Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Sección 10
Introducción a la Filosofía
2019
1. Definición
Podemos entender por conocimiento todo saber que se puede justificar racionalmente y que es
objetivo. En este sentido distinguimos el conocimiento de la mera opinión, de la creencia, de la
fe o de las ilusiones de la imaginación. Existen diversos tipos de conocimiento tales como:
3. Presocráticos
En un inicio todo era amor, luego el odio llegó y generó la diversidad; hasta ahora mantiene
un equilibrio.
En relación con lo que es la Naturaleza, el universo, los filósofos han ido desarrollando distintas
teorías que afirman cosas enfrentadas entre sí. Es un espectáculo fascinante, pero a la vez
descorazonador: la filosofía de la Naturaleza se había mostrado incapaz de producir un sistema
aceptable para todos.
Protágoras ejemplifica el clima intelectual generado por esta evolución de la filosofía; clima
que se refleja en la defensa del relativismo (no hay una verdad absoluta) y el escepticismo (si la
hay es imposible conocerla).
4.2.2. Las circunstancias políticas que llevan a la instauración de un sistema democrático en
Atenas.
A) La victoria frente a los persas y la extensión de la democracia.
Las guerras médicas han concluido con una clara victoria de Atenas sobre el régimen tiránico
de los persas, pero como a ello han contribuido todos los ciudadanos estos reclaman ahora, con
todo derecho, un puesto en la sociedad ateniense.
Hay una irrupción de las clases populares en la vida pública, es lo que hoy denominaríamos
una democratización de la sociedad. Esta se concreta de la siguiente manera:
A partir de ahora ya no es el factor herencia -el linaje- el valor predominante ni el único que
da derecho a participar en la vida pública. Ésta está abierta a todos los ciudadanos.
Con la democracia el liderazgo político no pasa por el linaje sino por la aceptación popular.
Cuando las decisiones las toma la asamblea, si se desea el triunfo, el poder político, el político
debe ser un buen orador para manejar a las masas. Para ello habrá de prepararse y poseer ciertas
ideas acerca de lo justo, lo conveniente, la ley, la administración, el Estado, etc.
Saber y saber expresarse se convierte en algo fundamental para tener éxito en la vida política,
y son precisamente estas enseñanzas las que los sofistas ofrecen en sus escuelas.
b) Giro antropológico y político: los asuntos del ser humano en la ciudad. De esta manera en
la filosofía se produce un giro en sus preocupaciones temáticas y se centra en las preocupaciones
de los propios ciudadanos atenienses en sus discusiones en la plaza pública. Los sofistas inician
una reflexión sobre las estructuras políticas y jurídicas de la sociedad helénica y sobre los
comportamientos morales de sus ciudadanos. Temas marginados hasta ahora - por los regímenes
políticos anteriores- y que ahora son tema central y objeto de la crítica racional.
d) Los filósofos toman un papel público y activo. El sabio, el filósofo, hasta ahora recluido en
círculos minoritarios y centrado sobre la especulación teórica, hace su entrada en la vida social
como alguien que es capaz de prevalecer sobre el contrario gracias a su saber y la fuerza de su
discurso -fruto de su dominio del arte de la oratoria -. Esto es lo que hará que algunos sofistas
sean temidos y criticados por la forma en que utilizan su saber.
4.3.1. El escepticismo.
4.3.2. El relativismo.
Tesis epistemológica, moral y política que sostiene que las verdades, valores y leyes dependen de
las condiciones, momentos y circunstancias en que son formuladas. Por tanto, el relativismo es
una consecuencia del escepticismo.
4.3.3. El subjetivismo.
Cuando las verdades, valores y leyes dependen de condiciones “internas” al sujeto, entonces
hablamos de subjetivismo. Así, cuando Protágoras habla del hombre como medida de todas las
cosas, hace depender el conocimiento de las consideraciones del sujeto. Por tanto, la verdad y el
bien no están en la cosa, sino en el sujeto, nada es objetivo.
El Derecho no se basa en leyes naturales, las leyes pueden cambiar, y son resultado de las
convenciones humanas.
Lo que importa no es tanto la verdad como ser persuasivos y elocuentes interviniendo a favor
no de las causas más nobles, sino de las más oportunas.
4.3.7. El utilitarismo.
El discurso tiene como meta conseguir los fines de quien lo utiliza, la verdad no importa, sino
persuadir al auditorio para que apoye nuestros intereses.
