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DISCIPULADO AL ESTILO DE JESÚS (MATEO 13-14)

Mateo 13-14
La manera en la que nos formamos espiritualmente es un tema de mi interés. Creo que
Jesús nos ha dado ejemplo de cómo hacerlo, pero a menudo, el sistema educativo
occidental influencia a la iglesia más que el Maestro.
Al adentrarme en los capítulos 13 y 14 de Mateo me resalta lo siguiente:
Por un lado, Jesús enseña en parábolas, y parece que esto no deja las cosas lo
suficientemente claro a quienes le escuchan. De hecho, los discípulos acuden a él después
de escuchar para pedir aclaración.
"Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: ¿Por qué hablas a la gente por medio
de parábolas? ...Escuchad pues lo que significa la parábola del sembrador...Después de esto,
Jesús se despidió de la gente y entró en casa. Sus discípulos se le acercaron y le dijeron: -
Explícanos lo que significa la parábola de la cizaña en el campo... [Jesús les preguntó:] -
¿Habéis entendido todo esto? Ellos contestaron: -Si” (13:10, 18, 36, 51)
Lo interesante de esta manera de enseñar es que obliga a pensar a los que escuchan y a
tener que indagar acercándose más al Maestro. Esto también permite cribar a aquellos que
realmente no tienen ningún interés en lo que se está enseñando, los cuáles se van sin más
esfuerzo.
Sin embargo, en medio de la iglesia occidental a menudo usamos un modelo de enseñanza
que lo "da todo mascado", que no anima a la búsqueda y a la profundidad. Es como si no
confiamos en que el discípulo puede arreglársela para entender el consejo de Dios. O es
como si el consumismo de nuestros días nos afecta tratando de evitar cualquier esfuerzo
en los clientes. Esto provoca discípulo pasivos y cómodos, que aprenden a sentarse en
bancas y después reproducen lo que han escuchado. Sin embargo, Jesús nos ofrece una
mejor manera de enseñar.
¿Estoy dispuesto a enseñar a los que acompaño espiritualmente la importancia de
esforzarnos para tratar de entender el consejo de Jesús para nuestras vidas? ¿Qué cosas
que hago pueden ayudar o entorpecer el formar discípulos activos y no pasivos?
Por otro lado, los discípulos son expuestos a la acción de Jesús en la vida cotidiana. Ven con
sus propios ojos la compasión de su Maestro por las multitudes y como son sanados los
enfermos:
"Al desembarcar Jesús y ver toda aquella multitud, se compadeció de ellos y curó a los
enfermos" (14:14)
Además, los involucra en suplir las necesidades:
"Jesús les contestó: -No tienen por qué irse. Dadles de comer vosotros mismos." (14:16)
Nuevamente me doy cuenta de cuanto se aleja el modelo de Jesús de nuestros modelos de
formación espiritual. Puedo entender que el principio práctico del estilo de Jesús no creó
discípulos de asistencia a reuniones sino un grupo que revolucionó el mundo en pocos años
con el poder del Espíritu Santo. Es precisamente en la vida cotidiana donde la misión de
Dios se está llevando a cabo, es allí donde el Espíritu Santo puede mostrarnos lo que siente
por las personas y lo que es capaz de hacer para bendecirlas.
¿Las personas a las que acompaño espiritualmente me ven en la vida cotidiana? ¿Y si me
ven, pueden sacar lecciones de como actúo y los involucro en la misión de Dios?

Extraído del Libro "PLAN SUPREMO DE EVANGELIZACIÓN" de Robert Coleman


Les mostró cómo vivir:
Jesús se preocupó de que sus discípulos aprendieran su forma de vivir con Dios y con los
hombres. Sus discípulos necesitaban saber cómo mantener esta experiencia y cómo
compartirla, ya que era necesario perpetuarla por medio de la evangelización.
La práctica de orar:
No fue accidental que Jesús dejara que sus discípulos muchas veces lo vieran conversar con
el Padre. Así pudieron comprobar la fortaleza que esta práctica deba a su vida, adviértase
que Jesús no les impuso la lección, sino que más bien siguió orando hasta que por fin los
discípulos se sintieron tan deseosos de imitarle que le pidieron que les enseñase lo que
hacía. Aprovechando esta oportunidad cuando se presentó, Jesús pasó a darles una lección
que sus corazones estaban listos para recibir. Les explicó algunos de los principios básicos
de la oración, y luego, antes de concluir, ilustró su explicación con una oración, modelo. Al
hablar con sus discípulos, insistió una y otra vez en la vida de oración, ahondando
constantemente en su significado y aplicación a medida que iban siendo más capaces de
comprender las realidades más profundas de su Espíritu. Fue una parte indispensable de su
preparación, que a su vez habrían de transmitir a otros. Una cosa es cierta a no ser que
comprendieran el significado de la oración, y aprendieran cómo practicarla en forma
continua, sus vidas nunca iban a producir mucho fruto.
Uso de la Escritura:
Otro aspecto de la vida de Jesús que les fue presentado en forma gráfica a los discípulos fue
la importancia y el uso de las Sagradas Escrituras. Esto resultó evidente tanto en el
mantenimiento de su vida de devoción personal como al ganar a otros para el reino. Todo
esto sirvió para mostrar a los discípulos cómo debían conocer y usar las Escrituras en su
propia vida. En todo se pudo ver con claridad que la palabra escrita en las Escrituras y la
palabra que Jesús hablaba no se contradecía.
Sobre todo, ganar almas:
Por medio de esta forma de demostración personal todos los aspectos de la disciplina
personal de Jesús fueron legados a los discípulos. Prácticamente todo lo que Jesús hizo y
dijo tuvo algún significado para su obra de evangelización.
Enseñar con naturalidad:
Jesús fue tan magistral en su enseñanza que no dejó que el método obscureciera lo que
enseñaba. Su método a este respecto fue ocultar el hecho de que siquiera tuviera un
método, él era su método. Con todo por extraño que parezca, los discípulos nunca
dispusieron de ninguna de estas cosas que hoy se consideran tan esenciales para el trabajo.
Todo lo que los discípulos tuvieron que enseñarles fue un Maestro que practicó con ellos.
Observándolo aprendieron en qué consistía. Los ayudo a reconocer la necesidad innata en
todas las clases de personas, y los mejores métodos para acercárseles.
Observaron cómo atraía a la gente; cómo ganaba su confianza e inspiraba su fe; cómo les
manifestaba el camino de salvación y los invitaba a decidirse.
En toda clase de gentes ricos, pobres enfermos sanos, amigos y enemigos los discípulos
vieron en acción al Maestro ganador de almas. Su método fue real y práctico porque era
totalmente natural.
Clase siempre en acción:
Esto fue así tanto en su trato con las masas como con los individuos. Los discípulos siempre
estaban allí para observar su palabra y sus acciones. Si la forma concreta no resultaba clara,
todo lo que tenían que hacer era pedir al Maestro que se la explicara. (Mat. 13: 1-9) sus
discípulos “le preguntaron, diciendo: “¿Qué significa esta parábola?” (Luc. 8:9). Ante lo cual
Jesús procedió a explicarles en detalle el significado de las analogías empleadas en la
ilustración. De hecho, a juzgar por el texto escrito, dedicó tres veces más de tiempo a
explicar esta historia a los discípulos que a la lección inicial dada a la multitud.
El principio enfocado:
Jesús no pidió a nadie que hiciera algo que él no hubiera demostrado antes en su propia
vida, con lo que no sólo demostró que el principio era aplicable sino también que tenía
importancia para su misión. Y esto fue así porque estuvo constantemente con sus
discípulos. Todo lo que hizo y dijo fue su lección personal real, y como los discípulos estaban
con él para darse cuenta de ello, en la práctica estuvieron aprendiendo sin cesar, cada
minuto.
Está muy bien explicar a la gente lo que queremos decir, pero es infinitamente mejor
mostrarle cómo hacerlo. La gente busca demostraciones, no explicaciones.
Aplicación actual del principio:
En resumidas cuentas, los que tratamos de preparar a hombres debemos estar dispuestos
a hacer que nos sigan como nosotros seguimos a Cristo (1Cor. 11:1). Nosotros somos el
ejemplo (Fil. 3:17). Harán lo que oyen y ven en nosotros (Fil. 4:9). Con tiempo, por medio
de esta clase de liderazgo, es posible enseñar nuestra forma de vivir a los que están
constantemente con nosotros. Debemos poner en práctica esta verdad en nuestra vida. No
podemos desentendernos ni eludir nuestra responsabilidad personal de mostrar el camino
a los demás.

