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w iv) > > — ws = wi Mientras OTe piedras Maria Cristina Ramos coleccién alandar @ Lucia, Rafa y Lito viven con su mama a orillas del rio que tiene unas piedras silenciosas, sin-canto. Y alli, en esas orillas, transcurre la vida, con sus triste- Zas y con sus alegrias, con la risa y el dolor, con injusticias pero también con suefios e ilusiones que les permitiran pensar que algo mejor les tiene que pasar. Y pasar. ISBN 78-987-642.016-3, JUNI) ZLOE0119 AQUI LES DEJO ESTA PERCA Viviamos en Ia orilla del rio, en. una casa chiqui- ta que nos habia dejado el padre de Tere cuando se murio de vejez prematura, Eta de buen material y tan bien clavada que podiamos subimnos al techo sin cau- sar ningsin desasire Mi hermano mas grande decia que ¢l era el hom- bre de la casa pero no le haciamos caso, Crecer no le habia valido de mucho porque seguta comiéndose las ‘unas y, para su desgracia, la gorra le habia quedado chica, Por esos dias mi hermano menor daba brincos felices y camtaba porque, por fin, la gorra que tanto habia envidiado, ahora le quedaba bien a él La mama no estaba mucho porque trabajaba en las casas lindas y por eso el verano era para nosotros tres, Tenfamos un patio grande que legaba hasta la ori Ula del fo, yen el patio, el sauce quie era como un cie- lo verde para comer sombra, Mas alla estaba la atena, ara emterrarse y desenterrarse: después las piedras, las fantésticas piedras con las que todabamos hasta e] agua. La abuela venta a vernas todos los dias y a pregun- {ar si habfamos comido, Siempre le deciamos que st La abuela tenia como cincuenta aos pero cada dos dias sabia salir a pescar en la canoa y, de regreso, nos dejaba algo. Era abuela de muchos nietos, todes de ‘mentira, porque los hijos se le habian ido lejos y no la ventana ver. Etdia en que empezo esta historia, la abuela lego temprano porque habia salido a pescar casi al amane- cer, Entre y dijo: —iA levantarse, haraganes! —Les toc6 las eabezas alos chicos y me beso—. Aqui les dejo esta perca, Es- Dero que adentro tenga la semilla de oro —y se fue. on los ofos todavia dormidos baje hasta el nfo para lavarme y despues me peine, escuchando las palabras «del agua en las piedras, El peine era un tesoro que me habia regalado mi amiga Teresa antes de irse en buisca de trabajo, Me Bustaba el ericr que hacia mi pelo mientras se desen- redaba con las patitas transparentes del peine Lamams me habla dicho que el pelo crecia mejor Ai uno se peinaba bien cada maitana y se lo lavaba eon 6 ccordillera ¥ yo pensa- agua de lluyia. El rio venta de la ps tas ‘era mejor, porque el agua de la nieve es de un cielo todavia mas alto que el de la uvia casa ya mis hermanos se estaban Cuando volvt ala casa ya mis saan peleando, que ero primero que hacen, Despus st ian juntos a ta orilla y volvian gar maRO aprovechaban el momento para correr salpicarse ea aeao de varias corndas, entraiansudando a bus- ans ot yse irlan a buscar el agua al surtidor del duane meg, que em le esa evaniand mas Ijos dl nfo, Enel comedor comuntario nes habian cexplicado que no era bueno tomar agua del ro. ee produce enfermedades —nos dean, Por ese asunto de los microbios —agregaba ia i delos sa No! Es porque el agua es toda, toda de los sa os! —porfiaba el Lito ne oe ra pereay me pus «pens que sera 50 de In seila de oo, 1 ula deci coms lindas sempre que nos vena. ver, Com uma sella de oro se podria hacer muchas cosas. Cuando limp €l pescado lo hice con cuidadto para no conan, para no tropezar'con una espina, para mirar dentro ‘cada rineon, por si habia algo diferente. Pero, est ver, no encontré nada, nt E] Rafa venta silbando porel camino y con el b estirado por el peso del agua. El Lito trata el balde mas chico y levantaba micho la nariz para que se le viers la gor Yo los vi Venit'y pense que hacian falta algunas za patillas para el Rafa, El que mas ropa tenia era mi her- manito, porque iba recibiendo lo que a los grandes ya ‘no nos “tedaba bien Allatarde de ese dia el Rafa slio’solo. Como siem- pre, no dijo donde tha. Simplemerte se metio las ma- nosen los bolsllos y partid. El mas chico quedo llort- ‘queando hasta que se entretuvo en su afan de alcanzar tuna langosta que saltaba y volvia a salar: —2Por qué no aprenden a volar estas tontas? —preguntaba —Porque no tienen buenas alas —e decta yo. Pero al seguta —2Y por qué no saltan hasta donde esta el viento, ast el viento las lleva? —Porque hacen su vida saltando, pues, Lito El podia pasarse media manana preguntando y a Imi se me gastaban las contestaciones y.a veces, la pa iencia, Pero la abuela decta que el Lito iba a llegar lejos porque siempre queria saber mis. Cuando aa tardecita la mame leg, el Rafa no