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Editor
Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle
Vicerretorado de Investigación

© Tips de Investigación
Edición especial Nº 3
Febrero - 2012

Responsable de la Edición:
Vicerrector de Investigación
Dr. José E. Campos Dávila
Asistente Académico
Dr. Roberto Marroquín Peña

Diseño y diagramación
Luis Elguera Villamil
Ingrid Flores Avalos

Corrector de estilo
Yonnhy Prado Poma

500 ejemplares

Impreso en los talleres gráficos de la Editorial Universitaria de la Universidad
Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle.
Av. Enrique Guzmán y Valle s/n La Cantuta - Chosica
Teléf.: 313-3700, Anexo: 223 - 224
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

ALEJANDRO DEUSTUA
ESCARZA
Nació en Huancayo el
22 de marzo de 1849. Sus
estudios de educación pri-
maria los realizó en diversas
escuelas particulares y los
de educación secundaria en
el Colegio Nacional Nuestra
Señora de Guadalupe.

Ingresó a la Universi-
dad Nacional Mayor de San
Marcos para estudiar en las
facultades de Letras y Juris-
prudencia graduándose de
bachiller, licenciado y doctor
en ambas facultades y reci-
biéndose de abogado en esta última facultad. Fue incorporado a
la facultad de Letras como catedrático adjunto del curso Literatura
General y Estética, años más tarde se hace cargo de las cátedras de
historia del arte y filosofía subjetiva.

Fue decano de la Facultad de Filosofía y Letras de 1915


a 1919 y rector de la Universidad Nacional de San Marcos de
1928 a 1930.

En 1895 fue director general del Ministerio de Justicia, Culto


e Instrucción Pública y se le encargó que viaje a Francia, España,
Suiza e Italia para estudiar los métodos aplicados en los centros
de enseñanza primaria y secundaria. De vuelta al país fue elegido
senador por Lima, pero prefirió abstenerse de participar en las
tareas legislativas. Incorporado al Consejo Superior de Instrucción

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

Pública como delegado de la facultad de Letras, propuso un plan


de reforma de la educación secundaria que no fue adecuadamente
interpretado. En 1909, al ser designado ministro plenipotenciario
ante la Santa Sede, se le encargó hacer observaciones sobre los
sistemas europeos de educación. Alejandro Deustua murió el 6 de
agosto de 1945 a los 96 años de edad.

Entre sus principales publicaciones tenemos: El problema nacio-


nal de la educación, Apuntes sobre la enseñanza secundaria, La cultura
superior en Italia, A propósito de un cuestionario sobre la reforma de la
ley de instrucción, La reforma de la segunda enseñanza, Las ideas de orden
y de libertad en la historia del pensamiento humano, Estética aplicada,
Lo bello en el arte, Cultura política, La cultura nacional, Los sistemas de
moral y la estética de José Vasconcelos.

PENSAMIENTO PEDAGÓGICO

La idea central de su concepción pedagógica se deriva de la


relación entre el proceso pedagógico y la axiología, señala que el
problema educativo depende del tratamiento que se dé al proble-
ma moral, pues allí es donde se empieza a distinguir lo bueno y lo
malo y se determina la verdadera jerarquía de los valores; debiendo
el hombre como un espíritu libre tender a lo mejor de sí, al valor.
Para él, la educación tiene por fin disciplinar las energías humanas
como un medio de llegar a un estado en que la felicidad individual
se concilie, en el más alto grado, con la felicidad pública. Así se
consigue el progreso nacional, engendrado en condiciones reales,
que determinan las etapas del progreso.

Deustua define la felicidad partiendo de dos supuestos que


el «bien es un estado durable del sentimiento de placer y al cual
no se llega por el reposo, sino por la actividad incesante; y que lo
mejor que podemos concebir es un progreso, en el que cada paso
sea sentido como un bien, porque pone nuestra fuerza en movi-
miento, sin exigir de ellas más que lo que ellas pueden ofrecer».

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

En este sentido, sostiene que es deber de los gobiernos garan-


tizar el derecho de cada uno hasta donde lo permita el derecho
ajeno y el progreso colectivo, teniendo en cuenta los datos de este
problema, estudiarlos con espíritu informado en la ciencia abstracta
y en la experiencia nacional. Y por eso afirma, «los gobiernos no
se han interrogado (...) sobre la fórmula de la felicidad nacional
que debe elaborar la voluntad peruana dirigida por una discipli-
na adecuada. No se ha preguntado en qué debe consistir nuestra
cultura, cuáles deben ser su extensión y sus formas, de qué modo
necesitan influir sobre la felicidad del pueblo, cuál es el tipo que
debe perseguir la sociedad peruana, qué elementos deben entrar
en su composición y qué recursos convienen adquirir y aplicar a
favor de ese ideal de felicidad».

Pero, ¿cómo alcanzar esta felicidad? Deustua plantea el pro-


blema y opone el camino espiritual al camino material. Se trata
antes que nada de un enriquecimiento espiritual, ya que lo material
conduce inevitablemente al egoísmo, porque, además, en última
instancia el carácter de la crisis social del Perú está definido, para
él, en la falta de moralidad de sus hombres y en especial de sus
gobernantes. Cuando los hombres de gobierno hayan alcanzado el
grado de cultura moral, el Perú se habrá salvado, aún cuando sub-
sistan conflictos económicos e internacionales, porque la reacción
del espíritu ofrecerá la solución con prontitud y acierto.

El mal de la educación, según Deustua, no está en la masa


popular, sino en la clase dirigente; no está en las funciones vege-
tativas del organismo nacional, sino en las funciones directivas
principalmente: no es la riqueza lo que nos hace falta, ni la cultura
en la masa obrera. El planteamiento de la cultura debe resolverse
no en la educación popular, sino más bien en la educación superior,
en la moralidad de las clases dirigentes, en la educación selecta
de esas clases. De aquí se desprende su tesis esencial de buscar
una educación elitista para los gobernantes y no para las masas
populares.

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

Esta educación para la clase dirigente fue para Deustua la


tarea esencial de la educación, lógicamente, las masas populares y
los indígenas del país nada tenían que ver con la «aristocracia del
sentimiento», al respecto dice:«¿Qué influencias podrá tener sobre
esos seres (los indígenas) que sólo poseen la forma humana, las
escuela primarias más elementales? ¿Para qué aprenderán a leer
y escribir la geografía y la historia, y otras tantas cosas, los que no
son personas todavía, los que no saben vivir como personas, los
que no han llegado a establecer una diferencia profunda con los
animales, ni tener un sentimiento de dignidad humana, principio
de toda cultura? ¿Por qué habrían de ser felices, con esas ideas, que
los más no podrán hacer uso en su vida, extraña a la civilización y
de que algunos podrían hacer uso contra sus semejantes?». Estas
líneas evidencian el aristocratismo y el espíritu más conservador y
reaccionario del pensamiento de Deustua, son la base del idealismo
obsoleto que desarrollaron los que tuvieron el poder y el gobierno
en el siglo XX.

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

EL PROBLEMA PEDAGÓGICO
NACIONAL
Alejandro Deustua

I. FALSA CONSIDERACIÓN DE ESTE PROBLEMA

Aunque la situación azarosa por la cual atravesamos no sea


la más favorable para discutir este problema que demanda, para
su acertada solución el concurso sincero de todas las voluntades
y la aplicación de las fuerzas más enérgicas, más sanas y mejor
preparadas del país, no obstante, creemos que no es tiempo ab-
solutamente perdido dedicarle algunas reflexiones, siquiera sea
para colocar esa discusión en un terreno más elevado del que se le
sitúa por los que circunscriben las cuestiones pedagógicas dentro
de los límites estrechos de la ciencia de enseñar, prescindiendo
de su aspecto sociológico, de su íntima relación con los intereses
morales, religiosos, económicos y políticos, que están involucra-
dos en el problema pedagógico, el más amplio, el más complejo,
el más profundo y por lo mismo el más arduo y más difícil de los
problemas nacionales.

Importa mucho, en nuestro concepto, que se aprecie en toda su


magnitud y trascendencia este problema; no sólo para despertar o
avivar el sentimiento de simpatía que inspira, sino principalmente,
con el objeto de evitar los peligros derivados de un estudio superfi-
cial o con tendencias exclusivistas, que conduzcan a la adopción de
reformas, sin una base sólida, construida sobre la experiencia nacio-
nal; reformas que en la práctica, resultan inaplicables, sea porque se
olvidan o desconocen resistencias invencibles, que las hacen fracasar,
sea porque introducen modificaciones parciales, obedeciendo a fines
secundarios y no a un concepto sintético de la cultura nacional, sea
porque se elaboran sin otros medios que los postulados de la peda-
gogía y las invenciones de una imaginación fantástica.

