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1. LA EVANGELIZACIÓN Y LA CONQUISTA.
La cristianización y la conquista del Perú, como en otras partes de América, fueron dos hechos
simultáneos, pues desde la perspectivas de los Papas y de la Corona Española, la conquista de estas
tierras sólo se justificaba por el hecho evangelizador por el que muchas almas idólatras en poder del
maligno serían liberadas de la idolatría al entrar en conocimiento del verdadero Dios, mientras que
desde la perspectiva de los colonizadores, los fines de la conquista con independencia de la fe de los
mismos, era conseguir nuevos territorios, riquezas, dominio y prestigio social.
Esta unidad se patentizaba por diversos hechos, por ejemplo por el dato de que los
conquistadores iban acompañados de capellanes, clérigos o religiosos, que aunque atendían
espiritualmente a los soldados, también, cuando se presentaban ocasiones propicias, bautizaban a
los indígenas; al fundar una ciudad, a la que en muchas ocasiones se les adjudicaban nombres
cristianos, entre los primeros terrenos que se adjudicaban para la construcción de edificios de uso
público se encontraba un lugar para la iglesia, que una vez construida se convertía en un lugar de
cristianización y a partir de la creación de parroquias se terminaba creando una diócesis.
Pizarro y los españoles dudaron mucho antes de elegir a Lima como la capital del incipiente
virreinato. Primero buscaron un lugar central en la Sierra, y en 1533 optaron por el bello valle de Jauja,
pero el lugar no fue aceptado de buena gana por los hispanos debido a su lejanía del mar.
Poco después se funda la segunda capital en Sangallán, en las cercanías de Pisco, pero el intento
fracasó por falta de recursos.
En 1534 Francisco Pizarro envió desde Pachacamac una expedición, cuyo fin era buscar un
emplazamiento estratégico y pródigo en recursos. Al poco tiempo encontraron el señorío del cacique
Taulichusco y les pareció ideal: contaba con buen clima, una población pacífica, frutales, bosques y
redes de acequias y caminos dignos, según ellos, de los romanos. En definitiva, el lugar era perfecto:
estaba cerca del mar, pero lo suficientemente retirado como para dar seguridad a sus vecinos en casos
de ataques.
El nombre oficial “Ciudad de los Reyes” se eligió en homenaje a los Reyes Magos, por la
cercanía de su fiesta. De aquí viene el apelativo de las “tres veces coronada” ciudad; aunque el tiempo
impuso la denominación nativa de Lima. Según algunos autores, el nombre es una corrupción
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La comitiva de Francisco Pizarro y Diego de Almagro llegó a la antigua capital del imperio inca,
el 15 de noviembre de 1533, al día siguiente se celebró la primera Misa, pues en la comitiva hubo
algunos sacerdotes, entre ellos fray Vicente de Valverde, O.P. En la fundación de la ciudad del Cusco
como ciudad española, el 23 de enero de 1534, estuvieron presentes frailes y sacerdotes de las
ordenes de Santo Domingo, San Francisco y de La Merced.
El 13 de enero de 1536, el Papa Paulo III erige la diócesis del Cusco, como sufragánea de Sevilla,
pero no se especificaron los límites del nuevo obispado. El 8 de enero de 1537, S.S. Paulo III preconiza
al primer obispo, Fr. Vicente e Valverde, O.P., y se aclaran los límites territoriales de la diócesis y su
vínculo sufragáneo a Sevilla.
La diócesis del Cusco fue sufragánea del arzobispado de Sevilla y abarcaba, desde el sur de la
actual Colombia hasta Tierra del Fuego (Chile); por el oriente hasta donde llegaba el domino de Castilla
y por el occidente limitaba con el Océano Pacífico. Este espacio se fue reduciendo gradualmente con
la creación de la diócesis de Lima (1541), que fue elevada a metrópoli en 1546, y la diócesis del Cusco
pasó a ser sufragánea de Lima.
Con la creación de las diócesis comenzó la vida cristiana en gran parte del Perú, un signo de la
vitalización de esa vida son los varios concilios celebrados en Lima, a los que deseamos referirnos a
continuación.
