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E s u n a
obra de una i m p o r t a n c i a crucial.»
Sir L a u r e n s v a n d e r Post
A n n e B a r i n g , p s i c o a n a l i s t a j u n g u i a n a , f u e m i e m b r o d e la
International A s s o c i a t i o n for Analytical P s y c h o l o g y hasta
2 0 0 1 y h a c o e s c r i t o c o n A . H a r v e y The Mystic Vision y The
Divine Feminine. J u l e s C a s h f o r d e s t u d i ó f i l o s o f í a y l i t e r a t u r a .
Gran e x p e r t a en m i t o l o g í a , s i m b o l i s m o y folklore, ha
p u b l i c a d o The Moon: Myth and Image y t r a d u c i d o l o s
himnos homéricos.
El Á r b o l d e l Paraíso
Anne Baring
Jules Cashford
El mito de la diosa
Evolución de una imagen
Prólogo de
Sir L a u r e n s v a n d e r P o s t
Traducciones de
Andrés Piquer
Susana Pottecher
Francisco del R í o
Pablo A. T o r i j a n o
Isabel U r z á i z
Ediciones Siruela
Este libro sólo puede ser comercializado y distribuido en España
Prólogo
Sir L a u r e n s v a n d e r P o s t
Prefacio
El m i t o d e la diosa
P r i m e r a p a r t e . La d i o s a m a d r e y su hijo-amante
1. El o r i g e n : la d i o s a m a d r e p a l e o l í t i c a
2. La g r a n d i o s a n e o l í t i c a d e l c i e l o , la t i e r r a y las a g u a s
3 . C r e t a : la d i o s a d e la v i d a , d e la m u e r t e y d e la r e g e n e r a c i ó n
4. La E d a d d e l B r o n c e : la d i o s a m a d r e y su hijo-amante
5. I n a n n a - I s h t a r : d i o s a m e s o p o t á m i c a d e las g r a n d e s a l t u r a s
y las g r a n d e s profundidades
6. Isis d e E g i p t o : r e i n a d e l c i e l o , la t i e r r a y el inframundo
7. T i a m a t d e B a b i l o n i a : la d e r r o t a d e la d i o s a
8. D i o s a s d e G r e c i a : G e a , H e r a , A r t e m i s y A t e n e a
S e g u n d a p a r t e . El m a t r i m o n i o sagrado
9. D i o s a s d e G r e c i a : A f r o d i t a , D e m é t e r y P e r s é f o n e
10. C i b e l e s : la g r a n d i o s a d e A n a t o l i a y R o m a
1 1 . La E d a d d e l H i e r r o : Y a h v é - E l o h i m , el g r a n d i o s p a d r e
12. La d i o s a o c u l t a e n el a n t i g u o Testamento
13. E v a : la m a d r e d e t o d o v i v i e n t e
14. M a r í a : el r e t o r n o d e la d i o s a
1 5 . S o f í a : m a d r e , hija y n o v i a 691
16. El m a t r i m o n i o s a g r a d o d e la d i o s a y el d i o s : la r e u n i ó n
d e la n a t u r a l e z a y el e s p í r i t u 745
Apéndices
A p é n d i c e 1. T i e m p o s p r e h i s t ó r i c o s 773
A p é n d i c e 2. L o s E v a n g e l i o s c r i s t i a n o s 775
A p é n d i c e 3 . La p é r d i d a d e la t r a d i c i ó n y d e las i m á g e n e s
d e la S a b i d u r í a d i v i n a , el E s p í r i t u s a n t o y la r e i n a d e l o s c i e l o s 779
Notas 785
Bibliografía 817
P r o c e d e n c i a de las i m á g e n e s 837
í n d i c e de c o n t e n i d o s 845
Prólogo*
Ésta es una obra larga, pero n o le sobra ni una página. Es una obra de una i m p o r
tancia crucial, de e n o r m e relevancia en lo q u e concierne a una necesidad tan acucian
te c o m o desatendida: la del replanteamiento de nuestro acercamiento a la historia.
C o m o archivo del pasado, la historia se nos ha relatado casi en su totalidad en t é r m i
nos de los acontecimientos que c o m p o n e n su superficie; en cierto sentido, ésa es su
parte menos relevante. La historia se desarrolla en dos niveles, u n o manifiesto y otro
profundo. Este último, irrefrenable pero n o del todo explícito, exige que le dejemos
manifestarse; esto se deduce claramente del m o d o en que construimos nuestras vidas
en el m u n d o exterior y de los fracasos y desastres que se han producido precisamente
porque n o se reconoce del todo este acontecer oculto, interior; porque n o se le o t o r
ga el lugar debido en el espíritu h u m a n o y en sus sociedades.
N i n g u n a dimensión de la historia es más verdadera que el tratamiento al que las s o
ciedades de dominación masculina han sometido a la mitad femenina del espíritu h u
m a n o ni que lo inadecuado de su reconocimient o y desarrollo en nuestras culturas y
civilizaciones. El resultado de este abandono, que persiste hoy en día, lo encontramos
en el desmoronamiento de los valores afectivos y sentimentales de la vida, así c o m o en
la búsqueda incansable del racionalismo masculino, que parece ser el elemento d o m i
nante de los sistemas actuales.
Ante nosotros tenemos, por fin, una obra cuyo carácter pionero la dota de una tras
cendencia inmensa. M u c h o s hombres imaginativos han realizado incursiones admira
bles en esta dimensión desconocida, explorándola; en este sentido han llevado a cabo
una labor fundamental c o m o pioneros. Pero dicha labor nunca se ha realizado c o m o es
debido: por mujeres, p o r lo femenino a la búsqueda de lo femenino, igual que n o s o
tros hemos buscado lo masculino en los orígenes remotos de la vida en la tierra y en
nuestra progresión hacia esta época nuestra, tan i m p o n e n t e y tumultuosa.
Eso es justamente lo que han h e c h o Jules Cashford y A n n e Baring. Han retrocedi
do todo lo posible en la historia y desde ahí han trazado una línea hasta nuestros días.
Tienen un gran relato que contarnos, u n relato que nos llega justo a tiempo, ya que la
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pérdida de ese acontecer femenino es lo que nos ha obligado a enfrentarnos al p r o b l e -
ma más acuciante y peligroso de nuestra época: el de la explotación y el rechazo de
nuestra madre, la tierra, nuestra madre a quien se le ha arrebatado la gran reserva de
vida que había preparado para nosotros; a quien, además, se le niega con insistencia ca-
da vez mayor la oportunidad de hacer más.
La totalidad de la historia se cuenta p o r primera vez, que yo sepa, en estas páginas.
Es la historia terrible, y a la vez extrañamente sugerente, de lo femenino, todavía i n -
victo y animoso. Todos estamos llamados a rendirle h o n o r y obediencia si n o q u e r e -
mos desvanecernos también c o m o tantas otras culturas en el laberinto del pasado a tra-
vés del cual las autoras siguen este hilo dorado. A nuestras espaldas, se a m o n t o n a n en
el h o r i z o n t e los escombros de civilizaciones que n o han conseguido renovarse, que, de
alguna manera, se han rendido ante el desafío que suponía trascender sus polos o p u e s -
tos a través de la combinación equilibrada de lo masculino y lo femenino, creando, p o r
m e d i o de esa u n i ó n , algo más grande que la suma de sus partes.
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Prefacio*
11
míticas rigen las culturas de forma implícita; a partir de este principio, ¿a qué c o n c l u -
siones llegábamos acerca de una cultura en particular, c o m o la nuestra, que o bien n o
poseía o bien n o reconocía una imagen mítica del principio femenino? El que en n i n -
guna época se haya desacralizado la naturaleza c o m o en la nuestra c o m e n z ó a parecer-
nos u n h e c h o cada vez m e n o s casual: en general, la tierra ya n o se percibe por instin-
to c o m o u n ser vivo, c o m o antaño; o al m e n o s eso parece demostrar la misma
existencia de la polución (término que, en su acepción original, designaba la profana-
ción de lo sagrado). Y es también nuestra la época en que el c u e r p o entero de la tie-
rra corre u n peligro de magnitud desconocida en la historia de nuestro planeta.
Analizar la manera en que se perdió el mito de la diosa se convirtió, por consi-
guiente, en el segundo objetivo de este libro: cuándo, d ó n d e y c ó m o surgieron las i m á -
genes del «dios»; c ó m o se relacionaban entre sí la diosa y el dios en culturas y épocas
anteriores. P r o n t o q u e d ó claro que a partir de la mitología babilónica (c. 2000 a. C.) la
diosa c o m e n z ó a asociarse casi exclusivamente con la «naturaleza» c o m o fuerza caótica
que debe ser sometida. El dios, p o r su parte, adoptó el papel de someter o p o n e r o r -
den en la naturaleza desde su polo contrario, el del «espíritu». Sin embargo, esta o p o -
sición n o había existido hasta entonces, así que era necesario colocarla en el contexto
de la evolución de la consciencia. U n a manera de c o m p r e n d e r este proceso consiste en
considerarlo c o m o la disminución progresiva de la participación de la naturaleza; se p o -
sibilita así una independencia cada vez mayor de los fenómenos naturales, además de la
transferencia gradual a la h u m a n i d a d de la «vida de la naturaleza». Parece que así fue
c o m o la h u m a n i d a d y la naturaleza terminaron p o r colocarse en polos opuestos. Este
f e n ó m e n o de polarización podría considerarse una primera etapa de este proceso, q u i -
zás hasta una etapa inevitable. Sin embargo, n o define de forma absoluta los dos tér-
minos que antes fueron sólo u n o . Por otra parte, las estructuras de pensamiento que se
iniciaron a finales de la Edad del Bronce y a principios de la Edad del Hierro están t o -
davía tan presentes en nuestras vidas que nos vimos obligadas a recordarnos continua-
m e n t e que dicha polarización n o es intrínseca a la manera en que debemos reflexionar
acerca de estos términos.
N o s sorprendió, por lo tanto, descubrir hasta qué p u n t o nuestra religión o m i t o l o -
gía (según el p u n t o de vista) judía y cristiana había heredado las imágenes paradigmá-
ticas de la mitología babilónica, en particular la oposición entre el espíritu creativo y la
naturaleza caótica, además del hábito de construir nuestro pensamiento a partir de tér-
minos opuestos, en general. Sin ir más lejos, encontramos estos esquemas en la creen-
cia generalizada de que el m u n d o espiritual y el físico pertenecen a especies diferentes;
dicha creencia, asumida de forma irreflexiva, separa la m e n t e de la materia, el alma del
cuerpo, el pensamiento del sentimiento, el intelecto de la intuición y la razón del ins-
tinto. Si, además, el polo «espiritual» de estas categorías duales se valora más que el p o -
lo «físico», ambos términos caen en una oposición tal que es casi imposible volverlos a
reunir sin antes disolverlos.
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Llegamos a la conclusión de que el principio femenino, c o m o expresión válida de
la santidad y unidad de la vida, llevaba perdido los últimos 4.000 años. D i c h o p r i n c i -
pio se manifiesta en la historia mitológica c o m o «la diosa», y en la historia cultural apa-
rece en los valores otorgados a la espontaneidad, el sentimiento, el instinto y la i n t u i -
ción. H o y en día n o hay, formalmente hablando, dimensión femenina alguna de lo
divino en la mitología judía y cristiana; nuestra cultura está articulada a partir de la i m a -
gen de u n dios masculino que se sitúa más allá de la creación y que la ordena desde el
exterior, en vez de estar en el interior de la misma, c o m o lo estuvieron las diosas m a -
dre antes que él. El resultado inevitable de esta situación es el desequilibrio entre los
principios masculino y femenino, que trae consigo consecuencias fundamentales para
la forma en que creamos nuestro m u n d o y en que vivimos en él.
N o s dimos cuenta, además, de que a pesar de la desvalorización que pudiese sufrir
el degradado mito de la diosa nunca desaparecía, sino que continuaba existiendo de
forma oculta, escondido bajo imágenes a las que, especialmente en la tradición j u d e o -
cristiana, n o se permitía una expresión vital y espontánea. En la mitología griega, p o r
ejemplo, Zeus «se casaba» con las antiguas diosas madre, una tras otra; éstas continua-
ban d o m i n a n d o por derecho propio t o d o lo referente a los partos, la fertilidad o la
transformación espiritual, a u n q u e al final debían rendirle cuentas al mismo dios padre.
En la mitología hebrea la diosa se hizo clandestina, p o r así decirlo. Se ocultó en los dra-
gones del caos, Leviatán y B e h e m o t , cuya destrucción nunca fue total, o en el inevi-
table atractivo de Astarté, la diosa cananea prohibida, o, de forma más abstracta, en
Sofía, la personificación femenina de la «sabiduría» de Yahvé, y en la Sekiná, personi-
ficación femenina de su «presencia». A pesar de ser h u m a n a y de la maldición que r e -
cayó sobre ella, Adán dio a Eva el n o m b r e desechado de las diosas madre de antaño:
«madre de todo ser viviente». Este n o m b r e adquirió, sin embargo, un significado fatal-
m e n t e nuevo y limitado; la asunción en c u e r p o y alma al cielo de la virgen María c o -
m o «reina» n o se reconoció hasta los años cincuenta del siglo XX, debido a su c o n d i -
ción de «segunda Eva». Pero su importancia ha ido en a u m e n t o a lo largo de los siglos,
es indudable que en respuesta a una necesidad n o satisfecha de muchas personas.
Tal y c o m o pretendemos demostrar, el mito de la diosa continuó influyendo en t o -
dos estos casos en la visión del m u n d o prevaleciente de la época. Sin embargo, al ser
contrario a la doctrina formal, su acción debía ser necesariamente implícita e indirec-
ta, c o m o la de cualquier actitud que n o llega a ser plenamente consciente. Esto impli-
caba que su presencia, n o reconocida pero persistente, a m e n u d o distorsionaba hasta las
expresiones más sublimes del prevaleciente mito del dios. Parecía claro que el princi-
pio femenino era un aspecto de la conciencia h u m a n a que n o podía ni debía ser erra-
dicado; era necesario, por lo tanto, devolverlo a la consciencia y restaurarlo a una si-
tuación de plena complementariedad para con el principio masculino, si se quería
alcanzar un equilibrio armonioso entre estas dos maneras esenciales de experimentar la
vida.
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Pero, entonces, ¿dónde se hallaba hoy el m i t o de la diosa? S o r p r e n d e n t e m e n t e , r e -
surgió en cuanto volvimos la mirada hacia los descubrimientos de las «nuevas» ciencias.
Fue c o m o si el antiguo mito emergiese de nuevo bajo una nueva forma; n o c o m o la
imagen personalizada de una deidad femenina, sino c o m o lo q u e dicha imagen repre-
sentaba: una visión de la vida c o m o t o d o sagrado en la que toda forma de vida, unida
en una relación mutua, participaba; en la que t o d o participante estaba «vivo» desde u n
p u n t o de vista dinámico. C o m e n z a n d o por Heisenberg y Einstein, los físicos afirma-
ban que, en términos de la física subatómica, el universo sólo podía entenderse c o m o
u n t o d o ; que esta unidad se expresaba en modelos redundantes de relación; que el o b -
servador quedaba necesariamente incluido en el acto de la observación. D e forma ca-
racterística, muchas de las imágenes que pertenecían al antiguo m i t o de la diosa e x -
presaban estas mismas conclusiones. La red de t i e m p o y espacio que la madre diosa
tejió antaño a partir de su vientre eterno se había convertido en la «red cósmica» que
relacionaba entre sí toda forma de vida; recordemos a las diosas del Neolítico, enterra-
das j u n t o con husos de rueca, pasando p o r las hilanderas del destino griegas, hasta lle-
gar a María. Todas las diosas madre nacieron del mar: desde la N a m m u sumeria, pa-
sando por la Isis egipcia, la Afrodita griega, hasta la María cristiana, cuyo n o m b r e
significa «mar» en latín. Esta imagen había vuelto a instalarse en la imaginación bajo la
forma del «océano de energía» del «orden implícito».
Desde una perspectiva mitológica, p u e d e también percibirse el m i t o de la diosa en
los intentos de muchos seres h u m a n o s de vivir de una forma nueva, p e r m i t i e n d o que
su sentimiento de participación con la tierra afecte a la manera en que piensan sobre
ella, a la manera en que actúan respecto a ella; siendo conscientes, en suma, de la n e -
cesidad apremiante de aprehender el m u n d o c o m o unidad. Einstein es el portavoz de
esta necesidad: «Con la división del átomo, t o d o ha cambiado salvo nuestra forma de
pensar: vagamos a la deriva hacia un desastre sin precedentes».
Sin embargo, la imagen mítica p r e d o m i n a n t e en la época, que podríamos definir
c o m o la del «dios sin la diosa», continúa siendo el fundamento del m i s m o paradigma
oposicionista y mecanicista que refutan los descubrimientos científicos más recientes.
Esto significa que dos aspectos esenciales de la m e n t e h u m a n a están en desacuerdo. El
afirmar que las imágenes míticas tienen una importancia tan grande para todas las áre-
as de la experiencia humana p u e d e parecer excesivo; sin embargo, los descubrimien-
tos de la psicología profunda han demostrado lo radicalmente que nos influyen y nos
motivan los impulsos que se fraguan p o r debajo del umbral de la conciencia, tanto en
nuestra vida personal c o m o en nuestra vida colectiva c o m o miembros de la raza h u -
mana. N o podemos, p o r lo tanto, permitirnos que la tendencia p r e d o m i n a n t e de p e n -
samiento nos deje indiferentes. Es necesario hacer u n intento p o r avanzar más allá de
nuestra herencia mitológica, de la misma manera en que tratamos de analizar con cier-
ta perspectiva nuestra herencia individual: nuestra familia en particular, nuestro clan,
nuestro país.
14
U n a forma de devolver el mito de la diosa al ámbito de la con$ciencia es relatando
de nuevo las historias que las gentes han narrado a través de los milenios, recorriendo
la cadena continuada de imágenes a través de diferentes culturas a partir del año 20.000
a. C , agrupándolas para que la unidad que yace tras ellas pueda desvelarse. Sólo e n -
tonces podrá esta tradición abandonada, infravalorada, pero aparentemente inextingui-
ble, hablar por sí misma. Esto es lo que h e m o s tratado de hacer, con la esperanza de
que la visión de la vida c o m o u n todo sagrado, que se encarna en las manifestaciones
más sublimes del mito de la diosa, pueda ser relacionada con el mito del dios; c o n t r i -
buiríamos, de esta manera, al nuevo m o d o de pensamiento que Einstein proclamaba
c o m o necesario.
C o m o decidimos centrarnos en la tradición occidental, n o h e m o s h e c h o n i n g ú n i n -
tento por narrar las historias de la India, de África o del Lejano O r i e n t e . Esta es, o b -
viamente, una limitación, pero el libro ya es lo suficientemente extenso. Los lectores
hallarán quizá paralelismos y puntos de contraste que contribuyan a u n motivo verda-
deramente universal.
Unas breves palabras acerca del mito. C o m o señalaba el principal experto en m i t o -
logía, Joseph Campbell, el mito es u n sueño que t o d o el m u n d o tiene, al igual que t o -
do el m u n d o sueña con sus propios mitos personales: «El sueño es el mito personali-
zado; el mito es el sueño despersonalizado»:
Los mitos del hombre han prosperado por todo el mundo habitado, en toda época y bajo
toda circunstancia; han sido la fuente de inspiración viva de lo que sea que haya surgido a par-
tir de las actividades del cuerpo y de la mente humana. N o sería excesivo afirmar que el mito
es la abertura secreta a través de la cual las energías inagotables del cosmos se vierten sobre las
manifestaciones culturales del ser humano. Religiones, filosofías, artes, las formas sociales del
hombre primitivo e histórico, los descubrimientos fundamentales de la ciencia y de la tecnolo-
gía, las mismas imágenes oníricas que inflaman nuestro sueño, se forman a partir del círculo bá-
sico y mágico del mito'.
Los mitos son los relatos de la raza h u m a n a que arrastramos con nosotros hacia el
futuro al soñar. D e hecho, señala Jung, «en el mejor de los casos se sigue soñando el m i -
2
to y se le da forma moderna» .
Antaño, en la Edad del Bronce, el «matrimonio sagrado» de la diosa y el dios sim-
bolizaba la unión de los principios femenino y masculino. Consistían en una c e r e m o -
nia ritual que colaboraba, se creía, a la regeneración de la naturaleza. ¿ N o será posible,
contando con el elevado nivel de consciencia que se ha alcanzado cuatro mil años des-
pués, recrear en la imaginación humana el m i s m o tipo de comprensión intuitiva q u e
15
se representaba en el pasado mediante una participación inconsciente? El fin sería el
mismo: la renovación de la vida creativa. ¿Cuáles serían los ropajes m o d e r n o s de este
sueño antiguo? El volver a colocar a lo femenino en una relación de c o m p l e m e n t a r i e -
dad para c o n lo masculino ¿haría posible el nacimiento de una nueva mitología del u n i -
verso c o m o u n t o d o armonioso y vivo? ¿La naturaleza y el espíritu, tras tantos mile-
nios de separación, de nuevo aprehendidos c o m o un t o d o único, sin dualidad?
16
El mito de la diosa
Primera parte
La d i o s a m a d r e y su hijo-amante
1. La d i o s a d e L a u s s e l ( b a j o r r e l i e v e e n r o c a ,
c. 2 2 . 0 0 0 - 1 8 . 0 0 0 a. C , 43 c m d e a l t u r a . D o r d o ñ a , Francia)
1
E l o r i g e n : la d i o s a m a d r e paleolítica*
21
Mapa 1. D i s t r i b u c i ó n d e las figurillas d e la d i o s a
en la P a l e o l í t i c o
Hace m u c h o tiempo, 20.000 años o más, apareció la imagen de la diosa sobre u n
amplio territorio, extendiéndose desde los Pirineos al lago Baikal de Siberia. Estatuas
de piedra, hueso y marfil, diminutas figuras de cuerpos largos y pechos caídos, r e d o n -
deadas imágenes maternales cuyas formas abultadas anticipaban el nacimiento, efigies
con signos arañados en ellas —líneas, triángulos, zigzags, círculos, redes, hojas, espirales,
agujeros—, elegantes formas q u e surgían de la roca, pintadas de ocre rojo, t o d o ello ha
sobrevivido a través de las ignotas generaciones de seres h u m a n o s que compusieron la
historia de la humanidad.
¿En qué m o m e n t o de la historia del h o m b r e aparecieron estas imágenes sagradas?
El fuego se descubrió hace alrededor de 600.000 años. ¿ Q u é pasó en los años, a p r o x i 7
24
de distancia de la gran cueva de Lascaux, donde aún cubren sus paredes las más brillan-
tes de estas pinturas-, una estatua femenina de 43 cm de altura contempló alguna vez el
valle (figura 1). Los escultores del Paleolítico la cincelaron en piedra caliza con utensi-
lios de sílex y colocaron en su m a n o derecha u n c u e r n o de bisonte en forma de luna
creciente, con muescas de los trece días de la fase creciente de la luna y de los trece m e -
ses del año lunar. C o n su m a n o izquierda apunta hacia su vientre grávido. Su cabeza se
inclina hacia la luna creciente, dibujando una curva que conecta la fase creciente de la
luna con la fecundidad del útero humano, y que pasa p o r sus dedos, posados sobre su
vientre, para ascender, a través del ángulo que forma su cabeza, hasta el cuerno creciente
de su mano. D e esta manera se reconocen las pautas de relación que vinculan el orden
celeste y el terrestre.
A 161 k m hacia el sur, en las laderas de los Pirineos, en u n lugar llamado Lespugue,
reposó desde milenios en una zanja cubierta de barro la delicada escultura que m u e s -
tra la figura 2. D e sólo 14 cm de altura, fue esculpida en el marfil de u n m a m u t . N o
tiene manos ni pies y sus piernas se afilan hasta formar una punta; parece, pues, que es-
tuvo clavada en la tierra, o que se fijó sobre una base de madera, para que pudiese p e r -
manecer erguida d o n d e pudiera ser vista. La parte superior de su pecho se aplana p a -
ra formar una curva, que se eleva hacia una cabeza casi serpentina que se inclina hacia
delante, de m o d o que su frágil cuerpo subraya su capacidad para dar a luz y p r o p o r -
cionar alimento.
Sus brazos descansan sobre sus pechos, que p e n d e n , alargados, y que se funden con
su vientre pleno y redondeado; sus nalgas y muslos están desproporcionadamente abul-
tados, c o m o si contribuyesen también al acto de dar a luz. Sus pechos y nalgas dan la
sensación de ser cuatro huevos que transporta en el n i d o de su cuerpo gestante. Diez
líneas verticales han sido trazadas desde debajo de sus glúteos hasta la parte trasera de
sus rodillas, dando la impresión de ser las aguas del parto que caen profusamente de la
matriz, c o m o la lluvia. Las diez líneas sugieren los diez meses lunares de la gestación
en el útero.
¿En qué nos basamos para defender que estas esculturas de mujer son de diosas, y
n o simplemente bellezas de la tribu local, o las jóvenes de la cueva de al lado? E n p r i -
25
2. D i o s a de
L e s p u g u e , vista
frontal y p o s t e r i o r ,
(estatua de marfil
de m a m u t , 20.000-
1 8 . 0 0 0 a. C , 14 c m
de altura. A l t o
Garona, Francia)
m e r lugar, n o parece que los artífices de las estatuas tuviesen la intención de reflejar
fielmente la naturaleza, a n o ser que asumamos que los artistas paleolíticos carecían del
sentido de la proporción para las hembras humanas, mientras que poseían u n exquisi-
to talento para la de los animales. Si para describirlas se utiliza esa expresión cautelosa,
«Escultura de una mujer», que se encuentra habitualmente en las placas de los museos,
se pasa por alto el simbolismo que supone el estructurar todas las partes del c u e r p o de
una manera tan coherente y consistente. D a d o que la totalidad del c u e r p o se c o n c e n -
tra en el drama del nacimiento, lo que relatan éstas y muchas otras figuras es la histo-
ria de c ó m o se origina la vida.
La figura femenina es la única evidencia que poseemos en cada caso. P o d e m o s in-
terpretar que representa a una mujer particular, o a todas las mujeres en general; o bien
a una mujer a cuyas características específicas se ha dotado de sentido ritual, convir-
tiéndolas en u n medio que trasluce algo que supera lo que cualquier mujer particular
es o hace. N o se ha encontrado ninguna figura masculina similar. ¿Por qué se otorga-
ría una dimensión ritual, entonces, a la figura de una mujer, o más precisamente, a la
figura de una mujer dando a luz? Al llegar a este p u n t o abandonamos la evidencia y
c o m e n z a m o s la interpretación.
26
El misterio del cuerpo femenino es el misterio del nacimiento, que es también el
misterio de lo n o manifiesto convirtiéndose en manifiesto en la totalidad de la natura
leza. Esto trasciende con creces el c u e r p o femenino y la mujer c o m o soporte de esta
imagen, pues el c u e r p o de la hembra de cualquier especie nos conduce, a través del
misterio del nacimiento, al misterio de la vida misma.
Si admitimos el significado religioso de estas figuras, n o p o d e m o s simplemente eti
quetarlas c o m o «ídolos de fertilidad»: la palabra «ídolo» trivializa invariablemente el ca
rácter numinoso de la experiencia religiosa, en tanto que sólo se utiliza para designar
las formas de culto de otros pueblos, y la palabra «fertilidad» pasa por alto también, de
forma llamativa, el h e c h o de que muchas personas de nuestro t i e m p o rezan a la virgen
María para que les conceda hijos. D e m o d o similar, denominarlas «estatuillas de Venus»
- c o m o ocurre en las expresiones Venus de Laussel o Venus de Lespugue, que son los
nombres que se les suele dar— es reducir la universalidad de u n p r i m e r principio - l a
madre— al n o m b r e de la diosa romana del amor, que era p o r entonces sólo una diosa
entre otras muchas, todas ellas suplantadas t i e m p o atrás p o r el dios padre en tanto que
soberano, si no creador, del m u n d o . D e m o d o que, para intentar devolver a las figuras
del Paleolítico su propia dignidad original, preferimos designar esas imágenes sagradas
de los poderes del universo que dan vida, alimentan y regeneran con el n o m b r e de
«diosa madre», o simplemente «diosa».
N o vamos a intentar definir lo «sagrado» y lo «numinoso», ya que son términos que
apuntan a una realidad última que es única para cada persona, cuyo significado c o m -
3 . C a b e z a de diosa (marfil de
m a m u t , c. 2 2 . 0 0 0 a. C , 3,65 cm
d e a l t u r a . B r a s s e m p o u y , Las
Landas, Francia)
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partido atraviesa, sin embargo, los milenios para cambiar imperceptiblemente en cada
era. Lo importante es que en todas las culturas, ya sea su organización simple o c o m -
pleja, hallamos una experiencia de dimensiones sagradas. Esto sugiere que lo sagrado n o
es una etapa en la historia de la consciencia, sino u n elemento de la estructura de la cons-
ciencia que pertenece a todos los pueblos de todas las épocas. Es, pues, parte del carác-
ter de la raza humana, quizá la parte esencial. Por eso es crucialmente necesario para la
comprensión de ese otro aspecto del ser h u m a n o que consiste en haber nacido en u n
m o m e n t o particular, dentro de una familia específica, incluida en u n determinado g r u -
p o tribal. Si aceptamos que las imágenes de otras culturas tienen argumentos igualmen-
te válidos para acceder a la dimensión de lo sagrado, es m e n o s probable que pasemos
por alto las similitudes entre nuestras propias imágenes numinosas y las de los demás.
La escultura más antigua de una diosa - c . 22.000 a. C— es la que parece más m o -
derna; de ella sólo se ha conservado una pequeña cabeza (figura 3). Esculpida en m a r -
fil de m a m u t , mide sólo 3,65 c m de altura, y sus facciones son finas y delicadas: u n c u e -
llo largo enmarcado por cabellos lisos, cejas y nariz m u y pronunciadas, y el diseño de
una red cincelada de forma precisa sobre la totalidad de su larga cabellera. Proviene de
Brassempouy, en la región francesa de las Landas.
La d i o s a m a d r e c o m o f u e n t e c r e a t i v a d e vida
Al volver la mirada, miles de años después, hacia estas figuras, las más antiguas, p a -
rece c o m o si la madre hubiese sido la primera imagen de vida para la humanidad. Esto
debe remontarse a los tiempos en que los seres h u m a n o s se reconocían c o m o hijos de
la naturaleza, vinculados con todas las cosas, formando parte del todo. P u e d e parecer
asombroso que los pueblos que vivían entonces hablasen ya u n lenguaje que aún hoy
nos resulta inteligible. N o obstante, si exploramos el arte de aquel tiempo desde la
perspectiva del presente, desde las tradiciones más complejas q u e h e m o s conocido des-
pués, parece que muchas de estas imágenes del culto de la diosa madre, de las que t u -
vimos noticia más tarde, tuvieron aquí su más temprana manifestación. Imágenes de
parto, del acto de amamantar, y del de recibir al m u e r t o de nuevo en el útero para su
renacimiento, se suceden tanto en el Paleolítico c o m o en el Neolítico, 10.000 años más
tarde, y 5.000 años después en la Edad del Bronce y la del H i e r r o . Se hallan presentes
incluso en la cultura occidental, en los cultos que rodean a la virgen María. N o causa
sorpresa que esas imágenes de la diosa aparezcan a lo largo de la historia humana: t o -
das ellas expresan una visión similar de la vida en la tierra, en que la fuente creativa de
la vida se concibe en la imagen de una madre y en que la h u m a n i d a d siente que ella
misma, y el resto de la creación, son hijos de la madre.
Si nos trasladamos del oeste al este, encontramos a la diosa de Willendorf en Austria
(figuras 4 y 5). M i d e 11 c m únicamente, pero parece e n o r m e . H e c h a de piedra caliza,
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4. D i o s a de W i l l e n d o r f , vista frontal (piedra
c a l i z a , 2 0 . 0 0 0 - 1 8 . 0 0 0 a. C , 11 c m d e a l t u r a .
esta figura está grávida de fertilidad, tan enraizada en la tierra que parece parte de ella.
La pesadez centrípeta de su cuerpo —senos, vientre y muslos caen para formar u n círcu-
lo, y los brazos descansan sobre los grandísimos pechos henchidos— forma u n contraste
marcado con la cabeza, ajena al resto, y sus anotaciones talladas de forma precisa. La p e -
culiar cabeza bulbosa está formada verticalmente por siete capas, cada una de ellas r e -
corrida por hendiduras horizontales que le dan toda la vuelta, semejando siete círculos
alrededor de la cabeza. El n ú m e r o siete -siete son los días que c o m p o n e n u n cuarto del
ciclo lunar, y siete son los planetas- podrían ser casual, pero era sin duda u n n ú m e r o sa-
grado de la totalidad 15.000 años más tarde, durante la Edad del Bronce (c. 3500 a. C ) .
El seno que mana es la imagen esencial de la confianza en el universo. Incluso el
más tenue diseño estelar fue visto alguna vez c o m o gotas iridiscentes de leche m a n a n -
do del pecho de la diosa madre: la galaxia q u e t e r m i n ó por denominarse Vía Láctea.
En la estatuilla de marfil de Pavlov, cerca de Dolní Vestonice, en la República Checa
(figura 6), los pechos son el centro principal de significado y se ha hecho abstracción
de t o d o lo demás para que el tema central de la lactancia lo incluya todo. Las líneas tra-
zadas alrededor de la parte exterior de los pechos y las líneas horizontales que se e x -
tienden debajo de los mismos dirigen la atención hacia la fuente sagrada. Parece i n -
29
creíble que cuando esta imagen fue encontrada en 1937 se describiese c o m o p o r n o -
3
grafía plástica «del diluvio» (es decir, de la época glacial o antediluviana) .
La extraña diosa oscura de la figura 7, encontrada cerca de u n hogar también en
Dolní Vestonice, se talló en barro y hueso pulverizado y fue cocida a fuego. Su cara
posee dos hendiduras que se inclinan hacia arriba p o r ojos y u n trazo hacia abajo por
nariz. C u a n d o el barro estaba h ú m e d o , se hicieron en lo alto de su cabeza cuatro agu-
jeros para sostener flores, hojas o plumas, constituyendo su «pelo», o «tocado»; una ima-
gen ésta que quizás explore la manera en que crecen las plantas. U n a vez más, es la sen-
sación de fecundidad lo que predomina: la forma del c o l m a d o p e c h o colgante,
prolongada por la amplia curva progresiva de sus caderas y vientre, con u n gran aguje-
ro p o r ombligo resaltando el cordón umbilical y que, posiblemente, esté en lugar de la
vulva, que n o aparece. Puesto que sus piernas t e r m i n a n en una punta, debió también
ser colocada erguida en el suelo, o sobre una peana, o transportada en la mano.
La diosa c o m o fuente creativa de la vida se representó frecuentemente de m o d o abs-
tracto con la figura de un triángulo (figura 8), o con una clara división de las piernas
abierta al inicio del vientre. Existen más de cien imágenes paleolíticas de la vulva sólo
en Francia, indicando que las historias de la diosa que da a luz eran tan familiares que
podían ser reconocidas de inmediato. Algunas veces las vulvas tienen semillas y brotes
dibujados sobre o j u n t o a ellas; o, incluso, se les ha dado el m o v i m i e n t o susurrante del
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agua, sugiriendo que se reconocía al útero cósmico c o m o la fuente del m u n d o vegetal
y también de las aguas de la vida. E n la figura 8, la serie ondeante de dibujos en forma
de galones grabada en el marfil podría representar las marcas de las alas de u n pájaro, o
de las líneas ondulantes del agua.
En el colgante bifurcado de hueso de la figura 9, de nuevo de Dolní Vestonice, se
hace abstracción del cuerpo para constituir u n símbolo, cuyo significado se concentra
en la ranura profundamente marcada desde d o n d e nacen las «piernas». Más de 10.000
años más tarde, el grabado en hueso de Teyjat, de la D o r d o ñ a (figura 10) parece una
evolución de esta imagen: la figura es también abstracta, a u n q u e más fácilmente r e c o -
nocible c o m o una diosa. Posee una diminuta cabeza y h o m b r o s angulares; u n diseño
sinuoso recorre el perfil del cuerpo y se han tallado sobre el m i s m o unas curiosas for-
mas rectangulares. La vulva, o el útero, ha sido representado p o r u n óvalo doble bajo
el cual se han dibujado dos líneas horizontales; la hendidura tallada entre las piernas afi-
ladas resalta aún más esta parte del cuerpo.
Más hacia el este, en Siberia, se descubrió en Mal'ta, cerca del lago Baikal, u n lu-
gar de enterramiento extraordinario, que data de c. 16.000-13.000 a. C. En este lugar,
además de catorce animales sepultados, se encontraron al m e n o s veinte figuras de d i o -
sas de hueso de mamut. Todas medían entre 3,2 y 13,3 cm, y parece que una de ellas
estaba vestida con la piel de u n león.
31
9. C o l g a n t e de marfil
( c . 2 0 . 0 0 0 a. C . Dolní
Vestonice, República Checa)
10. D i b u j o de diosa tallado en
h u e s o ( c . 1 0 . 0 0 0 a. C . Teyjat,
Francia)
1 1 . D i o s a tallada en marfil
d e m a m u t ( 1 6 . 0 0 0 - 1 3 . 0 0 0 a. C .
Mal'ta, Siberia)
La d i o s a c o m o pájaro
El pájaro que surge de un cielo lejano ha sido siempre un mensajero del misterio,
encarnación visible de u n m u n d o invisible. E n m u c h o s de los mitos de la Edad del
Bronce, el huevo cósmico del universo fue puesto p o r la madre-pájaro cósmica.
C u a n d o se abrió comenzaron a existir el tiempo y el espacio. La cuenta de marfil h a -
llada en Dolní Vestonice que p u e d e contemplarse en la figura 12 es la pieza central de
u n collar de cuentas tallado en el marfil de u n diente de m a m u t . T i e n e u n cuello lar-
go, sin cara, y dos pechos, que también podrían ser las alas de un pájaro, p o r q u e el sig-
n o del galón en forma de doble uve grabado en ellas se parece a las marcas estriadas de
muchas aves, c o m o las ranuras que se encuentran en los bordes inferiores de la estatua.
Es precursora de figuras similares del Neolítico (10.000-3.500 a. C ) ; por entonces el
p o d e r y la protección de la única diosa madre se ha diferenciado de forma clara en las
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12. C u e n t a de c o l g a n t e
(ampliada) de marfil de
m a m u t , c o n forma de
cuello alargado,
perforada c o n un agujero
y con dos pechos
g r a b a d o s c o m o alas
(20.000 a. C , 2,5 c m d e
altura. D o l n í Vestonice,
República Checa)
13. D i o s a p á j a r o c o n
pechos y galones
( t e r r a c o t a , c. 6000 a. C .
Sesclo, Tesalia, Grecia)
tres regiones del cielo: las aguas superiores, la tierra, y las aguas inferiores o subterrá-
neas. D e las pruebas que nos brinda el arte se deduce que la noción de «inframundo»,
con sus connotaciones de oscuridad, amenaza y ausencia de vida, n o estuvo presente
antes de las conmociones y la anarquía de la Edad del Bronce tardía. La diosa de las
aguas superiores es en el Neolítico la diosa pájaro que favorece la lluvia que da la v i -
da, al igual que, según se creía incluso en tiempos m u y posteriores, el tiempo atmos-
férico era provocado por las aves, que podían también ser un signo del tiempo veni-
dero. La cigüeña que en el folclore lleva al bebé p o r el aire fue antaño la Cigüeña que
traía de nuevo la primavera, el renacimiento del año. La diosa neolítica de la figura 13
tiene cabeza de pájaro; en ocasiones, posee también u n cuerpo de ave con alas. Su
cuerpo puede transformarse en los pucheros y los jarrones que contienen las aguas de
la vida; su cara de pájaro nos observa desde los mismos, y torrentes de lluvia resbalan
por sus superficies.
Estas dos imágenes están separadas p o r cerca de 15.000 años. A ú n así, ambas y m u -
chas otras más han recorrido incontables kilómetros y siglos, transportadas por tribus en
constante movimiento hacia nuevas tierras, o reproducidas, más oscuramente aunque de
un m o d o semejante, por las generaciones sucesivas que experimentaron la misma n e c e -
sidad de articular un sentimiento parecido. El debate en t o r n o a si algunas imágenes r e -
currentes proceden de una fuente c o m ú n , o si su repetición es espontánea y se debe a
características constantes en la naturaleza de la psique humana, es prácticamente irreso-
luble desde el m o m e n t o en que se consideran posibles ambas alternativas. C u a n d o h a -
blamos aquí de imágenes arquetípicas, estamos asumiendo que, incluso si una imagen
fuese, por así decirlo, transportada físicamente de u n lugar a otro (y muchas sin duda lo
fueron), n o habría captado la imaginación de los pobladores de cualquier nuevo empla-
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14. Estatuilla
f e m e n i n a de carbón
( c . 1 4 . 0 0 0 a. C,
4,4 c m de altura.
Petersfels, Alemania)
15. Grabado de una
figura femenina
con huevo cósmico
(c. 18.000-14.000
a. C . Fontales,
Francia)
La c u e v a c o m o ú t e r o d e la d i o s a madre
Hace escasamente cien años nadie sabía que h u b o vida h u m a n a en la época en que
el m a m u t lanudo deambulaba por los páramos helados que cubrían casi toda Europa y
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Asia. Se sucedieron entonces los descubrimientos asombrosos de las cuevas paleolíticas
del norte de España y del sudoeste de Francia: p r i m e r o , Altamira (1879); luego, La
Pasiega (1911), Les Trois Fréres (1972), Tuc d ' A u d o u b e r t (1914), N i a u x , Les
Combarelles, Pech-Merle y Lascaux (1940), p o r m e n c i o n a r sólo las más conocidas.
Capa tras capa, cuidadosamente levantadas del suelo de esas cavernas, han revelado u n
flujo continuo de vida en su interior que se extiende a lo largo de u n lapso inmenso
de tiempo. Las excavaciones en El Castillo, p o r ejemplo, en el n o r t e de España, han
mostrado que el h o m b r e de Neandertal (Homo sapiens Neanderthalensis), que precedió
al h o m b r e m o d e r n o (Homo sapiens sapiens), vivió aquí antes del período interglaciar
4
R i s s - W ü r m , esto es, antes del 186.000 a. C. D u r a n t e el siglo pasado se han descubier-
to más de cien cuevas decoradas, echándose abajo teorías anteriores sobre guerreros ca-
zadores que prácticamente n o eran h u m a n o s , acechando en los albores de la historia y
d u r m i e n d o intranquilos en las profundidades del corazón h u m a n o .
La historia de una gran diosa primigenia se relata en las cavernas del sudoeste fran-
cés a través del arte y de los rituales que tuvieron lugar en su interior. D u r a n t e al m e -
nos 20.000 años (del año 30.000 al 10.000 a. C ) , parece que la cueva paleolítica fue el
lugar más sagrado, el santuario de la diosa y la fuente de su p o d e r regenerador. Entrar
en una de esas cavernas es c o m o adentrarse en otro m u n d o , en u n m u n d o que está den-
tro del cuerpo de la diosa. Para aquellos que hubiesen vivido en u n m u n d o sagrado, la
actual forma ahuecada habría simbolizado su vientre q u e t o d o contiene, que traía al
m u n d o a los vivos y acogía de nuevo a los muertos. La cueva, c o m o lugar de transfor-
mación, era el nexo que enlazaba el pasado y el futuro de los hombres y mujeres que
vivían en su parte anterior y celebraban sus ritos religiosos en las profundidades de su
santuario interior. Al fondo de la cueva se colocaban las piedras que representaban las
almas de los muertos que renacerían de su matriz. Su imagen se esculpió en las pare-
des exteriores; en las interiores se pintaron animales machos y hembras, que pudieron
haber encarnado los diferentes aspectos de su ser, así c o m o los artistas chamanes que
podían escuchar su voz en la voz del animal.
Justo antes de 1914, en la región de Ariége del sudoeste de Francia, se descubrió u n
vasto complejo de cuevas laberínticas a 18 m bajo tierra. Campbell indica que esta c u e -
va-laberinto, que se extiende desde Tuc d ' A u d o u b e r t hasta Les Trois Fréres, se utilizó
durante al menos 20.000 años y constituyó u n o de los centros de religión más i m p o r -
5
tantes, si n o el mayor, del m u n d o .
Todas estas cuevas paleolíticas, magníficamente decoradas, fueron protegidas por u n
acceso m u y difícil. Al trasladarse de la luz del día a una completa oscuridad, resulta i m -
posible no sentir un escalofrío de temor y sobrecogimiento cuando se recorre el mismo
camino hacia el corazón de la tierra que la gente realizaba hace 30.000 años. Ellos ú n i -
camente contaban con lámparas de piedra hueca, con mechas de ramitas de enebro, y
aceite de grasa animal para alumbrarse. ¿De d ó n d e sacaron la valentía para deslizarse y
arrastrarse por estrechos pasajes laberínticos, respirando entrecortadamente, recorriendo
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16. Interior
d e la g r a n
cueva de
Lombrives,
cerca de
Tarascon-
sur-Ariége,
Francia
La sala en la que ahora nos hallamos es gigantesca. Dejamos que la luz de las lámparas ilumi-
ne techos y paredes; una habitación majestuosa... y allí, finalmente, están los dibujos. Del techo
al suelo, toda una pared se halla cubierta de grabados. La superficie ha sido trabajada con herra-
mientas de piedra, y allí vemos desfilar las fieras que vivieron en aquel tiempo en el sur de Francia:
el mamut, el rinoceronte, el bisonte, el caballo salvaje, el oso, el asno salvaje, el reno, el glotón,
el buey almizclero; también aparecen los animales más pequeños: la lechuza, blanca como la nie-
ve; liebres y peces... Y uno ve dardos por todas partes, precipitándose sobre la caza. Una verda-
6
dera estampa de cacería; la imagen de la magia de la caza .
D e n t r o de las cuevas, las alargadas estalactitas que pendían desde el techo hasta el
suelo, así c o m o las redondeadas estalagmitas que surgían del suelo, posiblemente hayan
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inspirado el arte escultórico. Además, al observar y escuchar el constante goteo del
agua sobre la roca, es posible que los moradores de la cueva estableciesen la conexión
entre lo que está encima con lo que está debajo c o m o símbolo de una relación u n i -
versal entre el cielo y la tierra. Al menos ciertas cuevas presentaban unas formas que
estaban cargadas de significado: en Pech-Merle, en Francia, sin ir más lejos, se pinta-
ron puntos rojos y negros alrededor de las estalactitas, transformándolas así en pechos.
André Leroi-Gourhan, el especialista pionero del Paleolítico en Francia, que anali-
zó cientos de pinturas y esculturas de un gran n ú m e r o de cuevas, propuso que las fi-
guras y los signos podrían dividirse en las categorías de lo que denominaba «femenino»
y «masculino»; percibió además un énfasis fundamental, a u n q u e m u y complicado, en
el «emparejamiento» de fuerzas situadas en polos opuestos. N o todos los animales de
cuantos sabemos que vivían en la época se retrataban; p o r lo tanto, aquellos que se h a -
bían seleccionado especialmente —concluyó él— se elegían p o r su papel dramático en
una mitología específica, siendo los actores principales el bisonte y el caballo. Lo que
resulta fascinante es su siguiente observación: las figuras, animales y signos que inter-
pretó c o m o femeninos estaban situados en una posición central, que era claramente «el
7
corazón y núcleo especial de las cuevas» . Sin embargo, los animales y signos masculi-
nos complementaban los signos femeninos: o se colocaban a su alrededor, o bien figu-
raban sólo de forma periférica, dispuestos en las entradas estrechas que daban al san-
8
tuario o en los estrechos túneles del fondo .
La d i o s a c o m o luna
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1 7 . Las fases d e la l u n a
Existía una trinidad de diosas que se halló en la cueva de Abri du R o e aux Sorciers,
en Angles-sur-l'Anglin, fechada entre los años 13.000 y 11.000 a. C. Tres e n o r m e s d i o -
sas se esculpieron en la roca de la cueva, resaltándose de forma definitiva su capacidad
para dar a luz y desapareciendo de la vista sus cabezas y la parte superior de sus cuer-
pos. Las tres figuras se hallan de pie sobre u n bisonte, recordándonos a la diosa de
Laussel, que sujetaba el c u e r n o de bisonte c o m o imagen de la luna creciente; su figu-
ra se esculpió cerca de 10.000 años antes. ¿Son éstas las diosas de las tres fases visibles
de la luna que en épocas posteriores asumieron nombres y papeles diferentes? Laurens
van der Post considera al bosquimano africano una de las razas más antiguas de la tie-
rra. El nos cuenta la historia de c ó m o , cuando iba viajando j u n t o a ellos, de n o c h e y
con una larga j o r n a d a por delante, se asombró al ver q u e t o d o el m u n d o estaba bai-
lando y nadie se iba a dormir. C u a n d o les preguntó la causa de tal proceder, le repli-
caron que bailarían toda la n o c h e p o r q u e la luna comenzaba a menguar: «Debemos d e -
9
mostrarle cuánto la queremos, o n o regresará», le dijeron .
Hay cuentos sobre la luna por t o d o el m u n d o , y en m u c h o s de ellos su r i t m o cícli-
co representa u n patrón que se siente c o m o parte de la vida h u m a n a también; u n sen-
timiento que se plasmó en la escultura de la diosa de Laussel. E n las fases rítmicas de
luz y oscuridad, las tribus del Paleolítico debieron de percibir un patrón de crecimiento
y decadencia siempre renovado, y ello les proporcionaría confianza en la vida. E n la fa-
se creciente de la luna, sentirían crecer la vida y experimentarían el crecimiento de sus
propias vidas; es posible que con luna llena se maravillasen del incremento de la vida
que se desborda para dar lugar a nueva vida; en la fase m e n g u a n t e lunar, se lamenta-
rían p o r la retirada de la vida, la marcha de la diosa; y en la oscuridad de la luna n u e -
va, debieron de haber deseado ardientemente el r e t o r n o de la diosa y de su luz.
Comenzarían a confiar en la reaparición de la luna creciente con el paso del t i e m p o y,
p o r lo tanto, a reconocer la oscuridad c o m o el t i e m p o de espera previo a la reapari-
ción de la nueva vida. Mediante la experiencia de la m u e r t e sintieron quizás que eran
acogidos de nuevo en el oscuro vientre de la madre, y posiblemente creían que volve-
rían a nacer, c o m o la luna.
Esta experiencia permitió que en ellos brotase la capacidad de percibir la vida a tra-
38
vés de imágenes. La oscuridad n o era antagonista de la luz, ni t a m p o c o lo era la m u e r -
te de la vida; era un aspecto del ser de la diosa madre. C u a n t o existía, ellos mismos i n -
cluidos, era una expresión de la diosa. Todo, p o r lo tanto, constituía una imagen q u e
confirmaba la relación que les unía a ella. D e esta capacidad para experimentar la vida
a través de imágenes surgió la creatividad inagotable de la humanidad. El m i t o fue la
expresión de esta experiencia primordial.
El espléndido libro de Alexander Marshack, The Roots of Civilization, muestra c ó m o
los pobladores paleolíticos utilizaban un sistema de notación lunar ya desde el año 40.000
a. C. Esto nos permite percibirlos c o m o más cercanos a nosotros, y nos impulsa a valo-
rar su inteligencia y sus habilidades más de lo que hemos hecho hasta ahora. E n 1963,
Marshack examinaba u n libro que versaba sobre los logros tecnológicos gracias a los cua-
les los seres humanos pudieron viajar a la luna en una nave espacial; sin embargo, sus es-
tudios le dejaron con la sensación de que algo faltaba en el informe arqueológico. Le dio
la impresión de que la humanidad n o podía haber inventado «de pronto» la escritura, las
matemáticas, la astronomía. ¿Qué fue lo que ocurrió antes de la Edad del Bronce que fa-
cilitó las bases para esos descubrimientos «repentinos»? Sus pesquisas le llevaron hasta una
pieza de hueso de Ishango, cerca de las fuentes del Nilo. Examinándola atentamente, i n -
tuyó que las líneas grabadas en ella podían ser notaciones lunares. Lo que sigue es tan fa-
buloso c o m o la historia de cualquier gran descubrimiento. Las notaciones lunares que
encontró en hueso, piedra, cornamenta y figuras de diosas debieron —pensó— establecer
las bases del descubrimiento de la agricultura, el calendario, la astronomía, las matemáti-
cas y la escritura. En tal caso, todos estos logros se habrían desarrollado a lo largo de i n -
mensos períodos de tiempo y no «de pronto», c o m o habíamos asumido:
Parece ser que en un tiempo tan lejano como el año 3 0 . 0 0 0 a. C , el cazador de la era gla-
cial de Europa occidental utilizaba ya un sistema de notación evolucionado, complejo y sofis-
ticado, una tradición que parece haber tenido entonces miles de años. Parece que también lo
utilizaban otros tipos de hombres modernos, como el hombre de Combe Capelle, de la cultu-
ra Gravetiense oriental checoslovaca y rusa, así como otros pueblos y subculturas en Italia y en
España... La tradición parece haberse extendido tanto que nos asalta la pregunta de si podría re-
montarse al período del hombre de Neandertal... Estos hechos son tan nuevos e importantes...
Suscitan profundas preguntas acerca de la inteligencia evolucionada y las habilidades cognitivas
10
de la especie humana .
39
ridad lunar se incluye c o m o parte esencial del ciclo c o n t i n u o de la luz, se hace n e c e -
saria la capacidad de m a n t e n e r en la m e n t e una imagen de lo q u e n o es, de hecho, v i -
sible. Meandros y espirales (ver p. 43) constituyen la evidencia de u n p e n s a m i e n t o abs-
tracto y, más tarde, en la cerámica del Neolítico, las imágenes de una cruz de cuatro
brazos representan las cuatro fases de la luna.
C u a n t o observaban los pueblos del Paleolítico era definido p o r u n r i t m o estacio-
nal. Si miraban al cielo, veían las aves emigrar y retornar, entre ellas la grulla, el ganso,
la garza y el cisne. Veían al salmón r e m o n t a r la corriente en los grandes ríos en m o -
m e n t o s determinados del año. C o n t e m p l a b a n las secuencias del brotar, florecer y dar
fruto de los muchos y diferentes tipos de árboles, así c o m o la caída de la hoja. Veían la
gestación y el nacimiento, el crecimiento y la m u e r t e de toda clase de animales en u n
r i t m o previsible. Sus propias vidas seguían los mismos modelos rítmicos, c o m o una es-
tación sucede a otra. En verano seguían a los animales y sus vidas se centraban en la
caza. En invierno, cuando los días eran más cortos y los fríos árticos dificultaban la ca-
za, la vida se concentraba en t o r n o a las cuevas, d o n d e iban perfeccionando el arte de
hacer herramientas. Había, pues, una estación para construir herramientas y otra para
hacer uso de ellas; una para transformar pieles en ropa y mantas, y otra para matar a los
animales que suministraban dichas pieles. En verano debían disfrutar del calor, más i n -
tenso, y de la expansión de la vida. E n invierno, alrededor del fuego, probablemente
se contaban las historias que nos han llegado en forma de mitos, leyendas y cuentos de
hadas. Sus rituales estaban sintonizados con las estaciones y aseguraban la fertilidad de
los animales, el éxito de la caza y la supervivencia al frío terrible del invierno. Las h a -
bilidades que desarrollaron observando las fases de la luna y el m o v i m i e n t o circular de
las estrellas, las historias que contaban para acompañar estos rituales, todo ello expresa
el instinto específicamente h u m a n o para establecer analogías entre los diferentes ó r d e -
nes y dimensiones de la vida. Esta capacidad de pensamiento analógico debió de ser lo
que les permitió percibir la relación entre el orden celeste, simbolizado p o r la luna, y
el orden terrestre que veían a su alrededor.
La luna era indudablemente la imagen central de lo sagrado para estos pueblos p r i -
mitivos; su r i t m o dual, constante y cambiante, les proveyó de u n p u n t o de orientación
desde el que medir diferencias, concebir patrones y establecer asociaciones. Su p e r p e -
t u o regresar a los propios orígenes los impulsó a r e c o m p o n e r lo que en apariencia se
había h e c h o pedazos. En todas las mitologías hasta la Edad del H i e r r o (c. 1250 a. C.)
se percibía la luna, gran luz brillando en la oscuridad de la n o c h e , c o m o una de las imá-
genes supremas de la diosa, el p o d e r unificador de la madre de todo. Ella era la m e d i -
da de los ciclos temporales y de las conexiones e influencias celestes y terrestres.
Gobernaba la fecundidad de la mujer, las aguas del mar y todas las fases de crecimien-
to y decrecimiento. Las estaciones se sucedían en secuencias, al igual que las fases de la
luna. Constituía una imagen perdurable tanto de la regeneración en el tiempo c o m o
de la totalidad atemporal: lo que se perdía aparentemente con la luna m e n g u a n t e , se
40
0p & 0
18. Interpretación
o
oo t e s q u e m á t i c a (a p a r t i r
de u n análisis
microscópico) de
las m a r c a s t a l l a d a s
del r e f u g i o de roca
de Blanchard que
o o
r it *
l i e • •• indican los trazos
q u e e s t r u c t u r a n la
^ $ ( Q Q G CÓQ forma serpentina
La d i o s a d e la m u e r t e y d e l renacimiento
Hace más de cien mil años, durante el período interglaciar Pviss-Würm (186.000-
75.000 a. C ) , las sepulturas del h o m b r e de Neandertal, que precedieron a las del Homo
sapiens sapiens, en la Edad de Piedra, sugieren que la consciencia humana ya había desa-
rrollado la capacidad para reconocer la m u e r t e y otorgarle el rango de u n misterio que
requiere la realización de rituales en su honor. Se han encontrado cuerpos, algunos de
60.000 años de antigüedad, colocados en posición fetal, de cara al este —la dirección por
la que salen la luna llena, la última luna creciente y el sol—, cubiertos de flores y salpica-
dos con tinte de ocre rojo que imitaba, quizás, la renovación de la sangre y el bullir de
la fuerza vital para la nueva vida".
C u a n d o el signo de la vulva aparece inciso en u n disco lunar y se halla en una t u m -
41
19. D i s c o lunar hecho
de un d i e n t e de mamut
( a m p l i a d o ) , ( c . 2 0 . 0 0 0 a. C .
Brno, República Checa)
ba (figura 19), es posible que exista una coincidencia de significados por la que la v u l -
va que da la vida se convierte en el útero del renacimiento. ¿Simboliza también esta
incisión el lapso de los tres días de oscuridad que transcurren entre la m u e r t e de la vie-
ja luna y su renacimiento c o m o cuarto creciente del nuevo ciclo? Ciertamente, el m o -
délo lunar sugiere que los seres h u m a n o s , cuando morían, se desvanecían c o m o la lu-
na del m u n d o de los vivientes, quizás para renacer en otro m u n d o , a lo mejor para
regresar a éste. Aquí, la matriz de la diosa vuelve a tomar posesión de la vida que ha
dado para que ésta pueda renacer de nuevo.
El lugar de e n t e r r a m i e n t o de Mal'ta, en Siberia, m e n c i o n a d o a n t e r i o r m e n t e (ver
p. 31), es también interesante: muestra las figuras de la diosa colocadas en m e d i o de
muchas de las imágenes que la rodean siempre en tiempos m u y posteriores: el pájaro y
el pez, el m e a n d r o y la espiral, y los animales salvajes que le dieron el n o m b r e de «dio-
sa de los animales» o «señora de las bestias». J u n t o a las veinte diosas diminutas había
una placa de marfil con el diseño de una espiral en una cara, y tres serpientes con ca-
bezas semejantes a cobras grabadas en la otra (figuras 20 y 21). A su lado se encontra-
ron u n g r u p o de seis pájaros de marfil, cisnes o gansos, tallados en vuelo (figura 22) y
u n pez de marfil, con el diseño p u n t e a d o de u n laberinto o de u n meandro grabado
en u n o de sus costados. También se halló el bastón de marfil de u n chamán y los es-
queletos de catorce animales sepultados ritualmente j u n t o al c u e r p o de u n niño de cua-
tro años de edad, t u m b a d o en posición fetal, de cara al este, para renacer con el sol. La
ceremonia de sepultura del niño se nos manifiesta en la cueva profusamente coloreada
de rojo y en la cuidadosa decoración del p e q u e ñ o c u e r p o : una corona de marfil de m a -
m u t alrededor de la frente, con brazaletes a j u e g o y u n collar de cuentas de marfil, de
la que p e n d e u n colgante con forma de pájaro volando.
El lugar de enterramiento de Mal'ta, ocupado entre los años 16.000 y 13.000 a. C ,
es similar a los descubiertos en Rusia. Este es, sin embargo, especialmente significati-
vo porque, c o m o afirma Campbell, era «el centro crucial de una secuencia cultural ar-
caica continua que se remonta, p o r un lado, hasta el refugio de roca auriñaciense de
42
2 0 . (arriba, izquierda) Hebilla
o placa c o n d i s e ñ o en espiral
( c . 1 6 . 0 0 0 - 1 3 . 0 0 0 a. C , 14 c m
de l o n g i t u d . Mal'ta, Siberia)
2 1 . (arriba, derecha) Reverso
d e la p l a c a , q u e m u e s t r a tres
serpientes
2 2 . (abajo) Ganso o cisne volando,
tallado en marfil (c. 16.000-13.000
a. C . M a l ' t a , Siberia)
Laussel, y, por otro, conecta con la danza del búfalo de los indios pies negros del siglo
2
X I X d. C.»' . En el Paleolítico existía u n territorio i n t e r m e d i o entre Siberia y Alaska
que los pueblos de la Edad de Piedra atravesaron para pasar a las Américas.
ida e s p i r a l y e l meandro
43
23. Meandro inciso sobre
u n brazalete de marfil de
m a m u t ( c . 2 0 . 0 0 0 a. C .
M e z i n , o e s t e de U c r a n i a )
Desde los Pirineos hasta el lago Baikal, ante nosotros están las pruebas de una mitología de
la Edad de Piedra tardía, en la que resalta sobre las demás la figura única de la diosa desnuda...
Ella era una patrona del nacimiento y de la fecundidad casi con seguridad. En esa Paleolítico
ella fue de modo específico la diosa de la caza, pero también, aparentemente, de la vegetación...
El enterramiento de MaFta sugiere que ella era también quien recibía a los muertos y liberaba
4
sus almas a un nuevo nacimiento' .
44
Nuestros presupuestos sobre la naturaleza h u m a n a , en particular nuestras creencias
sobre la capacidad humana para vivir en armonía con el resto de la naturaleza y formar
u n m u n d o pacífico, se relacionan de forma crucial con la cuestión de si realmente sa-
bemos o no crear una manera mejor de ser. Si sostenemos que los seres h u m a n o s son
y siempre han sido prioritariamente cazadores y guerreros, es más posible que pasemos
por alto la evidencia de lo contrario y concluyamos q u e la agresividad guerrera es i n -
nata. N o se ha encontrado prueba alguna de que los pueblos del Paleolítico c o m b a t i e -
15
ran entre sí . Es c o n m o v e d o r descubrir que nuestros antepasados paleolíticos tienen al-
go que enseñarnos, específicamente acerca de c ó m o h e m o s malinterpretado su arte, y
por lo tanto sus vidas, forzándolos a ajustarse a una perspectiva que corresponde a la
del siglo XX.
Es interesante el m o d o en que están relacionados los dos falsos conceptos. En p r i -
m e r lugar, las estatuillas de la diosa fueron clasificadas originariamente c o m o arte e r ó -
tico o pornográfico, una concepción que sería impensable si el principio femenino es
reconocido c o m o sagrado o, por decirlo de forma coloquial, si «dios» fuese madre t a n -
to c o m o padre, esto es, si nuestra imagen de la deidad contuviese las dos dimensiones,
masculina y femenina. En segundo lugar, se asumió que las numerosas formas de palos
y líneas grabadas en piedra y huesos y pintadas sobre las paredes de las cuevas eran ar-
mas para la caza, o signos masculinos, pero, tras u n atento examen microscópico, q u e -
dó demostrado que eran plantas, hojas, ramas y árboles. D e nuevo el descubrimiento
se debe a Marshack, quien llamó la atención del m u n d o sobre las figuras de las diosas
y del cálculo lunar, desviándose de la opinión predominante que veía esos dibujos c o -
m o «objetos masculinos» y «signos puntiagudos». Significativamente, tanto la potencia-
lidad simbólica de las figuras femeninas dando a luz c o m o los millares de formas de la
vida vegetal se han excluido durante los últimos 3.000 años de las categorías de lo sa-
grado. C o m o R i a n e Eisler ha observado en su importante libro, The Chalice and the
Blade: Our History, Our Future, el arte paleolítico «habla a favor de tradiciones psíqui-
cas que debemos comprender si es que hemos de saber n o sólo qué fueron y qué son
16
los humanos, sino también en qué pueden convertirse» .
Los animales
45
24. Bisonte bramando,
c o n pinas y plantas (cabeza
d e c i e r v a e n el r e v e r s o ) ,
(grabado realizado en un
« c u c h i l l o » o u n a «lima» d e
m a r f i l d e m a m u t , c. 10.000
a. C . C u e v a d e La V a c h e ,
Ariége, Francia)
Cuando visitamos una cueva pintada, penetramos en un santuario donde han tenido lugar
ceremonias sagradas durante miles de años, dirigidas sin duda por los grandes iniciados de la
época, e introduciendo a novicios cuando eran llamados a recibir, a su vez, la necesaria ins-
17
trucción fundamental para dirigir sus vidas .
¿Cuál era la naturaleza del vínculo entre h u m a n o s y animales que hace de este ar-
te algo tan conmovedor? C u a n d o más gruesas eran las capas de hielo y el suelo era t u n -
dra congelada, sólo la carne podía mantener la vida, p o r lo que las tribus paleolíticas
tenían que cazar animales para sobrevivir. Los animales también les proveían de pieles
y pelaje, que proporcionaban a los pueblos calor, refugio y vestiduras. Sus huesos, col-
millos y cornamenta dieron a la gente el material necesario para construir h e r r a m i e n -
tas y p o d e r grabar o pintar sus imágenes sagradas, los instrumentos para p o d e r calcular
el paso del tiempo y hasta las agujas para coser sus ropas. Los huesos de los animales,
sus dientes y garras se transformaron en collares y su grasa suministró aceite para los
candiles. Los animales debieron de ser percibidos c o m o la encarnación del p o d e r divi-
no, el d o n de la vida para la tribu. ¿Eran los animales vistos c o m o los poderes genera-
tivos de la diosa que garantizaban la continuidad de la vida? Es posible que ya se c o n -
siderasen expresiones diferentes de la realidad que t o d o lo abarca de la gran diosa
madre, la cual se halla esculpida fuera de las cuevas que contenían en su interior, en sus
paredes de aspecto uterino, imágenes de la desconcertante variedad de formas que ella
había parido.
La identidad entre los animales y los animales h u m a n o s se q u e b r ó en algún m o -
m e n t o a lo largo de los últimos tres millones de años c u a n d o u n nuevo tipo de pensa-
m i e n t o apartó a la humanidad del resto de la naturaleza. Pero en el arte de las cuevas
46
este vínculo antiguo fue r e m e m o r a d o y forjado de nuevo. A lo mejor, en los rituales
celebrados en las cuevas, la gente experimentaba de nuevo la espontaneidad de la vida
animal en ellos, que fue sacrificada con el nacimiento de la conciencia que reflexiona
acerca de sí misma.
Los animales parecían vivir el m o m e n t o sin ser conscientes aparentemente de u n fi-
nal, pero conocían el m o d o de armonizarse c o n las estaciones. Puesto que parecían res-
p o n d e r a ritmos invisibles, también podían encarnar las almas de los antepasados triba-
les, de aquellos que vivían en «el tiempo onírico» de la eternidad. N o existía evidencia
escrita del pasado, por lo que únicamente la m e m o r i a h u m a n a podía proporcionar a la
tribu el sentimiento de la continuidad. Mas la m e m o r i a tribal se revisa de c o n t i n u o a
medida que avanzan las generaciones, y los años, décadas y centurias pasados se c o m -
p r i m e n en historias de los orígenes y se funden con el tiempo sagrado —lo que suce-
dió una vez, en otro t i e m p o - cuando se llevaron a cabo las proezas que dieron lugar al
nacimiento del tiempo presente. Las historias transmitidas de generación en generación
debieron de crear los orígenes de la tradición tribal. C o n t a n d o y bailando las historias,
al volver a representar el mito primordial, ponían en contacto el «tiempo onírico» del
pasado inmemorial con u n presente sacralizado.
En 1989 unos indios brasileños, cuyas naciones habían vivido en la jungla amazóni-
ca sin ser perturbadas durante muchos siglos, si n o milenios, describieron su propia e x -
periencia en términos m u y similares: el gran jefe de la nación, que soñó el destino de
los suyos en los orígenes, declaró entonces que había llegado el m o m e n t o en que la
tribu debía actuar para p o n e r a salvo la selva y su hogar c o m ú n . Ahora, c o m o sus ár-
boles y animales habían sido destruidos, los ancianos de la tribu n o podían soñar más,
y sin esos sueños la tribu perdería su camino. Talar la jungla y darles ganado para que
paste sobre la hierba mutilada les proporcionaría ú n i c a m e n t e «sueños de vaquero», n o
los sueños adecuados que guíen correctamente. Sólo sus propios animales, que, al igual
que ellos mismos, pertenecen a la selva virgen, p u e d e n darles sus «sueños». C o m o e x -
plicación los indios añadieron, en u n lenguaje que el jefe Seattle habría comprendido,
que los animales eran sus hermanos y los ríos sus venas; ellos fluían con su sangre; si se
bloqueasen o se encerrasen en presas, se frenaría el flujo de la sangre en sus venas y e n -
8
tonces el corazón se pararía' .
La sensibilidad paleolítica n o parece m u y alejada de este entender. Es probable, p o r
lo tanto, que los animales dibujados sobre las paredes de las cuevas hayan sido persona-
jes de historias que se contaron una y otra vez desde el principio. D e este m o d o , algu-
nos animales podrían haberse transformado en animales totémicos esenciales para el
sueño de la tribu; quizás incluso soñarían para la tribu c o m o sus espíritus ancestrales y
hablarían a los chamanes en trance, proporcionando al pueblo su sentido de unidad e
identidad.
Al concluir el Auriñaciense (30.000-25.000 a. C.) habían desaparecido el m a m u t la-
nudo, el rinoceronte, el oso de las cavernas y el león de las cavernas, probablemente
47
1
25. O s o herido
(c. 16.000-12.000
a. C . C u e v a L e s
Trois Fréres, A r i é g e ,
Francia)
48
y lanzas atraviesan sus ijadas y de su boca fluye sangre. Esta imagen habitualmente se
entiende c o m o parte de u n ritual de caza d o n d e se dibuja al oso con las heridas que se
espera producirle con el fin de asegurar el éxito de la cacería: u n ejemplo arcaico de
satisfacción de un deseo mediante la magia. A esta idea se le añade otra que va más allá,
la de que el dibujo es en sí u n rito propiciatorio con el que se aplacaba la ira del ani-
mal y se concedía a la tribu atrapar a la bestia sin t e m e r u n castigo. El carácter c o m -
pletamente laico de este tipo de interpretaciones debería alertarnos de su impropiedad.
Si, por otro lado, acabar con esa vida fuese c o m p r e n d i d o c o m o la ruptura del orden
sagrado, entonces el grabado de la imagen sacrificial del oso serviría para u n doble p r o -
pósito: prepararía a la tribu para la monstruosidad de la matanza del animal, y al mis-
m o tiempo pediría honorablemente al m i s m o que diese su consentimiento para ser m a -
tado. En esta última interpretación, el dibujo constituye u n acto ético: rinde h o n o r al
vínculo entre el h u m a n o y el animal, así c o m o al de ambos con la totalidad. E n la p r i -
mera interpretación, sin embargo, la pintura es sólo u n recurso de supervivencia. Es
importante n o confundir los dos tipos de acción ni aplicar de nuevo nuestras propias
simplificaciones a la interpretación de la historia, asumiendo que el sentimiento p r e -
dominante hacia el oso era el interés propio.
Si nos imaginamos a nosotros mismos de regreso a u n m u n d o en d o n d e toda la v i -
da está interrelacionada, sería u n «delito de sangre» arrebatarle la vida a un «hermano»
y, desde el m o m e n t o en que los seres h u m a n o s y los animales constituyen parte de una
misma unidad, ello ha de ser expiado mediante u n ritual cuidadosamente efectuado.
C u a n d o se mata a un animal, lo «Uno» es herido. Algunos cuentos de hadas narran la
historia de u n animal al que u n héroe ha de matar, obedeciendo al mandato del p r o -
pio animal. El lo mata con pena y, para su asombro, el animal se transforma en u n h e r -
m a n o desaparecido tiempo atrás, o en u n príncipe apresado en una forma animal a cau-
sa de un encantamiento. Podría ser que esto fuese una antigua historia paleolítica
donde la bestia a la que se le ofrecen los ritos debidos renace c o m o ser h u m a n o y o c u -
pa de nuevo su lugar j u n t o a su h e r m a n o . La relación entre el h o m b r e cazador y el ani-
mal cazado no es simple, ciertamente, puesto que, de las muchas figuras humanas h a -
lladas con animales en el arte del Paleolítico superior, ninguna lleva armas, a pesar de
que muchas visten algún tipo de ropaje ceremonial o llevan objetos simbólicos, ya sea
cubiertos con pieles de animales o desnudos.
En las cuevas de los Pirineos descubiertas hasta ahora, hay sólo treinta grabados o
pinturas de u n león o de una leona —una proporción diminuta en relación c o n el b i -
sonte o el caballo—, y de éstas, cuatro se hallan en Les Trois Fréres y una, grabada en
u n fragmento de costilla, pertenece a la cueva de La Vache, en Ariége. A la leona de
Les Trois Fréres (figura 26) se le ha dado el lugar de mayor importancia; está colocada
de frente a quien se acerque al santuario más profundo de la cueva. En tanto que a n i -
mal más feroz y «rey y reina de las bestias», el león, c o m o guardián, debió de inducir
más respeto que ningún otro. En contraste con los otros animales, la leona n o está ta-
49
liada de perfil sino de frente. Sus penetrantes ojos parecen estar retando a quien se dis-
ponga a entrar en la cueva sagrada, c o m o si custodiase los misterios contra los n o ini-
ciados. E n tiempos posteriores, los leones son los guardianes de los templos por t o d o
el m u n d o y en todas partes se concibe a la diosa sentada sobre u n t r o n o de leones, des-
de en la Anatolia del séptimo milenio a. C , hasta en la E u r o p a del segundo milenio
d. C , en la figura de la virgen María (ver capítulo 14, figura 21).
U n tercio de todos los animales de la cueva son caballos; más de 600 pinturas en t o -
tal. Bisontes, uros, toros y bueyes salvajes constituyen cerca de otro tercio. E n t o r n o a
u n d é c i m o del total de los animales son venados o ciervas. D e m o d o extraño, los r e -
nos, q u e fueron cazados j u n t o al m a m u t lanudo y cuyos huesos han sido encontrados
profusamente en Lascaux, apenas aparecen en las pinturas. Ello hace que nos p r e g u n -
temos la razón por la que el caballo, el bisonte, los toros (o uros) se representaban más
q u e cualquier otro animal. Por supuesto, debieron haber p e r m a n e c i d o cerca de los h u -
manos y fueron esenciales para la supervivencia de éstos, mas también debieron pose-
er u n carácter mítico. Son todos animales poderosos y de gran fertilidad, y los cuernos
del bisonte y del toro, con la forma de la curva de la luna creciente, p u e d e que sim-
bolizaran las fuerzas regeneradoras de la vida, que más tarde tomarían una forma mas-
culina c o m o toro o c o m o dios. Es posible que el mito de la Edad del Bronce que r e -
lacionó el toro con la m u e r t e y la resurrección cíclica de la fuerza vital a través de la
luna se originase en esta época, 15.000 años antes, y que p r i m e r o hubiese adoptado la
imagen de la diosa que sujeta en la m a n o u n c u e r n o de bisonte, c o m o aparece en
Laussel. Este mito fundamental se tratará en el capítulo 4.
Al caballo es posible que se le haya otorgado u n significado sagrado similar (figura
28). M u c h o s cuentos de hadas narran la historia del caballo c o m o voz q u e guía, c o n -
50
27. C a b e z a de un gran t o r o salvaje
n e g r o ( c . 1 5 . 0 0 0 - 1 2 . 0 0 0 a. C . Cueva
de L a s c a u x , D o r d o ñ a , Francia)
28. Y e g u a c o n plantas o ramas
(c. 1 5 . 0 0 0 - 1 2 . 0 0 0 a. C . Cueva
de Lascaux, D o r d o ñ a , Francia)
51
ojos o situando los cuernos o c o r n a m e n t a para completar la forma dada p o r la natura-
leza misma. Hay m u y pocos pájaros o peces en relación con otros animales, y n i n g ú n
reptil. Pero todos ellos aparecen exquisitamente grabados en las varas chamánicas, ca-
yados o bátons de commandement, cuyo uso preciso nos es todavía desconocido. Poseen
u n agujero r e d o n d o en u n extremo, en ocasiones en el lugar del ojo del animal o del
pájaro.
El chamán
Por encima de la multitud bulliciosa de animales en Les Trois Fréres, destaca la fi-
gura alargada y sobrecogedora de lo que se d e n o m i n a n o r m a l m e n t e «el hechicero» o
«maestro animal» (figura 29), de la que dejó constancia, c o m o hizo con todos los ani-
males del santuario, el padre Breuil. M i d e 76 cm de altura y 38 cm de ancho, y es la
52
29. «Animal de
poder» bailando
( c u e v a de Les T r o i s
Fréres, A r i é g e ,
Francia)
única pieza de toda la cámara que ha sido pintada —con pintura n e g r a - de m o d o que
sobresale especialmente entre las demás. Podría tratarse del animal de poder, que está
allí para transmitir a la tribu enseñanzas acerca del m u n d o animal, y que constituye el
origen de la figura que más tarde se convertiría en «señor de las bestias». Sólo sus pies
danzantes son claramente humanos. El cuadro en su conjunto confunde por la sensa-
ción que producen lo h u m a n o y lo animal; n o sabemos si se trata de u n animal con
pies humanos, o de u n h u m a n o vestido de animal. T i e n e los ojos grandes y redondos
de u n león o de un b u h o , cuernos y orejas de venado, y las dos patas delanteras alza-
das de león o de oso. Posee genitales de felino y rabo de caballo o de lobo. La «barba»
suelta es en sí misma c o m o la melena de u n león, y parece humana sólo por la mirada
numinosa de los ojos que la enmarcan, pues lo más llamativo de este magnífico ser, p a -
recido a u n dios, es su expresión, que parece fijarse en ti y en el más allá, c o m o si nos
invitase a adentrarnos en una dimensión insondable. ¿Es el ancestro animal, el alma de
53
la tribu o la encarnación de nuestra propia h u m a n i d a d animal? Sus pies están posados
firmemente sobre el suelo, posibilitando la postura erguida, una de las características
que nos distingue de forma definitiva de los animales. A u n q u e parece estar bailando,
su cara se halla fija, c o m o si nos pidiese que penetrásemos el sentido de su misterio;
¿quizás la paradoja que supone ser h u m a n o s y animales al m i s m o tiempo?
El baile sagrado era otra manera de evocar el alma animal de la humanidad. La h u e -
lla de pies formando u n círculo ha sido descubierta en las cuevas de Tuc d ' A u d o u b e r t
y de Montespan en el sudoeste francés. H o m b r e s y mujeres vestidos con pieles de ani-
males pudieron haber bailado aquí los rituales de caza y fertilidad centrados en deter-
minados animales, c o m o el oso, el caballo y el bisonte (figura 30). El estudio de las cul-
turas supervivientes de la Edad de Piedra ha mostrado lo vital q u e es el m a n t e n i m i e n t o
de una relación viva entre las costumbres humanas y los poderes invisibles de la vida
encarnados en los animales. La danza del laberinto cretense, q u e evoca el misterio de
la m u e r t e y del renacimiento, el baile griego de los coribantes (bailarines rituales) al
nacer el dios, el baile del oso de los indios siux y la danza de la mantis de los b o s q u i -
manos, todas ellas y muchas otras apuntan a la transmisión desde u n pasado r e m o t o de
la tradición del baile sagrado que traía consigo la renovación de la vida. Los t a m b o r i -
leos de los pies h u m a n o s en períodos posteriores eran parte de u n ritual de fertilidad y
los bailarines enmascarados constituían u n m e d i o deliberado de aproximarse a las ca-
pas más profundas de la psique, d o n d e tenía lugar la r e u n i ó n estática de la naturaleza
h u m a n a y la animal.
C u a n d o se entra en la gran rotonda de Lascaux, se halla a primera vista la figura de
un animal con grandes óvalos y arcos dibujados en su costado y dos cuernos rectos, c u -
ya longitud es igual a la mitad de su c u e r p o (figura 31). H a sido d e n o m i n a d o «bestia
hechicera» y «el doble unicornio», c o m o para expresar la incredulidad propia del siglo
XX ante la posibilidad de que tal animal haya existido en cualquier lugar, excepto en
la imaginación humana. Su vientre preñado cuelga hasta el suelo, a u n q u e t o d o el p e -
so del c u e r p o oscila en u n m o v i m i e n t o que va hacia arriba y hacia fuera, gracias al
efecto que provocan los cuernos desplegados y mediante la colocación en línea para-
lela del vientre y de la cornamenta. Esto crea una asociación inequívoca entre la vida
visible y nueva que se halla dentro del c u e r p o y la «vida» invisible y nueva que se h a -
lla más allá de la última punta de los cuernos. ¿Son estos cuernos entonces la imagen
de una visión que es proyectada? ¿Está el animal señalando el camino hacia los vuelos
chamánicos que tienen lugar en zonas más profundas de la cueva d o n d e se provoca el
nacimiento, de forma simbólica, de una nueva visión?
E n la parte más secreta de la misma cueva en Lascaux, en el fondo de un pozo de
5 m, yace un h o m b r e con cabeza y manos de pájaro, podría tratarse de u n chamán en
trance, volando c o m o u n ave, c o m o hacen otros chamanes de tiempos posteriores y
mejor documentados. Se han ofrecido numerosas interpretaciones diferentes de la ex-
traña configuración de h o m b r e , pájaro, bisonte y r i n o c e r o n t e de Lascaux (figura 32),
54
30. Chamanes
b a i l a n d o (c. 14.000
a. C . C u e v a d e
Les T r o i s Fréres,
Ariége, Francia)
3 1 . (abajo) Animal
con cuernos
prolongados
(c. 15.000-12.000
a. C . C u e v a d e
Lascaux, Dordoña,
Francia)
d o n d e la detallada interrelación de las figuras sugiere que se estaba contando una his-
toria concreta. El h o m b r e pájaro yace estirado en el suelo c o n el p e n e erecto, una m a -
n o de ave señalando al bisonte a su izquierda y la otra al pájaro a su derecha, que se h a -
lla debajo, posado en lo alto de u n cayado o de u n palo. El e n o r m e búfalo está herido
55
32. Escena de
c h a m á n , pájaro,
bisonte y
rinoceronte
(c. 15.000-12.000
a. C . C u e v a de
Lascaux, Dordoña,
Francia)
mortalmente, con sus entrañas cayendo al suelo en cascada; bajo su cola erguida, una
lanza, el arma que lo hirió, abarca t o d o su cuerpo, desde el ano hasta el vientre, c o m o
si hubiese atravesado el c u e r p o y hubiera sido lanzada desde algún lugar o por alguna
persona que n o figura en la imagen. La punta de la lanza apunta hacia el cayado cere-
monial, que está en el suelo, del h o m b r e pájaro. En el extremo izquierdo, u n r i n o c e -
ronte, q u e n o está colocado de frente a la escena, eleva su cola hacia arriba; bajo la mis-
ma aparecen seis puntos negros, que sugieren una excreción reciente.
Si somos capaces de percibir qué provocan las líneas del dibujo a los ojos de quien
lo contempla, caemos en la cuenta de que, sea cual sea la perspectiva desde la que nos
adentramos en la imagen, nos vemos arrastrados en u n proceso circular que u n e entre
sí al bisonte, al pájaro y al h o m b r e pájaro en u n significado único. El ave en lo alto del
largo palo o bastón ocupa la parte central del dibujo, que mide 2 m de largo. El pája-
ro c o n d u c e directamente a la m a n o ave del h o m b r e dibujado sobre él; la mano, a su
vez, lleva a la cabeza ave del h o m b r e , sugiriendo que el h o m b r e , al m o r i r el bisonte,
ha asumido el espíritu del pájaro que sobrevuela largas distancias hacia regiones desco-
nocidas; se trata del ropaje metafórico de los chamanes de todos los tiempos.
Los bosquimanos describen en términos similares u n ritual chamánico d o n d e el
animal dotado de poder es un alce:
56
dida que el moribundo alce libera su potencia, el chamán la absorbe y se adentra en el trance.
El alce que se está muriendo es una metáfora del chamán «moribundo» que está empezando a
ser como un alce. El alce es la fuente del poder del hombre y el chamán usa este poder para
23
entrar en trance .
57
33. Escultura de bisonte
del M a g d a l e n i e n s e (c.
1 2 . 0 0 0 a. C , 10 c m d e
l o n g i t u d . C u e v a d e La
Madeleine, sudoeste de
Francia)
Al pasar extáticamente el puente «peligroso» que une los dos mundos, y que sólo los muer
tos pueden afrontar, el chamán demuestra, por una parte, que es «espíritu», que ya no es un ser
humano, y trata, por otra parte, de restaurar la comunicación que existía in illo tempore entre es
26
te mundo y el Cielo .
58
mismos en vehículos de esa fuente, creadores de la forma viviente c o m o la fuente misma.
Leroi-Gourhan, que ha dedicado su vida a comprender el simbolismo del arte de las c u e -
vas, dice de Lascaux: «Tras esta decoración podemos percibir hasta qué punto toda la c o -
munidad estaba involucrada; mantenía a unos cuantos artistas de gran talento durante las
largas semanas que pasaban preparando el andamiaje, el material que utilizaban c o m o p i n -
28
tura y la iluminación» .
Mitología paleolítica
A partir de una consideración del arte paleolítico, la primera pregunta que surge es
la siguiente: ¿por qué a la diosa madre sólo se la esculpía, y n o se la pintaba, en las p a -
redes de la cueva? ¿Cuál era su relación con los animales que habían sido pintados, p e -
ro n o esculpidos? U n a inferencia de este h e c h o evidente es que había dos tipos funda-
mentales de visión en la cultura de la Edad de Piedra. U n a de ellas se expresa en piedra,
hueso y marfil de m a m u t —los elementos perdurables en los que las esculturas de la d i o -
sa madre fueron talladas, tanto cinceladas en la misma estructura de la cueva de roca,
c o m o modeladas en pequeñas estatuas en los lugares de enterramiento. La otra se e x -
presa mediante la pintura en las paredes interiores de las cuevas, d o n d e reviven los ani-
males, d o n d e se dramatizaba el ritual de la caza y se reflexionaba sobre el mismo, y
d o n d e los chamanes h u m a n o s y animales ofrecen los ritos de iniciación.
¿Podemos deducir de esto que originalmente n o había uno, sino dos mitos básicos:
el de la diosa y el del cazador? Las figuras gestantes de las esculturas hacen pensar que
el mito de la diosa madre tenía que ver con la idea de fertilidad y la naturaleza sagra-
da de la vida en todos sus aspectos, y p o r lo tanto c o n la de transformación y renaci-
miento. Por contraste, el mito del cazador estaba relacionado sobre todo con el drama
de la supervivencia; la acción de matar c o m o u n acto ritual llevado a cabo para vivir.
La primera historia se centra en la diosa c o m o la imagen eterna del todo; la segunda,
en la humanidad que, en tanto que cazadora, ha de quebrar de continuo esta unidad
para poder vivir la vida cotidiana de la temporalidad. Estas dos historias, ambas parte
esencial de la experiencia humana, tienden a escindirse c o m o reacción ante dos ins-
tintos humanos aparentemente diferentes: el instinto que impulsa a establecer relacio-
nes y significados, y el instinto de supervivencia. Parecen, entonces, contar historias d i -
ferentes e incluso m u t u a m e n t e excluyentes. E n una, la vida y la m u e r t e se reconocen
c o m o fases de u n proceso eterno; en la otra, la m u e r t e del animal y del ser h u m a n o
pierde su relación con el t o d o y deja de ser sagrada, es decir, la m u e r t e adquiere u n ca-
rácter final, y nuestra experiencia de la vida se hace trágica.
En la historia de la diosa madre, el cazador h u m a n o y los animales cazados están
ambos contenidos en una visión. Hay una continuidad de asociación en la que los dos,
cazador y cazado, participan, con lo que el m i t o del cazador se incluye, en última ins-
59
tancia, en el mito de la diosa j u n t o con todos los demás aspectos de la vida que for-
m a n parte del todo. Este es el simbolismo de las pinturas del interior de la cueva ex-
perimentada c o m o el útero de la diosa. Pero, desde el interior de la historia del caza-
d o r - q u e versa sobre la vida mortal en el tiempo—, p u e d e llegar a olvidarse que sus
cimientos están en el mito de la diosa. E n el mito del cazador, animales y seres h u m a -
nos compiten por la supervivencia y la vida del u n o implica a m e n u d o la m u e r t e del
otro. Las dos historias se ven entonces c o m o opuestas. C u a n d o esto ocurre, la c o n e -
xión con la dimensión invisible de la que provienen tanto la vida c o m o la m u e r t e , y
que santifica a ambas, se pierde. El mito de la diosa contiene el m i t o del cazador, p e -
ro este último n o puede contener al primero.
La presencia del chamán en la cueva indica que los pueblos del Paleolítico sabían lo
vital que era para el bienestar de la tribu n o olvidar la relación esencial entre estas dos
historias y, quizá también, el continuar explorando los diversos m o d o s en que puede
entenderse su relación. Los chamanes mediaban entre dos m u n d o s de experiencia h u -
mana y sus vuelos a la oscuridad tenían lugar necesariamente en la zona más secreta de
la cueva, d o n d e los límites ordinarios de la percepción podían ser más fácilmente tras-
cendidos. Allí eran capaces de rememorar, o «re-membrar», la relación fundamental
entre estos dos mitos y de rendir h o n o r a la necesidad esencial de asociar la caza con
una visión más profunda del todo. Semejante interpretación p u e d e ayudar a explicar la
gran importancia de los rituales de caza, incluso en ciertas tribus de hoy en día.
D e este m o d o , el mito de la diosa expresaba lo que podríamos llamar la visión m o -
ral de la era. Se mantuvo durante miles y miles de años, y adquirió consistencia en el
Neolítico al incluir tanto la regulación de la vida vegetal y animal c o m o los ciclos es-
tacionales de la luna y el sol, del mes y del año. Pero a mediados de la Edad del Bronce
(c. 2000 a. C ) , con las continuas invasiones de las tribus guerreras nómadas provenien-
tes de los antiguos terrenos de caza de las estepas del Paleolítico, el m i t o de la diosa
perdió su lugar central en el sentimiento moral de la h u m a n i d a d y se debilitó la c o n e -
x i ó n vital entre el mito del cazador y el mito de la diosa; a m e n u d o dio la sensación
de perderse. La vida temporal se separó de la visión de eternidad, c o m o la parte que
se desgaja del todo.
D u r a n t e la Edad del Bronce, el antiguo mito del cazador creció hasta convertirse en
el m i t o del héroe guerrero; llegó a ocultar con su sombra al m i t o de la diosa, que gra-
dualmente se relegó a la psique inconsciente de la humanidad. A ú n así p o d e m o s hallar
el perdido mito primordial diseminado p o r las imágenes simbólicas, los mitos y las fá-
bulas de cada civilización, con frecuencia n o reconocido, sus distintas manifestaciones
a m e n u d o desconectadas entre sí, pero siempre presente. La diosa, y la visión de la t o -
talidad que encarna su imagen, n o se ha perdido, sino que ha q u e d a d o ocultada por las
reivindicaciones apremiantes de la otra historia, la del m i t o del cazador y su necesidad
de sobrevivir.
Podemos, entonces, recuperar aún el mito perdido de la diosa a través de sus imá-
60
genes. Dondequiera que encontremos la cueva, la luna, la piedra, la serpiente, el ave o
el pez; la espiral, el meandro y el laberinto; los animales salvajes —el león, toro, bison-
te, ciervo, cabra y caballo—; los rituales que tratan de la fertilidad de la tierra, de los ani-
males y de los seres humanos, y el viaje del alma a otra dimensión, estamos en presen-
cia de la imágenes que antaño representaron el m i t o original. Existen c o m o testimonio
vivo en la psique humana de su visión de la unidad de la vida, originalmente imagi-
nada c o m o la diosa madre que da a luz las formas de vida que son ella misma. Pues la
psique, c o m o escribe Jung, «no es de hoy»:
S u e d a d c u e n t a m u c h o s m i l l o n e s d e a ñ o s . P e r o la c o n c i e n c i a i n d i v i d u a l es s ó l o la i n f l o r e s -
c e n c i a y f r u c t i f i c a c i ó n e s t a c i o n a l q u e n a c e d e l p e r e n n e rizoma s u b t e r r á n e o , y esa i n f l o r e s c e n c i a
y f r u c t i f i c a c i ó n se e n c u e n t r a e n el m e j o r a c o r d e c o n la v e r d a d c u a n d o i n c o r p o r a a su c á l c u l o la
2 9
e x i s t e n c i a del rizoma, p u e s la r e d d e raíces es la m a d r e d e t o d o .
61
i
dada por cada m i e m b r o de la raza h u m a n a , j u n t o con todas las otras características fí-
sicas, mentales y espirituales en virtud de las cuales nos proclamamos h u m a n o s . D e es-
ta idea se deduce que una experiencia de la especie nunca se pierde, sino que se trans-
mite a miembros futuros de la humanidad, al igual que los procesos instintivos y
aprendidos más básicos. La consecuencia lógica es que, en cualquier t i e m p o particular,
la experiencia de las generaciones más arcaicas, así c o m o , en efecto, toda la historia de
la humanidad, está de alguna manera siempre viva en la psique, c o m o parte del ser h u -
mano. Es ésta una asunción del m i s m o tipo que la que Laurens van der Post hace c u a n -
do nos pide que busquemos al b o s q u i m a n o que hay en nosotros mismos"'.
Podríamos imaginar una analogía geológica para el inconsciente colectivo en que la
capa más antigua de la psique consistiese en los millones de años de vida animal ins-
tintiva. Tras ella, la primera y más antigua capa cultural sería la de la experiencia pale-
olítica, seguida de la capa correspondiente al Neolítico, seguida de la de la Edad del
Bronce, y así a través de las eras hasta el presente; la capa superficial del siglo XX sería
31
aún accesible a lo que llamamos m e m o r i a «viva» . J u n g sugiere con una metáfora di-
ferente que la totalidad de esta conciencia h u m a n a podría ser descrita c o m o :
62
38. Serpientes en una placa 39. Diosa y dios c o n cuernos,
(c. 1 6 . 0 0 0 - 1 3 . 0 0 0 a. C . M a l ' t a , j u n t o a un árbol y una serpiente
Siberia) ( s e l l o c i l i n d r i c o s u m e r i o , c. 2 5 0 0
a. C . )
40. A d á n , E v a y la S e r p i e n t e 41. C a d u c e o ( g r a b a d o s u i z o
( g r a b a d o e s p a ñ o l e n m a d e r a , 976) en madera, 1615)
un ser humano colectivo, más allá de la singularidad sexual, más allá de la juventud y la vejez,
del nacimiento y la muerte, y dispondría de una experiencia humana poco menos que inmor-
tal de uno a dos millones de años. El presente significaría para él lo mismo que un año cual-
quiera del siglo XX antes de Jesucristo, tendría sueños seculares y, gracias a su incalculable ex-
periencia, sería un pronosticador incomparable. Porque habría vivido incontables veces la vida
del individuo, de las familias, de las tribus y de los pueblos, y poseería como algo intrínseco el
32
ritmo del nacimiento, del desarrollo y de la muerte .
D e ser esto cierto, o válido c o m o metáfora, n o es sorprendente que haya rastros del
antiguo m i t o de la diosa diseminados p o r cada religión del m u n d o , y que sea recorda-
do o recreado de nuevo para analizar este sueño particular de la vida en la tierra.
Siempre que aparezca una composición de piedras en forma circular, espiral o serpen-
tina, c o m o en Stonehenge o en Avebury, o dondequiera que se haya señalado una c u e -
va o una cripta c o m o lugar de revelación o de nacimiento, ahí está la tradición de la
diosa madre, quien durante al m e n o s 25.000 años fue concebida c o m o origen y c o m o
destino: la que da la vida y la morada de los muertos; la que transforma la vida que sa-
có de sí misma y que t o m ó de nuevo para sí, en u n ciclo temporal tan p e r p e t u o y c o n -
tinuo c o m o la luna.
D e las galerías laberínticas de las cuevas paleolíticas al laberinto trazado en el suelo
de la catedral de Chartres, hay una distancia de veinticinco milenios en t i e m p o lineal,
pero una identidad de imágenes simbólicas que anula el paso de los siglos. Las aves v o -
lando del lugar de enterramiento de Mal'ta conectan con la diosa pájaro del Neolítico,
al igual que con las palomas pertenecientes a la diosa sumeria Inanna, a la Isis egipcia,
a la Afrodita griega, y con la paloma del Espíritu Santo. El ave en lo alto de u n b á c u -
lo de chamán en Lascaux (figura 34) prefigura la paloma del arca de N o é , y también la
que se acurruca e n el regazo de la diosa griega Perséfone en el siglo V a. C. (figura 35),
o el pájaro posado sobre el cetro de María del siglo XII d. C. (figura 36), y el cuadro
de la paloma de la Anunciación, del siglo V (figura 37).
La serpiente de la placa de Mal'ta (figura 38) reaparece con el árbol de la vida su-
merio, que se halla detrás de la diosa (figura 39), y más tarde se dirige a Eva desde el
árbol del c o n o c i m i e n t o del bien y del mal (figura 40). Serpientes entrelazadas forman
el jeroglífico del dios sumerio Ningizzida, al igual que la espiral del caduceo del dios
griego H e r m e s , guía de las almas (figura 41), y se enrosca una serpiente también al bá-
culo de Esculapio, dios griego de la curación.
Desde la danza de los chamanes en Les Trois Fréres, pasando p o r el baile del labe-
rinto de Creta, hasta el baile circular de los discípulos de Cristo en los Evangelios g n ó s -
ticos, hay una línea de transmisión continua con implicaciones m u c h o más amplias pa-
ra nuestra concepción de la psique humana de lo que se ha reconocido. La luna
creciente en la m a n o de la diosa de Laussel señala hacia la luna creciente de la cabeza
de la babilónica Astarté del 200 a. C. (figuras 42 a y b) y, de nuevo, a la luna creciente
64
4 2 . (a) D i o s a de Laussel
( 2 2 . 0 0 0 - 1 8 . 0 0 0 a. C . ) y
(b) Astarté con luna
c r e c i e n t e s o b r e su c a b e z a
( s i g l o II a. C . B a b i l o n i a " )
43. Virgen María con
luna bajo sus pies (La
glorificación de la Virgen,
G e e r t g e n t o t St J a n s , 1490)
1
q u e yace bajo los pies de María (figura 43). Desde el santuario cueva paleolítico con
los animales pintados en las paredes hasta el establo de Belén con el buey y el asno, des-
de la antigua diosa madre hasta la virgen María, corre u n m o d e l o de asociación anti-
guo y extraordinario que p u e d e trazarse sólo mediante el c o n o c i m i e n t o de la imagen
simbólica. En el Neolítico, con el descubrimiento del cultivo y del arte de la agricul-
tura, c o m o veremos en el capítulo 2, estas imágenes exploran una nueva dimensión del
m i t o de la diosa.
Si abrigamos la idea de J u n g sobre el ser h u m a n o de dos millones de años de anti-
güedad —mujer y hombre— que está presente en cada u n o de nosotros, entonces la v i -
sión paleolítica aún nos es accesible en la actualidad. Pues, c o m o escribió Jung: «Nada
de cuanto pertenece a la psique, o es parte de ella, se pierde nunca. Para vivir plena-
m e n t e tenemos que inclinarnos, tender las manos y traer de nuevo a la vida los nive-
les más profundos de la psique a partir de los cuales ha evolucionado nuestra cons-
34
ciencia presente» .
66
2
La g r a n d i o s a neolítica
d e l c i e l o , la t i e r r a y las aguas*
Tú sabes que estoy esperando el retorno de la Luna, para poder regresar a mi hogar, para
poder visitar a mi gente y escuchar todos sus relatos, para poder escuchar las historias que cuen
tan. La gente de la llanura escucha las historias de quienes viven lejos... Y yo puedo sentarme
al sol, sentarme a escuchar las historias que vienen de allí, historias que vienen de lejos. Porque
una historia es como el viento: viene de un lugar lejano, y la sentimos.
11 Kabbo el Bosquimano'
67
r
5.
1. D e c o r a c i ó n de
jarrón con dibujos
de serpientes y un
diseño en forma de
útero que contiene
una figura femenina
(jarrón Cucuteni
c l á s i c o t a r d í o , c.
4 0 0 0 a. C . Noreste
de Rumania)
68
3
habitar t o d o del año. D u r a n t e el Mesolítico, o E d a d d e Piedra M e d i a - s e calcula q u e
entre el 10.000 y el 8000 a. C—, las tribus a ú n eran cazadoras y recolectoras, a u n q u e
c o m e n z a b a n a asentarse y a sembrar semillas d e g r a n o . E n t r e el 10.000 y el 8000 a. C ,
la E d a d de Piedra s u p e r i o r y la inferior se e n c u e n t r a n y fusionan, y u n a f o r m a d e v i -
da arcaica, q u e había estado e n uso a lo largo d e incontables miles de años, se t r a n s -
f o r m a g r a d u a l m e n t e e n u n a q u e parece más p r ó x i m a a la nuestra.
El m o v i m i e n t o de la conciencia e n el N e o l í t i c o es d e diferenciación y d e prolife-
ración, mas n o hay pérdida del sentido original d e u n i d a d , q u e se estudia ahora d e m a -
nera explícita a través del m i t o de la diosa. La diosa m a d r e del N e o l í t i c o es u n a i m a -
g e n que, d e m o d o más o b v i o q u e antes, inspira u n a p e r c e p c i ó n del universo c o m o
totalidad viva, sagrada y orgánica, e n la q u e la h u m a n i d a d , la tierra y toda la vida t e -
rrestre participan c o m o «sus hijos». C o m o gran m a d r e , preside c o m o diosa d e la vida,
la m u e r t e y la r e g e n e r a c i ó n sobre toda la creación, c o n t e n i e n d o e n sí m i s m a t a n t o la
vida de las plantas, c o m o la d e los animales y los seres h u m a n o s . Existe u n r e c o n o c i -
m i e n t o i d é n t i c o de la relación esencial entre u n o r d e n invisible, q u e g o b i e r n a las fases
rotatorias d e la luna, y u n o visible, terrenal, e n c a r n a d o antes e n los ciclos d e la vida
h u m a n a y animal, y ahora e n los de las estaciones y e n el del a ñ o agrícola.
La espiral a s c e n d e n t e y d e s c e n d e n t e sobre el ú t e r o gestante d e la diosa de 6.500 años
2 . La dama de Pazardzik
(civilización balcánica oriental,
c. 4 5 0 0 a. C . C e n t r o de
Bulgaria)
69
3. Imágenes neolíticas
d e la l u n a
70
m a n t o s de las diosas Á r t e m i s y A t e n e a , c i n c o m i l a ñ o s d e s p u é s (ver capítulo 8, figu-
ras 10, 11 y 19).
Los p u e b l o s de aquel t i e m p o n o p u d i e r o n h a b e r d e j a d o de e x p e r i m e n t a r la a n a l o -
gía entre el curso d e sus propias vidas y el de las semillas q u e , plantadas e n la tierra, se
gestaban y volvían a e m e r g e r c o m o g r a n o verde y d o r a d o . Los rituales q u e evocaban
el n a c i m i e n t o , q u e lloraban la m u e r t e y q u e c e l e b r a b a n el r e n a c i m i e n t o del m a í z m u e s -
tran cuan vital era esta analogía para la i m a g i n a c i ó n h u m a n a , p u e s situaba a la r e g e n e -
ración en el n ú c l e o de la vida. El p a t r ó n cíclico, d u r a n t e el q u e crecía la vida invisible
para tornarse visible, y decrecía la vida visible hasta volverse invisible d e n u e v o , p o d í a
seguirse ahora en el ciclo anual d e la siembra y la siega, del m i s m o m o d o e n q u e a n -
tes se le r e c o n o c í a e n el ciclo m e n s u a l de la luna. La fuente secreta d e la vida p e r m a -
necía todavía invisible: el ú t e r o oscuro de la diosa paleolítica había sido la cueva t e m -
plo; ahora estaba e s c o n d i d o en las profundidades de la tierra. Los seres h u m a n o s a ú n
n a c e n de ella, se a l i m e n t a n d e ella y son a c o g i d o s de n u e v o p o r ella. S i e m b r a n la s e -
milla en su vientre y la recolectan c o m o la sustancia d e su c u e r p o , transformándola
ellos m i s m o s en p a n . Las plantas, la fruta, los cultivos y los animales q u e dan la leche,
los huevos, la carne, la lana y las pieles son t o d o s hijos d e ella, al igual q u e los seres h u -
m a n o s , p o r lo q u e t o d o s son sagrados.
las mujeres y la sacralidad femenina se elevan a primera categoría. Desde el momento en que
las mujeres toman parte decisiva en el cultivo de las plantas, se convierten en las dueñas de los
campos cultivados, lo cual eleva su posición social y crea instituciones características, como por
71
ejemplo la matrilocación, por la que el marido quedaba obligado a vivir en la casa de su m u -
7
jer .
72
4 . La d i o s a
entronizada de
Szegvár (cultura
T i s z a , c. 5000
a. C , 22 c m de
altura. Sudeste
de Hungría)
5. M o d e l o de
arcilla de un
templo con
cabeza de pájaro
(restaurada),
decorado con
meandros
( c . 5 0 0 0 a. C.
Sudoeste de
Rumania)
73
L
D u r a n t e m u c h o s siglos se c o n s i d e r ó el N e o l í t i c o u n p e r í o d o oscuro y b o r r o s o , p e
ro el trabajo de n u m e r o s o s arqueólogos en las últimas décadas ha c o m e n z a d o a resca
tarlo. A m e d i d a q u e se h a n h e c h o más precisos los m é t o d o s de datación, se ha situado
en u n pasado más r e m o t o . A h o r a parece q u e h u b o centros aislados d e cultura n e o l í t i
ca ya e n el 7000 a. O , e n lugares tan apartados e n t r e sí c o m o E u r o p a oriental, el sur
de Turquía, E g i p t o , Palestina, M e s o p o t a m i a y el valle del I n d o . El p a n o r a m a q u e está
e m e r g i e n d o es el de u n a única m a t r i z cultural q u e subyace y relaciona entre sí todas
estas áreas diferentes. Se h a n e n c o n t r a d o estatuillas y esculturas casi idénticas d e la d i o
sa en E u r o p a oriental y en el valle del I n d o (en u n lugar llamado M e h r g a r h ) . Q u i e n
hubiese r e c o r r i d o la larga distancia q u e separa estos lugares e n t r e sí habría r e c o n o c i d o
las imágenes y c o m p r e n d i d o su significado, incluso a pesar d e n o e n t e n d e r el lenguaje
de u n a tribu diferente, pues en esta etapa de la e v o l u c i ó n de la consciencia n o había
dioses tribales, sino ú n i c a m e n t e u n a diosa u m v e r s a l m e n t e adorada.
Las implicaciones q u e conlleva el d e s c u b r i m i e n t o d e estas culturas a l t a m e n t e desa
rrolladas del N e o l í t i c o todavía n o han i n f o r m a d o la f o r m a de pensar general d e n u e s
tra época; seguimos c r e y e n d o q u e la «cuna» d e la civilización fueron la S u m e r y el
E g i p t o de la E d a d del B r o n c e . E n el m u n d o del arte siguen llamándose «ídolos» a las
imágenes d e las diosas neolíticas y paleolíticas, o se p e r c i b e n c o m o las más arcaicas e x
presiones del arte abstracto, a m e n u d o sin n i n g ú n c o n o c i m i e n t o de su significado, ni
de la relación q u e m a n t i e n e n c o n otras i m á g e n e s anteriores o posteriores.
E n la última década, el trabajo de u n solo i n d i v i d u o ha d e v u e l t o u n a de estas c u l
turas a la vida, t r a n s f o r m a n d o c o m p l e t a m e n t e n u e s t r o e n t e n d i m i e n t o d e u n a fase d e
i m p o r t a n c i a vital de la e v o l u c i ó n h u m a n a . L o q u e H e i n r i c h S c h l i e m a n n h i z o p o r
Troya y A r t h u r Evans p o r Creta, lo ha h e c h o Marija G i m b u t a s p o r el N e o l í t i c o , d e
s e n t e r r a n d o los tesoros de esa civilización s o r p r e n d e n t e m e n t e rica y avanzada q u e ha
d e n o m i n a d o «la vieja Europa». Su a m p l i o estudio e i n t e r p r e t a c i ó n d e las i m á g e n e s p r o
p o r c i o n a n u n a visión única de las i m á g e n e s simbólicas de u n a cultura neolítica q u e flo
reció entre el 7000 y el 3500 a. C.
E n sus dos libros, Diosas y dioses de la vieja Europa y El lenguaje de la diosa, G i m b u t a s
analiza detalladamente el arte neolítico y calcolítico de la vieja E u r o p a . Esta área i n
cluye H u n g r í a , la ex Yugoslavia central y m e r i d i o n a l , Bulgaria, R u m a n i a y Austria
oriental. Se e x t i e n d e p o r el n o r t e hacia el sur d e la antigua C h e c o s l o v a q u i a y el n o r t e
de Polonia y, p o r el este hasta Kiev, e n U c r a n i a . Hacia el sur incluye el sur d e Italia y
Sicilia, Malta, Grecia, Creta, y las islas Cicladas, J ó n i c a s y Egeas, además d e la r e g i ó n
costera occidental de Turquía. El legado d e esta civilización a la p o s t e r i o r d e C r e t a y
de Grecia y, a través de éstas, a la nuestra, es incalculable; la escultura y p i n t u r a d e la
vieja E u r o p a del N e o l í t i c o constituyen la p r u e b a e v i d e n t e de u n a transmisión d e i m á
genes del Paleolítico a la E d a d del B r o n c e . Ello c o n e c t a dos p e r í o d o s de la historia q u e
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n o se h a b í a n p u e s t o e n relación c o n a n t e r i o r i d a d , ofreciendo u n a i m a g e n de c o n t i -
n u i d a d d e la tradición h u m a n a cuya f o r m a c i ó n era antes imposible.
Se h a n d e s c u b i e r t o en cerca de 3.000 lugares a p r o x i m a d a m e n t e 30.000 miniaturas
esculpidas e n barro, m á r m o l , h u e s o , c o b r e y oro. U n g r a n n ú m e r o d e recipientes r i -
tuales, santuarios, altares e i n s t r u m e n t o s de sacrificio, vasijas pintadas, objetos c o n ins-
cripciones, y m o d e l o s de templos realizados en barro, además de los templos en sí, c o n s -
tituyen el legado de u n a civilización genuina. El centro de a t e n c i ó n de esta cultura, hasta
ahora desconocida —escribe G i m b u t a s - , era la figura d e u n a diosa «que encarnaba el
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p r i n c i p i o creativo c o m o fuente y dadora de todo» .
Los fascinantes libros de esta autora revelan la m a t r i z cultural q u e subyace a las c i -
vilizaciones europeas m e d i t e r r á n e a s y d e P r ó x i m o O r i e n t e . L o q u e ella ha d e s c u b i e r - '
t o e i n t e r p r e t a d o es equivalente a los d e s c u b r i m i e n t o s d e otras culturas neolíticas, c o -
m o la d e Catal H ü y ü k en Anatolia y las de las c o m u n i d a d e s del valle del I n d o . Antes
d e q u e se sincronizaran las dataciones realizadas c o n r a d i o c a r b o n o (este p r o c e d i m i e n -
t o se d e s c u b r i ó e n 1952) y las calculadas a través d e los anillos q u e se f o r m a n en los
troncos de los árboles (dicha sincronización r e v o l u c i o n ó la cronología del material
prehistórico) se creía q u e el i m p u l s o cultural se había e x t e n d i d o hacia el oeste desde
P r ó x i m o O r i e n t e , en particular desde E g i p t o y S u m e r , d u r a n t e los milenios c u a r t o y
tercero a. C . Pero el estudio de la vieja E u r o p a d e m u e s t r a q u e ésta era u n a cultura a u -
t ó n o m a desarrollada paralelamente a otras culturas de P r ó x i m o O r i e n t e y de Anatolia
entre el s é p t i m o m i l e n i o y el c u a r t o m i l e n i o a. C . P o r otra parte, la asombrosa v a r i e -
dad, riqueza y el p r o p i o v o l u m e n del material r e c o p i l a d o de la vieja E u r o p a s o b r e p a -
san c o n creces c u a n t o ha sido e n c o n t r a d o hasta ahora e n otras culturas neolíticas.
E n la civilización d e la vieja E u r o p a , los a s e n t a m i e n t o s c r e c i e r o n hasta c o n v e r t i r -
se e n p u e b l o s y éstos e n p e q u e ñ a s ciudades q u e a c o g í a n a varios miles de personas.
S u c e d i ó m u c h o s miles de años antes de q u e nada s e m e j a n t e o c u r r i e s e en el n o r t e y
el oeste de E u r o p a - i n d u d a b l e m e n t e d e b i d o al d o m i n i o c r e c i e n t e q u e se a d q u i r i ó d e
la a g r i c u l t u r a - , y alcanzó su cúspide e n el q u i n t o m i l e n i o a. C . T o d o tipo d e h a b i l i -
dades, c o m o la elaboración de cerámicas y las técnicas d e trabajo de la piedra y del
c o b r e —incluida la f o r m u l a c i ó n d e u n a escritura lineal r u d i m e n t a r i a en el sexto m i l e -
n i o a. C—, alcanzaron u n e x c e l e n t e nivel antes incluso d e q u e despuntase la S u m e r
d e la E d a d del B r o n c e . U n a d e cada cien estatuillas d e la vieja E u r o p a llevaba incisa
esa escritura, c o m o t a m b i é n r e c i p i e n t e s , platos y, e n los h u s o s , el disco q u e sirve d e
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eje y q u e estabiliza su m o v i m i e n t o .
Tan avanzada estaba esta civilización q u e d u r a n t e largo t i e m p o nadie s u p o cuan a n -
tigua era. E n otras palabras, si u n a cultura se consideraba «avanzada», se asumía, c o n b a -
se en u n m o d e l o m u y preciso de e v o l u c i ó n lineal, q u e era tardía, antes q u e t e m p r a n a ;
cercana, p o r definición, a la nuestra. La cultura balcánica d e V i n c a , p o r ejemplo, en la
q u e se hallaron más de 2.000 estatuillas, se e t i q u e t ó c o m o colonia r o m a n a o griega, h a s -
ta q u e el p r o c e d i m i e n t o de datación p o r r a d i o c a r b o n o dio c o m o fechas precisas las
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6 . (a) Eje de huso
decorado con escritura
primitiva (civilización
balcánica oriental,
c. 4 5 0 0 a. C . ) y (b)
recipiente llano inscrito
c o n escritura primitiva
(cultura de V i n c a , c.
5 0 0 0 a. C . O e s t e de
Bulgaria)
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p u e b l o s —como ha a p u n t a d o E i s l e r - n o llevan lanzas, espadas ni relámpagos, ni se h a n
hallado sepulturas de jefes e s p e c i a l m e n t e lujosas q u e sugieran u n a o r g a n i z a c i ó n j e r á r
quica de la sociedad c o n líderes p o d e r o s o s y u n a p o b l a c i ó n sumisa. N o existen i m á g e
nes q u e celebren la g u e r r a , ni siquiera q u e la r e p r e s e n t e n . M á s b i e n , incontables ilus
traciones de la naturaleza atestiguan el sentido q u e estos p u e b l o s t e n í a n d e la belleza y
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d e la santidad d e la v i d a . El p r i n c i p a l p r o p ó s i t o d e la vida n o era, e v i d e n t e m e n t e , c o n
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quistar, saquear ni pillar, ni la relación c o n lo d i v i n o era de m i e d o y d e o b e d i e n c i a .
E n c u a n t o a la relación entre mujeres y h o m b r e s e n la vieja E u r o p a , las p r u e b a s ar
q u e o l ó g i c a s indican q u e a p a r e n t e m e n t e n o había u n a s u p e r i o r i d a d social d e los h o m
bres sobre las mujeres y que, e n general, la d i s t r i b u c i ó n d e los b i e n e s e n sus c e m e n t e
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rios a p u n t a a u n a sociedad igualitaria y c l a r a m e n t e n o patriarcal . O b s e r v a G i m b u t a s
q u e ésta era u n a sociedad matrilineal, e n la q u e la d e s c e n d e n c i a y la herencia se t r a n s
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m i t í a n a través de la m a d r e y e n la q u e las mujeres j u g a b a n u n papel esencial e n los
ritos religiosos:
La g r a n m a d r e : d i o s a d e la v i d a ,
d e la m u e r t e y d e la regeneración
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7 . (a) Diosa
encinta con cabeza
de columna
( c . 5 0 0 0 a. C.
Cementerio
de Cernavoda,
Rumania) y
(b) diosa con
brazos plegados
( m á r m o l , c. 6000
a. C . Z o n a del
Egeo)
más adelante e n las diosas cicládicas d e las islas del E g e o . Estas figuras están hechas d e
barro, m á r m o l blanco, h u e s o , e incluso d e oro. A lo largo de a p r o x i m a d a m e n t e 4.000
años n o varía su estilo más q u e m u y l i g e r a m e n t e y d e f o r m a gradual, c u l m i n a n d o su
evolución e n las figuras cicládicas, q u e nos son más familiares, del tercer m i l e n i o a. C .
Las tallas fueron colocadas en santuarios y t u m b a s de f o r m a individual, e n parejas y
hasta p o r docenas. G i m b u t a s i n t e r p r e t a los brazos cruzados d e las diosas c o m o el m o -
d o típico en q u e se e n t e r r a b a al m u e r t o e n los c e m e n t e r i o s de la vieja E u r o p a . Los b e -
bés y niños se depositaban d e n t r o de u r n a s c o n f o r m a d e h u e v o , c o n los brazos fuer-
t e m e n t e apretados contra el c u e r p o , c o m e n t a la autora. Esta p o s i c i ó n fetal e n la u r n a
matriz r e p r o d u c e la del p e q u e ñ o e n el ú t e r o d e su m a d r e . T a m b i é n se llenaban de c o -
lor rojo recipientes e n m i n i a t u r a y se c o l o c a b a n e n las t u m b a s , c o m o sangre q u e d e -
17
volvería al p e q u e ñ o a la vida .
Todavía n o existe distinción alguna entre la diosa q u e trae la vida y la q u e trae la
m u e r t e , c o m o habría e n la E d a d del B r o n c e , p u e s la t e n d e n c i a del N e o l í t i c o , al igual
q u e la del Paleolítico, era e x p e r i m e n t a r ambas c o m o u n a u n i d a d , a través de la i m a g e n
de la gran m a d r e en t a n t o q u e totalidad d e vida y m u e r t e . Solían colocarse en las t u m -
bas figuras d e la diosa, t r a n s f o r m a n d o la e x p e r i e n c i a d e la m u e r t e e n una d e r e n a c i -
m i e n t o a otra d i m e n s i ó n . Se hallaron discos q u e sirven d e ejes d e husos j u n t o a las e s -
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8. D i o s a b i c é f a l a ( c u l t u r a de
V i n c a t e m p r a n a , c. 5000-4800
a. C . S u d o e s t e d e Rumania)
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h e r m a n a s : las m e s o p o t á m i c a s Inanna y Ereskigal, p o r e j e m p l o , o las egipcias Isis y
Neftis, diosas d e la luz y d e la oscuridad, q u e j u n t a s c o m p o n e n la totalidad.
La d i o s a pájaro:
la s e ñ o r a d e las a g u a s superiores
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dial de la p r o p i a diosa. Esta t r a d i c i ó n se c o n t i n u ó e n E g i p t o , d o n d e el jeroglífico q u e
representaba a la diosa del cielo, N u t , era u n j a r r o d e agua, y e n M e s o p o t a m i a , d o n d e
se esculpió u n a diosa q u e sostiene e n sus m a n o s el r e c i p i e n t e d e la vida, q u e es ella m i s -
m a (ver capítulo 4, figura 5). M u c h o s recipientes están provistos d e p e c h o s alzados y
están d e c o r a d o s c o n m e a n d r o s y zigzags, q u e significan los m o v i m i e n t o s del agua y los
dibujos q u e f o r m a la misma. T a m b i é n simbolizan a la m a d r e del cielo, cuya lluvia cae
c o m o leche d e sus p e c h o s (figura 9). Jarras d e agua pintadas y decoradas c o n p e c h o s
aparecen profusamente e n la C r e t a de la E d a d del B r o n c e .
El pájaro era la vida de las aguas, la epifanía d e la diosa percibida c o m o los p r o f u n -
dos abismos acuosos del espacio c ó s m i c o y c o m o los mares y ríos, p o z o s s u b t e r r á n e o s
y arroyos. El pájaro q u e sobrevuela la tierra a g r a n altura y el pájaro q u e n a d a e n las
aguas q u e descansan sobre la tierra enlazaban dos d i m e n s i o n e s q u e n o constituían el
e l e m e n t o p r o p i o d e los seres h u m a n o s , p e r o q u e los r o d e a b a n p o r arriba y p o r abajo.
La i m a g e n del ave, para q u i e n ambas d i m e n s i o n e s c o n s t i t u y e n el e l e m e n t o p r o p i o , h a -
cía de las aguas superiores y las inferiores u n a sola d i m e n s i ó n , o f r e c i e n d o la i m a g e n d e
u n m u n d o unificado.
La diosa pájaro c o m o aquella q u e trae la vida aparece c o m o u n a i m a g e n c o m p u e s -
ta de mujer y pájaro, r e m a r c á n d o s e su largo y esbelto cuello y su c u e r p o en f o r m a d e
h u e v o ; unas imágenes q u e nos son familiares desde el Paleolítico. La i m a g e n d e la d i o -
sa pájaro c o m o creadora p r i m o r d i a l p e r d u r a d u r a n t e u n o s 25.000 años, del t r i g é s i m o al
q u i n t o m i l e n i o a. C , d e s c e n d i e n d o hasta todas las civilizaciones posteriores, especial-
m e n t e a las de Creta y B e o c i a e n Grecia. La diosa t o m a el aspecto d e diversas aves: g r u -
10. C a b e z a de diosa
p á j a r o ( c . 6 0 0 0 a. C ,
a l t u r a 6,1 c m . Aquileion,
Tesalia)
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lia, cisne, s o m o r m u j o , pato, ganso, p a l o m a y l e c h u z a . La figura 10, descubierta p o r
G i m b u t a s e n Tesalia e n 1973, muestra u n a d e las más m e m o r a b l e s de estas i m á g e n e s .
La diosa está t a m b i é n representada c o m o u n j a r r ó n c o n los rasgos de u n ave, o c o m o
una mujer q u e lleva la máscara de u n pato, o de algún ave acuática.
La vasija o recipiente se c o n v i e r t e t a m b i é n e n u n a i m a g e n de la m a t r i z d e la diosa,
de la q u e m a n a n las aguas dadoras de vida. Su lluvia, l e c h e o agua está esbozada c o m o
diseño de líneas paralelas, serpentinas u o n d u l a n t e s (figura 12), y zigzags, espirales, o
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signos en forma de M ' . Los galones simbolizan las alas o p i c o d e u n pájaro, aves e n
vuelo, o la estela o n d u l a n t e q u e deja u n pájaro al m o v e r s e p o r el agua. A ñ a d e G i m b u t a s
q u e la V de los galones es t a m b i é n u n jeroglífico del t r i á n g u l o genital y de la vida q u e
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e m e r g e del ú t e r o de la diosa . El j a r r o o r e c i p i e n t e c o m o s í m b o l o d e la diosa pájaro se
muestra e x p l í c i t a m e n t e e n la figura 13, d o n d e se perfila su cara sobre el cuello del r e -
cipiente y las ráfagas d e lluvia h a c e n de alas e n la d e c o r a c i ó n del c u e r p o .
P o d e m o s seguir las huellas de la tradición, antiquísima, q u e relaciona a la diosa y el
pájaro, a través de la civilización egipcia, s u m e r i a , m i n o i c a y griega. Las figuras de la
egipcia Isis c o n su h e r m a n a Neftis custodian el sarcófago del faraón, c o m o dos pájaros
de grandes alas (ver capítulo 12, figura 4). La g o l o n d r i n a y la p a l o m a son sagradas p a -
ra la diosa sumeria I n a n n a y la egipcia Isis, y el cisne y el ganso p e r t e n e c e n a Afrodita
(ver capítulo 9, figuras 4, 5 y 7). E n sus facetas c o m o diosa q u e trae la m u e r t e y la r e -
generación, aparece la diosa pájaro en la diosa s u m e r i o - b a b i l ó n i c a Inanna-Istar flan-
queada p o r lechuzas, m o n t a d a sobre u n par d e l e o n e s (ver capítulo 5, figura 30), y c o -
m o la esfinge egipcia q u e custodia la t u m b a d e los faraones. Isis t o m a t a m b i é n la f o r m a
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d e u n m i l a n o q u e devuelve a su m a r i d o m u e r t o a la vida a b a n i c á n d o l o c o n sus alas i n -
mensas. La lechuza, pájaro d e la diosa A t e n e a , sigue s i e n d o la mensajera d e la m u e r t e
y el c o n s u e l o d e los afligidos hasta el día d e hoy. Sus r e d o n d o s ojos m i r a n fijamente
desde las vasijas y j a r r o n e s neolíticos, al igual q u e hacían e n la cueva paleolítica de Les
Trois Fréres. H a b i t u a l m e n t e están marcadas c o n incisiones e n zigzag, o c o n los signos
d e la red d e la fuerza d e la vida. E n el siglo XV a. C , se depositaban crisálidas y figu-
ras d e la diosa b u h o e n las t u m b a s abovedadas y las sepulturas q u e f o r m a b a n galerías
subterráneas e n la Grecia m i c é n i c a .
A u n q u e e n la tradición j u d e o c r i s t i a n a la p a l o m a es p r e e m i n e n t e m e n t e el ave de la
epifanía, q u e descubre de la tierra y señala del fin del diluvio e n la historia d e N o é , y
q u e constituye el s í m b o l o del Espíritu Santo d u r a n t e el b a u t i s m o de C r i s t o y e n
Pentecostés, h a c e m u c h o t i e m p o q u e se ha p e r d i d o la asociación original e n t r e la p a -
l o m a y la diosa. A ú n así, existen m u c h a s historias de doncellas cisne y d e pájaros p a r -
lantes entretejidas e n los c u e n t o s d e hadas de E u r o p a q u e p o d r í a n p r o v e n i r de estos
t i e m p o s antiguos: la princesa cisne (y su h o m ó l o g o n e g r o ) e n el ballet El lago de los cis-
nes, el ganso del h u e v o de oro, y la m a d r e oca de las representaciones teatrales n a v i d e -
ñas inglesas q u e se basan e n c u e n t o s d e hadas.
El h u e v o
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15. I m á g e n e s del huevo,
a ñ o s 1 6 0 0 0 - 1 5 0 0 a. C:
(a) Mujer ave c o n nalgas
en f o r m a de huevo
(Neolítico balcánico
oriental, inicios del sexto
m i l e n i o a. C.
Proximidades de Sofía,
Bulgaria), (b) estatuilla
con un espacio h u e c o de
f o r m a d e h u e v o e n las
nalgas y una serpiente
enroscándose alrededor
d e las m i s m a s (Neolítico
balcánico central,
c o m i e n z o s del sexto
m i l e n i o a. C . N o r t e de
la e x Y u g o s l a v i a ) , (c)
figura e s c u l p i d a con
nalgas en forma de huevo
( c . 1 4 . 0 0 0 a. C . Petersfels,
Alemania), (d) diosa
sentada de cuello
cilindrico y nalgas en
f o r m a de h u e v o (cultura
de V i n c a , c o m i e n z o s del
s e x t o m i l e n i o a. C ) , (e)
d o b l e h u e v o e n el
interior del útero de una
estatuilla c o n m o t i v o s de
huevos dobles incisos por
delante y por detrás
(finales del quinto
m i l e n i o a. C . Ex
Moldavia soviética), (f)
serpientes enroscándose
sobre huevos dobles
(Cucuteni tardío,
m e d i a d o s del cuarto
m i l e n i o a. C . Ucrania
occidental), (g) diseño
de un pájaro c o n un gran
h u e v o e n su i n t e r i o r ,
pintado sobre un jarrón
m i n o i c o ( c . 1 4 5 0 a. C .
Creta)
B r o n c e de S u m e r , E g i p t o y Creta. El r e c u e r d o de este m i t o p e r d u r a e n la c o s t u m b r e d e
los h u e v o s d e Pascua, así c o m o e n el c u e n t o de viejas d e la cigüeña q u e trae al n i ñ o .
El h u e v o c o m o ú t e r o es u n a d e las i m á g e n e s favoritas d e los artistas d e la vieja
E u r o p a . H u e v o s dobles e n el i n t e r i o r de las nalgas d e la diosa (figuras 15 a y b) las h i n -
c h a n , d á n d o l e s formas r e d o n d e a d a s q u e i n d i c a n gestación y q u e se estrechan hasta for-
m a r u n a cabeza alargada en u n e x t r e m o y unas piernas afiladas e n el otro. Las diosas
pájaro se esculpen r e m a r c a n d o de f o r m a especial el c u e r p o c o n f o r m a d e h u e v o .
Estilizados h u e v o s a d o r n a n i n n u m e r a b l e s vasijas, e n t r e m e z c l a d o s de f o r m a i n t r i n c a d a
c o n el s i m b o l i s m o del agua y d e la serpiente (figura 15 f). Las esculturas paleolíticas y
los dibujos abstractos d e las paredes d e la cueva se t r a n s f o r m a n aquí e n estatuillas y r e -
cipientes cuyas formas van e v o l u c i o n a n d o g r a d u a l m e n t e hasta convertirse e n las jarras
y e n o r m e s tinajas, o pithoi, de la C r e t a m i n o i c a . La figura 15 g m u e s t r a u n a j a r r a c r e -
tense c o n u n pájaro q u e c o n t i e n e u n h u e v o . La diosa, el h u e v o , el ave y la s e r p i e n t e
son cuatro e l e m e n t o s inseparables e n las i m á g e n e s míticas de la vieja E u r o p a .
El d i m i n u t o a m u l e t o paleolítico de Petersfels (figura 15 c; ver t a m b i é n capítulo 1,
figura 14), labrado e n u n p e d a z o de c a r b ó n , es u n a d e las i m á g e n e s más antiguas de la
diosa pájaro c u y o c u e r p o c o n t i e n e u n h u e v o . La figura d e la cultura d e V i n c a del
N e o l í t i c o (figura 15 d), c o n su c u e r p o en f o r m a d e h u e v o y cuello alargado y cilin-
d r i c o , c o n t i n ú a la tradición a l t a m e n t e esquematizada d e la diosa paleolítica. La a n d r o -
ginia de la diosa —la u n i ó n d e formas femeninas y m a s c u l i n a s - se representa de m o d o
e x a c t o e n el cuello alargado y e n el c u e r p o e n f o r m a d e h u e v o q u e c o m p a r t e n las i m á -
genes d e Petersfels y d e V i n c a , a pesar de existir e n t r e ellas u n a separación d e u n o s
8.000 años.
16. D i s e ñ o de h u e v o útero
( c . 4 0 0 0 a. C . N o r e s t e de
Rumania)
86
La d i o s a pez
87
1
La d i o s a serpiente:
la d i o s a d e las a g u a s inferiores
88
1 9 . La dama de Sitagroi,
c o n una espiral d o b l e o
dos serpientes grabadas
s o b r e el v i e n t r e
( c . 4 5 0 0 a. C . Sitagroi,
Macedonia)
20. Figura andrógina
de cabeza fálica y
d i s e ñ o de serpiente
s o b r e el ú t e r o
( c . 4 5 0 0 a. C . Sitagroi,
Macedonia)
89
21. Espirales serpentinas con formas vegetales
y serpientes (mediados del cuarto m i l e n i o a. C.
Oeste de Ucrania)
90
24. Diosa beocia
con laberinto y
pájaros acuáticos
( s i g l o VIII a. C.)
25. Diosa beocia
con útero en forma
de pez, animales
y pájaros (siglo
VIII a. C.)
La d i o s a d e la v e g e t a c i ó n
26. F o r m a v e g e t a l e n el
interior de un h u e v o o de una
vulva (jarrón p i n t a d o , marrón
oscuro sobre rojo anaranjado,
C u c u t e n i t a r d í o , c. 4 0 0 0 a. C.
O e s t e de Ucrania)
27. Figura de diosa gestante
c o n un r o m b o inciso sobre el
v i e n t r e ( c . 4 5 0 0 a. C , 10 c m
de altura. C e n t r o de Bulgaria)
91
2 8 . D i o s a d e la v e g e t a c i ó n con
cabeza de cerda (cultura de
V i n c a , c . 4 5 0 0 a. C , 9 cm de
altura. O e s t e de Rumania)
29. Diosa cerda egipcia,
precursora de Isis
( c . 3 0 0 0 a. C.)
92
arrojaban cerdos a fosas y se d e s e n t e r r a b a n los restos del c e r d o ofrecido en sacrificio el
año anterior. E n los Misterios eleusinos se s u m e r g í a e n el m a r a l e c h o n e s q u e eran sa-
crificados después, en representación, quizá, de la vida vieja q u e tenía q u e m o r i r para
q u e el iniciado pudiese renacer.
La d i o s a d e l o s a n i m a l e s
El oso
93
30. D i o s a y b e b é c o m o osa madre
y su c a c h o r r o ( c u l t u r a d e Vinca,
c . 4 5 0 0 a. C , 5,7 c m d e altura.
Kosovska Mitrovica, ex Yugoslavia)
La cierva
94
a
31. ( > b) Cuencos
pintados, quizá con
dibujos de ciervas
en forma de luna
creciente (cuarto
m i l e n i o a. C . Oeste
de U c r a n i a ) y ( c )
cuenco pintado con
un diseño de formas
a c
crecientes,
posiblemente
cuernos, y un diseño
c e n t r a l d e la c r u z
lunar (Cucuteni
tardío, c o m i e n z o s del
c u a r t o m i l e n i o a. C .
N o r o e s t e de Ucrania)
El p e r r o
95
1
La m a r i p o s a y la abeja
96
33. Grabados de
mariposas sobre jarrones
del N e o l í t i c o (cultura de
la c e r á m i c a l i n e a l , quinto
m i l e n i o a. C . Ex
Checoslovaquia)
34. Friso
parcialmente
reconstruido de
la d i o s a a b e j a (?),
pintado sobre un
jarrón (c. 6400-6200
a. C . Otzaki,
Tesalia)
97
recerle irresistible al o b s e r v a d o r a t e n t o ; 4.000 años después, e n la C r e t a m i n o i c a , la d i o -
sa y sus sacerdotisas, vestidas de abejas, fueron representadas b a i l a n d o j u n t a s e n u n s e -
llo d e o r o sepultado j u n t o a los m u e r t o s . La c o l m e n a era su ú t e r o y a lo m e j o r t a m -
b i é n u n a i m a g e n del i n f r a m u n d o . C o n p o s t e r i o r i d a d reaparece e n las t u m b a s c o l m e n a
26
de M i c e n a s .
La i m a g e n más antigua d e la diosa e n forma de abeja está grabada c o n muescas q u e
f o r m a n p u n t o s sobre u n a estilizada cabeza de t o r o del oeste de U c r a n i a (figura 35).
M u e s t r a la asociación más antigua e n t r e la abeja y el t o r o —imágenes a m b a s de r e n o v a -
c i ó n - , q u e más adelante será básica e n las mitologías griega y cretense. F u e creencia
c o m ú n en Grecia y en R o m a la idea de q u e la abeja nacía del e s q u e l e t o d e u n t o r o sa-
27
crificado y de q u e a m b o s p e r t e n e c í a n al p o d e r r e g e n e r a d o r d e la l u n a .
El dios
98
36. Falo de barro (c. 6000
a. C . T s a n g l i , Tesalia)
99
39. (a) Diosa y (b) dios
( c u l t u r a T i s z a , c. 5500-5000
a. C . S u d e s t e d e Hungría)
100
4 0 . D i o s a ( c . 5 0 0 0 a. C ,
11,3 c m de altura. Cernavoda,
41. D i o s ( c . 5 0 0 0 a. C , 11,3 cm
de altura. C e r n a v o d a , este de
4 2 . Los amantes de Gumelnitsa
(civilización balcánica oriental,
c. 4 5 0 0 a. C , 6,8 c m d e altura.
Casciorele, Rumania)
103
43. D i o s a pájaro (escultura en
m á r m o l , c. 2 7 0 0 - 2 4 0 0 a. C.
Península de Gallipoli)
44. Diosa cicládica (escultura en
m á r m o l , cultura de K e r o s - S i r o s , c.
2 5 0 0 a. C.)
lización de las piezas. Desapareció el uso de los colores brillantes en casi todos los territorios eu
ropeos, excepto en Grecia, las Cicladas y Creta, donde las tradiciones de la vieja Europa con
2íi
tinuaron durante tres milenios más, hasta el 1500 a. C.
104
Mapa 3, Primera oleada
( c . 4 3 0 0 - 4 2 0 0 a. C ) . Las
flechas s e ñ a l a n las r u t a s
m á s i m p o r t a n t e s d e las
invasiones principales
d e las p r i m e r a s
incursiones kurgánicas
en las c u l t u r a s d e la
vieja E u r o p a , de
Karanova, Vinca,
Lengyel y Tiszapolgar
Mapa 4. Tercera oleada
( c . 3 0 0 0 - 2 8 0 0 a. C ) . Las
flechas y áreas en
sombra muestran las Ege
i n c u r s i o n e s tardías de MAR e^
los p u e b l o s kurganes, MEDITERRÁNEO
d e s d e las e s t e p a s (zonas
orientales que aparecen
r a y a d a s ) y d e s d e las
culturas entremezcladas
(área o b l o n g a d e l centro
d e l m a p a ) . La flecha
discontinua indica una
p o s i b l e ruta hacia
Irlanda
3400-3200 a. C , 3000-2800 a. C.) c a m b i a r o n el c u r s o d e la p r e h i s t o r i a e u r o p e a , al i m -
p o n e r u n a cultura q u e era «estratificada, pastoril, n ó m a d a y o r i e n t a d a a la guerra» s o -
30
bre u n a cultura q u e era «agrícola y sedentaria, igualitaria y pacífica» . Su sistema social
estaba j e r a r q u i z a d o y d i r i g i d o p o r los más p o d e r o s o s varones, y su sacerdocio era m a s -
culino. Practicaban sacrificios h u m a n o s y animales, e l i g i e n d o para ello p a r t i c u l a r m e n -
te el caballo, e i n m o l a n d o vivos a las viudas e hijos d e sus jefes m u e r t o s j u n t o c o n ellos.
Los p u e b l o s d e la cultura d e la diosa c o n t a r o n c o n escasa defensa frente a los inva-
sores q u e eran más altos, más fuertes, m e j o r a r m a d o s y j i n e t e s , c o n lo q u e s u c u m b i e -
31
r o n a ellos de m o d o g r a d u a l . Los p u e b l o s k u r g a n e s se e x p a n d i e r o n hacia el sur e n la
planicie m a c e d o n i a y e n Anatolia occidental, c o n s t r u y e n d o ciudadelas y e n o r m e s m u -
rallas de piedra en su c a m i n o , d e las q u e las de murallas d e M i c e n a s y T i r i n t o son u n
e j e m p l o tardío. U n a vez q u e se estableció la ruta d e la invasión, t u v o lugar u n a m i g r a -
32
c i ó n c o n t i n u a d e nuevas g e n e r a c i o n e s q u e reforzó los t r a s t o r n o s culturales . Las inva-
siones dorias, q u e d e s t r u y e r o n finalmente la civilización m i n o i c a , c o n s t i t u y e r o n quizás
la última fase de u n p r o c e s o h i s t ó r i c o iniciado tres mil años antes. Las i m á g e n e s cícli-
cas y lunares de la cultura de la diosa fueron reemplazadas g r a d u a l m e n t e p o r d i v i n i d a -
des p r e d o m i n a n t e m e n t e masculinas y la mitología solar d e los p u e b l o s k u r g a n e s , o b i e n
se fundieron c o n estas últimas e n u n a convivencia, a m e n u d o difícil, q u e fue t r a n s m i -
tida a las culturas griega y celta posteriores. L o q u e se desarrolló p o s t e r i o r m e n t e , c.
2500 a. C , c o n c l u y e G i m b u t a s , fue u n a «mezcla d e dos sistemas míticos, el p r o p i o d e
33
la vieja E u r o p a y el i n d o e u r o p e o » .
Se nos ha e n s e ñ a d o q u e nuestras p e r c e p c i o n e s más sublimes p r o v i e n e n d e la civili-
zación griega. Sin e m b a r g o , los orígenes de los logros artísticos d e los griegos, e n su
b ú s q u e d a d e u n m o d o de vida en a r m o n í a c o n la vida del universo, son 6.000 años más
antiguos. N o s o t r o s s o m o s los d e s c e n d i e n t e s , a través d e la E d a d del B r o n c e y la E d a d
del H i e r r o , d e dos visiones del m u n d o a b s o l u t a m e n t e diversas, cuyas mitologías h a n d e
ser diferenciadas antes de q u e el legado de su largo conflicto p u e d a transformarse.
platal H ü y ü k , Anatolia
106
45. D i o s a madre d a n d o a luz entre
leones o leopardos (escultura de
t e r r a c o t a , c . 6 0 0 0 - 5 8 0 0 a. C .
S a n t u a r i o e n e l N i v e l II, C a t a l
Hüyük)
107
46. Restauración
d e l r e l i e v e d e las
diosas gemelas y
su h i j o imaginado
c o m o un toro
( c . 5 8 0 0 a. C .
S a n t u a r i o VI.14,
Catal Hüyük)
47. Santuario
minoico con
palomas
( c . 1 5 0 0 a. C.)
108
48. F i g u r a e n m á r m o l b l a n c o d e la d i o s a dual
( s a n t u a r i o v i . A . 10, C a t a l Hüyük)
4 9 . Las d o s d i o s a s y el t o r o ( c . 5 8 0 0 a. C.
Reconstrucción d e las p a r e d e s n o r t e y e s t e
del s a n t u a r i o VII.8, C a t a l Hüyük)
109
5 0 . La d i o s a q u e da a l u z ( c . 5 8 0 0 a.
C . R e s t a u r a c i ó n d e las p a r e d e s norte
y oeste del santuario VI.A.10, Catal
Hüyük)
La d i o s a q u e d a a l u z
con cabeza y cuerpo de perfil, su largo cabello flotando al viento tras ella. Brazos y piernas es
tán extendidos y sus extremos acortados, intensificándose así la impresión de movimiento v e
38
loz. La diosa parece estar corriendo, bailando o haciendo piruetas...
110
51. Diosa de cabello
ondeante ( c . 6 1 0 0 a. C.
Pared este del santuario
Vil.31, Catal Hüyük)
5 2 . Las p i n t u r a s d e buitres
m á s a n t i g u a s ( c . 6 1 0 0 a. C.
Pared norte y este del
santuario vil.8, Catal
Hüyük)
111
53. Pintura de dos
l e o p a r d o s (c. 5.900
a. C . P a r e d norte
del santuario de los
leopardos V1.B.44,
Catal Hüyük)
La d i o s a d e l o s a n i m a l e s
112
54. Diosas m a d r e e hija,
con joven dios y leopardos
( c . 5 8 0 0 a. C . C a t a l Hüyük)
5 5 . (abajo, derecha) Diosa
de marfil ( c . 1500 a. C .
Micenas)
La d i o s a d e la v e g e t a c i ó n
113
56. C o p i a de una pintura de
i n s e c t o s y f l o r e s e n las
paredes del santuario VI.B.8
( 6 0 0 0 a. C . C a t a l Hüyük)
57. Mariposa, imágenes
rituales de cuatro brazos, y
d o s «diosas» c o n líneas de
energía o agua fluyendo
e n t r e e l l a s ( c . 5 8 0 0 a. C.
Santuario vi.A.66, Catal
Hüyük)
58. R e c o n s t r u c c i ó n d e la
pared norte y este del
s a n t u a r i o VII.1, c o n pinturas
de textiles similares a kílims
e n las p a r e d e s ( c . 6 1 0 0 a. C .
Catal Hüyük)
114
no. E n m a r c a n d o las susodichas formas de flor e insecto, y el d i s e ñ o en forma de c o l -
m e n a , había dos líneas d e huellas d e m a n o ; la s u p e r i o r era d e c o l o r rosa y n e g r o ; la i n -
ferior, rosa y blanca.
Para nuestra sorpresa, la labor d e tejido de kílims p o d r í a retrotraerse 8.000 años; las
pinturas de las paredes de los santuarios i n d i c a n q u e ya p o r e n t o n c e s se trataba de u n
arte m u y desarrollado en Catal H ü y ü k y q u e las p i n t u r a s de las paredes se copiaron de
los kílims tejidos, y n o al revés. U n o de los más tardíos d e estos kílims, p i n t a d o de c o -
lores brillantes sobre u n fondo color beis, es tan c o m p l i c a d o c o m o u n kílim tejido m o -
4
derno ". Q u i z á s en los santuarios p e n d i e s e n kílims d e las paredes y p u e d e q u e éstas es-
tuvieran tapizadas literalmente con los colores y c o m p l e j o s diseños q u e a ú n se tejen
hoy en Turquía. Algunas d e las paredes están cubiertas casi p o r e n t e r o c o n estos dise-
ños (figura 58), c o m o si los artistas q u e los p i n t a r o n estuviesen c o l g a n d o u n a única p i e -
za de tejido a l r e d e d o r d e t o d a la estancia. Es posible q u e los diseños hayan c a m b i a d o
m u y p o c o a través de los m i l e n i o s y q u e en aquel t i e m p o , al igual q u e en la actualidad,
cada n u d o contase u n a historia.
Ciertos santuarios d e c o r a d o s c o n i n t r i n c a d o s m o d e l o s g e o m é t r i c o s e i m á g e n e s flo-
rales parecen h a b e r estado reservados exclusivamente a mujeres, q u e p o d r í a n haberlos
decorado, pues se han e n c o n t r a d o s sus paletas c o n restos d e los colores utilizados para
41
pintar las paredes enterradas j u n t o a ellas .
El d i o s
115
verada c o n la d e ella, c o m o p u e d e observarse de la relación del n i ñ o t o r o c o n la diosa
q u e da a luz. Las d i m i n u t a s estatuillas c u e n t a n u n a historia d e los diversos aspectos de
las vidas d e las deidades, q u e es t a m b i é n una historia d e los episodios c a m b i a n t e s del
ciclo vital d e las estaciones, los cultivos y las vidas de los seres h u m a n o s en relación c o n
12
la vida más g r a n d e q u e los contenía" .
C o m o p r i n c i p i o m a s c u l i n o q u e e m e r g e de la diosa, el dios aparece bajo la f o r m a
d e u n t o r o en los santuarios. En las estatuillas se le representa c o n la f o r m a de u n m u -
c h a c h o —quizás una figura c o n n o m b r e y función definida en u n a historia—, c o m o en
la figura 54, d o n d e se sienta sobre u n l e o p a r d o . T a m b i é n se le representa c o m o u n c a -
z a d o r q u e lleva u n s o m b r e r o de piel d e l e o p a r d o y se sienta sobre u n toro. E n la figu-
ra 59, es el hijo de la diosa; en la 60, su c o n s o r t e . D e f o r m a q u e cada deidad, diosa y
dios, tenía dos aspectos: m a d r e e hija, hijo y c o n s o r t e . La u n i d a d esencial de estas c u a -
tro figuras se muestra en el relieve m a g n í f i c a m e n t e tallado en el q u e la diosa y el dios
se abrazan y la diosa lleva en brazos a su hijo (figura 61). Mellaart c o m e n t a q u e «la d i o -
41
sa p e r m a n e c e igual, mientras q u e el varón aparece o c o m o m a r i d o o c o m o hijo» , u n
d r a m a este al q u e se vuelve más adelante en el m i t o de la E d a d del B r o n c e de la diosa
m a d r e y su h i j o - a m a n t e .
N o existen p r u e b a s d e q u e Catal H ü y ü k fuese c o n q u i s t a d o p o r invasores, p e r o p a -
rece q u e la civilización desapareció en el sexto m i l e n i o a. C . Los fragmentos q u e se han
d e s e n t e r r a d o dejan u n a i m a g e n sugerente de los tesoros q u e aún p o d r í a n yacer e s c o n -
didos bajo la planicie de Konya o bajo otros e m p l a z a m i e n t o s q u e todavía n o se hayan
d e s c u b i e r t o . M a s incluso estos fragmentos se a ñ a d e n , c o m p l e t á n d o l a , a la i m a g e n de la
116
cultura neolítica en u n escenario d o n d e le fue posible e v o l u c i o n a r sin ser p e r t u r b a d a .
Más aún, la vitalidad y fuerza d e esta cultura p o d r í a n h a b e r servido d e f u n d a m e n t o p a -
ra la pervivencia del c u l t o de la diosa m a d r e en Anatolia, q u e analizaremos en el c a p í -
tulo 10.