Un Viejo Paradigma
Es muy frecuente, ver en el modelo convencional de hacer iglesia, muchos líderes
quemados debido al excesivo trabajo.
Ahora mismo puedo pensar en muchas personas a mi alrededor que acaban de sufrir, o
están sufriendo depresión, debido al ministerio que han desarrollado en sus comunidades
cristianas.
El liderazgo jerarquizado, tiende a centralizar el poder en un espacio limitado (que a
menudo viene dado por una estructura poco ágil), y con él, la responsabilidad a través del
ministerio en manos de unos pocos ante una gran audiencia. Por otro lado, las estructuras
tan complejas e institucionalizadas, nos sumergen en la tensión típica de cualquier negocio,
pues se requiere que ciertas bases económicas se cumplan para que toda la maquinaria
funcione. Si tales bases entran en crisis, toda la estructura peligra, y mientras se trata de
evitar el desastre ¿qué tenemos?, tensión por parte del liderazgo responsable y un
ministerio condicionado por los resultados que necesitamos.
La centralización del ministerio, deteriora la praxis del sacerdocio de todos los cristianos en
la comunidad. Las estructuras complejas y de tipo empresarial, nos obligan a mirar hacia
dentro y pensar que el ministerio más valioso es el que nos ayuda a mantener la compleja
estructura con base en la economía.
No es fácil salir del paradigma convencional, pues así hemos aprendido que debe ser la
iglesia y así la hemos vivido durante muchos años, sin embargo, importantes crisis están
ayudando a repensar la iglesia desde un viejo paradigma. El siguiente vídeo nos lo recuerda
y nos desafía a recuperarlo en caso de que lo necesitaras:
https://www.youtube.com/watch?time_continue=101&v=jtMcprv_p0w
RAÍCES, PASTORAL JUVENIL EN PROFUNDIDAD
Ya os comenté acerca del libro Plan Supremo De Evangelización, como una obra que nos
invitaba a recuperar el discipulado al estilo de Jesús. Creo que no voy mal encaminado, si
os digo que Raíces es la aplicación práctica para ese estilo de discipulado que Robert E.
Coleman nos desafía a recuperar.
Si hay algo que no vas a encontrar en Raíces son métodos, sin embargo, en cada módulo
podrás trabajar en aplicar los principios universales del discipulado bíblico a tu contexto
específico. El libro es un curso bien completo y muy adecuado para los que son
autodidactas, además ofrece recursos adicionales externos a través del ministerio
Especialidades Juveniles, donde podrás acceder a clases interactivas, hojas de trabajo,
mapas mentales y otros recursos que te ayudarán a la asimilación del contenido.
Aunque la portada y los términos están enfocado al ministerio juvenil y aunque algunas
partes del libro describen áreas concretas de este colectivo, he de decir, que Raíces es una
herramienta excelente para todo el que esté interesado en implementar un modelo de
discipulado más relacional y orgánico, basado en procesos en vez de eventos,
independientemente que estés discipulado a niños, jóvenes, adultos o ancianos.
Félix Ortiz, Annette Gulick y Gerardo Muniello poseen una gran experiencia en la formación
de discipuladores juveniles, de hecho, han formado y siguen haciéndolo en la fecha, a miles
de líderes en América y Europa. Sylvia, mi mujer, y un servidor, nos sentimos en gran
manera influenciados por el ministerio que desarrollan Félix y Annette junto a sus
respectivas familias, y muy privilegiados de las oportunidades de servir junto a ellos en
Europa y Latino América. Es por tanto desde la experiencia personal con el material que
ofrecen y el contacto directo con unas vidas que respaldan sus enseñanzas, que puedo
recomendar Raíces como un manual práctico de gran relevancia para cumplir con la Gran
Comisión en medio de las nuevas generaciones.
Si alguien quiere servir en la formación de nuevas iglesias y se pregunta cómo, yo le
recomendaría que se hiciera con el manual Raíces, y lo trabajara en profundidad en un
espíritu de oración con las personas a las que acompaña espiritualmente, pues el llevarlo a
la práctica nos llevará a la emocionante aventura del discipulado, que por cierto es como la
iglesia crece (con personas siguiendo a Jesús). Es desde la misión de hacer discípulos que
nuestra eclesiología debe tomar forma de manera natural, permitiendo una estructura ágil
que nos facilite la continuidad del discipulado al estilo del Maestro.
Hacer discípulos al estilo de Jesús: unos pocos a la vez
Por Greg Ogden
La Iglesia necesita con toda urgencia volver a captar su misión original de hacer discípulos
de creando ambientes de intimidad y relación que produzcan multiplicación y
transformación.
“La crisis actual en el corazón mismo de la Iglesia es una crisis de producción”,1 escribe Bill
Hull. ¿Acaso hay alguna pregunta más importante para que la respondan los pastores que
la de explicar qué clase de gente estamos formando en nuestros ministerios? Según George
Barna y George Gallup, no estamos produciendo gente que sea demasiado distinta en
cuanto a convicciones y estilo de vida que el resto de la sociedad. Esto ha sido bien
documentado, así que no voy a repetir la mala noticia. Sin embargo, he aquí la solución.
Jesús indicó con claridad que para Él la misión de la Iglesia equivale a la producción de una
sola cosa: “Id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19). La misión de todas
las iglesias es la misma: hacer discípulos de Jesús. Tal vez prefiramos expresar esto de una
forma contemporánea y nueva, como “convertir a gente sin religión en seguidores
enteramente consagrados de Cristo”,2 pero esto no sería más que otra forma de presentar
la Gran Comisión.
Cuando hablo a los pastores sobre la labor de hacer discípulos, hago entre ellos una
encuesta informal. Les pido: “Levanten la mano los que se reúnen todas las semanas con
unas cuantas personas para ayudarlas a convertirse en discípulos reproductores de Jesús”.
Tristemente, la respuesta es mínima. Sería de esperar que fuera una respuesta mayor,
puesto que Jesús nos dio ejemplo sobre la forma de hacer discípulos. Llamó a los Doce para
que estuvieran con Él, de manera que pudiera moldear su carácter y transferirles su misión.
Tenemos una crisis de producción porque los pastores no están siguiendo el modelo
presentado por Jesús. Como consecuencia, nos estamos perdiendo una oportunidad de un
gozo y un fruto inmensos.
El pastor como discipulador y equipador
A muchos pastores se les ha enseñado en cuanto al liderazgo pastoral el modelo del pastor
de ovejas. El pastor debe cuidar del rebaño y protegerlo. Se espera de él que se encuentre
por igual a disposición de todos en la congregación y, en especial, que esté presente en los
momentos de crisis en la vida de las personas. Esto significa que el pastor es alguien que
responde a las necesidades de los demás; son los demás los que establecen su agenda.
El equipador o discipulador tiene una mentalidad distinta. Es el que tiene la iniciativa en
cuanto a quién entra en su agenda. Su centro de atención se enfoca en ampliar el número
de discípulos que sean capaz de reproducirse, y hacer crecer la base de liderazgo de su
congregación. La amplitud del ministerio de alguien sólo es tan expansiva como la cantidad
de discípulos con iniciativa propia y capaz de reproducirse que tenga.
¿Cómo se enfrenta un pastor con este posible choque con las expectativas de la
congregación entre el modelo del pastor de ovejas y el modelo del discipulador? Si un
pastor/discipulador se reúne semanalmente con unas cuantas personas, la fábrica de
rumores empezará a girar. Es posible que se le acuse de tener favoritos; de crear una base
de poder para operar desde ella; o de reunirse únicamente con los que aportan grandes
cantidades a la iglesia. La selección de sus discípulos en público fue la forma que usó Jesús
para poner a cubierto a los pastores.
En el relato de Lucas sobre el llamado hecho por Jesús a sus discípulos, se ve que Él
caminaba en medio del gran grupo de gente que lo había estado siguiendo. De dentro de
este grupo escogió a los que designó como apóstoles (Lucas 6:12, 13). Estaba dando
ejemplo sobre la única forma de hacer crecer a la gente. El discipulador debe mantener una
compañía íntima con sus discípulos a lo largo de un buen tiempo. El pastor está haciendo lo
que hizo Jesús.
Para ser equipadores y discipuladores, los pastores necesitan reunirse todas las semanas
con personas en las cuales se están invirtiendo ellos mismos para que crezcan, maduren, y
se multipliquen. Los jueves, a las seis y media de la mañana, siento que estoy haciendo
aquello a lo que he sido llamado como pastor. Tres hombres más y yo nos abrimos nuestra
vida unos a otros, nos ponemos al día en cuanto al transcurso de la semana, interactuamos
con las Escrituras y con el plan de estudios, compartimos nuestras ideas, confesamos
nuestros pecados, y nos confiamos mutuamente cuáles son los retos que presenta la
semana. Yo salgo de allí lleno de energía, sabiendo que he sido pastor. Entonces, cuando
veo a estos mismos hombres recoger el reto de discipular a otros como estilo de vida, las
cosas no podrían ir mejor para mí.
Greg Ogden, Oak Brook, Illinois
Selección tomada de las páginas 40-54 de Transforming Discipleship: Making Disciples a Few
at a Time, por Greg Ogden (InterVarsity Press: Downers Grove, Illinois, 2003). Usado con
autorización personal suya.
En este artículo, describo una forma simple y reproducible de hacer discípulos de Jesús, que
cambiará para siempre su manera de ejercer el ministerio. También dejará en su iglesia
unos discípulos de Cristo que iniciarán el proceso por ellos mismos y se reproducirán.
El modelo es el siguiente: los discípulos se hacen en pequeños grupos reproducibles de tres
o cuatro personas, en los cuales se cultiva un ambiente de transformación y multiplicación.
De acuerdo con mi experiencia, los tres siguientes son los elementos de construcción
necesarios para hacer discípulos. Esto, a su vez, tiene que ver con nuestra crisis de
producción:
El modelo para la multiplicación.
La prioridad de las relaciones.
El ambiente para un crecimiento acelerado
EL MODELO PARA LA MULTIPLICACIÓN
A éste, le doy el nombre de “mi mayor momento eureka” en el ministerio, y es lo que le ha
dado forma, más que ninguna otra cosa, a mi manera de hacer discípulos. Fue un momento
en que tropecé con un importante descubrimiento.
Me había estado sintiendo frustrado porque no estaba viendo una multiplicación de
discípulos. Había dado por sentado que el modelo de persona a persona era la mejor forma
de hacer discípulos que se siguieran reproduciendo. Al fin y al cabo, ¿no es la relación entre
Pablo y Timoteo el esquema bíblico? Discipular significaba dedicarme a alguien para
asegurarme de que la vida de Cristo fuera edificada en él. Esto a su vez lo llevaría a hacer
eso mismo por otra persona, y así sucesivamente. El problema estaba en que no veía que
él estuviera haciendo lo mismo por otro. No había multiplicación.
¿Qué estaba haciendo que no andaba bien? La definición de la locura es que consiste en
hacer la misma cosa una y otra vez, al mismo tiempo que se esperan unos resultados
distintos. Frustrado, redoblé mis esfuerzos. Me aseguraba de tener a mano un buen
contenido, me las arreglaba para mejorar mi vida de oración, y enseñaba las habilidades
necesarias para estudiar la Biblia y testificar. Sin embargo, no era capaz de inspirar
confianza, de traspasar la visión, ni de llenar de poder a las personas para que discipularan
a otras. A pesar de todas mis mejoras, los resultados seguían siendo los mismos.
Entonces se produjo el gran adelanto. Yo había escrito un plan de estudios3 para hacer
discípulos que se convirtió en la base para el proyecto de mi doctorado en ministerio. Mi
mentor de la facultad consideró que sería bueno experimentarlo para poner a prueba la
dinámica de aquel material en diversos ambientes. Además del enfoque de persona a
persona, invité a otras dos personas para que se me unieran. Nunca me habría podido
imaginar la potencia que se estaría desatando. Al añadir a una tercera persona, me pareció
que el Espíritu Santo estaba presente entre nosotros de una forma que daba vida,
transformaba, y ponía los cimientos para la multiplicación.
Nunca he vuelto al modelo de persona a persona para hacer discípulos, a causa de lo que
experimenté. Veinte años después, he tenido una considerable oportunidad para
reflexionar sobre la diferencia entre la dinámica que se produce entre los grupos de tres y
de cuatro (tríada/cuadríada), y el enfoque de persona a persona.
¿Cuáles eran las limitaciones del modelo de persona a persona?
En el modelo de persona a persona, el discipulador es el responsable del bienestar espiritual
del otro. Es como una especie de mamá ave que sale a buscar los gusanitos con los que
alimenta a su cría. Y esos polluelos esperan con la boca bien abierta en su nido, hasta que
regresa la madre. El discipulador desempeña el papel de traspasarle sus amplios
conocimientos a alguien cuyos conocimientos son limitados.
La relación de persona a persona establece una jerarquía que muchas veces tiene por efecto
la dependencia. Por agradecido que sea un Timoteo, lo más probable es que la persona que
se encuentra en la posición de recibir no sea capaz de verse a sí misma en la posición de
dar. El abismo existente entre un Pablo y un Timoteo se acentúa cuando es una relación
entre pastor y miembro. El pastor es un profesional con estudios, con conocimientos
bíblicos que muchos laicos no consideran que ellos puedan llegar a tener.
El enfoque de persona a persona limita el intercambio o diálogo. Comparo la comunicación