Los Sofistas no pretendían formar hombres justos ni buenos ciudadanos, sino especialistas
eficaces en la política y el derecho. Frente a este pensamiento estará Sócrates que se propone
como fin de su filosofía educar a los ciudadanos en la virtud.
a. Respecto al escepticismo, para Protágoras las cosas ni son (contra Parménides), ni no son
(contra los que exageraron el movilismo de Heráclito) Las cosas están en perpetuo cambio. La
verdad es solamente apariencia, opinión que no podemos contrastar con una realidad estable, es
imposible llegar a verdades absolutas.
b. Respecto al relativismo, Protágoras afirma que el hombre es la medida de todas las cosas.
La realidad en sí no existe, es una realidad mediada por el conocimiento humano. Por tanto, las
verdades dependen de las condiciones impuestas por el hombre, por el sujeto (subjetivismo).
4.4.2. Gorgias.
Autor del famoso argumento a favor del escepticismo absoluto. El argumento está inspirado
en Parménides, pero para criticarlo, y es el siguiente:
b) El ser tampoco existe, porque la evidencia del cambio nos lleva a concluir su no existencia.
c) No sólo no existe el ser, sino que, aunque existiera no podríamos conocerlo. Además, en el
caso de que alguien llegara a conocerlo no podría comunicarlo. Por tanto, para Gorgias la verdad
es inaccesible para el ser humano.
5. Sócrates
Sócrates no dejó ninguna obra escrita y son escasas las ideas que pueden atribuírsele con
seguridad, Sócrates es una figura capital del pensamiento antiguo, hasta el punto de ser
llamados presocráticos los filósofos anteriores a él. Rompiendo con las orientaciones
predominantes anteriores, su reflexión se centró en el ser humano, particularmente en la ética, y
sus ideas pasaron a los dos grandes pilares sobre los que se asienta la historia de la filosofía
occidental: Platón, que fue discípulo directo suyo, y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón.
Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de Sócrates. Fue hijo de una comadrona,
Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo. En su juventud siguió
el oficio de su padre y recibió una buena instrucción; es posible que fuese discípulo de Anaxágoras,
y también que conociera las doctrinas de los filósofos eleáticos (Jenófanes, Parménides, Zenón) y
de la escuela de Pitágoras.
Aunque no participó directamente en la política, cumplió ejemplarmente con sus deberes
ciudadanos. Sirvió como soldado de infantería en las batallas de Samos (440), Potidea (432), Delio
(424) y Anfípolis (422), episodios de las guerras del Peloponeso en que dio muestras de resistencia,
valentía y serenidad extraordinarias. Fue maestro y amigo de Alcibíades, militar y político que
cobraría protagonismo en la vida pública ateniense tras la muerte de Pericles; en la batalla de
Potidea, Sócrates salvó la vida a Alcibíades, quien saldó su deuda salvando a Sócrates en la batalla
de Delio.
Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y austeramente, sin
preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse al filosofar. Se tiene por cierto que
Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio dos hijas y un hijo. Cierta
tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la actividad del marido y propensa
a comportarse de una manera brutal y soez.
5.1. Fuentes.
La mayor parte de cuanto se sabe sobre Sócrates procede de tres contemporáneos suyos: el
historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón.
Jenofonte retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea de identificar el
conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no faltaban algunos rasgos un tanto
vulgares.
Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras en una comedia, Las nubes (423), donde es
caricaturizado como engañoso artista del discurso y se le identifica con los demás representantes
de la sofística, surgida al calor de la consolidación de la democracia en el siglo de Pericles. Estos
dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por
Platón en sus Diálogos, en los que aparece como figura principal, una imagen que no deja
de ser en ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente sea la
más justa.
En sus conversaciones filosóficas, al menos tal y como quedaron reflejadas en
los Diálogos de Platón, Sócrates sigue, en efecto, una serie de pautas precisas que configuran el
llamado diálogo socrático. A menudo comienza la conversación alabando la sabiduría de su
interlocutor y presentándose a sí mismo como un ignorante: tal fingimiento es la llamada ironía
socrática, que preside la primera parte del diálogo. En ella, Sócrates proponía una cuestión (por
ejemplo, ¿qué es la virtud?) y elogiaba la respuesta del interlocutor, pero luego oponía con
sucesivas preguntas o contraejemplos sus reparos a las respuestas recibidas, sumiendo en la
confusión a su interlocutor, que acababa reconociendo que no sabía nada sobre la cuestión.