habia ‘egresado todavia, Fuimos juntas a sentarnos ala orilla del rio, con el mate recién preparado. A las mates les Busta esa hora en que el sol ha terminado su vuelta y © prepara para acostarse. Jugabamos a cazar colores, nombrando los que vetamos en el ciel y recién cuando la noche cala nos ventamos para adentro, para que el fresco no nos hiciera tiritar. Cuando estabamos listos para la cena llego el Rafa, con cara de contento yuna bolsa Que ha trad, mi muchacho? —dijo mama. —Fsparragos gordas y otros mis ternitos —con- testo Rafa. Abrid a bolsa para que los vieramos —Hlay que ponerlos en agua, hij. —Maana salgo a vender y ios hacemos ricos dijo, riendose Como aél le gustaba viviren el agta, todas las veces ‘que podia se iba orllando los canales, Se zambullia y volviaasalir Le gustaba mirar de cerca los renacuajes que, por supuesto, escapaban cuando lo velan venit EL Rafa era como un eangrejo gigante que soltaba slobos de aire por la boca. Cuando se cansaba sali, como una iguana, ¥ se metia entre las, amastrandose ‘matas en busca de espartagos 0 berros. Luego de cenar, todos ayudamos @ ordenarlos y a armar los atados. Los dejamos tomando agua en les baldes, para que estuvieran frescos al dia siguiente —:Guaindo se van a acabar los esparragos?’ —pre- gun el Lito antes de dormirse, ¥, aunque estabamos ‘cansados, le fuimos contestando. —Cuando pase el verano, Cuando se sequen las plantas. ¥ jse van a secar para siempre? —No mientras haya agua. E] verano que viene brotan otra vez, ¥ siel rose seca, jse van por debajo de a butscar otto rio? ese ccesaa El rio no se va‘ secar, Lito. —Menos mal, Porque si se van por debajo de la tierra van a chocat con las hormigas. to UNA CAMPANA INVISIBLE Las eamas eran dos. Una para los ehicos, la otra para mama y para mi. El primero en dormirse era siempre el Rafa, Esa vez el olor verde de los esparra- gos inundaba la pieza. Después nos conto que habia sonado que los esparragas seguian ereciendo, tentan hijos y se estiraban todos como arboles. Uno podia corter entre ellos y jugar a la escondida. Mi hermano Lito daba infinitas vueltas en la cama, soplaba y resoplaba hasta hundirse en el sueio. Recien despues se dormia mi mamé, Entonces,Hegaba el mo- mento del silencio. FH silencio era una campana invisible para imaginar se todas las cosas. Era mejor imaginar antes de dormir, ‘porque sonar, yo no sofaba nunca, Laalmohada tents wn descosido por donde seguramenie se me iban los suefos Por eso un dia se me ocurrié wilizar ese huequito Para guardar mi tesoro secreto, Era tn pedazo de o- lar que habia encontrado una vee en la orilla del tio Solo cuatro perlas, nada mis. Pero eran luminosas y Tompfan la oscuridad. El secreto consist en hacetles tun techo de mantas, para que nadie se despertita y fuera posible pensar en ellas. Después del peine, im tesoro era lo mas valioso del mundo , Esa noche, las perlas fueron cuatro jinetes que atra- vesaban el campo. Se escuchaha el clogqueo del galo- Be. Los ponchos de los jinetes se volaban tin poco y después se perdian en la polvareda de la distancia, El horizonte estaba, pero borroneado de tierra. Al otro dia, El Rafa sali6 temprano con dos bol: llenas de atados de esparragos 4 Primero voy a pasar por la casa de dewiesneidotslumen mame —Para que cuando encuentr — Tegrese se encuentre la sorpresa —¥ va a saber que alguno de nosotros estuvo —sonrié mama Luego irfa,silbando, digo yo, h ; digo yo, hasta donde la ci dad deja de ser orila. Le gustaba recorrer yeredas y pasajes, casas lindas y de las otras, hasta v pears asta vender todos Jas casas de por aht temian muchas hileras de la- drillos, yo las conocia. Parecian capas que se fueran 2 juntando de a poco. Los ladrillos eran como palabras, una siempre al lado de la otra Cuando sbamos juntos, nos gustaba caminar pega~ dditos a las paredes para ver si se-ola lo que decian. St algun dia se juntaran todos los ladrillos podetan hacer ‘una pared tan grande que dividiera el mundo en dos ppediazos. Eso era lindo de pensar peto daba miedo. Hacia el inal de la eaminata habea sido que se-en- ceontrs el ladrillo, Estaba suelo ¥ estaba solo, dijo, por eso se lo trajo, Lego con el hasta la eas EL Rafa era también un poco pajaro. Le gustaba tre= parse a los arboles y una vez arriba ponerse a cantar. Cuando desde ahi alcanzaba a ver la cabeza del sot hhundigndose en el horizonte, se quedaba mirando y se sentia liviano como tin benteveo, e<0 deci, Pero la abuela se preocupaba por el porque, vinien- do de su pesca, muchas veces lo habia visto allt aeriba y no estaba tranquil No te descuides cuando andas por ahi trepado le recomendaba, No, abuela —decta el —Que el rio no perdona, Rafaclito —No, abuela —repetéa mi hermano, —Hay que