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DIPLOMADO

“BIBLIA y PASTORAL”

“Formación del Pueblo de Israel”

Participante: Silvio E, Arraiz Espejo

C.I. 2.126.463

Caracas, 05 de marzo de 2019

PAGAN, Samuel, El contexto histórico del Antiguo Testamento, FL USA: Sociedades Bíblicas Unidas.

Biblia Latinoamericana. Antiguo Testamento, Editorial San Pablo.


SAMUEL Y SU PARTICIPACIÓN EN LA HISTORIA
Samuel fue el último de los jueces y además se le reconoce como profeta y
sacerdote. Poseía un liderato carismático que le dio al pueblo inspiración y unidad.
El ungió a los dos primero reyes de Israel, Saúl y David. Su historia está narrada en
los libros 1 y 2 de Samuel.
Samuel nació alrededor de 1.100 a.C., en Ramá, hijo de Elcana y de Ana, nació
en respuesta a las oraciones de su madre que era estéril. Desde niño quedó bajo el
cuidado de Elí, sumo sacerdote del tabernáculo de Silo. Todavía siendo niño, el
Señor llamó a Samuel como profeta. Después de la muerte de Elí, llegó a ser el gran
profeta, sacerdote y juez de Israel, quien restauró la ley, el orden y la adoración
religiosa en la tierra.
En el primer libro de Samuel, en los capítulos del 1 al 3, se relata que el Señor
condenó y castigó a la familia de Elí y en cambio llamó a Samuel como sumo
sacerdote y juez. En los capítulos del 4 al 6, se relata la forma en que el Arca de la
Alianza del Señor cayó en manos de los filisteos. En los capítulos del 7 al 8, se
encuentran las amonestaciones de Samuel en cuanto a tener dioses falsos y un rey
inicuo. En los capítulos del 9 al 15, se describen la coronación y el reinado de Saúl.
En los capítulos del 16 al 31, se relata la historia de David y cómo obtuvo el poder:
Samuel ungió a David, que había matado a Goliat. Saúl odiaba a David, pero David
rehusó matar a Saúl aunque tuvo la oportunidad de hacerlo. Samuel muere y fue
enterrado en Ramá.

BREVE RESEÑA DE LA MONARQUÍA UNIFICADA:


SAÚL, DAVID Y SALOMÓN.

La monarquía de Saúl. Fue ungido rey por el profeta Samuel, su reinado se


ubica tradicionalmente en los últimos años del siglo XI a. C. y se considera que
marca la transición para el pueblo hebreo desde una federación de tribus a un
Estado. El monarca estableció su sede en Gaba, en el territorio de su propia tribu.
Su esposa fue Ahinoam, hija de Ahimaaz, con la cual tuvo cuatro hijos y dos hijas,
siendo los varones; Jonatán, Abinadab, Malquisúa, e Isbaal y las mujeres; Merab
y Mical. También tuvo una concubina llamada Rispa hija de Aiah, quien le dio dos
hijos; Armoni y Mefiboset. Después de algunas batallas victoriosas, fue derrotado
por los filisteos en la batalla del monte Gilboa, suicidándose con su propia espada
para evitar su captura. En ese mismo combate murieron tres de sus hijos por lo cual
la sucesión al trono quedó en disputa entre el único hijo sobreviviente; Isbaal y el
yerno de Saúl, casado con Mical. No se conoce la duración del reinado de Saúl, ni
la extensión del territorio bajo su control, ya que no aparecen en el texto bíblico y
hasta el presente no hay evidencias contemporáneas de su reinado. Se suele
considerar que reinó entre veinte y veintidós años, sin embargo, nunca pudo triunfar
plenamente contra los filisteos. Su caída quedó marcada con la matanza de los
sacerdotes de Nob, y su figura desprestigiada en el episodio de la adivina de Endor.

La monarquía de Moisés. Moisés fue ungido rey por el profeta Samuel, David
fue ungido como rey en Hebrón, luego de la muerte de Saúl. Primero fue consagrado
rey para las tribus del sur y posteriormente para las tribus del norte. En ese momento
había dos reinos y un solo monarca.
El reino de Israel alcanzó su máximo esplendor bajo la dirección de David del
1010–970 a.C. Con su ejército, incorporó a las ciudades cananeas independientes;
sometió a los pueblos vecinos; amonitas, moabitas y edomitas, al este; arameos al
norte y, particularmente, filisteos al oeste y conquistó la ciudad de Jerusalén,
convirtiéndola en el centro político y religioso del imperio.
La consolidación del poder se debió no sólo a la astucia política y la capacidad
militar del monarca, sino a la decadencia de los grandes imperios en Egipto y
Mesopotamia. Con David comenzó la dinastía real en Israel.

