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¿Cómo reconocer las emociones?

6
consejos útiles
Varios consejos y recomendaciones acerca de cómo reconocer
las emociones en uno mismo y en otros.
Por Andrés Carrillo

El proceso de reconocer las emociones es de gran importancia para


procurarnos una calidad de vida saludable, sobre todo en términos de salud
mental. Cuando somos capaces de reconocer las emociones ajenas y propias,
nos angustiamos menos. Existen personas a las cuales se les da bien el
proceso de reconocer las emociones. Otros, por el contrario, necesitan
aprender a hacerlo esforzándose más en ello; pero eso no significa que sean
incapaces de dominar esta habilidad psicológica.

En este artículo veremos varios consejos y recomendaciones que pueden ser


de gran utilidad para todas aquellas personas que buscan saber cómo
reconocer las emociones, así como algunas consideraciones a tener en
cuenta.

¿Cómo reconocer las propias emociones?


Reconocer las emociones consiste en la capacidad que tiene una persona de
identificar y aceptar las emociones, propias y ajenas. Es básicamente como
hablar un idioma. Al principio es confuso y puede que no entendamos bien el
sentido de algunas cosas, pero luego, a medida que vamos manejando este
lenguaje de forma cotidiana, se vuelve más entendible y llegamos a ser
capaces de manejarlo con fluidez.

Para reconocer las propias emociones hace falta que seamos capaces de traer
a la parte consciente de nuestra mente algunos aspectos de nuestra
persona que muchas veces pasamos por alto o en los que evitamos pensar.
Eso es fundamental para desarrollar Inteligencia Emocional. Siempre hay
temas referentes a nosotros mismos que preferimos dejar olvidadas. Sin
embargo, cuanto más pronto nos atrevemos a revisar esos aspectos con un
criterio objetivo, más cerca estaremos de lograr entender cómo nos sentimos.
¿Cómo reconocer las emociones de los demás?
En el momento de reconocer las emociones ajenas es necesario comprender
en cierta medida cómo funciona el lenguaje corporal; este es un aspecto
que está intrínsecamente relacionado con la emocionalidad. Cuando nos
sentimos tristes nuestro rostro lo expresa por medio de gestos y movimientos
de los pequeños músculos repartidos por toda la cara, y aunque tratemos de
disimularlo, el lenguaje no verbal responde en gran medida a aspectos
inconscientes de nuestra personalidad; por lo tanto se podría notar la
tristeza a pesar del esfuerzo por ocultarla.

Lo mismo sucede con las demás emociones y sentimientos: felicidad, nostalgia,


euforia, etc. De este modo, cuando somos capaces de relacionar el lenguaje
corporal de una persona con sus emociones, estamos más cerca de entender
cómo se siente. Otro aspecto esencial para identificar las emociones de los
demás pasa por saber interpretar adecuadamente su discurso.

Una persona puede aparentar estar bien, y que a la vez al hablar con ella
cuando hablamos con ella nos dé señales de que algo anda mal, si sabemos
escuchar con atención e interpretamos entre líneas lo que nos dice.

Consejos para entender nuestro lado emocional


Ahora veremos algunas formas en las que podemos ser más exactos en el
momento de reconocer las emociones, tanto propias como ajenas.

1. Acepta el motivo real de las emociones

Toda emoción responde a motivos que para nosotros tienen un significado


particular, capaz de alterar nuestros niveles de consciencia. Si aceptamos la
situación y somos capaces de afrontarla por muy irracional que parezca
la causa, entonces de igual manera reconoceremos la emoción que estamos
teniendo en ese determinado momento.

2. Reconoce tu entorno

El entorno influye en gran medida sobre nuestra emocionalidad, las


situaciones que se desarrollan alrededor nuestro son capaces de hacernos
sentir de muchas maneras. Es por eso que cuando tenemos un mejor dominio
y reconocimiento del lugar que nos rodea, podemos reconocer qué es
exactamente lo que detona las emociones que sentimos.
3. Se consecuente con tus acciones

Para ser capaces de reconocer adecuadamente nuestras emociones, debemos


intentar ser lo más consecuentes posible con nuestras acciones. Esto quiere
decir que en la medida en que nuestro pensamiento y nuestros actos vayan por
el mismo camino, podremos reconocer nuestras emociones de una forma más
clara, sin caer en disonancias cognitivas. Por ejemplo, la inacción ante ciertos
problemas que tenemos en nuestra vida posiblemente también nos causará
dificultades a la hora de analizar cómo nos hace sentir eso, a través del
autoengaño.

4. Prevención ante emociones negativas

Cuando tenemos la capacidad de reconocer los factores que nos generan


angustia, podemos ser capaces de prevenir entrar en contacto con dichos
factores (en la medida de lo posible). Al hacer esto estamos disminuyendo la
probabilidad de presentar emociones negativas muy intensas que bloqueen
nuestra capacidad de análisis. Por ende, el proceso de reconocimiento de
nuestras emociones se verá favorecido, ya que no tendremos que lidiar con
emociones extremadamente desagradables.

5. Entender las situaciones como realmente están sucediendo

Este punto se refiere a la capacidad de cognición que tenemos todos los seres
humanos. La cognición implica utilizar los procesos mentales superiores
(análisis, pensamiento lógico, interpretación, resolución de conflictos, memoria,
etc). Con la finalidad de ser entender las situaciones como realmente están
sucediendo, y no como nos gustaría que fuesen, al emplear este tipo de
pensamiento ya estamos reconociendo las emociones de una manera muy real
y podemos buscar las mejores alternativas a nuestra situación.

6. Aceptar que algunas cosas se salen de tu control

En ciertos momentos te encontrarás con situaciones en las cuales no podrás


intervenir para alterar su resultado de la forma en la que te gustaría hacerlo.
Es importante que tengas presente esta limitación. A veces solo toca aceptar
que las cosas están pasando de una manera determinada, y afrontarlo.
Entender eso nos convierte en personas más sensatas y capaces de reconocer
nuestras emociones en toda su amplitud, asumiendo que no las podemos
manejar a nuestro antojo.

Referencias bibliográficas:

 Salmurri, F. (2015). Razón y emoción: recursos para aprender y enseñar


a pensar. Barcelona: RBA
 Vallès, A., y Vallès, C. (2000): Inteligencia emocional: Aplicaciones
educativas. Madrid, Editorial EOS.

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