Las primeras acciones importantes de evangelización empezaron después del primer Concilio
Limense en 1551. Las directrices que se tomaron de la Instrucción, dictada por el arzobispo Loayza en
1545 y corregida en 1549, imprimen “por primera vez una orientación general que marcaría los primeros
pasos de la iglesia católica nacida en los Andes” (Urbano: 1999, XXVII).
La primera medida a tomar fue el bautizo de indígenas, que en el acto debían abandonar las
prácticas idolátricas y todas las formas que iban contra las leyes eclesiásticas y contradecían los
mandamientos católicos. Se ocupó de reglamentar el funcionamiento de las doctrinas repartiendo las
provincias entre el clero secular y las órdenes religiosas, para evitar roces y conflictos.
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colocar en su lugar cruces o levantar una iglesia o ermita (en caso de que la huaca haya sido un
importante lugar de culto). Este concilio fijó también en 400 indios casados el número máximo que podía
Hay que tener claro que los primeros concilios no fueron más que intentos o experimentos de
pastoral indígena de las distintas órdenes religiosas que llegaron al Perú.
Cada una tenía su propia metodología de acercarse a los nativos y de adoctrinarlos. Mercedarios,
jesuitas, franciscanos y agustinos evangelizaban de acuerdo a las reglas de su orden, pero teniendo
como telón de fondo los marcos generales de los acuerdos conciliares.
Reafirmó lo que los anteriores concilios proclamaron acerca de la forma como destruir las
huacas y extirpar las idolatrías. Lo nuevo fue en materia de textos y catecismos.
Las distintas órdenes debían utilizar los mismos materiales de enseñanza y adoctrinamiento. Para
ello se debía conocer a fondo la lengua quechua (y sus variantes), por lo que los diccionarios como los
de Ludovico Bertonio (1612) y Diego González Holguín (1608) fueron fundamentales en la labor
evangelizadora.
Sin embargo, varias denuncias acerca de la pervivencia de ritos paganos disfrazados de signos
cristianos escandalizaron a la iglesia limeña que no dudó en realizar una gran campaña de extirpación
por toda la sierra de Huarochirí, liderada por Francisco de Ávila. Se suele dividir las campañas de
extirpación del siglo XVII en tres momentos: la llevada a cabo por Ávila entre 1609 y 1619; la de
Gonzalo de Ocampo entre 1625 y 1626; y la última realizada por el Arzobispo Pedro de Villagómez
entre 1641 y 1671.
Dominicos.
La primera orden religiosa en llegar al Perú fue la orden de santo Domingo.
Durante el proceso inicial de la conquista, la orden de los Predicadores o de Santo
Domingo se encontró representaba por Fray Vicente Valverde, aquel religioso que
hiciera el requerimiento al inca Atahualpa y que posteriormente fuera obispo de Cuzco y
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Protector de Indios frente a los abusos españoles. Fueron dominicos también, Juan
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Las órdenes religiosas que llegaron al Perú tuvieron diferentes métodos para evangelizar a los
indígenas:
Los dominicos se caracterizaron por difundir las enseñanzas escolásticas, centrando la difusión
del evangelio a través de colegios y centros superiores de enseñanza.
Uno de los más grandes logros de esta orden fue la creación de la Universidad de San Marcos
en 1551 por Fray Tomas de San Martín. Los dominicos también pusieron énfasis en el conocimiento
de las lenguas autóctonas y de las costumbres locales para una adecuada evangelización. Fruto de esta
preocupación fue el “Lexicón o Vocabulario general del Perú llamado quechua”, de fray Domingo
de Santo Tomas publicado en 1560. Esta obra fue un aporte importantísimo pues ayudó al
entendimiento de las formas gramaticales y conceptuales de los indígenas.
Los dominicos rápidamente erigieron monasterios por todo el territorio del virreinato peruano,
aunque siempre mantuvieron su línea educativa dedicándose durante todo el virreinato a la enseñanza
de la fe católica.