La monarquía de Salomón, el texto bíblico se refiere a Salomón como el tercer


y último monarca del reino unido de Israel (es decir, antes de la separación del
territorio israelita en los reinos de Judá e Israel). Hijo del rey David, Salomón logró
reinar sobre un extenso territorio durante casi cuatro décadas, posiblemente entre
los años 965 y 928 a.C., Durante el reinado de Salomón se construyó el primer
Templo de Jerusalén y a él se le atribuye la autoría de los textos bíblicos titulados
Libro de Eclesiastés, Libro de los Proverbios y Cantar de los Cantares. En el Tanaj
y la Biblia hebrea es conocido también como Jedidías. En los textos mencionados
se dice del rey Salomón que heredó un considerable imperio conquistado por su
padre el rey David, que se extendía desde el Valle Torrencial en la frontera con
Egipto, hasta el río Éufrates, en Mesopotamia, entre sus logros mencionamos:
Tenía una gran riqueza y sabiduría.
Administró su reino a través de un sistema de 12 distritos.
Poseyó un gran harén, el cual incluía a la hija del faraón.
Honró a otros dioses en su vejez.
Consagró su reinado a grandes proyectos de construcción.
En el Corán, Salomón es considerado uno de los más importantes profetas.
Los musulmanes se refieren generalmente a él con la variante árabe, Sulayman.
La historia de Salomón se narra en el Primer Libro de los Reyes, 1-11, y en el
Segundo Libro de las Crónicas, 1-9. Sucedió a su padre, David, en el trono de Israel
hacia el año 970 a. C. Su padre lo eligió como sucesor a instancias de Betsabé y
Natán, aunque tenía hijos de más edad habidos con otras mujeres. Fue elevado al
trono antes de la muerte de su padre, ya que su medio hermano Adonías se había
proclamado rey.

CAUSAS Y CONSECUENCIAS DE LA DIVISIÓN DEL REINO

El imperio creado por David comenzó a fragmentarse durante el reinado de


Salomón. En las zonas más extremas del reino, se sintió la inconformidad con las
políticas reales. Las antiguas rivalidades entre el norte y el sur comenzaron a surgir
nuevamente. Luego de la muerte de Salomón, el reino se dividió: Jeroboam llegó a
ser el rey de Israel, y Roboam el de Judá, con su capital en Jerusalén. El antiguo
reino unido se separó, y los reinos del norte (Israel) y del sur (Judá) subsistieron
durante varios siglos como estados independientes y soberanos. La ruptura fue
inevitable en el 931 a.C. El profeta Isaías interpretó ese acontecimiento como una
manifestación del juicio de Dios. El reino de Judá subsistió durante más de tres
siglos hasta el 587 a.C. Jerusalén continuó como su capital, y siempre hubo un
heredero de la dinastía de David que se mantuvo como monarca. El reino del norte
no gozó de tanta estabilidad. La capital cambió de sede en varias ocasiones: Siquem,
Penuel, Tirsa, para finalmente quedar ubicada de forma permanente en Samaria. Los
intentos por formar dinastías fueron infructuosos, y por lo general finalizaban de
forma violenta. Los profetas, implacables críticos de la monarquía, contribuyeron,
sin duda, a la desestabilización de las dinastías.
PRINCIPALES CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL FINAL DEL REINO
DEL NORTE POR LOS ASIRIOS

Entre los monarcas del reino del norte pueden mencionarse algunos que se
destacaron por razones políticas o religiosas. Jeroboam I (931–910 a.C.)
independizó a Israel de Judá en la esfera cúltica, instaurando en Betel y Dan
santuarios nacionales para la adoración de ídolo. Omri 885-874 a.C. y su hijo Ahab
874-853 a.C. fomentaron el sincretismo religioso en el pueblo, para integrar al reino
la población cananea. La tolerancia y el apoyo al baalismo provocaron la resistencia
y la crítica de los profetas. Jehú 841–814 a.C., quien fundó la dinastía de mayor
duración en Israel, llegó al poder ayudado por los adoradores de Yavé. Inicialmente
se opuso a las prácticas sincretistas del reino; sin embargo, fue rechazado después
por el profeta Oseas debido a sus actitudes crueles. Jeroboam II 783–743 a.C. reinó
en un período de prosperidad.
La decadencia final del reino de Israel surgió en el reinado de Oseas 732–724
a.C., cuando los asirios invadieron y conquistaron Samaria en el 721 a.C. La
destrucción del reino de Israel a manos de los asirios se efectuó de forma paulatina
y cruel: En primer lugar, se exigió tributo a Menahem; luego se redujeron las
fronteras del estado y se instaló a un rey sometido a Asiria; finalmente, se integró
todo el reino al sistema de provincias asirias, se abolió toda independencia política,
se deportaron ciudadanos y se instaló una clase gobernante extranjera. Con la
destrucción del reino del norte, Judá asumió el nombre de Israel. El imperio asirio
continuó ejerciendo su poder en Palestina hasta que fueron vencidos por los medos
y los caldeos (babilonios).