Tal logro era un punto esencial: no puede enseñarse algo a quien ya cree saberlo.
5.2. La mayéutica.
Al parecer, y durante buena parte de su vida, Sócrates se habría dedicado a deambular por las
plazas, mercados, palestras y gimnasios de Atenas, donde tomaba a jóvenes aristócratas o a gentes
del común (mercaderes, campesinos o artesanos) como interlocutores para sostener largas
conversaciones, con frecuencia parecidas a largos interrogatorios. Este comportamiento
correspondía, sin embargo, a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica.
El propio Sócrates comparaba tal método con el oficio de comadrona que ejerció su madre: se
trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla por sí mismo como alojada
ya en su alma, por medio de un diálogo en el que el filósofo proponía una serie de preguntas y
oponía sus reparos a las respuestas recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las
opiniones iniciales de su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento.
El primer paso para llegar a la sabiduría es saber que no se sabe nada, o, dicho de otro modo,
tomar conciencia de nuestro desconocimiento. Una vez admitida la propia ignorancia, comenzaba
la mayéutica propiamente dicha: por medio del diálogo, con nuevas preguntas y razonamientos,
Sócrates iba conduciendo a sus interlocutores al descubrimiento (o alumbramiento) de una
respuesta precisa a la cuestión planteada, de modo tan sutil que la verdad parecía surgir de su
mismo interior, como un descubrimiento propio.
5.3. La filosofía de Sócrates.
Al prescindir de las preocupaciones cosmológicas que habían ocupado a sus predecesores desde
los tiempos de Tales de Mileto, Sócrates imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía
griega, inaugurando el llamado periodo antropológico. La cuestión moral del conocimiento del
bien estuvo en el centro de las enseñanzas de Sócrates. Como se ha visto, el primer paso para
alcanzar el conocimiento consistía en la aceptación de la propia ignorancia, y en el terreno de sus
reflexiones éticas, el conocimiento juega un papel fundamental. Sócrates piensa que el hombre no
puede hacer el bien si no lo conoce, es decir, si no posee el concepto del mismo y los criterios que
permiten discernirlo.
5.3.1. Finalidad de su filosofía.
El ser humano aspira a la felicidad, y hacia ello encamina sus acciones. Sólo una conducta
virtuosa, por otra parte, proporciona la felicidad. Y de entre todas las virtudes, la más importante
es la sabiduría, que incluye a las restantes. El que posee la sabiduría posee todas las virtudes
porque, según Sócrates, nadie obra mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al prójimo es
porque, en su ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es un mal. El sabio conoce que la
honestidad es un bien, porque los beneficios que le reporta (confianza, reputación, estima,
honorabilidad) son muy superiores a los que puede reportarle el engaño (riquezas, poder, un
matrimonio conveniente).
De este modo, la sabiduría, la virtud y la felicidad son inseparables. Conocer el bien nos lleva
a observar una conducta virtuosa, y la conducta virtuosa conduce a la dicha. La felicidad no radica
en el placer (la ética socrática no es hedonista), a no ser que se considere como placer algo mucho
más elevado: la íntima paz y satisfacción que produce la vida virtuosa. En palabras de Sócrates
citadas por Jenofonte, ningún placer supera al de «sentirse transformado en mejor y contribuir al
mejoramiento de los amigos». La vida virtuosa lleva al equilibrio y a la perfección humana, a la
libertad interior y a la autonomía respecto a lo que nos esclaviza, y mediante ella se consigue la
paz del alma, el gozo íntimo imperturbable, la satisfacción interior que nos acerca a lo divino.
Sin embargo, en los Diálogos de Platón resulta difícil distinguir cuál es la parte de lo expuesto
que corresponde al Sócrates histórico y cuál pertenece ya a la filosofía de su discípulo. Sócrates
no dejó doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de Atenas (salvo para servir como soldado), contra
la costumbre de no pocos filósofos de la época, y en especial de los sofistas. Si, como parece, las
ideas éticas antes expuestas son del propio Sócrates, su filosofía se sitúa en la antípodas del
escepticismo y del relativismo moral de los sofistas (Protágoras, Gorgias), pese a lo cual, y a causa
de su pericia dialéctica, pudo ser considerado en su tiempo como uno de ellos, tal y como refleja
la citada comedia de Aristófanes.
