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¿Cómo ser bielorruso habiendo nacido en Colombia?

Mauricio Esteban Tapia Arce 1032499248


Cuando miramos al pasado, nos damos cuenta de que, en general, existen una larga historia
de acontecimientos que cambiaron todo, solo desde la revolución industrial podemos contar
mas de diez eventos diferentes que han construido, como bloques, la historia actual; uno de
estos en la época moderna innegablemente es el desastre de Chernóbil, ese 26 de abril de
1986 cambio el rumbo de la historia en la ya extinta unión soviética, en Europa y el mundo
entro, pero ¿cómo sabemos qué pasó? hay documentales, películas, artículos, revistas, libros
en cantidades exuberantes donde se ha tratado el tema, se ha debelado detalle a detalle lo
sucedido y se ha expuesto el antes, el momento y el después del acontecimiento, pero si
vamos más allá, vale preguntarnos y ellos, ¿Cómo han obtenido esa información? Siempre
hay una fuente primaria que muy pocos deciden investigar, la gente.
Svetlana Alexiévich nos habla en su libro, voces de Chernóbil, sobre las historias y relatos
de las personas que vivieron en las zonas afectadas por la explosión, habla como se vieron
directamente afectadas por lo sucedido, como esto cambio o no su vida, que impacto les
generó y busca descubrir a través de las personas que ha cambiado durante los últimos años
luego de la explosión, ella, nos permite ver a través de sus monólogos lo que sucedía, aunque,
¿Cómo ser bielorruso habiendo nacido en Colombia?, ¿Cómo entender a profundidad lo que
ellos pasaron si aun a ellos les cuesta ponerse en su papel?
Nosotros los colombianos tenemos la tendencia de mirar casi todo a través de una ventana,
como si estuviéramos sentados a la expectativa de que algo sucediera y para el caso de este
libro no es la excepción, con cada página que leía la historia parecía mas cruda, mas real y
más directa, palabras se repetían entre los monólogos pero una me ha quedado marcada de
manera significativa ’guerra’, en el texto se habla de cómo una gran mayoría creía que había
comenzado otra guerra y comparaban el desastre como una ‘guerra contra el átomo’ esto
debido a que era lo más cercano que habían tenido y con lo más familiar que podían
relacionarlo, de igual manera lo hubiéramos hecho si nos hubiera tocado entender en carne
propia lo que sucedió ¿acaso, no hay guerra acá también?
“Cuando podemos, somos ciudadanos del mundo y cuando debemos somos colombianos”
son frases populares que suenan en una conversación cualquiera, pero no se asimila hasta
entender la posición del colombiano frente a las cosas, acá la guerra se vive en el día a día a
lo largo del país, tal vez no parezca tan cruel o visceral como morir por efectos de la radiación
o leer que los niños nacen con cáncer de tiroides ¿verdad?, nos parece tan fácil entender que
la gente allá sufrió mucho y sentimos pena cuando aquí cuantos no han sido asesinados o
desplazados por otro tipo de guerra, llámese minería ilegal, narcotráfico, terrorismo; el
colombiano esta malacostumbrado a ver los problemas de los demás y con sentir pena siente
que está haciendo lo suficiente, cuando en su mismo departamento algunas desperdician
comida y otros no tienen que comer. A las personas les gusta maravillarse con la desgracia
de los demás, y como crecido en Colombia esperaba que en libro dijeran quien es el culpable,
que son los curios, roentgen y expusieran al culpable con nombre y apellido, sorpresa mía,
no fue así.
Monólogo tras monólogo siempre llegaba a la misma conclusión “pero esto fue allá, es
importante saberlo, pero, si acá también hay guerra ¿por qué no se escribe así?” en Colombia
siempre se habla de las víctimas, siempre, pero creo que nunca he escuchado a ninguna
personalmente, recordé profundamente la exposición ‘el testigo’ de Jesús Abad Colorado y ,
después de este libro, interioricé y entendí de manera significativa el verdadero sentido de su
exposición, ya que las victimas al final de la historia son las personas que viven en primera
instancia las consecuencias de lo sucedido.
Entonces, ¿cómo ser bielorruso habiendo nacido en Colombia? Creo que no se puede,
aprender de los errores de los demás siempre es importante y reconocer sus fallos para evitar
cometerlos siempre será una prioridad, pero creo que no reconocernos es el mayor de nuestros
problemas, en la mayoría delas historias siempre se decía como ‘Chernóbil somos nosotros’,
‘Chernóbil es mi fututo’, ‘Chernóbil es filosofía, nuestra filosofía’ y entendían que algo
terrible había pasado allá, que el miedo y la desesperación los iban a enterrar y a desaparecer,
y no el miedo a la radiación si no a la gente, a las personas, a que nadie entendiera que
sucedía, hubo una oración completa que no logro sacar de mi mente
‘un hombre mayor le pide el asiento en el trolebús a un chico, éste no se la da
-cuando seas mayor tampoco te darán el puesto
-tranquilo viejo, que no llegare a ser mayor”
Si lo entendemos en el contexto del libro es claro porque lo dice, pero si lo leemos, así como
lo presento, es una frase que fácilmente se podría escuchar acá, ¿cuál es la necesidad del
colombiano de negar que tiene problemas? Son preguntas que aun no encuentro como
responder, pero creo que basta, por ahora, con reconocer que, a pesar de que la radiación no
sea nuestra situación a afrontar, hay mil y una historias que escuchar con situaciones por
mejorar.p

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