de persona a persona con un juego de ping-pong. En este diálogo de persona a persona, el
discipulador se encuentra bajo una presión continua para levantar el intercambio a un plano
superior.
El método de persona a persona también crea un enfoque de un solo modelo. La influencia
primaria sobre un discípulo nuevo es una sola persona. Los parámetros de la experiencia
discipuladora son definidos por los puntos fuertes y débiles de un solo individuo.
Por último, el modelo de persona a persona por lo general no reproduce. Es muy raro que
lo haga. Sólo las personas seguras de sí mismas e internamente motivadas pueden romper
la dependencia para adquirir iniciativa propia y reproducirse en otros.4
Sin darnos cuenta, hemos estado manteniendo un modelo de discipulado jerárquico y de
posiciones fijas que no es transferible. Mientras una persona sienta que tiene a otra persona
por encima de ella a causa de una autoridad espiritual, comoquiera que ésta se mida, no se
considerará en condiciones de discipular a otros. Aunque tratemos de vender el modelo de
persona a persona como un método de multiplicación, lo cierto es que contiene en sí mismo
las semillas de su propia destrucción.
Ocho causas de la limitada eficacia actual del discipulado
Los pastores han sido desviados de su llamado primario a “perfeccionar a los santos para la
obra del ministerio” (Efesios 4:12).1
Hemos tratado de hacer discípulos por medio de programas.
Hemos reducido la vida cristiana a los beneficios eternos que recibimos de Jesús, en vez de
vivir como estudiantes suyos.
Hemos hecho el discipulado algo para supe cristianos, y no para el creyente común y
corriente.
Los líderes no se han sentido deseosos de llamar a la gente al discipulado.
Tenemos un concepto inadecuado de la iglesia como comunidad de discipulado.
La mayor parte de las iglesias no tienen un camino claro y público hacia la madurez.
La mayor parte de los cristianos nunca han sido discipulados personalmente.
Greg Ogden, Oak Brook, Illinois.
NOTA
1. Cita tomada de la Versión Reina-Valera de 1960, © Sociedades Bíblicas en América Latina,
1960; © renovado en 1988 por United Bible Societies.
De acuerdo con mi propia experiencia, prefiero un modelo no jerárquico que considera el
trabajo de discipular como un proceso mutuo de mentoría entre iguales.5
Para evitar la trampa de la dependencia, es necesario que se vea la relación en un sentido
lateral, en vez de verla como una relación en la que alguien tiene autoridad o posición sobre
la otra persona.
UN MODELO PRÁCTICO ALTERNO PARA HACER DISCÍPULOS EN GRUPOS DE TRES O DE
CUATRO (TRÍADAS/CUADRÍADAS)
¿Por qué estos grupos de tres o de cuatro (tríadas/cuadríadas) comunican energía, están
llenos de gozo y son reproductores?
Hay un cambio desde una presión que no es natural hasta una participación natural por
parte del discipulador. Cuando se añade una tercera o cuarta persona, el discipulador deja
de ser el centro de enfoque para convertirse en una parte del proceso que lleva el grupo.
En este ambiente, el discipulador es un participante más, junto con los otros. Aunque es él
quien convoca a los demás, muy pronto se convierte en uno más del grupo en su andar
hacia la madurez en Cristo.
Hay un paso de la jerarquía a la relación entre iguales. El grupo de tres o de cuatro crea de
manera natural un andar en conjunto. El centro de atención se encuentra menos en el
discipulador, y más en Cristo, como Aquel hacia el cual debemos dirigir nuestra vida. En mi
condición de pastor, descubrí que la relación podía comenzar con la conciencia de que yo
era el experto en Biblia, a causa de mi título y de mis estudios, pero dentro de las primeras
semanas, el grupo de tres o de cuatro me permitía ser uno más en un grupo de discípulos
que estaban tratando de seguir a Jesús.
Hay un cambio del diálogo al intercambio dinámico. En mi experimento inicial con grupos
de tres, muchas veces salía de las reuniones de discipulado, diciéndome: ¿qué hizo que ese
intercambio fuera tan lleno de vida y tan dinámico? La presencia del Espíritu Santo parecía
palpable. La relación estaba llena de vida y de energía. Conforme he comprendido la
dinámica de los grupos, he comprendido que la relación de persona a persona no es un
grupo. El grupo se forma cuando se añade una tercera persona. (Piense en la Trinidad).
Hay un paso de unas sugerencias limitadas a la sabiduría que hay en el número. La sabiduría
procede de la multitud de consejeros (Proverbios 15:22). Muchas veces aquellos que
consideramos más jóvenes, o menos maduros en la fe, tienen explosiones de gran sabiduría,
una chispa nueva de vida, o simplemente unas preguntas fabulosas. En un grupo de cuatro
donde estoy ahora, uno de los hombres, que llamaremos Mick, dijo en nuestra reunión
inicial: “Yo nunca he abierto la Biblia”.
Yo había observado en él que estaba ansioso y hambriento, así que estaba seguro de que
no había comprendido bien su comentario. Entonces le observé: “Querrás decir que nunca
has estudiado la Biblia en serio”.
“No; es que nunca he abierto una Biblia”.
Desde aquella primera reunión, Mick ha mostrado un apetito voraz por las Escrituras. Sus
inteligentes preguntas nos han llevado a entrar en diálogos y exploraciones de una
profundidad mayor.
5. Hay un paso de la suma a la multiplicación. Para mí no hay gozo mayor que el de ver
que un cristiano se reproduce. Uno de los beneficios del modelo de tres o cuatro es su poder
para facultar a la persona. Durante más de dos décadas he observado una proporción de
reproducción cercana al setenta y cinco por ciento a través del modelo de grupos de tres o
de cuatro (tríadas/cuadríadas) para hacer discípulos.
En resumen, una unidad más pequeña favorece la multiplicación, porque reduce al mínimo
las dimensiones de tipo jerárquico, mientras que aumenta al máximo el modelo del
compañero-mentor. Cuando se ofrece un plan de discipulado diseñado específicamente
para esta relación tan íntima, se crea una estructura sencilla y reproducible que casi todos
los creyentes en crecimiento pueden guiar. En estos grupos, el liderazgo se puede rotar muy
temprano, puesto que el tamaño favorece el intercambio informal, y el plan proporciona
una guía que seguir.
La labor de discipular debe crear una multiplicación intergeneracional. Sin embargo, esto es
sólo uno de los aspectos que tiene el trabajo de hacer unos discípulos con iniciativa propia,
y capaz de reproducirse.
LOS DISCÍPULOS SE HACEN EN LAS RELACIONES, NO EN LOS PROGRAMAS
Cuando se hacen discípulos, la prioridad se pone en la invitación al establecimiento de unas
relaciones, no en la invitación a programas.
La labor de hacer discípulos no es un programa de seis, diez, o aun treinta semanas.
Nuestros esfuerzos por hacer discípulos son canalizados muchas veces a través de
programas, no a través de un proceso de relaciones.
Bíblicamente, se hacen discípulos en las relaciones. Cuando yo estoy formando una nueva
tríada/cuadríada, entro en un contacto personal con alguien. Lo primero que hago es pedir
al Señor que me guíe hacia los que tienen hambre espiritual y se dejarán enseñar. Cuando
tengo una convicción firme acerca de quién es la persona a la que el Señor quiere que me
aproxime, pregunto a esa persona: “¿Se me quisiera unir y andar conmigo mientras
crecemos juntos para convertirnos en mejores discípulos de Cristo? Me gustaría invitarlo a
reunirse todas las semanas conmigo y uno o dos más, para que podamos llegar a ser todo
lo que el Señor quiere que seamos. Cuando estaba orando acerca de esta relación, sentí
que el Señor me guiaba hacia usted”.
¿En qué difiere de un programa este enfoque basado en una relación personal?
Las relaciones de discipulado están marcadas por una intimidad, mientras que los
programas tienden a estar centrados en la información
Los programas operan bajo el supuesto de que, si damos más información a alguien, esto
llevará de manera automática a una transformación. En otras palabras, la sana doctrina
produce una forma de vida propia. Si se llena la cabeza a la persona con versículos de las
Escrituras y principios bíblicos, esto la lleva a un cambio en su carácter y sus valores, y a
amar a Dios.
Cómo comenzar un grupo de discipulado reproducible
Ore. Pida al Señor que lo acerque a gente que sienta hambre espiritual. No se apresure.
Deje que se asiente en su interior la convicción. Sólo entonces dé el siguiente paso.
Haga una invitación personal. Acérquese a la persona, hablándole de la siguiente manera:
“El Señor me ha dado carga por usted en el corazón. ¿Estaría dispuesto a unirse conmigo y
con uno o dos más en un intento semanal por convertirnos en mejores discípulos de Jesús?
Hábleles de lo que esto significa. Si usted está usando un plan de estudios como Discipleship
Essentials, deles una visión de conjunto sobre el contenido, y la forma en que usted lo
cubrirá.
Revise el pacto.1 Los discípulos necesitan tener un sentido claro de lo que se espera de ellos.
Recorra el pacto líneo por línea, y haga que ellos expresen las exigencias con sus propias
palabras. Mencione que la tríada/cuadríada se reunirá todas las semanas durante cerca de
un año.
Pida al potencial discípulo que reflexione en oración sobre su invitación. Concretamente,
no le pida que le dé una respuesta inmediata, pero sí pídale que examine si dispone de
suficiente tiempo y de corazón para lo que tiene por delante.
Infórmele que al menos una persona más se les unirá. Si esta es su primera invitación, hasta
es posible que esta persona le sugiera quién podría ser esa tercera o cuarta persona.
Fije fecha para la primera reunión normal, y comience. Busque un lugar tranquilo donde
puedan desarrollar una transparencia íntima. En la primera sesión, pida a cada persona que
hable del proceso a través del cual llegó a comprometerse con el grupo.
Guíe a los participantes en las sesiones. Vaya a un paso cómodo para todos. Anímelos a
hacer preguntas. Hable de asuntos personales. La vida se producirá mientras están juntos.
El plan de estudios es sólo una herramienta, y no algo a lo que haya que esclavizarse.
Sea modelo de transparencia. El grupo llegará tan profundo como profunda sea la
disposición del líder a ser vulnerable.
Dé a la multiplicación un valor elevado. El compromiso de discipular a otros se debe hallar
en el pacto original, y debe mantenerse como el enfoque central. Puesto que todos los
miembros del grupo se turnarán para dirigir el proceso, muy pronto se darán cuenta de que
les es posible hacerlo.
Greg Ogden, Oak Brook, Illinois.
NOTA
1. Greg Ogden, Discipleship Essentials: A Guide to Building Your Life In Christ (Downers
Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1998), p. 14.
Alicia Britt Chole capta la diferencia entre el programa y la relación. “El programa era más
seguro, más controlable y reproducible; menos arriesgado, menos problemático, menos
intruso. Parecía más fácil dar a alguien un bosquejo, que una hora; un libro viejo, mejor que
una ventana que le dejara ver nuestra humanidad. Qué fácil es sustituir la inversión en la
gente por la información a la gente; qué fácil es confundir la verdadera labor discipuladora
de gente con la labor de organizarla. La vida no es producto de un programa ni de un ensayo.
La vida es producto de la vida. Jesús dio la prioridad a la mentoría de hombro con hombro,
porque su premio era mucho mayor que la información; era la integración.”6
Las relaciones discipuladoras exigen una responsabilidad mutua total por parte de los
participantes. En los programas hay uno, o unos pocos, que realizan obra de ministerio a
favor de los muchos
La mayor parte de los programas se levantan alrededor de una sola persona, o unas pocas
personas clave que realizan el duro trabajo de preparación. El resto del grupo son los
destinatarios pasivos de ese trabajo. En cambio, esto es menos cierto cuando se trata de un
pequeño grupo, más igualitario, que cuando se trata de una clase en la que domina la
comunicación en un solo sentido. Aunque un programa así pueda proporcionar muy
grandes beneficios al que ha hecho la preparación, por lo general, el resultado consiste en
una inmensa cantidad de información que nunca es procesada. Por mucho que crea que la
predicación produce convicción y decisión, sería ingenuo de mi parte pensar que basta con
predicar para producir discípulos. Si la predicación pudiera producir discípulos, esa labor ya
estaría realizada.
En una relación de discipulado, todos los que participan comparten un nivel igual de
responsabilidad en cuanto a preparación, revelación de su propia persona, y una agenda
destinada a transformar la vida. Esta relación no tiene que ver con la labor de una sola
persona que es el maestro que lo comprende todo, mientras que los demás están
aprendiendo de alguien cuya sabiduría excede con mucho a la suya propia. Los niveles de
madurez en Cristo podrán variar, pero el supuesto previo básico es que en el dar y recibir
de las relaciones, el que es el maestro y el que recibe la enseñanza no son siempre los
mismos, y pueden cambiar de un momento a otro.
Las relaciones de discipulado son hechas a la medida del crecimiento propio de cada
persona, mientras que los programas insisten en la sincronización y la regimentación
La mayoría de los programas no pueden tomar en consideración el hecho de que cada
persona es distinta. Esta distinción personal es esencial para la formación de los discípulos.
Por lo general, un programa se desarrolla durante un tiempo definido. Es frecuente que las
iglesias sigan el calendario escolar. Comienzan un programa en septiembre, cuando