mirar donde se pone el pie, que sea una rama resistente —No, abuela —deeia, y nosotros ya nos dibamos cuenta de que estaba pensando otra cosa Pero'era cuidatiosn: ademas la mama deca que él habia nacido con ty Dios apart. Yo no estaba de acuerdo, porque me parece que Dios debe de ser serio y no puede tener la costumbre de andar detris de gente como mii hermano, Yo sabia que ademas de pajaro, el Rafa era un poco pez. Primeto porque le daba pena pescar y muchas veces llevaba pedazos de pan al ro y soltaba una ll Via de migas para las mojarvitas, y segundo, porque casi siempre, después de mirar la quemazon del atar- decer, se descalgaba de lo alto del sauce y cata de ea- beza al ro, Con un nuido de agua rompigndose desaparecia Por un rato y después de mucho, cuundo el corazon ‘me hacia bulla en el pecho, recien se vefa aparecer, bbraceando y yendose con la corriente. A mist que me daba miedo verlo, pera no lo podia detener. Por eso, la noche en que el Rafa no volvié me terublaban tanto las rodillas, La hora de In cena ya habia pasado y nos habia- ‘mos entretenido con un mate cocida, porque papas ‘no quedaban mas y arroz, tampoco. iQue raro que ttt hermano no viene! —suspirs lamama Yo la acompane a suspirat —Aviso que ya venta —dijo el Lito—, Yo me vine ata aca el se queds. Donde se quedié? —quiso saber la mama, En el sauce viglo. Ella volvi6 a suspirar. No era costumbre de nin~ ‘guno de la farilia pasar la noche en otto sitio que no fuera muestra casa. Ast que todos nos quedamos sre hizo gus Gn Ts as pars quem hermano chico adivinara el perro ladrando, la cabe- za del gallo, el cocodrilo, 1 cisne y todos los demas animales de sombra que poblaban Ia pared por un instante y, luego, se perdian en la oscuridad. ‘Cuando el Lito se qued6 dormido, nosotras salimos « miar, Estaban todas las estrellas, el romor del y dl pslteo de los saps. Todo lo des permanets ‘quieto y, del Rafa, i las sehas. Emtonces la:mama bus- co ln lintena y se fue avecorter Is onlladel rio. Desde la puerta, yo miraba el triangulo de luz que se movia, alumbrando un pedacito de noche. LOS SECRETOS DEL AGUA Cuando amanecio, estibamos grises de suefio. La abuela vino y dijo que habia que avisar a la Prefectura. Yo fui con ella, para acompariarla Las lanchas salieron a recorterel rio, Toda la mana- na anduvieron, Algunos chicos de la escuela, los mas grindes, vinieron en grupos para ayudar El pasto de las orillas fue quedlando lacio de tantas pisadas, los patos eligieron irse mis lejos para evitar la gente, los conocidos del ecomedor trajeron comida caliente. EL unico que podia llorar era el Lito, se encargaba de eso que los otros de la casa no podiamos hacer: La abuela se tomo um rato para avisarles a los patrones de la mama que habia ocurrido tna desgracia; no fuera que sucediera otra, todavia Poco después de las doce, cuando el sol pegaba nds fuerte, los pajaros dejaron de cantar y alguien gri- 6 que I6 traian. Todos corrieron hasta el rio y hubo tun silencio que me hizo doler la garganta Fl ronroneo de un motor, la gente quie corria y lue- «go, ¢1 agua subiendose por la orilla. Una de las lanchas con varios hombres de Prefectura paso, como rugien- do, Hevaban a alguien envuelto en una manta, Dije- ton que era el Rafa, pero no se vela, Gritaron alg que pocos entendieron. Eta que lo levaban al hospital Estuvo internado cuatro dias, que fueron largos y blancos, Lo habian encontrado rio abajo, sostenido or unas raices, casi azul de frfo y con los ojos eerra- dos de cansancio Parece que lo arrastt la corriente, 0 que se golpes al caer. El no reeordaba nada —Pero no es culpa del rio —decia—, No fue nad yarme van a salir escamas, con a las truchas. Los grandes se fueron turnindo para estar con él en las visitas y yo le leve piedritas de colores quie ha- bia sacado del agua, pata que no extrafiara tanto ni le doliert la soledad Lo atendieron varies médicos, pero él le guste ims uno que sostenia la mano para salucar, se sentaba en la cama, y le daba conversacion, Canela regges6 estaba mis gordo, mats alto y mas charltan, Contrariamente alo que todos decian, empez6 at estar mas tiempo en el rio, come si ahora conociera todos los secretos del agus y no los quisiera olvidar, in dia llegaron unos hombres vestidos de azul y con escaleras. Miraron el aire del lugar, los drboles, Js casas, Sacaron los cables que nos traian la luz yn dijeron mada Los del comedor nos avisaron que era porque se twataba de una instalacién clandestina. Yo me aststé, porque sabia que lo clandestino era algo escondido y que no estaba bien hacet, Peto no alcanzaba a enten- der por qué no podiamos tener Inz, siendo la luz algo tun bueno, sobre todo por las noches, La abuela llego al rato y nos trajo un manojito