Los megalitos
44
Las piedras gigantescas de la cultura megalítica esparcidas p o r E u r o p a se y e r g u e n
c o m o preguntas sin respuesta ante cualquier i n t e n t o de s u m e r g i r s e en el pasado c o n
una m e n t e m o d e r n a . C o m o o b s e r v ó Eliade, «la desacralización caracteriza la e x p e -
riencia total del h o m b r e n o religioso de las sociedades m o d e r n a s » y p o r ello nos es más
difícil «reencontrar las d i m e n s i o n e s existenciales del h o m b r e religioso d e las sociedades
45
arcaicas» . Lo q u e h e m o s p e r d i d o es su creencia de q u e la vida del c o s m o s y de la v i -
da de la h u m a n i d a d constituyen una sola vida. D e f o r m a q u e p o d e m o s a p r o x i m a r n o s
a la intencionalidad de esos p u e b l o s sólo si tratamos d e ver a través de sus ojos: e x p e -
r i m e n t a n d o el suelo q u e pisaron y el aire q u e respiraron c o m o p e r t e n e c i e n t e s a u n
m u n d o q u e era t o t a l m e n t e sagrado. Incluso ahora, pocas personas p u e d e n m i r a r p i e -
dras c o m o las de Callemsh (figura 62), p o r e j e m p l o , sin sentirse p r o f u n d a m e n t e c o n -
movidas p o r ellas.
62. Las P i e d r a s d e
C a l l e n i s h ( c . 2001)
a. C . Isla d e Lewis)
1 . '¡tj-jmf
117
E n algún m o m e n t o a lo largo del q u i n t o m i l e n i o a. C , y p o s t e r i o r m e n t e , p u e b l o s
c o n c o n o c i m i e n t o s considerables d e ingeniería, g e o m e t r í a y a s t r o n o m í a levantaron p i e -
dras gigantes para f o r m a r círculos, alineaciones y cámaras m o r t u o r i a s ; t o d o ello r e q u e -
ría u n a cantidad extraordinaria de t i e m p o , trabajo y c o n o c i m i e n t o s d e c o n s t r u c c i ó n .
Malta parece h a b e r sido u n a isla e s p e c i a l m e n t e sagrada: e n ella se e n c u e n t r a n las ruinas
de hasta treinta t e m p l o s . Las sobrecogedoras alineaciones pétreas d e C a r n a c , en
Bretaña, c u e n t a n c o n unas 3.000 piedras colocadas e n p o s i c i ó n vertical y dispuestas e n
filas q u e abarcan casi 4 k m . Es posible q u e f o r m a s e n p a r t e d e u n o b s e r v a t o r i o l u n a r o
de la vía procesional de u n r i t o estacional d e s c o n o c i d o . Las piedras de Avebury, e n
Wiltshire, estuvieron a n t a ñ o dispuestas de m o d o q u e f o r m a s e n la silueta d e u n a ser-
p i e n t e e n o r m e c o n dos «huevos» e n el i n t e r i o r de su v i e n t r e (figura 69). La colina d e
Silbury (ver pp. 125-126), q u e constituía p a r t e de este t e m p l o lineal, es la estructura
prehistórica más alta de E u r o p a . M i c h a e l D a m e s la describe c o m o u n a efigie d e la d i o -
46
sa «dispuesta c o n u n a deliberación formidable» .
S t o n e h e n g e (ver p. 126) f o r m a b a p a r t e del c o m p l e j o del t e m p l o de A v e b u r y y, a u n -
q u e sabemos q u e se sucedieron tres fases de c o n s t r u c c i ó n - l a p r i m e r a e n t o r n o al 2800
a. C . y la última alrededor del 1500 a. C—, el g r a d o real d e su i m p o r t a n c i a a s t r o n ó m i -
47
ca sólo se p u e d e s u p o n e r a ú n h o y e n día . E n c u a l q u i e r caso, su c o n s t r u c c i ó n c o n s t i -
t u y ó s e g u r a m e n t e u n a tarea sacramental significativa para t o d a la c o m u n i d a d , c o m o la
c o n s t r u c c i ó n de C h a r t r e s , cuyas piedras se r e m o l c a r o n e n carros tirados p o r ricos y p o -
bres j u n t o s . Es m u y i m p r o b a b l e q u e el l e v a n t a m i e n t o y e m p l a z a m i e n t o d e estas i n -
mensas piedras haya sido u n a tarea i m p u e s t a al p u e b l o p o r u n a casta sacerdotal p o d e -
rosa y autocrática e m p e ñ a d a e n m a n t e n e r su p o d e r m e d i a n t e sus conocimientos
a s t r o n ó m i c o s . Interpretar la c o n s t r u c c i ó n de t e m p l o s d e esta m a n e r a es ver el pasado
neolítico a través del velo d e nuestros p r o p i o s prejuicios culturales.
La gran m a d r e era el foco espiritual d e la cultura megalítica d e E u r o p a o c c i d e n t a l ,
c o m o lo fue de las culturas neolíticas d e la vieja E u r o p a y d e Catal H ü y ü k . El p r o f e -
sor G l y n D a n i e l escribe q u e los c o n s t r u c t o r e s d e las t u m b a s megalíticas de E u r o p a o c -
cidental
estaban imbuidos de fe religiosa, eran los fieles de una diosa cuya mirada nos fulmina desde la
vasija y desde el ídolo de hueso, desde las sombras oscuras de las paredes de la tumba, y cuya
imagen se retuerce para incorporarse a la geometría de las placas portuguesas de pizarra y los ri-
4
cos grabados de Gavrinis (Bretaña) y de N e w Grange (Irlanda) ".
118
a. C . y, en G r a n Bretaña e Irlanda, hacia el final del q u i n t o . L u e g o , e n t o r n o al 4500 a.
C., c o m i e n z a a aparecer la práctica de la sepultura colectiva a lo largo d e las costas s u -
deste y oeste d e la Península Ibérica, e n G r a n B r e t a ñ a y, cerca d e 500 años después, e n
Irlanda.
Se han hallado t u m b a s q u e nos revelan el ritual d e la sepultura colectiva e n lugares
tan distantes entre sí c o m o Irlanda, la Península Ibérica y Malta; a ú n p u e d e n visitarse
los grandes t e m p l o s de piedras y las t u m b a s d e los t e m p l o s q u e se e r i g i e r o n en Irlanda,
Gran Bretaña, Malta y Bretaña entre el 3500 y el 1500 a. C . El m i s t e r i o d e sus o r í g e -
nes n o se ha resuelto del t o d o . Templos y t u m b a s p o d r í a n h a b e r sido construidas p o r
navegantes q u e se aventuraban más allá del M e d i t e r r á n e o r e c o r r i e n d o la costa o c c i -
dental europea, trayendo c o n ellos los c o n o c i m i e n t o s g e o m é t r i c o s y a s t r o n ó m i c o s
aprendidos de otras culturas; p o d r í a n haberlas c o n s t r u i d o c o m u n i d a d e s agrícolas del
Neolítico ya asentadas e n E u r o p a occidental, o u n o s y otras d e f o r m a c o n j u n t a . Y c a -
be la posibilidad de q u e los p u e b l o s megalíticos d e E u r o p a o c c i d e n t a l fuesen los h e r e -
deros culturales de sus antepasados paleolíticos. (La cámara d e piedra megalítica c o n
forma de «celda» de c o l m e n a en la t u m b a c o r r e d o r p u e d e e n t e n d e r s e c o m o la p r i m e -
ra articulación de u n t e m p l o , q u e p o r sí m i s m o p u e d e percibirse c o m o u n a f o r m a e x -
teriorizada, realizada e n piedra, de la cueva paleolítica. El «techo de la cueva» p o d r í a
reconocerse e n las piedras planas colocadas de f o r m a h o r i z o n t a l sobre las piedras e r -
guidas para formar u n pasadizo; c u a n d o se r e c u b r e n de tierra, c o m o lo estuvieron m u -
chas, la zona oscura encerrada recrea la e x p e r i e n c i a u t e r i n a de la cueva. El t e m p l o n o
nos es «dado», c o m o la cueva; los p r o p i o s seres h u m a n o s c o n s t r u y e n ahora la cámara
de piedra c o m o ú t e r o de la diosa d o n d e depositan a sus m u e r t o s a m o d o d e simiente
de la cual brotará la vida nueva.)
Francia posee más d e 5.000 t u m b a s megalíticas desplegadas e n u n a línea q u e va d e
Bretaña al M e d i t e r r á n e o . D e todas ellas, la t u m b a c o r r e d o r o t u m b a t e m p l o de
119
64. Figuras de diosas incisas
en cámaras m o r t u o r i a s (c.
4 0 0 0 - 3 0 0 0 a. C . F r a n c i a y
España)
120
rcu'idad q u e sobrevive al paso del t i e m p o . A h o r a d a m o s a esta realidad el n o m b r e de
«eternidad» pero, t a n t o en el N e o l í t i c o c o m o e n el Paleolítico, p u d o haberse c o n t e n i -
d o antaño en la i m a g e n d e la diosa. La piedra simbolizaba el ser esencial: el alma o el
espíritu de la vida a n i m a d a n o sujeta a la d e s c o m p o s i c i ó n , q u e proseguía bajo toda apa-
riencia y más allá d e ella. «El culto megalítico a los m u e r t o s - c o m e n t a Eliade— parece
incluir n o sólo la certeza de la supervivencia d e las almas, sino, p o r e n c i m a d e t o d o , la
confianza en el p o d e r de los ancestros, así c o m o la esperanza de q u e p r o t e g e r á n y a y u -
51
darán a los vivos» . Se creía q u e los m e n h i r e s , o piedras verticales, eran la «morada» o
«cuerpo» de los m u e r t o s , cuyas almas, al ser invocadas, «habitarían» la piedra erigida p a -
ra recibirlas. La creencia en q u e las piedras p o d í a n p r o v o c a r la fertilidad t i e n e su o r i -
gen en la idea de q u e el espíritu del antepasado «animaba» la piedra; se m a n t i e n e has-
ta nuestros días en la c o s t u m b r e de las mujeres d e tocar o frotarse contra la piedra para
aumentar las posibilidades d e quedarse embarazadas. P o r e n c i m a de t o d o , el erigir la
piedra constituye u n acto r e m e m o r a t i v o . U n e c o lejano de esta creencia original p e r -
dura en nuestra c o s t u m b r e d e marcar el lugar d e sepultura d e los m u e r t o s con una lá-
pida o, en el caso de los caídos en c o m b a t e , c o n u n m o n u m e n t o c o n m e m o r a t i v o q u e
se halla a m e n u d o en el c e n t r o de pueblos o aldeas.
La piedra triangular levantada al final d e la t u m b a c o r r e d o r ha d e s c o n c e r t a d o a n u -
merosos a r q u e ó l o g o s . Su forma sugiere una colina o m o n t í c u l o , la i m a g e n d e la diosa
misma, el lugar sagrado d e la vida. U n diseño d e g a n c h o s u h o c e s se halla inciso en
ella, parecido a o t r o q u e se e n c u e n t r a e n m u c h o s m e n h i r e s diosa de otros lugares de
Francia y de toda la vieja E u r o p a . Estos diseños a u m e n t a n en n ú m e r o a m e d i d a q u e se
ensancha la piedra. Los dos g r u p o s están divididos p o r u n espacio central m a r c a d o p o r
un diseño oval, al q u e G i m b u t a s ha identificado c o m o u n a vulva. El g a n c h o o la h o z
es tan parecido d e forma a u n a serpiente y tan u b i c u o en las i m á g e n e s neolíticas q u e
121
6 6 . La g r a n piedra
d e la c á m a r a
sepulcral de
La T a b l e des
Marchands
( c . 4 0 0 0 - 3 0 0 0 a. C.
Locmariarquer,
Bretaña)
122
badas en la superficie d e una gran losa de piedra. D u r a n t e el resto del a ñ o el i n t e r i o r
del t e m p l o p e r m a n e c í a a oscuras. El ritual c e l e b r a d o c o n m e m o r a b a p r o b a b l e m e n t e la
acción del sol al fertilizar el «cuerpo» de la tierra, despertándola de su s u e ñ o invernal
al ciclo r e n o v a d o d e la vida. Podría t a m b i é n haberse tratado de u n ritual para la r e g e -
neración de los m u e r t o s , d o r m i d o s c o m o el i n v i e r n o , pues en todas las i m á g e n e s n e o -
líticas la m u e r t e es inseparable de la r e g e n e r a c i ó n .
En G r a n Bretaña h a n sobrevivido, o al m e n o s se sabe q u e han existido, cerca d e 900
123
ABVRY
69. D i a g r a m a de A v e b u r y tal
y c o m o l o d i b u j ó sir T i l o m a s
S t u k e l e y en 1740
124
7 0 . La i m a g e n d e la c o l i n a
de Silbury c o m o diosa
125
ñ o q u e surgía de su ú t e r o . Al elevarse la luna en el cielo, su reflejo tocaba su p e c h o ,
c o m o si pusiese en m a r c h a el a m a m a n t a m i e n t o d e su hijo. L u e g o , c u a n d o la luna s u -
bía a ú n más e n el cielo, la «leche» era liberada, y el foso se volvía o p a c o c o n la luz l u -
nar. O b v i a m e n t e se necesitaba u n a n o c h e clara para q u e tuviese lugar este drama; de
haberla, el m o m e n t o tenía q u e ser n u m i n o s o para t o d o s los q u e veían su colina dar a
luz y sabían q u e , c o n el «corte» del c o r d ó n umbilical, se daba la señal para q u e c o -
m e n z a s e la siega: el n i ñ o se había gestado e n el m o n t í c u l o d e tierra d u r a n t e los meses
de c r e c i m i e n t o q u e seguían a la siembra d e la semilla.
S t o n e h e n g e es el más espectacular de los t e m p l o s megalíticos. I n e v i t a b l e m e n t e , ha
atraído más a t e n c i ó n q u e el resto p o r q u e es el más c o m p l e t o d e los t e m p l o s q u e nos
q u e d a n . Pero, de h e c h o , había varios t e m p l o s c o n s t r u i d o s en S t o n e h e n g e y lo q u e p o -
d e m o s ver h o y son sólo fragmentos del ú l t i m o d e ellos, l e v a n t a d o en t o r n o al a ñ o 1500
a. C . El p r i m e r t e m p l o se e r i g i ó cerca del 2800 a. C . c o n u n a o r i e n t a c i ó n d e tipo l u -
nar, según se cree, p e r o fue r e e m p l a z a d o a l r e d e d o r del 2400 a. C . p o r u n s e g u n d o t e m -
plo c o n o r i e n t a c i ó n solar.
Los t e m p l o s de N e w G r a n g e , A v e b u r y y S t o n e h e n g e , así c o m o el gran m o n t í c u l o
de Silbury, revelan q u e el cielo c o n s t i t u y ó u n m i s t e r i o d e incalculable fascinación p a -
ra los p u e b l o s neolíticos y paleolíticos. Inspiró sus m i t o s , e s t i m u l ó su inteligencia y r e -
g u l ó sus ritos y fiestas. Existen suficientes p r u e b a s para c o n f i r m a r q u e la sociedad q u e
c o n s t r u y ó estos t e m p l o s vivía inmersa en u n universo i m a g i n a d o c o m o una diosa y e s -
t u v o i n m e n s a m e n t e p r e o c u p a d a p o r participar en sus r i t m o s terrestres y celestes. Los
profesores A l e x a n d e r T h o m y G e r a l d H a w k i n s han s u g e r i d o q u e el c o n o c i m i e n t o g e o -
m é t r i c o y a s t r o n ó m i c o d e los p u e b l o s megalíticos podría h a b e r sido m u c h o más a m -
plio de lo q u e hasta ahora se ha i m a g i n a d o . Al vivir tan p r ó x i m o s a la tierra y el cielo,
t u v i e r o n la o p o r t u n i d a d de observar los m o v i m i e n t o s d e la l u n a , del sol y de las estre-
llas, y de erigir piedras para q u e les facilitase ver y m e d i r d e m o d o más preciso. N o hay
razón para s u p o n e r q u e el c o n o c i m i e n t o a s t r o n ó m i c o desarrollado en el Paleolítico
s i m p l e m e n t e desapareció en el N e o l í t i c o ; es m u c h o más p r o b a b l e q u e se ampliase y e x -
tendiese.
Malta
126
71. F i g u r a d e la d i o s a
( c . 3 0 0 0 a. C . Malta)
7 2 . D i o s a ( c . 6 0 0 0 a. C.
Catal Hüyük)
127
73. Plano de los
t e m p l o s de Ggantija,
Gozo
128
74. Sacerdotisa
o diosa
durmiente
(arcilla marrón
con trazos de
ocre rojo, c.
3 8 0 0 - 3 6 0 ( 1 a. C
£1 Hipogeo,
Malta)
129
75. (a) Altar pilar y ( b ) detalle
d e l « á r b o l d e la v i d a » (templo
de Hagar Q i m , Malta)
130
i l u m i n e n nuestras m e n t e s civilizadas. A b a n d o n a r í a m o s t a m b i é n la t e r m i n o l o g í a c o n -
descendiente d e «ídolos», d e «estatuillas d e Venus», o d e «cultos d e fertilidad». Eisler ha
c o m e n t a d o q u e «la e c o n o m í a agraria neolítica fue la base del desarrollo d e la civiliza-
ción q u e a lo largo de miles d e años c o n d u c e a n u e s t r o t i e m p o . Y casi u m v e r s a l m e n -
te, aquellos lugares en d o n d e se llevaron a c a b o los p r i m e r o s g r a n d e s avances en t e c -
nología social y material c o m p a r t i e r o n u n a característica e n c o m ú n : el c u l t o a la
5
diosa» ". G i m b u t a s dota a esta i m a g e n d e vida e n la c o n c l u s i ó n d e su libro El lenguaje
de la diosa:
131
1 . D i o s a d e la d o b l e h a c h a ( s e g u n d o milenio
a. C . P a l a c i o d e M i n o s , C n o s o s , Creta)
3
C r e t a : la d i o s a d e la vida,
d e la m u e r t e y d e la regeneración*
T r a d u c c i ó n de Susana P o t t e c h e r .
133
graba r e p o s a n d o e n forma de abeja, o d e pie sobre su m o n t a ñ a c o n l e o n e s , o e l e v a n -
d o sus brazos - l a s alas d e la diosa p á j a r o - , o sentada bajo el árbol d e la vida ofrecien-
d o su fruto a sus sacerdotisas. F u e adorada c o m o g r a n m a d r e d e la vida, la m u e r t e y la
r e g e n e r a c i ó n , diosa d e los animales, señora del m a r y d e los frutos d e la tierra.
A n t a ñ o , C r e t a estuvo cubierta d e grandes b o s q u e s d e robles, cipreses y abetos, d e
los q u e h o y n o q u e d a rastro. A diferencia d e S u m e r y E g i p t o , C r e t a n o tenía n e c e s i -
dad d e i m p o r t a r m a d e r a para c o n s t r u i r sus palacios de c o l u m n a s y d e varios pisos, o las
e m p u ñ a d u r a s de c e d r o de sus hachas de b r o n c e c e r e m o n i a l e s . El agua d e las c u m b r e s
nevadas d e las m o n t a ñ a s fluía s i e m p r e hasta sus llanuras. N u n c a faltó c o m i d a ni h u b o
dificultad e n q u e creciese. M a n a d a s d e ovejas, bueyes y cerdos pastaban e n las llanuras.
Los barcos cretenses e x p o r t a b a n miel, aceite d e oliva, pescado, fruta y t o d o tipo d e
hierbas aromáticas p o r t o d o el M e d i t e r r á n e o . Los palacios cretenses eran espaciosos; a
m e n u d o c o n t a b a n c o n varias alturas y n u m e r o s o s patios; estaban d e c o r a d o s exquisita-
m e n t e c o n i m á g e n e s florales y m a r i n a s , c o n escenas de la vida d e los pájaros y c o n a n i -
males i m a g i n a r i o s , hachas d e d o b l e filo, la rosa y el lirio. C u e r n o s de t o r o f o r m a b a n
los frisos de los palacios t e m p l o y la cerámica cretense estaba a d o r n a d a c o n pinturas i n -
trincadas q u e representaban t o d o s los aspectos d e la vida natural. E n su arte p r e d o m i -
na u n a alegría q u e n o se e n c u e n t r a en n i n g u n a otra cultura c o n t e m p o r á n e a de
P r ó x i m o O r i e n t e . «En el arte m i n o i c o - e s c r i b e el e r u d i t o de la cultura clásica C a r i
3
Kerényi— el h o m b r e n u n c a carece d e gesto» .
H . A. G r o e n e w e g e n - F r a n k f o r t , en su libro Arrest and Movement, captura la geniali-
dad del arte cretense del s e g u n d o m i l e n i o a. O :
El arte cretense ignoró la aterradora distancia que hay entre lo humano y lo trascendente
que podría impulsar al hombre a buscar refugio en la abstracción y a crear una forma para lo
significativo remoto, alejado del espacio y del tiempo; igualmente ignoraba la gloria y futilidad
de los actos humanos individuales, sujetos al tiempo y al espacio. En Creta los artistas no dota-
ban de sustancia al m u n d o de los muertos haciendo abstracción del m u n d o de los vivos, ni in-
mortalizaban hazañas portentosas, ni manifestaban una humilde aspiración a la atención divina
en los templos de los dioses. Aquí, y sólo aquí (en contraste con Egipto y Próximo Oriente),
se desatendía el anhelo humano de atemporalidad, aceptándose la gracia de la vida de la forma
más completa que el m u n d o ha conocido. Pues vida significa movimiento, y la belleza del mis-
mo se tejía en la red intrincada de formas vivas que denominamos «escenas de naturaleza»; se
revelaba en los cuerpos humanos llevando a escena sus serios juegos, inspirados por una pre-
sencia trascendente, actuando en libertad y con moderación, sin objetivo último, como el mis-
4
m o tiempo cíclico .
134
2. D i o s a s e r p i e n t e del Neolítico
( t e r r a c o t a , c. 4 5 0 0 a. C ,
14,5 c m de altura. Kato
Ierapetra, Creta)
3. Diosa m i n o i c a con serpientes
( o r o y m a r f i l , c . 1 6 0 0 - 1 5 0 0 a. C ,
16,5 c m de altura. Cnosos,
Creta)
nes fabulosos y nadie podía saber a ciencia cierta q u e su visión poética era t a m b i é n v e r -
dadera en t é r m i n o s históricos.
D u r a n t e el p r i m e r c u a r t o del siglo XX, q u é e m o c i o n a n t e d e b i ó d e ser c u a n d o el a r -
q u e ó l o g o sir A r t h u r Evans levantó los estratos d e más d e cuatro milenios d e historia
d e j a n d o al d e s c u b i e r t o una civilización a p a r e n t e m e n t e tan m á g i c a c o m o H o m e r o h a -
bía insinuado. C o m e n z a n d o p o r el palacio d e C n o s o s , c e n t r o d e esta cultura, las e x c a -
vaciones revelaron c i n c o grandes c o m p l e j o s palaciegos, cuya vida finalizó abrupta-
m e n t e en el 1450 a. C . d e b i d o a u n t e r r e m o t o , el s e g u n d o de dos, cuya intensidad fue
m a y o r q u e la del p r i m e r o ; p o r q u e , e x a c t a m e n t e bajo estas r u m a s , se hallaban las de los
otros palacios, c o n s t r u i d o s en t o r n o al 2000 a. C . y destruidos p o r u n t e r r e m o t o en el
1700 a. C . M e z c l a d o s c o n los e s c o m b r o s de piedras y tierra d e sendos niveles, a p a r e -
cieron fragmentos d e cerámica pintada, mosaicos b r i l l a n t e m e n t e coloreados, sellos d o -
rados c o n figuras danzantes, gargantillas de abejas y mariposas, urnas decoradas c o n
delfines en p l e n o v u e l o , serpientes y flores en espiral, d i m i n u t a s estatuas y grandes
c u e r n o s de toro, y estatuas d e diosas. T o d o s estos e l e m e n t o s r e u n i d o s c o m p u s i e r o n la
i m a g e n de u n a cultura de g o z o , gracia y elegancia q u e d u r a n t e cientos de años se c e n -
t r ó en t o r n o al culto a u n a gran diosa.
Evans d e n o m i n ó a esta cultura «minoica» e n referencia al rey M i n o s del q u e habla
H o m e r o , y distinguió d e n t r o de ella tres p e r í o d o s fundamentales: m i n o i c o t e m p r a n o o
«prepalatino», hasta a l r e d e d o r del 2000 a. C ; m m o i c o m e d i o o «palatino t e m p r a n o » ,
del 2000 al 1600 a. C ; y m i n o i c o tardío o «alto palatino», del 1600 al 1150 a. C . E n el
135
p e r í o d o m i n o i c o m e d i o , los m i n o i c o s utilizaron u n a escritura jeroglífica y, más tarde,
u n a escritura lineal (llamada «lineal A»), q u e aún n o h a sido descifrada. La civilización
alcanzó su cima e n la p r i m e r a fase del p e r í o d o m i n o i c o tardío, e n t r e 1600 y 1450 a. C ,
c u a n d o se establecieron relaciones c o n los m i c é n i c o s , p u e b l o s arios o i n d o e u r o p e o s
q u e c o n s t r u y e r o n M i c e n a s en la Grecia c o n t i n e n t a l . Estos trajeron c o n s i g o u n a e s c r i -
tura c o n o c i d a c o m o «lineal B», una forma arcaica de g r i e g o , q u e n o se descifró hasta
1953, y q u e desveló los n o m b r e s de p r e c i s a m e n t e aquellos dioses y diosas q u e el m i t o
g r i e g o clásico siempre había situado allí: «Al Z e u s d i c t e o , aceite»; «A la d a m a del
L a b e r i n t o , una jarra d e miel»; «A la señora d e At(h)ana...». Los m i c é n i c o s p a r e c e n h a -
b e r oscilado entre C r e t a y Micenas, a b s o r b i e n d o y a d o p t a n d o g r a d u a l m e n t e la cultura
m i n o i c a c o m o propia, antes de asentarse ahí pasado el a ñ o 1450 a. C , c u a n d o u n a s e -
rie d e violentos t e r r e m o t o s y m a r e m o t o s provocados p o r una e r u p c i ó n volcánica en la
isla d e Tera, hacia el n o r t e , p r o v o c ó el d e r r u m b a m i e n t o d e t o d o s los palacios. La l l e -
gada de otra oleada d e invasores, los d o r i o s , e n el 1150 a. C . acabó c o n esta civiliza-
ción.
A diferencia d e m u c h a s de las culturas de su e n t o r n o , la isla d e C r e t a n o fue inva-
dida en los 1.500 años q u e van del 3000 al 1500 a. O , p o r lo q u e ofrece u n a p e r s p e c -
tiva única sobre c ó m o e v o l u c i o n ó sin trastornos u n a sociedad neolítica para c o n v e r t i r -
se en u n a sociedad d e la E d a d del B r o n c e , p e r o m a n t e n i e n d o su creencia en la u n i d a d
de la vida. A pesar d e q u e la sociedad m i n o i c a , si se h a c e u n cálculo p o r fechas, c o -
r r e s p o n d e desde el p u n t o de vista c r o n o l ó g i c o a la Edad del B r o n c e (3500-1250 a. C ) ,
4 . G r i f o s d e la sala
del t r o n o del
palacio de Minos
( c . 1 4 5 0 a. C.
Cnosos, Creta)
136
5 . C u e r n o s d e la c o n s a g r a c i ó n : ( a ) Catal
Hüyük, A n a t o l i a , s é p t i m o m i l e n i o a. C ,
( b ) V i n c a , v i e j a E u r o p a , q u i n t o m i l e n i o a. C.
y ( c ) d i o s o s , s e g u n d o m i l e n i o a. C.
137
6. D i o s a s e r p i e n t e minoica
( l o z a , c . 1 6 0 0 a. C , altura
34 c m . C n o s o s , Creta)
7. D i o s a s e r p i e n t e minoica
( l o z a , c . 1 6 0 0 a. C . Cnosos,
Creta)
138
8. D i o s a s e r p i e n t e c o m o vasija
( c . 2 3 0 0 a. C . K ú m a s a , Creta)
139
círculo. A pesar de ser t a m b i é n el n ú m e r o siete el de los «planetas» visibles, ésta es p r o -
b a b l e m e n t e u n a n o t a c i ó n l u n a r de series y m e d i d a s ; de f o r m a q u e el sentarse sobre el
regazo d e la diosa —y a ello invita la pieza superpuesta sobre su túnica— sería e x p e r i -
m e n t a r el t i e m p o sostenido p o r la e t e r n i d a d , y la e t e r n i d a d revestida d e t i e m p o . P u e s
la propia diosa, al sujetar las dos serpientes, se sitúa más allá d e su o p o s i c i ó n ; o, más
b i e n , es ella la q u e c o n t i e n e los dos polos d e la dualidad, e v i t a n d o q u e se separen y q u e
f o r m e n , p o r lo tanto, el tipo de o p o s i c i ó n q u e nuestra consciencia m o d e r n a a s u m e c o -
m o inevitable. H a b l a m o s ahora del objetivo d e reconciliar y d e trascender los c o n t r a -
rios - y a sean éstos vida y m u e r t e , t i e m p o y e t e r n i d a d , o u n i d a d y m u l t i p l i c i d a d - , mas
estas i m á g e n e s nos p i d e n q u e c o n t e m p l e m o s la posibilidad d e u n t i p o diferente de r e a -
lidad: u n a en la q u e (por c o n t i n u a r e n el lenguaje d e la i m a g e n ) las dos partes de una
dualidad son p e q u e ñ a s , p o r así decirlo, e n relación c o n el U n o q u e las sostiene a a m -
bas e n la palma de la m a n o .
E n ocasiones la diosa serpiente t o m a la f o r m a de r e c i p i e n t e , c o m o el de la figura 8
q u e fue hallado en K ú m a s a j u s t o fuera de las t u m b a s , d a n d o a e n t e n d e r q u e fue dise-
ñada para-verter libaciones para los m u e r t o s . Las serpientes fueron u n m o t i v o c o n s t a n -
te en el arte m i n o i c o , enroscadas alrededor de vasijas, u r n a s y j a r r o n e s , c o m b i n á n d o s e
c o n las formas fluidas d e las criaturas marinas, y hasta c r e a n d o las formas circulares del
disco q u e se halló e n el palacio de Festos.
La d i o s a d e la d o b l e hacha
140
9. Jarrón c o n h a c h a s dobles
( c . 1 4 0 0 a. C . C n o s o s , Creta)
Mochlas)
141
11. Diosa de doble hacha
j u n t o al á r b o l d e la v i d a
( s e l l o m i c é n i c o , c . 1 5 0 0 a. C.)
142
1 2 . D i o s a s u r g i e n d o d e la t i e r r a ( s e l l o e n forma
d e c u e n t a d e o r o , c . 1 5 0 0 a. C . T i s b e , Beocia)
1 3 . 'El nacimiento de Erictonio. G e a , d i o s a d e la
tierra, s a l i e n d o de ésta c o n n i ñ o ( p i n t u r a sobre
j a r r ó n , c. s i g l o V a. C.)
143
14. D i o s a o sacerdotisa sentada, sujetando
e n las m a n o s g a v i l l a s d e t r i g o o c e b a d a roja
( f r e s c o m i c é n i c o , s i g l o x i l l a. C.)
144
15. D e m é t e r ( C e r e s ) , d i o s a d e la c o s e c h a ,
s u j e t a n d o t r i g o e n las m a n o s ( h e l é n i c o , relieve
d e t e r r a c o t a , s i g l o n i a. C . M a g n a Grecia)
145
1 6 . Descenso de la diosa (pintura micénica,
c. 1 8 0 0 a. C.)
1 7 . Retorno de la diosa (pintura micénica,
c. 1 8 0 0 a. C.)
La d i o s a abeja
146
A q u í , abeja, t o r o y l u n a están u n i d o s e n el s i m b o l i s m o d e la r e n o v a c i ó n . E n C r e t a
t a m b i é n la abeja significó la vida q u e p r o v i e n e d e la m u e r t e , c o m o el escarabajo e n
E g i p t o . P o s i b l e m e n t e p o r esta r a z ó n , el anillo sello d e o r o d e la figura 18 se c o l o c ó
en una t u m b a . A q u í a la diosa abeja —la figura c e n t r a l q u e d e s c i e n d e a la tierra e n -
tre serpientes y l i r i o s - le están r i n d i e n d o c u l t o sus sacerdotisas, q u i e n e s , d e m o d o
característico, a d q u i e r e n la m i s m a f o r m a q u e ella, l e v a n t a n d o t o d a s sus «manos» e n
el gesto t í p i c o d e la epifanía. La miel se utilizaba para e m b a l s a m a r y p r e s e r v a r los
c u e r p o s d e los m u e r t o s ; algunas d e las g r a n d e s tinajas, o pithoi, encontradas en
C n o s o s se utilizaban para a l m a c e n a r m i e l . La i m p o r t a n c i a d e la a p i c u l t u r a para los
m i n o i c o s está d o c u m e n t a d a en los jeroglíficos e n lineal A , d o n d e ya existen dibujos
de c o l m e n a s p r o p i a m e n t e dichas, t e s t i m o n i o s d e u n a h i s t o r i a q u e se r e m o n t a p r o b a -
b l e m e n t e hasta el N e o l í t i c o . La g e m a d e ó n i c e d e C n o s o s (figura 19) m u e s t r a a la
diosa abeja l l e v a n d o e n la cabeza los c u e r n o s d e t o r o , c o n el h a c h a d o b l e d e n t r o d e
su c u r v a t u r a . Los p e r r o s - p o s t e r i o r m e n t e los p e r r o s del i n f r a m u n d o , p e r t e n e c i e n t e s
a H é c a t e y a A r t e m i s - son alados y v u e l a n tan p r ó x i m o s a la diosa q u e sus alas, a p r i -
mera vista, p a r e c e n las d e ella. La diosa c o n f o r m a d e abeja, figura 20, está tallada e n
u n sello d e esteatita amarilla t r i f a c e t a d o ; los o t r o s lados t a m b i é n m u e s t r a n la cabeza
y las partes delanteras d e otros dos p e r r o s . La p o s i c i ó n d e la figura r e c u e r d a a la d i o -
sa p a r i e n d o d e C a t a l H ü y ü k , q u e a p a r e n t e m e n t e había p a r i d o tres t o r o s (ver c a p í t u -
lo 2, figura 50).
La miel t a m b i é n j u g ó u n papel fundamental e n los rituales de a ñ o n u e v o de los m i -
noicos. El a ñ o n u e v o se iniciaba en Creta a c o m i e n z o s del solsticio d e verano, c u a n d o
las temperaturas alcanzaban los m á x i m o s . El veinte de j u l i o era el día en q u e se alzaba
la gran estrella Sirio en c o n j u n c i ó n c o n el Sol, al igual q u e en S u m e r y en E g i p t o . E n
estos últimos países se trataba e x p l í c i t a m e n t e d e la estrella d e la diosa (Inanna en S u m e r ,
1 8 . E s c e n a d e e p i f a n í a c o n la
diosa abeja, sacerdotisas y
n i ñ o en un c a m p o de lirios
(sello de anillo de o r o , c.
1450 a. C . H a l l a d o e n un
sepulcro en Isopata, próximo
a Cnosos)
19. D i o s a abeja c o n perros
alados (gema de ónice,
c. 1 5 0 0 a. C . C n o s o s , Creta)
20. D i o s a en forma de abeja
(sello en f o r m a de cuenta
d e e s t e a t i t a a m a r i l l a , c. 2 4 0 0 -
2 2 0 0 a. C.)
147
e Isis en E g i p t o ) , y los palacios t e m p l o m i n o i c o s de C r e t a estaban o r i e n t a d o s hacia ella.
La salida d e Sirio daba fin a u n ritual d e cuarenta días a lo largo del cual se recogía la
miel de las c o l m e n a s en la o s c u r i d a d de cuevas y b o s q u e s . La miel e n t o n c e s se fer-
m e n t a b a , t r a n s f o r m á n d o s e e n h i d r o m i e l , licor e m b r i a g a d o r q u e se bebía e n los ritos
extáticos q u e p u d i e r o n h a b e r c e l e b r a d o el regreso d e la hija d e la diosa c o m o c o m i e n -
zo del n u e v o año, igual, quizá, q u e en la escena dibujada e n el sello d e la d o b l e hacha
de la figura 11. T o d o s estos ritos se hallan presentes e n los m i t o s dionisíacos de la Grecia
clásica; el p r o p i o D i o n i s o tiene su o r i g e n en C r e t a , d o n d e se le llamaba el dios toro.
Este m i s m o animal se sacrificaba al salir la estrella de Sirio, y las abejas eran c o n s i d e r a -
das la f o r m a resucitada del t o r o m u e r t o y t a m b i é n las almas d e los m u e r t o s . Kerényi
c o m e n t a q u e esta fiesta q u e celebraba la salida de Sirio, q u e iniciaba el a ñ o n u e v o , fue
p o r ello elevada al nivel d e u n «mito d e zoé (la vida i n d e s t r u c t i b l e ) : e n el m i t o del des-
17
p e r t a r d e las abejas a partir d e u n animal m u e r t o » [tr. cast., p. 42]. (El t é r m i n o g r i e -
g o zoé, f u n d a m e n t a l , se discutirá e n el capítulo 4.)
Este intenso d r a m a d e epifanía sugiere q u e , a d e m á s d e estas c o n n o t a c i o n e s , el z u m -
b i d o de la abeja era c o n s i d e r a d o la «voz» de la diosa, el «sonido» de la creación. Virgilio,
p o r p o n e r u n e j e m p l o , al describir el r u i d o d e aullidos y golpes q u e se p r o d u c í a para
18
atraer las abejas, dice: « H a c e n e n t r e c h o c a r los c í m b a l o s d e la gran m a d r e » . Las t u m -
bas de M i c e n a s tenían f o r m a de c o l m e n a s , al igual q u e el onfalós de Delfos en la Grecia
clásica, d o n d e reinaba A p o l o j u n t o c o n su principal sacerdotisa oracular, la Pitia, lla-
m a d a «abeja deifica». E n el h i m n o h o m é r i c o a H e r m e s , escrito en el siglo VIH a. O , el
dios A p o l o se refiere a tres v i d e n t e s femeninas c o m o si fuesen tres abejas o doncellas
abejas, q u i e n e s , c o m o él m i s m o , practicaban la a d i v i n a c i ó n :
148
Hay algunas [Suertes o] Hados,
hermanas de nacimiento, doncellas,
tres de ellas, adornadas con alas veloces.
Sus cabezas están salpicadas
de blanca harina de cebada
y hacen sus moradas
bajo los acantilados del Parnaso.
Enseñaban el arte adivinatorio lejos de mí,
el arte que yo solía ejercer
alrededor de mi ganado
19
cuando todavía era un muchacho .
La d i o s a d e l n u d o sagrado
149
23. N u d o s a g r a d o ( c . 15(10 a. C . C n o s o s , Creta)
24. H a z de j u n c o s c o m o «Lazo» de Inanna
( c . 3 0 0 0 a. C . Sumer)
25. Sacerdotisa minoica con nudo sagrado
( f r e s c o , c . 1 5 0 0 a. C . C n o s o s , Creta)
150
26. (a y b ) J a r r o n e s m i n o i c o s m o s t r a n d o una figura con
la d o b l e h a c h a y e l n u d o s a g r a d o , ( c ) vasija e g i p c i a con
figura e n f o r m a d e ankh, (d y e) sellos minoicos
m o s t r a n d o n u d o s s a g r a d o s y (f) n u d o sagrado minoico
s i m i l a r al ankh egipcio
151
p o . E n E g i p t o el s í m b o l o d e la vida eterna, d e n o m i n a d o ankh, q u e las diosas y los d i o -
ses sostenían c o m o signo de su divinidad, tiene u n a f o r m a s e m e j a n t e al n u d o ; e n o c a -
siones aparece c o m o una figura h u m a n a q u e sujeta dos b á c u l o s en las «manos», c o m o
e n el j a r r ó n p i n t a d o d e la figura 26 c.
La d i o s a d e l o s animales
152
adoración, m i e n t r a s ella t i e n d e su b á c u l o hacia él, r e c o n o c i é n d o l e . Él parece h a c e r u n
gesto de saludo, o resguardar sus ojos para protegerse del carácter n u m i n o s o de su p r e -
sencia. (¿Será éste, acaso, el o r i g e n ritual del saludo?) Podría tratarse d e u n fiel, o más
bien de u n j o v e n dios, p u e s t o q u e se h a n e n c o n t r a d o m u c h a s estatuillas de figuras de
j ó v e n e s varones en esta postura, lo q u e indica algún t i p o d e relación ritual c o n la d i o -
sa. El l e ó n , en t a n t o q u e i m a g e n de la diosa de la m u e r t e y de la r e g e n e r a c i ó n , se h a -
lla representado d e f o r m a aislada en el anillo sello d e la vida d e u l t r a t u m b a (figura 35).
La d i o s a pájaro
153
29. D i o s a pájaro (c. 1400-1200
a. C . T i r i n t o , c e r c a de
Micenas)
30. Diosa con corona de
p a l o m a s y c u e r n o s de toro
( c . 1 4 0 0 - 1 2 0 0 a. C . Cnosos,
Creta)
31. Diosa con corona de
a m a p o l a s ( c . 1 4 0 0 a. C.
Cnosos, Creta)
3 2 . G e s t o s de epifanía desde
e l P a l e o l í t i c o h a s t a la C r e t a de
la E d a d d e l B r o n c e : ( a ) Escena
paleolítica, (b) figura egipcia
neolítica con brazos alzados
( c . 4 0 0 0 - 3 5 0 0 a. C ) , (c)
jeroglífico d e l ka egipcio,
(d) sello micénico con diosa
y a d o r a d o r e s ( c . 1 5 0 0 a. C . ) y
(e) santuario funerario minoico
c o n f i g u r a e n su interior
realizando un gesto de epifanía
(1 1 0 0 - 1 0 0 0 a. C.)
154
La tradición del gesto simbólico d e los brazos alzados t u v o su o r i g e n e n el
Paleolítico y se m a n t u v o d u r a n t e el N e o l í t i c o , p r o l o n g á n d o s e hasta el E g i p t o de la
Edad del B r o n c e (figura 32). E n E g i p t o , el gesto d e los brazos levantados constituía u n
jeroglífico para el ka, la i m a g e n del alma m a y o r d e la p e r s o n a , q u e se reunía c o n el al-
ma individual (el ba) tras la m u e r t e . La i m a g e n del ka era el pájaro b e n n u o fénix, al
cual e n ocasiones se d e n o m i n a b a «madre»: «Mira q u e y o estoy tras ti, soy tu t e m p l o ,
25
soy tu m a d r e , p o r siempre jamás» . U n a figura egipcia neolítica fechada e n el 3500 a.
C. (figura 32 b) t o m a la m i s m a forma q u e el jeroglífico p o s t e r i o r (figura 32 c). La fi-
gura q u e se halla en el i n t e r i o r del santuario m i n o i c o , quizás el fallecido h o m b r e o m u -
jer, hace el m i s m o gesto q u e las del sello de la figura 32 d.
N o existe d u d a acerca d e q u e los m i c é n i c o s «veían» a sus diosas, de la m i s m a for-
ma en q u e en la tradición cristiana la g e n t e «ha visto» a la v i r g e n M a r í a . La veían en lo
alto de las m o n t a ñ a s , en lo p r o f u n d o d e las cuevas laberínticas, e n u n bosquecillo, n a -
vegando en su barca curvada o m o n t a d a e n u n t o r o sobre las olas del mar. D e b i e r o n
adorarla c o n el m i s m o gesto q u e la j o v e n i m a g e n masculina de la figura 27, s u b i e n d o
trabajosamente las empinadas laderas c o n sus ofrendas hasta sus santuarios en las c u m -
bres de las m o n t a ñ a s , buscándola en las cuevas o en bosquecillos d e roble y olivo. Es
posible q u e vislumbrasen su f o r m a e n la luz clara y brillante de la primavera y del o t o -
ño, c u a n d o d e los valles surgían misteriosos reflejos q u e relucían e n las colinas. K e r é n y i
c o m e n t a q u e los relatos acerca de las religiones antiguas n o h a c e n suficiente h i n c a p i é
en la facultad visionaria de la naturaleza del h o m b r e , q u e c o n el paso d e los siglos ha
ido haciéndose cada vez más rara; h o y se la considera u n a a n o m a l í a , antes q u e lo n o r -
mal: «La visión y el m i t o , la epifanía y la m i t o l o g í a se influyeron y se e s t i m u l a r o n m u -
t u a m e n t e , d a n d o lugar a i m á g e n e s de culto. E n la relación del h o m b r e c o n los dioses,
sin e m b a r g o , la epifanía goza d e u n a p r i o r i d a d q u e se f u n d a m e n t a en la i n m e d i a t e z d e
26
toda visión verdadera» .
La naturaleza ritual d e lo q u e p o d r í a m o s llamar vida cotidiana p u e d e observarse e n
el tipo de i n s t r u m e n t o s sagrados q u e servían para las tareas ordinarias d e la vida. La v a -
sija de la figura 33, p o r ejemplo, está f o r m a d a a i m a g e n d e la diosa c o n p e c h o s h u m a -
nos y la cabeza y el p i c o de u n pájaro. La a p e r t u r a en f o r m a de p i c o c o n el ojo, la d e -
coración e n f o r m a de collar del «cuello» del j a r r ó n , y los p e c h o s erguidos delineados
con p u n t o s transforman el simple acto d e echar agua e n u n a ofrenda d e leche del c u e r -
p o n u t r i c i o d e la diosa m a d r e : agua trasformada e n agua d e vida. El carácter sagrado
de la vasija, o la vasija en t a n t o q u e c u e r p o r e c e p t á c u l o d e la diosa, se muestra en la e s -
cultura prepalatina de la diosa y su «niño» (figura 34); el «niño» es el j a r r ó n más p e -
q u e ñ o , cuya apertura es la única vía de entrada al c u e r p o d e la diosa. El diseño en for-
ma de red está dibujado en el c u e r p o y recuerda el del vestido de la diosa s e r p i e n t e
(figura 6).
155
33. D i o s a pájaro c o m o vasija
( c . 1 5 0 0 a. C . Tera)
3 4 . La d i o s a d e M i r t o s (2400-2200
a. C . M i r t o s , Hieropetra)
La d i o s a d e la regeneración
156
egipcias, d o n d e u n a p r o c e s i ó n similar c o n d u c e a la p e r s o n a m u e r t a ante el dios Osiris.
En la c e r e m o n i a egipcia, el dios T h o t —que tiene la cabeza de u n pájaro de p i c o largo,
la i b i s - anota el resultado del j u i c i o , d u r a n t e el q u e se ha pesado en u n a balanza el c o
razón de la persona y la p l u m a d e la verdad, i m a g e n d e la diosa M a a t . A q u í , y esto es
interesante, los asistentes q u e se dirigen al grifo s e n t a d o en el t r o n o del j u i c i o t a m b i é n
poseen cabeza d e pájaro. Tras el grifo está la diosa, al igual q u e suele situarse Isis tras
Osiris, sentado.
El p e r r o en la raíz del árbol, m u y p a r e c i d o a u n p e r r o salchicha, recuerda, en p r i
m e r lugar, al p e r r o guardián n e o l í t i c o d e la vieja E u r o p a c u s t o d i a n d o el árbol d e la v i
da; t a m b i é n al chacal A n u b i s , q u e en E g i p t o guía las almas de los m u e r t o s , a n t i c i p a n
do al p e r r o C e r b e r o , q u e en la mitología griega p e r t e n e c e a H é c a t e , diosa del
inframundo. D e n t r o de las raíces del árbol hay unas formas oblongas d i m i n u t a s q u e p a
recen brotes de plantas, i m á g e n e s de la nueva vida en p r e p a r a c i ó n . Si, s i g u i e n d o el ges
to de la diosa, a s u m i m o s q u e la pareja fallecida ha satisfecho el tribunal del j u i c i o , r e
presentado p o r el grifo de aspecto de esfinge, la pareja e n t o n c e s pasaría a la p a r t e
superior del sello, d o n d e d e b e n enfrentarse al i m p r e s i o n a n t e p o d e r de la diosa, s i m b o
lizado en el d e s p r o p o r c i o n a d a m e n t e i n m e n s o l e ó n . Descansa éste sobre una especie d e
plataforma sostenida p o r sendas figuras femeninas. En actitud de reposo y vigilancia,
guarda los misterios d e la diosa, c o m o lo hacía en la cueva paleolítica de Les Trois
Fréres. D e la parte s u p e r i o r del árbol j u n t o al l e ó n b r o t a n ramas de hiedra, c u y o c r e
cimiento e n espiral y verdes hojas p e r e n n e s son la i m a g e n simbólica de la i n m o r t a l i d a d
de la vida, a n t i c i p a n d o «la rama dorada» de Virgilio (Eneida, 6).
La pareja está ausente d e la p a r t e s u p e r i o r derecha d e la escena, d o n d e d o m i n a el
león, mas reaparece felizmente j u n t a al otro lado del t r o n c o del árbol - c o m o si el r i t o
157
d e paso o c u r r i e s e a través del c u e r p o del l e ó n - y allí el gesto d e epifanía d e la m u j e r
p o d r í a ser expresión d e a s o m b r o y g o z o a n t e su n u e v o estado t r a n s f o r m a d o , tan p a r e -
cido al anterior. Sentada sobre u n a rama, q u e n o apartada d e ellos, c o m o antes, se h a -
lla la diosa m i n o i c a y otra figura c o n la q u e parece estar s o s t e n i e n d o u n a «animada c o n -
versación», en palabras d e Evans, mientras revolotean sobre su cabeza dos mariposas.
Prosigue Evans:
El significado simbólico de éstas, por lo demás, se resalta con la aparición, por encima de
ellas, de dos pequeños objetos que muestran rastros de cabezas en el extremo y unas protube-
rancias con forma de gancho a un lado; bien podríamos reconocer en ellos a las dos crisálidas
correspondientes... Situadas como están aquí en relación con sus formas de crisálida, es difícil
explicarlas de otra manera que no sea como alusión al resurgir del espíritu h u m a n o tras la
muerte.
Difícilmente puede dudarse, además, de que hagan referencia a las dos figuras juveniles que
aparecen al lado de ellas en el anillo, y de que han de ser consideradas símbolos de su reanima-
ción con vida nueva... Vemos aquí, reunidos por el poder dador de vida de la diosa y simbo-
27
lizado por crisálidas y mariposas, a una joven pareja a la que la muerte había separado .
La d i o s a y el toro
158
36. Cabeza de toro
m i n o i c o ( c . 1 5 0 0 a.
C)
37. Toros
micénicos echando
brotes, con planta
c r e c i e n d o e n el
centro (sello de
cristal de u n anillo,
c. 1500 a. C.)
159
Dos d i o s a s y el niño
3 8 . D o s d i o s a s y el n i ñ o (escultura
e n m a r f i l , c. 1 3 0 0 a. C . Micenas)
160
sa de las g r a n d e s profundidades, y D u m u z i , el dios m u e r t o y resucitado, q u e p e r t e n e -
30
ce a a m b a s . Esta «divina familia» ha aparecido ya e n la cultura neolítica d e Catal
H ü y ü k ; reaparece más tarde e n la Grecia clásica y, a ú n más adelante, e n las i m á g e n e s
cristianas de santa A n a , la «abuela», y de su hija María c o n el n i ñ o Jesús, q u e se r e p r e -
senta a m e n u d o t r e p a n d o p o r el regazo d e una al de la otra (ver capítulo 14).
El h i j o - a m a n t e d e la diosa
161
zas u n ritual en q u e los p r i m e r o s frutos d e la cosecha se ofreciesen a la diosa. Las c i u
dades cretenses n o estaban cercadas p o r murallas d e defensa, y n i n g u n a d e sus c r e a c i o
nes artísticas celebra o representa la guerra o la violencia, e x c e p t u a n d o algún q u e otro
casco y unas espadas q u e se hallan h o y en el m u s e o d e H e r a k l i o n . A ú n así, n o es p r o
bable q u e fuesen c o m p l e t a m e n t e ajenos a la actividad propia del g u e r r e r o , si h e m o s de
creer las fechas p r o p o r c i o n a d a s p o r el h i s t o r i a d o r g r i e g o Tucídides, q u e m e n c i o n a en
el siglo V a. C . al rey M i n o s c o m o el p r i m e r d i r i g e n t e q u e a d q u i r i ó u n a m a r i n a p o d e
rosa y q u e m a n t u v o u n a paz firme e n el E g e o . M a s , p r o t e g i d o s p o r el mar, los m i n o i
cos n o estuvieron expuestos a la eventualidad d e ser atacados p o r t o d o s los flancos p o r
p u e b l o s guerreros, c o m o lo estuvieron s u m e r i o s y egipcios; y a pesar de q u e los m i c é
nicos trajeron consigo una cultura más combativa p a s a d o el siglo XV a. C , fue sólo c o n
la invasión de los d o r i o s , en el siglo XII a. C , c u a n d o el s e n t i d o cretense de soberanía
finalmente se p e r d i ó . La única calamidad sufrida p o r los m i n o i c o s fueron los t e r r e m o
tos, p r o d u c i é n d o s e al m e n o s tres p o r siglo; p r e s u m i b l e m e n t e fueron experimentados
c o m o f e n ó m e n o s p e r t e n e c i e n t e s al d o m i n i o d e la gran diosa.
C i e r t a m e n t e , c u a n d o el j o v e n dios y la diosa se r e p r e s e n t a n j u n t o s , tal y c o m o apa
recen e n los sellos, la relación entre ellos n o es d e igualdad, sino d e servicio; el dios
r i n d e el h o m e n a j e necesario a u n p o d e r mayor. Parecería q u e el dios, c o m o sus formas
162
animales d e toro, m a c h o cabrío y carnero, era a ú n el «hijo» de la diosa, p e r s o n i f i c a n d o
la fuerza dinámica del c r e c i m i e n t o , q u e , c o m o el árbol, d e b e m o r i r cada a ñ o , s u m e r -
giéndose e n el c u e r p o de la diosa para renacer d e ella e n la siguiente p r i m a v e r a . D e e s -
ta m a n e r a e n c a r n a la f o r m a de vida q u e t i e n e q u e cambiar, m i e n t r a s q u e ella p e r m a -
n e c e c o m o el p r i n c i p i o de vida q u e n u n c a m u e r e y q u e se renueva de c o n t i n u o a través
de sus formas cambiantes. Willetts, en su obra Creían Cults and Festivals, c o m e n t a q u e
el dios «representa el e l e m e n t o de d i s c o n t i n u i d a d , de c r e c i m i e n t o , d e s c o m p o s i c i ó n y
renovación e n el ciclo vegetal, de la m i s m a m a n e r a e n q u e la diosa representa la c o n -
tinuidad. Al participar de la m o r t a l i d a d d e la semilla, es u n dios q u e m u e r e de f o r m a
33
anual» . Éste es el «dios del año», q u e m u e r e y r e n a c e a n u a l m e n t e , y c u y o r e n a c i m i e n t o
se celebraba e n las cuevas d e las m o n t a ñ a s , así c o m o , c o n toda probabilidad, en el la-
b e r i n t o del palacio t e m p l o d e C n o s o s .
E n el anillo m i n o i c o d e o r o de la figura 41, u n d i m i n u t o j o v e n dios q u e sostiene
un báculo está d e s c e n d i e n d o del cielo, delante d e u n a c o l u m n a q u e señala u n s a n t u a -
rio de d o n d e crece el árbol d e la vida. La diosa, a cuya espalda crecen plantas, le da la
bienvenida, quizá c o m o espíritu d e la nueva vida q u e está r e g r e s a n d o d e los cielos, p o -
siblemente en forma d e lluvia. E n el sello m i c é n i c o d e la figura 42, la i m p o n e n t e d i o -
sa se sienta en su t r o n o ante el árbol d e la vida, m i e n t r a s u n j o v e n esbelto, o u n dios,
sosteniendo u n cayado o cetro, se yergue ante ella, i n c l i n á n d o s e l i g e r a m e n t e hacia atrás.
Su m a n o apunta hacia ella, mientras la d e ella, c r u z á n d o s e c o n la de él, lo señala a él;
es c o m o si estuviesen u n i d o s p o r las m a n o s , enlazados c o m o p o r u n n u d o . Parecería
que se trata de una plasmación exacta de la relación d e la diosa c o n su h i j o - a m a n t e ,
que será el t e m a d e los m i t o s de la E d a d del B r o n c e en S u m e r y en E g i p t o .
Este drama podría estar representado e n el sello m i c é n i c o d e la figura 43: la diosa
está de pie en el centro, g o l p e a n d o sus muslos en la actitud tradicional d e d u e l o , y su
163
4 3 . (arriba, izquierda) Diosa, joven
d i o s y s a c e r d o t i s a j u n t o al á r b o l d e la
v i d a ( s e l l o m i c é n i c o , c . 1 5 0 0 a. C.)
4 4 . (arriba, derecha) Joven dios con
árbol y m a c h o cabrío del q u e brotan
r a m a s ( s e l l o m i c é n i c o , c . 1 5 0 0 a. C.)
45. (abajo) H e r a c l e s m a t a n d o al t o r o
cretense (pintura sobre jarrón griego,
c. 5 3 0 - 5 1 0 a. C.)
164
La « d a m a del laberinto»
165
1
166
A p o l o , d e d i c a n d o u n a estatua d e la diosa q u e le había d a d o A r i a d n a . J u n t o a sus a c o m -
pañantes, ejecutó u n a danza i m i t a n d o los senderos circulares del l a b e r i n t o , e n r o l l a n d o
el hilo de A r i a d n a hacia el c e n t r o y de vuelta hacia fuera, la d i r e c c i ó n d e la i n v o l u c i ó n
y de la m u e r t e , seguida d e la e v o l u c i ó n y del n a c i m i e n t o . Se llamaba la danza d e la g r u -
lla p o r las sinuosas vueltas del cuello de estos pájaros e n sus rituales d e a p a r e a m i e n t o , y
quizá t a m b i é n p o r el h e c h o d e q u e el r e t o r n o de las grullas a n u n c i a b a la primavera;
36
Teseo la d a n z ó g i r a n d o e n t o r n o al altar de c u e r n o s . H a b í a u n a danza d e la grulla e n
Troya y, en t i e m p o s r o m a n o s , Virgilio tacha u n baile q u e se llamaba el «juego d e Troya»
37
de s e r p e n t e a n t e c o m o las curvas del l a b e r i n t o c r e t e n s e . Esta danza se c o n v i r t i ó en el
p r o t o t i p o de los p r i m e r o s bailes cristianos, e n los q u e el M i n o t a u r o se c o n v i r t i ó en el
Satán del i n f r a m u n d o y Teseo en C r i s t o , q u e lo v e n c e para regresar l u e g o a la vida, tra-
y e n d o consigo la vida eterna para t o d o s . Los l a b e r i n t o s d e C h a r t r e s y de A u x e r r e r e -
velan la persistencia de este s i m b o l i s m o i n m e m o r i a l .
La l e y e n d a del Minotauro
167
1
168
4 8 . T e s e o m a t a n d o al M i n o t a u r o (copa
d e A p o l o d o r o , 5 1 0 a. C . C h i u s i , Italia)
49. M a t a n z a ritual del t o r o (sello minoico
e n f o r m a d e c u e n t a d e o r o , c. 1 4 0 0 - 1 100 a. C.)
169
blo. Podría h a b e r algo d e verdad histórica e n este relato, a pesar de vislumbrarse a tra-
vés d e la perspectiva y d e los valores de u n a cultura diferente. Frazer c o n j e t u r a q u e «el
t r i b u t o de siete j ó v e n e s y siete doncellas q u e los atenienses d e b í a n enviar a M i n o s ca-
da o c h o años, tenía alguna c o n e x i ó n c o n la r e n o v a c i ó n del p o d e r del rey d u r a n t e o t r o
40
ciclo d e igual d u r a c i ó n » .
Si m i r a m o s al t o r o c o m o lo h a b r í a n h e c h o los m i n o i c o s , p e r c i b i m o s la e n c a r n a c i ó n
sagrada d e la fuerza vital, q u e el rey t a m b i é n e n c a r n a b a en su p e r s o n a en t a n t o q u e h i -
j o - a m a n t e d e la diosa. Al final de o c h o años, los p o d e r e s sagrados del m o n a r c a n e c e s i -
taban renovarse, y mientras q u e e n otros t i e m p o s y lugares d e t e r m i n a d o s ello requería
q u e se sacrificase al rey e n el m á x i m o a p o g e o d e su p o d e r , aquí el t o r o p o d r í a s u p l a n -
tarle. Si los prisioneros políticos atenienses estaban i n v o l u c r a d o s e n este ritual d e algu-
na m a n e r a , ello explicaría su repulsa hacia el h o m b r e - t o r o d e la m u e r t e .
Frazer, q u i e n p r i m e r o e x p u s o esta idea, explica q u e :
U n ciclo de ocho años es el período más corto al final del cual el sol y la luna van realmente
al mismo ritmo, tras solaparse, por así decirlo, durante la totalidad del intervalo. Así, por ejemplo,
41
sólo una vez cada ocho años coincide la luna llena con el día más largo, o con el más corto .
La tradición claramente implica que, al final de cada ocho años, los poderes sagrados del rey
precisaban ser renovados mediante el trato con la deidad, y que, sin tal renovación, él habría
perdido su derecho al trono. Podemos suponer que, entre las ceremonias solemnes que marca-
ban el comienzo o el final del ciclo de ocho años, el matrimonio sagrado del rey con la reina
42
jugaba un papel importante .
170
que tuviese lugar el m a t r i m o n i o sagrado. La c e r e m o n i a nupcial se llevaba a c a b o sin l u -
43
gar a dudas c o n el ropaje y las máscaras del t o r o y la vaca, al igual q u e e n E g i p t o .
Pasífae, la reina sacerdotisa, u n i é n d o s e al rey sacerdote, ella e n el i n t e r i o r d e la vaca y
él oculto e n el toro, respondería a esta d e s c r i p c i ó n , c o m o lo haría el M i n o t a u r o c o n su
c u e r p o de h o m b r e y cabeza de toro. Al «casarse» la reina sacerdotisa c o n el rey sacer-
dote, ella se transformaba e n diosa y él e n su h i j o - a m a n t e , y a través de esta u n i ó n se
regeneraba la tierra. Este m a t r i m o n i o entre reina sacerdotisa y rey sacerdote era t a m -
bién una i m i t a c i ó n en la tierra del m a t r i m o n i o q u e tenía lugar e n los cielos, c u a n d o el
sol y la luna regresaban, después de u n ciclo de o c h o años, a «la m i s m a celeste cámara
44
nupcial d o n d e se e n c o n t r a r o n p o r vez p r i m e r a » .
Solía relacionarse al t o r o c o n la luna a través d e la f o r m a d e l u n a creciente de sus
c u e r n o s , c o m o forma masculina d e la diosa lunar. Hasta este m o m e n t o p a r e c e c o m o si
el p r i n c i p i o fertilizador e n c a r n a d o en el t o r o se pusiese e n relación c o n el p o d e r vital
del sol, antes que, c o m o en t i e m p o s anteriores, c o n el r o c í o d e la luna, cuya n a t u r a l e -
45
za fructífera se renueva cada n o c h e . El h e c h o d e q u e el t o r o p e r s o n i f i q u e al sol antes
q u e a la luna refleja el p r o c e s o de c r e c i m i e n t o , c o n d u c e n t e a la i n d e p e n d e n c i a , del p o -
der m a s c u l i n o g e n e r a d o r de la diosa a n t a ñ o a n d r ó g i n a . Este p o d e r g e n e r a d o r , i m a g i -
n a d o p r i m e r o c o m o u n animal c o n c u e r n o s y después c o m o el hijo de la diosa, p u e -
de ahora e n c o n t r a r s e c o n ella c o m o su a m a n t e . Tras su m a t r i m o n i o sagrado, el a m a n t e
ha de ser sacrificado para renacer de ella c o m o su hijo, e n la i m a g e n de la r e n o v a c i ó n
constante. E n t o d o P r ó x i m o O r i e n t e a n t i g u o este sacrificio se representaba en el ritual
de matanza del toro. El sacrificio del t o r o constituía u n acto p r o p i c i a t o r i o para la fase
oscura d e la luna, del sol y del año, q u e garantizaba el regreso de la luz en el cielo y
de la fertilidad e n la tierra.
Los sellos y frescos de C n o s o s sugieren q u e , antes d e la m a t a n z a del toro, se i n v o -
caba el p o d e r m á g i c o del animal m e d i a n t e los saltos q u e m u c h a c h o s y m u c h a c h a s d a -
ban p o r e n c i m a d e su l o m o . El riesgo de m o r i r p a r e c e desaparecer ante el g o z o d e la
danza, y se sugiere q u e se trataba de sacerdotes y sacerdotisas s o m e t i é n d o s e a u n r i t o
de iniciación para entrar al servicio de la diosa q u e presidía el ritual. Las mujeres del
fresco de C n o s o s (figura 50) t i e n e n la piel blanca y la d e los h o m b r e s es roja, al igual
q u e o c u r r e en los frescos egipcios. U n a m u j e r está a p u n t o d e saltar p o r e n c i m a del t o -
ro, estirando sus m a n o s retorcidas para alcanzar su c u e r n o izquierdo, mientras q u e otra
p e r m a n e c e a la espera para recibir el c u e r p o del saltador v a r ó n , q u e ha c o m p l e t a d o a
medias su «salto mortal». La figura única en oro y marfil de la figura 51, q u e sólo al-
canza 17,5 c m de altura, representa a la diosa o a su s u m a sacerdotisa vestida c e r e m o -
n i a l m e n t e c o m o saltadora del t o r o ; su expresión es la d e absorta c o n c e n t r a c i ó n , c o m o
si estuviese e n posición para dar el salto acrobático sobre los c u e r n o s del animal.
Parece, pues, m u y plausible q u e lo más i m p o r t a n t e d e los rituales d e C n o s o s fuese
el m a t r i m o n i o sagrado (figura 52), y este significado subyacente se transmite de f o r m a
implícita e n la historia del M i n o t a u r o , a través del s i m b o l i s m o d e los n o m b r e s . Lo q u e
171
50. Saltadores de
toro, hombre y
mujer (fresco, c.
1 5 0 0 a. C . Cnosos,
Creta)
5 1 . (abajo, izquierda)
La d i o s a como
saltadora del toro
(críselefantina, c.
1 6 0 0 a. C , 17,5 cm
de altura. Se afirma
q u e fue encontrada
en C n o s o s , Creta)
5 2 . (abajo, derecha)
El matrimonio
sagrado (¿Teseo y
' • ! | V | i ' i I 11 11 I 1 1 i . Ariadna?), (pintura
e n u n a j a r r a , c. 7 0 0
a. C . Heraklion)
172
tiene lugar, m i t o l ó g i c a m e n t e hablando, en la leyenda es u n ciclo d e m a t r i m o n i o s sa-
grados entre el sol, c o m o toro, y la luna, c o m o princesa o sacerdotisa. C a d a u n o de los
cinco «matrimonios» —Zeus, el toro, c o n E u r o p a ; M i n o s , hijo del toro, c o n Pasífae; el
toro de Posidón c o n Pasífae; Teseo, hijo de P o s i d ó n , el toro, c o n Ariadna; y, más a d e -
lante, Dioniso, el toro, c o n A r i a d n a - simbolizan el m a t r i m o n i o del sol c o n la luna c o -
m o ciclo sin fin. Incluso c u a n d o parece i n t e r r u m p i r s e este ciclo, c o m o c u a n d o Teseo
abandona a Ariadna, D i o n i s o , el toro, o c u p a su lugar y c o m p l e t a el ritual.
Todos los n o m b r e s f e m e n i n o s de la leyenda t i e n e n c o n n o t a c i o n e s lunares, y los
masculinos tienen c o n n o t a c i o n e s solares. El n o m b r e de E u r o p a significa «la de amplios
ojos». Su m a d r e se llamaba Telefasa, «la q u e brilla a lo lejos», o A r g í o p e , «la d e blanca
faz»; su padre era el rey Fénix, q u e significa el c o l o r rojizo del sol. Kerényi coitienta al
respecto: «En otras palabras, la cara de ambas, m a d r e e hija, era la d e la luna»*'. En
Creta, E u r o p a se casó c o n el rey Asterión, c u y o n o m b r e significa «rey d e las estrellas».
Es interesante el n o m b r e d e M i n o s p o r q u e recuerda al m o n a r c a M e n e s , el p r i m e r rey
dinástico de E g i p t o (2850 a. C.) y t a m b i é n a M i n , dios e g i p c i o de la fertilidad y del
crecimiento, representado e n las procesiones p o r u n t o r o b l a n c o q u e precedía la i m a -
gen itifálica del dios. M i n llevaba t a m b i é n u n mayal q u e se utilizaba para separar la s e -
milla de la cascara, c o m o Osiris, cuya semejanza c o n M i n o s en t a n t o q u e j u e z de los
muertos es llamativa. Es t a m b i é n posible q u e M i n o s fuese el n o m b r e de u n a dinastía,
pues su nieto se llamaba I d o m e n e o , q u e lleva la m i s m a raíz de M i n o s en el centro. El
n o m b r e «Min» podría h a b e r significado «el q u e trae la fertilidad», p o r el dios egipcio
de la fertilidad, p o s i b l e m e n t e siguiendo la c o s t u m b r e egipcia d e los faraones, q u e aña-
dían el n o m b r e d e sus dioses al suyo p r o p i o , c o m o , p o r p o n e r u n e j e m p l o , T u t A n k
A m u n . Pasífae, la esposa d e M i n o s , t i e n e u n n o m b r e q u e significa «la q u e para t o d o s
reluce», siendo ella m i s m a la hija de H e l i o , el sol, y d e Perséis —uno d e los n o m b r e s de
la diosa luna e n la genealogía d e H e s í o d o - , q u e era la m a d r e d e H é c a t e y la q u e dio
su n o m b r e a Perséfone. E n algunas versiones del relato, al M i n o t a u r o t a m b i é n se le d e -
nominaba A s t e n o («estrella»), el n o m b r e del m a r i d o d e E u r o p a , el rey d e C r e t a .
Ariadna, o r i g i n a l m e n t e Ariagne, significaba «sagrada y pura», u n superlativo de H a g n é ,
que era un n o m b r e d e Perséfone en su papel d e reina del i n f r a m u n d o (de d o n d e p r o -
viene la palabra inglesa hag, «bruja»). El o t r o n o m b r e d e A r i a d n a era Aridela, «la visi-
ble de lejos», q u e se refería a su transformación e n u n a d i a d e m a de estrellas en el c i e -
47
lo j u n t o a su m a r i d o , D i o n i s o , el t o r o .
173
Esta relación esencial entre los m o d o s d e ser m a s c u l i n o y f e m e n i n o es el aspecto más
fundamental, quizá, d e lo q u e se está analizando a través d e las historias d e diosas y d i o -
ses. Pero, v o l v i e n d o a la etapa histórica e n q u e se sitúa este d r a m a arquetípico, p o d e m o s
afirmar q u e Teseo, el de la heroica hazaña, deja atrás a A r i a d n a , la d e la luna, e n los b r a -
zos d e la última e n c a r n a c i ó n del dios t o r o ; p o r su parte, él se aleja en su barco, sin car-
gas n i obstáculos, hacia la tierra d e la libertad, sin saber q u e lleva el hilo lunar firme-
m e n t e sujeto en su interior. Pues allí, en Atenas, e n c o n t r a r á a la diosa A t e n e a , la del
e s c u d o y la serpiente, a A r t e m i s , la de los animales, y a D e m é t e r , la del d o r a d o maíz.
Allí estará t a m b i é n Perséfone, la hija de D e m é t e r , q u e sostiene las antorchas del infra-
m u n d o , Afrodita cabalgando sobre su ganso y su cisne, y H e r a , «la de ojos d e vaca», con
su esposo, Z e u s el toro. Y, finalmente, Gea, diosa d e la tierra, q u e dio a luz a t o d o s ellos.
C r e t a nos ha dejado u n a visión única de la vida c o m o c e l e b r a c i ó n del h e c h o de es-
tar vivo, y u n a i m a g e n igual d e la m u e r t e , c o n lo q u e vida y m u e r t e se e x p e r i m e n t a n
c o m o u n t o d o sagrado. Es c o m o si la vida se viviese e n u n solo suspiro d e g o z o y a s o m -
b r o ; d o n d e , c o m o en la infancia y en los m o m e n t o s d e epifanía, la naturaleza y el fun-
d a m e n t o d i v i n o del ser f o r m a n u n a sola u n i d a d . ¿Podría tratarse de u n a m e r a c o i n c i -
dencia el q u e las gentes d e C r e t a viviesen d u r a n t e miles d e años e n a r m o n í a c o n los
r i t m o s d e la naturaleza, e x p e r i m e n t a d a c o m o u n a g r a n diosa, y q u e t a m b i é n viviesen
en paz? El m i t o d e la diosa alcanza su c u l m i n a c i ó n aquí, antes d e su declive gradual e n
las culturas de la E d a d del B r o n c e d e P r ó x i m o O r i e n t e y d e su e x t i n c i ó n casi c o m p l e -
ta e n la E d a d del H i e r r o . Pues C r e t a fue la h e r e d e r a directa d e la visión neolítica, q u e
había persistido relativamente i m p e r t u r b a d a sobre la tierra d u r a n t e m u c h o s milenios.
C o n el fin d e la civilización m i n o i c a y m i c é n i c a , se p i e r d e u n a visión única del m o d o
e n q u e p o d í a h a b e r c o n t i n u a d o e v o l u c i o n a n d o la c o n s c i e n c i a h u m a n a . Parece claro
q u e e n la isla la naturaleza h u m a n a n o era g u e r r e r a , p e r o , p o r o t r o lado, la defensa y el
ataque se estaban c o n v i r t i e n d o en la n o r m a en otras partes del m u n d o . Tribus n ó m a -
das q u e r e n d í a n c u l t o a dioses tribales d e la t o r m e n t a , del v i e n t o , del t r u e n o y del fue-
go v o l c á n i c o se a b r i e r o n c a m i n o p o r la vía del c o m b a t e hasta las tierras de otros p u e -
blos, sin sensibilidad alguna para c o n las a r m o n í a s sutiles de la vida agrícola n i los
rituales religiosos q u e d e s t r u y e r o n . E n este m o m e n t o el dios y su r e p r e s e n t a n t e d i v i n o
sobre la tierra, el rey g u e r r e r o , c o m i e n z a n a o c u p a r el c e n t r o del escenario. N o es d e
extrañar q u e , m u c h o s siglos más tarde, la Grecia clásica mirase hacia atrás a C r e t a c o -
m o a u n a perdida E d a d de O r o , hallando en ella la inspiración d e sus dioses y diosas.
174
4
La E d a d d e l Bronce:
la d i o s a m a d r e y su hijo-amante*
T r a d u c c i ó n de Susana P o t t e c h e r .
175
m o r i r , y q u e cae a u n a o s c u r i d a d d e n o m i n a d a el «inframundo». Esta separación se r e -
fleja en la naturaleza m e d i a n t e una pérdida d e luz y d e fertilidad. La diosa desciende
para v e n c e r a la o s c u r i d a d ; para q u e el ser a q u i e n ama p u e d a regresar a la luz, y la v i -
da p u e d a proseguir.
E n S u m e r , el n o m b r e de la diosa es I n a n n a ; baja al m u n d o inferior para e n c o n t r a r -
se c o n su h e r m a n a Ereshkigal, reina del i n f r a m u n d o . Al regresar al m u n d o superior,
envía a D u m u z i , su c o n s o r t e , «señor del abismo», a sustituirla e n su lugar. Su n o m b r e
e n Babilonia es Istar, la q u e viaja a n u a l m e n t e para despertar a su h i j o - a m a n t e , T a m m u z ,
d e su s u e ñ o e n la o s c u r i d a d bajo tierra y r e c o n d u c i r l o arriba a la luz. E n E g i p t o , la d i o -
sa Isis, casada c o n su h e r m a n o esposo, Osiris, lo p i e r d e c u a n d o m u e r e a m a n o s de su
h e r m a n o Seth. La tierra entera q u e d a baldía hasta q u e lo e n c u e n t r a y vuelve a reunir
todas las partes d e su c u e r p o d e s m e m b r a d o . E n C a n a á n , el dios Baal se a d e n t r a en el
i n f r a m u n d o para enfrentarse c o n el p o d e r de la m u e r t e , personificado en M o t , su h e r -
m a n o . M o t le v e n c e , y la h e r m a n a de Baal, la diosa A n a t h , baja b u s c a n d o su c u e r p o
para darle sepultura. L u e g o , ella misma acaba c o n M o t , esparciéndolo c o m o g r a n o p o r
los c a m p o s . E n Grecia, la diosa D e m é t e r pierde a su hija, Perséfone, atrapada p o r el
dios del i n f r a m u n d o , H a d e s , q u e la aparta de la luz para casarse c o n ella en la o s c u r i -
dad inferior. El luto d e D e m é t e r deja a la tierra sin a l i m e n t o , y sólo c u a n d o regresa a
ella su h e r m a n a , en p r i m a v e r a , la tierra se h a c e fructífera y da e n ofrenda el m a í z q u e
da la vida.
Más adelante, los m i t o s de la Edad del H i e r r o c u e n t a n una historia similar acerca
d e Cibeles y Atis, y d e Afrodita y A d o n i s . La diosa C i b e l e s a m a a u n m u c h a c h o pas-
tor, q u e es hijo de u n rey, p e r o él se e n a m o r a d e una ninfa. Llevado a la locura p o r la
celosa diosa, Atis se castra a sí m i s m o c o n u n a piedra. M i e n t r a s la diosa lo llora, brota
de su c u e r p o u n p i n o y crecen flores de su sangre. La diosa griega Afrodita pierde a su
a m a n t e , el h e r m o s o A d o n i s , s e ñ o r de la v e g e t a c i ó n , q u e es c o r n e a d o hasta la m u e r t e
p o r u n jabalí mientras cazaba en los b o s q u e s . A h o r a ya n o es la propia diosa q u i e n le
rescata, sino q u e t i e n e q u e pedirle a Z e u s q u e le p e r m i t a volver a la vida d e p r i m a v e -
ra a o t o ñ o , la estación fértil de la tierra. F i n a l m e n t e , Jesús, hijo de la m a d r e virgen,
María, m u e r e y d e s c i e n d e al infierno d u r a n t e tres días, el n ú m e r o d e días de o s c u r i d a d
en los q u e n o hay luna. E n el m i t o cristiano, C r i s t o es «rescatado» p o r su padre en los
cielos, mas, al igual q u e los otros, su regreso c o i n c i d e c o n la fecha d e r e g e n e r a c i ó n de
la tierra. La Pascua se celebra el d o m i n g o q u e sigue a la p r i m e r a luna llena tras el e q u i -
n o c c i o de primavera, d e f o r m a q u e la r e s u r r e c c i ó n d e C r i s t o , al igual q u e las q u e la
p r e c e d e n , refleja t a m b i é n el c a m b i o del i n v i e r n o a la primavera.
La estructura de esta historia p u d i e r a haberse inspirado en la relación de la h u m a -
nidad c o n la luna. D u r a n t e incontables m i l e n i o s , los seres h u m a n o s habían visto crecer
su luz hasta llegar a la p l e n i t u d , para dar paso a la o s c u r i d a d y renacer de esta última
una y otra vez, en u n r i t m o c o n s t a n t e q u e d e b i ó d e parecerles e t e r n o . E n el Paleolítico,
la luna p r o p o r c i o n ó a los p u e b l o s el t i e m p o : la secuencia, la d u r a c i ó n y la r e c u r r e n c i a .
176
1. E s c r i t u r a c u n e i f o r m e s u m e r i a ( p r i m e r a p i e d r a , h e c h a d e b a s a l t o negro,
del zigurat de U r - N a m m u , f u n d a d o r d e la t e r c e r a d i n a s t í a d e U r , c . 2 1 0 0 a. C .
La i n s c r i p c i ó n d i c e l o s i g u i e n t e : « P a r a I n a n n a , s e ñ o r a d e E a n n a , su s e ñ o r a ,
Ur-Nammu, p o d e r o s o v a r ó n , rey de U r , rey de S u m e r y A c a d , construyó
y r e s t a u r ó su t e m p l o p a r a e l l a » )
2. Escritura jeroglífica egipcia que muestra a m a r i d o (Shery) y mujer (Kherta)
c o n o f r e n d a s ( c o r n i s a d e falsa p u e r t a d e l s e p u l c r o d e l I m p e r i o A n t i g u o , IV
d i n a s t í a , c . 2 5 7 5 - 2 4 6 7 a. C . Saqqara)
177
i
178
des dramas míticos q u e expresan la misteriosa analogía e n t r e la vida d e la luna, la de las
plantas y la de los seres h u m a n o s . El participar e n estos rituales p r o p o r c i o n a b a la c o n
fianza en q u e , de la m i s m a f o r m a q u e a la o s c u r i d a d sigue la luz, el r e n a c i m i e n t o sigue
a la m u e r t e . Toda vida, p o r lo tanto, c o n t i e n e u n a p r o m e s a de r e n o v a c i ó n . El m a t r i
m o n i o sagrado, e n d o n d e la diosa m a d r e , c o m o novia, se u n e a su hijo, c o m o a m a n t e ,
vuelve a p o n e r e n c o n e x i ó n s i m b ó l i c a m e n t e los dos «mundos» d e zoé y bíos, y es esta
u n i ó n la q u e regenera la tierra.
La c u l t u r a d e la d i o s a e n la E d a d d e l B r o n c e temprana
179
El m i t o d e la diosa se e x t e n d i ó desde la vieja E u r o p a hasta el valle del I n d o ; u n es-
t u d i o detallado de sus i m á g e n e s debería incluir el valle del I n d o y la India c o m o u n
c o n j u n t o . La civilización del valle del I n d o , c o n sus dos g r a n d e s ciudades, M o h e n j o -
D a r o al sur y H a r a p p a e n el n o r t e , se hallaba en p l e n o florecimiento antes del 2500 a.
C . Poseía n u m e r o s a s características en c o m ú n c o n S u m e r y E g i p t o , p e r o parece haber
t e n i d o u n nivel de vida más alto. Existe evidencia d e q u e las ciudades del valle del I n d o
y S u m e r m a n t u v i e r o n estrechos contactos comerciales e n t r e sí d u r a n t e el c u a r t o y ter-
cer m i l e n i o a. C , y q u e se i n t e r r u m p i e r o n d u r a n t e el p e r í o d o d e las invasiones arias.
Se h a n hallado sellos idénticos allí y e n E s h n u n n a , e n M e s o p o t a m i a , y t a m b i é n e n el
2
a n t i g u o E l a m (Irán), q u e datan de antes del 2300 a. C . C a m p b e l l llama la a t e n c i ó n s o -
bre la universalidad de las i m á g e n e s míticas q u e fueron e v o l u c i o n a n d o d e E u r o p a o c -
cidental hasta Asia, ya q u e - c o m o indica este a u t o r - e n c o n t r a m o s las mismas i m á g e -
nes simbólicas en el E g e o y en la India: la diosa c o m o vaca y l e o n a , el árbol d e la vida,
y el dios, c o n s o r t e d e la diosa, cuyo animal es el t o r o y c u y o d e s t i n o está ligado a las
fases crecientes y m e n g u a n t e s de la luna. La evidencia sugiere q u e existía u n a m i t o l o -
gía central cuya m a t r i z era el P r ó x i m o O r i e n t e a n t i g u o , y q u e fue transportada en a m -
bas direcciones a través de la tierra y el mar, p r o b a b l e m e n t e e n el c u r s o d e actividades
3
comerciales . Las dos i m á g e n e s asombrosas d e las figuras 3 y 4 —una p r o v e n i e n t e del l u -
gar d o n d e Anatolia oriental linda c o n Siria y, la otra, del valle del Indo— m u e s t r a n una
c o n t i n u i d a d n o sólo c o n las i m á g e n e s más antiguas d e la diosa del Paleolítico, sino t a m -
b i é n c o n las diosas pájaro y serpiente neolíticas d e la vieja E u r o p a .
E n el c u a r t o m i l e n i o a. O , a ú n se e x p e r i m e n t a b a a la naturaleza c o m o n u m i n o s a ,
4
esto es, c o m o u n m i s t e r i o arrollador t a n t o sagrado c o m o vivo . C a m p b e l l evoca esta
cualidad de la consciencia c u a n d o señala q u e «no es q u e lo d i v i n o esté e n todas partes,
5
es q u e lo d i v i n o lo es t o d o » . E r a n los rayos del sol, la subida y bajada d e las aguas de
los ríos, el brillo de las estrellas, la violencia d e las aguas torrenciales, la gran y e m a de
la palmera d e dátiles, los verdes brotes del maíz, el árbol frutal, las uvas d e la viña. E r a n
la atracción e n t r e el varón y la h e m b r a , el r u g i d o a t r o n a d o r de las t o r m e n t a s , la lluvia
d a d o r a de vida y el t e r r o r d e v o r a d o r de la bestia d e presa. Eran la salud y la e n f e r m e -
dad, la vida y la m u e r t e . La energía n u m i n o s a d e t o d o s estos p o d e r e s era «nombrada»
p o r los s u m e r i o s y egipcios a través de dioses y diosas q u e se manifestaban en esas d i -
ferentes formas de vida.
Paralelamente t u v o lugar u n a gran explosión d e c o n o c i m i e n t o a m e d i d a q u e se d e s -
c u b r i e r o n la escritura, las matemáticas y la a s t r o n o m í a . F u e c o m o si la m e n t e h u m a n a
h u b i e s e revelado d e r e p e n t e u n a nueva d i m e n s i ó n d e sí m i s m a . Estos d e s c u b r i m i e n t o s
se iniciaron e n t r e el sacerdocio, p e r o a m e d i d a q u e el r i t m o de la vida se aceleró para
integrarlos, afectó a t o d o s los m i e m b r o s d e la sociedad. E n estas culturas, la h u m a n i -
dad parecía estar al b o r d e d e u n a nueva era; sin e m b a r g o , d u r a n t e los siguientes 2.000
años, S u m e r fue sacudida hasta sus c i m i e n t o s p o r c i e r t o a c o n t e c i m i e n t o cataclísmico.
¿Qué ocurrió?
180
5. La d i o s a I s t a r sosteniendo
un j a r r ó n c o n las a g u a s d e
la v i d a ( c . 1 8 0 0 a. C.
Palacio de M a r i ,
Mesopotamia)
6. S e t i I r e c i b i e n d o el c o l l a r
s a g r a d o d e la d i o s a Hathor
( b a j o r r e l i e v e , XIX d i n a s t í a ,
c. 1300 a. C.)
181
La mutación cultural de mayor importancia y alcance de este tipo en la historia de la raza
humana fue la que transcurrió en Mesopotamia en t o m o a la mitad del cuarto milenio a. C ,
cuando se erigieron... una constelación de ciudades estado gobernadas por reyes, de acuerdo
con u n a noción de orden cósmico y ley derivada de una observación de los cielos sistemática
y prolongada a través de los tiempos. Templos altísimos, símbolos de una imagen nueva del
universo, hicieron su aparición en este tiempo; fueron los primeros ejemplos de arquitectura
monumental de la historia de la civilización. En el interior de los recintos de estos santuarios,
los miembros de un nuevo tipo de sacerdocio altamente especializado y observador de los cie-
los inventaron, en t o m o al 3200 a. C , la escritura, la notación matemática (la sexagesimal y la
decimal), así como los comienzos de u n a verdadera ciencia exacta de observación astronómi-
ca... Este concepto, que cambió la vida, de un orden político y social basado en el firmamen-
to, alcanzó a Egipto alrededor del 2 8 5 0 a. C , con la fundación de la I dinastía; a Creta, por u n
lado, y a la India, por el otro, aproximadamente hacia el 2500 a. C
Las i m á g e n e s d e las constelaciones, de los meses del a ñ o , de las horas y d e los se-
g u n d o s q u e a ú n m a r c a n el paso del t i e m p o e n el siglo XX son la h e r e n c i a de los des-
c u b r i m i e n t o s s u m e r i o s q u e se llevaron a c a b o h a c e casi 5.500 años.
La s e p a r a c i ó n d e la naturaleza
182
mientras q u e los dioses padre c o m i e n z a n a t e n e r p r o t a g o n i s m o . E r i c h N e u m a n n , e n su
libro The Origins and History of Consciousness, analiza este m o v i m i e n t o c o m o u n desa-
7
rrollo inevitable y licito de la historia d e la consciencia h u m a n a . Sin e m b a r g o , esta
progresión «natural» se aceleró i n d u d a b l e m e n t e , y se distorsionó c o n frecuencia d e b i -
do a lo súbito del i m p a c t o de los p u e b l o s venidos al P r ó x i m o O r i e n t e , q u e t e n í a n u n a
visión de la vida c o m p l e t a m e n t e distinta. Las i m á g e n e s d e la diosa c o m i e n z a n a p e r d e r
su capacidad d e inspiración; g r a d u a l m e n t e el p r i n c i p i o m a s c u l i n o a s u m e u n papel c a -
da vez más d i n á m i c o . Es c o m o si la energía liberada d u r a n t e este t i e m p o d e c a m b i o s
tumultuosos condujera al d e s c u b r i m i e n t o de n u m e r o s o s tipos d e habilidades nuevas,
que a su vez amplían la i m a g e n d e los «poderes» d e los q u e derivan. C a d a aspecto del
quehacer h u m a n o v i e n e a estar bajo el g o b i e r n o d e u n a diosa o d e u n dios particular;
se invoca su ayuda a m e d i d a q u e se a ñ a d e n actividades nuevas a las antiguas. Las diosas
y dioses «madre» y «padre» e n g e n d r a n «hijos» e «hijas», y u n e l a b o r a d o sistema d e p a -
rentesco divino y de m a t r i m o n i o s m i x t o s c o n e c t a los n u e v o s d e s c u b r i m i e n t o s del r e i -
no h u m a n o c o n las deidades originales d e la fuente d e la vida, y e n última instancia
con la diosa m a d r e . N o obstante, nuevos m i t o s d e c r e a c i ó n , d o n d e el dios padre j u e g a
un papel fundamental, e m p i e z a n a hacer s o m b r a a los a n t i g u o s .
S u m e r y E g i p t o a p o r t a n la p r i m e r a evidencia escrita del m i t o d e la separación e n -
tre el cielo y la tierra, q u e iba a sentar las bases d e las teologías e n la E d a d del H i e r r o .
Ya n o se da i m p o r t a n c i a a la creación q u e surge de u n a diosa m a d r e , sino a u n dios q u e
separa a sus padres y q u e inicia, p o r lo tanto, el «proceso» d e creación. El m i t o s u m e -
rjo de creación más a n t i g u o c u e n t a la historia d e N a m m u , diosa de las aguas p r i m o r -
diales, q u e trajo al m u n d o la m o n t a ñ a cósmica A n Ki, cielo y tierra. A n y Ki trajeron
al m u n d o u n hijo, Enlil (dios del aire o del aliento), q u e separó el cielo de la tierra y se
llevó a la tierra, su madre, para desposarla.
183
7. El d i o s e g i p c i o S h u (aire) s e p a r a n d o a N u t
(cielo) y a G e b (tierra), (pintura egipcia,
detalle del papiro de G r e e n f i e l d , c . 1 0 0 0 a. C.)
184
] 0 y, c o m o aire, m a n t i e n e al cielo alejado d e la tierra, c r e a n d o u n espacio e n t r e ellos.
Esto podría e n t e n d e r s e c o m o i m a g e n del n a c i m i e n t o d e la consciencia, q u e provoca la
existencia de la dualidad y libera el p r o c e s o de creación (figura 7).
En Menfis, el m i t o d e la creación se centra e n el dios P t a h , cuya esencia divina se
creía q u e p e n e t r a b a toda creación, e n la analogía d e la m e n t e y el c o r a z ó n d a n d o vida
al c u e r p o : él «pensó en su corazón» t o d o c u a n t o existe, y su l e n g u a dio la palabra al
pensamiento de su c o r a z ó n :
185
í
p o r e j e m p l o , frenar el d e s b o r d a m i e n t o d e u n río, c ó m o g o b e r n a r u n a c i u d a d d e m u -
c h o s miles d e personas, o el m o d o d e defenderla de u n b á r b a r o e n e m i g o . A q u í el an-
t i g u o instinto cazador se desvía del animal y se e n c a u z a hacia las nuevas exigencias de
supervivencia. La a c c i ó n h e r o i c a del i n d i v i d u o d o t a d o era necesaria e n todas las esfe-
ras de la vida, y el i n d i v i d u o h e r o i c o se c o n v i e r t e e n el «guía d e la h u m a n i d a d e n ge-
1 5
neral», c o m o afirma N e u m a n n , d e f i n i e n d o la tarea q u e finalmente habrá d e cumplir
t o d o i n d i v i d u o . La a p a r i c i ó n del m i t o del h é r o e traslada el foco d e a t e n c i ó n d e la gran
r u e d a de la naturaleza, expresada c o m o el m i t o d e la diosa, al « m u n d o c o m o c e n t r o del
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universo, el p u n t o sobre el cual se y e r g u e el h o m b r e » . Es posible observar q u e lo que
d e n o m i n a m o s m i t o del cazador en el Paleolítico se ha c o n v e r t i d o ahora e n el m i t o del
héroe.
Hacia finales de la Edad del Bronce y, de modo más intenso, en los albores de la Edad de
Hierro (c. 1250 a. C. en el Próximo Oriente), la antigua cosmología y las mitologías de la dio
sa madre fueron transformadas, reinterpretadas y, en gran medida, hasta suprimidas de forma ra
dical por aquellos guerreros patriarcales tribales, inesperados intrusos, cuyas tradiciones nos hai
llegado principalmente a través del Antiguo y N u e v o Testamento y de los mitos de Grecia. D o
matrices geográficas extensas fueron las tierras de origen de estas oleadas de guerreros insur
gentes: para los semitas, los desiertos siroárabes, donde, como nómadas errantes, pastoreaban re
baños de cabras y ovejas y más tarde dominaron al camello; y, para las estirpes helenoarias, la
extensas planicies de Europa y del sur de Rusia, donde apacentaban sus manadas de ganado '
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donde pronto domesticaron al caballo .
186
yor n ú m e r o , e n M e s o p o t a m i a , Anatolia y las tierras q u e se p r o l o n g a n hacia el este, h a s
ta el valle del I n d o . Al m i s m o t i e m p o , las tribus semitas se trasladan a M e s o p o t a m i a y
a C a n a á n desde los desiertos siroárabes. Los d e s c e n d i e n t e s d e los viejos cazadores p a l e
olíticos, e n sus tribales tierras originales d e las vastas y verdes estepas del n o r t e d e los
mares N e g r o y Caspio, se h a n c o n v e r t i d o ahora e n g u e r r e r o s . P o d e m o s trazar sus r u
tas de conquista a m e d i d a q u e aparecen c o m o hititas e n Anatolia y Siria; matamos, h u -
rritas y casitas en M e s o p o t a m i a ; aqueos, y después d o r i o s , e n Grecia; y arios e n el v a
18
lle del I n d o . D o n d e q u i e r a q u e penetrasen se establecían c o m o la casta d o m i n a n t e , y
su aparición q u e d a marcada p o r la estela de devastación q u e van d e j a n d o a su paso: s ó
lo en Anatolia se saquearon y q u e m a r o n unas 300 ciudades, Troya e n t r e ellas (c. 2300
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a. O ) , y el m i s m o sistema se repitió- desde Grecia hasta el valle del I n d o . Existe esca
so rastro del m i t o d e la diosa q u e m i t i g u e la barbarie de este c o m p o r t a m i e n t o , o q u e
reúna las partes c o n el t o d o . Más b i e n , el t o d o está v i o l e n t a m e n t e f r a g m e n t a d o y las
partes se c o l o c a n e n o p o s i c i ó n la una c o n la otra, u n a situación de conflicto q u e h a
p e r d u r a d o hasta el día de hoy. El eco de la m i t o l o g í a de la guerra, q u e e s c u c h a m o s e n
el Mahabharata, e n la Ilíada, y en el A n t i g u o T e s t a m e n t o , p r o v i e n e de esas m i g r a c i o n e s
de la E d a d del B r o n c e .
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(1800 a. C.) es famoso p o r su c ó d i g o d e leyes. O t r o g r u p o de a m o r r e o s c o n q u i s t ó la
c i u d a d de J e r i c ó cerca del 1450 a. O , dejándola e n ruinas; fueron l u e g o sucedidos p o r
los cananeos, q u e los siguieron a Palestina y Siria. Los h e b r e o s c o n q u i s t a r o n a su vez a
los cananeos, p e r o s u c u m b i e r o n ante los asirios (580 a. C ) , q u e h a b í a n tomado
Babilonia e n el 1100 a. O , e x t e n d i e n d o su i n m e n s o i m p e r i o sobre sus aterrorizados v e -
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cinos .
Pero, m u c h o antes d e ser c o n o c i d o s p o r sus n o m b r e s tribales, los semitas habían
e m i g r a d o a M e s o p o t a m i a llevando c o n ellos sus r e b a ñ o s d e cabras y ovejas y c o n v i -
v i e n d o quizá, en t i e m p o s anteriores, c o n sus h a b i t a n t e s d e m o d o más pacífico q u e sus
sucesores. Los dioses de los semitas h a b i t a b a n e n las n u b e s y sobre las c u m b r e s de las
m o n t a ñ a s y arrojaban t r u e n o s , c o m o los dioses d e los arios. M a s t a m b i é n poseían en
gran m e d i d a el carácter d e dioses tribales, p r o t e g i e n d o cada u n o a u n g r u p o tribal c o n -
creto y, más tarde, a u n a ciudad.
A m b o s p u e b l o s invasores i n t r o d u j e r o n la idea d e u n a o p o s i c i ó n e n t r e los p o d e r e s de
la luz y d e la oscuridad, i m p o n i e n d o esta p o l a r i d a d sobre la perspectiva más antigua en
la q u e el t o d o c o n t e n í a a las dos, luz y o s c u r i d a d , e n u n a relación siempre fluctuante.
E n sendas mitologías hay evidencia de u n a desacralización de la naturaleza y d e la v i -
da h u m a n a , q u e contrasta d e f o r m a llamativa c o n la a c t i t u d del granjero neolítico, que
vivía e n estrecha p r o x i m i d a d c o n la tierra y las leyes rítmicas d e la diosa e n t a n t o q u e
i n m a n e n t e s a toda f o r m a d e vida. La creencia e n la separación absoluta e n t r e la h u m a -
nidad y la deidad es contraria a la visión del a g r i c u l t o r n e o l í t i c o , y t a m p o c o es típica
de Sumer, p o r lo q u e p o d e m o s p r e g u n t a r n o s , ¿ q u é es lo q u e p r o v o c ó su existencia?
¿Fue la dureza de la existencia en el desierto y e n las estepas lo q u e i n d u j o a las tribus
n ó m a d a s el s e n t i m i e n t o de q u e la h u m a n i d a d estaba c o n d e n a d a a estar enfrentada a los
p o d e r e s d e la naturaleza y a ser siempre d e r r o t a d a p o r ellos? La perspectiva vital s e m i -
ta g a n ó supremacía e n M e s o p o t a m i a a m e d i d a q u e las tribus del desierto se establecie-
r o n e n el n o r t e d e S u m e r y alcanzaron el d o m i n i o político t a m b i é n sobre el sur.
Trajeron a la literatura de la E d a d del B r o n c e u n s e n t i d o p r o f u n d o d e la futilidad de la
vida, del carácter definitivo d e la m u e r t e , y u n a c o n v i c c i ó n f u n d a m e n t a l de la culpa-
bilidad h u m a n a .
C o m o c o n s e c u e n c i a d e las invasiones arias y semíticas, las actitudes ante la vida y la
m u e r t e se alteraron r a d i c a l m e n t e , e n t a n t o q u e se sentía q u e n o se p o d í a confiar e n la
vida, y la m u e r t e violenta se c o n v i r t i ó en la n o r m a antes q u e e n la e x c e p c i ó n . Así, u n a
relación c o n la naturaleza d e m u c h o s miles d e años d e a n t i g ü e d a d sufrió u n a c o n m o -
c i ó n , al dejar de sentirse la g e n t e segura e n sus aldeas y buscar refugio p r i m e r o e n p e -
queñas ciudades y l u e g o e n grandes ciudades cercadas c o n m u r o s i n m e n s o s . U n n u e -
vo g r u p o social, el de los g u e r r e r o s , h i z o su a p a r i c i ó n , y el a n t e r i o r g r u p o de granjeros,
25
tan e s t r e c h a m e n t e u n i d o , se c o n v i r t i ó e n p o c o más q u e e n siervos . D e h e c h o , el ca-
rácter general de la mitología cambia a m e d i d a q u e t a n t o diosas c o m o dioses se c o n t a -
gian de la ética guerrera, ratificando las acciones bárbaras de u n o s reyes cuyas a m b i -
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ciones territoriales los arrastran a ú n más a la c o m p u l s i ó n d e la c o n q u i s t a y a esclavizar
a otros p u e b l o s . Eliade escribe q u e ahora «la p e r s e c u c i ó n y m a t a n z a d e u n animal sal-
vaje se c o n v i e r t e en el m o d e l o m í t i c o para la c o n q u i s t a d e u n t e r r i t o r i o y de la f u n d a -
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ción de u n estado» .
Las m i g r a c i o n e s tribales c a m b i a r o n el carácter d e la E d a d del B r o n c e t e m p r a n a y
tuvieron u n efecto d u r a d e r o e n la evolución de la consciencia de las civilizaciones q u e
vinieron a c o n t i n u a c i ó n . Su legado pervive en actitudes d o m i n a n t e s y estructuras de
respuesta ante la vida q u e n o h a n sido cuestionadas, y q u e t i e n e n todavía h o y u n a i n -
fluencia c o n t r o l a d o r a de la psique. E n t a n t o q u e esto c o n s t i t u y ó u n c a m b i o p r o f u n d o
a peor, resulta esencial distinguir entre la visión y los valores d e las tribus arias y s e m i -
tas, y los de aquellos pueblos q u e habían sido agricultores asentados d u r a n t e miles d e
años, en apariencia de forma más o m e n o s pacífica. N a d a m e n o s q u e nuestra visión d e
la naturaleza h u m a n a está e n j u e g o . ¿ H e m o s de a t e n d e r a los valores d e estas tribus n ó -
madas c o m o específicos de su propia experiencia d e la vida, o c o m o representativos d e
toda la raza h u m a n a ? Si t o m a m o s la ética de conquista q u e trajeron c o n s i g o c o m o u n
rasgo p r o p i o d e una consciencia tribal específica, e n t o n c e s n o es n e c e s a r i o generalizar
esta visión de la vida, c o n c l u y e n d o q u e la naturaleza h u m a n a es i n n a t a m e n t e agresiva y
combativa.
C o m o herederos d e ambas experiencias, la del N e o l í t i c o y la d e la E d a d del B r o n c e
(se d e s c o n o c e , i n e v i t a b l e m e n t e , q u é p r o p o r c i ó n g u a r d a n e n t r e sí), t e n e m o s dos «almas
históricas» d e n t r o d e nosotros, una c o n la visión d e la vida q u e prevaleció antes de la
Edad del B r o n c e , y la otra, fraguada en el crisol d e aquella edad aterradora. Es posible
que hayamos aceptado, de f o r m a aerifica q u e sólo u n a d e esas visiones es intrínseca a
la naturaleza h u m a n a —el paradigma de «los vencedores»— antes q u e p r e g u n t a r n o s si fue
algo q u e nos fue i m p u e s t o h a c e t a n t o t i e m p o q u e ahora parece «natural».
El o r d e n del patriarcado
189
ba basado e n el p a r a d i g m a d e la c o n q u i s t a y d e la o p o s i c i ó n : u n a visión d e la vida y,
p a r t i c u l a r m e n t e , d e la naturaleza, c o m o u n «otro» a q u i e n conquistar. El m u n d o m a -
nifiesto era p e r c i b i d o c o m o i n t r í n s e c a m e n t e separado del m u n d o n o manifiesto, q u e
a h o r a se situaba fuera o más allá de la naturaleza, e n el r e i n o d e los dioses t r a s c e n d e n -
tes. E s c r i b e C a m p b e l l al respecto:
Ahora está perfectamente claro que antes de la violenta irrupción acaecida en la Edad del
Bronce tardía y la Edad del Hierro temprana, en los viejos lugares de culto del m u n d o antiguo,
por parte de los nómadas ganaderos por el norte y, por el sur, por los semitas pastores de ove-
jas y cabras, había prevalecido en ese m u n d o una visión de la naturaleza y de las necesidades de
la vida esencialmente orgánica, vegetal y no heroica que resultaba completamente repugnante
para aquellos bravos para quienes la lanza de combate y el pillaje, y no la paciente labor de la
tierra, eran fuentes de riqueza y gozo. En los anteriores mitos y ritos de la madre se rendía h o -
menaje conjuntamente y por igual a los aspectos más luminosos y más oscuros de la variada rea-
lidad que es la vida, mientras que en los mitos patriarcales posteriores, orientados al varón,
cuanto es bueno y noble se atribuía a los nuevos y heroicos dioses, ahora convertidos en amos,
dejándose a los poderes originales de la naturaleza únicamente el carácter de oscuridad, a lo que
se añadió ahora un juicio moral negativo. Pues, como demuestra una evidencia de magnitud
considerable, los órdenes social y mítico de las dos formas de vida opuestas eran antagónicos.
D o n d e se había venerado a la diosa como dadora y sustentadora de la vida, además de como
devoradora de muertos, se había concedido a las mujeres, en tanto que sus representantes, una
posición soberana en la sociedad y en el culto. A este tipo de orden de costumbre cultual y so-
cial bajo dominación femenina se le denomina, de m o d o amplio y general, el orden del dere-
cho de madre. Y en oposición al mismo, sin cuartel, se halla el orden del patriarcado, con un
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ardor de recta elocuencia y una furia de fuego y espada .
190
posas. Los varones h e r e d a b a n d e sus padres, m i e n t r a s q u e las hijas n o recibían nada y
hasta p o d í a n ser vendidas c o m o esclavas p o r padres y h e r m a n o s El n a c i m i e n t o de u n
hijo varón se recibía c o m o u n a b e n d i c i ó n , m i e n t r a s q u e u n a hija p o d í a ser a b a n d o n a
da a la m u e r t e . A pesar d e q u e el estado semítico d e B a b i l o n i a ratificase, e n el famoso
código de H a m m u r a b i (1800 a. C ) , las p r i m e r a s leyes s u m e r i a s e n relación c o n el l u
gar de la mujer, se p r o d u c e u n m a r c a d o d e t e r i o r o tras el tercer m i l e n i o a. C , q u e m a
nifiesta la afirmación d e la actitud semita sobre la actitud s u m e r i a . A ello le d i e r o n m a
yor í m p e t u las c o s t u m b r e s de los pueblos arios, q u e carecían de sacerdotisas y trataban
a las mujeres c o m o sirvientas o bienes m u e b l e s .
del sentido de la vida que cada hombre siente en su propio pecho... Argumentando en apa-
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rienda desde sus propias sensaciones, concibe la vida como una energía de tipo indestructible
que, al desaparecer de una forma, debe necesariamente reaparecer en otra, aunque en la nueva
forma no necesite ser inmediatamente perceptible para nosotros; en otras palabras, infiere que
la muerte no destruye el principio vital, ni siquiera la personalidad consciente, sino que mera-
mente transforma ambas en otras formas, que no son menos reales porque eludan habitualmente
3
la evidencia de nuestros sentidos ".
¿Me pedís que labre el suelo? ¿Voy a coger un cuchillo y a hundírselo en el seno a mi ma-
dre? En tal caso, cuando esté muerto, no me recogerá en su seno. ¿Me pedís que cave y arran-
que piedras? ¿Voy a mutilar sus carnes para llegar hasta sus huesos? En tal caso, yo no podría
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entrar en su cuerpo para nacer de nuevo .
192
pintaban c o n él los c u e r p o s esculpidos d e las diosas, c o m o la de Laussel. Esto sucedía
p o r q u e se percibía la sangre c o m o la propia fuerza d e la vida y t a m b i é n p o r q u e a p a r e -
cía c u a n t i o s a m e n t e en los misterios del p a r t o d e las mujeres. Los ritos d e las tribus p r i -
mitivas de cazadores t a m b i é n actuaban a partir d e la suposición de q u e n o existe tal c o -
sa c o m o la m u e r t e . C a m p b e l l explica lo siguiente:
193
tierra. E n el m i t o d e la g r a n m a d r e , la pérdida y el e n c u e n t r o d e su h i j o - a m a n t e o h i -
j a parecía n e c e s a r i o para proseguir la r e g e n e r a c i ó n . Si se identificaba a la g r a n m a d r e
c o n el ciclo d e la luna, q u e es p e r m a n e n t e e inalterable, y al hijo o a la hija c o n las fa-
ses individuales q u e c r e c e n y m e n g u a n , su d e s a p a r i c i ó n p o d r í a haberse i n t e r p r e t a d o
c o m o u n «sacrificio» d e r e t o r n o a la m a d r e q u e p e r m i t í a q u e el ciclo volviese a c o -
m e n z a r otra vez. Al representar la fase oscura literalmente, la práctica tribal sería matar
y descuartizar u n a v í c t i m a «sagrada» q u e personificaba la l u n a m o r i b u n d a , c o m o i m a -
g e n d e la vida m o r i b u n d a , s e p u l t a n d o las partes del c u e r p o e n la tierra, la m a d r e , para
asegurar q u e el p r i n c i p i o de la vida persistiese y q u e las cosechas volvieran a brotar. Es
significativo q u e e n el m i t o d e Osiris se d e s m e m b r a e n catorce trozos, el n ú m e r o de
días d e la luna m e n g u a n t e . D e m o d o similar, el m i t o del descenso a las entrañas d e la
ballena (Jonás) o al i n f i e r n o (Jesús) - h a b i t u a l m e n t e r e p r e s e n t a d o m e d i a n t e las fauces
abiertas d e u n g r a n m o n s t r u o - dura i n v a r i a b l e m e n t e tres días, el n ú m e r o d e días en
q u e desaparece la luna y está n e g r o el cielo.
Si i n t e n t a m o s e n t e n d e r q u é es lo q u e ha fallado e n el p e n s a m i e n t o q u e c o n d u c e al
sacrificio h u m a n o o animal, p o d r í a m o s localizarlo e n el c o n t e x t o d e la irrevocable d e -
s o r i e n t a c i ó n d e la h u m a n i d a d al darse c u e n t a del h e c h o d e la m o r t a l i d a d . Es ése el m o -
m e n t o e n q u e n a c e el espíritu. Hasta e n t o n c e s n o hay u n a u n i ó n d e espíritu y n a t u r a -
leza; sólo u n a simple u n i d a d i n c o n s c i e n t e d e sí m i s m a . D e esta f o r m a se alzan j u n t o s
la naturaleza y el espíritu, e n la esperanza d e q u e el espíritu redimirá a la naturaleza q u e
se p i e r d e e n el m i s m o acto d e ser percibida. El acto d e la h u m a n i d a d de t o m a r c o n s -
ciencia d e q u e es u n a criatura distinta del animal y d e las plantas r o m p e la totalidad del
o r d e n d i v i n o al dividir la consciencia e n la dualidad del q u e p e r c i b e y de lo percibido.
C o m o dice H e s í o d o : « C u a n d o los dioses y los h u m a n o s se separaron, se creó el sacri-
34
ficio» . Esta separación d e la naturaleza, la c o n d i c i ó n del n a c i m i e n t o d e la consciencia
h u m a n a , se e x p e r i m e n t a c o m o h e r i d a q u e nos insta c o n s t a n t e m e n t e a c o m p r e n d e r
nuestra relación c o n la naturaleza, y a curar la separación q u e hay e n n o s o t r o s m i s m o s
e n t r e nuestra naturaleza «humana» y nuestra naturaleza «animal».
U n a de las vías ilusorias d e tratar de sanar la h e r i d a es mirar hacia fuera e n busca de
la i m a g e n d e la totalidad q u e reúna las partes. M i e n t r a s sea i n c o n s c i e n t e esta herida,
t a n t o la totalidad original c o m o la p a r t e d e s m e m b r a d a se proyectan e n i m á g e n e s e x -
ternas q u e c o n t i e n e n los dos aspectos del ser total de la h u m a n i d a d . La gran m a d r e ser-
vía de i m a g e n d e la totalidad originaria de la h u m a n i d a d , y su hijo era la i m a g e n de la
p a r t e separada de la totalidad q u e fue a n t a ñ o t o d o . C u a n d o el ciclo de la l u n a se e x -
p e r i m e n t a d e m o d o m í t i c o , la parte, q u e es el hijo, m u e r e y se r e ú n e c o n la totalidad,
n a c i e n d o u n a nueva p a r t e de la u n i ó n . El m i t o p r o p o r c i o n a t r a n q u i l i d a d d e q u e la
m u e r t e n o es el final, sino u n a m e r a fase de u n ciclo m a y o r . Este m i t o , y todas las i m á -
genes d e la diosa, p u e d e verse c o m o la respuesta a la necesidad h u m a n a de p e r t e n e c e r
a la totalidad y al m i e d o de acabar aislado de ella i r r e v o c a b l e m e n t e . Los rituales de sa-
crificio, ya sean animales o h u m a n o s , servían e n t o n c e s al p r o p ó s i t o d e restablecer el
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s e n t i m i e n t o p e r d i d o de u n i d a d , p e r o n u n c a p u d i e r o n c o n s e g u i r curar p e r m a n e n t e -
m e n t e la herida; p u e s , c o m o indica la e x p e r i e n c i a d e la psicología profunda, e n t a n t o
se proyectasen las i m á g e n e s y representasen los ritos literalmente, n o se r e c o n o c e r í a la
herida y n i n g u n a c u r a c i ó n verdadera p o d í a t e n e r lugar.
E n los rituales de sacrificio, los seres h u m a n o s , c o m o bíos, al representar el sacrifi-
cio ellos m i s m o s c o n u n a víctima d e t e r m i n a d a , están e n peligro de identificarse i n -
c o n s c i e n t e m e n t e c o n la zoé, q u e es el m a y o r riesgo q u e conlleva c u a l q u i e r a p r o x i m a -
ción a lo n u m i n o s o . Los aterradores leones q u e c u s t o d i a n la entrada a la cámara i n t e r i o r
de la cueva paleolítica, c o l o c a d o s p o s t e r i o r m e n t e a la entrada d e los t e m p l o s , están allí
de m o d o expreso c o m o advertencia: n o traspases el u m b r a l c o n u n a m e n t e literal. E n
tanto q u e leones, esfinges, grifos, y otras fieras y bestias enigmáticas t i e n e n a ú n el p o -
der de aterrorizar, n o se ha h e c h o todavía la transición d e la r e p r e s e n t a c i ó n literal a la
c o m p r e n s i ó n simbólica. Si n o se presta a t e n c i ó n a esta advertencia, bíos se identifica
con zoé, y la p a r t e se olvida d e q u e sólo es u n a p a r t e y a s u m e c o m o p r o p i o el o r d e n a -
m i e n t o de la vida, tras decidir q u e su m i s t e r i o p u e d e resolverse e n sus p r o p i o s t é r m i -
nos. El ser h u m a n o es liberado e n apariencia de la c o m p l e j i d a d de la c o n d i c i ó n h u m a -
na al j u g a r el papel d e la deidad.
Mientras q u e este sacrificio se vivía i n d u d a b l e m e n t e e n u n estado d e éxtasis m í t i -
co, c o m o acto sagrado e n q u e el p u e b l o «ayudaba» a su diosa o a su dios, p u e d e r e c o -
nocerse, en c a m b i o , c o m o u n a forma de c o m p e n s a c i ó n del s e n t i m i e n t o d e i m p o t e n -
cia frente a fuerzas q u e n o se p o d í a n c o m p r e n d e r ni controlar. E n c o n s e c u e n c i a , el acto
del sacrificio e n el q u e u n ser h u m a n o m a t a a o t r o p u e d e ser c o m p r e n d i d o de f o r m a
óptima c o m o s í n t o m a de u n d e s o r d e n radical de la psique, en el q u e la p e r s o n a , o la
tribu, se arroga los p o d e r e s d e la deidad. E n el lenguaje d e la psicología, esto es u n a
defensa i n c o n s c i e n t e c o n t r a el m i e d o , expresada e n el d o b l e reflejo de la «negación» y
de la «inversión»: « N o t e n g o m i e d o y soy poderoso». C o n C a m p b e l l , d e n o m i n a r e m o s
35
a esto «inflación mítica» , y c o n s i d e r a r e m o s la práctica del sacrificio la expresión c o -
lectiva más antigua d e lo q u e se ha d a d o en llamar e n este siglo «psicosis». La psicosis
es la última defensa c o n t r a el t e r r o r i n c o n s c i e n t e .
E n el ritual d e sacrificio los seres h u m a n o s p r o y e c t a n y canalizan su m i e d o a la
m u e r t e en u n h o m b r e o animal específico, c o n lo q u e la m a t a n z a d e este particular ser
vivo es al m i s m o t i e m p o la de sus propios m i e d o s , p u e s la m u e r t e del o t r o sustituye a
la de estos últimos. Si, d e o t r o lado, el m i e d o se h a c e c o n s c i e n t e , se aclara q u e es d e
creación propia y q u e n o existe e n la naturaleza d e las cosas, p o r lo q u e es el m i e d o
m i s m o lo q u e ha de ser «sacrificado». D e p o d e r h a c e r tal cosa, q u e d a n r e u n i d o s c o n el
t o d o del q u e su p r o p i o m i e d o los había separado. O b v i a m e n t e , e n t a n t o q u e m e c a n i s -
m o de advertencia, el m i e d o es esencial para preservar la vida, p e r o c u a n d o su o b j e t o
n o es u n peligro específico, sino la idea d e la m u e r t e , se distorsiona la señal original,
q u e d a n d o confundidas u n a m u e r t e particular y la «muerte» m i s m a .
195
El sacrificio del rey dios: r i t u a l regicida
196
Lo q u e es más interesante, e n o p i n i ó n d e Frazer, es q u e el rey, h o m b r e , m u j e r o
animal s e l e c c i o n a d o para el sacrificio p o d r í a t a m b i é n ser visto c o m o u n c h i v o e x -
p i a t o r i o q u e c o n su m u e r t e alejaría todas las aflicciones d e la c o m u n i d a d : e n f e r m e -
dad, h a m b r u n a e influencias malévolas. Éstas e r a n p r i m e r o transferidas r i t u a l m e n t e a
la víctima sacrificial y l u e g o se d e s t e r r a b a n o e x o r c i z a b a n c o n su m u e r t e . Frazer s u -
giere q u e quizás h u b o a n t a ñ o dos rituales separados y q u e , e n a l g ú n m o m e n t o , se
combinaron:
Hemos visto, por un lado, que ha sido costumbre matar al dios humano o animal con el fin
de salvar a su vida divina del debilitamiento provocado por las mermas de la edad. Por otro la-
do, hemos visto que ha sido costumbre el organizar una expulsión general de males y pecados
una vez al año. Ahora, si se le ocurriese a las gentes combinar estos dos usos, el resultado sería
el empleo del dios que muere como chivo expiatorio. Originalmente él era asesinado, no para
quitar los pecados, sino para salvar la vida divina de la degeneración de la ancianidad; pero,
puesto que en cualquier caso se le tenía que dar muerte, es posible que la gente pensase que
podría aprovechar la oportunidad para cargarle con el peso de sus pecados y sufrimientos, para
39
que pudiera llevárselos consigo al mundo desconocido de ultratumba .
El carácter divino del animal o del hombre se ha olvidado y se le viene a ver meramente
como una víctima ordinaria... Cuando una nación se civiliza, si no cesa todo sacrificio huma-
no, al menos selecciona como víctimas sólo a los miserables a quienes se daría muerte en cual-
quier caso. Así, se puede confundir en ocasiones la matanza de un dios con la ejecución de un
4
criminal ".
E l s a c r i f i c i o e n la E d a d d e l Bronce
197
8. R e c o n s t r u c c i ó n d e l arpa
d e l r e y ( c . 2 5 0 0 a. C.
T u m b a s reales de Ur)
198
tisas y m u c h o s sirvientes de la c o r t e o del t e m p l o , i n c l u y e n d o aurigas, músicos y sol
dados. E n la más elaborada d e estas t u m b a s , el m o n a r c a , d e n o m b r e A - b a r - g i , t u v o s e
senta y c i n c o personas q u e m u r i e r o n c o n él o al p o c o t i e m p o d e su m u e r t e , y la r e i
na, de n o m b r e S h u b - a d , v e i n t i c i n c o :
Encontramos cinco cuerpos tendidos uno j u n t o al otro, en una zanja poco profunda y en
pendiente... Luego, bajo ellos... a otro grupo de cuerpos, los de diez mujeres, cuidadosamente
dispuestos en dos hileras; llevaban tocados de oro, lapislázuli y cornalina, así como elaborados
collares de cuentas. Al final de la hilera se hallaban los restos de un arpa magnífica... de cuya
parte delantera sobresalía una espléndida cabeza de toro labrada en oro con ojos y barba de la
pislázuli; sobre los restos del arpa yacían los huesos del arpista coronado de oro...
En un extremo, sobre los restos de un féretro de madera, yacía el cuerpo de la reina, con
una copa de oro cerca de la mano y la parte superior de su cuerpo completamente oculta por
una masa de cuentas de oro, plata, lapislázuli, cornalina, ágata y calcedonia, largas tiras de estas
piedras y metales que, al colgar de un collar, formaban una capa que le llegaba hasta la cintura,
41
rematada por una amplia banda de cuentas tubulares de lapislázuli, oro y cornalina...
La g u e r r a c o m o s a c r i f i c i o ritual
199
9 . La e s t e l a d e N a r a m Sin
( c . 2 3 0 0 a. C . S u s a ) . Naram
S i n , d e A c a d , p o r t a n d o la
c o r o n a de c u e r n o s de un dios
tras la v i c t o r i a s o b r e los
Lullubianos. U n cautivo en
el c e n t r o p a r e c e h a b e r sido
lanzado hacia abajo
La d e g e n e r a c i ó n d e la d i o s a madre
La i m a g e n de la u n i d a d , e n c a r n a d a en la diosa d e la vida y la m u e r t e , n o s o b r e v i -
vió a la amarga e x p e r i e n c i a d e la carnicería de la g u e r r a , y se p r o d u j o u n a t r a n s f o r m a -
c i ó n radical en la i m a g e n de la diosa. La g r a n m a d r e fue a s u m i e n d o g r a d u a l m e n t e dos
funciones separadas: la vida y la m u e r t e ya n o se c o n s i d e r a b a n dos aspectos c o m p l e -
m e n t a r i o s d e su totalidad divina, sino dos realidades opuestas, m u t u a m e n t e e x c l u y e n -
tes. La u n a traía esperanza y g o z o , la otra, t e r r o r y desesperación. Las aguas de debajo
d e la tierra, q u e a n t a ñ o estaban repletas del p o d e r g e n e r a t i v o de la diosa, se r e d u j e r o n
ahora a u n ú n i c o río d e m u e r t e , o a u n i n f r a m u n d o estéril d e p o l v o y o s c u r i d a d .
N e u m a n n , e n su libro The Great Mother, ha d e s c r i t o a la diosa m a d r e c o m o e n t i d a d d i -
vidida en dos funciones opuestas desde el p r i n c i p i o : «positiva» y «negativa»; la «buena»
42
m a d r e q u e da vida, y la m a d r e «terrible» q u e la q u i t a . P e r o esta diferenciación d e f u n -
ciones n o fue así en los p r i m e r o s milenios, d o n d e p a r e c i ó existir u n a e x p e r i e n c i a de
200
totalidad previa a estas distinciones. Es i m p o r t a n t e n o i n t r o d u c i r e n nuestra lectura de
las edades del Paleolítico y del N e o l í t i c o aquellas distinciones q u e a c e p t a m o s sin p e n -
sar, p o r haberlas h e r e d a d o d e la E d a d del B r o n c e . La diferencia radical e n t r e la « b u e -
na» m a d r e y la «terrible» p e r t e n e c e más b i e n al p a r a d i g m a oposicionista d e las tribus
arias y semíticas, q u e fue i m p u e s t o , y g r a d u a l m e n t e a c e p t a d o , sobre los p u e b l o s q u e
conquistaron. La evidencia del N e o l í t i c o de la q u e p o d e m o s h o y d i s p o n e r muestra q u e
esta o p o s i c i ó n n o existió siempre. G i m b u t a s insiste e n q u e «no había u n a i m a g e n ais-
lada de la m a d r e terrible; los aspectos d e vida y m u e r t e se hallaban entrelazados de m a -
nera intrincada... La (vieja) diosa m a d r e e u r o p e a , al igual q u e la sumeria N i n h u r s a g ,
43
daba la vida a los m u e r t o s » .
A partir de, a p r o x i m a d a m e n t e , el 2000 a. C , asirios y babilónicos representaron el
inframundo c o n t o d o lujo d e detalles espantosos. Los m u e r t o s consignados a sus r e -
giones se c o n v i r t i e r o n e n espíritus i m p o t e n t e s , c o n d e n a d o s a la existencia más m í n i m a
que la m e n t e h u m a n a p u e d a imaginar. E n el Poema de Gilgamesh, E n k i d u narra su s u e -
ñ o del i n f r a m u n d o :
Allí está la casa donde se sienta la gente en la oscuridad; polvo tienen por comida y barro
por carne. Vestidos como pájaros con alas para cubrirse no ven la luz, se sientan en la oscuri-
dad. Yo entré en la casa del polvo y vi a los reyes de la tierra, desechadas sus coronas para siem-
pre; gobernantes y príncipes, todos los que vistieron alguna vez coronas reales y rigieron el
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mundo en la antigüedad .
201
1
La d i o s a d e la guerra
Rendid reverencia a la reina de las mujeres, la mayor de todos los dioses; ataviada de gozo
y de amor, está llena de ardor, encanto y alegría voluptuosa; sus labios son dulces, en su boca
está la vida; la felicidad es mayor cuando ella está presente. Su aspecto glorioso, los velos ex-
50
tendidos sobre su cabeza, su silueta maravillosa, sus ojos brillantes .
51
Ella se c o n v i r t i ó en «señora d e las p e s a d u m b r e s y d e las batallas» . U n h i m n o b a b i -
l ó n i c o la invoca c o n las palabras de: «¡Oh, estrella d e la l a m e n t a c i ó n ! , a los h e r m a n o s
e n paz i n d u c e s a pelear entre sí, y sin e m b a r g o otorgas la amistad c o n s t a n t e . Poderosa,
52
señora de las batallas q u e d e r r i b a m o n t a ñ a s » . La diosa a h o r a lleva m i e d o al c o r a z ó n y
la d e s t r u c c i ó n a los q u e son llamados e n e m i g o s ; ella b e b e la sangre de las víctimas que
fueron antes sus hijos.
P r o c l a m a la I n a n n a sumeria:
202
E n E g i p t o t a m b i é n surgió u n a espantosa i m a g e n d e la diosa e n u n a historia d e la
matanza de la h u m a n i d a d . A la diosa egipcia S e k h m e t se la i m a g i n a b a c o m o u n a l e o -
na «cuya m e l e n a desprendía el h u m o del fuego, c u y o l o m o era del c o l o r d e la sangre,
55
cuyo semblante resplandecía c o m o el sol, cuyos ojos d e fuego brillaban» . U n d o c u -
m e n t o d e cerca del 2000 a. C . narra la historia d e c ó m o la diosa n o p u d o ser d e t e n i d a
en su masacre de la raza h u m a n a . Los dioses, para salvar a la h u m a n i d a d , o r d e n a r o n q u e
se preparasen siete mil jarras de cerveza, a las q u e se les a ñ a d i ó u n p o l v o rojo de m o -
do q u e pareciese sangre h u m a n a , y l u e g o este l í q u i d o se d e r r a m ó sobre los c a m p o s . Al
alba la diosa vio su reflejo e n él, se lo b e b i ó t o d o y regresó intoxicada a su palacio c o n
lo q u e se salvó la h u m a n i d a d .
Inflación mítica
203
C a m p b e l l define el estado de inflación mítica c o m o «la exaltación del e g o e n la pos-
56
tura d e u n dios» . Los i n d i v i d u o s a s u m e n los p o d e r e s y a t r i b u t o s q u e creen q u e per-
t e n e c e n a la divinidad, hasta el p u n t o d e creer q u e dicha d e i d a d está e n c a r n a d a en sus
propias personas, o q u e están llevando a c a b o el deseo d e la m i s m a . E n la E d a d del
B r o n c e s u c e d i ó c o n el rey Sargón, «el p o d e r o s o rey, m o n a r c a de Acad». La leyenda na-
rra q u e n a c i ó de u n a sacerdotisa del t e m p l o y d e p a d r e d e s c o n o c i d o , y q u e fue eleva-
d o al r a n g o d e rey e h i j o - a m a n t e p o r la diosa Inanna-Istar, c o n v i r t i é n d o s e así en el di-
r i g e n t e de los «pueblos d e cabeza negra»:
Sargón, rey de Acad, vicerregente de Inanna (Istar), rey de Kish, pashishu de Aun (dios de
los cielos), rey de la tierra, gran ishakku de Enlil (dios del aire): la ciudad de Uruk golpeó y sus
murallas destruyó. C o n el pueblo de Uruk batalló y los aplastó. C o n Lugalzagesi, rey de Uruk,
batalló y lo capturó y encadenado lo condujo a través de la puerta de Enlil. Sargón de Agadé
luchó contra el hombre de U r y le venció; su ciudad él aplastó y sus murallas ha destruido.
E-Ninmar golpeó y sus murallas destruyó, y su territorio entero, desde Lagash al mar, golpeó.
Y lavó sus armas en el mar. C o n el hombre de U m m a batalló y le aplastó y golpeó su ciudad
204
y destruyó su muralla. A Sargón, rey de la tierra, Enlil no dio adversario alguno; desde el alto
mar al bajo mar, Enlil le entregó todas las tierras'*.
La « g r a n inversión»
205
A comienzos del tercer milenio a. C , el miedo siempre presente a la hambruna ya no era
el principal recordatorio de la precariedad de la condición humana. La muerte súbita a espada
en las guerras o en ataques realizados por bandidos se equiparó al hambre como amenaza igual-
mente temible... Hasta donde llega nuestro juicio, el cuarto milenio y los tiempos que lo pre-
cedieron habían sido moderadamente pacíficos. N o se desconocían las guerras y los ataques, pe-
ro no fueron constantes ni dominaron la existencia. En el tercer milenio parecen haberse
convertido en algo habitual. Nadie estaba a salvo... reinas y grandes damas, al igual que sus hu-
mildes hermanas, se enfrentaban a la continua posibilidad de encontrarse viudas al día siguien-
60
te, arrancadas del hogar y de la familia y convertidas en esclavas en alguna casa bárbara .
206
conquistados c o m o la furia o el o d i o d e u n dios, y se asociaba a la fuerza del v i e n t o
huracanado.
D e E g i p t o , cerca del 2200 a. C, p r o v i e n e el siguiente l a m e n t o d e u n h o m b r e , e n
diálogo c o n su alma, q u i e n anhela la m u e r t e c o m o liberación del h o r r o r d e la vida:
207
1
208
5
Inanna-Istar:
diosa m e s o p o t á m i c a de las grandes
alturas y las g r a n d e s profundidades*
T r a d u c c i ó n de Andrés Piquer.
209
1
1. I n a n n a como
reina del cielo y
d e la t i e r r a (sello
cilindrico, período
A c a d i o , c. 2334-2154
a. C.)
210
naban c o n rosas y rosetones. U n h i m n o s u m e r i o se dirige a I n a n n a c o m o g r a n señora
del cielo:
211
2 . La d i o s a sumeria
y su h i j o (período
A c a d i o , c. 2 3 3 4 -
2 1 5 4 a. C.)
Sumer
La i m a g e n c o m p u e s t a de la diosa s u m e r i a I n a n n a y su e q u i v a l e n t e semítica e n
Babilonia, Istar (que p o s t e r i o r m e n t e se convertiría e n la g r a n diosa d e Asiría), e m e r -
ge d e los p o e m a s e h i m n o s q u e h a n sido t r a d u c i d o s c o n t a n t o esfuerzo a lo largo del
p r e s e n t e siglo, a partir d e los materiales extraídos d e excavaciones a r q u e o l ó g i c a s d u -
r a n t e el siglo pasado. H a c e c i e n t o c i n c u e n t a años n a d i e había o í d o hablar de S u m e r
y a u n h o y en día p o c o s c o n o c e n el e s p l e n d o r d e la c u l t u r a s u m e r i a , q u e floreció en
el c u a r t o y tercer m i l e n i o a. C . E n la actualidad existen u n a s 30.000 líneas d e e s c r i t u -
ra s u m e r i a , la m a y o r p a r t e e n f o r m a p o é t i c a , q u e h a n sido traducidas d u r a n t e los ú l -
t i m o s cuarenta años. H a y e n t r e ellas a l r e d e d o r d e 29 relatos épicos y a p r o x i m a d a m e n t e
8
200 h i m n o s , así c o m o c o l e c c i o n e s de p r o v e r b i o s . Y a u n así n o son más q u e u n frag-
m e n t o de t o d o lo q u e q u e d a p o r d e s c u b r i r e n las tablillas q u e , todavía sin traducir,
212
Mapa 5. P r i n c i p a l e s ciudades
de M e s o p o t a m i a y Egipto
( c . 2 5 0 0 - 1 0 0 0 a. C.)
p e r m a n e c e n enterradas e n los sótanos d e los m u s e o s y bajo las arenas del desierto ira-
q u í . La p a r t e q u e c o n o c e m o s a p u n t a d e f o r m a t e n t a d o r a a m i t o s q u e a ú n n o s son des-
c o n o c i d o s . Sin e m b a r g o , n u e s t r o c o n o c i m i e n t o d e I n a n n a p r o c e d e d e esa p e q u e ñ a par-
te. El «descenso d e I n a n n a al inframundo» - q u e relata quizá el más interesante d e todos
los m i t o s s u m e r i o s - a n t e c e d e e n 1.000 años a u n p o e m a similar q u e describe el des-
censo de Istar. La existencia del m i t o a n t e r i o r sólo p u d o ser revelada c u a n d o se descu-
b r i e r o n u n a serie de tablillas e n N i p p u r , u n a d e las ciudades sumerias septentrionales
q u e p o s t e r i o r m e n t e p e r t e n e c i e r o n al i m p e r i o b a b i l ó n i c o y más tarde al i m p e r i o asirio.
¿Por q u é es S u m e r tan i m p o r t a n t e ? El a n t i g u o y el n u e v o T e s t a m e n t o están cuaja-
dos d e i m á g e n e s q u e p r o c e d í a n o r i g i n a l m e n t e d e S u m e r y q u e llegaron a la cultura j u -
día p o r m e d i a c i ó n d e las culturas babilónica, asiría y cananea. Sólo E g i p t o p u e d e c o m -
p e t i r c o n el influjo persistente d e S u m e r . M u c h o más tarde - y m u c h o más al o e s t e - la
m i t o l o g í a d e griegos y r o m a n o s es testigo del l e g a d o d e las i m á g e n e s sumerias. Hacia
el este, la rica mitología del h i n d u i s m o y del b u d i s m o m a h a y a n a c o m p a r t e ciertos ras-
gos c o m u n e s c o n la m i t o l o g í a sumeria. A u n q u e los detalles n o son a ú n del t o d o cla-
9
ros , el d e s c u b r i m i e n t o de S u m e r constituye u n a revelación. N a d i e ha transmitido la
e m o c i ó n q u e los a r q u e ó l o g o s e x p e r i m e n t a r o n al e x p l o r a r las ciudades enterradas de
M e s o p o t a m i a d e f o r m a más gráfica q u e S m i t h , q u e d e s c u b r i ó e n N i p p u r las tablillas
de q u e c o n t i e n e n el relato del D i l u v i o ; q u e Layard, q u e excavó N í n i v e ; y q u e Woolley,
q u e sacó a la luz el tesoro de los e n t e r r a m i e n t o s d e U r .
Los orígenes de los s u m e r i o s y de su l e n g u a , q u e n o es ni semítica ni i n d o e u r o p e a ,
son todavía u n misterio. Sin e m b a r g o , la fusión d e su energía e i n t e l e c t o c o n la m i t o -
logía y las habilidades técnicas de los p u e b l o s indígenas ya asentados e n el sur de
M e s o p o t a m i a p r o d u j o u n a reacción cuyos efectos aceleraron el c r e c i m i e n t o d e todos
los aspectos de la vida cultural de P r ó x i m o O r i e n t e . El sistema d e escritura q u e inven-
taron y su c o s m o l o g í a fueron tan r e v o l u c i o n a r i o s q u e allí d o n d e alcanzaba su influjo se
p r e c i p i t a b a n el desarrollo d e la literatura, el d e r e c h o , las m a t e m á t i c a s , la astronomía y
el registro r i g u r o s o d e archivos y de relatos. El área e n t o r n o a Basora, e n la frontera
e n t r e Irán e Irak, fue a n t a ñ o testigo del n a c i m i e n t o d e esta civilización prodigiosa c u -
ya influencia se e x t e n d i ó hasta Anatolia, E g i p t o y el valle del I n d o . W o o l l e y resalta la
1 0
intensidad del influjo s u m e r i o sobre E g i p t o a c o m i e n z o s del c u a r t o m i l e n i o a. O La
cultura s u m e r i a , ya floreciente e n esa época, e v o l u c i o n ó p r i n c i p a l m e n t e e n el sur de
M e s o p o t a m i a , e n las ciudades de U r , U r u k , Lagash, Larsa y E r i d u —esta última la más
reverenciada, p u e s t o q u e se trataba d e la más antigua d e las c i n c o y se creía q u e era a n -
t e r i o r al D i l u v i o . Bajo el zigurat d e la III dinastía d e E r i d u se e n c o n t r a r o n los restos de
diecisiete t e m p l o s y las p r u e b a s d e r a d i o c a r b o n o h a n situado entre el 5000 y el 4900 a.
C . el t e m p l o más a n t i g u o d e U r u k , q u e se c o n v i r t i ó e n la ciudad de I n a n n a " .
M á s hacia el n o r t e de S u m e r se e n c o n t r a b a n las ciudades d e N i p p u r , Acad,
Babilonia, Sippar y Kish, habitadas p r i n c i p a l m e n t e p o r los p u e b l o s semíticos, q u e ya
estaban asentados en la zona. E n u n p r i n c i p i o a c e p t a r o n la supremacía d e sus vecinos
214
meridionales, p e r o l u e g o iniciaron u n a larga l u c h a p o r el p o d e r c o n t r a las ciudades d o -
minadas p o r los s u m e r i o s . F i n a l m e n t e , c. 1750 a. C , las ciudades del n o r t e se h i c i e r o n
con el control bajo el liderazgo de H a m m u r a b i y el sur s u m e r i o fue eclipsado. La t r a n -
sición de una coexistencia pacífica a la rivalidad y a la g u e r r a es u n a crónica d e terror,
devastación y, finalmente, del a g o t a m i e n t o de gentes y d e recursos; circunscrita p r i -
mero a las fronteras d e S u m e r , dicha g u e r r a t e r m i n ó p o r rebasarlas, hasta el m o m e n t o
en que Asiría se c o l o c ó e n posición p r e d o m i n a n t e (c. 1100 a. C.) y cayó sobre sus v e -
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cinos «como l o b o sobre el r e b a ñ o » .
Los babilónicos, c o m o acabaron p o r ser llamados los seguidores de H a m m u r a b i ,
conservaron la lengua, la mitología, la literatura y el sistema de enseñanza d e los s u -
merios, t r a d u c i é n d o l o s a su propia l e n g u a , el acadio. Los t r a n s m i t i e r o n p o r todo
P r ó x i m o O r i e n t e , d i f u n d i e n d o así d u r a n t e los dos m i l e n i o s siguientes la cultura s u m e -
ria p o r Anatolia, Asiría y C a n a á n . P o r lo t a n t o , m u c h o s d e los m i t o s , h i m n o s y relatos
que a p a r e n t e m e n t e p e r t e n e c e n a la cultura asiría o c a n a n e a p u e d e n ser d e h e c h o 3.000
años más antiguos; c o n t o d o , c o n s t i t u y e n tan sólo u n a p e q u e ñ a p o r c i ó n de lo m u c h o
que aún q u e d a p o r descifrar y descubrir.
Así fue c o m o Istar, la gran diosa de Babilonia, h e r e d ó la iconografía y los dramas
rituales de su antecesora y coetánea sumeria, I n a n n a ; se d e s c u b r i ó q u e la historia del
Diluvio, q u e hasta hace p o c o se creía exclusiva del a n t i g u o T e s t a m e n t o , era asiría; l u e -
go se c o n c l u y ó q u e era babilónica y finalmente q u e era s u m e r i a . Los a r q u e ó l o g o s , p e r -
plejos, leyeron c ó m o Asurbanipal, - e l ú l t i m o rey d e Asiría, q u e g o b e r n ó en el siglo VII
a. C - , o r d e n ó grabar estas palabras e n las tablillas de arcilla halladas e n las ruinas d e
Nínive, capital d e su i m p e r i o : «Yo c o m p r e n d o las palabras enigmáticas d e las i n s c r i p -
ciones de piedra de los t i e m p o s anteriores al Diluvio». F u e así c o m o el tesoro d e la c u l -
tura sumeria fue d e v u e l t o a u n m u n d o q u e o y ó hablar p o r p r i m e r a vez d e su diosa
Inanna, q u e e s c u c h ó la saga d e s c o n o c i d a d e su h é r o e G i l g a m e s h , u n relato q u e p u d o
haber sido c a n t a d o e n las cortes griegas en t i e m p o s d e H o m e r o , 2.000 años después de
la época e n q u e Gilgamesh vivió.
La mitología de las diosas y dioses s u m e r i o s p a r e c e reflejar la difícil fusión de al m e -
nos cuatro culturas distintas. R e ú n e la iconografía d e u n p u e b l o q u e adoraba a la gran
madre, e s t r e c h a m e n t e relacionado c o n la tierra y el agua, c o n o t r o tipo de i c o n o g r a -
fía, c o m p u e s t a d e i m á g e n e s de dioses del cielo y d e la m o n t a ñ a q u e g o b i e r n a n el c i e -
lo, el aire y la t o r m e n t a . P u e d e n e n c o n t r a r s e muestras d e la iconografía de la diosa m a -
dre hasta e n la cultura de El O b e i d , p e r t e n e c i e n t e a u n p u e b l o d e s c o n o c i d o q u e se
asentó en la z o n a ya en el sexto m i l e n i o a. C . y c o n s t i t u i d o p o r alfareros y artesanos d e
e n o r m e talento.
Aparte de t o d o aquello, estaba la cultura d e los s u m e r i o s p r o p i a m e n t e dichos, q u e
se llamaban a sí m i s m o s el p u e b l o «negro» o «de cabeza oscura». S e g ú n se cree, llega-
ron en algún m o m e n t o de la segunda m i t a d del c u a r t o m i l e n i o a. O , p r o c e d e n t e s d e
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una región q u e aún n o ha sido identificada c o n p r e c i s i ó n . E n tercer lugar, estaban los
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p u e b l o s semíticos d e l e n g u a acadia, q u e se situaron p r i n c i p a l m e n t e e n la z o n a septen-
trional d e S u m e r , a d e m á s d e otras tribus semíticas q u e se infiltraron d e m a n e r a conti-
n u a d a e n M e s o p o t a m i a desde los desiertos árabe y sirio al sur y al oeste. P o r ú l t i m o
S u m e r fue invadida p o r tribus i n d o e u r o p e a s (arias), q u e d e s c e n d i e r o n del n o r t e e in-
t r o d u j e r o n el carro d e g u e r r a tirado p o r caballos y el devastador p o d e r del g u e r r e r o ;
caballo. Infligieron e n S u m e r e n el tercer m i l e n i o a. C , o antes incluso, la m i s m a des-
t r u c c i ó n q u e o c a s i o n a r o n en la vieja E u r o p a y e n culturas tan lejanas al oeste c o m e
Anatolia y Grecia y tan r e m o t a s al este c o m o el valle del I n d o .
Todas estas distintas tribus trajeron c o n s i g o sus propias divinidades. P o d e m o s escu-
char los distintos ecos de la iconografía del dios y la diosa en el p a n t e ó n s u m e r i o , que
refleja t a n t o la tensión q u e los enfrentaba c o m o el m a t r i m o n i o los unía. La llegada de
tribus q u e a d o r a b a n a dioses celestes explica e n g r a n m e d i d a la p o d e r o s a t r i n i d a d su-
m e r i a de dioses - A n , Enlil y E n k i - y el progresivo avance d e Enlil, dios del cielo, has-
ta alcanzar la supremacía. Su ciudad era N i p p u r y su p o d e r , q u e era el p o d e r de la pa-
labra creadora, está presente tras la i m a g e n del dios p a d r e bíblico, Yahvé. Estos dioseí
se s u p e r p o n í a n a u n a tradición i g u a l m e n t e fuerte c e n t r a d a en la diosa, q u e derivaba de
los p u e b l o s neolíticos sedentarios d e El O b e i d . La c o m p a r a c i ó n e n t r e S u m e r e Indi;
n o es algo descabellado: e n India los invasores arios r e p r i m i e r o n , p e r o n o consiguieror
extinguir, la cultura de la diosa y el g e n i o d e sus artistas y d e sus poetas visionarios; tra:
la devastación inicial se alzó u n a nueva civilización q u e i n t e g r ó e l e m e n t o s d e amba:
culturas en u n a c o s m o l o g í a y u n a filosofía q u e se asentaban sobre i m á g e n e s d e unidac
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propias de la cultura a n t e r i o r ' .
La p o s i c i ó n privilegiada de las mujeres e n S u m e r d u r a n t e el c u a r t o m i l e n i o a. C . ]
a c o m i e n z o s del tercero sugiere q u e el influjo s e m í t i c o y / o i n d o e u r o p e o sólo comen-
zó a ganar t e r r e n o d u r a n t e la segunda m i t a d del tercer m i l e n i o a. C . El D r . S a m u e
N o a h K r a m e r , g r a n estudioso de la cultura s u m e r i a , señala q u e a l r e d e d o r del 2400 a
C . «hay indicios q u e d e m u e s t r a n q u e la m u j e r s u m e r i a era igual al h o m b r e , t a n t o so-
15
cial c o m o e c o n ó m i c a m e n t e , al m e n o s e n t r e las clases superiores» . P e r o posterior-
m e n t e , c u a n d o el influjo semítico acadio del n o r t e se v u e l v e p r e d o m i n a n t e , la posiciói
d e las diosas e n relación c o n los dioses y la de las mujeres e n relación c o n los h o m b r e
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se d e g r a d a ' . E n S u m e r , m u y p r o b a b l e m e n t e , las tradiciones centradas e n divinidade
masculinas q u e los distintos recién llegados trajeron c o n s i g o c u b r i e r o n y reinterpreta-
r o n c o n t i n u a m e n t e u n a tradición a n t e r i o r c e n t r a d a e n el c u l t o a la diosa. Esto explica-
ría p o r q u é parece h a b e r dos «capas» d e mitología: u n a más antigua, d o n d e la diosa e
lo principal; otra más reciente, d o n d e c o m i e n z a a d o m i n a r el dios.
K r a m e r c o m e n t a q u e Ki, la m a d r e tierra, «no p u d o seguir s i e n d o a d o r a d a come
m a d r e de Enlil, el dios q u e t e r m i n ó p o r convertirse en la divinidad p r i n c i p a l del pan-
t e ó n s u m e r i o . E n vez de ello fue c o n c e b i d a p o r los t e ó l o g o s (c. 2400 a. C.) c o m o 1;
« h e r m a n a mayor» de Enlil». Parece q u e el papel d e m a d r e tierra de Ki le fue arrebata
7
d o p o r Enlil' . M u c h o ha d e investigarse todavía antes d e q u e p u e d a aclararse c ó m o )
216
3 . D i o s a s u m e r i a e n su trono
c o n c o r o n a astada, árboles
s a g r a d o s y a v e s ( c . 1 8 0 0 a. C .
Ur)
217
d e p a r t i c i p a r e n el d e c u r s o cíclico d e la t i e r r a a e n t r e g a r s e a u n a o b s e r v a c i ó n a ú n más
precisa del d e c u r s o cíclico d e las estrellas e n el cielo. F u e esto lo q u e d i o a la cultu-
ra s u m e r i a e n el c u a r t o m i l e n i o a. C . su c a r á c t e r específico y llevó al cultivo de su
g e n i o m a t e m á t i c o . Los s u m e r i o s n o i n v e n t a r o n la i d e a d e la t r a s c e n d e n c i a d e los dio-
ses o d e u n o r d e n celeste i n m u t a b l e q u e regía el t e r r e s t r e , p u e s t o q u e la r e l a c i ó n de
la t i e r r a c o n el sol y la l u n a ha sido d e s d e s i e m p r e la base d e esta idea, p e r o la dota-
r o n d e u n m a r c o m i t o l ó g i c o q u e influyó e n t o d a s las c u l t u r a s p o s t e r i o r e s . A este
m a r c o a ñ a d i e r o n u n a e s t r u c t u r a m a t e m á t i c a d e a s o m b r o s o a l c a n c e y p r e c i s i ó n . Los
ciclos del t i e m p o celeste se alinearon m i n u c i o s a m e n t e c o n el paso del t i e m p o en la
tierra, i n c l u s o c o n el r i t m o del p u l s o del c u e r p o h u m a n o , d e m o d o q u e la h u m a n i -
d a d , al «sintonizar» los ciclos de su p r o p i a v i d a y d e la vida d e la t i e r r a c o n los ciclos
i n m e n s a m e n t e m a y o r e s del t i e m p o c ó s m i c o , p u d o n o sólo d e s c u b r i r su lugar y su pa-
p e l e n el u n i v e r s o , sino t a m b i é n c o o p e r a r c o n las «fuerzas» invisibles d e la naturale-
za q u e o r d e n a b a n su r e l a c i ó n oculta.