empiezan a funcionar las escuelas, y lo terminan en junio, a tiempo para las vacaciones de
verano. Una vez terminado ese ciclo, se da por supuesto que los cristianos han sido
discipulados. Se hace equivaler la conclusión del programa con el haber hecho discípulos.
Las relaciones del discipulado varían en cuanto al tiempo que se llevan, porque no hay dos
personas que crezcan con el mismo ritmo. Por tanto, el discipulado no puede ser una
marcha forzada a lo largo de un plan de estudios. Las relaciones que crean discípulos exigen
un enfoque individualizado que tenga en consideración el tipo personal de crecimiento de
cada uno de los participantes.
Las relaciones en el discipulado centran la responsabilidad alrededor de la transformación
de la vida, mientras que el programa la centra alrededor del contenido
Los programas de discipulado crean la ilusión de que hay una responsabilidad. Sin embargo,
esa responsabilidad se centra más en terminar el plan de estudios asignado que en cambiar
y transformar en esa semejanza de Cristo que se espera de un discípulo suyo.
La meta es crecer a la semejanza de Cristo. La forma en que se mide la responsabilidad en
estos programas tiende a estar en las formas de conducta fácilmente observables y
susceptibles de ser medidas. Entre ellas están el aprendizaje de textos bíblicos de memoria,
las lecturas semanales que se exigen, y el ejercicio de las disciplinas espirituales. En una
relación de discipulado, la responsabilidad se centra en aprender a “guardar todas las cosas
que Jesús nos ha mandado” (Mateo 28:20). Por ejemplo, hay una inmensa diferencia entre
saber que Jesús nos enseñó a amar a nuestros enemigos, y amarlos realmente. Las
relaciones del discipulado se centran en la incorporación de la vida de Jesús a todo cuanto
hagamos.
EL AMBIENTE DE TRANSFORMACIÓN: LOS TRES ELEMENTOS NECESARIOS
Sin duda alguna, el ambiente en el cual he visto la más acelerada transformación de todas
en los creyentes, ha sido en las tríadas/cuadríadas, o pequeños y reproducibles grupos de
discipulado. Yo los llamo el invernadero del crecimiento cristiano. Los invernaderos mejoran
al máximo las condiciones ambientales, de manera que las cosas puedan crecer más de lo
que podrían bajo las circunstancias normales; las condiciones favorecen el crecimiento
acelerado. Esto es lo que sucede en una tríada/cuadríada.
¿Por qué sucede esto? ¿Cuáles son las condiciones existentes en un grupo de discipulado
de tres o cuatro personas, que crea ese efecto de invernadero? Hay tres elementos que,
cuando se ejercitan de una manera equilibrada, liberan al Espíritu Santo para que pueda
producir un rápido crecimiento hacia la semejanza de Cristo. Esos ingredientes se pueden
resumir en el siguiente principio bíblico: cuando nosotros (1) abrimos el corazón en una
confianza mutua transparente (2) sobre la verdad de la Palabra de Dios (3) en el espíritu de
una responsabilidad mutua, nos encontramos en el invernadero de transformación del
Espíritu Santo.
Examinemos cada uno de estos elementos que pueden crear un creyente y una
reproducción acelerados.
Una confianza transparente
Regresamos a la verdad fundamental que ha sido repetida a lo largo de todo este artículo:
el fundamento para crecer en el discipulado es el que se tenga una relación de intimidad y
responsabilidad mutua con otros creyentes. ¿Por qué es esta transparencia una condición
necesaria para el cambio? En el mismo grado en que estemos dispuestos a revelar a los
demás los aspectos de nuestra vida que necesitan el toque transformador de Dios, es el
grado en que estamos invitando al Espíritu Santo para que nos haga nuevos. El hecho de
que estemos dispuestos a entrar en una intimidad horizontal o de relación indica que
estamos dispuestos también a invitar al Señor a que renueve nuestra vida.
El hecho de que las tríadas/cuadríadas sean tan pequeñas significa que la relación de
discipulado es íntima. Hay poco lugar donde esconderse. En un ambiente de una confianza
creciente, sale a la superficie la revelación de sí mismo. La confianza no es algo que se
produzca de manera instantánea, sino que se gana y se desarrolla. Para llegar al extremo
más hondo de una piscina, primero tenemos que pasar por las aguas poco profundas de la
reafirmación personal. Esas aguas incluyen el dar ánimo, apoyar en medio de las dificultades
de la vida, y también escuchar a nuestros compañeros en ambiente de oración con el fin de
ayudarlos a oír la voz de Dios en cuanto a las decisiones de la vida. Sólo después de pasar
estas cosas, estaremos en condiciones de entrar a las aguas donde no se da pie,
confesándonos unos a otros nuestros pecados.
Son pocos los creyentes que tienen el hábito regular o el contexto seguro en el cual puedan
revelar a otro lo que tienen escondido en el corazón. Mientras no lleguemos al punto en
que podamos articular para otro aquellas cosas que nos están deteniendo, viviremos
sometidos a la tiranía de nuestras propias tinieblas. Santiago exhortaba a sus lectores,
diciéndoles: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis
sanados” (5:16).7 Así estaba haciendo una conexión directa entre la confesión y la sanidad.
Dentro de este contexto, la sanidad parece ser de naturaleza física. Sin embargo, Santiago
creía que la salud espiritual de la persona afectaba de forma directa a su salud física.
¿Cuál es la conexión existente entre la confesión y la libertad? El hecho de sacar a la luz la
vergüenza de nuestra culpa ante unos miembros del cuerpo de Cristo en los cuales
confiamos, puede tener un efecto liberador. Una vez que admitimos ante otros una forma
pecaminosa de conducta, ese tipo de conducta comienza a perder su poder para
controlarnos. Al pecado lo que le gusta es la oscuridad, pero su poder se debilita en la luz.
Aprender a nadar en las aguas profundas de una confianza transparente es un elemento
necesario para un crecimiento cristiano acelerado. Aprender a nadar puede ser una
experiencia que nos cause miedo, sobre todo cuando no damos pie. Sin embargo, una vez
que aprendemos a confiar en que el agua nos sostendrá, podemos aflojar la tensión para
disfrutar de su frescor.
LA VERDAD EN COMUNIDAD
El segundo de los tres elementos ambientales que crean las condiciones para que haya este
invernadero de crecimiento acelerado es la verdad de la Palabra de Dios en comunidad.
Comencé con las relaciones, porque el contexto en el cual se debe estudiar la Palabra de
Dios es la comunidad. Uno de los grandes fallos de la actualidad es que hemos separado el
estudio de la Palabra de Dios de unas relaciones transparentes. Hemos estado más
preocupados por tener una sana doctrina, que por tener una vida propia. Es importante
tener conocimiento y tener una sana doctrina, pero eso no basta. La meta es incorporar la
verdad a nuestro ser. Esto sucede cuando la procesamos junto con otros.
El discípulo debe tener la oportunidad de cubrir las enseñanzas esenciales de la vida
cristiana de una forma sistemática y en una secuencia adecuada. Estamos viviendo en unos
tiempos en los cuales la persona promedio tiene unos fundamentos mínimos para su fe
cristiana. Hace una generación, Francis Schaeffer y Elton Trueblood nos advirtieron con voz
profética que estamos a una generación de distancia en cuanto a la pérdida del recuerdo
de la fe cristiana en nuestra cultura. Nosotros somos esa generación siguiente de la cual
hablaron ellos.
El programa The Tonight Show, con Jay Leno, no parecería el mejor de los lugares para hallar
evidencias acerca de este recuerdo perdido. Una noche, Leno salió a las calles para
interrogar a las personas acerca de sus conocimientos bíblicos. Se acercó a dos mujeres en
edad universitaria, y les preguntó: “¿Me pueden decir uno de los Diez Mandamientos?”
Después de mirarlo perplejas, ésta fue la respuesta: “¿La libertad de expresión?”
Después Leno se volvió hacia un joven, y le preguntó: “Según la Biblia, ¿a quién se lo tragó
una ballena?”
Lleno de seguridad y de emoción, el joven respondió de inmediato: “Lo sé; lo sé. Fue
Pinocho”.
El recuerdo del cristianismo se ha perdido.
Una de las personas que estaban en una tríada que yo dirigí era una señora que tenía unos
diez años de edad más que yo. Había crecido en el hogar de un pastor congregacionalista.
Después que terminó el tiempo que nos estuvimos reuniendo, ella me dijo: “Greg, tengo
algo que confesar. Cuando usted me pidió que me uniera a este grupo, no me pareció que
tuviera mucho que aprender. Al fin y al cabo, toda mi vida he estado estudiando las
Escrituras, desde que fui criada en un hogar donde el centro era la Biblia. Pero descubrí
cuando vimos la fe con un orden sistemático y en secuencia, que la comprensión que tenía
se parecía más bien a un mosaico. Tenía lugares donde había losas, pero había una gran
cantidad de espacios vacíos entre ellas. Este enfoque me ha permitido ir llenando esos
lugares con las losas que debían ir en ellos. Ahora veo de una forma más completa que la fe
cristiana tiene sentido”.
Una mutua responsabilidad en cuanto a la transformación de la vida
El tercer elemento ambiental que contribuye a la creación de las condiciones climáticas
adecuadas para el crecimiento acelerado es una mutua responsabilidad en cuanto a la
transformación de la vida: la relación de pacto entre los que se hallan en el camino del
discipulado. ¿Qué es un pacto? “Un pacto es un acuerdo mutuo escrito entre dos o más
partes que expresa con claridad lo que se espera y a lo que cada cual se compromete dentro
de una relación.”8 Esta definición lleva implícita la idea de que los que han entrado en el
pacto se exigen una responsabilidad mutua para mantenerlo.
Sin embargo, para la mayoría de la gente del Occidente, el hecho de darles autoridad
voluntariamente a otros para exigirnos responsabilidad en cuanto a lo que dijimos que
íbamos a hacer, constituye una violación de aquello que es lo más preciado para nosotros.
La novedosa indagación Habits of the Heart (“Hábitos del corazón”), escrita por Robert
Bellah, es la búsqueda que hace un sociólogo del núcleo mismo del carácter
estadounidense. Su hallazgo consiste en afirmar que la libertad en cuanto a las obligaciones
es lo que define lo que es ser estadounidense: queremos hacer lo que queremos hacer,
cuando queremos hacerlo, y que nadie se atreva a decirnos algo distinto. Queremos tener
el control de nuestras propias decisiones, de la dirección que llevemos en la vida, de la
formación de nuestro carácter y de nuestras agendas. Todo lo que llevamos por dentro
choca con la responsabilidad hacia otra persona.
Con todo, esa responsabilidad mutua nos trae de vuelta a lo que significa ser discípulo de
Jesús. El discípulo es alguien que se halla sometido a autoridad. Los discípulos de Jesús no
dejan lugar a dudas en cuanto al hecho de que Él está ejerciendo una influencia formadora
en su vida. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su
cruz cada día, y sígame” (Lucas 9:23).9 Para tomarnos en serio esta verdad, necesitamos
practicar el sometimiento a la autoridad dentro de nuestras relaciones de pacto en Cristo.
Conclusión
“La crisis en el corazón mismo de la Iglesia es una crisis de producción.” Exhorto a todos los
pastores a destinar hora y media de su tiempo cada semana a fin de reunirse con dos o tres
personas más para el discipulado de cara a la multiplicación. Imagínese el impacto que esto
causará sobre la calidad y la cantidad de la producción, cuando comencemos a ver una
multiplicación orgánica de estos grupos reproducibles a lo largo de los próximos diez años.
George Barna nos estaría dando unas estadísticas distintas acerca de la diferencia entre
creyentes y no creyentes en los Estados Unidos.
Greg Ogden is executive pastor of discipleship at Christ Church in Oak Brook, Oak Brook,
Illinois.
Notas
Bill Hull, The Disciple Making Pastor (Grand Rapids: Revell, 1988), p. 14.
Declaración de Misión de Willow Creek Community Church, en South Barrington, Illinois.
Greg Ogden, Discipleship Essentials: A Guide To Building Your Life in Christ (Downers Grove,
Ill.: InterVarsity Press, 1998).
Estas generalidades no tienen intención alguna de menospreciar las experiencias positivas
y poderosas que la relación de persona a persona ha significado para muchos. Cuando se
trata de la multiplicación de los discípulos mi experiencia me ha enseñado que, por lo
general, esto no lleva a una reproducción.
Ogden, Discipleship Essentials, p. 17. “El discipulado es una deliberada relación en la cual
andamos con otros discípulos para darnos ánimo, ayudarnos y exhortarnos unos a otros en
amor a crecer hacia la madurez en Cristo. Esto incluye la preparación del discípulo para que
él a su vez enseñe a otros”.
Alicia Britt Chole, “Purposeful Proximity — Jesus’ Model of Mentoring”, revista Enrichment
[Internet], disponible en la página
http://enrichmentjournal.ag.org/200102/062_proximity.cfm; consultada el 2 de abril de
2007.
Cita bíblica tomada de la Versión Reina-Valera de 1960, © Sociedades Bíblicas en América
Latina, 1960; © renovado en 1988 por United Bible Societies.
Ogden, Discipleship Essentials, p. 14. Allí se presenta un ejemplo del aspecto que podría
tener un pacto mutuo.
Cita tomada de la Versión Reina-Valera de 1960, © Sociedades Bíblicas en América Latina,
1960; © renovado en 1988 por United Bible Societies
Enrichment Journal
1445 Boonville Ave., Springfield, MO 65802
Email: enrichmentjournal@ag.org
Teléfono: 417-862-2781, ext. 4095
MODELO DEL DISCIPULADO DE JESUS.
2. Jesús se encargó de ensenar a sus discípulos