PRINCIPALES CARACTERÍSTICAS DE LA RESTAURACIÓN DE


JOSÍAS.

Josías tenía ocho años cuando comenzó a reinar, y gobernó treinta y un años
en Jerusalén. Josías hizo lo que le agradaba al SEÑOR y siguió el camino de su
antepasado David, sin desviarse a la derecha ni a la izquierda. En el año duodécimo
de su reinado comenzó a purificar a Judá y a Jerusalén quitando los santuarios sobre
las colinas, los postes de Aserá, los ídolos de piedra y las imágenes de metal
fundido. Hizo destruir en su presencia los altares de los baales y despedazar los
incensarios que había encima de los altares. En el año dieciocho de su reinado,
Josías, después de haber purificado el país y el templo, mandó a Safán hijo de
Asalías, a Maseías, el alcalde de la ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, el secretario real,
a reparar el templo del SEÑOR su Dios. Ellos fueron a ver al sumo sacerdote Jilquías
y le dieron el dinero que había sido recolectado en el templo de Dios y que los levitas
porteros del templo habían recibido de la gente de Manasés y Efraín, del resto que
había quedado de Israel, Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén.

El sacerdote Jilquías encontró el libro de la ley del SEÑOR, dado por


intermedio de Moisés. Jilquías le dijo al cronista Safán: “Encontré el libro de la ley
en el templo del SEÑOR”, y se lo entregó. Entonces Safán llevó el libro al rey y le
dijo: los siervos de Su Majestad están haciendo todo lo que se les encargó. Han
reunido el dinero que estaba en el templo del SEÑOR y se lo han dado a los
supervisores y a los que están realizando las obras.

Vayan y consulten al SEÑOR por mí y por el resto de la gente que queda en


Israel y en Judá en cuanto a lo que dice este libro que se ha encontrado. Es que debe
ser mucha la ira que el SEÑOR ha descargado sobre nosotros debido a que nuestros
antepasados no obedecieron el mensaje del SEÑOR, pues no cumplieron con lo que
está escrito en este libro. Jilquías y los hombres comisionados por el rey fueron a
ver a la profetisa Huldá, la mujer de Salún, el encargado del vestuario, quien era hijo
de Ticvá y nieto de Jarjás. Ella vivía en la parte nueva de Jerusalén. Le hablaron del
asunto y Huldá les dijo: El SEÑOR, Dios de Israel, manda decir al que los ha
enviado: “Así dice el SEÑOR: Yo voy a enviar contra este lugar y sus habitantes los
castigos que están escritos en el libro que leyó el rey de Judá. Porque ustedes me
abandonaron y han quemado incienso a otros dioses, me ha provocado con lo que
hicieron. Por eso mi enojó se descargará contra este lugar y no se calmará. Pero al
rey de Judá que los envió a consultar al SEÑOR, díganle que así dice el SEÑOR,
Dios de Israel: Como prestaste atención a lo que has oído, y tu corazón cambió y te
humillaste ante Dios al escuchar sus palabras contra este lugar y sus habitantes, y
por cuanto te humillaste ante mí, rasgaste tu vestido y lloraste ante mí, yo también
te he escuchado, dice el SEÑOR. Así que dejaré que mueras en paz y te reuniré con
tus antepasados. No verás el desastre que traigo sobre este lugar y sobre sus
habitantes. Y ellos llevaron esa respuesta al rey.