de velas, Algunas eran gordas y de colores. Todas estaban cempezadas. Yo me puse a pensar de donde vendrian, donde habrian gastado su luz. Puede ser que las velas sean como la gente buena, que van dejando algo lindo por donde pass —aDe donde las trajiste, abuela? Estas blaneas me las regalo Romero: las habla es- taco usando en el almacén, Esta celeste ¢s una que me trajo un nieto mio que cumplis diez anos. Las otras me las dio Antonia. La que trabaja en la iglesia? —La misma, —2Se las hab alos santos? le pregunté, porque no era buena idea que vinieran a vengarse sac No, cuando estan ya muy gastadas, las scan y ponen otras nuevas, Esa noche comimes a la luz de lis velas sagradas y hasta jugamos un rato a las canas, A mi siempre me ‘gusta mirar como se alargan las sombras. Pero los dias {que siguieron fueron teniendo noches mucho mas ce= rradasy sombras mas larges, porque habla que ahorrar velas, entonces la mami las apagaba y nos quedaba- ‘mas conversando Algunas veces, jugibamos al veo-veo. Despues nos tbamos callando, habia que acostar al Lito y Inego nos dormiamios en un silencio mis profundo que el que haba cuando teniamos luz ‘Cuando dos noches mas tarde fue luna lena, saca- sms las sillasal patio porque estaba todo claito Nos quedamos mirando las estrellas, buscando sa- télites y viendo pasar las alas blaneas de las leehzas. sa fue, de todas, la noche mas linda, Empezamas a sentir los dias cada ver mas cortos y las noches fueron de verdad mas largis, porque no nos duraban las ganas de hablar a oscuiras. El silencio era tanto que, a veces, nos zumbaba en los ofdos y escuchabamos en nosotros un ruido de ro como si, a ‘medida que se nos acababan las palabras, la sangre se ‘nos hubiera puesto a conversa Yo no me podia dormic: El ruido de sube y baja de las respiractones de los otros me daba impaciencia, En- tonees, sacaba mis perls y las miraba bajo las mantas Eran [0 nico lumineso, Me gustaba inaginarlas como faroles de uma ciudad donde vivian los amigos y la gente que conocfamos, Tenia una avenida con luces para todos y habia esquinas con plazas y en las pla- ‘muchos juegos. Tambien, una fuente con peces de colores donde mi hermano grande metia los pies y mi hermano chico artojaba moneda, —iA quien se le ocurre tirar las monedas!—decia —Son para los deseos! —decta él, con la cara llena de risa h, entonces pidamos, pidamos! —decia Por esos dias ya habian empezado las clases, y mama ten{a que llevar los guardapolvos a ta casa de las patronas, y ver quién le daba permiso para plan- charles FL Lito no tba a la escuela porque no tenia edad, se quedaba con la abvela y la acompanaba en ss cosas abuela trata una trucha para que co- mieramos, me decta: Cada vez que Aqui esta, Lucia Fijese bien sino tiene la semilla de oro ‘Como se habian acabado los esparragos, mt her= ‘mano, que ya estab bien, sala a vender racimos de tuva, que le daban algunos conocidos, comprar cuadlernos. El mio tenia pintas de colores y tun alambre tambien pintado. Las hojas no eran muy suaves pero tenfan olora blanco, El Lito anduvo dan. do vueltas alrededor, como perro marioso, y no estu- vo tranguilo hasta que le regalé una hoja, para que pudliera esonbir. Desde que haban comenzado las clases habia otro problema. Teniamos que hacer tarea, y si Megada la noche no terminabamos, habia que levantarse apenas despuntaba el Sol, pata completar los trabajos con el claror del dia, La maestra del Rafa era buena, porque hab doa acompafiar cuando lo estébamos buseanda en el rio. En los reoreos le tocaba la cabeza como despei- nnandolo y decta"\Qué suerte, que suerte!” y despues sonriendo, to dejaba ir Yo entendia que tener una maestra asi era lindo, ¥ me alegraba que le tocara a mi hermano. La mia, en cambio, era may mandona y daba mucho trabajo quererla, Yo hasta le levé medio racimo de uvas, pero ella no sonrié y no se lo comio. ven Se hizo sus buenos pesos y con eso hasta pudimos CUANDO ESTE SAPO SEA ARTISTA Fue por entonces que el Rafa tuvo la idea de domes- ticar al sapo. Convencié a la mama diciendo que, en ta escuela, le habian ensenado que habia que respetar alos batracies porque eran animales inofensivos per- tenecientes a los eres vivos y, ademas, se alimentalan de insectos. Fra verdad, en el euaderno habia dibujado un sapo con Ix boca abierta, rodeado dé jejenes, moscas y ‘otros bichos. El dibujo era para demostrar que hactan tun bien a la humanidad, Foie tema Jo tuvo entretenico bastante tiempo. Le hizo una guarida de piedras cerca del sauce, pero el ba tracio se escabullia, Luego intento atraesto acariciandole ba gusto porque se que- el testuz y eso parece que le daba como adormecido, Cuando empezaton las noches » frescas quiso entratlo a la casa pero mama