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Si bien es cierto que la protesta y la libre movilización, son ejercicio válido al derecho a
manifestarse pacíficamente para todos los peruanos, además de ser relevante para la
consolidación de la vida democrática de las sociedades. Según la Comisión
interamericana, lo interpreta a partir de los artículos 13 y 15, como el “derecho de los
ciudadanos a reunirse y manifestarse pacíficamente”. Por lo cual, cuando se hace
referencia a las movilizaciones sociales, la libertad de expresión se ve relacionada con la
libertad de reunión, es decir de asociación y el derecho de petición.
Como lo muestra el gráfico, la Defensoría del Pueblo muestra cifras alarmantes; desde
marzo del 2017 a marzo del 2018, se han presentado alrededor de 177 casos de conflictos
sociales al mes en el Perú; teniendo como pico más alto al mes de marzo del 2017, donde
se presentaron 204 casos de conflictos sociales.
En el presente trabajo, se realizara un diagnostico a partir del muy conocido caso Conga
pues fue y sigue siendo uno de los asuntos más emblemáticos en lo que respecta a
conflictos sociales y el incumplimiento de los derechos de libertad de opinión y expresión,
y en general de los derechos fundamentales, adoptando políticas de criminalización por
parte del gobierno peruano.
En el pasado noviembre del 2011, ante el anuncio por parte del Gobierno Peruano, se
autorizó el inicio de la ejecución del proyecto minero Conga en Cajamarca-Perú,
ocasionando que la población de esta región del territorio, emprendiera radicales acciones
de protesta social, adoptando la posición de rechazo al mencionado proyecto debido a que
afectaría importantes lagunas, manantiales y bofedales ubicados en las cabeceras de la
cuenca. El gobierno respondió ante estas manifestaciones ordenando la intervención
inmediata de la policía y de las tropas del ejército para neutralizar las marchas y acciones
de movilización social, argumentando respeto al “principio de autoridad” y defensa del
“estado de derecho”; hasta el extremo de hacer uso de la declaratoria de “estado de
emergencia” en Cajamarca hasta por tres veces consecutivas en menos de un año, las
consecuencias de la neutralización fueron cinco muertos, decenas de heridos de
consideración, cientos de detenciones, muchas de ellas absolutamente arbitrarias, y
muchos ciudadanos procesados en los juzgados de ésta región por los delitos de
disturbios, extorsión, atentados contra las vías de comunicación, entre otros.
Ya es una característica, no solo del conflicto social Conga, sino de muchos otros en los
que el gobierno, al no encontrar una solución al momento, agudizan la situación
adoptando políticas erróneas las cuales están basadas en la imposición de la fuerza, el
impedimento de la libre expresión y opinión en estos casos y la postura de criminalizar
todos los actos, aun sean pacíficos por parte de los protestantes, generando que no haya
democracia para estas personas.
Según la Amnistía Internacional (AI), en el Perú existe una preocupación latente por parte
del organismo respecto a la vulneración de los derechos de las personas con respecto a la
libre asociación, la libertad de expresión, así como la falta de respeto a los derechos de
los pueblos indígenas y comunidades rurales.
La criminalización de la protesta social y el uso excesivo de la fuerza según los informes
de la Defensoría del Pueblo en el último año, se han registrado 212 conflictos sociales,
de los cuales el 69% tuvo como origen protestas por conflictos socioambientales,
principalmente del sector minero (65%). Para la Amnistía Internacional, el punto flojo de
las políticas públicas y leyes que regulan el desarrollo en el país de acuerdo a los
estándares internacionales es la ausencia de mecanismos de prevención de conflictos, los
mismos que han servido para el origen de estos enfrentamientos, además de la escasez de
estrategias gubernamentales para enfrentar los conflictos sociales a nivel nacional.
Finalmente, es necesario que los gobiernos adopten las medidas proporcionales para
garantizar el derecho de los pueblos y las personas indígenas a expresar pacíficamente su
oposición a los proyectos extractivos, así como a expresarse sobre otros asuntos, libres de
todo acto de intimidación o violencia, o de cualquier forma de represalia.
BIBLIOGRAFIA
Defensoría del Pueblo (2012). “Informe defensorial número 156: Violencia en conflictos
sociales”, p. 3, Lima, Perú.
Recuperado
de:http://www.defensoria.gob.pe/modules/Downloads/informes/defensoriales/informe-
156.pdf
http://www.oas.org/es/cidh/expresion/showarticle.asp?artID=662&lID=2