El rey Josías mandó llamar a todos los ancianos líderes de Judá y Jerusalén
citándoles a una reunión. Entonces el rey fue al templo del SEÑOR con toda la
gente de Judá, los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo,
desde el más pequeño hasta el más importante. Allí el rey les leyó en voz alta el
libro del pacto que había sido encontrado en el templo del SEÑOR. Luego el rey, de
pie junto a su columna, hizo un pacto con el SEÑOR, comprometiéndose a seguir al
SEÑOR y obedecer sus mandatos, el pacto y sus condiciones. Dijo que de todo
corazón y con toda el alma cumpliría el pacto que estaba escrito en el libro. Después
hizo que todos los que se encontraban en Jerusalén y en Benjamín se
comprometieran también a cumplirlo. Y así los habitantes de Jerusalén prometieron
vivir conforme al pacto con Dios, el Dios de sus antepasados. Josías prohibió todas
las costumbres horribles que había en todo el territorio de los israelitas y a todos los
que se encontraban en Israel los hizo servir al SEÑOR su Dios. En vida de Josías no
dejaron de seguir al SEÑOR, Dios de sus antepasados.

Principales causas y consecuencias del final del reino del Sur.

El reino de Judá subsistió durante más de tres siglos hasta el 587 a.C.
Jerusalén continuó como su capital, y siempre hubo un heredero de la dinastía de
David que se mantuvo como monarca.

Al conquistar a Judá, los babilonios no impusieron gobernantes extranjeros,


como ocurrió con el triunfo asirio sobre Israel, el reino del norte. Judá, al parecer,
quedó incorporada a la provincia babilónica de Samaria. El país estaba en ruinas,
pues a la devastación causada por el ejército invasor se unió el saqueo de los países
de Edom y Amón.

Con el paso del tiempo se deterioró la situación política, social y


religiosa de Judá. Algunos factores que contribuyeron en el proceso fueron los
siguientes: dificultades económicas en la región; divisiones en la comunidad; y,
particularmente, la hostilidad de los samaritanos.

Nehemías, copero del rey Artajerjes I, recibió noticias acerca de la situación


de Jerusalén en el 445 a.C., y solicitó ser nombrado gobernador de Judá para ayudar
a su pueblo. La obra de este reformador judío no se confinó a la reconstrucción de
las murallas de la ciudad, sino que contribuyó significativamente a la
reestructuración de la comunidad judía postexílica.
Esdras fue esencialmente un líder religioso. Su actividad pública se realizó en
Judá, posiblemente a partir del 458 a. C. Esdras contribuyó a que la comunidad judía
postexílica diera importancia a la ley. A partir de la reforma religiosa y moral que
promulgó, los judíos se convirtieron en “el pueblo del Libro”. La figura de Esdras,
en las leyendas y tradiciones judías, se compara con la de Moisés.

Describe el exilio en Babilonia

Nabucodonosor, al mando de los ejércitos babilónicos, finalmente triunfó


sobre el ejército egipcio en la batalla de Carquemis 605 a.C., y conquistó a Jerusalén
597 a.C. En el 587 a.C. los ejércitos babilónicos sitiaron y tomaron a Jerusalén, y
comenzó el período conocido como el exilio en Babilonia. Esa derrota de los judíos
ante Nabucodonosor significó: la pérdida de la independencia política; el colapso de
la dinastía davídica; la destrucción del templo y de la ciudad, y la expulsión de la
Tierra prometida.
Al conquistar a Judá, los babilonios no impusieron gobernantes extranjeros,
como ocurrió con el triunfo asirio sobre Israel, el reino del norte. Judá, al parecer,
quedó incorporada a la provincia babilónica de Samaria. El país estaba en ruinas,
pues a la devastación causada por el ejército invasor se unió el saqueo de los países
de Edom y Amón. Aunque la mayoría de la población permaneció en Palestina, un
núcleo considerable del pueblo fue llevado al destierro.

Los babilonios permitieron a los exiliados tener familia, construir casas,


cultivar huertos y consultar a sus propios líderes y ancianos (Ez 20.1–44). Además,
les permitieron vivir juntos en Tel Abib, a orillas del río Quebar. Paulatinamente,
los judíos de la diáspora se acostumbraron a la nueva situación política y social, y
las prácticas religiosas se convirtieron en el mayor vínculo de unidad en el pueblo.

El período exílico 587-538 a.C., que se caracterizó por el dolor y el desarraigo,


produjo una intensa actividad religiosa y literaria. Durante esos años se reunieron y
se pusieron por escrito muchas tradiciones religiosas del pueblo. Los sacerdotes—
que ejercieron un liderazgo importante en la comunidad judía, luego de la
destrucción del templo; contribuyeron considerablemente a formar las bases
necesarias para el desarrollo posterior del judaísmo.
Ciro, el rey de Anshán, se convirtió en una esperanza de liberación para los
judíos deportados en Babilonia. Su llegada al poder en Babilonia puso de
manifiesto la política oficial persa de tolerancia religiosa, al promulgar, en el 538
a.C., el edicto que puso fin al exilio.

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