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RESOLUCIONES JUDICIALES
Concepto
Las resoluciones judiciales son actos emanados del órgano jurisdiccional que se dictan
con el objeto de tramitar el proceso, decidir las cuestiones que se suscitan durante el
desarrollo, resolver el objeto principal de la causa y ejecutar lo decidido.
Clases
El CPCCN clasifica en tres categorías
1) Providencias simples: Se dictan sin previa sustanciación para responder a
pedidos de mero trámite o para disponer de oficio medidas instructorias y propias del
deber de dirección del proceso. Existen resoluciones que son dictadas sin vista o
traslado pero deciden algo que no es un acto de mero trámite, de instrucción ni de
simple dirección del proceso. Como las que resuelven un pedido de medida cautelar,
las que declaran de oficio la caducidad de la instancia, repelen in limine una demanda
por improponible, etc. Estas resoluciones no son providencias simples.
2) Las sentencias interlocutorias: Son las que resuelven un vinculo, una cuestión
plantada durante el desarrollo del proceso, que requirió sustanciación.
3) Las sentencias definitivas: Son las que ponen fin al pleito emitiendo juicio sobre
las cuestiones que constituyen el objeto principal de la causa.
Contenido
- Desarrolla motivación autosuficiente: Par alcanzar sus fines garantistas es
inevitable que sea auto suficiente, en el sentido de abastecerse, expresando
no solo las conclusiones decisivas, sino fundamentalmente, las razones en
que tales conclusiones se basan.
- Desarrollar motivación comprensible: Es presupuesto necesario para el control
sobre el ejercicio del poder jurisdiccional. Con lenguaje simple, siafono, y
sencillo, y nunca en términos enrevesados y difíciles ya que deben ser
accesibles, no solo a los abogados, sino también a las partes y a cualquier
persona de la cultura medida del lugar en que se las dicte.
- Respetar el principio de congruencia: Respetar los límites subjetivos, objetivos
y causales de las pretensiones y defensas. Cuando existe discordancia entre
el pronunciamiento judicial y contenido de las peticiones de las partes
efectuadas oportunamente en el pleito se produce el vicio de la incongruencia.
Ello puede ocurrir por exceso, defecto, o por exceso y defecto.
- Justificar racionalmente el juicio de hecho y el juicio de derecho puesto que la
garantía del debido proceso no permite decidir de modo arbitrario o absurdo
sino respetando el principio de legalidad, condición necesaria para la validez
de las sentencias judiciales que contenga la justificación razonable del juicio
de hecho y de derecho.
Primero: Respetar el principio de legalidad en la sentencia significa ante todo,
decidir con un fundamento en una apreciación racional y verdadera de los
hechos. Porque una conclusión errada derivara de una errónea aplicación del
derecho.
La justificación del juicio de hecho en la motivación de las sentencias no es
cosa que pueda ser menos importante que la justificación del juicio de
derecho.
Justificar racionalmente el juicio de hecho exige:
a) Individualizar las fuentes probatorias que le permiten al juez formarse
convicción. Porque de lo contrario se corre el riesgo de que el juicio sobre la
cuestión fáctica quede sujeto al capricho o mero error del sentenciante. Es
exigible que en la motivación se individualicen las pruebas que demuestren los
hechos sobre los cuales se funda la decisión. Salvo que sean hecho evidentes,
notorios, presumidos o normales, pues ninguno de estos requiere prueba. Por
lo tanto la motivación no puede reducirse a la afirmación de la verdad o
falsedad. La sentencia es un acto de razón y garantía, debe estar sostenida,
alimentada y apuntalada a un discurso fundado.
b) Valorar adecuadamente la prueba: Es absolutamente necesario, tasar el
valor. Recordemos que en los otros casos, cuando no existen reglas legales
para la valoración de la prueba, la libertad que se le concede al juez para
apreciar las fuentes, es para que la apreciación sea razonada, critica, casadas
en la lógica, experiencia y sociología. O sea la sana critica. En consecuencia,
carecerán de la debida fundamentación exigible a los fallos que en la
ponderación de las referencias fácticas rebalsen los límites impuestos por la
ley, o por la sana crítica racional.
Fundados en una conclusión de hecho que quebranta el sistema legal
previsto para la valoración de la prueba.
Los sustentados en una conclusión de hecho fruto de una injustificada
inversión de la carga probatoria.
Los que incurren en omisiones o falencias respecto de elementos
defensivos. Prescindiendo de pruebas decisivas, invocando como
sustento del juicio de hecho prueba inexistente, o tergiversando la
existente.
Los que prescinden de la prueba conducente sobre la base de
afirmación dogmaticas.
Los que arriban a la conclusión de hecho merced a una consideración
fragmentaria o aislada de los elementos de juicio, distinta de la que
surgiría si estos hubiesen sido integrados, y armonizados debidamente
en su conjunto.
Revestida de un desmedido rigor critico en la valoración de la prueba.
Con defectos graves de razonamiento.
Contrariando las máximas de la experiencia.
Tal los sustentados en una conclusión de hecho desententida de la realidad
económica al tiempo de la sentencia.