(Consolidar) Lc.11:1-11; Mat: 10:16-25


3. Jesús les presento el costo de Ser Discípulo.
4. Jesús les encomienda una Misión.
(Enviar) Mt. 10:5-15 28:18-20;
Conclusión
Jesús estaba buscando algo más que solo creyentes. ¡Jesús buscaba discípulos! Aquellos
que estuvieran comprometidos en seguirle y hacer de la misión de Jesús su misión.
1. Jesús llama e invita a seguirle.
(Ganar)
Mt. 4:18-22; 10:1-4
¿Cómo podría Jesús darse a conocer
y abarcar toda la humanidad, y
romper las fronteras Geográficas?

¿Cómo lo logro en poco tiempo y espacio?


(Capacitar) Lucas 9;23
El discipulado es más que una clase dominical, más que una reunión en el hogar, el
discipulado es un estilo de vida que Dios requiere para impactar a otros. Querido hermano,
¿Es usted realmente un discípulo? No espere más tiempo para serlo... Tome la decisión
conscientemente hoy para tomar su cruz.
Mensaje presentado durante la V Asamblea Internacional de COMIBAM, en Santo Domingo,
República Dominicana.

Introducción:

¿Dónde está la base doctrinal para el movimiento misionero iberoamericano? ¿Cuál es el


papel de las Escrituras en nuestra misionología?
¿Cómo asegurar la libertad de cuestionar y de hacer análisis sin poner en riesgo la autoridad
de las Escrituras y el respeto por la Palabra de Dios?
¿De qué forma colaboramos con la Palabra de Dios?
Texto: 1 Timoteo 4:1-16

I. Las Orientaciones de Pablo a Timoteo

Las orientaciones de Pablo a Timoteo nos dan importantes sugerencias de cómo contestar
estas preguntas. La preocupación de Pablo en la preservación de la sana doctrina, a pesar
del crecimiento de la Iglesia y con la llegada de nuevas generaciones de liderazgo.

Había, sin embargo, grandes desafíos como:

Apostasía, abandono, de la fe
Obediencia a espíritus engañadores y a enseñanzas diabólicas
La hipocresía de los que hablaban mentiras y que tenían cauterizada su propia consciencia
La exigencia del cumplimiento de un legalismo anti-bíblico
Leyendas profanas y otros mitos semejantes
El antídoto, según Pablo es:

Nutrirse con las palabras de la fe y de la buena enseñanza – v. 6


Rechazar las herejías y ejercitarse en la piedad – v. 7
Encargar y enseñar todo lo que es correcto – v. 11
Volverse en un modelo para los fieles – v. 12
Dedicarse a la lectura pública de las Escrituras y a enseñar y a animar a los hermanos – v.
13
No ser negligente con el don dado por el Espíritu Santo – v. 14
Meditar y ser diligente (ser pro-activo en el cuidado, celar, esforzarse) – v. 15
Tener cuidado de la conducta y de la enseñanza – v. 16
II. Los Ataques Externos a la Palabra de Dios a lo largo de la historia de la Iglesia. Entre ellos:

El Legalismo
La Seducción de la Sabiduría Humana – concretizada en el Humanismo
El Peligro del Relativismo Cultural y Religioso – por ejemplo, en el Existencialismo
El Conflicto entre la Fe y la Ciencia – La Racionalización – típica de la era moderna – la idea
de que la Biblia es retrograda y anticuada
Estos y otros nos proponen desafíos como:

El Desafío de la Relevancia de la Interpretación y de la Aplicación Bíblica para cada época


El reto de buscar la Coherencia entre el Mensaje Bíblico y la vida diaria en medio a la
sociedad
III. Los Desafíos Internos que han cuestionado las Escrituras como Autoridad Suprema en la
Vida Cristiana y en la Elaboración de una Misionología Iberoamericana

El peligro de valorar la tradición más que las Escrituras


El peligro de dar más crédito a las decisiones de los concilios y asambleas que a la Biblia –
no siempre la democracia lleva a la verdad
El peligro del fundamentalismo – la lectura que no considera el contexto cultural e histórico
– biblio-latría – idolatría del libro en sí, usándolo como amuleto, talismán
El peligro de ser escéptico – dudar de todo y no creer que haya verdades absolutas –
aplicado a la Biblia lleva a un criticismo insano y pernicioso de todo lo que la Biblia dice
El peligro del dogmatismo – conservador o liberal
¿Cuáles son entonces las bases no negociables del Evangelio y de las Escrituras?

IV. La Centralidad de la Palabra de Dios

El Pacto de Lausana dice lo siguiente:

2. AUTORIDAD Y PODER DE LA BIBLIA

Afirmamos la divina inspiración, fidelidad y autoridad de las Sagradas Escrituras del Antiguo
y del Nuevo Testamento, sin error en todo lo que aseveran, y que son la única norma
infalible de fe y conducta. Afirmamos también el poder de la Palabra de Dios para cumplir
Su propósito de salvación. El mensaje de la Biblia se dirige a toda la humanidad, puesto que
la revelación de Dios en Cristo y en las Escrituras es inalterable. Por medio de ella el Espíritu
Santo sigue hablando hoy. El ilumina la mente del pueblo de Dios en cada cultura, para
percibir la verdad nuevamente con sus propios ojos, y así muestra a toda la iglesia más de
la multiforme sabiduría de Dios.

El Compromiso de la Ciudad del Cabo

6. Amamos la Palabra de Dios

A) La Persona que la Biblia revela.


B) La historia que la Biblia cuenta.
C) La verdad que la Biblia enseña.
D) La vida que la Biblia requiere.

Confesamos que decimos fácilmente que amamos la Biblia, sin amar la vida que ella enseña:
la vida de esforzada obediencia práctica a Dios a través de Cristo. Sin embargo, “no hay nada
que con mayor elocuencia respalde al evangelio que una vida transformada, ni nada que lo
desacredite tanto como una vida inconsistente con aquél. Se nos ha ordenado
comportarnos de una manera digna del evangelio de Cristo, y aun ‘adornarlo’ resaltando su
belleza por medio de vidas santas”. [21] Por lo tanto, por el bien del evangelio de Cristo,
nos comprometemos nuevamente a demostrar nuestro amor por la Palabra de Dios
creyéndola y obedeciéndola. No existe misión bíblica sin una vida bíblica.