no lo dejo ‘Una de esas nor’ ¢s, nos atacaron los mosquitos. Tal vez para escapar del frig se habian guatecido todos en la «asa, Casi no pucimos dormir, Entonces el Rafa recits suleccion de los batracios dentro de los seres vives que se almentan de insectos,y consiguo el permiso Le hizo una casita con una caja de zapatos y lo dejé Aebajo de su cama. Los biches nos siguieron picando ¥ Tepicando, pero estabaitios tan cansados que igual ‘nos dormimos, Otra de esas noches, como no me venia el sueno, ame levanté a tomar agua, Me gustaba el agua que nos repartian en el comedor, un Litto para cada familia, porque tenia un sabor diferente. Tomabamos poca, ‘para que nos durara, Ful sin hacer ruido, para no des- pertar a los otros, Sin embargo, cuando volvia descalza a mi cama, ise algo blanduzeo, resbaloso, y me cal, Parece que hice un tuido como dle bolsa de huesos porque todos se asustaron, Pero, como no habia luz, teniamos que adivinarnos hablando, iQue paso? {Quien se cays? jAy, Dios mio, esta oscuridad espantosa! —se lament mama, con esa voz de alarma que me hacta asustar el corazén, Yo, mami —dije, y escuché que se levantaba a socorrerme so fue lo peor, porque ella también tropez6 con el batracio. Ine sapo tonto! —dije yo. Y bueno, no tiene ojos de gato para ver cuando alguien se le viene encima —dijo el Rafa. ‘Mama nos hizo eallar pero el siguio hablando ba jito —Ademas, tiene nombre, gO aeaso te gustaria que lite dijera ser humana? iQue vaa tener nombre! ¢ llama Isigoro, jpara que sepast —lsidoro, sera, —iNo! Isigoro. ;No lo iste cuando canta “goro, 0, gor, Boro"? iPobre Isigoro! Debe de haber quedado adolorido y escarmentado con esta familia, porque no supimos agradecerle que nos ayuclara a luchar contra los inva- sores, ‘Mi hermano no se dio por vencido, Como los ladri- lios que habia ido juntando para hacer otra pieza to- ayia no aleanzaban, pidis permiso pata hacerle una casita al batraco, Eligio un rincon de la casa y ahi lo guard6, Eso si, Jo sicaba todos los dias a nadar con él por el tio, y lo trasladaba en la palma de su mano hasta los lugares el agua donde sobrevolaban nubes de insectos, para que se alimentara, como decfa la risestra Lo que mis me gustaba de ese tiempo era verlo conversat, porque mi hermano es de los callados, et sa, pero con eb prefiere nadar o volar del arbol a as batracio hablaba tatos enteros, Decia que estaba de dicado a convertirlo en un sapo artista. Yo creo que le hhablaba mucho porque lo queria convencer: Las noches, sin nada de luz, eran cada vee mds in- eémodas. Yo no podia dormirme, me dolian los ojos de tanto tenerlos abiertos sin poder apoyat la mirada en ningun sitio La siguiente vez que la abuela nos regalo un pes eado, yo le pregunté si con la semilla de oro que trajera una perca, algun dia, podiamos pagar para tener luz Ella se quedd pensando. Despues me pregunto y yo Te conte que estaba cansada de oscuridad. ¥ que estaba también cansada de que'el Rafa no tuviera ‘mejores zapatillas y que, alguna vez, me gustarfa v Jar con todes a conocer el mar, porque dicen que en sw orilla descansan los bareos que wan a todas partes del mundo. ¥ que seria lindo que algan dia pudiera- amos festejar los cumpleanos y tener una heladera Laabuela penso y me dijo —iHijita! Para eso mas que wna semilla necesita- ‘mos un manojo de percas con alforjas llenas de oro —2Qué son las alforjas, abuela? —Son algo ast como bolsillites a uno y otto lado Si uno guarda cinco semllas a la izquierda tiene que guardar lo mismo a la derecha, Para que la perca, 0 el que lleve las alforjas no se vuelque de costado iV cuando verdram ast las percas, abuela? —Creo que falta todavia, los tiempos vienen difici- les, por desgracia, iY van a mejorar, abuela? —Tendran que mejorar, digo yo. ¥ si no, algo se PARA ILUMINAR LAS NOCHES Una de esas noches, la abuela me invite a dormir a su casa y Ie ayude a encender el fuego del rincon, Me ‘encanta escuchar el chirrido de las ramas secas que se iturminan y estallan. Me gusta como el fuego va inva- diendo las caras de los que estan alrededor y como las lamas titilan en los ojo. Alrededor del fuego, en las orllas, la abuela habia puesto algunos chaclos del verano anterios, Los habia dejado envueltos en la mitad de su chala, como para cuidarles el suefto, La temporada habia sido buena y las plantas de maiz hablan ganado mucha altura. Me acuerdo que con el Rafa jugsbamos a la escondida en el maizal, que habia formaco un respaldo verde tras la casa pequetia de la abuela, Cuando el fuego se apagé nos fuimos quedando 2 dormidas. Me gustaba tener donde posar la mirada Los choclos copiabsa el resplandor de las brass Ast fue como me empece a dividir, La abuela me in- vitaba seguido a dormir su