Franciscanos
Otra importante orden religiosa que llegó en los primeros años de la
conquista fue la franciscana. La orden llega al Perú en 1542. Esta orden
destacó entre las demás por su vocación misionera. Los franciscanos
llegaron hasta los lugares más recónditos del virreinato con la finalidad
de llevar la palabra de Dios a todos los indígenas, ya que no se
conformaban con los centros de enseñanza ubicados en las parroquias
o en las reducciones.
En 1553 los franciscanos tenían ya 18 casas en Sudamérica, desde Tierra Firme hasta
Tucumán. Aunque sus conventos se establecían en ciudades españolas, se dedicaron sobre todo
a evangelizar a los indios.
ALTO PERÚ.
Agustinos
Uno de los principales representantes de la orden es sin duda Fray Antonio de Calancha, autor
de una extensa crónica sobre las acciones agustinianas en el virreinato peruano. Los agustinos fueron
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una de las órdenes que más se dedicaron a la extirpación de idolatrías en los Andes. Sobresale en esta
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labor Alonso Ramos Gavilán, quien realizó una exhaustiva búsqueda de información sobre los cultos
locales y manifestaciones religiosas andinas.
La Compañía de Jesús o Jesuita llegó al virreinato peruano en 1568. Desde su arribo defendió con
energía a los indígenas, obteniendo por ello grandes pleitos con la administración local. Su labor
evangelizadora no solo se centró en los indios del común, sino también en los descendientes de los
principales curacas incaicos. Es por ello que fundaron en Lima y Cuzco los Colegios Mayores para
la educación de la nobleza andina. Para los jesuitas era importante la educación de los
españoles. Tanto en Lima como en Cuzco fundaron colegios, y en la ciudad imperial, una universidad.
Estos textos fueron de vital importancia para la labor evangelizadora pues otorgaban
herramientas indispensables para el conocimiento de la lengua local, así como para la correcta
interpretación de las tradiciones orales andinas.
. Los jesuitas se instalaron en Lima, y después en Cuzco (1571), a donde los llevó el virrey
Toledo. Sucesivamente fundaron en Potosí (1574), Juli (1577) y Arequipa (1578). En 1601 tenían
en Perú. 150 sacerdotes, 80 de los cuales conocían las lenguas indígenas.
A lo largo de los años la orden jesuita amasó una gran fortuna debido al usufructo de sus
haciendas, estancias y a los préstamos que hacían a particulares. Su poder y vínculo con la santa
sede inquietó a la corona a tal punto que ésta ordenó la expulsión de la orden en todo el imperio
español en 1767. Los jesuitas regresaron al Perú en 1871.
llegaron en ese siglo los oratorianos de S. Felipe Neri, que se encargaron del
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Los cronistas encargados de relatar los hechos referentes a la evangelización de los pueblo
americanos, hacen escasa mención de la presencia de monjas, religiosas y mujeres en la tarea de
evangelización, lo que ha generado la idea de la ausencia de la mujer en la tarea de la conquista y
evangelización de los territorios americanos.
La realidad, sin embargo es muy otra, la dedicación al estudio de este hecho está desmontando
esta idea.
Estos datos además de darnos noticias concretas de los monasterios de Lima, nos informan de
otros conventos en distintos sitios del Perú.
La libertad religiosa en el Perú fue una conquista de liberales, evangélicos y católicos. Tal vez la
mención de “católicos” en este contexto parece extraña, pues aparentemente era la misma Iglesia
Católica la que más se opuso a la libertad de cultos en el Perú. Sin embargo, es preciso recordar que
existía una larga tradición de regalismo desde la época de los Reyes Católicos que legitimaba la
injerencia del Estado en los asuntos de la religión y la Iglesia. En el siglo XIX y el XX también los
liberales y ciertos grupos anticlericales propusieron legislación que, según las normas
universalmente aceptadas en el mundo occidental, violaban los derechos civiles de los católicos.
Por lo tanto, el tema de la libertad religiosa abarca no sólo a evangélicos, sino a católicos
también.
de alguna otra”. Con este acto quedó establecida la libertad de culto en el Perú. Esta conquista fue
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