Con su conducta, Sócrates se granjeó enemigos que, en el contexto de inestabilidad en que se
hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron por considerar que su amistad era
peligrosa para aristócratas como sus discípulos Alcibíades o Critias; oficialmente acusado de
impiedad y de corromper a la juventud, fue condenado a beber cicuta después de que, en su
defensa, hubiera demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban. Según relata
Platón en la Apología que dejó de su maestro, Sócrates pudo haber eludido la condena, gracias a
los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir, pues como ciudadano se sentía
obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en algún caso, como el suyo, fuera injusta; peor
habría sido la ausencia de ley. La serenidad y la grandeza de espíritu que demostró en sus últimos
instantes están vivamente narradas en las últimas páginas del Fedón.
6. Platón
7. Aristóteles
Viajó a Atenas con 17 años con intención de asistir a la Academia de Platón. Aristóteles fue
discípulo suyo y de otros pensadores como Eudoxo durante los veinte años que estuvo en la
Academia, donde se le apodó "el inteligente".
Al fallecer Platón en el año 347 a.C., viajó a Assos, ciudad de Asia Menor en la que
gobernaba su amigo Hermias, al que sirvió como asesor, casándose además con su sobrina e hija
adoptiva, Pythias, con la que tuvo una hija. Se relacionó también con Hepylis, con la que tuvo
otro hijo al que llamó Nicómaco y dedicó su Ética a Nicómaco.
Tras ser ejecutado Hermias a manos de los persas en el 345 a.C., Aristóteles se trasladó
a Pella, capital de Macedonia, donde fue tutor del hijo menor del rey Filipo II, que sería conocido
como Alejandro III el Magno. Filipo mandó a llamarle por ser el filósofo de más fama y más
extensos conocimientos. Fueron premiadas sus enseñanzas reedificándose de nuevo la ciudad de
Estagira, su ciudad natal, que el mismo Filipo había asolado. Durante ocho años el alumno
recibió una enseñanza integral en el paraje de Miéza, cerca de Pella. Parece que Alejandro no
solo aprendió la ética y la política, sino que tomó también conocimiento de otras enseñanzas
reservadas a las que los filósofos llamaban, "acromáticas" y "epópticas", y que no comunicaban a
la "muchedumbre".
En el año 335 a.C., al acceder Alejandro al trono, volvió a Atenas y fundó su propia escuela: el
Liceo.
Aristóteles abrió el Liceo hacia 334 a.C. en un espacio cercano a la puerta de Diócares. El
nombre le viene de Apolo Licio, dios al cual Aristóteles consagra su institución. En el Liceo,
como antes en la Academia, había dos grupos de discípulos: los que participaban de las
enseñanzas más profundas y los que recibían enseñanzas más sencillas y prácticas. Como gran
parte de los debates se desarrollaban mientras paseaban por el Liceo, el centro fue conocido
como escuela peripatética.
Inferior:
o Ciencias productivas: gramática, medicina, gimnasia
o Técnicas: artes
Intermedio
o Ciencias prácticas: ética, política y economía
Superior
o Filosofía primera: metafísica
o Filosofías segundas: matemáticas, física, teología.
Como conclusión de esto los saberes relacionados con lo cotidiano se toman como inferiores,
ya que son medios para llegar a otros conocimientos que, aunque son menos útiles, con
superiores.
el saber máximo seria pues la metafísica, que es un fin en sí misma, y no un medio.
Por otro lado, Aristóteles opina que el conocimiento no tiene nada de innato, que todos
nacemos como una hoja en blanco que vamos rellenando a lo largo de la vida mediante la
experiencia.
A) Percepciones sensibles: el punto de partida del conocimiento esta en las sensaciones que
recibimos del exterior de la mente.
B) Sentido común: una vez captadas estas percepciones, el sentido común las ordena.
C) Imaginación y memoria: la imaginación crea una imagen correspondiente a la percepción,
y la memoria la retiene.
D) Entendimiento agente: abstrae las esencias de estas imágenes y actualiza el conocimiento
con el paso del tiempo.
E) Entendimiento paciente: utiliza las esencias creadas por el entendimiento agente en
razonamientos y juicios.