Segundo: Si la forma o manera de construir una sentencia fuese como conclusión, una
vez justificado el juicio de hecho al sentenciante solo le restaría determinar la norma a
aquel aplicable para sin más extraer el fallo. Sin embargo sentenciar es algo más
delicado, debiendo motivar de las selecciones que lo hayan inducido a aplicar el
derecho como lo ha hecho y justificar las razones que considera válida. Sobre todo
cuando se trata de una selección de juicio de valor, y más aun en los casos de amplio
paradigma, o cuando el sentenciante opera ante lagunas del derecho.
Sentencia constitutiva
El pronunciamiento jurisdiccional extingue una relación jurídica, creando un nuevo
estado. La pretensión que ellas dirimen se hace valor porque la sentencia se precisa
para la extinción o modificación de la relación jurídica. Un contrato no es nulo aunque
padezca de un vicio, hasta que una sentencia lo proclame.
Sentencia de condena
Previa declaración de certeza acerca de la violación del derecho del actor, o del
reconviniente, mandan restablecerlo. Imponen una prestación que puede ser de
cualquier tipo (dar, hacer o no hacer), y abren el camino a la ejecución forzada que
entra en juego en el caso de no cumplimiento voluntario de su condena por el
justiciable condenado.
Limites objetivos
a) Parte de la sentencia que causa efectos de cosa juzgada: Lo que pasa en
autoridad de cosa juzgada es el concreto pronunciamiento judicial contenido en el
fallo, también en las premisas o considerandos de la sentencia hacen cosa juzgada
cuando la parte dispositiva se remite a ellos en forma expresa, o cuando constituyen
un antecedente lógico inseparable de lo decidido.
La CSJ tiene declarado que una sentencia es un todo compuesto de diversas partes
consideradas entre si armónicas y solidarias, de tal manera que lo que se dejara de
decir en la parte dispositiva, se ha de suplir o interpretarse por lo que el mismo juez ha
dicho claramente al fundar su resolución.
De ahí que la cosa juzgada se extienda a los motivos de la sentencia que pone fin a la
litis, porque tales elementos, una vez constatados, forman parte integrante de la
sentencia firme. Pasa en autoridad de cosa juzgada, lo que ha sido escrito en la parte
dispositiva y también en las motivaciones.
Limites subjetivos
La cosa juzgada afecta desde luego a los sujetos que fueron parte del proceso con
sentencia investida de aquella autoridad. También a sus sucesores a titulo universal o
singular, ya que no obstante el cambio de persona física estos continúan la
personalidad jurídica del causante.
En el caso de un mismo título o causa genere obligaciones a favor de varios
acreedores o contra varios deudores la sentencia, que recae en el proceso no
perjudica a quienes no fueron parte de él ni fueron citados en los términos del art 94
CPCCN.
La cosa juzgada recaída en juicio, es invocables por los acreedores pero no es
oponible a los codeudores que no formaron parte del juicio. Los codeudores pueden
invocar la cosa juzgada contra el con acreedor que fue parte en el juicio.
Existen sentencias con efecto erga omnes, asi los pronunciamientos firmes sobre
cuestiones de estado deben ser acatados por todos, en razón del carácter indivisible
que reviste el estado civil de las personas y el principio de orden publico comprometido
en todo lo atinente a la organización de la familia. La regla encuentra excepción
respecto de terceros que ostenten un interés de igual jerarquía e incompatible al de
quienes fueron las partes del proceso sentenciado.
Revisión de la cosa juzgada irrita.
La sentencia firme constituye un bien incorporado al patrimonio y por tal tutelado al
artículo 17.
Los vicios que autorizan a descalificar de este modo a un sentencia firme son todos
sustanciales. Y pueden estar alojados en la propia sentencia, como en el trámite
previo a ella. En el primer caso la sentencia en sí, y en el segundo lo irrito ha sido el
proceso por ella concluido. En uno y otro caso, la cosa juzgada devenida es irrita.
La sentencia pasada de autoridad de cosa juzgada adolece en sí de vicio sustancial y
es descalificable por irrita cuando:
- Obedece al dolo del juzgador (prevaricato o cohecho), a la violencia o
intimidación ejercida sobre el sentenciante, al error de hecho del juez devenido
de juzgar o fundado en prueba declarada falsa después o ignorando
probanzas que aparecen a posterior y son eficaces para variar la solución
acordada del asunto, al error esencia del magistrado que lo condujo a una
sentencia intolerablemente injusta, por la que se produce un enriquecimiento
indebido o encausado para un justiciable.
- Y a su turno la cosa juzgada también es irrita cuando la sentencia firme ha
dado fin a un proceso que adolece de vicio sustancial o por haber sido
simulado o fraudulento, o por haber tramitado con un incapaz que actuó por si.
Es de doctrina que:
- La inexistencia de vicios.
- La estafa procesal no puede ser convalidada por los órganos jurisdiccionales.
- La necesidad de la cosa juzgada debe ceder ante el error incurrido por los
jueces al no advertir la iniquidad de su fallo, colocando al juez de primera
instancia en la obligación de fijar en un valor desatinado la de regulación del
honorario de los letrados intervininientes.