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1.

A pesar del carácter innato y fisiológico del lenguaje en el ser humano, para ser desarrollado
completamente requiere de un periodo de competencia lingüística donde el niño en sus primeros
años de vida adquiere por estimulación de su entorno las habilidades lingüísticas propias de este y
que le permitirán comunicarse y socializar a través de toda su vida. “El lenguaje no se adquiere de
modo espontaneo, ni es connatural únicamente el desarrollo biológico, sino que se adquiere y
evoluciona merced a la interacción. Así por tanto un favorable desarrollo del lenguaje exige una
condición interactiva adecuada.” (Shum, 1988, p. 37).

En este sentido, el rol del adulto cuidador es imprescindible en la estimulación y guía de relación
con el medio en el camino de maduración cognitiva, que empieza, según varios autores como
Bruner y Vygotsky, con la afectividad, pues se relaciona con su medio basado en las sensaciones y
emociones en un lenguaje meramente analógico, que se convierte paralelamente con su desarrollo
y estimulación en lenguaje verbal, instrumento importante para su socialización y aprendizaje de
las demás funciones cognitivas. Frente a todo esto Shum (1988) afirma: “Progresivamente el niño
va adquiriendo este instrumento que con posterioridad transformará de nuevo sus relaciones con
el medio. Así, el crecimiento y la evolución psicológica del niño están en un continuo proceso
dialectico con su medio, en el que el lenguaje es el mediador y organizador de dicho desarrollo” p.
39.

Vygotsky mantiene su afirmación de que la adquisición del lenguaje permite el desarrollo en pleno
de las funciones psicológicas de la persona o del niño y esto se daría en un contexto de relación
social entre pares, es decir de un niño con otro. En otras palabras, la relación del lenguaje con el
medio es bidireccional, pues el entorno condiciona la adquisición del aprendizaje y la adquisición
del aprendizaje condiciona la relación del individuo con ese entorno. Un ejemplo claro de lo
anterior, lo encontramos en la situación que viven los niños y las secuelas evidentemente
presentes en muchos de los adultos de la comunidad sorda; muchos de los niños sordos nacen en
familias oyentes y por ende la estimulación temprana del lenguaje se ve afectada en cuanto a la
lengua que maneja el contexto, pues habitualmente la familia oyente no esta preparada para
recibir un niño sordo y no saben la lengua de señas; Sánchez, C. (2015) es un experto en este tema
y ha escrito ampliamente sobre ello, y refiere: “son los sonidos de una lengua los que activan el
mecanismo del lenguaje en todo pichón de humano. De ninguna manera cualquier sonido, y ni
siquiera esos mismos sonidos si le llegan en forma aislada o arbitrariamente secuenciados.” En este
orden de ideas, los niños sordos no reciben una lengua completa que ayude a desarrollar su
lenguaje, sino que reciben algunos trozos que afectan su desarrollo cognitivo en pleno.

2. Por otra parte, existen casos de niños que han crecido sin el más mínimo contacto con alguna
lengua humana, pues su ambiente estaba lejos de toda civilización humana; mencionaremos
algunos ejemplos de los denominados “niños salvajes”: Víctor de Aveyron (1799) – “Los doctores
de la época pensaron que el muchacho sufría retraso mental al no entender ni responder al
lenguaje”. Genie (1950) – “Este caso es uno de los mas conocidos en el estado de California, fue
encerrada por su padre en una habitación de pequeñas dimensiones y creció atada a una silla
durante el día y enjaulada durante la noche desde los veinte meses hasta los trece años.”
Shum, G. (1988). La influencia del contexto de la interacción en la adquisición del lenguaje.
Infancia y aprendizaje, 43, 37-53. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/48308.pdf

Bruner, J. (1964). Desarrollo cognitivo y educación. Selección de textos por J. Palacios. Recuperado
de: http://www.terras.edu.ar/biblioteca/1/CRRM_Bruner_Unidad4.pdf

Vygotsky, L. (1973). Pensamiento y lenguaje. Buenos aires: La Pléyade. Recuperado de:


https://books.google.com.co/books/about/Pensamiento_y_habla.html?
id=wx4dIQhkOUsC&printsec=frontcover&source=kp_read_button&redir_esc=y#v=onepage&q&f=f
alse

Castillero, O. (s.f). Niños salvajes: infancias sin contacto con la humanidad. Recuperado de:
https://psicologiaymente.com/desarrollo/ninos-salvajes

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