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

En todos los problemas y con mucha mayor razón en el pe-


dagógico, los estímulos del sentimiento crean poderosos intere-
ses rivales, que pugnan por dirigir movimiento de la vida en un
sentido favorable a esos intereses, los que, en el fondo, son los del
egoísmo, consciente o inconsciente, pero que defiende siempre sus
posiciones y favorece sus conquistas con un arsenal más o menos
rico de argumentos sacados del bien público.

Deber de los que gobiernan y tiene por misión garantizar el


derecho de cada uno hasta donde lo permiten el derecho ajeno y
el progreso de la colectividad, es tener en cuenta todos los datos
de este problema, estudiarlos, profundamente, con espíritu bien
informado en la ciencia abstracta y en la experiencia nacional y sin
esos frívolos anhelos de originalidad, que alejan el concursos de los
más y precipitan las soluciones por el afán de cosechar aplausos.

Proceder de otro modo, conformarse con las ideas recogidas


al paso o sugeridas en unas pocas horas de conversación con los
especialistas; tomar por tipo la práctica escolar en un período
reducido y en una región más o menos adelantada; reformar con
esos elementos, sin adquirir antes un concepto claro del progreso
nacional y de la felicidad del ciudadano, que sirvan de objetivo y
de orientación, es no medir toda la importancia de esa labor gu-
bernativa y hacer tentativas de los más funestos efectos.Y así han
procedido sin embargo nuestros gobiernos, sin excepción.

Por ignorancia de nuestro Estado y de nuestras necesidades,


por la inercia característica de nuestra raza para estudios serios y
profundos, por la falta de espíritu científico en nuestros hombres
públicos, por ese amor a las analogías e imitaciones nacido de las
causas anteriores, por esa frivolidad de carácter, que nos hace vivir
de las apariencias; en una palabra, por la falta de educación en nues-
tras clases dirigentes, nada se ha hecho hasta hoy que signifique
un plan de materia tan grave y de la cual depende exclusivamente
la felicidad nacional.

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

El único esfuerzo, con propósitos de gran alcance, que se in-


tentó durante el gobierno de Don Manuel Pardo, no tuvo por base
sino analogías e imitaciones. Con el mismo criterio apriorista con
que se plantean y resuelven los problemas económicos y políticos,
se organizó la instrucción pública entre nosotros, partiendo de
estos dos hechos falsos: que somos idénticos a los franceses y que
podemos realizar nuestra cultura por los mismos medios. Dando
al traste con las particularidades del individuo y las condiciones
históricas y geográficas del Perú; admitiendo como verdad incon-
clusa la universalidad de la ciencia y la eficacia de sus moldes para
cambiar la naturaleza de los hombres, como si fuesen entidades
abstractas, colocadas en el vacío, se hizo entonces lo que se ha hecho
siempre entre nosotros; crear las leyes para engendrar las costum-
bres, establecer las formas rígidas de instituciones perfeccionadas
idealmente, para encajar en ellas la materia, el contenido, como se
meten las monedas dentro de un cofre.

Ni en esa época, ni antes, ni después, se han interrogado los


gobiernos sobre la fórmula de la felicidad nacional, que debe ela-
borar la voluntad peruana, dirigida por una disciplina adecuada.
No se han preguntado en qué debe consistir nuestra cultura, cuáles
deben ser su extensión y sus formas, de qué modo necesitan influir
sobre la felicidad del pueblo, cuál es el tipo que debe perseguir la
sociedad peruana, qué elementos deben entrar en su composición
y qué recursos conviene adquirir y aplicar a favor de ese ideal de
felicidad.

Estos tópicos debieron ser estudiados antes de lanzarnos, en


nuestra juventud, por senderos artificiales, en los que no llegamos
a adquirir el conocimiento de lo que somos, ni de lo que valemos,
para formarnos el criterio claro de lo que debemos ser y guiar nues-
tra actividad en medio de los obstáculos que la realidad nos ofrece
por todas partes y con los cuales tropezamos a cada paso, como si
fuésemos ciegos o desatentos, como si estuviésemos guiados por
un sentimiento infernal contrario a nuestra propia conservación.

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

¿Por qué no se ha estudiado? Ya lo hemos dicho: por ignoran-


cia, por pereza, por falta de educación, por falta de carácter, por
ese anhelo de producir como producen los tísicos, por la absorción
de los intereses políticos, que condenan a los gobiernos a una
debilidad incurable y les imponen una conducta de contempori-
zación con el abuso, sacrificio a la necesidad de una paz visible
las exigencias de una armonía interior, sin la cual todo progreso,
toda felicidad son imposibles.

De allí esas vacilaciones de los caudillos para pronunciarse


franca y decididamente sobre una forma determinada de cultura,
el silencio que guardan sobre ese problema algunos candidatos al
gobierno de la República y las promesas ilusorias que otros hacen
para halagar su vanidad y mantener su adhesión.

La democracia pide a gritos escuelas para el pueblo, arrojando


ese dardo a las clases aristocráticas que gobiernan; y éstas envían al
Congreso proyectos ofreciendo esas escuelas para ganar simpatías
populares, sin que unos ni otros calculen la magnitud de la obra que
regenerara a nuestro pueblo por la educación, ni la practicabilidad
de ese medio, ni su eficacia, su oportunidad y sus resultados. El
objeto es mistificar al pueblo ofreciéndole una felicidad cierta, y
ese objeto se alcanza derramando unos cientos de miles en el seno
de nuestra sociedad con el título de dinero para las escuelas.

El procedimiento es simpático, fácil y seguro; deja las cosas de


educación en el mismo estado en que se encuentran pero permite a
los políticos de todos los partidos afianzar su popularidad. Además
¿quiénes podrían oponerse a ese derroche sin ser exhibidos como
enemigos del pueblo?, ¿quiénes tendrían interés en demostrar que esos
dineros se derrochan?, ¿quiénes podrían demostrarlo? y sobretodo,
¿quiénes se atreverían a sostener que no está allí, en la educación del
pueblo, sino más arriba, el origen de las calamidades públicas?

La verdad es que se necesita estar fuera de los partidos y no


tener ninguna ambición política para emprender esa demostración,

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

que, por otra parte, es ocasionada a grandes riesgos, porque lastima


intereses de la clase superior, capaces de reaccionar con un vigor
excesivo. En la lucha por la existencia los que viven del abuso son
invencibles en los países cuyos hombres no tienen una voluntad
dispuesta a corregirlos. Nadie quiere combatir a los que abusan,
porque, en cierto modo, existe una complicidad solidaria, en la cual
cada uno tiene su parte proporcional y se corre el peligro de sufrir
de rebote las censuras o de herir a los amigos y correligionarios,
cosa imposible en nuestro orden político.

Vivimos así encadenados por una necesidad de transigir con el


mal, sin poder salir de esa esclavitud, porque las nuevas generacio-
nes siguen el ejemplo de las anteriores y los nuevos gobiernos no
encuentran otro camino viable que el recorrido por sus antecesores.
No se suscitan nuevos gérmenes, ni se corrigen oportunamente los
que nacen a la vida con la herencia viciosa de nuestra raza. Esa
labor de preparación para una vida mejor, más adecuada a nuestras
condiciones sociológicas, no se inicia, ni se discute siquiera, porque
las exigencias del momento consume toda la atención de nuestros
hombres públicos, porque no se ha meditado con gravedad, sobre
las expectativas de nuestro porvenir, ni se han diseñado hasta hoy
esos ideales, que en otros países imprimen unidad al pensamiento
nacional y concentran toda la actividad de los mejores.

Pero nos parece que ya es tiempo de pensar en los peligros


que envuelve el abandono del problema más importante de la
vida nacional.

II. EL ESPECTÁCULO QUE OFRECE SU APLICACIÓN

Para que un concepto general de la educación pueda servir de


fundamento a una organización íntegra de la actividad pedagógica,
necesita descansar sobre un concepto claro y completo de la felici-
dad, no absoluto, sino relativo a nuestras condiciones especiales.
Toda la teoría de la cultura desarrollada por el eminente filósofo

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

Hoffding, parte de lo que entiende por bien y por felicidad. Y no


puede ser de otro modo; porque si la educación tiene por fin disci-
plinar las energías humanas, no lo hace sino como medio de llegar
a un estado en que la felicidad individual se concilie, en el más alto
grado, con la felicidad pública. Perseguir ese estado es perseguir
el progreso nacional; no en una forma abstracta e ideal, extraña
a las condiciones del momento, sino en la forma engendrada por
esas condiciones reales, cuya evolución debe marcar los momentos
sucesivos de nuestro progreso.

Por esa razón, lo que conviene, en primer término, es precisar


ese concepto de felicidad, partiendo de estas ideas: que el “bien
es un estado durable del sentimiento de placer y que no se llega a
ese estado por el reposo, sino por la actividad incesante”; “que la
felicidad es expansión y no reflexión”; “que lo mejor que podemos
concebir es un progreso, en el que cada paso sea sentido como un
bien; porque pone nuestras fuerzas en movimiento, sin exigir de
ellas más que lo que ellas pueden ofrecer”; “que la actividad deja
de ser un bien si extiende sin medida nuestras fuerzas, si las dis-
persa y las divide o si las aplica exclusivamente en una dirección,
a expensas de otras direcciones importantes”.