Misiones parte de la centralidad de las Escrituras

Hacemos misiones porque es un orden divino. No lo hacemos por el hecho que nos
presionaran a hacerlo, o porque nosotros deseamos ser tan buenos como los demás. Ni
tampoco por creer que somos los salvadores del mundo y que tenemos las iglesias más
pujantes y vigorosas del planeta.

No, es por el mandamiento dado por nuestro Señor Jesucristo. ¡Id, y haced discípulos de
todas las naciones! Hay, sin duda motivaciones humanitarias y racionales, pero basamos
nuestro movimiento misionero en la autoridad de las Escrituras, creyendo que el mandato
dado a la iglesia que hallamos en la Biblia sigue siendo actual e imperativo.

La principal tarea misionera es hacer discípulos. “Haced discípulos, yendo, bautizando y


enseñando a obedecer”. Hacemos discípulos porque nosotros somos discípulos de Cristo y
queremos obedecerlo.

Creo que hemos sido buenos en ir y bautizar, pero el enseñar a guardar y obedecer ha sido
nuestro reto más grande.

Junto en la Palabra significa para mí reunirse alrededor de la Palabra, compartir, reflexionar


y poner en práctica. En otras palabras, ser un discípulo, vivir de acuerdo con los principios
de la Palabra de Dios.

Llevar en serio la Palabra es obedecer. Nuestro problema como líderes no es la falta de


conocimiento de la Palabra, pero la falta de ponerla en práctica.

V. ¿Cuáles son las Características del Discipulado? Creo que podemos describirlo en los
siguientes términos:
1. Seguir al Maestro y Señor Jesucristo en una relación íntima, caminar con Él siempre
2. Aprender con las enseñanzas de Jesús, siendo obediente
3. Imitarle a Él en sus actitudes y acciones, teniendo la mente de Cristo
4. Crecer y madurar en Cristo y juntamente con los demás en el Cuerpo de Cristo – un
discipulado colectivo (Efesios 4)
5. Resistir a la mentalidad y a los patrones de este mundo. Resistir al Ego, y a la gracia barata
(como descrita por Bonhoeffer)
6. Reproducir – hacer nuevos discípulos de Jesús
7. Terminar bien la vida – mantener la fe (2 Tim 4:6-8)

Me gustan los puntos que John Stott incluye en su último libro, su legado y herencia final,
quizás el clímax de una vida dedicada al estudio de la Palabra. El Discípulo Radical: Aspectos
del Discipulado que con Frecuencia se Descuidan, describe algunas de las características de
discipulado cristiano. Vea los títulos de los capítulos:

1. No al Conformismo
2. Semejantes a Cristo
3. Madurez
4. El Cuidado de la Creación
5. Sencillez
6. Equilibrio
7. Dependencia
8. La Muerte

Stott concluye diciendo: “Hemos considerado ocho características de los que desean seguir
a Jesús, y que juntas forman mi imagen de un discípulo radical. Básico para todo discipulado
es nuestra decisión de no solamente llamar a Jesús con títulos refinados, pero de seguir sus
enseñanzas y obedecer a sus mandamientos. (Stott, A Radical Disciple, 2010: 134,135).
Para mí, la centralidad de la Palabra de Dios en nuestras vidas y en la Iglesia se demuestra
en la medida que damos espacio para la lectura, la meditación, la enseñanza y la aplicación
de la Palabra en nuestro quehacer diario.

Si hemos visto el uso de las Escrituras de forma parcial y muchas veces como un amuleto
sagrado con tapa negra que poco tiene a ver con nuestra vida diaria, también nos hemos
equivocado con frecuencia cuanto a que significa ser un discípulo.

Discipulado ha sido entendido

Más como un curso que como un estilo de vida


Más como conocimiento y teoría que como una práctica diaria
Más relacionado con cosas externas que con la vida interior
Más relacionada con la vida interna de la iglesia que con la presencia en la sociedad
Más como logro y conquista personal que como obra de Dios en nuestras vidas
Más como algo individual que colectivo
El resultado ha sido:

1. Una Evangelización sin profundidad – el dicho en África de un cristianismo con una milla
de anchura y una pulgada de profundidad, también es nuestra realidad.

2. Un fuerte Sincretismo, no solamente en la Iglesia Católica Romana y en los movimientos


neo-pentecostales pero muchas veces también en iglesias evangélicas tradicionales e
históricas. La falta de enseñanza bíblica genera confusión, lectura fraccionada de la Biblia y
sacralización de dogmas humanos.

3. Una teología basada en buenas obras, legalismo y tradiciones denominacionales sin la


debida reflexión y contextualización. El catálogo de pecados sigue siendo la forma como
intentamos mantener los creyentes dentro de ciertos límites y parámetros, no dando la
oportunidad para un crecimiento en la Palabra de Dios que resulta en madurez en la fe.
4. Extremos teológicos tanto de sacrificio y pobreza como de prosperidad y riqueza.

5. Pocos líderes maduros que pueden ser ejemplos de discipulado. Creo que es uno de los
más grandes desafíos. La tendencia es de reconocer, y quizás aún esperar, un liderazgo
autocrático y auto-suficiente. El líder siervo y humilde es visto como débil y poco atractivo.

El ideal de liderazgo es muchas veces relacionado con poder, influencia y prosperidad, de


acuerdo con el modelo del coronelismo, del caudillismo que fue implantado en nuestras
tierras, y reforzado por ciertos modelos de ministerios supuestamente exitosos. ¿Qué falta?
¡Una búsqueda de modelos en las Escrituras, entender el modelo de Jesús!

6. Corrupción e inmoralidad – también entre el pueblo de Dios es otro síntoma de la falta


de poner la Palabra de Dios como norma de conducta ética y moral.

7. Creciente secularización y materialismo en nuestras iglesias, son otros aspectos que me


preocupan y que demuestran la falta de discipulado y de caminar en la Palabra.

Por lo tanto, ¿cuáles son algunos de los desafíos que tenemos en Iberoamérica?

1. Enseñanza bíblica en las Iglesias

No en primer lugar manuales, programas o estrategias de discipulado que necesitamos,


pero la predicación e instrucción en la Palabra de Dios. Nada substituye la Biblia en el
proceso de hacer discípulos.

Sí, yo conozco la realidad, también he sido pastor local. Muchos buscan los cultos como
diversión Góspel. Les gusta ver a una presentación profesional con buenos músicos y
cantantes y escuchar a una predicación que habla a su favor, no en contra. Están dispuestos
a pagar por esto y cuanto más las iglesias ofrecen la promesa de una vida buena y de salud,
tanto más van a contribuir. La reflexión más profunda en las Escrituras exige demasiado,
principalmente si requiere un cambio de estilo de vida.
Con todo lo de emoción y competencia de parte de movimientos de milagros y sanidad, es
realmente difícil para un pastor latinoamericano insistir en un serio compartir de los
principios bíblicos. Pero no podemos desanimar o desistir.

2. Capacitación de líderes en nuestros seminarios.

Muchas veces lo que falta en la capacitación teológica es el énfasis en el poder de la Palabra


de Dios y en la acción del Espíritu Santo a través de la Palabra. Mi experiencia de más de 30
años en la capacitación de líderes es que muchos estudiantes llegan al seminario sin una
buena fundamentación bíblica y no han recibido un discipulado de parte de su pastor o de
otro líder en la iglesia. Tenemos que hacerlo en el seminario, pero es un ambiente artificial
que muchas veces no conecta con la realidad. La pregunta es cómo hacerlo diferente.

3. Ejemplos vivos de cómo ser un discípulo

Creo que el factor más importante en la formación de discípulos son los ejemplos que
pueden ser seguidos e imitados. Estos muestran a través de su vida la centralidad de la
Palabra de Dios en su quehacer diario. Y esto vale también para la obra misionera. Un buen
criterio para evaluar el éxito de las iglesias y del movimiento misionero iberoamericano hoy
es ver qué clase de líderes estamos formando. ¿Son siervos o caudillos? ¿Son buenos
ejemplos para otros o no?

4. Tener una Mentalidad del Reino La centralidad de la Palabra de Dios y el discipulado


radical promueven los valores del Reino de Dios. El número creciente de creyentes tiene
que significar una influencia mucho más fuerte e positiva en la sociedad.

Si la Iglesia Evangélica está centrada en la Palabra de Dios entonces ella defiende y lucha
por la restauración de individuos, familias, comunidades y naciones. Los cristianos necesitan
ser paladinos de la paz y de la reconciliación, de libertad a los oprimidos política, económica,
social y espiritualmente.

Defiende los derechos humanos, incluyendo libertad religiosa, la igualdad de derechos y


oportunidades tanto de mujeres como de hombres, y el cuidado por el medio ambiente.
Creo que necesitamos regresar a la sinagoga de Nazaret vez tras vez, para escuchar las
palabras de Jesús cuando declara su misión. (Lucas 4:18,19).

Conclusión
Necesitamos un estudio y una exposición coherente de las Escrituras, usando las
herramientas que tenemos. Llevar en cuenta tanto el contexto histórico como la cultura
vigente de la época de la escrita. Esto nos ayuda a entender lo que el autor quiso decir y
que los primeros lectores entendieran. Esto también nos lleva a una lectura con criterios y
nos salva del fundamentalismo y de una aplicación fuera del contexto.

Pero, no es suficiente. Hay un elemento a-cultural y a-temporal en la Palabra de Dios que


significa que la palabra tiene relevancia y aplicación en todas las épocas y en todas las
culturas. Es lo que Andrew Walls llama de” translatability”, la habilidad, capacidad y poder
que el Evangelio tiene de ser traducido a cualquier contexto. Hay principios no negociables
que no podemos quitar o dejar de comunicar. La Palabra sigue siendo la norma debajo del
cual la cultura y la comunicación contextualizada se someten. No hay relativismo en la
Palabra.

Necesitamos rescatar la centralidad y de nuevo reconocer la autoridad de las Escrituras. Y


esto, no en primer lugar hablando sobre ella, pero practicando.

¡La Palabra de Dios es central para nosotros!

Sigamos juntos en la Palabra de Dios, como discípulos obedientes a nuestro Maestro y Señor
Jesucristo.

¡A Dios toda la gloria!

Bertil Ekström
EL MODELO DE JESUS PARA HACER DISCÍPULOS (1).
Objetivos de la enseñanza.
Conocer y entender la forma como Jesús hacía discípulos, y los elementos básicos de ese
modelo, para aplicarlos en nuestro quehacer como discipuladores y alcanzar mejores
niveles de eficiencia en el discipulado.