cast-y yo lo disfrutaba mi cho. Pero ala vez pensaba que muy temprano, cuando ‘mau y el Rafa salian a crahaja, el Lito se quedaba soo. Era un rato.en que él todavia dormia, pero sol, ‘Cuandlo me quedaba en mi casa, me gustaba sentir ‘que estaba yo para ocuparme de mi hermanito, pero cextranaba la vor de la abuela, las brasas y los choclos iluminando las noches, Era como si siempre algo de if estuviera en otro lado, Un dia lo pude hablar con la abucla. Ella entien- de, aunque yono le cuiente todo. Me miré un rato, ine arreglo las tenzas y después, eusando yo tenta que regresat, entro a la casa'y volvi6 con algo envueho en. el delantal —Tome, Lucia —me dijo. Fran tres choclos, de los de Ia onilla del fogen. —Abuela, gme los das pata comer? No, ya el tiempo los ha secado. Sirven para se- mills © para ottas cosas. Que sirvan para euidarte 1 suena, En casa todos supieron que me los habia dado la abuela, y fue suficiente, porque nosotros nos respeta- mos los regales. Los puse en el banquito de al lado de ‘mi cama y me prepare para la escuela La abuela se habia jumtado con un grupo de ve- ‘cinos de las orillas para reclamar por el come de luz. Se reunicron varias veces y, después, escribieron una carta para el intendente. Fue la maestra del Rafa la que escribis y todos los {que estaban la firmaron, Dijo la abuela que estaba muy boien hecha y que cuando uno la terminaba sentia wna emocion como la de lorar Dijo que no era como a que se siente cuando algin chico dice algo hermoso, © cuando nace un bebé, sino otra cost; como cuando uno ve algo triste que no va tener solucton, ‘Como las autoridades no contestaron hubo reunio- nes y poco después supimes que se haria una marcha. Nosotros empezimos a ofr muches rumores y ruidos que prometian algo bueno, Nos tirtbamos y apoyaba- impos la orejaen el suelo para escuchar el ruido de los pa~ sos. Era como un ruido de tambores, como tin ruide de semillas dentro de la terra “Se acercan’, decia el Rafa. Poco después pasé la caravana, con carteles y bande- ras, Habia ruido de voces y cantos, tambien el de unas maracas que habjan hecho con frascos de dulce y pie- ddras del ri, Todos los chicos del barrio nos quedames a ceudar las easas porque los grandes iban de protesta. Los grandes volvieron cansados y'con esperanzas, peto pasaron dos semanas y Ia luz seguia sin volver. Como los ojos me segnian doliendo, y de dia no tenia el resplanclor de los choclos, me ponta a mirar el rio para tener un alivio, CON UN BASTON DE NIRE Entre un rato y otfo, vaya a saber por qué, s€ me ccurrié marcar lineas en el suelo, lineas desde la orilla del agua hacia el patio de la casa, con un baston de fire que usabamos para jugar. Al principio eran finos como caminos de hormiga, peto-segui pasando con el bast6n una vez y muchas veces, hasta formar caminos para gatos y mas anchos todavia, como para caballo, —{Para qué son esos surcos? —me pregunto el Rafa, que me veia pasar dibujando la tierra. Yo no abt la boca pero lo miré, y los dos nos quedamos pensando: Eracierto lo que decia, poco a poco mis dibujos se hhabian ido haciendo més hondes; ya eran cast como canales, —é¥ si hacemos una huerta? —se me ocurto. Lo bien que estaria —murmuré, titoneandose cl fequillo como cuando piensa. —2Y quien dice que no vames a poder? —En no pocos dias vamos a ir puciendo —Hay que conseguir semilla pata sembrar —{Comprando? —dlijo el Rafa —Consiguiendo, nomas, Y después regar y sentarse a ver que todo crezca Agua, tenemos, jRio tenemos! —¥ sol vamos a tener, si no se viene tiempo muy smubladito, —Yo hasta puedo dejar la escuela para cuidar todo mejor. —iNo, eso st que no! ;Que no se te cruce! —Ie dije, le tune que decir, porque desde el accidente le habian vende ganas de no estudiar mas y le abuela lo habia tenido que sconsejar fuerte, muchas veces Fuimos hasta la casa de In abuela. Le contamos entre los dos, atropellandonos un poco. Le encants ta idea, le preguntamos por herramientas, nos presto una pala y dijo que tenfamos que conseguir un pico para cavar profundo y llegar hasta las eapas buenas de la tierra, Ademas nos dio, en un frasco, las primeras semillas Volvimos cortiendo a casa decididos a hacer pla- ines y dibujar todo en un papel, para no equivocar los pasos ni estropear los pensamientos. Pero ya estaba e animé por caer la noche, y tuvimos que contentarnas cont conversacidn. Al otra dia vinieron a censarnos, Dos senoris pa- ssiron llenando planillas con nuestros nombres y do- ‘eumentos, porque el gobierno queria saber cusntos éramos los de la olla, Jes contestamos lo que preguntaban, peto con el ala dijimos que no les iban a alcanzar los papeles yy que tendrian que aftadir palitos pero sin nombte, porque llegaban unos y se tban otros, pero