C a m p b e l l c o m e n t a este desarrollo r e v o l u c i o n a r i o :
U n salto enorme y decisivo que superó los límites de todas las historias y particulandades
locales tuvo lugar en Mesopotamia en el cuarto milenio a. C , durante el período de construc-
ción de los zigurats, esas torres templo escalonadas, símbolo del axis mundi, que en la Biblia son
caricaturizadas en la Torre de Babel. El salto tuvo lugar desde la geografía hasta el cosmos, más
allá de la luna [...] Los sacerdotes que en esa época observaban el firmamento nocturno fueron
los primeros del m u n d o en descubrir que existe una regularidad matemática en la trayectoria
celeste de las siete esferas visibles —el Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno-,
j u n t o con la del Zodiaco. Y con esto vio la luz la idea de un orden cósmico, discernible mate-
máticamente; la traducción desde esa revelación divina en orden propio de la vida humana civi-
lizada sería la labor de una clase sacerdotal gobernante [...] T o m ó forma una vasta concepción
del universo como ser viviente, como gran madre dentro de cuyo vientre existían todos los
2
mundos, tanto el de la vida como el de la muerte ".
218
neja exultación p o r la r i q u e z a y el g o z o del m u n d o material; c o n t o d o , ya alberga e n -
tre sus versos la inversión de la iconografía neolítica d e la cultura d e la diosa:
El t e m p l o sumerio
219
de sacerdotes o sacerdotisas) ascendían a la cúspide y la diosa o el dios descendía hasta
ella; los escalones o la r a m p a en espiral se c o n v e r t í a n e n u n a n u e v a i m a g e n del s e n d e -
ro entre la tierra y el cielo. El t e m p l o e v o l u c i o n ó a partir del establo de vacas y el apris-
c o d e ovejas, i m á g e n e s del c u e r p o d e la diosa: e r a n el s a n t u a r i o d e su r e b a ñ o sagrado,
d o n d e tenían lugar los g r a n d e s misterios de la fertilidad. Se desarrolló l e n t a m e n t e has-
ta convertirse e n la t o r r e espiral del zigurat q u e , c o m o m o n t a ñ a sagrada, seguía siendo
símbolo del c u e r p o d e la diosa. C o m o e n la m i t o l o g í a h i n d ú , el t e m p l o simbolizaba la
22
m o n t a ñ a cósmica p r i m o r d i a l q u e existía antes d e la c r e a c i ó n del cielo y d e la tierra .
E n N i p p u r , c o m o observa Levy,
el templo era llamado la casa de la montaña, pero también el vínculo entre cielo y tierra (Dur
an ki) [...] Este vínculo, como el pilar del árbol, unía cielo y tierra; el zigurat era concebido por
lo tanto como una especie de escala de Jacob cuyas sendas eran externas, una escalera que lue-
go ascendía piso tras piso en espiral; de manera que la forma de aproximarse al estado divino
23
propia del megalítico era elevada hacia el cielo .
La d i o s a Inanna
220
5. C a b e z a d e a l a b a s t r o ( c . 3 1 0 0
a. C . U r u k ) . El r e c i n t o del
t e m p l o d e I n a n n a era llamado
Eanna, o «casa d e l c i e l o » y f u e
allí d o n d e se e n c o n t r ó esta
V
magnífica y realista c a b e z a de
alabastro, q u e p u e d e ser u n a
i m a g e n d e la d i o s a o d e u n a
reina q u e f u e s e su s u m a
sacerdotisa
221
6. D i o s a c o n c a b e z a de
s e r p i e n t e y su h i j o e n brazos
( c . 4 0 0 0 - 3 0 0 0 a. C . Ur)
7. B u d a s e n t a d o s o b r e los
a n i l l o s d e la g r a n diosa
serpiente Mucalinda y
p r o t e g i d o p o r el capuchón
de sus c a b e z a s (período
S r i v i j a y a , c . s i g l o XIII d. C.
Tailandia)
222
dos q u e el abismo» (24, 29), n o podía saber q u e esta i m a g e n procedía o r i g i n a l m e n t e d e
N a m m u , la diosa m a d r e p r i m o r d i a l del abismo acuático, c u y o i d e o g r a m a era el mar.
Sin e m b a r g o , el e c o d e la diosa sumeria reverbera a través d e los versículos bíblicos q u e
describen la naturaleza y los atributos d e la sabiduría. Parece q u e a la Biblia le faltase
u n estrato e n t e r o d e m i t o l o g í a q u e , de recuperarse, indicaría la p r o c e d e n c i a original de
sus libros sapienciales. La iconografía del a r q u e t i p o f e m e n i n o está ahí, p e r o n o hay u n a
auténtica i m a g e n de la propia diosa. Sólo q u e d a n fragmentos d e lo q u e a n t a ñ o fue u n a
cosmología definitiva derivada de la diosa m a d r e y d e la u n i ó n cósmica e n t r e dios y
diosa. H e m o s de mirar hacia la mitología india, el g n o s t i c i s m o y la cabala para dar c o n
la i m a g e n d e la diosa desaparecida, y c o n la n o c i ó n de la u n i d a d p r i m o r d i a l e n t r e d i o -
sa y dios q u e a n t a ñ o existió e n la E d a d del B r o n c e e n S u m e r y e n E g i p t o , p e r o q u e n o
es intrínseca a la mitología d e la cultura j u d e o c r i s t i a n a .
K r a m e r escribe acerca de N a m m u q u e sus «amplios p o d e r e s c o m o diosa del m a r
fueron cedidos a la divinidad masculina E n k i , q u e fue e n t o n c e s designado hijo d e
28
N a m m u p o r los teólogos» . L o más probable es q u e E n k i (Ea, en acadio) fuera t i e m -
p o atrás su c o n s o r t e , c o m o t a m b i é n p u d o h a b e r sido hijo y c o n s o r t e de Ki, la diosa d e
la tierra, p u e s t o q u e su n o m b r e significa «señor tierra». Era la personificación de la sa-
biduría, y al parecer h e r e d ó esta a t r i b u c i ó n p o r ser hijo de N a m m u . P o s t e r i o r m e n t e
223
9. C u e n c o de esteatita labrado q u e muestra
a la d i o s a d e las s e r p i e n t e s y a la d i o s a d e la
regeneración ( c . 2 7 0 0 - 2 5 0 0 a. C . K a f a j e , Irak)
224
10. F r i s o del t e m p l o de El O b e i d , q u e muestra
l o s s a c e r d o t e s y e l g a n a d o s a g r a d o d e la d i o s a
I n a n n a j u n t o a la p u e r t a d e s u t e m p l o (c. 3000
a. C.)
225
11. D i n t e l del t e m p l o de El O b e i d , que
muestra un ave c o n cabeza de l e ó n y unos
c i e r v o s ( c . 3 0 0 0 a. C.)
226
12. D i o s a m a d r e c o n su h i j o (sellos cilindricos,
c. 2 3 0 0 - 2 0 0 0 a. C.)
A m e n u d o se habla de I n a n n a c o m o de u n a diosa j o v e n , p e r o t a m b i é n a s u m e o
c o m p a r t e m u c h o s aspectos del papel de K i - N i n h u r s a g c o m o gran m a d r e ; es la e n c a r
nación viviente d e u n m i t o e n mayor m e d i d a q u e lo fue la diosa a n t e r i o r y su m i t o l o
gía incluye el cielo además d e la tierra. Su título «reina d e cielo y tierra» revela los ras
gos de la g r a n m a d r e neolítica, c u y o ser era vida y m u e r t e , y e n este papel se refleja e n
las grandes diosas d e la E d a d del B r o n c e , Isis y Cibeles, c o n las q u e c o m p a r t e su c a
rácter lunar. P o r q u e I n a n n a es, p o r e n c i m a de t o d o , u n a diosa l u n a r q u e da la vida c o
m o luna creciente para l u e g o arrebatarla c o m o luna m e n g u a n t e . A u n q u e se e n c a r n a
227
t a m b i é n e n las estrellas m a t u t i n a y vespertina y e n Sirio, t o d o s los m i t o s q u e giran al
r e d e d o r de ella se entrelazan c o n este m o t i v o lunar. Las d i m e n s i o n e s l u m i n o s a y o s c u
ra d e su p o d e r , el t o c a d o c o n c u e r n o s y el b a s t ó n d e serpientes, su h i j o - a m a n t e m u e r
t o y resucitado, q u e d e s c i e n d e a n u a l m e n t e al i n f r a m u n d o y v u e l v e a a s c e n d e r de él
sugieren, t o d o s ellos, u n a m i t o l o g í a lunar.
C o m o p o s e e d o r a d e los me, las tablas de la ley sumerias, e n c a r n a el p r i n c i p i o d e la
justicia, derivado de la idea del dualismo d e la fuerza l u n a r q u e p u e d e equilibrar la a c
c i ó n de dar la vida c o n la d e quitarla. E n c a r n a el aspecto cíclico del t i e m p o , t a n t o en
calidad de diosa de la vida y d e la m u e r t e c o m o e n su faceta d e diosa de la fertilidad.
Su mitología gira a l r e d e d o r d e la c o n e x i ó n trazada e n t r e las fases l u m i n o s a s y oscuras
d e la luna y la alternancia rítmica d e la fertilidad y esterilidad d e la tierra. Es alternati
v a m e n t e v i r g e n creadora y m a d r e o esposa d o l i e n t e , a l t e r n a t i v a m e n t e la q u e trae la v i
da y la q u e trae la m u e r t e . C o m o virgen, lleva d e n t r o d e sí la totalidad d e la vida, la
totalidad del ciclo lunar. El carácter triple de la diosa c o m o m a d r e , esposa y h e r m a n a
del j o v e n dios refleja la t r i n i d a d d e las fases lunares l u m i n o s a s . La cuarta fase, oscura,
está personificada e n la mitología s u m e r i a p o r la h e r m a n a de I n a n n a , Ereshkigal, reina
del i n f r a m u n d o . E n la m i t o l o g í a h e b r e a , Lilith h e r e d a el papel del aspecto o s c u r o de la
capacidad de la vida para retirar las formas q u e h a c r e a d o ; e n Grecia es H é c a t e , reina
d e la n o c h e .
La virginidad h a sido siempre u n a i m a g e n asociada a la g r a n m a d r e e n su aspecto
d e diosa lunar. La diosa v i r g e n es la vida m i s m a y la vida, al igual q u e los ciclos de la
luna, nace de sí m i s m a sin necesidad d e u n i ó n c o n algo e x t e r n o . La virginidad de la
diosa n o tenia nada q u e ver c o n la «pureza» sexual e n el sentido q u e se le ha d a d o en
nuestra cultura. La diosa es v i r g e n p o r q u e lleva d e n t r o d e sí su p r o p i o p o d e r de ferti
lización; la vida fluye desde el «mar» d e su ú t e r o hasta manifestarse e n u n flujo inter
m i n a b l e . La virginidad d e b e e n t e n d e r s e c o m o u n s í m b o l o q u e describe u n a d i m e n s i ó n
metafísica -zoé— d o n d e los dos aspectos de la diosa, el falo fertilizador m a s c u l i n o y el
ú t e r o f e m e n i n o de la gestación, se u n e n e n u n abrazo p e r p e t u o , fuente d e vida. La v i
da q u e nació de ella y q u e ella volvió a a c o g e r e n su s e n o es su hijo —bios— p o r siem
pre. U n p o e m a sugiere q u e la diosa es el aspecto i n t e r n o o el rostro o c u l t o d e los d i o
ses masculinos q u e dan f o r m a a su existencia invisible:
madre que engendra soy yo, dentro del Espíritu moro y nadie me ve.
En la palabra de An moro y nadie me ve.
En la palabra de Enlil moro y nadie me ve.
35
En la palabra del templo sagrado moro y nadie me ve .
228
m o faceta oscura d e la g r a n m a d r e lunar, llora p o r su h i j o - a m a n t e la vida q u e está a
p u n t o d e m e n g u a r . C o m o gran m a d r e , I n a n n a es el resplandor d e la luna l u m i n o s a , la
que trae el rocío; p e r o t a m b i é n es el apagarse y desvanecerse d e d i c h o resplandor e n la
luna oscurecida. Las i m á g e n e s d e la p a l o m a , pájaro b l a n c o lunar, y la g o l o n d r i n a la r e -
presentan e n el papel de dadora de vida y fertilidad; el e s c o r p i ó n y la víbora e n la a c -
ción de arrebatarla. E n c a r n a s e n t i m i e n t o s t a n t o amables c o m o llenos de o d i o , t a n t o el
a m o r c o m o la cólera. S i e m p r e c a m b i a n t e , es a la vez s i e m p r e la m i s m a ; sucesivamente
«radiante, t o n a n t e , destructiva, desafiante, dispensadora de j u i c i o s , b o n d a d o s a , g e n e r o -
sa, pacífica, sanadora, erótica, decidida, dotada d e d i s c e r n i m i e n t o , sabia, t r a s c e n d e n t e ,
llena de a m o r , fértil, gozosa y e t e r n a m e n t e j o v e n » " . T o d o s ellos son m a n e r a s d e ser q u e
se «veían» e n la luna. I n a n n a es la implacable ley d e la vida, q u e la h u m a n i d a d e x p e r i -
m e n t a c o m o sino. H o m b r e s y mujeres le rezaban b u s c a n d o c o m p a s i ó n , c o m o algunos
rezan hoy a María:
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y señora gobernante de la hueste del cielo:
ilustre es tu nombre... oh, divina luz,
resplandeciente en excelso esplendor sobre la tierra;
38
heroica hija de la luna, oh, escucha...
E n el g r a n p o e m a d e su descenso al i n f r a m u n d o , I n a n n a c o m o luna es el p r i n c i p i o
vital q u e busca su p r o p i o sacrificio y renace d e su p r o p i a oscuridad. E n el m i t o acadio
posterior, Istar d e s c i e n d e al i n f r a m u n d o para despertar a su h i j o - a m a n t e , T a m u z , y lo
trae d e vuelta c o m o n u e v o ciclo vital. C u a n d o Istar está e n el i n f r a m u n d o , la fuerza
q u e impulsa la fertilidad desaparece: «El t o r o n o m o n t a a la vaca, el b u r r o n o se incli-
39
na sobre la b u r r a . . . , el h o m b r e d u e r m e e n su c u a r t o , la m u j e r d u e r m e sola» . Inanna,
e n la p e r s o n a d e su h i j o - a m a n t e , es d e n u e v o el p r i n c i p i o vital q u e m u e r e c o m o c e r e -
al y se r e g e n e r a c o m o semilla q u e e n c i e r r a la p r o m e s a del a l i m e n t o para h o m b r e s y a n i -
males.
Sus t e m p l o s estaban a d o r n a d o s c o n g r a n d e s c u e r n o s e n f o r m a d e l u n a creciente,
i m a g e n d e la capacidad d e la luna para fertilizar la tierra y, c o m o la vaca, para n u t r i r a
su p r o g e n i e . C o m o g r a n m a d r e , era la vaca q u e alimentaba a sus hijos c o n l e c h e tan
blanca c o m o la luna; y c o n esta leche a m a m a n t a b a a los reyes d e la tierra, q u e eran sus
hijos «especiales». E n u n a tierra d o n d e los rayos abrasadores del sol o c a s i o n a b a n la
m u e r t e d e la v e g e t a c i ó n , los frescos rayos lunares p r o p o r c i o n a b a n el refrescante y —así
lo creían los s u m e r i o s - fertilizante rocío. Istar era llamada «llena d e rocío». La leche, el
agua, el s e m e n , la lluvia y el rocío estaban relacionados c o n la faceta de la l u n a c o m o
fuente d e vida. Existía u n a tradición s u m e r i a , neolítica e n su iconografía, q u e veía el
cielo c o m o la diosa y las n u b e s cargadas d e lluvia c o m o sus p e c h o s , semejantes a las
ubres de u n a vaca. C o m o la diosa neolítica del cielo, I n a n n a c o m o reina del cielo era
la diosa d e la lluvia q u e hacía crecer el g r a n o :
230
14. S e l l o que
m u e s t r a el r o s t r o
de I n a n n a , su flor o
imagen estelar en
forma de roseta de
o c h o puntas, y los
p o s t e s d e las p u e r t a s
d e su t e m p l o (c.
3 0 0 0 a. C . Tell
Agrab)
4
Inanna y el l e ó n q u e aparece j u n t o a ella, debajo del t r o n o o bajo su p i e ' son p r u e b a
de q u e es diosa d e los animales e indican q u e d e s c i e n d e d e la diosa neolítica, al igual
que K i - N i n h u r s a g .
La entrada al establo o aprisco de I n a n n a era la entrada al ú t e r o del q u e procedía
t o d o ser vivo; la diosa regia este lugar c o m o pastora d e ovejas y vacas. La entrada esta-
ba marcada p o r u n a p u e r t a especial, s i m b ó l i c a m e n t e la vulva de la diosa. E n épocas más
antiguas había dos gavillas de j u n c o s de e x t r e m o s c u r v a d o s a la p u e r t a del establo d e la
diosa K i - N i n h u r s a g . P o s t e r i o r m e n t e se c o n v i r t i e r o n e n u n a de las imágenes p r i n c i p a -
les q u e m a r c a n la presencia d e Inanna. Se e r g u í a n a cada lado de la entrada del t e m p l o ,
o aparecían c o n los rebaños y manadas de la diosa, o en su barca de j u n c o s e n forma
de luna creciente. C o m o se v i o en el capítulo 3, en S u m e r significaron lo m i s m o q u e
el n u d o sagrado en C r e t a . E n ocasiones, la gavilla de j u n c o s se estilizó hasta transfor-
marse en u n a sola vara c o n espirales, q u e finalmente se convertiría en el árbol sagrado
42
que se plantaba e n el r e c i n t o del t e m p l o de la diosa . Esta es u n a de las i m á g e n e s más
antiguas del árbol de la vida. U n a cuerda, a la q u e se le daba f o r m a de curva, c o n e c -
taba entre sí las gavillas de j u n c o s ; este e l e m e n t o , q u e c o m e n z ó siendo u n a p a r t e n a t u -
ral del establo, se estilizó hasta convertirse en luna creciente. La luna creciente fue o r i -
ginalmente u n a i m a g e n de la propia diosa, y lo sigue siendo, p e r o t a m b i é n acabó p o r
asociarse a su c o n s o r t e , el t o r o celestial, cuyos c u e r n o s e n forma de luna creciente
adornan t a n t o el t o c a d o del dios c o m o el d e la diosa.
C o m o reina de la tierra, I n a n n a era la diosa del cereal y la vid, d e la palmera d a t i -
lera, del cedro, del s i c ó m o r o , del olivo y del m a n z a n o ; t o d o s ellos eran epifanías d e la
43
diosa . U n o de estos árboles siempre se plantaba en su t e m p l o c o m o s í m b o l o d e su c a -
pacidad para dar la vida. Sus principales i m á g e n e s animales eran el l e ó n y la vaca; la p a -
loma y la g o l o n d r i n a , q u e d e n u e v o la relacionan c o n la diosa pájaro neolítica, c o n s t i -
tuyen sus i m á g e n e s c o m o ave. La víbora y el e s c o r p i ó n , c u y o m o r d i s c o o picadura
traen la m u e r t e , al igual q u e la serpiente y el d r a g ó n , revelan su c o n e x i ó n c o n la face-
ta de la diosa neolítica ligada al i n f r a m u n d o ; p e r o t a m b i é n c o n N a m m u , la diosa ser-
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p i e n t e del abismo. C o m o diosa de la fertilidad, «la verde», «la d e la espesura florecien-
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te» , I n a n n a era la pastora, «reina de establo y aprisco», q u e vigilaba el aprisco de o v e -
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jas y el establo de vacas - s u «útero»— y el r e b a ñ o sagrado d e su t e m p l o .
El i n t r i n c a d o sistema de canalización de aguas q u e d ó bajo su p r o t e c c i ó n p o r q u e t o -
dos los cultivos y animales d e p e n d í a n d e ellas. T o d o lo q u e crecía e n los c a m p o s o era
r e c o g i d o de los frutales y la vid estaba d e n t r o d e su j u r i s d i c c i ó n . E n sus altares se c o -
cía u n tipo especial d e p a n , q u e l u e g o se convertía e n pasteles llamados «los pasteles
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h o r n e a d o s de la diosa I n a n n a » . Los pasteles eran s í m b o l o d e ella m i s m a , o f r e c i é n d o -
se bajo la f o r m a de los frutos de su c u e r p o para a l i m e n t a r a sus hijos. El t r i g o o la c e -
bada y el p a n q u e se fabricaba c o n la harina m o l i d a , el v i n o , la cerveza, los dátiles y t o -
dos los frutos eran la sustancia m i s m a d e la diosa y su cosecha se a c o m p a ñ a b a c o n
rituales q u e , c o m o o c u r r í a c u a n d o se h o r n e a b a n los pasteles sagrados, celebraban estas
i m á g e n e s d e a l i m e n t o y transformación m e d i a n t e la asimilación del «cuerpo» d e la d i o -
sa. C o m o los j u n c o s q u e crecían j u n t o al agua t a m b i é n eran p a r t e d e su fertilidad, y
c o m o se usaban para fabricar el estilo e m p l e a d o p o r los escribas s u m e r i o s para escribir
en sus tablillas de arcilla, I n a n n a a veces deja e n u n s e g u n d o p l a n o a la diosa N i d a b a ,
p a t r o n a del arte de la escritura, de la literatura y d e la i n t e r p r e t a c i ó n d e los sueños.
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los templos, de las q u e sólo se conservan fragmentos; éstas sugieren la existencia de u n a
cosmología q u e p u d o h a b e r sido tan i n t r i n c a d a c o m o p r o f u n d a . C o n la diferenciación
del c o n c e p t o original de la u n i d a d de la vida e n u n a m u l t i t u d de diosas y dioses i n d i
viduales, y finalmente c o n la i m a g e n del ú n i c o dios t r a s c e n d e n t e q u e se desarrolló c o n
el j u d a i s m o y el cristianismo, se perdió esta c o n c e p c i ó n d e la u n i d a d de la vida.
Inanna e Istar eran las diosas del a m o r sexual y la fertilidad y u n o de sus títulos era
«hieródula del cielo». H i e r ó d u l a es u n t é r m i n o d e o r i g e n g r i e g o q u e significa «tarea sa
grada», «sirviente de lo sagrado». El t é r m i n o «ramera» o «prostituta», usado f r e c u e n t e
m e n t e para describir a las sacerdotisas de I n a n n a e Istar, ya n o expresa el carácter sacro
original de su servicio a la diosa, a u n q u e el significado original d e la palabra «prostitu
ta» fuera «sustituir a alguien». Las sacerdotisas q u e prestaban servicio e n los t e m p l o s de
Inanna e Istar, m e d i a n t e sus u n i o n e s sexuales c o n los h o m b r e s q u e a c u d í a n a celebrar
u n ritual sagrado, se erigían e n hilos c o n d u c t o r e s d e la vida creadora de la diosa.
233
La i m a g e n del papel d e I n a n n a e Istar c o m o h i e r ó d u l a del cielo se r e m o n t a a la idea
neolítica d e q u e el m o d o d e ser característico d e la g r a n m a d r e era la p r o c r e a c i ó n .
A m b a s diosas son llamadas vírgenes, p e r o dicha v i r g i n i d a d n o aludía a u n a c o n d i c i ó n
física, sino a la c o n t i n u i d a d del estado de capacidad creativa de la diosa, p r o p i c i a d o p o r
la u n i ó n d e sí m i s m a c o n s i g o misma, y a q u e la fertilidad e n t o d o s los aspectos d e la
creación era su epifanía. E n esta é p o c a las ideas metafísicas t o m a b a n c u e r p o e n el acto
sexual llevado a c a b o d e f o r m a ritual d e n t r o del p r o p i o r e c i n t o del t e m p l o , p o r q u e la
fertilidad d e la vida h u m a n a , animal y vegetal d e p e n d í a del c u m p l i m i e n t o d e este r i -
tual e n u n lugar sagrado d o n d e h o m b r e s y mujeres p a r t i c i p a b a n m á g i c a m e n t e e n la g e -
n e r a c i ó n d e vida d e la diosa.
Es difícil para nuestra fragmentada consciencia c o m p r e n d e r este a c t o d e participa-
c i ó n . El acto sexual y el p a r t o eran dos canales a través d e los cuales la energía divina
d e la diosa se d e r r a m a b a e n la vida. Istar p r o c l a m a b a : «Yo c o n v i e r t o al m a c h o e n h e m -
bra. Yo soy la q u e engalana al m a c h o para la h e m b r a ; y o soy la q u e engalana a la h e m -
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bra para el m a c h o » . A través de la sexualidad se traía la vida al m u n d o ; era u n acto sa-
g r a d o . T a m b i é n era sagrada p o r q u e el éxtasis q u e la a c o m p a ñ a b a era la e x p e r i e n c i a más
50
cercana al estado d e g o c e asociado a la existencia divina d e los dioses y las diosas . Por
esta razón, el acto sexual e n las p r i m e r a s civilizaciones era u n ritual d e participación,
u n acto m á g i c o de fertilidad. Era expresión d e lo d i v i n o p o r q u e , al entregarse c o m -
p l e t a m e n t e al instinto sexual despertado p o r la diosa, h o m b r e s y mujeres se ofrecían
c o m o vehículos d e su fuerza generativa. Las sacerdotisas d e I n a n n a e Istar, m e d i a n t e su
u n i ó n c o n los h o m b r e s q u e acudían al t e m p l o , les p r o p o r c i o n a b a n u n a e x p e r i e n c i a e x -
tática q u e era, p o r así decirlo, la «vida» d e la diosa. El sacrificio d e la virginidad d e una
j o v e n a la diosa llevaba la sexualidad al r e i n o d e lo sagrado t a n t o para la m u j e r c o m o
para el h o m b r e q u e perseguía la u n i ó n sexual c o n la diosa a través d e su sacerdotisa,
51
p o r q u e la sexualidad d e a m b o s n o era «suya», sino q u e p r o c e d í a d e la diosa . C o m o
explica Woolley, «la devota p o n í a al servicio d e la divinidad su virginidad, la cual, c o -
m o d e m u e s t r a n a b u n d a n t e s artículos d e las leyes, n o era m e n o s preciosa para la mujer
52
s u m e r i a q u e para otras» . Los h o m b r e s castrados, q u e t a m b i é n servían a la diosa c o m o
sacerdotes, le ofrecían su sexualidad c o m o sacrificio para suscitar nueva vida, u n a p r á c -
tica q u e sería transmitida a los sacerdotes de C i b e l e s y a los d e las diosas cananeas. Este
sacrificio q u e d a reflejado e n el v o t o d e celibato d e los sacerdotes d e la Iglesia católica
romana.
U n a de las funciones d e la suma sacerdotisa, c o n o c i d a c o m o E n t u , era asumir el pa-
pel d e la diosa e n la u n i ó n ritual del m a t r i m o n i o sagrado, en las q u e el rey representa-
ba el papel d e su c o n s o r t e , personificando al h i j o - a m a n t e de la diosa. Es posible que
las u n i o n e s llevadas a cabo e n el t e m p l o fueran el o r i g e n de la creencia d e q u e la as-
c e n d e n c i a d e los hijos d e ellas nacidos era m i t a d divina y m i t a d h u m a n a , c o m o era el
caso d e G i l g a m e s h . S a r g ó n I era el hijo de u n a s u m a sacerdotisa y u n padre d e s c o n o -
cido, al q u e él m i s m o llama «jardinero». «Jardinero» era u n e p í t e t o de los reyes q u e asu-
234
mían el papel del h i j o - a m a n t e en el r i t o del m a t r i m o n i o sagrado. La historia d e Sargón
sugiere q u e los reyes s u m e r i o s eran literalmente los hijos, consortes y padres d e las s u
53
mas sacerdotisas, q u e personificaban a la diosa y presidían su t e m p l o .
El papel d e una suma sacerdotisa q u e d a ilustrado p o r u n a n o t a b l e serie d e p o e m a s
escritos a m e d i a d o s del tercer m i l e n i o a. C . p o r u n a m u j e r q u e fue sacerdotisa, p r i n
cesa y poetisa. Su n o m b r e era E n h e d u a n n a , hija del p r i m e r rey Sargón de A c a d (c. 2350
54
a. C ) . Su h i m n o a I n a n n a , llamado Exaltación d e I n a n n a constituye el e j e m p l o más
antiguo q u e se c o n o c e d e la poesía de u n a m u j e r q u e t a m b i é n fue suma sacerdotisa, y
es interesante q u e dedicase su gran ciclo de p o e m a s a I n a n n a y n o a los dioses A n o
N a n n a . La influencia de E n h e d u a n n a se hace p a t e n t e en el h e c h o de q u e , m u c h o d e s
pués de su m u e r t e , sus h i m n o s se c o p i a r o n y cantaron e n los t e m p l o s de I n a n n a e Istar.
Su estilo literario es tan característico q u e es posible q u e salgan a la luz en el futuro
235
otros p o e m a s d e su p r o d u c c i ó n . Su p o e m a , e n c o n j u n t o , resalta d e f o r m a novedosa la
función d e g e n e r a d a d e la diosa e n la guerra h u m a n a , antes q u e retratar a la diosa en su
función original de dadora d e vida; revela además c ó m o los dioses A n y Enlil habían
intensificado su d o m i n i o sobre el p a n t e ó n s u m e r i o e n d e t r i m e n t o d e la diosa.
17. Sellos c i l i n d r i c o s q u e m u e s t r a n a I n a n n a -
Istar c o m o r e i n a del cíelo
236
yor significado e n las civilizaciones de la E d a d del B r o n c e , t a n t o en C r e t a y e n E g i p t o
c o m o en S u m e r , t a m b i é n estaba asociada específicamente a I n a n n a e Istar, al igual q u e
59
ciertas constelaciones, c o m o Virgo y E s c o r p i o .
La historia de c ó m o I n a n n a se acabó c o n v i r t i e n d o e n u n a diosa l u n a r p r o c e d e del
segundo enlace de Enlil c o n u n a diosa llamada Ninlil, n o m b r e q u e significa «señora a i -
re». Tras ser violada p o r Enlil, dio a luz a N a n n a , el dios d e la luna, q u e a su vez se c a -
só c o n N i n g a l , diosa de la luna. T u v i e r o n dos hijos, I n a n n a , c u y o n o m b r e significa r e i -
na luna o señora luna, y U t u , el dios del sol. Así, e n esta genealogía, q u e parece ser
una racionalización a p o s t e r i o r i de su existencia, I n a n n a es la tataranieta de N a m m u y
la bisnieta d e K i - N i n h u r s a g . E n esta mitología, I n a n n a t o m a u n carácter más i n d i v i -
dual y es la p r i m e r a diosa o dios q u e c o n o c e m o s q u e sufre c o m o si fuera h u m a n a y
que p u e d e , p o r lo tanto, expresar el drama m i s t e r i o s o d e la c o n d i c i ó n h u m a n a . U n
h i m n o se dirige a ella c o m o diosa de la luna y l u c e r o del alba:
I n a n n a c o m o d i o s a d e la tormenta
237
1 8 . I n a n n a , c o n la c o r o n a
astada, luna c r e c i e n t e y
l u c e r o del alba, montada
s o b r e s u d r a g ó n d e la
tormenta
19. Inanna-Istar, coronada
por una estrella y c o n el
a r c o e n la m a n o , i m a g e n de
S i r i o , j u n t o al á r b o l d e la
vida (sello cilindrico
n e o a s i r i o , c. 7 0 0 a. C.)
238
61
p e o posterior, más q u e del i m a g i n a r i o neolítico, más a n t i g u o . Los sellos cilindricos
que llevan la i m a g e n d e u n a diosa q u e sostiene el rayo e n la m a n o , d e pie sobre u n d r a -
gón, p u e d e n estar r e p r e s e n t a n d o a I n a n n a , p u e s t o q u e e n los h i m n o s a m e n u d o se h a -
ce referencia a ella c o m o «el dragón». El v e n e n o q u e fluye d e la b o c a del d r a g ó n p u e -
62
de ser la fuerza destructiva de la t o r m e n t a o la i n u n d a c i ó n . El d r a g ó n y las aguas
torrenciales de la i n u n d a c i ó n t a m b i é n aparecen e n la poesía c o m o metáforas d e la fuer-
za devastadora de la guerra p o r q u e , a partir del tercer m i l e n i o a. C , I n a n n a e Istar se
convirtieron e n diosas d e la guerra.
E n el sello de la figura 18 I n a n n a cabalga sobre el l o m o de su d r a g ó n alado. El d r a -
gón vomita el t o r r e n t e de la i n u n d a c i ó n o de la t o r m e n t a o, p o s i b l e m e n t e , los desas-
tres de la g u e r r a . La diosa está c o r o n a d a y vestida c o n su túnica d e flecos habitual y s e -
ñala hacia la luna creciente y la estrella. U n l e ó n sigue al d r a g ó n .
M u c h o s siglos después d e borrarse t o d o r e c u e r d o d e S u m e r , en la literatura g n ó s -
tica de los p r i m e r o s siglos de la cristiandad figura u n p o e m a l l a m a d o «El t r u e n o , m e n -
te perfecta» (ver capítulo 15, pp. 713-715). La a n t i g u a i m a g e n de la diosa sumeria y b a -
bilónica, c u y o p o d e r arquetípico se expresaba e n el r u g i d o del t r u e n o , aparece aquí
integrada en la iconografía d e la diosa c o m o personificación d e la sabiduría, i c o n o g r a -
fía q u e se había ido desarrollando d u r a n t e los m i l e n i o s trascurridos. ¿ C ó m o p u d o p r e -
servarse la antigua i m a g e n intacta d u r a n t e u n p e r í o d o d e t i e m p o tan i n m e n s o ?
Inanna-Istar se identificaba t a m b i é n c o n Sirio, la «estrella del arco». E n el h e r m o s o
sello asirio de la figura 19 la diosa sujeta el arco q u e simbolizaba su epifanía c o m o Sirio.
En las puntas d e las flechas y la aljaba q u e sostiene e n c o n t r a m o s estrellas; u n a de ellas
descansa sobre su c o r o n a . Bajo sus pies aparece u n l e ó n . La salida d e Sirio e n c o n j u n -
ción c o n la del sol d u r a n t e el m e s de j u l i o a n u n c i a b a la ardiente sequía y el calor m o r -
tífero de los meses de v e r a n o , c u a n d o t o d o lo visible se agostaba y m o r í a y las gentes
de S u m e r eran golpeadas p o r la doble flecha del h a m b r e y la e n f e r m e d a d . C o m o Sirio,
Inanna era la fuerza q u e m e d i a n t e la sequía, la e n f e r m e d a d , la g u e r r a y la m u e r t e d e s -
truía la tierra y a sus hijos. Pero su capacidad d e traer la m u e r t e q u e d a equilibrada p o r
la palmera, el árbol d e la vida. Esta era la é p o c a e n q u e su «hijo», la vegetación de la
tierra, era sacrificado y descendía al i n f r a m u n d o a esperar el m o m e n t o d e la r e g e n e r a -
ción.
I n a n n a c o m o d i o s a d e la g u e r r a
239
d e los aspectos más significativos del S u m e r d e la E d a d del B r o n c e es q u e su d e s a r r o -
llo estuvo u n i d o al desarrollo d e la práctica d e la g u e r r a . Las p e q u e ñ a s aldeas se c o n -
v i r t i e r o n e n p u e b l o s y los p u e b l o s e n grandes ciudades d e elevada p o b l a c i ó n . El t e r r i -
t o r i o c o r r e s p o n d i e n t e a u n a ciudad c o m e n z ó a e n t r a r e n c o n t a c t o c o n el d e otra y de
este m o d o estalló la rivalidad entre ciudades. La sociedad s u m e r i a c o m e n z ó a sufrir de
f o r m a cada vez más frecuente los trastornos d e las guerras e n t r e reyes obsesionados c o n
el afán de fama y r e n o m b r e , o e m p e ñ a d o s e n establecer el d o m i n i o del sur sobre el
n o r t e o viceversa; parece q u e fue este p r o c e s o el q u e dio o r i g e n a la i m a g e n d e la d i o -
sa de la g u e r r a . Invasores d e fuera de S u m e r , q u e asolaban los valles fluviales desde el
n o r t e y el este, c o n t r i b u y e r o n a i n c r e m e n t a r esta e x p e r i e n c i a terrorífica de sus h a b i -
tantes, q u e n o c o n o c í a n paz duradera y e n c u a l q u i e r m o m e n t o p o d í a n ser asesinados,
p e r d e r a sus c ó n y u g e s o a sus padres o ser c o n v e r t i d o s e n esclavos.
Así, las colosales murallas de U r u k q u e G i l g a m e s h levantó e n el tercer m i l e n i o a.
C . dan t e s t i m o n i o de la necesidad de una defensa c o n t r a el e n e m i g o , p r o c e d e n t e t a n -
t o del i n t e r i o r c o m o del e x t e r i o r de S u m e r . T e n í a n 13 k m de largo, casi 6 m d e altu-
ra y 4,5 m d e espesor, así c o m o unas 900 torretas situadas cada 12 m . Sólo tenían dos
puertas, u n a al n o r t e y otra al sur. La g u e r r a era ensalzada c o n e n t u s i a s m o creciente c o -
m o m o d o d e vida p r o p i o d e reyes y héroes. La diosa era invocada c o m o «patrona» de
la g u e r r a , y este papel se transmitió a las diosas d e culturas posteriores: las d e Asiría,
C a n a á n y Grecia, e incluso a la María cristiana.
La i m a g e n de I n a n n a c o m o diosa de la g u e r r a es c o n casi total seguridad la fuente
240
2 1 . Istar c o m o d i o s a d e la g u e r r a , d e p i e
s o b r e su l e ó n ( r e l i e v e a s i r i o , c . 8 0 0 a. C .
Tell Asmar)
241
carácter n u r n i n o s o d e la figura d e la g r a n diosa; carácter n u m i n o s o del q u e , d e forma
o m i n o s a , se apropia el rey c o n í m p e t u p r o p o r c i o n a l m e n t e mayor. Istar r e a l m e n t e se ha
c o n v e r t i d o e n diosa de la m u e r t e c u a n d o se dirige a A s a r a d ó n , rey de Asiría: «Soy Istar
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d e Arbela. Desollaré a tus e n e m i g o s y te los entregaré» .
I n a n n a y las leyes
se describen en los documentos literarios como «buenos», «puros», «sagrados», «grandes», «no-
bles», «precisos», «innumerables», «eternos», «imponentes», «intrincados», «intocables»; podían
ser «presentados», «dados», «tomados», «sostenidos», «alzados», «reunidos», «vestidos» (como una
prenda), «ceñidos al costado», «dirigidos», «perfeccionados»; las divinidades podían sentarse so-
bre ellos, apoyar en ellos sus pies, cabalgar sobre ellos; podían incluso ser metidos en una bar-
6
ca y llevados de una ciudad a otra *.
242
d e r e c h o p u e d e p e r t e n e c e r l e e n calidad d e diosa lunar. Seis veces envía E n k i a su e m i -
sario, c o n m o n s t r u o s espantosos, para q u e traiga d e vuelta a E r i d u los me, y seis veces
Inanna, c o n la ayuda d e su c o m p a ñ e r o N i n s h u b u r , c o n s i g u e escapar a b o r d o de su
«barco del cielo» c o n su carga preciosa. Indignada, clama:
243
Mi padre me dio el cielo, me dio la tierra;
yo, la reina del Cielo soy yo.
¿Hay dios alguno que pueda competir conmigo?
Enlil me dio el cielo, me dio la tierra;
¡yo, la reina del cielo soy yo!
M e ha dado la soberanía,
me ha dado el oficio de reina,
me ha dado la batalla, me ha dado el combate,
me ha dado la inundación, me ha dado la tempestad,
ha puesto el cielo como corona sobre mi cabeza,
ha atado la tierra a mi pie como sandalia,
ha ceñido la sagrada vestimenta de los me en torno a mi cuerpo,
73
ha puesto el cetro sagrado en mi mano .
La d i o s a y su hijo-amante
244
r
Su sede era el punto central de la tierra; su follaje era el lecho de la madre primigenia. Al c o -
razón de su casa sagrada que extiende su sombra como bosque al que no ha penetrado ningún
77
hombre; ahí (está el hogar de) la madre poderosa que cruza el cielo; en su centro estaba Tamuz .
245
2 3 . La d i o s a y s u c o n s o r t e , e l dios
d e l c e r e a l ( s e l l o c i l i n d r i c o , c. 2 3 0 0 a. C.)
2 4 . La d i o s a r e c i b e al d i o s d e l grano
( s e l l o c i l i n d r i c o , c . 2 3 0 0 - 2 0 0 0 a. C.)
2 5 . D u m u z i c o m o el Pastor
( s e l l o c i l i n d r i c o , c. 3 2 0 0 -
3 0 0 0 a. C ) . Dumuzi aparece
entre dos ovejas. Las
c o l u m n a s de j u n c o s
e s t i l i z a d a s d e I n a n n a —sus
ashcrim— e n m a r c a n la escena
y el rosal c r e c e d e un
e n o r m e jarro de piedra
246
2 6 . El Carnero en el matorral
( c . 2 5 0 0 a. C . T u m b a s reales
de U r )
247
Los p o e m a s q u e tratan del cortejo de I n a n n a y D u m u z i se c u e n t a n e n t r e los más
h e r m o s o s de la literatura s u m e r i a . Están llenos d e h u m o r y t e r n u r a y sus i m á g e n e s ani
m a n la historia, q u e resulta tan vivida h o y e n día c o m o d e b i ó d e serlo e n t o n c e s . E n el
a m o r de I n a n n a p o r D u m u z i y e n el q u e él sentía p o r ella, los p o e t a s p a r e c e n expresar
el m u t u o a m o r entre h o m b r e s y mujeres, exaltado e n el m i t o d e la diosa y su c o n s o r
te hasta convertirse e n u n a relación cósmica. E n u n o d e los p o e m a s acerca del cortejo
I n a n n a abre a D u m u z i la p u e r t a de su casa:
I n a n n a le dijo:
Lo que yo te diga
que el cantor en canto lo teja.
Lo que yo te diga
que fluya de oreja a boca,
82
que pase de viejos a jóvenes .
El m a t r i m o n i o sagrado
248
2 7 . El m a t r i m o n i o s a g r a d o ( s e l l o cilindrico
q u e m u e s t r a una pareja en una c a m a , c o n un
e s c o r p i ó n b a j o la m i s m a , p e r í o d o Dinástico
A n t i g u o , c . 2 8 0 0 a. C.)
249
Abraza a su amado esposo.
La sagrada Inanna lo abraza.
El trono en el gran santuario se vuelve glorioso
como luz del día.
El rey, como el dios sol,
riqueza, dicha y abundancia ante él prosperan.
U n banquete de cosas buenas disponen ante él,
el pueblo de cabeza oscura prospera ante él.
(...)
El rey recibe adecuada provisión de comida y bebida.
La madre divina, terrible dragón del cielo, recibe adecuada
provisión de comida y bebida.
El templo resplandece, el rey se alegra.
Día tras día el pueblo está con abundancia satisfecho,
4
la madre divina, terrible dragón del cielo, se alegra" .
E I n a n n a dice:
Me llevó a su jardín.
Mi hermano, Dumuzi, me llevó a su jardín.
Paseé con él entre los árboles erguidos.
En pie con él estuve entre los árboles caídos,
j u n t o a un manzano me arrodillé como es debido.
250
Ante mi hermano que cantando venía,
que ante mí se alzó de entre las hojas de los chopos,
que a mí vino en el calor del mediodía,
ante mi señor Dumuzi
hice manar plantas de mi vientre.
Puse plantas ante él,
hice manar plantas ante él,
puse grano ante él,
hice manar grano ante él.
5
Hice manar grano de mi vientre" .
251
E I n a n n a dijo:
El ha brotado; ha florecido;
es lechuga plantada j u n t o al agua.
Es aquel a quien mi vientre más quiere.
252
El que acaricia, ardiente e impetuoso, mi ombligo,
el que acaricia mis suaves muslos,
es aquel a quien mi vientre más quiere,
8
es lechuga plantada j u n t o al agua ".
O t r o p o e m a , i g u a l m e n t e r i c o e n i m á g e n e s sexuales, m u e s t r a la estrecha c o n e x i ó n
entre sacerdote, rey y pastor y la simbología del t o r o :
253
recubrí mi boca de ámbar de dulce olor,
pinté mis ojos con kohl.
El d e s c e n s o de Inanna
254
3 0 . El r e l i e v e d e B u r n e y , p l a c a d e t e r r a c o t a d e Inanna-
Istar, c o n l e o n e s , buhos y la v a r a y la c u e r d a d e medir
( c . 2 3 0 0 - 2 0 0 0 a. C , 4 9 , 5 c m d e a l t u r a y 37 c m d e ancho)
Es probable q u e la i m a g e n d e t e r r a c o t a d e la figura 30 sea la de I n a n n a e n su papel
d e diosa del cielo, la tierra y el i n f r a m u n d o , reina d e las g r a n d e s alturas y d e las g r a n -
des profundidades. Tal vez sea la i m a g e n más i m p o r t a n t e d e sus i m á g e n e s q u e ha so-
brevivido desde la é p o c a s u m e r i a . Su a u t e n t i c i d a d n o parece p o n e r s e e n d u d a y h a si-
d o fechada p o r Frankfort, q u e c o m e n t a su e x q u i s i t o m o d e l a d o , e n el ú l t i m o tercio del
9
tercer m i l e n i o a. C. "
La diosa está esculpida d e frente al a d o r a d o r q u e se le acerque, al igual q u e los l e o -
nes y los b u h o s q u e m o n t a n guardia a su d e r e c h a e izquierda. Lleva u n a c o r o n a de cua-
tro gradas astadas y su cabello e n m a r c a su cara y está r e c o g i d o e n u n m o ñ o . Lleva u n
collar alrededor del cuello. T i e n e alas, q u e i n d i c a n su relación c o n el cielo y la d i -
m e n s i ó n celestial y q u e están pintadas a l t e r n a t i v a m e n t e e n n e g r o y rojo, c o m o las de
los b u h o s a derecha e izquierda. Su c u e r p o presenta restos de p i n t u r a o c r e roja e n t o -
da su superficie. Sus pies c o n garras descansan sobre l e o n e s , y los leones a su vez des-
cansan sobre la m o n t a ñ a sagrada, q u e identifica el d i s e ñ o d e escamas q u e b o r d e a la par-
te inferior de la escultura.
La palabra sumeria para b u h o es ninna y el n o m b r e N i n - n i n n a q u e recibe la diosa
91
bajo su f o r m a de b u h o significaba «divina señora b u h o » . E n los textos antiguos la pa-
labra acadia kilili t a m b i é n se refiere a N i n - n i n n a ; I n a n n a e Istar c o m p a r t í a n este apela-
tivo. (Quizás kilili sea la f o r m a original d e la q u e deriva Lilith, a q u i e n m u c h o más tar-
de, en é p o c a bíblica, se le llama «buho» y «lechuza». Parece c o m o si la Lilith de la
mitología h e b r e a fuese u n a i m a g e n distorsionada d e la diosa s u m e r o a c a d i a , p u e s t o que
e n las historias narradas acerca de ella siempre se resaltan sus p o d e r e s mortíferos.) A lo
largo de la civilización neolítica, el b u h o es u n a i m a g e n d e la diosa del m u n d o más allá
d e la m u e r t e . Los leones y las aves son las epifanías más antiguas de la diosa, descu-
biertas p o r p r i m e r a vez e n el Paleolítico, y l u e g o e n Catal H ü y ü k y la vieja E u r o p a ; le
llamativo de la placa s u m e r i a es q u e las r e ú n e e n u n a magnífica p r o c l a m a c i ó n . A la lu2
de la iconografía neolítica a partir d e la cual e v o l u c i o n ó la m i t o l o g í a d e la E d a d del
B r o n c e , esta figura deja entrever d e f o r m a n o t a b l e u n clima d e creencias e n el q u e la
i m a g e n d e la diosa todavía n o se había e s c i n d i d o e n los aspectos celestial y d e m o n í a c o ,
en el l u m i n o s o y el oscuro. Al c o n t r a r i o , unifica el m u n d o s u p e r i o r y el inframundo:
la majestad de la presencia d e I n a n n a n o es fuente d e terror, sino de inspiración.
E n el p o e m a del «Descenso de Inanna» resultan e s p e c i a l m e n t e llamativas las imáge-
nes d e r e g e n e r a c i ó n . O í m o s a Ereshkigal a p u n t o d e dar a luz en el m u n d o subterrá-
n e o ; ¿a q u i é n devuelve la vida si n o es a I n a n n a ? Es c o m o si I n a n n a , e n t a n t o q u e dio-
sa d e la vida, necesitase llevar a cabo este pasaje a través de sus propias profundidade:
para p o d e r reunirse c o n su aspecto s u b t e r r á n e o . Tras estas poderosas i m á g e n e s está e
m i t o lunar, en el q u e la luz d e b e s u m e r g i r s e e n las tinieblas para p o d e r reaparecer er
el siguiente ciclo. Las dos h e r m a n a s , unidas, r e p r e s e n t a n el t o d o , los «rostros» unifica-
dos de la gran m a d r e . U n a es la luz; la otra, la o s c u r i d a d q u e «mata» la luz, p e r o que
sin e m b a r g o la devuelve a su lugar e n los cielos llegado el n u e v o ciclo. Ereshkigal es 1:
256
luna oscurecida q u e «mata» a su h e r m a n a p e q u e ñ a , q u e la despoja d e sus prendas a m e -
dida q u e desciende al i n f r a m u n d o a través d e las siete etapas o días d e la l u n a m e n -
guante, q u e la cuelga de u n clavo o estaca d u r a n t e los tres días d e la o s c u r i d a d e n los
que n o hay luna. I n a n n a es devuelta a su e s p l e n d o r p l e n o a m e d i d a q u e asciende d e las
regiones oscuras, atravesando las etapas o días de la l u n a creciente. D e esta f o r m a se
muestra c ó m o la vida e m e r g e d e las tinieblas.
La historia babilónica del descenso de Istar tiene u n a variedad d e rasgos q u e son d e
gran interés. U n jabalí salvaje hiere m o r t a l m e n t e a T a m u z , h i j o - a m a n t e de la diosa, y
ésta d e s c i e n d e al i n f r a m u n d o para despertarlo del s u e ñ o q u e lo m a n t i e n e h e c h i z a d o .
Exige q u e se le p e r m i t a la entrada p o r las puertas del i n f r a m u n d o d e f o r m a más i m p e -
riosa q u e I n a n n a .
Al igual q u e Inanna, Istar atraviesa las siete puertas e n su descenso, es despojada de
sus vestidos y llega desnuda a presencia de la diosa del i n f r a m u n d o . M á s adelante se le
devuelve, en siete pasos, su a t u e n d o glorioso de reina del cielo y la tierra. Mientras está
en el inframundo, d u r a n t e los tres días de oscuridad, es c o m o si la superficie del m u n d o
hubiese caído bajo el p o d e r de u n hechizo. Se d e t i e n e la fertilidad; t o d o se s u m e en u n
profundo sueño. Es inevitable evocar la iconografía de la Bella D u r m i e n t e , a u n q u e en la
historia de Istar y T a m u z es el «príncipe» q u i e n se q u e d a d o r m i d o y la «reina» q u i e n lo
despierta y r o m p e el hechizo. ¿Fue esta historia el o r i g e n del c u e n t o de hadas cuya p r i n -
cesa lunar, j u n t o c o n sus padres y corte, se queda d o r m i d a e n su d e c i m o q u i n t o c u m -
pleaños y es despertada p o r el príncipe, q u e le devuelve la vida a ella y a toda la corte?
257
t r o n o j u n t o al m a n z a n o sagrado d e su t e m p l o . I n a n n a fija el ojo de la m u e r t e sobre él
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y lo elige para q u e o c u p e su lugar . Los galla g o l p e a n a D u m u z i c o n hachas y p u ñ e t a -
zos y el dios reza p i d i e n d o ayuda al dios del sol, U t u , h e r m a n o d e I n a n n a , q u e lo c o n -
vierte en serpiente; así escapa d e sus p e r s e g u i d o r e s . Llama a su h e r m a n a , G e s h t i n a n n a ,
y le c u e n t a u n s u e ñ o q u e ha t e n i d o . El s u e ñ o p r e d i c e su p r o p i a m u e r t e y G e s h t i n a n n a
llora al escucharlo. Los siete galla se acercan d e n u e v o y D u m u z i v u e l v e a p e d i r ayuda
a U t u , q u e esta vez lo c o n v i e r t e en u n a gacela q u e h u y e al aprisco d e su h e r m a n a en
busca de refugio. G e s h t i n a n n a , i n f o r m a d a del d e s t i n o d e D u m u z i , llora y «su d o l o r c u -
93
b r i ó el h o r i z o n t e c o m o u n a túnica» . Los galla e n c u e n t r a n a D u m u z i y el p r i m e r o de
ellos golpea su mejilla c o n u n clavo. L o atrapan:
258
31. Sacrificio de un rey o h i j o - a m a n t e (sello
c i l i n d r i c o , c . 2 3 3 0 a. C.)
97
de haya y sauce . R e s u l t a n o t a b l e q u e casi setenta años después d e q u e sir L e o n a r d
Woolley excavase estas t u m b a s en U r , todavía n o se haya e n c o n t r a d o e n M e s o p o t a m i a
nada c o m p a r a b l e a su r i q u e z a o su e s p l e n d o r cultural. W o o l l e y las fechó i n i c i a l m e n t e
en 3500 a. O , p e r o h o y e n día la fecha está fijada e n 2500 a. C . D a n sensación de ser
m u c h o más antiguas, e n p a r t e p o r su carácter ú n i c o y e n p a r t e p o r q u e n o hay referen-
cia a ellas e n n i n g ú n t e x t o c o n o c i d o . El ú n i c o c o n t e x t o e n el q u e p u e d e n situarse es
en el del m i t o del dios sacrificado. N o sabemos c u á n d o dio c o m i e n z o esta tradición
del sacrificio ritual o c u á n d o o p o r q u é desapareció. T a n sólo s a b e m o s q u e e n fechas
posteriores, en el t e m p l o d e M a r d u k e n Babilonia, todavía se llevaba a cabo s i m b ó l i -
c a m e n t e el sacrificio del rey e n u n ritual e n el q u e el sacerdote golpeaba la cara de é s -
te, le despojaba de las galas propias d e su cargo y le obligaba a efectuar u n a «confesión
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negativa» de todas las malas acciones q u e n o había c o m e t i d o . Si la fuerza del golpe
hacía q u e al rey se le saltasen las lágrimas, esto se c o n s i d e r a b a u n presagio de q u e la t i e -
rra daría una b u e n a cosecha; una vez más, se revela el s i m b o l i s m o l u n a r del rocío y la
h u m e d a d . Es posible q u e el ritual consistente en g o l p e a r al rey fuese u n vestigio del
drama ritual del descenso d e Inanna a los Infiernos, e n q u e los galla q u e p e r s i g u e n a
99
D u m u z i , su h i j o - a m a n t e , lo golpean en la mejilla c o n u n clavo .
Los e x p e r t o s en el m u n d o s u m e r i o h a n b u s c a d o p r u e b a s d e sacrificios h u m a n o s y
han tratado d e hallar referencias literarias del ritual arcaico d e la i n m o l a c i ó n d e la c o r -
te del rey en el m o m e n t o d e su m u e r t e (una nueva i m a g e n de la c o r t e q u e «se q u e d a
dormida»), p e r o la mayoría d e los textos n o se r e m o n t a n a este p e r í o d o tan antiguo. E n
la época del rey U r - N a m m u (alrededor de 2100 a. C ) , s a b e m o s q u e la esposa del rey,
259
sus hijos y sirvientes n o lo a c o m p a ñ a b a n al m u n d o s u b t e r r á n e o ; c o m o nos c u e n t a u n
p o e m a , los l a m e n t o s d e sus parientes llegaban hasta él, y el rey, a su vez, alzó su voz en
10
largo y a m a r g o llanto ". Sin e m b a r g o , C a m p b e l l a p o r t a p r u e b a s para d e f e n d e r la tesis
- b a s a d a e n F r a z e r - de q u e antes del 2500 a. C . los reyes eran sacrificados r i t u a l m e n t e
cada o c h o años e n el g r a n a ñ o , en su papel d e dios d e la v e g e t a c i ó n , y j u n t o c o n la su-
m a sacerdotisa o reina q u e personificaba a la diosa"".
M u c h o s d e los bellos l a m e n t o s de la literatura s u m e r i a y babilónica están inspirados
e n la c o n g o j a d e Inanna-Istar, la m a d r e , esposa y h e r m a n a de D u m u z i - T a m u z . Los r i -
tos d e d u e l o y b i e n v e n i d a al dios resucitado son v i r t u a l m e n t e los m i s m o s e n ambas c u l -
turas. D e ahí p a r e c e n haberse e x t e n d i d o p o r t o d o P r ó x i m o O r i e n t e y el M e d i t e r r á n e o .
E n todas partes se celebraba r i t u a l m e n t e el m i s m o m i t o d e la diosa v i r g e n c u y o h i j o -
a m a n t e m u e r e u n a m u e r t e d e sacrificio y resucita después d e q u e ella parta al infra-
m u n d o e n su b ú s q u e d a .
E n 3000 a. C . el e q u i n o c c i o de primavera, q u e m a r c a b a el inicio del a ñ o s u m e r i o ,
tenía lugar bajo el signo d e Tauro, el toro. La g r a n estrella Sirio entraba e n c o n j u n c i ó n
c o n el sol e n t o r n o al p r i m e r o d e mayo, c u a n d o más frondosa era la v e g e t a c i ó n . Sirio
e n t o n c e s desaparecía d e la vista hasta q u e se alzaba n u e v a m e n t e e n c o n j u n c i ó n c o n el
sol a m e d i a d o s d e j u l i o . El m e s de d u e l o c o n s a g r a d o al hijo sacrificado d e la diosa - e l
sexto m e s del a ñ o , c o n o c i d o c o m o m e s del llanto p o r Tamuz— tenía lugar después de
q u e se h u b i e s e n c o s e c h a d o el cereal y los d e m á s cultivos e n t r e m e d i a d o s d e j u n i o y
1 2
m e d i a d o s d e j u l i o " . La reaparición d e Sirio c o n la salida del sol a n u n c i a b a la m u e r t e
del dios de la v e g e t a c i ó n , h e r i d o p o r los «rayos abrasadores» d e este ú l t i m o . Es posible
q u e el regreso de Sirio t a m b i é n marcase el m o m e n t o e n q u e la diosa debía descender
al m u n d o s u b t e r r á n e o e n busca d e su h i j o - a m a n t e . C u a n d o el m a n z a n o , la p a l m e r a da-
tilera, la vid y el cereal d a b a n muestras de vida r e n o v a d a , el dios volvía. Existían m u -
c h o s h i m n o s d e l a m e n t o p o r el dios y se a c o m p a ñ a b a n d e música d e flauta. La forma
más antigua de m ú s i c a d e t e m p l o era la d e flauta y los h i m n o s de t e m p l o más antiguos
se llamaban «canciones c o n flauta» ( I r s h e m m a ) . A veces era la diosa c o m o m a d r e , a v e -
ces c o m o esposa y a veces c o m o h e r m a n a , q u i e n se l a m e n t a b a p o r el dios sacrificado.
A q u í , I n a n n a se l a m e n t a d e la m u e r t e d e su esposo, D u m u z i :
260
O t r o l a m e n t o d e I n a n n a , q u e p u e d e referirse a la p é r d i d a d e D u m u z i o a la p é r d i -
da de la posición q u e a ella m i s m a le c o r r e s p o n d í a e n el p a n t e ó n divino, o incluso a la
destrucción de su t e m p l o p o r la guerra, se dirige a Enlil, dios del aire:
El ave tiene su nido, pero en cuanto a mí, mis crías están desperdigadas;
el pez descansa en agua en calma, pero en cuanto a mí, no existe lugar en el que yo pueda
descansar;
el perro se arrodilla en el umbral, pero yo, yo no tengo umbral;
el buey tiene establo, pero yo, yo no tengo establo;
la vaca tiene donde acostarse, pero yo, yo no tengo donde acostarme;
la oveja tiene redil, pero yo, yo no tengo redil,
104
las bestias tienen donde dormir, pero yo, yo no tengo donde dormir .
1 5
Las mujeres d e la ciudad participaban e n el l u t o ritual p o r el dios perdido " , tal vez
e n t o n a n d o las palabras d e d u e l o pronunciadas p o r su m a d r e y esposa. Mientras había
106
«perdido» la vida, el dios era llamado «el pastor q u e ha dejado a sus ovejas» . C o m o e n
107
los ritos de la m u e r t e de A d o n i s m u c h o después e n Siria y Grecia , se ponía u n a efigie
de madera del dios e n u n b o t e o balsa q u e se dejaba flotar e n las aguas. Según se h u n -
día, D u m u z i - T a m u z descendía al inframundo. Tal vez las mujeres pusiesen e n el agua p e -
108
queñas balsas adornadas c o n hojas de lechuga verde o b e r r o . El siguiente l a m e n t o d e
Istar anticipa de forma curiosa el dolor de la virgen María p o r su hijo m u e r t o :
261
tas i m á g e n e s reaparecen e n el gnosticismo d e los p r i m e r o s siglos d e la era cristiana,
c u a n d o el alma tiene q u e ser «despertada» de su s u e ñ o e n el «inframundo» d e la tierra
para q u e p u e d a volver a su «hogar» e n el m u n d o celestial. La iconografía del m i t o ar-
0
caico se traspone así al c o n t e x t o del alma h u m a n a " .
El inframundo
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m a n a , a m e d i d a q u e se aleja más y más del s e n t i m i e n t o d e u n i d a d y santidad d e la v i
da. U n a d i m e n s i ó n d e la existencia q u e n o p u e d e ser vista o percibida c o n los s e n t i
dos, q u e es invisible y p o r lo t a n t o i n c o m p r e n s i b l e , se llena del m i e d o a la m u e r t e q u e
se proyecta sobre el «espacio» c o m o formas o seres d e m o n í a c o s . La m u e r t e c o m i e n z a a
ser tratada c o m o algo final y absoluto y n o c o m o u n r i t o d e paso entre dos d i m e n s i o
nes en el sentido e n q u e fue imaginada p o r los egipcios. C u a n t o m a y o r es la b r e c h a
q u e separa lo c o n o c i d o de lo d e s c o n o c i d o , la fase l u m i n o s a d e la fase oscura d e la v i
da, y c u a n t o mayor es su asociación c o n el b i e n y c o n el mal, más terrorífica se v u e l
ve la d i m e n s i ó n p o s t e r i o r a la m u e r t e y más d e m o n í a c a la actividad d e sus divinidades
y emisarios. C o n la Lilith hebrea y c o n la i m a g e n cristiana del i n f i e r n o y el diablo nos
llega el legado final d e este terror.
T o d o esto h a c e a u n más significativo el m i t o s u m e r i o del descenso d e I n a n n a , p u e s
to q u e ella, reina del cielo y de la tierra, u n a diosa j o v e n y radiante engalanada c o n t o
dos los «poderes» p r o p i o s de su posición, desea e x p e r i m e n t a r esa d i m e n s i ó n d e s c o n o
cida del i n f r a m u n d o . « A b r i e n d o su oído» a las g r a n d e s profundidades, realiza el viaje
c h a m á n i c o al rostro o c u l t o de la vida para o b t e n e r u n a c o m p r e n s i ó n más profunda d e
sus misterios. El viaje de I n a n n a parece reflejar la necesidad en u n a cultura d e u n r i
tual q u e la r e c o n e c t e c o n sus raíces psíquicas: c o n el i n f r a m u n d o . Su descenso n o es
sólo u n a dramatización de los antiguos rituales asociados al ciclo lunar q u e habían i n
fluido en la conciencia h u m a n a d u r a n t e tantos m i l e n i o s ; t a m b i é n dramatiza la inicia
ción a u n a d i m e n s i ó n t e m i d a q u e se c o n c e b í a c o m o g e o g r á f i c a m e n t e r e m o t a respecto
del m u n d o «superior» l u m i n o s o de la vida cotidiana y d e las p r e o c u p a c i o n e s prácticas.
N o hay r a z ó n alguna q u e nos p e r m i t a s u p o n e r q u e los sacerdotes y sacerdotisas q u e
ritualizaban este m i t o e n forma de drama i g n o r a s e n su significado c o m o rite d'entrée e n
una d i m e n s i ó n q u e ya se estaba v o l v i e n d o r e m o t a y terrorífica para la c o n c i e n c i a h u
mana. Era u n a iniciación hacia la consciencia d e q u e la m u e r t e n o es contraria a la v i -
263
da, sino u n aspecto esencial d e su totalidad y, m á s a ú n , el pasaje hacia u n «nuevo» c i
clo d e la vida. El descenso d e I n a n n a al i n f r a m u n d o y su regreso del m i s m o tras s o
m e t e r s e a su h e r m a n a ofrecían a la cultura s u m e r i a el p a r a d i g m a de «las grandes p r o
fundidades» c o m o c o n t r a p a r t i d a esencial de «las g r a n d e s alturas».
264
6
Isis de Egipto:
r e i n a d e l c i e l o , la t i e r r a y el inframundo*
* T r a d u c c i ó n de Andrés Piquer.
265
dos y h u m a n i d a d n o era i n c o m p a t i b l e c o n q u e fuese t a m b i é n u n a hija de la diosa del
cielo, N u t , q u e t u v o cuatro hijos c o n G e b , el dios d e la tierra. Isis f o r m a b a p a r t e , p o r
lo tanto, de la cuarta g e n e r a c i ó n de dioses y diosas q u e e n el p r i n c i p i o surgieron de las
i n f o r m e s aguas.
Al p r i n c i p i o t o d o era agua y el agua lo era t o d o , y el n o m b r e de las aguas era N u n .
Y d e las aguas p r i m o r d i a l e s del gran a b i s m o c o m e n z ó a alzarse u n a colina; era el « m o n -
266
tículo del p r i m e r m o m e n t o » y fue el p r i m e r m o m e n t o d e luz. Y el n o m b r e d e la alta
colina era A t u m , el «completo». Esto s u c e d i ó e n el p r i n c i p i o , y s u c e d i ó cada día al n a -
cer el sol del a b i s m o p r i m o r d i a l d e la n o c h e , y cada a ñ o al resurgir la tierra d e e n t r e las
aguas de la i n u n d a c i ó n del N i l o . C u a n d o la gran i n u n d a c i ó n se retiraba, p e q u e ñ a s c o -
linas de l o d o se alzaban del agua oscura, h a c i é n d o s e más y más altas. D e ellas c o m e n -
zaban a brotar plantas, los insectos se arrastraban y volaban sobre su superficie, aves y
animales se posaban y a n d a b a n sobre ellas y los h u m a n o s p o d í a n e n c o n t r a r u n lugar
«donde estar de pie o sentarse». Así, t o d a la vida provenía de las ricas y vivas aguas p a r -
das del N i l o , c o m o había s u c e d i d o en el p r i n c i p i o .
Cada a ñ o el N i l o m u e r e y renace, y t o d o E g i p t o c o n él. A m e d i a d o s de j u n i o , e n
t o r n o al solsticio de verano, el N i l o parece irse para siempre, evaporado e n la tierra y el
aire, reducido a la mitad de su tamaño. Pero j u s t o c u a n d o parece q u e la vida n o p u e d e
m e n g u a r más, c u a n d o los c a m p o s están secos y p o l v o r i e n t o s , el g a n a d o sediento y d e l -
gado y el p u e b l o c o n s u m i d o p o r el h a m b r e , el N i l o c o m i e n z a a estremecerse y a m e -
drar, l e n t a m e n t e al principio, p e r o t o m a n d o fuerzas hasta q u e se lanzan a la carrera sus
aguas tumultuosas y s ú b i t a m e n t e desbordan sus riberas, y el agua se d e r r a m a sobre los
kilómetros de tierra llana y reseca q u e r o d e a n a m b o s lados del río. E n t r e j u l i o y o c t u b r e
el m u n d o vuelve a su estado originario, al estado desde el q u e se o r i g i n ó y se originará
de nuevo toda la vida. E n o t o ñ o el nivel de las aguas baja, la i n u n d a c i ó n retrocede y los
campos fertilizados están preñados de vida, listos para la siembra de n o v i e m b r e .
El a n t i g u o E g i p t o se o r i e n t a b a c o n relación al N i l o , q u e fluía hacia el n o r t e en d i -
rección al mar, trayendo agua para q u e t o d o el m u n d o bebiera; allí d o n d e n o llegaba
había m u e r t e , p o r q u e a a m b o s lados de la n e g r a y fértil tierra se e x t e n d í a el á r i d o d e -
sierto: p á r a m o s rocosos de arena seca, devastados p o r el sol, d o n d e nada crecía. Pero las
arenas estaban siempre en m o v i m i e n t o , m o v i é n d o s e hacia la tierra h ú m e d a , siempre
dispuestas a invadir los c a m p o s cultivados. El contraste e n t r e la vida y la m u e r t e era o m -
nipresente. Era u n a c o n t e c e r d i n á m i c o de fuerzas e n conflicto; la vida m a n t e n í a u n a r -
tístico equilibrio e n t r e contrarios: demasiada agua, y los canales y presas se colapsaban;
poca agua, y el p u e b l o sufría h a m b r e .
El s e n t i m i e n t o d e q u e las aguas eran el o r i g e n d e la vida, reflejado e n el flujo c o n -
t i n u o del N i l o , fue c o m ú n a todas las historias d e la c r e a c i ó n e n E g i p t o . A partir de ahí
c o m e n z a r o n las divergencias en distintos lugares: Menfis, H e l i ó p o l i s , H e r m ó p o l i s ,
Tebas, Edfú y D e n d e r a , todas ellas i m a g i n a r o n la o r d e n a c i ó n del universo de u n m o -
do l i g e r a m e n t e distinto, d a n d o a los dioses y diosas u n a v a r i e d a d de n o m b r e s , s u p e r -
1
p o n i é n d o l o s , m e z c l á n d o l o s y separándolos, sin q u e ello generase conflictos . Había dos
centros principales de d o c t r i n a religiosa, u n o e n Menfis, c o n el dios P t a h q u e creó el
m u n d o m e d i a n t e la palabra, y otro en H e l i ó p o l i s , la c i u d a d del sol. Isis p e r t e n e c í a e n
un p r i n c i p i o a la cosmología d e H e l i ó p o l i s , g e n e r a l m e n t e aceptada c o m o la o r t o d o x a
e inscrita en los textos de las pirámides, p e r o q u e n o se consideraba la única correcta
e x c e p t o en la propia H e l i ó p o l i s .
267
A t u m , q u e v i e n e al m u n d o c o m o tierra e m e r g i d a y c o m o luz, e n g e n d r a a S h u , de
s e x o m a s c u l i n o (aire, vida, espacio, luz), y a Tefnut, d e sexo f e m e n i n o ( h u m e d a d , o r -
d e n ) , q u e da a luz a N u t (cielo) y G e b (tierra). S h u e n t o n c e s eleva a su hija N u t (la
diosa del cielo) alejándola d e su h e r m a n o G e b (el dios d e la tierra) y sujetándola a fin
d e q u e p u e d a dar a luz a las estrellas; «alzándolas d e n u e v o hacia ella», S h u las deja n a -
vegar a lo largo del c u e r p o acuático d e su hija, el cielo. ( C o m o alternativa, otros es-
critos relatan q u e el dios del sol, R a , dio a luz a S h u y a Tefnut. C o n ello n o se alude
a u n ser separado de R a , sino a la manifestación visible d e A t u m c o m o R a . ) A h o r a q u e
los e l e m e n t o s p r i m o r d i a l e s del universo están e n su lugar, q u e d a relacionarlos c o n el
m u n d o h u m a n o . Es aquí d o n d e c o m i e n z a esta historia.
La h i s t o r i a de Isis y Osiris
A h o r a , (en t i e m p o s i n m e m o r i a l e s ) , N u t y G e b e n g e n d r a r o n a Osiris y e n el m o -
m e n t o de su n a c i m i e n t o se alzó una voz q u e decía: «El s e ñ o r d e t o d o avanza hacia la
luz». El s e g u n d o día nació A r u e r i s (llamado el H o r u s m a y o r ) ; al tercer día, Set, p e r o ni
e n el m o m e n t o ni en la m a n e r a debidos, p o r q u e c o n u n g o l p e se a b r i ó paso a través
del c o s t a d o de su m a d r e y salió de u n salto; al c u a r t o día n a c i ó Isis e n las r e g i o n e s q u e
están s i e m p r e h ú m e d a s ; y, al q u i n t o día, Neftis. J u n t o c o n sus padres y abuelos y A t u m
eran d e n o m i n a d o s la E n é a d a , los n u e v e dioses y diosas. N a c i e r o n e n u n p e r í o d o sa-
g r a d o , e n el intervalo de c i n c o días q u e q u e d a r o n sueltos e n t r e u n a ñ o (de 360 días) y
el siguiente, intervalo q u e había g a n a d o T h o t e n u n a partida d e damas c o n la luna.
Neftis se c o n v i r t i ó e n la esposa de Set, p e r o Isis y Osiris se a m a b a n incluso e n la o s -
c u r i d a d del v i e n t r e d e su m a d r e antes d e nacer.
Osiris se c o n v i r t i ó en el p r i m e r rey d e E g i p t o y el c r e a d o r d e la civilización, ense-
ñ a n d o a su p u e b l o el arte de la agricultura y el c u l t o a los dioses, «estableciendo la j u s -
2
ticia a lo largo d e las dos riberas del N i l o » . E n s e ñ ó a los egipcios a plantar t r i g o y c e -
bada, a recolectar fruta de los árboles y a cultivar la vid, y antes d e su t i e m p o las razas
del m u n d o habían sido simples salvajes. C u a n d o viajó a e x t e n d e r sus enseñanzas p o r
otras n a c i o n e s , Isis g o b e r n ó e n su ausencia atenta y p a c í f i c a m e n t e .
P e r o Set, el h e r m a n o perverso d e Osiris, tenía envidia d e su v i r t u d y su fama. Así
q u e c o n s t r u y ó u n arcón del t a m a ñ o d e su h e r m a n o y u n a n o c h e e n palacio, d u r a n t e
los festejos, h i z o q u e se trajera a la sala el cofre r i c a m e n t e d e c o r a d o y p r o m e t i ó c o m o
b r o m a dárselo a q u i e n encajase en él p e r f e c t a m e n t e . C u a n d o Osiris se t e n d i ó e n su i n -
terior, al p u n t o surgieron setenta y dos conspiradores q u e clavaron la tapa del arcón, lo
sellaron c o n p l o m o f u n d i d o y lo arrojaron al N i l o . D e s d e ahí flotó hasta el mar.
Isis, vencida p o r la aflicción, se c o r t ó el pelo, se vistió c o n ropas de d u e l o y buscó
p o r todas partes, N i l o arriba y N i l o abajo, p r e g u n t a n d o a t o d o s los q u e se e n c o n t r a b a
si habían visto el arcón. S u c e d i ó q u e algunos n i ñ o s q u e j u g a b a n j u n t o al río h a b í a n vis-
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to p o r q u é b o c a del N i l o había salido al mar. Isis d e s c u b r i ó q u e las olas se habían l l e -
vado el arcón hasta la costa de Biblos, e n Fenicia. Allí lo habían d e t e n i d o s u a v e m e n t e
las ramas d e u n árbol ericáceo, q u e r á p i d a m e n t e creció a su a l r e d e d o r r o d e á n d o l o p o r
todos los lados, d e m o d o q u e quedaba o c u l t o p o r c o m p l e t o . Tan h e r m o s o y fragante
era el árbol q u e el rey y la reina del lugar o r d e n a r o n talarlo y convertirlo e n u n a c o -
lumna del palacio.
Luego, Isis llegó a Biblos y se situó j u n t o a u n o de los p o z o s de la ciudad, c u b i e r -
ta con velos y vestida de l u t o , c o n su divinidad disfrazada y sin hablar a nadie. C u a n d o
algunas de las doncellas de la reina fueron al p o z o , las saludó a m a b l e m e n t e y c o m e n z ó
a trenzar sus cabellos, e x h a l a n d o tan maravillosa fragancia q u e , c u a n d o v o l v i e r o n al p a -
lacio, la reina Astarté olió el perfume de las trenzas y, tras m a n d a r q u e se le trajese la
1
extranjera, la a d m i t i ó e n su casa y la h i z o n o d r i z a d e su hijo .
La gran diosa dio de m a m a r al n i ñ o de su pulgar y n o d e su p e c h o , y p o r la n o c h e
lo c o l o c ó en u n fuego para q u e m a r t o d o lo q u e e n él fuera m o r t a l . L u e g o , trasfor-
mándose en g o l o n d r i n a , voló alrededor de la c o l u m n a , c a n t a n d o t r i s t e m e n t e . Pero s u -
cedió q u e u n a n o c h e la reina Astarté, al ver a su p e q u e ñ o hijo y a c i e n d o entre las lla-
mas, g r i t ó de f o r m a espantosa y en ese preciso instante despojó a su hijo para siempre
del tesoro de la vida i n m o r t a l .
Isis e n t o n c e s reveló su a u t é n t i c a naturaleza y p i d i ó q u e se le entregase la c o l u m n a
que sujetaba el t e c h o . La bajó y, tras cortar la m a d e r a del árbol, sacó a la luz el sarcó-
fago de Osiris e s c o n d i d o e n el interior. C u a n d o Isis lo vio, se abalanzó sobre él c o n
un alarido tan i n t e n s o q u e el más p e q u e ñ o d e los hijos d e la reina m u r i ó d e m i e d o .
E n t o n c e s , llevándose al hijo mayor, Isis se e m b a r c ó r u m b o a E g i p t o c o n el a r c ó n
(aunque, c o m o le p a r e c i ó q u e el río estaba d e m a s i a d o r e v u e l t o y q u e hacía d e m a s i a -
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d o v i e n t o , se e n o j ó y secó su c o r r i e n t e ) . E n c u a n t o llegó a u n lugar d e s é r t i c o d o n d e
p u d o estar sola, a b r i ó el cofre; r e c o s t a n d o su rostro s o b r e el rostro d e su h e r m a n o , lo
b e s ó y lloró. (Sin e m b a r g o , de r e p e n t e se a p e r c i b i ó d e la presencia del n i ñ o q u e la o b -
servaba y le l a n z ó u n a m i r a d a d e tal g r a v e d a d q u e el p e q u e ñ o m u r i ó d e m i e d o al ins-
tante.)
S e g ú n algunos, mientras Isis revoloteaba a l r e d e d o r d e la c o l u m n a e n f o r m a de g o -
l o n d r i n a , c o n c i b i ó a su hijo H o r u s , e n g e n d r a d o p o r Osiris. Pero, según otros, fue
c u a n d o Isis yacía e n la barca sobre su m a r i d o c u a n d o c o n c i b i ó a su hijo; t r a n s f o r m á n -
dose e n u n m i l a n o , se c e r n i ó sobre él c o n t e r n u r a , d e v o l v i é n d o l o a la vida c o n el ba-
tir de sus fuertes alas:
270
Luego, Isis e s c o n d i ó el cofre q u e c o n t e n í a el c u e r p o d e Osiris e n los lejanos p a n t a -
nos del delta, mientras q u e ella se dirigió a B u t o para cuidar d e su hijo, H o r u s .
U n a n o c h e Set estaba c a z a n d o jabalíes salvajes a la luz d e la l u n a llena c u a n d o d e s -
cubrió el cofre entre los j u n c o s . D e s p e d a z ó el c u e r p o e n c a t o r c e trozos y los d i s e m i -
nó p o r t o d o el país, cada u n o e n u n lugar diferente, y p u d o incluso h a b e r arrojado el
falo de Osiris al N i l o . C u a n d o Isis se e n t e r ó d e esto, t u v o q u e buscar n u e v a m e n t e a su
marido, n a v e g a n d o p o r los p a n t a n o s e n u n a barca d e papiro. Esta vez, su h e r m a n a
Neftis, h e r m a n a esposa d e su m a l v a d o h e r m a n o Set, la a y u d ó , j u n t o c o n el hijo d e
Neftis, A n u b i s , q u e tenía cabeza de chacal. A n u b i s había sido e n g e n d r a d o p o r Osiris,
que una n o c h e m u y oscura c o n f u n d i ó a Neftis c o n Isis. H a y q u i e n dice q u e ésta es la
razón p o r la q u e Set odiaba t a n t o a Osiris. El p e q u e ñ o H o r u s , c o n cabeza de' h a l c ó n ,
ya tenía edad suficiente para ayudar t a m b i é n , y se les u n i ó T h o t , el dios d e la luna, q u e
tenía cabeza de ibis y podía t o m a r la f o r m a d e u n b a b u i n o .
Así, gracias al p o d e r d e d i s c e r n i m i e n t o de T h o t y al intuitivo olfato de A n u b i s , j u n -
tos e n c o n t r a r o n todas las partes de Osiris e x c e p t o el m i e m b r o genital, q u e había sido
engullido p o r u n pez. D o n d e q u i e r a q u e Isis e n c o n t r a b a u n t r o z o del c u e r p o d e Osiris,
lo enterraba c o n t o d o el ritual q u e se le d e b e a u n dios, ritos q u e se celebrarían e n
Egipto a partir de e n t o n c e s . F a b r i c ó u n a réplica del falo p e r d i d o para sustituirlo y lo
consagró c o n gran c e r e m o n i a . H a y q u i e n dice q u e los ritos funerarios eran tan solo
formales y q u e Isis r e u n i ó todas las partes c o n c u i d a d o y c o n ellas f o r m ó u n a m o m i a ,
envuelta en ajustados vendajes de lino, m e d i a n t e la m a g i a t r a n s f o r m a d o r a de A n u b i s en
su papel d e sacerdote embalsamador. E n t o n c e s Isis volvió a abanicar el c u e r p o m u e r t o
con sus alas y Osiris revivió para convertirse e n el s e ñ o r d e la e t e r n i d a d . A h o r a o c u p a
el trono del i n f r a m u n d o c o n t o d o p o d e r y majestad e n la sala de las dos verdades, d o n -
de juzga las almas de los m u e r t o s . Estas se pesan e n u n o d e los platillos d e u n a b a l a n -
za; el otro lo o c u p a la p l u m a de la verdad d e la diosa M a a t , a c u y o cargo están las l e -
5
yes del universo .
271
m u e r t e , p e r o la diosa lo liberó. H o r u s , enfurecido c o n su m a d r e , le c o r t ó la cabeza, p e
ro T h o t la sustituyó p o r la d e una vaca.
Set (en u n a politización abrupta, a u n q u e habitual, d e la d i m e n s i ó n mítica) acusó
e n t o n c e s a H o r u s d e ser ilegítimo y el conflicto e n t r e ellos se trasladó a los derechos
de h e r e n c i a . E n t i e m p o s anteriores la herencia se transmitía p o r línea m a t e r n a , lo que
habría d a d o a Set, h e r m a n o d e Isis, preferencia sobre H o r u s ; p e r o ahora, d e c i d i ó el
consejo, tenía q u e ser p o r línea p a t e r n a . H o r u s fue declarado h e r e d e r o legítimo, se afir
m ó el p r i n c i p i o patrilineal y H o r u s fue c o r o n a d o c o m o n u e v o rey. Pasado el m o m e n
to d e confusión, se obligó a q u e Set sirviera al n u e v o o r d e n : las fuerzas caóticas sin r e
g u l a c i ó n del universo q u e d a b a n ahora d o m i n a d a s e, incluso más, puestas e n relación
272
5. Osiris como
presencia guardiana
d e la e t e r n i d a d ,
s u j e t a n d o el cayado
y el m a y a l , aparece
junto a dos ojos
weájat de H o r u s (XX
dinastía, c. 1190-1085
a. C . T u m b a de
S e n n e j e m , D e i r el
Medina, Tebas)
273
L u e g o , H o r u s viajó al i n f r a m u n d o para transmitir las novedades a Osiris y para des-
p e r t a r l o y «poner su alma e n m o v i m i e n t o » . Le d i o c o m o o b s e q u i o el ojo a r r a n c a d o en
la c o n t i e n d a , q u e devolvió a Osiris la vida e t e r n a y pasó a ser c o n o c i d o c o m o el ojo
wedjat, el ojo d e la e t e r n i d a d , llamado el «completo», q u e protegía d e t o d o d a ñ o (figu-
ra 5). C u a n d o Osiris revivía, el espíritu d e la vida y del c r e c i m i e n t o se despertaba y c o -
m e n z a b a el n u e v o a ñ o .
R e s u l t a e x t r a ñ o q u e e n t o d o E g i p t o n o h u b i e r a u n t e x t o c o m p l e t o d e la historia
de Isis y Osiris. A lo largo del p e r í o d o d e 3.000 años e n el q u e se n a r r ó el relato, los
textos se refieren s o l a m e n t e a episodios aislados, c o m o si se asumiese q u e el c o n o c i -
m i e n t o del m i t o e n t e r o era p a r t e de la cultura. Esto p u e d e a p u n t a r a u n a tradición oral
(a la q u e o r i g i n a l m e n t e p e r t e n e c i e r o n t a m b i é n la Ilíada y la Odisea d e H o m e r o ) ; si un
m i t o se consideraba central en u n a cultura, n o habría necesidad de registrarlo p o r es-
crito. El d r a m a d e la m u e r t e y el r e n a c i m i e n t o d e Osiris se escenificaba cada año en
las representaciones teatrales mistéricas de A b i d o s , p o r lo q u e la historia p u d o h a b e r si-
d o transmitida, c o m o u n arte o habilidad, d e g e n e r a c i ó n e n g e n e r a c i ó n . La historia más
c o n t i n u a y c o m p l e j a p r o c e d e nada m e n o s q u e d e P l u t a r c o , u n escritor g r i e g o del siglo
II d. C . del q u e se sabe q u e visitó E g i p t o al m e n o s e n u n a ocasión. P u e s t o q u e todas
las fuentes egipcias c o r r o b o r a n la versión d e P l u t a r c o , p u e d e ser considerada fiel al o r i -
ginal, a u n q u e t a m b i é n se d e m u e s t r a c l a r a m e n t e q u e g r i e g o s y egipcios hablaban un
lenguaje m i t o l ó g i c o diferente.
Esta historia es, en u n sentido, u n m i t o d e la realidad invisible q u e subyace y hace
inteligibles las obras de lo q u e llamaríamos naturaleza, q u e es t a m b i é n para los e g i p -
cios, en ú l t i m o t é r m i n o , el d r a m a de la naturaleza h u m a n a . Es e n esencia u n m i t o de
la i n m a n e n c i a , p o r q u e los dioses y las diosas d e E g i p t o se manifestaban e n la creación
y c o m o creación, c o n múltiples esferas d e manifestación, t a n t o diferenciadas c o m o m u -
tuas. D e este m o d o , las d i m e n s i o n e s múltiples del m u n d o f e n o m é n i c o se p o n í a n e n re-
lación c o n el s e n t i m i e n t o h u m a n o y era posible explorar el lazo místico q u e unía a la
h u m a n i d a d c o n la naturaleza.
Osiris, p o r e j e m p l o , cobra vida c o n la crecida del N i l o , el cereal q u e g e r m i n a , la
luna creciente, y e n t o d o lo q u e es afirmativo e n la naturaleza y e n los seres h u m a n o s .
M u e r e c o n la m e n g u a del N i l o , el cereal agostado, la l u n a m e n g u a n t e y t o d o lo que
s u c u m b e a la ignorancia y a la violencia y la d e s t r u c c i ó n . La crecida del N i l o también
se veía c o m o las lágrimas d e Isis, pues c u a n d o la diosa lloraba al p e r d i d o Osiris, las lá-
g r i m a s cayeron e i n c r e m e n t a r o n las aguas del N i l o , h u m e d e c i e n d o el c u e r p o reseco e
i n e r t e d e su h e r m a n o esposo. Se decía q u e Isis hacía q u e el N i l o creciera y se desbor-
dase, q u e hacía q u e «medrase en su estación». El escritor g r i e g o Pausanias da la si-
g u i e n t e explicación: «Los egipcios celebran en h o n o r d e Isis la fiesta c u a n d o d i c e n que
ella está afligida p o r Osiris. E n este t i e m p o el N i l o c o m i e n z a a subir, y m u c h o s del lu-
gar dicen q u e lo q u e h a c e crecer el río y regar las tierras d e labor son las lágrimas de
s
Isis» . La diosa se manifestaba c o m o la estrella Sothis, t a m b i é n llamada Sirio y la estre-
274
6. I s i s , c o n c a b e z a d e v a c a ,
a p a r e c e c o m o la e s t r e l l a
S o t h i s , q u e t r a e la
inundación que hace crecer
las p l a n t a s . El p á j a r o del
a l m a se a l z a s o b r e el c e r e a l
c o m o alma liberada de
O s i r i s ( t e m p l o d e Isis
e n la i s l a d e File)
275
celebraban la crecida del N i l o , p o r q u e incluso e n é p o c a d e P l u t a r c o la a c c i ó n d e ve:
ter el agua dulce del N i l o e n u n cofrecillo d e o r o c o n m o t i v o d e la i n u n d a c i ó n e
12
a c o m p a ñ a d a de «un g r i t o d e los presentes c o m o si Osiris fuera e n c o n t r a d o » .
Es necesario marcar la diferencia e n t r e Osiris y M i n , dios d e la cosecha, c u y o de
era la vitalidad del c r e c i m i e n t o . El d o n d e Osiris era la r e a n i m a c i ó n o resurrecciói
a u n q u e , p u e s t o q u e el cereal ha d e m o r i r para vivir d e n u e v o , a m b o s están claramei
te c o n e c t a d o s . Las plantas c o m i e n z a n a crecer c u a n d o se eleva el alma d e Osiris; son
alma d e Osiris «apresurándose en ascender» (figura 6). Osiris es el m i s t e r i o lunar, el di
venir cíclico en q u e la o s c u r i d a d p r e c e d e al resurgir d e la luz y la vida; p o r su part
M i n es el m i s t e r i o solar, la fuerza vital q u e está o n o está presente, representada a mi
n u d o p o r u n t o r o b l a n c o o p o r u n h o m b r e itifálico, q u e t i e n e más e n c o m ú n ce
H o r u s . Era a M i n a q u i e n se dedicaban las fiestas d e la cosecha, c u a n d o su estatua
llevaba e n procesión p o r las calles, a c o m p a ñ a d a d e u n a caja d e plantas d e l e c h u g a (m
tarde se convertiría e n la planta d e los ritos del A d o n i s g r i e g o ) . D e m a n e r a simila
H a p i , el dios del N i l o c o n p e c h o s f e m e n i n o s q u e d e r r a m a su agua del N i l o de dos j ;
rras, se identificaba a m e n u d o c o n Osiris, p e r o n o era u n a figura q u e reflejase p o r
m i s m a el d r a m a cíclico del N i l o . Osiris, p o r el c o n t r a r i o , m e d r a b a y m e n g u a b a .
La indefensión d e Osiris mientras la tierra m u e r t a espera a ser revivida es el objei
de u n o de los más c o n m o v e d o r e s d e los textos d e los sarcófagos. E n él, Isis y Nefti
las dos h e r m a n a s q u e hablan c o n u n a sola v o z , lo llaman d e vuelta a la vida:
¡Ay, indefenso!
¡Ay, indefenso dormido!
¡Ay, indefenso en este lugar que tú no conoces pero yo sí conozco!
Mira, te he encontrado (echado) sobre tu costado,
el gran desvanecido.
«¡Ay, hermana!», dice Isis a Neftis,
«Éste es nuestro hermano,
vamos, levantemos su cabeza,
vamos, (juntemos) sus huesos,
vamos, reunamos sus miembros,
vamos, demos fin a todo su dolor,
para que, en la medida en que podamos, deje de sufrir.
¡Que empiece a alzarse la humedad para este espíritu!
¡Que a través de ti se llenen los canales!
¡Que a través de ti se creen los nombres de los ríos!
¡Osiris, vive!
¡Osiris, que el gran desvanecido se levante!
Yo soy Isis».
«Yo soy Neftis.
276
Sucederá que te vengará Horus,
sucederá que Thot te protegerá
-tus dos hijos de la gran corona blanca-
sucederá que la compañía escuchará.
Entonces tu poder será visible en el cielo
y sembrarás el caos entre los dioses (hostiles),
porque Horus, tu hijo, ha tomado la gran corona blanca,
arrebatándosela a aquel que actuó contra ti.
Entonces tu padre Atum dirá: "¡Ven!".
13
¡Osiris, vive!»
277
7. I s i s , c o n e l t r o n o s o b r e la c a b e z a , g u a r d a a R a m s é s III desde
u n e x t r e m o d e s u s a r c ó f a g o (XX d i n a s t í a , c . 1 1 9 4 - 1 1 6 3 a. C.)
278
8 . N e f t i s , c o n la c a s a s o b r e la c a b e z a , g u a r d a a R a m s é s III desde
e l o t r o e x t r e m o d e su s a r c ó f a g o (XX d i n a s t í a , c. 1 1 9 4 - 1 1 6 3 a. C.)
279
9. U n s a c e r d o t e riega
el c u e r p o d e Osiris
del cual está brotandc
t r i g o . B a j o el dios
aparecen los signos
ankh d e la v i d a y el
c e t r o was d e la
prosperidad divina
(bajorrelieve, templo
t o l e m a i c o d e Isis e n
la i s l a d e File)
J U I lia 1 Aft I ü
280
m o se llamaban, indicaban q u e el difunto resucitaría del m i s m o m o d o q u e Osiris r e -
sucitaba en el g r a n o . La m i s m a tradición reaparece e n los rituales griegos d e A d o n i s ,
en que, j u n t o c o n la efigie del dios, se arrojaban al m a r p o r c i o n e s d e tierra sembradas
con plantas de c r e c i m i e n t o rápido.
Los escritores clásicos tardíos hablan de u n a antigua tradición e n la q u e Isis recogía
los m i e m b r o s dispersos de Osiris e n u n serón d e aventar, y l o c i e r t o es q u e e n é p o c a
romana se llevaba u n cesto en las procesiones d e Isis, u n a c o s t u m b r e e x t e n d i d a p o r t o -
do el i m p e r i o . U n o d e los textos de las pirámides c o m p a r a al rey c o n Osiris, c o m o g r a -
no q u e vuela hacia los cielos e n t r e las n u b e s de paja c u a n d o se avienta el g r a n o :
281
transporta el sarcófago d e Osiris y lleva la barca del dios solar, R a (al igual q u e el as
n o , animal d e Set, lleva a C r i s t o e n su viaje d e Betania a Jerusalén), el dios es u n a ima
g e n transformada a través d e la p e r c e p c i ó n , u n m o d e l o d e c ó m o relacionarse c o n cual
q u i e r e l e m e n t o antagonista d e la vida. Al p r i n c i p i o Osiris n o c o n o c í a la naturaleza di
su h e r m a n o , p o r lo q u e cayó e n su t r a m p a (al igual q u e e n el Rey Lear, E d g a r n o co
nocía a E d m u n d ) . C u a n d o H o r u s revivió a Osiris, le d i o el p o d e r de c o n o c e r a Set -
d e ese m o d o establecer c o n él u n a relación a d e c u a d a :
Horus ha atrapado a Set, lo ha puesto debajo de ti para que pueda levantarte. Rugirá
debajo de ti como un terremoto...
Horus ha hecho que lo reconozcas en su auténtica naturaleza,
no dejes que se te escape;
ha hecho que lo tomes de la mano,
22
no dejes que se te escape .
E n este conflicto, Isis representa el papel del m e d i a d o r . Sin ella —queda implicado-
Set ganaría en el p r i m e r e n f r e n t a m i e n t o ; Osiris sería d e r r o t a d o y triunfaría la anarquía
P e r o c u a n d o se reanuda la lucha, c u a n d o H o r u s está g a n a n d o , la diosa deja ir a Sel
T h o t t a m b i é n m a n t i e n e viva esta d i n á m i c a d e o p u e s t o s , a y u d a n d o a la p a r t e q u e v
p e r d i e n d o a fin de m a n t e n e r u n equilibrio creativo. C a m p b e l l c o m e n t a : «Representando
de f o r m a m i t o l ó g i c a la dialéctica inevitable d e la t e m p o r a l i d a d , d o n d e t o d o aparece pe
pares, H o r u s y Set están siempre e n conflicto; m i e n t r a s q u e e n la esfera de la eterni
23
dad, más allá del velo del t i e m p o y el espacio, d o n d e n o hay dualidad, son u n o » .
Isis reconcilia aquí los opuestos sin acabar c o n su o p o s i c i ó n . Pero antes, c u a n d o 1
historia representa el d o l o r universal p o r Osiris y la caída d e todas las cosas hacia su di
solución a este lado del velo, Isis personifica el p o d e r del a m o r del universo, q u e resu
cita a la vida d e la m u e r t e , y el acto d e a m a r e n la naturaleza h u m a n a , q u e llena de be
lleza p o r igual al a m a n t e y al a m a d o :
282
Te amo más que a toda la tierra,
y tú no amas a nadie como a tu hermana».
283
Osiris son, desde l u e g o , u n a i m a g e n de la luz d e s m e m b r a d a d e la l u n a q u e Isis vuelve
a u n i r c o m o l u n a creciente, el día d e la r e s u r r e c c i ó n , s i m b o l i z a d o p o r la e r e c c i ó n de la
c o l u m n a djed. A q u í es, n u e v a m e n t e , la «madre» esencial de su r e n a c i m i e n t o ; ocupa
s i m b ó l i c a m e n t e su lugar c o m o ciclo p e r p e t u o d e la l u n a y e t e r n a fuente d e las formas
de vida, zoé, mientras q u e Osiris y H o r u s , c o m o dos aspectos d e u n m i s m o principio,
c o m p a r t e n el papel d e las fases de vida y m u e r t e d e la manifestación de esa fuente, bíos,
en el m i t o egipcio. Osiris, c o m o t o d o s los dioses del m i t o d e la diosa y su h i j o - a m a n -
te, se e n c a r n a e n el toro, al igual q u e H o r u s , hijo del dios, q u e , e n u n m i t o asociado,
es llamado «toro de su madre».
La e r e c c i ó n d e la c o l u m n a o pilar djed desde su p o s i c i ó n y a c e n t e h o r i z o n t a l hasta la
vertical erguida (figura 10) constituía la c u l m i n a c i ó n d e los ritos de Osiris celebrados
el día a n t e r i o r al c o m i e n z o del n u e v o año, q u e era t a m b i é n el día de la fiesta del Sed,
284
1 1 . Isis (a la
izquierda) y Neftis
(a la d e r e c h a ) ,
arrodilladas, ayudan
al s o l a a l z a r s e d e la
c o l u m n a djed. Seis
babuinos lo celebran
( p a p i r o d e A n i , XVIII
d i n a s t í a , c. 1 2 5 0 a.
C.)
285
toda la vegetación, es p e r p e t u o ; y p o r esta r a z ó n el cereal volvería a crecer hacia arr
ba, hacia la luz. E n ocasiones la c o l u m n a se dibuja c o m o u n árbol d e ramas p o d a d
( c o m o sucederá más tarde c o n la c r u z cristiana, ver capítulo 14, figura 30), lo q u e p
cuerda al árbol e r i c á c e o q u e r o d e a b a el sarcófago d e Osiris e n Biblos. Simboliza el á
bol de la vida c o m o eje del m u n d o . C o m o indica la ilustración, n o cabe d u d a d e qi
la c o l u m n a debía de ser tan pesada y difícil d e levantar c o m o u n árbol a u t é n t i c o . L
cuatro líneas h o r i z o n t a l e s , q u e quizá fueron o r i g i n a l m e n t e las ramas superiores del á
bol, aluden a los cuatro cuadrantes del h o r i z o n t e , q u e t a m b i é n abarcan las dios
H a t h o r y N u t . Tras levantarse la c o l u m n a djed, se ataba a su a l r e d e d o r u n n u d o de t>
la o cuero, llamado tit, y se vestía a la c o l u m n a c o m o si fuese u n a estatua, en u n a c
r e m o n i a llamada «la ofrenda de telas». El tit era u n e m b l e m a d e Isis, p o r lo q u e la con
b i n a c i ó n d e djed y tit simbolizaba la u n i ó n d e Osiris e Isis, u n a restauración de
a r m o n í a tal y c o m o existió e n los orígenes. La i m a g e n d e la e r e c c i ó n t a m b i é n r e m
m o r a la p r i m e r a vez q u e la colina alta ( A t u m ) se alzó d e e n t r e las aguas de N u n c o n
la p r i m e r a «isla» d e consciencia; p u e d e representarse este a c o n t e c i m i e n t o original, r
n o v a d o cada día c u a n d o el sol (Ra) se alza d e la n o c h e ( A t u m - R a ) , c o m o si surgie
d e la c o l u m n a m i s m a .
E n la figura 11 el sol descansa e n t r e dos brazos q u e f o r m a n el signo del ka - e l abr
zo divino q u e sostiene t o d a cosa, p e r s o n a o d i o s - , q u e surge del ankh o vida i m p e r
cederá, a su vez creada p o r la c o l u m n a djed, d e la q u e p r o c e d e . Isis y Neftis, c o n su pr
sencia nutricia, asisten a la fuerza vital d e la c o l u m n a djed hasta q u e ésta se manifies'
Las diosas realizan, a su vez, el gesto de epifanía del ka, r o d e a n d o c o n sus brazos el am
necer. Los b a b u i n o s , de u n a m a n e r a más simple, saludan al sol n a c i e n t e - c o m o lo :
g u e n h a c i e n d o h o y e n d í a - p a r l o t e a n d o e x c i t a d a m e n t e e n la sabana africana. E n u
fusión d e personajes e identidades m u y propia de E g i p t o , el sol era R a o R e , el di
solar, la manifestación visible d e A t u m (a m e n u d o c o n o c i d o c o m o A t u m - R a ) ; H o r
era la luz solar, q u e atraviesa el cielo c o m o u n h a l c ó n , y q u e a m e n u d o se fundía
H o r u s - R a , p o r lo q u e el a m a n e c e r era t a m b i é n la r e s u r r e c c i ó n d e Osiris. El Libro
los muertos —traducción habitual del título d e la o b r a - era, más l i t e r a l m e n t e , «los caj
28
tulos acerca de la e m e r g e n c i a p o r el día» :
286
1 2 . N e f t i s e I s i s e n la s u p e r f i c i e i n t e r n a d e l a s p u e r t a s d e l tercer
santuario de T u t a n k a m o n ( c . 1 3 2 5 a. C ) . E n e l e s p a c i o e n t o r n o a s u s
c u e r p o s a p a r e c e i n s c r i t a la p r o m e s a d e v i d a e t e r n a p a r a e l r e y , que
1
a c o m p a ñ a r á al d i o s s o l a r R a e n s u b a r c a p o r e l c i e l o "
287
hundiéndote en el polvo con la barca vespertina del sol.
Sales y te pones; subes con Isis,
31
ascendiendo con la barca matutina del sol .
Orígenes de Isis
288
1 3 . P e c t o r a l d e o r o e n f o r m a d e Isis alada ( d i n a s t í a E t í o p e 3 ,
c . 7 1 0 - 6 6 3 a. C . T u m b a c u s i t a d e l r e y A m a r i n a t a k i - l e b t e , Nuri,
Sudán)
289
14. Isis y N e f t i s c o m o d i o s a s s e r p i e n t e . S u s n o m b r e s aparecen
i n s c r i t o s f r e n t e a e l l a s ; l l e v a n las c o r o n a s d e l b a j o y d e l alto
Egipto, respectivamente (XIX d i n a s t í a , c . 1 3 0 0 a. C . Tumba
d e S e t i I, v a l l e d e l o s R e y e s , Tebas)
290
tenecen a la m i s m a esfera d e s e n t i m i e n t o según la cual las fuerzas d e r e n o v a c i ó n p e r -
petua de la naturaleza q u e d a n ilustradas p o r la c o n s t a n t e fertilidad del cerdo. Isis suje-
ta una escalera en la m a n o , lo q u e sugiere los niveles d e la t r a n s f o r m a c i ó n y recuerda
además las escaleras q u e se p i n t a b a n a los lados d e las t u m b a s para q u e el alma ascen-
diera al cielo. M á s adelante, la virgen M a r í a recibe el apelativo d e «puerta del cielo» y
la i m a g e n de la escalera reaparece en el m i t o d e Sofía.
Al igual q u e el m i l a n o , la serpiente y el c e r d o , la existencia divina t a m b i é n se m a -
nifestaba en la vaca, el toro, el chacal, el c o c o d r i l o , el gato, el h a l c ó n , el gavilán, el b u i -
tre, la garza, el e s c o r p i ó n , el carnero, el sapo y el escarabajo p e l o t e r o , entre otros, así
c o m o en criaturas c o m p u e s t a s y en animales y aves i m a g i n a r i o s . El gran e g i p t ó l o g o
H e n r i Frankfort señala q u e esta asombrosa v a r i e d a d sugiere «que se sentía u n a r e v e -
rencia religiosa subyacente hacia t o d a la vida animal», hasta tal p u n t o q u e «los a n i m a -
17
les en sí m i s m o s poseían significado religioso para los egipcios» . Es posible q u e esto
surgiese de la p e r c e p c i ó n d e la alteridad sagrada d e los animales: «Los animales n u n c a
cambian y especialmente e n este aspecto p a r e c e n participar —en u n g r a d o d e s c o n o c i -
1
do para el h o m b r e - d e la naturaleza f u n d a m e n t a l d e la creación» ". Frankfort ha m o s -
trado el carácter d o m i n a n t e de la creencia egipcia e n la i n m u t a b i l i d a d del universo; d e
291
a c u e r d o c o n esta idea, el ú n i c o gran a c o n t e c i m i e n t o t u v o lugar e n los orígenes, cuan-
d o el m u n d o e m e r g i ó , d e m a n e r a q u e t o d o el o r d e n c ó s m i c o y social t o m a c o m o re-
39
ferencia aquella «primera vez» .
La alteridad de los animales se observaba d e f o r m a m u y particular y minuciosa; no
p o d e m o s e n t e n d e r c ó m o la fuerza creadora q u e es Isis p u e d e manifestarse e n u n cer-
d o , u n a s e r p i e n t e y u n a cabra - o e n la mitología egipcia e n g e n e r a l - sin analizar la per-
c e p c i ó n q u e los antiguos egipcios tenían d e los animales d e su e n t o r n o . P o r p o n e r tan
sólo u n ejemplo, el e g i p t ó l o g o francés R . A. Schwaller d e L u b i c z y su esposa, Isha, ex-
plican q u e el dios A n u b i s (hijo d e Neftis y Osiris), q u e c o n d u c e a los m u e r t o s al in-
f r a m u n d o y q u e es llamado el «juez» y dios d e la t r a n s f o r m a c i ó n , tiene cabeza d e cha-
cal p r e c i s a m e n t e p o r q u e el chacal es el animal q u e evita q u e la c a r n e d e otros animales
q u e d e fuera del ciclo de la vida, p o r q u e es capaz de c o m e r l a c u a n d o n i n g ú n o t r o ani-
mal lo es. El chacal desgarra su c o m i d a e n pedazos y los entierra, d e s e n t e r r á n d o l o s j u s -
to e n el m o m e n t o a d e c u a d o para c o m é r s e l o s . Así, el chacal transforma la c a r n e putre-
facta e n a l i m e n t o d a d o r de vida. «Lo q u e sería v e n e n o s o para p r á c t i c a m e n t e cualquier
otra criatura, e n él se c o n v i e r t e e n u n e l e m e n t o d e la vida m e d i a n t e u n a transforma-
40
c i ó n de los e l e m e n t o s q u e están o c a s i o n a n d o la m i s m a d e s c o m p o s i c i ó n » .
A n u b i s es q u i e n equilibra la balanza c u a n d o c o r a z ó n del difunto se pesa para deci-
dir si el alma es digna d e entrar a presencia d e Osiris; es el j u e z e n c a r g a d o d e pesar por-
q u e , al c o m e r , el chacal distingue c o n e x a c t i t u d los e l e m e n t o s capaces d e transformar-
se d e los q u e n o lo son. P o r la m i s m a razón, e n lo rituales de e m b a l s a m a m i e n t o los
intestinos del difunto se p o n e n bajo el c u i d a d o d e A n u b i s , cuya i m a g e n está pintada en
el j a r r o q u e los c o n t i e n e tras la m u e r t e . El m i s m o p r i n c i p i o entra e n j u e g o c u a n d o Isis
t o m a la f o r m a de u n m i l a n o para revitalizar a Osiris. El m i l a n o aparece a ojos del via-
j e r o m o d e r n o c o m o u n d e p r e d a d o r c a r r o ñ e r o d e e n o r m e s alas, p e r o p r e c i s a m e n t e es-
to q u i e r e decir q u e el m i l a n o p u e d e c o m e r c a r n e q u e otras aves y animales n o p u e d e n
ingerir, y p o r lo t a n t o p u e d e r e d i m i r el alma del ciclo vital desde el p u n t o más alejado
d e su e n c a r n a c i ó n . D e este m o d o , la brisa creada p o r el batir d e sus grandes alas en el
m o m e n t o en q u e agarra su presa se c o n v i e r t e e n hálito d e vida. D e s d e esta perspecti-
va, t a m b i é n logra e n t e n d e r s e el significado de la i m a g e n del b u i t r e c o m o diosa de la
m u e r t e y d e la r e g e n e r a c i ó n d e Catal H ü y ü k . Así, e n todas las manifestaciones d e dio-
ses y diosas c o m o animales, aves, reptiles e insectos se d e b e r e c o r d a r esta veneración
precisa y práctica p o r el a c o n t e c e r sagrado d e la naturaleza.
P o r c o n s i g u i e n t e , las historias e imágenes q u e d a n vida a estas manifestaciones p u e -
d e n e n s e ñ a r n o s m u c h o sobre la naturaleza del s i m b o l i s m o . La diosa S e k h m e t , por
e j e m p l o , t i e n e u n a magnífica cabeza d e leona, y lleva sobre ella el sol r o d e a d o p o r el
u r e o , la cobra q u e escupe fuego, c o m o i m a g e n d e energía p o d e r o s a m e n t e c o n c e n t r a -
da - p o d e m o s percibirla e n el l e ó n , en el sol abrasador, en la cobra q u e e s c u p e y, p o -
t e n c i a l m e n t e , en los seres h u m a n o s - y, c o m o i m p l i c a n las i m á g e n e s , la fuerza misma
de su c o n c e n t r a c i ó n p u e d e volverse destructiva si se yerra el b l a n c o ( c o m o e n la histo-
292
1 6 . La d i o s a S e k h m e t , de
cabeza de l e ó n , sentada con
el d i s c o s o l a r y e l ureo
s o b r e la c a b e z a ( e s t a t u a de
g r a n i t o n e g r o , XXII d i n a s t í a ,
c. 9 3 0 a. C . T e m p l o de
Mut, Karnak)
293
17. Isis, p i n t a d a e n oro,
c o n el t r o n o d e o r o sobre
la c a b e z a , arrodillada
s o b r e el e m b l e m a de o r o ,
s u j e t a e l a n i l l o d e la
eternidad (sarcófago de
Amenhotep I I , c. 1427-
1 4 0 1 a. C . T u m b a de
Amenhotep [Amenofis]
II, v a l l e de l o s Reyes,
Tebas)
1 8 . ( p . 295, izquierda) Isis
e n u n t r o n o , c o n el r e y
S e t i I e n su r e g a z o (XIX
d i n a s t í a , c. 1 3 0 0 a. C.
T e m p l o d e S e t i I,
Abidos)
19. (p. 295, derecha) Isis
a m a m a n t a n d o a Seti I
(XIX d i n a s t í a , c. 1300
a. C . T e m p l o d e S e t i I,
Abidos)
Isis c o m o trono
294
diosa m a d r e y u n sacerdote c o m o su rey c o n s o r t e , se construía e n f o r m a d e m o n t a ñ a .
En E g i p t o la p i r á m i d e t a m b i é n simbolizaba la colina p r i m i g e n i a .
En u n a e x t e n s i ó n de este simbolismo, el regazo d e la diosa Isis se c o n v i r t i ó en el
trono real de E g i p t o , d e m o d o q u e subir al t r o n o equivalía a sentarse en su regazo, y
m a m a r de su p e c h o equivalía a recibir el a l i m e n t o d i v i n o q u e otorgaría al rey las c u a -
lidades de la realeza y garantizaría su d e r e c h o a g o b e r n a r : «El t r o n o " h a c e " al rey», c o -
m o dicen m u c h o s de los textos, y ya en la I dinastía u n faraón se llamaba a sí m i s m o
4
«hijo de Isis» ". Así, Isis es la m a d r e del rey, q u e g o b i e r n a la tierra en su lugar c o m o h i -
j o suyo. Así era c o m o se percibía el o r d e n c ó s m i c o del universo e n relación c o n el o r -
den social de los seres h u m a n o s —»el d e r e c h o d i v i n o d e los reyes», c o m o nosotros lo
d e n o m i n a m o s . Pero, c o m o nos recuerda Frankfort, o f r e c i é n d o n o s u n a i m p o r t a n t e v i -
sión del p e n s a m i e n t o mítico, n o p u e d e decirse q u e
295
Isis fuera originalmente el trono personificado, ni que el trono adquiriese una calidad trascen-
dental por ser concebido como madre. Ambas nociones están fundamentalmente interrelacio-
nadas, y el pensamiento mitopoético expresa dicho vínculo como identidad. El trono hacía ma-
nifiesta una fuerza divina que convertía a uno de varios príncipes en un rey capacitado para
gobernar. La reverencia experimentada ante esta manifestación de poder se articuló en la ado-
43
ración de la diosa madre .
Isis y Hathor
296
denada de la creación: la diosa m a d r e , q u e p r o d u c e la vida desde su interior, la d e f i e n -
45
de, m a n t i e n e y alimenta c o n su leche e t e r n a , y la rodea p o r t o d o s los lados .
U n paralelo más entre Isis y H a t h o r se deriva del h e c h o d e q u e ambas diosas t i e n e n
un hijo llamado H o r u s . E n cada caso se trata d e u n a figura a p a r e n t e m e n t e distinta, p e -
ro con u n n o m b r e c h o c a n t e m e n t e i d é n t i c o (a veces se los distingue c o m o H o r u s el
mayor y H o r u s el m e n o r ) . El n o m b r e de H a t h o r significa «casa de H o r u s » , y expresa
una sensación concreta: el d o r a d o h a l c ó n solar, H o r u s , el dios del sol, al volar del este
hacia el oeste entraba cada n o c h e p o r la b o c a d e H a t h o r , y renacía de ella c o m o hijo
suyo cada día. Era, p o r lo t a n t o , su hijo recién n a c i d o p o r la m a ñ a n a , c u a n d o la luz r o -
ja de la aurora simbolizaba la sangre del p a r t o d e su m a d r e ; tras ganar fuerzas a lo lar-
go del día, se convertía e n su c o n s o r t e adulto p o r la tarde, c u a n d o la n o c h e negra del
c u e r p o estrellado d e la diosa lo engullía. E n u n c a m b i o d e metáforas característica-
m e n t e a b r u p t o , H o r u s , el sol, el ave de presa, t a m b i é n era l l a m a d o «toro d e su madre»;
c o m o todos los hijos-amantes de la diosa m a d r e , era a m a n t e d e su m a d r e y se c o n v e r -
tía así en padre de sí m i s m o .
297
20. Hathor surge
d e la m o n t a ñ a
occidental, dentro
d e la c u a l hay
construida una
c a p i l l a t u m b a ; las
e s t r e l l a s d e la noche
e s t á n s o b r e su
c u e r p o y el menat
p e n d e d e su cuello;
a p a r e c e a n t e 'un
c u e n c o de flores de
l o t o , la flor d e la
q u e s a l i ó el s o l p o r
p r i m e r a v e z ; el
alado ojo wedjat
d e H o r u s o f r e c e su
protección d e s d e lo
alto (pintura sobre
p a p i r o , c. 1 0 0 0 a. C . )
298
D e t o d o s m o d o s , u n o n o p u e d e resistirse a p r e g u n t a r si es éste el m i s m o H o r u s
que fue hijo d e Isis y O s i r i s . O , más a ú n , si el n i ñ o p e q u e ñ o q u e Isis a m a m a n t ó e n
los p a n t a n o s creció hasta c o n v e r t i r s e e n el h a l c ó n q u e c r u z a b a el cielo v o l a n d o c o -
m o sol, y q u e l u e g o se c o n v e r t í a e n el p e q u e ñ o hijo d e H a t h o r p o r la m a ñ a n a . Tal
vez podría hablarse d e historias paralelas q u e se c r u z a n e n los p u n t o s d e g r a n i n t e n -
sidad. Si se da p r e p o n d e r a n c i a a las i m á g e n e s , u n a h i s t o r i a habla d e Isis y O s i r i s , a
quien se llamaba el t o r o ; su hijo se llamaba H o r u s y c r e c i ó hasta c o n v e r t i r s e e n el
halcón d o r a d o del sol. O s i r i s , «el más g r a n d e d e los occidentales» se identificaba c o n
el sol q u e se p o n e al oeste, c o n la tarde, c o n el ayer y c o n t o d o lo pasado. T o d o e s -
to se identificaba a su vez c o n el p a d r e m u e r t o del faraón vivo. P o r o t r o lado, H o r u s ,
el hijo, se identificaba c o n el sol n a c i e n t e del este, c o n la m a ñ a n a , c o n el día de hoy,
con el p r e s e n t e y c o n el faraón vivo e n el t r o n o . Este p a n o r a m a d e c o m p l e j i d a d c a -
si i n s o p o r t a b l e se h a c e m á s claro si u n o se da c u e n t a d e q u e Osiris y H o r u s son s u s -
t a n c i a l m e n t e dos aspectos d e u n a m i s m a figura: lo viejo y lo n u e v o , el m o r i r y el r e -
nacer. A partir d e aquí u n o p u e d e i m a g i n a r s e la historia e x t e n d i é n d o s e hasta el cielo,
que es H a t h o r ; ésta se»convierte» e n t o n c e s e n la m a d r e p o r m e d i o de la cual lo v i e -
j o se r e n u e v a , y su «Casa d e H o r u s » e n el v e h í c u l o d e t r a n s f o r m a c i ó n d o n d e m u e r e
y renace el sol. Así, p o r la tarde, c u a n d o el día ha pasado, H o r u s , c o m o O s i r i s , es el
toro d e H a t h o r , y p o r la m a ñ a n a O s i r i s , c o m o H o r u s , r e n a c e a la luz del día q u e l l e -
ga. E n este p u n t o p o d e m o s decir q u e H a t h o r e Isis t a m b i é n se h a n f u n d i d o en u n a
sola figura.
La naturaleza i n t e r c a m b i a b l e de H a t h o r e Isis aparece e n este h i m n o de creación,
d o n d e el hijo de la luz o el dios solar n o se llama R a ni H o r u s , sino Ihy:
299
y lo hallé en el Punt. Construí allí una casa, en la ladera
5
donde mi madre reside bajo sus sicómoros ".
Salve sobre salve a ti, expresiones de júbilo para ti, oh, dorada...
¡Única gobernante, ureo del propio señor supremo!
Misteriosa, la que da a luz a los seres divinos,
forma los animales, los modela como le place, diseña los hombres...
¡Oh, madre!... Luminosa que hace retroceder la oscuridad,
que ilumina a cada criatura humana con sus rayos,
salve, grande de muchos nombres...
¡Tú, de quien surgen los seres divinos
bajo este nombre tuyo de Mut-Isis!
¡Tú, que permites que la garganta respire, hija de R e ,
que te escupió de su boca bajo este nombre tuyo de Tefnut!
¡Oh, Neith, que apareció en tu barca bajo este nombre tuyo de Mut!
¡Oh, madre venerable, tú, que derrotas a tus adversarios
bajo este nombre tuyo de Nekhbet!
¡Oh, tú, que sabes dar buen uso al corazón,
tú, que triunfas sobre tus enemigos bajo este nombre tuyo de Sekhmet!
Es la dorada... La señora de la embriaguez, de la música, de la danza,
del incienso, de la corona de las jóvenes,
a quien aclaman los hombres porque la aman.
Es el oro de los seres divinos, que viene al m u n d o en su estación,
en el mes de Epiphi, el primer día de la luna creciente,
en la fiesta de «ella es liberada»...
El cielo lo celebra, la tierra está llena de alegría,
51
el castillo de Horus se regocija .
300
21. N u t c o m o vaca
celeste, sostenida
p o r S h u , l l e v a n d o la
barca d e l s o l (XIX
d i n a s t í a , c. 1 3 0 0 a.
C . T u m b a d e S e t i 1,
£.4
valle de los Reyes,
Tebas)
.s
i:
Isis y Nut
301
y***** *******
2 2 . La d i o s a d e l c i e l o , Nut
e n g u l l e y da a l u z al d i o s
del sol, c u y o s rayos caen
sobre Hathor, que
r e p r e s e n t a el horizonte
(relieve p i n t a d o de un
t e c h o , c. 1 1 6 a. C . - 3 4 d. C .
T e m p l o de Hathor,
Dendera)
302
23. N a c i m i e n t o del sol
(detalle del m u r o norte,
c á m a r a f u n e r a r i a d e la
t u m b a d e R a m s é s V I , XX
d i n a s t í a , c. 1 1 5 0 a. C . Valle
de los R e y e s , Tebas)
D e s d e la perspectiva matriarcal, N u t es la f o r m a f e m e n i n a d e N u n , el o c é a n o p r i m o r
dial q u e t o d o lo abarca; es la inmutable, la d u r a d e r a , el r e c e p t á c u l o fundamental. El sol,
la luna y las estrellas son sus hijos temporales y p e r e c e d e r o s , q u e se alzan y caen c o n las
mareas de su c u e r p o (figura 22). D e s d e la perspectiva patriarcal, p o r el c o n t r a r i o , el dios
del sol es el centro, el ser p r i m a r i o ; viaja e n su barca p o r el «abismo acuoso del cielo»,
representado c o m o el c u e r p o d e la vaca celeste q u e lo trasporta más q u e lo genera (ver
figura 21). O él es la epifanía d e la q u e es testigo t o d a la creación, c o m o se expresa e n
la figura 23 m e d i a n t e el gesto gozoso d e los brazos alzados en ofrenda a su r e n a c i
miento.
E n esta visión d e la o r d e n a c i ó n de la creación, N u t ya n o es f o r m a l m e n t e la m a d r e
del dios solar, R a , la manifestación visible de A t u m , el c o m p l e t o ; es su nieta. Se trata
de u n a inversión de papeles q u e nos es familiar desde la é p o c a de S u m e r y de Babilonia,
a u n q u e e n E g i p t o a m b o s roles coexisten sin la necesidad de elegir entre a m b o s .
R u n d l e Clark sugiere q u e el p u n t o de vista matriarcal era el más arraigado e n las g e n
tes del p u e b l o , mientras q u e eran p r i n c i p a l m e n t e los sacerdotes q u e f o r m u l a b a n las e n -
303
54
señanzas religiosas quienes defendían el p u n t o de vista patriarcal . La historia d e la sa-
lida del sol c a m b i a d e u n a m a n e r a bastante radical desde el p u n t o d e vista patriarcal: el
enrojecerse d e la aurora ya n o se considera la sangre del p a r t o d e la m a d r e , sino la san-
gre d e la s e r p i e n t e de la oscuridad, Apofis (o A p e p ) , a q u i e n el sol ha d a d o heroica-
m e n t e m u e r t e . C o m o Set, la serpiente p u e d e ser h e r i d a , p e r o n u n c a t o t a l m e n t e des-
truida; cada n o c h e renace, al igual q u e el sol renace c o n cada a m a n e c e r . E n la figura
24, i m a g e n q u e es u n p r o d i g i o d e equilibrio, Set alancea a Apofis, q u e es otra d i m e n -
sión d e sí m i s m o , mientras q u e el sol p e r m a n e c e s e n t a d o e n su barca. Esta i m a g e n de
conflicto nos es b i e n c o n o c i d a p o r otras culturas d e la E d a d del B r o n c e y la E d a d del
H i e r r o , y pasó a Grecia y R o m a c o m o el m i t o d e la d e r r o t a d e las fuerzas de la oscu-
ridad a m a n o s del dios d e la luz.
Fuese c o m o fuese c o n c e b i d o el sol, N u t , c o m o cielo n o c t u r n o , n u n c a a b a n d o n ó su
papel central e n el c u i d a d o de aquellos cuyos días h a b í a n t e r m i n a d o . A p a r e c e d e for-
m a r e c u r r e n t e e n los sarcófagos; a m e n u d o hay u n a i m a g e n suya e n el fondo, o r i e n t a -
da hacia arriba, y otra e n la cara i n t e r n a d e la tapa, o r i e n t a d a hacia abajo, para q u e el
difunto p u e d a e n verdad reposar en el a m o r o s o abrazo d e la m a d r e celestial y ser d e -
v u e l t o al c u e r p o d e la diosa, c o m o el sol p o r la n o c h e , a fin d e renacer a la aurora de
la e t e r n i d a d :
304
2 5 . E l s a r c ó f a g o c o m o ú t e r o d e la d i o s a N u t , el
a l m a d e l d i f u n t o a t r a v i e s a e l c u e r p o d e la d i o s a
p a r a r e n a c e r c o m o el s o l ( f o n d o d e un
s a r c ó f a g o , c . s i g l o VII a. C.)
Isis y Maat
305
•
El principio de la armonía es una ley cósmica, la voz de dios. Sea cual sea el desorden q
el hombre o los accidentes naturales fortuitos puedan provocar, la naturaleza, por sí sola, v i
verá a ponerlo todo en orden a través de las afinidades (la consciencia que habita en todas
cosas). La armonía es la ley a priori escrita en toda la naturaleza; se impone a nuestra intelige
59
cia, pero en sí misma resulta incomprensible .
306
2 6 . La d i o s a M a a t e n e l d i n t e j q u e e n m a r c a la e n t r a d a d e la
t u m b a de N e f e r t a r i , e s p o s a de R a m s é s II, A n u b i s a p a r e c e sobre
l o s m u r o s d e a m b o s l a d o s (XIX d i n a s t í a , c . 1 2 9 0 - 1 2 2 4 a. C.)
He venido a ti, soy Thot, mis dos manos unidas para transportar a Maat.
...Maat está en todo lugar que te pertenezca... Te alzas con Maat,
vives con Maat, unes tus miembros a Maat, haces que Maat
repose en tu cabeza para que pueda sentarse sobre tu frente.
Te haces joven de nuevo ante la visión de tu hija Maat,
vives del perfume de su rocío.
Maat se lleva como un amuleto en tu cuello, reposa sobre tu pecho,
los seres divinos te recompensan con Maat, pues conocen su sabiduría...
Tu ojo derecho es Maat, tu ojo izquierdo es Maat...
tu carne, tus miembros son Maat...
tu comida es Maat, tu bebida es Maat...
307
27. El rey Seti I hace la
ofrenda de Maat (XIX
dinastía, c. 1300 a. C .
T e m p l o de Seti I, Abidos
308
64
Maat en su corazón» , e n t o n c e s T h o t lo llevaba ante Osiris, señor del i n f r a m u n d o y
de la vida e t e r n a , detrás d e q u i e n estaban Isis y Neftis. E n la figura 28, el ojo alado de
H o r u s sujeta en sus garras de ave la p l u m a de M a a t y se la acerca a Osiris, q u e e n c a r -
na a M a a t e n el i n f r a m u n d o . Las aguas p r i m o r d i a l e s de N u n yacen bajo el t r o n o d e
Osiris, y de ellas nace el l o t o (que florece al sol d e la m a ñ a n a c o n v i r t i é n d o s e , p o r lo
tanto, e n la flor cósmica original cuyos pétalos se a b r i e r o n para revelar el sol q u e , en
aquel instante, se alzó y e c h ó a volar p o r el cielo). Los cuatro hijos de H o r u s , q u e sos-
tienen los cuatro p u n t o s cardinales del universo, se apoyan sobre la superficie de la flor,
a u n q u e en última instancia se apoyan en N u n .
La idea de M a a t equivale a los me de S u m e r , y p o s t e r i o r m e n t e al tao de la filosofía
china, al dharma de India y a sofía de la literatura sapiencial del a n t i g u o T e s t a m e n t o y
de la tradición gnóstica cristiana; quizá t a m b i é n sea equivalente al «reino de los cielos»
tal y c o m o Jesús e m p l e a el t é r m i n o en los Evangelios sinópticos, y al «reino» de los
Evangelios gnósticos. T o d o s estos t é r m i n o s se refieren de diferentes maneras a u n a i m a -
309
2 9 . Isis s a l u d a a R a m s é s III m i e n t r a s u n a s i s t e n t e s o s t i e n e la
p l u m a de M a a t ( t u m b a de A m e n h i r k h o p s h e f , hijo de Ramsés
I I I , XX d i n a s t í a , c. 1 1 6 3 - 1 1 5 6 a. C . V a l l e d e l a s Reinas)
310
La d i o s a de los m i l nombres
311
Diosa d e la p a l a b r a d e l poder
312
A q u í la serpiente es el p o d e r activo d e Isis, u n aspecto d e sí m i s m a e n relación c o n
R a , al q u e la diosa da forma. A d e m á s , el m i s t e r i o q u e rodea el n o m b r e secreto del «al-
tísimo» anticipa el carácter i m p r o n u n c i a b l e del n o m b r e santo de Yahvé e n la tradición
hebrea. A veces Isis era llamada esposa de R a o m a d r e d e R a o, de f o r m a a ú n más c o m -
prensible, la contrapartida femenina del abismo d e agua p r i m i g e n i o , c o m o N u t , f u e n -
te de toda la vida. Su p o t e n c i a mágica p e n e t r ó e n todas las r e g i o n e s d e la i m a g i n a c i ó n :
la vida en la tierra, la vida de las alturas, d e los cielos, y la vida d e las profundidades,
del i n f r a m u n d o .
Madre e hijo
T o d o el día, mientras atendía a sus necesidades, añoraba a mi pequeño. Cuando volví, es-
perando abrazarlo, encontré a mi hermoso Horus dorado, mi inocente niño sin padre, tendido
en el suelo con agua manando de sus ojos y saliva cayendo de sus labios. Su cuerpo estaba iner-
te, su corazón estaba débil, los pulsos de su cuerpo no latían. Grité diciendo: «¡Aquí estoy, aquí
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estoy!», pero el niño estaba demasiado débil para contestar .
«¡No temas, divina Isis!, ¡y tú, Neftis, no te lamentes! He bajado del cielo con el aliento de
la vida para curar al niño, para alegría de su madre». T h o t pronuncia las palabras mágicas de p o -
der, Horus se recupera, y luego, el dios ha de irse: «Pero me esperan para partir en la barca de
6
la tarde y para zarpar luego en la barca de la mañana» *.
313
E n u n relato similar, la propia Isis cura la picadura del escorpión. A u n q u e la histo
narra el drama de la picadura del hijo de otra persona, en lugar del propio, la sensaci
de pérdida es c o m ú n a ambas. Tras la m u e r t e d e Osiris, Set apresa a Isis y la obliga a ti
bajar en u n a hilandería. (A la luz del papel de la gran m a d r e c o m o hilandera del desti
a partir de sí misma, esto cobra u n significado especial.) Pero T h o t la ayuda a escapar, <
ciéndole q u e se esconda e n los pantanos. Así q u e , en c o m p a ñ í a de siete escorpiones,
314
diosa parte hacia la ciudad cocodrilo q u e se encuentra al b o r d e de los pantanos. D e ca-
mino, cierta rica señora le cierra la puerta en la cara, mientras q u e una chica p o b r e del
pueblo de pescadores la invita a su h u m i l d e hogar. A h o r a bien, a los escorpiones, sus c o m -
pañeros, esto les ofendió e n o r m e m e n t e y u n o se deslizó bajo la puerta y picó al hijo de
la mujer rica. Desconsolada, la señora se arrepiente de lo q u e hizo e Isis la p e r d o n a :
Entonces Isis le gritó diciendo: «¡Ven a mí! Ven ante quien posee el secreto de la resurrec-
ción. Soy una hija, bien conocida en su pueblo, que puede expulsar el veneno con su hechizo...».
Así pues, Isis puso las manos sobre el niño para aliviarlo mientras éste boqueaba, tratando de res-
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pirar. «¡Oh, veneno de Tefen, ven, mana al suelo!... Q u e el niño viva y el veneno muera...»
¡Ay, Horus, hijo mío! Postrado por la fiebre en un lugar solitario. Allí no hay agua, ni tam-
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poco estoy yo. Q u e se me traiga agua de entre las riberas de un arroyo para apagar el fuego .
Ay, niño pequeño!, ¡ay, hijo mío! ¿Estás ardiendo, pajarito mío?, ¿tienes demasiado calor,
ahí en el arbusto? T u madre no puede estar contigo, ni hay hermana que te abanique, ni n o -
71
driza que te asista .
La Isis helenística
315
U n h i m n o a Isis, c o m p u e s t o en g r i e g o e n C i m i e n u n a fecha tan tardía c o m o el
glo II d. C , c o n c i b e a la diosa c o m o la p o r t a d o r a , e n t r e otras, d e las v i r t u d e s q u e ]
b i t u a l m e n t e se atribuían a M a a t , c o m o el o r d e n a m i e n t o c o r r e c t o del universo, el es
b l e c i m i e n t o d e la ley (función t a m b i é n asignada a la D e m é t e r griega) y la implantac:
de la p e r c e p c i ó n m o r a l e n los seres h u m a n o s : «Dispuse q u e lo v e r d a d e r o fuese coi
d e r a d o b u e n o » . Está escrito e n f o r m a narrativa c o m o si Isis estuviese h a b l a n d o y
igual q u e sucede en Plutarco, algunas divinidades egipcias h a n sido sustituidas p o r
correlatos griegos; h a n pasado al m e n o s 3.000 años tras la p r i m e r a m e n c i ó n del n o
bre d e la diosa e n la I dinastía:
316
Hice que lo bello y lo vergonzoso se distinguieran por naturaleza.
Dispuse que nada fuera tan temible como un juramento.
He puesto al que conspiraba contra otros en manos de aquel contra quien conspiraba.
Establecí castigos contra los que obran injusticia.
Decreté misericordia para los suplicantes.
Protejo (u honro) a los guardias virtuosos.
Conmigo prevalece el derecho.
Soy la reina de los ríos, de los vientos y del mar.
Nadie recibe honores sin que yo lo sepa.
Soy la reina de la guerra.
Soy la reina del rayo.
Encrespo el mar y lo calmo.
Estoy en los rayos del sol.
Cuando me plazca, también esto acabará.
Conmigo todo es razonable.
Libero a los cautivos.
Soy la reina de la navegación.
Hago navegable lo innavegable cuando me place.
Creé los muros de las ciudades.
Me llaman legisladora [thesmóforos, como Deméter].
Saqué a la luz islas desde las profundidades.
Soy el señor de las tormentas de lluvia.
Venzo al destino.
El destino me escucha.
73
¡Salve, Egipto, que me alimentaste!
317
del cristianismo. A p u l e y o , q u e escribía e n latín, identifica a Isis c o n C e r e s , Venus
Proserpina en t a n t o q u e diosa del t r i g o y los cultivos. N o s c u e n t a c ó m o los sistros
seguían a g i t a n d o hasta q u e salía el sol d u r a n t e las fiestas celebrados e n su t e m p l o
R o m a . Pausanias t a m b i é n nos habla de las fiestas d e Isis en T i t o r e a , d o n d e cualqui
74
profano q u e los viera n o vivía para c o n t a r l o .
A p u l e y o era b u e n c o n o c e d o r d e las leyes, a d e m á s d e iniciado e n los Misterios
Isis. E n su libro El asno de oro, Isis se aparece a L u c i o ; la diosa va a transformarle de ;
n o e n h o m b r e , e n lo q u e constituye u n a precisa metáfora d e iniciación:
Aquí me tienes, Lucio; tus ruegos me han conmovido. Soy la madre de la inmensa natu:
leza, la dueña de todos los elementos, el tronco que da origen a las generaciones, la supreí
divinidad, la reina de los Manes, la primera entre los habitantes del cielo, la encarnación ún
de dioses y diosas; las luminosas bóvedas del cielo, los saludables vientos del mar, los silenc
desolados de los infiernos, todo está a merced de mi voluntad; soy la divinidad única a qui
venera el m u n d o entero bajo múltiples formas, variados ritos y los más diversos nombres. I
frigios, primeros habitantes del orbe, me llaman diosa de Pessinonte y madre de los dioses; s
Minerva Cecropia para los atenienses autóctonos; Venus Pafia para los isleños de Chipre; Di;
Dictymna para los saeteros de Creta; Proserpina Estigia para los sicilianos trilingües; Ceres Ac
para la antigua Eleusis; para unos soy J u n o , para otros Bellona, para los de más allá Rhamnu:
los pueblos del sol naciente y los que reciben sus últimos rayos de poniente, las dos Etiopía
los egipcios poderosos por su antigua sabiduría me honran con un culto propio y me conoc
por mi verdadero nombre: soy la reina Isis. H e venido por haberme compadecido de tus d
gracias; heme aquí favorable y propicia. Déjate ya de llorar, pon fin a tus lamentos, desecha
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pesimismo; ahora, por mi providencia, empieza a amanecer el día de tu salvación .
Los misterios egipcios, desde los de las p r i m e r a s dinastías hasta los más tardíos, p
t e n e c i e n t e s al r e i n o N u e v o se celebraban e n secreto e n las cámaras internas de los te
píos, c u y o acceso estaba p r o h i b i d o a la g e n t e ordinaria. E n ellos se escenificaba la ]
sión d e Osiris, su vida, la f o r m a e n q u e m o r í a , su necesidad d e p r o t e c c i ó n en
i n f r a m u n d o , la ayuda de Isis y Neftis y del resto d e las diosas y dioses, y su r e s u r r
ción, e n la cual participaba t o d o el universo. C o m o fiesta q u e marcaba el paso de
año, su historia d e b i ó de servir d e inspiración a t o d o aquel q u e anhelase ser l i b e n
e n cualquier sentido. U n a inscripción e n u n a d e las t u m b a s dice: «Esto será útil tai
76
para u n h o m b r e aquí en la tierra c o m o para c u a n d o haya m u e r t o » .
Pero e n el relato d e los misterios p r e s e n t a d o p o r A p u l e y o , m u c h o s siglos despt
si n o u n m i l e n i o , el c e n t r o d e a t e n c i ó n se h a desplazado hasta Isis. La historia de El
no de oro se c u e n t a desde el p u n t o d e vista d e u n i n i c i a d o (a diferencia de las histoi
sobre los Misterios d e Eleusis, q u e p r o c e d e n d e sacerdotes cristianos), de f o r m a q u e
q u e d a eclipsado el e s p l e n d o r de las c e r e m o n i a s . Lucio, c u y o n o m b r e significa «luz», 1
bía sido c o n v e r t i d o e n asno; c u a n d o «el sol brilló a m e d i a n o c h e » , se reveló la luz
318
3 3 . Isis c o n s e r p i e n t e s (moneda,
s i g l o 1 a. C . Egipto)
del seno de las aguas, surge un divino rostro cuya mirada infundiría respeto a los mismos dio-
ses; luego, poco a poco, salió el cuerpo entero; agita violentamente las aguas y se planta i n m ó -
vil ante mis ojos. ¡Qué maravillosa aparición! Trataré de daros una idea, suponiendo que la p o -
breza del lenguaje humano o la propia divinidad quieran hacer posible la descripción
suministrándome todos los recursos de la más expresiva oratoria.
En primer lugar su rica y larga cabellera, un tanto rizada, caía suavemente sobre su escote
divino en ondulaciones sueltas y dispersas. Una corona de variadas clases de flores e irregular-
mente dispuestas ceñía, como remate, su cabeza; en su centro y coincidiendo con la frente ha-
bía un disco plano que, como un espejo, o mejor dicho, cual luna simbólica, reflejaba una blan-
ca claridad. A derecha e izquierda, el disco descansaba sobre las anillas de unas víboras a punto
de incorporarse, y para mayor realce colgaban por encima unas espigas como atributo de Ceres.
Su túnica multicolor, de un finísimo lienzo, pasaba del más esplendoroso blanco al oro del aza-
frán más florido, y luego al más vivo granate de la rosa. Pero lo que ante todo y sobre todo des-
lumhraba mis ojos era su manto de un oscuro tan intenso que irradiaba reflejos de puro negro.
Ese manto envolvía su busto pasando bajo el hombro derecho y cubriendo el izquierdo a ma-
nera de escudo; uno de sus extremos caía en artísticos pliegues hasta rematarse en su orla infe-
rior con unos graciosos flecos.
Todo el remate bordado y hasta el lienzo de fondo estaba sembrado de radiantes estrellas,
319
3 4 . Isis a m a m a n t a a H o r u s
e n su r e g a z o ( e s t a t u a de
c o b r e , 2 0 4 0 - 1 7 0 0 a. C.)
y, en el centro de ese firmamento, una luna llena desprendía rayos de fuego. Ello no impedí
sin embargo, que sobre el vuelo del insigne manto se hubiera añadido un nuevo bordado ce
una corona integrada por toda clase de flores y de frutas. Los atributos que llevaba la diosa en
muy diversos: en la mano derecha tenía un sistro de bronce cuya plancha fina y moldeada
manera de cinturón circundaba unas varillas que al ritmo de la triple cadencia de su brazo era
tían un sonoro tintineo. De su mano izquierda colgaba una naveta de oro, a cuya asita, en
parte más saliente, servía de remate un áspid con el cuello en alto y extraordinariamente hii
chado. Sus divinos pies llevaban como calzado unas sandalias confeccionadas con hojas de pi
77
mera, el árbol de la victoria .
320
7
Tiamat de Babilonia:
la d e r r o t a d e la diosa*
321
1 . La d e r r o t a d e la d i o s a
m a d r e T i a m a t p o r el d i o s
Marduk (sello cilindrico,
c . s i g l o s IX-VIII a. C.)
322
herente a la naturaleza, sino q u e se halla fuera o más allá d e ella; llega incluso a c o n -
vertirse en fuente d e la naturaleza. Así, u n n u e v o significado se i n t r o d u c e e n el l e n -
guaje: el espíritu se t o r n a creativo y la naturaleza se t o r n a creada. E n este n u e v o t i p o
de m i t o la creación es resultado de u n a acción divina q u e establece el o r d e n a partir
del caos.
P o d e m o s considerar estos m i t o s c o m o relatos n a r r a d o s p o r la h u m a n i d a d e n distin-
tos m o m e n t o s d e su e v o l u c i ó n ; a m b o s explorarían, desde este p u n t o d e vista, distintos
m o d o s de existir e n el universo. Pero nuestra tradición j u d e o c r i s t i a n a , q u e ha h e r e d a -
do ú n i c a m e n t e el m i t o del dios, presenta i m p l í c i t a m e n t e el m i t o d e la dualidad d e es-
píritu y naturaleza c o m o «dado», c o m o i n h e r e n t e al m o d o d e ser d e las cosas. Pero es-
te dualismo, c o m o h e m o s visto, n o siempre estuvo p r e s e n t e . A d e m á s , su o r i g e n en la
historia h u m a n a se ha p e r d i d o para la consciencia: e n las culturas patriarcales en las q u e
el dios padre se adoraba c o m o creador ú n i c o n o sobrevivió r e c u e r d o a l g u n o cuya for-
ma p u e d a r e c o n o c e r s e de las i m á g e n e s anteriores d e la diosa m a d r e c o m o creadora.
Las raíces mitológicas de las tres religiones patriarcales d e r i v a n del Enuma elish, c o -
n o c i d o en t o d o el m u n d o a n t i g u o . La historia más antigua e n la q u e u n dios h é r o e v e n -
ce a u n d r a g ó n es s u m e r i a ; sin e m b a r g o , el p o e m a é p i c o b a b i l ó n i c o , más feroz, fue el
que cautivó la i m a g i n a c i ó n d e la E d a d del H i e r r o . O r i g i n a r i a m e n t e , c o m o sugiere
Frazer, el p o e m a p u d o constituir la celebración m i t o l ó g i c a d e la llegada de la p r i m a -
vera e n Babilonia, c u a n d o el dios solar vencía a la g r a n s e r p i e n t e o d r a g ó n , i m a g e n d e
los ríos t o r t u o s o s y de las fieras i n u n d a c i o n e s torrenciales del i n v i e r n o q u e c o n v e r t í a n
2
la llanura babilónica e n u n caos a c u o s o . El dios e n c a r n a b a las fuerzas d e la creación y
la diosa serpiente las fuerzas d e la destrucción. La g r a n batalla e n t r e a m b o s volvía a r e -
presentarse cada primavera, c u a n d o las fuerzas creativas y destructivas se enzarzaban y
el resultado de su e n f r e n t a m i e n t o parecía p e n d e r d e u n hilo. El p u e b l o esperaba, lleno
de angustia, la aparición d e la tierra seca entre las aguas y la c o n f i r m a c i ó n de la v i c t o -
ria del dios e n el cereal q u e c o m e n z a b a a brotar. El Enuma elish, q u e significa « c u a n d o
en lo alto», se recitaba a n u a l m e n t e para «ayudar» a la v i c t o r i a del s e ñ o r dios M a r d u k a
3
derrotar al g r a n d r a g ó n s e r p i e n t e T i a m a t .
El Enuma elish n o se quedaría en «mito de la naturaleza» local; su inmensa p o p u l a r i -
dad lo llevó m u c h o más allá de sus fronteras originales. La violenta i m a g e n de conquista
del Enuma elish fijó el paradigma de la Edad del H i e r r o c o m o época de conflicto entre
la antigua mitología de la diosa m a d r e y los nuevos mitos d e los dioses padre arios y se-
míticos. Los dioses padre luchaban p o r la supremacía e n M e s o p o t a m i a , Persia, India,
Anatolia, Canaán, Grecia y, de u n m o d o m e n o s obvio, e n E g i p t o . Pero M a r d u k fue el
p r i m e r dios q u e d e r r o t ó a la diosa m a d r e y t o m ó su puesto c o m o creador de la vida.
323
2. Marduk persigue a T i a m a t
( s e l l o a s i r i o , c . 8 0 0 a. C.)
324
los dioses fueron procreados dentro de ellos.
Lakhmu y Lakhamu aparecieron y fueron llamados con un nombre.
Antes de que se hicieran grandes y fuertes,
fueron producidos Anshar y Kishar, superiores a aquéllos.
Tras prolongar sus días, multiplicados sus años,
Anu fue su hijo, igual a sus padres;
como Anshar había hecho semejante a él a Anu, su primogénito,
Anu procreó, igualmente, a su imagen a N u d i m m u d [Ea]...
Con su jolgorio molestaron en lo alto de los cielos;
Apsu no podía disminuir su clamor
y Tiamat permanecía impasible ante ellos.
Sus acciones le eran aborrecibles,
su conducta no era buena, pero ella les perdonaba.
Entonces Apsu, el procreador de los grandes dioses,
llamó a M u m m u , su mensajero, y le dijo:
«¡Oh Mummu, mi mensajero, que alegras mi corazón,
ven y presentémonos a Tiamat!».
Se fueron y, sentados en presencia de Tiamat,
discurrieron y discutieron sobre los dioses, sus primogénitos.
Apsu, abriendo su boca,
levantó la voz y dijo a Tiamat:
«Su conducta me es desagradable:
¡De día no tengo reposo y de noche no puedo dormir!
Voy a reducir a la nada, voy a abolir su actividad,
para que se restablezca el silencio y podamos dormir!».
Cuando Tiamat oyó estas palabras,
se puso furiosa y vociferó contra su esposo;
y montando en cólera le recriminó agriamente,
porque le había insinuado el mal en su espíritu.
«¿Por qué vamos a destruir todo lo que hemos hecho?
¿Su conducta es muy desagradable? ¡Tengamos paciencia, seamos benevolentes!»
Entonces respondió M u m m u para aconsejar a Apsu,
y el parecer de su M u m m u fue el de un consejero sin benevolencia:
«¡Procura destruir, padre mío, el proceder revoltoso,
para que puedas reposar de día y dormir de noche!».
Apsu, al oír esto, se alegró y su rostro se puso radiante
a causa del mal que había planeado contra los dioses, sus hijos (1, 1-16, 24-52).
325
M u m m u d o r m í a n , m a t ó a A p s u y c o g i ó a M u m m u p r i s i o n e r o «sujetándole c o n una
soga» [tr. cast]. E n t o n c e s Ea fijó su residencia sobre las aguas d e A p s u y c o n su esposa,
D a m k i n a , creó a M a r d u k , a q u i e n a m a m a n t a r o n p e c h o s d e diosas, d e f o r m a q u e su m a -
jestad llegó a ser s o b r e c o g e d o r a :
El h e r m a n o m a y o r d e Ea, A n u , p r o d u j o e n t o n c e s g r a n d e s v i e n t o s q u e p e r t u r b a r o n
las aguas d e T i a m a t . F u e este i n c i d e n t e , e n apariencia insignificante, lo q u e creó una
r u p t u r a e n el o r d e n d e la existencia y t r a n s f o r m ó a T i a m a t , m a d r e d a d o r a d e vida, en
m o r t í f e r o d r a g ó n , t r a y e n d o al m u n d o la discordancia. La diosa se agita cada vez más,
hasta q u e da a luz a u n a carnada m o n s t r u o s a d e serpientes «de dientes agudos, c o n
m a n d í b u l a s despiadadas» [tr. cast.], cuyos c u e r p o s estaban llenos de v e n e n o e n lugar de
sangre. T o d o el q u e las c o n t e m p l a b a q u e d a b a petrificado p o r el terror. Se crearon o n -
ce clases distintas d e m o n s t r u o s . Todos ellos eran hijos d e T i a m a t y el m a y o r d e entre
ellos era K i n g u , al q u e la diosa t o m ó c o m o m a r i d o , e l i g i é n d o l o para liderar su hueste
y defenderla, fijando sobre su p e c h o las tablillas d e la ley.