Cómo debe la cultura continuar y perfeccionar la evolución


natural sin extraviarse, sin sacrificar el porvenir, sin engendrar la
infelicidad, tal es el gravísimo problema de la educación, que no se
resuelve descendiendo a los detalles de la pedagogía clásica, para
imaginar organismos parciales que se acomoden, más o menos
perfectamente a los moldes de la ciencia.

Por eso es que debemos preguntarnos, antes de toda tentativa


aislada de organización, ¿en qué consiste nuestra felicidad? ¿Cómo
podemos alcanzarla sin esterilizar las fuerzas vivas del país en una
empresa superior a su capacidad, sin dispersarlas, ni ponerlas en
pugna recíproca? ¿Ese estado permanente del placer, ese bienestar
será el resultado de una vigorosa cultura material? ¿Seremos felices
con un rápido desarrollo de la riqueza física, adquirido por el con-

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

curso de propios y extraños, movidos por un poderoso sentimiento


egoísta, que dé predominio al criterio industrial sobre todo otro
criterio moral? ¿Debemos, al contrario, dar preferencia a la cultura
ideal, imponiendo a las industrias un desarrollo lento, que no en-
vuelva los gérmenes disociadores del egoísmo imperante? ¿Cabe
una conciliación entre esas dos direcciones extremas que salve el
principio de la libertad? ¿Cuál es la forma de esa conciliación? He
allí una serie de problemas complejísimos, que se relacionan con
los económicos, políticos y religiosos y que surgen luego que se
ahonda un poco el terreno para echar los cimientos de la educación
nacional; problemas que, sin duda, se consideran entre nosotros
como resueltos, cuando todos se preocupan casi exclusivamente
de la coronación del edificio.

Puede decirse que, de una manera inconsciente, por el atractivo


de la imitación y la fuerza de los acontecimientos, se ha resuelto
entre nosotros, después de la guerra con Chile, la cuestión de la
superioridad de la cultura material. El ejemplo de los norteame-
ricanos, la gigantesca prosperidad industrial de la Argentina, han
influido de un modo decisivo sobre el criterio de nuestros hom-
bres educados inspirando el convencimiento de que la felicidad,
el poder, la libertad dependen, sino exclusiva, principalmente, de
la expansión de las industrias, del crecimiento cuantitativo de la
nación.

Un concepto materialista de la felicidad impregna hace algu-


nos años la atmósfera en la cual vivimos, envenenándola más. El
ideal consiste en transformar al Perú en una nación como la Argen-
tina, con una capital llena de palacios y de hombres de todas las
nacionalidades, con una producción asombrosa y con un ejército
y una armada capaz de imponer a los adversarios.

El aparato de esa prosperidad material nos deslumbra, hasta el


punto de no apetecer otra cosa, ni siquiera el estudio de las fuerzas
disociadoras que se esconden bajo ese brillante ropaje. Hemos sido

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

ricos y derrochadores y sentimos la nostalgia de placeres corrup-


tores, adquiridos fácilmente y sin medida. Poco nos importa que
las corrientes de oro, que invaden nuestro suelo, traigan entre sus
aguas seductoras los gérmenes de esos conflictos que el socialismo
plantea en donde la riqueza súbita rompe el equilibrio moral. Cree-
mos en la omnipotencia del dinero, aún para comprar moralidad,
si fuese necesario ingerirla a los que se enriquecen y abandonan
como inútil fardo los escrúpulos de una conciencia honrada.

La autonomía de la especie, que constituye el núcleo social,


pierde su importancia en ese estado de espíritu. Somos débiles,
raquíticos, desequilibrados, heterogéneos ¿por qué no desaparecer,
se dice, ante la avalancha de una raza superior? ¿A qué esperar los
efectos lentos de una dirección unificadora, que modifique la na-
cionalidad y le conserve su autonomía psicológica? No; lo primero
es vivir, con vida intensa y expansiva; lo demás es perderse en un
idealismo humanitario, que puede servir de elemento al arte, pero
que no responde al fin práctico de la naturaleza.

Cuando se aprecia así la vida, no tiene la cultura otra significa-


ción que la económica; se debe desenvolver las energías humanas
con el único fin de aumentar la capacidad de adquirir riquezas
materiales; se calcula lo que vale un hombre como máquina social;
se mide el resultado de su actividad como factor en la producción
industrial y se plantea y resuelve el problema de la educación en un
sentido exclusivamente favorable a la instrucción popular. La ins-
trucción primaria eminentemente práctica, las escuelas industriales
y comerciales surgen como corolarios de ese criterio económico y
por todas partes penetra el utilitarismo como solución universal
desacreditando los ideales superiores.

Un examen atento de nuestra sociología actual descubre ese


estado de espíritu entre nosotros. Si no hemos llegado a erigir
expresamente como principios de cultura los postulados del egoís-
mo individual, esa es la tendencia de nuestras clases dirigentes,
pronunciadas en ese sentido.

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

El problema económico sirve de núcleo a las evoluciones de los


partidos, subordinando a sus imposiciones el problema político,
haciendo perder al religioso su influencia como característica de
la vida pública y trasladando a época muy remota las expectativas
del problema social.

Se tiene excesiva confianza en la extensión de nuestro territorio


y en la inmensidad de nuestras riquezas y se da libre curso a las so-
licitudes del bienestar físico, sin reflexionar que la cultura material,
por su tendencia a la producción de un vasto sistema de medios,
traspasa sus fines y engendra necesariamente la cuestión social, al
considerar la persona humana como simple medio de producción.

La cultura ideal, “la que consiste en el libre desarrollo del


pensamiento, de la imaginación y del sentimiento, aquélla en que
la personalidad es más que un medio, en que sus fuerzas propias
se ponen en juego sin una necesidad inmediata de emplearlas”, esa
cultura que tiene una relación más íntima con la persona humana;
en que el individuo no trabajó para sí solo, sino para la especie
entera, ha caído entre nosotros en descrédito con el incentivo de la
riqueza, el prestigio de las ciencias y la esterilidad de la enseñanza
universitaria aferrada a los más viejos moldes.

La sociedad ha llegado, al fin, a no comprender qué relación


tienen con las necesidades de la vida moderna esos principios
de la vieja enseñanza que el criterio positivista actual mira como
fantasmas, que salen, al comenzar el año escolar, de sus antiguas
tumbas, para volver a ellas después de los exámenes, sin inspirar
ningún sentimiento reformador en las almas juveniles, que llegan
a las alturas de la enseñanza superior, sin anhelos de penetrar en el
fondo de los conocimientos humanos y sin otra preocupación que
la de sufrir resignadas las mortificaciones de esa enseñanza, morti-
ficaciones a las que se asocia un criterio exclusivista, intolerante y
malsano, que excita la vanidad e imprime esa fuerza impulsiva a la
cual están expuestas las inteligencias acostumbradas a contemplar
con respeto una sola faz de las cosas de la realidad.

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

He allí el espectáculo que ofrece el problema de la educación


en el Perú. Por un lado, un concepto materialista de la felicidad na-
cional, que exalta la importancia de la cultura material, y, por otro
lado, una cultura ideal desprestigiada, sin atractivos que exciten
la necesidad de conocer e incapaz, por lo mismo de modificar esa
tendencia viciosa que llevará al país a la corrupción y a la ruina.

III. ESTE PROBLEMA NO LO RESUELVE LA ESCUELA


PRIMARIA

Así consideradas las condiciones del problema pedagógi-


co, ¿qué deberemos hacer? ¿Fomentarla instrucción primaria?
¿Reformar la instrucción superior? ¿Resolver aisladamente estos
problemas sin comprenderlos en una solución sincrética?

A juzgar por la iniciativa del gobierno, que responde a un


sentimiento nacional, lo primero que importa hacer es fomentar la
instrucción primaria. Se cree, que el origen de nuestra decadencia
está principalmente en el considerable número de analfabetos, y
tomando como analogía, lo que ha hecho la escuela norteamerica-
na, se concluye de este modo: “el día en que tengamos numerosas
escuelas el país se habrá salvado”; “el día en que podamos gastar
algunos millones en fomentar la instrucción primaria nos habre-
mos regenerado”.

¿En qué consiste esa regeneración y cómo podrán realizarla


nuestras escuelas? Eso no se discute; porque se establece como
indiscutible que la escuela ha operado esa regeneración en todas
partes y debe producir ese mismo efecto entre nosotros, dada la
unidad de la especie humana.

