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SEMANA 5 – (Profesor Carlos Mangone) – corresponde a semana

2 del programa

TÉSIS SOBRE COMUNICACIÓN (CLASIFICAR/COMUNICAR)

Miércoles 17-04
Las formas de definir a los contenidos de Netflix tienen varios sintagmas.
Primero se define si es programa, película o serie. En segundo lugar se coloca
la nacionalidad (gentilicio). Luego una definición genérica (acción, crimen,
terror, musical, etc.). Después suele haber algún tipo de información sobre el
efecto esperado (conmovedora, etc.). También pueden aparecer las frases
“aclamadas por la crítica” o “dignas de maratón”).

Menos evidente es el proceso de clasificación que se realiza en la vida


cotidiana. Esto es lo que ocurre con las tipificaciones de género por ejemplo.
Las categorías más básicas de nuestra experiencia son las palabras, la lengua
natural. Hay una disputa que establece que las clasificaciones son anteriores a
la lengua y que las palabras vienen a nombrarlas o si as palabras anteceden a
las categorías. Si estableciéramos que las categorías son posteriores a las
palabras diríamos que nos encontramos limitados por el alcance de la lengua;
así habría comunidades jerarquizadas. Esto es refutado por lo cual se lo
considera una hipótesis débil.

Todas las lenguas tienen dos tipos de palabras: experiencias de


expresión individual, como los nombres propios, y términos o referencias
generales, categóricos. Estamos acostumbrados a pensar en categorías
generales. Por eso hay teorías que dicen que la categorización es el primer
rastro de la inteligencia humana. Cualquier individuo de la especie humana en
cualquiera sea su lengua utiliza referencias generales.

La categorización es un ejercicio al que estamos expuestos desde muy


temprano. Hay clasificaciones naturales (clase natural porque fue
proporcionada por la lengua materna) y artificiales (adquisición sobre el
dominio que se trata de clasificar, definen una categoría).

Ver clasificaciones del artículo, las cuales son todas artificiales. Hay un
proceso que va de clasificación a definición y luego a referir individuos.
Hay una especie de mecanismo de engendramiento de la capacidad de
abstracción y de raciocinio humano, lo cual justifica la pertinencia de ocuparnos
de las clasificaciones de la comunicación. Somos la única especie capaz de
realizar una comunicación verbal, comunicación humana frente a otras
comunicaciones.
El análisis sobre la estructura estrictamente categoremática, es decir, en
términos que son categóricos en sí mismos junto con otros términos que son
individuales, es una buena explicación.

Si buscamos en Google cuantos tipos de personas hay nos van a salir


numerosas clasificaciones, normalmente ligadas a la autoayuda (cuántos tipos
de personas tóxicas, etc.). Son categorías estigmatizantes pero siguen siendo
un tipo de categorización. Se toma en común una cualidad que tiene un
colectivo, se la exagera como si fuera el único rasgo que lo describe y,
además, se la desvaloriza. Hay una doble descalificación en esa clasificación:
por un lado, anestesiando todo el resto de las características que no comparten
y, en segundo lugar, desprestigiando a aquella que si tienen en común. Es un
modo perverso de clasificación por el tipo de poder que está detrás de dicha
estigmatización.

La clasificación es inevitable pero no es malo en sentido moral, lo realizamos


constantemente. La información que se recoge de primera o segunda mano
nos permite colocar a un individuo en determinada clase que ya tenemos
preconcebida. Cada uno piensa a los demás mediante la yuxtaposición de esas
categorías aunque solemos pensar que las categorías que uno ocupa no las
ocupa ningún otro.

El modo de nombrar los conjuntos (propiedades en común que te dejan en un


conjunto) es una forma de explicar la relación.

Los requisitos mínimos para que haya clase es que haya dos conjuntos
disjuntos, que no comparten elementos entre sí, cuyos roles complementarios:
el explicante y los explicados. Hay un modo de pensar que las personas se
dividen así. La clasificación supone la separación de un dominio, por lo cual,
hay clases y no clase.

Estas explicaciones siempre se complementan con la definición. La


ambigüedad del enunciado depende del código.

Se realizan anillos de clasificación que van dejando afuera individuos. Hay


condiciones que deben ser satisfechas para que pueda realizarse determinada
comunicación en forma eficiente. Para que un emisor consiga que su mensaje
sea comprendido por un destinatario incluye la clasificación.

¿Cuáles son los elementos mínimos para que una comunicación sea
exitosa?

La tecnología permite y no permite que puedan realizarse determinadas


comunicaciones, un elemento entonces sería el canal que transmite las
señales.
Otra condición para clasificar/definir la comunicación es la presencia o no de
ruidos físicos o semánticos (configuración de la fuente y el código del
receptor). Hay una definición del horizonte del destino del mensaje, de ahí
surge la pregunta ¿hay mensajes universales? Se seleccionan codificaciones
culturales. Se da por descontado que el receptor comparte el código. Uno se
hace una composición o clasificación que tiende a ser comprobado en la
experiencia para evitar los ruidos semánticos.

La respuesta es siempre esperada en la comunicación (intercambio/el sentido


no se agota) pero no mide si es exitosa o no.

El contexto también es importante en una comunicación. El contexto define los


límites dentro de los cuales nos inscribimos.

Gran parte de la comunicación no está dicha sino que es tácita. Se entiende


mucha más información que la expresada. Lo implícito es mucho más grande
que lo explícito. Cuando escuchamos no interpretamos literalmente.

Con el timbreo de Macri se comienzan a borrar los límites entre el cara a cara y
la comunicación mediatizada. Se filman escenas propias de la comunicación
cara a cara para ser llevado a la comunicación masiva. A su vez, es
comunicación institucional.

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