Los dioses dispusieron u n t r o n o para M a r d u k y dijeron: «¡A ti sólo, n u e s t r o v e n g a -
dor, te h e m o s c o n f e r i d o la realeza sobre la totalidad del universo! C u a n d o te sientes en
la Asamblea, tu palabra será la suprema y tus armas, infaliblemente, aplastarán a tus e n e -
migos» [tr. cast., 4, 13-6]. Para p o n e r su p o d e r a p r u e b a , e x t e n d i e r o n ante él los r o p a -
j e s estrellados del cielo n o c t u r n o , p i d i é n d o l e q u e o r d e n a s e su desaparición y su reapa-
r i c i ó n . C u a n d o v i e r o n q u e era capaz d e hacerlo, dijeron «¡Sólo M a r d u k es el rey!» [tr.
cast., 4, 28], y le d i e r o n el cetro, el t r o n o y el anillo, j u n t o c o n u n a r m a invencible, el
326
rayo. M a r d u k t o m ó su arco, su lanza y su maza y «dispuso sobre su frente el r e l á m p a -
go y r o d e ó su c u e r p o c o n ardientes llamas» [tr. cast., 4, 39-40]. F a b r i c ó u n a red para
envolver e n ella las entrañas de T i a m a t e i n v o c ó a los siete vientos para q u e le o b e d e -
cieran, entre ellos la t e m p e s t a d , el torbellino, el h u r a c á n y «el V i e n t o irresistible» [tr.
cast., 4, 46]. A s i e n d o su rayo, m o n t ó e n su carro; al acercarse a T i a m a t , una r e s p l a n d e -
ciente aureola brillaba e n t o r n o a su cabeza.
M a r d u k v e n c e a T i a m a t , a K i n g u y a su h u e s t e y se apropia de las tablillas d e la ley:
327
El Señor puso sus pies sobre la parte inferior de Tiamat
y con su despiadada maza aplastó su cráneo.
Después cortó los conductos de su sangre,
que hizo que fueran llevado a lugares secretos por el Viento del Norte.
Al ver esto, sus padres se alegraron gozosos
y ellos mismos le llevaron regalos y presentes.
C o n la cabeza reposada, el Señor contemplaba el cadáver de Tiamat.
Dividió (luego) la carne monstruosa para fabricar maravillas,
la partió en dos partes, como si fuera pescado (destinado) al secadero
y dispuso de una mitad, que la abovedó a manera de cielo [tr. cast., 4, 93-104 y 129-138].
328
«¡Voy a condensar sangre y formar huesos;
haré surgir un prototipo humano que se llamará "hombre"!
¡Voy a crear este prototipo, este hombre,
para que le sean impuestos los servicios de los dioses y que ellos estén descansados!»...
329
n o q u e t i e n e lugar p o r el acto de u n a diosa, o de u n a diosa y u n dios, o d e todas
diosas y dioses c o n j u n t a m e n t e . E n el Poema de Gilgamesh s u m e r i o el dios padre, Ar
llama a la diosa d e la creación, A r u r u , para q u e cree a E n k i d u c o m o c o m p a ñ e r o
Gilgamesh:
La diosa Aruru, tras haber oído este ruego, concibió en su propio espíritu la réplica para Ar
La diosa Aruru se lavó las manos, cogió un pedazo de arcilla y escupió encima.
8
En la estepa modeló al valiente Enkidu, vastago del silencio y partícula del dios Ninurta .
330
dos los demás y su p o p u l a r i d a d pervivió a lo largo de las civilizaciones babilónica, asi-
n a e incluso hitita. Influyó d e f o r m a intensa e n el m i t o h e b r e o d e la creación. A p a r -
tir del 1700 a. C , d u r a n t e más de mil años, se recitó e n B a b i l o n i a al llegar el e q u i n o c -
cio de primavera, el c u a r t o día de las festividades d e o n c e días c o n o c i d a s como
Z a g m u k . El m i t o del d r a g ó n existía ya e n los p r i m e r o s t i e m p o s d e S u m e r , e n la l e -
yenda de E n k i y su d e r r o t a del d r a g ó n del kur ( m o n t a ñ a , a b i s m o o i n f r a m u n d o ) ; p e r o
hasta el a d v e n i m i e n t o del Enuma elish n o apareció c o m o p a r t e del m i t o de la creación,
c o n c i b i é n d o s e en t é r m i n o s d e u n dios q u e d e r r o t a a la diosa d r a g ó n s e r p i e n t e y fabri-
ca cielo y tierra a partir d e sus despojos.
El Enuma elish es el e j e m p l o más a n t i g u o d e lo q u e p o d r í a d e n o m i n a r s e política sa-
cerdotal, p o r la cual se invierte p o r c o m p l e t o la m i t o l o g í a d e u n a era y cultura a n t e -
riores, de m a n e r a q u e a las divinidades de la era a n t e r i o r se les da el n o m b r e de d e -
m o n i o s y las divinidades del n u e v o o r d e n son exaltadas a u n a p o s i c i ó n de supremacía.
El Enuma elish sustituye la antigua i m a g e n de la diosa l u n a r p o r el dios del cielo y el
sol de m a n e r a tan radical q u e i m p i d e cualquier posibilidad de relación c o n el o r d e n d e
consciencia anterior. La d e r r o t a de la diosa s e r p i e n t e m a r c ó el final d e u n a cultura y
t a m b i é n el final d e u n m o d o de percibir la vida, el n e o l í t i c o , al q u e m u y p r o n t o iba a
ser casi imposible acceder. Esto es así p o r q u e la v i c t o r i a d e u n dios solar crea u n n u e -
vo m o d o d e vida, u n n u e v o m o d o de relacionarse c o n lo d i v i n o m e d i a n t e la identifi-
cación c o n la fuerza c o n q u i s t a d o r a del dios, c o n la v i c t o r i a sobre la o s c u r i d a d q u e el
sol logra c o n cada a m a n e c e r . El m i t o valida, c o m o dice C a m p b e l l ,
no sólo un nuevo orden social, sino también una nueva psicología..., una nueva estructura de
pensamiento y sentimiento humanos, sobreinterpretada de forma que su alcance llega a tener
dimensiones cósmicas... Hemos llegado a un escenario mitológico que la mente racional, n o
mística, puede comprender sin ayuda donde el arte de la política, el arte de obtener poder so-
10
bre los hombres, recibió para siempre su modelo celestial .
El n u e v o p a r a d i g m a d e la consciencia
331
ta, c o n la ayuda del caballo y del carro de g u e r r a . El n u e v o p a r a d i g m a de la E d a d di
H i e r r o refleja lo q u e se c o n v i r t i ó p r i n c i p a l m e n t e e n la e x p e r i e n c i a de vida propia di
g u e r r e r o : se trataba de u n a vida heroica, c o m b a t i v a y agresiva, p u e s t o q u e se enfatiza
ba la victoria e n la batalla y la a p r o p i a c i ó n a través d e la conquista. Al m i s m o tiempe
la nueva i m a g e n t a m b i é n refleja u n s e n t i d o c r e c i e n t e d e individualidad, a m e d i d a qu
los h o m b r e s (pero n o las mujeres) descubrían su m a y o r capacidad de d e t e r m i n a r su de;
t i n o y d e ganarse el aplauso y la d e v o c i ó n d e otros h o m b r e s . El rey o líder - e l indivi
d ú o e x c e p c i o n a l - personificaba este n u e v o s e n t i d o d e i d e n t i d a d q u e había c o m e n z a d
a manifestarse e n la E d a d del B r o n c e p e r o alcanzó u n a definición clara e n la E d a d di
H i e r r o . La e x p e r i e n c i a y la v o z d e las mujeres d e aquella é p o c a n o resultan tan audí
bles ni tan claras c o m o e n la E d a d del B r o n c e .
Estos c a m b i o s se reflejaron e n la n u e v a i n t e r p r e t a c i ó n q u e se dio a las i m á g e n e s ar
tiguas. U n a de las i m á g e n e s más arcaicas d e la s o b r e c o g e d o r a fuerza creativa y destruc
tiva d e la diosa era el l e ó n , mientras q u e el t o r o era la i m a g e n de la vida creada q u e te
nía q u e ser sacrificada a n u a l m e n t e para su p r o p i a r e n o v a c i ó n . La i m a g e n del leo
d a n d o m u e r t e al t o r o plasmaba esta necesidad p e r e n n e . La relación del l e ó n c o n la dic
sa ha persistido a través d e los siglos hasta el t r o n o d e leones de María, a u n q u e ahoi
su d i m e n s i ó n t e m i b l e se ha disuelto; la i m a g e n tan sólo a p u n t a a la fuerza de la vic
invencible q u e se renueva a sí m i s m a d e c o n t i n u o .
La diosa se representa a m e n u d o d e pie sobre u n l e ó n , c o m o la Q e s h e t de Siria
E g i p t o y la diosa h i n d ú D u r g a ; o sentada e n u n carro tirado p o r leones, c o m o
Cibeles de R o m a y Anatolia. Sin e m b a r g o , al desarrollarse la cultura del dios, éste pa
só a participar d e los p o d e r e s del l e ó n , e h i z o suya asimismo la i m a g e n del sol. El re
q u e a su vez e n c a r n a b a el p o d e r del dios, a s u m e e n t o n c e s las i m á g e n e s del l e ó n y &
sol, asimilándolas a su p e r s o n a y función. E n este m o m e n t o la i m a g e n del l e ó n q u e m;
ta al t o r o t o m a u n significado diferente. Simboliza la v i c t o r i a d e la religión solar d e 1<
dioses celestes sobre la religión l u n a r de la diosa, u n a r e - p r e s e n t a c i ó n simbólica de
victoria d e M a r d u k sobre T i a m a t . D e f o r m a implícita, desde el p u n t o d e vista del 1er
guaje d e las i m á g e n e s , el n u e v o l e ó n solar se apropia del d o m i n i o de la creación. E
m a n e r a más general, e n la m i t o l o g í a de la E d a d del H i e r r o el cielo se exalta p o r ene
m a d e la tierra y la consciencia h u m a n a se ve atrapada e n el paradigma de la oposicic
y del conflicto.
Los reyes g u e r r e r o s , c o m o H a m m u r a b i (1728-1686 a. O ) , n o p e r d i e r o n t i e m p o e
identificarse c o n las nuevas imágenes solares:
Por aquel entonces Anu y Bel (Marduk) me llamaron, Hammurabi, el príncipe piados
adorador de los dioses, llamándome por mi nombre, para traer el gobierno de la justicia a la ti
rra, para exterminar a los perversos y malvados, para evitar que el fuerte oprima al débil, pa
avanzar como el sol sobre la raza humana, para iluminar la tierra y para aumentar el bienest
de la humanidad".
332
E n el Enuma elish ya está presente el g e r m e n d e tres ideas principales q u e h a b r í a n
de c o n f o r m a r la época q u e estaba a p u n t o de c o m e n z a r : la supremacía del dios padre
sobre la diosa m a d r e ; el p a r a d i g m a de o p o s i c i ó n i m p l í c i t o e n la lucha m o r t a l entre dios
y diosa; y la asociación d e la luz, el o r d e n y el b i e n c o n el dios, y de la oscuridad, el
caos y el mal c o n la diosa. E s t o se expresó t a m b i é n e n la polarización del espíritu y la
naturaleza, de la m e n t e y el c u e r p o , la u n a , divina y b u e n a , el otro, «caído» y «malig
no». Esta o p o s i c i ó n se e x t e n d i ó a la división e n categorías de g é n e r o d e t o d o s los as
pectos de la vida, q u e después se polarizaron c o m o entidades opuestas, enfrentadas, e n
lugar de seguir el m o d e l o a n t e r i o r d e diferenciación y c o m p l e m e n t a r i e d a d . C u a n d o
esta oposición se simplificó e n exceso, de m a n e r a b u r d a , c o m o s u c e d i ó a m e n u d o , el
aspecto «masculino» de la vida se identificó c o n el espíritu, la luz, el o r d e n y la m e n
te, q u e eran b u e n o s ; y el aspecto «femenino» d e la vida se identificó c o n la naturaleza,
la oscuridad, el caos y el c u e r p o , q u e eran malos. A su vez, esta o p o s i c i ó n , aprobada
por decreto divino, c o n d u j o a la idea de la «guerra santa», la guerra d e las fuerzas del
«bien» contra las fuerzas del «mal», relacionada c o n dicha o p o s i c i ó n .
Al afianzar la p o s i c i ó n del dios padre en la E d a d del H i e r r o su supremacía e n todas
partes, los distintos g r u p o s sacerdotales i n t e r p r e t a r o n las mitologías basadas en las i m á
genes del dios celeste y solar c o m o revelación divina, y así se h a n m a n t e n i d o hasta h o y
en día. Al igual q u e había u n ú n i c o sol, habría u n ú n i c o salvador, q u e es el dios s u
p r e m o , el dios d e dioses - n o el U n o q u e es i m a g e n de u n i d a d , sino el U n o q u e s o
bresale, solo y p o r e n c i m a de todo—. El deseo d e M a r d u k de q u e su palabra fuese la
333
ú n i c a e n prevalecer e n c o n t r a r í a su l e g a d o h i s t ó r i c o e n las palabras de Y a h v é : «Yo so
el p r i m e r o y el ú l t i m o , fuera de m í n o hay n i n g ú n dios» (Is 44, 6). P o c o s son quient
están al t a n t o d e los influjos dispares q u e se c o m b i n a r o n para crear las «revelacione:
judías y cristianas, y d e las presiones históricas q u e llevaron a la e v o l u c i ó n d e u n a reí:
g i ó n m o n o t e í s t a c o n u n dios padre s u p r e m o . G e n e r a l m e n t e n o se sabe, p o r ejemplt
q u e fue Babilonia la q u e suministró el g e r m e n de las ideas q u e f o r m a r o n el imagina
r i o m í t i c o del z o r o a s t r i s m o persa, del j u d a i s m o , del cristianismo y del islam. P o r cor
siguiente, llegó a olvidarse el h e c h o de q u e existió u n a c o n c e p c i ó n a n t e r i o r q u e asi
m í a la i d e n t i d a d esencial d e la naturaleza y el espíritu.
N u n c a se resaltará lo suficiente la i m p o r t a n c i a d e este c a m b i o d e i m á g e n e s , puest
q u e h a influido e n la visión j u d e o c r i s t i a n a d e la naturaleza, d e la m a t e r i a y d e t o d o ]
q u e haya sido definido c o m o f e m e n i n o , y ha e s t r u c t u r a d o nuestras i m á g e n e s paradi^
máticas e n mitología, religión, literatura, ciencia y psicología. A q u í , e n su f o r m u l a d o
más t e m p r a n a , la idea se articula c o n precisión y se e n c a r n a e n m i t o : lo q u e es fem<
n i ñ o es caótico, destructivo, d e m o n í a c o , y h a d e ser t e m i d o y d o m i n a d o . Este c o n
piejo de ideas fue reforzado e n el cristianismo p r i m i t i v o , e s p e c i a l m e n t e p o r Pablo y 1<
p r i m e r o s padres de la Iglesia, y p u e d e verse h o y e n día e n la reticencia d o c t r i n a l a pe
mitir q u e las mujeres se o r d e n e n sacerdotes (lo q u e c o m p l i c a la confusión al identif
carse «lo f e m e n i n o » c o n «las mujeres»). E n u n s e n t i d o más a m p l i o , p u e d e explicar t
gran m e d i d a el desprecio característico del siglo XX p o r n u e s t r o planeta, nuestra «m;
dre naturaleza».
C u a n d o a los valores d e u n a cultura antigua se les s u p e r p o n e n los d e otra, los val(
res despreciados n o se d e s v a n e c e n e n el pasado ni, p o r así decirlo, dejan d e existir, t
y c o m o solíamos pensar. M á s b i e n pasan a f o r m a r p a r t e del i n c o n s c i e n t e d e la raz
d o n d e siguen influyendo e n la psique c o n s c i e n t e , p e r o n o c o n la m i s m a precisión o ef
ciencia q u e c u a n d o se m a n t e n í a u n diálogo c o n s t r u c t i v o d e f o r m a p l e n a m e n t e con
cíente. C o m o los valores rechazados son a h o r a i n c o n s c i e n t e s , suele prevalecer la tei
dencia a la o b s t r u c c i ó n : o son demasiado débiles c o m o para t e n e r efecto a l g u n o o
exageran, d e m o d o q u e e n cualquiera d e los dos e x t r e m o s surge la distorsión.
C o m o se s u g i r i ó e n el capítulo 1, la i m p o r t a n t e hipótesis de J u n g sobre el incon
12
cíente colectivo ha d e m o s t r a d o q u e «nada se p i e r d e n u n c a e n la psique» y, m á s aú
q u e lo q u e parece haberse p e r d i d o d e b e e n c o n t r a r s e si se espera q u e la p s i q u e f u n c i
n e a su m á x i m o nivel d e capacidad. E n nuestra cultura a ú n existe u n prejuicio cont
los niveles más p r o f u n d o s e instintivos de la psique, p o r q u e son irracionales, caótico;
incontrolables —características q u e h a n sido designadas c o m o «femeninas»—; a este pr
j u i c i o se a ñ a d e la idea asumida de q u e el ú n i c o p r i n c i p i o o r d e n a d o r d e la p s i q u e dei
va del ejercicio «masculino» d e la «razón», q u e p u e d e f o r m u l a r las leyes de la c o r
ciencia capaces d e ser i n t e l e c t u a l m e n t e definidas. La idea de q u e la e s p o n t a n e i d a d tie:
su p r o p i o o r d e n - d e q u e hay en el i n c o n s c i e n t e p e r s o n a l y e n el colectivo u n a justic
innata e i n h e r e n t e , u n a «inteligencia» q u e es más a m p l i a q u e el i n t e l e c t o , y p o r l o ta
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to lo i n c l u y e - n o p e r t e n e c e a nuestros paradigmas culturales; n o tratamos de d e s c u b r i r
si dicha idea es cierta, ni c u á n d o ni c ó m o lo es.
Se h a n d a d o a los t é r m i n o s «femenino» y «masculino», «hembra» y «macho» tantos
y tan diferentes matices de significado a través d e los siglos, h a n sido los depositarios
de tanta p r o y e c c i ó n i n c o n s c i e n t e q u e ahora son a b s o l u t a m e n t e a m b i g u o s hasta q u e se
les da u n c o n t e x t o . E n c i e r t o sentido, t o d a esta reflexión versa sobre la a m p l i a c i ó n de
los distintos significados posibles d e estas ideas; al m e n c i o n a r l a s aquí d e m a n e r a breve
se incurre e n el riesgo d e trivializarlas. A pesar d e esto, parece n e c e s a r i o e n este p u n -
to subrayar q u e p r e t e n d e m o s q u e los t é r m i n o s «femenino» y «masculino» d e s i g n e n u n
m o d o de ser o u n m o d o de consciencia al q u e p u e d a n acceder t a n t o los h o m b r e s c o -
m o las mujeres. Su f o r m u l a c i ó n más g e n é r i c a p o d r í a tal vez ser la del yin y el yang, la
de lo receptivo y lo activo. C o m o ideas, son e n sí m i s m o s t é r m i n o s descriptivos, n o
valorativos: a veces u n m o d o es más apropiado, a veces lo es el otro. C u a l q u i e r m o d o
de ser o m o d o d e consciencia p u e d e ser evaluado, desde luego, p e r o es el c o n t e x t o lo
que nos p e r m i t e hacerlo, n o u n a cualidad i n h e r e n t e a los t é r m i n o s m i s m o s . El c o n -
cepto de a r q u e t i p o d e J u n g t i e n e en este s e n t i d o para nosotros u n valor incalculable,
puesto q u e nos p e r m i t e hablar del a r q u e t i p o f e m e n i n o e n los h o m b r e s y del a r q u e t i p o
masculino e n las mujeres; ésta es a m e n u d o u n a m a n e r a d e ir más allá del lenguaje c o n -
ceptual de g é n e r o , ya sea e n el nivel abstracto o e n el personal.
335
la naturaleza eran lo m a s c u l i n o . Estas valoraciones simplistas, q u e se o r i g i n a r o n r
4.000 años, sólo e n t i e m p o s recientes h a n c o m e n z a d o a cuestionarse a g r a n escala
q u e indica la p r o f u n d i d a d c o n q u e h a b í a n p e n e t r a d o e n nuestra cultura sin dai
cuenta. Si nos c e n t r a m o s , p o r e j e m p l o , e n el m i t o del h é r o e , es i n d u d a b l e q u e er
historias originarias se p r e t e n d í a q u e d i c h o h é r o e fuese m a s c u l i n o e n el sentido, a]
d a b l e m e n t e simple, de q u e fuese u n h o m b r e . El significado s i m b ó l i c o q u e el m i t o
h é r o e tiene para n o s o t r o s , p o r el c o n t r a r i o , es q u e el h é r o e es la e n c a r n a c i ó n del
quetipo masculino en todos los seres h u m a n o s : la consciencia a la búsqueda de una n
La g u e r r a como sistema
d e v a l o r e s d e la E d a d d e l Hierro
336
5 . R a m s é s II d e s t r u y e a l o s
l i b i o s ( c . 1 2 6 0 a. C . Abu
Simbel)
337
M e s o p o t a m i a , el i m p e r i o hitita se estableció e n Anatolia y e x t e n d i ó su área de in-
fluencia hacia el sur, p o r Siria y C a n a á n . M á s al sur, E g i p t o siguió el m i s m o esquema
d e e x p a n s i ó n i m p e r i a l tras las invasiones de los hicsos e n el 1500 a. C .
D u r a n t e esta é p o c a el c r e c i m i e n t o o r g á n i c o d e la psique se i n t e r r u m p i ó abrupta-
m e n t e , al q u e d a r i r r e v o c a b l e m e n t e rota la í n t i m a relación, establecida a lo largo de m u -
c h o s m i l e n i o s , d e las gentes c o n u n a tierra específica. G r u p o s tribales enteros fueron
desplazados d e sus tierras o esclavizados, p u e s t o q u e la p r o s p e r i d a d agrícola d e estos
i m p e r i o s d e p e n d í a del trabajo de los esclavos. Las mujeres y los n i ñ o s a m e n u d o eran
t o m a d o s c o m o esclavos c u a n d o sus padres o esposos eran asesinados o c u a n d o los pi-
ratas saqueaban las costas extranjeras e n busca d e b o t í n . El escritor g r i e g o d e la Iííadc
i m a g i n a los s e n t i m i e n t o s d e la troyana A n d r ó m a c a c u a n d o se queja a su esposo, Héctor,
e n las murallas de Troya:
Pero H é c t o r r e s p o n d e c o m o u n h é r o e :
338
Los t e m o r e s d e A n d r ó m a c a se c u m p l i e r o n y su hijo p e q u e ñ o , otrora d e s l u m h r a d o
p o r el y e l m o resplandeciente de su padre, c o n su p e n a c h o d e c r i n de caballo, fue a r r o -
j a d o a la m u e r t e desde las murallas de Troya.
La h e r m o s a escultura d e la figura 6 ha sido esculpida d e a c u e r d o c o n la tradición
iconográfica del h i j o - a m a n t e q u e se despide d e la diosa m a d r e , su c o n s o r t e . La relación
entre el h o m b r e del bastón o lanza y la m u j e r sentada c o n el n i ñ o d i m i n u t o a sus pies
recuerda la escena e n la q u e H é c t o r se despide p o r ú l t i m a vez d e A n d r ó m a c a . El artis-
ta ha d a d o al «perro» e c h a d o bajo la silla de la m u j e r los rasgos de u n l e ó n , lo q u e r e -
cuerda a la diosa e n su t r o n o de leones, i m a g e n q u e habría sido m u y c o n o c i d a e n la
cultura de la Grecia antigua.
El rey asirio Tiglatpileser III (745-727 a. C.) fue el p r i m e r o e n instituir la d e p o r t a -
ción masiva de poblaciones; en Babilonia, q u e fue c o n q u i s t a d a p o r Asiria en el 745 a.
C., hasta treinta y c i n c o g r u p o s tribales distintos fueron divididos y trasladados a otras
regiones. Salmanasar V siguió el e j e m p l o d e su p a d r e c u a n d o dispersó a las diez tribus
de Israel p o r el i m p e r i o asirio en el 721 a. C . M u c h o s miles de personas viajaron lejos
de las tierras q u e habían sido su hogar d u r a n t e siglos para llegar a lugares q u e les eran
t o t a l m e n t e d e s c o n o c i d o s d o n d e se les obligaba a vivir e n t r e extraños. S i e m p r e q u e se
producía la d e p o r t a c i ó n de u n a p o b l a c i ó n , otra era trasladada a las tierras q u e la a n t e -
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r i o r había a b a n d o n a d o . Si resultaba ser política d e ciertos reyes el n o dejar c u e r p o coi
vida e n las ciudades q u e c o n q u i s t a b a n , se m a t a b a a t o d a la p o b l a c i ó n . P u e d e seguirsi
la pista de la política d e masacre desde los m o n a r c a s tardobabilónicos, p a s a n d o p o r e
i m p e r i o asirio, hasta llegar a los persas y los h e b r e o s , c u a n d o c o n q u i s t a r o n la tierra d
C a n a á n . Las diez t r i b u s septentrionales «perdidas» d e Israel figuraban e n t r e los m u c h o
miles d e personas q u e los asirios d e p o r t a r o n a t e r r i t o r i o s q u e les eran e x t r a ñ o s , d o n d
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se v i e r o n forzados a asentarse o m o r i r . I n n u m e r a b l e s fueron los h o m b r e s y mujere
q u e t u v i e r o n q u e l a m e n t a r su sino e n u n a tierra extrajera, c o m o hicieron los hebreo
en Babilonia d u r a n t e su exilio entre el 586 y el 538 a. C :
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en el pasado hizo s o m b r a incluso a A n c o n su p o d e r , se le arrancan los ojos. Istar, a h o -
ra sobre t o d o una diosa de la guerra, le dice a A s a r h a d d o n , g o b e r n a n t e de Asiria: «Yo
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soy Istar d e Arbelas. Desollaré a tus e n e m i g o s y los presentaré ante ti» . Dioses y diosas
brutales e n c a r n a n p o r t u r n o s la brutalidad d e los h o m b r e s : S e n a q u e r i b , rey de Asiria
(704-681 a. C ) , al registrar su conquista de Babilonia, escribió sin vergüenza alguna:
N o dejé a uno solo, joven o viejo; con sus cadáveres llené las anchas calles de la ciudad...
Los bienes de esa ciudad, plata, oro, piedras preciosas, efectos personales, pertenencias, los con-
sideré el botín de mi pueblo, que como suyos los tomaron. Los dioses que moran en su seno
fueron apresados y aplastados por las manos de mi pueblo, que se llevó sus efectos y pertenen-
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cias .
Entonces yo, como ofrenda funeraria para él (Senaquerib), aré viva a esta gente. Su carne
di de comer a los perros, los cerdos, los buitres, las águilas; a las aves del cielo y los peces de las
profundidades... T o m é los cadáveres de la gente a la que Erra había derribado y aquellos cuyas
vidas habían sido abatidas por el hambre y la hambruna; ...aquellos huesos yo (saqué) de
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Babilonia, Kuta y Sippar y los arrojé en montones .
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ofrendas d e ritos propiciatorios a distintas divinidades a fin d e salvarse d e su malda
C u a n t o más c o n t a c t o perdía el p u e b l o c o n los valores q u e los h a b í a n g u i a d o d e mam
ra instintiva e n eras anteriores, c o n m a y o r intensidad les poseía la pasión del furor bel
cus, la sed d e sangre. El carácter s a n g u i n a r i o d e sus dioses se c o r r e s p o n d e c o n esta p(
sesión.
El m i t o del héroe
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frenta y mata al voraz d r a g ó n de la oscuridad y el c a o s . C o m o se sugirió e n el c a p í
tulo 4, parece q u e esta i m a g e n surgió c o m o u n m i t o f u n d a m e n t a l m e n t e bélico c u a n
do la cultura i n d o e u r o p e a (aria) se estableció en M e s o p o t a m i a , India y Grecia.
También se e n c u e n t r a e n C a n a á n , la mayoría d e cuyos a s e n t a m i e n t o s eran semíticos y
n o arios. El paradigma de o p o s i c i ó n del Enuma elish influyó d e f o r m a m u y m a r c a d a e n
las culturas hebrea, persa y griega.
El Baal c a n a n e o , hijo del «toro El», padre d e los dioses, era el q u e daba m u e r t e a la
serpiente, p e r o t a m b i é n era u n dios d e la fertilidad q u e traía la lluvia del cielo. C o m o
M a r d u k , su a r m a era el rayo, y el t o r o era el animal q u e e n c a r n a b a su p o d e r c r e a d o r
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en la tierra . La sequía era el g r a n e n e m i g o natural d e los cananeos, c o m o la i n u n d a
ción lo era de los s u m e r i o s . El descenso d e Baal al i n f r a m u n d o ocasionaba la m u e r t e
de los cultivos; el rescate del dios p o r p a r t e de A n a t , su h e r m a n a y c o n s o r t e , los r e g e
neraba. C o m o T a m u z , q u e t a m b i é n baja al i n f r a m u n d o , Baal siguió siendo el h i j o -
amante de la diosa q u e m u e r e y es resucitado. A n a t , su h e r m a n a esposa, diosa del r o
cío, partió en su b ú s q u e d a «anhelándolo c o m o vaca a su t e r n e r o , y oveja a su cordero».
Su rescate implicaba q u e A n a t libraba u n a fiera batalla c o n t r a M o t , el dios q u e , c o m o
el Set egipcio, personificaba la sequía y, de f o r m a más general, la esterilidad y el infra
m u n d o (el t é r m i n o h e b r e o para m u e r t e es mot). Enraizada e n el relato aparece la i m a
gen de la lucha c o n el d r a g ó n en la q u e la vida se enfrenta c o n la m u e r t e y la luz c o n
la oscuridad. A q u í , sin e m b a r g o , dicha lucha se sitúa e n el c o n t e x t o d e la r e g e n e r a c i ó n
anual de la fertilidad d e la tierra. El regreso de Baal del i n f r a m u n d o d e p e n d e d e la d e
rrota de M o t a m a n o s d e A n a t . M o t , r e s p o n d i e n d o a los ataques d e A n a t , dice a Baal:
Pero c u a n d o A n a t e n c o n t r ó a M o t lo c r i b ó e n u n cedazo, lo q u e m ó , lo m o l i ó e n
u n m o l i n o , esparció su c a r n e p o r los c a m p o s y se lo dio a c o m e r a los pájaros, c o m o si
estuviese s e m b r a n d o g r a n o . C u a n d o Baal vuelve a la vida c o m o el b r o t e d e cereal, «de
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los cielos llueve aceite, de los valles fluye miel» y la tierra entera se regocija. E n este
caso, el m i t o del h é r o e i n c o r p o r a parte del m i t o del h i j o - a m a n t e , asimilando la i m a
gen aislada de la vida q u e vence a la m u e r t e .
La lucha c o n el d r a g ó n t a m b i é n se e n c u e n t r a e n G r e c i a , c u a n d o los dioses d e la
luz se enfrentan a los dragones de la o s c u r i d a d . A n t e s d e p o d e r erigirse c o m o p a d r e
de t o d o s los dioses, Z e u s , q u e arroja t r u e n o s y rayos, t i e n e q u e v e n c e r al d r a g ó n
Tifón, el m o n s t r u o c o n cien cabezas d e s e r p i e n t e , hijo m e n o r de G e a , la tierra. D e
m a n e r a similar, el j o v e n hijo de Z e u s , A p o l o , el dios a r q u e r o del arco de o r o , se c o n -
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v i e r t e e n el dios oracular d e Delfos sólo tras m a t a r al d r a g ó n d e la tierra, q u e reinab;
antes q u e él:
En cuanto a la Dragona, a todo el que se la encontraba, se lo llevaba su día fatal, hasta qui
le lanzó un poderoso dardo el Soberano Certero, Apolo. Ella, abrumada por terribles dolores
yacía jadeando intensamente y rodando por el suelo. U n grito sobrehumano, indescriptible, si
produjo, y por el bosque no cesaba de retorcerse violentamente, aquí y allá. Perdió la vida, ex
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halando un aliento ensangrentado ".
Entonces se entabló una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles combatieron con
Dragón. También el Dragón y sus ángeles combatieron, pero no prevalecieron y no hubo )
en el cielo lugar para ellos. Y fue arrojado el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado di;
blo y Satanás, el seductor del m u n d o entero; fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arre
jados con él (Ap 12, 7-9).
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¿ Q u i é n podría r e c o n o c e r ahora en el d r a g ó n la i m a g e n d e la antigua diosa m a d r e ?
H a n q u e d a d o pocos rastros del proceso histórico a través del cual se transformó d e crea-
dora en la e n e m i g a de su propia creación. E n el p o e m a é p i c o anglosajón Beowulf, e n
el que el h é r o e mata a la gran d r a g o n a de las p r o f u n d i d a d e s y a su hijo, los orígenes r e -
sultan aun más oscuros.
P u e d e interpretarse el m i t o del h é r o e de f o r m a histórica, e n t é r m i n o s del t r i u n f o
de una cultura centrada e n la i m a g e n del dios celeste sobre la cultura de la diosa m a -
dre. Pero el m i t o a p u n t a a o t r o nivel d e significado, r e l a c i o n a d o más d i r e c t a m e n t e c o n
la psique de esa época. D e s d e u n p u n t o d e vista s i m b ó l i c o , la p u g n a entre el h é r o e y
el dragón serpiente representa el p o d e r d e la consciencia h u m a n a para hacerse c o n el
d o m i n i o de las pautas de c o m p o r t a m i e n t o instintivas e i n c o n s c i e n t e s , para elevarse «por
encima de la naturaleza» y, al m i s m o t i e m p o , p o r e n c i m a d e actitudes y pautas de c o m -
p o r t a m i e n t o tribales y colectivas, q u e r e p i t e n i n t e r m i n a b l e m e n t e las creencias del p a -
sado, n u n c a cuestionadas. Simboliza la necesidad d e los i n d i v i d u o s de distanciarse de
esta reacciones colectivas, desafiando c o n su p r o p i a visión los valores tribales. C u a n d o
el m i t o del h é r o e se percibe e n t é r m i n o s del c r e c i m i e n t o d e la consciencia, se c o n v i e r t e
en una b ú s q u e d a i n t e r i o r de i l u m i n a c i ó n . E n este caso, n o son ya el b i e n y el mal los
elementos enfrentados, sino más b i e n u n a c o m p r e n s i ó n m a y o r y u n a c o m p r e n s i ó n m e -
nor. El «dragón» es, p o r lo tanto, la ignorancia o la inconsciencia; n o representa t a n t o
el caos c o m o el m i e d o al m i s m o . Este es u n o de los significados d e la «victoria» sobre
la oscuridad p o r p a r t e d e la luz, e n q u e el objetivo del h é r o e es d o m i n a r su propia o s -
curidad i n t e r i o r ; su m i e d o o las limitaciones d e su c o n o c i m i e n t o , q u e son ambas, e n
último t é r m i n o , u n a m i s m a cosa. Esta idea se expresa e n el zoroastrismo persa, s e g ú n
cuya c o n c e p c i ó n el papel de la h u m a n i d a d consistía en b r i n d a r ayuda a la luz para q u e
se estableciese frente al p o d e r de la oscuridad.
La i m a g e n heroica del dios solar d e r r o t a n d o al d r a g ó n s e r p i e n t e representa la crea-
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c i ó n de la p s i q u e h u m a n a e n u n m o m e n t o e n el q u e se requería esta i m a g e n de auto
ridad y p o d e r para p o d e r d o t a r de o r d e n y s e n t i d o u n a sociedad cada vez más complej
y p e r t u r b a d a . El i m p a c t o d e los dioses arios sobre la cultura d e la diosa fue, e n cierto
aspectos, catastrófico, pero, e n otros, c u a n d o la cultura fue hasta c i e r t o p u n t o capaz d
asimilarlos, se t o r n ó i n t e n s a m e n t e creativo, e s p e c i a l m e n t e al casarse los nuevos diose
c o n las diosas más antiguas, c o m o s u c e d i ó e n Grecia. Esta fusión dio o r i g e n a u n in
t e n s o s e n t i d o de individualidad y de r e s o l u c i ó n articulado en t o r n o a m i t o s de héroe
c o m o Teseo, Jasón, Heracles, el resplandeciente Perseo y el astuto Ulises. El h é r o e so
lar p a r t e a la b ú s q u e d a d e u n tesoro: el vellocino de oro, las m a n z a n a s doradas de la
H e s p é r i d e s ; c o n Ulises, e m p r e n d e el viaje d e vuelta al «hogar». E n definitiva, t o d o s es
tos son tesoros del alma q u e la hierba de la i n m o r t a l i d a d simboliza e n Gilgamesh. Per
la b ú s q u e d a implica e n p r i m e r lugar la s u p e r a c i ó n d e u n reto: m a t a r al M i n o t a u r o , de
capitar a M e d u s a , esquivar a u n d r a g ó n - g u a r d i a n e s del u m b r a l - . C o n t o d o , estos hé
roes n o p u e d e n alcanzar el tesoro c o n sus m e n t e s racionales, q u e t o d o lo dividen e
categorías opuestas, sino tan solo c o n la ayuda d e los niveles más p r o f u n d o s e instinti
vos de la psique. Estos se personifican, de f o r m a característica, c o m o f e m e n i n o s : las fi
guras a m b i g u a s de M e d e a , A r i a d n a , Circe. Se trata de esa c o m p l e j i d a d d e sentimient
e i n t u i c i ó n a m e n u d o simbolizada p o r la doncella atada al d r a g ó n , d e m o d o q u e el hé
roe n o t i e n e más r e m e d i o q u e e n c o n t r a r s e c o n a m b o s al m i s m o t i e m p o . E n la leyen
da d e Jasón y el vellocino d e oro, M e d e a , la sacerdotisa, a d o r m e c e al d r a g ó n hasta qu
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a éste le vence el s u e ñ o ; de f o r m a parecida, el confiar e n la v o z d e la i n t u i c i ó n c o n j u -
ra el m i e d o :
Aquel monstruo retorcía sus inmensas ondas, cubiertas de resecas escamas. Mientras éste ser-
penteaba, la joven [Medea] se lanzó ante sus ojos, invocando con dulce voz al Sueño protec-
tor, el supremo de los dioses, para que hechizara al monstruo. Y clamaba a la soberana nocti-
vaga [Hécate], la infernal, la misericordiosa, que le diera acceso. El Esónida Qasón] la seguía
aterrorizado. Pero aquél ya, hechizado por el encantamiento, relajaba el largo espinazo de su
terrígena espiral y extendía sus incontables anillos, como cuando en apacibles mares rueda una
ola negra, débil y silenciosa. Pero no obstante, levantando aún en alto su horrible cabeza, tra-
taba de engullir a ambos con sus funestas mandíbulas. Mas ella con una rama de enebro recién
cortada, que mojaba en su brebaje, entre encantamientos rociaba eficaces pócimas por sus ojos;
y por encima y alrededor el intenso olor de la pócima le infundía el sueño. En el sitio mismo
dejó apoyada la mandíbula, y sus inmensos anillos quedaron extendidos por detrás muy lejos a
través del arbolado bosque.
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Entonces él cogió de la encina el vellocino dorado por indicación de la joven .
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d o u n rey q u e , e n la antigua cultura d e la diosa, reinaba c o m o su h i j o - a m a n t e . Pe
ahora estas i m á g e n e s se h a n e x t e n d i d o . El h é r o e se c o n v i e r t e e n el h i j o - a m a n t e qi
p u e d e c u m p l i r su m i s i ó n sólo c o n la ayuda d e su «madre», la diosa, q u e e n m u c h o s r
latos se c o n v i e r t e e n su novia. E n M e d e a , A r i a d n a , A t e n e a y t a m b i é n e n P e n é l o p e , q\
d e n o c h e deshace lo q u e h a tejido d u r a n t e el día, se revelan los rasgos d e la antigí
diosa. Estas figuras femeninas personifican los niveles d e consciencia más antiguos qi
el h é r o e d e b e buscar p o r q u e n o p u e d e alcanzar sin ellos su objetivo. E n los caso e n qi
la i m a g e n d e lo f e m e n i n o se i n c o r p o r a al relato e x c l u s i v a m e n t e c o m o malvada, c o n
e n el a n t i g u o T e s t a m e n t o , el p o d e r d e t r a n s f o r m a c i ó n d e la sabiduría a l m a c e n a d a en
e x p e r i e n c i a arcaica d e la p s i q u e - l a «madre»— resulta inalcanzable; el «héroe hijo»
q u e d a sin guía ni inspiración. Sólo q u e d a su frágil racionalidad para afrontar la terroi
fica i m a g e n del p a d r e q u e exige ser o b e d e c i d o . La respuesta natural a esta i m a g e n es
m i e d o , q u e obstaculiza el e n t e n d i m i e n t o y el c a m b i o .
V o l v i e n d o a las múltiples i m á g e n e s del h é r o e q u e da m u e r t e al d r a g ó n , q u e es, i
ú l t i m o t é r m i n o , el p r o p i o m i e d o del h é r o e , del m i s m o m o d o q u e el h é r o e personil
ca el estado m e n t a l capaz d e superar el m i e d o . El m i t o del h é r o e c o m o d r a m a simbí
lico de conflicto i n t e r n o resulta, p o r lo tanto, válido para c u a l q u i e r é p o c a , para h o r
bres y mujeres, e n t o d o m o m e n t o y lugar e n el q u e p r e d o m i n e el estado i
s o m e t i m i e n t o i n c o n s c i e n t e al m i e d o . J u n g escribe:
En el mito, el héroe es quien vence al dragón y no quien es devorado por él... Tampo
es un héroe quien nunca se ha encontrado con el dragón ni quien lo vio una vez y luego d
que no lo había visto. Igualmente, sólo descubre y gana el «tesoro», es decir, la «joya difícil
alcanzar», quien se atreve a enfrentarse con el dragón y no perece. El héroe tiene derecho v t
daderamente a la confianza en sí mismo, pues se ha enfrentado al fondo oscuro de sí ganan
su sí-mismo. Esta experiencia le da fe y confianza, la pistis en la solidez del sí-mismo, pues
ha apropiado de todo lo que le amenazaba desde dentro... Así ha obtenido cierta seguridad in
rior que le capacita para la autonomía y ha alcanzado lo que el alquimista llama unió mentalis
El g r a n d i o s padre
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la India védica. Estos dioses fueron o r i g i n a r i a m e n t e los dioses celestes d e los invasores
arios. Sus armas eran el fuego, el v i e n t o y la t o r m e n t a , el rayo y el r u g i r del t r u e n o .
Marduk, Assur, El, Baal, Yahvé y Z e u s p r o b a b l e m e n t e p e r s o n i f i q u e n estas mismas
fuerzas q u e los cazadores paleolíticos respetaban y t e m í a n . Pero ahora el cazador se ha
convertido e n g u e r r e r o y sus dioses, d e a c u e r d o c o n esto, se h a n c o n v e r t i d o e n los más
poderosos de los guerreros, a r m a d o s c o n los grandes p o d e r e s celestes d e la naturaleza.
La supremacía d e los dioses celestes q u e d a asegurada p o r una casta sacerdotal d e sexo
masculino en India, e n Persia y en el C a n a á n h e b r e o , y p o s t e r i o r m e n t e e n las culturas
cristiana e islámica.
Posiblemente c o m o resultado del p r e d o m i n i o del dios padre del cielo, e n la' m i t o l o -
gía persa (600-400 a. C.) apareció una idea del t i e m p o diferente. Este ya n o se c o n c e b í a
c o m o cíclico, según el m o d e l o lunar de la diosa m a d r e , q u e acogía de vuelta a los m u e r -
tos en la oscuridad de su ú t e r o a fin de q u e renacieran c o n la siguiente luna creciente.
El dios padre n o podía acoger a los m u e r t o s e n su interior, ni devolverlos a la tierra p a -
ra que renaciesen ( a u n q u e e n E g i p t o podía llevárselos consigo a los cielos, c o m o estre-
llas). Por lo tanto, el t i e m p o se volvió lineal a ojos d e la h u m a n i d a d : tenía u n c o m i e n -
zo en el n a c i m i e n t o y u n final en la m u e r t e . D e m a n e r a similar, la propia creación,
elevada a una p r o p o r c i ó n cósmica, tenía u n c o m i e n z o absoluto y tendría u n final defi-
nitivo, q u e coincidiría c o n el triunfo final d e la luz sobre la oscuridad, u n a afirmación
definitiva de la victoria original q u e había d o t a d o d e existencia al universo.
Es posible q u e estas ideas fuesen asimiladas p o r los hebreos q u e p e r m a n e c i e r o n e n
Babilonia y que, p o r lo tanto, se sometieron a la influencia de los persas una vez t e r m i -
nado el cautiverio en Babilonia. La historia se concebía c o m o la voluntad del dios crea-
dor desplegada linealmente e n el t i e m p o ; era, p o r lo tanto, inevitable q u e el dios creador
se hallase fuera o más allá del t i e m p o y de la creación. Estas ideas contrastaban d e f o r m a
marcada c o n los inmensos ciclos de eones c o n c e b i d o s e n la cultura de la diosa, pero eran
el corolario inevitable de la nueva idea de q u e la vida h u m a n a tenía u n c o m i e n z o y u n
final definitivo, y d e q u e la m u e r t e n o c o n d u c í a finalmente «de vuelta» al renacimiento.
Este m o d e l o lineal p u e d e aún subyacer al «mito d e la creación» científico del siglo XX,
según el cual el big bang m a r c ó el inicio de la vida; y es posible q u e t a m b i é n esté detrás
del t e m o r c o n t e m p o r á n e o ante el big bang apocalíptico q u e m a r q u e el final.
El dios j o v e n era a n t a ñ o el h i j o - a m a n t e d e la diosa, y él m i s m o era el dios de la fer-
tilidad. La mitología de la E d a d del H i e r r o traza la t r a n s f o r m a c i ó n del dios j o v e n en el
dios padre celeste; a m e d i d a q u e la i m a g e n solar del dios se h a c e más resplandeciente,
la i m a g e n lunar de la diosa va q u e d a n d o eclipsada. Los dioses se c o n v i e r t e n e n los p o r -
tadores d e la luz, la a u t o r i d a d , la ley y la justicia. C o m o la terrible diosa de la E d a d del
B r o n c e , t a m b i é n h a c e n la guerra. Son los p r o g e n i t o r e s d e la h u m a n i d a d , q u e es su sier-
va; la «fabrican» a partir de sangre, polvo, arcilla y hálito, a través de su palabra. El m i -
to del dios padre a finales de la Edad del H i e r r o se explora p r i n c i p a l m e n t e a través d e
dos dioses, Z e u s y Yahvé, cuyas imágenes míticas t i e n e n , s o r p r e n d e n t e m e n t e , m u y p o -
349
c o e n c o m ú n . A Z e u s , el dios padre d e la m i t o l o g í a griega, se le c o n o c e y a m a p o
relación c o n su esposa divina, c o n sus a m a n t e s divinas y m o r t a l e s y c o n sus hijos e
jas. P o r el c o n t r a r i o , al dios d e la m i t o l o g í a h e b r e a , Y a h v é - E l o h i m , n o se le recon
f o r m a l m e n t e relación alguna c o n n i n g ú n t i p o d e diosa, ni p o r lo t a n t o relación aJ
na c o n la naturaleza, ni siquiera c o m o fuerza c o n la q u e hay q u e lidiar. E n el G e n
el m o n s t r u o d r a g ó n q u e era T i a m a t q u e d a distanciado: a d q u i e r e la f o r m a abstract;
T e h o m , u n vacío sin f o r m a . El dios h e b r e o h e r e d a b u e n a p a r t e d e la iconografía n
ca d e M a r d u k , El y Baal, y e s p e c i a l m e n t e sus residencias e n la cima d e u n a m o n t
e n la n u b e , e n el rayo y e n el t r u e n o , p e r o n o h e r e d a la relación d e dichos dioses
33
madres, esposas, h e r m a n a s y h e r m a n o s . Y a h v é es u n dios tribal y g o b i e r n a ún
m e n t e a su tribu. Pero es él q u i e n t e r m i n a p o r convertirse e n el ú n i c o , s u p r e m o y i
versal dios padre del j u d a i s m o , del cristianismo y del islam.
El q u e en m u c h a s n a c i o n e s persista el m i t o d e la v i c t o r i a d e M a r d u k sobre Tia
es señal d e q u e las gentes ya n o se sienten hijas d e la m a d r e , sino hijas del padre. La
turaleza ya n o se e x p e r i m e n t a c o m o fuente, sino c o m o adversario; la o s c u r i d a d y;
se considera u n m o d o d e la existencia divina, c o m o e n los ciclos lunares, sino u n i
d o d e existencia carente de divinidad y a c t i v a m e n t e hostil, q u e devora la luz, la c
dad y el o r d e n . La v o z del a n t i g u o o r d e n sólo c o n s i g u e abrirse paso, a u n q u e tan i
m u l a d a q u e apenas resulta r e c o n o c i b l e , e n aquellos lugares e n q u e la inspiración c
poesía reanima las antiguas i m á g e n e s míticas. J o h n Phillips, e n su libro Eve: The Hi
of an Idea, c o m e n t a :
El antiguo Testamento no puede sugenr la existencia de otras divinidades con las que la
manidad posiblemente tenga que lidiar; sólo existe Dios. Sin embargo, se permite que lo
no es lícito como doctrina se exprese en la poesía de la antigua liturgia, donde sirve par
cordarnos el poder de Yahvé. Yahvé continuamente pugna contra el mal, personificad
fuerzas y poderes femeninos: T e h o m (Tiamat), Rahab y Leviatán (Lotan), todos ellos non
34
del dragón del caos en las tradiciones mesopotámica y cananea .
350
8
Diosas de Grecia:
Gea, Hera, Artemis y Atenea*
Lo que entre nosotros sólo surge en sueños y fantasías, fue antaño hábito consciente o
creencia generalizada. Pero lo que antaño tuvo fuerza suficiente como para moldear la vida es-
piritual de un pueblo altamente desarrollado no habrá desaparecido del alma humana sin dejar
huella en el transcurso de unas pocas generaciones. Debemos recordar que sólo ochenta gene-
raciones nos separan de la edad de oro de la cultura griega. Y, ¿qué son ochenta generaciones?
Se reducen hasta convertirse en un período de tamaño casi inapreciable cuando se comparan
con el enorme lapso temporal que nos separa del hombre de Neandertal o del de Heidelberg.
C. G . J u n g
351
mar». Los j o n i o s , a q u e o s y, finalmente, los d o r i o s siguieron su estela y finalmente ob-
t u v i e r o n la supremacía sobre t o d a Grecia y, m u c h o después, sobre las islas. C o n s i g o tra-
j e r o n u n o r d e n social patriarcal y u n a c o s m o l o g í a del cielo, el sol y la t o r m e n t a , cuyo
s o b e r a n o era el g r a n dios p a d r e Z e u s , q u e arrojaba el rayo y el t r u e n o . L o q u e e n c o n -
traron fue u n a r e l i g i ó n firmemente arraigada d e c u l t o a la diosa q u e había evoluciona-
d o pacíficamente d u r a n t e m i l e n i o s desde el pasado neolítico.
D u r a n t e la edad oscura - e n t r e el 1200 y el 800 a. C - , n o h u b o n u e v o s edificios de
piedra de n i n g ú n t a m a ñ o , y t a m p o c o pinturas o esculturas ni siquiera simples figuras
de arcilla. Sin e m b a r g o , se preservaron m u c h a s cosas, especialmente e n Creta y en
C h i p r e , y e n B e o c i a e n el c o n t i n e n t e , a d o n d e e m i g r a r o n m u c h o s habitantes de
M i c e n a s . B e o c i a se e n c u e n t r a entre Delfos y A t e n a s y d e allí p r o c e d e n algunas de las
i m á g e n e s d e la diosa más antiguas y e l o c u e n t e s , q u e r e c u e r d a n de i n m e d i a t o el arte y
la visión d e la C r e t a m i n o i c a y m i c é n i c a , c o m o se aprecia e n la figura 1. El rostro cor
p i c o de ave y las líneas d e s c e n d e n t e s y e n zigzag q u e r e c o r r e n la p a r t e delantera de h
túnica y el t r o n o —tal vez raudales d e l l u v i a - p r e s e n t a n t a m b i é n reminiscencias c o n h
vieja E u r o p a .
L o q u e m a n t u v o viva la tradición d e b i ó d e ser la t r a d i c i ó n oral d e canciones y cuen-
tos, tal y c o m o había h e c h o antes d u r a n t e i n c o n t a b l e s m i l e n i o s ; ésta es u n a de las ra-
z o n e s p o r la q u e la cultura original d e la diosa t i e n e q u e c o m p o n e r s e a partir de frag-
m e n t o s más tardíos q u e d e p e n d e n de i m p l i c a c i o n e s , y u x t a p o s i c i o n e s , contradiccione:
y alusiones a u n t i p o de o r d e n distinto. C o m o e n el m i t o g r i e g o clásico de Teseo y e
M i n o t a u r o , p u e d e vislumbrarse la civilización p r e h e l é n i c a , m u c h o más antigua y per-
sistente, bajo la superficie de los m i t o s o l í m p i c o s . P o r u n lado los c o n f o r m a , p e r o tam-
b i é n los c o m p l i c a y distorsiona. Los cantos más a n t i g u o s d e dioses y diosas q u e se pu-
sieron p o r escrito e n el siglo VIII a. C . se d e n o m i n a n Himnos homéricos, u n n o m b r e qu<
refleja la ausencia, h o y en día, de c o n o c i m i e n t o d e c u a l q u i e r n o m b r e q u e n o sea el d<
H o m e r o , y q u e al m i s m o t i e m p o r e c o n o c e u n a fuente c o m ú n de inspiración mític;
e n t r e los Himnos y la Odisea y la Ilíada ( a u n q u e la Odisea da la sensación d e t e n e r un;
o r i e n t a c i ó n diferente de la de la Ilíada, sobre t o d o e n lo referente a la d i g n i d a d y au
t o r i d a d q u e c o n c e d e a la a n t e r i o r cultura d e la diosa).
El h i m n o a A p o l o Pírico, p o r e j e m p l o , n o s c u e n t a c ó m o b u s c ó p o r toda la tierr
i n t e n t a n d o e n c o n t r a r u n lugar en el q u e c o n s t r u i r u n t e m p l o para su oráculo, sin p o
d e r hallarlo. C u a n d o llega a Telfusa, el lugar d e la diosa d e las aguas q u e fluyen, y al fu
c o m i e n z a a colocar sus c i m i e n t o s de piedra, la diosa se e n c o l e r i z a y lo c o n v e n c e de q u
se vaya. P e r o tras m a t a r a la dragona (ver capítulo 7, p. 344), el dios se da c u e n t a de qu
Telfusa lo ha e n g a ñ a d o . Levanta la c i m a d e u n a m o n t a ñ a sobre sus arroyos sagrados •
su t e m p l o d e piedra los c u b r e . El sacrificio del a n t i g u o o r d e n a favor del n u e v o apare
ce r e c o g i d o aquí e, i r ó n i c a m e n t e , A p o l o elige c o m o sacerdotes para p r o c l a m a r sus le
yes a cretenses d e la C n o s o s m i n o i c a , cuya c o m p r e n s i ó n de las leyes d e la vida provie
n e de la cultura de la diosa q u e A p o l o ha r e e m p l a z a d o . D e este m o d o , el acceso i
352
1. D i o s a m a d r e e n e l t r o n o ,
c o n su h i j o e n b r a z o s (c.
7 0 0 a. C . B e o c i a , Grecia)
353
e n t r e sí, c o m o si cada u n a d e ellas personificase u n aspecto diferente d e su totalidad
C o m o s u c e d e siempre, las i m á g e n e s c u e n t a n la historia: las serpientes son para Atenea
D e m é t e r , H e r a e Higía; el cereal y las amapolas, para D e m é t e r y Perséfone; las aves
para A t e n e a , D e m é t e r y Afrodita; y la p a l o m a , e n particular para Afrodita y Perséfone
Los leones, los ciervos y los animales salvajes p e r t e n e c e n a A r t e m i s ; el p e r r o , a Hécate
El olivo es el d o n d e A t e n e a al p u e b l o de Atenas y los árboles frutales y los cereales soj
t e r r i t o r i o d e D e m é t e r . Todas las diosas griegas son diosas lunares: Perséfone la d o ñ e e
lia y A r t e m i s la v i r g e n personifican el c u a r t o c r e c i e n t e ; D e m é t e r y H e r a , c o m o m a d r
o esposa realizada, personifican la l u n a llena; y H é c a t e del s u b m u n d o personifica la lu
na m e n g u a n t e y la n e g r a l u n a nueva. Las diosas m i n o i c a s de las abejas aparecen en la
tres doncellas de la abeja, las v i d e n t e s q u e e n s e ñ a r o n a A p o l o a p r e d e c i r el futuro,
D i o n i s o se apropia d e la uva y la parra. El y e l m o y e s c u d o m i c é n i c o s c o r r e s p o n d e n
A t e n e a c o m o p a t r a ñ a d e la ciudad, q u e t a m b i é n es u n a diosa lunar, c o m o lo es Selen
c o n sus brazos blancos y sus caballos resplandecientes. Las c e r e m o n i a s m i n o i c a s del ma
t r i m o n i o sagrado e n t r e la vaca lunar y el t o r o solar v u e l v e n a estar presentes e n la H e r
«de ojos d e vaca» y su c o n s o r t e , el Z e u s t o r o . Z e u s constituye la diferencia distintiv;
p u e s t o q u e ya n o es el n i ñ o sobre las rodillas d e la m a d r e o el dios j o v e n q u e saluda
la diosa, sino el g r a n p a d r e de todas las diosas y dioses.
354
esencial discernir los distintos niveles d e p e n s a m i e n t o q u e c o m p o n e n las versiones fi-
nales de las historias q u e c o n o c e m o s .
Gea
Voy a cantar a la Tierra, madre universal, de sólidos cimientos, la más augusta, que nutre
en su suelo todo cuanto existe. Cuanto camina por la divina tierra o por el ponto, o cuanto
vuela, se nutre de tu exuberancia.
Por ti se vuelven prolíficos y fructíferos, soberana, de ti depende dar la vida o quitársela a
los hombres mortales.
¡Afortunado aquel al que tú honras benévola de corazón! A él todo se le presenta en abun-
dancia. Se le carga el labrantío dispensador de vida y por sus campos prospera en ganados. Su
casa se llena de bienes. En cuanto a tales hombres, con buenas leyes gobiernan en una ciudad
de hermosas mujeres. Abundante fortuna y riqueza los acompañan. Sus hijos se enorgullecen
de su juvenil placer, y sus hijas, jugando en coros cuajados de flores, con ánimo alegre se c o m -
placen entre las delicadas flores del prado. Esos son a los que tú honras, venerable diosa, gene-
rosa deidad.
¡Salve, madre de los dioses, esposa del estrellado Cielo! Concédeme, benévola, en recom-
3
pensa por mi canto, una vida grata a mi corazón. Q u e yo me acordaré de otro canto y de ti .
355
ta. M e n o s o b v i o , p e r o a u n así crucial, es el h e c h o d e q u e M a r í a , la diosa m a d r e n o re-
c o n o c i d a d e la iglesia cristiana, haya a d q u i r i d o f o r m a l m e n t e t o d o s los atributos de la:
antiguas diosas m a d r e s e x c e p t o el d e diosa d e la tierra.
Sin e m b a r g o , e n el siglo VIII a. C . la realidad de u n a sola diosa m a d r e había pasadc
a la historia; la u n i d a d original de la tierra y el cielo se había p e r d i d o e n la leyenda dt
los inicios. H e s í o d o , q u e , c o m o H o m e r o , escribe a finales de la edad oscura, alrededo:
d e 700 a. C , evoca esa é p o c a tal y c o m o su m a d r e la r e c o r d a b a . S u g i e r e , tal vez, có-
m o la cultura d e la diosa pervivía e n la m e m o r i a a través d e historias transmitidas d<
g e n e r a c i ó n e n g e n e r a c i ó n , p o r así decirlo, e n las rodillas d e las m a d r e s : « N o de mí, si-
n o d e m i m a d r e , p r o c e d e el c u e n t o d e c ó m o la tierra y el cielo fueron u n a vez una so-
4
la forma» . P e r o ahora q u e la diosa única se había f r a g m e n t a d o e n múltiples diosas, aho-
ra q u e los dioses g o b e r n a b a n a su lado y a m e n u d o e n su lugar, había s u r g i d o una form;
diferente d e relacionarse c o n el universo.
E n el h i m n o h o m é r i c o e n u n c i a d o más arriba todavía se invoca a G e a c o m o «ma
dre universal». Sin e m b a r g o , t a m b i é n se ha c o n v e r t i d o e n «esposa del estrellado Cielo»
y n o se m e n c i o n a e n n i n g ú n m o m e n t o q u e e n otros m i t o s U r a n o , el cielo, a n t a ñ o f u i
su hijo, c o m o lo fueron t o d o s los d e m á s seres q u e h i z o salir d e sí m i s m a . E n este tex
t o es ella q u i e n alimenta a t o d o lo q u e hay e n el m u n d o ; da la vida y la arrebata
E s q u i l o se h a c e e c o de este h i m n o :
Preste oído a mis plegarias también la tierra, la que todo lo pare y, después de haberlo cria
5
do, lo recibe de nuevo en su seno .
6
En esta plegaria honro primero, entre todos los dioses a Tierra, la primera adivina .
356
Los mitos n o son historia, pero se manifiestan e n el t i e m p o y crean la historia, y p o r lo
tanto se visten c o n el lenguaje del devenir y del cambio. El m i t o , según la evocadora fra
se de Joseph C a m p b e l l , «es la abertura secreta a través de la cual las energías inagotables
7
del cosmos se vierten sobre las manifestaciones culturales humanas» .
Volviendo a este m o m e n t o particular del continuum cultural, se trata de u n p u n t o e n
el q u e la energía ha c a m b i a d o de dirección. Si antes se o r i e n t a b a hacia G e a , ahora lo
hace hacia su bisnieto, Z e u s , el q u e r e ú n e las n u b e s ; el q u e , c o n m ú s c u l o s firmes y r e
solución i n q u e b r a n t a b l e , a p u n t a sus rayos (ver p. 369). C o m o había s u c e d i d o c u a n d o la
cultura babilónica se e n c o n t r ó c o n la s u m e r i a , más antigua, las historias del o r i g e n del
m u n d o y d e la h u m a n i d a d t a m b i é n c a m b i a r o n , d e a c u e r d o c o n el n u e v o o r d e n d e
prioridades. E n Grecia esto dio c o m o resultado cuatro m i t o s d e la creación p r i n c i p a
les —el pelasgo, el h o m é r i c o , el órfico y el olímpico— y t o d o s ellos, cada u n o a su m a
nera, reflejan la transición de la gran diosa hasta el dios.
El m i t o pelasgo de la creación (que t o m a su n o m b r e d e los p u e b l o s indígenas del
357
n o r t e de Grecia, los pelasgos) c o m i e n z a c o n la diosa de todas las cosas, llamac
E u r í n o m e , n o m b r e q u e significa «la q u e r e c o r r e vastas distancias» c o m o la luna. Surgí
desnuda del caos, p e r o n o halló n a d a sólido d o n d e apoyar los pies, así q u e separó
m a r del cielo y, sola e n t r e las aguas, dio o r i g e n al m u n d o a través d e la danza. Bailó h;
cia el sur y el v i e n t o se p u s o e n m o v i m i e n t o tras ella, c o m o algo n u e v o y separado c
lo demás c o n lo q u e c o m e n z a r la o b r a d e la c r e a c i ó n . T o m a n d o el v i e n t o del n o r t e , ]
frotó c o n las m a n o s y lo c o n v i r t i ó e n u n a g r a n s e r p i e n t e , O f i ó n , q u e , excitada p o r ¡
danza, c o p u l ó c o n ella, dejándola e m b a r a z a d a d e la vida. Tras t o m a r la f o r m a de ui
p a l o m a , la diosa p u s o el h u e v o universal sobre las aguas. E n c u m p l i m i e n t o de sus ó
denes, la serpiente, O f i ó n , se e n r o s c ó siete veces e n t o r n o al h u e v o hasta q u e finali;
su p e r í o d o de i n c u b a c i ó n y se p a r t i ó e n dos, d e j a n d o salir a los hijos de la diosa, qi
son t o d o lo q u e existe: el sol, la l u n a , los planetas, las estrellas, la tierra c o n sus ríe
m o n t a ñ a s , árboles, hierbas y criaturas vivientes. L u e g o creó las siete fuerzas planetaria
asignando a cada u n a de ellas u n titán m a s c u l i n o y o t r o f e m e n i n o . El p r i m e r h o m b
8
se llamó Pelasgo; surgió d e la tierra d e Arcadia y fue el ancestro d e los pelasgos . I
palabras del p o e t a Asió:
358
En primer lugar existió el Caos. Después Gea la de amplio pecho, sede siempre segura de
todos los Inmortales que habitan la nevada cumbre del Olimpo. [En el fondo de la tierra de an-
chos caminos existió el tenebroso Tártaro.] Por último, Eros, el más hermoso entre los dioses
inmortales, que afloja los miembros y cautiva de todos los dioses y de todos los hombres el c o -
razón y la sensata voluntad en sus pechos.
Del Caos surgieron Erebo y la negra N o c h e . De la N o c h e a su vez nacieron el Éter y el
Día, a los que alumbró preñada en contacto amoroso con Erebo.
Gea alumbró primero al estrellado Urano con sus mismas proporciones, para que la contu-
viera por todas partes y poder ser así sede siempre segura para los felices dioses. También dio a
luz a las grandes Montañas, deliciosa morada de diosas, las Ninfas que habitan los boscosos
montes. Ella igualmente parió al estéril piélago de agitadas olas, el Ponto, sin mediar el grato
comercio.
Luego, acostada con Urano, alumbró a Océano de profundas corrientes, a Ceo, a Crío, a
Hiperión, a Jápeto, a Tea, a Rea, a Temis, a Mnemósine, a Febe de áurea corona y a la ama-
ble Tetis. Después de ellos nació el más joven, Cronos, de mente retorcida, el más terrible de
12
los hijos y se llenó de un intenso odio hacia su padre .
Vino el poderoso Urano conduciendo la noche, se echó sobre la tierra ansioso de amor y
se extendió por todas partes. El hijo, saliendo de su escondite, logró alcanzarle con la mano iz-
359
quierda, empuñó con la derecha la prodigiosa hoz, enorme y de afdados dientes, y apresurada-
mente segó los genitales de su padre y luego los arrojó a la ventura por detrás.
N o en vano escaparon aquéllos de su mano. Pues cuantas gotas de sangre salpicaron, todas
las recogió Gea. Y al completarse u n año, dio a luz a las poderosas Erinias, a los altos Gigantes
de resplandecientes armas, que sostienen en su mano largas lanzas, y a las Ninfas que llaman
13
Melias sobre la tierra ilimitada .
360
inicia el d r a m a del despertar d e E d i p o al asesinato d e su p a d r e y al incesto i n v o l u n t a -
rio c o n su m a d r e . La tierra d e Tebas e n la q u e g o b i e r n a c o m i e n z a a m o r i r :
Se debilita en las plantas fructíferas de la tierra, en los rebaños de bueyes que pacen y en los
16
partos infecundos de las mujeres .
el soberano Febo nos ordenó, claramente, arrojar de la región una mancilla que existe en esta
17
tierra y no mantenerla para que llegue a ser irremediable .
18
«Líbranos de t o d a i m p u r e z a originada p o r el m u e r t o » dice E d i p o al ciego Tiresias,
cuya visión es interior. C u a n d o descubre q u e es él m i s m o el asesino d e s c o n o c i d o d e
su padre y a b a n d o n a la ciudad, la tierra c o m i e n z a a vivir d e n u e v o .
D e b e resultarnos obvia la relación simbólica d e esta historia c o n el trance e n el q u e
se halla nuestra tierra. Tal vez la c o n v i c c i ó n griega d e q u e la naturaleza es u n ser m o -
ral, q u e sufre a m a n o s d e la ignorancia h u m a n a , p u e d a reconsiderarse gracias al r e g r e -
so del t é r m i n o G e a / G a i a a nuestro lenguaje.
Hera
361
ginaria y creativa, q u e le c o r r e s p o n d e . G i m b u t a s sugiere q u e , al igual q u e A t e n e a , co
la cual aparece a m e n u d o e n las leyendas, H e r a p o d r í a r e m o n t a r s e a la diosa serpient
del N e o l í t i c o q u e g o b e r n a b a sobre las aguas celestiales. T a n t o H o m e r o c o m o Plato
2
relacionan su n o m b r e c o n el aire '. E n la Ilíada es llamada «reina del cielo» y «Hera d<
t r o n o dorado». T a m b i é n es llamada «diosa d e b l a n c o s brazos», u n a i m a g e n romántic
d e los rayos de luna q u e se e x t i e n d e n p o r el cielo n o c t u r n o . A Selene se le da el mis
m o e p í t e t o y se la describe f o r m a l m e n t e c o m o diosa d e la luna. D e h e c h o , todavía s
asignan a H e r a las tres fases de la g r a n diosa d e la l u n a d e a n t a ñ o ( a u n q u e interprete
das ahora e n relación c o n su papel de esposa, c o m o c o r r e s p o n d e a u n p u n t o de visl
patriarcal), bajo la f o r m a de los tres t e m p l o s q u e se le c o n s t r u y e r o n e n Estinfalo: la n
ña, la realizada y la separada. El m i s m o m i t o l u n a r c o n f o r m a el ritual e n el q u e su e;
tatúa se b a ñ a b a cada a ñ o e n u n arroyo, e n el m o m e n t o preciso d e la luna creciente, pi
ra renovar su doncellez y para q u e p u d i e r a ir al e n c u e n t r o d e Z e u s c o m o e n le
o r í g e n e s , s i m b ó l i c a m e n t e virgen, «una en sí misma» c o m o la luna renacida.
P o r o t r o lado, el epíteto q u e H o m e r o da a H e r a —boopis, q u e significa «de ojos c
vaca»— sugiere q u e era t a m b i é n u n a diosa d e la tierra, cuya i m a g e n siempre fue la v;
ca desde las épocas más antiguas: la N i n h u r s a g s u m e r i a y la H a t h o r egipcia, p o r ejen
pío, p o r n o m e n c i o n a r las consortes a n ó n i m a s d e la larga serie d e toros fertilizadore
362
cuyos c u e r n o s tenían f o r m a d e luna creciente. Tras el carácter d e m o n í a c o de algunos
de sus hijos t a m b i é n se halla la misma historia. Se trata del d r a g ó n T i f ó n y la m o n s -
truosa H i d r a , a q u i e n e s H e r a da a luz d e m a n e r a a u t ó n o m a , c o m o t o d a diosa d e la t i e -
rra vista desde la óptica de los dioses celestes. E n u n a ocasión, enojada c o n su m a r i d o
p o r haber e n g e n d r a d o a A t e n e a p o r su c u e n t a , H e r a g o l p e ó la tierra y c o n v o c ó a G e a
y a U r a n o . G e a , la fuente de la vida, se e s t r e m e c i ó p o r el golpe. H e r a sabía q u e su d e -
seo le había sido c o n c e d i d o y, u n a ñ o más tarde, n a c i ó T i f ó n . El d r a g ó n de H e r a fue
enviado a Delfos para cuidar de la d r a g o n a Delfine; más tarde, el hijo l u m i n o s o d e
Z e u s , A p o l o , le dio m u e r t e . Su n o m b r e es d e m a s i a d o similar al de T i f ó n , hijo p e q u e -
ñ o de Gea, a q u i e n Z e u s dio m u e r t e ; p o r n o hablar d e cierta c o n e x i ó n esencial e n t r e
Gea y H e r a , p r e s u m i b l e m e n t e en su calidad de diosas d e la tierra. Las llanuras fértiles,
recorridas p o r manadas de ganado, t a m b i é n eran su hogar, y e n sus t e m p l o s se sacrifi-
caban bueyes. Diosa d e Argos y t a m b i é n de S a m o s , se a p r o p i ó d e los t e m p l o s m i c é n i -
cos y su c u l t o se e x t e n d i ó p o r toda Grecia, d o n d e era adorada c o m o «diosa del yugo»
y «rica en bueyes». A las espigas de t r i g o se las llamaba «flores d e Hera» y se las espar-
cía sobre los altares c u a n d o se sacrificaba el g a n a d o .
E n la figura 4, u n pithos d e 1,2 m de altura, la majestuosa H e r a lleva la c o r o n a d e la
reina de los dioses. D e ella surgen ramas e n f o r m a de serpiente, d e las q u e cuelgan uvas.
363
H e r a levanta los brazos e n gesto d e epifanía; dos l e o n e s se alzan hacia ella, recordán
d o n o s a la diosa m i n o i c a d e la m o n t a ñ a y a la p u e r t a m i c é n i c a ; dos sacerdotisas se ocu
p a n de su túnica, q u e t i e n e aspecto d e red y q u e está c u b i e r t a de p u n t o s q u e recuer
dan a u n t i e m p o la semilla sembrada e n los c a m p o s y las estrellas q u e salpican los cielo;
Bajo el cuello del r e c i p i e n t e aparece u n a p r o c e s i ó n d e ciervos m o t e a d o s c o n cabez¿
d e l i c a d a m e n t e finas. Esta es la figura d e u n a reina p o r d e r e c h o p r o p i o ; m u y lejos que
da la i m a g e n d e la esposa m e z q u i n a d e la Üíada.
E n Beocia, varias ciudades q u e r e n d í a n c u l t o a Platea, la diosa de la tierra, organi
zaban u n a fiesta especial cada sesenta años; c o m o si d e los festejos d e u n a b o d a se tra
tara, c o n figuras d e m a d e r a d e la novia y d e su d a m a ; su sacrificio p r i n c i p a l era una va
22
ca para H e r a y u n t o r o para Z e u s . Al final, t o d o ello se q u e m a b a . Al instante viene
a la m e n t e los rituales del m a t r i m o n i o sagrado d e C n o s o s . E n m u c h o s lugares d
Grecia se celebraba el m a t r i m o n i o sagrado e n t r e H e r a y Z e u s , r e p r e s e n t á n d o s e de nue
v o el a n t i g u o ritual del m a t r i m o n i o e n t r e el cielo y la tierra, q u e b e n d e c í a y regenera
ba la vida. E n la d e s c r i p c i ó n de su r e c o n c i l i a c i ó n e n la Ilíada todavía p u e d e n encon
trarse r e c u e r d o s del ritual mistérico del m a t r i m o n i o sagrado antes q u e d e la i m a g e n d
la pareja desavenida q u e tan a m e n u d o se representaba: c u a n d o se reconcilian, toda ]
tierra florece. Y c u a n d o Z e u s t o m a a H e r a e n sus b r a z o s , los oculta u n a niebla dorac
d e m a s i a d o espesa c o m o para q u e el sol la p e n e t r e :
Es c o m o si este a c o n t e c i m i e n t o d i v i n o , q u e a n t a ñ o u n í a los p r i n c i p i o s c o m p h
m e n t a r i o s del universo, se secularizase e n la G r e c i a p a t r i a r c a l para servir, a n t e todi
c o m o m o d e l o para el r e c t o o r d e n a m i e n t o d e la s o c i e d a d m e d i a n t e el c u m p l i m i e n t
d e b i d o d e la c e r e m o n i a del m a t r i m o n i o . (Las m u j e r e s g r i e g a s , d e b e r e c o r d a r s e , est;
b a n excluidas d e la d e m o c r a c i a al igual q u e los esclavos; carecían d e d e r e c h o al vot
y r a r a m e n t e disfrutaban del m i s m o d e r e c h o a la e d u c a c i ó n q u e sus h e r m a n o s y m:
ridos.) H e r a se c o n v i r t i ó e n la diosa d e las b o d a s y del m a t r i m o n i o , m i e n t r a s q u e
a m o r , la belleza y el deseo pasaron a p e r t e n e c e r a Afrodita; el c u i d a d o d e la casa :
e n c o m e n d ó a H e s t i a , diosa del fuego del h o g a r ; A r t e m i s se c o n v i r t i ó e n diosa d e
v i r g i n i d a d , el p a r t o y la m a t e r n i d a d . « T ú eres q u i e n pasa la n o c h e e n los brazos d
24
supremo Zeus» se c o n v i r t i ó e n la e x p r e s i ó n e m b l e m á t i c a d e la a u t o r i d a d d e H e r
364
una fuente a m b i v a l e n t e d e satisfacción para a l g u i e n a c o s t u m b r a d a a ser diosa p o r d e -
r e c h o p r o p i o , c o m o i m p l i c a n los relatos d e su furia a n t e la l i b e r t a d de Z e u s . Si esta
furia se saca del c o n t e x t o m a r i t a l y se d e v u e l v e al m o m e n t o h i s t ó r i c o , m o m e n t o e n
el q u e los q u e c o n t r a í a n m a t r i m o n i o r e p r e s e n t a b a n m o d o s d e vida e n el u n i v e r s o d i -
ferentes e incluso o p u e s t o s e n t r e sí, el s e n t i d o d e la injusticia d e H e r a se revela cla-
r a m e n t e c o m o negativa a s o m e t e r s e a lo establecido p o r Z e u s e n r e l a c i ó n c o n la fu-
sión de las dos culturas. A u n q u e H e r a a m e n u d o c o m p a r t í a altar c o n Z e u s , el
r e c u e r d o de su a n t i g u a i n d e p e n d e n c i a s i e m p r e estaba p r e s e n t e : él n o debía olvidar
q u e la diosa era su h e r m a n a mayor, y q u e i n c l u s o lo salvó c u a n d o era n i ñ o d e las f a u -
ces de C r o n o , p u e s t o q u e e n a l g u n o s relatos fue ella m i s m a q u i e n lo llevó -a C r e t a .
Todas estas historias, leídas s i m b ó l i c a m e n t e , c o n t r i b u y e n a a u m e n t a r el s e n t i m i e n t o
de protesta m i t o l ó g i c a a n t e la perspectiva d e s o m e t e r s e al y u g o del m a t r i m o n i o c o n
u n c o m p a ñ e r o desigual. P o r otra p a r t e , c o m o se p r e g u n t a H a r r i s o n , «¿es la s e ñ o r a t i -
ránica una c r e a c i ó n del a m a d e casa g r i e g a , a u n e n t i e m p o s h o m é r i c o s , a su p r o p i a
imagen? La respuesta está clara: H e r a ha c o n t r a í d o m a t r i m o n i o a la fuerza, p e r o n u n -
25
ca es r e a l m e n t e esposa» .
365
5. El m a t r i m o n i o sagrado
de H e r a y Z e u s (talla de
m a d e r a , c. finales del siglo
VII a. C . P o s i b l e m e n t e de
S a m o s ) . El c u c o , v i s t o desde
atrás, se s i t ú a e n t r e las
cabezas de Z e u s y Hera
c o m o s í m b o l o d e su unión.
Z e u s sujeta u n o de los
p e c h o s de Hera. D e forma
s i m i l a r , la d i o s a solía
o f r e c e r su p r o p i o pecho
p a r a a l i m e n t a r al mundo
366
te sentimiento se h a c e eco u n a escultura e n la q u e la m i s m a diosa sostiene, c o m o
29
Perséfone, u n a g r a n a d a . E n t r e las líneas del pasaje d e H o m e r o q u e d a implícito el r e -
c o n o c i m i e n t o de la ausencia d e la d i m e n s i ó n q u e le falta a la gran diosa de los tres r e i -
nos: el del cielo, el de la tierra y el del i n f r a m u n d o .
O t r a alusión a su a n t i g u o papel c o m o g r a n diosa se nos presenta a través de su r e -
lación c o n el h é r o e Heracles. Su n o m b r e significa «gloria a Hera», y los d o c e trabajos
que la diosa le i m p o n e simbolizan los d o c e meses d u r a n t e los cuales el sol «trabaja» e n
su r e c o r r i d o anual. A u n q u e e n el relato Heracles e m p r e n d e estas p r u e b a s n o p o r v o -
luntad propia, sino a instancias d e H e r a (en su papel d e diosa oscura de la luna m e n -
guante), la i m a g e n del sirviente o h i j o - a m a n t e d e la diosa q u e el n o m b r e de' Heracles
implica sugiere q u e el a n t i g u o ritual e n el q u e el sol q u e se unía c o n la luna llena
- c u a n d o se la ha g a n a d o p o r los servicios prestados— p o s i b l e m e n t e se oculte tras este
relato. P o r de p r o n t o , la i m a g e n d e Heracles c o m o h o m b r e adulto q u e m a m a del p e -
30
cho de H e r a , tal y c o m o aparece e n el dibujo d e u n espejo e t r u s c o recuerda a los fa-
raones m a m a n d o de los p e c h o s de Isis e n su papel de hijos-amantes de la diosa. La l e -
yenda q u e rodea este episodio c u e n t a q u e Z e u s h i z o q u e H e r a se quedase d o r m i d a y
H e r m e s p u s o a Heracles e n su p e c h o , p e r o —como h é r o e q u e e r a - la m o r d i ó y la d e s -
pertó y, mientras la diosa se lo sacudía, la l e c h e se d e r r a m ó p o r los cielos d a n d o o r i -
gen a la Vía Láctea.
Zeus
367
6 . La d i o s a madre
y el n i ñ o (sello
m i n o i c o , c. 700-60(
a. C . B e o c i a , Greci
368
tud de salutación; quizás los m i n o i c o s esperaban la a p a r i c i ó n del dios. E n el relato g r i e -
go al Z e u s recién n a c i d o lo a l i m e n t a b a n palomas, abejas y cabras; u n g r u p o d e j ó v e -
nes, los curetes, golpeaba sus escudos para q u e el r u i d o tapase el llanto del n i ñ o y
C r o n o n o lo oyese. R e a le dio a C r o n o u n a piedra e n lugar de darle a Z e u s ; llegado el
m o m e n t o , v o m i t ó a t o d o s sus demás hijos y Z e u s le arrojó al T á r t a r o .
En otro m i t o , Z e u s nació e n u n a caverna consagrada a las abejas, q u e lo criaron c o n
miel. Esto sugiere q u e este r i t o estaba r e l a c i o n a d o c o n la diosa abeja de los sellos m i -
noicos, y c o n u n ritual anual de m u e r t e y r e n a c i m i e n t o del a ñ o y del dios d e la v e g e -
tación. La historia c o n t a b a q u e cada año, e n u n m o m e n t o preciso del ciclo anual, u n a
gran llamarada surgía d e esta caverna, a n u n c i a n d o q u e la sangre del p a r t o d e Z e u s h a -
bía caído sobre la tierra. A q u í se sugieren los orígenes más antiguos d e este dios, q u e
reaparecen e n algunos de los relatos; p o r e j e m p l o , c u a n d o Z e u s se aparece c o m o u n a
serpiente para unirse c o n Perséfone mientras ella está sentada e n u n a cueva tejiendo los
hilos del destino. El resultado fue el n a c i m i e n t o d e D i o n i s o , el dios q u e e n Creta, c a -
sualmente, equivalía al m i s m o Z e u s .
Sin e m b a r g o , t a n t o el h i j o - a m a n t e d e la diosa e n u n a cueva cretense c o m o la s o -
brecogedora serpiente q u e era adorada e n santuarios dedicados a Z e u s están lejos del
dios padre d e los cielos d e la Grecia clásica, q u e en la Ilíada p r o c l a m a su supremacía
desde las alturas:
369
7. Z e u s M i l i q u i o (relieve grabado en una tablilla
v o t i v a , s i g l o IV a. C . P i r e o , Grecia)
8 . Z e u s a r r o j a n d o u n r a y o ( e s t a t u i l l a , c . 4 6 0 a. C.,
15 c m d e a l t u r a . Dodona)
370
gen de la m e n t e h u m a n a estableciendo fronteras e n t o r n o a espacios i n n o m b r a b l e s c o -
m o c o n d i c i ó n necesaria para q u e u n a civilización d e t e r m i n a d a se u n a y crezca.
Por otra parte, c u a n d o se u n e a las múltiples diosas cuyos reinados lo a n t e c e d i e r o n ,
n o extingue sus p o d e r e s , sino q u e los p o n e bajo sus ó r d e n e s . E n otras palabras, las e x -
periencias h u m a n a s q u e las diosas d u r a n t e t a n t o t i e m p o h a b í a n r e p r e s e n t a d o y h e c h o
sagradas se articulan a partir d e ahora e n la p s i q u e d e u n m o d o n o v e d o s o . Los n u m e -
rosos hijos e hijas de Z e u s , c o n c e b i d o s c o n estas diosas —Apolo, A r t e m i s , H e r m e s ,
Perséfone, D i o n i s o , A t e n e a y A r e s - , reflejan, d e n u e v o , u n a capacidad m a y o r de o r d e n
en la psique de aquella época, algo q u e antes n o era posible.
James Hulmán p r o p o n e q u e se analice la i m a g e n d e Z e u s e n relación c o n los tita-
34
nes, c o m o «el p o d e r de o r d e n de la i m a g i n a c i ó n diferenciada» q u e m a n t i e n e alejado
el exceso y h a c e posible la m e d i d a , la sincronización c o r r e c t a y la exactitud. La pala-
bra «titán» significa «estirar, extender, esparcir»; U r a n o , su padre, dijo q u e a c t u a b a n
35
«con temeraria insensatez» ; su e n o r m e t a m a ñ o contrasta m a r c a d a m e n t e n o sólo c o n
el d o m i n i o de la ley q u e Z e u s inaugura, sino t a m b i é n c o n la precisión imaginativa q u e
simbolizan sus relaciones de m a t r i m o n i o y p a t e r n i d a d c o n las distintas diosas. E n este
sentido, c o n Z e u s dio c o m i e n z o una nueva era, y esto es p o t e n c i a l m e n t e u n h e c h o tan
significativo c o m o el d e desposeer a la diosa de sus funciones y esferas de influencia.
Los gigantes d e sexo m a s c u l i n o y f e m e n i n o de los c u e n t o s de hadas reflejan las e m o -
ciones desatadas q u e a m e n a z a n c o n pisotearlo t o d o , q u e d e b e n ser engañadas m e d i a n -
te la astucia, la previsión y la estrategia p o r el n u e v o o r d e n de consciencia (a m e n u d o
d i m i n u t o e n c o m p a r a c i ó n , c o m o la figura del Sastrecillo valiente o d e D a v i d frente a
Goliat). H e r m e s , llamado argofonte —el q u e m a t a a Argos, el gigante de múltiples
o j o s - , es el p r o t o t i p o de este arte en el r e i n o d e los dioses, al igual q u e su p r o t e g i d o
Ulises lo es entre los mortales, c u a n d o e n g a ñ a al gigante cíclope Polifemo al llamarse
36
a sí m i s m o « N i n g u n o » .
371
c e p c i ó n solar y lunar n o se personifican de m a n e r a invariable c o m o diosa y dios respe
tivamente en todas las culturas; e n A l e m a n i a y J a p ó n , p o r d e p r o n t o , el sol se conci
c o m o f e m e n i n o y la luna c o m o masculina, d e m o d o que, e n ú l t i m o t é r m i n o , estas m
táforas superan toda clasificación de género. Sea cual sea el m o d o e n q u e se concib;
plantean el reto d e reconciliar dos posibilidades existenciales o m o d o s d e consciencia q
n o resultan opuestos entre sí, u n a vez q u e se e x p e r i m e n t a n d e verdad. El m o d o heroi
solar, c o n su claridad, control, particularidad y v o l u n t a d de c a m b i o , y el m o d o lunar
transformación cíclica del t o d o a través de las fases d e sensación e i n t u i c i ó n son tan s
lo polaridades aparentes e n el alma. Antes b i e n , su relación correcta es i n h e r e n t e m e r
creativa en el sentido de q u e c o n t i n u a m e n t e h a de buscarse y encontrarse, perderse, 11
rarse y l u e g o volver a vislumbrase y recobrarse en u n a nueva forma.
Ártemis
«Himno a Ártemis»
Canto a la tumultuosa Ártemis, la de las áureas saetas, la virgen venerable, cazadora de >
•
nados, diseminadora de dardos, la hermana carnal de Apolo el del arma de oro, la que por
montes umbríos y los picachos batidos por los vientos, deleitándose con la caza, tensa su ai
todo él de oro, lanzando dardos que arrancan gemidos. Retiemblan las cumbres de los ele
dos montes y retumba terriblemente el bosque umbrío por el rugido de las fieras. Se estren
ce también la tierra y el mar pródigo en peces. Pero ella, que tiene un ardido corazón, se d
ge de un lado a otro, arruinando la raza de las fieras.
Y cuando se ha complacido la diosa que ojea las fieras, la diseminadora de dardos, y ha i
leitado su espíritu, tras aflojar su flexible arco, se dirige a la espaciosa morada de su herma:
Febo Apolo, el espléndido pueblo de Delfos, disponiendo allí el hermoso coro de las Muss
las Gracias.
Tras colgar allí su elástico arco y las saetas, dirige los coros, iniciando el canto con encar
dor aderezo sobre su cuerpo.
Y ellas, dejando oír una voz imperecedera, celebran a Leto, la de hermosos tobillos: có
parió hijos, con mucho los mejores de los inmortales por su voluntad y sus hazañas.
¡Salve, hijos de Zeus y Leto. de hermosa cabellera, que yo me acordaré de vosotros y
37
otro canto!
372
Como es tan bondadosa la Bella [Artemis] con los cachorros que ni andar pueden de los fie-
38
ros leones y disfruta tanto con las mamantonas crías de todas las fieras del campo...
Las ninfas son las divinidades q u e m o r a n e n los arroyos y e n las flores; el alma viva
de la naturaleza t o m a aquí f o r m a de doncella, q u e baila y canta c o m o las voces susu-
rrantes d e los arroyos, el m u r m u l l o de la brisa y d e las flores r u m o r o s a s . A A r t e m i s se
la llamaba «la q u e suena», keladeine; p r o c e d e d e la música d e la naturaleza salvaje, del
espíritu del lugar, de la l e n g u a de los animales, las aves, los peces, los insectos; d e la
presencia i n m a n e n t e de la totalidad de la naturaleza c o m o realidad sagrada. La figura 9
no es todavía la propia diosa A r t e m i s , sino la i m a g e n o r i g i n a l , q u e se fundía casi e n su
totalidad c o n la forma de la naturaleza salvaje, y cuyas formas posteriores se llamarían
41
Artemis. E n este p u n t o es, c o m o indica H a r r i s o n , «toda ave» .
Artemis se convirtió e n la diosa de los animales salvajes, título q u e se le da en la
Ilíada: potnia therón. H e r e d a esta función d e la diosa paleolítica d e los animales salvajes
de la caza. Es la m e n o s civilizada y la más primitiva d e todas las diosas griegas, y su a n -
tiguo linaje se r e m o n t a al pasado lejano, a los t i e m p o s r e m o t o s anteriores al cultivo d e
la tierra y a la c o n s t r u c c i ó n de las ciudades. Para u n a sensibilidad del siglo XX, e n c a r -
373
9. D i o s a pájaro alada,
posteriormente conocida
c o m o Artemis, con pájaros
(placa de marfil de una
horquilla de p e l o , mediado
d e l s i g l o VII a. C , Santuarii
de Artemis Ortia, Esparta)
374
los rnicénicos, c o n la antigua diosa m i n o i c a de C r e t a , d o n d e se le transfirieron las l e
yendas de las diosas D i c t i n a , «la de la red», B r i t o m a r t i s , «la dulce virgen», e Ilitía, d i o
sa del p a r t o . E n las fiestas de primavera d e Efeso e n Anatolia los ritos de sacrificio e n
su h o n o r incluían u n a especie d e c o r r i d a de toros, q u e recuerda las fiestas minoicas del
toro.
E n la figura 10 Á r t e m i s ha e v o l u c i o n a d o d e divinidad d e los animales a figura d i v i
na a la q u e p e r t e n e c e n los animales. Agarra en sus m a n o s el cuello del l e ó n y del cier
vo c o m o sus hijos; el c u e r p o del l e ó n se q u e d a t o t a l m e n t e relajado, c o m o si fuera u n
gatito sujeto e n la b o c a d e su m a d r e . La i m a g e n d e u n a diosa, a m e n u d o alada y de pie
entre dos aves o animales salvajes, n o r m a l m e n t e c o l o c a d o s de f o r m a simétrica, acaba
por recibir el n o m b r e d e Á r t e m i s p o r toda Grecia y Asia M e n o r .
375
D i o s a d e la c a z a
376
Zeus te ha hecho una leona
43
para las mujeres y te ha otorgado matar a la que quieras .
377
canta el c o r o e n la o b r a d e E u r í p i d e s . La i m a g e n l e o n i n a de Á r t e m i s v u e l v e a expr
el m i e d o ante el a b a n d o n o a las fuerzas d e la naturaleza, q u e - e s p e c i a l m e n t e e n el ¡
to, c o n su n e c e s a r i o m o m e n t o d e entrega— p u e d e e x p e r i m e n t a r s e c o m o d o n o ce
m a l d i c i ó n . «Este salvaje g r i t o q u e resuena a lo lejos anuncia la llegada d e Ártemis»,
cribe G i n e t t e Paris, i n d i c a n d o de f o r m a m u y bella el lugar y el significado de Arte
45
d u r a n t e el n a c i m i e n t o d e u n n i ñ o . C o m o r e c o n o c i m i e n t o , las ropas d e las muj
q u e m o r í a n d u r a n t e el p a r t o , abatidas c o m o fieras p o r las flechas d e o r o d e la diosí
p r e s e n t a b a n c o m o ofrenda a Á r t e m i s e n B r a u r ó n .
C o m o «madre osa», tan t i e r n a m e n t e retratada e n la i m a g e n neolítica d e la m;
osa c o n su c a c h o r r o (ver capítulo 2, figura 30), la diosa t a m b i é n cuida del recién n
do, p u e s t o q u e la lactancia de las crías d e t o d a especie p e r t e n e c e a la esfera d e los
tintos de la naturaleza. La osa q u e está c r i a n d o a sus p e q u e ñ o s es el animal más f
del m u n d o y, e n t r e t o d o s los animales, e x c e p t o los h u m a n o s , el simple acto d e a
m a n t a r asegura la vida y espanta la m u e r t e . Las j ó v e n e s d a n z a b a n e n h o n o r de Arte
ataviadas c o n máscaras y disfraces d e oso, e x p l o r a n d o así la libertad de su propia n
raleza, d e oso, p o r lo q u e se las llamaba arktoi, «osas». E n la C r e t a c o n t e m p o r á
4
María, e n su papel d e m a d r e , sigue siendo adorada c o m o «virgen M a r í a del oso» *'
Y sin e m b a r g o Á r t e m i s n o era m a d r e . Era la virgen intacta cuya t ú n i c a corta y e
citada m u s c u l a t u r a le d a b a n el aspecto d e u n m u c h a c h o ; las niñas de n u e v e años, e
etapa d e «chicazo», eran sus c o m p a ñ e r a s favoritas. D u r a n t e las danzas d e sus fiesta
chicas a m e n u d o llevaban falos para celebrar q u e la diosa c o n t e n í a e n sí m i s m a su
turaleza masculina. R o d e a b a a Á r t e m i s u n a p u r e z a , u n a inflexible a u t o n o m í a , q u e
nectaba los amplios espacios i n e x p l o r a d o s de la naturaleza c o n la soledad q u e todc
h u m a n o precisa para d e s c u b r i r u n a i d e n t i d a d ú n i c a .
C o m o diosa d e las chicas solteras y d e las m a d r e s p a r t u r i e n t a s , Á r t e m i s u n e t
m i s m a , u n a vez más, dos p r i n c i p i o s p o r lo d e m á s o p u e s t o s , m e d i a n d o e n t r e a m b o :
posible q u e esto exprese u n a ambivalencia real: la del m o m e n t o en q u e se llega a
etapa de c a m b i o s vitales; atrás q u e d a la libertad i n d o m a b l e e irresponsable d e la r
q u e se sustituye p o r la d e d i c a c i ó n c o n s t a n t e q u e se necesita para cuidar a u n
Q u i z á s el h e c h o d e q u e u n a sola presencia divina g o b e r n a s e a m b o s aspectos d e la
ayudaba a las niñas a mentalizarse para el c a m b i o d e u n estado al otro. Es posible,
más, q u e sirviese c o m o r e c o r d a t o r i o d e q u e t a m b i é n la n i ñ a i n d e p e n d i e n t e y aute
m a está presente e n las relaciones d e pareja, incluso si se t i e n e u n hijo. Las chica:
venes q u e p e n s a b a n e n casarse iban a bailar a sus fiestas; la n o c h e antes d e la b o d
chicas consagraban sus túnicas a Á r t e m i s . N i n g u n a b o d a se celebraba sin su presem
El Hipólito d e E u r í p i d e s dramatiza la relación antitética d e Á r t e m i s y Afrodití
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p r i m e r a e n c a r n a lo q u e D. H . L a w r e n c e d e n o m i n a «soltería libre y orgullosa» ; la
el a n h e l o de u n a u n i ó n . La obra c o m i e n z a c o n la p r o m e s a d e Afrodita d e vengars
H i p ó l i t o , u n cazador q u e se ha d e d i c a d o a Á r t e m i s de u n a m a n e r a demasiado exc
va. Esto e n m a r c a t o d a la a c c i ó n d e la obra, d e f o r m a q u e el a m o r del cazador p o r /
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mis está c o n d e n a d o desde el p r i m e r m o m e n t o . H i p ó l i t o deposita e n su altar u n a g u i r -
nalda de flores y reza:
A ti oh diosa, te traigo, después de haberla adornado, esta corona trenzada con flores de
una pradera intacta, en la cual ni el pastor tiene por digno apacentar sus rebaños, ni nunca p e -
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netró el hierro; sólo la abeja primaveral recorre este prado virgen .
A r t e m i s y el s a c r i f i c i o
Artemis era, entre todas las diosas griegas, q u i e n recibía los sacrificios más c r u e n -
tos. Pausanias relata u n sacrificio anual a A r t e m i s e n Patras: c o m o e n m u c h o s otros l u -
gares, toda clase de animales salvajes se arrojaban a u n a h o g u e r a y se q u e m a b a n —aves,
rebecos, cervatos, lobatos, oseznos, jabalíes. L o m i s m o o c u r r í a e n M e s e n e , cerca de u n
templo d e Ilitía, la antigua diosa cretense del p a r t o , a m e n u d o asociada c o n A r t e m i s .
Parecería, p o r lo tanto, q u e la diosa q u e personifica el lado salvaje de la naturaleza
es la que provoca el m i e d o más p r i m i t i v o a d e p e n d e r d e fuerzas q u e están más allá del
control de los seres h u m a n o s , y cuyas leyes p u e d e n violar, p o r lo tanto, sin darse c u e n -
ta de ello. Se creía posible q u e la p r o p i c i a c i ó n de la diosa p o d í a aplacar su sed de v e n -
ganza sobre la ignorancia de los h o m b r e s . El p o e m a é p i c o p r i n c i p a l de la cultura g r i e -
ga, la guerra de Troya, c o m i e n z a c o n u n error d e este tipo. A g a m e n ó n ha m a t a d o u n
ciervo en una arboleda consagrada a A r t e m i s , q u e , c o m o r e t r i b u c i ó n , exige de
A g a m e n ó n el sacrificio de su hija Ingenia. M e d i a n t e la astucia de su h e r m a n o , Orestes,
una gama es sacrificada en su lugar, p e r o la i m a g e n de A r t e m i s todavía necesita sangre
h u m a n a . Así q u e Orestes se lleva la estatua d e la r e g i ó n d e los tauros a la fiesta d e A r t e -
mis taurópolos, d o n d e se d e r r a m a b a sangre de la garganta de u n h o m b r e . B u r k e r t c o -
menta: «En el c o n t e x t o del p o e m a épico, la f u n c i ó n d e este sacrificio es dar c o m i e n z o
a la guerra; e n la realidad se realizaban sacrificios de cabras a A r t e m i s A g r ó t e r a antes d e
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entablar batalla. La caza y la guerra se p r e s e n t a n c o m o equivalentes» . E n el plato d e
379
la figura 12 A r t e m i s , a g a r r a n d o a sus pájaros del cuello, t i e n e el rostro implacable
u n a g o r g o n a , c o n la l e n g u a e x t e n d i d a e n desafío a los c ó d i g o s h u m a n o s .
A r t e m i s y H é c a t e : d i o s a s d e la l u n a
c r e c i e n t e y d e la o s c u r a l u n a n u e v a
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C u a n d o Esquilo habla de «la m i r a d a d e su ojo estrellado» quiere decir q u e Ári
mis y el pálido resplandor d e la l u n a c r e c i e n t e son lo m i s m o . C u a n d o la llamada «di
sa q u e r o n d a d e n o c h e » se iba de caza p o r las m o n t a ñ a s , su luz era la de u n «deste
fulgurante». C o m o v i r g e n , A r t e m i s personificaba la l u n a creciente q u e renacía; Héc:
personificaba la oscura l u n a nueva y Selene, o en ocasiones D e m é t e r , era la luna lleí
H é c a t e —«reina d e la n o c h e » , c o m o la llama la poetisa Safo— lleva u n a d i a d e m a b
liante y sujeta e n sus m a n o s dos antorchas, ojos resplandecientes de la oscuridad. Q u
se trate d e u n a i m a g e n d e la i n t u i c i ó n q u e p r e s i e n t e la f o r m a de las cosas q u e toda
n o son visibles. Esto explicaría p o r q u é , j u n t o c o n H e r m e s , dios d e la i m a g i n a c i ó n ,
la guardiana d e los cruces d e c a m i n o s , d o n d e a ú n n o se sabe cuál es la d i r e c c i ó n «c
380
rrecta». Sus c o m p a ñ e r o s eran los perros, animales q u e siguen u n rastro «ciegamente».
Nos recuerdan al chacal A n u b i s del i n f r a m u n d o egipcio, q u e podía distinguir lo b u e -
no de lo malo, y a C e r b e r o , el p e r r o de tres cabezas q u e guardaba el i n f r a m u n d o de la
antigua Grecia. E n la figura 13 H é c a t e t i e n e tres cabezas, c o m o C e r b e r o , y seis brazos;
aparece en esta g e m a r o m a n a c o m o figura i m p o n e n t e q u e recuerda a la diosa h i n d ú
Kali.
Hécate se identifica a m e n u d o c o n la faceta oscura d e A r t e m i s , el ser infernal en el
que podía convertirse si se la ofendía, c u a n d o ocultaba su luz. Sófocles retrata a A r t e -
mis a i m a g e n y semejanza de H é c a t e , c u a n d o la d e n o m i n a «la flechadora de ciervos, la
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que porta u n a antorcha e n cada m a n o » . E n A u l i d e había dos estatuas de piedra d e
Artemis, una c o n arco y flechas y otra c o n antorchas. Parece c o m o si la diosa o r i g i n a -
ria de la luna contuviese el aspecto oscuro y el l u m i n o s o e n u n a sola u n i d a d . Esta s e n -
sación de totalidad subyace a estas i m á g e n e s d e A r t e m i s , p e r o ya n o está c o m p l e t a -
m e n t e presente. Es c o m o si la oscura luna nueva se h u b i e s e separado de la u n i d a d
original, a s u m i e n d o u n a personalidad separada c o m o H é c a t e . Esta t e n d e n c i a se i d e n -
tificaría c o n la de la E d a d del H i e r r o e n q u e el aspecto oscuro se separa del e s q u e m a
cíclico y acaba enfrentándose a la luz. Ya e n é p o c a cristiana, se consideraba a H é c a t e
una diosa t e r r i b l e m e n t e a m e n a z a d o r a , a u n q u e e n el h i m n o h o m é r i c o a D e m é t e r p r e s -
ta ayuda a D e m é t e r —«la d e i n g e n u o s sentimientos» [tr. cast., h i m n o a D e m é t e r , 25]— y
es la única q u e oyó a Perséfone c u a n d o fue secuestrada y arrebatada al inframundo.
381
14. A r t e m i s de Éfeso ( b r o n c e y
a l a b a s t r o , s i g l o II d. C . Roma)
Artemis de Éfeso
382
Artemis y Apolo
Artemis, como madre, tenía un dios varón o hijo como consorte subordinado, al igual que
Afrodita tenía a Adonis. Cuando el patriarcado expulsó al matriarcado, la relación entre la pa-
reja primero se espiritualiza, como vemos en el caso de Artemis e Hipólito; luego la pareja se
concibe en la relación estéril de hermana y hermano. Finalmente, la figura femenina se desva-
nece por completo y el consorte varón emerge como mero hijo de su padre o mero portavoz
55
de la voluntad de su padre .
La d i o s a y su hijo-amante
384
59
cas» implica q u e cualquier d i s m i n u c i ó n e n las i m á g e n e s d e los dioses provoca u n a dis
m i n u c i ó n a ú n m a y o r de la capacidad de los seres h u m a n o s d e c o n o c e r s e a sí m i s m o s .
La historia del m a t r i m o n i o sagrado d e la diosa y el dios, q u e es la historia d e la u n i ó n
de zoé y bíos, escenifica la relación entre la vida infinita y la finita, y, p o r lo tanto, e n
tre las partes divina y h u m a n a de la psique, de tal m a n e r a q u e p u e d a n c o m p r e n d e r s e
más p r o f u n d a m e n t e las fuerzas interiores enfrentadas.
Artemis, c o m o alma de lo salvaje, da expresión al lugar d e la psique d o n d e la h u
manidad se siente libre de las p r e o c u p a c i o n e s h u m a n a s , y al m i s m o t i e m p o , abierta a
los inmensos p o d e r e s i n d ó m i t o s de la naturaleza. La figura q u e t o m ó vida en la i m a g i
nación griega o t o r g ó u n carácter a b s o l u t a m e n t e sacro a los á m b i t o s salvajes d e la n a t u
raleza y a los á m b i t o s salvajes del corazón h u m a n o q u e los reflejaban.
Atenea
385
t 8. (a) Atenea
alada y c o n
túnica de
serpientes y
(b) Atenea
con escudo
(pinturas de lo
dos lados de
una c o p a de
figuras negras)
387
g o n a c o n s e r p i e n t e s siseantes. A d i c h o e s c u d o t a m b i é n se le daba el n o m b r e de éj
da, «piel d e cabra». U n relato nos c u e n t a c ó m o este e s c u d o fue a n t a ñ o u n a cabra, a
q u e la p r o p i a diosa m a t ó y despellejó; o t r o n o s c u e n t a c ó m o esta g o r g o n a fue
m o n s t r u o al q u e m a t ó P e r s e o c o n la ayuda d e A t e n e a , y q u e la cabeza le fue entrej
da a la diosa c o m o t r i b u t o . Se trataría éste d e u n relato p o s t e r i o r , e n el q u e se ha e
m a s c a r a d o la naturaleza p r i m i t i v a d e la diosa. E n c u a l q u i e r caso, la cabeza de la gi
g o n a p e r m a n e c e c o m o l e g a d o d e u n a é p o c a más antigua; si l e e m o s e n t r e líneas
m i t o clásico d e u n a diosa q u e s u r g i ó c o m p l e t a m e n t e a r m a d a d e la cabeza d e su ]
dre, Z e u s , v i s l u m b r a m o s a la d e s c e n d i e n t e directa d e la diosa d e las serpientes m i n
ca, mil años más a n t i g u a , q u e , c o n m i r a d a absorta, sostenía e n sus m a n o s las serpú
6 1
tes d e la vida y d e la m u e r t e .
El n a c i m i e n t o de Atenea
Zeus rey de dioses tomó como primera esposa a Metis, la más sabia de los dioses y homl
mortales. Mas cuando ya faltaba poco para que naciera la diosa Atenea de ojos glaucos, en
ñando astutamente su espíritu con ladinas palabras, Zeus se la tragó por indicación de Gea y
estrellado Urano. Así se lo aconsejaron ambos para que ningún otro de los dioses sempitei
tuviera la dignidad real en lugar de Zeus.
Pues estaba decretado que nacieran de ella hijos m u y prudentes: primero, la doncella de <
glaucos Tritogenia que iguala a su padre en coraje y sabia decisión. [...] Pero Zeus se la ti
antes para que la diosa le avisara siempre de lo bueno y lo malo...
Y él, de su cabeza, dio a luz a Atenea de ojos glaucos, terrible, belicosa, conductora de e
2
citos, invencible y augusta, a la que encantan los tumultos, guerras y batallas'' .
388
20. Atenea c o m o guerrera
(estatua del p e r í o d o arcaico,
c . 4 8 0 a. C . T e m p l o de
Egina)
N o es la que llaman madre la que engendra al hijo, sino que es sólo la nodriza del embrión
recién sembrado. Engendra el que fecunda, mientras que ella sólo conserva el brote —sin que
por ello dejen de ser extraños entre sí—, con tal de que no se lo malogre una deidad.
389
Voy a ciarte una prueba de este aserto. Puede haber padre sin que haya madre. Cerca h;
un ejemplo: la hija de Zeus Olímpico. N o se crió en las tinieblas de un vientre, pero es un r
5
tono cual ninguna diosa podría parir'' .
Y Atenea, a punto de dar el voto decisivo que absuelve a Orestes del asesinato de su m
dre, confirma los argumentos de Apolo:
N o tengo madre que me alumbrara y, con todo mi corazón, apruebo siempre lo varón
excepto el casarme, pues soy por completo de mi padre'*.
390
A t e n e a c o m o « d i o s a d e la s a b i d u r í a »
391
t r u y ó el p r i m e r barco. La antítesis sobre la q u e se estructura A t e n e a p u e d e rastrear;
través d e la historia; a u n nivel más p r o f u n d o de la i m a g e n , sin e m b a r g o , hay algo
t r í n s e c a m e n t e c o r r e c t o y positivo e n la r e p r e s e n t a c i ó n d e la acción civilizada co
equilibrio e n t r e la e x p r e s i ó n de los i m p u l s o s y la acción d e reprimirlos. El m o m e
inicial e n el p r o c e s o d e c o n t r o l d e u n i n s t i n t o p o d r í a p e r f e c t a m e n t e experimente
c o m o la a c c i ó n d e refrenar su u r g e n c i a c o n el fin d e canalizarlo d e u n m o d o más ef
tivo; la u n i ó n del y e l m o y la s e r p i e n t e tiene, desde este p u n t o d e vista, u n signific;
i n t e r n o . U n o p u e d e imaginarse la c o n t e m p l a c i ó n d e tal i m a g e n c o m o h e c h o q u e a
tribuye al p r o c e s o q u e e n c a r n a : «Aliados c o n A t e n e a , p o n e o s m a n o s a la obra», dio
proverbio. K e r é n y i c o m e n t a q u e «la i m a g e n de A t e n e a c o n t i e n e u n a p o l a r i d a d y i
tensión i n t e r n a q u e n o p u e d e afirmarse a p r i o r i q u e sea u n resultado accidental di
70
historia» . E n la figura 21 A t e n e a se apoya sobre su cayado, en d u e l o p o r los muei
cuyos n o m b r e s están inscritos e n la estela d e piedra; t a m b i é n es i m a g e n d e u n a int
sa reflexión i n t e r n a .
Walter F. O t t o , e n su libro Los dioses de Grecia, llama a A t e n e a «diosa d e la proxii
71
dad» . E n u n significativo contraste, las fuerzas descontroladas de los e l e m e n t o s , di
d e la fuerza se constituye en d e r e c h o , se c o n v i e r t e n e n el t e r r i t o r i o de los dio
P o s i d ó n suministra el caballo; A t e n e a lo e m b r i d a y construye el carro. P o s i d ó n
b i e r n a las olas, m i e n t r a s q u e A t e n e a c o n s t r u y e el b a r c o q u e cabalga sobre e
V o l v i e n d o a u n t e m a ya m e n c i o n a d o , el d o n d e la diosa a Atenas n o es el manantial
agua salada q u e b r o t a de las profundidades d e la tierra, q u e fue el regalo d e Posid
sino el olivo p r i m o r o s a m e n t e cultivado, c u y o aceite era el galardón q u e se otorgaba
sus fiestas. A través d e este d o n fue ella, y n o P o s i d ó n , q u i e n o b t u v o el d o m i n i o
Ática, q u e l u e g o sería la patria de los atenienses.
La diosa m a n t i e n e el c o n t r o l incluso e n la g u e r r a , e n claro contraste c o n la furia
vaje e i n d i s c r i m i n a d a d e Ares, a q u i e n fácilmente d e r r o t a . A c u d e al lado de Aqu
c u a n d o el h é r o e necesita autodisciplina y al d e Ulises c u a n d o necesita previsión y
trategia. A q u í , en la Ilíada, Aquiles está d u d a n d o e n t r e e c h a r o n o m a n o a la espada
su disputa c o n A g a m e n ó n :
392
do por u n e n f f e n t a m i e n t o entre impulsos, c o m o epifanía d e la victoria del h é r o e s o -
bre sus instintos desatados. D e u n m o d o similar, a c u d e a n t e Ulises c u a n d o se halla h u n -
dido en tristes p e n s a m i e n t o s , para aconsejarle q u e , e n vez de precipitarse a su palacio,
se detenga u n t i e m p o e n conversaciones e i n d a g a c i o n e s . La diosa e n c a r n a la v i r t u d de
la c o n t e n c i ó n , y sus «ojos refulgentes» son e m b l e m a d e u n a inteligencia lúcida q u e
puede ver más allá de la satisfacción i n m e d i a t a . E n u n a ocasión p l a n e ó convertir e n i n -
mortal a u n h o m b r e llamado T i d e o ; p e r o c u a n d o vio al h é r o e a g o n i z a n t e partir e n dos
el cráneo de su e n e m i g o y engullir su cerebro, lo a b a n d o n ó , llena d e asco.
Lo q u e ofrece a sus p r o t e g i d o s es el b u e n consejo, el pensar c u i d a d o s o o la p r e v i -
sión práctica: la capacidad d e reflexionar. A esta v i r t u d se la d e n o m i n a metis, n o m b r e
derivado del de la m a d r e de la diosa, y q u e p u e d e traducirse c o m o «consejo» o «sabi-
duría práctica». A veces tiene c o n n o t a c i o n e s d e astucia y picardía, de pensar demasia-
do acerca del suceso e n cuestión. E n la Ilíada el viejo N é s t o r alecciona a su hijo acer-
ca de metis: « C o n la metis (maña), sábelo b i e n , gana más el l e ñ a d o r q u e c o n la fuerza;
con la metis t a m b i é n el p i l o t o e n el v i n o s o p o n t o e n d e r z a la veloz nave, batida p o r los
73
vientos; y c o n la metis u n auriga supera a o t r o auriga» .
Atenea está especialmente ligada a Ulises, al q u e se llama polymetis, «muy i n g e n i o -
so» [Ilíada, 1, 311, tr. cast.; «rico e n trazas» Odisea, 2 1 , 274, tr. cast.]. Este epíteto se a t r i -
buye en alabanza a la propia diosa en el h i m n o h o m é r i c o incluso antes de celebrarse
sus dotes guerreras. Ella es, p o r esta razón, la inspiración y guía d e Ulises - j u n t o c o n
H e r m e s - desde el p r i n c i p i o hasta el final.
Atenea y Medusa
393
Medusa y las demás diosas griegas de la antigua generación de los titanes (anterior a Zeus) s>
establecieron en Grecia y en las islas mucho antes de la llegada de los dorios; de hecho, exhi
ben todos los signos posibles que señalan su relación originaria con un contexto neolítico ex
traordinariamente temprano, tal vez incluso mesolítico: el contexto que reúne las imágenes d
la luna, de la serpiente y del cerdo. Dicho contexto se representa en los mitos de Melanesia
75
el Pacífico, y también en los de la Irlanda celta .
394
todisciplinada, la q u e es capaz de convertir el terrorífico rostro del instinto en u n escu
do protector. Q u i z á sea éste el significado del detalle e n el q u e Perseo es salvado de la
petrificación (literalmente, «conversión en piedra»; petros significa «piedra» e n griego)
causada p o r la mirada de M e d u s a . Lo consigue gracias al espejo q u e le da Atenea, m e
diante el cual evita mirar directamente a M e d u s a , a u n q u e p u e d e verla reflejada en el es
pejo. El reflejo - l a p e r c e p c i ó n de la i m a g e n e n el ojo de la m e n t e , antes q u e la i d e n t i
ficación instintiva inmediata c o n lo q u e se ve e n el exterior— se revela así c o m o la forma
de afrontar y d o m i n a r el objeto q u e está en el e x t e r i o r ; más allá de esto, se sugiere q u e
el objeto e x t e r i o r q u e p r o d u c e el m i e d o es, e n ú l t i m o t é r m i n o , u n m i e d o interior.
La M e d u s a alberga más d e u n nivel de asociación mítica. El estrato más a n t i g u o la
relaciona c o n el caballo, c o m o en la figura 2 3 . P o s i d ó n , dios del m a r y h e r m a n o d e
Zeus, llamado H i p i o s (en griego, «equino»), t o m ó la f o r m a de u n caballo y se apareó
con M e d u s a , en forma de yegua ( c o m o hizo t a m b i é n c o n D e m é t e r ) . M e d u s a c o n c i
bió u n caballo alado, Pegaso, y su g e m e l o h u m a n o , Crisaor. Este relato d e b i ó de i n
corporarse en algún m o m e n t o p o s t e r i o r al 2000 a. C , p o r q u e el caballo llegó a Grecia
entre el 2100 y el 1800 a. C.; p r o b a b l e m e n t e lo trajeron los invasores indoarios d e
Anatolia. E n las tablillas micénicas escritas en lineal B (1400-1200 a. C.) se h a c e n ofren
das a u n dios llamado Caballo, q u e m u y p r o b a b l e m e n t e se convertiría en el Posidón d e
época clásica. El caballo alado, destinado a tirar del carro de Z e u s , q u e d a libre c u a n d o
395
2 4 . P e r s e o da m u e r t e a M e d u s a ,
q u e t i e n e u n c a d u c e o e n el
vientre, c o n ayuda de Hermes
(cerámica pintada, pintor de
A m a s i s , c . 5 6 0 - 5 2 5 a. C.)
396
su cabello y a las serpientes q u e se aparean en su vientre, nos d e v u e l v e n a las dos ser-
pientes de la vida y la m u e r t e d e la diosa m i n o i c a . Esta última se i n c o r p o r a así al n u e -
vo orden c o m o el lugar o s c u r o y paradójico del q u e p r o c e d e la c u r a c i ó n .
Es posible q u e Perseo, c o m o figura histórica, fuese el f u n d a d o r de u n a nueva d i -
nastía alrededor de 1290 a. O , e n c u y o caso el m i t o t a m b i é n podría registrar u n c a m -
bio decisivo e n la o r g a n i z a c i ó n religiosa y política. E n su i n t e r p r e t a c i ó n del m i t o ,
R o b e r t Graves señala: «Los h e l e n o s s a q u e a r o n los principales t e m p l o s de la diosa, d e s -
pojaron a sus sacerdotisas d e sus máscaras d e g o r g o n a s y se a p o d e r a r o n de sus caballos
sagrados - u n a representación primitiva d e la diosa c o n cabeza d e g o r g o n a y c u e r p o d e
77
yegua se ha e n c o n t r a d o e n Beocia» .
Z e u s , c o m o e n c a r n a c i ó n del n u e v o o r d e n , t a m b i é n q u e d a p o l í t i c a m e n t e l e g i t i m a -
do a través del m i t o del n a c i m i e n t o d e A t e n e a d e su cabeza, p u e s t o q u e es e n el e s c u -
do de esta diosa d o n d e finalmente acaba r e p o s a n d o la cabeza cercenada d e la g o r g o n a .
El h i m n o h o m é r i c o a A t e n e a r e c o g e la magnificencia de esta diosa:
Comienzo por cantar a Palas Atenea, la gloriosa deidad de ojos de lechuza, la muy sagaz,
dotada de corazón implacable, virgen venerable, protectora de ciudadelas, la ardida Tritogenia.
A ella la engendró por sí solo el prudente Zeus de su augusta cabeza, provista de belicoso
amiamento de radiante oro.
Un religioso temor se apoderó de todos los inmortales al verla. Y ella, delante de Zeus egi-
dífero, saltó impetuosamente de la cabeza inmortal, agitando una aguda jabalina. El gran
Olimpo se estremecía terriblemente, bajo el ímpetu de la de ojos de lechuza. En torno suyo, la
tierra bramó espantosamente. Se conmovió, por tanto, el ponto, henchido de agitadas olas, y
se quedó de súbito inmóvil la salada superficie. Detuvo el ilustre hijo de Hiperión sus corceles
de raudos pies por largo rato, hasta que se hubo quitado de sus inmortales hombros las armas
divinales la virgen Palas Atenea. Y se regocijó el prudente Zeus.
Así que te saludo a ti también, hija del egidífero Zeus, que yo también me acordaré de otro
7S
canto y de ti .
La d i o s a y el hijo-amante
397
79
fo de Palas» . E n este m i t o A t e n e a m a t ó y despellejó a u n gigante h u m a n o llam;
Palas, vistiéndose c o n su piel. E n esta versión d e los orígenes de su n o m b r e es comí
serpiente q u e e m e r g e d e la piel m u e r t a d e su a n t i g u a f o r m a .
¿Es dejarnos llevar p o r nuestra i m a g i n a c i ó n el p r e g u n t a r n o s si este relato y el n
del n a c i m i e n t o n o sólo aludía a u n p a r r i c i d i o , sino t a m b i é n a u n r e m a n e n t e m u y
caico del m i t o d e la diosa y el h i j o - a m a n t e ? La v í c t i m a sacrificada p o d r í a ser el ca
d o r local o el rey, o alguna otra figura ritual q u e representase al rey anual. D e ser
es posible q u e el b u e y o el t o r o (la f o r m a q u e Z e u s asumía e n el relato cretense) f
sen sus sustitutos en el ritual. El acto d e vestirse c o n la piel d e u n animal ya aparece
el relato de Á r t e m i s y A c t e ó n , así c o m o e n las c e r e m o n i a s cretenses. La visión d
diosa q u e vuelve a alzarse a partir de la m u e r t e del viejo c o n s o r t e o rey se asimila
m a n e r a exacta a la f o r m a d e r e n o v a c i ó n q u e a d o p t a b a n los antiguos rituales. Z e u s ,
t a ñ o el h i j o - a m a n t e e n C r e t a , se convertiría e n la Grecia patriarcal e n el padre p o
roso, y las posiciones de supremacía q u e d a r í a n invertidas. E n ese caso, A t e n e a , d e i
ñera algo s o r p r e n d e n t e , se reuniría c o n las otras diosas —Gea, H e r a , Á r t e m i s y Afrod
en las q u e el a n t i g u o t e m a m í t i c o de la m a d r e diosa y el h i j o - a m a n t e se vuelve a
presentar de m a n e r a implícita.
T e n i e n d o e n c u e n t a q u e las diosas y los dioses s o n entidades potenciales a las
t o d o ser h u m a n o t i e n e acceso, parece q u e el m i t o d e A t e n e a explora ante t o d o la c
lidad de la reflexión. Sus historias a m e n u d o c o n s t i t u y e n u n a m e d i t a c i ó n acerca del
lor del p e n s a m i e n t o m i n u c i o s o y pausado, o del d e ver más allá de la reacción ini
diata a n t e u n a c o n t e c i m i e n t o . El h e c h o d e q u e ayudase a tantos héroes implica q u
r e c o m i e n d a el cultivo d e esta v i r t u d a aquellos q u e e m p r e n d a n el h e r o i c o viaje h
el a u t o c o n t r o l y la c o m p r e n s i ó n .
398
Segunda parte
El m a t r i m o n i o sagrado
9
Diosas de Grecia: Afrodita, Deméter y Perséfone*
...pues la belleza no es
sino el comienzo del terror, que a duras penas todavía podemos soportar.
Rainer María Rilke
Afrodita
«Himno a Afrodita»
Voy a cantar a la augusta, a la coronada de oro, a la hermosa Afrodita, bajo cuya tutela se
hallan los almenajes de toda Chipre, la marina, a donde el h ú m e d o ímpetu del soplador Zéfiro
la llevó, a través del oleaje de la mar muy resonante, entre blanda espuma.
Las Horas de áureos frontales la acogieron de buen grado. La ataviaron con divinos vesti-
dos y sobre su cabeza inmortal pusieron una corona bien forjada, hermosa, de oro, y en sus per-
forados lóbulos, flores de oricalco y de precioso oro. En torno a su delicado cuello y a su p e -
cho, blanco como la plata, la adornaron con collares de oro, con los que se adornan
precisamente las propias Horas de áureos frontales cuando van al placentero coro de los dioses
y a las moradas del padre.
Y cuando habían puesto ya todo este ornato en torno a su cuerpo, la llevaron j u n t o a los
inmortales. Ellos la acogieron cariñosamente al verla, y le tendían sus diestras. Cada uno desea-
ba que fuera su esposa legítima y llevársela a casa, admirados como estaban por la belleza de
Citerea, coronada de violetas.
¡Salve, la de ojos negros, dulcemente lisonjera! ¡Concédeme obtener la victoria en este con-
1
curso e inspira mi canto, que yo me acordaré también de otro canto y de ti!
401
de la suave espuma del mar. Más tarde, el gesto d e las H o r a s de vestirla y adornarla y
acción de conducirla hasta los dioses traslada el acto descarnado de la u n i ó n física
m u n d o de las relaciones y del t i e m p o . C o m o i m a g e n q u e se alza del c o r a z ó n h u m a r
Afrodita cobra vida c u a n d o la naturaleza animal d e la h u m a n i d a d se vive c o m o divin
Ella está d o n d e q u i e r a q u e la vida centellee c o n belleza y alegría. Las Gracias q u e
sirven, tejiendo sus ropas, trenzando sus coronas de violetas, se llaman Alegría (Eufrósin
Brillo (Aglaé), Florecimiento (Taha): t o d o c u a n t o es fuente de dulzura en la vida. Cuan-
402
emerge de las olas, e n c a m i n á n d o s e hacia la orilla, b r o t a n hierba y flores bajo sus pies.
Deseo (Hitneró) y A m o r (Eros) la siguen d o n d e q u i e r a q u e vaya. A m e d i d a q u e ascien-
de, a pie, p o r su m o n t a ñ a , los animales se llenan d e m u t u o deseo:
403
sacrificada a lo q u e E r i c h N e u m a n n d e s c r i b e c o m o la sexualización patriarcal de lo
5
m e n i n o , q u e h e m o s olvidado q u i é n es.
El m i t o g r i e g o de su n a c i m i e n t o le o t o r g a u n a d i g n i d a d q u e p e r t e n e c e a la estr
tura d e la creación, s u p e r a n d o lo q u e p o d r í a m o s i n i c i a l m e n t e percibir c o m o lo reí
v o al a m o r físico. Para c o r r e g i r n u e s t r o d e s e q u i l i b r i o cultural, quizá lo p r o p i o de
m e n t e abierta sería explorar la c o n c e p c i ó n griega d e q u e el a m o r p e r t e n e c e a la n;
raleza original d e las cosas: Afrodita ha n a c i d o del m o m e n t o e n el q u e el cielo se
para d e la tierra, y la creación, d e t e n i d a hasta e n t o n c e s p o r el peso del cielo, queda
p e n t i n a m e n t e liberada.
El n a c i m i e n t o d e Afrodita
A su alrededor surgía del miembro inmortal una blanca espuma y en medio de ella n
una doncella.
Primero navegó hacia la divina Citera y desde allí se dirigió después a Chipre rodead
comentes. Salió del mar la augusta y bella diosa, y bajo sus delicados pies crecía la hierb
t o m o . Afrodita, diosa nacida de la espuma, y Citerea de bella corona, la llaman los dios
6
hombres, porque nació en medio de la espuma .
404
2 . El nacimiento de Afrodita, t a m b i é n c o n o c i d o c o m o El regreso
de la doncella ( m á r m o l , c . 4 7 0 - 4 6 0 a. C . T r o n o Ludovisi)
405
3 . El nacimiento de Venus (c. 1485) de S a n d r o Botticelli
La u n i ó n es r e u n i ó n c o m o la fertilidad es r e n a c i m i e n t o . Esta c o n c e p c i ó n se m a n i -
festaba cada primavera e n el b a ñ o ritual de Afrodita q u e r e n o v a b a su v i r g i n i d a d y la d e
la tierra. Las H o r a s , las p r i m e r a s e n vestir a Afrodita c u a n d o n a c i ó , son t a m b i é n las d i o -
sas de las estaciones, q u e son las horas del a ñ o ; y e n p r i m a v e r a , c u a n d o nace el año, la
visten de nuevo, ayudadas p o r las Gracias. C a d a año, e n su t e m p l o de Pafos e n C h i p r e ,
la leyenda dice q u e se b a ñ a b a a Afrodita; sus sacerdotisas tal vez l i m p i a b a n su estatua d e
los restos del i n v i e r n o llevándola hasta las olas, c o m o sucedía c o n H e r a . E n la e s c u l t u -
ra arcaica tardía de la figura 2, los pliegues o n d u l a d o s d e los vestidos, el peso d e los b r a -
zos de Afrodita sobre los h o m b r o s de las H o r a s y el gesto d e estas últimas d e c u b r i r su
desnudez al surgir del m a r relacionan el n a c i m i e n t o a partir del m a r c o n el b a ñ o sa-
grado. Su gesto de surgir del m a r es c o m o la ánodos (ascensión) d e la diosa T i e r r a e n
Creta y de Perséfone e n Grecia; e n todas estas epifanías el m o m e n t o c u l m i n a n t e es el
regreso desde las profundidades de la doncella, c o m o u n r e n a c i m i e n t o , de f o r m a q u e
es virgen de n u e v o . H a r r i s o n c o m e n t a : «La v i r g i n i d a d era para las gentes de la a n t i -
güedad, en su sabiduría, u n a gracia q u e n o se perdía, sino q u e se renovaba e t e r n a -
8
mente; de ahí la doncellez i n m o r t a l de Afrodita» . El c a n t o d e D e m ó d o c o e n la Odisea
cuenta que, después de q u e Afrodita fuese c r u d a m e n t e expuesta a las burlas d e los d i o -
ses (Hefesto, su m a r i d o , la había c a p t u r a d o j u n t o a Ares c o n u n a red de su i n v e n c i ó n
y los había m o s t r a d o al resto de los dioses y a c i e n d o j u n t o s e n el l e c h o ) , escapó a su san-
tuario para recuperar su estado anterior:
Ella,
la risueña Afrodita, partió para Pafo de Chipre,
donde tiene su templo y su altar siempre lleno de ofrendas.
Al llegar la lavaron las Gracias, la ungieron de aceite
inmortal, del que brilla en la piel de los dioses eternos,
9
y vistiéronla ropas preciosas, hechizo a los ojos .
407
aliento rosas sobre ella, y la m o d e s t a H o r a q u e la viste. D e f o r m a similar, en
Primavera (1477) Venus es la figura q u e reconcilia lo t e r r e n o y lo celeste. M e d i a n t e
«lo q u e d e s c i e n d e a la tierra c o m o aliento d e la pasión regresa al cielo c o m o espíj
1 0
de c o n t e m p l a c i ó n » , e n palabras d e E d g a r W i n d . El a u t o r h a c e q u e desplacemos nu
tra m i r a d a d e Céfiro a M e r c u r i o (y viceversa) a través d e la diosa, cuya imperativa p
sencia abarca t o d o el d r a m a de la transformación, t a n t o la d e la naturaleza c o m o la d
naturaleza h u m a n a .
Los relatos y las i m á g e n e s d e Afrodita la r e p r e s e n t a n c o m o u n a síntesis d e natur;
za y cultura: la belleza natural y el arte q u e celebran la belleza d e la vida. C o m o se
la G i n e t t e Paris en su libro Pagan Meditations (lectura clave para la readmisión
Afrodita c o m o divinidad seria), Afrodita «cultiva las bellezas efímeras», reflejando lo
v i n o e n su aspecto c o t i d i a n o " . Pero, i n t r í n s i c a m e n t e , este valor n o es m e n o s civil:
d o r q u e el d e las obras perdurables d e A p o l o , hechas en piedra, m á r m o l y broncí
c o n c e b i d a s c o m o duraderas. A m b o s son necesarios, y necesitan m a n t e n e r u n diáli
c o n t i n u o para evitar la trivialización, p o r u n lado, y u n a perfección formal estéril,
el otro. La diferencia, arguye Paris, «está e n la actitud d e cada u n o c o n respecto al tic
p o . El arte afrodisíaco trata d e h a c e r la vida diaria más h e r m o s a y más "civilizac
C i e r t a m e n t e esta belleza es efímera antes q u e d u r a d e r a ; se desvanece rápidamente,
12
lo cual se d e s p r e n d e cierta tristeza» .
13
Pues terrible lanza su soplo por todas partes y revolotea cual una abeja .
A f r o d i t a c o m o r e i n a d e l c i e l o y d e la t i e r r a
408
4 . Afrodita de p i e sobre un cisne u oca mientras s o s t i e n e
una cesta (terracota, siglo VI a. C . B e o c i a , Grecia)
5. Afrodita sentada sobre un t r o n o de cisnes (terracota,
siglo VI a. C . Grecia)
409
Igual q u e Inanna-Istar, Afrodita se e n c a r n a b a e n la estrella más brillante del cielc
estrella de la m a ñ a n a y del atardecer q u e l l a m a m o s p o r su n o m b r e r o m a n o , Venus,
t e m p l o m i c é n i c o c h i p r i o t a del siglo X I I a. C . c o n s a g r a d o a Afrodita estaba decor;
c o n u n a estrella y c o n la luna creciente, y t a m b i é n c o n la p a l o m a . E n el siglo IV a.
la filosofía platónica distinguió e n t r e u n a Afrodita celeste y u n a t e r r e n a c o n el fin
expresar los distintos tipos e intensidades del a m o r . C o n ello se quería r e c o n o c e r la a
p l i t u d d e su d o m i n i o , p e r o t a m b i é n se separaba aquello para cuya u n i ó n ella existe,
figura de Afrodita U r a n i a , Afrodita celeste, inspiraba la posibilidad d e u n a m o r glo'
incluía la pasión p o r las ideas y sugería, e n ú l t i m o e x t r e m o , la pasión del alma d o n
quiera q u e recayese. Afrodita P a n d e m o , l i t e r a l m e n t e Afrodita del p u e b l o , ' p o n e en
lación a toda la h u m a n i d a d a través del v í n c u l o c o m ú n d e la naturaleza; era la ima:
d e u n tipo de a m o r más t e r r e n o y d i r e c t o e n el q u e t o d o s p u e d e n t o m a r parte. 1
expresión de Afrodita t a m b i é n implicaba el ritual d e la «prostitución» sagrada del te
pío, u n servicio q u e se ofrecía sin p e d i r n a d a a c a m b i o , e n n o m b r e d e la diosa y i
siempre provocaba largas colas. El animal d e Afrodita q u e representa este aspecto e
m a c h o cabrío, c o n o c i d o c o n c a r i ñ o p o r su naturaleza amorosa.
410
Estas tradiciones diferentes se m e z c l a r o n para crear u n a figura q u e n o era s i m p l e
m e n t e la versión griega del a n t i g u o m i t o , sino u n a i m a g e n t o t a l m e n t e nueva d e la v i
da. E n ella la c o n c e p c i ó n original se transforma. Q u i z á la i m a g e n c o m ú n a todas las
culturas es la p a l o m a ; consagrada a Afrodita c o m o lo fue a Inanna-Istar, recuerda a la
paloma posada sobre la c o r o n a de la diosa e n C r e t a (ver capítulo 3, figura 30). La p a
loma es en la tradición cristiana la i m a g e n de u n i ó n p o r excelencia q u e representa el
aspecto f e m e n i n o ausente e n la divinidad. Este h e c h o es significativo si se recuerda el
d o m i n i o de Afrodita sobre el cielo y la tierra, y su papel de m e d i a d o r a entre ellos; la
paloma es el Espíritu santo q u e p o n e e n relación a la h u m a n i d a d c o n la deidad, d e s
c e n d i e n d o e n el b a u t i s m o d e C r i s t o y e n Pentecostés.
411
Afrodita puesta en relación
¡Amor, amor, que por los ojos destilas el deseo, infundiendo un dulce placer en el alu
los que sometes a tu ataque, nunca te me muestres acompañado de la desgracia ni vengas
412
cordante! Ni el dardo del fuego ni el de las estrellas es más poderoso que el que sale de las ma-
nos de Afrodita, de Eros, el hijo de Zeus'*.
413
de c o m o hijo d e Afrodita, u n dios j o v e n q u e a p u n t a las flechas d e a m o r de la dic
d o n d e ella quiera dirigirlas; p e r o sería s o r p r e n d e n t e q u e la i n t e r p r e t a c i ó n se queda
sólo e n esto. (Eurípides llama a Eros el «hijo d e Zeus», más arriba; p e r o generalmer
se le llama s i m p l e m e n t e «hijo de Afrodita».) El c o r o e n el Hipólito llora, en los
g u i e n t e s versos, el d e s t i n o del hijo d e Teseo, a q u i e n Afrodita castigó p o r desdeñar
A f r o d i t a y A d o n i s , su hijo-amante
414
del padre, pues ella le había e n g a ñ a d o para q u e la fecundara, fue transformada e n u n
árbol de la m i r r a de m a n e r a q u e su e m b a r a z o se c o n v i r t i ó e n el e m b a r a z o del árbol.
Diez meses después el árbol se a b r i ó y A d o n i s n a c i ó . El h i j o - a m a n t e es, p o r lo tanto,
divino y h u m a n o a la vez.
Tan h e r m o s o era el b e b é q u e Afrodita lo o c u l t ó e n u n b a ú l y se lo dio a Perséfone
para que lo cuidase. Pero c u a n d o la diosa del i n f r a m u n d o a b r i ó el cofre, d e c i d i ó q u e -
darse el n i ñ o , a u n q u e la diosa del a m o r , c o m o Inanna-Istar, d e s c e n d i ó para p e d i r q u e
se lo devolviera. Afrodita apeló e n t o n c e s a Z e u s , q u i e n , j u z g a n d o p o r igual las e x i g e n -
cias de la vida y de la m u e r t e , p e r m i t i ó q u e A d o n i s pasara p a r t e del a ñ o c o n Perséfone
en la oscuridad del i n f r a m u n d o , y la otra p a r t e c o n Afrodita, arriba, a la dorada luz del
sol. La paloma, q u e p e r t e n e c e a ambas diosas, las relaciona entre sí.
Adonis creció y se c o n v i r t i ó en u n h e r m o s o j o v e n , a m a d o y p r o t e g i d o p o r Afrodita.
Pero u n día, contra su consejo, m a r c h a a cazar y u n jabalí salvaje lo embiste y lo m a -
ta. Afrodita escucha sus quejidos y va a buscarlo e n su carro tirado p o r aves, p e r o lo
encuentra m u e r t o , tirado e n u n charco de sangre. La sangre es tan brillante q u e la d i o -
sa la transforma en u n a flor, la a n é m o n a , q u e crece e n p r i m a v e r a e n la ladera de las c o -
linas.
C u a n d o se u n e n a m b o s relatos, el p a r e c i d o d e Afrodita c o n Inanna-Istar es s u g e -
rente: Afrodita, p o r decirlo de alguna f o r m a , c o n d u c e a A d o n i s a la m u e r t e nada más
nacer. La propia diosa s u m e r i a es q u i e n sacrifica a D u m u z i al pedirle q u e o c u p e su l u -
gar en el i n f r a m u n d o , a u n q u e éste q u e d a c o n d e n a d o sólo c u a n d o , c o m o A d o n i s , es
abatido c o m o u n a gacela. Es posible q u e el jabalí q u e m a t a a A d o n i s (y a T a m u z e n al-
gunas versiones) derive de la mitología egipcia: fue el jabalí de Set el q u e , en los p a n -
tanos, d u r a n t e la luna llena, halló la caja q u e c o n t e n í a el c u e r p o de Osiris m u e r t o .
Además, el cerdo, c o m o el b u r r o (animal de Set), se e m p l e a b a en t o d o s estos países p a -
ra trillar el trigo, aplastándolo contra el suelo para separar el g r a n o de la paja. E n este
sentido, el jabalí es el agente d e c a m b i o c u a n d o u n a fase d e la vida sucede a otra.
Adonis, c o m o dios de la vegetación, del t r i g o y de t o d a las formas de vida visibles
que crecen y m u e r e n , d e b e sufrir su particular m u e r t e para q u e t o d o siga vivo, al igual
que Osiris y Atis (al q u e u n jabalí t a m b i é n m a t a e n ciertos relatos). El jabalí encarna el
aspecto m a s c u l i n o de la gran m a d r e a través d e la i m a g e n de c e r d o fértil, igual q u e , p o r
de pronto, Isis y D e m é t e r . La diosa sacrifica al a m a n t e para q u e p u e d a renacer c o m o
hijo. Pero parece q u e , e n el nivel más p r o f u n d o , el significado esencial de todas las h i s -
torias p e r t e n e c e , de n u e v o , al ya c o n o c i d o d r a m a d e zoé y bíos: el h i j o - a m a n t e d e b e
aceptar la m u e r t e , p o r q u e es la i m a g e n del ser e n c a r n a d o q u e , c o m o la semilla, r e g r e -
sa a la fuente q u e lo o r i g i n ó ; mientras q u e la diosa, aquí el p r i n c i p i o c o n t i n u o de la
vida, p e r m a n e c e para p r o d u c i r nuevas formas a partir d e su inagotable depósito.
E n los rituales anuales q u e a c o m p a ñ a b a n a esta c e r e m o n i a , celebrada d u r a n t e el v e -
rano en Grecia y Alejandría, y en primavera e n Siria, se llevaban p o r las calles efigies
de Adonis y, e n ocasiones, t a m b i é n de Afrodita; l u e g o , e n t r e llantos y l a m e n t o s , A d o n i s
415
se arrojaba a los ríos o al mar. E n Alejandría se simulaba u n m a t r i m o n i o sagrado: se
locaba a los amantes e n dos literas rebosantes de flores y fruta, y al día siguiente el p
blo arrojaba a las olas la i m a g e n de A d o n i s , e n t o n a n d o cánticos de r e n a c i m i e n t o ,
n o r m a l era q u e su r e s u r r e c c i ó n se celebrase al día siguiente. E n Biblos, Siria, el
A d o n i s es rojo, según u n a m e n t a l i d a d laica, p o r q u e la tierra p o r la q u e fluye es r
Para los q u e lloraban la m u e r t e del dios, sin e m b a r g o , llevaba en sus aguas la sangre
A d o n i s ; en señal de l u t o , afeitaban sus cabezas, c o m o los egipcios al m o r i r el b u e y /
(una forma más tardía d e Osiris), q u e t a m b i é n esperaban q u e resucitase al día siguie
O t r o ritual implicaba a los llamados «jardines d e Adonis». E r a n plantas q u e cret
y m o r í a n r á p i d a m e n t e - l e c h u g a , h i n o j o , c e n t e n o , t r i g o - y q u e se s e m b r a b a n en
q u e n a s cestas llenas de u n a capa p o c o profunda d e tierra; se dejaban al sol y se cui
b a n d u r a n t e o c h o días, labores realizadas p r i n c i p a l m e n t e p o r mujeres. Al n o tener
ees profundas se m a r c h i t a b a n p r o n t o , y eran enviadas al agua, j u n t o c o n las efigies
dios. Se trataba, p o r lo tanto, de i m á g e n e s t a n t o d e su f o r m a h u m a n a c o m o de su i
m a vegetal.
416
8 . La d i o s a madre
Deméter sentada
(escultura,
posiblemente de
L e ó c a r e s , el
constructor del
Mausoleo. Finales
d e l s i g l o IV a. C ,
Asia Menor)
Deméter y Perséfone
417
s o s t e n i e n d o t r i g o e n sus m a n o s (ver capítulo 3, figura 15), igual q u e la diosa micéi
antes q u e ella; se inscribe e n la t r a d i c i ó n m i l e n a r i a d e la diosa neolítica del g r a n o d
vieja E u r o p a , q u e se sentaba al lado del dios q u e tenía la h o z para segar los tallos r
r i b u n d o s finalizada la estación. El n o m b r e c o n el q u e se designaba la c o m i d a era el
yo: «la espelta [trigo salvaje] de D e m é t e r » ; y se invocaba su b e n d i c i ó n e n la siega }
la siembra. Es la q u e «llena el granero», y e n C h i p r e da n o m b r e a la recogida d e la
secha, damatrizein. Sus fiestas se c e l e b r a b a n al c a m b i a r las estaciones, e n primaveí
o t o ñ o , el t i e m p o d e la m u e r t e y el r e n a c i m i e n t o del trigo. E n la Ilíada, la imager
D e m é t e r es del c o l o r del t r i g o m a d u r o :
cuando... la rubia Deméter separa con el presuroso soplo de los vientos el grano y las grans
Deméter, divina entre diosas, parió al generoso Pluto en placentero abrazo con el h
Yasión en un fértil campo en el rico país de Creta. Este recorre toda la tierra y los ancho
mos del mar y a quien le encuentra, si se echa en sus brazos, le vuelve rico y le colma de j
24
peridad .
418
9. D e m é t e r c o n su h i j o P l u t o (tablilla votiva,
c . s i g l o V a. C . E l e u s i s , Grecia)
419
E n el m i t o o l í m p i c o más tardío, D e m é t e r era la hija de los titanes R e a y C r o n o
la h e r m a n a d e Z e u s , d e P o s i d ó n y d e H a d e s , los tres h e r m a n o s q u e a s u m i e r o n el p 0
420
10. P e r s é f o n e s o s t e n i e n d o una a n t o r c h a ( p l a t o d e B e o c i a , c . s i g l o V a.
C). La l u z d e la a n t o r c h a , al b r i l l a r e n la o s c u r i d a d d e l inframundo,
h a c e m a d u r a r el g r a n o y las a m a p o l a s q u e s o s t i e n e e n la m a n o . H a y una
vasija d e t e s o r o s d e l a n t e de ella, y detrás hay u n pájaro, q u e , c o m o el
a l a d o H e r m e s , p u e d e e s c o l t a r l a al m u n d o superior
1 1 . P e r s é f o n e c o n d o s c o m p a ñ e r a s y u n a f l o r ( d i b u j o s o b r e c o p a , c. 2000
a. C . M i n o i c o . V e r c a p í t u l o 3 , figura 16)
421
núa t a m b i é n la tradición d e Cibeles, p r o c e d e n t e de Asia M e n o r , q u e persistió mieni
fue u n a deidad a la vez anatolia y r o m a n a ; según H a r r i s o n , « D e m é t e r y Cibeles n o e:
29
sino formas locales d e la gran m a d r e adorada bajo distintos nombres» .
C o m o g r a n m a d r e d e la vida y de la m u e r t e , y c o n c r e t a m e n t e d e la agriculti
D e m é t e r c o n t i e n e e n su i n t e r i o r el m u n d o s u p e r i o r y el i n f r a m u n d o , y su leyenda <
plora la relación paradójica entre los dos, ya q u e lo q u e m u e r e sobre la tierra se ad<
tra bajo la m i s m a para regresar, n u e v o , diferente p e r o a la vez i d é n t i c o . E n las figu
d e D e m é t e r y Perséfone, la diosa ú n i c a está dividida e n los dos aspectos d e lo super
y lo inferior, lo vivo y lo m u e r t o ; a u n q u e , al i m a g i n a r estos dos estados, generalmi
te a n t a g ó n i c o s , c o m o m a d r e e hija, n o se c o l o c a n e n p o l o s o p u e s t o s , sino' q u e se ur
p o r la raíz. Este h e c h o es lo q u e expresa la idea d e r e n a c i m i e n t o . C o m o m i t o d e la ¡
turaleza, Perséfone es la semilla q u e se separa del c u e r p o del g r a n o m a d u r o , la mac
c u a n d o tras h u n d i r s e bajo tierra regresa e n p r i m a v e r a c o m o el n u e v o b r o t e . La etin
logia d e su n o m b r e —«la q u e brilla e n la oscuridad»— sugiere q u e la semilla n o m u
r e a l m e n t e , sino q u e c o n t i n ú a v i v i e n d o e n el i n f r a m u n d o , a u n q u e n o p u e d a ser v
desde la superficie. Q u i z á s esto sea m i s t e r i o suficiente; sin e m b a r g o , la idea d e tra
c i ó n mistérica se refiere al e x a m e n explícito d e la analogía e n t r e la vida d e la vegc
c i ó n y la vida h u m a n a , de tal m a n e r a q u e la verdad d e la u n a se revela, al m i s m o tie
p o , c o m o la verdad d e la otra.
«Himno a Deméter»
Comienzo por canta a Deméter de hermosa cabellera, la augusta diosa; a ella y a su hij;
esbeltos tobillos, a la que raptó Aidoneo [Hades] y lo permitió Zeus tonante, cuya voz se
de lejos, cuando, apartada de Deméter la del arma de oro, de hermosos frutos, jugaba coi
422
muchachas de ajustado regazo, hijas de Océano, y recogía flores: rosas, azafrán y hermosas vio-
letas, en el tierno prado, y también gladiolos, y jacinto, así como el narciso, que, como señue-
lo, hizo brotar para la muchacha de suave tez de flor la Tierra, según los deseos de Zeus, por
halagar al que a muchos acoge; flor de prodigioso brillo, asombro entonces de ver para todos,
tanto dioses inmortales como hombres mortales. Y es que de su raíz habían crecido cien b r o -
tes, y al fragante aroma todo el ancho cielo en lo alto, y la tierra toda sonreían, así como el acre
oleaje del mar. De modo que ella, atónita, tendió ambas manos para tomar el hermoso juguete.
Pero se abrió la tierra de anchos caminos en la llanura de Nisa y de allí surgió con ímpetu,
con sus yeguas inmortales, el Soberano que a muchos acoge, el hijo de Crono de múltiples ad-
vocaciones. Se apoderó de ella, mal de su grado, y se la llevaba entre lamentos sobre su áureo
carro. Lanzó agudos gritos, invocando a su padre, el Crónida, el más excelso y poderoso.