Y sin embargo, nada más digno de discusión que ese hecho


indiscutible; porque conviene saber, si por regeneración se entiende
solamente cierto grado de desarrollo intelectual, que permita al
hombre extender y perfeccionar el campo de sus ideas, dejando
los sentimientos a merced de esa cultura o si esa palabra tiene un

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

sentido más profundo y se refiere esencialmente a la disciplina


del sentimiento y de la voluntad. Comprendida la cultura en un
sentido intelectualista, es claro que las escuelas en el Perú, podrán,
enseñando las materias de un programa adecuado, llenar su mi-
sión. Todo quedará reducido a pagar maestros, edificar locales y
adquirir mobiliario conveniente.

Pero, ¿se habrá resuelto así el problema de la felicidad indivi-


dual y social? ¿Se llegará a ese fin por las ideas? Creemos firme-
mente que no. Al contrario, afirmamos que esa cultura intelectual
es nociva, si está al servicio de un egoísmo refractario a la disciplina
social. Las escuelas que no moralizan son focos de infección, y las
escuelas no moralizan si se contraen exclusivamente a la cultura
intelectual.

Los que no conocen la psicología del sentimiento en sus re-


laciones con las ideas y la voluntad, incurren en el grave error de
dar a las ideas un poder que no tienen sobre las acciones. Éstas se
encuentran a merced del sentimiento, que resiste con ventaja los
consejos de la razón.

Si la escuela debe moralizar, si la escuela debe contribuir a la


felicidad del individuo y de la sociedad, necesita educar el senti-
miento. ¿Y podrá conseguirse esto con las escuelas que se proyec-
tan? Nada autoriza a suponerlo; porque ni las escuelas modelos
surgen por encanto, ni es posible obtenerlas con la sola aplicación
de los recursos materiales.

La escuela educa, la escuela moraliza, la escuela civiliza, no


con maestros eruditos, ni con locales y mobiliarios completos; sino
mediante la acción del ejemplo y la influencia de las ideas morales,
operada por medios que hieran directamente el sentimiento. Ese es
el secreto de la eficacia de la escuela en los países que no son latinos
y que no están bajo la dirección religiosa del clero católico. Esa es
también la causa principal de la superioridad de las sociedades
regidas por un sentimiento religioso de libre examen.

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

Un pedagogista francés explica por esta causa el hecho sin-


gular, de que en los países protestantes la instrucción primaria
ha llegado a un alto grado de organización, mucho tiempo antes
que en aquellos en que predomina el culto católico. El protestante
tiene un libro de lectura, que necesita conocer muy bien y en el
cual busca durante toda su vida un consejo, una regla de conducta
o un consuelo, un principio de resignación, un estímulo para su
actividad en los momentos de desfallecimiento. Ese libro es la
Biblia, que aviva su deseo de saber, su necesidad de profundizar
la vida y conocerla en todos sus pliegues, que no lo aparta de la
realidad para desdeñarla y elevarlo a regiones celestiales, en que
los intereses humanos se disipan; sino que lo mantiene aquí, en
medio de las miserias de esta tierra y de sus grandes obstáculos
que necesita vencer. Ese libro le enseña que debe tener confianza
en sus propias fuerzas, que todo lo ha de esperar de su voluntad
bien rígida, que la providencia es fecunda para los buenos y activos
solamente, que los bienes de la naturaleza no son fines, sino medios
de expansión de la libertad humana, de esa libertad individual, de
ese sentimiento de independencia, rico tesoro de virtudes, legado
a esas razas, por una voluntad que se esconde en el origen de la
humanidad.

Todo eso le enseña la Biblia al protestante, porque todo eso se


lo explica y hace comprender el sacerdote y el maestro, edificando
su carácter, ese carácter severo, que se identifica con el deber y
que puede desafiar impunemente las asechanzas corruptoras de la
riqueza, ineficaces para detener su actividad, paralizarla y casi ex-
tinguirla, como se extingue en ese ideal del “fare niente”, aspiración
de la raza latina, cuya religión del reposo, se opone abiertamente
a esa religión del movimiento, que ha llegado a constituir ya un
peligro para la felicidad como lo es toda dirección exclusivista en
la solidaridad de las fuerzas que componen el universo.

La escuela norteamericana no es confesional ciertamente, pero


está envuelta en esa atmósfera de educación religiosa, característica

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

del pueblo sajón, de la que no ha podido escapar ni el catecismo,


con sus dogmas y su intransigencia forzado a amoldarse al espíritu
que informa la civilización yankee. “Lo que hay de verdaderamente
sorprendente, dice Weiler, es que el mismo catolicismo, al tocar el
suelo americano, haya experimentado las leyes de una especie de
evolución natural y que esta religión de dogmas absolutos, que
representa entre nosotros la forma ideal de despotismo ilustrado, se
haya transformado al soplo poderoso de la libertad”. La preocupa-
ción de la enseñanza religiosa no es la de formar santos, sino bravas
gentes, gentes honradas y valerosas; la doctrina fundamental del
padre Hecker es la de mejorar al hombre por la religión, antes de
hacerlo un santo, es la de utilizar inmediatamente los preceptos
religiosos en el mejoramiento individual y social de la humanidad;
es de a demostrar la utilidad de ser bueno; es hacer de la religión
una moral y no de la moral una religión; es realizar el ideal de ese
gran pueblo, en que el espíritu democrático informa el pensamiento
religioso yen que la noción del trabajo honrado, de la actividad
honesta, constituye la base sólida de toda su civilización.

No nos detendremos aquí en repetir lo que DemolinsRoutier,


Dugard, Boutmy, Spencer, Sergi, Weiler, Bazalgette y otros han
dicho sobre las causas que determinan la decadencia de la raza
latina y a superioridad de la sajona. Nuestro objeto al establecer
esta comparación es manifestar solamente que la eficacia de la
escuela norteamericana, no es el resultado exclusivo de los medios
exteriores de la pedagogía, sino de causas más profundas que to-
can la índole de la raza y se relacionan con la enseñanza religiosa.

Pensar, por consiguiente, que revistiendo a nuestras escuelas


del aparato que exhiben las norteamericanas, podremos llegar al
mismo fin, es incurrir en el error común en que incurre nuestro
criterio al imaginar que modificando las leyes operaremos sú-
bitamente el cambio de los hombres. Cierto es, que las nuevas
formas influyen en la dirección de las ideas e indirectamente
educan la voluntad, pero, ¿quiénes aplicarían aquí esas nuevas

19
TIPS DE INVESTIGACIÓN

formas? ¿nuestros maestros? ¿nuestro clero? ¿puede tenerse fe en


la misión civilizadora de esos factores? Es necesario cerrar los ojos
para tener esa fe.

Hay dos medios de salvar las dificultades de la vida: el uno


consiste en conocerlas en toda su magnitud y luchar contra ellas
arrostrando las consecuencias de la lucha y confiando en las
propias energías; el otro consiste en huir de esas dificultades y
en resignarse a las injusticias de este mundo, con la esperanza de
que en el otro se obtendrá una legítima compensación. El primer
medio de civilización caracteriza a la raza sajona; el segundo a la
latina y con especialidad a los pueblos debilitados por la acción
del medio físico y social. Nosotros nos encontramos entre estos
últimos; nada debemos esperar de la influencia educadora de los
que emplean ese segundo medio.

Pero suponiendo que con los escasísimos recursos fiscales


de que disponemos podemos obtener esas escuelas educadoras,
¿tendrán sus resultados la importancia que se les atribuye? ¿Has-
ta dónde alcanzarán los rayos de esos focos de luz? Es preciso
conocer la condición de los pobladores del Perú, ni la extensión y
dificultades del territorio, ni el costo de los medios aplicables a la
enseñanza primaria para hacerse ilusiones sobre la importancia
de esos resultados.

La población del Perú, puede dividirse, por razón de su cultura


en cuatro grupos: habitantes de las punas y caseríos, poblaciones de
la sierra que están en constante comunicación con las capitales de
departamentos, población de estas capitales y población de Lima.

Respecto al primer grupo, puede decirse que carece de toda


cultura, que no solo no la tiene, sino que le falta la condición
primera para poseerla, el interés de saber. Sin noción del vínculo
de nacionalidad; sin experimentar ninguna emoción que le haga
comprender que esta patria, es su patria, que este suelo le perte-
nece, que la sociedad está constituida para su progreso, que las

20
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

autoridades tienen la misión de protegerlo; sin poder calcular


siquiera, que en medio de hostilidades que lo rodean por todas
partes, pueda adquirir otra felicidad diferente del reposo, vive sin
interés alguno bajo el imperio exclusivo de las necesidades mate-
riales, que satisface como las bestias, que son sus únicos modelos,
y peor que la bestias cuando las excitaciones del alcohol avivan la
brutalidad de sus instintos sin disciplina.

¿Qué influencia podrá tener sobre estos seres, que sólo poseen
la forma humana, las escuelas primarias más elementales? ¿Para
qué aprenderán a leer, escribir y contar, la geografía y la historia
y tantas otras cosas, los que no son personas todavía, los que no
saben vivir como personas, los que no han llegado a establecer una
diferencia profunda con los animales, ni tener ese sentimiento de
dignidad humana principio de toda cultura? ¿Porqué habrían de
ser más felices, con esas ideas, que los más no podrán aplicar en
su vida extraña a la civilización y de que algunos podrían hace
uso contra sus semejantes? Sólo un concepto intelectualista de la
civilización puede concebir la felicidad en esas condiciones.