Introducción.
El método de Cristo para hacer discípulos implicaba un enfoque múltiple:
Primero. Su método y mensaje fue: “ejemplo os he dado” (Jn 13:15). Ello implica ser
modelo.
Segundo. Proporcionó una capacitación práctica por un largo período de tiempo (Hch
20:31).
Tercero. Delegó responsabilidad.
Cuarto. Delegación de autoridad.
Quinto. Confianza en sus discípulos.
Sexto. Retirada.
Si falta cualquiera de los cuatro, no habrá discipulado.
Modelo.
La mayor parte de lo que somos hoy es el resultado de lo que hemos observado y escuchado
de otros a lo largo de nuestra vida.
Hacer un discípulo es un proceso que comienza por el ejemplo porque el carácter no se
enseña, sino que se modela, se muestra. Esa fue la razón por la que Cristo les pidió a sus
discípulos que dejarán sus ocupaciones para estar con El (Mar 3:14) y adiestrarlos.
En muchas ocasiones en los Evangelios vemos a Jesús compartiendo solo con sus discípulos,
después de haber estado con las multitudes, para explicarles y que pudieran comprender
las razones y los principios que motivaban sus enseñanzas (Mar 13:10-15, Mar 4:11, Mar
4:34).
Él se concentraba en moldear sus caracteres, no en suministrarles simple información, por
lo que lo que los discípulos vieron y oyeron los afectó radicalmente, de tal manera, que
pudieron hacer la obra que Jesús les encomendó para su tiempo, que era una obra que
superaba todas sus posibilidades. Al observarlo y escucharlo sus vidas fueron transformadas
radicalmente, y de simples personas sin educación fueron transformados en ministros
funcionales, llenos de gracia y de poder (Hch 6:8), y aún muchos de sus adversarios
atribuyeron ese cambio al hecho de que habían estado con Jesús (Hch 4.13).
Resulta mucho más fácil para un discípulo convertirse en algo que puede ver que en algo
acerca de lo cual solamente escucha. El discipulador debe dejar que su discípulo observe su
vida, ministerio y amor a Dios y a sus semejantes. Mientras más tiempo pasen juntos más
efectivo será el discipulado (Prov 27.17).
Adiestramiento práctico.
No existe adiestramiento real sin participación, si actividad práctica.
Las habilidades se desarrollan mejor, y los conocimientos teóricos se fijan más rápidamente,
mediante la aplicación práctica del conocimiento.
Jesús fue el más grande Maestro que ha existido sobre la faz de la tierra porque El armonizó
perfectamente el conocimiento que les impartió a sus discípulos con la participación
práctica.
Él les aconsejó que pusieran en práctica lo que les había enseñado porque a medida que lo
hicieran entenderían mejor lo que habían oído (Mar 4:24).
Delegación de responsabilidad.
Después de que los discípulos observaron la vida y ministerio de Jesús, y luego de recibir los
principios básicos para la formación de su carácter, les dio la oportunidad de práctica lo que
habían aprendido, asignándoles responsabilidades crecientes, desde tareas domésticas y/o
administrativas simples hasta tareas ministeriales.
Para delegar esas responsabilidades efectivamente a sus discípulos, utilizó cuatro
principios:
PRIMERO. No delegó responsabilidades prematuramente. La delegación prematura puede
alimentar el orgullo y reforzar el concepto mundano de que las habilidades y los talentos
producen fruto. Este concepto sostiene que hacer más es más importante que ser, y refleja
la mentalidad de que ministrar y discipular es trabajo el hombre en lugar de ser la obra del
Espíritu.
SEGUNDO. Delegó con claridad. Definió específicamente la responsabilidad y los resultados
que esperaba. No debemos dar como un hecho que nuestro discípulo sabe cómo cumplir
con la responsabilidad que le hemos asignado a menos que lo hayamos hechos previamente
con él, o que nos haya visto hacerlo. Debemos estar seguros que entiende claramente los
resultados que esperamos.
TERCERO. Delegó gradualmente (Luc 16.10). La delegación de responsabilidades se debe
iniciar despacio, comenzando con tareas pequeñas que tengan un alto grado de posibilidad
de éxito para fortalecer la seguridad de los discípulos. Esta delegación gradual ayuda a evitar
errores innecesarios que dañen la confianza de los discípulos porque los fracasos originan
inseguridad.
CUARTO. Inspiró confianza. Nuestros discípulos deben saber que tenemos confianza en sus
habilidades para realizar la tarea que les hemos señalado y que nos agradamos por las
tareas bien realizadas estimulándolos y dándoles reconocimiento (2 Tés 1.3-4, Fil 4-5).
Hagámosles comentarios que conduzcan a mejorar en lugar de estancarnos en fallos
transitorios. Nuestra actitud más que nuestras palabras incrementaran su confianza.
Debemos asegurarnos de que ellos sientan que están haciendo una contribución
significativa. Demostrémosles nuestra confianza consultando sus opiniones sobre
problemas específicos, y sigamos sus consejos cuando sea posible.
Aunque hay ciertas responsabilidades y decisiones que no podemos ni debemos ceder,
necesitamos delegar tanto como sea posible. Los hombres a quienes Cristo adiestró,
después delegaron responsabilidades también (Hch 6, 1 Ped 5.1-4, Tít. 3:8).

Preguntas para autoevaluación.


¿Cuáles son los seis elementos fundamentales en la forma de Jesús de hacer discípulos?
¿Cómo definiría el modelaje y a que se refiere primordialmente?
¿Cuáles fueron las fallas de los modelos de los que aprendió a vivir la vida cristiana?
¿Qué necesita hacer para mejorar su calidad de modelo para otros?
¿Cómo definiría el adiestramiento práctico?
¿Cuál es la importancia del adiestramiento práctico en la formación de discípulos?
¿Cuáles fueron las fallas de su adiestramiento práctico en el transcurso de su vida cristiana?
¿Qué necesita hacer para mejorar la calidad del adiestramiento práctico de sus discípulos?
¿Cómo definiría la delegación de responsabilidad?
¿Qué elementos consideró Jesús en la delegación de autoridad a sus discípulos?
¿Qué fallas ha observado en la delegación de responsabilidades en su vida cristiana?
¿Cómo evitar esas fallas en la delegación de responsabilidades a sus discípulos?
¿Qué necesita mejorar para hacer una mejor delegación de responsabilidades?
El discipulado de Jesús,
una educación basada en la relación y la vivencia.

Llama la atención que en el Antiguo Testamento no se conocía una relación


discípulo‑maestro como la que encontramos en el Nuevo Testamento. En el Antiguo
Testamento aquel que enseñaba o entrenaba a otro se relacionaba con él de la forma como
lo hacía un padre con un hijo o un siervo con su señor [1]. En cambio, en el Nuevo
Testamento el concepto prevaleciente fue el de un maestro transmitiendo información a
un alumno; el énfasis estaba mayormente en el contenido Al parecer, este concepto que
vemos en el Nuevo testamento fue desarrollado en el judaísmo tardío (período
intertestamentario) al entrar en contacto el judaísmo con la filosofía griega. [2]
El énfasis de la educación griega era básicamente intelectual a diferencia de la educación
judía que hacía énfasis en la forma de vida. [3] La desviación hacia el énfasis intelectual que
provenía del mundo helénico influyó notablemente en la cultura judía en más de una forma,
entre las que podemos mencionar:
El establecimiento de la sinagoga como centro educativo. [4]
El desarrollo de las distintas escuelas de pensamientos rabínicos.
El programa educativo formal para llegar a ser un rabí.
El método de interpretación rabínico.
Por esta razón el texto de estudio, los maestros, los discípulos y las instituciones promovían
el conocimiento intelectual como un fin en sí mismo. [5] Jesús enfatiza en su enseñanza que
el conocimiento es importante pero sólo como la base para edificar una vida en obediencia
a Dios (Mateo 7:24‑27, la parábola de los dos cimientos). Para Jesús lo importante no era
que sus discípulos memorizaran las cosas que él enseñaba (énfasis intelectual), sino
ponerlas en práctica (énfasis vivencial, cf. Juan 13:17). El que sólo oye las palabras y no las
hace, fundamenta su vida en una ilusión (cree que va al reino de los cielos, pero está
equivocado). [6] Por lo tanto el verdadero discípulo, si quiere construir su vida sobre la
roca firme debe obedecer las palabras que ha oído del maestro.
En ese sentido, Jesús fue muy claro tanto en enseñar las exigencias como describir las
evidencias de aquel que está comprometido realmente con él.
Las exigencias: ¿Qué exige Jesús de los suyos?
Sacrificio: El sacrificio fue una de las exigencias más controversiales de Cristo. Podemos
definir el sacrifico como entregar la vida en obediencia a Dios más allá de nuestro propio
bienestar, interés o comodidad. Jesús invitó a sus discípulos a vivir una vida de sacrificios
no de comodidades (Mateo 8:20). Su propia vida estaba marcada por el sacrificio (Mateo
20:17‑19) y en su enseñanza ponía de manifiesto la excelencia del sacrificio (Juan 12:24ss).
Por ello exigía tomar la cruz como condición para seguirle (Lucas 14:27).
El símbolo de la cruz es particularmente sugestivo. Los condenados a muerte daban su
último paseo (era como una despedida) cargando el madero vertical de la cruz (llamado
patíbulo). Ya no tenían agenda para el otro día. Sus intereses, sueños, anhelos y planes
estaban tan muertos como ellos.
Llevar la cruz es morir. Es morir a nuestras agendas de vidas para dar lugar exclusivamente
a la agenda de Jesús. Pablo lo señaló categóricamente: Con Cristo he sido juntamente
crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo
por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2: 20)
Fidelidad: Cristo exige también de los suyos fidelidad por encima de toda relación humana
(Lucas 14:27). Por eso para él sus discípulos son sus hermanos y su madre (Mateo
12:46‑50). Toda relación de afecto que pueda implicar algún lazo familiar queda
subordinado al afecto por Jesús. [7] Ningún discípulo puede profesar por nadie mayor
fidelidad que por Jesús (Lucas 14:26).
Renuncia: La renuncia a todo lo que uno tiene, anhela o ama es otra condición del discípulo
de Cristo. El joven rico, aparentemente, había cumplido con todo lo establecido por la ley
para “heredar la vida eterna” pero no pudo resistir la demanda de Jesús: “Vende todo lo
que tienes y dalo a los pobres”. No quería renunciar y por lo tanto abandonó su búsqueda
del reino de los cielos. Aunque los fariseos podían estar orgullosos de aquel joven, pues
había cumplido toda la ley, para Jesús era sólo un pobre hombre rico que difícilmente
entraría al reino de los cielos (Lc.18: 24).
Un cuadro que explica estas exigencias en forma resumida sería la siguiente:

LAS EXIGENCIAS DE JESÚS PARA SUS DICIPULOS

EXIGENCIAS EXPLICACION

SACRIFICIO
Entregar toda la vida en
obediencia a Cristo más
allá de mis propios
intereses y comodidades.

FIDELIDAD
Amar a Jesús por encima
de cualquier otro afecto
terrenal.

RENUNCIA
Desprenderme de
cualquier lazo que pueda
significar un estorbo para
seguir a Jesús.

