discusiones teológicas
trinitarias y cristológicas del cristianismo primitivo, que debían precisar en qué
sentido hay un sólo Dios en tres sujetos distintos o en qué sentido puede decirse
que Dios se ha encarnado.
Así comenzó la revolución cristiana de la igualdad de derechos y obligaciones
para todos, Los griegos y los romanos no conocieron la dignidad de la persona.
Son bien conocidas las prácticas de selección humana que aplicaban estos
pueblos a los neonatos, la condición de la mujer en un Estado donde no tenía
voz ni voto y las situaciones de esclavitud que el cristianismo reprobaba
Como recuerdan Cortés y Martínez Riu: Al concepto latino de persona y griego
de prósopon, se añade el de hypóstasis o sujeto subsistente en una naturaleza.
El concilio de Nicea 325 sostuvo que en Cristo hay dos naturalezas humana y
divina pero una sola persona divina subsistente, y en la Trinidad, una sola
naturaleza divina y tres personas Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Pero para entender la caridad cristiana, que no surgió de la nada, hemos de
remontarnos a las enseñanzas de Jesucristo mismo. En el capítulo 13, versículos
34 y 35, el evangelista san Juan recoge las siguientes palabras de su Maestro
Jesús: Un nuevo mandamiento os doy: que os améis los unos a los otros como
yo os he amado. Así todos sabrán que sois mis discípulos. Y en la carta de san
Pablo a los romanos (Cf. capítulo 12, versículos14 al 20; o también en Gal 6, 10)
el apóstol de los gentiles explica que aquellos que no pertenecen a la comunidad
cristiana, también se les debe la caridad, aun si son enemigos de la fe.
Carlos Marx lanzó la idea de que había llegado el momento de dar una solución
práctica a la pobreza en el mundo. Según él, el cristianismo había tenido milenio
y medio para mostrar su eficacia, y no la había logrado. Era hora de recorrer
otros caminos Así, el socialismo se presentó como solidaridad, como una forma
del todo original y a religiosa por la que la igualdad entre todos los hombres, la
paz y el final de la pobreza, serían logradas.
Desde el momento en que la solidaridad entró a formar parte del discurso
cristiano, su significación se enriqueció al ampliarse. Ahora, solidaridad significa
que uno se hace responsable de los otros, el sano del enfermo, el rico del pobre,
los países del norte de los países del su
La solidaridad cristiana es mucho más que un dar materialista pero tampoco
permanece en un acompañar pasivo sin hechos concretos que influyan
positivamente en alguien, de acuerdo a su dignidad de ser humano.
Cuántos testimonios de caridad pueden citarse en la historia de la Iglesia
continúa Benedicto XVI en la encíclica Deus Caritas esto. Particularmente todo
el movimiento monástico, desde sus comienzos con san Antonio Abad, muestra
un servicio ingente de caridad hacia el prójimo Así se explican las grandes
estructuras de acogida, hospitalidad y asistencia surgidas junto a los
monasterios.
Kierkegaard decía que el cristianismo descubrió al hombre. Y es que “ El
cristianismo no sólo tiene en sí algo que el hombre no se ha dado por sí mismo,
sino que contiene cosas que nunca se le habrían ocurrido al hombre, ni siquiera
como deseo idea
Un hombre sin pasado es un hombre sin historia. No es fanatismo tener vivas y
sentirse orgulloso de esas raíces cuyo legado nos pertenece hoy

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