Mas ninguno de los inmortales ni de los hombres mortales oyó su voz, ni siquiera los oli-
vos de hermosos frutos. Sólo la hija de Perses, la de ingenuos sentimientos, la oyó desde su an-
tro: Hécate, la de brillante tocado (y asimismo el soberano Sol, el ilustre hijo de Hiperión),
cuando la muchacha invocaba a su padre, el Crónida.
Pero él se hallaba lejos, sentado aparte de los dioses, en un templo pleno de súplicas, reci-
biendo herniosas ofrendas de los hombres mortales.
Mal de su grado, pues, se la llevaba con sus yeguas inmortales, según la voluntad de Zeus,
su tío paterno, el que de muchos es soberano, el que a muchos acoge, el hijo de C r o n o de m ú l -
tiples advocaciones.
Mientras la diosa veía aún la tierra, el cielo estrellado y el ponto de impetuosa corriente, rico
en peces, así como los resplandores del sol, aún confiaba en ver a su amada madre y las estirpes
de los dioses sempiternos. La esperanza confortaba todavía su gran ánimo, pese a estar afligida.
...Resonaron las cimas de los montes y los abismos del mar por la voz inmortal. Y la oyó
su venerable madre. U n agudo dolor se apoderó de su corazón. En torno a sus cabellos perfu-
mados de ambrosía destrozaba con sus propias manos su tocado. Se echó un sombrío velo so-
bre ambos hombros y se lanzó, como un ave de presa, sobre lo firme y lo húmedo, en su busca.
Mas no quería decirle la verdad ninguno de los dioses ni de los hombres mortales. Ninguna
de las aves se le acercó como veraz mensajera.
Desde entonces, durante nueve días la venerable D e ó anduvo errante por la tierra, llevan-
do en sus manos antorchas encendidas. Y ya no se nutría con la ambrosía ni el néctar dulce de
beber, presa de la aflicción. Y tampoco sumergía su cuerpo en el baño.
Pero cuando se le presentó por décima vez la radiante Aurora, le salió al encuentro Hécate,
llevando en sus manos una antorcha. Dispuesta a darle la nueva, le dirigió la palabra y le dijo:
-Soberana Deméter, dispensadora de las estaciones, la de espléndidos dones, ¿quién de los
dioses celestes o de los hombres mortales raptó a Perséfone y afligió tu ánimo? Oí su voz, en
efecto, pero no vi con mis ojos quién era. En breve te lo he dicho sin engaño.
Así habló Hécate, y no respondió a sus palabras la hija de Rea de hermosa cabellera, sino
que raudamente partió con ella, llevando en sus manos antorchas encendidas. Y se allegaron al
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Sol, atalaya de dioses y hombres. Se detuvieron ante sus corceles y preguntó la divina ene
diosas:
—Sol, respétame tú al menos, como diosa que soy, si alguna vez de palabra o de obra a
tu corazón o tu ánimo. La hija a la que parí, dulce retoño, encantadora por su figura...
vibrante voz a través del límpido éter, como la de quien se ve violentada, mas n o la vi cor
ojos. Pero tú que sobre toda la tierra y por el mar diriges desde el éter divino la mirada d
rayos, dime sin engaños si has visto a mi hija querida por alguna parte; quién de los dioses
los hombres mortales huyó tras haberla capturado lejos de mí, mal de su grado, por la fu
Así habló. Y el Hiperiónida respondió a sus palabras:
—Hija de Rea, la de hermosa cabellera, soberana Deméter. Lo vas a saber, pues es gran
respeto y la compasión que siento por ti, afligida como estás por tu hija de esbeltos tob
Ningún otro de los inmortales es el culpable más que Zeus acumulador de nubes, que se
entregado a Hades para que sea llamada su lozana esposa.. Sí, a su propio hermano. Y él
llevó bajo la nebulosa tiniebla, pese a sus grandes gritos, tras haberla arrebatado con sus ye
Así que tú, diosa, da f i n a tu copioso llanto. Ninguna necesidad hay de que tú sin razón ¡
des aún un insaciable rencor. En absoluto es indigno como yerno entre los inmortales e
de muchos es soberano, Aidoneo, tu propio hermano y de la m i s m a semilla que tú. En c
to a su honor, lo obtuvo cuando en el principio de los tiempos se hizo la distribución ei
partes. De aquellos con los que vive le tocó ser el soberano.
Dicho esto, arreó a sus corceles. Y ellos, a su instancia, arrastraban vivamente el raud
rro, como aves de extensas alas.
Pero a ella un dolor más cruel y más perro le llegó al ánimo. Irritada contra el Cro
amontonador de nubarrones, tras apartarse en seguida de la asamblea de los dioses y del ¡
de Olimpo, marchó a las ciudades de los hombres y a s u s pingües cultivos, desfigurandí
mucho tiempo su aspecto. Ninguno de los hombres ni de las mujeres de ajustada cintura
conocían al verla, hasta cuando llegó a la morada del prudente Céleo, que era por entone-
ñor de Eleusis, fragante de incienso.
Se sentó a la vera del camino, afligida en su corazón, en el pozo Partenio, de donde
ban agua los de la ciudad. A la sombra, pues por encima de ella crecía la espesura de u n
y, con el aspecto de una anciana muy vieja, que está ya lejos del parto y de los dones de Afi
amante de las coronas, como son las nodrizas de los hijos de los reyes que dictan sentenc
1
las despenseras en sus moradas llenas de ecos... "
El pasaje en el q u e D e m é t e r intenta h a c e r i n m o r t a l a u n n i ñ o h u m a n o al q u e
lo en el fuego, q u e es u n pasaje de d u e l o , es p r á c t i c a m e n t e el m i s m o q u e el interi
e n la historia d e Isis, según la narra P l u t a r c o , q u e t a m b i é n p u e d e calificarse de p
d e d u e l o . Lo interesante es q u e este pasaje i n t e r m e d i o carece d e la poesía q u e car
riza los versos q u e lo p r e c e d e n y lo siguen, en los q u e n o se m e n c i o n a la vida hi
na. Así, al m e n o s desde u n p u n t o d e vista p o é t i c o , se t i e n e la sensación de q u e est
saje central es u n a i n t e r p o l a c i ó n . Se trata del m o m e n t o e n el q u e , al fracasar D e r
424
12. P e r s é f o n e y H a d e s e n el i n f r a m u n d o (placa
v o t i v a , c. 4 8 0 - 4 5 0 . L o e n , Italia)
e n su i n t e n t o de h a c e r u n dios d e u n m u c h a c h o , se acaban p o r instaurar los ritos qi
l u e g o se l l a m a r o n M i s t e r i o s d e Eleusis. P l u t a r c o sostenía q u e Isis y D e m é t e r eran d-
versiones de la m i s m a diosa, igual q u e c o n s i d e r ó a Osiris y a D i o n i s o dos versiones d
m i s m o dios. Es posible, p o r lo t a n t o , q u e i n t e r p r e t a s e la n a r r a c i ó n griega de acuerc
c o n su versión del relato d e Isis; p e r o es m u c h o más p r o b a b l e q u e e l e m e n t o s del cu
to m i s t é r i c o de Eleusis se o r i g i n a r a n e n E g i p t o , c o m o g r a n p a r t e de la filosofía grieg
31
i n c l u y e n d o a P l a t ó n , Pitágoras y O r f e o ; y q u e estos e l e m e n t o s se mezclasen c o n otr
e l e m e n t o s de la C r e t a m i n o i c a y m i c é n i c a . Al m e n o s n o p u e d e negarse la existenc
d e u n a tradición c o m ú n . H e r ó d o t o , en el siglo V a . O , b u s c ó e n E g i p t o el origen <
los Misterios, p e r o las relaciones e n t r e E g i p t o y C r e t a estaban ya b i e n establecidas 11
g a d o el s e g u n d o m i l e n i o a. C . H a r r i s o n c o m e n t a q u e «en la civilización " m i c é n i c a " <
C r e t a , y sólo e n ella, se observa la extraña mezcla d e rasgos egipcios y "pelasgos" qi
obsesionaron a Plutarco y le h i c i e r o n afirmar q u e Osiris y D i o n i s o eran u n o , igual qi
32
Isis c o n D e m é t e r » . Ya fuese E g i p t o o C r e t a el n ú c l e o más i m p o r t a n t e d e influenc
sobre los M i s t e r i o s , es c i e r t o q u e e n Eleusis éstos p e r d u r a r o n d u r a n t e casi dos mil añc
hasta el siglo IV d. C . c u a n d o fueron proscritos p o r el cristiano Teofrasto; más tare
los g o d o s saquearon los t e m p l o s .
Las Tesmoforias
426
13. M u j e r o sacerdotisa
sacrificando un cerdo ante
las t r e s a n t o r c h a s del
inframundo (pintura sobre
c e r á m i c a , c. s i g l o V a. C.)
mm
427
res; y afirman que cualquiera que los mezcle con su semilla tendrá una buena cosecha. Y dic
que dentro y alrededor de las grietas hay serpientes que se comen la mayor parte de lo que
arroja; por eso se arma estruendo y raido cuando las mujeres extraen los restos y cuando los
emplazan j u n t o a esas imágenes tan conocidas, para que las serpientes, a las que consideran gu
36
dianes de los santuarios, se marchen .
428
so nacimiento, kalligeneia. Sólo u n a cultura secular distinguiría e n t r e el « n a c i m i e n t o
hermoso» de las cosechas y la diosa « h e r m o s a m e n t e nacida», la hija d e la r e n o v a c i ó n d e
la tierra; en culturas q u e viven e n u n m u n d o sagrado, se considera q u e la diosa «hija»,
semejante a u n a h u m a n a , y la «hija» d e las plantas d e la tierra p e r t e n e c e n a la m i s m a
realidad y e m e r g e n , e n c o n s e c u e n c i a , c o m o u n a sola realidad. E n el sello m i n o i c o más
antiguo (ver capítulo 3, figura 12), la diosa y las plantas regresan j u n t a s , y aquí, e n la fi-
gura 14, D e m é t e r y Perséfone v u e l v e n a r e u n i r s e , r e c o n o c i é n d o s e m u t u a m e n t e c o n
amor, ambas c o n flores e n las m a n o s .
Eleusis
D e m é t e r e n su aspecto d e thesmóphoros n o es m e n c i o n a d a en el h i m n o , q u e se c e n -
tra ú n i c a m e n t e e n los ritos d e Eleusis, a u n q u e esta fiesta p a r e c e ser u n a versión m á s
espiritualizada d e la a n t e r i o r . El p r o p ó s i t o y significado d e los M i s t e r i o s era la inicia-
ción a u n a visión. «Eleusis» significa «el lugar d e la feliz llegada», d e d o n d e los c a m -
pos Elíseos t o m a n su n o m b r e . El t é r m i n o «Misterios» p r o v i e n e de la palabra muein,
que significa «cerrar» t a n t o ojos c o m o b o c a . H a c e referencia al secreto q u e r o d e a las
ceremonias, y a la c o n f o r m i d a d r e q u e r i d a del i n i c i a d o ; es decir, se exige q u e él o ella
permita q u e se le haga algo: d e ahí se d e d u c e el significado de «iniciar». La c u l m i n a -
ción de la c e r e m o n i a consistía e n la e x p o s i c i ó n d e o b j e t o s sagrados e n el s a n t u a r i o i n -
t e r n o a m a n o s del s u m o s a c e r d o t e o h i e r o f a n t e —o hiera phainon, «el q u e h a c e q u e los
objetos sagrados aparezcan»—. Ú n i c a m e n t e se p e r m i t í a h a c e r alusiones indirectas a c e r -
ca de lo q u e o c u r r í a . E n t r e ellas, la f u n d a m e n t a l era s i m p l e m e n t e q u e D e m é t e r halla-
ba a su hija y se r e u n í a c o n ella e n Eleusis. S ó l o los escritores cristianos violaron e s -
tas reglas: a u n q u e su t e s t i m o n i o n o es objetivo, u n escritor g n ó s t i c o señala q u e el
p u n t o c u l m i n a n t e d e la c e r e m o n i a consistía e n la a c c i ó n d e c o r t a r u n a espiga de t r i -
go en silencio.
Cualquiera p o d í a asistir a los M i s t e r i o s , s i e m p r e q u e supiera hablar g r i e g o y n o h u -
biera d e r r a m a d o sangre, i n d i c á n d o s e así la d i m e n s i ó n m o r a l de la fiesta. Los M i s t e r i o s
menores, q u e se celebraban hacia el final del i n v i e r n o e n el m e s d e las flores, el
Antesterión, eran c o n d i c i ó n previa para la p a r t i c i p a c i ó n e n los Misterios mayores, q u e
se celebraban en o t o ñ o . El p r i m e r estadio d e la iniciación e n los Misterios m e n o r e s era
el sacrificio de u n c e r d o j o v e n , el animal c o n s a g r a d o a D e m é t e r , q u e sustituía s i m b ó -
licamente la m u e r t e del p r o p i o iniciado. C o m o e n las Tesmoforias este r i t o se ajusta a
la variante órfica del m i t o m e n c i o n a d o p o r L u c i a n o , q u e asociaba la m u e r t e del c e r d o
con el r a p t o d e Perséfone.
El s e g u n d o estadio d e la iniciación era u n a c e r e m o n i a d e purificación en la q u e al
iniciado se le tapaban los ojos c o n u n a v e n d a . E n ciertos relieves, Heracles aparece l l e -
vando velo y sentado sobre la piel de u n c a r n e r o , s i g u i e n d o el e j e m p l o de D e m é t e r e n
429
el h i m n o ; se le acerca u n a a n t o r c h a desde abajo, o se sostiene u n a h o r c a para aventa
p o r e n c i m a d e él. D e b í a d e ser u n a situación a t e r r a d o r a , u n a p r u e b a del valor del ini
ciado c o n el fin d e prepararlo para lo q u e estaba p o r venir. Las sucesivas etapas de le
ritos de iniciación son descritas, de n u e v o , a través d e alusiones, inteligibles para los y
iniciados, p e r o n o para los profanos. C l e m e n t e d e Alejandría cita a u n iniciado q u e di
j o : «Ayuné, bebí el c i c e ó n , cogí del cesto y, después d e p r o b a r l o , lo deposité en la ca
39
nasta y de la canasta al cesto» . L o q u e estaba o c u l t o e n el cesto h a sido o b j e t o de mu
cha especulación, p o r p a r t e de los cristianos, acerca d e la naturaleza de los genitale;
c o n s i d e r a d o s o n o d e f o r m a simbólica; sin e m b a r g o , el escritor g r i e g o Teofrasto seña
la q u e los i n s t r u m e n t o s para m o l e r el t r i g o se c o n s i d e r a b a n sagrados, d e m a n e r a q u e t
posible q u e estuvieran ocultos e n el cesto u n m o r t e r o y u n a maja, objetos q u e se uti
40
lizaban para preparar el kykeón, la b e b i d a d e c e b a d a .
Los Misterios mayores se celebraban al p r i n c i p i o cada c i n c o años. M á s tarde se ce
menzaron a celebrar a n u a l m e n t e , e n o t o ñ o ; c o m e n z a b a n el q u i n c e del mes d
B o e d r o m i ó n y d u r a b a n n u e v e días. A c u d í a n iniciados d e t o d o s los r i n c o n e s de mun
d o h e l é n i c o y r o m a n o , y se declaraba u n a tregua e n t r e las ciudades estado griegas du
r a n t e cuarenta y c i n c o días, desde el m e s a n t e r i o r hasta el m e s siguiente. E n la víspeí
del inicio, se llevaban los objetos sagrados, o hiera, d e D e m é t e r e n p r o c e s i ó n desd
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16. D e m é t e r y D i o n i s o ( r e l i e v e d e m á r m o l , 4 7 0 - 4 6 0 a. C . L o c r i , I t a l i a ) . D i o n i s o , con
v i d e s c a y e n d o d e su e s p a l d a , e n t r e g a la c o p a d e t r a n s f o r m a c i ó n a Deméter, que está
s e n t a d a , a l z a n d o s u s e s p i g a s d e t r i g o . Si c o m p a r a m o s e s t a e s c u l t u r a c o n la d e Perséfone
y H a d e s ( f i g u r a 1 2 ) , t a m b i é n d e L o c r i , e l p a r e c i d o es t a l q u e e s c a s i c o m o si P e r s é f o n e y
H a d e s r e p r e s e n t a r a n un m a t r i m o n i o e n el i n f r a m u n d o , mientras que D e m é t e r y Dioniso
c e l e b r a n o t r o e n el m u n d o s u p e r i o r , c o n f r u t o s y f e s t e j o s . E s t o r e l a c i o n a r í a las c u a t r o
figuras e n u n a r e l a c i ó n d e e s p e c u l a r i d a d ; la v i d a d e l g r a n o y d e la v i d s o n u n a imagen
cíclica de t r a n s f o r m a c i ó n , c o n e c t a n d o l o q u e está arriba c o n lo q u e está abajo
Eleusis hasta Atenas. El p r i m e r día tenía lugar la c o n v o c a t o r i a y p r e p a r a c i ó n de los im
ciados, q u e el s e g u n d o día se purificaban e n el mar, u n r i t o l l a m a d o la «expulsión». I
m i s m o día, los iniciados sacrificaban l e c h o n e s , p r o b a b l e m e n t e a h o g á n d o l o s e n el ma
El tercer día parece q u e se celebraba u n sacrificio oficial e n n o m b r e d e la ciudad d
Atenas. El c u a r t o día, llamado el Asclepía e n h o n o r d e Asclepio, el dios de la c u r a d o r
era otro día de purificación. El q u i n t o día (el d e c i m o n o v e n o del m e s B o e d r o m i ó n
llamado Yacos, era el día de celebración; tenía lugar u n a g r a n p r o c e s i ó n desde Aten;
hasta Eleusis s i g u i e n d o el itinerario sagrado. Se r e c o r r í a n u n o s 32 k m . U n a s sacerdoti
sas llevaban las hiera en kista cerradas, cofres o cestas, rodeadas p o r la m u l t i t u d q u e bai
laba y gritaba e x t á t i c a m e n t e el n o m b r e de Yaco, cuya estatua, c o r o n a d a de m i r t o y lie
v a n d o u n a antorcha, se llevaba d e pie e n u n carruaje.
Yaco era o t r o n o m b r e de D i o n i s o , q u e , s e g ú n la leyenda órfica, era el hijo d
Perséfone y de Z e u s , padre d e la m i s m a . F u e c o n c e b i d o u n a n o c h e e n q u e el dios s
le acercó e n u n a caverna s u b t e r r á n e a t r a n s f o r m a d o e n serpiente. N o se trataba d
D i o n i s o , dios del v i n o y del toro (cuyo e q u i v a l e n t e es el cretense Z a g r e o ) , dios q u e <
d e s m e m b r a d o p e r o q u e vive de n u e v o . Era D i o n i s o c o m o n i ñ o de p e c h o místico, im;
g e n de la renovación p e r p e t u a y señal d e q u e los misterios d e Eleusis y los de Dionis
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se habían f u n d i d o e n u n o .
E n la frontera entre Eleusis y Atenas, u n a serie d e figuras enmascaradas parodiaba
la procesión. Escenificaban el m i t o q u e relataba c ó m o Y a m b e o B a u b o animó
D e m é t e r ; c o m o e n tantas otras fiestas d e r e n o v a c i ó n ( c o m o las posteriores SaturnaL
romanas, p o r ejemplo), p r e p a r a b a n el n a c i m i e n t o d e lo n u e v o m e d i a n t e la burla de 1
viejo. C u a n d o las estrellas salían, los mystai [mistos] (singular: mystes) r o m p í a n su ayi
no, pues el día v i g é s i m o del m e s había llegado; según las Ranas d e Aristófanes, el re:
to de la n o c h e pasaba e n t r e cantos y bailes. Los t e m p l o s de P o s i d ó n y A r t e m i s se abr
an a t o d o s , p e r o tras ellos estaba la p u e r t a q u e daba al santuario, y q u e nadie, except
los iniciados, p o d í a traspasar bajo p e n a d e m u e r t e .
El sexto día era u n día de descanso, a y u n o , purificación y sacrificios, d e acuerc
c o n el m i t o del a y u n o d e D e m é t e r ; representaba el ritual d e la esterilidad del invie
no. El a y u n o se r o m p í a c o n la m i s m a b e b i d a q u e ella p i d i ó : h a r i n a mezclada c o n agí
y h i e r b a b u e n a . E n t o n c e s se p e r m i t í a q u e los iniciados entrasen e n el santuario c e r r
do. La celebración tenía lugar e n el Telesterion, l l a m a d o así p o r q u e aquí se alcanzal
«el objetivo», telos (de d o n d e deriva la palabra teleo, <dniciar»). Era u n edificio e n o r m
q u e p o d í a albergar a varios miles d e personas, todas m i r a n d o al m i s m o t i e m p o c o n
se exhibían los objetos sagrados. Tenía u n a claraboya para dejar salir el h u m o q u e de
pedía el e n o r m e fuego bajo el q u e se hallaba el hierofante. E n el c e n t r o estaba
A n a c t o r o n , u n a c o n s t r u c c i ó n rectangular d e piedra c o n u n a p u e r t a en u n e x t r e m o , qi
sólo el hierofante p o d í a traspasar.
¿ Q u é ocurría e n ese m o m e n t o , el c o m i e n z o d e la p r o p i a iniciación? Parece q u e
desarrollaba en tres etapas: drómena, lo h e c h o ; legómena, lo d i c h o ; deiknymena, lo m o
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trado. Después tenía lugar u n a c e r e m o n i a especial c o n o c i d a c o m o epoptía, el estado de
«haber visto»; se celebraba sólo para los iniciados del a ñ o anterior.
En los drámena los iniciados participaban e n u n desfile sagrado p o r el q u e se r e p r e -
sentaba el relato de D e m é t e r y Perséfone. Se revivían la p e n a , la rabia y el regocijo, y
se llevaban, p r o b a b l e m e n t e , antorchas en la o s c u r i d a d al son de la música y de los c a n -
tos. C l e m e n t e de Alejandría señala q u e « D e o [ D e m é t e r ] y C o r e [Perséfone] se c o n -
virtieron en u n drama misterioso y Eleusis, en su h o n o r , celebra c o n antorchas el v i a -
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je errante, el rapto y el duelo» . F o u c a r t creía q u e los mistos t a m b i é n vivían u n viaje
al inframundo c u a n d o vagaban en la o s c u r i d a d e n la p a r t e inferior del Telesterion y
que los iniciados sufrían los terrores d e la m u e r t e c o m o c o n d i c i ó n necesaria, para la
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iniciación .
En el relato de Apuleyo, la iniciación a los misterios d e Isis implicaba u n a m u e r t e
voluntaria antes de hacerse posible la otra vida. D e m a n e r a similar, los Misterios d e
Cibeles incluían el sacrificio de u n c a r n e r o y u n t o r o ; después del m i s m o , los c a n d i d a -
tos tenían q u e yacer en u n a t u m b a y la sangre de los animales, sacrificados e n u n a pla-
taforma colocada p o r e n c i m a d e la t u m b a , se d e r r a m a b a sobre ellos. La sangre de los
animales q u e los e m p a p a b a simbolizaría su propia m u e r t e . Las objeciones a la inter-
pretación de Foucart parten de q u e e n las excavaciones del santuario n o se d e s c u b r i e -
ron habitaciones subterráneas e n las q u e los mistos p u d i e r a n d e s c e n d e r r i t u a l m e n t e al
inframundo; pero esto parece u n matiz innecesario, ya q u e es m u y probable q u e p u -
diese alcanzarse el m i s m o objetivo a b r i e n d o los sentidos a u n d e t e r m i n a d o e n t o r n o : a
la oscuridad, al sonido, a las llamas y al t e r r o r d e lo d e s c o n o c i d o .
Había una cueva - u n t e m p l o a H a d e s - q u e simbolizaba la entrada al i n f r a m u n d o , y
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probablemente t a m b i é n hubiera u n onfalós . P l u t a r c o señala q u e «morir es ser inicia-
do»; c o m o demuestra el j u e g o de palabras (teleután = teleisthaí), esta idea v i e n e apoya-
da por la fuerza de la tradición. Sólo tras dicha m u e r t e regresaba la luz, y es más q u e
probable q u e el misto ascendiese hacia u n a visión d e los prados gozosos de los c a m p o s
Elíseos, iluminados p o r u n a brillante luz. C l e m e n t e y F o u c a r t r e a l m e n t e están de
acuerdo en esto: representar la b ú s q u e d a de D e m é t e r e identificarse c o n Perséfone es
precisamente vagar en el i n f r a m u n d o de la m u e r t e , d e la m i s m a m a n e r a q u e e n c o n t r a r
a Core es r e t o r n a r a la vida desde la m u e r t e .
Los legómena consistían e n invocaciones rituales cortas, más b i e n c o m o c o m e n t a r i o s
que a c o m p a ñ a b a n el desfile y q u e explicaban el significado del d r a m a . Los deiknymena,
la exhibición de los objetos sagrados, c u l m i n a b a e n la revelación proferida p o r el h i e -
rofante, cuya difusión estaba prohibida. Los epoptía t a m b i é n incluían la e x h i b i c i ó n de
hiera, a u n q u e n o sabemos q u é eran esos objetos sagrados.
Imagínese la gran sala de los misterios envuelta en oscuridad, atestada de gente es-
perando en silencio. Se vislumbran en la oscuridad siluetas de sacerdotes, q u e se m u e -
ven de aquí a allá llevando parpadeantes antorchas. E n el c e n t r o de la oscuridad se está
representando algún drama secreto. R e p e n t i n a m e n t e u n g o n g suena c o m o u n t r u e n o ,
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el i n f r a m u n d o se abre y desde las profundidades d e la tierra aparece C o r e . U n a luz
diante llena la cámara, crecen las llamas de la h o g u e r a , e n o r m e y chisporroteante, '
hierofante canta: «La g r a n diosa ha d a d o a luz a u n hijo sagrado: B r i m o ha parid
Brimós». E n t o n c e s , e n el silencio p r o f u n d o , alza e n la m a n o u n a espiga de trigo.
A h o r a es el m o m e n t o d e las celebraciones. H a y cantos y bailes en el patio, se s a i
fica u n gran toro, y t o d o s r o m p e n su a y u n o a la vez. F i n a l m e n t e , el sacerdote llena
copas y, alzando u n a hacia el oeste y otra hacia el este, d e r r a m a al suelo lo q u e c o n
n e n . El p u e b l o , m i r a n d o hacia el cielo, grita «¡lluvia!» y, m i r a n d o hacia la tierra, g
«¡concibe!»: hfe, kye. Así acaban los M i s t e r i o s de Eleusis.
«Tres veces b e n d i t o s son aquellos m o r t a l e s q u e h a n visto estos ritos y penetran
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e n el H a d e s : p u e s sólo para ellos hay vida, para los otros t o d o es pesar .» S o n palal
d e Sófocles, q u e desarrolla esta idea en el h i m n o . Y t a m b i é n dice P í n d a r o : «¡Feli:
q u e , después d e haberlos visto, d e s c i e n d e a la tierra; feliz el q u e c o n o c e el fin d e la
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da, y c o n o c e el c o m i e n z o q u e o t o r g a n los dioses!» . Es imposible n o p r e g u n t a r s e
veían; ¿acaso apariciones, phásmatá? C u a n d o H e r a c l e s dice, «he visto a C o r e » , ¿qu
decir q u e vio a u n a diosa alzarse d e debajo d e la tierra? ¿ O se p r o d u j o u n crecimi
to milagroso y r e p e n t i n o del trigo en o t o ñ o , fuera d e t e m p o r a d a , q u e se c o r t ó para
t e n e r la espiga, revelándose así la trascendencia d e la ley natural? O quizá la pregv.
n o es qué v i e r o n , sino cómo lo v i e r o n . El a y u n o , b e b e r d e u n a p o c i ó n especial, la
m u n i ó n e n la oscuridad y la revelación final p u e d e n e n t e n d e r s e t a m b i é n c o m o
p r e p a r a c i ó n para u n c a m b i o d e m e n t e en el q u e , sea lo q u e fuere lo q u e vieran los j
ticipantes, veían c o n tal intensidad q u e se u n í a n c o n lo q u e veían, trasladándose 3
u n nivel psíquico t o t a l m e n t e diferente.
T e n e m o s q u e p r e g u n t a r n o s , p o r lo tanto, c ó m o se hacía posible esta revelación
significativo q u e las dos características principales d e la c e r e m o n i a religiosa, posil
m e n t e desde el N e o l í t i c o , están presentes t a m b i é n en Eleusis; esto es, el m a t r i m c
sagrado y el n a c i m i e n t o del n i ñ o . H a r r i s o n escribe q u e «el r i t o del m a t r i m o n i o saj
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d o y el n a c i m i e n t o del n i ñ o sagrado... eran, creo, el m i s t e r i o central» . Las c e r e m o
c o n c l u í a n c o n el m a t r i m o n i o s i m b ó l i c o de la lluvia celestial c o n la receptiva tierra,
había de c o n c e b i r el hijo del g r a n o ; p e r o es posible q u e se celebrase u n m a t r i m c
sagrado, simbólica o literalmente, e n t r e el hierofante y u n a sacerdotisa antes d e q u e
viera lugar el regreso de C o r e (o más b i e n para traer de vuelta a C o r e ) . C l e m e n t e
Alejandría h a c e referencia a la fórmula m e d i a n t e la q u e los epoptes se r e c o n o c í a n e:
sí, describiéndola c o m o l i g e r a m e n t e distinta d e la q u e se usaba e n los M i s t e r i o s 1
ñores. Incluía u n pastos o cámara nupcial: «Yo c o m í e n el t a m b o r , bebí e n el címb
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llevé los vasos sagrados, p e n e t r é abajo en la cámara nupcial (pasíós)» ". Asterio, ob:
d e Amasea, al final del siglo V d. C , h a c e referencia al m a t r i m o n i o sagrado, c o m e
to c u l m i n a n t e d e los Misterios, c o n el h o r r o r p r o p i o d e u n cristiano:
¿No se ejecuta el descenso a la oscuridad, la venerada unión del hierofante con la sacei
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tisa de él solo con ella sola? ¿No se apagan las antorchas y no cree la incontable m u c h e d u m -
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bre que su salvación reside en lo que ellos hacen en la oscuridad?
los actos rituales culminantes, actos por los que la unión con lo divino, la finalidad de todo ce-
remonial místico, se consideraban en un primer m o m e n t o ejecutados realmente, más tarde só-
lo simbólicamente efectuados... El hombre hace los ritos de los dioses a imagen de su propia
conducta humana. Los misterios de estos dioses hechos por el hombre no son sino los eternos
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misterios de la vida del hombre ".
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oírse. Así q u e al final Z e u s se ve obligado a c e d e r a n t e la ira de D e m é t e r , q u e agos
la tierra e incluso a m e n a z a c o n privar a los dioses d e su p r o p i o a l i m e n t o , p r o c e d e n
d e los sacrificios de los h o m b r e s . F i n a l m e n t e se t e r m i n a p o r alcanzar u n equilibrio ei
tre los dos p o d e r e s , el a n t i g u o y el n u e v o .
D a d o q u e la separación y la r e u n i ó n d e la m a d r e y la doncella constituyen el ni
cleo d e la historia, el m a t r i m o n i o e n t r e D e m é t e r y Yasión o Z e u s q u e d a desplazad
E n c u e n t r a n su eco y equivalente en u n m a t r i m o n i o del i n f r a m u n d o : el de Perséfone
H a d e s , o u n Z e u s s u b t e r r á n e o . En c i e r t o sentido, hay, p o r lo t a n t o , dos m a t r i m o n i e
u n o s de luz y otros d e oscuridad, q u e se p o n e n e n relación e n t r e sí m e d i a n t e la reí
n i ó n d e la m a d r e y la hija. El m a t r i m o n i o d e Perséfone es u n m a t r i m o n i o de m u e r
e n el q u e ella m u e r e , y n o el a m a n t e ; y así se invierte el a n t e r i o r e s q u e m a de la dio
m a d r e c u y o h i j o - a m a n t e m o r í a y regresaba. I n t e r p r e t a r l o c o m p l e t a m e n t e c o m o u i
inversión patriarcal tardía n o parece ajustarse a la a n t i g ü e d a d del m i t o dual d e la dio;
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Incluso es probable q u e , detrás del m i t o , se o c u l t e u n a n t i g u o ritual e n el q u e la v i r -
gen - i g u a l q u e el l e c h ó n , su s u s t i t u t o - era obligada a bajar al a b i s m o del i n f r a m u n d o
para salvar la fertilidad de la superficie d e la tierra. P o r o t r o lado, c o m o p r i n c i p i o d i -
námico en u n m i t o de vegetación, su descenso es n e c e s a r i o e n la m e d i d a en q u e es la
condición previa para q u e el c r e c i m i e n t o c o n t i n ú e . Q u i z á s esto e x p l i q u e p o r q u é G e a
ayuda a Z e u s , al hacer q u e b r o t e el narciso, para t e n d e r l e u n a t r a m p a para la j o v e n m u -
chacha - s e m e j a n t e a u n a flor, c o m o dice su m a d r e - en lugar d e apoyar a D e m é t e r y
ponerse contra él, c o m o podría esperarse.
En cualquier caso, llegados los t i e m p o s o l í m p i c o s , el n ú c l e o del relato es la b ú s -
queda y el hallazgo de la hija p o r parte d e la m a d r e . C u a n d o finalmente se r e ú n e n , su
encuentro hace posible u n n u e v o tipo de u n i ó n e n t r e vida y m u e r t e , e n el q u e se m a n -
tiene abierto el paso e n t r e el m u n d o s u p e r i o r y el inferior. El m i t o g r i e g o p e r t e n e c e a
la tradición antigua recogida en el «descenso d e Inanna», q u e va y v i e n e e n t r e a m b o s
m u n d o s . Perséfone, la hija, es aquí la faceta de la m a d r e q u e desciende y regresa de
nuevo a la m a d r e , c o n f i g u r a n d o una totalidad n u e v a . A a m b o s m i t o s los separan al m e -
nos mil años, y p r o b a b l e m e n t e más; y a m b o s i n a u g u r a n u n n u e v o estado del ser: se
siente q u e la vida n o es la m i s m a q u e antes, p e r o t a m p o c o lo es la m u e r t e . Se percibe,
más bien, u n a c o n t i n u i d a d y u n a relación: vida e n la m u e r t e y m u e r t e e n la vida. Se
«ve a través» de u n a la otra, y esto libera a la h u m a n i d a d d e su naturaleza de entidades
antagónicas. C u a n d o m a d r e e hija se p e r c i b e n c o m o u n a realidad, n a c i m i e n t o y r e n a -
cimiento se c o n v i e r t e n en fases q u e p r o v i e n e n d e u n a fuente c o m ú n : a través d e dicha
percepción se trasciende la dualidad.
La secuencia de a c o n t e c i m i e n t o s e n las celebraciones d e los Misterios sugiere q u e
el m a t r i m o n i o sagrado representado p o r el hierofante y la sacerdotisa h a c e posible, e n
p r i m e r lugar, el «nacimiento» d e C o r e del i n f r a m u n d o ; y después el n a c i m i e n t o del n i -
ño, B r i m ó s . El n o m b r e B r i m o significa el «poderoso» o «el iracundo», y evoca la ira d e
D e m é t e r q u e acabó finalmente p o r hacer volver a su hija. B r i m o era u n a diosa del i n -
framundo en Tesalia, al n o r t e . Los n o m b r e s B r i m o y B r i m ó s sugieren q u e en la i n t r o -
ducción de la agricultura y d e los Misterios e n Grecia h u b o influencia tesalia, y más
tarde, tracia, p e r o n o nos c u e n t a n m u c h o más, aparte d e q u e la m a d r e da a luz a u n a
versión masculina d e sí misma. ¿ Q u i é n e s eran B r i m o y B r i m ó s en Eleusis? La respues-
ta se nos escapa todavía, a u n q u e ha h a b i d o distintas sugerencias: o Perséfone dio a luz
a Yaco-Dioniso, el dios q u e e t e r n a m e n t e m u e r e y q u e vive e t e r n a m e n t e , o D e m é t e r
dio a luz a P l u t o . Kerényi considera q u e B r i m o es « f u n d a m e n t a l m e n t e u n n o m b r e q u e
designa la reina del r e i n o de los m u e r t o s , a t r i b u i d o a D e m é t e r , C o r e y H é c a t e e n su
5
calidad de diosas del i n f r a m u n d o » ' . E n este caso, el hijo es el espíritu de renovación
c o n c e b i d o en el i n f r a m u n d o c o m o t e s t i m o n i o vivo d e q u e e n la m u e r t e hay vida, ya
sea ésta la «riqueza» de la cosecha, o el «tesoro» del c o n o c i m i e n t o intuitivo espiritual.
El significado d e P l u t o y Y a c o - D i o n i s o es aquí el m i s m o . Sin e m b a r g o , es posible q u e
haya u n significado adicional implícito e n el m i s m o h e c h o d e suscitar la p r e g u n t a . La
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«gran diosa» n o se n o m b r a quizá p o r q u e , e n el m o m e n t o d e la epifanía, las dos di(
se h a n c o n v e r t i d o e n u n a y, s i m b ó l i c a m e n t e al m e n o s , es esta u n i ó n trascendenta
q u e «da a luz» a la nueva visión q u e es el n i ñ o .
El m i t o lunar
Triptólemo
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trigo (que se ha d e s p r e n d i d o ) ; detrás d e él, a la m i s m a altura q u e D e m é t e r , está
Perséfone c o n la m a n o sobre su cabeza, c o m o e n señal d e b e n d i c i ó n . Es frecuente q u e
D e m é t e r lleve el g r a n o y Perséfone las antorchas c o m o si a través de ellas el ciclo c o n -
tinuo de la vida y la m u e r t e rodease al j o v e n . P e r o ¿ q u i é n era T r i p t ó l e m o ? ¿Es u n a
versión h u m a n a del d i v i n o n i ñ o Yaco o P l u t o ? ¿ P u e d e d e s p r e n d e r s e d e la disposición
de las figuras —Perséfone está detrás de él y D e m é t e r delante— q u e ha v u e l t o a la vida
desde la m u e r t e ?
439
19. D e m é t e r o f r e c i e n d o una espiga de trigo a T r i p t ó l e m o ,
c o n P e r s é f o n e d e p i e d e t r á s d e él ( p i n t u r a s o b r e cerámica
de figuras r o j a s , t e m p r a n a , s i g l o V a. C . B e o c i a , Grecia)
E n el h i m n o h o m é r i c o , T r i p t ó l e m o se m e n c i o n a c o m o u n o de los c u a t r o legisla-
d o r e s d e Eleusis, e h i s t ó r i c a m e n t e era u n rey local. H a r r i s o n a ñ a d e q u e « p u e d e que
se le representara j o v e n para equipararle c o n el n i ñ o Yaco, u n a i m a g e n rival y c o m -
53
p l e m e n t a r i a » . N o r m a l m e n t e aparece c o n d u c i e n d o u n c a r r o tirado p o r dos grandes
s e r p i e n t e s , a veces aladas; t a m b i é n son s e r p i e n t e s las q u e a c o m p a ñ a n a D e m é t e r en
otras i m á g e n e s . Viajó p o r t o d a la tierra sobre este carro, e n s e ñ a n d o a las gentes el ar-
te d e la a g r i c u l t u r a y p r o b a b l e m e n t e t a m b i é n el significado de los M i s t e r i o s . Algunas
veces lo a c o m p a ñ a H e r m e s , c o m o para i n d i c a r q u e p o d í a ir y venir e n t r e los reinos
de la vida y la m u e r t e . E n ocasiones se r e p r e s e n t a a D i o n i s o e n el reverso del vaso,
s u g i r i é n d o s e u n a relación e n t r e T r i p t ó l e m o y Yaco. K e r é n y i señala q u e «es posible
q u e T r i p t ó l e m o fuese t a m b i é n u n n o m b r e q u e designara al h o m b r e p r i m o r d i a l , ya
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q u e hay u n a genealogía q u e lo presenta c o m o hijo d e O c é a n o y G e a , la tierra» . Esto
transformaría la historia en u n m i t o d e c r e a c i ó n del o r i g e n de la h u m a n i d a d . Su
n o m b r e p u e d e significar «triple g u e r r e r o » ; d i c h o significado se a p r o x i m a al de
D e m o f o n t e , el b e b é de corta edad al q u e D e m é t e r c o l o c ó en el fuego, c u y o n o m b r e
significa «el q u e m a t a al p u e b l o » ; p o s i b l e m e n t e los dos estén i n t r í n s i c a m e n t e relacio-
n a d o s o quizá llegaron ser identificados c o n el t i e m p o . Existe u n a t r a d i c i ó n q u e afir-
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ma q u e la diosa era su n i ñ e r a ; según otra, él era el a m a n t e d e D e m é t e r bajo el n o m -
bre de Yasión, p u e s t o q u e el significado de su n o m b r e t a m b i é n p u e d e designar u n
campo tres veces arado.
N o s hallamos, p o r lo tanto, ante una increíble confusión de papeles y significados;
todos vinculan a T r i p t ó l e m o c o n la diosa, y lo d e s c r i b e n c o m o algo más q u e u n m e -
ro héroe local q u e , casualmente, era u n o de los cuatro reyes de Eleusis c u a n d o D e m é t e r
pasó por ahí. D e s d e otra perspectiva, T r i p t ó l e m o se inserta en la tradición de los hijos-
amantes d e la diosa, c o m o Osiris, q u e e n s e ñ ó la agricultura y las artes de la civilización
a la h u m a n i d a d , igual q u e D i o n i s o e n s e ñ ó el arte d e transformar la uva en v i n o .
Kerényi c o n c l u y e q u e «no hay d u d a d e q u e el m i t o d e T r i p t ó l e m o se r e m o n t a a u n a
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época m u y arcaica, p r e c e d i e n d o la existencia del h i m n o h o m é r i c o » . A veces T r i p t ó -
lemo descansa entre sus dos serpientes c o m o u n rey, y su figura es similar a la d e
Dioniso o Yaco. A veces representa el p r i n c i p i o g e n e r a d o r de vida, igual q u e el eje del
caduceo, c o m o si a n t a ñ o hubiese sido el hijo de D e m é t e r y Perséfone y ahora fuese el
amante, a r t i c u l a n d o el d o n del c o n o c i m i e n t o d e la vida y de la m u e r t e .
441
La e s p i g a d e trigo
442
parado de zoé: se trata d e u n a i m a g e n d e m u e r t e , tal y c o m o se la c o n c i b e g e n e r a l
mente. Pero quizá los mistos p e r c i b í a n , e n su visión, el t r i g o c o r t a d o c o m o i m a g e n
de bíos y zoé j u n t o s , de la m u e r t e y d e la vida e t e r n a f u n d i d o s e n u n a u n i d a d . D e e s
ta manera, u n a sencilla c e r e m o n i a agrícola se c o n v i e r t e e n u n s í m b o l o del d e s t i n o
humano.
Este simbolismo es m u y c o n o c i d o e n t r e nosotros p o r la tradición cristiana, cuyos
rituales c u l m i n a n t a m b i é n en la ofrenda d e u n a oblea d e trigo. Jesús dijo:
E n v e r d a d , e n v e r d a d o s d i g o : si el g r a n o d e t r i g o n o c a e e n tierra y m u e r e , q u e d a él s ó l o ;
p e r o si m u e r e , d a m u c h o f r u t o .
El q u e a m a su v i d a , así la p i e r d e ; y el q u e o d i a su v i d a e n e s t e m u n d o la g u a r d a r á para u n a
vida e t e r n a (Jn 1 2 , 2 4 - 2 5 ) .
443
10
C i b e l e s : la g r a n d i o s a d e A n a t o l i a y Roma*
* T r a d u c c i ó n de Pablo A . T o r i j a n o .
445
El l e ó n es inseparable d e la i m a g e n de la diosa. E n Anatolia esta relación p u e d e re-
trotraerse hasta Catal H ü y ü k , d o n d e la m a d r e diosa da a luz sentada entre dos felinos
(Ver capítulo 2, figura 45.) M i l e n i o s más tarde, u n o s l e o n e s flanquean el pilar central
d e la diosa sobre la p u e r t a de M i c e n a s (1500 a. C.) y u n l e ó n e n m i n i a t u r a , o tal vez
u n leopardo, descansa sobre la cabeza d e la diosa m i n o i c a (1600 a. C.) (ver capítulo 3
figura 7). Es posible q u e esta diosa llegase o r i g i n a r i a m e n t e a C r e t a desde Anatolia.
L e o p a r d o s o leonas f o r m a n u n friso e n el t e m p l o del siglo VII a. C . a la diosa e n Prinias,
Creta. E n Grecia las estatuas d e Cibeles la representan c o n u n l e ó n descansando sobre
su regazo (figura 1). Tras trasladarse el c u l t o d e C i b e l e s a R o m a a p r i n c i p i o s del siglo
III a. O , su carro, u n c i d o a leones, se c o n d u c í a p o r las calles d u r a n t e su p r o c e s i ó n anual.
U n h i m n o d e d i c a d o a ella e n el siglo II d. C , p r o c e d e n t e de P é r g a m o , la describe sen-
tada e n su carro, o c u p a n d o el t r o n o central e n el c o s m o s y e n la tierra, señora de los
1
ríos y de los mares . M i l años más tarde, la M a r í a cristiana se sienta e n u n gran trono
c o n brazos de cabeza de l e ó n (ver capítulo 14, figura 21) c o m o h i c i e r o n Isis y Cibeles
antes q u e ella.
Cibeles era la «señora del Ida», u n a g r a n m o n t a ñ a e n el oeste d e Anatolia, y la «dio-
sa de la m o n t a ñ a » , i m á g e n e s q u e p o s i b l e m e n t e influyeron e n la f o r m a c i ó n d e la diosa
cretense. M u c h o más tarde, las leyendas del m o n t e Ida e n Anatolia todavía constituyen
u n v í n c u l o e n t r e Anatolia y C r e t a . E n Anatolia se afirma q u e los dioses c o n t e m p l a r o n
la g u e r r a de Troya desde el Ida. E n C r e t a d i c e n las leyendas q u e Afrodita se paseaba por
el Ida y q u e Z e u s j u g ó allí d e n i ñ o .
C o m o todas las grandes diosas, Cibeles era g u a r d i a n a d e los m u e r t o s y diosa de la
fertilidad y la vida salvaje. Su c o n e x i ó n c o n las diosas d e Grecia es clara, p u e s Artemis,
la gran diosa d e la naturaleza salvaje, era u n o d e sus n o m b r e s , y Afrodita, e n el h i m n o
h o m é r i c o , t a m b i é n va al m o n t e Ida d e n u m e r o s o s manantiales, seguida p o r los anima-
les salvajes. El h i m n o h o m é r i c o a la i n n o m i n a d a m a d r e d e los dioses, la canta c o n es-
tas palabras:
Cántame, Musa de voz clara, hija del gran Zeus, a la Madre de todos los dioses y de todos
los hombres, a la que agrada el estruendo de los crótalos y tamboriles, así como el rumor de las
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flautas, el griterío de los lobos y de los leones de feroz mirada...
446
madre de todo lo que existe.
Para ti y para Rea, diosa del origen,
para ti, altísimo Atis, que abarcas toda la creación,
5
que en todo momento haces que todo prospere...
El alimento de la vida
tú repartes con eterna lealtad.
Y, cuando la vida nos ha dejado,
nos refugiamos en ti.
Así todo lo que das
regresa a tu vientre.
447
2. Cibeles, coronada con
u n a l u n a c r e c i e n t e , de p i e
d e l a n t e de su t r o n o de
l e o n e s c o n s e r p i e n t e s y con
u n a d i o s a a c a d a l a d o , una
d e las c u a l e s e s Deméter
448
3. C a b e z a d e la d i o s a
Kubaba (relieve en basalto,
c. 1 0 5 0 - 8 5 0 a. C . Karkemis,
Siria)
449
4. I d e o g r a m a s del n o m b r e Kubaba
e n el a l f a b e t o hitita
450
iconografía en R o m a , u n o s mil años más tarde. U n a i n s c r i p c i ó n acadia hallada e n
Ugarit, en la costa siria, y datada entre los siglos XIV-XIII a. C , lleva estas palabras: «La
10
señora K u b a b a , señora d e la tierra de Karkemis» . Se h a e n c o n t r a d o e n Karkemis el
templo de K u b a b a y figura e n más de cuarenta referencias c o m o «reina de Karkemis»".
Los cinco i d e o g r a m a s del n o m b r e d e K u b a b a eran u n c u b o o r o m b o , u n hacha d e
doble filo, u n a p a l o m a , u n a vasija y u n a p u e r t a o p o r t ó n (figura 4). Se trata e n t o d o s
los casos de i m á g e n e s de la diosa propias d e la civilización neolítica d e la vieja E u r o p a ,
aunque en Catal H ü y ü k solamente e n c o n t r e m o s el r o m b o . Es posible q u e el r o m b o
inscrito sobre el c u e r p o de las diosas de la v e g e t a c i ó n e n la vieja E u r o p a tuviese el m i s -
m o significado e n Anatolia. Podría simbolizar el c a m p o cultivado, p e r o t a m b i é n p o d r í a
representar la piedra negra sagrada q u e se consideraba t e s t i m o n i o de la presencia de la
diosa en la tierra. La segunda i m a g e n , q u e ha sido d e n o m i n a d a «decoración e n f o r m a
de broche», p r o b a b l e m e n t e sea u n hacha d e d o b l e filo, c o n hojas r e d o n d e a d a s y u n
mango central (figura 5). Precisamente el m i s m o t i p o d e d o b l e h a c h a r e d o n d e a d a , r e a -
lizada en electro, se e n c o n t r ó en una de las t u m b a s reales más grandes de U r . Se e n -
cuentra t a m b i é n e n C r e t a sobre vasijas, y la o b r a d e Evans, The Palace of Minos, con-
2
tiene ilustraciones d e la m i s m a ' . La p a l o m a es el d e s c e n d i e n t e más c o n o c i d o de la diosa
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pájaro, y la vasija e v o l u c i o n ó a partir de la i m a g e n del ú t e r o c o m o r e c i p i e n t e y de l a
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6. C i b e l e s d e p i e e n t r e dos
m ú s i c o s ( c . 1 0 5 0 - 8 5 0 a. C . De
la c i u d a d e l a d e B u y u k K a l e en
Bogazkoy, Anatolia. Período
posthitita)
453
7. S e l l o m i n o i c o de una
diosa c o n u n l e ó n (c. 1500
a. C . Creta)
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C i b e l e s y el i m p e r i o Romano
Trasportada en alto tiro, al iniciar un largo viaje sobre cuatro ruedas, sentada en princi-
pesco estrado arrea en su carro una yunta de leones, y enseñan con ello que, enorme, la tie-
rra cuelga en el espacio del aire sin que pueda tierra asentarse sobre tierra; le juntaron las bes-
tias porque, aunque sea raza brava, debe amansarse al ser domeñada por las leyes de los padres;
ciñeron la cima de su cabeza con una corona de murallas porque al resguardo de parajes ele-
vados sustenta ciudades; provista de tal distintivo ahora se pasea espantosa por extensas regio-
nes la imagen de la Madre divina. A ella pueblos diversos, según la vieja costumbre del rito,
la vienen llamando «Madre del Ida» y le proporcionan comitivas de Frigia, porque desde aque-
llos confines por primera vez cuentan que arrancó la producción de mieses a través de las r e -
giones de la tierra"'.
455
Las gentes cultivadas siguieron h a b l a n d o e n g r i e g o a lo largo y a n c h o de t o d o el i m -
p e r i o R o m a n o , igual q u e la lengua s u m e r i a se m a n t u v o m u c h o después d e la desapa-
r i c i ó n de S u m e r . Los r o m a n o s c a m b i a r o n los n o m b r e s d e las diferentes zonas de Asia
M e n o r , entre ellas Galatea y Colosia, q u e nos resultan c o n o c i d a s p o r las cartas de Pablo
en el n u e v o T e s t a m e n t o . D u r a n t e el p e r í o d o r o m a n o tres ciudades v e n e r a r o n especial-
m e n t e a Cibeles: Troya, P é r g a m o y P e s i n u n t e . D u r a n t e toda la é p o c a r o m a n a , señala
Vermaseren, «no h u b o ciudadela, p u e b l o o aldea q u e n o p e r m a n e c i e r a fiel al culto a
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Cibeles» . E n la Eneida, Virgilio muestra c ó m o la diosa se ha c o n v e r t i d o e n apoyo del
h é r o e Eneas, hijo d e la diosa Venus (el e q u i v a l e n t e r o m a n o de Afrodita). E n el p o e m a
é p i c o se siente la presencia familiar del a n t i g u o m i t o : d e n u e v o , el h é r o e semidivino o
m e d i o h u m a n o es el h i j o - a m a n t e de la diosa; c o m o G i l g a m e s h y Ulises, desciende al
i n f r a m u n d o para v e n c e r a la m u e r t e y traer de vuelta la «rama dorada» d e la i n m o r t a -
lidad. A q u í el troyano Eneas invoca a Cibeles p i d i e n d o ayuda en su lucha p o r c o n -
quistar Italia:
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¡Alentadora madre del Ida y de los dioses, que pones tus amores en Díndima,
en las ciudades torreadas y en el par de leones uncidos a tu carro,
sé mi guía en la lucha, da presto cumplimiento debido a tu presagio,
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asiste, diosa, favorable a los frigios!
¿Quién es entonces la Madre de los dioses? La fuente de los dioses intelectuales y creadores
que gobiernan a los dioses visibles, la que engendra y cohabita con el gran Zeus, la gran diosa
subsistente después y junto con el gran creador, señora de toda vida y causa de toda genera-
ción, la que fácilmente lleva a su fin lo que crea, la que engendra sin sufrimiento y crea los se-
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res j u n t o con el padre; ella es, en efecto, la virgen sin madre, la que comparte el trono con
Zeus, la que es en esencia madre de todos los dioses. Al haber recibido en sí misma las causas
de todos los dioses inteligibles supercósmicos se convirtió en fuente de los dioses intelectuales"
Sagrada diosa tierra, madre de la naturaleza, que haces que todo nazca y reviva día a día.
Concedes el alimento de vida en señal de tu eterna fidelidad. Y cuando el alma se ha retirado
2
nos refugiamos en ti. Pues todo cuanto concedes recae de nuevo en algún lugar de tu útero ".
N o es sólo la naturaleza lo que la diosa gobierna: su poder llega mucho más lejos. La diosa
está en el centro del universo del tiempo, el sol y la luna, la tierra, el agua, el mar y las esta-
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ciones. Frente a su carro se alza el árbol de la vida, estilizado como un obelisco; en torno a él
se enrosca una serpiente. El joven que está de pie al lado del mismo, empuñando en su mano
derecha el anillo oval del zodiaco, es el joven dios del tiempo, o Eón. También es símbolo del
tiempo el carro del dios sol, que se eleva precedido por Lucifer, el que lleva la antorcha, el que
trae la luz, y por la diosa luna, que desciende en su carro tirado por bueyes, guiado por la es-
trella vespertina, Vésper o Hésperos. También las estaciones están representadas como minús-
culas figuras debajo del carro: el verano, con una espiga de cereal; la primavera, con un corde-
ro sobre los hombros; el otoño, con un racimo de uvas; y, finalmente, el invierno envuelto en
21
un grueso abrigo .
459
1
bargo, estas figuras se llamaron d e m o n i o s , y fueron mutiladas y arrojadas a pozos. U n o de
los n o m b r e s de Cibeles e n la Galia era Berecintia, y se solía llevar su figura en u n carro
p o r los campos, acompañada d e h o m b r e s y mujeres bailando y cantando hasta que, en el
22
siglo IV d. C , el p u e b l o se «convirtió» y a b a n d o n ó la antigua religión p o r la nueva .
La historia d e la p é r d i d a d e u n a i m a g e n a n t i q u í s i m a d e la diosa m a d r e n o p u e d e ser
desarrollada c o m p l e t a m e n t e e n este capítulo. Sin e m b a r g o , Pamela Berger, e n su libro
TJie Goddess Obscured: Transformation qf the Grain Protectress from Goddess to Saint, narra
c ó m o la diosa m a d r e , ya fuera Cibeles, C e r e s o Tellus M a t e r , q u e a n t a ñ o fue la madre
d e los dioses y la vida d e la tierra, e n c a r n a d a e n las plantas, los frutos y el t r i g o dora-
d o , se c o n v i r t i ó g r a d u a l m e n t e en «una m e r a p e r s o n i f i c a c i ó n de la tierra»; y corno lle-
g o a identificarse c o n «el p r i n c i p i o negativo d e la materialidad» (en c o n t r a p o s i c i ó n a la
espiritualidad implícita e n la categoría opuesta a la tierra, el aire). F i n a l m e n t e , e n el si-
glo XII d. O , la diosa, desde u n p u n t o d e i c o n o g r á f i c o , «llegó a representar u n o de los
23
peores pecados del cristianismo, la sensualidad f e m e n i n a » .
La i m a g e n d e la diosa c o m o vida d e la tierra se desvaneció así en la m e m o r i a de la
g e n t e , q u e transfirió su esperanza, su confianza y sus a n t i g u o s ritos a la virgen María y
a las santas cristianas.
460
1 1 . C i b e l e s , s o s t e n i e n d o su p a n d e r e t a y a c o m p a ñ a d a p o r u n
l e ó n , a p a r e c e c o n A t i s . A la d e r e c h a , u n a m a d r e y u n a h i j a
se a p r o x i m a n ( s i g l o II o III a. C.)
Bajo tus ojos he sido iniciada en todos los misterios; tú, mi piadoso compañero en la vida,
honras en mí a la sacerdotisa de la diosa del monte Díndimo y de Atis, cuando me ordenaste con
la sangre del toro; a mí, sacerdotisa de Hécate, me enseñas el triple misterio; me preparas para
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ser merecedora de los misterios de Ceres, la diosa griega .
461
~1
Atis
462
12. Atis m u r i e n d o (relieve de mármol,
pieza helenística del siglo H o l a . C.)
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La m a y o r parte de las i m á g e n e s d e Atis s o n d e é p o c a r o m a n a . E n ellas lleva una in-
d u m e n t a r i a característica: u n g o r r o frigio p u n t i a g u d o , u n a camisa larga, a veces abier-
ta, d e f o r m a q u e deja el e s t ó m a g o al d e s c u b i e r t o , u n m a n t o y p a n t a l o n e s holgados
T a m b i é n se le representa c o m o u n pastor, igual q u e a D u m u z i ; n o r m a l m e n t e lleva en
la m a n o u n cayado de pastor y, a veces, u n c o r d e r o sobre sus h o m b r o s , c o m o la ima-
g e n del «buen pastor». A veces se le representa t u m b a d o bajo u n p i n o o apoyado en él
P u e d e cabalgar sobre u n c a r n e r o o c o n d u c i r u n carro t i r a d o p o r carneros. Toca la si-
ringa, u n caramillo de siete t u b o s . R a y o s de sol, espigas d e t r i g o o fruta surgen de su
g o r r o , p r o c l a m á n d o l o dios solar y dios de la g e n e r a c i ó n ; esta iconografía es comparti-
da c o n los ritos de Eleusis. E n sus rituales se le llamaba «el tallo d e cereal» o «la espiga
d e trigo», y sus símbolos eran la pina del p i n o y la g r a n a d a . C o m o D u m u z i y Tamuz,
era señor del g a n a d o v a c u n o , de las ovejas y d e las plantas. E n ocasiones aparece a un
lado de Cibeles, c o n M e r c u r i o (llevando u n g o r r o similar) al o t r o lado; está relaciona-
d o t a m b i é n c o n E ó n , el dios del t i e m p o , y c o n los dioses d e ritos extáticos, Dioniso y
O r f e o . M i t r a , dios o r i g i n a r i a m e n t e i n d o e u r o p e o y después persa, h i j o - a m a n t e de la
diosa persa Atargatis, se c o n v i r t i ó e n la p r i n c i p a l d e i d a d d e los soldados r o m a n o s de t o -
d o el i m p e r i o , y t a m b i é n estaba relacionado c o n los ritos de Atis.
E n la figura 13 M i t r a da m u e r t e a u n toro, la fuerza vital de la tierra q u e él mismo
e n c a r n a b a . U n e s c o r p i ó n agarra los genitales del toro, y u n a s e r p i e n t e se desliza por el
suelo desde el e s c o r p i ó n hacia las plantas q u e b r o t a n d e la sangre q u e m a n a de las he-
ridas del toro. La i m a g e n en c o n j u n t o sugiere la r e g e n e r a c i ó n p o r m e d i o del sacrificio.
M i t r a lleva el m i s m o g o r r o frigio p u n t i a g u d o d e los iniciados e n los Misterios de
Cibeles; en ocasiones resulta difícil distinguir e n t r e M i t r a y Atis y sus ritos, pues en am-
bos se celebraban Misterios y el sacrificio de u n toro. Se piensa q u e los ritos mitraicos
estaban reservados a los h o m b r e s , y es posible q u e los d e C i b e l e s se dirigiesen funda-
m e n t a l m e n t e a mujeres. C u m o n t escribe q u e :
Tenemos todas las razones para creer que el culto al dios iranio y el de la diosa frigia se rea-
lizaban en íntima comunión a lo largo de todo el imperio... La gran madre... tenía sus matres o
«madres», como Mitra tenía sus «padres»; y sus iniciadas se llamaban entre sí «hermanas», de la
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misma manera que los devotos de su compañero se llamaban entre sí «hermanos» .
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dios, igual q u e d e la sangre de Adonis florecieron las a n é m o n a s . El p i n o , d e hoja p e -
renne c o m o la hiedra de D i o n i s o , simbolizaba la vida e t e r n a . D e esta f o r m a se lloraba
a Atis, dios de la vegetación m u e r t o y resucitado, c o m o se lloró a T a m u z y D u m u z i e n
una época más antigua. Ese día, c o m o a n t a ñ o los kouretes o korybantes, los asistentes del
dios golpeaban sus escudos y bailaban.
El 24 de m a r z o —el día d e la sangre, el día d e la l a m e n t a c i ó n p o r la m u e r t e d e Atis—
se celebraba el taurobolium o sacrificio del toro, y sus genitales se ofrecían a la diosa. Ese
día los sacerdotes se laceraban y flagelaban, r o c i a n d o el altar y la efigie de Atis c o n su
sangre, y los devotos se castraban. Estos ritos r e p r e s e n t a b a n el d e s m e m b r a m i e n t o del
dios, fuerza vital de la tierra; d i c h o d e s m e m b r a m i e n t o se escenificaba de m a n e r a p a r e -
cida en los rituales dionisíacos y órficos, y m u y p r o b a b l e m e n t e t a m b i é n e n los rituales
cananeos detestados p o r los profetas. Se colocaba a Atis e n su t u m b a la víspera del 25
de marzo, cuatro días después del e q u i n o c c i o primaveral, al acabar u n p e r í o d o de a y u -
n o y abstinencia de nueve días. Se celebraba u n a vigilia q u e duraba toda la n o c h e «sa-
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grada», hasta la m a ñ a n a , q u e el s u m o sacerdote saludaba c o n estas palabras: «Tened
b u e n á n i m o , novicios, p o r q u e el dios se ha salvado. La l i b e r a c i ó n de la aflicción tam-
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b i é n nos llegará a nosotros» . Ese día tenía lugar la fiesta d e Hilaria, la fiesta d e la ale-
gría, q u e celebraba el r e t o r n o d e Atis d e e n t r e los m u e r t o s . Para el p u e b l o , Hilaria era
u n día d e carnaval, festejo, b e b i d a y libertinaje generalizados. El ú l t i m o día d e la fies-
ta era d e descanso, y la efigie d e la diosa, las vasijas sagradas y los i n s t r u m e n t o s rituales
se llevaban al río para lavarlos e n u n a c e r e m o n i a llamada Lavado.
A t i s y el h o m b r e verde
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árbol de hasta 18 m de altura, se transportaba e n u n carro tirado p o r bueyes. La reina
de mayo lo seguía e n u n carro o carroza tirado p o r j ó v e n e s h o m b r e s y mujeres. Su
c o m p a ñ e r o o «consorte», el h o m b r e verde, d e s c e n d i e n t e d e D u m u z i , T a m u z y Atis,
también llamado «el verde», estaba vestido c o n hojas. E n algunas partes d e E u r o p a , la
pareja «se casaba». P o r lo tanto, el p r i m e r o de m a y o celebraba el m a t r i m o n i o sagrado
y el ritual de la r e g e n e r a c i ó n de la vida; es posible q u e los bailarines de monis [danza
tradicional inglesa cuyos bailarines llevan trajes a d o r n a d o s de lazos y cascabeles] sean
los descendientes d e los korybantes anatolios. P o r t o d a E u r o p a todavía p u e d e n hallarse
rastros del h o m b r e verde, e incluso lo e n c o n t r a m o s en el n o m b r e de m u c h o s pubs i n -
gleses. E n las leyendas artúricas, el caballero verde entra e n la c o r t e del rey A r t u r o p i -
diendo q u e u n o de los caballeros del rey lo decapite. D i c h a figura personifica al a n t i -
guo dios sacrificado del a ñ o cuyos ritos p e r m i t e n q u e se p e n e t r e n los misterios más
profundos d e la vida y la m u e r t e . A u n q u e perdiese i n n u m e r a b l e s veces su cabeza o su
vida, el caballero verde n o p o d í a m o r i r n u n c a . Los maravillados caballeros de la c o r t e
del rey A r t u r o c o n t e m p l a b a n c ó m o el caballero, d e c a p i t a d o p o r G a w a i n , recogía su c a -
beza y, colocándola bajo su brazo, se iba c a b a l g a n d o d e la sala. Y Gawain, en r e s p u e s -
ta a su desafio, t u v o q u e sufrir u n a iniciación: la s u p e r a c i ó n d e su m i e d o a la m u e r t e a
manos del h o m b r e q u e era a la vez su anfitrión y su v e r d u g o .
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El rostro del h o m b r e v e r d e nos m i r a e n t r e las hojas talladas e n los retablos, pulpi-
tos, coros y bóvedas d e las catedrales góticas, r e d i m i e n d o a la naturaleza del velo de pe-
c a d o q u e la idea de la caída h i z o d e s c e n d e r sobre ella, e i n v o c a n d o ese c o n o c i m i e n t o
más a n t i g u o , de la relación e n t r e la diosa y su hijo, e n c a r n a d o e n su figura c o m o la vi-
da de la tierra. W i l l i a m A n d e r s o n , e n su libro Tíie Rise of the Gothic, señala, acerca del
h o m b r e verde, q u e «parece declararnos q u e el a m o r q u e sentimos p o r la naturaleza se
nos devuelve en p r o p o r c i ó n al afecto q u e sintamos, y q u e la fuente d e ese a m o r es la
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m i s m a e n t o d o s n o s o t r o s , y es la fuerza q u e impulsa la savia p o r hojas y ramas» .
Concluye:
Incluso si uno considerara, a un nivel ínfimo, al hombre verde como talismán de los cons-
tructores de las iglesias, su presencia en tantas regiones y durante un período tan largo indica
que poseía un significado especial para ellos. ¿Sintetizaba la energía que tenían que transformar,
la energía de la naturaleza viva y la del pasado, almacenado en el inconsciente colectivo:
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¿Expresaba al mismo tiempo el espíritu de la inspiración, el genius oculto en las cosas creadas?
Una noche me desperté y vi, bañada en brillante luz a los pies de mi cama, la figura d
Cristo en la cruz. N o era de tamaño real, pero sí extremadamente clara; y vi que su cuerpo es
taba hecho de oro verdoso. La visión era tremendamente hermosa, y sin embargo me pertur
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bó profundamente ''.
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El ritual de sacrificio y los misterios
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can a su nueva c o m p r e n s i ó n d e los M i s t e r i o s , y «renace» del estado, p a r e c i d o a la muer
te, e n el q u e su a n t e r i o r nivel d e c o m p r e n s i ó n lo situaba.
El «día de la sangre» (dies sanguinis) simbolizaba la m u e r t e o sacrificio del estado an
terior. La Hilaria, o día d e la alegría, celebraba el regreso o ascenso del alma a su fuen
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t e . El hijo «nacido» del m a t r i m o n i o sagrado e n t r e el iniciado y la diosa era a la vez la
i m a g e n de la vida r e g e n e r a d a e n la tierra y la p r o p i a r e g e n e r a c i ó n espiritual del inicia
d o . E n el siglo IV d. C . el e m p e r a d o r n e o p l a t ó n i c o J u l i a n o expresaba esta comprensión
c o n las siguientes palabras:
Yo, por mi parte, estoy completamente convencido de que el mencionado Galo y Atis son
la sustancia de la inteligencia fecunda y creadora que engendra todo, hasta el último grado de
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materia, y que contiene en sí misma todas las razones y las causas de las formas materiales .
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viernes, el día a n t a ñ o c o n s a g r a d o a la diosa. (La palabra inglesa jriday p r o v i e n e del
nombre de la diosa n o r u e g a Freia, y e n Italia o España se c o m e pescado e n el día lla-
mado venerdi-viernes, n o m b r e q u e deriva del de la diosa Venus.)
El carácter sagrado del pescado y del p a n , y la i m a g e n d e fecundidad asociada c o n
ellos a causa de su c o n e x i ó n originaria c o n la diosa se reflejan d e u n a m a n e r a extraña
en el milagro de los panes y los peces del n u e v o T e s t a m e n t o . C l e m e n t e d e Alejandría
escribe con desprecio acerca del ritual d e Atis, en el q u e el i n i c i a d o dice: «Yo c o m í e n
el tambor, bebí e n el címbalo, llevé los vasos sagrados, p e n e t r é abajo e n la cámara n u p -
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cial» '. Los tres p r i m e r o s gestos simbólicos, c o m o H a r r i s o n observa, «son p r á c t i c a m e n -
te idénticos a los gestos simbólicos de Eleusis, y se relacionan c o n el acto de c o m e r y
beber s o l e m n e m e n t e de las primicias de los frutos; m e d i a n t e lo ú l t i m o se revela clara-
mente la celebración de u n m a t r i m o n i o sagrado. La palabra pastos usada aquí p o r
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Clemente significa «cámara nupcial o l e c h o nupcial» . C o m e r estos alimentos habría
significado c o m e r d e la zoé, la vida divina, y c o m p r e n d e r q u e toda vida era esa vida d i -
vina. Parece q u e la iniciación implicaba u n a bajada simbólica al i n f r a m u n d o , al i n t e r i o r
de la cueva o cripta sagrada situada debajo o cerca del t e m p l o de Cibeles, y allí se c e -
lebraba la c e r e m o n i a del m a t r i m o n i o sagrado, a partir d e la cual el iniciado «renacía»
como «hijo» o «hija» d e la diosa.
R e s p e c t o del o r i g e n de estos Misterios, de a c u e r d o c o n el escritor g r i e g o D i o d o r o ,
provenían o r i g i n a r i a m e n t e de Creta, d o n d e habían c o n s t i t u i d o unas fiestas abiertas a
todo el m u n d o :
Los cretenses, cuando alegan que transmitieron desde Creta a otros pueblos los deberes ha-
cia los dioses, sus sacrificios, y los ritos correspondientes a los misterios, presentan esta afirma-
ción como si la considerasen una prueba fundamental. Tanto el rito de iniciación de Eleusis,
quizás el más célebre de todos, como el rito de Samotracia entre los cicones, de donde vino
Orfeo, su inventor, se imparten como misterios; mientras que en Creta, en Cnosos, desde la
antigüedad era costumbre que estos ritos se impartiesen abiertamente, a la vista de todos, y c o -
sas que entre otros pueblos se comunican en total secreto, entre los cretenses, decían, nadie lo
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ocultaba quien quisiera conocer tales asuntos ".
Los misterios t o m a r o n las imágenes de fertilidad y las trasladaron del nivel literal al
simbólico, u n a alquimia q u e p r o v o c ó u n a t r a n s f o r m a c i ó n profunda d e la consciencia.
Al relacionarse las imágenes naturales de la vida c o n la propia vida del espíritu, el c a -
rácter sagrado de la naturaleza n o se dejaba d e lado, sino q u e se h o n r a b a . La analogía
se e x p e r i m e n t ó c o m o una revelación. U n a i n s c r i p c i ó n en Delfos declara q u e Atenas,
al establecer los Misterios, hizo a la h u m a n i d a d trasladarse d e la barbarie a la civiliza-
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ción ". Quizás hicieron lo m i s m o los Misterios de Atis y d e Cibeles.
471
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La E d a d del Hierro:
Yahvé-Elohim, el g r a n d i o s padre*
El hombre no vive directamente en la naturaleza o en contacto desnudo con ella, como los
animales, sino dentro de un universo mitológico, un corpus de suposiciones y creencias desa
rrolladas a partir de sus intereses existenciales. La mayor parte de ellas se tienen de forma in
consciente; esto significa que nuestras imaginaciones pueden reconocer elementos de ellas
cuando se presentan en el arte o en la literatura, sin entender conscientemente qué es lo que se
reconoce. Prácticamente todo lo que podemos percibir de este conjunto de intereses y preo
cupaciones está socialmente condicionado y es parte de nuestra herencia cultural. Subyacente a
la herencia cultural debe existir una herencia psicológica común, de otra manera las formas de
cultura no nos resultarían inteligibles. Pero dudo que podamos alcanzar esta herencia común
de forma directa, evitando las cualidades distintivas de nuestra cultura específica. Una de las fun
ciones prácticas de la crítica, que entiendo como la organización consciente una tradición cul
tural, es, creo, hacernos más conscientes de nuestros condicionamientos mitológicos.
Northrop Frye, The Great Code: The Bible and Literature
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por
encima del abismo, y un viento de Dios aleteaba por encima de las aguas. Dijo Dios: «Haya
luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó
Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.
Dijo Dios: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las separe unas de otras».
E hizo Dios el firmamento. Y así fue. Y llamó Dios al firmamento «cielo». Y atardeció y ama
neció: día segundo.
"Traducción de Pablo A. T o r i j a n o .
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Dijo Dios: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y dé
jese ver lo seco». Y así fue. Y llamó Dios a lo seco «tierra» y al conjunto de las aguas lo llamó
«mar»; y vio Dios que estaba bien (Gn 1, 1 - 1 0 ) ' .
C o n el a n t i g u o T e s t a m e n t o llegamos a n u e s t r o u n i v e r s o m i t o l ó g i c o particular, la
h e r e n c i a cultural cuyas suposiciones es más p r o b a b l e q u e a c e p t e m o s inconsciente
m e n t e ; s e r e m o s , p o r lo t a n t o , m e n o s capaces de p o n e r l a s e n d u d a directamente
N o r t h r o p Frye, e n el f r a g m e n t o citado, nos p i d e q u e c o n s i d e r e m o s la cuestión del
« c o n d i c i o n a m i e n t o m i t o l ó g i c o » , a causa del cual p o s i b l e m e n t e ni n o s d e m o s cuenta
d e q u e t e n e m o s ciertas creencias acerca d e la naturaleza del m u n d o , y de q u e sería
p e r f e c t a m e n t e l e g í t i m o q u e h u b i e s e m a n e r a s diferentes d e c o n s i d e r a r las cosas. Incluso
a u n q u e n o a c e p t e m o s la Biblia c o m o «la palabra escrita de Dios», es posible q u e ha
y a m o s a d o p t a d o la más f u n d a m e n t a l de sus premisas: q u e la d i v i n i d a d es trascenden
te, e n el s e n t i d o d e q u e está, n e c e s a r i a m e n t e , m á s allá d e la naturaleza. Es más posi
ble, c u a n d o m i r a m o s a n u e s t r o alrededor, q u e v e a m o s u n m u n d o caído antes q u e un
m u n d o d i v i n o , a pesar d e q u e —quizá t a m b i é n p o r n u e s t r a m a n e r a de percibirlo— ese
carácter d i v i n o a m e n u d o q u e d a o s c u r e c i d o . Y a u n q u e c o n c e d a m o s u n alma a la h u
m a n i d a d , es posible q u e n o c o n c e d a m o s u n alma, ni siquiera u n a consciencia, a la na
turaleza.
C e n t r e m o s , p u e s , nuestra a t e n c i ó n e n la m i t o l o g í a h e b r e a e n sus propios términos.
El gran dios padre Y a h v é - E l o h i m creó el cielo y la tierra e n el c o m i e n z o , y lo que di
j o así fue, y vio q u e era b u e n o . A diferencia d e c u a l q u i e r dios anterior, este dios crea
y g o b i e r n a solo: n o tiene linaje, familia, m a d r e , esposa ni hijo. El m u n d o q u e hace y
c o n t e m p l a n o p r o v i e n e de su c u e r p o , sino de su palabra. La divinidad transustancial e
irrepresentable llega a los seres h u m a n o s a los q u e ha c r e a d o a su i m a g e n c o m o una voz
incorpórea.
E n la m i t o l o g í a h e b r e a todas las divinidades masculinas de culturas anteriores —Enli,
P t a h , M a r d u k y E l - se f u n d e n en u n a ú n i c a i m a g e n , la del gran dios padre, q u e hace
su e n t r a d a e n el escenario bíblico c o m o si fuera la p r i m e r a y única deidad. C o m o se
sugiere e n el capítulo 7, la elevación del dios n a c i d o d e la diosa m a d r e a la condición
d e dios p a d r e t e r m i n ó p o r realizarse e n la m i t o l o g í a babilónica; p e r o ahora se convier
te en u n dios s u p r e m o , c o m o si la idea de u n a diosa m a d r e n u n c a h u b i e r a existido en
la p s i q u e h u m a n a . Sin e m b a r g o , el a n t i g u o T e s t a m e n t o n o surgió al c o m i e n z o de un
vacío i n f o r m e , y sus relatos están llenos de los ecos d e u n a n t i g u o y r i c o pasado. N o s
hablan d e gentes q u e viajaron, q u e fueron transportadas, exiliadas, dispersadas, influi
das e inspiradas, a u n q u e finalmente fuesen las responsables de su propia visión poética.
N o hay d u d a de q u e , c o m o poesía, los tres p r i m e r o s capítulos d e Génesis son in
c o m p a r a b l e m e n t e más h e r m o s o s q u e el m i t o b a b i l ó n i c o d e la creación, el Enuma elish.
A m b o s m i t o s t i e n e n m u c h a s i m á g e n e s en c o m ú n , p e r o e n el Génesis éstas i m á g e n e s se
h a n t r a n s f o r m a d o e n u n a nueva m a n e r a de percibir el m u n d o e n q u e la creación se
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percibe c o m o el despliegue lineal de u n plan d i v i n o inteligible. N o obstante, es f u n -
damental t e n e r en c u e n t a , c o m o hace C a m p b e l l , q u e
dondequiera que la poesía del mito se interpreta como biografía, historia o ciencia, se la mata.
Las imágenes vivas se convierten sólo en un hecho remoto de un tiempo o de un cielo lejanos;
además, nunca es difícil demostrar que la mitología es absurda como ciencia o historia...
Cuando una civilización comienza a reinterpretar su mitología de esta manera, ésta se convier-
2
te en algo inerte .
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glo VIII a. C . y q u e se reelabora después del exilio; y q u e el m i t o d e la creación de
Génesis 2, 4-25 se basa e n fuentes del r e i n o del sur, J u d á , datadas e n el siglo I X a. C
y q u e t a m b i é n se reelabora tras el exilio d e Babilonia. A m b o s relatos t e r m i n a r o n p 0 r
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migos políticos de los h e b r e o s , p a r t i c u l a r m e n t e los babilónicos, asirios y egipcios. A q u í
Yahvé vence al caos personificado p o r T e h o m ( T i a m a t ) , R a h a b y Leviatán. T o h u , e n
la expresión tohu wa-bohu, se c o n v i e r t e en T e h o m y T e h o m o t . B o h u se c o n v i e r t e e n
Behom y B e h e m o t , u n a variación del B e h e m o t d e J o b , «el equivalente e n la tierra s e -
7
ca del m o n s t r u o m a r i n o Leviatán» .
Todos estos m o n s t r u o s personifican las aguas q u e se i m a g i n a b a n o r i g i n a r i a m e n t e
como la s e r p i e n t e - d r a g ó n m a d r e , y todas ellas se refieren e n ú l t i m o t é r m i n o a T i a m a t ,
el prototipo de la terrible diosa m a d r e babilónica Istar, q u e «devoró» al p u e b l o d e J u d á
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al llevarlo al cautiverio . E n el libro de J o b , B e h e m o t se asocia c o n el h i p o p ó t a m o y
Leviatán c o n el c o c o d r i l o . A m b o s animales estaban consagrados a Set, el dios e g i p c i o
que personificaba las fuerzas destructivas d e la naturaleza. Si el paralelismo T e h o m -
Tiamat n o se h u b i e r a descubierto, nadie habría sabido q u e detrás d e T e h o m , Leviatán
y R a h a b está la i m a g e n d e la serpiente d r a g ó n d e la f o r m i d a b l e diosa m a d r e b a b i l ó n i -
ca, que dio a luz a los dioses, los ofendió y finalmente fue m u e r t a p o r ellos. Su tatata-
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ranieto M a r d u k utilizó su c u e r p o para crear la «materia» del u n i v e r s o . Al i n t e r p r e t a r -
se de esta m a n e r a la presencia oculta del m i t o b a b i l ó n i c o en el a n t i g u o T e s t a m e n t o ,
muchos pasajes, c o m o los citados e n el capítulo 7, a d q u i e r e n u n n u e v o significado. E n
el siguiente t e x t o la iconografía del a n t i g u o c o m b a t e se p e r c i b e claramente:
A q u e l día castigará Y a h v é
c o n su e s p a d a d u r a , g r a n d e , f u e r t e
a Leviatán, serpiente h u i d i z a
a Leviatán, serpiente tortuosa
y matará al d r a g ó n q u e h a y e n e l m a r (Is 2 7 , 1)"'.
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A diferencia d e Enlil o M a r d u k , Y a h v é - E l o h i m e n Génesis 1 y 2 n o es el hijo de
1
diosa m a d r e alguna. Es a n t e r i o r a su p r o p i a c r e a c i ó n y distinto d e la misma. A dife-
rencia de la diosa N a m m u , la creadora p r i m o r d i a l e n el m i t o s u m e r i o , n o produce la
creación a partir d e su c u e r p o c o m o g r a n m o n t a ñ a d e cielo y tierra, A n - K i . Al con-
trario, la m o n t a ñ a es su hogar. Incluso se llega a describir a Y a h v é h a c i e n d o las cosas
d e la tierra antes d e q u e estén e n ella: «no había a ú n e n la tierra arbusto alguno del
c a m p o , y n i n g u n a hierba del c a m p o había g e r m i n a d o todavía» ( G n 2, 5).
E l o h i m (Dios) e n Génesis 1 fabrica la creación c o m o u n artesano. E n los casos en
los q u e n o es así, la «pronuncia» o la «llama» para q u e c o m i e n c e a existir, y le «dice» lo
q u e t i e n e q u e hacer. «Ve» q u e es b u e n a . Así hacía t a m b i é n el artesano mesopotámico
al t e r m i n a r su trabajo, c o m o le o r d e n a b a la ley, antes d e q u e sus p r o d u c t o s abandona-
ran el taller". D e m a n e r a similar, el p r o p i o dios s u m e r i o Enlil era la «palabra» que pro-
n u n c i a b a todas las cosas d e f o r m a q u e c o m e n z a s e n a existir:
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y era el tercero de la semana, mientras q u e N a b u , el dios d e la a s t r o n o m í a , era el c u a r -
to; de m a n e r a q u e e n el o r d e n b a b i l ó n i c o de la c r e a c i ó n , el pastoreo era a n t e r i o r a las
estrellas. D e m a n e r a parecida, e n la creación bíblica de Génesis 1, la tierra seca, la h i e r -
ba y los árboles se crean antes q u e las «luminarias», las estrellas y los planetas del cielo.
En ambos casos se refleja la e x p e r i e n c i a h u m a n a d e la agricultura previa a la d e la as-
tronomía. Los siete brazos d e la menorá, el c a n d e l a b r o sagrado, t a m b i é n d e r i v a n d e e s -
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tos siete dioses planetarios' .
E n el N e o l í t i c o , el sol, la luna y las estrellas c o n s t i t u í a n la epifanía de la diosa m a -
dre, y ya e n la era d e b r o n c e se h a b í a n c o n v e r t i d o e n deidades p o r d e r e c h o p r o p i o .
Sin e m b a r g o , e n el Enuma elish ya n o son seres d i v i n o s , sino objetos situados e n el e s -
pacio, creados p o r u n dios. J u n t o c o n las plantas, los animales y la h u m a n i d a d , d e b e n
su creación a M a r d u k , q u e era s u p e r i o r a t o d o s ellos y n o estaba r e l a c i o n a d o c o n ellos
de n i n g u n a otra m a n e r a . El p r i m e r capítulo d e G é n e s i s desarrolla esta iconografía: el
creador s u p r e m o t a m b i é n «hace» las l u m i n a r i a s «mayores» y «menores» d*el sol y la l u -
na, j u n t o c o n el firmamento, la tierra seca, los m a r e s , animales, plantas y el h o m b r e y
la mujer.
E n la narración de la creación d e Génesis 1, hay otras características q u e se a s e m e -
jan al a n t e r i o r p o e m a épico. La creación e n sí d e las plantas y los animales falta e n el
poema babilónico, p e r o M a r d u k es descrito c o m o «el q u e trae la plantación, el q u e
funda la siembra, el creador de las plantas y del grano» y «el q u e h a c e q u e b r o t e la h i e r -
ba». E n el Génesis, E l o h i m dice: «Produzca la tierra v e g e t a c i ó n : hierbas q u e d e n s e m i -
llas y árboles frutales q u e d e n fruto s e g ú n su especie, c o n su semilla d e n t r o , sobre la
tierra» (Gn 1, 11). Es evidente q u e la a b u n d a n c i a d e la vida de la vegetación es o r i g i -
nariamente babilónica en, y q u e , c o m o C a m p b e l l observa:
La fuente última del Edén bíblico, en consecuencia, no p u d o ser una mitología del desier-
to -esto es, un mito hebreo primitivo—, sino la antigua mitología agrícola de los pueblos que
1
trabajaban la tierra" .
479
Graves y Patai subrayan el h e c h o d e q u e Génesis 1 - e l m i t o (sacerdotal) más tardío
e n el q u e la tierra e m e r g e d e u n caos acuático p r i m i g e n i o - se parece a los mitos babi-
l ó n i c o s de la creación, q u e celebraban el resurgir anual de la tierra seca después de las
i n u n d a c i o n e s invernales del T i g r i s y del Eufrates. Así, e n M e s o p o t a m i a el m o m e n t o
creativo es la p r i m a v e r a . E n C a n a á n , p o r el c o n t r a r i o , el m o m e n t o creativo es el oto-
ñ o , c u a n d o llega la lluvia. Génesis 2, el m i t o m á s p r i m i t i v o (J), e n el q u e «se levantó
u n a niebla desde la tierra», es i m a g e n d e la reseca y estéril tierra de C a n a á n e n verano
antes del p r i m e r atisbo de la venida d e la lluvia e n la densa neblina blanca de la maña-
7
n a q u e se alzaba d e los valles' . Estos dos «días d e a ñ o nuevo» diferentes se celebraban
e n las dos fiestas judías, u n a d e las cuales tenía lugar e n p r i m a v e r a , siguiendo el prece-
d e n t e de la fiesta babilónica d e p r i m a v e r a , y la otra e n o t o ñ o , ajustándose a una fiesta
18
cananea más antigua .
La c r e a c i ó n d e l h o m b r e y la mujer
Versión 1: Sacerdotal
Y dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y man-
den en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las alimañas terres-
tres, y en todos los reptiles que reptan sobre la tierra» (Gn 1, 2 6 - 2 7 ) .
Versión 2: Yahvista
El día en que hizo Yahvé Dios la tierra y el cielo, no había aún en la tierra arbusto alguno
del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues Yahvé Dios no había
480
1 . La d i o s a H a t h o r s o s t i e n e e l ankh a n t e la n a r i z d e l faraón
Amenhotep II ( p i n t u r a f u n e r a r i a , c . 1 4 2 5 a. C . Tebas)
2 . El d i o s P t a h m o d e l a e l h u e v o c ó s m i c o e n u n t o r n o de
alfarero
hecho llover sobre la tierra (...) Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo del suelo, e
insufló en sus narices aliento de vida, y resultó ser el hombre un ser viviente (Gn 2, 5-7).
Versión 3
Esta es la lista de los descendientes de Adán: el día en que Dios creó a Adán, lo hizo a ima-
gen de Dios. Los creó varón y hembra, los bendijo y los llamó «homddbre» en el día de su crea-
ción (Gn 5, 1 - 2 ) .
481
aliento e n la nariz: le infunde «el hálito de vida» para c o n v e r t i r l o e n «un espíritu vivo»
Esta es e x a c t a m e n t e la f o r m a q u e t e n í a n los dioses y diosas egipcios d e dar vida a los
vivos y a los m u e r t o s : sostenían el s í m b o l o d e la vida e t e r n a —el ankh— contra su nariz
El m i t o de la creación de la h u m a n i d a d a partir d e la tierra, la arcilla o el polvo te-
nía u n a larga historia e n P r ó x i m o O r i e n t e . E n el Poema de Gilgamesh la diosa Aruru
h a c e a E n k i d u t o m a n d o u n pellizco d e la tierra q u e constituía su «propio» c u e r p o e in-
suflando vida e n su interior. El dios E n k i y la diosa N i n h u r s a g h i c i e r o n seres humanos
a partir d e la arcilla, y e n E g i p t o los dioses K n u m y P t a h m o d e l a r o n las formas de los
h o m b r e s y las mujeres e n el t o r n o del alfarero.
E n Génesis 2 la creación d e los seres h u m a n o s se c u e n t a d e u n a m a n e r a algo dife-
r e n t e . A n t e s d e q u e la h u m a n i d a d fuera creada, «Yahvé D i o s n o había h e c h o llover so-
b r e la tierra» ( G n 2, 5). U n a vez q u e se t o m ó la decisión d e crear a los seres humanos
«pero u n manantial brotaba d e la tierra y regaba t o d a la superficie del suelo. Entonces
Yahvé D i o s f o r m ó al h o m b r e c o n p o l v o del suelo, e insufló en sus narices aliento de
vida, y resultó ser el h o m b r e u n ser viviente» ( G n 2, 6-7) d e m a n e r a q u e la mezcla de
agua y tierra se pudiera convertir e n arcilla. Es c o m o si el h o m b r e y la niebla tuvieran
q u e estar j u n t o s para llevar la tierra a la vida. Es e v i d e n t e q u e Y a h v é a s u m e la icono-
grafía del P t a h egipcio y de los s u m e r i o s N i n h u r s a g y E n k i . C o m o la diosa A r u r u an-
tes q u e él insufla vida e n la creación. La i m a g e n del dios c o m o alfarero divino se ex-
t i e n d e más tarde a la m o d e l a c i ó n c o n sus m a n o s del d e s t i n o de Israel: «Lo m i s m o que
el b a r r o e n la m a n o del alfarero, así sois vosotros e n m i m a n o , casa d e Israel» (Jr 18, 6).
I n m e d i a t a m e n t e después de h a c e r al h o m b r e , Y a h v é «plantó u n jardín» y puso al
h o m b r e en él «para q u e lo labrase y cuidase» ( G n 2, 15). Todavía n o hay rastro de la
mujer. D e m a n e r a significativa, sin e m b a r g o , a la luz d e los a c o n t e c i m i e n t o s siguien-
tes, la p r i m e r a m e n c i ó n de la m u e r t e p o r Yahvé es lo q u e trae a la m e n t e la idea de
u n a «compañera». Yahvé p r o h i b e al h o m b r e c o m e r del á r b o l del c o n o c i m i e n t o del bien
y del m a l , «pues el día e n q u e de él c o m a s m o r i r á s sin r e m e d i o » . D e s p u é s de esta des-
c o n c e r t a n t e i n t r u s i ó n de las i m á g e n e s del m a l y la m u e r t e , Yahvé ve al h o m b r e com-
p l e t a m e n t e solo en el j a r d í n del m u n d o .
E n el p r i m e r relato E l o h i m vio q u e lo q u e él (los dioses) había h e c h o era bueno.
E n el s e g u n d o relato Yahvé n o se deleita c o n su c r e a c i ó n . «Bueno» n o es su conside-
r a c i ó n de lo q u e se ha h e c h o ; la categoría d e «bueno» aparece c o m o una entidad in-
c o r p ó r e a opuesta a lo «malo», q u e reside e n u n árbol l l a m a d o el «árbol del conoci-
m i e n t o » . Este se c o n t r a p o n e de u n a m a n e r a e x t r a ñ a a o t r o árbol situado «en mitad del
jardín», l l a m a d o «el árbol de la vida». L o p r i m e r o e n lo q u e Yahvé p e n s ó al imaginar
u n a «ayudante» del h o m b r e fue e n las bestias del c a m p o y las aves del cielo. Sólo cuan-
d o Y a h v é le trae los animales para ver q u é n o m b r e s les p o n e recibe el h o m b r e su pro-
p i o n o m b r e , A d á n , q u e p r o c e d e del t é r m i n o q u e designa la tierra, Adamah, q u e de h e -
1
c h o es u n sustantivo de g é n e r o f e m e n i n o q u e p o d r í a ser i n t e r p r e t a d o c o m o «madre» '*.
482
La c r e a c i ó n d e E v a
Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió. Y le
quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que Yahvé Dios había
tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta
vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del va-
rón ha sido tomada» ( G n 2, 21-23).
Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar
y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra ( G n 1, 28).
Dios bendijo a N o é y a sus hijos, y les dijo: «Sed fecundos multiplicaos y llenad la tierra.
Infundiréis temor y miedo a todos los animales de la tierra, y a todas las aves del cielo, y a t o -
do lo que repta por el suelo, y a todos los peces del mar; quedan a vuestra disposición. Todo
lo que se mueve y tiene vida os servirá de alimento; todo os lo doy, lo mismo que os di la hier-
ba verde» (Gn 9 , 1 - 3 ) .
483
"1
La B i b l i a c o m o mito y metáfora
484
de ser considerado la verdad. E n cualquier caso, desde u n a perspectiva estructural el l i
bro del Génesis es u n a i n t r o d u c c i ó n a los c i n c o p r i m e r o s libros del a n t i g u o T e s t a m e n t o ,
que forman el P e n t a t e u c o , y al libro de J o s u é . Estos c u e n t a n la historia d e la liberación
del p u e b l o de Israel de m a n o s d e E g i p t o y el a s e n t a m i e n t o h e b r e o en C a n a á n , q u e
transformó u n g r u p o dispar de clanes semíticos en u n a n a c i ó n . El Génesis p r o p o r c i o
na, por lo tanto, el trasfondo m i t o l ó g i c o al t e m a h e r o i c o d e conquista q u e le sigue, d o
tando a este p u e b l o de u n o s antepasados q u e le d a n u n p a p e l h i s t ó r i c o y u n a i d e n t i d a d
c o m o tribu.
Canaán era u n a franja d e tierra q u e a c t u a l m e n t e está dividida e n t r e Siria, L í b a n o ,
Jordania e Israel. Era la gran autopista entre el M e d i t e r r á n e o y el golfo Pérsico, el p a
sillo vital q u e c o n e c t a b a los dos grandes centros d e civilización, E g i p t o y M e s o p o t a m i a .
Había asentamientos e n C a n a á n desde t i e m p o s neolíticos; J e r i c ó ya construía m u r o s
defensivos e n el s é p t i m o m i l e n i o a. C , y las ciudades d e U g a r i t (Ras S h a m r a ) , T i r o ,
Sidón y Biblos eran p u e r t o s florecientes e n el m o m e n t o del a s e n t a m i e n t o h e b r e o e n
Canaán. D u r a n t e la E d a d del B r o n c e y la del H i e r r o , u n a variedad d e tribus semíticas
procedentes del desierto sirio árabe y de M e s o p o t a m i a se establecieron e n C a n a á n .
Adoptaron o asimilaron la religión del p u e b l o ya asentado allí, y t a m b i é n la d e las v e
cinas S u m e r y Babilonia. A u n q u e g e o g r á f i c a m e n t e estaban más cerca de E g i p t o , estas
tribus tenían u n a m a y o r afinidad c o n los p u e b l o s semíticos q u e ya habitaban el n o r t e
de M e s o p o t a m i a . La mitología cananea c o m p a r t e m u c h o s relatos e i m á g e n e s c o n
Mesopotamia y Egipto.
Estas fueron las gentes, semitas c o m o los h e b r e o s , q u e éstos se e n c o n t r a r o n c u a n d o
entraron en C a n a á n , la tierra «que m a n a leche y miel» (Ex 33, 3); p u e b l o s q u e vivían
en grandes ciudades y cultivaban la tierra. El libro de J o s u é describe la conquista de
Canaán, p r e s e n t a n d o la d e s t r u c c i ó n de la civilización cananea c o m o u n a obra de p u
rificación divina, u n o d e los ejemplos m e j o r d o c u m e n t a d o s del f e n ó m e n o c o n o c i d o
(por los q u e la c o m i e n z a n ) c o m o «guerra santa». El relato de la larga y encarnizada l u
cha entre el dios d e los h e b r e o s y la diosa de los c a n a n e o s constituye u n a de las formas
en que se plasma esta historia. A dicha diosa se le d a b a n varios n o m b r e s : Aserá, A n a t
y Astoret (cuyo otro n o m b r e era Astarté).
La i n f l u e n c i a de Sumer, Babilonia
y Egipto e n el a n t i g u o Testamento
485
T e s t a m e n t o sería difícil apreciar q u e la cultura d e la diosa existió d u r a n t e m u c h o s m i -
les d e años antes d e la a p a r i c i ó n del dios p a d r e m o n o t e í s t a . E n c o n s e c u e n c i a , los efec-
tos d e la represión de la cultura de la diosa d u r a n t e la E d a d del H i e r r o , y sus conse-
cuencias e n relación c o n nuestra propia cultura, n o se h a n evaluado c o m p l e t a m e n t e
todavía.
La iconografía de m u c h o s d e los relatos d e Génesis es i n d u d a b l e m e n t e sumeria y
babilónica. E n S u m e r existía el relato d e u n lugar m í t i c o d o n d e los animales salvajes
n o m a t a b a n ni destruían, y d o n d e la vejez, la e n f e r m e d a d y la m u e r t e n o existían. El
n o m b r e de este paraíso s u m e r i o era D i l m u n , u n a palabra q u e p u e d e significar tanto
«tierra» c o m o «montaña».
486
25
creación divina invisible» . E n el Génesis, A d á n , el p r i m e r h o m b r e , es t a m b i é n el j a r -
dinero; p e r o ahora, en u n a cultura patriarcal, se c o n v i e r t e e n el «hijo» del g r a n p a d r e
antes q u e e n el hijo y c o n s o r t e d e la g r a n m a d r e .
Ambas culturas tenían u n a tradición basada e n las tablillas sagradas d e piedra. Las
siete tablillas babilónicas de la creación, sobre las cuales se escribió el Enuma elish, r e -
flejan los siete días de la creación e n el Génesis. La T o r r e d e Babel se r e m i t e al zigurat,
posiblemente el t e m p l o de M a r d u k o d e Istar e n Babilonia, q u e m u c h o s h e b r e o s p u -
dieron ver c o n sus propios ojos d u r a n t e el exilio. La i m a g e n de Moisés s u b i e n d o a la
cima del M o n t e Sinaí para recibir las tablas d e la ley d e m a n o s d e Yahvé recuerda el r e -
lieve de piedra del rey b a b i l ó n i c o H a m m u r a b i (c. 1730 a. C.) r e c i b i e n d o el c ó r p u s d e
leyes de m a n o s de Shamash, q u e está c l a r a m e n t e s e n t a d o sobre u n a m o n t a ñ a , c o n lla-
mas que surgen de sus h o m b r o s (figura 3). La diferencia es, p o r supuesto, q u e n o hay
imagen de Yahvé:
Y a h v é b a j ó al m o n t e S i n a í , a la c u m b r e d e l m o n t e , y l l a m ó a M o i s é s a la c i m a d e l m o n t e ,
y M o i s é s s u b i ó . . . T o d o el p u e b l o p e r c i b í a l o s t r u e n o s y l o s r e l á m p a g o s , el s o n i d o d e la t r o m -
peta y el m o n t e h u m e a n t e . . . ( E x 1 9 , 2 0 ; 2 0 , 1 8 ) .
487
¿Cómo pude hablar malignamente en la Asamblea de los dioses,
diciendo sí al combate para la destrucción de mis criaturas?
Yo, que crié a esas criaturas, que me son quendas,
2
¿cómo pude llenar de ellos el mar como si fueran pececillos? ''
488
Después del D i l u v i o , los dioses e n la versión s u m e r i a «huelen u n dulce aroma» q u e
se alza hacia el cielo, c o m o Yahvé en Génesis. «Yahvé p e r c i b i ó el grato olor» ( G n 8,
21). En el Poema de Gilgamesh Istar se u n e al sacrificio y culpa a la falta d e reflexión d e
Enlil del diluvio:
Se quitó las grandes «moscas» [collares o perlas de lapislázuli] que Anu le había fabricado para
halagarla:
-¡Oh dioses, que estáis aquí, lo mismo que no olvidaré nunca los lapislázuli que hay en mi cuello,
recordaré estos días y no los olvidaré jamás!
Que los dioses vengan a la ofrenda,
pero que Enlil no venga a la ofrenda,
porque sin reflexionar, desencadenó el Diluvio
27
y condenó a mis criaturas a la destrucción .
489
sado e n gran m e d i d a e n la i m a g e n de Enlil para c o n f o r m a r el carácter d e Yahvé; p o -
d r í a m o s p r e g u n t a r n o s p o r q u é dejaron a u n lado la i m a g e n d e la diosa e n su retrato de
la creación y del diluvio. ¿Fue a causa d e la h u m i l l a c i ó n del exilio y el desprecio de los
profetas p o r Istar, la «gran prostituta d e Babilonia», c o m o la llamaban?
A l g u n o s relatos, además del del diluvio, t a m b i é n se e n c u e n t r a n e n narraciones su-
m e r i a s ; p o r ejemplo, el t e m a d e la rivalidad e n t r e dos h e r m a n o s : C a í n , el labrador de
la tierra, y Abel, el pastor; o Esaú, el « h o m b r e velludo», y J a c o b «el h o m b r e lampiño».
A m b a s historias r e m i t e n al c u e n t o s u m e r i o q u e c o m p a r a las v i r t u d e s del pastor con las
del agricultor. A q u í U t u , h e r m a n o d e I n a n n a , el dios sol, e x h o r t a a su h e r m a n a a que
se case c o n el pastor D u m u z i .
Yo no desposaré al pastor,
no me envolverá con su nuevo manto,
su fina lana no me cubrirá,
Yo, la doncella, desposaré al granjero,
el granjero que hace que las plantas crezcan de forma abundante,
31
el granjero que hace que el grano crezca de forma abundante...
Su cuerpo [de Enkidu] está todo cubierto de pelo, sus cabellos son como los de una mujer,
tupidas como Nisaba [diosa del grano] brotan sus guedejas;
no conoce a los humanos ni conoce país civilizado, y va vestido como el dios Sumuqan [dios
32
de la vegetación y del ganado] .
490
E n el Génesis el resultado es m e n o s agradable. I n a n n a es sustituida p o r Yahvé, q u e
prefiere la ofrenda d e Abel a la de C a í n . El resultado es u n asesinato en vez de una r e -
conciliación, y u n a m a l d i c i ó n e n vez de u n a b o d a . E n las figuras del granjero y el pas-
tor en el relato s u m e r i o a n t e r i o r p o d e m o s discernir el conflicto de la E d a d del B r o n c e
entre las tribus semíticas n ó m a d a s del desierto sirio árabe y los agricultores sedentarios
de los valles fluviales e n cuya tierra aquéllos p e n e t r a b a n . Tras los h e r m a n o s peleados
del Génesis está la conquista hebrea d e C a n a á n y, si el libro de J o s u é es una fuente e x a c -
ta, la d o m i n a c i ó n del a g r i c u l t o r p o r el pastor: Yahvé a c e p t ó la ofrenda del c o r d e r o de
Abel, n o el fruto de la tierra ofrecido p o r C a í n (cuyo n o m b r e evoca el de C a n a á n ) . Los
agricultores cananeos y los h e b r e o s n ó m a d a s pastores eran semitas, y es posible q u e se
considerasen «hermanos», u n o m a y o r y otro más j o v e n . E n el Génesis, Yahvé prefiere
siempre al h e r m a n o p e q u e ñ o , el pastor, e n d e t r i m e n t o del mayor, el granjero, cuyo v e -
llo indica q u e está más cerca de las bestias.
En cierta práctica babilónica, llevada a cabo e n la fiesta de a ñ o nuevo, dos h o m b r e s
manchaban el altar del hijo de M a r d u k c o n la sangre de una oveja, mancillándose a sí
33
mismos de esta m a n e r a , y h u í a n al desierto hasta q u e la fiesta había acabado . E n el r i -
tual h e b r e o del día de la Expiación, los dos h o m b r e s eran reemplazados p o r dos chivos,
u n o de los cuales era sacrificado a Yahvé; al otro se le expulsaba al desierto, llevando c o n
él los pecados de la c o m u n i d a d q u e le habían sido transferidos simbólicamente. D e es-
te ritual provine la expresión «chivo expiatorio». D e s p u é s de h a b e r expulsado el «mal»
con la cabra, la c o m u n i d a d sentía restaurada su u n i d a d c o n Yahvé, de la misma manera
que en t i e m p o s anteriores el sacrificio ritual del rey o de u n sustituto expulsaba los m a -
les reales o anticipados, y restauraba u n a relación correcta c o n los poderes invisibles de
34
la vida .
Despreciado, marginado,
37
hombre doliente y enfermizo...
491
¡Y con todo eran nuestras dolencias
las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba!
Nosotros le tuvimos por azotado
herido de Dios y humillado.
Él ha sido herido por nuestras rebeldías,
molido por nuestras culpas.
El soportó el castigo que nos trae la paz
y con sus cardenales hemos sido curados (Is 5 3 , 2 - 5 ) .
N o es s o r p r e n d e n t e q u e e n u n a obra c o m o el a n t i g u o T e s t a m e n t o , r e u n i d a en un
largo p e r í o d o d e t i e m p o p o r m u c h a s personas diferentes, haya m u c h a s i m á g e n e s dife-
rentes d e Y a h v é - E l o h i m . Algunas d e ellas están relacionadas e n t r e sí, p e r o m u c h a s son
i n c o m p a t i b l e s e incluso contradictorias, y es inútil tratar d e agruparlas bajo u n epígra-
fe, c o m o si, de a c u e r d o c o n el m o d e l o m o n o t e í s t a , t u v i e r a n q u e ser u n a . L o ú n i c o que
suelen t e n e r invariablemente e n c o m ú n es q u e todas ellas son masculinas, a pesar de
q u e la n o c i ó n d e g é n e r o es i n c o m p a t i b l e c o n las otras i m á g e n e s de universalidad y tras-
cendencia.
E n el p r i m e r capítulo del Génesis la palabra E l o h i m significa «los dioses», aunque,
s i g u i e n d o el v e r b o singular, siempre se ha t r a d u c i d o c o m o «Dios». Pero en É x o d o 22,
28, e n el t e x t o m a s o r é t i c o del a n t i g u o T e s t a m e n t o , E l o h i m significa «los jueces», lo que
r e c u e r d a la c o m b i n a c i ó n s u m e r i a de «dioses» y «jueces» llamados Annunaki, los divinos
j u e c e s del i n f r a m u n d o q u e más tarde se c o n v i r t i e r o n e n los siete dioses planetarios ba-
b i l ó n i c o s . «El» t a m b i é n era el n o m b r e del dios p a d r e c a n a n e o .
Yahvé es en p r i m e r lugar el dios padre ancestral de la t r i b u n ó m a d a . Los semitas,
c o m o los arios, eran u n p u e b l o patriarcal q u e h o n r a b a a sus antepasados masculinos.
H a y u n a referencia c o n t i n u a e n el Génesis al «dios del padre», el dios d e A b r a h á n , Isaac
y J a c o b ; y así se presentó a sí m i s m o Yahvé a n t e M o i s é s . La idea d e b e d e haberse o r i -
g i n a d o e n el ancestro tribal, el «gran padre» q u e guiaba a la t r i b u y la socorría e n tiem-
pos de adversidad. «Se trata d e u n dios d e los n ó m a d a s » , escribe Eliade, «que n o está
v i n c u l a d o a u n santuario, sino a u n g r u p o d e h o m b r e s a los q u e a c o m p a ñ a y p r o t e -
38
ge» . E n el Génesis, Yahvé le dice a A b r a h á n q u e d e b e dejar su país y su familia por
u n a tierra extraña q u e le será revelada. H a c e u n p a c t o c o n él: «De ti h a r é u n a g r a n na-
c i ó n , te bendeciré» ( G n 12, 2). Sus descendientes serán tan n u m e r o s o s c o m o las estre-
492
lias (Gn 15, 5). Los dioses habían hablado a los reyes de S u m e r y los h a b í a n i n s t r u i d o ;
pero este dios ha c o n c e b i d o para A b r a h á n u n o s planes diferentes, mayores q u e cuales-
quiera otros q u e p u d i e s e n considerarse e n el pasado.
Yahvé, en esta relación, es u n dios personal c o n u n carácter distintivo: n o es t a n t o
que sea su dios, más b i e n ellos son «su pueblo». C o m o el líder d e u n clan cuidará d e
ellos, les dará tierras, cuidará d e q u e prosperen: se hará responsable de ellos, p o r d e c i r -
lo de alguna m a n e r a . A c a m b i o , d e b e n amarlo, o b e d e c e r l o y guardar sus m a n d a m i e n -
tos; n o d e b e n adorar otros dioses - « p o r q u e yo, Yahvé, tu D i o s , soy u n dios celoso» (Ex
20, 5 ) - y, además, n o d e b e n h a c e r n i n g u n a i m a g e n d e él; eso lo limitaría, d á n d o l e u n a
personalidad h u m a n a :
Entonces Yahvé pasó y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebran-
taba las rocas ante Yahvé; pero en el huracán no estaba Yahvé. Después del terremoto, fuego,
pero en el fuego no estaba Yahvé. Después del fuego, el susurro de una brisa suave (1 R 19,
11-12).
493
bre, al otro lado de los mismos, hay algo r e p r e s e n t a d o q u e es d e la m i s m a naturaleza que
39
el h o m b r e » (la cursiva es del a u t o r ) . Las definiciones d e Barfield son a m e n u d o tan di-
fíciles c o m o el o b j e t o d e las mismas, p e r o , si n o s d e t e n e m o s a analizarlas, parece pro-
bable q u e esté d e s c r i b i e n d o lo q u e h e m o s l l a m a d o la c o n s c i e n c i a d e la cultura de la
diosa, según la cual la sustancia de la creación es divina p o r q u e p r o v i e n e del «cuerpo
de la diosa» y, e n ú l t i m o e x t r e m o , es este ú l t i m o . E s o es «inmanencia»: la apariencia vi-
sible y la fuente invisible son u n a . E n palabras d e Barfield, «la N a t u r a l e z a [es] percibi-
40
da ( c o m o t a m b i é n lo es más tarde e n el m i t o y e n la poesía) c o m o femenina» . Hay
e n t o n c e s , u n v í n c u l o entre la h u m a n i d a d y la naturaleza, y lo n u m i n o s o las envuelve a
ambas; e n el sentido de q u e la n u m i n o s i d a d v i n c u l a a la naturaleza h u m a n a con el
m u n d o f e n o m é n i c o (el s e n t i d o q u e Yahvé p r o h i b e ) y e n el s e n t i d o d e q u e la natura-
leza está maravillosamente viva c o n la m i s m a vida q u e la h u m a n i d a d (el sentido que se
sacrifica al o b e d e c e r s e el m a n d a t o d e Yahvé). Barfield señala q u e este tipo de partici-
p a c i ó n original c o n la naturaleza se ha p e r d i d o para n o s o t r o s y q u e llegamos a enten-
derla sólo e n nuestros escasos m o m e n t o s d e u n i ó n c o n la naturaleza; a u n q u e (como se
discutirá e n el capítulo 16) p u e d e recrearse a u n nivel más elevado m e d i a n t e la imagi-
n a c i ó n . Es la visión de la poesía r o m á n t i c a , p o r e j e m p l o , y se representa frecuente-
m e n t e en nuestro t i e m p o (dos mil años después del a n t i g u o T e s t a m e n t o ) c o m o una vi-
sión perdida. Shakespeare presenta al o s c u r o C a l i b á n c o m o i m a g e n del r e c u e r d o de esta
m a n e r a d e percibir la naturaleza:
En todas las demás naciones de la época prevalecía, nunca cuestionada, la consciencia par-
ticipativa que capta los fenómenos como representaciones y que se expresa naturalmente en la
realización de imágenes. Para los judíos, en adelante, toda relación con esas naciones quedaba
494
estrictamente prohibida. Por todo el mundo la participación original estaba en pleno auge. Para
los judíos, desde entonces en adelante, la participación original y cualquier cosa que derivara de
ella se convirtió en un pecado mortal. Y, ¿qué es el antiguo Testamento sino el relato de su lar-
42
ga lucha contra ese pecado, sus repetidas recaídas y su triunfo final?
495
1
hebreas, p e r o e t i m o l ó g i c a m e n t e es u n a m o d i f i c a c i ó n del v e r b o «ser», q u e t a m b i é n sig-
nifica «respirar». (En su expresión española o inglesa Y H W H se h a c e pronunciable al
insertarse e n t r e las c o n s o n a n t e s las vocales q u e c o r r e s p o n d e n a las palabras Adonai y
E l o h i m . ) C o m e n t a Bariield:
Una forma similar de la palabra hebrea para «judío» puede ser Y H W D I ; la textura del len-
guaje apunta a que un judío devoto difícilmente podría mencionar su raza sin tender a pro-
nunciar el Tetragrámmaton. Se escribía, como todas las palabras hebreas, sin vocales; y cuando
cualquier verdadero hijo de Israel leía atentamente el nombre indecible, podría parecer que
43
Y h w h se alzaba, susurrante, desde las profundidades de su propio ser, por así decirlo .'
T o d o el monte Sinaí humeaba, porque Yahvé había descendido sobre él en el fuego. Subía
el h u m o como el de un h o m o , y todo el monte retemblaba con violencia (Ex 1 9 , 18).
496
tomas por mensajeros a los vientos
al fuego llameante por ministro (Ps 104, 3-4).
Pues la N u b e moraba sobre ella y la gloria de Yahvé llenaba la Morada... En todas las eta-
pas, cuando la N u b e se elevaba de encima de la Morada, los israelitas levantaban el campa-
mento, hasta el día en que se elevara. Porque la N u b e de Yahvé estaba sobre la Morada d u -
rante el día, y de noche había en ella fuego a la vista de toda la casa de Israel, en todas sus etapas
(Ex 4 0 , 36-8).
La i m a g e n de Yahvé-Elohim
como exclusivamente masculina
497
gos sexuales. Decir que Dios es masculino o femenino es así completamente imposible desde el
punto de vista del judaismo tradicional.
(...)
Sin embargo, un factor, en concreto uno lingüístico, desafiaba toda repugnancia teológica
a la atribución de cualidades físicas a Dios. Es una característica de la lengua hebrea el que ca-
da sustantivo es o bien de género femenino, o de género masculino (excepto unos pocos que
pueden adoptar cualquiera de los dos). Los dos nombres bíblicos de Dios, Yahweh (pronuncia-
do por respeto a su gran santidad como «Adonai», y normalmente traducido como «el Señor»)
y Elohim (o, en su forma abreviada, El, traducido como «Dios») son masculinos. Cuando se usa
un pronombre para referirse a Dios, es el masculino «El»; cuando un verbo describe que hizo
algo o un adjetivo lo califica, aparecen en la forma masculina (en hebreo hay formas masculi-
nas y femeninas para verbos y adjetivos). Así, cada afirmación verbal sobre Dios conllevaba la
idea de que era masculino... Ninguna ulterior enseñanza acerca de la naturaleza incorpórea, in-
comprensible o trascendental de Dios pudo erradicar esa temprana imagen mental del Dios
masculino... Los profetas, salmistas, moralistas e historiadores bíblicos, así como los sabios, es-
cribas, teólogos, rabinos y maestros del período talmúdico, usan constantemente antropomor-
fismos cuando se refieren a Dios. Es un «hombre de guerra», un «héroe», «señor de los ejérci-
tos», «rey», «señor del universo», y «nuestro padre en el cielo», por mencionar sólo algunas
expresiones. N o es necesario señalar que todas estas denominaciones entrañan una connotación
pronunciadamente masculina. Junto con las palabras de la oración, «somos tus hijos, y Tú eres
nuestro padre» o «¡ten piedad de nosotros como un padre la tiene de sus hijos!», produjeron en
todos los judíos u n a impresión indeleble no sólo de la naturaleza de Dios como rey y padre, si-
48
no también de su masculinidad .
(...)
El concepto de Dios bíblico [concluye] captado intuitivamente por los profetas y alcanza-
do a tientas por el pueblo, refleja el estricto orden patriarcal de la sociedad que lo produjo; es-
ta sociedad dio origen a una religión cuyo núcleo era una divinidad universal y única, cuya vo-
luntad estaba encarnada en la Ley; era abstracta, desprovista de todo atributo físico y, sin
embargo, marcadamente masculina, una verdadera proyección del cabeza de familia patriarcal*'.
498
da» q u e Y a h v é , c o m o dios t r a s c e n d e n t e , p r o h i b e realizar, habría sido, sin lugar a d u -
das, masculina.
Habló Yahvé a Moisés... y le dijo: «Destruiréis todas sus imágenes pintadas, destruiréis sus es-
tatuas de fundición, demoleréis todos sus altos. Os apoderaréis de la tierra y habitaréis en ella,
pues os doy a vosotros todo el país en propiedad. Di a los israelitas: Cuando paséis el Jordán ha-
cia el país de Canaán, arrojaréis a vuestra llegada a todos los habitantes del país» (Nm 33, 51-53).
Yahvé tu Dios la entregará en tus manos, y pasarás a filo de espada a todos sus varones; las
mujeres, los niños, el ganado, todo lo que haya en la ciudad, todos sus despojos, los tomarás
como botín. Comerás los despojos de tus enemigos que Yahvé tu Dios te ha entregado.
Así has de tratar a todas las ciudades muy alejadas de ti, que no son de las ciudades de estas
naciones. En cuanto a las ciudades de estos pueblos que Yahvé tu Dios te da en herencia, no
dejarás nada con vida, sino que lo consagrarás al anatema: a hititas, amorreos, cananeos, perizi-
tas, jívitas y jebuseos, como te ha mandado Yahvé tu Dios (Dt 2 0 , 1 3 - 1 7 ) .
consagraron al anatema todo lo que había en la ciudad, hombres y mujeres, jóvenes y viejos,
bueyes, ovejas y asnos, a filo de espada. Prendieron fuego a la ciudad con todo lo que conte-
nía (Jos 6, 2 1 , 2 4 ) .
499
h u n d e hasta las rodillas e n la sangre d e los soldados, hasta el cuello e n la sangre de
51
c o m p a ñ e r o s » . Isaías p r e g u n t a :
El lagar he pisado yo solo; de mi pueblo no hubo nadie conmigo. Los pisé con ira, los pa-
teé con furia, y salpicó su sangre mis vestidos, y toda mi vestimenta he manchado (Is 63, 2-3).
La ausencia de moralidad humana en Yahvé es un obstáculo que no puede ser pasado por
alto... echamos de menos la razón y los valores humanos, esto es, dos características principales
de una mente humana madura. Así, es obvio que la imagen o concepción yahvista de la dei-
dad es menor que la de ciertos especímenes humanos: la imagen de una fuerza brutal personi-
ficada y de una mente no espiritual y carente de ética, aunque lo suficientemente incoherente
como para mostrar rasgos de bondad y generosidad j u n t o con unas violentas ansias de poder.
Es la imagen de una especie de demonio de la naturaleza y al mismo tiempo la de un primiti-
vo cacique, aumentado hasta alcanzar un tamaño colosal; precisamente el tipo de concepción
53
que se podría esperar de una sociedad más o menos bárbara, cum grano salis .
500
rior, según la q u e las sacerdotisas del t e m p l o p o d í a n t e n e r hijos q u e eran sustentados
por el templo, fue suprimida. D e la m i s m a m a n e r a , a u n q u e c o n dificultades, se s u p r i
mió el ritual de la relación sexual en ocasiones especiales, q u e se creía q u e c o n t r i b u í a
55
a la fertilidad d e la tierra . Los m a r i d o s p o d í a n t e n e r varias mujeres y p o d í a n r e p u
diarlas sin obligación de mantenerlas, p e r o las mujeres sólo p o d í a n t e n e r u n m a r i d o y
el adulterio estaba castigado c o n p e n a d e m u e r t e p o r lapidación. C a d a m u j e r q u e fue
ra prometida o desposada podía ser apedreada hasta la m u e r t e si era violada, a m e n o s
que la violación tuviera lugar en el c a m p o , d o n d e sus llamadas d e s o c o r r o n o p o d í a n
oírse (Dt 22, 26-27). La afirmación «no profanarás a tu hija, prostituyéndola; así la t i e
rra n o se prostituirá ni se llenará de indecencias» (Lv 19, 29) era u n a o r d e n dirigida a
evitar q u e los h e b r e o s siguiesen la c o s t u m b r e babilónica, y p r o b a b l e m e n t e t a m b i é n ca-
nanea, según la cual u n a m u c h a c h a ofrecía antes d e casarse su virginidad a la diosa, o
se convertía en u n a sacerdotisa del t e m p l o . N o habría sacerdotisas hebreas. El s a c e r d o
te levita cuya hija fuera descubierta s i g u i e n d o las c o s t u m b r e s antiguas tenía la obliga
ción de quemarla. El israelita q u e «entrega u n o d e sus hijos a M o l e c » (Baal), es decir,
que tuviese relaciones sexuales c o n u n a sacerdotisa e n u n t e m p l o c a n a n e o , sería c o n
56
denado a m u e r t e (Lv 20, 2 ) .
501
i
La e v o l u c i ó n de Yahvé
502
4. R e t r a t o cristiano del «autor del Génesis»
( e s c u l t u r a d e p i e d r a , c. 1 2 0 0 . C a t e d r a l de
Chartres)
cara, e n vez de c o n o c e r l o de oídas y a través d e la d o c t r i n a : «Sólo d e oídas te conocía
p e r o a h o r a te h a n visto mis ojos» (Jb 42, 5). Esta es la visión i n t e r n a (que el judaismo
h a c e posible): la i m a g e n q u e p u e d e verse y c o n o c e r s e e n el i n t e r i o r , p e r o de la cual el
ojo e x t e r i o r n o necesita representación alguna.
A m e d i d a q u e el j u d a i s m o se desarrolla, sobre t o d o e n los libros sapienciales -Job
Salmos, Proverbios, B e n Sirá (Eclesiástico) y el C a n t a r d e los cantares—, evoluciona la
idea d e q u e la h u m a n i d a d t i e n e u n destino q u e d e s c u b r i r y c u m p l i r : el individuo tie
n e u n a responsabilidad respecto del o r d e n d i v i n o d e la vida.
E n el siglo III a. C . surge la i m a g e n d e H o k m á , o Sofía, el «aspecto» o equivalente
f e m e n i n o d e la divinidad. Sofía c o m i e n z a a suavizar la disciplina ética del p a d r e con la
c o m p a s i ó n sanadora d e la m a d r e . D e h e c h o , tal vez m e r e z c a la p e n a preguntarse desde
u n p u n t o d e vista más general hasta q u é p u n t o la p r e t e n s i ó n d e universalidad de Yahvé
d e p e n d e del tipo de relación q u e tiene c o n el p r i n c i p i o f e m e n i n o . C u a n d o , p o r ejem
plo, Yahvé está enfrentado a las diosas d e los c a n a n e o s , se expresa c o n todas las limita
ciones d e u n dios tribal. C u a n d o la Sabiduría esté p r e s e n t e e n los libros sapienciales,
bajo la i m a g e n de Sofía, lo hallamos a r t i c u l a n d o u n a visión universal q u e u n ser hu
m a n o de cualquier raza p o d r í a e n t e n d e r . A m e d i o c a m i n o e n t r e estos dos extremos
existen m u c h o s estadios más sutiles, c o m o c u a n d o Israel aparece c o m o novia terrenal
d e Y a h v é , o c u a n d o los q u e r u b i n e s f e m e n i n o s alzan sus alas sobre las paredes del tem
plo interior.
P a r t i e n d o d e nuestro c o n o c i m i e n t o d e otras culturas p o d e m o s decir, sin embargo,
q u e la relación de lo m a s c u l i n o c o n lo f e m e n i n o , c o m o se expresa e n el matrimonio
sagrado e n t r e diosa y dios, o e n t r e dios y diosa ( d e p e n d i e n d o d e la cultura), siempre
c o n s t i t u y ó la c u l m i n a c i ó n del ritual religioso. E s t o t i e n e q u e i n d i c a r n o s algo acerca de
u n a necesidad universal d e reconciliar estos dos p o l o s o p u e s t o s d e la experiencia hu
m a n a . El siguiente capítulo explora la posibilidad d e q u e la i m a g e n divina del princi
p i o m a s c u l i n o necesite u n a i m a g e n divina c o m p l e m e n t a r i a del p r i n c i p i o femenino, si
la i m a g e n de lo divino ha de inspirar y sanar. A lo m e j o r n o es n e c e s a r i o q u e la pala
bra ética d e la ley y la c o m p a s i ó n y el a m o r del c o r a z ó n t e n g a n q u e ser representadas
c o m o figuras divinas —como dios y c o m o diosa—, s i e m p r e q u e ambas concepciones o
p r i n c i p i o s estén presentes en la i m a g e n divina. Q u i z á se necesite q u e t a n t o la cualidad
masculina arquetípica de la trascendencia c o m o la cualidad f e m e n i n a arquetípica de la
i n m a n e n c i a sean p a r t e de la i m a g e n sagrada de la d i v i n i d a d para q u e e n el interior del
alma h u m a n a tenga lugar el m a t r i m o n i o sagrado.
504
12
La d i o s a o c u l t a e n el a n t i g u o Testamento*
El hombre tiende constantemente a olvidar que lo que una vez fue bueno no tiene por qué
serlo eternamente. Continúa observando los antiguos usos que antaño fueron buenos mucho
después de volverse éstos malos. Solamente consigue librarse de este engaño a través de gran-
des sacrificios e indecible sufrimiento; sólo entonces se da cuenta de que lo que antaño fue b u e -
no quizás ahora haya envejecido y ya no lo sea. Así ocurre tanto en cuestiones de gran enver-
gadura como en detalles pequeños. Los usos y costumbres de la niñez, antaño tan sublimemente
buenos, a duras penas pueden abandonarse incluso cuando su carácter dañino lleva tiempo de-
mostrado. Se puede decir lo mismo, pero a escala gigantesca, de los cambios históricos de ac-
titud. Una actitud colectiva es equivalente a una religión, y los cambios de religión constitu-
yen uno de los capítulos más dolorosos de la historia del m u n d o . En este sentido, nuestra época
sufre una ceguera que no tiene igual. Pensamos que sólo tenemos que declarar incorrecto e in-
válido un determinado artículo de fe para deshacernos psicológicamente de todos los efectos
tradicionales del cristianismo y del judaismo. Creemos en la ilustración, como si un cambio in-
telectual de frente tuviera, de alguna manera, una influencia más profunda en los procesos e m o -
cionales o incluso en el inconsciente. Olvidamos por completo que la religión de los últimos
dos mil años es una actitud psicológica, una forma y manera definida de adaptación al m u n d o ,
que conforma un esquema cultural definido y crea una atmósfera en la que los rechazos inte-
lectuales no influyen en absoluto. El cambio de frente es, por supuesto, sintomáticamente i m -
portante, como indicio de las posibilidades futuras; pero en niveles más profundos la psique
continúa trabajando durante mucho tiempo ajustándose a la antigua actitud, de acuerdo con las
leyes de la inercia psíquica.
C. G. Jung, Collected Works, vol. 6, Psychological Types
* T r a d u c c i ó n de Pablo A . T o r i j a n o .
505
los sabios animales son conscientes
de que no nos sentimos realmente en casa en nuestro interpretado m u n d o .
Rainer María Rílke
506
i
507
una petición no satisfecha antes que un hecho. U n estudio más detallado indica que entre los
hebreos bíblicos existían otras tendencias religiosas, poderosamente atractivas tanto para el pue-
blo llano como para sus líderes, en las que la adoración de diosas jugaba un papel tan impor-
4
tante como en cualquier otro lugar en etapas comparables de desarrollo religioso .
Los querubines
508
1 . Q u e r u b í n f e m e n i n o c o n e l á r b o l d e la v i d a ( p l a c a de
mármol, finales d e l s i g l o IX a. C . F r a g m e n t o d e la c a m a
de H a z a e l , rey de Damasco)
2. Q u e r u b í n f e m e n i n o alado c o n una palmera c o m o árbol
d e la v i d a ( p l a c a d e m a r f i l . A r s l a n T a s h , al n o r t e d e Siria)
509
3 . G u a r d i a n e s f e m e n i n o s a l a d o s d e l á r b o l d e la
v i d a ( r e l i e v e a s i r i o , s i g l o IX a. C . P a l a c i o de
Asurbanipal II)
estaban hechas de oro batido, y j u n t o con el propiciatorio del arca, formaban una sola pieza.
Estaban colocados uno enfrente del otro, y miraban hacía abajo, al propiciatorio del arca, que
estaba protegido por sus alas extendidas. Se creía que Dios hablaba a Moisés desde el propicia-
1
torio, entre los dos querubines' .
510
4 . Isis y N e f t i s g u a r d a n e l s a r c ó f a g o de
Tutankamon ( c . 1 3 3 0 a. C.)
5. Placa de marfil del p a l a c i o del rey Ajab
( c . 8 7 0 a. C.)
6. I m a g e n , m u y poco
f r e c u e n t e , d e una diosa
sentada, c o n una corona
de c u e r n o s y un vestido
c o n u n d i s e ñ o de red.
F o r m a s s e r p e n t i n a s se
e n r o s c a n e n t o r n o a su
cuerpo y cuello (marfil
fenicio, 1 8 0 0 - 1 7 0 0 a. C .
U g a r i t , R a s S h a m r a , al
norte de Canaán)
512
En ese m o m e n t o se concebía el q u e r u b í n m a s c u l i n o c o m o Yahvé; el f e m e n i n o , p o r su
parte, ya n o era el aspecto f e m e n i n o de Yahvé sino la personificación de la c o m u n i d a d
de Israel. Es u n a historia s o r p r e n d e n t e , y a n o ser p o r el libro de Patai n o se habría c o -
nocido fuera del á m b i t o de los estudios bíblicos.
La d i o s a cananea
Aserá
513
7. T a p a d e u n a caja d e u n g ü e n t o s m i c é n i c a q u e m u e s t r a una
diosa m a d r e q u e s o s t i e n e espigas de trigo y q u e está sentada
e n t r e d o s c a b r a s ( c . 1 3 0 0 a. C . U g a r i t , R a s S h a m r a , al n o r t e
de Canaán)
8 . I m a g e n d e la d i o s a A s e r á o A s t a r t é ( b a r r o s i n v i d r i a d o ,
s i g l o VII a. C . T e l l D u w e i r , Palestina)
514
de las imágenes mayores q u e se alzaban en b o s q u e s y t e m p l o s , a u n q u e la calidad artís-
tica de la figura 7 sugiere q u e éstas eran más elaboradas. E n cada excavación a r q u e o l ó -
gica i m p o r t a n t e e n Palestina se h a n e n c o n t r a d o figuras femeninas, datadas e n t r e el 2000
a C. y el 600 a. C . Es posible q u e las mujeres usasen estas d i m i n u t a s i m á g e n e s para p e -
dir a Aserá su ayuda e n el p a r t o o para q u e les c o n c e d i e r a la fertilidad.
Aserá fue la diosa de T i r o y de S i d ó n desde épocas t e m p r a n a s - a l m e n o s desde el
1200 a. C - y m u y p r o b a b l e m e n t e fue u n a esposa sidonia d e S a l o m ó n q u i e n la i n t r o -
dujo en la c o r t e del rey h e b r e o . Más tarde, el rey Ajab (873-852 a. C.) se casó c o n
Jezabel, hija d e u n rey de Sidón, y el culto a Aserá fue establecido de n u e v o e n la c o r -
te, j u n t o con el de su hijo Baal. El relato del «concurso» para p r o d u c i r lluvia e n t r e Elias
y los 450 «profetas» d e Baal h a c e referencia a los n u m e r o s o s sacerdotes y sacerdotisas
que servían en su t e m p l o . Parece q u e la cólera d e Elias cayó sobre los sacerdotes d e
Baal (a quienes había asesinado), p e r o p o r alguna r a z ó n los 400 «profetas» de Aserá e s -
caparon de ella (1 R 18). El culto a Aserá e n el r e i n o del n o r t e , Israel, persistió hasta
el 721 a. C , e incluso e n t o n c e s p e r m a n e c i ó e n B e t e l , u n r i n c ó n del m i s m o : l e e m o s
cómo Josías, rey de J u d á (629-609 a. C.) d e s t r u y ó los altares q u e h a b í a n sido erigidos
por J e r o b o a m 300 años antes y c ó m o « q u e m ó las Aserás» [ Q u e m ó el altozano, r o m p i ó
las piedras, las redujo a polvo, y q u e m ó el c i p o sagrado, NBJ] (2 R 23, 15).
Existen m u c h a s referencias veladas de los profetas a las prácticas e n los t e m p l o s ca-
naneos, y t a m b i é n a la i n t e r p r e t a c i ó n d e s u e ñ o s . Eliade señala q u e «la profecía e x t á t i -
12
ca israelita tiene sus raíces profundas en la religión cananea» ; las sacerdotisas y sacer-
dotes cananeos eran expertos e n las artes c h a m á n i c a s . Las sacerdotisas y sacerdotes d e
Aserá y Baal eran llamados profetas, p e r o la práctica d e su v o c a c i ó n se veía cada vez
más amenazada. F i n a l m e n t e fue s u p r i m i d a p o r los profetas h e b r e o s , q u e lanzaban d i a -
tribas contra cualquiera q u e se atreviera a u s u r p a r su papel c o m o intérpretes d e la p a -
labra divina:
Anat
515
S u m e r y e n Babilonia, esta diosa de la caza y d e la fertilidad t a m b i é n era utilizada para
conseguir los objetivos tribales de los líderes de la t r i b u . E n la figura 9 tiene la misma
cabeza de l e ó n q u e S e k h m e t , q u e en otro m i t o se revolcaba e n sangre h u m a n a . C o m o
13
observa Patai: « N i n g u n a diosa d e P r ó x i m o O r i e n t e tenía m a y o r sed de sangre q u e ella» .
La naturaleza de A n a t t i e n e además otra faceta. D o s d e sus títulos eran «señora del
cielo, señora de t o d o s los dioses» y «señora de la m o n t a ñ a » , q u e la relacionan con la
N i n h u r s a g s u m e r i a y sugieren q u e t a m b i é n era la diosa d e los m u e r t o s , u n papel con-
firmado p o r la facilidad c o n la q u e d e s c i e n d e al i n f r a m u n d o para rescatar a su h e r m a -
n o Baal. A n a t t a m b i é n era llamada «la doncella», lo q u e sitúa su i m a g e n d e n t r o de la
antigua m i t o l o g í a lunar de las dos diosas, m a d r e y doncella. E n la mitología cananea
A n a t , la hija, c o m o Perséfone, desciende al i n f r a m u n d o ; p e r o su m i s i ó n , c o m o la de
Istar, es rescatar a su c o n s o r t e , el dios Baal, de m a n o s d e su h e r m a n o M o t . Es u n a dio-
sa cuya vida está ligada a la siembra de la s i m i e n t e y al g r a n o q u e brota: c u a n d o resca-
ta a su h e r m a n o c o n s o r t e Baal de su h e r m a n o o s c u r o M o t , q u e personifica la sequía
abrasadora, el g r a n o c o m i e n z a a brotar y toda la tierra se regocija. Es interesante que,
a la luz del persistente m o t i v o del h i j o - a m a n t e y el toro, se diga q u e A n a t ha tomado
la f o r m a de u n a vaca para yacer c o n su m a r i d o , Baal, y q u e el fruto d e su u n i ó n fue
14
u n t o r o salvaje .
516
E n C a n a á n las estaciones están claramente definidas. La mitología cananea seguía los
rituales q u e m a r c a b a n la r e c o l e c c i ó n de las cosechas en o t o ñ o , a salvo tras los largos y
angustiosos meses de sequía e n verano. La r e c o l e c c i ó n d e las cosechas de trigo, a c e i t u -
na, uva e higos se celebraba c o n u n ritual de a c c i ó n d e gracias. Éste constituía la fies-
ta cananea de a ñ o n u e v o ; los h e b r e o s , a su vez, m a n t u v i e r o n el ritual antiguo. U n s e -
gundo festival j u b i l o s o marcaba la r e c o l e c c i ó n del t r i g o d e primavera, ya a salvo; y a
medida q u e la sequía de v e r a n o se aproximaba (y c o n ella la i m a g e n d e conflicto e n t r e
los poderes d e la luz y d e la oscuridad e n la naturaleza), se acercaba el m o m e n t o del
descenso de Baal al i n f r a m u n d o . E n t o n c e s A n a t descendía al i n f r a m u n d o para traer d e
vuelta a la vida a Baal c o m o lluvia fertilizadora, igual q u e Istar e n M e s o p o t a m i a . C o n
15
su r e t o r n o llegaba la r e g e n e r a c i ó n de la tierra y la p r o m e s a d e a b u n d a n c i a .
Astarté
517
1 0 . La d i o s a c a n a n e a Q e t e s h s o b r e u n l e ó n ( r e l i e v e egipcio,
c. 1 3 0 0 a. C.)
1 1 . La d i o s a A s t a r t é o A s h t o r e t h s o b r e u n l e ó n , c e ñ i d a de
serpientes, sosteniendo flores de l o t o e n sus m a n o s (colgante
d e o r o , s i g l o XV a. C . U g a r i t , R a s Shamra)
17
«virgen del mar» y «guardiana de las naves» . E n S i d ó n había u n t e m p l o magnífico,
a u n q u e Astarté fue adorada n o sólo e n el n o r t e sino t a m b i é n e n las ciudades de Israel
y J u d á , hasta llegar a E g i p t o , e n el sur. O t r o s g r a n d e s t e m p l o s se alzaban en las ciuda-
des d e H i e r ó p o l i s y Biblos e n el n o r t e d e C a n a á n , y e n Ascalón e n el sur. (En la ver-
sión de P l u t a r c o de Isis y Osiris, el sarcófago d e Osiris se c o n v i e r t e e n u n a c o l u m n a
e n el palacio d e la reina Astarté en Biblos; esto sugiere u n a c o i n c i d e n c i a d e relatos y
significados.) C o m o María m u c h o s siglos después, era la guardiana d e los barcos. U n a
o r a c i ó n la invoca c o m o diosa del mar: « O h , v i r g e n del mar, b e n d i t a m a d r e y señora de
18
las aguas» . La luna y las estrellas del alba y del c r e p ú s c u l o eran sus i m á g e n e s , c o m o lo
518
fueron de I n a n n a e Istar e n M e s o p o t a m i a . E n algunas figuras d e Astarté, dos c u e r n o s
surgen de su cabeza; «Astarté d e los dos cuernos» era u n o d e sus n o m b r e s . Esto la v i n -
cula con Istar y c o n I s i s - H a t h o r e n E g i p t o , p o r q u e ambas llevaban el t o c a d o de dos
cuernos. El significado original del n o m b r e d e Astarté era «útero» o «lo q u e sale del
19
útero» , lo q u e sugiere q u e Astarté era f u n d a m e n t a l m e n t e u n a diosa de la fertilidad,
pero t a m b i é n de t o d o lo q u e regía la g e n e r a c i ó n d e vida. T a m b i é n p u e d e identificar-
se con Cibeles, p o r q u e la epifanía de su presencia era u n a piedra y u n a piedra cónica
u obelisco se alzaba e n t o d o s sus templos.
Si se trata a A n a t y a Astarté e s e n c i a l m e n t e c o m o u n a sola idea, su aspecto más a m a -
ble aparece en su título d e reina del cielo, q u e e n c o n t r a m o s e n Jeremías. El p u e b l o d e
Judá exiliado c o n él e n E g i p t o (c. 586 a. C.) le dice q u e c o n t i n u a r á n adorándola y c o -
ciendo pastelillos para ella; así, este relato relaciona la diosa oculta d e los h e b r e o s c o n
Inanna, D e m é t e r y A r t e m i s , a quienes t a m b i é n se les ofrecían pastelillos en los altares.
Estos pasteles p u d i e r o n h a b e r sido amasados c o n la f o r m a de la propia A s t a r t é - A n a t ,
c o m o sugiere u n m o l d e de piedra hallado e n Israel y d a t a d o alrededor del 1600 a. C .
Puede q u e se c o m i e s e n d u r a n t e u n ritual, c o m o se c o m e h o y e n día la oblea de p a n
en el ritual cristiano de la c o m u n i ó n . Estos rituales p r o v i e n e n de u n t i e m p o e n el q u e
el c u e r p o de u n h o m b r e o de u n a m u j e r era sacrificado para posibilitar la c o n t i n u a c i ó n
de la vida de la tribu; y este c u e r p o se c o m í a r e a l m e n t e , igual q u e más tarde se c o m í a
la carne del toro, el c u e r p o del dios.
La d i f a m a c i ó n d e la diosa
N o es s o r p r e n d e n t e q u e m u c h o s d e los profetas h e b r e o s c o n s i d e r a r a n q u e su m i -
sión religiosa era apartar a su p u e b l o del c u l t o d e las diosas cananeas, t a n t o p o r r a z o -
nes políticas c o m o para o b e d e c e r el m a n d a t o d e Y a h v é acerca de la p r o h i b i c i ó n del
culto a los ídolos. A d e m á s , el p r o p i o c u l t o a estos í d o l o s o i m á g e n e s d e diosas iba e n
contra del espíritu q u e b a ñ a b a la religión h e b r e a , e n su s e n t i d o más p r o f u n d o ; ésta
estaba decidida a evitar q u e las i m á g e n e s p a r t i c i p a s e n d e la esfera d e la religión, para
impulsar a la consciencia a c o n c e n t r a r s e más p r o f u n d a m e n t e e n la d i m e n s i ó n q u e e s -
tá más allá d e las apariencias, esto es, más allá d e c u a l q u i e r cosa q u e p u e d a ser r e p r e -
sentada e n la naturaleza. Volvemos a r e c o r d a r la a p o r t a c i ó n f u n d a m e n t a l de Barfield
a esta difícil c u e s t i ó n : el rostro de Israel se o p o n í a a la creencia d e q u e las propias i m á -
genes estuviesen llenas de «numinosidad»; d e q u e fuesen, e n sus palabras, « r e c e p t á c u -
los potenciales d e mana». Se trata de la «participación original», la «imagen grabada»
ahora p r o c l a m a d a c o m o t o t a l m e n t e e q u i v o c a d a ; p o r s u p u e s t o , n o e n el s e n t i d o o c c i -
dental p o s t e r i o r d e q u e sólo eran m a t e r i a , sino e n el s e n t i d o d e « N o te postrarás a n -
te ellas ni les darás culto» (Ex 20, 5), c o n f u n d i e n d o así la i m a g e n c o n la propia d i v i -
20
nidad m i s m a .
519
Los salmistas insistían e n q u e estos ídolos n o estaban llenos de nada, n o tenían un
«interior». E r a n meras apariencias h u e c a s d e vida:
520
sacerdotisas del t e m p l o y el c u i d a d o p o r p a r t e d e las mujeres d e los n i ñ o s nacidos d e
esas u n i o n e s . A m e n u d o la metafísica y la política se fusionan d e m a n e r a tan sutil q u e
resulta difícil decidir a q u é necesidad se a t i e n d e e n u n m o m e n t o d a d o . P o r e j e m p l o , la
matrilinealidad e n la descendencia fue abolida, y al asegurarse d e q u e la semilla israe-
lita n o se perdiese d u r a n t e los ritos estacionales d e fertilidad d e A n a t y Baal, se esta-
bleció la certeza de la descendencia patrilineal. La d e s c e n d e n c i a patrilineal se g a r a n t i -
zó bajo p e n a de m u e r t e al exigirse q u e las hijas fuesen vírgenes antes del m a t r i m o n i o ,
y que las mujeres p e r t e n e c i e s e n e x c l u s i v a m e n t e a sus m a r i d o s . La amarga lucha e n t r e
el sacerdocio levita y las c o s t u m b r e s cananeas se refleja e n el relato d e Génesis 2-3 e n
la imagen peyorativa de Eva. El ú n i c o y c u r i o s o vestigio de la c o s t u m b r e a n t e r i o r d e
descendencia matrilineal es el h e c h o d e q u e la a s c e n d e n c i a j u d í a se hereda hasta n u e s -
tros días a través de la m a d r e .
Desde el m o m e n t o e n q u e A a r ó n a n i m ó al p u e b l o a h a c e r u n a i m a g e n d e u n b e -
cerro de oro para representar ante él los a n t i g u o s ritos sacrificiales y sexuales, se esta-
21
bleció el m o d o de manifestarse de la l u c h a . El «becerro d e oro» era la forma de t o r o
del h i j o - a m a n t e de la diosa, la e n c a r n a c i ó n d e su p o d e r fertilizador. E n E g i p t o , el t o -
ro era Osiris y Serapis; en S u m e r , era D u m u z i ; e n Babilonia, T a m u z ; y e n C a n a á n ,
Baal. Pero había de regresar más tarde, después de la instauración d e la m o n a r q u í a ,
cuando J e r o b o a m , q u e r e i n ó después d e S a l o m ó n , e r i g i ó dos estatuas de toros, u n a al
norte en Betel, y otra cerca d e Jerusalén, d i c i e n d o , c o m o A a r ó n antes q u e él: «Este es
tu Dios, Israel, el q u e te ha sacado del país de E g i p t o » (Ex 32, 4; 1 R 12, 28).
S a l o m ó n (c. 1000 a. C.) fue quizás el p r i m e r rey d e Israel q u e introdujo el culto a
Aserá en Jerusalén. S a l o m ó n «amaba a Yahvé», p e r o t a m b i é n «ofrecía sacrificios y q u e -
maba incienso en los altozanos» (1 R 3, 3) e «hizo lo m a l o a los ojos de Yahvé, y n o se
m a n t u v o del t o d o al lado d e Yahvé, c o m o D a v i d su padre» (1 R 11, 6). Era c o s t u m b r e
en Canaán, c o m o en todas partes e n la é p o c a , q u e los reyes t u v i e r a n m u c h a s esposas.
Se dice q u e S a l o m ó n t u v o 700 esposas y q u e éstas «pervirtieron su corazón». T o m ó c o -
m o esposas a princesas de E g i p t o , Sidón y Anatolia, así c o m o d e sus vasallos cananeos,
m u y p r o b a b l e m e n t e para establecer el d e r e c h o d e sus hijos a g o b e r n a r estos lugares a
través de su ascendencia matrilineal. Todas estas princesas traerían a la c o r t e a sus d i o -
ses y diosas. C o m o dice Patai, «no cabe d u d a d e q u e fue el culto a Aserá, ya p o p u l a r
entre los h e b r e o s desde hacía varias g e n e r a c i o n e s , el q u e fue i n t r o d u c i d o p o r S a l o m ó n
22
en Jerusalén c o m o parte del culto de la casa real, para su esposa sidonia» .
El reino de Israel se dividió e n dos después del r e i n a d o de S a l o m ó n , según los p r o -
fetas p o r q u e S a l o m ó n había a b a n d o n a d o a Y a h v é y a d o r a d o en su lugar a Aserá o
Astarté (Ashtoreth). A h o r a había dos reinos, el del n o r t e , Israel, y el del sur, Judá, c u -
yas capitales eran Samaría y Jerusalén, r e s p e c t i v a m e n t e . Estuvieron c o n s t a n t e m e n t e en
guerra hasta la d e p o r t a c i ó n , en el r e i n o del n o r t e , de diez de las d o c e tribus de Israel
a m a n o s del rey asirio Salmanasar V, e n el 721 a. C . Hasta ese m o m e n t o , la diosa había
sido adorada p o r los h e b r e o s e n a m b o s reinos; c o n t i n u ó siéndolo e n el r e m o del sur,
521
J u d á , después d e la dispersión d e las tribus del r e i n o del n o r t e . El m e l a n c ó l i c o cronis-
ta del libro s e g u n d o de los R e y e s i n t e r p r e t ó esta a d o r a c i ó n c o m o la causa del castigo
d e Israel:
Los israelitas cometieron acciones torcidas contra Yahvé su Dios: se edificaron altozanos en
todas sus poblaciones... Se erigieron estelas y cipos sagrados sobre toda colina elevada y bajo to-
do árbol frondoso. Allí quemaban incienso, en todo lugar de culto, al m o d o de los pueblos pa-
ganos que Yahvé había deportado ante ellos. Obraron mal, irritando a Yahvé. (...) Yahvé se en-
colerizó sobremanera contra Israel y los apartó de delante de su rostro. N o quedó sino la tribu
de Judá (2 R 1 7 , 9 - 1 1 , 1 8 ) .
Destruid sus altares, destrozad sus estelas y romped sus cipos. N o te postres ante un dios ex-
traño, pues Yahvé se llama Celoso, es un dios celoso (Ex 34, 13-14).
522
12. La puerta de Istar, con los animales y
árboles sagrados de la diosa ( c . 6 0 0 a. C.
Babilonia)
He aquí que yo voy a hacer venir contra vosotros la espada y destruiré vuestros altozanos.
Vuestros altares serán devastados, rotas vuestras estelas; arrojaré vuestros caídos ante vuestras ba-
suras, pondré los cadáveres de los israelitas delante de sus basuras, y esparciré sus huesos en tor-
no a vuestros altares (Ez 6, 3-5).