No. Lo que esos desgraciados necesitan es, ante todo y sobre


todo librarse de la tiranía implacable de sus amos; lo que necesitan
es vivir con higiene y conocer los mejores medios de sacar de la
tierra los frutos que ella ofrece a los que saben trabajar. Corregir sus
acciones con modelos es el único medio de civilizarlos y hacerlos
menos infelices. Pero ¡cuánto tiempo y cuánto dinero y cuánto
esfuerzo se necesita para esa labor! Abruma el calcularlo. Somos
todavía muy pobres para llevar a cabo esa misión civilizadora, que
grandes naciones apenas han podido iniciar.

La escuela demanda una población menos inculta, menos


dispersa que la de los caseríos; debe establecerse en un ambiente
favorable cuando menos a su mantenimiento; pero esa circuns-
tancia no puede determinarse a priori, sino después del estudio
de cada localidad, y aún determinada, tropieza con la carencia del
maestro y con la deficiencia de los recursos.

21
TIPS DE INVESTIGACIÓN

No conocemos, ni estamos en aptitud de conocer, las condicio-


nes de las capitales de distrito; pero no sería aventurado asegurar
que no existen allí los elementos necesarios para una escuela;
maestro, población escolar adaptable, recursos pecuniarios para
la conservación de la escuela y su fomento. Afirmar que todo eso
existe en dichos parajes seria afirmar un alto grado de progreso
pedagógico en el país, que no tienen las capitales de departamento,
ni aún la capital de la República.

Con los escasos recursos de que disponemos, apenas será posi-


ble organizar la instrucción primaria en Lima y en algunas capitales
de departamento. Así circunscrito el radio de la buena escuela, ¿cómo
esperar que su influencia en la República opere un movimiento
sensible de progreso en la cultura popular, en pocos años?

Los que sin experiencia ni estudio, atribuyen milagrosas evo-


luciones a la cultura popular, mediante la escuela, aceptan, sin dis-
cernimientos, aforismos generalizados por la incipiente sociología
de las viejas tradiciones, sin calcular cuán grande y cuán estériles
han sido los esfuerzos de naciones poderosas para llegar, por ese
medio, a la realización de la verdadera fórmula del progreso social.

Se ha creído ver en toda escuela una generadora de amor al


trabajo y, en todo trabajo, una fuente de moralidad y de bienestar,
consecuencias arbitrarias, porque el sentimiento de actividad,
que impulsa al ejercicio de las energías humanas, no es un efecto
necesario de cierto grado de conocimiento de las cosas, ni todo
trabajo es moralizador, aún cuando no caiga dentro de los límites
de la delincuencia. Repetimos, que es un grave error hacer de-
pender la acción principalmente del desarrollo del pensamiento y
subordinar el problema moral al económico. La acción no arranca
del sentimiento educado es una acción disociadora; el trabajo que
no descansa sobre una moralidad física y bien orientada es un
trabajo ocasionado a la avaricia, a la tiranía o a la disipación de
las energías morales.

22
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

Y luego, ¿por qué preocuparnos principalmente de la edu-


cación popular? ¿Acaso el pueblo que se mueve con lentitud en
nuestras más bajas capas sociales, es el autor de todas esas ini-
quidades que son otros tantos abismos en nuestra historia patria?
¿Podría decirse cómo ha influido, con su falta de cultura, en el
estancamiento o la regresión de la vida colectiva? Nuestro pueblo
es de una mansedumbre excepcional, su nivel de moralidad no
provoca alarma, sino más bien sentimiento de piedad; con una
docilidad ejemplar, derivada de su inconsciencia o de su resigna-
ción, sufre cuantas imposiciones decretan las clases superiores en
el juego de sus intereses políticos y económicos; paga los impuestos
creados para fines que no llega a comprender, se deja arrastrar
por los gamonales al campo del trabajo y allí hace producir a la
agricultura y a la minería cuanto es permitido que produzca en las
condiciones creadas por sus amos; enrolando a la viva fuerza en
las multitudes que secundan los propósitos de los caudillos. Rinde
la vida, después de ejecutar cuantas acciones les impone nuestra
disciplina militar. ¿Qué más se le puede pedir?

Si esa acción ha carecido de fecundidad no ha sido por culpa


suya. El pueblo no ha tenido participación en nuestros escandalosos
derroches; no ha sido factor sino víctima, de las rivalidades de los
partidos; ha devuelto en beneficios mucho más de lo que se podía es-
perar de él; su reacción de abajo arriba ha sido más poderosa siempre
que la acción de arriba abajo; como factor económico ha conservado
un límite de bienestar que no ha llegado jamás a la miseria terrible
de otros países; y si ha olvidado sus hábitos de frugalidad con la
embriaguez; si trabaja sin entusiasmo y sin el ideal de un bienestar
físico superior; si no ha ganado en disciplina, ha sido porque la ac-
ción de arriba abajo le ha infiltrado ese vicio, le ha arrebatado todo
interés por ese bienestar y lo ha corrompido con el ejemplo de las
malas administraciones y de las disensiones intestinas.

No. Es cerrar los ojos, es huir de una responsabilidad que salta


en la conciencia, es mentir por cobardía el imputar a la carencia

23
TIPS DE INVESTIGACIÓN

de cultura de las clases populares la causa de nuestras miserias


morales, económicas y políticas. La causa no está allí y por eso la
escuela no la tocará para reformarla. La escuela favorecerá el pro-
greso económico del país; pero los que en otro tiempo derrocharon
las riquezas providenciales del Perú, derrocharán mañana el fruto
del trabajo popular incrementado por la escuela.

IV. LA SOLUCIÓN ESTÁ EN LA CULTURA SUPERIOR

El mal no está pues en la base, sino en la altura; no está en las


funciones vegetativas del organismo nacional, sino en las funciones
directivas principalmente. El problema capital de la cultura no debe
plantearse por lo mismo, en los límites de la educación popular,
sino dentro de las exigencias de la educación superior. No es ri-
queza lo que nos hace falta; no es población; no es energía física
y belleza en nuestros pobladores; no es cultura en la masa obrera.
Lo que nos hace falta es dirección, es moralidad en las clases diri-
gentes, es educación selecta en esas clases; en una palabra, es una
aristocracia del sentimiento lo que no existe allí arriba, en donde
el egoísmo fábrica hoy los dardos con que se atacan los partidos.

Seamos francos y valerosos alguna vez. Confesemos que ese


pobre pueblo, al que se le adula en los períodos de crisis y se le
calumnia siempre, no ha sido bien dirigido jamás, a causa de
concupiscencia de los políticos. La falta de educación superior, el
abandono creciente de sus sagrados intereses, el mercantilismo del
criterio dominante en los hombres, la invasión cada día mayor de
las cimas por naturaleza vulgares, las facilidades de ascenso dadas
a la mediocridad por los colegios y las universidades y el estímulo
del ejemplo ofrecido por nuestra política, en la cual no entra como
factor apreciable la moralidad de los ciudadanos; todo eso y algo
más nos mantiene clavados a esta rueda de nuestro destino, cuyo
eje no cambia de lugar, presentado el espectáculo, desesperante
ya de una repetición de hombre y cosas, con diferentes nombre y
diferentes disfraces.

24
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

Confesemos que el problema de la educación es muy grave, gra-


vísimo y que no se resuelve, elaborando proyectos como los remitidos
al Congreso para probar que el gobierno tiene también iniciativa en
esa materia y arrancar aplausos que prestigien su influencia en el país.

En resumen, ese problema comprende dos cuestiones que de-


ben plantearse así ¿Cómo se realizará la educación ideal de nuestras
clases dirigentes, a fin de concentrar en esa categoría, naturalezas
morales superiores a los mezquinos intereses del egoísmo, capaces
de trabajar, por la prosperidad nacional y de encauzar la actividad
popular, despertar sus energías, garantizar su libre expansión y
hacerla colaborar en la felicidad pública? ¿Quiénes realizarán esa
forma de educación superior?

La primera cuestión no es difícil de resolver. Los colegios y


las universidades tienen esa elevada misión. Una severa discipli-
na en unos y otros; una enseñanza con fin educador, un espíritu
crítico y libre de prejuicios en el aprendizaje, una comunicación
incesante entre el profesor y el alumno, el entusiasmo del primer
comunicando al segundo, su ejemplo como hombre de ciencia y
de rectitud en la vida intelectual y práctica, la adaptación de todos
los medios modernos de enseñanza, la más perfecta solidaridad
entre los buenos y los aptos, el rechazo inflexible de los malos e
ineptos; estos medios, unidos a los que ofrece la experiencia de
otros países modelos, producirían, al cabo de algún tiempo de
esfuerzos perseverantes, esos hombres de gobierno que el Perú
no ha podido formar hasta hoy.