igual ér mos cada vez mas, Recien despues de regresar de la escuela iniciamos el trabajo. Lo primero era lo mas dificil, habia que allojar la tierra que, a fuerza de pisadas y revolcones, se habia vuelto peniascosa y dura, Suerte que mi hermano es hombre y maneja bien la play el pico, ast que los levantaba en el ate y los de- jaba caer sobre la tierra, que s iba rompiendo apenas, como pata que no nos dieramos por vencidos. Despues de mucho sudar-mi hermano se cansabs, cemtonces decia que menos mal que yo era mujer y S4- bia hacer de todo; soltaba la pala'y yo tenia que correr pata sostenerla y empezar con mi parte ‘A veces, cuando los dos queriamos algo mas livia- no, jugabamos a batlar sobre la tierra y a romper los cascotes con el baston, Sin embargo, acabada la tarde, cuando ya tenia- ‘mos cansados todos los museules y el sudor nos habia cempapado varias veces, solo habiamos removido un cuadtado de tierra como de dos pasos de lado, No estoy nacla cansido —dijo el Rafa esa tare, No es cierto —desconfie, —e digo que no. No sigo porque ahora hay que darle tiempo a la tierra para que se aitee. —Te digo. que cansados estamos los dos —insis- ti. Yya no se ve easi nada Fl se quedo con esa satisfaccion, la de no decir que estaba fan roto como yo. En ese tiempo me costaha entender por qué los hombres necesitan vivir demos- trando que son mas fxertes Cuando mama volvié del trabsjo le contamos To que habiamos estado haciendo. Se qued6 de pron- to clavada en el patio y hubiera parceido una estate ‘si no fuera porque cl aire le movia el pelo que se le estaba soltando de la hebilla. Luego comenz6 a retrse, peto no decia nada EI Lito gailopaba alrededor y jugaba a caerse en la tierra movida, Hasta que ella dijo que estaba bien, muy bien, pero que no clejaramos de dedicarle tiempo al es- tudio, porque estudiando thamos a salir de pobres, Tal vez por eso habra sido que el Rafa empozs a andar mejor en la escuela, Hacla todo mas rapido y, despues, sala corriendo a trabajar en la huerta Sin embargo nos daba mucho trabajo la tierra como si no quisiera despertarse. Hasta que un dia 6 llovid y al siguiente fue todo mas fil, y ast nos dimos ccuenta de lo que ya hubiérames podido imaginat. Desde entonees, empezamos a regat la tierra por la noche para encontrarla mas blanda al otro dia PARA LO QUE SIRVEN LAS MANOS Algunos chicos veeinos se interesaron y nos estu- vieron acompanando, pero duraban poco, porque st bien al principio nos quitaban la pala para ayudar, ahi noms descubrian que no era facil, que habia que romperse y que, de darle y darle a las herramientas, salfan ampollas en las manos 108 iban quedando los brazos como fallecidos El unico que durd-un poco mas fue Sebastian, que vino un dia pedir la tarea de la escuela y se fue que- dando, Ademas de conversar y de hacer dibujos en la tierra, nos ayudaba, ¥ todo iba muy bien, pero cuando se tba, el Rafa ‘empezaba a butlarsey a bailar abrazadlo al baston para que yo me enojara. Pero no era cierto que fuera mi rnovio, A mi me gustaba que viniera solo porque me dlivertia, a veces silbaha y, otras veces, rompia cascotes ‘1 patadas y eso nos hacia relt Gada. atardever mediamos la tierra removida. Lo haciamas usando mis manos porque como eran mas chicas, las cuattas resultaban mas y ast sentiamos que el trabajo nos rendia A veces costaba tener ganas de seguir: Tal vez por €s0 estuvimas dos dias sin avanzar y entonces fe cuando vino Blas, el hijo del mecainico. El era muy alto y caminaba dando pasos fuertes Vino, recorrio el patio y se empez6 a tei, —éDe que te estas riendo, se puede saber? He lar gol Rafa. Nada mas a ustedes se les puede ocurrir una idea tan estapida —dijo, sin dejar de reirse. Yo suspiré contando hasta diez, pera el siguie con a ofensa, AY eque-van a pajaritos? —Hace tres anos que no sube, ni piensa subir. —Hs0 decfan los que se ahogaron —Pero ano ves que al otto ano pusieron la defensa? No! Sies como dicen en los bares. wer cuando el rio suba, y suba, —2Qué dicen en los bares? —pregumié, descon- fiando, —Que los tontos vienen de a pares. —=¥ los metidos vienten solos —dijo el Rafa y solto ta pala, Yomeapuré ahablary lecanté, bien clatito, que era una idea de nosotros y nada le estabamos pidiendo. Pero Rafa se le empez6 a venir con ganas de darle una ‘trompada, que yo creo que era lo que se merecia, Entonces, coma siempre en casos ast, me aparece dentro la voz de mi mama diciendo que para algo uno tiene las palabras y que hay que defenderse ha- bland. Resoplé tn poco para calmarme y le dije muchas cosas mas, como para alejara Blas de la rompada que ‘mi hermano le estaba prepatrando, Y él parece que lo centendig empezo a rettoceder y dijo que se iba por ‘que tenfa que ayudarle al