523
Respondieron a Jeremías todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban incien-
so a otros dioses, y todas las mujeres presentes —una gran concurrencia- y todo el pueblo esta-
blecido en territorio egipcio, en Patros: «En eso que nos has dicho en nombre de Yahvé, no te
hacemos caso, sino que cumpliremos precisamente cuanto tenemos prometido, que es quemar
incienso a la reina de los Cielos y hacerle libaciones, como venimos haciendo nosotros y nues-
tros padres, nuestros reyes y nuestros jefes en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén
que nos hartábamos de pan, éramos felices y ningún mal nos sucedía. En cambio, desde qu e
dejamos de quemar incienso a la reina de los Cielos y de hacerle libaciones, carecemos de to-
do, y por la espada y el hambre somos acabados» (Jr 44, 15-18).
¡Baja, siéntate en el polvo, virgen, hija de Babel! ¡Siéntate en la tierra, destronada, hija de
los caldeos! Ya no se te volverá a llamar la dulce, la exquisita... Descubre tu desnudez y se vean
tus vergüenzas. Voy a vengarme y nadie intervendrá... ¡Que se pongan en pie y te salven! Los
astrólogos y observadores de estrellas, los que te pronostican cada luna lo que te va a sobreve-
nir. Mira, ellos serán como tamo que el fuego quemará. N o librarán sus vidas del poder de las
llamas... Eso serán para ti tus hechiceros por los que te has fatigado desde tu juventud... No ha-
brá quien te salve (Is 47, 1, 3, 13-15).
524
noción de divinidad, a t r i b u y é n d o l e p r o p o r c i o n e s h u m a n a s . D e ello resulta u n a c o n f u -
sión de lo «divino» y lo h u m a n o ; sin e m b a r g o , se h a c e necesario distinguir esta última
dimensión de las otras i m á g e n e s de Y a h v é .
1 3 . M o i s é s e n l o s b r a z o s d e la S e k i n á ( s i g l o III
d. C . S i n a g o g a d e D u r a E u r o p o s , Siria)
525
Patai cree q u e ésta es la i m a g e n de la Sekiná j u d í a , a la q u e se h a c e referencia por
28
este n o m b r e p o r p r i m e r a vez e n el siglo I d. C . La Sekiná se consideraba el aspecto
manifiesto o «presencia» de Yahvé, y t a m b i é n la novia de Y a h v é , así c o m o el Espíritu
santo, eslabón intercesor q u e u n e la d i m e n s i ó n divina c o n la h u m a n a . La i m a g e n de la
Sekiná desde el siglo I d. C . hasta la E d a d M e d i a será estudiada e n el capítulo 15.
E n la E d a d M e d i a , la leyenda d e esta relación c u l m i n a r í a e n la siguiente afirmación
h e c h a e n la cabala, tradición mística del j u d a i s m o : M o i s é s , y sólo él e n t r e todos los
h o m b r e s , n o sólo se c o n v i r t i ó e n el m a r i d o d e la M a t r o n i t (el n o m b r e q u e se le dio
más tarde a la Sekiná), sino q u e t a m b i é n se u n i ó a ella c u a n d o todavía era u n a entidad
29
c o r p ó r e a . E n las fuentes talmúdicas y midrásicas m á s antiguas esta idea q u e d a implí
cita e n la afirmación d e q u e Moisés fue el ú n i c o d e t o d o s los h o m b r e s a q u i e n la Sekiná
hablaba «cada h o r a sin aviso previo», y de q u e para p e r m a n e c e r , desde el p u n t o de vis
ta ritual, siempre p u r o , y así p o d e r recibir c o m u n i c a c i ó n d e la Sekiná, Moisés se sepa
r ó c o m p l e t a m e n t e de su esposa. Patai h a c e referencia a u n a leyenda s e g ú n la cual...
Cuando Moisés murió, la Sekiná lo tomó en sus brazos y lo llevó desde el Monte Nebo
hasta su sepulcro desconocido, a cuatro millas de distancia. La función de la Sekiná en la muer
te de Moisés es equivalente a la ayuda que le prestó en el m o m e n t o de su nacimiento. Leemos
en el Talmud babilónico que cuando la hija de Faraón encontró la cesta de juncos en la que la
30
madre de Moisés le había colocado, y la abrió, «vio a la Sekiná con él» .
526
de su infidelidad hacia él. A q u í , e n el libro del profeta Oseas, Yahvé habla de «Israel»
c o m o su esposa:
¡Pleitead con vuestra madre, pleitead, porque ella ya n o es mi mujer y yo no soy su marido!
¡Que quite de su rostro sus prostituciones y de entre sus pechos sus adulterios,
no sea que yo la desnude toda entera, y la deje como el día en que nació,
la deje convertida en desierto, la reduzca a tierra árida y la haga morir de sed!
Por eso yo voy a seducirla, voy a llevarla al desierto, y le hablaré al corazón.
Allí le daré sus viñas... y ella responderá allí como en los días de su juventud, como el día
en que subía del país de Egipto. Y sucederá en aquel día —oráculo de Yahvé— que ella me
llamará «Marido mío», y no me llamará más «Baal mío» (Os 2, 4-5, 16-18).
Es muy significativo que la fiesta tardía de la Pascua judía que, como hemos visto, se cele-
bró por primera vez en el 621 a. C. en recuerdo del Éxodo, tenga lugar en la fecha de la resu-
rrección anual de Adonis, que en el culto cristiano se convirtió en la Pascua de Resurrección.
Tanto en el culto pagano como en el cristiano, se trata de la resurrección de un dios, mientras
31
que en el judío es la del pueblo elegido .
527
N o es difícil e n t e n d e r p o r q u é el a n t i g u o T e s t a m e n t o h a sido descrito a m e n u d o co
32
1
m o «intolerablemente patriarcal» . Los sacerdotes h e b r e o s d e la E d a d del H i e r r o no
p o d í a n c o n c e b i r la posibilidad del m a t r i m o n i o e n t r e dios y diosa, p o r q u e ésta era la
i m a g e n del detestado ritual c a n a n e o , y a d e m á s e n su cultura las mujeres se considera
b a n inferiores a los h o m b r e s . D e la m i s m a m a n e r a q u e el cabeza d e la familia patriar
cal exigía la o b e d i e n c i a ciega d e su esposa e hijos, así t a m b i é n el g r a n padre h e b r e o exi
gía la o b e d i e n c i a ciega d e su «novia», Israel. El m o n o t e í s m o j u d í o , según se refleja en
el a n t i g u o T e s t a m e n t o , carecía de i m a g e n divina d e lo f e m e n i n o , de m a n e r a que no
p o d í a existir el m a t r i m o n i o sagrado entre dios y diosa, cielo y tierra. N o había diálo
go, c o m o lo h u b o en Grecia, entre las visiones matriarcales y patriarcales d e lá vida.
P o r ello, el p u e b l o fue firmemente a p a r t a d o d e t o d a su e x p e r i e n c i a pasada, personifi
cada e n la i m a g e n d e la diosa, y e n general e n las i m á g e n e s , llenas d e vida; perdió el
acceso q u e solía t e n e r a los valores éticos q u e p r o v e n í a n d e su e x p e r i e n c i a d e unión
c o n la vida, a n i m a d a p o r la presencia divina. Se c r e ó u n a i m a g e n divina q u e era sólo
t r a s c e n d e n t e , n o t r a s c e n d e n t e e i n m a n e n t e . Esto, tal y c o m o se p r e t e n d í a , m i n ó el an
t e r i o r sentido d e la sacralidad d e la tierra y d e la vida h u m a n a . La vida era sagrada por
q u e Yahvé la había creado, n o p o r q u e Yahvé se e n c a r n a s e e n ella.
528
Sofía (Hokmá):
la n o v i a c e l e s t i a l d e Yahvé-Elohim
529
33
u n lugar e n ellas . Parece q u e la necesidad q u e la p s i q u e siente p o r lo f e m e n i n o se re-
c o n o c e , d e alguna m a n e r a , en cada p e r í o d o , a pesar d e la decisión c o n s c i e n t e p o r par
te d e u n a clase sacerdotal de excluir dicha categoría.
¡Oh, reina mía, hija del cielo más puro, cuyo consejo es provechoso, que ocupas el lugar
más alto del cielo, que haces que la tierra viva: reina, madre, y fundadora de Lagash! Aquellos
a los que favoreces conocen la riqueza de la fuerza; aquellos a los que aprecias, la riqueza de los
años. N o tengo madre, tú eres mi madre; no tengo padre, tú eres mi padre. En el santuario me
pariste. O h , diosa mía, (Gatumdug), tuya es la sabiduría de toda bondad. Madre, permíteme
contarte mi sueño.
En mi sueño vi la figura de un hombre cuya estatura llenaba el cielo, cuya estatura llenaba
la tierra. La corona sobre su cabeza lo proclamaba un dios, y a su lado estaba el pájaro Imdugud.
La tormenta estaba a sus pies; a su derecha y a su izquierda yacían dos leones. Y me ordenó
construirle su casa. Pero quién era, no lo supe.
Entonces el sol se alzó de la tierra ante mí. Una mujer apareció —¿quién era? ¿quién no era?-
en su mano tenía un punzón puro; en la otra una tablilla de arcilla sobre la que estaban graba-
das las constelaciones celestiales. Estaba, por así decirlo, absorta en sus pensamientos. Y apare-
ció en ese sueño un segundo hombre, un guerrero, que sostenía una tablilla de lapislázuli so-
bre la que dibujó la imagen de una casa. Una litera fue colocada ante mí: sobre ella, un molde
hecho de oro para hacer ladrillos, y en el molde, el ladrillo del destino. Y a la derecha de mi
rey había un asno cargado.
«Mi pastor», dijo la diosa, «interpretaré el sueño para ti. El hombre cuya estatura llenaba el
cielo, cuya estatura llenaba la tierra, cuya corona lo proclamaba un dios, y a cuyo lado estaba
el pájaro Imdugud, y la tomienta estaba a sus pies, y a su derecha y a su izquierda yacían dos
leones era el dios, mi hermano, Ningursu. Su orden era que le construyeras su templo Eninnu.
Ahora bien, el sol que se alzó de la tierra ante ti era tu dios guardián, Ningizzida: como un sol,
su forma de serpiente se alza de la tierra. La mujer que sostenía un punzón y una tablilla de
constelaciones, absorta en sus pensamientos, era la diosa, mi hermana, Nisaba, mostrándote la
estrella de buen auspicio para que construyas el templo. El segundo hombre, un guerrero, con
la tablilla de lapislázuli, era el dios Nin-dub, diseñando para ti la estructura del templo. Y el as-
34
no, cargado, al lado del rey, eras tú, preparado para tu labor» .
530
Es posible que este testimonio escrito de un sueño, el más antiguo, constituyera el
fundamento de la posterior literatura sapiencial de la Biblia; la imagen femenina de la
sabiduría inspiró algunos de sus más sublimes poemas. Tras la figura de Sofía está la gran
madre anterior -¿quién era ella, quién no era?- proyectando su imagen hacia el futu-
ro. Una diosa en todo, menos en el nombre, y el equivalente femenino del creador su-
premo, la Sabiduría habla como lo hicieran Inanna e Isis antes que ella.
En algunas partes de la literatura sapiencial, Sofía habla con toda la autoridad de la
diosa anterior. En el resto, personifica un atributo de la deidad, como la sabiduría y la
creatividad de las que emerge el poder activo que da forma a la vida, igual que el ar-
tesano modela la madera o la arcilla. En el Sirácida, Sofía dice:
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y la transmitiré a las generaciones eternas.
Fijaos que no he trabajado sólo para mí solo,
sino para todos aquellos que buscan la sabiduría (Ecl 24, 3-6, 9-11, 13-14, 30-34).
Desde la eternidad fui formada, desde el principio, antes del origen de la tierra.
Fui engendrada cuando no existían los océanos,
cuando no había manantiales cargados de agua.
Antes que las colinas fui engendrada.
N o había hecho aún la tierra ni los campos,
ni el polvo pnmordial del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo,
cuando trazaba la bóveda sobre la superficie del océano;
cuando sujetaba las nubes en lo alto,
cuando afianzaba las fuentes del abismo,
cuando marcaba su límite al mar
para que las aguas no desbordaran sus orillas;
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba j u n t o a El, como aprendiz,
yo era su alegría cotidiana,
jugando todo el tiempo en su presencia,
jugando con la esfera de la tierra
y compartiendo mi alegría con los humanos (Pr 8, 2 3 - 3 1 ) .
532
sumeria de la Sabiduría c o n la diosa m a d r e . D i c h a asociación está presente e n el
Sirácida: «porque sus p e n s a m i e n t o s son más g r a n d e s q u e el mar, y sus consejos más p r o -
fundos q u e el abismo» (Ecl 24, 29). Las n u m e r o s a s y diferentes clases de árbol sagrado
de la diosa —el cedro, el ciprés, la palmera, el s i c ó m o r o , el m a n z a n o y el o l i v o - evocan
los patios de sus templos. La vid, c o m o el árbol, era u n a i m a g e n d e ella m i s m a y de su
hijo; es inseparable de la mitología de S u m e r y Babilonia, d o n d e I n a n n a , «la verde», era
diosa del cielo y de la tierra. Pero la antigua presencia l u n a r de I n a n n a resplandece s o -
bre t o d o en las imágenes de la luz asociada c o n la Sabiduría, v i s l u m b r á n d o s e e n la fi-
gura, más tardía, de Sofía ( H o k m á ) : «Ella es más bella q u e el sol y supera todas las c o n s -
telaciones; c o m p a r a d a c o n la luz, sale ganando» (Sb 7, 29).
El corpus de literatura sapiencial bíblica más antigua, el libro de Proverbios, n o se p u -
so por escrito hasta el siglo IV a. C. Era una c o m p i l a c i ó n de material más antiguo aún,
que incluía dichos sumerios, babilónicos y egipcios. El exilio de cincuenta años del p u e -
blo hebreo e n Babilonia t e r m i n ó en el 538 a. C , p e r o sólo u n tercio regresó a Israel.
Muchos estudiosos j u d í o s p e r m a n e c i e r o n en Babilonia y establecieron escuelas rabínicas,
donde se discutieron e interpretaron los textos bíblicos d u r a n t e 1.000 años; de forma p a -
recida, la academia platónica p e r m a n e c i ó 1.000 años en Atenas. El Talmud babilónico, o
corpus de comentarios rabínicos sobre la Biblia p r o d u c t o de estas escuelas, siempre se ha
considerado más profundo q u e el Talmud palestino. Sin e m b a r g o , una gran parte de la
literatura sapiencial q u e antaño perteneció a los textos sagrados de Israel se ha perdido.
N o es s o r p r e n d e n t e , en consecuencia, q u e e n la literatura sapiencial de Israel Sofía
sea virgen, c o m o las diosas anteriores: «Aún s i e n d o u n a sola, t o d o lo p u e d e ; sin c a m -
biar en nada, renueva el universo» (Sb 7, 27). Se renueva a sí m i s m a e t e r n a m e n t e , flu-
yendo «desde el c o m i e n z o del m u n d o » , g e n e r a c i ó n tras g e n e r a c i ó n . Seguir su «cami-
no» trae la vida; rechazarlo es invocar la calamidad y la m u e r t e . Es interesante q u e la
antigua u n i d a d entre los aspectos l u m i n o s o s y oscuros de la diosa p u e d e percibirse e n
la literatura sapiencial; pero lo q u e antes era u n a i m a g e n se ha dividido ahora e n dos
figuras diferentes, Sabiduría e Insensatez. La faceta oscura de la antigua diosa es p e r s o -
nificada en la Insensatez, representada c o m o prostituta q u e c o n v e n c e a la h u m a n i d a d ,
con «sus m u c h a s artes» (Pr 7, 21), para q u e a b a n d o n e el s e n d e r o d e la sabiduría. Tras la
imagen de la Sabiduría y la Insensatez, representada e n la m u j e r «extraña» o «extranje-
ra», está Istar, la diosa virgen de Babilonia; el p u e b l o j u d í o la dejó atrás c u a n d o r e g r e -
só del exilio, y la llamaron «la gran prostituta». E n los pasajes acerca d e la Insensatez, la
sexualidad extática q u e a n t a ñ o formaba p a r t e d e la i m a g e n total de la diosa c o m o su
«poder», y q u e se representaba en los ritos de fertilidad de sus t e m p l o s , es ahora la i m a -
gen del mal y d e la m u e r t e :
533
Ella lo agarra, lo besa,
y descaradamente le dice:
H e puesto colchas en mi cama
Y sábanas de lino egipcio;
he perfumado mi lecho con mirra
áloe, y cinamomo.
Ven, y saciémonos de caricias hasta la mañana,
embriaguémonos de amores (Pr 7, 10, 13, 16-18).
La Sabiduría pregona por las calles, en las plazas alza su voz. ¿Hasta cuándo, inexpertos,
amaréis la inexperiencia?
534
Atended a mis advertencias: derramaré mi espíritu para vosotros, y os comunicaré mis palabras.
Os llamé y no hicisteis caso,
os tendí mi mano y nadie atendió,
depreciasteis mis consejos,
no aceptasteis mis advertencias.
también yo me reiré de vuestra desgracia,
me burlaré cuando os invada el terror,
cuando os llegue, como un huracán, el terror,
cuando os sobrevenga la desgracia como un torbellino
cuando os alcancen la angustia y la aflicción.
Entonces me llamarán y no responderé,
me buscarán y no me encontrarán.
Pero el que me escucha vivirá seguro,
tranquilo y sin miedo a la desgracia (Pr 1, 2 0 , 2 2 , 2 3 - 2 8 , 3 3 ) .
535
los inteligentes, los puros, los más sutiles.
Pues la sabiduría es más móvil que cualquier movimiento,
Y, en virtud de su pureza, atraviesa y penetra todo.
Es un soplo del poder de Dios,
una emanación pura de la gloria del Omnipotente;
por eso, nada contaminado le afecta.
Es reflejo de la luz eterna,
espejo inmaculado de la actividad de Dios,
e imagen de su bondad.
Aun siendo una sola, todo lo puede,
sin cambiar en nada, renueva el universo;
y entrando en las almas santas en cada generación,
hace amigos de Dios y profetas.
Ella es más bella que el sol,
y supera a todas las constelaciones;
comparada con la luz, sale ganando.
Yo la amé y la pretendí desde mi juventud;
me empeñé en hacerla mi esposa,
enamorado de su belleza (Sb 7, 7, 1 0 , 2 1 - 2 7 , 2 9 ; 8, 2 ) .
536
mente en ese m o m e n t o , y Sofía n o volvió a aparecer c o m o figura principal hasta el
36
surgimiento del misticismo j u d í o e n la E d a d M e d i a » . C o m o m o s t r a r e m o s en el capí-
tulo 15, la i m a g e n de la Sofía f e m e n i n a , c o m o personificación de la sabiduría e n el j u -
daismo y en el cristianismo, fue reemplazada p o r el logos m a s c u l i n o . La palabra, c o m o
Sabiduría, se convirtió en e l e m e n t o m e d i a d o r e n t r e la divinidad y la h u m a n i d a d . D e
esta manera la i m a g e n femenina d e lo d i v i n o se p e r d i ó d e n u e v o .
La sabiduría se asocia t r a d i c i o n a l m e n t e c o n el n ú m e r o siete, el n ú m e r o q u e p e r t e -
nece, sobre t o d o , al á m b i t o de la mitología lunar. D e s d e t i e m p o s de S u m e r e n a d e l a n -
te h u b o siempre siete planetas sagrados, siete p u e r t a s del i n f r a m u n d o , siete Anunnaki o
guardianes del i n f r a m u n d o . El arco iris d e siete colores era el «collar d e Istar», q u e d e -
j ó a u n lado e n su descenso al i n f r a m u n d o . I n a n n a e Istar tenían q u e franquear siete
puertas para acceder al oscuro r e i n o de Ereshkigal o Allatu; e n la Biblia, siete pilares
sostienen la casa de la Sabiduría. Esta tradición se t r a n s m i t e más tarde a la mitología
gnóstica, d o n d e siete arcontes, o dioses planetarios, r e g e n t a n los eones o d i m e n s i o n e s
entre este m u n d o y la fuente d e la luz. S e g ú n la t r a d i c i ó n gnóstica Sofía, c o m o alma,
hija de la luz y de la verdad, t i e n e q u e pasar a través d e estos siete eones, liberándose
de su poder, c o n la ayuda de su h e r m a n o , C r i s t o , e n su viaje de regreso al seno de su
madre y su padre y el P l e r o m a , o fuente de luz, d e la q u e p r o v i n o .
M u c h a s d e estas i m á g e n e s a d q u i e r e n más t a r d e m u c h a i m p o r t a n c i a a la h o r a d e
c o m p r e n d e r de f o r m a m á s p r o f u n d a los evangelios cristianos y gnósticos, el A p o c a -
lipsis, y t a m b i é n del s i m b o l i s m o de la a l q u i m i a y del grial. La iconografía de la g r a n
diosa de E g i p t o y S u m e r c o n s t i t u y e el f u n d a m e n t o d e la literatura sapiencial del a n -
tiguo T e s t a m e n t o , igual q u e la é p o c a neolítica s u m i n i s t r ó las i m á g e n e s subyacentes
que se desarrollaron en la m i t o l o g í a d e la E d a d del B r o n c e . El libro d e los Proverbios
(siglo IV a. C.) y los más tardíos del Sirácida (siglo II a. O ) , de la Sabiduría d e S a l o -
m ó n (siglo I a. C ) , del C a n t a r de S a l o m ó n (siglo I a. C.) y el libro de H e n o c (100 a. C.)
señalan la t r a n s i c i ó n d e u n a é p o c a a n t e r i o r , e n la q u e la Sabiduría era u n aspecto de
la diosa m a d r e , a u n a é p o c a e n la q u e se c o n v i e r t e en el E s p í r i t u santo q u e m o r a e n
el interior, luz q u e guía el alma, personificada e n la i m a g e n d e C r i s t o , s e g ú n se r e -
presenta e n los evangelios cristianos y g n ó s t i c o s . C r i s t o es « u n o c o n el padre» en el
m u n d o p l e r o m á t i c o , p e r o t a m b i é n participa e n el m u n d o de la e x p e r i e n c i a h u m a n a .
La u n i ó n de n o v i o y novia, tan m a r a v i l l o s a m e n t e expresada en el C a n t a r de los c a n -
tares, se deriva de los rituales del m a t r i m o n i o sagrado d e S u m e r y E g i p t o , y anticipa
la d o c t r i n a gnóstica p o s t e r i o r acerca d e la u n i ó n del alma y su e q u i v a l e n t e celestial,
o n o v i o : C r i s t o , el hijo d e la divina m a d r e Sofía.
En estos libros, en vez de subrayarse la a d o r a c i ó n ciega d e la deidad, c o m o antes, se
resalta la relación c o n la deidad, a m e d i d a en q u e se va c o m p r e n d i e n d o q u e lo q u e se
llamaba «diosa o dios» está más allá de la c o m p r e n s i ó n h u m a n a ; q u e se trata u n a c o n s -
ciencia q u e habita e n t o d o s los seres h u m a n o s ; u n a consciencia q u e p u e d e despertar-
se, o encarnarse e n su interior. La iconografía del m a t r i m o n i o sagrado se integra y asu-
537
m e c o m o u n r i t o d e u n i ó n q u e el alma q u e ha d e s p e r t a d o p u e d e e x p e r i m e n t a r . El al-
m a se considera el n o v i o ; su equivalente «divina» es la novia. T a m b i é n p u e d e suceder
a la inversa: el alma q u e ha d e s p e r t a d o se considera la novia, q u e se u n e c o n su novio
celestial. Esta trascendental transfiguración, p r e s e n t e e n la E d a d del B r o n c e , e n los mis-
terios eleusinos y gnósticos y e n el florecimiento del j u d a i s m o y el cristianismo místi-
cos e n la E d a d M e d i a , refleja la c o m p r e n s i ó n cada vez m á s profunda p o r parte de la
consciencia h u m a n a de su p r o p i o f u n d a m e n t o . Esta c o m p r e n s i ó n se reformula conti-
n u a m e n t e e n nuevas versiones del m i t o i n m e m o r i a l d e la diosa y su h i j o - a m a n t e .
Sin e m b a r g o , el aspecto terrenal de la i m a g e n d e la diosa se p e r d i ó e n el transcur-
so d e esta e v o l u c i ó n . H o k m á o Sofía, se identificaron c o n frecuencia cada vez mayor
c o n la n o c i ó n abstracta d e la sabiduría d e la divinidad, y esta sabiduría se separó de la
i m a g e n d e lo f e m e n i n o divino. Parece q u e a m e d i d a q u e el a r q u e t i p o f e m e n i n o pier-
d e su i m a g e n , integrada en la diosa, q u e incluye t a n t o aspectos terrenales c o m o celes-
tiales, las mujeres t i e n d e n a ser denigradas c o n u n a i n t e n s i d a d cada vez mayor, porque
c a e n bajo la s o m b r a de la i m a g e n negativa y p e c a d o r a d e Eva. El a u t o r del libro de Ben
Sirá, q u e tan l í r i c a m e n t e escribió acerca d e la sabiduría, t a m b i é n escribió: «Por la mu-
j e r e m p e z ó el p e c a d o y p o r su culpa t o d o s m o r i m o s » (Ecl 25, 24), o «¡Cualquier heri-
da, m e n o s la del corazón! ¡ C u a l q u i e r maldad, m e n o s la d e la mujer!» (Ecl 25, 13). En
sitio a l g u n o es más e v i d e n t e la polarización e n t r e espíritu y naturaleza q u e e n la dis-
t i n c i ó n teológica e n t r e la Sofía celestial y la Eva terrenal, q u e más tarde, en la teología
cristiana, se trazó e n t r e María y Eva.
El m a t r i m o n i o sagrado
538
siderado su epitalamio, data de esa época; p e r o g r a n p a r t e del m i s m o se relaciona c o n
un t i e m p o a n t e r i o r y c o n la iconografía d e la diosa m a d r e , q u e p u d o h a b e r sido su
«consorte», m a d r e , h e r m a n a y novia, en u n ritual d e m a t r i m o n i o sagrado m u y p a r e c i -
do al s u m e r i o . La r i q u e z a de las i m á g e n e s sexuales y la a b u n d a n c i a d e los «frutos» d e
la tierra sugieren q u e su o r i g e n n o es j u d a i c o , sino q u e p o d r í a situarse en u n a é p o c a
en la q u e la tierra y la sexualidad n o h a b í a n sido separadas d e lo divino. A u n q u e n o se
excluyese del c a n o n d e las escrituras judías y cristianas, p e r t e n e c e a la tradición místi-
ca del j u d a i s m o y el cristianismo; y este h e c h o p o d r í a ser indicio de q u e el aspecto d e
la vida rechazado p o r la tradición o r t o d o x a se desvía p o r c a m i n o s ocultos e n el i n -
consciente y reaparece c o m o misticismo, sólo para ser r e c h a z a d o d e n u e v o p o r la o r -
todoxia.
Es posible q u e en C a n a á n se escribiesen letanías, h o y perdidas, para el ritual del m a -
trimonio sagrado entre la diosa Astarté y su h i j o - a m a n t e , el rey de la ciudad, q u e a d o p -
taba el papel de Baal; o quizás se transmitieron d e alguna m a n e r a de los t e m p l o s s u -
merios y egipcios a los t e m p l o s cananeos. C o m o n o c o n o c e m o s t e x t o a l g u n o q u e
contenga el ritual del m a t r i m o n i o sagrado e n C a n a á n , a m e n o s q u e se trate de este m i s -
mo p o e m a , p u e d e ser útil leerlo t e n i e n d o e n m e n t e el m a t r i m o n i o d e I n a n n a c o n el
rey de u n a ciudad s u m e r i a . Las palabras « ¿ Q u i é n es esa q u e se asoma c o m o el alba, h e r -
mosa c o m o la luna, refulgente c o m o el sol, i m p o n e n t e c o m o ejércitos en formación?»
(Ct 6, 10) evocan c l a r a m e n t e la i m a g e n de I n a n n a . E n la poesía amorosa s u m e r i a ,
Inanna invita al rey a su j a r d í n ; la leche y la miel, las m a n z a n a s y las granadas eran los
frutos de su j a r d í n , i m á g e n e s d e su fertilidad y d e la fertilidad d e la tierra regenerada
por el r i t o del m a t r i m o n i o sagrado. Es posible q u e sus sacerdotisas se llamasen a n t a ñ o
«hijas de U r u k » ; así, e n las «hijas d e Jerusalén» quizá p o d e m o s r e c o n o c e r a las s a c e r d o -
tisas de la diosa en C a n a á n . T a m b i é n e n E g i p t o se celebraba el m i s m o r i t o en los t e m -
plos de Isis y Osiris; Isis y Neftis se regocijaban c o n el regreso d e Osiris, su h e r m a n o
37
y novio, expresándose c o n las mismas i m á g e n e s q u e el C a n t a r d e los cantares .
El color n e g r o siempre se asoció c o n la gran diosa: Isis, Cibeles, D e m é t e r y A r t e -
mis. Simbolizaba la sabiduría inefable, el m i s t e r i o d e la vida y su p o d e r de a u t o r r e g e -
neración, en el sentido a p u n t a d o p o r Vaughan: «Hay e n D i o s , dicen algunos, u n a o s -
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curidad profunda y deslumbradora» . E n la visión de A p u l e y o , Isis está vestida c o n u n a
túnica negra. Pero d u r a n t e la E d a d del H i e r r o , a m e d i d a q u e el dios iba r e e m p l a z a n d o
a la diosa, la n e g r u r a se convirtió en u n s í m b o l o de la o s c u r i d a d e n t e n d i d a c o m o el
mal. Es evidente, sin e m b a r g o , q u e la iconografía del C a n t a r de los cantares p e r t e n e c e
a la tradición anterior. La novia se dirige aquí a su « h e r m a n o » , el n o v i o , d i c i e n d o :
539
Indícame, amor de mi alma,
dónde apacientas el rebaño,
dónde sestea al mediodía.
Yo soy un narciso de Sarón,
una azucena de los valles.
C o m o azucena entre cardos,
es mi amada entre las mozas.
C o m o manzano entre árboles silvestres,
así es mi amado entre los mozos.
M e apetece sentamie a su sombra,
su fruto me endulza la boca.
M e ha metido en la bodega,
Despliega junto a mí su bandera de amor.
Keponedme con tortas de pasas,
dadme vigor con manzanas,
porque estoy enferma de amor.
Su izquierda está bajo mi cabeza,
me abraza con la derecha.
Os conjuro, muchachas de Jerusalén,
por las gacelas y las ciervas del campo,
que no despertéis ni desveléis
a mi amor hasta que quiera.
Habla mi amado y me dice: (Ct 1, 5, 7; 2, 1
El n o v i o le contesta:
Ella habla de n u e v o :
Salid a c o n t e m p l a d ,
muchachas de Sión,
al rey S a l o m ó n
c o n la d i a d e m a c o n la q u e su m a d r e l o c o r o n ó
el día d e su b o d a , g o z o d e su c o r a z ó n ( C t 3 , 1 1 ) .
Él replica:
desde los m o n t e s d e l e o p a r d o s .
M e has r o b a d o e l c o r a z ó n , h e r m a n a m í a , e s p o s a ;
m e has r o b a d o e l c o r a z ó n ,
c o n una sola mirada,
c o n una v u e l t a d e tu collar.
¡ Q u é h e r m o s o s s o n tus a m o r e s ,
hermana y n o v i a mía!
¡ S o n m e j o r e s q u e el v i n o !
¡La fragancia d e tus p e r f u m e s
supera a t o d o s l o s a r o m a s !
Tus labios destilan m i e l v i r g e n , n o v i a m í a .
Debajo de tu l e n g u a
escondes miel y leche;
la fragancia d e t u s v e s t i d o s
parece fragancia del L í b a n o .
Eres h u e r t o c e r r a d o ,
hermana y n o v i a mía;
541
huerto cerrado,
fuente sellada.
Tus brotes, paraíso de granados
lleno de frutos exquisitos,
nardo y azafrán,
aromas de canela,
árboles de incienso,
mirra y áloe
con los mejores bálsamos.
¡Fuente de los jardines,
pozo de aguas vivas
que fluyen del Líbano! (Ct 4 , 7 - 1 5 )
Ella dice:
¡Despierta, cierzo,
llégate, ábrego!
¡Soplad en mi jardín,
que exhale sus aromas!
Entre mi amado en su huerto,
y coma sus frutos exquisitos (Ct 4 , 16).
Y él r e s p o n d e :
He entrado en mi huerto,
hermana y novia mía,
a cosechar mi mirra y mi bálsamo,
a comer de mi miel y mi panal,
a beber de mi vino y de mi leche.
¡Comed, amigos, bebed
queridos, embriagaos! (Ct 5, 1).
Ella habla d e n u e v o :
542
Me levanté para abrir a mi amado;
mis manos destilaban mirra,
mirra goteaban mis dedos
en el pestillo de la cerradura.
Abrí yo misma a mi amado,
pero mi amado se había marchado.
El alma se me fue con su huida.
Lo busqué y no lo hallé,
lo llamé y no respondió.
Me hallaron los centinelas,
los que rondan la ciudad,
me golpearon, me hirieron;
me despojaron del chai
los guardias de las murallas.
Yo os conjuro, muchachas de Jerusalén,
si encontráis a mi amado,
¿qué le habéis de decir?
Que estoy enferma de amor (Ct 5, 2 , 5 - 8 ) .
Y la novia les r e s p o n d e :
El n o v i o dice:
543
Aparta de mí tus ojos
que me subyugan.
T u melena es rebaño de cabras
que descienden del monte Galaad.
Tus mejillas, dos cortes de granada,
se adivinan tras el velo.
Sesenta son las reinas,
ochenta las concubinas,
(innumerables las doncellas),
pero única es mi paloma,
toda ella sin defecto,
única para su madre,
la predilecta de la que la engendró.
Las doncellas la felicitan al verla,
reinas y concubinas la elogian:
«¿Quién es esa que se asoma como el alba,
hermosa como la luna,
refulgente como el sol,
imponente como ejército en formación?».
¡Vuelve, vuelve, Sulamita,
vuelve, vuelve, que te miremos!
¡Qué lindos se ven tus pies
con sandalias, hija de príncipe!
Tus caderas torneadas son collares,
obra artesana de orfebre.
T u talla es como palmera,
tus pechos son los racimos (Ct 6, 4 - 5 , 7 - 1 0 , 13; 7 , 1, 7 ) .
Y la novia dice:
544
que no despertéis ni desveléis
a mi amor hasta que quiera (Ct 8, 1-2, 4 ) .
N o se ha d e s c u b i e r t o n i n g ú n t e x t o a n t e r i o r q u e sea tan r i c o e n i m á g e n e s c o m o el
Cantar de los cantares. Su presencia en la poesía y la literatura mística de los 2.000 si-
guientes años es clara, y allá d o n d e su influencia se h a c e notar, c o m o en la gran obra
de D a n t e , se transforma en fuente de inspiración d e u n a cultura. D e este p o e m a d e r i -
varon las imágenes q u e se a c u m u l a n en t o r n o a la virgen María: el narciso de Sarón, el
lirio de los valles, el h u e r t o cerrado, la t o r r e de marfil, la fuente sellada. E n la E d a d
Media inspiró la idea del diálogo entre C r i s t o y su novia, la Iglesia, y entre C r i s t o y el
alma h u m a n a personificada en María.
U n e j e m p l o t e m p r a n o de su influencia lo constituye u n t e x t o siríaco gnóstico del
siglo II d. C , llamado «El epitalamio d e la Sabiduría», q u e refleja u n ritual similar y
quizás derive d e u n t e x t o más antiguo, q u e celebrara tal vez el m a t r i m o n i o de Astarté
con su h i j o - a m a n t e . M u e s t r a q u e el m a t r i m o n i o sagrado, a n t a ñ o asociado c o n u n r i -
tual de t e m p l o q u e unificaba el cielo y la tierra, se ha c o n v e r t i d o en la i m a g e n de u n a
experiencia í n t i m a . El p o e m a está d i r i g i d o a Sofía, la hija d e la luz, y celebra la b o d a
entre el alma y su n o v i o , C r i s t o :
545
sus puertas correderas están adornadas con juncos.
Sus padrinos se agrupan alrededor,
siete en número, a los que ha invitado.
Sus damas de honor también son siete,
que guían la danza delante de ella.
Y doce son los sirvientes ante ella,
sus miradas buscando al novio;
para que, al verle, se llenen de luz.
Y entonces estarán con él por siempre
en eterna alegría imperecedera;
Y participarán de ese eterno banquete de boda,
en el que (todos) los grandes se reúnen;
y morarán en ese gozo
del cual son considerados dignos los inmortales.
C o n regias vestiduras serán ataviados,
39
y se pondrán túnicas de luz .
546
p u e d e decir es q u e la e x p e r i e n c i a d e la divinidad existe e n el alma, y q u e el alma i n
siste en h a c e r d e ella u n a i m a g e n p o r q u e siente q u e , a través d e esa i m a g e n , se relacio
na c o n algo m a y o r q u e ella m i s m a . La i m a g e n es sagrada; esto es lo q u e , más q u e n i n
guna otra cosa, u n e la p a r t e de la psique e n c a r n a d a e n el t i e m p o y el espacio c o n la
dimensión invisible q u e la envuelve.
J u n g se ha referido a la necesidad d e distinguir e n t r e cualquier «imagen d e la d e i
dad» (según su expresión) concreta y la i n c o g n o s c i b l e «verdad primera»:
La imagen de la deidad no es algo que se inventa, es una experiencia que asalta al hombre
espontáneamente... La imagen inconsciente de la deidad puede alterar, por lo tanto, el estado
consciente, de la misma manera que este último puede modificar la imagen de la deidad una
vez que se ha hecho consciente. Obviamente esto no tiene nada que ver con la «verdad pri
4
mera», con el Dios desconocido; al menos, no tiene nada que ver que pueda verificarse ".
547
q u e significaba. A pesar d e todas las limitaciones q u e d e b i ó a su identificación excesi
va c o n el m u n d o natural, al m e n o s c o n s i g u i ó expresar la relación indisoluble, o inclu
so la i d e n t i d a d , q u e existe e n t r e la p a r t e y el t o d o , e n t r e lo visible y lo invisible en to
dos los ó r d e n e s del ser. Sobre t o d o , subrayó la maravilla y el g o z o de la vida, porque
situó t o d a las manifestaciones d e la vida d e n t r o d e la esfera d e lo divino. L o q u e el es
t u d i o del m i t o de la diosa nos invita a c o n s i d e r a r es si (y, e n t o n c e s , c ó m o ) podemos
participar d e esa relación c o n la totalidad d e la vida sin sacrificar la consciencia, esa
consciencia en aras a la q u e h e m o s sacrificado la i m a g e n d e lo d i v i n o e n el m u n d o na
tural.
548
13
E v a : la m a d r e de t o d o viviente*
Wallace Stevens
E n t o n c e s Y a h v é D i o s h i z o caer u n p r o f u n d o s u e ñ o s o b r e el h o m b r e , q u e se d u r m i ó . Y le
q u i t ó u n a d e las c o s t i l l a s , r e l l e n a n d o el v a c í o c o n c a r n e . D e la c o s t i l l a q u e Y a h v é D i o s h a b í a
t o m a d o d e l h o m b r e f o r m ó u n a m u j e r y la l l e v ó a n t e e l h o m b r e . E n t o n c e s é s t e e x c l a m ó : «Esta
v e z sí q u e e s h u e s o d e m i s h u e s o s y c a r n e d e n ú c a r n e . E s t a será l l a m a d a m u j e r , p o r q u e d e l v a -
r ó n ha s i d o t o m a d a » ( G n 2 , 2 1 - 2 3 ) .
La s e r p i e n t e era e l m á s a s t u t o d e t o d o s l o s a n i m a l e s d e l c a m p o q u e Y a h v é D i o s h a b í a h e -
c h o . Y d i j o a la m u j e r : « ¿ C ó m o e s q u e D i o s o s h a d i c h o : N o c o m á i s d e n i n g u n o d e l o s á r b o -
les d e l j a r d í n ? » . R e s p o n d i ó la m u j e r : « P o d e m o s c o m e r d e l f r u t o d e l o s á r b o l e s d e l j a r d í n . M a s
del f r u t o d e l j a r d í n d e l á r b o l q u e está e n m e d i o d e l j a r d í n , h a d i c h o D i o s : N o c o m á i s d e é l , n i
l o t o q u é i s , s o p e n a d e m u e r t e » . R e p l i c ó la s e r p i e n t e a la m u j e r : « D e n i n g u n a m a n e r a m o r i r é i s .
Es q u e D i o s s a b e m u y b i e n q u e e l día e n q u e c o m i e r e i s d e é l , s e o s a b r i r á n l o s o j o s y s e r é i s c o -
m o d i o s e s , c o n o c e d o r e s d e l b i e n y d e l m a l » . Y c o m o v i e s e la m u j e r q u e el á r b o l e r a b u e n o p a -
ra c o m e r , a p e t e c i b l e a la v i s t a y e x c e l e n t e para l o g r a r s a b i d u r í a , t o m ó d e s u f r u t o y c o m i ó , y
dio t a m b i é n a su m a r i d o , q u e i g u a l m e n t e c o m i ó . E n t o n c e s se les a b r i e r o n a e n t r a m b o s los o j o s ,
y se d i e r o n c u e n t a d e q u e e s t a b a n d e s n u d o s ; y c o s i e n d o h o j a s d e h i g u e r a , s e h i c i e r o n u n o s c e -
ñ i d o r e s . O y e r o n l u e g o el r u i d o d e l o s p a s o s d e Y a h v é D i o s q u e p a s e a b a p o r el j a r d í n a la h o r a
d e la brisa, y e l h o m b r e y s u m u j e r s e o c u l t a r o n d e la v i s t a d e Y a h v é D i o s p o r e n t r e l o s á r b o -
549
les del jardín. Yahvé Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?». Éste contestó: «Te he oí-
do andar por el jardín y he tenido miedo, porque estoy desnudo; por eso estoy escondido». Él
replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te
prohibí comer?». Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y
comí». Dijo, pues, Yahvé Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?». Contestó la mujer: «La
serpiente me sedujo, y comí». Entonces Yahvé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto
maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre ca-
minarás y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre
tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar». A la mujer le dijo:
«Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu mari-
do irá tu apetencia, y él te dominará». Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu
mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu cau-
sa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá
y comerás la hierba del campo. C o n el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que te vuelvas
suelo, pues de él fuiste tomado». Tras expulsar al hombre, puso delante del jardín del Edén que-
rubines, y la llama de espada vibrante para guardar el camino del árbol de la vida (Gn 3 , 1-24).
550
lizarse la analogía se pasa p o r alto q u e la hoja cae e n u n a estación d e t e r m i n a d a , c u a n -
do la fuerza vital del árbol se retrae e n sí m i s m a para renovarse, revelando el b r o t e del
año p r ó x i m o , q u e yacía o c u l t o ; mientras q u e la h u m a n i d a d se considera culpable p o r
el final de su vida sobre la tierra, y n o se le p e r m i t e c o g e r el fruto del «árbol de la v i -
da», n o sea q u e , e n palabras d e Y a h v é , «viva para siempre».
Al igual q u e e n t o d o s los m i t o s del c o m i e n z o del t i e m p o histórico, éste analiza la
reacción h u m a n a ante el trabajo a r d u o , la e n f e r m e d a d , la vejez y la m u e r t e , final i n e x -
plicable de ese t i e m p o histórico. Pero e n m i t o s anteriores, la reflexión sobre el m i s t e -
rio de la m u e r t e lleva a u n a reflexión más p r o f u n d a sobre el m i s t e r i o de la vida, y d e
allí a u n a reflexión a ú n más profunda acerca del m i s t e r i o ú l t i m o de la fuente del ser
más allá de la vida y de la m u e r t e . G u í a así al c o r a z ó n h u m a n o hasta su propia fuente,
más allá de las categorías opuestas de t i e m p o y e t e r n i d a d . El m i t o del Génesis es ú n i -
co en la m e d i d a en q u e t o m a d e t o d o s los m i t o s anteriores las i m á g e n e s q u e afirman
la vida - e l j a r d í n , los cuatro ríos, el árbol de la vida, la s e r p i e n t e y los padres del m u n -
d o - y hace de ellos el f u n d a m e n t o n o d e la alegría y la maravilla, sino del m i e d o , la
culpabilidad, el castigo y el r e p r o c h e . Y ¿a q u é se culpa, o a q u i é n , si n o es a la m u j e r
y a la serpiente, e n c a r n a c i o n e s previas d e la diosa y su p o d e r , dadoras n o sólo d e m u e r -
te sino t a m b i é n de vida eterna?
C o m o h e m o s visto en las mitologías de M e s o p o t a m i a , E g i p t o y Grecia, el árbol,
con la serpiente a su lado o enroscada e n su t r o n c o , era el árbol de la vida d e la g r a n
diosa m a d r e . La serpiente era su f o r m a manifestada e n el t i e m p o , e t e r n a m e n t e m u -
riendo y e t e r n a m e n t e renovada c o m o la luna, q u e e m e r g e de su forma oscura c o m o
la serpiente e m e r g e de su piel. A cada lado de este árbol del m u n d o , el Axis Mundi, fi-
guran, en numerosas obras de arte, las e n c a r n a c i o n e s f e m e n i n a y masculina de este m i s -
terio central, de pie o sentadas; se trata de la propia diosa e n su f o r m a h u m a n a r e c o -
nocible y su c o n s o r t e q u e , c o m o la s e r p i e n t e y la luna, m u e r e c o m o su a m a n t e y renace
c o m o su hijo, en u n ritual q u e representa el p r o c e s o c o n t i n u o q u e subyace a los ciclos
visibles de la vida y la m u e r t e .
Tanto la figura 1 c o m o la figura 2 m u e s t r a n u n a figura femenina y una masculina,
un árbol central y u n a serpiente, p e r o sus significados son c o m p l e t a m e n t e diferentes.
En la figura 1 la figura femenina sentada es la diosa m a d r e s u m e r i a de la E d a d del
Bronce, y la serpiente q u e se alza, enroscándose, hacia arriba detrás de ella es la i m a -
gen de su p o d e r regenerativo. Al o t r o lado del árbol, e n idéntica postura, se sienta su
hijo-amante, llamado el «hijo del abismo, s e ñ o r del árbol de la vida», cuyo papel c o m o
fertilizador de la fuente de la vida se manifiesta e n los c u e r n o s d e t o r o sobre su c a b e -
za. Tanto la serpiente c o m o el toro, en e x t r e m o s o p u e s t o s del sello, son imágenes d e
la manifestación de la vida y de la m u e r t e d e la diosa; d e la u n i ó n de categorías o p u e s -
tas en u n a única visión se crea, p o r lo tanto, u n a auténtica i m a g e n especular. M á s ale-
jados de los e x t r e m o s del sello, los gestos t a n t o d e la diosa c o m o el h i j o - a m a n t e , q u e
extienden la m a n o hacia los frutos del árbol d e la vida, ofreciendo j u n t o s los d o n e s d e
551
jffllJjTpUENA TATAADLSI ADlwl
1. D i o s a y d i o s j u n t o a á r b o l de
la v i d a ( s e l l o c i l i n d r i c o sumerio,
c. 2 5 0 0 a. C.)
2 . La tentación de Eva (Codex
V i g i l i a n u s , A l d e b e n s e , 9 7 6 d. C.
España)
" l MiVii,.;wiJwjjw"
552
nar a la raza h u m a n a q u e todavía n o ha n a c i d o d e ella, c o n d e n á n d o l a a la m u e r t e . T o d o
lo que q u e d a de la diosa, antaño, efectivamente, la «madre d e t o d a la vida», es el n o m -
bre, q u e la mujer recibe ú n i c a m e n t e c u a n d o su significado sagrado se ha v u e l t o profa-
no. Sin e m b a r g o , el p r o p i o n o m b r e d e A d á n p r o v i e n e del t é r m i n o q u e designa la t i e -
rra, adaman, en otro t i e m p o el c u e r p o de la m a d r e diosa d e cuya sustancia participaban
todas las criaturas. D e m a n e r a similar, la s e r p i e n t e ha p e r d i d o su divinidad i n m a n e n t e
c o m o guardiana del árbol y señora del r e n a c i m i e n t o , y h a traicionado ambas f u n c i o -
nes, q u e son u n a en esencia. La i m a g e n es dramática: c o m o revelan las hojas d e la h i -
guera, capta el m o m e n t o d e la t o m a de consciencia h o r r o r i z a d a , c u a n d o los q u e s o n
parte de la naturaleza, al percibir q u e están «desnudos», son separados p o r siempre d e
la misma. Esta p e r c e p c i ó n q u e d a representada e n la i m a g e n c o m o la p e r c e p c i ó n de q u e
han infringido el m a n d a t o d e Yahvé, y de q u e , c o m o seres creados, q u e d a r á n a causa
de ello p o r siempre separados de su creador. ¿ D ó n d e está la i m a g e n de la e t e r n a m e n -
te renovada fuente de vida e n la q u e la h u m a n i d a d p u e d e confiar y hallar descanso? La
naturaleza, y e n c o n c r e t o la naturaleza h u m a n a , van a recibir la m a l d i c i ó n de aquel c u -
ya palabra posibilitó su existencia, y para q u i e n n o hay e x p i a c i ó n suficiente para el « p e -
cado» de desear el c o n o c i m i e n t o y la vida e t e r n a .
553
3 . Adán y Eva (1526) d e L u c a s C r a n a c h el Viejo
1
violentarlos. Para Yeats, las imágenes son «almas vivientes» : t i e n e n u n a vida propia y
específica. T a m b i é n para J u n g los símbolos n o p u e d e n c o n s c i e n t e m e n t e crearse o d e s -
2
truirse, sino q u e son «productos espontáneos» del i n c o n s c i e n t e colectivo . E n c o n s e -
cuencia, las i m á g e n e s del m i t o de Eva t i e n e n u n a vida propia pasada y presente, sea cual
sea el relato q u e se entreteja en t o r n o a ellas. C a m p b e l l señala q u e la o p o s i c i ó n e n t r e
imagen y palabra c o n d u c e a u n s e n t i m i e n t o d e «desacuerdo nervioso», s e g ú n su e x -
presión:
El d e r r o c a m i e n t o de la d i o s a madre
555
4 . La creación de Eva, Lorenzo Maitani, 1310-1330. D u o m o , O r v i e t o . El artista ha tallado
l o s r o s t r o s y las figuras d e D i o s y A d á n c o m o si f u e r a n d o s h e r m a n o s , u n o m a y o r y o t r o
m e n o r . E v a s u r g e d e l c o s t a d o d e A d á n , q u e d u e r m e , c o n la a y u d a d e D i o s como
«partera»; y el á r b o l f á l i c o , a l i n e a d o c o n l o s g e n i t a l e s d e A d á n , florece c o m o si é s t e
hubiera dado a luz c o m o una madre
5 . La creación de Eva ( s i g l o Xll, catedral de N o t r e - D a m e , portada oeste). Adán, hecho a
i m a g e n d e D i o s , s e a p o y a e n e l á r b o l d e l la v i d a , d e s c a n s a n d o s u m a n o s o b r e él e n u n
g e s t o q u e r e c u e r d a al d e la m a d r e d e l Buda
556
dre q u e crea vida; tras el significado d e la m a n e r a e n q u e nace Eva y d e su n o m b r e
existe u n relato s u m e r i o q u e los relaciona.
La palabra sumeria q u e designaba la vida era ti, q u e t a m b i é n significa «costilla».
Ninhursag, la diosa m a d r e sumeria, sanó la costilla d e E n k i , el dios del agua dulce,
creando a N i n - t i , u n a diosa del parto, q u e hacía los h u e s o s d e los n i ñ o s en el ú t e r o a
4
partir de las costillas de sus m a d r e s . El n o m b r e s u m e r i o N i n - t i p o d r í a significar «la s e -
ñora q u e da vida» (el título q u e t r a d i c i o n a l m e n t e se o t o r g a b a a u n a diosa) o «la s e ñ o -
ra de la costilla». El escritor yahvista de Génesis 2 y 3 i n d u d a b l e m e n t e conocía este d o -
ble significado, puesto q u e al elegir la versión d e la costilla todavía lo asocia c o n la
magia del n a c i m i e n t o . Pero e n el relato s u m e r i o , el a c t o d e c o m p a r t i r los huesos está
presente c o m o analogía en la u n i d a d d e la m a d r e y el hijo, i m a g e n del n a c i m i e n t o ;
mientras q u e en el m i t o h e b r e o , la naturaleza y la diosa se sacrifican en aras de ese m i -
lagro que es la m e n t e inventiva de Yahvé (el relato g r i e g o del n a c i m i e n t o de A t e n e a
de la cabeza de Z e u s c o n t i e n e una inversión similar). A d e m á s , la palabra hebrea q u e
designa la costilla, tsela, significa «tropezar»; da lugar, p o r lo tanto, a u n j o c o s o j u e g o
de palabras, p u e s t o q u e Eva recibe su n o m b r e i n m e d i a t a m e n t e después de «tropezar»
en n o m b r e de toda la h u m a n i d a d ; la p r i m e r a m u j e r caída, p e r o n o la última.
557
1
j a d a d e la i m a g e n y semejanza d e D i o s , y e n c o n s e c u e n c i a m e n o s capaz de efectuar u n a
La historia de Eva comienza con la aparición de Yahvé en el lugar de la madre de todos los
vivientes. Este trasvase de poder marca un cambio fundamental en la relación entre la humani-
7
dad y dios, el m u n d o y dios, el m u n d o y la humanidad, los hombres y las mujeres .
558
El paraíso
E l á r b o l d e la v i d a y el á r b o l d e l conocimiento
559
sobre la superficie d e la tierra, sus raíces se h u n d í a n p o r debajo y las ramas se alzaban
p o r e n c i m a ; era el g r a n pilar q u e unía la tierra c o n el cielo y c o n el i n f r a m u n d o , a tra-
vés del cual las energías del c o s m o s fluían c o n t i n u a m e n t e para d e s e m b o c a r en la crea-
c i ó n terrena. El espíritu d e vida q u e se m o v í a e n su i n t e r i o r era la serpiente, guardia-
na t a m b i é n del fruto o tesoro del árbol, q u e era la epifanía d e la diosa, esto es, la
experiencia de unidad.
P o r t o d o P r ó x i m o O r i e n t e , E g i p t o , C r e t a y Grecia, el árbol se plantaba e n los tem-
plos d e la diosa, en especial la higuera, la p a l m e r a , el ciprés, el m a n z a n o , el sicómoro
y el olivo. E n E g i p t o , las diosas H a t h o r e Isis eran ambas c o n o c i d a s c o m o «señora del
sicómoro», y el j u g o l e c h o s o d e su fruta se bebía c o m o si fuera la leche de sus pechos;
así o c u r r e e n el dibujo sobre la superficie de u n a c o l u m n a e n u n a cámara sepulcral de
la t u m b a del rey (figura 6). E n la p i n t u r a del siglo XI a. C . d e la figura 7, H a t h o r , Nut
o Isis aparece dibujada s u r g i e n d o del árbol, ofreciendo el a l i m e n t o y el agua de la vida.
El árbol de la vida t a m b i é n se relacionó c o n la s e r p i e n t e o el d r a g ó n (serpiente ala-
da), d u r a n t e más de 1.000 años antes de escribirse el Génesis. E n el 2025 a. C . el cáliz
del rey s u m e r i o G u d e a de Lagash (ver capítulo 5, figura 22) m o s t r a b a dos dragones ala-
dos s o s t e n i e n d o u n par d e p u e r t a s abiertas para revelar u n c a d u c e o d e serpientes en-
trelazadas; éstas eran la e n c a r n a c i ó n del dios N i n g i z z i d a , u n o d e los n o m b r e s dados al
c o n s o r t e de la diosa m a d r e , e n n o m b r e d e q u i e n figura e n el cáliz esta inscripción: «se-
ñ o r del árbol de la verdad».
E n u n m i t o g r i e g o de e n t r e el 700 y el 500 a. C . se hablaba d e u n árbol sagrado lla-
m a d o el árbol de las m a n z a n a doradas d e las H e s p é r i d e s . C r e c í a e n el b o r d e del m u n -
do, e n la tierra del sol p o n i e n t e , y sus m a n z a n a s se d i e r o n a H e r a c o m o regalo de b o -
da. La diosa las p u s o bajo la p r o t e c c i ó n de u n g r a n d r a g ó n (figura 8). Las propias
H e s p é r i d e s eran ninfas nacidas de la diosa N o c h e , q u e a p a r e c e n s o s t e n i e n d o unas ur-
nas llenas de las aguas de la vida, de las q u e el árbol crece. Jasón t a m b i é n d e b e enfren-
tarse a una g r a n serpiente q u e guarda u n árbol sagrado sobre el q u e está colgado el ve-
llocino de o r o (ver capítulo 7, figura 9), d e m a n e r a q u e aquí reaparece el m o t i v o de la
serpiente, el árbol y el tesoro del árbol. Las dos s e r p i e n t e s entrelazadas q u e forman el
c a d u c e o v u e l v e n a aparecer c o m o vara d e o r o o cayado d e t r a n s f o r m a c i ó n d e H e r m e s ,
el dios q u e p u e d e cruzar el u m b r a l e n t r e la vida y la m u e r t e . La s e r p i e n t e c o m o figu-
ra aislada c o r r e s p o n d e a Esculapio, dios d e la c u r a c i ó n .
C o m o h e m o s visto e n capítulos anteriores, la s e r p i e n t e fue la guardiana del árbol,
la fuerza vital d e la savia q u e asciende y d e s c i e n d e y, c o m o c o n s o r t e de la diosa, una
i m a g e n de los aspectos alternantes de la vida y la m u e r t e , q u e c o n f o r m a n el principio
e t e r n o , e n c a r n a d o e n el p r o p i o árbol. D e p e n d i e n d o d e q u é fase d e la vida se repre-
sentaba, los hijos-amantes nacían del árbol ( c o m o A d o n i s ) , vivían d e n t r o d e él (como
T a m u z ) , o eran e n t e r r a d o s en él ( c o m o Osiris e n su sarcófago d e c e d r o c u b i e r t o de
b r e z o ) . Los s u m e r i o s d e E r i d u hablaban de u n árbol maravilloso c o n raíces de cristal
b l a n c o q u e «se alargaban hacia el abismo; su asiento era el lugar central d e la tierra, sus
560
6. (arriba, izquierda) Hathor o
Isis c o m o el á r b o l d e la v i d a
dando de mamar a T u t m o s i s III
( c . 1 4 7 9 - 1 4 2 5 a. C . T u m b a de
T u t m o s i s III, valle de l o s
Reyes)
7. (arriba, derecha) Hathor, Isis
o N u t c o m o á r b o l d e la v i d a ,
o f r e c i e n d o e l a g u a d e la v i d a
eterna a los m u e r t o s (viñeta
d e l Libro de los muertos,
XXI d i n a s t í a , c . 1 0 0 0 a. C.)
8. (abajo, derecha) El manzano
d e o r o d e las Hespérides
( c . 7 0 0 - 4 0 0 a. C.)
9
hojas el l e c h o d e la m a d r e p r i m i g e n i a . E n su c e n t r o estaba T a m u z » . El ritual de talar
el árbol simbolizaba la etapa d e m u e r t e d e la totalidad del ser, c e l e b r a d o e n su estación
c o m o la «caída»; lejos d e i m p e d i r el r e n a c i m i e n t o , r e c o n o c í a su p e r p e t u a posibilidad
Si v o l v e m o s al Génesis, t e n i e n d o esto en c o n s i d e r a c i ó n , el árbol o los dos árboles y
la s e r p i e n t e t o m a n matices distintos. C u a n d o d e s c u b r i e r o n su propia d e s n u d e z , y no el
agua d e la vida, A d á n y Eva cosieron hojas de h i g u e r a para cubrirse c o n ellas; es posi-
ble, p o r lo tanto, q u e este árbol fuera t a m b i é n u n a h i g u e r a s i c ó m o r o , c o n sus grandes
hojas, el m i s m o árbol c o n s a g r a d o a la diosa Aserá e n C a n a á n , c o m o t a m b i é n lo era en
E g i p t o y e n C r e t a . Sólo en la E d a d M e d i a , c u a n d o los textos latinos d e la Biblia se hi-
c i e r o n disponibles, se desarrolló la tradición d e q u e el árbol del c o n o c i m i e n t o ' era un
m a n z a n o : según o t r o de esos j u e g o s d e palabras, la palabra q u e designa la manzana en
latín, malus, tenía la m i s m a raíz q u e m a l o , malum. (Bonum, c o m o era d e esperar, se que-
d ó e n el camino.)
E n el n o r t e de Babilonia la diosa del árbol d e la vida se llamaba la «divina señora
del E d é n » o E d i n , y en el sur era llamada «la señora d e la viña», u n c a m b i o de nombre
c o m p r e n s i b l e , d a d o q u e el s í m b o l o s u m e r i o de la «vida» era o r i g i n a r i a m e n t e una hoja
1
d e viña ". Sin e m b a r g o , en el m i t o del E d é n , d o n d e n o hay u n a i m a g e n unificadora de
u n a diosa, t a m p o c o hay u n árbol sino dos; o, p o d r í a m o s decir, el árbol se ha converti-
d o e n dos, y ahora el fruto d e a m b o s está p r o h i b i d o . E n las mitologías anteriores, un
sólo árbol ofrecía a la vez « c o n o c i m i e n t o » y «vida», o «sabiduría» e «inmortalidad» (co-
m o la figura 1). A q u í el c o n o c i m i e n t o del b i e n y del m a l se ha escindido de la vida
e t e r n a , d e m a n e r a q u e la p e r c e p c i ó n d e dualidad se vuelve t o t a l m e n t e contraria a la
p e r c e p c i ó n d e la u n i d a d d e la v i d a " . C a m p b e l l observa q u e «el p r i n c i p i o d e la disocia-
c i ó n mítica, p o r el q u e son separados e n la Biblia D i o s y su m u n d o , la inmortalidad y
la m o r t a l i d a d , se expresa en u n a disociación e n t r e el árbol del c o n o c i m i e n t o y el árbol
12
d e la vida eterna» .
D e m a n e r a q u e u n a vez más se c o n f u n d e la i m a g e n tal y c o m o la v e m o s c o n la his-
toria tal y c o m o la o í m o s . La i m a g e n q u e nos llega es la d e a m b o s árboles colocados
e n el m i s m o lugar e n el c e n t r o del j a r d í n , m i e n t r a s q u e la historia t o m a su significado
del h e c h o d e q u e son diferentes, y p o r ello necesitan, p o d r í a pensarse, estar e n dos si-
tios diferentes:
Yahvé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para
comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal (Gn
2, 9).
562
bol que está e n m e d i o del j a r d í n , de m a n e r a q u e e n el p l a n o d e las i m á g e n e s , los dos
árboles son, c o m o siempre lo fueron, u n o . D e m a n e r a significativa, Y a h v é n o p r o h i b e
el fruto del árbol de la vida hasta después d e h a b e r sido c o m i d o el del árbol del c o n o -
cimiento, c o m o si la d i m e n s i ó n más profunda del árbol se desvelara sólo e n t o n c e s . Sólo
cuando sus ojos se abren v e n lo q u e n o t i e n e n , p u e s e n t o n c e s c o n o c e n la distinción
entre m o r t a l e i n m o r t a l , categorías q u e antes n o existían. Es d e u n a lógica t e n t a d o r a
pero primitiva concluir q u e el (árbol del) c o n o c i m i e n t o los despoja del (árbol de) i n -
mortalidad, q u e la consciencia de la falta d e algo es la q u e lo arrebata. Sin e m b a r g o ,
c o m o en t o d o s los dualismos, lo q u e más b i e n o c u r r e es q u e los dos t é r m i n o s surgen
juntos y n o existen p o r separado. E n adelante sólo u n a epifanía, u n a revelación d e la
fuente del ser más allá d e a m b o s t é r m i n o s , p o d r á disolver d i c h o dualismo.
U n a m a n e r a de e n c o n t r a r cierto sentido e n la separación de los dos «árboles» quizá
sea la siguiente: percibir la vida en el t i e m p o , iniciada p o r la consciencia, c o m o la o p o r -
tunidad q u e se nos b r i n d a para e n t e n d e r el significado d e eternidad, fruto del otro á r -
bol que, ahora q u e se ha convertido en c e n t r o de a t e n c i ó n , está g u a r d a d o p o r los q u e -
rubines. La i m a g e n de los q u e r u b i n e s s o s t e n i e n d o u n a espada llameante q u e se volvía
en todas las direcciones para «guardar el c a m i n o del árbol d e la vida» recuerda a la vez a
los q u e r u b i n e s g u a r d a n d o el arca de la Alianza y las imágenes míticas más antigua d e
M e s o p o t a m i a y Asiria, e n las q u e a cada lado del árbol d e la vida t a m b i é n se erguían dos
seres alados, de forma h u m a n a , o b i e n leones o dragones alados. Sólo en el arte cristia-
n o los q u e r u b i n e s eran representados exclusivamente c o m o ángeles d e forma h u m a n a .
La serpiente
563
Poema de Gilgamesh, p u e s t o q u e allí la s e r p i e n t e r o b a la hierba d e la inmortalidad q U e
Y d i j o Y a h v é a M o i s é s : « H a z t e u n a s e r p i e n t e a b r a s a d o r a y p o n í a s o b r e u n m á s t i l . T o d o el
q u e h a y a s i d o m o r d i d o y la m i r e , v i v i r á » . H i z o M o i s é s u n a s e r p i e n t e d e b r o n c e y la p u s o en u n
m á s t i l . Y si u n a s e r p i e n t e m o r d í a a u n h o m b r e y é s t e m i r a b a la s e r p i e n t e d e b r o n c e , quedaba
c o n v i d a ( N m 21, 8 - 9 ) .
. . . d i r á n : « N o s e t e h a a p a r e c i d o Y a h v é » . E n t o n c e s Y a h v é l e p r e g u n t ó : « ¿ Q u é t i e n e s e n tu m a -
n o ? » . « U n c a y a d o » , r e s p o n d i ó é l . Y a h v é l e d i j o : « T í r a l o al s u e l o » . E l l o t i r ó al s u e l o y se c o n -
v i r t i ó e n u n a s e r p i e n t e ; y M o i s é s h u y ó d e ella. Y a h v é d i j o a M o i s é s : « E x t i e n d e tu m a n o y agá-
rrala p o r la c o l a » . E x t e n d i ó s u m a n o , la a g a r r ó y v o l v i ó a s e r c a y a d o e n su m a n o ( E x 4, 1-4).
564
b
De mito a doctrina
565
la doctrina ortodoxa. Nos enfrentamos inmediatamente a la dicotomía radical entre
el relato tomado literalmente como la divina palabra de Dios —lo que «Dios piensa»
de la humanidad— y el relato tomado simbólicamente, como intento de escenificar
una dimensión de la experiencia humana para entender lo que no puede conocerse
a través del intelecto sólo; se trata, en otras palabras, de un relato como cualquier
otro. Pero es fácil minusvalorar la facilidad con la que un relato escrito para analizar
una idea metafísica compleja se convierte, en las mentes de los que necesitan certe-
zas, en una doctrina concreta de fe; y su escala de significados cambia completa-
mente.
Cuando en la tradición judeocristiana esta historia se acepta como revelación divi-
na, alberga una concepción de la naturaleza humana como tendente de forma innata a
corromper y a traicionar todo lo mejor de sí misma; de la naturaleza humana como
antítesis de la sacralidad de la vida en la que, de forma paradójica, también se siente
contenida. Si se interpreta de forma literal, lo que la historia cuenta, en efecto, es que
Eva y Adán merecen morir porque rompieron la promesa que hicieron a Dios. Si se
concibe, ajustándonos todavía a la lectura literal, a Adán y Eva como paradigmas de los
hombres y las mujeres en su conjunto, lo que la historia dice es que la raza humana es-
tá condenada a la vida dentro del devenir temporal, de manera que el pasaje del naci-
miento a la muerte es y debe ser una expiación del pecado original. La idea de «peca-
do original» es una concreción de esta posición, que predispone a la raza humana a
adoptar una postura de justificación, postura desesperada porque está condenada a fra-
casar. Con una entrada de estas características en el mundo, no basta con «ser» de for-
ma espontánea y despreocupada.
Hablando claro, ¿quién se va a tragar esta lectura? Sin embargo, como Frye nos ha
recordado, no vivimos en contacto directo o desnudo con el universo como (supone-
mos) hacen otras formas de vida, sino dentro de un universo mitológico; esto es, de
un corpus de suposiciones y creencias, en su mayor parte inconscientes, o al menos in-
6
visibles' . Somos a la vez los beneficiarios y las víctimas de nuestra tradición mitológi-
ca, como lo somos de nuestras tradiciones lingüísticas y sociales, con la diferencia, en-
tre otras cosas, de que nuestro condicionamiento mitológico es más difícil de percibir
porque supera fronteras; si del otro lado de las mismas no existiese el mismo condicio-
namiento mitológico, desde ellas se nos desafiaría y se nos haría dudar de nuestros pro-
17
pios presupuestos .
El mito de Adán y Eva constituye el punto de partida de nuestra herencia cultural
y, sean cuales sean nuestros antecedentes religiosos, suele presentarse a los niños en una
edad en la que todas las historias son verdaderas. Adán y Eva no viven felices para siem-
pre, pero tampoco es dios el malvado brujo, de manera que no hay razón para que el
18
final sea infeliz, a menos que se vuelva infeliz cuando uno crece . Incluso si más tarde
la retomamos y la consideramos una historia que intenta comprender el significado del
sufrimiento y la muerte, inmediatamente caemos en la cuenta de que es la primera his-
566
1 0 . Eva ( 1 8 8 1 ) de A u g u s t e
Rodin (escultura de mármol,
139 x 550 x 642 cm)
567
19
t a r m e para n o l e v a n t a r m e n u n c a jamás?» . C o m o a A d á n y Eva, a Gilgamesh no se le
da lo q u e busca; p e r o n o es su culpa, sino «su destino».
Si se c o m p a r a el m i t o de la «caída» c o n este y otros m i t o s q u e tratan de la parado-
20
ja del alma «encadenada a u n animal m o r i b u n d o » , e n palabras d e Yeats , surge una pre-
g u n t a : si q u i e n p r e t e n d e alcanzar el c o n o c i m i e n t o d e b e aceptar c o m o guía el pecado
q u e se le atribuye, la culpa y el r e p r o c h e ; y, más a ú n , si estas categorías, q u e se alojan
e n nuestra m e n t e , e n t u r b i a n nuestra lucha diaria c o n el dolor, el d a ñ o , la inseguridad
y la pérdida. Añádase a esto q u e Eva y A d á n n o s o n p r e s e n t a d o s c o m o personajes de
u n relato, c o m o G i l g a m e s h y su a m i g o E n k i d u , d e m a n e r a q u e n o p o d e m o s ponernos
e n su lugar y tratar de sentir lo q u e sienten, sino q u e d e b e m o s verlos a distancia, co-
m o u n espejo q u e refleja la naturaleza h u m a n a y su defecto.
S o b r e Eva y su g é n e r o , c o m o v e r e m o s más a d e l a n t e , h a n r e c a í d o casi todas las con-
secuencias d e esta visión, i n t e r p r e t a d a c o m o u n a historia v e r d a d e r a acerca de cómo
son las cosas. A Eva, d o c t r i n a l m e n t e h a b l a n d o , se la ha a c u s a d o d e ser u n a mujer re-
al q u e c o m e t i ó u n c r i m e n real, lo q u e h a c e q u e todas las mujeres reales c o m o ella sean
capaces d e c o m p o r t a r s e de la m i s m a m a n e r a . El h e c h o d e q u e se asuma q u e la «pala-
bra d e Dios» n o alberga n i n g ú n t i p o d e ironía, paradoja, s i m b o l i s m o y todas las de-
más excelencias literarias q u e p u e d e n atribuirse a sus criaturas n o es, claramente, sus-
ceptible de d e b a t e t e o l ó g i c o ; «El» escribe c o n t o t a l claridad, de f o r m a literal y acerca
d e h e c h o s c o n c r e t o s . R e v e l a c i ó n y literalidad se c o m b i n a n d e m a n e r a ominosa. La
m e n t e q u e e n c u e n t r a u n m o t i v o de culpa y q u e lanza r e p r o c h e s —especialmente la que
se acusa d e u n «pecado» q u e d e h e c h o n o se h a c o m e t i d o , y q u e p o r ello n o puede
ser expiado— e n c u e n t r a alivio, d e f o r m a inevitable, c u a n d o se e n c u e n t r a u n chivo ex-
p i a t o r i o , p o r q u e c o n ello se d e v u e l v e u n a a p a r i e n c i a d e o r d e n a u n a situación in-
c o m p r e n s i b l e . Q u i z á p o d r í a m o s ir más lejos y afirmar q u e la p e r s o n a o el g r u p o in-
c o n s c i e n t e m e n t e s o m e t i d o a esa idea t i e n d e a b u s c a r u n c h i v o e x p i a t o r i o sobre el que
p r o y e c t a r ese s e n t i m i e n t o d e culpabilidad para p o d e r liberarse d e él. S e g ú n las inter-
p r e t a c i o n e s literales d e este relato, el chivo e x p i a t o r i o era Eva, y el m o t i v o n o era di-
fícil d e e n c o n t r a r : era u n a mujer. Así funciona el silogismo patriarcal del pensamien-
t o cristiano o r t o d o x o , a l g u n o s siglos después d e q u e Aristóteles n o s diera la definición
d e tautología.
E n realidad, quizá n o sea excesivo afirmar q u e este m i t o , i n t e r p r e t a d o c o m o narra-
c i ó n de h e c h o s verdaderos, ha c o n f i g u r a d o d e f o r m a implícita nuestras presuposicio-
nes culturales acerca d e la relación e n t r e h o m b r e s y mujeres, del lugar de la sexualidad
e n la vida h u m a n a y de la relación de la h u m a n i d a d c o n la naturaleza y lo divino; en
definitiva, c o m o m í n i m o ha c o n t r i b u i d o a configurar nuestra visión d e la propia natu-
raleza h u m a n a . Liberarnos p o r u n m o m e n t o d e nuestras estructuras mitológicas de
p e r c e p c i ó n debería al m e n o s p e r m i t i r n o s s u p o n e r q u e ha q u e d a d o excluida toda una
g a m a de posibilidades imaginativas.
Si c o n s i d e r a m o s la psique h u m a n a c o m o u n t o d o , desde la perspectiva de la idea
568
junguiana del s u b c o n s c i e n t e colectivo, se p o d r í a decir q u e a los estratos más p r o f u n d o s
del alma se los p r i v ó r e p e n t i n a m e n t e de u n a vida d e p a r t i c i p a c i ó n c o n la creación y d e
una percepción instintiva de la u n i d a d d e la vida g o b e r n a d a p o r la ley divina; algo q u e
se había c o m p r e n d i d o d u r a n t e miles de años a través d e la i m a g e n d e la diosa.
La c a í d a c o m o mito
del n a c i m i e n t o d e la consciencia
569
1 1 . El paraíso terrestre ( c . 1 4 1 0 ) , e n Les tres riches heures du Duc de Berry,
H e r m a n o s L i m b o u r g . A q u í el j a r d í n del E d é n es i m a g i n a d o c o m o u n círculo.
Y la a r m o n í a o r i g i n a l s e e x p r e s a e n la i m a g e n a r q u e t í p i c a d e la t o t a l i d a d ,
u n m á n d a l a . E s t e e s el e s t a d o a n t e r i o r a la s e p a r a c i ó n d e la c o n s c i e n c i a d e s u
f u n d a m e n t o , s i m b o l i z a d o p o r el j a r d í n , e n el q u e A d á n y E v a , deteniéndose
un m o m e n t o e n su p u e r t a c o n m i r a d a s l l e n a s d e n o s t a l g i a , d e s e a n permanecer
1 2 . La expulsión de Adán
y Eva del Paraíso (c. 1425)
de M a s a c c i o (Santa Maria
del C a r m i n e , Florencia)
571
La existencia humana hace que se formule una pregunta. Al hombre se le arroja a este mun
do sin su consentimiento, y se le arrebata de él de nuevo sin su consentimiento... Tiene an
vivir su vida, no es vivido por ella. Está en la naturaleza, pero trasciende la naturaleza... El me
ro hecho de nacer supone un problema. En el m o m e n t o de nacer, la vida le hace al hombre
una pregunta, y él debe responder a esa pregunta. Debe responderla a cada instante; no su men-
te, no su cuerpo, sino él, la persona que piensa y sueña, duerme y come y llora y ríe —el hom-
22
bre todo— debe responderla .
Adán y Eva, al comienzo de su evolución, están ligados a la sangre y a la tierra; todavía son
ciegos. Pero sus ojos se abrieron luego que adquirieron el conocimiento del bien y del mal.
C o n este conocimiento se rompió la armonía originaria con la naturaleza. El hombre comien-
za el proceso de individualización y corta sus vínculos con la naturaleza. D e hecho, el hombre
y la naturaleza se convierten en enemigos, que no se reconciliarán hasta que el hombre se tor-
ne plenamente humano. C o n este primer paso de cortar los vínculos que unen al hombre con
la naturaleza, comienza la historia —y la alienación—. C o m o hemos visto, ésta no es la historia
de la «caída» del hombre, sino de su despertar y , por consiguiente, del comienzo de su eleva-
23
ción .
572
1 3 . El á r b o l d e
la v i d a y d e l
conocimiento
en el j a r d í n d e la
inmortalidad (sello
sumerio cilindrico,
c. 2 5 0 0 a. C.)
E v a e n la c u l t u r a hebrea
573
Entonces Eva se alzó y salió, y cayó por tierra y dijo: «He pecado, oh, Dios; he pecado oh
padre de todo; he pecado contra ti, he pecado contra tus ángeles elegidos, he pecado contra los
querubines, he pecado contra tu firme trono; he pecado, señor, he pecado mucho; he pecado
26
ante ti, y todos los pecados de la creación se han cometido por mi culpa» .
Mi señor, señor y Dios de toda excelencia, no m e separes del cuerpo de Adán; pues me hi-
ciste de sus miembros. Más bien considérame, indigna y pecadora, digna de ser enterrada cer-
ca de su cuerpo. Y de la misma manera que estuve con él en el Paraíso, y no me separé de él
27
ni después de la transgresión, no permitas que nadie nos separe ahora .
E n otra historia más desenfadada, d e las Legends of the Jews d e G i n z b e r g , Eva tam-
b i é n es paradigma d e la naturaleza de la mujer. Se señala q u e las mujeres son superfi-
ciales y p o c o dignas d e confianza, c o m o Eva, o c o m o m í n i m o q u e sólo sirven para
b r o m e a r . P o r q u e c u a n d o el T o d o p o d e r o s o quiso crear a Eva n o sabía d e q u é parte del
c u e r p o de A d á n debía formarla:
Cuando Dios se disponía a hacer a Eva, dijo: «No la haré de la cabeza del hombre, para que
no lleve alta la cabeza con arrogante orgullo; no la haré del ojo, para que su mirada no sea lu-
juriosa; tampoco del oído, para que no sea una cotilla; tampoco del cuello, para que no sea in-
solente; tampoco de la boca, para que no sea una charlatana; tampoco del corazón, para que no
sea envidiosa; tampoco de la mano, para que no sea una entrometida; tampoco del pie, para
que no sea una azotacalles. La formaré de un parte casta del cuerpo», y a cada miembro y ór-
gano a medida que los formaba Dios les decía: «¡Sé casto, sé casto!». N o obstante, a pesar de to-
das sus precauciones, la mujer tiene todos los defectos que Dios intentó evitar. Las hijas de Sión
eran altivas y caminaban con los cuellos estirados y miradas llenas de lujuria; Sara fue una coti-
lla en su propia tienda, cuando el ángel habló con Abrahán; Miriam fue una acusica, acusando
a Moisés; Raquel tenía envidia de su hermana Lía; Eva alargó la mano para coger la fruta prohi-
28
bida, y Dina era una azotacalles .
574
tos de la luna y el sol. Las siguientes palabras, escritas e n fecha tan tardía c o m o el siglo
XIII a. C , todavía expresan la m a n e r a en q u e la l u n a y el sol - s i m b ó l i c a m e n t e la diosa
y el dios— se redefmen en u n a nueva relación más a c o r d e c o n las cambiantes p r i o r i d a -
des de h o m b r e s y mujeres e n la E d a d del H i e r r o :
Dios hizo dos grandes luces. Las dos luces ascendieron juntas con la misma dignidad. La lu-
na sin embargo, no estaba cómoda con el sol, y de hecho se mortificaban mutuamente...
Entonces dios le dijo a ella: «Ve y hazte más pequeña»... Entonces se hizo más pequeña para ser
la cabeza de las categorías infenores. Desde aquel tiempo no tiene luz propia, sino que toma su
luz del sol. Al principio eran iguales, pero después se hizo más pequeña y se acercó a los miem-
bros de su propia categoría, aunque todavía sigue siendo su cabeza. Cuando la luna estaba vin-
culada al sol, era luminosa, pero tan pronto como se separó del sol y le fue asignado el cuida-
3
do de sus propias huestes, redujo su estatus y su luz ".
«La mujer por su naturaleza está siempre intentando tentar y seducir al hombre... La causa
de la deshonra es la mujer, la causa de la enemistad es la mujer, la causa de la existencia m u n -
dana es la mujer; en consecuencia, la mujer deber ser evitada.» Al contrario, «no importa cuan
malvado, degenerado o carente de cualquier virtud sea un hombre; una buena esposa debe tam-
3
bién reverenciarlo como si fuera un dios» '.
Lilit
575
Gilgamesh golpeó a la serpiente que no podía ser encantada.
El pájaro Anzu voló con sus crías a las montañas;
33
y Lilit pulverizó su hogar y huyó a los lugares salvajes y deshabitados .
576
Yahvé i n t e n t a e n t o n c e s dar d e n u e v o a A d á n u n a esposa, p e r o esta vez a s e g u r á n -
dose de q u e es u n a creación h e c h a a partir de A d á n , sin e n t i d a d p r o p i a . Eva, sin e m -
bargo, n o s u p o n e u n é x i t o m a y o r q u e Lilit; casi tan p r o n t o c o m o es creada, r o m p e el
único m a n d a m i e n t o existente. C o m o observa Phillips, «una m u j e r i n d e p e n d i e n t e s ó -
lo p u e d e representar u n a c o n m o c i ó n f u n d a m e n t a l en u n a situación d i v i n a m e n t e o r -
3
denada» *.
En c o n s e c u e n c i a , la i m a g e n d e este fallo e n el o r d e n d i v i n o se c o n v i r t i ó e n el c e n -
tro de todas las fantasías terroríficas q u e p r o v o c a la sensación d e indefensión. Lilit p o -
día aparecer e n c u a l q u i e r m o m e n t o d e la n o c h e ; ella o a l g u n o de sus d e m o n i o s p o -
día e n t o n c e s llevarse a u n n i ñ o , a t e r r o r i z a n d o a los padres d e los p e q u e ñ o s . Podía
también poseer a u n h o m b r e d u r a n t e el s u e ñ o . Este constataría q u e había caído bajo
su p o d e r si e n c o n t r a b a restos d e s e m e n al despertar; e n t o n c e s sabría q u e Lilit había t e -
nido trato sexual c o n él. Es difícil evitar c o n c l u i r q u e Lilit se c o n v i r t i ó e n u n a i m a -
gen de deseo sexual n o r e c o n o c i d o , r e p r i m i d o y p r o y e c t a d o sobre la mujer, q u e se
convierte e n la seductora. P o r todas partes se h a n e n c o n t r a d o a m u l e t o s c o n t r a el « p o -
der» de Lilit.
A través de la figura de Lilit, en la cultura h e b r e a , la división y polarización propias
de la E d a d del H i e r r o de la gran m a d r e en sus dos aspectos —de diosa q u e da la vida y
de diosa q u e trae la m u e r t e - se llevan u n p o c o más lejos. A lo terrorífico del sufri-
miento inexplicable q u e p u e d e manifestarse sin p r e v i o aviso se le añade la d i m e n s i ó n
nueva de la d e m o n i z a c i ó n de la sexualidad. El m i t o en el Génesis, incluso leído c o n la
más seria de las i n t e n c i o n e s doctrinales, establece q u e es la infracción del m a n d a m i e n -
to de Yahvé, y n o la sexualidad, la causa de e x p u l s i ó n del E d é n a la c o n d i c i ó n h u m a -
na; y el c o n o c i m i e n t o del b i e n y del mal, q u e alcanzaron a través de su desobediencia,
tampoco se p u e d e explicar del t o d o en t é r m i n o s d e c o n o c i m i e n t o sexual. Sin e m b a r -
go, tanto la desobediencia c o m o el c o n o c i m i e n t o se asociaron m u y p r o n t o c o n la s e -
xualidad p o r q u e la p r i m e r a cosa q u e A d á n y Eva «vieron» c u a n d o «sus ojos se a b r i e -
ron» fue q u e estaban d e s n u d o s . Antes d e esto, estaban d e s n u d o s y sin vergüenza; p e r o
el texto implica q u e después se avergonzaron p o r q u e s u p i e r o n q u e estaban d e s n u d o s ,
no p o r q u e h u b i e r a n r o t o la palabra del señor, su D i o s . La d e s n u d e z v e r g o n z a n t e p r o n -
to se convirtió e n sexualidad p e c a m i n o s a , e s p e c i a l m e n t e c u a n d o la serpiente fálica h i -
zo su entrada e n la especulación teológica. E n ocasiones se identificaban la serpiente y
Lilit, y se dibujaba a la serpiente c o n u n c u e r p o d e mujer, i n t e r p r e t á n d o s e q u e dicha
criatura era Lilit. O t r a s veces, la serpiente tiene u n rostro c o m o el d e Eva. P o r esta r a -
zón, la sexualidad, o más b i e n u n a p e r c e p c i ó n d e la sexualidad c o m o algo «no divino»,
invade las leyendas sobre Lilit c o m o aspecto o s c u r o d e Eva, y de una m a n e r a sutil t a m -
bién mina la figura de la propia Eva.
Tanto en la literatura o r t o d o x a c o m o en la apócrifa, la sombra de Lilit sigue c e r -
niéndose sobre las mujeres hasta una fecha tan tardía c o m o el siglo XV d. C . En esa
época, y utilizando las mismas imágenes empleadas para Lilit, miles d e ellas fueron a c u -
577
sadas d e c o p u l a r c o n d e m o n i o s , matar n i ñ o s y seducir h o m b r e s ; e n definitiva, de ser
brujas. El siguiente pasaje es u n c o m e n t a r i o sobre los esenios del filósofo j u d í o Filón
de Alejandría, del siglo i d . C , cuya filosofía se ha s o m e t i d o , a p a r e n t e m e n t e sin pro-
testa e n este caso, a sus prejuicios:
Ningún esenio toma una esposa, porque una esposa es una criatura egoísta, excesivamente
celosa y una experta en engañar la moralidad de su esposo y en seducirlo con sus continuas im-
posturas. Pues con las palabras aduladoras que utiliza y sus otras formas de actuar como una ac-
triz sobre el escenario, primero engaña la vista y el oído, y luego, cuando estas víctimas han si-
39
do embaucadas, por así decirlo, engatusa a la mente soberana .
578
n o incluidos e n el c a n o n o r t o d o x o del a n t i g u o T e s t a m e n t o , c o n t i e n e n pasajes c o m o el
siguiente:
Las mujeres son el mal, hijos míos: como no tienen el poder ni la fuerza para enfrentarse al
hombre, usan tretas e intentan engañarlo con sus encantos; la mujer no puede dominar por la
fuerza al hombre, pero lo domina mediante la astucia. Pues ciertamente el ángel de Dios me
habló sobre ellas y me enseñó que las mujeres se entregan más fácilmente al espíritu de forni-
cación que el hombre, y que traman conspiraciones en su corazón contra los hombres: con su
forma de adornarse primero les hacen perder la cabeza, y con una mirada inoculan el veneno,
y luego durante el propio acto los hacen cautivos; pues una mujer no puede vencer a un h o m -
bre por la fuerza. Así que evitad la fornicación, hijos míos, y ordenad a vuestras esposas e hijas
que no se adornen sus cabezas y sus rostros, pues a toda mujer que usa tretas de este tipo le ha
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sido reservado el castigo eterno .
¡Cualquier herida, menos la del corazón! ¡Cualquier maldad, menos la de la mujer! Prefiero
vivir con un león o dragón que convivir con una mujer malvada. Toda malicia es poca j u n t o
a la de la mujer, ¡que la suerte del pecador caiga sobre ella! Por la mujer empezó el pecado, y
42
por su culpa todos morimos (Ecl 25, 13, 16, 19, 24) .
579
E v a e n la c u l t u r a cristiana
El libro de J o h n Phillips, Eve: The History qf an Idea, es u n análisis magistral del rni_
to d e Eva y d e su legado, es decir, de los e s q u e m a s destructivos d e nuestra cultura que
el m i t o refleja y apoya, sobre t o d o e n relación c o n el p r i n c i p i o f e m e n i n o . C o m o él
m i s m o señala, «la historia h u m a n a y las relaciones sociales están ordenadas de tal ma-
n e r a q u e ciertas posibilidades q u e d a n excluidas, p o r estar caracterizados A d á n y Eva
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c o m o lo están» . M u e s t r a c ó m o el desalentador m o t i v o q u e a b u n d a e n la pecaminosi-
dad d e Eva y d e la m u j e r p u e d e rastrearse p o r t o d a la cultura cristiana, incluso hasta
llegar al t e ó l o g o m o d e r n o Karl B a r t h . Su investigación n o s ha sido de gran ayuda en
este capítulo, y r e c o n o c e m o s nuestra d e u d a c o n él.
El cristianismo n o sanó la h e r i d a q u e la lectura literal del relato d e Génesis 2 y 3 in-
fligió e n la i m a g e n de la mujer. D e los textos se d e d u c e q u e A d á n era perfectamente
feliz solo e n el paraíso hasta q u e llegó Eva. C o n su a p a r i c i ó n c o m e n z a r o n sus proble-
mas. C o m o señaló Lutero, s i g u i e n d o u n a t r a d i c i ó n b i e n asentada, si la serpiente hu-
45
biera asaltado a A d á n la victoria h u b i e r a sido d e A d á n .
A pesar del h e c h o —aparentemente crucial— d e q u e e n los evangelios Jesús n o men-
ciona el p e c a d o original ni asimila la sexualidad c o n el p e c a d o , estas ideas se convir-
t i e r o n e n u n o d e los pilares d e la enseñanza cristiana. Los h o m b r e s q u e lo erigieron
fueron e n p r i m e r lugar Pablo, y después los padres d e la Iglesia, sobre t o d o Agustín,
46
q u e declaró q u e las mujeres n o t i e n e n alma .
Pablo n o apoya su admirable afirmación d e q u e j u d í o y cristiano, esclavo y hombre
libre, h o m b r e y mujer, «todos vosotros sois u n o e n C r i s t o Jesús» (Ga 3 , 2 8 ) . E n otros
lugares distingue c o n firme a u t o r i d a d e n t r e el valor d e los h o m b r e s y el de las mujeres
ante los ojos de D i o s . D e n u e v o , la razón p o r la q u e se d o m i n a n las criaturas de Dios
es la palabra sagrada de D i o s en el Génesis:
Asimismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no
con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos, sino con buenas obras, como conviene a las
mujeres que hacen profesión de piedad. Q u e la mujer oiga la instrucción en silencio, con toda
sumisión. N o pennito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Q u e se mantenga en si-
lencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán,
sino la mujer que, seducida, incurrió en la trasgresión (1 Tm 2, 8 - 1 4 ) .
[Se someterán] las mujeres a sus maridos, como al señor, porque el mando es cabeza de la
mujer, como Cnsto es cabeza de la Iglesia, el salvador del cuerpo. C o m o la Iglesia está sumisa
a Cristo, así también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo (Ef 5, 2 2 - 2 4 ) .
580
La esposa cristiana a d o p t ó el m i s m o papel q u e la esposa j u d í a , c o m o la Iglesia a d o p -
tó en relación c o n C r i s t o el papel q u e Israel tenía e n relación c o n Y a h v é . E n la e p í s -
tola a los colosenses se e x h o r t a a los m a r i d o s a q u e a m e n a sus esposas, mientras q u e a
éstas se les dice: «mujeres, sed sumisas a vuestros m a r i d o s , c o m o c o n v i e n e e n el Señor»
(Col 3, 18). E n la p r i m e r a epístola a los c o r i n t i o s , a los h o m b r e s se les p e r m i t e p r o f e -
tizar a «todos p o r t u r n o para q u e t o d o s a p r e n d a n y sean exhortados» (1 C o 14, 31), p e -
ro las mujeres t i e n e n q u e guardar silencio:
Las mujeres cállense en las asambleas, que no les está permitido tomar la palabra; antes bien,
estén sumisas, como también la Ley lo dice. Si quieren aprender algo, pregúntenlo a sus p r o -
pios maridos en casa; pues es indecoroso que una mujer hable en la asamblea (1 Co 14, 3 4 - 3 5 ) .
El varón no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen de la gloria de Dios, pero la mujer es
gloria del varón. En efecto, no procede el varón de la mujer, sino la mujer del varón. Ni fue
creado el varón por razón de la mujer, sino la mujer por razón del varón (1 C o 11, 7-9).
Sea o n o Pablo el a u t o r d e estos pasajes, reflejan las actitudes del sacerdocio cristia-
no primitivo hacia la mujer, y son esos pasajes los q u e se h a n citado e n el pasado (y e n
47
el presente) para m a n t e n e r a las mujeres en su «sitio» .
Eva y P a n d o r a
581
creó a P a n d o r a c o m o castigo para la raza h u m a n a , p o r q u e P r o m e t e o le había llevado
el d o n del fuego, r o b a d o de m a n o s de los dioses:
«Yo a cambio del fuego les daré un mal con el que todos se alegren de corazón acariciando
con cariño su propia desgracia.» Así dijo y rompió en carcajadas el padre de hombres y dioses-
ordenó al muy ilustre Hefesto mezclar cuanto antes tierra con agua, infundirle voz y vida hu-
mana y hacer una linda y encantadora figura de doncella semejante en rostro a las diosas inmor-
tales. Luego encargó a Atenea que le enseñara sus labores, a tejer la tela de finos encajes. A la
dorada Afrodita le mandó rodear su cabeza de gracia, irresistible sensualidad y halagos cautiva-
dores; y a Hermes, el mensajero Argifonte, le encargó dotarla de una mente cínica y un carác-
ter voluble... Y puso a esta mujer el nombre de Pandora porque todos los que poseen mansio-
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nes olímpicas le concedieron un regalo, perdición para los hombres que se alimentan de pan .
Pero aquella mujer, al quitar con sus manos la enorme tapa de una jarra los dejó diseminarse
y procuró a los hombres lamentables inquietudes. Sólo permaneció allí dentro la Espera
[Esperanza según otras interpretaciones], aprisionada entre infrangibies muros bajo los bordes
de la jarra, y no pudo volar hacia la puerta; pues antes cayó la tapa de la jarra... Mil diversas
4
amarguras deambulan entre los hombres: repleta de males está la tierra y repleto el mar ''.
La diosa Atenea de ojos glaucos le dio ceñidor y la adornó con vestido de resplandeciente
blancura; la cubrió desde la cabeza con un velo, maravilla verlo, bordado con sus propias ma-
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nos; y con deliciosas coronas de fresca hierba trenzada con flores, rodeó sus sienes Palas Atenea.
En su cabeza colocó una diadema de oro que él mismo cinceló con sus manos, el ilustre
Patizambo, por agradar a su padre Zeus. En ella había artísticamente labrados, maravilla verlos,
numerosos monstruos, cuantos terribles cría el continente y el mar; de ellos grabó muchos
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aquél, y en todos se respiraba su arte, cual seres vivos dotados de voz .
Luego que preparó el bello mal, a cambio de un bien [el fuego], la llevó donde estaban los
demás dioses y los hombres, engalanada con los adornos de la diosa de ojos glaucos, hija de p o -
deroso padre; y un estupor se apoderó de los inmortales dioses y hombres mortales cuando vie-
53
ron el espinoso engaño, irresistible para los hombres .
Si alguna vez hubo una tal Pandora, a quien Hesíodo llama la primera mujer, su cabeza fue
la primera en ser coronada de gracias con una diadema; pues recibió dones de todos y por ello
se le llamó «Pandora»; Moisés, sin embargo, al describir a la primera mujer, Eva, señala que su
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cintura estaba rodeada de hojas, lo que es más conveniente que llevar flores en las sienes .
583
dad d e previsión» d e los n o m b r e s de los dos h e r m a n o s a p u n t a de f o r m a a ú n más insis-
t e n t e a u n a elección h e c h a e n t r e dos categorías opuestas; d e h e c h o , O r í g e n e s compa-
5
ra d e f o r m a explícita el relato de la u r n a p r o h i b i d a c o n el d e la fruta prohibida *.
H e r m e s , guía d e las almas y dios t r a m p o s o d e la i m a g i n a c i ó n y d e la curiosidad divi-
na, da a P a n d o r a su n o m b r e , su voz y su naturaleza taimada; t i e n e u n papel similar al
de la serpiente, p u e s a m b o s p e r t u r b a n el estado d e las cosas y precipitan el cambio. Sin
e m b a r g o , en n i n g u n o d e los dos casos se subraya la iniciación a la consciencia moral de
la elección ( a u n q u e quizá lo fue en el relato g r i e g o original), sino la aparición de la
tristeza y la m u e r t e p o r culpa de la mujer.
E r a s m o , a n t i c i p á n d o s e c o n gran precisión a la idea del lapsus freudiano, cambió pi-
thos, j a r r a o u r n a , por pyxis, caja (en argot, los genitales f e m e n i n o s ) ; cargó, p o r lo tan-
to, de una c o n n o t a c i ó n i n n e g a b l e m e n t e sexual a la vasija original, a n t a ñ o el c u e r p o sa-
59
g r a d o d e la diosa q u e c o n t e n í a y confería t o d o s los d o n e s d e la vida y de la muerte .
D o r a y E r w i n Panofsky plantean la interesante idea de q u e el «error» d e E r a s m o con-
sistió en realidad e n fundir o c o n f u n d i r a P a n d o r a c o n Psique, la novia de C u p i d o (el
Eros g r i e g o ) , hijo de Venus (la Afrodita griega), e n el relato de C u p i d o y Psique que
1
figura e n El asno de oro d e Apuleyo' ". A Psique, e n la ú l t i m a d e las tareas q u e Venus le
e n c o m i e n d a , se le da u n a pyxis, q u e ha de llevar al H a d e s y llenar c o n u n p o c o de la
belleza de Perséfone. O b t i e n e la pyxis, «sellada y llena», p e r o n o p u e d e resistir la ten-
tación de abrirla. Los vapores q u e e m a n a n de ella la e m b r i a g a n y se desmaya, y C u p i d o
584
la rescata. La analogía q u e p o s i b l e m e n t e interesó a E r a s m o , ya i n m e r s o en la tradición
de Eva, fue la capacidad de las mujeres de s u c u m b i r a la t e n t a c i ó n , y a n t e p o n e r el d e
seo subjetivo a la o r d e n objetiva. E n c u a l q u i e r caso, el m o v i m i e n t o q u e nos traslada d e
la u r n a de la vida y la m u e r t e a la caja, y la insensatez q u e s u p o n e abrirla, c o m ú n a a m
bos relatos, hace posible u n a vez más q u e se lleve a c a b o s u t i l m e n t e esa c r u d a analogía
entre el sexo de u n a m u j e r y su inferioridad m o r a l . La simpatía q u e los padres d e la
Iglesia sentían p o r esta idea explica, sin d u d a , q u e se desviasen p o r sendas paganas c o n
el fin de conseguir pruebas q u e f u n d a m e n t a s e n su postura.
Eva c o m o c r e a c i ó n secundaria
585
1 6 . La creación de Eva
( c . 1 4 1 5 - 1 4 1 6 ) , e n Les Heures
de Rohan, del Maestro de
Rohan
101 _
itit fM^flinficón
D ^i^pte
i aoaoif amiíi£HM¡itnHiffi¡tims|
TéTTcefir roiaimtr¡rjnrtiopTlis.
aífmím nimü itTnm^CT
1 »
En tercer lugar, el hombre es superior en consciencia, porque Eva fue extraída de Adán mien-
tras éste dormía profundamente; esto es, Eva fue extraída de su estado inconsciente... Su sue-
ño dio a Eva como fruto; Eva es el «sueño» del hombre. En cuarto lugar, Adán es sustancial-
mente superior, porque a Eva se le da una forma inicial en Adán como parte de un todo... La
existencia, esencia y sustancia material de Eva dependen de Adán. Él es su causa formal, pues-
to que ella está hecha de su costilla; y él es su causa final, porque la finalidad y el propósito de
la existencia de ella es ser una ayuda para él. El hombre es la condición previa de la mujer y el
64
fundamento de la posibilidad de su existencia .
586
La idea de q u e la m u j e r p e r t e n e c e al h o m b r e antes q u e a sí m i s m a y a D i o s , a p a r e -
ce aquí tan p r o f u n d a m e n t e enraizada q u e parece situarse más allá de la historia. Sin e m -
bargo, data sólo de la E d a d del H i e r r o , o r i g i n á n d o s e e n c o n c r e t o a partir de las c r e e n -
cias y la estructura tribal de los arios y los semitas n ó m a d a s .
En la i m a g e n , realizada c o n t e r n u r a , de Les Heures de Rohan, en la figura 16, D i o s
extrae c o n delicadeza a Eva del costado de A d á n ; ella es tan d i m i n u t a c o m o u n n i ñ o
pero a la vez es una m u j e r c o m p l e t a m e n t e desarrollada, i m a g e n exacta de la a m b i v a -
lencia a la q u e H i l l m a n se refiere.
Pues el poder activo presente en la semilla del hombre tiende a producir algo igual a sí mis-
mo, perfecto en masculinidad; pero la procreación de una mujer es el resultado o bien de la de-
bilidad del poder activo, de la inadecuación del material, o bien de algún cambio debido a in-
67
fluencias extemas, como el viento del sur, por ejemplo, que es húmedo .
587
La c o m b i n a c i ó n d e Aristóteles y el m i t o del Génesis influyó d e f o r m a decisiva en
T o m á s d e A q u i n o . E n sus escritos, fundamentales para la teología católica, situaba a la
m u j e r e n u n estrato inferior al del h o m b r e , ignobilior et vilior, s e g ú n su expresión. Esto
es c o m p a r a b l e a la enseñanza b r a h m á n i c a d e India q u e establece q u e la m u j e r está des-
tinada a reencarnarse en u n nivel inferior al del h o m b r e a causa d e su inferioridad in-
68 69
n a t a . Esta idea t a m b i é n se e n c u e n t r a , s o r p r e n d e n t e m e n t e , e n el Timeo de P l a t ó n . En
O c c i d e n t e esta idea se manifestó e n el d e s c o n c e r t a n t e d e b a t e medieval «Habet mulier
animum?», ¿tiene alma la mujer?
R e s t o s de estas ideas persistieron en la m e d i c i n a hasta el siglo X I X , c u a n d o el semen
todavía se consideraba s u p e r i o r a la sangre, y el p a p e l del m a c h o e n la procreación su-
p e r i o r al de la h e m b r a , q u e sólo aportaba el ú t e r o . D e f o r m a análoga a la relación de
la v i r g e n María c o n el Espíritu santo, la m u j e r era el r e c i p i e n t e q u e c o n t e n í a la semi-
lla d i v i n a m e n t e activa. El ó v u l o f e m e n i n o n o se buscaba p o r q u e n o había razón algu-
na para q u e existiese; o m e j o r d i c h o , había m u c h a s r a z o n e s p o r las cuales n o existía. La
a s u n c i ó n de la inferioridad f e m e n i n a ha p e r d u r a d o d e tal f o r m a q u e ha estructurado la
p e r c e p c i ó n hasta llegar a ser casi imposible d e percibir.
E n u n o d e los ú l t i m o s libros d e F r e u d , Compendio del psicoanálisis, la idea de la in-
f e r i o r i d a d f e m e n i n a se atribuye a todas las niñas e n lo q u e c o n s t i t u y e la ausencia to-
tal d e a r g u m e n t a c i ó n seria. F r e u d señala q u e u n a c o m p r e n s i ó n d e la psicología feme-
n i n a ha de basarse en la creencia de q u e todas las niñas, al c o m p a r a r s e c o n los niños,
llegan «naturalmente» a la c o n c l u s i ó n de q u e su a n a t o m í a es inferior, y, p o r desgracia,
la visión q u e d e sí mismas t i e n e n desde ese m o m e n t o n u n c a r e c u p e r a su a n t e r i o r ino-
cencia:
Una niña no tiene, por supuesto, necesidad de temer la pérdida de un pene; sin embargo,
tiene que reaccionar ante el hecho de no haber recibido uno. Desde el primer momento envi-
dia a los niños su posesión: puede afirmarse que todo su desarrollo tiene lugar bajo la influen-
cia de la envidia del pene. Ella... se esfuerza en compensar su defecto, esfuerzos que pueden lle-
var al final a una actitud femenina normal. Si durante la fase falica intenta obtener placer como
un chico mediante la manipulación de sus genitales, ocurre que a menudo no consigue obte-
ner suficiente gratificación y extiende su valoración de inferioridad de su pene atrofiado a to-
7
do su yo ".
588
72
uno m e j o r p u e d e ver u n o m i s m o » . C o m o contraste, u n a leyenda africana, c o m o u n
soplo de aire fresco, dice lo siguiente:
E v a , la s e r p i e n t e y el d i a b l o
La asociación entre Eva y la serpiente, y entre la serpiente y Satán (el Samad de la leyenda
judía y el Shaitan o Iblis del Corán), se efectúa repetidamente en las interpretaciones de la his-
toria de la creación y la caída de los primeros hombres... Se la considera portavoz del diablo,
pariente de Satán. A veces a ella misma se la percibe, de algún m o d o , como la fruta prohibida,
74
o la serpiente en el paraíso, o incluso la caída .
589
g e n q u e sugiere i m p l í c i t a m e n t e q u e Eva ha a s u m i d o el papel t e n t a d o r d e la serpiente
en relación c o n A d á n . A d e m á s , tras estas r e p r e s e n t a c i o n e s se ocultaba la insinuación de
q u e la relación d e Eva c o n la serpiente n o era del t o d o c o m o debería ser.
La presteza c o n la q u e algunos escritores de fe cristiana a d o p t a r o n esta iconografía
c o m o real exige q u e se haga u n i n t e n t o p o r c o m p r e n d e r lo q u e o c u r r e c u a n d o espiri
tualidad y sexualidad se polarizan. El instinto sexual, c e r c e n a d o del espíritu y debilita-
590
do p o r la represión, parece h a b e r e n c o n t r a d o e n esta i m a g e n c o n c r e t a u n a expresión
de lo q u e se temía y deseaba a la vez: el genital disociado de la mujer. E n palabras d e
75
Jung: «Lo q u e es i n c o n s c i e n t e se proyecta; ésa es la n o r m a » .
M i l t o n parodia de f o r m a admirable las premisas generales de esta c o n v i c c i ó n t e o l ó
gica c u a n d o , e n El paraíso perdido, A d á n identifica a Eva c o n la serpiente:
591
Fuera de mi vista, serpiente, el nombre que mejor
te cuadra, con ella aliada, tú misma igual de falsa
y odiosa; sólo falta que tu forma,
como la suya, y tu serpentino color muestren
tu encubierto engaño, para prevenir a toda criatura contra ti
de ahora en adelante; no sea que tu forma, celestial en exceso,
unida a infernal falsedad, les engañe.
y concluye:
Phillips lo r e s u m e en estos t é r m i n o s :
592
19. Adán y Eva,
(1598) d e P e t r u s
Paulus Rubens
593
El diablo tentó a Eva para que pecase; Eva, sin embargo, sedujo a Adán. El pecado de Eva
no habría traído la muerte a nuestra alma y a nuestro cuerpo de no haber pasado luego a Adán
7
a quien Eva, y no el diablo, indujo a pecar. Ella es, por lo tanto, más amarga que la muerte *
Y de n u e v o :
Quizá la mujer podría expiar más completamente por medio de una imagen total de peni-
tencia aquello que le es transmitido por Eva: me refiero a la ignominia del primer pecado y al
oprobio de la perdición humana... ¿Sabéis que sois, cada una de vosotras, una Eva?... Sois el
pórtico del diablo; sois la que rompió el sello de aquel árbol prohibido; sois la primera deser-
tora de la ley divina; sois aquella que persuadió a quien el diablo no fue lo suficientemente va-
leroso para atacar. Destruísteis tan fácilmente la imagen de Dios, el hombre. A causa de vues-
7
tra deserción —es decir, la muerte— incluso el hijo de Dios tuvo que morir "'.
Soy Eva, la mujer del noble Adán; fui yo quien desobedeció a Jesús en el pasado; fui yo
quien arrebató el cielo a mis hijos; soy yo, en honor a la justicia, quien debería haber sido cru-
cificada. Tenía el cielo a mi disposición: ¡funesta la nefasta elección que me avergonzó! ¡Funesto
el castigo por mi crimen, que me ha envejecido! ¡Desdichada de mí, mi mano no es pura! Fui
yo quien cogió la manzana; pasó por la estrechez de mi garganta; por ello, mientras vivan a la
luz del sol, las mujeres no cesarán en su inconsciencia. N o habría hielo en lugar alguno; no ha-
bría invierno, su resplandor y sus vientos; no habría infierno, no habría codicia, no habría te-
2
rror si no es por mí* .
594
El carácter i n c o n s c i e n t e d e estas p r o y e c c i o n e s es tan singular c o m o su existencia
continuada e n la sociedad cristiana. Sólo m u y r e c i e n t e m e n t e se ha c u e s t i o n a d o la ley
sobre v i o l a c i ó n , q u e asumía de f o r m a implícita q u e la m u j e r era e n g r a n m e d i d a r e s -
ponsable d e la m i s m a : o b i e n se daba p o r s e n t a d o q u e ella había «incitado» d e a l g u -
na manera al h o m b r e a q u e creyese q u e estaba i n v i t á n d o l e a q u e la asaltara, o se c o n -
cluía q u e (al carecer d e v o l u n t a d propia) c u a n d o la m u j e r decía «no», n o era eso
realmente lo q u e quería decir. Sólo r e c i e n t e m e n t e se ha c o n s i d e r a d o q u e la paliza a
una mujer p o r p a r t e d e su m a r i d o es u n a ofensa c o n t r a la p e r s o n a , antes q u e u n cas-
tigo aceptable i m p u e s t o p o r u n m a r i d o a su mujer. El m i t o d e la «seducción» d e la
obediencia d e A d á n hacia D i o s p o r p a r t e d e E v a y la idea de q u e ella es «culpable»
por lo q u e a m b o s «hicieron» p o d r í a n subyacer a estos f e n ó m e n o s , d e otra f o r m a i n -
comprensibles.
Los tapices q u e m u e s t r a n las figuras 20 y 21 están relacionados entre sí. E n la figu-
ra 20 D i o s saluda a A d á n , q u e acaba de ser f o r m a d o de la tierra, c o m o a u n h e r m a n o ,
la imagen de sí m i s m o . E n la figura 21 la sustancia p r i m a r i a , h e c h a a i m a g e n d e D i o s ,
y sintiéndose e n su p l e n o d e r e c h o , p r o c e d e —y esto, dada su e d u c a c i ó n , es a l t a m e n t e
p r o b a b l e - a culpar a Eva, sin sensación alguna de h a b e r c o n t r i b u i d o él m i s m o a la v u l -
neración del m a n d a m i e n t o d e su creador.
En el siglo X V el Papa a u t o r i z ó a dos d o m i n i c o s , S p r e n g e r y K r a e m e r , a f o r m a r u n a
comisión de investigación para casos d e brujería y a entregar a las mujeres q u e c o n s i -
derasen culpables a la Inquisición. S p r e n g e r fue u n h o m b r e q u e , a pesar del o d i o q u e
sentía hacia las mujeres, profesaba la más profunda v e n e r a c i ó n p o r la V i r g e n ; f o r m ó la
83
primera confraternidad laica para la o r a c i ó n del rosario e n 1475 . El terrorífico d o c u -
m e n t o q u e estos dos d o m i n i c o s redactaron, l l a m a d o el Malleus Malejicarum (El martillo
de las brujas; literalmente, El martillo d e las m a l h e c h o r a s ) se p u b l i c ó entre 1487 y 1489
y se convirtió en el m a n u a l de la Inquisición; se e d i t ó diecinueve veces y se utilizó m u y
frecuentemente d u r a n t e los siguientes trescientos años. F u e responsable de la p e r s e c u -
ción, tortura y asesinato e n la h o g u e r a o la h o r c a d e miles de mujeres, incluida J u a n a
de Arco, consideradas brujas q u e habían t e n i d o trato c o n el diablo.
La Inquisición fusionó e n u n a tres categorías d e personas perseguidas: brujas, h e r e -
jes y d e m e n t e s . M u c h a s de las mujeres acusadas eran enfermas mentales y, d a d o q u e e n
la época se consideraba q u e los e n f e r m o s m e n t a l e s p e r t e n e c í a n a la categoría d e los p o -
seídos p o r el diablo, la causa d e su posesión era, i n e v i t a b l e m e n t e , p r e o c u p a c i ó n p o r el
sexo. Los autores escribieron:
Toda brujería proviene del deseo carnal, que en las mujeres es insaciable. Hay tres cosas que
nunca son saciadas; más aún, una cuarta cosa que nunca dice: Ya es suficiente; y ésta es la b o -
4
ca del útero. Razón por la cual para satisfacer su lujuria tienen tratos hasta con diablos* .
595
a aquellos q u e h a n sido bautizados ni a los q u e llevan el signo d e la cruz. Lilit ya n o es
u n espíritu i n c o r p ó r e o ; se ha «encarnado» en las mujeres, y aquellos cuya santidad sea
suficiente p u e d e n r e c o n o c e r l a .
Z i l b o o r g , en su Historia de la psicología médica, al r e c o n s t r u i r la historia del trata
m i e n t o de e n f e r m e d a d e s mentales desde Grecia hasta la m o d e r n i d a d , escribe:
596
El Viejo M u n d o parece haberse levantado contra la mujer y escrito este horrible certifica-
do de su propia locura. Aun después de haber sido torturada y golpeada en el cuerpo y en el
espíritu, no se le concedía a la mujer el privilegio de afrontar el m u n d o de una manera direc-
ta. La bruja, con sus ropas desgarradas, con sus heridas y marcas expuestas a la curiosidad, su ca-
beza y órganos genitales afeitados para que ningún diablo pudiera ocultarse en su pelo, era con-
ducida de espaldas al tribunal para que sus ojos malignos no pudieran posarse sobre el juez y
hechizarlo.
En la historia de la humanidad nunca se degradó tan sistemáticamente a la mujer. Ella pa-
gó por la caída de Eva siete veces, y la ley asumía un tono de orgullo y engreimiento, abri-
85
gando la ilusoria certidumbre de que la voluntad del Señor se había cumplido .
E v a y el cuerpo
597
enraizada e n la psique cristiana. Sólo la alquimia trabajaba a partir de la premisa de q U e
En las heces y en la orina -la frase es de Agustín- del alumbramiento, se resumió la cerca-
nía de la mujer a todo lo que es vil, bajo, corruptible y material; a través de la «maldición» de
la menstruación se acercaba más a las bestias; lo atractivo de su belleza no era sino un aspecto
de la muerte que trajo consigo el seducir a Adán en el jardín. San Juan Crisóstomo lo avisó: «El
conjunto de su belleza corporal no es más que flema, sangre, bilis, reuma, y el fluido de los ali-
88
mentos digeridos» .
C o m p á r e s e c o n Yeats:
Amor es todo lo
insatisfecho
que no puede tomar la totalidad
de cuerpo y alma;
89
y eso fue lo que dijo Jane .
598
el útero era el mal: este conjunto de ideas endémicas a la cristiandad no son sino la extensión
9
de la argumentación de Agustín acerca del pecado original ".
El aspecto material de lo femenino, «su cuerpo humano, la cosa más tendente a la crasa c o -
rrupción material» (redacción textual papal de la bula que declaró la asunción de la virgen María
como dogma, 1950), tendrá un tinte doblemente negativo. Cuanto más femenino sea el mate-
rial, tanto más mal encerrará; cuanto más materializada sea la hembra, tanto más oscura será. Las
fantasías acerca de la inferioridad femenina se hacen más elaboradas cuando se centran en el
cuerpo físico de lo femenino, ya que precisamente en este punto se cristaliza el «lado abismal
9
del hombre corpóreo con sus pasiones animales y su naturaleza instintiva» '.
599
las tradiciones místicas, marca la entrada a u n a c o m p r e n s i ó n más p r o f u n d a . La inicia-
c i ó n e n los misterios más ocultos d e la vida r e q u i e r e d e las personas, e n todas las tra-
d i c i o n e s , q u e lleven a c a b o u n ritual q u e las separe d e la vida cotidiana «en el mundo»-
esto les p e r m i t i r á e x p e r i m e n t a r u n «segundo n a c i m i e n t o » a u n a nueva f o r m a de visión
y d e o í d o , resultado de lo q u e los alquimistas c o n o c í a n p o r Opus contra naturam, la obra
c o n t r a la naturaleza.
La distinción de g é n e r o entre, p o r u n lado, la d e n i g r a c i ó n del c u e r p o y de toda vi-
da física, instintiva, y, p o r otro, la c o n s t r u c c i ó n , o r d e n a c i ó n y v i n c u l a c i ó n de la vida
c o r p ó r e a y física c o n los fines del i n d i v i d u o e n su c o n j u n t o es, l ó g i c a m e n t e , crucial.
Q u i z á n u n c a haya sido de gran ayuda el distinguir los e l e m e n t o s d e esta cuestión aso-
ciándolos c o n t é r m i n o s tales c o m o «espíritu» y «materia»; n o ayuda e n absoluto, desde
l u e g o , el polarizar los dos lados de u n conflicto e n e n t i d a d e s diferentes para después
p o n e r a u n o p o r e n c i m a del otro. Incluso si a c e p t a m o s p r o v i s i o n a l m e n t e u n a distin-
c i ó n e n t r e «espíritu» y «materia» - a l m e n o s e n n u e s t r o l e n g u a j e - la labor de concilia-
c i ó n de estos «conceptos» se hace casi i m p o s i b l e si existe u n prejuicio i n h e r e n t e con-
tra cualquiera d e los dos. Q u i z á sea, p o r otra p a r t e , m e n o s e v i d e n t e q u e son las
i m á g e n e s de lo m a s c u l i n o y lo f e m e n i n o en la p s i q u e las q u e yacen, a m e n u d o invisi-
bles, tras afirmaciones más g r a n d i l o c u e n t e s sobre lo q u e es, o n o es, una vida valiosa.
La a r g u m e n t a c i ó n d e H i l l m a n es fundamental:
La relación materia espíritu y las dificultades que su armonización conlleva reflejan, desde
un punto de vista psicológico, dificultades previas en la amionización de esos contrarios que
llamamos cuerpo y mente o, más profundamente, masculino y femenino... En otras palabras,
una imagen uniforme del m u n d o dependerá de las imágenes masculinas y femeninas de la psi-
que, porque incluso las imágenes del m u n d o son en parte, también, fenómenos psicológicos...
La transformación de la imagen de lo femenino es requisito necesario para la transfomiación de
nuestra imagen del mundo. Una imagen uniforme del m u n d o en metafísica requiere de una
uniformidad de la propia imagen en psicología, una conjunción de espíritu y materia represen-
tados por lo masculino y lo femenino. La idea de la inferioridad femenina es, por lo tanto, pa-
radigmática respecto de un conjunto de problemas que se manifiestan al mismo tiempo en las
95
áreas psicológica, social, científica y metafísica .
El p e c a d o original
600
separadas de sí m i s m o . El m u n d o creado adopta, acto seguido, la i m a g e n femenina de
la inferioridad, d a d o q u e la creación n o está h e c h a de la m i s m a sustancia q u e el crea-
dor. N i la naturaleza ni la naturaleza h u m a n a c o m o p a r t e de la creación son divinas; la
divinidad las trasciende. S o n imperfectas e n relación c o n lo divino. A d á n es f e m e n i n o
en relación c o n Dios: fue f o r m a d o a partir de la tierra y recibió el aliento q u e da la v i -
da; pero es masculino en relación c o n Eva, q u e fue extraída de su c u e r p o sin recibir d i -
cho aliento. Eva es, p o r lo tanto, femenina en relación c o n A d á n y « d o b l e m e n t e f e m e -
nina» en relación c o n D i o s . El ser h u m a n o h e m b r a es d o b l e m e n t e imperfecto, c o m o
señaló H i l l m a n , de forma q u e a través d e él se e x p o n e la i m p e r f e c c i ó n i n h e r e n t e a t o -
da la creación. El aliento que da la vida es m a s c u l i n o p o r q u e p r o v i e n e d e D i o s y es r e -
cibido p o r A d á n , n o p o r Eva, y la arcilla q u e p r o v i e n e d e la naturaleza es femenina.
La palabra «aliento» se dice e n latín «espíritu», spiritus (que p r o v i e n e del padre); «na-
turaleza» p r o v i e n e de «nacimiento», natus; y m a t e r i a p r o v i e n e de m a d r e , Matrix: madre
naturaleza. El espíritu es m a s c u l i n o y la naturaleza o la m a t e r i a es femenina: es infe-
rior, ha caído. La naturaleza h u m a n a , f e m e n i n a r e s p e c t o d e D i o s , implica una caída, es
pecaminosa. Eva, d o b l e m e n t e caída y d o b l e m e n t e p e c a m i n o s a , n o p u e d e o b e d e c e r a
Dios. A d á n podría pero, a causa de Eva, n o lo hace.
Sugerimos q u e este r a z o n a m i e n t o falaz tiene p o r causa el h e c h o de q u e en la psique
humana las imágenes femeninas están desequilibradas e n relación c o n las imágenes m a s -
culinas. En d e t e r m i n a d o s m o m e n t o s están en oposición directa las unas c o n las otras. N o
es posible conjunción o a r m o n í a alguna entre ellas desde el m o m e n t o en q u e se trasla-
dan a una i m a g e n del m u n d o q u e a c o n t i n u a c i ó n se t o m a p o r cierta; la falta de a r m o n í a
entre trascendencia (masculino) e inmanencia (femenino) n o se e x p e r i m e n t a r á c o m o u n
desequilibrio sobre el cual reflexionar, sino c o m o el o r d e n necesario de las cosas. P u e d e ,
pues, tenerse presente el drama subyacente de las i m á g e n e s femeninas y masculinas al es-
tudiar los escritos de todos aquellos q u e formularon la doctrina del p e c a d o original.
Al e n t e n d e r la divinidad de Cristo e n t é r m i n o s d e la r e d e n c i ó n d e la h u m a n i d a d ,
el p e n s a m i e n t o d o c t r i n a l cristiano m a n t u v o la o p o s i c i ó n e n t r e lo h u m a n o y lo divino,
y entre naturaleza y espíritu. C r i s t o sería el s e g u n d o A d á n , el q u e hizo desaparecer, c o n
su m u e r t e y r e s u r r e c c i ó n , la m a l d i c i ó n q u e recayó sobre el p r i m e r o . E n palabras d e
Pablo: «Porque, h a b i e n d o v e n i d o p o r u n h o m b r e la m u e r t e , t a m b i é n p o r u n h o m b r e
viene la r e s u r r e c c i ó n de los m u e r t o s . P u e s del m i s m o m o d o q u e p o r A d á n m u e r e n t o -
dos, así t a m b i é n t o d o s revivirán en C r i s t o (1 C o 15, 21-22).
La idea de la caída, j u n t o c o n la idea, c o n ella relacionada, del p e c a d o original, fue
por lo t a n t o f u n d a m e n t a l para el cristianismo e n u n s e n t i d o q u e n o se dio en el m u n -
do j u d í o ; a p o r t ó el p u n t o para el c o n t r a p u n t o , q u e es la r e d e n c i ó n . La d o c t r i n a del p e -
cado original es b á s i c a m e n t e creación de los padres de la Iglesia, q u e o b i e n c o n s i d e -
raban a Eva la p e c a d o r a original, o b i e n alguien a b s o l u t a m e n t e incapaz de pecar, e n
vista de su incapacidad para realizar elecciones m o r a l e s . F o r m u l a r o n esta d o c t r i n a e n
los siglos III y IV d. C , c o n s t r u y e n d o sus teorías a partir d e los capítulos s e g u n d o y t e r -
601
cero del Génesis; y desarrollaron n o las ideas d e Jesús, sino las d e Pablo, q u e escribió
sobre el p e c a d o e n el m i s m o t o n o q u e sobre la m u e r t e : «Por t a n t o , c o m o p o r u n h o m -
bre e n t r ó el p e c a d o e n el m u n d o y p o r el p e c a d o la m u e r t e y así la m u e r t e alcanzó a
t o d o s los h o m b r e s , ya q u e t o d o s p e c a r o n ( R m 5, 12). L l e g a r o n a creer q u e el «pecado»
d e A d á n al d e s o b e d e c e r el m a n d a m i e n t o d e D i o s (Eva q u e d a excluida de este razona-
m i e n t o ) d a ñ ó u n m u n d o q u e había sido creado perfecto.
O r í g e n e s (siglo III d. C ) , el más c u l t o y prolífico escritor de entre los padres, creía,
sin e m b a r g o , q u e la caída n o d a ñ ó u n m u n d o ya existente, sino q u e , d e h e c h o , hizo
q u e c o m e n z a r a a ser. A la zaga de Filón, m a n t u v o q u e las pieles c o n las q u e Dios vis-
tió la d e s n u d e z d e A d á n y Eva eran, e n realidad, los c u e r p o s q u e c u b r i e r o n las almas
expulsadas de su r e i n o suprasensible. Tal y c o m o p u e d e apreciarse a c o n t i n u a c i ó n , sin
e m b a r g o , esto le llevó a considerar el m u n d o m a t e r i a l e n su c o n j u n t o c o m o inheren-
96
temente contaminado :
Se dice que todo el que hace su entrada en el m u n d o está afectado por cierto tipo de con-
taminación. Por el mismo hecho de ser colocado en el útero de su madre, y de que la fuente
de la que toma el material de su cuerpo es la semilla de su padre, puede decirse que está con-
taminado respecto de su padre y su madre... Así, todo hombre está contaminado en padre y
madre y sólo Jesús, mi señor, vino a este m u n d o sin mancha. N o estaba corrompido respecto
97
de su madre, porque hizo su entrada en un cuerpo que no estaba contaminado .
Así, se concibe el pecado original como una depravación hereditaria y una corrupción de
nuestra naturaleza, difundida hacia todas las partes de nuestra alma... Porque nuestra naturale-
za no sólo carece de todo bien, sino que es una productora tan prolífica de todo tipo de mal
que no puede permanecer inactiva. Aquellos que lo han llamado concupiscencia no se han ex-
cedido en absoluto con el término, si se añadiese (y esto es lo que muchos no aceptan) que to-
do lo que hay en el hombre, desde el intelecto hasta la voluntad, desde el alma hasta la carne,
todo está envilecido y repleto de concupiscencia; o, por resumirlo brevemente, que el hombre
9
en su conjunto y de por sí no es nada más que concupiscencia... *
602
C o m o resultado de las reflexiones de Agustín, los teólogos creyeron q u e la vida en
la tierra era u n a m a l d i c i ó n transmitida p o r A d á n a todas las futuras g e n e r a c i o n e s m e -
diante el proceso de la herencia, siendo el infausto m e d i o el i m p u l s o i n v o l u n t a r i o de
deseo q u e llevaba al acto sexual d e la p r o c r e a c i ó n . La lógica implacable d e Agustín l l e -
gó a calificar el i m p u l s o sexual - l a l u j u r i a - d e m a l i g n o , y n o el acto e n sí m i s m o , q u e
era difícilmente tolerable incluso d e n t r o del m a t r i m o n i o : « N o d e b e r í a m o s c o n d e n a r el
m a t r i m o n i o a causa del mal q u e es la lujuria, c o m o t a m p o c o d e b e m o s ensalzar la l u -
101
juria a causa del b i e n q u e es el m a t r i m o n i o » .
Agustín sugirió que o bien la mancha hereditaria se transmitía a través de los propios geni-
tales masculinos durante el acto sexual, y que la caída dañó genéticamente el cuerpo en sí, y no
el alma, o bien que, dado que un niño no puede ser concebido sin que haya una relación se-
xual - q u e implica necesariamente el pecado de la pasión-, el niño queda mancillado desde ese
momento. La premisa para esta asociación literal entre contacto sexual y pecado original era el
nacimiento virginal de Cristo. El hijo de Dios escogió nacer de una madre virgen porque ésta
1 2
era la única manera en la que un niño podía venir a este m u n d o sin pecado " .
Merced a un tipo de justicia divina la raza humana fue depositada en manos del poder del
diablo, dado que el pecado del primer hombre pasó, mediante el nacimiento, a todos los naci-
dos del contacto entre los dos sexos, y la deuda de los primeros padres vinculó a toda su pos-
teridad. .. El método por el que el ser humano fue entregado al poder del diablo no debe ser
entendido como un acto proveniente de Dios, o el resultado del mandato de Dios; más bien él
simplemente lo permitió, pero lo hizo con justicia. Cuando Dios abandonó al pecador, aquel
13
que instiga a pecar se presentó inmediatamente" .
P r o s i g u i e n d o e n su i n t e n t o p o r explicar c ó m o e n t r a r o n la m u e r t e y el m a l e n u n
m u n d o creado p o r u n D i o s b u e n o y o m n i p o t e n t e , A g u s t í n h a c e recaer sobre la h u -
manidad la culpa p o r el p e c a d o . (Así lo hace t a m b i é n el a u t o r yahvista del relato del
diluvio e n el Génesis, c u a n d o describe c ó m o Yahvé levanta la m a l d i c i ó n q u e había l a n -
zado sobre el suelo, m a n t e n i e n d o , sin e m b a r g o , q u e «las trazas del c o r a z ó n h u m a n o son
malas desde su niñez» [Gn 8, 21].)
La d o c t r i n a del p e c a d o original p r i v ó a la h u m a n i d a d d e c u a l q u i e r forma d e d i v i -
nidad innata, calificando en su lugar a m u j e r y h o m b r e c o m o i n n a t a m e n t e c o r r u p t o s
y c o n d e n a d o s a pecar p o r siempre. N o existía b i e n i n t r í n s e c o ni e n el m u n d o natural
ni en la naturaleza h u m a n a . Pero los seres h u m a n o s n o p u e d e n desconfiar d e sus p r o -
603
pias naturalezas y confiar, al m i s m o t i e m p o , e n lo d i v i n o ; lo divino, transmita lo q U e
Eva no habría creído a la serpiente, ni habría Adán preferido el deseo de su mujer al man-
dato de Dios... La transgresión tuvo lugar porque ya son malvados de antemano; ese fruto mal-
vado sólo podía provenir de un árbol malvado, un árbol que se había vuelto antinaturalmente
malvado a través de la maldad antinatural de la voluntad... Lo dañoso de la caída de Adán fue
equivalente a lo elevado de su posición. Su naturaleza era tal que habría sido capaz de alcanzar
la inmortalidad si se hubiese negado a pecar; su naturaleza era tal que no habría manifestado sig-
no alguno de lucha de la carne contra el espíritu; su naturaleza era tal que no habría dejado ver
señal alguna de forcejeo contra el vicio, no por haberse rendido ante éste, sino porque no ha-
bía vicio en él... El pecado con el que Dios cargó a Adán era un pecado del que podía haber-
se abstenido... y un pecado que fue tanto peor que los pecados de todos los demás hombres,
por cuanto él era tanto mejor que ellos. En consecuencia, el castigo que inmediatamente siguió
a su pecado fue tan severo como para hacer inevitable que muriese, aunque había estado en su
poder el librarse de la muerte... Ahora bien, cuando esto ocurrió, toda la raza humana estaba
«en su costado». De acuerdo, por lo tanto, con las misteriosas y poderosas leyes de la herencia,
ocurrió que aquellos que se hallaban en su costado y estaban llamados a venir al m u n d o a tra-
vés de la concupiscencia de la carne fueron condenados con él... Y así los hijos de Adán fue-
ron infectados con la contaminación del pecado y sometidos a la ley de la muerte. Aunque son
infantes, incapaces de acción voluntaria, buena o mala, a causa, sin embargo, de su relación con
aquel que pecó por propia voluntad, adquieren de él la culpa del pecado y el castigo de la muer-
te; de la misma manera que aquellos que están relacionados con Cristo, aunque no han hecho
604
nada por voluntad propia, reciben de él una porción de rectitud y la recompensa de una vida
5
eterna'" .
605
una de las paradojas, y también una de las tragedias, de la tradición occidental cristiana que l e
hombre que afirmó tan rotundamente la presencia de Dios en las profundidades de su propio
ser y, por lo tanto, la independencia última de la personalidad humana respecto de toda cate-
goría terrena, haya sido, como teólogo dogmático, responsable en mayor medida que, quizá
cualquier otro autor cristiano, de «consagrar» en el seno del m u n d o cristiano la idea de la es-
clavitud e impotencia del hombre debido a la perversión radical de la naturaleza humana a tra-
vés del pecado original. Ha sido la teología de san Agustín la que en Occidente ha velado, has-
ta el día de hoy, el resplandor absoluto de la revelación cristiana de la filiación divina: la
1
revelación total de quién es, esencialmente, el hombre "".
María c o m o la s e g u n d a Eva
606
diencia, trajo la m u e r t e sobre su cabeza y sobre t o d a la raza h u m a n a ; María, p o r su o b e -
113
diencia, trajo la salvación» .
Es f u n d a m e n t a l m e n t e la virginidad d e M a r í a lo q u e constituye la piedra angular d e
la teología cristiana, ya q u e sin ella n o p o d r í a existir n i n g ú n «hijo d e Dios», ni s u s p e n -
sión alguna de esas leyes de la naturaleza q u e se manifiestan en el ser h u m a n o bajo la
forma del p e c a d o original, c o n el q u e cargamos «desde el ú t e r o de la madre», tal y c o -
mo especifica san Agustín. Jesús habría sido u n h o m b r e c o m o cualquier otro, y habría
sido imposible convertirlo en C r i s t o , el r e d e n t o r del p e c a d o . D e f o r m a q u e para la tra-
dición cristiana se h i z o esencial el formular u n a d o c t r i n a d e la i n m a c u l a d a c o n c e p c i ó n
de Jesús; más tarde, llegó a ser i g u a l m e n t e esencial e x t e n d e r la idea d e la i n m a c u l a d a
concepción hasta la propia María, de f o r m a q u e fuese, ella t a m b i é n , t o t a l m e n t e libre
de cualquier rastro del «pecado original», para e n t o n c e s , i n d u d a b l e m e n t e , la sexualidad
humana. T a m b i é n a la m a d r e d e María, A n a , se la debería, l ó g i c a m e n t e , h a b e r libera-
do de la m a n c h a ; y así, t a m b i é n a toda la línea d e antepasadas, llegando hasta, e i n c l u -
yendo, a Eva. La divinidad e n el p a r e n t e s c o y el n a c i m i e n t o milagroso constituyen e n
todas las tradiciones u n a f o r m a c o m ú n d e r e c o n o c e r a a q u e l q u e se c o n v i e r t e e n el h é -
114
roe o en el salvador de la c o m u n i d a d , p e r o el m i t o q u e nos o c u p a carga c o n el peso
único de la r e d e n c i ó n d e la naturaleza e n su totalidad.
Eva creyó a la serpiente, María creyó a Gabriel. La una pecó por creer; la otra, al creer, b o -
rró el pecado. Pero ¿no concibió Eva nada en su vientre por la palabra del diablo? Ciertamente
lo hizo. Porque la palabra del diablo fue semilla para ella, de forma que a partir de ese m o m e n t o
dio a luz como marginada, y dio a luz con sufrimiento. Y, de hecho, trajo al mundo un diablo
que asesinó a su hermano; mientras que María trajo el m u n d o a uno que, llegado el m o m e n -
5
to, traería la salvación a Israel" .
607
22. La Anunciación ( c . 1 4 3 2 - 1 4 3 3 ) d e Fra A n g é l i c o . L a s a l a s n a r a n j a s del
á n g e l , c u y a s p u n t a s r e p o s a n e n e l j a r d í n d e l E d é n e n el m o m e n t o d e la
e x p u l s i ó n d e A d á n y E v a , f r a g m e n t a n el e n f o q u e d e l c u a d r o . La m i r a d a
n o p u e d e p o s a r s e ni s o b r e M a r í a ni s o b r e A d á n y E v a ; a l t e r n a n d o entre
la a n t e r i o r y e s t o s ú l t i m o s , finalmente r e c o n o c e la v i n c u l a c i ó n existente
entre ellos a través del ángel
608
xualidad y la p o d r e d u m b r e de la m u e r t e . La mujer, a través d e q u i e n se p r o d u c í a el n a -
cimiento, era, p o r lógica inversa, aquella a través d e la q u e acaecía la m u e r t e . El coito,
señala Phillips, se convirtió en «el m e d i o a través del cual los p e c a d o s de los padres y
las madres se transmiten a los hijos y las hijas. P e c a d o , sexualidad y m u e r t e eran de e s -
ta manera entretejidos en el tapiz q u e representaba a Eva; o b e d i e n c i a , virginidad y v i -
6
da eterna se c o n v i r t i e r o n en los refulgentes atributos d e M a r í a » " .
La virginidad se identificó c o n la liberación del p e c a d o , lo cual c o n v i r t i ó , de f o r m a
implícita, a la sexualidad en el p e c a d o p r i m a r i o . Sin e m b a r g o , la asociación de la vir-
ginidad c o n la liberación del p e c a d o y, p o r lo t a n t o , c o n la p r o m e s a d e vida eterna, h i -
zo caer a los padres de la Iglesia e n u n a c o n t r a d i c c i ó n : sólo se podía v e n c e r a la m u e r -
te m e d i a n t e la n e g a c i ó n de los procesos naturales de e n t r a d a a la vida. ¡ E v i d e n t e m e n t e ,
la forma de alcanzar la i n m o r t a l i d a d era n o ser traído al m u n d o e n absoluto! El p r e s u -
puesto t e ó r i c o de q u e la cristiandad n o ha d e v a l u a d o a la naturaleza y de q u e sus e n -
señanzas n o albergan d u a h s m o alguno q u e d a c o m p l e t a m e n t e m i n a d o p o r la «lógica»
implícita en estas imágenes.
¿ Q u é efecto t u v o sobre las mujeres e n particular esta polarización absoluta d e espí-
ritu y naturaleza, p o r la cual se identificó al «espíritu» c o n la i n m a c u l a d a María y «na-
turaleza» c o n la pecadora Eva? Si n o p o d í a n e m u l a r la v i r g i n i d a d de María, q u e d a b a n
condenadas a alinearse j u n t o a Eva. N o había m o d o a l g u n o e n q u e p u d i e s e n c o m b i -
nar dentro de sí mismas los papeles opuestos de v i r g e n y m a d r e , ya q u e su m a t e r n i d a d
jamás alcanzaría la virginidad p e r p e t u a de María (el h i m e n intacto), ni su virginidad la
afortunada m a t e r n i d a d de ésta. Podían, p o r lo t a n t o , identificarse ú n i c a m e n t e c o n Eva.
En la tradición de imágenes míticas j u d e o c r i s t i a n a s las mujeres n o e n c o n t r a r o n esa va-
riedad de m o d e l o s q u e se dio en Grecia c o n las figuras d e A t e n e a , A r t e m i s y Afrodita,
así c o m o c o n D e m é t e r , Perséfone, H e r a y Hestia, diosa del h o g a r y de la casa familiar.
En vez de ello, o b i e n c o m o María o b i e n c o m o Eva, la realidad de la mujer, c o m o
conjunto, se imaginaba en t é r m i n o s sexuales o d e p a r e n t e s c o : era m a d r e , o esposa, o
virgen, o prostituta. Incluso María M a g d a l e n a , q u e p o d r í a h a b e r escapado a u n a defi-
nición c o n v e n c i o n a l , fue llamada «ramera p e n i t e n t e » . ¿ D ó n d e está la i m a g e n de la m u -
jer i n d e p e n d i e n t e , n o relacionada ni c o n m a r i d o ni c o n hijo, a m e n o s q u e , c e r r a n d o
el círculo, sea ésa la i m a g e n de Lilit?
E v a e n la t e o l o g í a protestante
609
h o m b r e . M á s adelante, e m p e r o , al reflexionar acerca d e las razones d e la caída, ambos
llegaron a la c o n c l u s i ó n d e q u e fue la i n d e p e n d e n c i a d e Eva lo q u e h i z o posible que
fuese capaz de h a c e r q u e A d á n cayese e n el p e c a d o . D e t e r m i n a r o n , p o r lo tanto, que
la m u j e r debía ser la c o m p a ñ e r a dócil de A d á n , sujeta a su v o l u n t a d e n todas las cosas.
Este s o m e t i m i e n t o v i e n e a c a b o c o m o castigo p o r su p e c a d o y c o m o expresión de la
justicia divina; c u a l q u i e r resistencia p o r p a r t e d e la m u j e r a aceptar el o r d e n social d e -
7
b e e n t e n d e r s e c o m o u n p e c a d o u l t e r i o r : la resistencia a aceptar la sentencia de D i o s " .
El lugar d e la m u j e r en relación c o n el del h o m b r e iba a basarse, p o r lo t a n t o , en el lu-
gar d e Eva e n relación c o n el de A d á n . Ella es, señala L u t e r o , e n su acto de clavar, c o -
m o «un clavo q u e es h u n d i d o e n la pared»:
Ahora bien, a estas penurias de la gestación y del alumbramiento se añade la penuria de ser
colocada bajo el poder de su marido... Este castigo también surge del pecado original, y la mu-
jer carga con él con tanta desgana como carga con los dolores e inconveniencias que han recaí-
do sobre su carne. El marido conserva el poder, y a ella se le exhorta a obedecerle por manda-
to de Dios. El manda en el hogar y administra las tierras, hace la guerra, defiende sus posesiones,
ara el campo, construye, planta, etc. La mujer, por otro lado, es como un clavo que es hundi-
do en la pared. Se queda sentada en casa y... no va más allá de sus deberes más personales...
Las mujeres, en general, no desean soportar esta carga, y naturalmente tratan de ganar lo que
han perdido a través del pecado. Si no pueden hacer nada más, al menos muestran su impa-
ciencia refunfuñando. Sin embargo, no pueden realizar las funciones del hombre: enseñar,
mandar, etc. En la procreación y en alimentar y criar a sus crías son maestras. D e esta fomia se
castiga a Eva; pero, como ya mencioné al principio, es un castigo gozoso si consideráis la es-
peranza de vida eterna y el honor de la maternidad que le han sido conservados"*.
610
Porque esta frase, «Hacia tu marido irá tu apetencia», significa en realidad lo mismo que si
él le niega a ella la libertad y el poder estar sola; estará sujeta al mandato de su marido, y de-
penderá de su voluntad y deseo; como si él dijese: «No desearás otra cosa que lo que desee tu
marido». De esta manera la mujer, que perversamente había excedido sus límites, es reprimida
121
y controlada .
612
E v a y la naturaleza
¿Quiénes, entonces, son aquellos que nos eligen, y cuándo vendrá el reino que está en los
cielos?
Las aves del aire y, de entre las bestias, las que habiten bajo la tierra o sobre la tierra, y los
peces del mar, éstos son los que os eligen. Y el reino de los cielos está dentro de vosotros y
quien se conozca a sí mismo lo encontrará. Y, habiéndolo encontrado, sabréis vosotros mismos
que sois hijos y herederos del Padre, del todopoderoso, y sabréis vosotros mismos que estáis en
24
el Padre y el Padre en vosotros' .
Hoy en día hablamos de «materia». Describimos sus propiedades físicas. Realizamos expe-
rimentos de laboratorio para demostrar algunos de sus aspectos. Pero la palabra «materia» sigue
siendo un concepto seco, inhumano y puramente intelectual, sin significado psíquico alguno
613
para nosotros. Cuan diferente era la imagen anterior de la materia -la gran m a d r e - que podía
127
abarcar y expresar el significado profundo y emocional de la madre tierra .
614
no podía p e r m i t i r esto: se i n t e r p r e t ó q u e el d i v i n o a c o n t e c i m i e n t o t u v o lugar de for-
ma única, sobre u n h o m b r e e n representación d e la h u m a n i d a d entera, p e r o n o en t o -
da la h u m a n i d a d , c o m o t a m p o c o e n t o d a la creación. D e m o d o q u e se p e r d i ó la i n -
tuición c o n t e n i d a e n las palabras de Jesús q u e figuran e n el evangelio gnóstico d e
Tomás, y la herida infligida e n el alma n o se sanó, sino q u e se agravó.
Jesús, en el t e x t o q u e sigue, crea u n a i m a g e n q u e supera la dualidad, u n i e n d o d e
forma significativa y e n total a r m o n í a las i m á g e n e s masculina y f e m e n i n a del alma:
Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una, y de configurar lo interior con lo exterior,
y lo exterior con lo interior, y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo mascu-
lino y lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra... enton-
129
ces podréis entrar [en el R e i n o ] .
13
Partid un leño y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis ".
615
24. El Sueño de Jacob
(1805) de William
Blake
616
mundi y la «gran m e m o r i a » d e Yeats, el «inconsciente colectivo» d e J u n g y el «aro sa-
133
grado del m u n d o » de Alce N e g r o p o s i b l e m e n t e p r o v e n g a n d e esta fuente, c o m o t a m -
bién de ella p u e d e n provenir los r e p e t i d a m e n t e s o ñ a d o s «registros acásicos» y la teoría
de Platón acerca del c o n o c i m i e n t o m e d i a n t e el r e c u e r d o , anamnesis. Más cercana a
nuestro p r o p i o t i e m p o , la idea, alimentada p o r la t r a d i c i ó n n e o p l a t ó n i c a , de q u e el al-
ma conserva el r e c u e r d o de su lugar de o r i g e n p e r o ya n o p u e d e percibirlo, es e x p r e -
sada p o r Shakespeare e n el a m o r de L o r e n z o p o r Jessica:
617
14
M a r í a : el r e t o r n o d e la diosa*
Jesús, la Imaginación.
William Blake
619
m i s m a separación entre palabra o r t o d o x a e i m a g e n q u e c o m e n z ó c o n Eva se perpetúa,
c o m o era d e esperar, e n María: la visión p o é t i c a q u e de ella se t i e n e —sea en i c o n o , en
p i n t u r a o en himno— hace revivir su figura e n las antiguas i m á g e n e s del pasado, en t o -
tal c o n t r a d i c c i ó n c o n el t e x t o del n u e v o T e s t a m e n t o y las afirmaciones canónicas. Aquí
es representada c o m o la gran m a d r e de la vida y d e la m u e r t e , reina del cielo, de la tie-
rra y del i n f r a m u n d o , diosa de los animales y d e las plantas, y diosa de la sabiduría del
alma.
M a r í a es la diosa m a d r e n o r e c o n o c i d a d e la t r a d i c i ó n cristiana. E x c e p t u a n d o el p r i -
m e r capítulo del Evangelio d e Lucas, d o n d e es representada c o m o la figura central del
relato d e la a n u n c i a c i ó n , María r a r a m e n t e aparece e n los Evangelios. C u a n d o lo hace,
su papel es d e s u b o r d i n a c i ó n total para c o n su hijo. U n p a n t e ó n d e i m á g e n e s la revis-
tió, sin e m b a r g o , d u r a n t e los 500 años q u e siguieron a su «muerte», de f o r m a q u e lle-
g ó a asumir la presencia e i m p o r t a n c i a de todas las diosas q u e la a n t e c e d i e r o n : Cibeles,
Afrodita, D e m é t e r , Astarté, Isis, H a t h o r , I n a n n a e Istar. C o m o ellas, es virgen y madre;
c o m o m u c h a s d e ellas, da a luz a una criatura m e d i o h u m a n a , m e d i o divina, q u e m u e -
re para l u e g o renacer. Tal c o m o hicieron Atis, A d o n i s , Perséfone, Osiris, T a m u z y
D u m u z i antes q u e él, Jesús desciende al i n f r a m u n d o d e los infiernos, d o n d e siempre
620
ha t e n i d o lugar la r e g e n e r a c i ó n . Se e n t i e n d e , a d e m á s , q u e su ascenso y r e s u r r e c c i ó n ,
c o m o los d e las otras deidades, r e d i m e n a t o d o ser e n c a r n a d o d e las limitaciones d e la
mortalidad y del t i e m p o .
C o m o bíos, es decir, hijo, a r q u e t i p o del ser e n c a r n a d o , Jesús sufre el d e s m e m b r a -
m i e n t o de su c u e r p o en el t i e m p o para ser l u e g o restaurado a esa fuente q u e es, a la
vez, el o r i g e n y el fin d e la e n c a r n a c i ó n ; esa fuente d e la q u e n a c i ó , q u e es la m a d r e ,
zoé. Sigue, en este sentido, las pautas simbólicas d e las deidades anteriores e n las cuales
se ha recreado este m i s t e r i o central. Al c o n t e m p l a r las i m á g e n e s de La coronación de la
Virgen, c u a n d o Jesús ofrece la c o r o n a a M a r í a , sentados a m b o s e n el t r o n o del cielo, r e -
sulta difícil n o vislumbrar, subyacente a la tradición cristiana, el m i t o del « m a t r i m o n i o
sagrado» de zoé y bíos, c u y o significado es, e n todas las tradiciones, el de t r a n s f o r m a -
ción. En su i n t r o d u c c i ó n acerca de María, C a m p b e l l la sitúa d e n t r o d e la tradición m í -
tica:
La c o n s t r u c c i ó n d e la i m a g e n de una diosa
621
h u m a n a q u e ha «hallado gracia d e l a n t e d e Dios» (Le 1, 30). Es, s e g ú n t o d o s los rela-
tos q u e versan sobre ella, la m a d r e de Jesús, p e r o M a t e o es el ú n i c o q u e se refiere a
ella c o m o v i r g e n de m o d o i n e q u í v o c o ; señala q u e antes d e q u e M a r í a y José «empe-
zaran a estar j u n t o a ellos, se e n c o n t r ó e n c i n t a d e l E s p í r i t u s a n t o ( M t 1, 18). Lucas
a p u n t a a q u e es v i r g e n , a u n q u e su o b j e t i v o n o es t a n t o a d m i r a r s e a n t e el milagro de
la p u r e z a física d e M a r í a c o m o resaltar la d i v i n i d a d d e su c r i a t u r a : si ella es virgen,
su hijo n e c e s a r i a m e n t e será hijo d e D i o s , y n o d e h o m b r e : « P o r q u e para D i o s nada
es i m p o s i b l e » .