PARA REFLEXIONAR:
¿Qué implicaciones tiene esto para aquellos que tenemos la responsabilidad de guiar a los
creyentes a la obediencia en Cristo?
Es necesario evaluar constantemente qué tipo de sacrifico están haciendo los creyentes por
Jesús.
Con la idea de que “Cristo no quiere sacrifico” (sospecho del primero que dijo esto) muchos
no están haciendo ningún esfuerzo que implique poner en riesgo su comodidad,
tranquilidad o seguridad. Tal vez están dispuestos a cantar “Un sacrificio vivo” pero se
niegan a hacer una visita el domingo en la tarde porque es el día del Señor y hay que
descansar al máximo. Pedro también se jactó de estar dispuesto a dar su vida por Jesús,
pero en el momento de la verdad lo negó (Marcos 14:68).
Debemos como maestros y mentores cristianos, estimular a los creyentes a ver el sacrificio
personal como uno de los principales requerimientos que hace Jesús a los que quieren
seguirlo.
Es necesario que animemos a los creyentes a amar a Jesús por encima de todas las cosas.
Muchas cosas podrían ocupar en el corazón de un creyente el lugar que debe
corresponderle a Cristo: estudio, trabajo, familia, profesión, novio (a) o cónyuge. Note que
estos elementos mencionados no son malos, al contrario, son buenos y muy necesarios.
Pero precisamente eso es lo que los hace peligrosos. Poco a poco se apoderan de nosotros
hasta que estamos dispuestos a hacer cualquier cosa por retenerlos y es allí donde
comienza la infidelidad espiritual. Nos copiamos en un examen por aprobar una materia,
mentimos al jefe para conservar el trabajo, gritamos a nuestra esposa para conservar
nuestra autoridad, nuestra mano se extiende más allá de los permitido en el cuerpo de
nuestra novia (o) para experimentar el placer prohibido, ¿y dónde está Jesús?, ¿y dónde
están sus enseñanzas?, ¿dónde sus mandamientos? Justo en ese momento hemos sido
infieles al que por nosotros entregó su vida.
Como maestros y mentores necesitamos enseñar de mil maneras a los creyentes el valor de
ser fieles a Cristo en todo momento de nuestra vida.
Es necesario enseñar a los creyentes que ninguna cosa debe ser estimada tanto que no
estemos dispuestos a renunciar a ella por Cristo.
Llama la atención la cantidad de personajes bíblicos que prefirieron aferrarse a algo antes
que creerle a Dios. Adán se aferró al fruto del bien y el mal, el pueblo de Israel al becerro
de oro, Sansón a Dalila, Saúl a su corona; en fin, prefirieron hacer caso a su propio instinto
de conservación (más bien de destrucción) que, a la promesa subjetiva de un Dios distante
e invisible, según ellos.
Hay un refrán que dice: “Mejor es pájaro en mano que cien volando” Así piensan muchos
hoy: “Mejor es trabajar más duro para ganar suficiente dinero no importa que no tenga
tiempo para ir con la familia ni siquiera un día a la iglesia”; “mejor es conservar la amistad
de ese hombre influyente, aunque tenga que reírme de sus chistes obscenos”. ¿Qué tan
lejos estamos dispuestos a llegar por tener un pájaro en la mano cuando hay miles
prometidos en el reino de nuestro Padre celestial?
No debemos cansarnos de enseñar estos valores a los creyentes para que sus vidas sigan el
ejemplo de Jesús.
[1] Note la relación de Moisés con Josué (Ex.24:13; Num.11:28) y Elí con Samuel (1Sam.3:6)
[2] Coenen, Ob.cit
[3] Para los griegos el término aprender (MANTHANO) tiene mucho que ver con el
aprendizaje teórico (Heráclito y Protágoras). Aun cuando filósofos destacados como
Sócrates y Platón señalaron la necesidad de que el aprendizaje influyera en la forma de
conducta (incluso Sócrates se negó a recibir pago alguno para no ser confundido con un
maestro asalariado y ejemplificar el desprendimiento material), sin embargo, el concepto
de aprendizaje llegó a evolucionar al significado de proceso teórico del pensamiento. No
se pudo deslastrar del énfasis intelectual. Al contrario, el término aprender en la LXX (y su
equivalente hebreo LAMAD) enfatizan poner en práctica el temor a Dios (Dt.4:10; 14:23;
17:19) y la obediencia a la ley (Dt.30:14) como evidencias de un verdadero aprendizaje (vea
Coenen, Ob. Cita).
[4] Hagg y otros. Ob.cit., p.1866.
[5] Claro que había preocupación por el cumplimiento de la ley. No obstante, esta
preocupación sólo se hacía gravitar sobre los hombros del pueblo (Mt.23:4) reservando
para los escribas y fariseos el prestigio de ser los maestros, pero no los ejecutores de la ley
(cf. vv.5‑7). J. Jeremías (1985) señala que “el único factor de poder de los escribas estribaba
sólo en el saber” (p.251).
[6] Note que la parábola de los dos cimientos de Mateo 7:24-27 está en el contexto de las
dificultades para entrar al reino de los cielos. Las dificultades que se presentan son: lo
estrecho del camino (13‑14), los falsos profetas que engañan a los crédulos (15‑20), el
engañarse a uno mismo (21‑23) y la aceptación meramente teórica o intelectual de las
enseñanzas de Jesús (24‑27).
[7] Este concepto era especialmente desafiante en el contexto cultural de los judíos, para
quienes los lazos familiares tenían un profundo sentido.

¿Te gustaría conocer a Dios


personalmente?
Los siguientes cuatro principios te ayudarán a descubrir cómo conocer a Dios
personalmente y cómo experimentar la vida abundante que Él prometió.

1. Dios te ama y te creó para conocerlo personalmente y


experimentar Su amor.
(Las referencias deberán ser leídas preferentemente en la Biblia, siempre que sea posible.)

Dios ofrece amor


“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo
el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

Dios ofrece vida


“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien tú has enviado.” (Juan 17:3)

¿Qué nos impide conocer a Dios personalmente?

2. El hombre es pecador y está separado de Dios, por lo tanto,


no puede conocerlo personalmente ni experimentar Su amor.
El hombre es pecador
“Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios...” (Romanos 3:23)

El hombre fue creado para tener compañerismo con Dios; pero debido a su
voluntad terca y egoísta, escogió su propio camino y su relación con Dios se
interrumpió. Esta voluntad egoísta, caracterizada por una actitud de rebelión
activa o indiferencia pasiva, es evidencia de lo que la Biblia llama pecado.

El hombre está separado de Dios


“Porque la paga del pecado es muerte...” [o sea separación espiritual de Dios]
(Romanos 6:23)

Dios es santo (libre de toda maldad y perfecto en


comportamiento y actitud) y el hombre es pecador (no
vive de acuerdo al propósito para el cual fue creado).
Un gran abismo los separa. La imagen muestra como
el hombre está tratando continuamente de alcanzar a
Dios a través de sus propios esfuerzos, tales como vivir
una buena vida, la filosofía o la religión, pero siempre
falla en su intento.

El siguiente principio explica la única manera de cruzar


este abismo.

3. Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecado del


hombre. Sólo a través de Él podemos conocer a Dios
personalmente y experimentar Su amor.

Él murió en nuestro lugar


“Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía
éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Romanos 5:8)

Él resucitó de entre los muertos


“Cristo murió por nuestros pecados…fue sepultado…resucitó al tercer día
según las Escrituras…se apareció a Cefas, y luego a los doce. Después se
apareció a más de quinientos…” (1 Corintios 15:3-6)
Él es el único camino a Dios
“Yo soy el camino, la verdad y la vida,” le contestó Jesús. “Nadie llega al
Padre sino por mí.” (Juan 14:6)

Este diagrama ilustra que Dios ha cruzado el abismo


que nos separa de Él, al enviar a Su hijo, Jesucristo, a
morir en la cruz en nuestro lugar para pagar la condena
por nuestros pecados.

No es suficiente conocer estas verdades…

4. Debemos individualmente recibir a Jesucristo como Salvador


y Señor; sólo así podremos conocer a Dios y experimentar Su
amor.

Debemos recibir a Cristo


“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el
derecho de ser hijos de Dios.” (Juan 1:12)

Recibimos a Cristo mediante la fe


“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede
de ustedes, sino que es el regalo de Dios, no por obras, para que nadie se
jacte.” (Efesios 2:8-9)

Recibimos a Cristo por medio de una invitación personal


Cristo dice: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la
puerta, entraré…” (Apocalipsis 3:20)

El recibir a Cristo significa volverse a Dios, abandonando nuestra vida


egocéntrica (arrepentimiento), confiando en Cristo para que venga a nuestra
vida y perdone nuestros pecados. De esa manera podrá hacernos la clase de
personas que Él quiere que seamos. Tan sólo estar de acuerdo
intelectualmente no es suficiente. Ni es suficiente el tener una experiencia
emocional. Se recibe a Cristo por fe, como un acto de nuestra voluntad.
¿Cuál círculo representa tu vida?
¿Cuál círculo te gustaría que representara tu vida?

A continuación se explica cómo puedes recibir a Cristo:

Puedes recibir a Cristo ahora mismo por fe, mediante la oración


(orar es hablar con Dios).

Dios conoce tu corazón y no tiene tanto interés en tus palabras, sino más bien
en la actitud de tu corazón.

La siguiente oración se sugiere como guía:

“Señor Jesús, te quiero conocer personalmente. Gracias por


morir en la cruz por mis pecados. Te abro la puerta de mi vida y
te recibo como mi Salvador y Señor. Gracias por perdonar mis
pecados y darme vida eterna. Toma el control del trono de mi
vida. Hazme la clase de persona que Tú quieres que yo sea.”

¿Expresa esta oración el deseo de tu corazón?

Si es así, haz esta oración ahora mismo y Cristo entrará a tu vida tal como lo
prometió. A través de Su poder comenzarás a experimentar la clase de paz,
control y abundancia que sólo Él puede dar.

ahora ¿qué?

Si esto fuera una religión, podrías esperar que alguien te de todas las reglas.
Rituales. Requerimientos. ¡Y quizás hasta un montón de cosas para comprar!
Pero cuando le pedís a Jesús que entre en tu vida, no te estas uniendo a una
religión.

En cambio, comenzaste una relación, con Dios.

Y eso es bastante espectacular.

Quizás te estés preguntando como será estar en una relación con Dios. ¿Qué
debería esperar? Y aún más importante todavía, ¿Qué haces una persona para
conocer mejor a Dios?

Tengo algunas ideas para vos. Soy el director de cadaestudiante.com, y me


gustaría ayudarte a crecer en tu relación con Dios.

Así que hice algo llamado “El Kit de Arranque Espiritual”. Es una serie gratuita de
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 Que hizo Dios para traerte hacia Él.
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 ¿Qué pasa si pecas? ¿Dios todavía va a perdonarte?
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Sinceramente,
Tabo Valencia
director de cadaestudiante.com
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