padre Apeniias se fe, nosotras tuvimos otra ¥e2 ganas de seguir con el proyecto y eso hicimos; era sabado y teniamos todo el dia para lo que quisiramos. se fin de semana terminamos el cuadro inicial, el que necesitabamos para empezar. Enconces llegaron otra vez los del censo, Les exp ‘amos que ya habfan pasado y ellos contestaron que si pero que, como los niimeros habian resultado enga~ fosos, tenian que hacer todo de nuevo, Nosotros no nos imaginabamos cémo eta es0, por que si hay algo serio y sin cambios son los numeros y entonces era raro que, justo los que hablan usaclo para contarnos, anduvieran con engafis. Parece que a todos les cayé un poco mal la explica- ion, porque la gente grande se fue reuniendo hasta ‘ser mucha y rodearon a los del censo con voces de rabia y gritando lo que todos quetiamos: que nos de- volvieran la luz, Ellos tambien retrocedieton y se {ueton sin salud. LOS REGALOS No mucho tiempo después, la maestra del Rafa y ‘ovras de las buenas invitaron a ana reunion al termi- nar el horario de clases. La abuela fue por nosotros, porque nuestra madre estaba en el trabajo; ns conte que habian decidido organizar otra marcha, Esta vez seria para presentar en el municipio un petitorio, que es un escrito donde alguien pide algo. Lo habian escrito las maestras, consultandolo con los reunides. Mientras tanto, otros se organizaban pare pintar carteles y lamar a los que prestaban los tambores. Eso era Jo mas lindo, poder caminar al ritmo de los tambores. Porque habia otras cosas, de las que n0 hut- blabamos, pero nos daban miedo. Desde antes del corte de lz, cuando nos inundamos 8 ¥ estuvimos varios meses sin destino, y atin desde an- tes, cuando la gente habia empezado a perder sus tra- boajos, si alguien hablaba de lo que nos pasaba corria centre todos algo como un rio oscuro, Nadie sabia donde nacia, pero empézaba a corver desde un puno apretado, @ una gorra jomuada con el ‘enojo de las manos, desde un chico que Ilovaba de pronto, hasta un grande que se enojaba como munca antes, Era como si lo que sucedia fuera cambiando lo que conociamos de los vecinos. Despues de sembrar la semills que nos habia rega- lado la abuela, y mientras esperabamos que dieran se- nales de vida, andavimes buscando otras. Mi hermano consiguié algunas cle pereji y yo, no consegut nada En la escuela, Sebastian me regalé un lapiz eon un sombrerito de goma. A mi el regalo me encanto pero parece que no se me noté en la cara, Yo le dije que estaba preocupada, aor qué? —me pregunts, Es que mi lugar en la huerta, pelige —exagere. 2 QUE paso, se cansaron? —No, esta vez no es por cansancio, sino porque cuesta conseguir semillas Entonces Sebastian tuvo una idea fantistica AV si les pedimos a los del corralon? —Pero los del corralon rio regalan, venden las se- rillas Te juro que te consigo! —dijo el Al otto dia, cuando tbamos legando a la escuela, l, que habia egado primero, salio a buscarme. Se habia peinaco con mucha agua y tala cara de conten to. Yo tuve que soportar los chistes tontos del Rafa y la risa burlona, pero Sebastian estaba tan alegre que hhasta mi hermano se sorprendi. Aqui esta dj. — Qué est Y... {Qué es lo que estaba faltando para la huer- tat eh? —iConseguiste! Flagitaba un frasco casi lleno de pequeftas semis Dlaneas, Eran de tomate, —:Como hiciste? alas tuviste que pagar? El hombre del corralon me conoce. Yo, a veces, Je hago mandados, 2% te las regal? —¥o no podtia con mi asombro, Bueno, me pidi6 que Mevara ls cartas al correo yede vuelta, le pedt las semillas. ‘Lo miré y lo vi como munca antes. Me parecio mas. alto y tuve ganas de contarle cosas. Yo estaba feliz, y como no sabia qué darle, le di un beso, Porque su .gesto me hacia compania y porque me encantaba que alguien entendiera mi preocupacion, Ademas, porque cl nsufrible de mi hermano se habia adelantado para entrar a la escuela y no podia vernos, EL VERDE ALEGRE DEL PEREJIL Para ver aparecer las plantas surgienclo desde la tie ra hace falta mucho riego, buen sol y toneladas dle pacienela, parque las muy reinas sé toman su tiempo. Tal vez por eso, © porque estamos acostumbrados a repartimnos las tareas, con mi hermano nos turna- bbamos para perder la paciencia. Primero la perdia él y no le daa ni una mirada a la huerta por dos o wes dias, entonces yo me dechicaba a cuidar ya regat: Des- pues, a mi me daba el cansancio y mm hermano hacia el trabajo solo, silbando orgulloso y como si con él alcanzara para mover el planta. Pero lo difiel sucedio una vez en que les dos nos ceansamos. Era como si nos hubiéramos olvidado de Jo que tentamos que hacer. Como si se hubiera roto el hilo que nos ayudaba a unit tuna mano eon otra y w

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