La vida intelectual adquiriría la animación y el interés de que


carece; los colegios y universidades serían centros de selección
fecunda; los dictados de la ciencia y de la experiencia brillarían
en los actos oficiales; el problema de la cultura popular tendría
en todas partes colaboradores eficaces: la sanción comenzaría a
instalarse como sentimiento estable en las conciencias y surgiría
el Perú nuevo como ha surgido el Japón nuevo por la cultura de
sus clases superiores.

25
TIPS DE INVESTIGACIÓN

Pero, ¿quiénes llevarían a cabo esta reorganización? He allí


lo que es difícil de responder; porque esta pregunta entraña un
círculo vicioso, que sólo acontecimientos inesperados son capaces
de destruir. Si los que dirigen el país carecen de esa cultura moral
superior, ¿cómo pueden engendrarla?, ¿cómo pueden operar una
reforma que conspira directamente contra sus intereses?, ¿cómo
pueden sustituir, de improviso, un estado de espíritu, penetrado
de egoísmo, con otro opuesto de altruismo, en el que germine
y se desarrolle esa armonía superior, condición esencial de esta
reforma de cultura?

Hay una contradicción insuperable entre esos términos. No se


pasa de un proceso moral a otro opuesto, sino por dos medios: o
muy lentamente, bajo la acción destructora que la Naturaleza ope-
ra, con fatalidad, sobre las masas sociales sin dirección, o en virtud
de un hecho casual, que produce una desviación en el sentimiento
y encuentra energías preparada para reaccionar contra el pasado.

El Perú no ha ofrecido hasta hoy ocasiones en que esa evo-


lución rápida pueda operarse. La época de don Manuel Pardo y
la primera administración del general Cáceres, que sucedieron a
dos crisis muy violentas, ofrecieron la oportunidad de un cambio
radical en la conciencia; pero ni uno ni otro tuvieron a su lado
hombres que aprovecharan de ese momento sicológico. Así como
la guerra con Chile reveló nuestra profunda desorganización, las
crisis políticas, que presidieron esos hombres públicos demostraron
una lamentable deficiencia en las fuerzas directivas del país. La
vieja tradición recobró pronto sus dominios y caímos más abajo
todavía, perdiendo entre las mortificaciones insoportables de la
pobreza, a la cual no estuvimos habituados, ese sentimiento de
altivez y de dignidad que lucía en la frente de los viejos políticos.
El problema económico se levantó avasallador, para obligarnos a
discutir, con las manos en los bolsillos, los más delicados intereses
de la patria.

26
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

El país no ha estado preparado nunca para esas crisis. Los


hombres de gobierno jamás se han preocupado de esa preparación.
En todas partes y siempre los gobierno han hecho de la formación
de una élite» el objetivo principal de sus mejores esfuerzos; no-
sotros hemos entregado la juventud selecta a manos inexpertas
o a voluntades sin fe, sin entusiasmo, que han concluido al fin,
por mecanizar su actividad, repitiéndola con la fuerza del hábito,
hasta convertir a nuestros colegios y universidades en espejos de
la vida antigua.

Hubo una época en que don Bartolomé Herrera y don José


Gálvez emprendieron esa labor de unificación del pensamiento y
de su orientación hacia determinados ideales; pero el talento y la
energía de esos hombres no aportó al país una línea de las viejas
tradiciones de la raza, que don Sebastián Lorente acentuó con su
enseñanza literaria y sus indiscretos halagos a la vanidad juvenil.

Después de esos ensayos infecundos o contraproducentes,


nada, nada se ha hecho para educar a los espíritus superiores de
nuestra sociedad, llamados tarde o temprano a regir al país.

El abandono ha ido agravándose año por año; no por respeto


a la libertad de la conciencia del discípulo, sino por inercia, por
la carencia de todo estímulo venido del gobierno. Los diplomas
no se expiden, como en las universidades norteamericanas, en
vista de un escrutinio de notas que resumen la vida moral del
estudiante; sino después de una demostración más o menos feliz
de la agilidad intelectual, que no explica siquiera el valor positivo
de la inteligencia del diplomado.

Así se asciende desde la escuela al colegio, desde el colegio


a la universidad, desde la universidad a las esferas del gobier-
no, llevando como único bagaje el conjunto de teorías, viejas las
más, inaplicables todas a nuestro país, aprendidas de memoria,
en libros escritos para sociedades que difieren profundamente
de la nuestra.

27
TIPS DE INVESTIGACIÓN

Esa es la vida universitaria de la República; vida en la que no


circula el fuego de ese sentimiento de solidaridad familiar, que
constituye el secreto de esas instituciones civilizadoras en naciones
menos infelices que la nuestra.

Pero, ¿por qué ese abandono? ¿Acaso no se conoce la tras-


cendencia y gravedad de este problema? ¿Acaso no se ve que los
mejores gobiernos se estrellan ante la insuficiencia de sus auxilia-
res? Sí se ve; se palpa esa insuficiencia; se contempla el provenir
pavoroso; pero el egoísmo de la raza puede más que esa visión. “El
que venga a atrás que arree”, eso dice el particular que consume
con todos sus esfuerzos, desdeñando los consejos de la previsión,
y eso mismo repite el hombre público, que rechaza cuanto significa
conquistas lejanas, de aquellas que no producen beneficios inme-
diatos, aplausos del momento, provechos personales de utilidad
tangible.

La vanidad, que es la forma más aguda y más estúpida del


egoísmo, sacrifica siempre el provenir al presente, y la vanidad es
la enfermedad predominante de nuestra raza.

Además, ¿para qué luchar, si contemporizando con los vicios


existentes, adulando a los más poderosos, respetando a todos en
la posesión de su presa, se puede vivir sin enemigos, con amigos
dispuestos al aplauso?, ¿para salvar a las generaciones que vie-
nen?, ¿para libertar al país de la brutal y destructora acción de la
naturaleza, que selecciona sin respetarlos sentimientos buenos, sin
preocuparse de las ideas de patria y de humanidad?, ¿pero quiénes
piensan hoy en esas cosas que el materialismo económico llama
fantasías de la imaginación? Y, sin embargo, es preciso pensar en
ellas y pensar pronto y profundamente, si no queremos ser presa
segura y fácil de los que se apoderen de nosotros con el bondadoso
título de civilizadores.

¡Los analfabetos! Esos infelices no deben preocuparnos tanto.


No es la ignorancia de las multitudes, sino la falsa sabiduría de los

28
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

directores lo que constituye la principal amenaza contra el progreso


nacional. No está, pues, abajo, sino arriba, muy arriba la solución
del problema de la felicidad común; está en la falta de preparación
especial de los hombres obligados a poseer una cultura superior.

Qué funciones debe realizar esa cultura, para que no se extra-


víe, para que no demande a las energías de nuestras clases superio-
res mayor esfuerzo del que puedan soportar para que no disperse
y esterilice esas energías, para que no se encamine en una sola
dirección a expensas de otras direcciones, para que así comprenda
las condiciones necesarias para elaborar la felicidad individual y
colectiva, eso es lo que debe responder el estudio sociológico de
la vida nacional; eso es lo que debe preocupar principalmente la
atención de nuestro gobierno y de todas las instituciones que se
encuentran al frente de la educación pública.

El problema quedará resuelto cuando nuestros colegios y


universidades formen hombres que “impregnados del espíritu
general de nuestro tiempo sean capaces de realizar ese espíritu en
los diferentes dominios de la nación”.

“El más grande peligro para la vida moral, dice Rauh, no viene
del egoísmo consciente del individuo sino del egoísmo colectivo
sancionado por las instituciones y los códigos que constituyen
nuestra atmósfera social”. Ese peligro existe aquí y subsistirá
mientras la educación superior continúe abandonada, sin unidad,
sin iniciativas y sin una finalidad clara y atrayente, que esté de-
terminada por el conocimiento profundo de la génesis de nuestra
vida social, de sus tendencias y aspiraciones, y sin una voluntad
directora que descubra el porvenir de la Nación, apartando con
mano firma las conveniencias estrechas de los partidos políticos.
Subsistirá cada día más grave, mientras los que tundan nuestras
instituciones y dictan nuestros colegios carezcan de esa educación
superior; porque los pueblos son los que quieren que sean sus
clases dirigentes.