María respondió al ángel, «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le
respondió: «El Espíritu santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra;
y por eso el que ha de nacer será santo y se le llamará hijo de Dios» (Le 3
1, 3 4 - 3 5 ) .
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concilio e n Éfeso para discutir la cuestión, p e r o C i r i l o declaró el c o n c i l i o abierto a n -
tes de q u e se presentasen los obispos sirios, e i n m e d i a t a m e n t e e x c o m u l g ó a N e s t o r i o ,
a quien n o a c o m p a ñ a b a nadie q u e pudiese d e f e n d e r su causa. Éste fue, p u e s , el d u d o -
so y m u y h u m a n o f u n d a m e n t o de la c o n c l u s i ó n cuya s a n c i ó n divina n u n c a más se p o n -
dría en d u d a .
Éfeso era, y esto es significativo, el m i s m o lugar d o n d e había estado situado d u r a n -
te m u c h o s siglos el gran t e m p l o d e d i c a d o a Á r t e m i s , o, c o m o fue llamada e n época r o -
mana, D i a n a . El e m p e r a d o r Teodosio había r e p r i m i d o en el a ñ o 380 d. C . el culto a
Ártemis o D i a n a ; el p u e b l o , privado d e su diosa, se volvió hacia María e n vez de h a -
cia ella c o n entusiasmo. La p r i m e r a i m a g e n d e M a r í a había a p a r e c i d o e n el siglo II d.
C. en las catacumbas, p e r o a partir de e n t o n c e s c o m e n z a r o n a proliferar sus retratos,
afirmándose q u e u n o d e ellos había sido p i n t a d o p o r el p r o p i o Lucas. O t r o fue e n v i a -
do a C o n s t a n t i n o p l a desde Jerusalén; cientos d e años más tarde sería llevado a la g u e -
rra e n u n carro de batalla v o l v i e n d o a cumplir, c o m o p u e d e observarse, el a n t i g u o p a -
pel de diosa d e la guerra. María es representada, e n retratos d e finales del siglo IV y
principios del V , sentada e n la misma p o s i c i ó n q u e Isis c o n H o r u s , llevando la c o r o n a
de almenas de Cibeles o D i a n a , y c o n la g o r g o n a de A t e n e a p i n t a d a sobre su p e c h o .
A p r o x i m a d a m e n t e sólo cien años más tarde, e n t r e los años 500 y 600 d. O , el P a r t e n ó n ,
templo de A t e n e a , se c o n v i r t i ó en la iglesia d e M a r í a .
María a s u m i ó el papel de Isis, Cibeles y D i a n a e n m e n o s d e u n siglo. Los cultos a
estas deidades, las últimas en desaparecer, se h a b í a n i d o a p a g a n d o c o n el declive del i m -
perio R o m a n o y eran, e n t o d o caso, r e p r i m i d o s c o n frecuencia, c e r r á n d o s e sus t e m -
plos y expulsándose a sus sacerdotes. D e h e c h o , parece c o m o si la iconografía d e las
diosas más antiguas se hubiese trasladado d i r e c t a m e n t e a la figura de María, m e r c e d a
las necesidades del p u e b l o y m e r c e d t a m b i é n al sentir d e los sacerdotes, q u e e n t e n d í a n
que estos hábitos de d e v o c i ó n i n m e m o r i a l e s d e b í a n ser i n t e r p r e t a d o s en t é r m i n o s d e
la nueva religión. El t e m p l o de Isis en Soissons, Francia, se d e d i c ó a la «santa virgen
María» entre los años 400 y 500 d. C . Isis y C i b e l e s h a b í a n sido «madres d e dioses»;
María era ahora «madre de Dios».
Las implicaciones de esta posición d i e r o n su fruto e n el a ñ o 541 d. C . c u a n d o , en
el concilio de C a l c e d o n i a , el c u a r t o concilio e c u m é n i c o d e la Iglesia, se o t o r g ó a M a r í a
el h o n o r más alto d e la cristiandad: se le dio el título oficial de Aeipárthenos, «siempre
virgen», de m a n e r a q u e pasó a ser considerada v i r g e n antes, d u r a n t e y después del
a l u m b r a m i e n t o (dejándose c o n f i a d a m e n t e en m a n o s d e D i o s la c u e s t i ó n d e c ó m o n a -
ció el b e b é en p r i m e r lugar).
Pasado el siglo V , se ralentizó el proceso, a b r u p t o hasta el m o m e n t o , de alejamien-
to de María respecto de la c o n d i c i ó n h u m a n a . Su c u l t o creció c e n t r á n d o s e e n lo q u e
ya eran creencias establecidas: su m a t e r n i d a d divina y su papel en la c o n c e p c i ó n de
Cristo; es decir, tal y c o m o se entendía e n t o n c e s , su virginidad. Los padres d e la Iglesia
se vieron obligados a redefinir su posición en varias ocasiones para adaptarla a la d e -
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m a n d a popular, al igual q u e había s u c e d i d o c o n Isis e n R o m a . E n Bizancio se institu-
y e r o n p o r vez p r i m e r a festividades dedicadas a la V i r g e n , c o n m e m o r á n d o s e su papel en
la E n c a r n a c i ó n ; el p r i m e r lugar e n la a n u n c i a c i ó n , e n s e g u n d o lugar p o r su virginidad
O t r a distinción crucial e n t r e M a r í a y el c o m ú n d e la h u m a n i d a d surgió a comienzos
del siglo VII: la c o n v i c c i ó n d e q u e n o p o d í a m o r i r . La festividad de la d o r m i c i ó n de la
V i r g e n , o el m o m e n t o e n q u e se « q u e d ó d o r m i d a » , se c e l e b r ó el 15 d e agosto del año
600 d. C , a p r o x i m a d a m e n t e . C i n c u e n t a años más tarde, y d e a c u e r d o c o n el libro
A p ó c r i f o de Santiago, otros dos días del a ñ o fueron apartados para dedicarlos a su na-
tividad y su p r e s e n t a c i ó n e n el t e m p l o . M o n j e s h u i d o s d e T i e r r a santa, q u e en aquel
m o m e n t o estaba siendo invadida p o r los m u s u l m a n e s , trajeron, avanzado el m i s m o si-
glo VII, estas festividades a R o m a . La festividad d e la p r e s e n t a c i ó n se convirtió luego,
d e f o r m a significativa, e n la festividad d e la purificación d e M a r í a , trasladándose del 21
d e n o v i e m b r e al 2 d e febrero, el m o m e n t o oscuro del a n t i g u o año. D e forma m u y su-
til, p o r lo tanto, esta festividad trajo c o n s i g o u n a n u e v a i m a g e n d e la luz q u e conquis-
ta las tinieblas. La p u r e z a e n los procesos naturales d e c o n c e p c i ó n —el s e x o - ahuyenta-
ba ahora de f o r m a simbólica lo q u e para las festividades paganas d e la luz, celebradas el
m i s m o día, habían sido los espíritus d e la peste, la h a m b r u n a y los t e r r e m o t o s . Sin e m -
b a r g o , se redefinieron estos espíritus de f o r m a implícita c o m o los peligros de la carne.
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medida, e n m a t e r i a d e c o n t i n ú a investigación. A g u s t í n estaba c o n v e n c i d o de q u e ,
aunque María fue traída al m u n d o d e f o r m a c o r r i e n t e p o r su m a d r e , Ana, debía d e
alguna m a n e r a ser excluida de la p e c a m i n o s i d a d q u e él había declarado implícita e n
el proceso; se refería, p r e s u m i b l e m e n t e , al deseo d e sus padres e n el c o i t o . Él fue q u i e n
concibió la idea de la «inmaculada c o n c e p c i ó n » d e M a r í a . (Todo ser h u m a n o se e n -
carna, p o r lo tanto, m e d i a n t e la a c c i ó n de maculare, q u e e n latín significa «manchar» o
«contaminar».) Para ser precisos, Agustín n o p e n s a b a q u e María h u b i e s e sido real-
m e n t e c o n c e b i d a de m a n e r a «inmaculada», sino q u e su hijo, p o r su perfecta o b e d i e n -
cia a la v o l u n t a d divina, la invistió d e esa cualidad d e f o r m a , p o d r í a decirse, retros-
pectiva.
N o existía referencia alguna en el n u e v o T e s t a m e n t o sobre el n a c i m i e n t o «divino»
de María, y ni siquiera de su vida divina. La a r g u m e n t a c i ó n era, p o r lo tanto, teórica
y contraria a los h e c h o s . María tenía q u e h a b e r sido i n m a c u l a d a , de otra f o r m a n o p o -
dría haber sido la m a d r e de C r i s t o . Los límites d e su naturaleza i n m a c u l a d a planteaban
entonces u n p r o b l e m a considerable. E n el siglo XII B e r n a r d o d e Claraval entendía, p o r
de pronto, q u e la elevación d e la c o n c e p c i ó n de M a r í a suponía u n a reverencia i n a p r o -
piada hacia las relaciones e n t r e sus padres. D u n s S c o t o , en el siglo XIII, hizo la cuestión
más aceptable al oscurecerla; sugirió q u e «la V i r g e n fue preservada del p e c a d o desde el
m o m e n t o de su c o n c e p c i ó n hasta el m o m e n t o d e la r e d e n c i ó n e n la cruz, e n el cual,
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c o m o toda la raza h u m a n a , fue salvada» . Las iglesias protestantes n u n c a aceptaron la
doctrina de la asunción, c o m o t a m p o c o la de la i n m a c u l a d a c o n c e p c i ó n de María, n e -
gándose L u t e r o a celebrar la festividad del 1 5 d e agosto. D e ahí q u e e n el siglo X V I se
diesen las siguientes instrucciones: « N o cantarás m á s alabanzas a nuestra Señora; tan s o -
lo a nuestro Señor».
Sin e m b a r g o , esta elevación a u n a c o n d i c i ó n más q u e h u m a n a n o fue, o b v i a m e n t e ,
todavía suficiente para dar respuesta a aquello q u e faltaba en los corazones y las m e n -
tes del p u e b l o y de los sacerdotes católicos. E n 1950, c u a n d o n o habían pasado 100 años
desde la declaración d e la «inmaculada c o n c e p c i ó n » d e María, o c h o millones de p e r -
sonas firmaron u n a p e t i c i ó n . El papa P í o X I I declaró, c o m o resultado de esto, la a s u n -
ción de la V i r g e n c o m o d o c t r i n a oficial, a f i r m a n d o q u e María fue «llevada en c u e r p o
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y alma a la gloria de los cielos» , a n u n c i o q u e fue r e c i b i d o desde la plaza de la basílica
de san Pedro c o n aplausos ensordecedores. Sólo cuatro años más tarde, e n 1954, la
Iglesia católica la p r o c l a m ó «reina del cielo». Es de observar q u e n o fue p r o c l a m a d a
«reina de la tierra», a pesar d e q u e d u r a n t e m u c h o s siglos había efectivamente sido «rei-
na del inframundo», e n su capacidad de intercesora compasiva ante su hijo a favor d e
las almas de los m u e r t o s .
En este sentido, y desde u n p u n t o de vista d o c t r i n a l , María se sitúa entre la tierra y
el cielo c o m o la principal m e d i a d o r a entre las d i m e n s i o n e s h u m a n a y divina de la v i -
da. La adoración q u e se le considera debida refleja lo especial de la posición q u e o s -
tenta. A D i o s se le d e b e latría, «adoración»; a los santos se les p u e d e rendir dulía, «ve-
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neración», p e r o M a r í a t i e n e d e r e c h o a hyperdulía, « v e n e r a c i ó n superior». Es, p o r lo tan-
to, algo m e n o s q u e t o t a l m e n t e divina, p e r o más q u e t o t a l m e n t e h u m a n a .
Parece, p o r lo tanto, q u e , incluso e n el á m b i t o d e la d o c t r i n a o r t o d o x a , el proceso
d e « c o n s t r u c c i ó n d e la i m a g e n de u n a diosa» ha llegado p r á c t i c a m e n t e a su comple-
c i ó n , o se ha c o m p l e t a d o e n t o d o s los sentidos; salvo e n el del n o m b r e d e «diosa». A
pesar d e q u e M a r í a ha alcanzado la estatura d e u n a diosa, su d i v i n i d a d absoluta no se
ha r e c o n o c i d o todavía. P o d e m o s , en este sentido, p r e g u n t a r n o s si la psique colectiva
d e n u e s t r o t i e m p o n o está presa e n u n a c o n t r a d i c c i ó n f u n d a m e n t a l . M a r í a es adorada
e n m u c h o s países católicos tan t o t a l m e n t e y d e v o t a m e n t e c o m o lo fueron las diosas de
a n t a ñ o ; sin e m b a r g o , en c o n t r a d i c c i ó n c o n el significado s i m b ó l i c o original de' «vir-
gen», esta «diosa» n o trae a la existencia al m u n d o a partir d e la fuente inagotable que
es ella m i s m a . S ó l o es u n a doncella cuya pureza n o ha sido m a n c h a d a p o r el «pecado»
d e las relaciones sexuales, escogida para llevar la d i v i n i d a d e n su v i e n t r e sin ser, ella mis-
m a , divina. N o p u e d e , p o r lo tanto, habitar la realidad arquetípica de la gran madre.
E n c o n s e c u e n c i a , n o p u e d e e x p e r i m e n t a r s e la totalidad d e la vida a través d e ella cuan-
d o se la adora. Sólo el hijo de María es v e r d a d e r a m e n t e divino, y él d e b e r e t o r n a r a su
padre, q u e lo e n v i ó , y dejar a su m a d r e , p o d r í a m o s decir, n i aquí ni Allá.
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les es s i m p l e m e n t e indiferente q u e a M a r í a se le d é o n o el n o m b r e de diosa. Bajo c u a l -
quier n o m b r e , sea cual sea la posición q u e se le o t o r g u e al d e t e r m i n a r s e el f u n c i o n a -
miento del m u n d o , c o n t i n ú a c o n m o v i e n d o el c o r a z ó n . Madonna, u n libro reciente s o -
bre imágenes e h i m n o s a través de los siglos, señala q u e a M a r í a se la ha invocado d e
muchas maneras: c o m o «madre del m u n d o » , «estrella del mar, m a d r e gloriosa d e Dios»,
«puerta abierta del cielo», «nuestra e m b a j a d o r a y nuestra esperanza», «reina de los á n -
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geles», «reina de los apóstoles», «hostigadora de los infiernos» . Es n o t a b l e - y m u c h o s
teólogos protestantes se h a n q u e j a d o a m a r g a m e n t e d e e l l o - q u e , en la mayoría de las
obras de arte, Jesús es o b i e n u n b e b é recién n a c i d o , o b i e n ¡está m u e r t o !
Todo esto nos lleva a plantearnos la fascinante c u e s t i ó n del equilibrio i n h e r e n t e y
autorregulado d e la psique colectiva c o m o u n t o d o . N o s referimos a la idea, p r o p u e s -
ta por J u n g , de q u e si la psique c o n s c i e n t e individual o colectiva (en este ú l t i m o caso,
la de las naciones, o incluso la de la raza h u m a n a c o m o especie) sufre una distorsión,
la psique inconsciente, de forma a p a r e n t e m e n t e i n t e n c i o n a l , c o m p e n s a r á esta distor-
sión insistiendo sobre u n p u n t o de vista o p u e s t o , y lo hará para restablecer el e q u i l i -
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brio . ¿ C ó m o , si n o , explicar el debate q u e d u r a n t e cientos y cientos de años v i e n e sus-
citándose acerca de María, y q u e ha i d o in crescendo d u r a n t e los últimos 150 años? Se
debate en q u é m e d i d a era y es h u m a n a o divina; p e r o ¿por q u é d e b e i m p o r t a r n o s q u e
María sea o n o una diosa, a m e n o s q u e nos acucie u n a necesidad insuperable d e incluir
una imagen de lo f e m e n i n o e n la c o n c e p c i ó n de lo divino?
Los ú l t i m o s 2.000 e incluso 4.000 años h a n sido testigos d e la paulatina agonía del
principio f e m e n i n o , d e la m i s m a m a n e r a q u e h a n p r e s e n c i a d o la creciente d o m i n a c i ó n
de la naturaleza. Este p r o c e s o parece inevitable y, e n líneas generales, lícito, p e r o d e s -
de la perspectiva actual —la tierra está s i e n d o p r o g r e s i v a m e n t e destruida p o r q u i e n e s
d e p e n d e n de ella para subsistir— parece h a b e r i d o d e m a s i a d o lejos. N o debería s o r -
p r e n d e r n o s , p o r lo tanto, el q u e se p r o d u z c a u n i m p u l s o c o m p e n s a t o r i o c u y o o b j e t i -
vo sea reafirmar, bajo u n a nueva forma, los p o r t a d o r e s d e los valores q u e h a n sido r e -
chazados d e m a s i a d o a la ligera. Esto e n c u e n t r a e x p r e s i ó n , desde u n p u n t o d e vista
político, en el m o v i m i e n t o feminista, q u e desafía los e s q u e m a s m e n t a l e s culturales q u e ,
obstinadamente, a s u m e n la inferioridad d e la p o s i c i ó n de la m u j e r tal y c o m o es defi-
nida p o r el patriarcado d o m i n a n t e ; desde u n p u n t o d e vista filosófico, en el New Age,
en la m e d i d a en q u e esta c o r r i e n t e explora la i n t u i c i ó n c o m o m o d o f e m e n i n o de c o -
n o c i m i e n t o , necesario para c o m p l e m e n t a r el m o d o «masculino» de c o n o c i m i e n t o p o r
medio del intelecto". T a m b i é n p a r e c e n p e r t e n e c e r a este p r o c e s o de revisión colectiva
el m o v i m i e n t o e c o l ó g i c o de los verdes, q u e p i d e a través de m u c h a s y diferentes v o -
ces q u e la tierra sea cuidada y respetada d e u n a m a n e r a nueva, y «Consciencia Gaia»,
cuya p e t i c i ó n es q u e c o n t e m p l e m o s a nuestra tierra c o m o u n ser viviente y u n a e n t i -
dad sagrada. T o d o s estos valores son «femeninos» en el s e n t i d o arquetípico de ser v a -
lores de i n m a n e n c i a , a p r e h e n d i d o s a través de la i m p l i c a c i ó n e m o c i o n a l , amorosa e
imaginativa —conocimiento gnóstico— q u e r e q u i e r e el c o m p r o m i s o de la persona en su
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c o n j u n t o ; se trata de u n c o n o c i m i e n t o q u e p r o v i e n e d e u n a relación c o n el objeto co-
nocido.
E n la religión católica o r t o d o x a , este t e m a general e n c u e n t r a su manifestación es-
pecífica e n la estatura, siempre creciente, de María; o, más p r e c i s a m e n t e , e n la manera
d e relacionarse c o n lo sagrado q u e su i m a g e n posibilita. Q u i z á s haya sido algo más que
u n a c o i n c i d e n c i a el q u e n o se le haya o t o r g a d o u n lugar «soberano» e n el cielo hasta la
s e g u n d a m i t a d del siglo XX, u n lugar q u e a s u m i e r o n sin discusión las diosas antiguas;
en aquel m o m e n t o , d e b e recordarse, estaban s i e n d o e x p e r i m e n t a d a s e n su totalidad las
implicaciones d e la b o m b a nuclear tras la devastación d e la S e g u n d a G u e r r a mundial.
La cuestión más amplia q u e se quiere plantear aquí es q u e incluso c u a n d o la posi-
c i ó n d e u n a i m a g e n es arquetípica, es decir, c u a n d o p e r t e n e c e a la estructura de la psi-
q u e h u m a n a , es necesario e n t e n d e r la i m a g e n e n sí m i s m a e n su c o n t e x t o histórico y
local. Las dos d i m e n s i o n e s de dicha i m a g e n , la arquetípica y la histórica, n o se exclu-
yen la una a la otra, sino q u e las dos son necesarias para q u e n o s p o d a m o s hacer una
idea de sus significados e implicaciones.
La extraordinaria obra de M a r i n a W a r n e r sobre el m i t o y el c u l t o a la virgen María,
Alone of All Hcr Sex, explora la figura de la V i r g e n e n su c o n t e x t o histórico. E n ella se
da especial i m p o r t a n c i a a la d e t e r m i n a c i ó n de las m a n e r a s e n q u e s u r g i e r o n las imáge-
nes en repuesta a actitudes y circunstancias p r e d o m i n a n t e s :
Al vaciarse la figura de María de su historia, todas las varias sedas entretejidas durante siglos
en el sensible telar de la mente quedan despojadas de su contexto, de su motivo, de su cir-
cunstancia, y aparecen, por lo tanto, como la expresión espontánea de ideas arquetípicas per-
durables. Una vez que se ignora la combinación de circunstancias históricas y sociales, las ra-
zones por las que existe tal símbolo también se oscurecen, y se hacen invisibles las distorsiones
y esquemas mentales que el símbolo perpetúa en nuestra vida'.
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pervivencia de u n a i m a g e n mítica a través de miles de años, e m e r g e de forma gradual
u n p a t r ó n de constancia y variación q u e p e r m i t e evaluar la m a n e r a e n q u e son e x p r e -
sadas estas ideas; a veces d e f o r m a sutil, a veces c r u d a m e n t e , a veces sólo parcialmente.
En c o n s e c u e n c i a , al estudiar la historia d e la i m a g e n d e la diosa e n todas sus m a n i f e s -
taciones a través d e los años, parece posible a p u n t a r a u n a e v o l u c i ó n e n la i m a g e n , e v o -
lución q u e p o n d r í a e n duda cualquier distinción absoluta e n t r e a r q u e t i p o e historia; d e
h e c h o , provocaría la necesidad de u n a historia del p r o p i o a r q u e t i p o . P o d r í a m o s , en e s -
te caso, inferir q u e la «historia» ha m o d i f i c a d o el a r q u e t i p o , d e la m i s m a forma e n q u e
el «arquetipo» ha m o l d e a d o la historia. A m b o s t é r m i n o s , sin e m b a r g o , t i e n d e n hacia la
vaguedad u n a vez q u e se h a n c o n v e r t i d o e n abstracciones polarizadas.
H a c e t i e m p o q u e se ha i d o p r o d u c i e n d o , e n el arte y a través d e la figura de María,
esta reafirmación del desvalorizado p r i n c i p i o f e m e n i n o . E n lo q u e resta de este c a p í -
tulo nos p r o p o n e m o s sugerir de q u é m a n e r a la i m p o r t a n c i a e influencia d o m i n a n t e d e
María p u e d e e n t e n d e r s e si se sitúa a esta última en el c o n t e x t o d e la tradición m i l e n a -
ria de la diosa m a d r e , c o m o su e n c a r n a c i ó n más reciente. D e s d e el a m p l i o m a r g e n q u e
nos o t o r g a n las perspectivas m i t o l ó g i c a e histórica, y q u e nos invitan a salimos de n u e s -
tra propia tradición cultural, quizá t a m b i é n p o d a m o s s o m e t e r la i m a g e n e n sí m i s m a a
cierto análisis, p r e g u n t á n d o n o s en q u é m e d i d a es vital y c o m p l e t a , y, lo q u e es lo m i s -
m o , ¿es posible q u e la i m a g e n de María exprese la esencia del a r q u e t i p o f e m e n i n o ?
M a r í a c o m o la g r a n d i o s a madre
629
n o p u e d e n levantar los pies del suelo, sino q u e se v e n obligados a arrastrarlos durante
varias horas. E n la d i m i n u t a isla de K á l i m n o s , cerca d e C o s , d o n d e se c o n s t r u y ó en la
c i m a de u n m o n t e una iglesia a María para c o n m e m o r a r c u r a c i o n e s milagrosas, se de-
dican tres días a la fiesta de la a s u n c i ó n . La g e n t e a c u d e a ñ o tras a ñ o de todas las islas
vecinas, a c a m p a n d o e n las orillas. U n funeral p o l a c o c e l e b r a d o e n B r i g h t o n finalizó
c o n u n r e c u e r d o a «nuestra señora, la V i r g e n , m a d r e de la h u m a n i d a d » .
L u e g o están las visiones de María: 21.000 en los ú l t i m o s 1.000 años, de las cuales 210
o c u r r i e r o n entre 1928 y 1971. U n gran n ú m e r o d e las iglesias se c o n s t r u y e r o n e n el si-
tio d o n d e se había aparecido la visión, i n c l u i d o el s a n t u a r i o de L o u r d e s , para muchos
u n lugar de p e r e g r i n a c i ó n anual. El papa J u a n P a b l o II declaró el a ñ o 1988 «año de de-
v o c i ó n mariana».
P o r otra parte, el v í n c u l o entre la V i r g e n y la t r a d i c i ó n d e la diosa se refleja e t i m o -
l ó g i c a m e n t e e n su n o m b r e , «María», q u e p r o v i e n e del vocablo latino mare, q u e signi-
fica «mar». Todas las grandes madres n a c e n del o c é a n o p r i m i g e n i o o los abismos de
630
3 . (en p. 630, izquierda)
Schutzmantel-Maria aus Ravensburg,
M i c h a e l Erhart (c. 1480)
C M
4- ( ( P- 630, derecha) Nuestra
Señora de la asunción (catedral de
Gozo, Malta)
5. La Virgen María en un barco
( C h a p e l l e d e la Rotonde,
Boulogne-sur-mer)
631
m o Isis, se c o n v i r t i ó e n la p a t r a ñ a de barcos y m a r i n e r o s , e n salvadora d e vidas en una
é p o c a e n la q u e se navegaba d e n o c h e , c o n las estrellas c o m o guía. E n Sicilia, sin ir más
lejos, la i m a g e n de la V i r g e n ha sustituido al ojo d e H o r u s , hijo de Isis, q u e antaño se
13
p i n t a b a e n las proas de las barcas de pesca de la z o n a . M a r í a se c o n v i r t i ó , para la al-
q u i m i a , e n la estrella q u e guiaba al p e r e g r i n o q u e se e m b a r c a b a e n las aguas descono-
cidas del g r a n m a r del alma. E n su obra, The Rose Garden Gante, E i t h n e W i l k i n s uni-
fica estas i m á g e n e s :
El barco de piedra de Isis que conmemora el barco ritual que antaño se llevaba en proce-
sión en la antigua R o m a , cuando florecían allí las religiones mistéricas, se conserva todavía al
lado de la iglesia llamada Santa María della Navicella, Nuestra señora del Barco. De forma apro-
piada, el mosaico del ábside es una representación, la más antigua de su especie, de la gran ma-
dre, una refulgente Madonna del siglo VI en su trono, ella misma un trono para el niño sobe-
rano... Los mismos símbolos se entrelazan continuamente, sea cual sea el marco de la creencia.
U n medio de transporte es símbolo universal del principio femenino, sea barco o carruaje (co-
m o aquel de Isis, con rosas por ruedas), o la luna viajera; y la gran madre, ya sea como la rosa
que surca las olas del mar o como la rosa que es remanso, es también el mismo mar, el vientre
vasto que habitan las aguas, la profundidad. El mar, el viajero que lo surca, el remanso, y la ro-
sa son símbolos de la señora. Las rosas florecieron por vez primera en la isla de Afrodita cuan-
do ella nació, espuma del mar, y en aquel m o m e n t o , sin duda, el mar se inundó de una lluvia
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de rosas, tal y como lo imaginó Botticelli .
16
E n u n relato apócrifo sobre María, ésta teje el velo del t e m p l o . La i m a g e n de la
g r a n m a d r e es, u n a vez más, el e l e m e n t o q u e i n f u n d e a la historia su dinámica; ella t e -
j e la vida a partir d e sí m i s m a , f o r m a n d o y v i s t i e n d o d e c a r n e a través de la persona de
su hijo, p e r o c o r r i e n d o u n velo entre los dos aspectos d e su ser, el manifiesto y el no
manifiesto. Tejiendo el t i e m p o , el c r e c i m i e n t o y el d e s t i n o c o m o lo hila la eternidad,
teje la g r a n red de la vida bajo la i m a g e n de u n a m a d r e c o n su criatura e n el vientre,
q u e teje, d á n d o l e forma, la vida a partir d e sí m i s m a , y lo h a c e p o r m e d i o s todavía des-
c o n o c i d o s para nosotros. Las M o i r a s , las tres diosas griegas del destino, nacidas del in-
f r a m u n d o y de la n o c h e , de Z e u s y Temis; Ilitía, la diosa cretense d e los a l u m b r a m i e n -
tos; A t e n e a ; y P e n é l o p e e s p e r a n d o a Ulises fueron, todas ellas, tejedoras e hilanderas de
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6 . La Anunciación ( f r e s c o , s i g l o XII. I g l e s i a
de S o r p e , España)
7 . La Virgen María hilando (de un maestro
d e l n o r t e d e l R i n , c. 1400)
Y a sea e n la m i t o l o g í a g r i e g a , g e r m á n i c a , m a y a u o t r a , las P a r c a s s i e m p r e s o n h i l a n d e r a s y
t e j e d o r a s , la a r c a i c a t r í a d a f e m e n i n a s i t u a d a f u e r a d e l t i e m p o y d e l e s p a c i o . . . L a p r o p i a g r a n
m a d r e h i l a y t e j e p o r q u e c o n s t i t u y e la e n c a r n a c i ó n p r i m i g e n i a d e la tríada d e t e j e d o r a s d e t o -
do lo terrestre, del c r e c i m i e n t o , del t i e m p o , del d e s t i n o . La d a m a p r i m o r d i a l hila, t o m á n d o l o
d e su p r o p i o c u e r p o , la h e b r a d e l t i e m p o ; l o t e j e p a r a f o r m a r e l t e j i d o d e las c o s a s , al i g u a l q u e
la m u j e r h i l a d e n t r o d e sí m i s m a el t e j i d o d e la c a r n e d e o t r o s e r . . . H i l a r y t e j e r s o n l a b o r e s
p r o p i a s d e la v i r g e n M a r í a c o m o g r a n m a d r e , y p o s i b l e m e n t e n o s e a f o r t u i t o q u e d o s p a r t e s
d e la m a q u i n a r i a d e la r u e c a s e l l a m e n «la d o n c e l l a » y « m a d r e d e t o d o » , o q u e el n ú m e r o q u i n -
ce j u e g u e u n p a p e l s i g n i f i c a t i v o t a n t o e n la s a b i d u r í a y la t r a d i c i ó n d e la h i l a n d e r a c o m o e n la
1 7
del r o s a r i o .
633
E n el c u e n t o de hadas de la Bella d u r m i e n t e (cuyo o r i g e n se e n c u e n t r a en el mito
g r i e g o del b a n q u e t e d e bodas de H e r a y Z e u s , al q u e u n a d e las diosas n o fue invita-
da) es significativo q u e la vida de la princesa y la d e la c o r t e e n t e r a se suspendan en el
m o m e n t o e n q u e se hiere el d e d o c o n el h u s o d e la m u j e r q u e hila e n lo alto de la to-
rre. S u c e d e tal y c o m o fue a n u n c i a d o e n la m a l d i c i ó n del h a d a malvada, olvidada en
el b a u t i z o de la niña; a éste asistieron todas las «hadas madrinas», u n t é r m i n o que po-
see ya u n a especial resonancia m i t o l ó g i c a . La s i m b o l o g í a l u n a r del relato evoca signifi-
cados más antiguos: la princesa tiene q u i n c e a ñ o s c u a n d o se p i n c h a el d e d o ; el deci-
m o q u i n t o día del m e s es el p r i m e r o de la l u n a m e n g u a n t e , c u a n d o la diosa tejedora de
la luna c o m i e n z a a aflojar los hilos de la tela q u e h a tejido. El hada malvada, q u e no ha
sido invitada, es la diosa rechazada de la luna n u e v a , cuya t r a d i c i ó n d e b e ser incluida
e n u n a i m a g e n total d e la red d e la vida.
E n la i m a g e n de la a n u n c i a c i ó n q u e aparece e n la figura 6, q u e data de comienzos
del siglo XII y c u y o o r i g e n es catalán, el artista b i e n p o d r í a h a b e r q u e r i d o , c o m o o b -
serva N e u m a n n , « s i m p l e m e n t e representar a la M a d o n n a o c u p a d a e n labores propias
de la actividad cotidiana de la mujer», p e r o «fuerzas i n c o n s c i e n t e s p r o d u j e r o n una obra
d e g r a n d e z a a r q u e t í p i c a . . . la M a d o n n a c o n t i n ú a s i e n d o la gran diosa q u e hila la eter-
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n i d a d , a u n q u e se e n t i e n d e aquí p o r e t e r n i d a d la r e d e n c i ó n del m u n d o » . E n el cuadro
q u e aparece e n la figura 7, o r i g i n a r i o del sur d e A l e m a n i a , el hilo del h u s o pasa de las
m a n o s de M a r í a d i r e c t a m e n t e a través de la frente del b e b é i l u m i n a d o in potentia den-
tro d e su vientre. Así, c o n c l u y e N e u m a n n , «el a c t o d e hilar r e c u p e r a su significado re-
al y original: la m a d r e se c o n v i e r t e e n la diosa h i l a n d e r a d e la e t e r n i d a d ; su criatura se
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c o n v i e r t e e n el tejido de su c u e r p o » .
M a r í a c o m o d i o s a q u e da a l u z
634
El eco del g r i t o «¡La virgen ha a l u m b r a d o ! La luz está a u m e n t a n d o » se ha h e c h o oír e n
varias lenguas a lo largo de los siglos. Le l l a m a r o n T a m u z y D u m u z i e n M e s o p o t a m i a ;
fue Osiris y H o r u s en E g i p t o , y más tarde E ó n ; e n Grecia le d i e r o n el n o m b r e d e
D i o n i s o , H e l i o y O r f e o ; en Persia y e n R o m a le l l a m a r o n M i t r a .
Los antiguos fundadores d e la Iglesia cristiana n o pasaron p o r alto estos paralelismos.
C o m o h e m o s visto, san J e r ó n i m o relacionó las lágrimas del n i ñ o Jesús c o n las de las
mujeres q u e lloraban a A d o n i s , l a m e n t o s a m b o s q u e r e s o n a r o n e n las mismas a r b o l e -
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das de B e l é n . El n a c i m i e n t o de C r i s t o se celebraba e n sus orígenes d o c e días después
del solsticio del 6 de enero, día de la Epifanía («manifestación») en el calendario cris-
tiano, c u a n d o Jesús se m o s t r ó ante los tres reyes m a g o s d e o r i e n t e . Esta era t a m b i é n ,
p o r aquella época, la fecha d e la fiesta q u e e n Alejandría, E g i p t o , celebraba el n a c i -
m i e n t o de E ó n (una versión tardía de Osiris), n a c i d o d e C o r e , «la doncella», figura
griega esta última q u e se identificaba c o n la d e Isis, egipcia, cuya estrella particular era
Sirio. C a d a a ñ o d u r a n t e siglos los egipcios h a b í a n a g u a r d a d o la aparición de Sirio e n
el h o r i z o n t e , p o r q u e ésta anunciaba el r e n a c i m i e n t o de Osiris c o m o H o r u s y el ascen-
so de las aguas del N i l o , trayendo al p u e b l o t a n t o vida c o m o vida e t e r n a .
Epifanio, u n autor de c o m i e n z o s de la era cristiana q u e , a pesar d e escribir acerca
de la herejía e n el siglo IV d. O , percibía la relevancia del a n t i g u o ritual e n relación
con el n a c i m i e n t o de Jesús, lo describía en estos t é r m i n o s :
Tras haber permanecido en vigilia la noche entera, cantando y danzando, entonando cánti-
cos a su ídolo, cuando la vigilia, al cantar el gallo, llega a su fin, descienden con antorchas a una
cripta subterránea, y suben de ella una imagen de madera tumbada, desnuda, sobre una litera,
marcada su frente con el sello de una cruz dorada, y llevando en ambas manos dos sellos simila-
res, y en cada rodilla otros dos, los cinco hechos también con oro. Y pasean la imagen, dando
cinco vueltas alrededor del templo interior, acompañados por flautas, tambores e himnos, y con
bullicio la vuelven a llevar bajo tierra. Y si se les pregunta por el significado de este misterio,
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contestan: «Hoy, a esta hora, la doncella (Core), esto es, la Virgen, ha dado a luz al Eón» .
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supuesto, ú n i c o : «manantial del día, resplandor d e la l u z e t e r n a y sol de justicia, ven
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i l u m i n a a los q u e p e r m a n e c e n e n la o s c u r i d a d y en la s o m b r a d e la m u e r t e » .
El s i m b o l i s m o d e la luz q u e v e n c e a las tinieblas es, sin e m b a r g o , c o m ú n a todos los
héroes míticos a partir d e finales de la E d a d del B r o n c e , desde q u e , e n el m i t o del
Enuma elish, el h é r o e solar M a r d u k v e n c e a la diosa m a d r e T i a m a t , q u e se convierte
así, e n la o s c u r i d a d . M u c h o antes, e m p e r o , e n las culturas de la diosa lunar, el sol na-
cía de la luna, o vaca celeste; la o s c u r i d a d , antes q u e hostil, era considerada condición
necesaria para el r e n a c i m i e n t o .
La sabiduría p o p u l a r t a m b i é n r e c o n o c e u n t e m a universal: m u c h o s d e los rituales
q u e a c o m p a ñ a n la N a v i d a d t i e n e n significados q u e trascienden las barreras de la edad,
la cultura y las creencias. El árbol d e hoja p e r e n n e q u e l l a m a m o s árbol d e Navidad, con
velas titilando entre sus ramas y regalos a m o n t o n a d o s a l r e d e d o r de sus raíces, fue anta-
ñ o v e n e r a d o c o m o árbol de la vida, o árbol del m u n d o . Era el eje c ó s m i c o del centro
del m u n d o , el axis mundi q u e unía las d i m e n s i o n e s celeste, terrestre y subterránea; las
energías eternas de la creación fluían c o n s t a n t e m e n t e a través d e él sobre el t i e m p o . El
v e r d o r del árbol de la vida e n este m o m e n t o de o s c u r i d a d m á x i m a era el signo y la p r o -
mesa de la vida e t e r n a m e n t e renovada, y lo sigue siendo, a u n q u e bajo o t r o n o m b r e .
Las llamas del árbol celebran, pues, el r e n a c e r d e ese fuego celestial e n su inframundo
invernal de m u e r t e , p r o c l a m a n d o la v i c t o r i a d e la luz sobre las tinieblas. A d e m á s , la es-
trella q u e se coloca e n la p u n t a del árbol d e N a v i d a d —la q u e v i e r o n los M a g o s - es, c o -
m o i m a g e n mítica, la estrella polar del eje del m u n d o y el astro reluciente d e Inanna,
Isis, Afrodita y Venus, q u e a c o m p a ñ a a t o d o n a c i m i e n t o d i v i n o e n P r ó x i m o O r i e n t e .
Estas fiestas de resplandor y regocijo q u e d a n lejos d e la p r e o c u p a c i ó n doctrinal cris-
tiana p o r el h i m e n i n t a c t o d e María, m a d r e de Jesús. Tal y c o m o se sugirió e n el capí-
tulo 13, la «inmaculada c o n c e p c i ó n » d e Jesús, esto es, la v i r g i n i d a d literal de su madre,
fue u n a idea q u e surgió d e f o r m a retrospectiva, u n m e d i o para realzar la divinidad de
C r i s t o . E n todas las tradiciones del m u n d o precristiano, salvo la j u d í a , existe la creen-
cia e n la f e c u n d a c i ó n divina d e u n a m u j e r m o r t a l q u e da a luz, a su vez, a u n héroe o
d e m i u r g o . La idea del n a c i m i e n t o virginal se aplicaba al rey o al s u m o sacerdote n o m -
b r a d o h i j o - a m a n t e d e la diosa, así c o m o a los m u c h o s dioses y héroes legendarios.
W a r n e r subraya q u e «el n a c i m i e n t o virginal era, e n el i m p e r i o R o m a n o precristiano,
u n s í m b o l o taquigráfico q u e se utilizaba n o r m a l m e n t e para designar la divinidad de un
h o m b r e » , y q u e se c o n v i r t i ó e n u n título asociado a aquellos h o m b r e s q u e sobresalían
ya c o m o maestros espirituales o c o m o g r a n d e s líderes militares. «Se creía q u e Pitágoras,
P l a t ó n , Alejandro n a c i e r o n d e u n a m u j e r m e d i a n d o el p o d e r d e u n espíritu sagrado.
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Esta se c o n v i r t i ó e n la reivindicación usual del líder espiritual» .
Sólo e n M a t e o y Lucas se relata la historia del n a c i m i e n t o virginal de Cristo. El h e -
c h o de q u e j ó s e n o j u e g u e , a p a r e n t e m e n t e , papel a l g u n o e n su c o n c e p c i ó n parece c o n -
tradecir la idea de la d e s c e n d e n c i a genealógica d e D a v i d : la sangre de éste n o habría si-
d o transmitida a Jesús a m e n o s q u e j ó s e fuese su padre. Y si lo era, ¿cuál es la relevancia
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del n a c i m i e n t o virginal? Las dos ideas son i n c o m p a t i b l e s . Es significativo el h e c h o de
que, en los relatos apócrifos y la iconografía acerca d e la pareja, José es representado
g e n e r a l m e n t e c o m o u n h o m b r e d e más edad; de esta m a n e r a , s i m b ó l i c a m e n t e , pasa de
ser el esposo nupcial a ser el padre d e ella. H a y p r u e b a s d e q u e el m a n u s c r i t o más a n -
tiguo c o n s e r v a d o de M a t e o (el m a n u s c r i t o del m o n t e Sinaí) se alteró para hacer creí-
ble la historia del n a c i m i e n t o virginal. El pasaje d e Isaías 7, 14 «he aquí q u e u n a d o n -
cella está encinta y va a dar a luz u n hijo» es u n o d e los textos principales sobre los q u e
se apoya la d o c t r i n a del n a c i m i e n t o virginal. Sin e m b a r g o , esta i n t e r p r e t a c i ó n carece
de f u n d a m e n t o desde el p u n t o de vista de la religión j u d í a ; d e b e su existencia a la i n -
terpretación q u e se dio a la t r a d u c c i ó n griega del v o c a b l o h e b r e o almah, q u e fue el q u e
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Isaías efectivamente utilizó . C u a n d o los textos h e b r e o s se tradujeron al griego, p o s i -
bilitándose su uso en las c o m u n i d a d e s judías de habla griega q u e se establecieron fue-
ra de Palestina en el siglo III a. C , la palabra h e b r e a almah se tradujo al g r i e g o c o m o
párthenos, cuyo significado era el de «doncella» o «joven soltera». Si Isaías hubiese q u e -
rido usar la palabra «virgen», habría h e c h o uso del v o c a b l o betulah. N u n c a se i n t e r -
pretó, sin e m b a r g o , q u e esta expresión designase a a l g u i e n q u e c o n c i b e de f o r m a m i -
lagrosa, c o m o una j o v e n q u e carece d e e x p e r i e n c i a sexual o q u e todavía n o ha
c o m e n z a d o la m e n s t r u a c i ó n , o b i e n q u e n o p u e d e c o n c e b i r ' ' . La p r i m a de María,
Isabel, era virgen en este sentido; n o había t e n i d o hijos. E n este sentido, n o c o n c i b i ó
a Juan Bautista p o r i m p r e g n a c i ó n divina, sino m e r c e d a u n a i n t e r v e n c i ó n divina q u e
puso fin a su esterilidad. Las mujeres de A b r a h á n , Isaac, J a c o b y S a m u e l dieron a luz
m e r c e d a la m i s m a i n t e r v e n c i ó n divina.
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El m i t o lunar
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el solsticio d e i n v i e r n o , c u a n d o el sol vuelve a n a c e r a partir d e la o s c u r i d a d del a n t i -
guo año. A l a n Watts, e n su obra Myth and Ritual in Christianity, de lectura indispensa-
ble para este t e m a , aclara este p u n t o :
En el ciclo del año cristiano el calendario solar rige los ritos de la Encamación, dado que
éstos se conectan con el nacimiento del sol y caen, por lo tanto, en fechas fijas. Los ritos de
Expiación, de la muerte de Cristo, de la Resurrección y de la Ascensión, por su parte, se rigen
por el calendario lunar, porque la luna creciente y menguante alberga una figura de muerte y
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resurrección .
S e g ú n el p a t r ó n m i t o l ó g i c o p e r e n n e , el sol q u e n a c e d e la m a d r e es el sol q u e n a -
ce de la l u n a , la luz q u e se alza desde las p r o f u n d i d a d e s d e la oscuridad y el r e n a c i -
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m i e n t o del a ñ o . A C r i s t o se le daba el n o m b r e d e «sol de justicia» y «luz del m u n d o » .
La Pascua, n o m b r e q u e e n los países cuya l e n g u a p r o c e d e del latín deriva del vocablo
latino pascha (de la palabra hebrea pesaj, pascua), e n inglés t o m a su n o m b r e —Easter— d e
la diosa del alba anglosajona, llamada Eoestre. Sus ritos se celebraban e n la é p o c a del
e q u i n o c c i o de primavera, al despuntar el a ñ o agrario. El n ú m e r o de discípulos c o r r e s -
p o n d e c o n la cifra solar d o c e , q u e representa el i t i n e r a r i o solar a través de los d o c e m e -
ses del año. C o n Jesús el n ú m e r o asciende a trece, c o m o trece son los meses del a ñ o
lunar, conciliándose el t i e m p o solar c o n el lunar, y u n i é n d o s e el p r i n c i p i o solar de r e -
639
n a c i m i e n t o c o n el p r i n c i p i o l u n a r de t r a n s f o r m a c i ó n . E n el m o d e l o lunar, relacionado
c o n la vida del c r e c i m i e n t o , la v e g e t a c i ó n y el a ñ o agrario, la vida d e Jesús se inte-
r r u m p e al final del a n t i g u o año, al igual q u e e n el N e o l í t i c o p o s i b l e m e n t e se segase al
dios del a ñ o c o n la h o z , c o m o el trigo, y en C r e t a el árbol, c o m o dios m o r i b u n d o , se
talaba. El árbol vuelve a aparecer e n el s i m b o l i s m o sobre Jesús: la c r u z de la q u e pen-
d e es el árbol de la vida e n su fase d e m u e r t e , antes d e renacer.
640
del útero; y en la diosa d e la fertilidad y de los p a r t o s , c o m o A r t e m i s y Afrodita, y p r o
b a b l e m e n t e t a m b i é n la diosa paleolítica de Laussel, q u e sostenía e n u n a m a n o el c u e r
n o de la luna creciente mientras c o n la otra a p u n t a b a a su v i e n t r e a b o m b a d o .
Estas c o n e x i o n e s «paganas» se disfrazan y espiritualizan en el m u n d o cristiano, e n
que las imágenes p a r e c e n derivar de fuentes q u e p r o v i e n e n en su totalidad del m a r c o
cristiano de creencia. La iconografía sobre la relación d e M a r í a c o n la luna, las estre
llas, el sol y el cielo se funda de f o r m a e v i d e n t e e n el pasaje del Apocalipsis. L o q u e le
641
fue revelado a J u a n e n u n a cueva en la isla de P a t m o s fue, sin e m b a r g o , u n a visión que
p o d r í a h a b e r p r o v e n i d o d i r e c t a m e n t e de S u m e r , a u n q u e él la p e r c i b i ó , c o m o ocurre
s i e m p r e c o n la iconografía arquetípica, c o m o u n a epifanía d e u n tipo jamás visto has
ta el m o m e n t o : « U n g r a n signo apareció e n el cielo: u n a M u j e r , vestida del sol, con la
l u n a bajo sus pies, y u n a c o r o n a de d o c e estrellas sobre su cabeza» (Ap 12, 1).
Esta m u j e r es c o m p l e t a m e n t e diferente d e la M a r í a m o d e s t a y sumisa de los
Evangelios. A pesar de esto, ambas figuras a m e n u d o se representaban c o m o la misma,
f o r m a n d o esto quizá p a r t e del p r o c e s o d e elevación d e la m u j e r h u m a n a a reina divi
na. M a r í a es dibujada o esculpida de pie sobre la l u n a creciente, en el centro de un dis
co r e d o n d o u ovalado. R a y o s vibrantes d e luz e m a n a n d e su figura hacia la circunfe
rencia, q u e a m e n u d o se rodea c o n rosas. La escultura q u e p u e d e c o n t e m p l a r s e en la
figura 10 p e n d e del t e c h o del c o n v e n t o de santa Catalina e n U t r e c h t , H o l a n d a , sus
p e n d i d a p o r e n c i m a de todas las cabezas. O t r o c u a d r o , q u e representa a u n a María más
tradicional, se halla e n u n a p a r e d cercana; le está d a n d o el p e c h o a su hijo, apoyada so
b r e u n a valla p o r la q u e trepan unas rosas. U n h a l o c ó s m i c o la rodea, resplandeciente
c o m o los p r i m e r o s rayos del sol (figura 11).
642
1 0 . {en p. 642, izquierda)
María, reina del cielo
(c. 1500. P a í s e s Bajos)
1 1 . (en p. 642, derecha)
Marta con nimbo y rosas
( f i n a l e s d e l s i g l o XV. Norte
de los P a í s e s Bajos)
1 2 . La glorificación de la
Virgen ( G e e r t g e n t o t St J a n s ,
c. 1490-1495)
Está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció
otro signo en el cielo: un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus ca-
bezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó so-
bre la tierra. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su h i -
jo en cuanto diera a luz. La mujer dio a luz un hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones
con cetro de hierro, y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Entonces se entabló
una batalla en el cielo... (Ap 12, 2-5, 7).
643
representa ahora a menudo como un dragón curvado y aplanado, con garras y cola La
imagen se atiene, en este sentido, al resto del pasaje (figura 12); se trata del dragón ro-
j o derrotado por Miguel y por sus ángeles. Más tarde, dragón, serpiente, diablo y Satán
se confunden en una sola figura antagónica. La identificación de esta figura o figuras
con la luna creciente, que se llevó a cabo posteriormente, refleja de forma precisa la
destitución del universo lunar de ritmo y renovación por parte del mundo judeocris-
tiano ortodoxo. Parece haber pasado desapercibida la oposición inherente entre la ima-
gen de la mujer que grita por los dolores del parto, como si fuese Eva, la maldita, y l a
644
1 3 . La asunción de la Virgen
(1518) de Tiziano
645
1
p o r disminuir la t e n s i ó n e n t r e los c o n t r a r i o s ; antes b i e n , la intensifica hasta llegar a los
extremos». Sin e m b a r g o , «entendida de f o r m a simbólica, la a s u n c i ó n del c u e r p o cons-
32
tituye u n r e c o n o c i m i e n t o y u n a a c e p t a c i ó n de la m a t e r i a » . J u n g afirma en otro lugar
33
q u e «ningún p r o b l e m a p u e d e resolverse e n el m i s m o nivel e n el q u e surgió» . E n re-
lación c o n nuestro análisis, esto significa q u e el i n t e n t o , si lo hubiese, d e volver a dar
al c u e r p o u n a naturaleza espiritual será v a n o , p o r q u e t e r m i n a r á p o r privar al c u e r p o de
sustancia.
D e s d e nuestro p u n t o d e vista, incluso u n a c o m p r e n s i ó n simbólica llega a entur-
biarse de la m i s m a m a n e r a . La m a t e r i a n o p u e d e r e c o n o c e r s e o aceptarse desde la pers-
pectiva de su «opuesto», el espíritu. U n n u e v o lenguaje e m e r g e r á de u n nivel situado
más allá de los dos e x t r e m o s sólo si ambas entidades, a p a r e n t e m e n t e antagónicas, se de-
r r i b a n . D i c h o d e otro m o d o , n o es posible reafirmar el p r i n c i p i o f e m e n i n o p o r q u e só-
lo se r e c o n o c e p a r t e de d i c h o p r i n c i p i o , d e f o r m a q u e se p e r p e t ú a , o p e o r aún, se sa-
craliza la división.
646
La Inmaculada Concepción continúa siendo el dogma que separa a la virgen María, que
permanece pura a pesar de la caída, de la raza humana... La Virgen, icono del ideal, afirma la
inferioridad del destino humano. Concebida sin mancha, y situada muy por encima de los
hombres y mujeres que le rezan, subraya el dolor y la ansiedad, antes que procurar alivio; acen
túa, además, la sensación de pecaminosidad. Sus fieles le atribuyen un estado que ellos nunca
alcanzarán; tal y como se les repite, toda criatura, menos ella, ha nacido en pecado. Sin duda,
4
María es la otra cara de Eva' .
647
árbol. Eva, desnuda, c o m o era de esperar, ofrece a la h u m a n i d a d la m a n z a n a de la
m u e r t e , q u e ha t o m a d o de la serpiente. María, vestida, c o m o era de esperar, ofrece la
m a n z a n a r e d e n t o r a de la vida. Es p r o b a b l e q u e la p o s i c i ó n d e la serpiente, q u e surge
del falo de A d á n , d e l i b e r a d a m e n t e o c u l t o , n o sea del t o d o fortuita. La calavera son
r i e n t e yace del lado del árbol e n q u e se sitúa Eva, m i e n t r a s q u e la m u e r t e la espera a
su d e r e c h a . E n el lado del árbol en el q u e se e n c u e n t r a M a r í a , el lado de la vida, la cruz
c o n el C r i s t o crucificado, fruto de su v i e n t r e m i l a g r o s a m e n t e intacto, parece p e n d e r de
u n a rama.
Es, p o r supuesto, comprensible q u e una vez q u e se ha excluido a la divinidad de la
naturaleza, esas mismas leyes naturales deban suspenderse para q u e la divinidad pueda
(por así decirlo) volver a «penetrar en la vida», sanando esta separación. Esta rectificación,
sin e m b a r g o , p e r p e t ú a el error original, fruto de la limitaciones del e n t e n d i m i e n t o h u
m a n o , y n o de u n error de la naturaleza h u m a n a . Si u n m i t o se interpreta de forma lite
ral, n o p o d r á ya ser vehículo de la exploración metafísica. Sin embargo, si el m i t o de la
i m p r e g n a c i ó n divina de María se e n t i e n d e de m a n e r a simbólica, la parcialidad de la re
flexión h u m a n a acerca del significado de la vida y d e la m u e r t e quedará subsanada a tra
vés d e la u n i ó n de lo «humano» y de lo «divino». D e esta «concepción» nace una nueva
visión q u e r e d i m e la separación entre la naturaleza y el espíritu, p o r q u e la considera ilu
soria en última instancia, o «real» ú n i c a m e n t e en u n nivel inferior.
648
A través de lo q u e d e n o m i n a «mitología cristiana», Alan Watts ofrece u n a c o m -
prensión más rica y más amplia del s i m b o l i s m o d e M a r í a :
La madre virgen es, en primer lugar, Mater Virgo, materia virgen o tierra sin arar; es decir,
es la prima materia antes de su división en la multiplicidad de las cosas creadas, o antes de ser ara-
da. C o m o estrella del mar, Stclla Maris (mare - María), fuente sellada, «el vientre inmaculado
de esta fuente divina», es también las aguas sobre las que se movía el espíritu divino en el prin-
cipio de los tiempos. C o m o «la mujer vestida del sol, con la luna bajo sus pies», es todo lo que
en las otras mitologías representaba a las diosas de la luna, que brilla con la luz del sol y apare-
ce en la noche rodeada (coronada) de estrellas. C o m o el vientre en el que nace el Logos, es
también el espacio; la convención artística común así lo refleja cuando la viste con un manto
35
azul, sembrado de estrellas .
M a r í a : la d i o s a p e r d i d a d e la tierra
649
salve, vientre de la encarnación divina;
salve a ti, a través de quien renace la creación;
salve a ti, a través de quien el Creador se convierte en niño;
salve, doncella casada y virgen...
Salve, viña del brote siempre verde;
salve, campo de la cosecha inmortal;
salve a ti que cosechas al cosechador, amigo del hombre;
salve a ti que plantas al que planta nuestra vida;
salve, campo que florece con la fertilidad de la compasión;
salve, mesa que sostiene una abundancia de misericordia;
salve a ti que haces florecer un prado de regocijo;
salve a ti que preparas un refugio para las almas...
Salve, madre del cordero y del pastor,
salve, rebaño del aprisco imbuido de razón...
salve, llave de las puertas del paraíso;
salve, porque se regocijan los cielos con la tierra;
salve, porque la tierra se une en cánticos con los firmamentos...
650
Salve, roca que mana agua para quienes tienen sed de vida;
salve, pilar de fuego que guías a quienes están en las tinieblas...
Salve, flor de la incorruptibilidad...
Salve, árbol de refulgente fruto, del cual se alimentan los fieles;
salve, rama de hojas bellas y umbrosas, bajo la cual muchos se refugian...
Salve a ti que concilias los contrarios...
Salve a ti que has colmado las redes de los pescadores;
salve a ti que emerges de las profundidades de la ignorancia...
Salve, barca para quienes quieren ser salvados;
salve, puerto para los marineros de la vida...
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Salve, tesoro inagotable de la vida...
651
1 7 . María sobre
un lecho de maíz,
(c. 1400) del
Maestro de Rohan
652
Familia, y si éstos le p r e g u n t a n si ha visto pasar a u n a m a d r e c o n su hijo, deberá r e s -
p o n d e r q u e los vio c u a n d o estaba a r a n d o y s e m b r a n d o el c a m p o . La familia a b a n d o n a
las tierras y, d e f o r m a instantánea, el t r i g o recién s e m b r a d o brota y crece hasta llegar a
su altura m á x i m a ; d o r a d o y m a d u r o , ya está listo para la cosecha. Los soldados d e
Heredes aparecen; el granjero les r e s p o n d e q u e sí, q u e v i o pasar a u n a m a d r e c o n su
39
hijo «cuando c o m e n c é a sembrar la semilla» . B e r g e r c o m e n t a lo siguiente:
Las obras de arte y los textos de los siglos XII y XIII que hacen referencia al Milagro del gra-
no de la Virgen son testimonio de una transformación que ya había tenido lugar. Es imposible
determinar las fases de esta transformación de la protectora del grano en la Virgen. Cuando, en
el siglo XII, el relato emerge, lo hace, sin embargo, en varios lugares diferentes, manifestándo-
se en Francia, Irlanda, Gales y Suecia. Su grado de difusión sugiere que antes de ser plasmado
4
en el arte y la literatura, el relato gozaba de una larga tradición oral ".
653
su m a d r e , D e m é t e r , o Afrodita r e t o r n a b a de las aguas profundas d e su b a ñ o invernal, o
Isis traía al m u n d o a H o r u s . Istar saludaba el r e n a c e r d e T a m u z ; I n a n n a se liberaba del
o s c u r o abrazo d e Ereshkigal para volver a asumir su título, «la verde». El mes de mayo,
n u e v e días después del e q u i n o c c i o d e p r i m a v e r a , n o se c o n v i r t i ó en el m e s oficial de
María hasta el siglo XVIII; ella, sin e m b a r g o , llevaba m u c h o t i e m p o siendo festejada c o -
m o e p í t o m e del a l b o r o z o d e la primavera en la m a ñ a n a de m a y o . Todavía hoy se la fes-
teja, c o n flores, danzas y procesiones e n las q u e su efigie se pasea p o r la ciudad.
Sin e m b a r g o , p o r m u y rica q u e resulte la figura d e M a r í a c o m o i m a g e n de «la ma-
t e r n i d a d de la naturaleza» (así la d e n o m i n a G e r a r d M a n l e y H o p k i n s en u n o de sus p o e -
mas, q u e c o m i e n z a c o n el verso «mayo es m e s d e María»), a M a r í a ya n o se la repre-
senta c o m o e n el sello m i c é n i c o (ver capítulo 3, figura 11), es decir, simplemente
sentada en el suelo, delante del árbol d e la vida, como epifanía del mismo.
G e n e r a l m e n t e , c u a n d o vuelve a t o m a r posesión d e su a n t i g u o título -«señora de las
plantas»— se resaltan, al m o d o cristiano, sus cualidades t r a s c e n d e n t e s , de la misma m a -
654
ñera en q u e se espiritualiza el m u n d o natural. E n la estatua d e piedra tallada q u e p u e -
de c o n t e m p l a r s e e n la figura 19, María, c o n la m i s m a c o r o n a d e frutas y flores sobre la
cabeza q u e D e m é t e r , sujeta al n i ñ o e n u n b r a z o ; c o n el o t r o sostiene u n a rama.
R e p r e s e n t a , p o r lo tanto, al árbol de la vida, c o n su hijo crucificado e n la rama c e n -
tral. La i m a g e n p o r sí misma, sin i n t e r p r e t a c i ó n , p o d r í a representar el d r a m a i n m o r t a l
de las dos fases del n a c i m i e n t o y de la m u e r t e : el n i ñ o y el c o n s o r t e m o r i b u n d o , el c a -
pullo y el árbol q u e d e b e talarse para q u e p u e d a renovarse el c r e c i m i e n t o .
M a r í a c o m o diosa de los a n i m a l e s
655
S i m p l e m e n t e al c o n t e m p l a r u n a i m a g e n típica d e la escena del n a c i m i e n t o , podríamos
t e n e r a la antigua diosa d e los animales a n t e nuestros ojos. La diosa, e n la q u e fue su
i m a g e n estilizada y abstracta, se colocaba entre dos animales, situados de forma simé-
trica u n o a cada lado. Esta antigua representación ha d a d o paso al m o m e n t o narrativo
e n q u e su fertilidad se realiza. D e s d e este p u n t o d e vista, la entrada d e los pastores con
sus ovejas es u n a p a r t e esencial de la r e u n i ó n de t o d o s los animales alrededor de su se-
ñ o r a e n el pesebre, i m a g e n d e la fertilidad d e la q u e ella era p r o t e c t o r a . C a m p b e l l pro-
p o n e o t r o significado más para la inalterable a p a r i c i ó n del b u e y y la muía, al señalar
q u e estos animales eran t a m b i é n los q u e simbolizaban las i m á g e n e s antagónicas de
Osiris y Seth, h e c h o , c o m o señala el autor, q u e habría sido i n s t a n t á n e a m e n t e r e c o n o -
cido e n la é p o c a . D e esta m a n e r a se expresaba el n a c i m i e n t o del n i ñ o C r i s t o c o m o
44
u n i ó n y s u p e r a c i ó n de los c o n t r a r i o s .
P u e d e asimismo c o n t e m p l a r s e a M a r í a sentada sobre u n t r o n o de leones, lo que la
656
2 0 . (p. 656, izquierda)
Diosa madre etrusca
(escultura de piedra,
s i g l o V a. C.)
2 1 . (p- 656, derecha)
María sobre el trono
de leones (1360.
Hermsdorf, Alemania)
2 2 . La Sainte Pureté
dans la Fortresse,
estudio de Hans
Memlinck, activo entre
c. 1 4 6 5 - 1 4 9 4 . La V i r g e n
M a r í a (?) d e p i e dentro
de una m o n t a ñ a de
amatista, guardada por
dos l e o n e s
657
flanqueada p o r leones cretense (ver capítulo 3, figura 27). T a m b i é n aquí encontramos
dos leones al pie d e la m o n t a ñ a de amatista, a la vez fieros y heráldicos. D e h e c h o la
i m a g e n recuerda t a n t o a la de la diosa m i n o i c a q u e n o p o d e m o s evitar preguntarnos
c ó m o c o n o c í a su a u t o r esa simbología.
O t r a s diosas más antiguas d e los animales, c o m o A r t e m i s , sujetaban n o sólo a cier-
vos, leones y toros, sino t a m b i é n a pájaros, d e s c e n d i e n t e s c o m o eran d e la diosa pája-
ro neolítica. El ú n i c o vestigio q u e de esto hallamos e n la t r a d i c i ó n cristiana es el de la
p a l o m a , q u e fue el ave de la diosa m i n o i c a , d e I n a n n a y d e Afrodita; todas ellas regían
las relaciones entre t o d o s los órdenes d e la vida a través del a m o r . La p a l o m a , como
i m a g e n del Espíritu santo q u e desciende de los cielos abiertos y «se posa» sobre Jesús
c u a n d o éste es bautizado, carece de c o n e x i ó n explícita c o n M a r í a e n los Evangelios.
D e h e c h o , la p a l o m a q u e casi i n v a r i a b l e m e n t e a c o m p a ñ a al ángel e n las imágenes de la
a n u n c i a c i ó n n o estaba «ahí» o r i g i n a r i a m e n t e . D e f o r m a similar, los artistas han añadi-
d o la p a l o m a a sus cuadros de la n i ñ e z de M a r í a c o m o señal d e q u e el Espíritu santo
ya habitaba e n ella p o r e n t o n c e s . Sin e m b a r g o , c o n t i n ú a s i e n d o significativo el hecho
d e q u e la p a l o m a simboliza la (a pesar d e t o d o ) fugaz i n m a n e n c i a d e D i o s , el padre. Es
su epifanía h e c h a visible, y ésta es, o b v i a m e n t e , la r a z ó n p o r la cual el relato de la
A n u n c i a c i ó n parecía i n c o m p l e t o sin ella. E n el siguiente capítulo sobre Sofía se discu-
tirá la cuestión acerca d e p o r q u é el Espíritu santo, q u e e n g r i e g o es n e u t r o (Hagion
Pneumd) y e n latín es m a s c u l i n o (Spiritus Sanctus), es s i m b o l i z a d o en u n a imagen fe-
m e n i n a q u e p e r t e n e c e a la a b a n d o n a d a cultura d e la diosa.
María c o m o d i o s a d e la m u e r t e y d e l inframundo
658
2 3 . Madonna deila Misericordia (c. 1445-1448)
de Piero della Francesca
e j e m p l o la del Salterio de W i n c h e s t e r , el i n f i e r n o a d q u i e r e la f o r m a d e una ballena de
fauces abiertas, preparada para tragarse a los p e c a d o r e s y arrastrarlos hacia su vientre sin
f o n d o . C r i s t o , q u e r e d i m e a A d á n y Eva, es r e p r e s e n t a d o c o m o el h é r o e arquetípico
q u e libra batalla contra el d r a g ó n ballena. Sin e m b a r g o , c o m o el c a m b i o de madre a
p a d r e creador conlleva u n c a m b i o c o r r e s p o n d i e n t e e n la iconografía d e la m u e r t e , es
más frecuente q u e haya u n h u e c o imaginativo. E n este h u e c o , q u e p r o n t o se convirtió
e n u n a caverna a m e n a z a n t e , se proyectaron t o d o s los t o r m e n t o s q u e el m i e d o crea, t o -
m a n d o la f o r m a concreta de d e m o n i o s c o n rabos y horcas, brea h i r v i e n t e , sulfuro y
fuego e t e r n o , c o m o e n época babilónica. La creación p o r la palabra significa la muer-
te p o r la palabra; la m u e r t e se consideraba g e n e r a l m e n t e c o m o u n castigo p o r los pe-
cados; y pecar era inevitable.
La figura de nuestra señora, clemente, i n d u l g e n t e , i n t e r v i e n e e n esta situación como
la última esperanza de salvación de la c o n d e n a e t e r n a . D e esta m a n e r a , vuelve a asumir
los antiguos títulos de la diosa sumeria N i n h u r s a g , c o n o c i d a c o m o «aquella q u e da la vi-
da a los muertos», y de Inanna, a quien se daba el n o m b r e de «perdonadora de los pe-
cados». D e s d e u n p u n t o de vista teológico, María i n t e r v i e n e c o m o m a d r e compasiva,
c u y o sentido r u e g o n i n g ú n hijo podría desoír. Su intercesión c o n Cristo, el j u e z , hace
inclinarse (desde u n p u n t o de vista metafórico) la balanza d e la justicia, q u e a veces san
M i g u e l sujeta, a favor del pecador. D e idéntica m a n e r a , e n E g i p t o la p l u m a de la diosa
M a a t se coloca e n u n platillo de la balanza, y sobre el o t r o el c o r a z ó n de la persona
m u e r t a . E n el cuadro de M i g u e l Ángel sobre el j u i c i o final, el c u e r p o d e María, los bra-
zos cruzados c o m o para protegerse y la mirada baja, se retira, inclinándose, lejos del bra-
zo d e Cristo, implacablemente levantado; parece protestar silenciosamente contra la du-
reza de su j u i c i o . Sin e m b a r g o , el cuadro de P i e r o della Francesca, q u e aparece en la
figura 23, muestra q u e e n la práctica la realidad i m p o n e n t e d e M a r í a es omnipresente, y
q u e es a ella hacia q u i e n las almas se vuelven b u s c a n d o clemencia. Todos los relatos apo-
calípticos son t e s t i m o n i o de la creencia de q u e si p u e d e llegarse hasta ella, el p e r d ó n es-
tá asegurado: sólo María p u e d e aceptar al ser h u m a n o en su totalidad. C u r i o s a m e n t e , en
esta escena final de la vida, María aparece c o m o casi más accesible q u e Jesús, a u n q u e los
Evangelios d e n a c o n o c e r el drama y la figura de este ú l t i m o . La c o m p a s i ó n p o r el su-
f r i m i e n t o de los pecadores p u e d e c o n m o v e r l a a ella, mientras q u e él, el j u e z j u s t o , sólo
representa la ley, i n d e p e n d i e n t e m e n t e del castigo; y esto a pesar de q u e e n los Evangelios
él es q u i e n se niega a juzgar. A m e d i d a q u e el cristianismo c o n t i n u ó e x t e n d i é n d o s e a
través de los siglos, la figura de María, la m a d r e , atrajo para sí el significado de las a m o -
rosas enseñanzas de su hijo. A éste, en contraste, a veces se le atribuía el papel sorpren-
d e n t e de padre insensible, casi c o m o si estuviese a f i r m á n d o s e u n p a t r ó n arquetípico de
los principios masculino y femenino. El Ave María, la o r a c i ó n más i m p o r t a n t e a María,
q u e se reza en t o d o el m u n d o católico, se cierra c o n la p e t i c i ó n d e q u e r u e g u e «por n o -
sotros, pecadores, ahora y en la hora d e nuestra m u e r t e » .
660
Mater Dolorosa
en una época tan reciente como el siglo X d. C , un viajero en los países árabes observó: «Todos los
sábeos de nuestro tiempo, los de Babilonia como los de Harran, se lamentan y lloran a Tamuz has-
ta el día de hoy en una fiesta que, sobre todo las mujeres, celebran en el mes del mismo nombre»*.
661
2 4 . Pieta (1499), estatua de m á r m o l de Miguel
Á n g e l ( B a s í l i c a d e san P e d r o , Roma)
Y el l a m e n t o de Isis p o r Osiris:
La V i r g e n negra
663
2 5 . Notre-Dame de Marsat
( m a d e r a , s i g l o XII. P u y - d e -
Dóme, Francia)
\ * e-*
664
la reaparición d e esta i m a g e n e n el siglo X I I , c u a n d o los cruzados la trajeron de vuelta
a O c c i d e n t e . El a u t o r ofrece u n a sugerente d e s c r i p c i ó n d e la m a n e r a e n q u e el cristia-
nismo absorbió el culto generalizado a la gran diosa d e los m u c h o s n o m b r e s :
María Magdalena
665
26. Santa María Magdalena
(c. 1494) de P i e t r o Perugin
sión acerca de si e n los Evangelios figuran tres mujeres distintas: María de Betania, que
era la h e r m a n a de Lázaro; la «pecadora», q u e u n g i ó los pies de Jesús c o n aceites y los
secó c o n su cabello; y la m u j e r llamada M a r í a M a g d a l e n a ; o si las tres mujeres eran una
- M a r í a M a g d a l e n a - bajo c u y o n o m b r e se indica a la m u j e r q u e presenció la resurrec-
c i ó n y q u e es, p o r lo tanto, d e u n a i m p o r t a n c i a s u p r e m a . Si se t i e n e e n c u e n t a que su
n o m b r e deriva del m a r y si se t i e n e e n m e n t e el n ú m e r o tres, q u e sugiere el simbolis-
m o de la trinidad lunar, llama i n d u d a b l e m e n t e la a t e n c i ó n la profusión de Marías, j u n -
t o c o n María, la m a d r e . Los Evangelios n o aclaran la i d e n t i d a d de M a r í a Magdalena,
d e m o d o q u e los relatos q u e surgieron a raíz d e la fascinación q u e provocaba esta fi-
gura a m b i g u a son, ante t o d o , relatos d o n d e se rescata la sexualidad e n la imaginación
cristiana. Sin e m b a r g o , e n la práctica «Magdalena» se c o n v i r t i ó ¡en el n o m b r e de una
casa para el rescate de prostitutas!
M a r c o s se refiere a M a r í a M a g d a l e n a al dar ese n o m b r e a u n a «de la q u e ¡Jesús] ha-
bía e c h a d o siete d e m o n i o s ( M e 16, 9). Lucas habla d e u n a m u j e r q u e sigue a Jesús, y
q u e «había sido curada d e espíritus malignos y enfermedades»; se llamaba María, p r o -
venía de la c i u d a d d e M a g d a l a , y Jesús e x p u l s ó d e ella a siete diablos (Le 8, 2).
666
I n m e d i a t a m e n t e antes d e esto, Lucas relata la c e n a c o n el fariseo, c u a n d o u n a m u j e r sin
n o m b r e rocía los pies de Jesús c o n sus lágrimas, los seca c o n sus cabellos y l u e g o los
unge. La y u x t a p o s i c i ó n invita a q u e las dos mujeres se i d e n t i f i q u e n e n u n a sola, e s p e -
cialmente si se i n t e r p r e t a q u e el p e r d ó n p o r p a r t e d e Jesús d e sus pecados —«porque ella
amaba mucho»— se refiere al g r a n n ú m e r o de a m o r í o s eróticos d e la mujer, antes q u e
al acto simple de a m o r q u e acaba de realizar. La m i s m a historia aparece e n M a t e o y
Marcos, a u n q u e la m u j e r sin n o m b r e n o es tachada de p e c a d o r a ; se le da m a y o r i m -
portancia al colocarla j u s t o antes de la última C e n a , en Betania. N o u n g e los pies d e
Jesús, sino su cabeza, del m o d o más c e r e m o n i a l e n q u e se u n g e a los reyes, y e v o c a n -
do la m a n e r a e n q u e , e n S u m e r , la sacerdotisa u n g í a a los reyes d u r a n t e la c e r e m o n i a
de u n sacrificio ritual. A n t e la i n d i g n a c i ó n de los discípulos, q u e a r g u m e n t a n q u e el
aceite malgastado p o d r í a haberse v e n d i d o y d a d o a los p o b r e s , Jesús p i d e q u e su acción
sea considerada n o u n acto de celebración, sino d e e m b a l s a m a m i e n t o : «Porque p o b r e s
tendréis siempre c o n vosotros, p e r o a m í n o m e tendréis s i e m p r e (Marcos). P o r q u e p o -
bres tendréis siempre c o n vosotros y podréis hacerles b i e n c u a n d o queráis; p e r o a m í
no m e tendréis siempre. H a h e c h o lo q u e ha p o d i d o . Se ha a n t i c i p a d o a embalsamar
mi c u e r p o para la sepultura» ( M t 26, 11-12; M e 14, 3-8). J u d a s a c u d e ante los s a c e r d o -
tes para traicionarle i n m e d i a t a m e n t e después de esta escena.
667
biese creído q u e eran la m i s m a persona. D e h e c h o , e n su E v a n g e l i o M a r í a Magdalena
destaca entre todas las d e m á s a causa d e la c o n m o v e d o r a p r o f u n d i d a d de su encuentro
c o n los ángeles y l u e g o c o n el p r o p i o Jesús. M i e n t r a s se halla l l o r a n d o ante el sepulcro
los ángeles le p r e g u n t a n : «Mujer, ¿por q u é lloras?». Ella contesta:
«Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.» Dicho esto, se volvió y
vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién
buscas?». Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado
dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré». Jesús le dice: «María». Ella se vuelve y le dice
en hebreo: «Rabbuní» —que quiere decir «Maestro»—. Dícele Jesús: «Deja de tocarme, que to-
davía no he subido al Padre» (Jn 20, 13-17).
668
27. María Magdalena
(detalle, panel del tríptico
del C a l v a r i o , R o g i e r van
d e r W e y d e n , c. 1440)
669
m u j e r a ser lapidada hasta m o r i r ; Jesús, sin e m b a r g o , p i d e q u e «aquel de vosotros que
esté sin p e c a d o , q u e le arroje la p r i m e r a piedra» (Jn 8, 7). La fascinación q u e inspira la
r a m e r a p e n i t e n t e n o deja de ser fascinación p o r la sexualidad, a u n q u e reformada y re-
d i m i d a p o r u n h u m i l d e servicio; u n a lascivia c u e s t i o n a b l e q u e e n c u e n t r a su apoteosis
e n la K u n d r y d e W a g n e r : la q u e fue u n espíritu salvaje y a m o r a l t e r m i n a m u r i e n d o a
los pies d e Parsifal, c o n los cabellos alborotados, y r e c i b i e n d o p o r su reforma u n casto
beso sobre su frente m a n c h a d a de lágrimas.
Bajo la luz d e la tradición m i t o l ó g i c a q u e la p r e c e d i ó , el significado de la «confu-
sión» d e M a r í a M a g d a l e n a entre Jesús resucitado y el «jardinero» es e x t r a o r d i n a r i a m e n -
te e v o c a d o r : al h i j o - a m a n t e d e la diosa de S u m e r , p o r cuya m u e r t e t a m b i é n Inanna de-
r r a m a b a lágrimas, se le daba el n o m b r e de j a r d i n e r o . M á s a ú n , la c e r e m o n i a del
sacrificio del h i j o - a m a n t e incluía la u n c i ó n ritual p o r p a r t e d e la sacerdotisa del t e m -
plo. Q u e el n o m b r e de M a g d a l e n a signifique l i t e r a l m e n t e «la de la t o r r e del templo»
se c o n v i e r t e así e n otra curiosa coincidencia. U n a vez m á s , la asociación entre prosti-
t u c i ó n y u n c i ó n es s u g e r e n t e p o r q u e el papel d e las sacerdotisas del t e m p l o e n la reli-
g i ó n d e la diosa incluía ambas labores c o m o rituales sagrados, a u n q u e el t é r m i n o «pros-
titución» n o p u e d e expresar el sentido religioso o r i g i n a l d e la práctica. El acto de la
u n c i ó n recuerda el l a m e n t o p o r E n k i d u d e G i l g a m e s h , q u e se ha i n t e r p r e t a d o en el
s e n t i d o siguiente: «La r a m e r a q u e te u n g i ó c o n aceites p e r f u m a d o s se l a m e n t a ahora
57
p o r ti» . La palabra «ramera», sin e m b a r g o , era u n a t r a d u c c i ó n d e la palabra qadishtu,
q u e o r i g i n a r i a m e n t e significaba «hieródula» o «sacerdotisa sagrada». Esto se relaciona
d e m a n e r a interesante c o n el n ú m e r o d e diablos expulsados de M a r í a Magdalena, el
n ú m e r o siete; es posible q u e haya t o m a d o su referencia d e los siete a n n u n a k i , o espí-
ritus del i n f r a m u n d o , q u e t a m b i é n eran los siete dioses planetarios de Babilonia, y que
quizá t e r m i n a s e n p o r manifestarse en C a n a á n c o m o n ú m e r o sagrado. P o r lo tanto,
c u a n d o la M a r í a M a g d a l e n a d e los «diablos» se c o n s i d e r a la m i s m a q u e la «pecadora»,
es p r o b a b l e q u e tras la historia del e x o r c i s m o y el p e r d ó n exista otra historia acerca de
la c o n v e r s i ó n de u n a sacerdotisa del t e m p l o de la r e l i g i ó n cananea a las nuevas ense-
ñanzas de Jesús.
Parece c o m o si u n e x t r e m o diese lugar a la n e c e s i d a d d e o t r o e x t r e m o ; c o m o si la
m a t e r n i d a d virginal, e n c a r n a d a en María, necesitase la figura de la m u j e r q u e n o era
casta, p e r o c u y o «pecado original» había sido r e d i m i d o . El error, q u e caracteriza a t o -
d o p e n s a m i e n t o literal, d e pensar q u e u n e x t r e m o c o m p e n s a r á el otro, falla una vez
más: ambas alternativas t e r m i n a n p o r situarse al m i s m o nivel. T a n t o v i r g e n c o m o ra-
m e r a son consideradas e n t é r m i n o s p l e n a m e n t e sexuales (en lo q u e a sus relaciones con
los h o m b r e s c o n c i e r n e ) y la diferencia es, al final, sólo u n a diferencia entre distintos ti-
pos de servicios. Sin e m b a r g o , e n el t e x t o t e r m i n a p o r ser M a r í a M a g d a l e n a , y n o
M a r í a la m a d r e , q u i e n trasciende su definición d o c t r i n a l : es ella q u i e n lleva a cabo la
h u m a n a labor d e llorar y d e preparar el c u e r p o sin vida; es ella q u i e n presencia todas
las fases del d r a m a de la t r a n s f o r m a c i ó n . A ella es a q u i e n Jesús dirige las palabras que
670
le definen c o m o alguien q u e ya n o es d e este m u n d o : «Deja d e t o c a r m e » . Ella es, p o r
lo tanto, la m e d i a d o r a e n t r e el m i s t e r i o de la r e s u r r e c c i ó n y el e n t e n d i m i e n t o o r d i n a -
rio de los discípulos, q u e consideran q u e el relato q u e ella les c u e n t a es el relato de su
Señor.
María c o m o d i o s a d e la guerra
671
28. La Virgen y el Niño co
Santa Ana (c. 1508-1510)
d e L e o n a r d o da V i n c i
672
Creta, y quizás incluso ya en Anatolia, y c o n t i n u a d a a través del m i t o de D e m é t e r , C o r e
Perséfone y T r i p t ó l e m o , el hijo divino.
E n la iconografía de m a d r e e hija hallamos ecos del pasado, de D e m é t e r y Perséfone
c o m o fuentes de la m i s m a . M á s p r ó x i m a al cristianismo, t a m b i é n se p e r c i b e la p r e s e n
cia de Sofía, la gran m a d r e gnóstica, y de su hija. Es posible q u e éstas hayan e n c o n t r a
do su manifestación e n la literatura apócrifa q u e se m u l t i p l i c ó e n t o r n o a la figura d e
María desde el siglo II hasta la E d a d M e d i a . Podría, a veces, resultar d e s c o n c e r t a n t e esa
mirada e t e r n a m e n t e profética q u e e n c o n t r a m o s e n el rostro de A n a , q u e ve más allá del
drama de su hija y del hijo d e su hija, si n o nos viniese a la m e n t e la figura d e Sofía,
que estaba «ahí» desde el p r i n c i p i o de todas las cosas.
673
M a r í a y el E s p í r i t u santo
674
dad sagrada, habría i n e v i t a b l e m e n t e existido algún t i p o de relación entre «Dios» y
Sekiná/Sofía, y entre «Dios» y María, c o m o la u n i ó n paralela de los p r i n c i p i o s m a s c u -
lino y f e m e n i n o en su aspecto celeste y terrenal. El lenguaje d e la a n u n c i a c i ó n —»el
Espíritu santo vendrá sobre ti, y el p o d e r del A l t í s i m o te c u b r i r á c o n su sombra, p o r
eso el q u e ha de nacer será santo y se le llamará hijo de Dios» (Le 1, 35), recuerda sin
duda alguna, e n la i m a g e n de «cubrir c o n la sombra», a la Sekiná.
E n este caso, la santísima T r i n i d a d habría c o n s t a d o de padre, m a d r e e hijo, es decir,
de u n aspecto n o manifiesto, u n aspecto manifiesto, y u n aspecto p e r t e n e c i e n t e a a m -
bos, y q u e los relaciona entre sí. Esto habría d a d o lugar al m a t r i m o n i o sagrado de la
trascendencia y la i n m a n e n c i a q u e trae consigo la n u e v a visión, es decir, el hijo. Esta
n o es, p o r supuesto, la historia q u e se nos relata, p e r o resulta fascinante q u e la historia
que c u e n t a n las i m á g e n e s subyacentes al relato cristiano formal sea de a r m o n í a y de
c o m p l e m e n t a r i e d a d arquetípica. Es posible q u e esto c o n t r i b u y a al p o d e r imaginativo
de la trama q u e c o n o c e m o s .
C o m o h e m o s visto, la idea de u n a t r i n i d a d es l u n a r e n sus orígenes. T i e n e sus raí-
ces en las tres fases visibles de la luna - c r e c i e n t e , llena y m e n g u a n t e - q u e se e x p e r i -
m e n t a n c o m o la naturaleza triple de la g r a n diosa ú n i c a del ciclo e t e r n o . Frazer, refi-
riéndose e n c o n c r e t o a fuentes egipcias, c o m e n t a lo siguiente: «La c o n c e p c i ó n de la
tríada o trinidad en E g i p t o es, p r o b a b l e m e n t e , tan antigua c o m o la creencia en los d i o -
ses... Si la d o c t r i n a cristiana de la T r i n i d a d se f o r m ó bajo la influencia egipcia, es p o -
sible q u e la función q u e o r i g i n a r i a m e n t e se asignó al Espíritu santo fuese la de m a d r e
divina»"'.
Es probable q u e hacia el siglo IV, c u a n d o se estaba f o r m u l a n d o el C r e d o de los
Apóstoles, y desde l u e g o e n el siglo VIII, c u a n d o finalmente se c o m p l e t ó , el Espíritu
santo en lengua latina fuese i r r e v o c a b l e m e n t e m a s c u l i n o : Spiritus Sandus. Esto trajo
consigo consecuencias considerables en relación c o n la d i m e n s i ó n femenina de lo d i -
vino, ya perdida. La iconografía del C r e d o todavía sugiere, de h e c h o , q u e el Espíritu
santo era u n a m a d r e —«concebido p o r obra y gracia del Espíritu santo, n a c i d o de san-
ta María, la v i r g e n » - . Se e n t e n d í a q u e la c o n c e p c i ó n de Jesús t u v o lugar en dos n i v e -
les, d e n t r o de u n a m a d r e divina y l u e g o h u m a n a , a u n q u e M a r í a sólo es el receptáculo,
n o el «huevo». Pero el Espíritu santo es de g é n e r o m a s c u l i n o . P o r lo tanto, y c o m o o c u -
rre c o n A d á n y c o n Z e u s , p e r o de forma más sutil, el v a r ó n se apropia de las capaci-
dades de c o n c e b i r de la mujer, a u n q u e sólo sea e n la referencia implícita del g é n e r o
lingüístico.
J e s ú s e n la t r a d i c i ó n d e l h i j o - a m a n t e d e la diosa
675
30. La crucifixión (salterio
i n g l é s d e E v e s h a m , c. 1250)
676
aceptasen la propia m u e r t e o q u e la c o m p r e n d i e s e n . Si ésta es u n a c o m p a r a c i ó n v á l i -
da, representa u n m o v i m i e n t o crucial de la consciencia hacia u n nivel más elevado, m i -
rado desde cualquier perspectiva.
C u a l q u i e r paralelismo q u e se lleve a cabo e n t r e el cristianismo y las creencias reli-
giosas m u c h o s miles de años más antiguas q u e éste da lugar a la p r e g u n t a siguiente: ¿por
qué y c ó m o llegó este m i t o a rodear la vida de alguien l l a m a d o Jesús, q u e era, al m e -
nos, u n maestro extraordinario? Los cristianos r e s p o n d e n q u e p o r q u e Jesús era el hijo
de D i o s , c o m o sin d u d a alguna t a m b i é n afirmaban los s u m e r i o s de D u m u z i , los frigios
de Atis y los g r i e g o s d e D i o n i s o y de A d o n i s . F u e r a del m a r c o de esta creencia, esta
pregunta carece, e n última instancia, de respuesta, y cae o b v i a m e n t e fuera d e l alcance
de este libro. S i m p l e m e n t e sacaremos a relucir las similitudes e n t r e los diferentes rela-
tos e i m á g e n e s culturales para revelar aquello q u e es c o m ú n a t o d o s ellos: la psique h u -
mana.
La cruz d e la q u e p e n d e C r i s t o en la figura 30 se representa c o m o las dos ramas c r u -
zadas de u n árbol vivo, cortadas todas sus ramas d e raíz, salvo las esenciales; de esta m a -
nera la c r u z se c o n v i e r t e en el i n m o r t a l árbol d e la vida. R e v i s e m o s el s i m b o l i s m o del
árbol de la vida para d e m o s t r a r la universalidad de esta i m a g e n . U n a vez q u e se p r o -
dujo la epifanía d e la diosa m a d r e , al c r e c i m i e n t o de la h u m a n i d a d lo a c o m p a ñ a r o n los
dramas del árbol de la vida. Los árboles daban a luz a dioses y r e d e n t o r e s h e r o i c o s , y
l u e g o se r e p r e s e n t ó a los propios dioses c o m o e n c a r n a c i o n e s d e la savia a s c e n d e n t e del
árbol, y de las fases dinámicas y e t e r n a m e n t e renovadas de su c r e c i m i e n t o . A D u m u z i ,
h i j o - a m a n t e d e I n a n n a , se le llamó «hijo del a b i s m o : s e ñ o r del árbol de la vida». E n
Egipto, el dios sol nacía de la vaca celeste, H a t h o r , y t a m b i é n del c u e r p o f e m e n i n o d e
N u t , la diosa del cielo, o b i e n de las ramas más altas del árbol d e Isis, o b i e n d e la p r o -
pia H a t h o r e n otra d e sus manifestaciones. Osiris, h e r m a n o esposo d e Isis, q u e se c o n -
virtió, c o m o sol p o n i e n t e , e n señor del i n f r a m u n d o , renacía d e u n árbol: su ataúd l l e -
gaba hasta la orilla y u n árbol ericáceo crecía a su alrededor. Tras u n t i e m p o d e
gestación, se desprendía del árbol, i n c o r p o r á n d o s e a la vida; al m o r i r de n u e v o , se e r i -
gía u n pilar d e m a d e r a (la c o l u m n a djed) e n señal de su vida e t e r n a .
T a m b i é n c o n t r a u n árbol se apoyaba la reina Maya m i e n t r a s daba a luz al B u d a ; el
B u d a m a d u r o p e r m a n e c i ó sentado bajo el árbol b o d d h i hasta q u e alcanzó la i l u m i n a -
ción. E n Grecia, A d o n i s nacía del árbol del m i r t o . La m u e r t e y r e s u r r e c c i ó n de esta
deidad de la r e g e n e r a c i ó n y a m a n t e de Afrodita se lloraba y celebraba cada a ñ o e n p r i -
mavera, la estación de r e n o v a c i ó n . M i t r a , el dios sol persa y r o m a n o , e m e r g í a d e u n á r -
bol (o a veces de una cueva) d u r a n t e el solsticio de i n v i e r n o c o m o Sol Invictus, título
q u e recayó n a t u r a l m e n t e sobre Jesús, q u e «nace» al m i s m o t i e m p o . La vida d e Jesús e s -
tá rodeada de árboles imaginarios. Su padre terrenal era u n carpintero, artesano del á r -
bol caído; en el Rig Veda, el arquitecto del universo, Tvastri, es i m a g i n a d o c o m o u n
1
carpintero q u e fabrica el m u n d o , h a c i é n d o l o existir'' .
D e s d e el p u n t o d e vista doctrinal y desde la fe cristiana, el s i m b o l i s m o d e la cruz se
677
31. Cristo en el árbol
de la vida (mosaico
d e la b ó v e d a d e la
I g l e s i a de san
Clemente, Roma,
c. 1500)
3 2 . {en p. 679)
Cristo del
Apocalipsis (porche
sur, p ó r t i c o real,
tímpano central,
catedral de Chartres,
s i g l o XII)
678
agua b e n d i t a y c o n la señal de la cruz, u n a c e r e m o n i a q u e h a c e revivir de f o r m a s i m -
bólica la fuerza vital del árbol de la vida. C o n la misa del D o m i n g o de r a m o s da c o -
m i e n z o la semana santa, q u e t e r m i n a c o n la r e s u r r e c c i ó n el día de Pascua. C o m i e n z a
c o n la consagración de hojas de palma y olivo, en vez del p a n y el v i n o a c o s t u m b r a -
dos. D e h e c h o , la semana santa entera a s u m e el carácter d e u n d r a m a m i s t é r i c o e n el
cual se v u e l v e n a representar cada a ñ o los a c o n t e c i m i e n t o s q u e m a r c a n la «pasión» d e
Cristo. Así o c u r r í a t a m b i é n c o n los Misterios d e Atis en R o m a , o e n las r e p r e s e n t a -
ciones teatrales del M i s t e r i o de Osiris e n A b i d o s , q u e c u l m i n a b a n al erigirse la c o -
l u m n a djed, el pilar de madera del árbol de la vida y el signo de la resurrección. «Osiris
ha resucitado», clamaban las gentes.
Si C r i s t o a s u m i ó el papel de señor del árbol d e la vida, t a m b i é n se le dio el de s e -
ñ o r de las bestias, guardián y s o b e r a n o del m u n d o animal de la naturaleza, así c o m o del
ahora d e n o m i n a d o instinto animal. La figura 32 m u e s t r a la figura de C r i s t o labrada e n
el portal sur de la catedral de C h a r t r e s , entre dos animales alados, el l e ó n y el toro, u n
águila y u n h o m b r e alado o ángel. Si n o se c o n o c e el «texto» q u e dio lugar a esta i m a -
gen, la única diferencia entre la m i s m a y las anteriores es q u e el s e ñ o r n o sujeta en sus
m a n o s bestias y animales, c o m o hace t i e m p o h i z o A r t e m i s , sino q u e se sienta sobre u n
t r o n o ovalado, c o m o si emergiese de u n ú t e r o q u e se estuviese a b r i e n d o . Esto es lo q u e ,
679
33. La crucifixión (madera
l a b r a d a , c. 1 8 3 0 . Rennes,
Francia)
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extremidades d e s m e m b r a d a s q u e cuelgan d e la c o r o n a d e rosas, e n f o r m a de c o r a z ó n ,
constituyen u n añadido llamativo; sugieren u n a v i n c u l a c i ó n c o n tradiciones más a n t i -
guas de sacrificio q u e n o consistían e n colgar a la v í c t i m a de u n árbol, sino q u e a d o p -
taban la f o r m a explícita del d e s m e m b r a m i e n t o . El o f r e c i m i e n t o del c u e r p o del ser d i -
v i n o en sacrificio p o r el «cuerpo» d e la vida es c o m ú n a las dos formas d e tradición. El
misterio, aquí c o m o e n los misterios más a n t i g u o s , es q u e c o m e r del pan y b e b e r del
vino p u e d e devolvernos, s i m b ó l i c a m e n t e , a la sustancia original del ser divino cuya v i -
da n o se rige p o r el t i e m p o , sino q u e es e t e r n a . Briffault establece los paralelismos:
Los lamentos de las mujeres por el hijo divino en Siria, Egipto, Babilonia y Grecia también
eran lamentos por el salvador que había pagado el precio de la muerte por ellas. Porque el hi-
jo divino siempre fue el «salvador» cuya muerte implica la promesa del don de la vida eterna,
otorgado por la luna. Se creía que la iniciación en los misterios de Dioniso aseguraba la salva-
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ción eterna .
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D e s d e u n p u n t o d e vista d o c t r i n a l , era, o d e b e r í a h a b e r sido, u n a diferencia única-
Jesús, a diferencia d e D i o n i s o , m u r i ó p o r nuestros p e c a d o s , n o c o m o creación, y su sa-
crificio r e d i m e el m u n d o caído, n o el m o r i b u n d o . El énfasis se traslada sutilmente, por
lo t a n t o , d e la tragedia de la c o n d i c i ó n h u m a n a a la p e c a m i n o s i d a d de la naturaleza h u -
m a n a , c o m o o c u r r i ó c o n Eva. Las afirmaciones o r t o d o x a s e x c l u y e n i m p l í c i t a m e n t e al
m u n d o natural, e n sus fases crecientes y m e n g u a n t e s , d e la r e d e n c i ó n .
Sin e m b a r g o , éste r a r a m e n t e es el s e n t i m i e n t o q u e provoca el Jesús de los
Evangelios, e n particular el del Evangelio d e J u a n . Este se acerca e n s e n t i m i e n t o más
q u e n i n g ú n o t r o al gnóstico «Evangelio según Tomás», r e c i e n t e m e n t e descubierto; se
e n c o n t r ó e n u n a u r n a en N a g H a m m a d i , E g i p t o , e n 1945; se escribió e n el a ñ o 140 y
se tradujo al c o p t o en el a ñ o 500. Seguía c i r c u l a n d o , p o r lo tanto, c u a n d o los cuatro
Evangelios estaban siendo elaborados, d a d o q u e el t e x t o d e estos ú l t i m o s n o se fijó has-
ta p r i n c i p i o s del siglo IV. El evangelio d e T o m á s se c o m p o n í a d e 114 dichos de Jesús,
logia, m u c h o s de los cuales se p a r e c e n lo suficiente a los q u e figuran e n los cuatro evan-
gelios c o m o para h a b e r derivado de u n a fuente c o m ú n , o ser u n o d e los originales a
partir de los cuales se fraguaron éstos. La distinción crucial e n t r e el evangelio d e Tomás
y los otros es la consistente i n t r o s p e c c i ó n del t e x t o gnóstico. E n él se afirma que el
« R e i n o » n o está en «los cielos», ni en «la mar», sino q u e se halla «dentro d e vosotros y
fuera d e vosotros» (Logion 3).
Le dijeron sus discípulos: «¿Cuándo va a llegar el Reino?». (Dijo Jesús:) «No vendrá con ex-
pectación. N o dirán "¡Helo aquí! o ¡Helo allá!", sino que el reino del Padre está extendido so-
bre la tierra y los hombres no lo ven» (Logion 113).
N o deja de ser demasiado cierto que el «fallo del objetivo» que llamamos egocentrismo sub-
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yace a todas las atrocidades de la conducta humana. Los cristianos, sin embargo, raras veces han
reconocido que el inculcar vergüenza, horror y culpabilidad no es en absoluto una cura para el
pecado. Es, simplemente, lo contrario de la conducta desviada... Porque la culpabilidad senti-
mental no destruye en modo alguno el egocentrismo; no es más que la sensación de su orgu-
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llo herido, un orgullo que luego procede a restaurar mediante actos de penitencia y de piedad .
Partid un leño y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis (Logion 7 7 ) .
El m a t r i m o n i o sagrado
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la florentina, las dos escenas de n a c i m i e n t o y m u e r t e se f u n d e n e n a r m o n í a en el ápi
ce, c o m o si se cumpliese el significado de las escenas inferiores.
La c o r o n a c i ó n d e la virgen era u n a i m a g e n q u e , u n a vez plasmada e n la i c o n o g r a
fía cristiana del siglo XII, d e b i ó r e s p o n d e r a algún t i p o d e necesidad q u e antes estaba
ausente, ya q u e p r o n t o se reflejó en las grandes catedrales góticas q u e se edificaron d u
r a n t e los siguientes siglos. M a r í a aparece, así, retratada c o m o reina del cielo e n los p ó r
ticos d e C h a r t r e s y de N o t r e - D a m e . T a m b i é n d u r a n t e estos siglos se c o m p u s i e r o n en
su h o n o r grandes h i m n o s , c o m o el Regina Coeli, el Regina Coelomm y el Salve Regina.
G e n e r a l m e n t e , n o existe diferencia alguna de e d a d e n t r e Jesús y M a r í a . E n la c o n m o
v e d o r a obra realizada p o r A g n o l o G a d d i , cuya t e m á t i c a es la q u e nos o c u p a , las t ú n i
cas idénticas de los dos personajes se funden e n u n a y, m i e n t r a s C r i s t o coloca la c o r o -
684
3 6 . Jesús y María durmiente
( m o s a i c o d e la b a s í l i c a d e
Santa Maria in Trastevere
R o m a , siglo xm)
37. (en p. 687) Jesús y María
en el trono ( m o s a i c o d e la
b a s í l i c a d e Santa M a r i a in
Trastevere, R o m a , siglo xu)
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o incluso más j o v e n . Su b r a z o se apoya l i g e r a m e n t e a l r e d e d o r d e sus h o m b r o s , en u n
gesto p r o p i o del n o v i o q u e atrae hacia sí a su novia. A p a r t e del h e c h o de q u e la m a n o
del padre se alza sobre su cabeza, c o l o c á n d o l e e n el c e n t r o de la escena, n o existe d i
ferencia alguna de r a n g o e n t r e ellos: él es q u i e n la p r o t e g e , y ella se sienta t r a n q u i l a
m e n t e envuelta en su abrazo, c o m o en m u c h a s i m á g e n e s d e m a r i d o y m u j e r a través
de las eras. Sin e m b a r g o , el m o v i m i e n t o q u e se aprecia en la escena p r o v i e n e de las m a
nos de ella, al elevar el p e r g a m i n o sobre su rodilla, a p u n t a n d o hacia el rostro de C r i s t o ,
r o d e a d o del halo de la cruz. M i t o l ó g i c a m e n t e , se trata d e la r e u n i ó n bajo la luna llena,
c u a n d o el hijo, nacido bajo la luna creciente, sacrificado bajo la l u n a m e n g u a n t e y p e r
dido bajo la luna nueva, renace c o m o el a m a n t e q u e reclama a aquella q u e le dio a luz
c o m o su novia. Bíos y zoé h a n v u e l t o a ser u n o e n esta i m a g e n , y se trasciende la d u a
lidad de lo m a s c u l i n o y lo f e m e n i n o , de la vida y la m u e r t e .
U n a «nueva» e n c a r n a c i ó n del m i t o d e la diosa y su h i j o - a m a n t e parece manifestar
c u á n d o está preparada la consciencia h u m a n a para profundizar e n su e n t e n d i m i e n t o ,
b u s c a n d o u n a nueva revelación del significado de la vida. Es c o m o si el carácter n u
m i n o s o de las imágenes diera a luz a u n n u e v o m o m e n t o de consciencia; esto ayuda a
provocar u n a transformación d e la i m a g e n de la d e i d a d e n u n a cultura d e t e r m i n a d a , e n
una época d e t e r m i n a d a . La nueva revelación, q u e ayuda a q u e e v o l u c i o n e n los valores
de la h u m a n i d a d , e m e r g e de las profundidades del alma h u m a n a , cuya i m a g e n más a n -
687
tigua d e si m i s m a es lá de la diosa. El alma del m u n d o , acjuí descrita c o m o zoé, se re-
n u e v a i n c e s a n t e m e n t e e n la h u m a n i d a d , su hijo, e n u n a n u e v a manifestación de su ser
La i m a g e n del hijo se ha e n t e n d i d o c o m o el p r i n c i p i o g e n e r a t i v o i n h e r e n t e a la vida
vegetal, y c o m o el rey cuya vida e n c a r n a b a la de la t r i b u , y c o m o el h é r o e cuya c o n -
quista del d r a g ó n d e tinieblas liberaba la luz de la vida e t e r n a . A h o r a Jesús, el hijo-
a m a n t e más r e c i e n t e d e la diosa, se c o n v i e r t e en la v o z d e la sabiduría a t e m p o r a l del al-
m a q u e le habla a la h u m a n i d a d , c o m o bíos.
El p o d e r n u m i n o s o del m i t o p e r e n n e c a p t u r ó la i m a g i n a c i ó n del m u n d o antiguo.
T o m a r o n f o r m a , se cristalizaron y m u r i e r o n nuevas creencias a m e d i d a q u e u n a inter-
p r e t a c i ó n literal del m i t o lo desposeía de ese carácter n u m i n o s o . La m u e r t e y el'rena-
c i m i e n t o del hijo de la diosa, y más tarde del dios, r e p e t i d o s u n a y otra vez, represen-
tan las m u c h a s revelaciones q u e h a n t e n i d o lugar e n la e v o l u c i ó n gradual de la
consciencia h u m a n a . Parece q u e la h u m a n i d a d ha t e n i d o q u e pasar m u c h a s veces por
la d e s i n t e g r a c i ó n cultural q u e marca la oscura etapa d e transición e n t r e la m u e r t e del
a n t i g u o sistema d e creencias y el n a c i m i e n t o del n u e v o . Sin e m b a r g o , u n a vez q u e ha
pasado el m o m e n t o de inspiración, el m i t o se ha e n t e n d i d o d e m a n e r a literal antes que
simbólica, e incontables miles de personas h a n sido sacrificadas a la «verdad» de una re-
velación considerada, esta vez, final y c o m p l e t a .
Parece q u e c u a n d o las profundidades del alma sienten u n a necesidad de ir más allá
d e u n a i n t e r p r e t a c i ó n literal de la d o c t r i n a formal, se evoca u n a vez más el a n t i g u o m i -
t o lunar, r e s u r g i e n d o las i m á g e n e s arcaicas. E n el nivel más p r o f u n d o d e la i c o n o g r a -
fía, M a r í a , c o m o zoé, h a c e manifestarse c o m o bíos, e n la p e r s o n a d e su hijo, el m u n d o
d i v i n o n o manifiesto. El es ofrecido, o se ofrece a sí m i s m o , e n sacrificio para q u e es-
te c a m b i o d e la vida d e u n a d i m e n s i ó n a otra p u e d a fluir hacia d e l a n t e y hacia atrás.
María es, e n t o n c e s , la nueva e n c a r n a c i ó n de la antigua visión p o é t i c a , q u e es a t e m p o -
ral p o r q u e refleja zoé; Jesús es, e n el t i e m p o histórico, el bíos q u e enseña la visión p o é -
tica. T a n t o d i v i n o c o m o h u m a n o , p e r t e n e c e a a m b o s reinos; es, p o r lo tanto, el inter-
m e d i a r i o e n t r e la fuente y su manifestación. La visión poética, p o r ser el lenguaje del
alma, es la q u e da a luz al n u e v o o r d e n .
Es posible q u e u n a alternancia rítmico entre i m á g e n e s arquetípicas femeninas y
masculinas (diosas y dioses) sea necesaria para evolucionar. La p e r m a n e n c i a fija en cual-
quiera d e los m o d o s p o d r í a d e t e n e r el p r o c e s o de m o v i m i e n t o . Es interesante q u e Istar,
Isis y Cibeles bajasen todas, e n u n m o m e n t o d a d o , de categoría, a causa d e la supre-
m a c í a d e los n u e v o s dioses, para r e t o r n a r c o n más fuerza todavía algunos siglos después;
parece q u e el o r d e n prevaleciente se hubiese q u e d a d o sin inspiración y se requiriese un
equilibrio. E n los dioses se articulan las aspiraciones y la b ú s q u e d a heroica: aportan la
«palabra» al t o d o q u e está implícito en la visión poética. P e r o c u a n d o se c o m p l e t a esta
creación, c u a n d o se ha d a d o la v o z y h a n c o n c l u i d o la u r g e n c i a y el esfuerzo de la bús-
q u e d a , parece q u e surge u n peligro i n h e r e n t e d e caer e n el literalismo y el historicis-
m o . Esto provoca la m u e r t e d e la vida q u e el a n t i g u o m i t o c o n t i e n e . C u a n d o esto se
688
produce, el a n t i g u o o r d e n d e b e dar paso a u n a n u e v a e x p r e s i ó n de la visión p o é t i c a a
partir de la q u e nace el n u e v o o r d e n . Si p o d e m o s colocar al m i t o cristiano t a m b i é n e n
este c o n t e x t o , la visión poética se c o n v i e r t e en la m a d r e d e la nueva consciencia, el h i
j o . E n el relato cristiano, c o m o e n t o d o s los d e m á s , la t r a d i c i ó n mítica sigue visible en
las imágenes a t e m p o r a l e s q u e revisten la trama.
689
15
Sofía: m a d r e , hija y novia*
Ningún hombre sabe a través de qué salvajes siglos se remonta la errante rosa.
Walter de la Mare
* T r a d u c c i ó n d e Isabel Urzáiz.
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sis específico, ofreciendo u n a i m a g e n de la sabiduría c o m o la cualidad más elevada del
alma. Se sugiere q u e ésta, t r a n s f o r m á n d o s e p a u l a t i n a m e n t e d e raíz en flor, p u e d e en
última instancia florecer c o m o el lirio y, e n t e n d i e n d o todas las cosas, alzarse c o m o el
ave e n t r e las d i m e n s i o n e s d e tierra y cielo. N o p u e d e decirse q u e esta i m a g e n carezca
de relación c o n la del c h a m á n d e la cueva de Lascaux, p o s t r a d o en u n trance; también
ahí, la máscara de ave q u e lleva y el pájaro q u e descansa sobre su cayado simbolizan su
v u e l o hacia otra d i m e n s i ó n de consciencia.
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Para descubrir las raíces de la idea de sabiduría debemos remontarnos una vez más
al Neolítico, cuando la diosa era la imagen del todo, cuando la vida emergía de ella y
retornaba a ella, y cuando se la concebía como puerta o pórtico hacia una dimensión
oculta del ser que era su vientre, fuente y regenerador eterno de vida (ver capítulo 2,
figura 5). En capítulos anteriores se ha mostrado cómo la idea de sabiduría siempre se
relacionó, en el mundo precristiano, con la imagen de la diosa; N a m m u e Inanna en
Sumer, Maat e Isis en Egipto, y Atenea y Deméter en Grecia. Incluso los pasajes del
nuevo Testamento en los que se describe a Hokmá, el Espíritu santo de sabiduría, evo-
can de manera poderosa su imagen perdida, aunque en este caso la imagen está diso-
ciada de la palabra.
A medida que vamos adentrándonos en la era cristiana se produce un cambio pro-
fundo en la iconografía arquetípica; la sabiduría comienza a asociarse con Cristo como
logos, la palabra de Dios, y se pierde la antigua relación entre la sabiduría y la diosa.
Ahora, lo femenino arquetípico se ha borrado finalmente de la imagen de lo divino, y
la imagen cristiana de la deidad como trinidad de Padre, Hijo y Espíritu santo se iden-
tifica plenamente con el arquetipo masculino. A causa de una secuencia de formula-
ciones teológicas (basadas en la premisa de que la naturaleza era inferior al espíritu, y
de que lo que sea que perteneciese a lo femenino era inferior a lo masculino) la ima-
gen del Espíritu santo perdió su anterior asociación con el Hokmá femenino o Sofía;
se asimiló al concepto del logos masculino o divina palabra, primero en la tradición j u -
día y luego en la cristiana. Este desarrollo teológico borró de manera efectiva la anti-
gua relación entre la sabiduría y la imagen de la diosa (ver Apéndice 3).
El cristianismo gnóstico conservó, sin embargo, la tradición más antigua; la imagen
de Sofía como encarnación de la sabiduría sobrevivió. Aquí era la gran madre, con-
sorte y parte contraria del aspecto masculino de la divinidad. Cuando, en los años 326
y 333 de nuestra era, los edictos del emperador Constantino reprimieron las sectas
gnósticas, volvió a perderse de nuevo la imagen de Sofía como encarnación de la sabi-
duría. Sin embargo, tras un interludio de varios cientos de años, volvió a aparecer en
la Edad Media en la gran explosión de devoción hacia la virgen María y los peregri-
najes a los santuarios de las vírgenes negras; y también en el impulso filosófico de aque-
llas épocas, expresado en los escritos de grandes hombres de letras, como Juan Escoto
Erígena (810-877 d. C.) que, aunque vivió en la época de Carlomagno, influyó pro-
fundamente en la filosofía de finales de la Edad Media. Más tarde, con la súbita mani-
festación de la orden de los caballeros templarios, las leyendas del grial, la alquimia, los
trovadores de la iglesia catara del Espíritu santo, Sofía, o Sapientia, como imagen de la
sabiduría, se convirtió en la inspiración, guía y meta de una búsqueda espiritual de un
abrumador carácter numinoso.
Es una historia fascinante, y revela el intento constante por parte del alma de res-
taurar la relación y el equilibrio entre los arquetipos femeninos y masculinos reflejados
en las imágenes de diosa y dios. Más aún, se propone, a través del arquetipo femenino,
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dar énfasis a las t e n d e n c i a s intuitivas e introspectivas del alma, c o m o t a m b i é n a las cua-
lidades d e c u i d a d o y d e c o m p a s i ó n q u e se h a n d e f i n i d o t r a d i c i o n a l m e n t e c o m o f e m e -
ninas, y q u e quizá n o se valoren e n sociedades d o n d e sólo se considera d i v i n o el ar-
quetipo masculino.
La p é r d i d a de lo femenino
e n la i m a g e n del Espíritu santo
Madre que engendra soy yo, dentro del Espíritu moro y nadie me ve.
En la palabra de An moro y nadie me ve.
En la palabra de Enlil moro y nadie me ve.
1
En la palabra del templo sagrado moro y nadie me ve .
694
sustantivos e n las diferentes lenguas. El m o v i m i e n t o h i s t ó r i c o se p r o d u j o desde la i m a -
gen f e m e n i n a de Sofía ( H o k m á ) hacia u n a i m a g e n g r i e g a q u e n o era ni femenina n i
masculina (Hagion Pneuma), pasando p o r la i m a g e n masculina de la palabra griega
Logos, para llegar finalmente a la expresión latina Spiritus Sanctus. La expresión griega
Hagion Pneuma era n e u t r a , y su sentido era el d e u n a idea abstracta; sin e m b a r g o , se
personificaba e n la p a l o m a , lo cual revela la relación previa c o n la diosa. El c o n c e p t o
de la T r i n i d a d provenía e n sus orígenes de la diosa l u n a r trina; más tarde se le dio la
d e n o m i n a c i ó n d e la trinidad sumeria d e m a d r e (Ki), p a d r e (An) e hijo (Enlil). A h o r a
adquiere u n a naturaleza c o m p l e t a m e n t e masculina. El Espíritu santo se c o n c i b e h o y
c o m o masculino, a u n q u e su i m a g e n c o n t i n ú a s i e n d o la d e la p a l o m a de la diosa. La
consciencia p e r d i ó la c o n e x i ó n previa e n t r e el Espíritu santo y Sofía ( H o k m á ) y el o r i -
gen de su i m a g e n e n la gran m a d r e . M u y p r o n t o nadie se acordaba d e la c o n e x i ó n m i -
tológica e n t r e la diosa, la p a l o m a , la luz y la sabiduría, e x c e p c i ó n h e c h a de las sectas
gnósticas, perseguidas.
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Los t e ó l o g o s y eclesiásticos q u e f o r m u l a r o n las d o c t r i n a s d e la e n c a r n a c i ó n y d e la
t r i n i d a d e n los concilios de N i c e a y C a l c e d o n i a e n los a ñ o s 325 y 451 d e nuestra era
- d o c t r i n a s q u e c o n s t i t u y e r o n los c i m i e n t o s sobre los q u e se edificó la teología cristia-
n a - h e r e d a r o n las actitudes propias d e la E d a d del H i e r r o d e las culturas patriarcales en
las q u e v i v i e r o n . A s u m i e r o n , sin cuestionar sus premisas, q u e la naturaleza era inferior
al espíritu, y lo f e m e n i n o a lo masculino. D e f i n i e r o n sus d o c t r i n a s p a r t i e n d o del lega-
d o q u e r e c i b i e r o n del a n t i g u o T e s t a m e n t o , q u e distinguía c l a r a m e n t e e n t r e las c r e e n -
cias y prácticas del j u d a i s m o y las d e las culturas paganas c i r c u n d a n t e s , r e c h a z a n d o la
i m a g e n de la diosa. Sin s e n t i m i e n t o a l g u n o hacia las i m á g e n e s más antiguas, es fácil
c o m p r e n d e r c ó m o el intelecto, separado d e su f u n d a m e n t o psíquico, se e n r e d ó e n sus
propias f o r m u l a c i o n e s y t e r m i n ó p o r creer q u e éstas eran revelaciones divinas.
Los escritos del filosofo j u d í o Filón (principios del siglo I d. C.) fueron cruciales p a -
ra el traspaso d e la iconografía d e la sabiduría de Sofía a C r i s t o . V i v i ó e n Alejandría
c u a n d o finalizaba el p r i m e r m i l e n i o , y sus escritos influyeron c o n s i d e r a b l e m e n t e e n los
teólogos t a n t o cristianos c o m o j u d í o s . E n u n i n t e n t o p o r t e n d e r u n p u e n t e e n t r e la fi-
losofía estoica griega y el j u d a i s m o , Filón fue el p r i m e r t e ó l o g o q u e f o r m u l ó el c o n -
c e p t o del logos c o m o i n t e r m e d i a r i o entre el dios p a d r e y su creación, identificando la
iconografía d e la sabiduría del a n t i g u o T e s t a m e n t o c o n el c o n c e p t o g r i e g o d e logos.
Los escritos d e Filón están i m b u i d o s de u n a intensa antipatía p o r la mujer, c o m o p u e -
d e apreciarse e n el pasaje citado e n el capítulo 13, p. 578.
E n c o m p l e t a c o n s o n a n c i a c o n las creencias generalizadas d e la é p o c a , c u a l q u i e r c o -
sa q u e fuese f e m e n i n a era inferior y secundaria a lo m a s c u l i n o . El contraste e n t r e la «vi-
da del m u n d o » y la «vida del espíritu» se m a r c ó al asociar la vida m u n d a n a , los senti-
dos físicos y el c u e r p o c o n la vida natural, y t o d o s ellos c o n la i m a g e n d e lo f e m e n i n o .
La vida espiritual, e n contraste, se asociaba c o n la m e n t e y c o n la actividad intelectual,
y c o n la i m a g e n de lo masculino. «El progreso», escribió Filón, «no es sin d u d a nada
más q u e el a b a n d o n o del g é n e r o f e m e n i n o para a d o p t a r el m a s c u l i n o , ya q u e el g é n e -
ro f e m e n i n o es material, pasivo, c o r p ó r e o y p e r c e p t i b l e a los sentidos, mientras q u e el
2
m a s c u l i n o es activo, racional, i n c o r p ó r e o y más c e r c a n o a la m e n t e y al p e n s a m i e n t o » .
Esto ú l t i m o parece u n a r e p e t i c i ó n del p e n s a m i e n t o aristotélico. Filón escribe sobre
Sofía c o m o hija más q u e c o m o c o n s o r t e del padre dios y, e n u n pasaje revelador, q u e
evoca las i m á g e n e s d e A t e n e a y Z e u s , p r e g u n t a c ó m o es posible q u e sea c o r r e c t o refe-
rirse a la Sabiduría, la hija de la deidad, c o m o a u n p a d r e :
696
ñeros de las palabras; afirmemos que la hija de Dios, aunque sea Sabiduría, no es sólo masculi-
na sino también padre. El siembra y engendra en las almas la aptitud para aprender, disciplina,
1
conocimiento, sentido común y acciones loables .
Fue suplantada por una imagen masculina que adoptó sus papeles... En última instancia,
Cristo se apropió de los poderes de Sofía tan completamente que ella misma desapareció total-
4
mente de la religión cristiana de aquella época .
697
h u m a n a y, así, hacia C r i s t o , p e r o esta autoritaria i n t e r m e d i a r i a d e s p o j ó a sus criaturas
de t o d a confianza e n sus propias almas; les i m p i d i ó visualizar al Espíritu santo de sabi-
duría, ahora personificado e n C r i s t o , c o m o el f u n d a m e n t o d e su ser y la presencia sa-
bia d e la consciencia directriz q u e habita e n el alma. U n a tradición rica d e c o n t e m -
plativos y d e místicos p e r t e n e c i e n t e s t a n t o a la c o r r i e n t e o r i e n t a l c o m o a la occidental
del cristianismo m a n t u v o esta a p r o x i m a c i ó n introspectiva a la i m a g e n d e Cristo. Sin
e m b a r g o , la Iglesia o c c i d e n t a l se hizo cada vez más secular en su objetivo d e aumentar
su a u t o r i d a d terrena e insistió e n q u e se o b e d e c i e s e d e f o r m a absoluta la «ley» de su
doctrina.
La Iglesia fue víctima de u n a inflación mítica q u e d u r ó varios siglos; éste fue el c o -
rolario natural d e su propia identificación c o n la g r a n m a d r e . D e idéntica m a n e r a , los
reyes de épocas anteriores h a b í a n caído víctimas d e la inflación mítica al asumir el pa-
pel divino d e «hijos» de la diosa. U n s í n t o m a d e esta inflación fue la e m u l a c i ó n in-
c o n s c i e n t e de la diosa e n su papel de diosa d e la g u e r r a (creado p o r la h u m a n i d a d ) . Al
extirpar la herejía, la Iglesia occidental se c u b r i ó c o n el m a n t o despiadado de la diosa
de la m u e r t e , separada d e la diosa de la vida. La p e r s e c u c i ó n de cualquier persona o
cosa q u e amenazase su d o c t r i n a revela el c o m p o r t a m i e n t o peligroso y compulsivo de
u n a r q u e t i p o c u a n d o d e éste se apropia u n i n d i v i d u o o institución. La institución,
identificada c o n el a r q u e t i p o , se o t o r g a a sí m i s m a u n papel, s u p u e s t a m e n t e asignado
p o r la divinidad, c u y o carácter n u m i n o s o le p r o v o c a esa inflación. D e esta forma, al
creer q u e estaba e j e c u t a n d o la v o l u n t a d divina al erradicar el mal d e la herejía, la Iglesia
se c o n v i r t i ó ella m i s m a e n la p r o p i a e n c a r n a c i ó n del m a l q u e percibía e n los otros, y
e n la antítesis d e sus propias enseñanzas. ¿ C ó m o p u e d e explicarse la larga historia de la
intolerancia y la arrogancia del cristianismo r e s p e c t o d e otras creencias y p u e b l o s «pri-
mitivos», si n o es p o r m e d i o d e la inflación mítica? ( H o y e n día, c u a l q u i e r i n d i v i d u o o
g r u p o d e personas q u e identifique el «bien» e x c l u s i v a m e n t e c o n sus propias ideas p o -
líticas o religiosas, y el «mal» c o n las d e otros g r u p o s , p u e d e caer v í c t i m a del m i s m o
d e s o r d e n psíquico. Parece q u e sólo p u e d e evitarse este peligro p s í q u i c o si n o se rei-
vindica e n m o d o a l g u n o la propia infalibilidad, y si se p o n e el a c e n t o siempre sobre la
b ú s q u e d a hacia u n a m a y o r c o m p r e n s i ó n , q u e n e c e s a r i a m e n t e implica la relación con
los demás.)
La sustitución d e C r i s t o c o m o logos p o r Sofía c o m o Espíritu santo sólo es u n a h e -
bra e n la trama q u e relata c ó m o se e x c l u y ó la i m a g e n d e lo f e m e n i n o de la trinidad
cristiana. C o n la f o r m u l a c i ó n d e la d o c t r i n a cristiana e n los p r i m e r o s siglos de nuestra
era, q u e d ó fijado, p o r así decirlo, el énfasis del cristianismo sobre el a r q u e t i p o m a s c u -
lino. La i m a g e n conjunta d e la diosa y del dios c o m o la fuente creadora y el funda-
m e n t o d e la vida, y la de su m a t r i m o n i o sagrado estaban implícitas en las imágenes del
m i t o cristiano. Sin e m b a r g o , n o podía ser venerada d e f o r m a c o m p l e t a p o r q u e la idea
de la caída c o n t a m i n ó t a n t o a la naturaleza c o m o a la naturaleza h u m a n a : el precioso
legado h e r e d a d o d e los M i s t e r i o s del m u n d o p a g a n o se p e r d i ó casi p o r c o m p l e t o . U n
698
leve reflejo d e la i m a g e n de esa u n i ó n persistió e n el c o n c e p t o del m a t r i m o n i o d e
Cristo c o n la Iglesia, o de C r i s t o c o n la c o m u n i d a d de elegidos, q u e t e n í a n c o m o p r e -
cedente j u d í o la relación entre Yahvé y la c o m u n i d a d mística de Israel. Pero esta « h u -
manización» de la i m a g e n de la diosa n o p o d í a c o n t e n e r la necesidad del alma d e u n a
imagen de u n i ó n entre diosa y dios, q u e simbolizaba la u n i d a d d e la vida e n la u n i ó n
de creador y creación, a n t i c i p a n d o la e x p e r i e n c i a d e la r e u n i ó n d e la consciencia c o n
su f u n d a m e n t o . Al alejar la evolución de la consciencia todavía más a la h u m a n i d a d d e
la naturaleza y de la base instintiva de la vida, se c o n s i d e r ó cada vez e n m a y o r m e d i d a
que los procesos mentales y espirituales carecían d e relación c o n los procesos físicos; y,
por las mismas razones, q u e el intelecto era s u p e r i o r al instinto. La única i m a g e n n u -
minosa q u e podía u n i r otra vez estos dos aspectos d e la vida era la del m a t r i m o n i o sa-
grado e n t r e diosa y dios. Al seleccionar estas i m á g e n e s , r e c r e a n d o c o n t i n u a m e n t e la del
m a t r i m o n i o sagrado, el alma dio expresión a u n a necesidad i n t e r n a profunda d e r e g e -
neración a través de la u n i ó n de estos dos aspectos de sí m i s m a , q u e t a n t o se habían
alejado entre sí.
El m a t r i m o n i o e n t r e el p u e b l o d e Israel y Y a h v é , c o n t e n i d o en el antiguo
Testamento, y el d e la Iglesia y Cristo, c o n t e n i d o e n el n u e v o T e s t a m e n t o , n o p o d í a n
satisfacer la necesidad q u e tenía el alma de u n a i m a g e n divina d e la totalidad para e x -
presar la misteriosa u n i d a d de toda vida. J u n g señala la necesidad del alma d e q u e la
imagen de lo f e m e n i n o «se ancle, metafísicamente h a b l a n d o , e n la figura de u n a m u j e r
divina, la novia de Cristo. D e la m i s m a m a n e r a q u e n o p u e d e reemplazarse la p e r s o n a
de Cristo p o r u n a organización, la novia t a m p o c o p u e d e ser reemplazada p o r la Iglesia.
Tanto lo f e m e n i n o c o m o lo masculino exigen u n a r e p r e s e n t a c i ó n i g u a l m e n t e p e r s o -
8
nal» . Q u i z á sólo ahora, tras casi cuatro mil años d e u n a separación e n t r e espíritu y n a -
turaleza q u e ha d a ñ a d o el aspecto «natural» de la vida y t o d o s los aspectos d e lo f e m e -
nino, p u e d a a y u d a r n o s a sanar la herida u n a m a y o r c o m p r e n s i ó n del alma. J u n g subrayó
la gran i m p o r t a n c i a de la d o c t r i n a de la a s u n c i ó n de la v i r g e n . D e s d e su p u n t o de v i s -
ta, si se c o m p r e n d e su significado simbólico, devuelve a la h u m a n i d a d tanto la d i v i n i -
dad de la f e m i n i d a d c o m o la i m a g e n del m a t r i m o n i o sagrado, p r e p a r a n d o la base para
el n a c i m i e n t o de u n a nueva c o m p r e n s i ó n : «María, c o m o novia, está u n i d a al hijo e n la
9
cámara nupcial celestial y, c o m o Sofía, a la divinidad» . Sin e m b a r g o , tal y c o m o se ha
sugerido e n el capítulo d e d i c a d o a María, todavía se excluye de la divinidad el aspec-
to relacionado c o n la tierra de lo arquetípico f e m e n i n o ; desde la perspectiva d e la c o n s -
ciencia h u m a n a , p o r lo tanto, naturaleza y c u e r p o q u e d a n separados del espíritu.
El c r i s t i a n i s m o gnóstico
699
mia y m u c h o s otros m o v i m i e n t o s espirituales del M e d i e v o . El p r o p i o gnosticismo se
desarrolló a partir del m a n a n t i a l esotérico o místico d e las religiones egipcia, hebrea y
griega. E n Alejandría, la g r a n c i u d a d q u e f u n d ó A l e j a n d r o M a g n o e n el a ñ o 328 a. C.,
las tres tradiciones se e n c o n t r a r o n y m e z c l a r o n e n u n clima d e tolerancia q u e estaba
asegurado mientras prevaleciese la influencia griega e n la z o n a . E n el p r i m e r siglo de
nuestra era, Alejandría tenía u n m i l l ó n de habitantes, y dos d e las c i n c o divisiones de
la c i u d a d eran judías. A h í vivían más j u d í o s q u e en Palestina y su a c t i t u d para c o n otras
tradiciones religiosas era t o l e r a n t e ; se m e z c l a b a n c o n total libertad c o n egipcios y g r i e -
10
g o s . El p r i m e r g r u p o de cristianos fue el q u e estableció e n J e r u s a l é n Santiago, c o n o -
cido c o m o el h e r m a n o d e Jesús, tras la m u e r t e d e éste. C u a n d o Santiago fue asesina-
d o p o r el sanedrín e n el a ñ o 62 d e nuestra era, la c o m u n i d a d j u d e o c r i s t i a n a d e Jerusalén
se dispersó; algunos se d i r i g i e r o n a Alejandría, a l g u n o s a Siria, otros a Edesa, en
M e s o p o t a m i a . E n Alejandría, los Evangelios fueron a caer sobre t e r r e n o a b o n a d o por
tradiciones de investigación metafísica, el e p i c e n t r o d e la discusión e n t r e las c o m u n i -
dades griega y j u d í a d e la c i u d a d desde hacía m u c h o t i e m p o . Estas tradiciones se refe-
rían a la naturaleza del universo, el o r i g e n del mal, la caída y r e d e n c i ó n del alma y la
pervivencia de la m i s m a tras la m u e r t e . C o m o señala J u n g , «el cristianismo j a m á s se ha-
bría e x t e n d i d o p o r el m u n d o p a g a n o c o n u n a rapidez tan s o r p r e n d e n t e si sus ideas no
11
h u b i e s e n e n c o n t r a d o u n a disposición psíquica análoga para recibirlas» .
700
n o c i m i e n t o alcanzado m e d i a n t e la i n t u i c i ó n - l o s ojos del corazón— q u e n o necesita u n a
clase sacerdotal c o m o i n t e r m e d i a r i a , sino q u e se p e r c i b e d i r e c t a m e n t e . Es e n este s e -
g u n d o sentido, a b u n d a n d o e n la idea d e c o n o c i m i e n t o c o m o p e r c e p c i ó n intuitiva, e n
el que las sectas gnósticas i n t e r p r e t a b a n su « c o n o c i m i e n t o » .
D e los Evangelios q u e nos son familiares, c o m o t a m b i é n de estos otros «resucita-
dos», parece deducirse q u e la esencia de las enseñanzas d e Jesús era transmitir esta gno-
sis o c o n o c i m i e n t o del c o r a z ó n . I n t e n t ó sanar la f r a g m e n t a c i ó n del alma al devolver a
h o m b r e s y mujeres a su sabiduría instintiva más p r o f u n d a , a través d e la cual p o d r í a n
recobrar el «reino», es decir, el tesoro de la relación c o n el f u n d a m e n t o de la vida.
Poseedor de u n p r o f u n d o c o n o c i m i e n t o de la t r a d i c i ó n rabínica, a pesar de t o d o se
opuso a ella en tanto q u e subrayó la universalidad d e sus propias enseñanzas, p o r su s e n -
sibilidad y reacción ante el sufrimiento ajeno; r e c h a z ó , p o r lo tanto, la crueldad, o p r e -
sión y literalidad de la «ley» rabínica tal y c o m o se practicaba e n t o n c e s . A m b o s c o n -
j u n t o s de Evangelios c o n t i e n e n dichos q u e se a t r i b u y e n a Jesús. Parece lo más probable
que el g r u p o de cristianos j u d í o s q u e lideraba Santiago dejase constancia de los dichos
en a r a m e o de Jesús, transmitiéndose éstos a los p r i m e r o s g r u p o s cristianos d e otras c i u -
dades. C o n o c e m o s la historia del cristianismo p r i m i t i v o sólo a través de los escritos
paulinos del n u e v o T e s t a m e n t o , q u e n o m e n c i o n a n a la c o m u n i d a d más antigua d e
Jerusalén ni la i m p o r t a n c i a del papel de Santiago. A l g u n o s d e los Evangelios gnósticos
son d e c i d i d a m e n t e anteriores a los Evangelios q u e nos son tamiliares; se llegan a datar
12
en la segunda m i t a d del siglo I d. C .
701
dría h a b e r l e p r o p o r c i o n a d o u n a c o m p r e n s i ó n m u c h o más profunda del alma, como
t a m b i é n u n a p e n e t r a c i ó n intuitiva más profunda e n las enseñanzas filosóficas de otras
religiones y los paralelismos e n t r e éstas c o n su propia t r a d i c i ó n .
P o r lo t a n t o , el a s o m b r o s o n ú m e r o (cincuenta y dos) d e textos gnósticos de Nag
H a m m a d i , tan i n c r e í b l e m e n t e r e c u p e r a d o s e n 1945 e n el d e s i e r t o egipcio, nos ha de-
v u e l t o a u n a p a r t e esencial d e nuestra herencia religiosa. H a y textos j u d í o s , griegos y
egipcios, lo q u e d e m u e s t r a el g r a d o de eclecticismo del trasfondo cultural del gnosti-
cismo. E n su o b r a Los evangelios gnósticos, Pagels ha d a d o e x p l i c a c i ó n a m u c h o de lo que
n o estaba claro acerca d e la historia t e m p r a n a de la Iglesia cristiana y las diferentes sec-
tas gnósticas q u e florecieron d u r a n t e los tres p r i m e r o s siglos d e nuestra era. Los textos
revelan m u c h a s i m á g e n e s relacionadas c o n la tradición d e la diosa, y q u e se perdieron
c u a n d o esas sectas fueron suprimidas. M á s a ú n , su d e s c u b r i m i e n t o amplía la teología
d e las formas actuales d e cristianismo, p o r q u e m u e s t r a c u á n t o se r e p r i m i ó y se destru-
y ó para i m p o n e r sus d o c t r i n a s . C o m o señala Pagels,
Cada uno de los textos secretos que los grupos gnósticos reverenciaban se omitió de la co-
lección canónica y se tachó de herético por los que se denominaban a sí mismos cristianos or-
todoxos. Para cuando finalizó el proceso de ordenación de los diferentes escritos -probable-
mente no antes del año 2 0 0 - , toda la iconografía femenina referente a Dios había prácticamente
4
desaparecido de la tradición cristiana ortodoxa' .
702
i n f r a m u n d o q u e se identificaba c o n la esfera terrestre, cuyas p u e r t a s g u a r d a b a n los a r -
contes, temibles espíritus planetarios. U n a c o r t i n a o barrera se alzó entre los m u n d o s
de la luz y de la oscuridad, i m p o s i b i l i t a n d o el r e t o r n o de Sofía c o n sus padres. Estaba
c o n d e n a d a a vagar p o r este l a b e r i n t o oscuro, y «de m a n e r a infatigable busca, se l a m e n -
15
ta, sufre, se a r r e p i e n t e y transforma su pasión e n m a t e r i a , su s u f r i m i e n t o e n alma» .
Este m i t o gnóstico, q u e h i z o su a p a r i c i ó n 1.000 años después del m i t o h e b r e o d e la c a í -
da, describe la m i s m a trágica e x p e r i e n c i a h u m a n a de la separación de la consciencia d e
su propia fuente.
El alma individual h u m a n a es e n este m i t o u n a «chispa» o e l e m e n t o del alma c ó s -
mica o universal, la creación d e la m a d r e y el p a d r e e n el m u n d o t r a s c e n d e n t e del p i e -
roma. El alma, «encarcelada» en el c u e r p o , ha p e r d i d o t o d a m e m o r i a de su «hogar», y
se e n c u e n t r a e n gran aflicción: «Ora n o halla [el Alma] c a m i n o para escapar de su m a -
les, infeliz, y sus errores la llevan al laberinto... I n t e n t a escapar del a m a r g o caos y n o
6
sabe c ó m o atravesarlo»' :
703
La diferencia radical entre el m i t o s u m e r i o d e I n a n n a y el n u e v o m i t o es q u e el p r o -
p i o m u n d o se c o n v i e r t e ahora e n el i n f r a m u n d o , el m u n d o d e los m u e r t o s , y se c o m -
para la existencia h u m a n a c o n u n a sepultura. La a f i r m a c i ó n d e Jesús, llena de rigor, nos
v i e n e a la m e n t e : «Sigúeme, y deja q u e los m u e r t o s e n t i e r r e n a sus m u e r t o s ( M t 8, 22).
La separación e n t r e luz y o s c u r i d a d es a p a r e n t e m e n t e absoluta y definitiva; sin e m b a r -
go, c o m o o c u r r e en t o d o s los m i t o s lunares, esto n o es m á s q u e u n espejismo pasaje-
ro. Es posible q u e fuese incluso más difícil e n t o n c e s q u e a h o r a c o m p r e n d e r este mito
n o d e f o r m a literal, sino e n u n sentido metafísico, esto es, e n relación c o n los estados
de consciencia y la psique h u m a n a fragmentada. E n c o n s e c u e n c i a , m u c h o s gnósticos
p r o y e c t a r o n sobre el m u n d o el estado de consciencia o s c u r e c i d o q u e deploraban, y
t a m b i é n los exegetas cristianos o r t o d o x o s q u e dejaron constancia d e las creencias de és-
tos las i n t e r p r e t a r o n en este sentido literal. E n este u n i v e r s o m i t o l ó g i c o se creía, p o r lo
tanto, q u e t o d o lo q u e p e r t e n e c í a a la creación estaba c o n t a m i n a d o p o r el m a l , inclui-
da la religión, sujeta a e r r o r p o r ser la creación d e la consciencia oscurecida del alma y
n o del p l e r o m a .
704
antaño a Istar y aparecerían, más tarde, e n la iconografía d e la Sekiná.) El alma está d o r -
mida, ciega o ebria, según las diferentes metáforas q u e se utilizan en los textos g n ó s t i -
cos. El Espíritu santo, o luz de sabiduría q u e habita e n ella, su ser verdadero, resplan-
dece en esta oscuridad; el alma, sin e m b a r g o , n o p u e d e percibirla, sumida c o m o está
en u n estado semejante al trance. El E v a n g e l i o cristiano de J u a n , q u e m u c h a s sectas
gnósticas utilizaron, expresa esto e n las siguientes palabras: «Y la luz brilla en las t i n i e -
blas, y las tinieblas n o la vencieron» (Jn 1, 5). E n g r a n m e d i d a p o r la influencia d e la
mitología babilónica y persa, fue así c o m o ciertos m i t o s gnósticos explicaron la crea-
ción del m u n d o y d e la h u m a n i d a d , así c o m o la existencia del sufrimiento. La h u m a -
nidad n o es malvada, sino i n c o n s c i e n t e ; es i g n o r a n t e más q u e i n h e r e n t e m e n t e p e c a m i -
nosa. C o m o afirmaba Sócrates, nadie peca p o r v o l u n t a d propia. H o m b r e s y mujeres
son las víctimas d e u n destino q u e n o p u e d e n controlar, p r e c i s a m e n t e p o r q u e n o sa-
ben q u e son controlados p o r él.
El m i t o gnóstico ofrece u n a i m a g e n angustiada del s u f r i m i e n t o h u m a n o , d e la s o -
ledad y del terror, p e r o trata de darle u n a s o l u c i ó n l u m i n o s a y llena de valentía. Los
gnósticos, incluidos los gnósticos j u d í o s , trataron d e ir más allá de cualquier i m a g e n
formulada hasta e n t o n c e s ; trataron de llegar hasta u n a i m a g e n q u e pudiese ser e x p r e -
sada ú n i c a m e n t e c o m o luz, y q u e pudiese revelarse a las personas ú n i c a m e n t e a través
de una e x p e r i e n c i a introspectiva de la propia alma, n o a través d e creencias o de la o b e -
diencia a n i n g u n a a u t o r i d a d religiosa. «Llamaos a vosotros m i s m o s c o m o q u i e n llama
a una p u e r t a y c a m i n a d sobre vosotros m i s m o s c o m o q u i e n c a m i n a p o r u n a senda r e c -
8
ta' .» La p r i m e r a p r i o r i d a d d e sus enseñanzas era el despertar e n el alma el c o n o c i -
m i e n t o de su situación apurada. La salvación del alma t a n t o individual c o m o cósmica
n o d e p e n d í a del sacrificio d e u n salvador para r e d i m i r a los seres h u m a n o s , sino de «ha-
cer q u e surja» o «dar a luz» al salvador e n las profundidades de su propia consciencia,
sacrificando la propia ignorancia y d e s p e r t a n d o d e su s u e ñ o . El t e m a p r e d o m i n a n t e e n
el p e n s a m i e n t o gnóstico n o es el del «pecado original», sino el d e la cautividad o e n -
m a r a ñ a m i e n t o del alma en u n destino trágico q u e sólo p u e d e modificarse a través d e
u n acto creativo de p e r c e p c i ó n intuitiva y c r e c i m i e n t o interior. Así lo enseñaba
Valentín, maestro gnóstico: «Lo q u e salva es el c o n o c i m i e n t o : q u i é n e s é r a m o s , q u é h e -
mos d e v e n i d o ; d ó n d e estábamos, d ó n d e h e m o s sido arrojados: hacia d ó n d e nos a p r e -
9
suramos; de d ó n d e s o m o s redimidos; q u é es la g e n e r a c i ó n ; q u é la regeneración»' . Al
despertar el alma, adquiere consciencia del espíritu q u e habita e n ella, personificado
p o r C r i s t o , q u e se dirige a ella c o n estas palabras: «Yo soy tú y tú eres Yo; y d o n d e -
quiera q u e estés, ahí estoy Yo, y soy s e m b r a d o (o esparcido e n todos); desde d o n d e
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quieras m e recolectas; y al r e c o l e c t a r m e a m í , te recolectas a ti m i s m o » .
705
E l m a t r i m o n i o s a g r a d o d e l a l m a y el e s p í r i t u
Mi vestido de gloria, que me había quitado, y el manto que lo cubría, mis padres... los en-
viaron para mí por los tesoros que guardaban. De su esplendor me había yo olvidado, habién-
dolo dejado en la casa de mi Padre cuando era un niño. Al contemplar ahora el vestido, me pa-
reció que se transformaba en imagen de mí mismo reflejada en un espejo: a mí mismo, entero,
veía en él, y a él, entero, veía en mí mismo; que éramos dos, separados, y sin embargo uno en
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la igualdad de nuestras formas...
706
24
tómico» o, c o m o e n la i m a g e n q u e D a v i d B o h m sugiere, «el O r d e n Implicado» . El
c u e r p o «luminoso» se c o n c e b í a c o m o m a s c u l i n o , m i e n t r a s q u e el c u e r p o físico se d e s -
cribía c o m o f e m e n i n o . E n ciertos textos gnósticos, Jesús se aparece a sus discípulos tras
su resurrección e n su « c u e r p o de luz»; p u e d e q u e nos sea útil i n t e r p r e t a r los pasajes e n
1 C o r i n t i o s 15 j u n t o c o n estos textos gnósticos para c o m p r e n d e r la «resurrección del
cuerpo» e n u n sentido diferente del literal q u e suele ofrecer la enseñanza cristiana (ver
capítulo 13).
La i m p o r t a n c i a q u e los gnósticos a t r i b u y e r o n al d e s p e r t a r a través del e n t e n d i m i e n -
to o de la p e r c e p c i ó n intuitiva, más q u e a través d e la creencia, c o n s t i t u y ó su g r a n c o n -
tribución a u n a e v o l u c i ó n más avanzada de la consciencia. Sus enseñanzas acerca de la
necesidad de los individuos de d e s c u b r i r a C r i s t o , o la consciencia divina q u e habita
en cada u n o , los enfrentaron c o n los cristianos o r t o d o x o s , cuya enseñanza p r o c l a m a b a
(y proclama todavía) q u e la salvación sólo p u e d e p r o d u c i r s e a través d e la creencia y d e
la p e r t e n e n c i a a la Iglesia. Parecería q u e el m i t o del alma i n c o n s c i e n t e y la posibilidad
de q u e despierte para ser guiada p o r el Espíritu santo d e Sabiduría es u n a creación d e
los gnósticos; fue, en realidad, parte de la h e r e n c i a recibida de las tradiciones e s o t é r i -
cas de S u m e r , E g i p t o y Grecia. E n los c o m i e n z o s de la era cristiana, el m i t o gnóstico
expresaba algo tan p r o f u n d a m e n t e relevante para las necesidades h u m a n a s q u e s o b r e v i -
vió a 1.400 años d e p e r s e c u c i o n e s . Ofreció a las p e r s o n a s u n n u e v o m i t o acerca del al-
ma a través d e la iconografía del a n t i g u o m i t o d e la diosa.
2 5
El E v a n g e l i o de T o m á s
707
.. .En el interior de un hombre de luz
hay siempre luz y él ilumina todo el universo; sin su luz reinan las tinieblas (Logion 24).
Dijo Jesús: «Yo os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído ha escuchado y ninguna
mano ha tocado y en ningún corazón humano ha penetrado» (Logion 17).
Yo soy la luz que está sobre todos ellos. Yo soy el universo; el universo ha surgido de mí
y ha llegado hasta mí. Partid un leño y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis
(Logion 77).
...el reino del Padre está extendido sobre la tierra y los hombres no lo ven (Logion 113).
¿ C ó m o p o d r á ser, e n t o n c e s , descubierto?
El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se
estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo
(Logion 2).
Cuando realicéis esto en vosotros mismos, aquello que tenéis os salvará; pero si no lo tenéis
dentro, aquello que no tenéis en vosotros mismos os matará (Logion 70).
Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen
en su nombre, los cuales no nacieron de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de hombre
sino que nacieron de Dios (Jn 1, 1 2 - 1 3 ) .
708
vés de m u c h o s i n d i v i d u o s , y se personificaba e n Jesús c o m o m a e s t r o de sabiduría. U n
giro e x t r a ñ o del «destino» h i z o q u e la base n u m i n o s a e n su i n t e r i o r se perdiese, al trans-
formarse a Jesús en u n dios a q u i e n se debía a d o r a c i ó n . E n vez de r e c o n o c e r s e c o m o
divina u n a base i n t e r i o r al alma, relacionándose c o n la divinidad subyacente d e la vida
e n su totalidad, se subrayó el a n t i g u o p a t r ó n literal de la a d o r a c i ó n de u n dios, p e r p e -
tuándose la separación entre la consciencia y su base. Se sacrificó la i n m a n e n c i a en aras
a la trascendencia. Se e n s e ñ ó a los cristianos q u e m i e n t r a s creyesen, y mientras p e r t e -
neciesen a la Iglesia, o b e d e c i é n d o l a , el sacrificio d e Jesús e n la c r u z los redimiría.
C o m o señaló J u n g , lo divino pasó a situarse fuera del h o m b r e y d e la mujer, antes q u e
en su i n t e r i o r :
Eso que la imitado Christi exige —que sigamos al ideal y tratemos de hacemos iguales a él—
debería, en toda lógica, tener como resultado el desarrollo y la exaltación del hombre interior.
De hecho, sin embargo, ciertos creyentes superficiales, excesivamente preocupados por las for-
mas, transformaron el ideal en un objeto de adoración externo. Es precisamente esta venera-
ción por el objeto la que impide que éste trate de alcanzar las profundidades del alma, trans-
formándola en una unidad completa, en consonancia con el ideal. En conformidad con esto, el
mediador divino se sitúa en el exterior como imagen, mientras la parte más profunda del h o m -
bre permanece fragmentada e intacta... Es posible que una proyección exclusivamente religio-
sa arrebate al alma sus valores, de forma que por pura inanición se hace incapaz de un desarro-
llo posterior, estancándose en un estado inconsciente. Al mismo tiempo, cae víctima del
espejismo de que la causa de todo desastre está en el exterior, y la gente ya no se detiene a pre-
2
guntarse hasta qué punto tienen parte de responsabilidad ".
709
g i n a c i ó n invitó a su r e f o r m u l a c i ó n , y v i n o a cubrir, d e esta m a n e r a , t a n t o la i m a g e n
del dios p a d r e c o m o la de su hijo, así c o m o las figuras d e M a r í a y d e su hijo, Jesús. Sin
e m b a r g o , se o s c u r e c i ó , al reformularse, el e l e m e n t o d e la e n s e ñ a n z a d e Jesús q u e r e -
sultaba más imprescindible para u n a evolución más avanzada d e la consciencia. La d o c -
trina d e q u e Jesucristo, el hijo de D i o s , era consustancial a la divinidad, y sin e m b a r g o
se apartaba d e ella p o r su h u m a n i d a d - d i v i n a y h u m a n a - r e a f i r m ó d e n u e v o la i c o n o -
grafía d e zoé y bíos, la creencia de q u e él, y él solo, era la ú n i c a e n c a r n a c i ó n de la d i -
vinidad; sin e m b a r g o , t o d o ello veló la «nueva» p e r c e p c i ó n intuitiva d e q u e todas las
personas p o s e e n e n su i n t e r i o r la capacidad d e percibir su naturaleza divina, convir-
t i é n d o s e e n «hijos» o «hijas» d e D i o s . A d e m á s , c u a n d o la c o n s c i e n c i a p e r d i ó la revela-
c i ó n previa, la e n c a r n a c i ó n dejó d e p o d e r ser c o m p r e n d i d a e n el s e n t i d o d e q u e la p r e -
sencia divina se e n c a r n a c o m o «hijo» en la totalidad d e la c r e a c i ó n visible. Fiel al
p r o c e s o según el cual lo q u e se p i e r d e de f o r m a i n c o n s c i e n t e se proyecta sobre la i m a -
g e n d e u n adversario, la Iglesia cristiana p r o n t o p e r d i ó la i m a g e n d e la totalidad, crean-
d o otra separación entre los q u e «creían» e n sus enseñanzas y, p o r lo t a n t o , eran «salva-
dos», y los q u e n o lo hacían, y p o r lo t a n t o n o eran «salvados». La m i s m a separación se
p r o y e c t ó d e f o r m a topográfica sobre el cielo y el i n f i e r n o , q u e recibirían a los «salva-
dos» y a los «condenados».