29
TIPS DE INVESTIGACIÓN

V. REFORMAS QUE SE DEBEN ESTUDIAR

Es a esos espíritus a los que nos dirigimos proponiendo como


temas de sus estudios:
1° La reorganización de las instituciones gubernativas que pre-
side el movimiento pedagógico de la República.
2° La concentración de la enseñanza universitaria en Lima.
3° La formación de profesores de segunda enseñanza.
4° La reducción y centralización de los colegios de segunda en-
señanza.
5° La formación de inspectores que esparzan, por toda la Repúbli-
ca, las nuevas ideas y los nuevos procedimientos pedagógicos.
6° La importación de educadores extranjeros.
7° La educación de nuestra juventud en el extranjero.
8° Las pensiones y recompensas con que se estimule a inspectores
maestros, profesores y alumnos para obtener una selección de
todos ellos.
9° La formación de maestros de instrucción primaria adecuados
a nuestro país y el perfeccionamiento del personal docente
actual.
10° La formación y acrecentamiento de recursos pecuniarios para
el fomento de la educación pública en todas sus esferas.

Cuestiones son éstas que es preciso abordar, antes de descen-


der al detalle técnico de la organización escolar. Sin un personal
que prepare la educación de nuestras clases dirigentes, es perder
tiempo y dinero al acometer otras empresas, que suponen existente
esa base primera de organización.

En efecto, sin un órgano oficial, que consagre todas sus apti-


tudes al estudio de las condiciones en que debe ejercer el Estado

30
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

sus funciones en la educación; sin la obligada concurrencia en ese


ejercicio de todas las energías mejor preparadas para secundario
y hacerlo fecundo, es imposible dar un paso acertado y eficaz en
este orden; porque las felices iniciativas, hijas de la observación
constante y el estudio ilustrado, no se presentarán jamás en las
esferas del Gobierno y las que surjan al calor del interés privado
se perderán en el vacío de la inercia y de la ineptitud oficial.

Sin la debida organización de las instituciones directivas la


fantasía de los que gobiernan será el único instrumento de esta
obra de educación, que se desacredita con los fracasos y que seguirá
desacreditándose, porque la fantasía, que simplifica los obstáculos,
promete siempre mucho más de lo que es posible obtener y man-
tiene esa impaciencia por la adquisición de frutos prematuros, que
caracteriza a nuestros hombres cultos, en quienes el entusiasmo
por el éxito y la decepción por el fracaso apenas dejan espacio y
tiempo para la madura reflexión.

La falta de estudio serio y prolongado da origen a promesas


sin base, que aseguren siquiera su probabilidad de realización; y
la ausencia de colaboradores activos e inteligentes deja siempre en
el abandono las reformas prometidas, que llegan necesariamente
al desastre por ambas causas de deficiencia.

Por ellas, un ministro, el mejor preparado, será siempre im-


portante para llevar a la práctica sus ideas, aún cuando las presida
la experiencia y la meditación.

Al contrario, un ministro, sin esa preparación, podrá darse


cuenta de su labor, podrá orientarse con facilidad y fortificar
cuando menos el esfuerzo de sus antecesores, si a su alrededor se
encuentran datos exactos, abundantes y bien ordenados, que ex-
hiban, en cualquier momento, el cuadro de la enseñanza nacional
con los fenómenos más saltantes de su movimiento y las ideas más
generales sobre su origen, sus rumbos y sus posibles resultados.

31
TIPS DE INVESTIGACIÓN

Por eso se ha dicho, que la primera necesidad en esta materia,


es la de organizar el Ministerio de Instrucción Pública, de modo
que responda a las condiciones del problema que está llamada a
plantear y resolver en el porvenir.

Esta organización pondrá al servicio del Gobierno y del Con-


greso instrumentos adecuados en Lima y en toda la República,
que establezcan una corriente de ideas y acciones constantes
entre la actividad central, que necesita de materiales suminis-
trados por todas partes para elaborar sus preceptos, en forma
de decretos, resoluciones, reglamentos, leyes, instrucciones,
sanciones, etc., etc. y las demás actividades locales a donde irán
esos preceptos llevando en su seno el remedio o la medida de
progreso acertada.

Puestos al servicio del ramo, inspectores suficientemente


preparados para mantener esa provechosa y fecunda corriente, la
acción oficial será eficaz y práctica y responderá a los esfuerzos
del país en este orden.

Es esa una necesidad primordial. Cuando en 1883 Mr. Guizot


emprendió la reforma de la instrucción primaria en Francia, no se
le ocurrió encerrarse dentro de sus ideas y elucubraciones para
establecer los nuevos cimientos de esa institución, sino que lanzó
sobre el territorio quinientos hombres inteligentes que, con el título
de inspectores, llevaron a cabo un prolijo examen del estado de las
escuelas y de sus necesidades, esa que Loraín llamó battuegéne-
raledans les écoles y sobre cuyos resultados se dio la famosa ley
de ese año, que determina el punto de partida de la organización
sistemática de la instrucción primaria en ese país.

Pero con eso no se tendrá todo lo que se necesita, si las clases


superiores de la sociedad, lejos de colaborar en la acción del Gobier-
no, la desvían por ignorancia o se oponen a ella por interés egoísta.
No hay medida gubernativa que resista a esa oposición, en la cual
entran en juego los intereses políticos, los más importantes para el

32
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

Gobierno desgraciadamente. Que una reforma ponga en peligro


el lucro indebido de un gamonal, amigo del jefe del Estado o que
debilite su influencia, por lo menos, y al punto cede el interés na-
cional al bienestar individual, que en muchos casos, casi siempre,
cuenta con el apoyo de los que en las altas esferas presienten el
mismo peligro y previenen la amenaza.

Las iniciativas parlamentarias sobre instrucción pública llevan


en su seno ese sentimiento de prevención y defensa contra el que
no hay otro remedio que el de la educación superior de los jóvenes
llamados a ocupar más tarde esas esferas.

Ese mismo remedio importa, como dijimos, un círculo vicioso.


¿Cómo arrancar a esos jóvenes de esa escuela de egoísmo, si las
reformas que para ese objeto deben implantarse conspiran contra
el interés de los obligados reformadores? Salta a la vista que la
concentración de la enseñanza universitaria en Lima contribuirá
poderosamente a modificar el criterio de la juventud, impri-
miéndole altura, unidad y patriotismo y debilitando ese espíritu
lugareño, que constituye quizás el más serio obstáculo para el
progreso nacional.

Pero, ¿cómo llegar allí cuando la vanidad de ese provincialismo


sostendrá siempre las universidades menores que carecen absolu-
tamente de medios para esa educación superior? ¿Cómo convencer
a los representantes que conviene más a los departamentos educar
en la universidad de Lima, mediante becas, a los jóvenes más distin-
guidos de las provincias que acuden a las universidades menores?
Y sin embargo, es preciso llevar ese convencimiento al seno mismo
de los centros de oposición, hablando al interés privado en nombre
del patriotismo, que demanda con urgencia la formación de una
juventud selecta, que lleve después al gobierno los sentimientos e
ideas que el país reclama para arrancar la herencia funesta de un
pasado de oprobio.

33
TIPS DE INVESTIGACIÓN

La universidad no puede llenar ese fin, sino monopolizando


su disciplina aquí, donde el ojo de la opinión pública tiene una
visión más vigorosa de la realidad, donde la cultura tiene mayo-
res exigencias, en donde la crítica tiene algún poder, en donde se
sintetiza el espíritu nacional y los recursos de fomento y vigilancia
son más enérgicos y eficaces.

Centralizada la educación universitaria la condición del pro-


fesorado tendría que modificarse. No sería posible seguir consi-
derando con igual medida al que vegeta por falta de pudor o de
estímulo, y al que se esfuerza por cumplir su deber, excediéndose
siempre para sostener el espíritu de sus alumnos a la altura de los
progresos de la ciencia.

Las recompensas extraordinarias y la sanción moral, aún así


débil, como existe entre nosotros, harían descender a los incapa-
ces hasta eliminarlos y ascender a los mejores hasta asegurarles
una vida relativamente holgada, rodeada de consideraciones
morales, así la juventud tendría en la palabra y la conducta del
profesor un ejemplo viviente de un estado feliz, lejos de las con-
cupiscencias que promete, como ideales, ese materialismo de la
felicidad, sentida y juzgada con criterio económico, el único que
hoy se presenta ante los anhelos de nuestra juventud ávida de
riquezas y goces.

El profesorado facultativo y de la segunda enseñanza se for-


maría en esa atmósfera tranquila de la educación universitaria,
favorecida por la generosidad del poder público, sostenida por la
sanción del esfuerzo propio, purificada por el alejamiento de las
tempestades políticas y alentada por el concurso de todas la almas
de élite, dispuestas a recibir los gérmenes de una vida nueva.

¿Es todo esto pura ilusión? Lo será mientras hagamos polí-


tica de odio exclusivista, de venganza retrospectiva, de ambición
inescrupulosa.

34
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

Pero, ¿haremos siempre esa política, precipitando la disolu-


ción social y el advenimiento de una anarquía irremediable? No
lo creemos, no obstante el pesimismo de nuestras conclusiones.
Vendrá tarde el día de concordancia; pero vendrá, después de
una dura experiencia, que produzca, por reacción, el sentimien-
to de unidad estrecha y que hará brotar con espontaneidad, el
pensamiento de la centralización, que por ahora es una simple
halagüeña esperanza.

Sería una vanidad ridícula suponer que la universidad cen-


tralizada bastaría para la cultura superior de nuestros jóvenes
dentro de un medio saturado de influencias nocivas.

No son las ideas, sino las acciones, los ejemplos, los que dis-
ciplinan el espíritu, creando nuevas necesidades, restringiendo
tendencias atávicas, despertando y fomentado nuevas tendencias
y formando esos moldes del sentido común, que son objetivos
constantes de la actividad consciente. No es por lo mismo aquí,
bajo la dirección de maestros, herederos de las mismas condi-
ciones, en donde pueden operarse esos cambios radicales de la
manera de sentir, pensar y querer.

Es en medios adecuados, respirando otra atmósfera, contem-


plando otras costumbres y sufriendo otra disciplina en donde
puede conseguirse esas transformaciones. La vida superior del
Japón es un ejemplo.

Se impone, por esa razón, el envío a centros de cultura conve-


nientes, a nuestros jóvenes selectos, no como recompensa por su
conducta y por un móvil de beneficio particular, sino en previsión
de los bienes que esas almas más libres y mejor ordenadas pueden
producir después en la cultura nacional.

El país debe establecer esa corriente como medio general y


sistemático de educación, empleando sus riquezas y su solicitud
en el logro de sus incalculables buenos resultados.

35
TIPS DE INVESTIGACIÓN

La importación de educadores extranjeros no debe emplearse


sino como medio transitorio de reforma, que permita conocerlos
nuevos procedimientos empleados en los grandes centros de
cultura para la educación de la juventud; porque ese recurso será
siempre deficiente, desde que es imposible conseguir que natu-
ralezas adaptadas a medios tan diferentes al nuestro puedan en
breve tiempo penetrar nuestra naturaleza, darse cuenta exacta de
nuestro destino, conocer y sentir, como peruano, nuestras necesi-
dades y aspiraciones y conducir con acierto los espíritus jóvenes
por senderos adecuados a nuestro progreso, y además, porque
nuestros escasos recursos no bastan para ofrecer eminencias ex-
tranjeras atractivos tales que las decidan a abandonar su patria
para dedicarse a una empresa en la cual los conocimientos de otras
regiones no pueden suplir a los que sólo la experiencia directa y
muy prolongada puede ofrecer.

Los profesores extranjeros serán siempre excelentes auxiliares


de nuestra cultura; pero no llenarán jamás la misión de educado-
res con el acierto que pueden hacerlo nuestros jóvenes selectos,
después de una preparación provechosa en el extranjero; porque
en esto de educar hay cierta especie de adivinación, una intuición
directa del hombre del país, que sólo naturalezas análogas pueden
tener cuando a sus disposiciones nativas unen las adquiridas en
medios que amplían los horizontes de la vida e imprimen al alma
ese sentimiento elevado de serenidad que resiste los embates del
odio y encuentra esos vínculos de armonía, que escapan a los
criterios vulgares o a los que se han formado en el seno de consti-
tuciones sociales diferentes.

Esta cualidad es tanto más exigible, cuanto más elevada y


más comprensiva es la tarea del educador; porque a medida que
se asciende en la escala de la enseñanza, los educandos ofrecen un
espíritu más rico de ideas y de sentimiento más particularizado por
la dirección especial de los estudios y con relaciones más estrechas
con las condiciones del país en que deben ejercitar sus aptitudes

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

especializadas. En la infancia, en las bajas capas sociales, pre-


domina cierta generalidad, que hace más o menos idénticas
todas las naturalezas. Las diferencias apuntan y se acentúan
a medida que las fuerzas morales originarias se desarrollan,
combinándose con las demás del mundo externo y perfilando
la fisonomía nacional.

Por eso, mientras no sería difícil importar maestros, que


obtuviesen éxito feliz en la educación primaria, es muy difícil
obtener profesores, directores que lleguen al mismo resultado
en las esferas superiores de la enseñanza, en donde pueden
contrahacer nuestra naturaleza o dejar sin educación las ener-
gías morales de la juventud, preocupados exclusivamente de la
disciplina intelectual.

Punto es éste de los más delicados; porque si bien nos inte-


resa destruir los malos hábitos, para los que está predispuesta
nuestra naturaleza nos interesa también conservar la fuerza de
la adaptación de la raza, que no se adquiere sino con el hábito y
sin la que el criterio de la utilidad o del instinto del bien material
sufrirían grave desviación. Puede hacerse a este respecto la misma
comparación que la medicina hace entre los microbios buenos y
malos del organismo.

Es preciso que el remedio no destruya unos y otros, dejando


las fuerzas biológicas sin los instrumentos de su funcionamiento.
El ideal de la educación consiste en desarrollar las aptitudes inna-
tas de la raza y destruir sus vicios o deformaciones, ese ideal no
puede realizarlo sino el educador nacional ilustrado y patriota o
que llegue con el tiempo a identificarse con la nación y radicar en
ella todas sus más caras inspiraciones.

El incentivo del dinero o el amor a la gloria no son suficientes


para ese fin. Al contrario, a veces, conduce a la más deplorable
explotación del oficio de educador.

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

No nos parece necesario agregar una palabra más para demos-


trar la importancia capital que tiene en el problema de la educación,
aquí como en todas partes, la formación de una clase dirigente,
que sirva de fundamento a un sólido y constante progreso del
país. Sin esa base, toda tentativa para impulsarlo será contrapro-
ducente; porque, al fin, no será más que un movimiento operado
en las clases, dirigidas en provecho particular y momentáneo de
los directores, que desacreditará el régimen existente y llevará al
ánimo del público un sentimiento de incurable pesimismo.

No necesitamos acudir a ejemplos. Lo que pasa en el mundo


entero es la confirmación de esa verdad. En donde las clases su-
periores brillan por su virtud, los pueblos son felices y prósperos;
un sentimiento de rectitud, una intuición clara del porvenir lleva
hasta las últimas capas de la sociedad los beneficios que en otras
sociedades ofrece la caridad; se comprende y se siente el derecho
que todo hombre tiene a los medio físicos y morales de vivir y se
satisface ese derecho por patriotismo, por una inclinación irresisti-
ble del alma que, en una cultura elevada, experimenta una fruición
exquisita poniendo toda su actividad al servicio de los demás.

Cuando nuestros hombres de Gobierno hayan alcanzado ese


grado de cultura moral, el Perú se habrá salvado, aun cuando sub-
sistan conflictos económicos internacionales; porque la rectitud del
espíritu ofrecerá la solución con más prontitud y con más acierto
que el pensamiento sugestionado por la intriga o la violencia.

Deben convencerse de eso los que nos dirigen. La psicología


patológica llama infantilismo a la condición del hombre cuyo
carácter conserva la impulsión y la inestabilidad que presenta en
el niño, estado que generalmente existe unido a una imperfección
extrema del acto reflexivo y de la atención misma.

Ese síntoma de degeneración se presenta con más o menos


intensidad en nuestros hombres cultos. Convénzase de eso los

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VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN

que gobiernan y de que si no se detiene a tiempo ese movimiento


regresivo, seremos tarde o temprano, pasto de los que de fuera
nos traigan una naturaleza sana y bien educada.

Nada hemos hecho para purificar la conciencia nacional e in-


troducir en ella nuevos gérmenes. Después de vivir con la parálisis
del ideal ascético, durante la época del coloniaje, y atravesar el
período de la reacción con el régimen militar y el ideal guerrero,
hemos entrado en un periodo de hedonismo con el régimen civil,
no para agigantar la fuerza de la libertad, como lo hace el pueblo
yankee, que subordina el sentimiento a ese ideal superior, sino
para disolver esa fuerza empleando las riquezas ambicionadas con
delirio, en la satisfacción de los goces enervantes de la sensualidad
latina. Queremos ser ricos, a cualquier costa para encontrar en el
descanso la felicidad soñada del reposo absoluto.

Con ese concepto de la vida, que la educación universitaria


no ha procurado modificar jamás, este afán de progreso material
nos conducirá infaliblemente a la esclavitud, primero de nuestras
pasiones y después del poder absorbente que nos trae una civili-
zación abiertamente opuesta a la que nos sirve de modelo.

Convénzanse de esta verdad los que viven agitados con el


choque de menudos intereses. La salvación no surgirá de la vo-
luntad colectiva, que es la más deprimida, ni de la resurrección
de las energías primitivas del pueblo, que no las ha tenido, sino
de la creación científica de una nueva existencia, operada, como
aconseja Bazalgette a la Francia, por la inteligencia omnipotente de
un grupo de hombres, que tenga conciencia absoluta, profunda y
clara del estado del país y de los remedios que éste exige.

Y ese puñado de hombres no puede formarse sino en la edu-


cación universitaria, vivificada por el espíritu contemporáneo que
tiene por ideal la libertad y por instrumento el estudio directo de
la realidad vivida.

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TIPS DE INVESTIGACIÓN

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