La a n d r o g i n i a d e l o divino
e n el c r i s t i a n i s m o gnóstico
710
deidad c o m o ú n i c a m e n t e masculina? U n a vez más, es posible q u e esto p u e d a explicar-
se p o r u n a r u p t u r a d e la transmisión entre las distinciones de g é n e r o intrínsecas a las
lenguas h e b r e a y griega, y las del latín y las d e m á s lenguas europeas posteriores. El as-
p e c t o d e la divinidad c o m o Espíritu santo - c o m o H o k m á y Sofía— fue f e m e n i n o e n
h e b r e o y e n g r i e g o hasta q u e se vio asimilada al c o n c e p t o m a s c u l i n o de logos, y l u e -
go a la expresión latina Spiritus Sanctus, cuyo g é n e r o t a m b i é n era m a s c u l i n o . Si t o m a -
m o s c o m o e j e m p l o la l e n g u a inglesa, n o hay e n ella distinción de géneros e n t r e los sus-
tantivos, de m a n e r a q u e n o existe f o r m a d e indicar el g é n e r o d e algo a través del
significante de u n a palabra. U n o p u e d e decir, «Dios es sabiduría», «Dios es belleza»,
«Dios es verdad», y así sucesivamente, p e r o n o existe f o r m a alguna d e saber si esas c u a -
lidades se i m a g i n a n c o m o masculinas o femeninas, a diferencia de lo q u e sucedía e n las
lenguas más antiguas.
Los gnósticos, incluidos los gnósticos j u d í o s , c o n t r i b u y e r o n e n o r m e m e n t e a la res-
tauración del e q u i l i b r i o e n la i m a g e n j u d e o c r i s t i a n a d e dios al describir a la d e i d a d c o -
m o m a d r e y c o m o padre. T a m b i é n designaron a las e m a n a c i o n e s d e la fuente p r i m a -
ria, u n sistema j e r á r q u i c o d e seres o energías divinas q u e m e d i a n e n t r e la base n o
manifiesta del ser y el m u n d o manifiesto, c o m o femeninas y masculinas en esencia.
La restauración de la i m a g e n de la diosa es s o r p r e n d e n t e ; t a n t o es así, q u e u n e r u -
dito ha sostenido q u e hay razones para c o n c l u i r q u e el gnosticismo era u n a e x p r e s i ó n
30
del culto d e la diosa m a d r e . Es cierto q u e el g n o s t i c i s m o surgió p r e c i s a m e n t e e n a q u e -
llas áreas e n las q u e d u r a n t e milenios habían sido testigos del c u l t o a la diosa: Siria,
E g i p t o , Asia M e n o r y M e s o p o t a m i a . Los gnósticos j u d í o s t e n í a n acceso a la tradición
de la literatura bíblica sapiencial; además, si vivían e n Siria, M e s o p o t a m i a o E g i p t o ,
t a m b i é n p o d í a n acceder a las tradiciones de la diosa y su h i j o - a m a n t e q u e h a b í a n exis-
tido en estas regiones d u r a n t e m u c h o t i e m p o . La i m a g e n subyacente del m a t r i m o n i o
sagrado d o m i n a los textos gnósticos y era (esto es e s p e c i a l m e n t e significativo) u n o de
sus sacramentos principales. N o s e n c o n t r a m o s , p o r lo t a n t o , c o n q u e el ser s e m i d i v i n o
o r i g i n a r i o o ánthropos se representa a veces c o m o hija, a veces c o m o hijo, a veces c o -
m o u n a pareja f o r m a d a p o r h e r m a n o y h e r m a n a , al igual q u e o c u r r í a en los m i t o s a n -
teriores. Se subraya la i m p o r t a n c i a de la b ú s q u e d a ; el u n o o la otra p a r t e e n pos d e su
«extraviado» h o m ó l o g o , y su r e u n i ó n y r e t o r n o a su m u n d o d i v i n o d e o r i g e n se c e l e -
bra e n el m a t r i m o n i o sagrado.
E n su o b r a Los evangelios gnósticos, Pagels señala q u e los gnósticos o r a b a n a la Sofía
divina, f e m e n i n a y virgen c o m o «silencio e t e r n o y místico», c o m o «gracia, aquella q u e
p r e c e d e a todas las cosas», c o m o «lo invisible d e n t r o del todo» y c o m o «la sabiduría i n -
31
c o r r u p t i b l e , o gnosis» . Llama la a t e n c i ó n el t o n o «sumerio» de cada u n a d e estas fra-
ses. U n a vez más, Pagels se refiere a u n g r u p o d e fuentes gnósticas q u e afirmaban h a -
b e r r e c i b i d o de Jesús la tradición secreta a través d e Santiago, su h e r m a n o , y de M a r í a
M a g d a l e n a , afirmaciones de las q u e i n d u d a b l e m e n t e dejó constancia el g r u p o o r i g i n a -
r i o d e Jerusalén. Señala q u e m i e m b r o s d e este g r u p o rezaban t a n t o al padre c o m o a la
711
m a d r e divina: «De T i , Padre, y a través de ti, M a d r e , los dos n o m b r e s inmortales,
32
Padres del ser divino, y tú, m o r a d o r e n el cielo, h u m a n i d a d , del n o m b r e p o d e r o s o . . . » .
Pagels cita una definición d e D i o s propuesta p o r Valentín, el m a e s t r o gnóstico, en la
q u e sugiere q u e «la divinidad p u e d e imaginarse c o m o u n c u e r p o bivalente; consisten-
te, p o r u n a p a r t e , e n el Inefable, el P r o f u n d o , el Padre P r i m e r o ; y, p o r la otra, en la
33
Gracia, el Silencio, el V i e n t r e y la " M a d r e del T o d o " » . Pagels señala q u e «luego des-
cribe c ó m o el Silencio recibe, c o m o e n u n vientre, la semilla d e la F u e n t e Inefable; de
ésta saca todas las e m a n a c i o n e s del ser divino, alineadas e n parejas a r m o n i o s a s de e n e r -
34
gías masculinas y femeninas» . A la diada creativa se le o t o r g a u n a e x p r e s i ó n m u y cla-
ra e n el pasaje siguiente:
Antes del universo, lo primero fue revelado. En el espacio sin confines él es un padre que
se ha desarrollado a sí mismo y se ha construido a sí mismo, lleno de luz resplandeciente e ine-
fable. En el principio él decidió que su fonna cobrase existencia como un gran poder.
Inmediatamente, el comienzo de esa luz se reveló como un hombre andrógino e inmortal. Su
nombre masculino es «el engendramiento de aquel que es perfecto». Y su nombre femenino es
35
«Sofía, engendradora toda sabia». También se dice que se parece a su hermano y su consorte .
Deseo que entendáis que el primer hombre es llamado engendrador, mente que es com-
pleta en sí misma. Reflexionó con la gran Sofía, su consorte, y reveló su hijo primogénito y
andrógino. Su nombre masculino es «primer engendrador hijo de Dios»; su nombre femenino
es «primera engendradora Sofía, madre del universo». Algunos la llaman amor. Ahora el pri-
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mogénito se llama «Cristo» .
712
d e b e e x t e n d e r s e a u n a c u a t e r n i d a d q u e incluya u n a hija, q u e es la novia del hijo y la
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m a d r e del siguiente nivel d e c r e a c i ó n .
E n el Evangelio a los h e b r e o s , Jesús se refiere al Espíritu santo c o m o a «mi m a d r e ,
el Espíritu». El «Apócrifo d e Juan» relata c ó m o t u v o J u a n u n a visión de la T r i n i d a d :
Mientras estaba contemplando estas cosas, mira, los cielos se abrieron y toda la creación que
está bajo el cielo resplandeció y el m u n d o tembló. Y yo sentí temor... y vi en la luz a un j o -
ven que estaba de pie j u n t o a mí. Mientras le contemplaba se convirtió en un hombre de avan-
zada edad... N o había ante mis ojos una pluralidad, sino una semejanza con múltiples formas
en la luz, y las formas aparecían unas a través de otras, y la semejanza tenía tres formas. M e di-
jo: «Juan, Juan, por qué dudas, y por qué tienes m i e d o . . . ¡No te amedrentes! Yo soy aquel que
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está contigo por siempre. Yo soy el padre, yo soy la madre, yo soy el hijo» .
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«El trueno, mente (entera) perfecta»
713
y vosotros, los que escucháis, oídme.
Vosotros, los que me estáis esperando, llevadme a vosotros mismos.
Y no me apartéis de vuestra vista.
Y no hagáis que ni vuestra voz ni vuestro oído me odie.
N o me ignoréis en ningún lugar ni en sitio alguno. ¡Estad preparados!
N o me ignoréis.
714
Yo soy aquella a quien se ha odiado en todas partes
y a quien se ha amado en todas partes.
Yo soy aquella a quien llaman vida,
y a quien vosotros habéis llamado muerte.
Yo soy aquella a quien llaman ley,
y a quien habéis llamado anarquía.
Yo soy aquella a quien habéis perseguido,
y yo soy aquella a quien habéis atrapado.
Yo soy aquella que habéis esparcido,
y me habéis recogido y reunido.
Las m u j e r e s c o m o d i s c í p u l a s y m a e s t r a s d e g n o s i s
715
ciedad, ¿ c ó m o p o d í a n las mujeres, e i g u a l m e n t e los h o m b r e s , relacionarse, e n su i n t e -
rior, c o n t o d o s los diferentes aspectos de lo a r q u e t í p i c o f e m e n i n o ?
Las mujeres p u e d e n d e s c u b r i r u n a i m a g e n d e sí m i s m a s , p e r d i d a h a c e m u c h o t i e m -
p o , e n los Evangelios gnósticos. El Evangelio de Felipe relata q u e t a n t o la m a d r e , c o -
m o la h e r m a n a y la c o m p a ñ e r a d e Jesús se llaman M a r í a . Esta i m a g e n triple sugiere los
misterios lunares d e la diosa triple, la trinidad l u n a r o r i g i n a r i a . M a r í a M a g d a l e n a , la
c o m p a ñ e r a de Jesús más u n i d a a él, aparece e n varios d e los Evangelios gnósticos c o -
m o u n o de los discípulos, y e n estos textos n o hay d u d a acerca d e la i m p o r t a n c i a de su
papel en el g r u p o d e Jerusalén del cristianismo más t e m p r a n o . El E v a n g e l i o d e María
señala q u e , tal y c o m o se m e n c i o n a en los Evangelios d e M a r c o s y J u a n , ella fue la p r i -
m e r a q u e vio al C r i s t o resucitado. (Es interesante recordar, c o m o se o b s e r v ó e n el ca-
p í t u l o 14, q u e M a r í a c o n f u n d e a Jesús c o n el j a r d i n e r o al r e t o r n a r éste «del i n f r a m u n -
do», y q u e «el jardinero» era u n o d e los títulos más a n t i g u o s del h i j o - a m a n t e sumerio.)
E n el D i á l o g o del Salvador, María es u n o d e los tres discípulos q u e reciben u n a r e -
velación particular d e Jesús; se la c o n o c e c o m o «una m u j e r q u e c o n o c í a el todo». U n
t e x t o titulado Pistis Sophía, escrito en Luxor, E g i p t o , e n el siglo III d. O , describe el
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viaje del alma, i n t e r p r e t a n d o las palabras d e los salmos e n t é r m i n o s d e g n o s t i c i s m o .
Es posible q u e fuese escrito p o r u n a m u j e r o g r u p o d e mujeres, y deja constancia de
u n a enseñanza i m p o r t a n t e q u e Jesús dio a los discípulos tras la r e s u r r e c c i ó n . Señala que,
a d e m á s d e los discípulos m e n c i o n a d o s e n los Evangelios q u e c o n o c e m o s , e n esa r e u -
n i ó n estaban presentes cuatro mujeres discípulas d e Jesús: M a r í a M a g d a l e n a , M a r t a ,
María, la m a d r e de Jesús, y S a l o m é . C a d a u n a de ellas, así c o m o varios discípulos va-
rones, h a c e p r e g u n t a s a Jesús, p e r o las p r e g u n t a s d e M a r í a M a g d a l e n a son m u c h o más
n u m e r o s a s q u e las del resto; d e h e c h o , el t e x t o e n t e r o es casi u n diálogo e n t r e Jesús y
María M a g d a l e n a . M a r í a , llevada p o r su deseo d e a p r e n d e r más, dice u n a y otra vez:
«Señor m í o , n o te enojes c o n m i g o si te p r e g u n t o acerca d e t o d o c o n precisión y cer-
t i d u m b r e » . Pedro, e n o j a d o p o r el m o n o p o l i o q u e ella ejerce sobre la a t e n c i ó n de Jesús,
se irrita c o n ella; María, alarmada, dice e n u n m o m e n t o d a d o : «Pedro m e da m i e d o ,
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p o r q u e m e ha a m e n a z a d o y odia nuestro sexo» . Jesús alaba siempre la i n t u i c i ó n de
María, y afirma q u e , p o r h a b e r e n t e n d i d o v e r d a d e r a m e n t e sus enseñanzas, «María
M a g d a l e n a y J u a n , el v i r g e n , destacarán p o r e n c i m a d e t o d o s mis discípulos y p o r e n -
cima d e t o d o s los h o m b r e s q u e reciban los misterios en lo inefable. Y estarán a m i dies-
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tra y a m i siniestra. Y y o soy ellos, y ellos son yo» . D e s d e l u e g o , esto es u n c a m b i o
respecto a la i m a g e n de la m u j e r q u e ofrecen los tres Evangelios cristianos, e n los q u e
n o figura n i n g u n a m u j e r c o m o discípulo.
La envidia q u e P e d r o siente p o r María explota e n otros textos. El E v a n g e l i o de
María, q u e p u d o h a b e r sido escrito p o r u n a m u j e r —quizás hasta p o r la propia María
M a g d a l e n a o r i g i n a r i a m e n t e - relata c ó m o Jesús, a p a r e c i é n d o s e e n su « c u e r p o de luz» a
los discípulos, les instó a q u e fuesen y predicasen el E v a n g e l i o del r e i n o interior.
«Tened c u i d a d o ; q u e n a d i e os desvíe d e vuestro c a m i n o , d i c i e n d o " ¡ M i r a a q u í ! " o
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"¡Mira allí!". P o r q u e el hijo del H o m b r e se e n c u e n t r a e n vuestro interior. ¡Seguidle a
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él! Los q u e le buscan le e n c o n t r a r á n . Id, p u e s , y p r e d i c a d el Evangelio del reino .»
Sin e m b a r g o , u n a vez q u e les h u b o dejado, los discípulos, a b r u m a d o s p o r la d u d a y
la desesperación, sintieron q u e n o eran capaces d e llevar a cabo lo q u e les p i d i ó .
Entonces María se levantó, les saludó a todos, y dijo a sus hermanos: «No lloréis y no os
aflijáis ni estéis indecisos, porque su gracia estará enteramente con vosotros y os protegerá...».
Pedro le dijo a María: «Hermana, sabemos que el Salvador te amaba más que al resto de las
mujeres. Dinos las palabras del Salvador que recuerdes —las que conoces (pero) nosotros no, ni
las hemos oído». María replicó: «Lo que está oculto a vuestros ojos lo proclamaré para voso-
tros». Y comenzó a dirigirse a ellos con estas palabras: «Yo», dijo, «yo vi al Señor en una visión
y le dije: "Señor, te vi hoy en una visión". El contestó y me dijo, "Bendita seas, porque no va-
cilaste al verme. Porque ahí donde está la mente está el tesoro". Yo le dije: "Señor, aquel que
ve la visión ¿la ve (a través del) alma (o) a través del espíritu?". El Salvador respondió y dijo:
" N o ve ni a través del alma ni a través del espíritu, sino de la mente que (está) entre los dos;
eso es lo que ve la visión..."».
Cuando María hubo dicho esto, guardó silencio, porque el Salvador había hablado con ella
hasta ese punto. Pero Andrés respondió y dijo a los hermanos: «Decid lo que (queráis) decir so-
bre lo que ella ha dicho. Yo, al menos, no creo que el Salvador dijese esto. Porque, en verdad,
estas enseñanzas son ideas extrañas». Pedro contestó y habló sobre estas mismas cosas. Les pre-
guntó acerca del Salvador: «¿De verdad habló él en privado con una mujer y no abiertamente
con nosotros? ¿Nos volveremos y la escucharemos todos a ella? ¿La prefería a nosotros?».
Entonces María lloró y le dijo a Pedro: «Pedro, mi hermano, ¿qué crees? ¿Crees que in-
venté esto en mi corazón, o que estoy mintiendo acerca del Salvador?». Leví (Mateo) contestó
y le dijo a Pedro: «Pedro, siempre has tenido un genio muy vivo. Ahora te veo enfrentándote
contra la mujer como contra los adversarios. Pero, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú,
en verdad, para rechazarla? El Salvador sin duda la conoce muy bien. Esa es la razón por la que
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la amaba más que a nosotros» .
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O í m o s sus voces, c ó m o hablan e n t r e ellos y c ó m o se d i r i g e n a Jesús, y sentimos su rn-
c e r t i d u m b r e a la h o r a d e enfrentarse a la i n m e n s a responsabilidad q u e h a b í a n asumido.
La figura de Jesús es d e m a s i a d o n u m i n o s a c o m o para q u e los textos gnósticos p u e -
dan ser descartados p o r irrelevantes o heréticos. T o d o lo q u e p u e d a saberse de él debe
ser c o n s i d e r a d o y evaluado; estas voces, r e c i e n t e m e n t e descubiertas, d e u n a era q u e es
e n c o n j u n t o demasiado r e m o t a y oscura, s u m i n i s t r a n n o sólo u n a n u e v a aproximación
a la c o m p r e n s i ó n de sus enseñanzas, sino t a m b i é n u n a p e n e t r a c i ó n fascinante e n la voz
del alma. Los gnósticos j a m á s se v i e r o n a sí m i s m o s c o m o herejes, sino c o m o h e r e d e -
ros d e u n a transmisión auténtica de las enseñanzas d e Jesús.
Las sectas gnósticas fueron suprimidas p o r dos edictos del e m p e r a d o r C o n s t a n t i n o ,
el e m p e r a d o r «cristiano» q u e h i z o q u e a su m u j e r la c o c i e r a n viva y q u e a su hijo le
asesinasen, a u n q u e esto n o es algo q u e g e n e r a l m e n t e se sepa. Estos dos edictos, d e los
años 326 y 333 d. C , p r o h i b i e r o n las r e u n i o n e s d e los gnósticos y o r d e n a r o n q u e se
q u e m a s e n sus Evangelios. F u e así c ó m o la rama o r t o d o x a del cristianismo prevaleció
sobre la gnóstica, apoyada p o r la estructura política del i m p e r i o R o m a n o , q u e le o t o r -
gaba el p o d e r necesario para eliminar a los «herejes».
Sofía e n l o s a ñ o s o s c u r o s y e n la E d a d Media
718
2. Sofía a p a r e c i é n d o s e a B o e c i o en
su c e l d a ( p o r t a d a d e u n manuscrito
i n g l é s d e B o e c i o , De Consolatione
Philosophiae, 1150-1175. Winchester
o Hereford)
nos violentas habían rasgado dicho vestido, llevándose los trozos que pudieron arrancar. En la
mano derecha llevaba sus libros y el cetro en la izquierda.
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E l r e s u r g i r d e la S o f í a gnóstica
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3 . La Virgen negra
(Montserrat, España)
721
£1
p o d i d o alterar el destino q u e trajo consigo la p r e e m i n e n c i a , s i e m p r e creciente, a t r i b u i -
da al a r q u e t i p o masculino.
A la iglesia catara se la c o n o c í a c o m o la iglesia del Espíritu santo y la iglesia del grial.
El n ú c l e o d e sus enseñanzas era u n t e x t o gnóstico titulado «El libro secreto d e Juan»,
q u e p o s i b l e m e n t e fuese el m i s m o «Apócrifo de Juan» q u e se halló e n N a g H a m m a d i .
E n él se p r o c l a m a b a q u e la antigua iglesia del Espíritu santo se derivaba d e las mismas
enseñanzas de J u a n , q u e , al ser el discípulo q u e se inclinaba sobre el p e c h o de C r i s t o
d u r a n t e la última C e n a , era aquel c u y o o í d o estaba más cerca d e su c o r a z ó n . La igle-
sia era c o n o c i d a c o m o «la c o p a q u e da maná» y «la piedra preciosa», i m á g e n e s q u e la
enlazan c o n el s i m b o l i s m o d e la c o p a gnóstica o krater, y c o n el cáliz del grial, así c o -
m o c o n la i m a g e n d e la diosa. El Espíritu santo, Sofía, y su emisario, la p a l o m a , se c o n -
v i r t i e r o n e n la inspiración secreta y el e m b l e m a d e u n g r u p o d e d i c a d o d e h o m b r e s y
mujeres q u e , al referirse a sí m i s m o s , y h a c i é n d o s e e c o d e la e x p e r i e n c i a de los cristia-
nos p e r s e g u i d o s , afirmaban: «Vivimos u n a vida d u r a y e r r a n t e , h u i m o s d e c i u d a d en
c i u d a d c o m o ovejas e n t r e l o b o s . Sufrimos p e r s e c u c i ó n c o m o los apóstoles y los m á r t i -
res, p e r o nuestra vida es santa y austera. Estas cosas n o n o s son difíciles, p u e s ya n o s o -
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m o s d e este m u n d o » .
722
sen gnósticos. La i m a g e n q u e se decía q u e a d o r a b a n —Bafomet- era u n n o m b r e c r i p t o -
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gráfico q u e ocultaba su significado secreto: Sofía . Los t e m p l a r i o s eran célibes, e i n -
cluían e n su o r d e n t a n t o a h o m b r e s c o m o a mujeres, eligiéndolas incluso para p o n e r -
las al frente d e la m i s m a . Al igual q u e los trovadores, a d o p t a r o n c o m o e m b l e m a a la
paloma.
La Sekiná
723
«presencia» o «gloria» de Yahvé c o m o la n u b e visible q u e c u b r e c o n su s o m b r a el ta-
b e r n á c u l o o p e r m a n e c e suspendida sobre él (Ex 40, 34-38), y el c o n c e p t o más tardío
de H o k m á q u e figura e n los libros sapienciales. La p r i m e r a m e n c i ó n d e la Sekiná en
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escritos j u d í o s h i z o su aparición d u r a n t e el siglo I d e nuestra era . I n i c i a l m e n t e , su sig-
nificado se refería a la manifestación o aspecto d e la d e i d a d q u e p o d í a ser aprehendida
6
p o r los sentidos ". Sin e m b a r g o , la extensa mitología relacionada c o n la i m a g e n de la
Sekiná y la S e k i n á - M a t r o n i t c o m o deidad f e m e n i n a n o alcanzó su m á x i m o desarrollo
hasta la E d a d M e d i a .
El t e x t o definitivo de la cabala, el Zohar, se escribió e n el siglo XIII, p e r o el c o n o c i -
d o m o v i m i e n t o q u e se derivó de estos t e m p r a n o s c o m i e n z o s n o alcanzó su a p o g e o has-
ta los siglos XVI y XVII. Ciertas imágenes cabalísticas se r e m o n t a n a Filón de Alejandría,
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el m i s m o filósofo j u d í o q u e d i o u n a nueva definición a la i m a g e n d e la sabiduría .
Dichas imágenes t a m b i é n recibieron la influencia d e textos escritos d u r a n t e los siglos V i l
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y VIII e n Babilonia y B i z a n c i o y durante el siglo IX e n Basora . Estos textos llegaron a
E u r o p a , d o n d e , a comienzos del siglo X I , se convirtieron e n el f u n d a m e n t o de la cabala
q u e se desarrolló en las c o m u n i d a d e s judías de España y del sudoeste de Francia. Las c o -
m u n i d a d e s de Babilonia y de Basora descendían de los exiliados q u e habían p e r m a n e c i -
d o en M e s o p o t a m i a en el a ñ o 538 a. C . Es interesante q u e la cabala volvería al P r ó x i m o
O r i e n t e c o m o resultado d e la expulsión de los j u d í o s de España e n 1492, c u a n d o u n g r u -
p o de cabalistas se asentaron en Safed, Galilea; la cabala se e x t e n d i ó desde allí hasta Asia
y África, así c o m o a c o m u n i d a d e s judías e n otras zonas d e E u r o p a .
El m i t o d e la Sekiná e n las doctrinas cabalísticas establece q u e ésta era la fuente o
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c i m i e n t o del m u n d o creado, e n c a r n á n d o s e sobre t o d o e n la i m a g e n d e la l u z . Es la
i n m a n e n c i a d e lo divino e n el m u n d o , la q u e transmite la divinidad a través de todos
los ciclos d e la manifestación hasta generar el m u n d o q u e c o n o c e m o s . Esto recuerda
sobre t o d o al resplandor d e I n a n n a , y su descenso a través d e las siete esferas o p o r t a -
les planetarios hasta llegar al i n f r a m u n d o d e su h e r m a n a , la diosa Ereshkigal. El m i t o
de la Sekiná es, a d e m á s , casi i d é n t i c o al m i t o gnóstico d e Sofía, q u e se ha analizado c o n
a n t e r i o r i d a d e n este m i s m o capítulo. C o m o la luna, la Sekiná refleja la luz d e la fuen-
te. Es tan d i m i n u t a q u e su presencia p o d r í a a c o m o d a r s e incluso e n la cesta de j u n c o s
q u e alojó a M o i s é s , p e r o t a n i n m e n s a q u e su c u e r p o se e x t i e n d e a lo largo d e millones
d e k i l ó m e t r o s . Es el Espíritu santo, es decir, la luz q u e g e n e r a todas las formas d e vida.
Su n o m b r e es t a n «santo» q u e , al igual q u e el d e Y a h v é , n o se p r o n u n c i a d i r e c t a m e n -
te; u n o se refiere a ella c o m o «esa mujer, esa h e m b r a » , antes q u e p o r su n o m b r e i n e -
fable. C o m o M a r í a , adopta el papel de intercesora e n t r e el r e i n o d i v i n o y el h u m a n o ,
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y es capaz d e i n t e r c e d e r ante Yahvé p o r la h u m a n i d a d . La línea q u e separa a la Sekiná
c o m o «presencia», manifestación o a t r i b u t o de Yahvé, y la Sekiná c o m o presencia c o n -
creta, es m u y t e n u e ; n o es n i m u c h o m e n o s clara, p o r q u e sólo el g é n e r o f e m e n i n o de
su n o m b r e la distingue d e él. La t e r m i n a c i ó n g e n é r i c a o t o r g a su «sentir» a los textos
q u e se refieren a la Sekiná, y establece su cualidad f e m e n i n a .
724
Los cabalistas identificaban a la Sekiná c o n el resplandor del Espíritu santo, el p l e -
roma l l a m e a n t e del q u e e m a n a toda creación, incluida el alma h u m a n a . Este Espíritu
santo, resplandor o «gloria d e Dios», q u e los cabalistas c o m p a r a b a n a u n vasto mar, fue
la p r i m e r a creación o e m a n a c i ó n ; de ella h a n fluido todas las demás creaciones o e m a
naciones. La Sekiná es i n m a n e n t e al alma h u m a n a , c o m o su «base» divina o «cuerpo»
radiante, y p u e d e revelarse p e r s o n a l m e n t e a h o m b r e s y mujeres; es el yo más p r o f u n
do de estos ú l t i m o s , la presencia sagrada de «la gloria de Dios» q u e llevan en su i n t e
rior. E n cabalística, c o m o e n el misticismo cristiano y e n el islam, el m a t r i m o n i o sa
grado consiste e n la u n i ó n del alma c o n este Espíritu santo. A través de la luz radiante
de la Sekiná t o d o enlaza c o n t o d o lo demás, c o m o si estuviese c o n e c t a d o p o r u n a m a
deja l u m i n o s a d e ser. Ain-Soph, el m i s t e r i o inefable e indescriptible de la base d e la v i
da, es t a n t o la fuente de la madeja c o m o i n m a n e n t e a cada partícula y aspecto de la
creación, a través de la Sekiná. L o q u e se llama naturaleza es, p o r lo tanto, la epifanía
de lo divino. A la Sekiná se la llamaba reina, hija y novia de Yahvé; era, e n c o n s e
cuencia, la m a d r e de toda alma h u m a n a , a u n q u e para la cabala era específicamente la
m a d r e de «la c o m u n i d a d mística de Israel» y, e n última instancia, d e t o d o i n d i v i d u o j u
dío. Estas almas son las «chispas» de la llameante Sekiná, «esparcidas» d u r a n t e el exilio,
que d e b e n «reunirse» de n u e v o c o n su fuente. ( C o m p a r a r c o n la iconografía similar q u e
figura e n el E v a n g e l i o gnóstico de Eva.) La Sekiná era designada c o m o «Edén místico»
—una presencia envolvente, n o u n lugar—, y t a m b i é n c o m o «el j a r d í n sagrado de la m a n
zana», el «gran mar» y la fuente q u e transmite la vida desde su fuente n o manifiesta h a s
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ta su manifestación . La vida, o la creación, es c o n c e b i d a e n la u n i ó n divina e n t r e
Yahvé y la Sekiná. E n t e x t o tras t e x t o se utilizan i m á g e n e s sexuales y la i m a g e n de la
luz para m o s t r a r c ó m o «el rayo q u e e m e r g e d e la n a d a se siembra, p o r así decirlo, e n
la «madre celestial»... d e c u y o vientre las Sefiroth (energías creativas) surgen, c o m o rey
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y reina, hijo e hija» . U n o d e b e volver a los m i t o s de creación d e S u m e r y E g i p t o p a
ra hallar la fuente más clara d e esta iconografía. V i e n e n a la m e n t e , d e f o r m a paralela,
las m u c h a s i m á g e n e s del rayo de luz f e c u n d a n d o a la M a r í a cristiana. U n o de los t e x
tos fundamentales utilizados e n la E d a d M e d i a para la c o n t e m p l a c i ó n de la u n i ó n de la
deidad c o n la Sekiná era el C a n t a r de los cantares. La n e g r u r a de la Sekiná, su vesti
m e n t a de l u t o q u e oculta la gloria de su luz, es u n m o t i v o q u e siempre se relaciona c o n
la i m a g e n d e la Sabiduría.
725
c u a n d o el arca se c o l o c ó e n el t e m p l o q u e c o n s t r u y ó S a l o m ó n , la Sekiná habitó allí
Sin e m b a r g o , desapareció c u a n d o se d e s t r u y ó el t e m p l o (586 a. C ) , m o m e n t o en que
se p e r d i ó el arca y los j u d í o s fueron apresados y llevados a Babilonia; al finalizar su exi-
lio, e n el a ñ o 538 a. C , n o se volvió a r e u n i r c o n ellos e n Israel. N o volverá hasta que
se p r o d u z c a la venida del Mesías, y n o p u e d e volver hasta q u e se r e ú n a c o n su divino
n o v i o , restaurándose así la u n i d a d rota d e la divinidad. La i m a g e n del exilio, p o r lo tan-
to, n o se asocia sólo c o n el h e c h o d e q u e n o r e t o r n a s e a T i e r r a santa, sino t a m b i é n con
su exilio lejos d e la divinidad; es c o m o si el h e c h o d e ser i n m a n e n t e a la creación la
h u b i e s e aislado d e su «otra mitad», su fuente t r a s c e n d e n t e y c ó n y u g e . E n su exilio se le
da el n o m b r e de «viuda», y de «piedra del exilio» (lapis exulis), la «piedra preciosa» y «la
perla». Algunas de estas i m á g e n e s son la h e r e n c i a d e a n t e r i o r e s diosas, y se vuelven a
d e s c u b r i r en la alquimia y e n las leyendas del grial. La Sekiná llora, c o m o lloró R a q u e l
p o r sus hijos, mientras aguarda a q u e el exilio llegue a su fin. La o r a c i ó n rabínica tie-
n e p o r objeto provocar este fin y apresurar el m o m e n t o d e su r e t o r n o . M i e n t r a s dure
su exilio, la creación p e r m a n e c e aislada de la d e i d a d t r a s c e n d e n t e .
Se creía q u e la causa de su exilio c ó s m i c o era el p e c a d o d e A d á n . S c h o l e m explica
e n q u é consistía esto:
Las Sefiroth [energías creativas de Dios] fueron reveladas a Adán bajo la forma del árbol de
la vida y del árbol del conocimiento; ...en vez de preservar su unidad original, unificando así
las esferas de «vida» y «conocimiento» y llevando la salvación al m u n d o , éste separó la una de
la otra y dirigió su mente hacia la adoración de la Sekiná, y sólo de ella, sin reconocer que es-
ta última estaba unida a las otras Sefiroth. D e esta manera interrumpió el manantial de la vida,
que fluye de esfera en esfera, y trajo al m u n d o la separación y el aislamiento. Desde ese mo-
mento se abrió una fisura misteriosa en la vida y en la acción de la Divinidad, que no en su sus-
tancia... Sólo tras la restauración de la armonía original a través de la redención, cuando todo
vuelva al lugar que ocupaba originariamente en el esquema divino de las cosas, «Dios será uno
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y su nombre uno» .
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m ó la M a t r o n i t , o «matrona»; a la propia tierra se la l l a m ó «la hija». Los m i e m b r o s m e
nos sofisticados de las c o m u n i d a d e s e n c o n t r a r o n e n la cabala u n a figura m a t e r n a c o m
pasiva c o n la q u e p o d í a n relacionarse e n su vida diaria y a la q u e p o d í a n p e d i r s o c o r r o
en su sufrimiento. Su profunda d e v o c i ó n era i d é n t i c a a la q u e la g r a n mayoría de los
cristianos católicos manifiestan p o r la v i r g e n M a r í a . La i m a g e n d e la Sekiná c o m o
«Matronit» volvió a instaurar la antigua iconografía d e la diosa m a d r e . A d e m á s , la idea
de la «sagrada Familia» - e s decir, de los cuatro aspectos d e la d i v i n i d a d - se desarrolló
en la cabala para incluir a las cuatro deidades, b i e n definidas, de padre, m a d r e , hijo e
hija. Se otorgaba así a cada i n d i v i d u o u n a i m a g e n arquetípica d e su propia e x p e r i e n c i a
71
de la vida . La sexualidad f o r m a b a p a r t e de las relaciones e n t r e estas d e i d a d e s ; los s e
res h u m a n o s , al imitar la u n i ó n divina, habían d e v u e l t o a estas últimas el sentido de sa
cralidad q u e se p e r d i ó , según la creencia, c o n la e x p u l s i ó n d e A d á n y Eva del j a r d í n .
Se trata de u n a visión e x t r a o r d i n a r i a m e n t e equilibrada.
E n el lapso de u n o s p o c o s siglos, la cabala había desarrollado la i m a g e n de u n a d i o
sa q u e instauraba de n u e v o m u c h o s detalles p r o p i o s de la i m a g e n anterior. S u m i n i s t r ó ,
además, u n c o n t r a p u n t o esencial a la masculinidad rigurosa de la d e i d a d j u d í a . S c h o l e m
observa, y esto es interesante, q u e la i n t r o d u c c i ó n del e l e m e n t o f e m e n i n o e n D i o s
fue una de las innovaciones más importantes y duraderas de la cabala. Fue reconocida a pesar
de lo obviamente difícil que resultaba su conciliación con la concepción de la unidad absoluta
de Dios, y ningún elemento de la cabala gozó de un grado tal de aprobación popular. Este h e
72
cho demuestra que respondía a una necesidad religiosa profundamente enraizada .
727
teísta del dios j u d í o y cristiano refleja el alma sólo d e m a n e r a i n c o m p l e t a ; esta última
p o r otra p a r t e , siempre ha afirmado la necesidad d e u n p r i n c i p i o f e m e n i n o en la dei-
dad, d e m a n e r a q u e p u e d a expresarse la totalidad d e su e x p e r i e n c i a vital y el alcance
p l e n o de su i m a g i n a c i ó n (ver A p é n d i c e 3).
La V i r g e n negra
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Hierática, majestuosa, austera, la V i r g e n n e g r a alza su mirada desde las ventanas d e
la catedral d e C h a r t r e s , o p e r m a n e c e sentada sobre su t r o n o en la cripta, c o n su hijo
en sus brazos, tal y c o m o abraza la diosa a la vida, su vastago. La rodea t a n t o interés
hoy e n día q u e se está c o n v i r t i e n d o , u n a vez más, e n n ú c l e o d e p e r e g r i n a c i ó n . Se r o -
ba su i m a g e n de las iglesias d o n d e ha p e r m a n e c i d o d u r a n t e siglos, y d e b e ahora o c u l -
tarse, c o m o p r e c a u c i ó n c o n t r a los ladrones. E n Polonia ha sido la fuente de inspiración
de u n p u e b l o p e r s e g u i d o , y u n papa le dedica sus o r a c i o n e s .
E n la E d a d M e d i a , los santuarios dedicados a la V i r g e n negra eran los más v e n e r a -
dos de E u r o p a . C o m o se ha señalado e n el capítulo 14, la Iglesia cristiana consagró d e
n u e v o a María los lugares de culto a n t a ñ o consagrados a la diosa, y se transfirieron a
María las facultades q u e a n t a ñ o se habían a t r i b u i d o a la diosa; la g e n t e se negaba a a b a n -
729
É
d o n a r la d e v o c i ó n q u e d u r a n t e milenios había profesado a esta i m a g e n . Estos lugares a
m e n u d o eran la cripta de u n a iglesia o u n a cueva, o b i e n los señalaba u n p o z o sagra-
do, u n árbol o u n a piedra, e l e m e n t o s t o d o s q u e p e r t e n e c í a n a la m i t o l o g í a de diosas
anteriores, c o m o Isis, Cibeles o M i n e r v a (la A t e n e a r o m a n a ) , adoradas avanzada la era
cristiana. C o m o se ha i n d i c a d o e n los capítulos 1 y 2, la a d o r a c i ó n d e la diosa existía
e n la Francia del Paleolítico y del N e o l í t i c o ; e n el a ñ o 600 a. O , sin e m b a r g o , u n o s na-
vegantes griegos q u e v e n í a n d e Focea, e n la costa d e Asia M e n o r , f u n d a r o n Marsella.
Trajeron consigo nuevas i m á g e n e s de u n a diosa m a d r e , similares a las q u e p o d í a n e n -
contrarse e n su país d e o r i g e n . M á s tarde, c u a n d o los r o m a n o s o c u p a r o n las Galias, los
cultos a Isis, Cibeles y las diosas r o m a n a s viajaron c o n ellos p o r t o d o el i m p e r i o
R o m a n o . L u e g o , c o n el a d v e n i m i e n t o del cristianismo, los santuarios d e la diosa se vol-
v i e r o n a dedicar, p a u l a t i n a m e n t e , a la v i r g e n M a r í a . A l g u n o s c r u z a d o s trajeron consi-
go, a su vuelta d e T i e r r a santa, estatuas de la diosa, d e m a d e r a e n n e g r e c i d a p o r el tiem-
p o , q u e se c o l o c a r o n e n los santuarios d o n d e a h o r a se v e n e r a b a a M a r í a . U n buey o
t o r o «reveló» m i s t e r i o s a m e n t e otras efigies a ciertas c o m u n i d a d e s , desenterrándolas
m i e n t r a s araban la tierra; n a t u r a l m e n t e , estas estatuas «se c o n v i r t i e r o n » e n figuras de
M a r í a . La asociación del t o r o c o n la estatua de la diosa oscura revela d e f o r m a i n c o n -
fundible la i m a g e n d e la gran m a d r e precristiana.
730
5 . La Virgen negra
(Solsona, España)
731
za» (Sb 8, 2). La V i r g e n n e g r a n o sólo es la clave d e la literatura mística y alquímica de
los siglo XII y XIII, sino t a m b i é n de la t r e m e n d a proliferación d e catedrales y abadías
e n la é p o c a . B e r n a r d o d e Claraval, q u e d e d i c ó m u c h o s años a la c o n t e m p l a c i ó n de las
i m á g e n e s del C a n t a r de los cantares, d e d i c ó su p r i m e r a abadía cisterciense, y todas las
q u e la siguieron, a « N o t r e - D a m e » ; u n a catedral tras otra r e t o m ó , a d e m á s , esta dedica-
c i ó n . Para trovador, m o n j e y místico, la expresión « N o t r e D a m e » cubría, p o r lo tanto,
m u c h o más q u e la i m a g e n d e María, m a d r e de Jesús. T a m b i é n para el alquimista, m i e n -
tras l u c h a b a p o r alcanzar los secretos más r e c ó n d i t o s d e la naturaleza y p o r liberar al es-
p í r i t u o c u l t o e n t e r r a d o e n las profundidades d e su alma, la e x p r e s i ó n « N o t r e Dame»
tenía u n significado n u m i n o s o .
El n e g r o es el c o l o r q u e se asocia c o n la sabiduría, c o m o la fase oscura del ciclo lu-
nar, e n q u e la luz se gesta e n el útero, se transforma y surge d e n u e v o . Esta asociación
es tan antigua c o m o la piedra negra de la Kaaba, q u e a n t a ñ o fue la epifanía d e la gran
diosa, y t a n t o c o m o el m a n t o o velo de Isis. La i m a g e n d e la V i r g e n n e g r a encarna la
sabiduría sin edad de la vida, la sabiduría sin edad d e u n a d i m e n s i ó n oculta e n la for-
m a e x t e r i o r de la naturaleza, q u e provoca su existencia, la i n f o r m a , la guía; c o m o una
m a d r e a su hijo, la c o n t i e n e . El n i ñ o q u e lleva e n los brazos es la vida m i s m a , a la que
da a luz e t e r n a m e n t e ; es zoé sosteniendo a bíos. La V i r g e n n e g r a simboliza, además, el
m i s t e r i o insondable del alma, q u e d e b e seguir la estrella q u e g u i o a los h o m b r e s sabios
74
si desea c o m p r e n d e r estos misterios y dar a luz al n i ñ o d i v i n o .
Alquimia
732
a l q u í m i c o y gnóstico, sin duda p r o v i n i e r o n o r i g i n a r i a m e n t e de los p r o p i o s alquimistas.
La alquimia es una d e las pocas tradiciones e n q u e la iconografía y la práctica, antes q u e
la teoría, son las maestras. Todas sus imágenes se t o m a n d e la naturaleza, y p o r lo t a n -
to cualquiera las c o n o c e y p u e d e acceder a ellas; sin e m b a r g o , su significado n o p u e d e
ser a p r e h e n d i d o ú n i c a m e n t e p o r el intelecto, al q u e a m e n u d o , c o m o el K o a n Z e n ,
c o n f u n d e n y exasperan. T i e n e n q u e convertirse en o b j e t o de m e d i t a c i ó n , o del p r o -
ceso q u e J u n g d e n o m i n a b a «imaginación activa»; es posible q u e sólo tras años de c o n -
t e m p l a c i ó n se revele, s ú b i t a m e n t e , su significado. Los alquimistas p u s i e r o n g r a n c u i d a -
d o en subrayar q u e
todo error en el arte viene a cabo porque los hombres no comienzan con la sustancia adecua-
da; por esta razón, deberías emplear la naturaleza venerable, porque nuestro arte no nace sino
de ella, a través de ella y en ella. Nuestro magisterio es, por lo tanto, obra de la naturaleza y no
75
del trabajador .
733
procesos m e d i a n t e los cuales el espíritu se c o n v i e r t e e n m a t e r i a y, c o m e n z a n d o por
«materia vil», p r o c e d e r p o r sus sucesivas transformaciones. Estas c o n s t i t u y e n el r e c e p -
táculo q u e c o n d u c e a la revelación de la esencia última q u e subyace a la f o r m a exte-
rior, esencia q u e provoca la existencia de esta última.
Este p r o c e s o era t a n t o q u í m i c o c o m o filosófico, y a m b o s estaban i n e x t r i c a b l e m e n -
te entrelazados. C o m o c u a l q u i e r t r a n s f o r m a c i ó n espiritual, las transformaciones q u í -
micas reflejaban las transformaciones del e n t e n d i m i e n t o acaecidas en el alma del alqui-
mista. C o m o ha señalado B r o n o w s k i , el fuego era «el e l e m e n t o p o r el cual el h o m b r e
76
es capaz d e h e n d i r p r o f u n d a m e n t e la estructura d e la m a t e r i a » . El a n h e l o apasionado
de p e n e t r a r los misterios d e la sustancia i n c o r r u p t i b l e q u e subyace a la materia i m p u l -
saba al alquimista, c o m o u n fuego interior, a dedicar su vida a este estudio. U n o p o -
dría, e n este c o n t e x t o , r e c o r d a r las palabras de Jesús q u e r e c o g e el E v a n g e l i o de Tomás:
734
« Q u i e n esté cerca de m í está cerca del fuego; q u i e n esté lejos d e m í está lejos del
R e i n o » (Logion 82). La i m a g e n p r i m a r i a d e esta «sustancia» i n c o r r u p t i b l e q u e p o d í a r e -
generar y transmutar la vida era el oro, la p i e d r a filosofal; era el s í m b o l o de la c o n s -
ciencia transformada q u e , e n última instancia, sería capaz d e percibir el m i s t e r i o d e la
«luz ardiente» q u e creó la vida y q u e la m a n t i e n e . La h e r e n c i a d e las ideas gnósticas e n
esta iconografía es clara y evidente. La «gran labor» d e la alquimia tenía c o m o o b j e t i -
vo descubrir la naturaleza del «espíritu» y percibir d i r e c t a m e n t e el « c u e r p o de luz» q u e
constituía el f u n d a m e n t o t a n t o del c u e r p o h u m a n o c o m o de la «materia» del u n i v e r -
so. El m a t r i m o n i o a l q u í m i c o entre sol y luna, rey y reina, espíritu y alma (el c u e r p o
incluido) expresaba la i d e n t i d a d esencial d e espíritu y naturaleza; se reparaba así la d i -
visión entre estos dos aspectos d e la vida q u e se había desarrollado e n la consciencia
77
humana .
Cualquiera a q u i e n se revelase este secreto había p e n e t r a d o el m i s t e r i o de la crea-
ción y sabía q u e la m u e r t e n o existe, p o r q u e c o m p r e n d í a la m a n e r a e n q u e la vida se
regenera c o n t i n u a m e n t e ; es decir, c ó m o lo manifiesto e m a n a de lo n o manifiesto p a -
ra «disolverse» d e n u e v o e n él. El n a c i m i e n t o del «hijo», el n i ñ o divino, n a c i d o de la
u n i ó n de rey y reina, simbolizaba n o sólo la t r a n s f o r m a c i ó n , p o r p a r t e del alquimista,
de la m a t e r i a e n su esencia i n c o r r u p t i b l e ; era t a m b i é n s í m b o l o d e la t r a n s f o r m a c i ó n d e
su e n t e n d i m i e n t o e n el oro p r i m o r d i a l , s í m b o l o d e la luz e t e r n a y radiante del espíri-
tu. Las repetidas transmutaciones de la «materia vil» d e la «ceguera» psíquica h u m a n a
habían l i m p i a d o y q u e m a d o toda actitud y f o r m a d e c o m p o r t a m i e n t o destructora d e
vida; o, lo q u e es lo m i s m o , t o d a n e g r u r a , en el s e n t i d o o r d i n a r i o (no lunar) d e i g n o -
rancia. La piedra o n u b e negra y caótica d e la prima materia o nigredo, «más oscura q u e
la oscuridad», simbolizaba esta m a t e r i a vil q u e debía colocarse e n el recipiente a l q u í -
m i c o para limpiarse, destilarse, cocerse y transformarse. A los alquimistas se les llama-
ba a m e n u d o «lavanderas» y rezaban para ser liberados d e la «oscuridad h o r r i b l e d e
nuestras mentes». La g r a n labor, o arte h e r m é t i c o , tenía u n efecto curativo múltiple. La
c o m p r e n s i ó n purificaba el alma del t e m o r , la cólera, el o d i o y la envidia q u e s o n la ra-
íz de todas las proyecciones negativas q u e se o r i g i n a n e n la angustia, el sufrimiento y
la ignorancia h u m a n a . El e n t e n d i m i e n t o , p o r su parte, liberaba el alma de la servi-
d u m b r e hacia lo q u e los gnósticos llamaban «poderes planetarios», es decir, los p a t r o -
nes compulsivos d e c o m p o r t a m i e n t o q u e la h a b í a n e n c a d e n a d o e n el curso d e la e v o -
lución h u m a n a . El p r o c e s o a l q u í m i c o eliminaba d e la naturaleza la i m a g e n del dios y
la vida, las proyecciones q u e las creencias religiosas y la c o s t u m b r e s sociales les habían
«impuesto».
C u a t r o colores describían las cuatro etapas d e la c o m p r e n s i ó n sucesiva d e estos m i s -
terios: n e g r o , blanco, rojo y oro. La n o c h e oscura se aclaraba, se hacía más blanca; l u e -
go se enrojecía, a d q u i r i e n d o la tonalidad rosada del alba, para l u e g o alcanzar el res-
plandor d o r a d o del sol. Sin e m b a r g o , el a r d u o p r o c e s o de t r a n s f o r m a c i ó n debía
repetirse m u c h a s veces antes de completarse la labor.
735
U n pasaje d e p r i n c i p i o s del siglo XIV r e c u r r e a la iconografía del n a c i m i e n t o virgi-
nal para dar a la alquimia u n a nueva vitalidad, m o s t r a n d o c ó m o se e n t e n d í a q u e su sim-
b o l i s m o se refería a la t r a n s f o r m a c i ó n del alma. P r o v i e n e d e Petrus B o n u s d e Ferrara,
q u e a su vez cita u n a carta de R a z i , u n m é d i c o y alquimista islámico q u e vivió en el
siglo X:
En este arte —es decir, en la germinación y el nacimiento de esta piedra, que es milagrosa
antes que racional- los antiguos filósofos han percibido el juicio Final; porque en ese día el al-
ma que va a ser beatificada se une con su anterior cuerpo a través de la mediación del espíritu,
hacia la gloria eterna... Del mismo modo, los antiguos filósofos de este arte también sabían y
mantenían que una virgen debe concebir y dar a luz, porque en su arte la piedra concibe sola,
queda embarazada y se da a luz a sí misma... Los filósofos también sabían que Dios debe con-
vertirse en hombre en el último día de este arte; ahí yace la culminación de su labor; engen-
drador y engendrado se hacen uno del todo; viejo y niño, padre e hijo, se hacen uno del todo;
de esta manera, todas las cosas se renuevan. El propio Dios ha confiado este magisterio a sus fi-
78
lósofos y profetas, para cuyas almas ha preparado una morada en su paraíso .
Ésta es Sabiduría, a saber, la reina del sur, de quien se dice que vino del este, como el alba,
para oír, entender, sí, y para ver la sabiduría de Salomón; y se dio a su mano poder, honor,
fuerza y dominio; lleva sobre su cabeza la corona del reino que resplandece con los rayos de
doce estrellas; está preparada como la novia que se ha adornado para su marido. En sus ropajes
lleva escrito, en letras doradas, en griego, en escritura bárbara y en latín: Reinando reinaré, y
mi reino no tendrá fin para todos aquellos que sutilmente, ingeniosamente y constantemente
711
me buscan .
736
c o m p r e n s i ó n del p o d e r q u e tiene el alma de sanarse a sí m i s m a . T o m ó las propias e t a -
pas de la alquimia c o m o m o d e l o de la t r a n s f o r m a c i ó n del alma. E n su análisis de las
magníficas i m á g e n e s del Fausto de G o e t h e , q u e d e n o m i n a «la última y más grandiosa
obra d e alquimia», desarrolla y explica la metáfora:
En realidad, Goethe está describiendo la experiencia del alquimista que descubre que lo que
ha proyectado en el crisol es su propia oscuridad, su estado no redimido, su pasión, sus force-
jeos para alcanzar el objetivo, es decir, para convertirse en lo que realmente es, para cumplir la
finalidad para la cual su madre le dio a luz y, tras las peregrinaciones de una larga vida repleta
81
de confusión y error, convertirse en úfilius regius, hijo de la madre suprema .
El grial
737
r i c o tejido d e las leyendas se v i s l u m b r a n las líneas del m i t o d e la E d a d del B r o n c e de
82
la diosa m a d r e y su h i j o - a m a n t e .
N o p u e d e n separarse las i m á g e n e s del grial del g n o s t i c i s m o ni d e la alquimia, ni de
la m i t o l o g í a d e la diosa y su h i j o - a m a n t e ; quizá ni siquiera d e la cabala. El «rey pesca-
dor», c o m o Osiris, A d o n i s y Atis, yace h e r i d o e n la ingle, incapaz d e r e g e n e r a r los
83
c a m p o s de la tierra baldía . ¿ Q u i é n va a ser, sino el h i j o - a m a n t e d e la diosa, q u e eter-
n a m e n t e m u e r e y resucita? T a n t o en los cultos m i s t é r i c o s c o m o e n el r i t o cristiano
t e m p r a n o , el pescado, y t a m b i é n el pan y el v i n o , e r a n el a l i m e n t o principal q u e se
c o n s u m í a d u r a n t e la c o m i d a ritual. A T a m u z , e n B a b i l o n i a , se le llamaba «señor de la
red»; O a n n e s , q u e surgió de las aguas para infundir saber a los babilónicos, era m e d i o
pez, m e d i o h o m b r e . Jesús era el «pescador de h o m b r e s » ; u n o d e sus mayores milagros
consistió en transformar siete panes y u n o s p o c o s , y p e q u e ñ o s , peces en c o m i d a sufi-
c i e n t e para la m u l t i t u d —cuatro mil personas— q u e le seguía ( M e 8, 5-10).
738
E n la versión del relato del grial de Wolfram v o n E s c h e n b a c h , a la m a d r e de Parsifal
84
se la llama «clara c o m o la luz del sol» . Al p r o p i o Parsifal se le d e n o m i n a «el verde»,
q u e devuelve a la tierra las aguas de la vida, y t a m b i é n el «hijo de la viuda»; u n o de los
títulos d e la diosa q u e había p e r d i d o a su c o n s o r t e d u r a n t e la estancia d e este ú l t i m o
en el i n f r a m u n d o era el de viuda, t a m b i é n aplicado a la Sekiná e n su exilio. Este t í t u -
lo es tan a n t i g u o c o m o S u m e r ; I n a n n a e Istar, al llorar a sus c o n s o r t e s , l a m e n t a n la p r o -
pia v i u d e d a d . ¿ Q u i é n e s son los caballeros q u e c u i d a n al rey p e s c a d o r y a c t ú a n c o m o
guardianes del grial, sino aquellos q u e l e a l m e n t e m a n t u v i e r o n vivos los misterios sa-
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grados de la r e g e n e r a c i ó n del alma? La p a l o m a era el e m b l e m a d e los caballeros del
grial, b o r d a d a e n los m a n t o s color carmesí q u e los trovadores llevaban e n sus r e u n i o -
nes e n el b o s q u e . Paloma y p e z se relacionan tan e s t r e c h a m e n t e c o n el grial q u e es i m -
posible n o vincular las tres imágenes c o n los ritos y la mitología de la diosa precristiana.
Las i m á g e n e s primarias d e la diosa eran la vasija y la piedra; c o m i e n z a n p o r ser su
epifanía en el N e o l í t i c o , y t e r m i n a n e n las i m á g e n e s misteriosas d e la alquimia y de las
leyendas del grial. La piedra sagrada d e Cibeles se trasladó de P é r g a m o a R o m a . A la
Sekiná se le daba el n o m b r e de «piedra preciosa». C u a n t o más p r o f u n d a m e n t e p e n e t r a
u n o e n la iconografía del grial, c o n m a y o r claridad distingue la influencia de ideas p r e -
cristianas y gnósticas, y e n t i e n d e en m a y o r m e d i d a estas últimas c o m o u n n u e v o flore-
cer de la m i t o l o g í a anterior. El gnosticismo celebraba ritos q u e incluían t a n t o u n m a -
t r i m o n i o sagrado c o m o u n b a n q u e t e sagrado; su vasija sagrada era el krater, o cáliz.
Jessie W e s t o n subrayó antes q u e n i n g ú n o t r o e r u d i t o la relación e n t r e las i m á g e n e s del
grial y el culto precristiano de la diosa y su h i j o - a m a n t e ; señala q u e n o cabe duda de
q u e «lo q u e ahora c o n o c e m o s p o r gnosticismo preserva, e n sus p o c o s y fragmentarios
restos, la tradición de u n gran sistema de enseñanza y práctica esotérica del p r i m e r cris-
86
tianismo» . Los artífices d e los m i t o s del grial d e t o d a E u r o p a tejieron u n tapiz de l e -
yendas alrededor de las i m á g e n e s de los misterios de la sabiduría q u e todavía h o y t i e -
n e n capacidad para extasiar.
La diosa aparece bajo diferentes aspectos. A h o r a es C u n d r i e , el espíritu de la n a t u -
raleza; es la mensajera del grial y lleva u n a c a p u c h a n e g r a b o r d a d a c o n «una b a n d a d a
87
de tórtolas» . A h o r a es u n a bruja vieja y h o r r i b l e q u e t i e n e «dos dientes c o m o c o l m i -
llos de jabalí», u n a i m a g e n q u e recuerda c l a r a m e n t e la m u e r t e p o r el jabalí del h i j o -
a m a n t e (Tamuz, Osiris, Atis y Adonis). E n u n relato le exige al rey A r t u r o el m a t r i -
m o n i o c o n G a w a i n en p a g o p o r h a b e r resuelto u n acertijo, salvándole al rey la vida.
Gawain, al besarla c o n desgana e n la n o c h e de b o d a s , o t o r g á n d o l e la facultad de elegir
si se transformará en u n a m u j e r bella d e n o c h e o de día, d e s c u b r e q u e se c o n v i e r t e e n
88
dicha m u j e r ante sus ojos . U n o casi p u e d e oír el e c o de las antiguas palabras: « ¡ Q u é
h e r m o s o s son tus amores, h e r m a n a y novia mía!». La Sabiduría h a c e llegar a los caba-
lleros su llamada, y éstos se c o n v i e r t e n en sus a m a n t e s . Disfrazada d e vieja bruja, los
c o n d u c e a abrazar su propia oscuridad, transformándola a través del a m o r . Al final d e
„, la b ú s q u e d a les revela el tesoro secreto del grial, el cáliz q u e rebosa c o m i d a para t o d o s
739
y la visión de la r e u n i ó n del alma c o n su f u n d a m e n t o d i v i n o . C o m o la revelación de
Pentecostés, esta visión o t o r g a la e x p e r i e n c i a d e u n i d a d , tan anhelada, s a n a n d o así t o -
da h e r i d a y c a l m a n d o t o d a tristeza.
¿ Q u é es, e n t o n c e s , el grial, sino la vasija inagotable, la fuente d e vida q u e c o n t i -
n u a m e n t e se genera, energía d e r r a m á n d o s e sobre la c r e a c i ó n , energía c o m o creación,
la fuente inextinguible del ser e t e r n o ? H a b í a h a b i d o otras i m á g e n e s d e la fuente de la
creación; sin e m b a r g o , n i n g ú n m i t o había v i n c u l a d o esa i m a g e n c o n el d e s b o r d a m i e n -
t o e s p o n t á n e o de u n c o r a z ó n individual, c o n v i r t i e n d o el grial e x t e r n o e n consustan-
cial c o n el instante i n t e r n o e n q u e se c o n v i e r t e e n vida d e n t r o del ser h u m a n o . Si r e -
l a c i o n a m o s esa i m a g e n c o n nosotros m i s m o s , es el lugar d o n d e la vida cobra su ser
d e n t r o de nosotros, u n lugar q u e se halla antes o más allá d e t o d o deseo o t e m o r , que
es s i m p l e m e n t e pura transformación. Es u n a i m a g e n q u e e m e r g e e n culturas m u y d i -
ferentes, separadas p o r el t i e m p o o el espacio; d e b e ser, p o r lo tanto, el reflejo d e cier-
tos p o d e r e s o potencias de la psique d e cada ser h u m a n o . Al c o n t e m p l a r esta y otras
i m á g e n e s míticas, e v o c a m o s estos p o d e r e s e n nuestras propias vidas. A h o r a c o m o a n -
tes, el grial es u n s í m b o l o q u e p u e d e unificar tradiciones diferentes e n u n a nueva i m a -
gen: la del ser h u m a n o liberado de las ataduras q u e lo a m a r r a n a las c o s t u m b r e s tribales
o a las creencias religiosas, y q u e sirve al m u n d o a través del a m o r individual, siguien-
d o su p r o p i o c o r a z ó n a d o n d e q u i e r a q u e le lleve.
¿ C ó m o se llega hasta el grial? La respuesta de W o l f r a m —que el grial se gana a tra-
vés del acto de c o m p a s i ó n q u e realiza i n s t i n t i v a m e n t e el i n d i v i d u o q u e vive su vida
propia y a u t é n t i c a - se revela e n dos m o m e n t o s d e su o b r a : e n p r i m e r lugar, c u a n d o
Parsifal o m i t e hacer la p r e g u n t a q u e su c o r a z ó n le inspiraba, y l u e g o e n la m a n e r a en
q u e triunfan t a n t o él c o m o G a w a i n .
La Cenicienta
740
islámica lo a l i m e n t a r o n . Es la historia del n a c i m i e n t o del alma al m u n d o manifiesto, su
pérdida de t o d o r e c u e r d o acerca de su lugar de o r i g e n , su b ú s q u e d a de u n a c o m p r e n -
sión de sí m i s m a y su relación c o n la fuente o m u n d o d i v i n o del q u e ha e m a n a d o y al
q u e , c u a n d o alcanza el c o n o c i m i e n t o absoluto d e q u i é n es, se le p e r m i t e regresar.
¿ Q u i é n es el hada m a d r i n a , sino la propia Sofía, la sabiduría divina, el Espíritu san-
to —madre, fuente y v i e n t r e - la luz y la inteligencia q u e c o n s t i t u y e n el f u n d a m e n t o
m i s m o del alma? ¿ Q u i é n si n o podría presidir, c o m o m a d r i n a , la b ú s q u e d a de c o m -
p r e n s i ó n intuitiva, i l u m i n a c i ó n y u n i ó n p o r p a r t e d e su hija? R e s p o n d i e n d o a la p e t i -
c i ó n de ayuda de la C e n i c i e n t a , da c o m i e n z o a la labor d e t r a n s f o r m a c i ó n , h a c i e n d o
posible su e n c u e n t r o c o n el príncipe y c o n d u c i é n d o l a a la b o d a real pasados los tres días
lunares de p r u e b a u oscuridad. El c u e n t o de la C e n i c i e n t a relata la historia d e la t r a n s -
figuración del alma: d e ser u n a esclava llorosa y m a n c h a d a d e hollín pasa a convertirse
en novia radiante.
Existen numerosas interpretaciones posibles del c u e n t o de la C e n i c i e n t a ; sin e m -
bargo, en los p r i m e r o s años del siglo XX, H a r o l d Bayley fue el p r i m e r o e n c o n c e b i r l o
c o m o la historia del despertar del alma y e n relacionarlo c o n el C a n t a r de los cantares
y c o n m i t o s s u m e r i o s , egipcios y gnósticos. E n su o b r a , The Lost Language of Symbolism,
siguió las huellas de la transmisión histórica de m u c h a s historias y símbolos diferentes,
c u y o n ú c l e o es la i m a g e n de la luz escondida e n las tinieblas, u n a luz q u e debía ser r e s -
catada y restituida a su lugar legítimo. El a u t o r era p o s e e d o r de u n c o n o c i m i e n t o p r o -
fundo d e la etimología de las palabras, y de u n c o n o c i m i e n t o i g u a l m e n t e p r o f u n d o de
las técnicas europeas de elaboración de papel y d e marcas d e agua, los m e d i o s d e trans-
misión d e ideas gnósticas y alquímicas e n u n a é p o c a d e crueles p e r s e c u c i o n e s . A tra-
vés de estos c o n o c i m i e n t o s , nos ofrece u n a i m a g e n asombrosa d e la relación entre la
mitología y los c u e n t o s de hadas q u e llegaron hasta diferentes centros d e cultura e u r o -
peos. Se habían r e c o g i d o a p r o x i m a d a m e n t e 345 versiones de la historia de la C e n i c i e n -
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ta, q u e la Folklore S o c i e t y publicó p o c o antes d e q u e Bayley c o m e n z a s e a escribir su
obra. El a u t o r r e c u r r i ó a esta abundancia de m a t e r i a l para d e m o s t r a r la relación e n t r e
el c u e n t o de hadas y m i t o s anteriores.
C o n el paso d e los siglos m u c h o se ha p e r d i d o ; sólo ahora, en este siglo, p u e d e n r e -
cuperarse los fragmentos y volverse a u n i r d e n u e v o . Es posible q u e la c o n o c i d a
C e n i c i e n t a del c u e n t o de hadas tenga, a p r i m e r a vista, m u y p o c o q u e ver c o n el m i t o
g r i e g o de Perséfone p i d i e n d o a gritos la ayuda d e su m a d r e , D e m é t e r ; es posible q u e
a p r i m e r a vista sea ajena al m i t o gnóstico de Sofía, la hija, q u e exiliada lejos d e su m a -
dre, e n la d i m e n s i ó n celestial, se lamenta. T a m p o c o se asocia d e f o r m a i n m e d i a t a c o n
la sulamita del C a n t a r de los cantares, ni c o n la Sekiná exiliada. Sin e m b a r g o , u n cier-
to c o n o c i m i e n t o d e mitología sugiere q u e u n a relación e n t r e ellas n o p u e d e ser for-
tuita. Los m i t o s más antiguos y la i m a g e n del m a t r i m o n i o sagrado, propia d e la E d a d
del B r o n c e , se v i s l u m b r a n e n este relato y en el d e la Bella D u r m i e n t e y Blancanieves,
c o n e c t a n d o al alma q u e sea receptiva a su carácter n u m i n o s o c o n estas raíces míticas.
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T a n t o el fuego c o m o la luz y la l u m i n o s i d a d d e s l u m b r a n t e de la d i m e n s i ó n estelar
son i m á g e n e s q u e se asociaron, a través d e las eras, c o n el r e s p l a n d o r d e la Sabiduría.
Esta, q u e es la fusión del a m o r y el c o n o c i m i e n t o , o gnosis, expresa la u n i ó n entre el
rey y la reina, las más altas cualidades f e m e n i n a y m a s c u l i n a del alma. E n el c u e n t o de
hadas t o m a n f o r m a h u m a n a e n las figuras d e la C e n i c i e n t a y el p r í n c i p e . El rasgo par-
ticular d e la C e n i c i e n t a , esa entrega hacia c u a l q u i e r cosa q u e se le pida q u e haga, se su-
braya e n cada versión d e la historia. El r e c o n o c i m i e n t o d e la C e n i c i e n t a p o r p a r t e del
p r í n c i p e d e m u e s t r a su capacidad de p e r c e p c i ó n intuitiva, c o m o la d e m u e s t r a la tenaci-
dad y resolución c o n la q u e e m p r e n d e la b ú s q u e d a d e su «verdadero» a m o r .
El m o t i v o p r e d o m i n a n t e e n el relato d e la C e n i c i e n t a es el de la t r a n s f o r m a c i ó n ; el
alquimista q u e preside la g r a n obra es la propia Sabiduría, q u e , c o n u n t o q u e d e su va-
rita, transforma e n caballos blancos c o m o la nieve a u n o s r a t o n e s , e n carruaje d o r a d o
(o d e cristal) u n a calabaza, u n a rata e n u n c o c h e r o y, p o r s u p u e s t o , a la propia
C e n i c i e n t a e n la i m a g e n m i s m a d e la belleza, a d o r n a d a c o n vestidos q u e reflejan el res-
p l a n d o r d e las estrellas, la l u n a y el sol.
U n a s versiones d e la C e n i c i e n t a subrayan más q u e otras lo a r d u o d e la labor de
t r a n s f o r m a c i ó n ; así, p o r e j e m p l o , está a q u e l e n el q u e la m a d r i n a d e r r a m a u n a gran
cantidad d e semillas p o r el suelo para q u e la protagonista las separe e n m o n t o n e s . Esta
escena es idéntica a aquella e n la q u e , e n el relato d e Eros y Psique, a esta ú l t i m a le es
e n c o m e n d a d a la m i s m a labor p o r Venus, su hada m a d r i n a . A la C e n i c i e n t a la ayudan
p a l o m a s y g o r r i o n e s a separar las semillas; estas aves, q u e p e r t e n e c e n a la i m a g e n de la
diosa e n S u m e r y E g i p t o , t a m b i é n señalan al p r í n c i p e , e n algunas versiones, q u e una
novia falsa lleva el zapato destinado a la C e n i c i e n t a , c u a n d o atraen la a t e n c i ó n del p r í n -
cipe sobre la sangre q u e m a n a d e los pies h e r i d o s d e las h e r m a n a s feas.
Los vestidos d e la C e n i c i e n t a , su « m a n t o de gloria», son, s e g ú n las descripciones,
«azules c o m o el cielo», b o r d a d o s c o n estrellas del firmamento, c o n rayos de luna, con
9 0
rayos d e sol, o están h e c h o s d e todas las flores del m u n d o . A veces aparece la m e t á -
fora m a r i n a , y su vestido es «del color del mar», o « c o m o las olas del mar», o « c o m o el
m a r c o n peces q u e e n él nadan» y c o m o «el c o l o r del m a r c u b i e r t o c o n peces d o r a -
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dos» . A veces, c o m o Isis, está cubierta d e u n m a n t o n e g r o azabache; a veces su vesti-
d o brilla c o m o el sol o el oro, c u b i e r t o d e d i a m a n t e s y perlas «de u n e s p l e n d o r i n d e s -
criptible», y q u e resuena c o n u n repicar d e c a m p a n a s . E n u n relato, la C e n i c i e n t a
«resuena c o m o u n a c a m p a n a m i e n t r a s baja las escaleras»; r e c u e r d a al sistro d e la diosa
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Isis, y t a m b i é n a las c a m p a n a s q u e repicaron al acercarse la S e k i n á . P e r o t a m b i é n r e -
c u e r d a a la d e s c r i p c i ó n del m a n t o q u e llevaba el i n i c i a d o e n el p o e m a g n ó s t i c o titula-
d o « H i m n o del m a n t o d e gloria»; «Oí el s o n i d o d e su m ú s i c a , q u e m u r m u r a b a m i e n -
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tras descendía» .
« ¡ Q u é lindos se ven tus pies c o n sandalias, hija d e príncipe!», exclama el n o v i o en
el C a n t a r de los cantares ( C t 7, 2). Las sandalias o zapatos d e la C e n i c i e n t a son, según
las d e s c r i p c i o n e s , de cristal, d e o r o o de v i d r i o azul, o están b o r d a d o s c o n perlas. N o
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se habría r e c o n o c i d o a la C e n i c i e n t a sin su zapato d e cristal, q u e sólo p o d í a caber e n
el pie d e aquella cuya p o s i c i ó n existencial se h u b i e s e v u e l t o traslúcida a la luz de la sa-
biduría.
La m a d r i n a de la C e n i c i e n t a le señala q u e d e b e a b a n d o n a r el palacio antes de m e -
d i a n o c h e , o arriesgarse a ser devuelta a su f o r m a anterior. ¿Cuál p o d r í a ser el signifi-
cado de esto? ¿Podría ser q u e la m e d i a n o c h e marca la i n t e r s e c c i ó n e n t r e las d i m e n s i o -
nes de la e t e r n i d a d y del t i e m p o ? El n o conseguir m a n t e n e r el e q u i l i b r i o e n t r e ambas
es arriesgarse a p e r m a n e c e r anclado en u n a de ellas, incapaz de relacionarse c o n o a c o r -
darse de la otra d i m e n s i ó n de la experiencia. P e r m a n e c e r e n el baile pasada la m e d i a -
n o c h e es olvidar los valores h u m a n o s y las relaciones h u m a n a s , p e r d i e n d o el c o n t a c t o
c o n la vida cotidiana. N o p e d i r ir al baile es p e r m a n e c e r s o m e t i d o a las limitaciones de
una consciencia «caída» y fragmentada, sin acceso a l g u n o a o t r o nivel d e p e r c e p c i ó n .
La i m a g e n del viaje del alma atraviesa c o m o u n hilo d e o r o u n a mitología y u n a li-
teratura q u e abarcan c i n c o mil años. P r i m e r o aparece e n S u m e r , c u a n d o I n a n n a , reina
del cielo y la tierra, se despoja de cada una de las piezas de su i n d u m e n t a r i a en cada
u n a d e las siete puertas e n su c a m i n o al r e i n o s u b t e r r á n e o de su h e r m a n a Ereshkigal.
Vuelve a ponérselas al ascender a la luz, tras p e r m a n e c e r tres días «crucificada» e n las
tinieblas. C o m o Eva, el alma es expulsada del j a r d í n del E d é n y se va al exilio, c o m o
la Sekiná «viuda» y Sofía, la hija gnóstica. La C e n i c i e n t a del c u e n t o d e hadas p e r s o n i -
fica todas estas figuras míticas anteriores, q u e a su vez personifican el alma h u m a n a y
el trance en el q u e se halla la «luz» oscurecida q u e n o t i e n e c o n o c i m i e n t o de sí m i s m a .
C o m o en los relatos d e la Bella D u r m i e n t e y d e Blancanieves, el alma se despierta
c u a n d o el p r í n c i p e la besa; c o m o n o v i o solar y c o n s o r t e d e la diosa lunar, e n éste se
personifica el p r i n c i p i o d i v i n o de la vida.
¿Cuál es la relevancia de la historia de la C e n i c i e n t a en la nueva era q u e está d e s -
p u n t a n d o ? La ausencia d e la i m a g e n del m a t r i m o n i o sagrado entre naturaleza y espíri-
tu, diosa y dios, ha sido n o t o r i a en la tradición j u d e o c r i s t i a n a o r t o d o x a , y esto ha c a u -
sado u n a profunda h e r i d a e n el alma q u e d e b e todavía ser sanada. El c u e n t o d e hadas
restablece la i m a g e n d e u n i ó n entre los dos arquetipos p r i m a r i o s ; ha sido su p o r t a d o r ,
p o r así decirlo, para nuestra cultura, hasta q u e llegase el m o m e n t o e n q u e la necesidad
de dicha i m a g e n p u d i e s e volverse consciente. El r e c o n o c i m i e n t o , p o r p a r t e d e la c o n s -
ciencia h u m a n a , d e la grave situación e n q u e se e n c u e n t r a el a r q u e t i p o f e m e n i n o , va
en a u m e n t o ; abarca la i m a g e n del sufrimiento del alma y la ignorancia de sí m i s m a en
q u e ésta se ve sumida, y el sufrimiento d e la tierra, de la naturaleza y del c u e r p o físi-
co q u e , separados del espíritu, t a m b i é n necesitan q u e se los rescate. La C e n i c i e n t a p e r -
sonifica estos tres aspectos del valor f e m e n i n o , relegado d u r a n t e t a n t o t i e m p o a la ser-
v i d u m b r e . Aquellos q u e , d u r a n t e siglos de p e r s e c u c i ó n , sacrificaron a m e n u d o sus vidas
a la transmisión de la tradición d e la sabiduría, de f o r m a q u e ésta n o cayese en el o l v i -
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d o , desvaneciéndose, h a n p r e p a r a d o la «resurrección» del a r q u e t i p o f e m e n i n o . Es p o -
sible q u e incluso u n o d e ellos - j u d í o , cristiano o m u s u l m á n - fuese el p r i m e r o en i m a -
743
ginar este c u e n t o d e hadas, sirviéndose del d e p ó s i t o d e m i t o s q u e h e r e d ó la tradición
mística de las tres culturas d e su pasado s u m e r i o , b a b i l ó n i c o y egipcio. Esta tradición
enseñaba la i n m a n e n c i a d e lo divino e n la naturaleza y e n la naturaleza h u m a n a .
Declaraba la necesidad d e d e s c u b r i r la presencia d e la radiante esencia espiritual o c u l -
ta e n las infinitas formas d e vida y e n la oscuridad d e la consciencia h u m a n a n o refle-
xiva. C a d a u n o de ellos habría r e c o n o c i d o , c o m o h i z o H a r o l d Bayley, q u e Cenicienta,
«la refulgente, la resplandeciente, q u e , sentada e n t r e las cenizas, m a n t i e n e el fuego e n -
c e n d i d o » , es «la personificación del Espíritu santo q u e habita, sin ser h o n r a d o , entre las
95
brasas c a n d e n t e s d e la divinidad del alma, latente y n u n c a t o t a l m e n t e extinguida» .
744
16
El m a t r i m o n i o sagrado de la diosa
y el d i o s : la r e u n i ó n d e la n a t u r a l e z a y el espíritu*
O h , tierra dulce y
espontánea cuántas veces
los
dedos
chochos de
lascivos filósofos te han pellizcado
y
toqueteado
, el pulgar travieso
de la ciencia se ha clavado en
tu
belleza .cuántas
veces te han sentado las religiones
sobre sus flacuchas rodillas
apretándote y
al lecho incomparable
de la muerte tu
rítmico
745
amante
les respondiste
sólo con
primavera)
e e cummings
Los dioses antiguos están muertos o muriendo y en todas partes la gente busca, preguntán-
dose: ¿cuál ha de ser la nueva mitología, la mitología de esta tierra unificada como un solo ser
armonioso?
Joseph Campbell
746
«cuerpo»: la h u m a n i d a d y la naturaleza c o m p a r t e n u n a i d e n t i d a d c o m ú n . Éste era el
m i t o q u e prevalecía en la C r e t a del Paleolítico, el N e o l í t i c o y la E d a d del B r o n c e .
Todavía p u e d e hallarse e n lo q u e se llaman ( p r o b a b l e m e n t e p o r esa razón) sociedades
«primitivas» y, p o r supuesto, e n la poesía.
Tras esto, la diosa m a d r e se u n e c o n el dios —que fue su hijo y es ahora su c o n s o r -
t e - para dar a luz al m u n d o . E n este p u n t o se h a c e la distinción e n t r e el vientre e t e r -
n o y sus fases t e m p o r a l e s (ya sean las d e la luna, o las d e la vida estacional de la v e g e -
tación), y el e n f o q u e del m i t o se sitúa e n la relación e n t r e la diosa m a d r e y el dios, su
«hijo-amante». T o d o sigue considerándose vivo y sagrado, p e r o la dualidad d e aquello
q u e pervive y aquello q u e cambia —zoé, la fuente e t e r n a e i n e x t i n g u i b l e , y bíos, su e x -
presión e n el t i e m p o - prepara el c a m i n o para la distinción e n t r e energía y forma, q u e
más tarde se c o n v i e r t e e n la distinción entre «naturaleza» y «espíritu». Éste fue el m i t o
de I n a n n a y D u m u z i e n la civilización sumeria d e la E d a d del B r o n c e , d e Istar y T a m u z
e n Babilonia, de Isis y Osiris e n E g i p t o , d e Afrodita y A d o n i s e n Grecia y d e Cibeles
y Atis e n Anatolia.
E n la siguiente etapa, el dios - t a t a t a r a n i e t o de la diosa m a d r e - la m a t a y h a c e el
m u n d o a partir de su cadáver, y a la raza h u m a n a a partir d e la sangre del c u e r p o d e s -
m e m b r a d o de su h i j o - a m a n t e . Esto o c u r r í a e n el m i t o b a b i l ó n i c o d e finales de la E d a d
del B r o n c e y c o m i e n z o s de la del H i e r r o , e n q u e M a r d u k , el p o d e r s u p e r i o r del v i e n -
t o y del fuego, dios del cielo y del sol, dividía e n tierra y cielo el cadáver d e T i a m a t ,
la diosa m a d r e . La creación se disocia ahora d e la fuente creativa y el m u n d o deja de
ser u n ser viviente y u n a entidad sagrada; p o r el c o n t r a r i o , desde la perspectiva de
M a r d u k se percibe c o m o la sustancia i n e r t e e i n a n i m a d a q u e l l a m a m o s «materia», y q u e
sólo el «espíritu» p u e d e m o l d e a r y ordenar. A t o d o esto subyace u n a i m p o r t a n t e infe-
rencia: la conquista d e la m a t e r i a libera el espíritu. M í t i c a m e n t e h a b l a n d o , esta infe-
rencia se halla detrás de m u c h a s destrucciones d e la tierra y de las guerras «santas» c o n -
tra otros seres h u m a n o s .
F i n a l m e n t e , el dios crea el m u n d o , él solo, sin q u e exista referencia alguna a la d i o -
sa m a d r e . Lo h a c e al copular consigo m i s m o (el A t u m egipcio) o a través de la palabra.
Éste era el m i t o , de la E d a d del B r o n c e , del P t a h egipcio, cuya l e n g u a traducía los p e n -
samientos del c o r a z ó n ; y t a m b i é n el m i t o de la E d a d del H i e r r o de Y a h v é - E l o h i m , el
dios h e b r e o q u e e n el p r i n c i p i o hizo los cielos y la tierra y vio q u e era b u e n o . E n la
versión q u e c o n o c e m o s , A d á n es creado a partir de la tierra i n a n i m a d a , y sólo a d q u i e -
re vida c u a n d o le es i n f u n d i d o el espíritu m e d i a n t e el aliento divino. Eva p r o v i e n e de
A d á n . E n este pasaje, el m u n d o se aleja a ú n más de su creador y n o p u e d e c o m p a r t i r
la santidad de su fuente original. El creador trasciende a la creación: n o es i n m a n e n t e
a la m i s m a , c o m o lo era la diosa m a d r e antes q u e él. El dios t r a s c e n d e n t e - e s p í r i t u p u -
ro— crea la naturaleza y luego, p o r añadidura, transfiere p a r t e de su espíritu (o exhala
su espíritu) e n el c u e r p o de el/los ser(es) h u m a n o ( s ) . N o lo h a c e e n los c u e r p o s de los
animales, de las plantas, de la tierra ni de las piedras. Tras la e x p u l s i ó n , c u a n d o la t i e -
747
rra es c o n d e n a d a a ser p o l v o y cardos, la naturaleza —como e n t i d a d sin género— se c o n -
vierte e n u n castigo para la «naturaleza» espiritual d e la h u m a n i d a d , i n e v i t a b l e m e n t e i n -
ferior. E n el m i t o h e b r e o d e la creación, h e r e d a d o p o r las tradiciones islámica y cris-
tiana, n o existe relación alguna c o n la diosa m a d r e ; ya n o es ni siquiera u n a e n e m i g a ;
ha desaparecido.
U n a m a n e r a d e i n t e r p r e t a r el largo p r o c e s o h i s t ó r i c o de la sustitución del m i t o de
la diosa p o r el m i t o del dios es considerarlo c o m o la retirada gradual d e la participa-
ción de la h u m a n i d a d en la naturaleza. Este p r o c e s o s u p o n e despojar a la naturaleza de
la vida a n i m a d a , q u e se transfiere a la h u m a n i d a d ; ésta se coloca e n t o n c e s e n u n a rela-
ción de o p o s i c i ó n respecto de la naturaleza. Si la relación c o n la naturaleza c o m o m a -
dre es u n a relación d e i d e n t i d a d , y la relación c o n la naturaleza e n las culturas q u e t i e -
n e n c o m o n ú c l e o la i m a g e n del padre es u n a relación de disociación, el m o v i m i e n t o
q u e lleva desde la m a d r e hasta el padre simbolizará u n a separación, cada vez mayor, de
u n estado en el q u e la naturaleza lo c o n t i e n e t o d o . Ya n o se considera a ésta c o m o fuen-
te nutricia de vida, sino c o m o u n a entidad q u e i m p i d e el c r e c i m i e n t o . H i s t ó r i c a m e n -
te, este p r o c e s o p u e d e describirse c o m o aquel e n el q u e la h u m a n i d a d ha d e s c u b i e r t o
su i n d e p e n d e n c i a progresiva de los f e n ó m e n o s naturales e n t r e los q u e vive; su capaci-
dad d e diferenciar y seleccionar es cada vez mayor, y t e ó r i c a m e n t e , p o r lo tanto, t a m -
b i é n lo es su capacidad de m o l d e a r y o r d e n a r el m u n d o s e g ú n sus propias ideas. D e s d e
la perspectiva del m i t o del dios, e n c o n s e c u e n c i a , la p e r c e p c i ó n de diferencias q u e c o n -
d u c e n al establecimiento de parejas de e l e m e n t o s opuestos es, o b v i a m e n t e , u n a actividad
q u e p r o m u e v e la p r o d u c c i ó n de vida; sin ella (si v u e l v e a pensarse en t é r m i n o s a n t a -
gónicos) esta ú l t i m a se sumiría e n u n caos confuso. Estas parejas d e e l e m e n t o s o p u e s -
tos se c o m p o n e n de las categorías de espíritu y naturaleza; d e m e n t e y m a t e r i a ; d e tras-
c e n d e n c i a e i n m a n e n c i a ; de r a z ó n e instinto, de vida y m u e r t e , d e m a c h o y h e m b r a .
748
c o m p r e n d e r el m u n d o c o m o u n t o d o . El d e s c u b r i m i e n t o más obvio es el de la división
del á t o m o ; a partir de él, la h u m a n i d a d se ha distanciado lo suficiente de la sustancia y
la estructura del m u n d o material c o m o para reestructurarlo, d e f o r m a q u e ya n o exis-
tan ni el p r o p i o m u n d o ni la raza h u m a n a . La c o n c l u s i ó n a la q u e el m i s m o Einstein lle-
gó en relación c o n esto fue q u e «con la división del á t o m o , t o d o ha c a m b i a d o salvo
1
nuestra forma d e pensar. Vamos a la deriva hacia u n desastre sin precedentes» .
El s e g u n d o d e s c u b r i m i e n t o , del q u e el p r e s e n t e libro se o c u p a , p r o v i e n e d e los es-
tudios d e arqueología, antropología, mitología c o m p a r a d a y psicología arquetípica.
Todas estas disciplinas m u e s t r a n q u e los p u e b l o s de la tierra n o sólo c o m p a r t e n la c o n -
dición h u m a n a c o m ú n q u e impulsa a q u e r e r c o m p r e n d e r la vida, sino q u e tratan de
c o m p r e n d e r l a d e maneras similares. Antes del siglo XX n o ha sido posible estudiar los
mitos y leyendas d e culturas diferentes, leyéndolas todas j u n t a s y, p o r lo tanto, h e m o s
i g n o r a d o sus extraordinarias similitudes. Este v í n c u l o c o m ú n entre culturas y épocas
i n m e n s a m e n t e diferentes n o p u e d e sino a p u n t a r a la necesidad de u n a i m a g e n f u n d a -
m e n t a l m e n t e nueva: la de la raza h u m a n a c o m o u n i d a d , p o r m u c h o q u e la h u m a n i d a d
parezca diferenciarse e n sus particularidades n o religiosas.
El tercer d e s c u b r i m i e n t o , q u e - p o d r í a decirse— ha efectuado la propia consciencia
acerca de sí misma, es q u e ya n o se sostiene el a n t i g u o m o d e l o científico de c o n s c i e n -
cia c o m o entidad t o t a l m e n t e i n d e p e n d i e n t e d e lo q u e ve y hace. N o p u e d e erradicar-
se de f o r m a absoluta la participación ( c e r r a n d o el círculo). N o p u e d e sostenerse, e n la
física subatómica, la distinción absoluta e n t r e m e n t e y m a t e r i a —que realizó p r i m e r o
Aristóteles y más r e c i e n t e m e n t e D e s c a r t e s - q u e implica la distinción entre sujeto o b -
servador y o b j e t o observado. Esto significa q u e , al final, n u n c a p o d e m o s hablar d e la
2
naturaleza sin hablar, en última instancia, d e n o s o t r o s m i s m o s . P o r lo tanto, la e s t r u c -
tura m e n t a l de cualquier investigación (que incluye las creencias, valores y s u p o s i c i o -
nes inconscientes del investigador) n o es sólo u n c o m p o n e n t e esencial de lo q u e se d e s -
c u b r e ; r e a l m e n t e crea, de f o r m a dinámica, lo q u e «ocurre», y lo hace de u n a f o r m a q u e
todavía n o se c o m p r e n d e del t o d o . El c o n t e x t o d e relación es, u n a vez más, la realidad
fundamental e n la q u e se u n e n , i n c o r p o r á n d o s e a la existencia, los dos t é r m i n o s : o b -
servador y observado, sujeto y objeto.
E n la psicología profunda, los estudios del i n c o n s c i e n t e llegan al m i s m o tipo de
conclusiones. Se ha d e s c u b i e r t o q u e otros niveles d e la psique son responsables de la
m e n t e consciente; además, y en m a y o r m e d i d a q u e n u n c a , se ha c o m p r o b a d o q u e las
expresiones más sublimes de ésta sin d u d a d e p e n d e n d e estos niveles más profundos, o
al m e n o s d e una relación a r m ó n i c a c o n ellos. A ñ á d a s e a esto u n h e c h o c o n o c i d o del
q u e se sirve la m e d i c i n a psicosomática: los «pensamientos» inconscientes se reflejan en
el c u e r p o . S o m o s incapaces de «pensar c o r r e c t a m e n t e » c u a n d o estamos e n f e r m o s , c a n -
sados o enfadados, y psique y soma aparecen, e n ú l t i m a instancia, c o m o inseparables.
¿ C ó m o p o d e m o s distinguir, al fin, entre c o n s c i e n t e e i n c o n s c i e n t e , m e n t e y materia,
espíritu y naturaleza, si n o es a través de u n a definición lingüística de u n a escala de e x -
749
p e r i e n c i a , c u y o fin es i n t e r r u m p i r el continuum e n ciertos m o m e n t o s p o r razones p a r -
ticulares q u e n o t i e n e n nada q u e ver c o n las cosas e n sí mismas? E n el lenguaje de la
m i t o l o g í a esto es lo m i s m o q u e afirmar q u e n o t e n e r e n c u e n t a el m i t o de la diosa n o
significa q u e esté a u s e n t e de la p s i q u e colectiva. D e h e c h o , está e x a c t a m e n t e d o n d e era
d e esperar: e n el i n c o n s c i e n t e colectivo d e la raza.
Estos d e s c u b r i m i e n t o s , j u n t o s y p o r separado, a p u n t a n —como h i z o Einstein— a la
necesidad d e u n n u e v o m o d o d e p e n s a m i e n t o e n el q u e la vida se e x p e r i m e n t e c o m o
u n t o d o vivo en el q u e participe la h u m a n i d a d e n u n a relación d e d e p e n d e n c i a m u -
tua, j u n t o c o n las d e m á s criaturas de la tierra. I r ó n i c a m e n t e , éste es p r e c i s a m e n t e el ras-
g o genial del a n t i g u o m i t o de la diosa, a u n q u e o r i g i n a r i a m e n t e esa visión estuviera li-
m i t a d a p o r las restricciones q u e conlleva la a d o r a c i ó n d e u n a i m a g e n personalizada: la
d e la diosa. Sin e m b a r g o , n i n g u n a visión d e p e n d e d e los t é r m i n o s literales d e su p r i -
m e r a m a m f e s t a c i ó n . P o r lo t a n t o , la p r e g u n t a q u e surge es la siguiente: ¿ c ó m o p u e d e
desvincularse el «nuevo» m i t o d e la tierra, c o m o ser ú n i c o y a r m o n i o s o , d e la antigua
f o r m a del m i t o q u e se i m a g i n a b a c o m o u n a f o r m a h u m a n a r e c o n o c i b l e elevada al r a n -
g o d e la divinidad, p e r o f r e c u e n t e m e n t e h m i t a d a p o r los r e c o n o c i b l e s y característicos
rasgos h u m a n o s q u e c o m p a r t í a c o n sus adoradores?
D e a c u e r d o c o n nuestros objetivos, la c u e s t i ó n f u n d a m e n t a l es saber si p u e d e exis-
tir u n «mito d e la diosa» sin diosa. O p o r decirlo d e o t r o m o d o : ¿ p o d e m o s t e n e r u n a
«diosa» sin q u e exista la necesidad de creer q u e «ella» existe, l i t e r a l m e n t e , c o m o u n ser
divino? La visión de la naturaleza c o m o u n i d a d sagrada y viva, e n la q u e la raza h u -
m a n a se e x p e r i m e n t e c o m o u n t o d o y e n q u e la c o n s c i e n c i a p e r t e n e z c a a t o d a vida,
sea cual sea la f o r m a e n q u e se manifieste, ¿ p u e d e darse sin q u e exista u n a creencia en
«la madre» q u e es i n m a n e n t e a la creación? ¿Podría coexistir c o n u n a creencia en «el
padre» t r a s c e n d e n t e a la creación? ¿ O d e b e n m a d r e y p a d r e , diosa y dios, disolverse c o -
m o realidades literales y personificadas para p o d e r r e a p a r e c e r c o m o realidades s i m b ó l i -
cas, q u e r e p r e s e n t e n dos formas esenciales de c o m p r e n d e r lo q u e , e n el E v a n g e l i o de
3
T o m á s , Jesús llama «el universo»? E n este caso, se p e r c i b e n c o m o necesarias y verda-
deras ambas m a n e r a s d e c o m p r e n d e r la vida, o formas d e e x p e r i m e n t a r lo n u m i n o s o ;
las dos se necesitan para completarse. S e g ú n el lenguaje literal del a n t i g u o m i t o , esta
u n i ó n era la del m a t r i m o n i o sagrado d e la diosa y el dios; e n el lenguaje s i m b ó l i c o del
n u e v o m i t o , se trata del « m a t r i m o n i o sagrado» d e «dios» y «diosa», i m á g e n e s q u e p u e -
d e n traducirse e n t é r m i n o s (más prosaicos p e r o más adaptables) d e r e u n i ó n e n t r e tras-
c e n d e n c i a e i n m a n e n c i a , espíritu y naturaleza, alma y c u e r p o ; r e u n i ó n q u e posibilita
u n a nueva visión mítica, la del «hijo».
Estos t é r m i n o s t i e n e n q u e llegar a u n a situación d e e q u i l i b r i o m u t u o antes de p o -
d e r reunirse e n u n n u e v o m i t o . D e s d e nuestra p o s i c i ó n histórica, ésta es la cuestión:
c ó m o p u e d e volver a i n t r o d u c i r s e el m i t o de la diosa e n la consciencia d e f o r m a q u e
sus valores vuelvan a estar a n u e s t r o alcance, c o m p l e m e n t a n d o (no sustituyendo) el m i -
t o d o m i n a n t e del dios. P u e d e q u e r e c u p e r a r el m o d o d e existencia q u e expresaba o r i -
750
g i n a r i a m e n t e el m i t o d e la diosa, q u e d u r a n t e t a n t o t i e m p o se ha infravalorado, sea más
difícil d e lo q u e nos i m a g i n a m o s . D. H . L a w r e n c e , e n sus reflexiones acerca de los
etruscos (c. 1000-300 a. C.) tal y c o m o los percibía a través d e su arte, nos da u n a i m a -
g e n p o é t i c a d e la consciencia participativa q u e el m i t o d e la diosa, i d e a l m e n t e , ofrece:
¡El florecimiento natural de la vida! N o es tan fácil como parece para los seres humanos.
Tras toda esa vivacidad de los etruscos había una religión de vida... Tras toda esa danza había
una visión de la vida, incluso una ciencia de la misma, una concepción del universo y del lu-
gar del hombre en él, que empujaba a los hombres a vivir hasta el máximo de su capacidad.
Para los etruscos todo estaba vivo; el universo entero vivía. Al hombre le correspondía vivir, él
mismo, en medio de todo ello. De las vitalidades inmensas y errantes del m u n d o debía extraer
vida, e incorporarla a su propio ser. El cosmos estaba vivo, como una vasta criatura... Estaba
vivo en su totalidad y tenía una gran alma o anima. Y a pesar de la existencia de esa gran alma,
había una multitud de almas menores, errabundas. Cada hombre, cada criatura y árbol y lago y
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montaña y riachuelo estaba animado, tenía su propia y peculiar consciencia .
751
c h o q u e h a b l e m o s de t o d o esto, es posible q u e o l v i d e m o s q u e el lenguaje m i s m o de
nuestra investigación, c o n s t r u i d o a partir de o p o s i c i o n e s , n o s i m p i d e experimentar
aquello de lo q u e estamos h a b l a n d o .
Q u i z á s el p r i m e r paso consista en p o n e r e n d u d a el lenguaje y los patrones d e p e n -
s a m i e n t o actuales q u e e m p l e a m o s d e f o r m a irreflexiva c o m o s o l u c i ó n a c u a l q u i e r p r o -
b l e m a . Esos m é t o d o s reflejan u n desequilibrio, ya q u e d e r i v a n del sistema m í t i c o y s o -
cial prevaleciente del dios sin la diosa, es decir, d e u n p u n t o de vista excesivamente
disociado. P u e d e esperarse, e n t o n c e s , q u e n u e s t r o m o d o d e investigación sea demasia-
d o racional, demasiado c o n c e p t u a l , d e m a s i a d o ideal; q u e tienda a c o n c e n t r a r s e sobre
las diferencias, e x c l u y e n d o las similitudes; q u e infravalore la r e a c c i ó n intuitiva, el, sen-
t i m i e n t o , la i m a g e n y el m a r c o simbólico q u e dan s e n t i d o al esfuerzo y la energía n e -
5
cesarios para llevar dicha b ú s q u e d a a c a b o . S o b r e t o d o , p o d r í a m o s prever q u e nuestra
c o s t u m b r e d e pensar en categorías opuestas p o s i b l e m e n t e n o s haya insensibilizado, lle-
v á n d o n o s a asumir q u e éstas constituyen categorías absolutas e n sí m i s m a s , e n vez de
distinciones provisionales de t é r m i n o s inseparables q u e p e r t e n e c e n a u n a única u n i d a d
subyacente; distinciones q u e se justifican ú n i c a m e n t e p o r el a u m e n t o d e la c o n s c i e n -
cia y la e x p a n s i ó n d e la vida q u e posibilitan.
752
1. La o p o s i c i ó n d e Tiamat
y Marduk (relieve asirio,
s i g l o IX a. C.)
753
La i m a g e n d e u n a o p o s i c i ó n —la de la consciencia h e r o i c a p o n i e n d o e n fuga al caos
para crear y o r d e n a r el m u n d o - se c o n v i r t i ó e n el m o d e l o d e u n a f o r m a d e pensar a
través d e la cual se m a n t e n í a la civilización, y q u e p e n e t r ó el p e n s a m i e n t o j u d e o c r i s -
tiano c o m o la estructura básica a través de la cual se percibía el m u n d o y se aseguraba
la calidad de vida. Se trata del n ú c l e o d r a m á t i c o del relato del Génesis: el árbol de la
ciencia del b i e n y del m a l ; el árbol de la vida d e n t r o del j a r d í n del E d é n y la m u e r t e
e n el e x t e r i o r del m i s m o . D e f o r m a en c i e r t o m o d o inevitable, este p a r a d i g m a del p e n -
s a m i e n t o c o n s t r u i d o a partir d e oposiciones, q u e c o n f o r m a b a el lenguaje de la c o n s -
ciencia tribal, h a p e r m a n e c i d o inalterado.
Si analizamos la i m a g e n d e o p o s i c i ó n preservada e n la batalla d e T i a m a t y M a r d u k ,
nos d a m o s c u e n t a d e q u e lo q u e se i m a g i n a a través d e la m i s m a es el m o m e n t o h e -
r o i c o d e la v i c t o r i a sobre el a n t i g u o o r d e n , c u a n d o se establece el n u e v o . La i m a g e n
c o m o tal es análoga a los ritos iniciales d e cualquier n u e v o nivel d e consciencia; lo q u e
se va a dejar atrás d e b e o p o n e r s e a lo q u e va a c o m e n z a r a ser, d e f o r m a q u e se d e b i -
lite la fuerza del p o d e r habitual del pasado. Pero u n a vez alcanzado el estadio superior
de consciencia, deja d e ser n e c e s a r i o desafiar a u n «enemigo»; a m b o s t é r m i n o s —ven-
c e d o r y v e n c i d o , o r d e n y caos, dios y d i o s a - p u e d e n disolverse y reunirse e n u n nivel
más elevado. Sin e m b a r g o , si esta etapa d e transición n o se deja atrás u n a vez q u e ha
c u m p l i d o su m i s i ó n , el c r e c i m i e n t o de la consciencia es i n h i b i d o e n ese m o m e n t o de
su desarrollo. El resultado es q u e lo q u e o r i g i n a r i a m e n t e era s i m p l e m e n t e relativo se
abstrae del m a r c o más a m p l i o e n q u e t u v o lugar este p r o c e s o d i n á m i c o . A partir d e e n -
t o n c e s es c o n s i d e r a d o u n absoluto, q u e e n este caso i n c l u y e u n a a f i r m a c i ó n compleja
acerca d e la a m e n a z a de la cultura i n d í g e n a de la diosa, el caos i n h e r e n t e a la n a t u r a l e -
za, y los peligros i n c i p i e n t e s d e la participación. Las necesidades políticas d e la n a c i ó n
c o n q u i s t a d o r a —lo q u e p o d r í a m o s llamar p e n s a m i e n t o «de supervivencia» o «tribal»— se
h a n infiltrado e n las formas d e p e n s a m i e n t o referentes a c ó m o vivir más allá de la su-
pervivencia (el d e b a t e sobre la calidad de vida). El p u n t o d e vista tribal sobre el p r o -
pio m u n d o se h a c o n v e r t i d o e n m o d e l o i n c o n s c i e n t e para el «triunfo» del p e n s a m i e n -
to consciente.
Eso es lo q u e s u g e r i m o s q u e les ha o c u r r i d o a todas las «oposiciones» q u e h e m o s
h e r e d a d o —diosa y dios, naturaleza y espíritu, y así sucesivamente— p e r o e x t e n d i é n d o -
se a nuestra m a n e r a «tribal» d e pensar, es decir, e n t é r m i n o s de m i ser o n u e s t r o g r u -
p o , c o m u n i d a d , país (y dios). Las c o s t u m b r e s y valores d e u n a «tribu» específica se c o n -
sideran i n t r í n s e c a m e n t e más valiosas q u e las de otra «tribu», pasándose p o r alto o
i g n o r á n d o s e su d e p e n d e n c i a m u t u a ú l t i m a c o m o m i e m b r o s de la raza h u m a n a . Estas
ideas p e n e t r a n l u e g o e n nuestras discusiones c o n definiciones y atributos fijos, y la más
dañina es el conflicto s u p u e s t a m e n t e i n h e r e n t e q u e las enfrenta. Esto nos p r e d i s p o n e a
percibirlas de f o r m a oposicionista y jerárquica, y n o c o m o t é r m i n o s c o m p l e m e n t a r i o s
de u n a i d e n t i d a d subyacente, q u e es lo q u e resultan tan p r o n t o c o m o se supera la fase
de conflicto.
754
E n psicología individual, la división p e r m a n e n t e y radical e n la p s i q u e e n t r e «cosas
buenas» y «cosas malas» se interpreta, g e n e r a l m e n t e , c o m o u n signo d e q u e se ha i n h i -
b i d o el c r e c i m i e n t o natural de la misma; algo n o se h a a c e p t a d o tal y c o m o es, y t a m -
p o c o se ha c o l o c a d o e n u n m a r c o más a m p l i o q u e lo haría inteligible y, p o r lo tanto,
tolerable. Se busca e n t o n c e s u n a m a n e r a de sanar esa división para q u e el s e n t i m i e n t o
intolerable q u e entra e n conflicto c o n la visión establecida del m u n d o n o q u e d e r e p r i -
m i d o e n el i n c o n s c i e n t e y para q u e , más adelante, n o se p r o y e c t e hacia el exterior, d e s -
c u b r i é n d o s e e n la figura d e u n a p e r s o n a o de u n g r u p o d e personas q u e se percibirían
c o m o u n e n e m i g o q u e a m e n a z a la p o s i c i ó n c o n s c i e n t e . E n lo q u e a la consciencia c o -
lectiva se refiere, quizá t a m b i é n d e b e r í a m o s considerar el h á b i t o de pensar a partir de
oposiciones absolutas y fijas c o m o u n síntoma, u n signo d e q u e algo está desequilibra-
do. U n c o m p l e j o p u e d e definirse c o m o u n conflicto i n c o n s c i e n t e y n o resuelto q u e
i m p i d e el avance hacia la siguiente etapa d e c r e c i m i e n t o ; n o parece h a b e r razón a l g u -
na p o r la cual n o p u e d a hablarse de u n c o m p l e j o colectivo a d e m á s d e de u n c o m p l e -
j o individual. U n c o m p l e j o es, e n u n i n d i v i d u o , el p u n t o en q u e n o p u e d e relacionar-
se c o n los d e m á s ; es arrastrado a proyectar sobre los d e m á s la i m a g e n i n c o n s c i e n t e , e n
vez d e reaccionar d e f o r m a g e n u i n a ante q u i e n está r e a l m e n t e ahí. D e f o r m a similar,
considerar q u e u n a división transitoria (provisional) d e u n a u n i d a d e n dos aspectos
opuestos constituye u n a definición absoluta acerca de la naturaleza opuesta d e esos dos
aspectos t a m b i é n i m p i d e la relación verdadera c o n lo q u e r e a l m e n t e está «ahí»; i m p l i -
ca, e n última instancia, percibir la vida e n t é r m i n o s duales.
Si aplicamos este análisis a lo q u e se ha l l a m a d o «el p r o b l e m a del mal» —y la frase
implica q u e el mal «existe» c o m o fuerza intrínseca al universo, incluso c o m o u n a d i -
m e n s i ó n de la propia deidad—, el «mal» pasa d e ser u n a abstracción metafísica a t e r r a -
dora a ser el c o n t r a r i o , lingüísticamente h a b l a n d o , del «bien»; a m b o s t é r m i n o s r e q u i e -
ren u n c o n t e x t o q u e los haga m í n i m a m e n t e inteligibles. C u a n d o se suministra d i c h o
c o n t e x t o —este acto es b u e n o , este acto es malo— h e m o s v u e l t o al r e i n o h u m a n o de j u i -
cios d e valor específicos; éstos n o p u e d e n abstraerse, generalizarse y l u e g o concretarse
en u n r e i n o suprasensible sin q u e se p r o d u z c a u n a p r o f u n d a distorsión.
E n última instancia, estamos s u g i r i e n d o , p o r lo t a n t o , q u e la consciencia, tal y c o -
m o ha e v o l u c i o n a d o a través del m i t o del dios, se h a c o n f u n d i d o c o n la consciencia
tribal. Al m e n o s e n su etapa formativa, esta última t i e n d e a exigir u n a categoría o p u e s -
ta q u e asegure la propia i d e n t i d a d y q u e p e r m i t a proyectar los conflictos n o resueltos
de la propia t r i b u sobre «el otro». Este otro, el e x t r a ñ o , se c o n v i e r t e e n t o n c e s e n el
«enemigo» q u e hay q u e sacrificar, en el «mal» q u e hay q u e expulsar p o r el «bien» d e la
tribu:
Q u e t u e s t r a t e g i a sea m a n t e n e r o c u p a d a s a las m a r e a d a s m e n t e s
c o n p e l e a s c o n t r a o t r a s n a c i o n e s ; q u e la a c c i ó n q u e d e e l l o n a z c a
7
desgaste el r e c u e r d o d e l o s días p a s a d o s .
755
Ése es el último y pragmático consejo que Enrique IV da a su voluntarioso hijo,
Harry, quien, al suceder a su padre en la siguiente obra, declara con plena convicción:
8
«No es rey de Inglaterra, si no es rey de Francia» .
A diferencia de esto, como hemos visto, las imágenes y temas míticos y sagrados no
quedan confinados a las fronteras tribales y culturales, sino que cruzan los límites del
mundo antiguo y el moderno. Queremos repetir una afirmación realizada en el capí-
tulo 1: «lo sagrado» no es una etapa en la historia de la consciencia que uno pasa en la
inmadurez para abandonarla cuando se queda pequeña. Es, al menos, un elemento en
la estructura de la consciencia; pertenece a todos los pueblos en todas las épocas.
(Incluso si, como muchos preferirían, se le diese la vuelta a esta afirmación, de forma
que se dijese que la estructura de la consciencia no es sino una forma de lo sagrado, lo
importante es que, sea como fuere, está ahí.) C o m o parte esencial del carácter de la ra-
za humana, lo sagrado es indudablemente necesario para adquirir perspectiva sobre ese
otro aspecto que ser humano implica; es decir, haber nacido en una famiha concreta
dentro de un grupo tribal concreto en un momento concreto. La naturaleza «tribal» de
un individuo (que reacciona por propio interés, en vez de moralmente) puede perdo-
narse cuando se comprende que tiene lugar por reacción ante una herida, al intentar
restaurar una unicidad; es posible que se pueda, de la misma manera, colocar análoga-
mente el carácter tribal de una raza en el contexto de la herida abierta de nuestra cons-
ciencia específicamente humana -esa separación original de la naturaleza, cuando el
bien y el mal, la eternidad y el tiempo, la vida y la muerte, se dividen en categorías
opuestas, aparentemente irreconciliables-. Rilke afirmaba lo siguiente:
La muerte es el lado de la vida que nos aparta la cara, sobre el que nuestro resplandor no
cae: debemos intentar alcanzar el mayor grado de consciencia de nuestra existencia, cuya m o -
rada está en ambos reinos sin fronteras, y que se alimenta inagotablemente de ambos... La ver-
dadera figura de la vida se extiende a través de ambos: no hay ni un aquí ni un más allá, sino
la gran unidad en que moran los seres que nos sobrepasan, los «ángeles»... Nosotros, los del aquí
y el ahora, no estamos cercados en el m u n d o del tiempo, ni confinados a él... fluimos ince-
santemente hacia el otro lado, hacia aquellos que nos precedieron... Somos las abejas de lo in-
visible, Nous butinons éperdument le miel du visible, pour l'accumuler dans la grande ruche d'or de Yin-
visible. [Recogemos delirantemente la miel de lo visible, para acumularla en el gran panal
9
dorado de lo invisible .]
756
dios (en la p e r s o n a del hijo q u e creció para convertirse e n c o n s o r t e d e la diosa m a d r e )
hubiese estado t r a t a n d o de liberarse de la totalidad d e esta última; de la m i s m a m a n e -
ra, en las culturas del dios la i m a g e n de la diosa parecía tratar de reafirmarse e n su d e -
r e c h o de reinar j u n t o a su c o n s o r t e , el dios padre. ¿ C ó m o , si n o , explicar la persisten-
cia de Sofía e n el a n t i g u o T e s t a m e n t o y e n la h e r e n c i a gnóstica, o la a d o r a c i ó n oculta
a la diosa p o r p a r t e d e aquellos h e b r e o s q u e se resistían a r e s p o n d e r a la ley del ú n i c o
dios? ¿ O el ascenso irresistible de M a r í a tantos siglos después de q u e se h u b i e s e c e r r a -
d o el Libro, p o r así decirlo? Es c o m o si ambas i m á g e n e s fuesen necesarias para hacer
justicia a la p l e n i t u d d e la vida; c o m o si sin el e q u i l i b r i o a r q u e t í p i c o de las i m á g e n e s
femenina y masculina la e v o l u c i ó n d e la consciencia t e r m i n a r a p o r volverse sesgada y,
p o r lo tanto, distorsionada.
Sin e m b a r g o , ¿qué es p r u e b a suficiente para d e f e n d e r q u e las i m á g e n e s sagradas d e
diosa y dios (ya sea c o m o realidades simbólicas o literales) alcanzan su expresión más
sublime c u a n d o son c o m p l e m e n t a r i a s e n t r e sí, separadas p e r o unidas, «dos distinciones,
n i n g u n a división», c o m o lo expresa Shakespeare e n su p o e m a El fénix y la tortuga?
P o d e m o s p r e g u n t a r n o s si esa p r u e b a es el g o z o ritual (en el caso en q u e las deidades
t o m e n forma h u m a n a ) c o n el q u e se celebra el m a t r i m o n i o sagrado e n t r e cielo y t i e -
rra, c o n sus paralelismos c o n la u n i ó n celestial d e sol y luna y la u n i ó n terrenal d e m u -
j e r y h o m b r e ; o (en el caso e n q u e constituyan i m á g e n e s simbólicas) si es el equilibrio,
i n t e l e c t u a l m e n t e tan satisfactorio, en q u e se reconcilian dos p r i n c i p i o s hasta el m o -
m e n t o opuestos; o la e x p e r i e n c i a estética d e la a r m o n í a e n t r e las polaridades f e m e n i -
na y masculina; o ¿es la r a z ó n c o m ú n a t o d o lo a n t e r i o r q u e la u n i ó n de dos crea u n
tercero, de f o r m a q u e el m a t r i m o n i o sagrado trae c o n s i g o vida nueva a t o d o s los n i v e -
les, desde el n a c i m i e n t o de u n n i ñ o h u m a n o hasta el n a c i m i e n t o d e u n a nueva visión:
la del «niño» divino?
El físico D a v i d B o h m , desde u n p u n t o de vista diferente, ofrece u n a crítica de lo
q u e llama la «fragmentación de la consciencia»; lo hace e n su reflexión acerca d e c ó -
m o nuestra m a n e r a d e pensar e n las cosas a s u m i e n d o q u e estamos, en p r i n c i p i o , sepa-
rados de ellas, crea u n m u n d o fragmentario:
Las distinciones entre los pueblos extendidas y persistentes (raza, nación, familia, profesión,
etc.) que están ahora impidiendo que la humanidad trabaje unida por un bien común, e inclu-
so por la subsistencia, encuentran uno de los factores clave de su origen en cierto tipo de pen-
samiento: el que trata a las cosas como inherentemente divididas, desconectadas y «fragmenta-
das» en partes constituyentes aún más pequeñas. Cada parte se considera esencialmente
independiente, con vida propia. Al pensar el hombre en sí mismo de esta manera, tiende ine-
vitablemente a defender las necesidades de su propio «ego» contra las de los demás; si se iden-
tifica con un grupo de personas de su mismo tipo, defenderá este grupo de forma similar. N o
puede seriamente pensar en la humanidad como la realidad básica cuyas reivindicaciones son
prioritarias. Incluso si realmente trata de reflexionar acerca de las necesidades de la humanidad,
757
tiende a considerar a ésta como separada de la naturaleza, y así sucesivamente. Lo que yo pro
pongo es que la forma general en que el hombre tiende a pensar la totalidad, es decir, su visión
general del m u n d o , es crucial para el orden global de la propia mente humana. Si piensa en la
totalidad como constituida de fragmentos independientes, así es como su mente tenderá a ope
rar; si es capaz de incluir, de forma armoniosa y coherente, todas las cosas en u n todo global
que no está ni dividido ni fragmentado, y que carece de fronteras (cada frontera es una división
o ruptura), su mente tenderá a funcionar de forma similar. De esto último fluirá una acción or
10
denada en el seno del todo .
Y u n a vez más:
Guiado por una visión fragmentaria del propio m u n d o , el hombre actúa de forma que tra
ta de dividirse a sí mismo y al m u n d o , de manera que todo parezca corresponder con su forma
de pensar. Obtiene así una prueba aparente de lo acertado de su visión fragmentaria del propio
m u n d o aunque, por supuesto, pasa por alto el hecho de que es él mismo quien ha provocado
la fragmentación que parece ahora existir de forma autónoma, independiente de su voluntad y
deseo".
758
3. El m a t r i m o n i o sagrado
de Hera y Z e u s (madera
l a b r a d a , c. f i n a l e s d e l siglo
Vil a. C.)
759
4. Marido y mujer en
sarcófago etrusco (siglo
VI a. C.)
760
El m o d e l o q u e m e j o r p e r m i t e c o m p r e n d e r c ó m o se i n t e r r e l a c i o n a n los m o d o s fe
m e n i n o s y masculinos quizás sea el s í m b o l o y i n - y a n g d e la filosofía taoísta. E n él, la o s
c u r i d a d (yin, f e m e n i n o ) y la luz (yang, masculino) se c o n t i e n e n d e idéntica m a n e r a e n
u n círculo, divididos p o r u n a curva e n f o r m a d e S; cada «mitad» c o n t i e n e u n p u n t o
q u e p e r t e n e c e a la naturaleza de la otra. L o p r i m e r o q u e p u e d e observarse es q u e el
n e g r o y el b l a n c o n o están divididos p o r el m e d i o p o r u n a línea recta; n o se h a n for
m a d o dos partes opuestas absolutas y c l a r a m e n t e delineadas. A n t e s b i e n , la distinción
es provisional, alternante, siempre está en m o v i m i e n t o . C a d a p a r t e c o n t i e n e el e m b r i ó n
de la otra, y la fuerza d e la curva lanza la m e n t e a l r e d e d o r del círculo, n o p e r m i t i e n d o
q u e se fije e n u n a u otra parte, ni q u e c o m i e n c e a m i r a r p o r u n lugar c o n c r e t o . E n
c o n s e c u e n c i a , se nos i n d u c e a c o m p r e n d e r el y i n y el y a n g n o t a n t o en t é r m i n o s d e
761
o p o s i c i ó n c o m o e n t é r m i n o s d e c o m p l e m e n t a r i e d a d ; la separación de cada p a r t e de la
otra posibilita la p e r c e p c i ó n c o n j u n t a de ambas. E n la m e d i d a e n q u e hay u n a diferen
cia, hay d e p e n d e n c i a m u t u a : la sensación de m o v i m i e n t o q u e crean las alternancias de
c o l o r y f o r m a y, más a ú n , la m a n e r a en q u e el m o v i m i e n t o c a m b i a c u a n t o más i n t e n
s a m e n t e se c o n t e m p l a , sugiere q u e nos hallamos a n t e p r i n c i p i o s y realidades q u e esca
pan t a n t o a u n a definición precisa c o m o a u n a aplicación exacta. E n O c c i d e n t e , esta
p e r c e p c i ó n n o s resulta más fácil p o r q u e las palabras y símbolos q u e c o n f o r m a n el yin
y el y a n g c a r e c e n de asociación previa o d e referente c o m ú n ; n o p o d e m o s resolver la
tensión de la paradoja r e d u c i é n d o l a a algo ya c o n o c i d o , explicándola d e m a n e r a c o n
ceptual. L o q u e nos v e m o s obligados a hacer es e x p e r i m e n t a r de u n a f o r m a nueva lo
q u e h a b i t u a l m e n t e separamos de m a n e r a e x c e s i v a m e n t e clara; esto es, n o c o m o c a t e
gorías opuestas q u e t i e n d e n al conflicto, sino c o m o categorías c o m p l e m e n t a r i a s q u e
t i e n d e n a relacionarse. S e g ú n este m o d e l o , d e b e r e m o s considerar c u a l q u i e r p r o b l e m a
q u e surja c o m o u n a c u e s t i ó n en la q u e hay q u e d e s c u b r i r la relación justa o apropiada
e n t r e dos categorías opuestas en vez de tratar de resolver u n conflicto e n t r e ambas. Esto
dirigirá nuestra a t e n c i ó n i n e v i t a b l e m e n t e hacia su i d e n t i d a d subyacente.
O s c u r i d a d y luz, i n v i e r n o y verano, inconsciencia y consciencia son t é r m i n o s
762
6 . (en p. 762) La
c o r o n a c i ó n d e la
virgen (catedral
de Reims)
7. Símbolo yin-yang
763
ble q u e éste cree u n a categoría opuesta para simplificar la vida antes q u e para descri-
birla, y m e n o s a ú n para explorarla:
764
8. El m a t r i m o n i o sagrado:
Los amantes de Gumelnitsa
(escultura de piedra
neolítica, civilización del
e s t e d e l o s B a l c a n e s , c. 4500
a. C . C a s c i o a r e l e , Rumania)
2
cribe la i m a g i n a c i ó n c o m o sintética y vital: «disuelve, difunde, disipa, para recrear» ";
c o m o el p o e t a , «hace q u e se active la totalidad del alma del h o m b r e ...(se) manifiesta
en el e q u i l i b r i o o r e c o n c i h a c i ó n de cualidades opuestas o discordantes: d e la h o m o g e -
neidad, c o n la diferencia; d e lo general, c o n lo c o n c r e t o ; d e la idea, c o n la i m a g e n ; d e
lo individual, c o n lo representativo». C o n c l u y e q u e la i m a g i n a c i ó n es «el alma q u e es-
tá en todas partes y e n cada una; y q u e u n e todas las cosas en u n t o d o lleno d e gracia
21
e inteligencia» . Esta d e s c r i p c i ó n se e n c a r n a e n su c o n m o v e d o r a i m a g e n d e la n a t u r a -
leza c o m o arpa eólica d e v i e n t o q u e «toca» c u a n d o el v i e n t o la toca:
765
plástica y vasta, una brisa intelectual,
22
a la vez el Alma de cada uno, y Dios de todo?
23
Sin tratar d e a c o m e t e r e n estas páginas u n e s t u d i o sobre la i m a g i n a c i ó n , p o d e m o s
al m e n o s e n t e n d e r el t é r m i n o c o m o u n a m a n e r a d e relacionar q u e t i e n d e a percibir en
o a través de i m á g e n e s y símbolos; q u e implica y unifica la totalidad del ser, f u n d i e n -
d o en u n o solo el m u n d o i n t e r i o r y el exterior. «Lo v e o s e n t i m e n t a l m e n t e » , le dice al
24
rey Lear el ciego G l o u c e s t e r , e x p r e s a n d o c o n esas palabras la t e m á t i c a s u b y a c e n t e a la
obra: q u e la visión es visión m o r a l .
Es significativo q u e u n a vez q u e se ha p r o d u c i d o la d e s a p a r i c i ó n f o r m a l del m i t o de
la diosa t a m b i é n se ha d a d o u n a infravaloración de la i m a g e n . N o debía esculpirse i m a -
g e n alguna de Yahvé, el incognoscible e i m p r o n u n c i a b l e , para evitar q u e Y a h v é se r e -
dujese a la o n t o l o g í a d e las criaturas de Yahvé; esta exigencia del c o r a z ó n h u m a n o , o b -
v i a m e n t e imposible, se resolvió d e f o r m a m u y simple a través del r e c u r s o , d o b l e m e n t e
r e d u c t o r , de llamarle «El». El c o n c i l i o d e N i c e a del siglo VIII t a m b i é n estableció u n a
distinción, p o c o imaginativa, e n t r e la «adoración» y la «veneración» d e i m á g e n e s ; el o b -
25
j e t i v o era similar, es decir, declarar q u e lo divino n o estaba p r e s e n t e e n la i m a g e n . La
i m a g e n era ú n i c a m e n t e u n a alegoría; designaba, n o era. C o m p á r e s e c o n las palabras de
26
Wallace Stevens: « C o m o e n i m á g e n e s d e s p e r t a m o s . . . Ello es, n o s o t r o s s o m o s » . Estas
instrucciones eran, p o r supuesto, análogas a las relativas a c ó m o sentirse e n relación c o n
la v i r g e n María, cuya i m a g e n estaba b r o t a n d o p o r todas partes; t a m p o c o había q u e
confundirla c o n lo divino. D e b í a n dirigirse los ojos —de «Visión Ú n i c a y S u e ñ o de
27
N e w t o n » , p o r citar a B l a k e - hacia arriba, hacia los cielos q u e se d e s v a n e c e n ; n o h a -
cia abajo, ni a nuestro alrededor, hacia el atractivo c u e r p o d e la tierra. J u n g d i a g n o s t i -
c ó q u e «el g é n e r o h u m a n o ha o l v i d a d o c ó m o pensar s i m b ó l i c a m e n t e » , p e r o n o p o d e -
m o s recordar, a m e n o s q u e la i m a g i n a c i ó n se valore c o m o m o d o de p e r c e p c i ó n q u e
a p o r t a c o n o c i m i e n t o . Se trata del c o n o c i m i e n t o gnóstico, u n a f o r m a d e c o n o c i m i e n -
t o q u e se a d q u i e r e a través de u n a relación total; y n o del c o n o c i m i e n t o c o n c e p t u a l
«sobre» algo, en el q u e el sujeto cognoscente n o se implica e n lo c o n o c i d o .
766
p r o m u e v e la vida d e lo q u e p r o m u e v e los p r o p i o s intereses, y para aceptar a aquellos
q u e n o t i e n e n m a y o r peso q u e la p l u m a d e la verdad.
D e la m i s m a m a n e r a q u e la i m a g e n se e x c l u y ó d e la divinidad, el «sentimiento» se
excluyó del c o n o c i m i e n t o ; su destino ha seguido la m i s m a trayectoria q u e el d e la i m a -
gen mientras se ha m a n t e n i d o la supremacía del m i t o del. dios. Se h a n c o n c e b i d o —fal-
s a m e n t e - c o m o antagónicos s e n t i m i e n t o y p e n s a m i e n t o , i n t u i c i ó n y r a z ó n , d u r a n t e
m u c h o t i e m p o ; el u n o se suponía subjetivo y p o r lo t a n t o n o fiable, y el o t r o o b j e t i -
vo, más allá de la personalidad. N o se h a n e x p l o r a d o lo suficiente sus posibilidades c o -
m o vehículos de c o n o c i m i e n t o . E n el a n t i g u o E g i p t o el c o r a z ó n era el jeroglífico q u e
designaba el p e n s a m i e n t o ; se proclamaba c o m o verdad i n m e m o r i a l esa i n t u i c i ó n p o é -
tica q u e sugiere q u e , superadas las barreras del lenguaje formal, salta a la vista q u e los
s e n t i m i e n t o s piensan y los p e n s a m i e n t o s sienten c u a n d o p e n s a m i e n t o y s e n t i m i e n t o
son c o r r e c t a m e n t e dirigidos. C u a n d o n o están d e a c u e r d o , es señal d e q u e algo va mal.
Si tratásemos d e distanciarnos de nuestra h e r e n c i a m i t o l ó g i c a y c o m p e n s a r de for-
m a c o n s c i e n t e nuestra negligencia de los valores arquetípicos f e m e n i n o s , lo q u e s e n t i -
m o s p o r la «naturaleza» y p o r nuestro planeta tierra nos parecería e n o r m e m e n t e r e l e -
vante. T a m b i é n nos lo parecería, de forma más general, lo q u e sentimos ante u n a
hipótesis, u n a r g u m e n t o , u n a idea, u n dato, u n a p e r s o n a . Trataríamos, e n ese caso, d e
evaluar nuestro s e n t i m i e n t o d e la m i s m a f o r m a q u e lo h a r í a m o s c o n u n a idea. Esto es
participación consciente. D e s c u b r i r í a m o s , quizás, q u e n o t o d o lo q u e es fuente de i n s -
piración es u n a fantasía sobre la satisfacción d e u n deseo, u n espejismo de n e g a c i ó n o
u n a invitación al c o m p o r t a m i e n t o irracional. P o r p o n e r u n e j e m p l o : si nos c o n m o c i o -
na la posibilidad de la m u e r t e de los peces, focas y delfines, de u n m a r y d e ríos r e p l e -
tos d e desechos industriales, de la m u e r t e de los árboles a causa d e la lluvia acida, de
u n aire n u b l a d o p o r la niebla tóxica, de la h a m b r u n a d e p u e b l o s de t o d o el m u n d o ,
nuestra c o n m o c i ó n n o debería desecharse c o m o m e r o s e n t i m e n t a l i s m o ; n o debería a r -
g u m e n t a r s e q u e es demasiado vasta c o m o para h a c e r algo p o r ella (lo cual es, de h e -
c h o , u n a c o n o c i d a estrategia para quitarse de e n c i m a c u a l q u i e r conflicto i n t e r n o ) . Al
c o n t r a r i o , es posible q u e el s e n t i m i e n t o de h o r r o r o d e a r r e p e n t i m i e n t o refleje p o r sí
solo q u e s o m o s conscientes d e p e r t e n e c e r a u n a u n i d a d e n la q u e lo q u e o c u r r e e n u n a
p a r t e del universo afecta, de alguna m a n e r a , a lo q u e o c u r r e en el resto d e él.
D o n d e q u i e r a q u e exista sólo oposición, la i m a g i n a c i ó n , c o m o actividad u n i f i c a d o -
ra de la totalidad del ser, estará t o t a l m e n t e ausente. La i m a g i n a c i ó n nos aconsejaría d e s -
confiar d e cualquier c o n c l u s i ó n q u e enfrente r a z ó n y s e n t i m i e n t o , e n q u e p u e d a n s e -
pararse los fines y los m e d i o s (usándose éstos para justificar aquéllos, c o m o si a m b o s n o
fuesen u n o ) ; en q u e la cantidad c o m p i t a c o n la calidad; d o n d e el c o n t e x t o se abstrai-
ga; d o n d e la regla se generalice; d o n d e la m a t e r i a individual n o «trasluzca» la universal.
P o r lo tanto, el carácter del sujeto c o g n o s c e n t e es a b s o l u t a m e n t e relevante para la eva-
l u a c i ó n de lo q u e c o n o c e y, más aún, d e la m a n e r a e n q u e lo c o n o c i ó . La c o n s e c u e n -
cia lógica de esto es q u e ciertos tipos de « c o n o c i m i e n t o » entrarían, e n última i n s t a n -
767
cia, e n c o n t r a d i c c i ó n c o n s i g o m i s m o s ; p o r e j e m p l o , el estudiar los m e c a n i s m o s de la
vida e n u n animal q u e estuviese m u e r t o , q u e se enjauló y m a t ó p o r q u e el fin justifica
ba los m e d i o s , c o m o si (por volver al Génesis) el h e c h o d e dar n o m b r e a los animales
otorgase p o r siempre el d e r e c h o a matarlos.
28
«Lo q u e está e n el i n t e r i o r n o s rodea», escribe R i l k e . Si a través de la i m a g i n a c i ó n
se p e r c i b e u n a u n i d a d cuyos participantes se insertan e n u n a relación c o n t i n u a , la i m a
g i n a c i ó n se dedicará al d e s c u b r i m i e n t o d e las leyes reguladoras d e la relación e n t r e tér
m i n o s particulares; se o c u p a r á d e aquellas hipótesis q u e p r o p o n e n u n a visión holística
c o m o m a n e r a d e c o m p r e n d e r ciertos aspectos d e la vida, o la propia vida. Los para
digmas holísticos del universo, q u e n e c e s a r i a m e n t e i n c l u y e n a la h u m a n i d a d c o m o p a r
te del t o d o , n o p u e d e n n e g a r a la naturaleza la consciencia o «espíritu» q u e la propia
humanidad considera d e su p r o p i e d a d . Éstas son las c o n c l u s i o n e s d e la «Nueva
Biología» y d e la « N u e v a Física»; son novedosas e n el s e n t i d o , paradójico, d e q u e la a n
tigua i m a g e n d e la naturaleza c o m o orgánica h a r e e m p l a z a d o la i m a g e n mecanicista
tardía de los ú l t i m o s cuatro siglos. Esto implica c o n c l u s i o n e s i m p o r t a n t e s e n relación
c o n nuestra f o r m a de vida; d e h e c h o , altera t o t a l m e n t e el t i p o de i n t e r p r e t a c i o n e s a las
q u e estamos a c o s t u m b r a d o s a llegar. P o r ejemplo, el h e c h o d e a d o p t a r u n m o d e l o h o -
lístico d e la psique individual modifica la m a n e r a e n q u e se i n t e r p r e t a u n s í n t o m a (tal
c o m o u n c o m p o r t a m i e n t o a p a r e n t e m e n t e irracional y destructivo); el c o m p o r t a m i e n
to se interpretará n o sólo c o m o u n p r o b l e m a q u e d e b e explicarse e n referencia a u n
t r a u m a del pasado, sino c o m o u n i n t e n t o p o r p a r t e de la psique para sanarse a sí m i s
m a . Es el caso del «principio h o m e o s t á t i c o » de J u n g , e n base al cual la psique se e n
t i e n d e c o m o u n sistema q u e se regula a sí m i s m o .
768
33
d e s c u b r i m i e n t o s de la física s u b a t ó m i c a . R e c u e r d a así a la diosa neolítica y las espira
les de su h u s o , a las hilanderas griegas del destino, a A r t e m i s , la hilandera, y a i m á g e
nes de la virgen M a r í a c o n la hebra del destino h u m a n o hilándose desde su vientre.
U n a de las teorías más interesantes en el c a m p o d e la física es la hipótesis descrita c o -
769
m o «teoría M» - M d e m a d r e o m e m b r a n a - , q u e postula la existencia d e u n a m i s t e r i o -
sa u n d é c i m a d i m e n s i ó n q u e c o n t i e n e la totalidad y q u e p o d r í a e n g l o b a r u n c i e r t o n ú -
m e r o d e universos paralelos (2002). Los físicos afirman q u e esta d i m e n s i ó n p u e d e estar
sólo a u n m i l í m e t r o d e nosotros a u n q u e n o nos d e m o s c u e n t a d e su existencia.
E n t e n d a m o s o n o lo q u e está o c u r r i e n d o e n la ciencia m o d e r n a , p o d e m o s al m e n o s
afirmar q u e las i m á g e n e s a través d e las q u e se d e s c r i b e n sus d e s c u b r i m i e n t o s son e n o r -
m e m e n t e evocadoras.
U n a vez q u e se acepta c o m o p r i n c i p i o u n a visión d e la vida c o m o u n t o d o o r g á -
n i c o , la h u m a n i d a d se c o n v i e r t e , e n cierto sentido, e n c o c r e a d o r a j u n t o c o n la n a t u r a -
leza; p u e d e fomentar, i g n o r a r o destruir su i d e n t i d a d c o n la naturaleza. La existencia
c o n t i n u a d a de la m i s m a d e p e n d e , e n última instancia, d e la f o r m a d e consciencia q u e
p r o y e c t e m o s sobre ella. E n u n n u e v o nivel, se trata d e u n a r e p e t i c i ó n d e la a n t i g u a v i -
da simbólica de la consciencia original participativa, e n q u e se creía q u e la salida del
sol y la venida de las lluvias requería la asistencia de ritos h u m a n o s . C o m o señala J u n g :
De hecho, hemos sabido todo desde siempre, realmente; porque todas estas cosas siempre
están ahí, sólo que nosotros no estamos ahí para ellas. La comprensión intuitiva más profunda
siempre ha existido como posibilidad, pero siempre hemos estado demasiado lejos de ella. Lo
que llamamos desarrollo o progreso consiste en dar vueltas y vueltas alrededor de u n punto cen-
tral para poder acercarse a él gradualmente. La realidad es que siempre permanecemos en el
mismo lugar; sólo un poco más cerca o lejos del centro... Originariamente todos nacimos de
un m u n d o de totalidad, y durante los primeros años de nuestra vida seguimos completamente
contenidos en él. Ahí poseemos, sin saberlo, todo el conocimiento. Más tarde lo olvidamos, y
34
lo llamamos progreso cuando lo recordamos .
Enseñen a sus hijos lo que hemos enseñado a los nuestros: que la tierra es nuestra madre,
todo lo que le pase a la tierra, les sucede a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen sobre
la tierra, se escupen a sí mismos. Nosotros sabemos al menos esto: la tierra no pertenece a los
hombres, es el hombre quien pertenece a la tierra... T o d o está unido como la sangre que une
una misma familia. T o d o está unido. Lo que le pase a la tierra, les sucederá a los hijos de la tie-
rra. N o es el hombre quien tejió la trama de la vida: él es solamente un hilo. T o d o lo que ha-
35
ga al tejido, se lo hace a sí mismo .
770
Adición a este capítulo
Si nuestra actual destrucción de los principales ecosistemas del planeta constituye el supre-
mo desastre en la historia total de la tierra, entonces la suprema necesidad de nuestro tiempo es
conseguir la sanación de la tierra.
Se necesita una nueva sensibilidad para llevar a cabo este tipo de impulso, una sensibilidad
que es algo más que una mera adhesión romántica a alguna de las manifestaciones más brillan-
tes del mundo natural: una sensibilidad que comprenda los grandes modelos naturales, sus se-
veras exigencias al igual que sus aspectos deliciosos, con una disponibilidad para ver cómo lo
humano disminuye para que otras formas de vida puedan florecer.
Debemos ser claros respecto a lo que ocurre cuando destruimos las formas de vida de este
planeta. La primera consecuencia es que destruimos modos de presencia divina. Si tenemos un
maravilloso sentido de lo divino es porque vivimos en medio de una tremenda magnificencia.
Si tenemos una emoción y una sensibilidad refinada es gracias a la delicadeza, la fragancia y la
indescriptible belleza, el sonido, la música y el movimiento rítmico del mundo que está j u n t o
a nosotros. Si tenemos capacidad imaginativa es porque está activada por el mágico despliegue
de color y sonido, forma y movimiento, tal y como los observamos en las nubes del cielo, los
árboles, los matorrales y las flores, las aguas y el viento, los pájaros cantores y el movimiento de
la gran ballena azul a través del mar. Si tenemos palabras con las que hablar, pensar y comuni-
carnos, palabras para la experiencia interior de lo divino, palabras para lo íntimo de la vida, si
tenemos palabras para contar historias a nuestros niños, palabras con las que podemos cantar, es
también gracias a las impresiones que hemos recibido de la variedad de seres que nos rodean.
Si desde el inicio el dinamismo del universo configuró el curso de los cielos, iluminó el sol
y formó la tierra, si este mismo dinamismo hizo aparecer los continentes, los mares y la atmós-
fera, si hizo que la vida despertara en la célula primordial y después trajo a la existencia a la in-
771
numerable variedad de seres vivientes y, finalmente nos trajo a la existencia a nosotros y nos
guio con seguridad a través de los turbulentos siglos, hay una razón para creer que este mismo
proceso guiador es el que nos ha despertado nuestro actual entendimiento de nosotros mismos
y nuestra relación con este estupendo proceso. Estando sensibilizados con tal guía, que provie
ne de la estructura íntima y del funcionamiento del universo, podemos confiar en el futuro que
espera a la aventura humana.
772
Apéndices
1. T i e m p o s prehistóricos
* T r a d u c c i ó n de Francisco del R í o .
773
del N e o l í t i c o , c. 10.000 a. C . El Paleolítico inferior se divide n o r m a l m e n t e e n c i n c o
p e r í o d o s distintos:
774
2. L o s E v a n g e l i o s cristianos
775
tos anteriores d e los q u e b e b i e r o n los tres Evangelios todavía n o se h a n d e s c u b i e r t o ,
quizás p o r q u e u n a p a r t e considerable de los textos q u e circulaban e n t r e los diferentes
g r u p o s cristianos se d e s t r u y ó c u a n d o se «racionalizó» esta a b u n d a n c i a de m a t e r i a l e n
los cuatro evangelios q u e c o n o c e m o s . C o n el d e s c u b r i m i e n t o d e los textos gnósticos
d e N a g H a m m a d i e n 1945, el m a r c o se ha a m p l i a d o ; parece claro q u e en a l g u n o de los
textos, c o m o el E v a n g e l i o d e T o m á s , los c o m p i l a d o r e s t a n t o d e los Evangelios s i n ó p -
ticos c o m o del g n ó s t i c o h a n b e b i d o de la m i s m a fuente de logia («dichos»).
La mayoría d e los e r u d i t o s cree q u e el Evangelio d e J u a n es p o s t e r i o r a los otros tres;
sin e m b a r g o , hay razones para creer q u e algunas partes son a n t e r i o r e s , incluso quizá la
totalidad del m i s m o . E n él se h a c e referencia, p o r ejemplo, al t e m p l o d e J e r u s a l é n a n -
3
tes d e su d e s t r u c c i ó n e n el a ñ o 70 d. C . (la piscina d e Siloé, J n 9, 7) . Su t o n o es m u y
diferente al d e los otros y se acerca más a la l e n g u a aramea q u e Jesús utilizaba.
N o cabe d u d a d e q u e los relatos y enseñanzas originales d e los Evangelios p r i m e r o
se t r a n s m i t i e r o n o r a l m e n t e y l u e g o los j u d í o s , p r o b a b l e m e n t e los discípulos y los a m i -
gos más p r ó x i m o s d e Jesús, los p u s i e r o n p o r escrito. Tras la d e s t r u c c i ó n del t e m p l o , d e -
j ó de tolerarse la c o m u n i d a d cristiana más antigua d e Jerusalén. El j u d a i s m o estrechó
su m a r c o , e x c l u y e n d o y d e s t r u y e n d o e l e m e n t o s q u e a n t a ñ o quizás habría a c e p t a d o en
su sistema. D e f o r m a análoga, los padres de la Iglesia, al enfrentarse c o n la proliferación
del gnosticismo, e x c l u y e r o n las sectas gnósticas y d e s t r u y e r o n sus textos. El cristianis-
m o j u d í o se o r i g i n ó en el c a m p o de Galilea. El cristianismo helenístico, bajo Pablo, su
líder, e v o l u c i o n ó e n los n ú c l e o s a l t a m e n t e sofisticados de la cultura helenística, d o n d e
se r e o r d e n a r o n y alteraron los relatos antiguos para adaptarlos a las ideas teológicas de
Pablo y a las necesidades y expectativas de las c o n g r e g a c i o n e s cristianas. Las cartas de
Pablo se escribieron e n u n p e r í o d o situado más o m e n o s e n t r e la m u e r t e d e Jesús y la
4
c o m p i l a c i ó n d e los Evangelios . Sin e m b a r g o , n o hay referencia alguna e n los escritos
de Pablo (ni e n los q u e se le h a n atribuido) a la j u v e n t u d d e Jesús, sus padres, su f a m i -
lia, sus milagros y parábolas, ni siquiera a su j u i c i o y e j e c u c i ó n . Es posible q u e Pablo y
Santiago - d e q u i e n se dice q u e fue h e r m a n o de Jesús y el líder del g r u p o cristiano más
a n t i g u o d e Jerusalén— n o estuviesen de a c u e r d o c o n el c o n t e n i d o y el m é t o d o d e las
enseñanzas m u t u a s . Sin e m b a r g o a m b o s fueron ejecutados e n el a ñ o 68 d. C . Estas son
algunas d e las razones p o r las q u e el cristianismo q u e Pablo presentaba es m u y diferente
del q u e ofrecen los Evangelios. C o n el traslado de Jerusalén a los n ú c l e o s d e la c u l t u -
ra helenística, c o m o señala B o w d e n , «el mensaje cambia. El n ú c l e o de las enseñanzas
de Jesús lo constituye el r e i n o d e D i o s ; el n ú c l e o de las enseñanzas d e Pablo es el C r i s t o
crucificado y r e s u c i t a d o . . . E n otras palabras, el Jesús q u e lleva el mensaje se c o n v i e r t e
5
e n el Jesús q u e es el mensaje» .
N o h a b í a n pasado trescientos años desde la m u e r t e de Pablo c u a n d o prevaleció su
i n t e r p r e t a c i ó n d e la vida y de las enseñanzas de Jesús. Al s u p r i m i r C o n s t a n t i n o las sec-
tas gnósticas e n t r e el 326 y 333 d. O , e l i m i n ó el ú l t i m o obstáculo a la supervivencia d e
u n a i m a g e n diferente d e Jesús y de sus enseñanzas. E n el c o n c i l i o d e N i c e a , e n el 325,
776
organizado p o r C o n s t a n t i n o , se declaró q u e Jesús era «consustancial c o n Dios» desde la
eternidad. E n ese c o n c i l i o se f o r m u l ó el C r e d o q u e todavía se recita h o y e n las iglesias
cristianas: se a p r o b ó e n el concilio d e C a l c e d o n i a del 4 5 1 , estableciendo así el f u n d a -
m e n t o de los dos d o g m a s cristianos de la E n c a r n a c i ó n y de la T r i n i d a d . A u n q u e los
compiladores d e los Evangelios n o llaman D i o s a Jesús —ni siquiera Pablo lo h i z o - , e n
estos concilios se declara q u e Jesús es el ú n i c o hijo d e D i o s . A partir de ahí se desa-
rrollaría u n a teología q u e tendría m u y p o c o e n c o m ú n c o n la i m a g e n más antigua del
h o m b r e de Galilea.
El apelativo de «Cristo»
777
Mapa 6 . P o s i b l e s r u t a s d e las
incursiones/invasiones arias y semitas
3. La p é r d i d a d e la t r a d i c i ó n y d e las imágenes
de la S a b i d u r í a d i v i n a , el E s p í r i t u santo
y la r e i n a d e l o s cielos
779
n o n h e b r e o del a n t i g u o T e s t a m e n t o . E n 1 H e n 9 3 , los supervivientes d e la p u r g a de
Josías y d e la conquista d e Jerusalén p o r p a r t e d e los b a b i l o n i o s , q u e se establecieron
en E g i p t o «describían este cataclismo c o m o u n t i e m p o e n el q u e el s a c e r d o c i o se v o l -
vió ciego. M a n t e n í a n q u e los líderes d e Jerusalén h a b í a n p e r d i d o la vista p o r q u e h a b í a n
a b a n d o n a d o a la Sabiduría, la i m a g e n f e m e n i n a q u e Josías había expulsado».
Sus reproches al profeta Jeremías p u e d e n oírse e n J r 44, c u a n d o los refugiados en
E g i p t o se niegan a aceptar la explicación q u e él les da del desastre q u e había s o b r e v e -
n i d o a Jerusalén (ver capítulo 12) y a t r i b u y e n c o m o causa real d e sus sufrimientos el
h a b e r a b a n d o n a d o a la reina de los cielos. A p a r e n t e m e n t e , t a m b i é n insistían e n c o n t i -
n u a r c o n su ritual tradicional d e ofrecer hogazas o pasteles m o l d e a d o s c o n su efigie,
q u e m a n d o incienso y d e r r a m a n d o libaciones para su reina.
Las c o m u n i d a d e s judías establecidas e n E g i p t o c o n s e r v a r o n la t r a d i c i ó n d e la sabi-
duría divina, de la reina d e los cielos y del Espíritu santo, p r o c e d e n t e del t e m p l o p r e -
exílico d e Jerusalén. E n t r e las Escrituras, su libro más q u e r i d o era la Sabiduría d e B e n
Sirá (Sirácida), q u e c o n t i e n e los magníficos pasajes e n los q u e la Sabiduría habla al
m u n d o . E s c r i b i e r o n t a m b i é n el libro de la Sabiduría d e S a l o m ó n , e n el cual se d e s c r i -
b e a la Sabiduría sentada j u n t o al t r o n o d e D i o s e n los cielos (9, 10) y e n el q u e se h a -
bla t a m b i é n del Espíritu santo (9, 17). Estos libros h a c e n referencia a «una misteriosa
divinidad f e m e n i n a q u e era descrita c o m o s u m o S a c e r d o t e d e J e r u s a l é n y guardiana de
Israel. Sus d o n e s para el g é n e r o h u m a n o consistían e n la visión, la v e r d a d e r a r i q u e z a y
la vida e t e r n a . E n la Sabiduría d e S a l o m ó n aparece c l a r a m e n t e c o m o o t r o m o d o d e h a -
blar del D i o s de Israel: p r o t e g i ó a A d á n , fortaleció a A b r a h á n , p r o t e g i ó a José, g u i ó a
Moisés, etc.» (Sb 10). Las Escrituras y los rituales d e este g r u p o exiliado se t r a n s m i t i e -
r o n a las primitivas c o m u n i d a d e s j u d e o c r i s t i a n a s d e E g i p t o y a otros lugares. A n t e s del
a ñ o 70 d. C . n o había u n c a n o n fijo de las Escrituras j u d í a s .
La segunda fase histórica en la q u e se p e r d i ó la t r a d i c i ó n d e u n a divinidad f e m e n i -
na v i n o tras la d e s t r u c c i ó n del s e g u n d o t e m p l o y a la caída d e J e r u s a l é n , el a ñ o 70 d.
C . P o c o después de estos a c o n t e c i m i e n t o s , u n g r u p o d e rabinos se c o n g r e g ó e n J a m n i a
para definir cuál debería ser su c a n o n de libros sagrados a partir d e e n t o n c e s . « C o n la
e x c e p c i ó n de algunos pasajes enigmáticos del libro d e los Proverbios, desapareció de
esta c o l e c c i ó n t o d o rastro de la señora Sabiduría: los investigadores q u e se basen e n la
evidencia del c a n o n h e b r e o para describir el Israel a n t i g u o n o p o d r á n e n c o n t r a r u n l u -
gar para la señora Sabiduría. Los targumistas q u e h i c i e r o n las t r a d u c c i o n e s arameas p a -
ra q u e se usaran e n la sinagoga... r e c o r d a r o n la Sabiduría y t r a d u j e r o n el p r i m e r v e r -
sículo del Génesis: " E n el p r i n c i p i o , c o n Sabiduría [el Espíritu q u e se c e r n í a sobre las
aguas] el S e ñ o r c r e ó y c o m p l e t ó el cielo y la tierra"» (Targum Neqfiti, G n 1, 1).
La historia q u e e m e r g e a partir d e la investigación efectuada p o r M a r g a r e t B a r k e r
es q u e las c o m u n i d a d e s judías de E g i p t o c o n s e r v a r o n u n a tradición p r o c e d e n t e del
t e m p l o preexílico de Jerusalén acerca de u n a divinidad f e m e n i n a , la Sabiduría divina o
la reina d e los cielos, y q u e esta tradición se transmitió a las primitivas c o m u n i d a d e s j u -
780
deocristianas, q u e h e r e d a r o n su c a n o n de textos. Esta c o m u n i d a d j u d í a e n el exilio
c o n s e r v ó t a m b i é n el p r i m e r y s e g u n d o libro d e E n o c , q u e M a r g a r e t Barker considera
c o m o «la llave de u n vasto espectro de antiguas tradiciones». A l g u n o s pasajes e n el p r i -
m e r libro de E n o c sugieren q u e los refugiados e n E g i p t o p e r m a n e c i e r o n fieles a los
usos del p r i m e r t e m p l o y d e p l o r a r o n el r e c h a z o d e la reina de los cielos, a f i r m a n d o q u e
el papel de la Sabiduría habría servido para dar «visión» a los sacerdotes del t e m p l o .
A u n q u e estos textos desaparecieron del c a n o n h e b r e o , r e c o r r i e r o n la tradición j u d í a y
fueron e v i d e n t e m e n t e c o n o c i d o s en Bizancio, d o n d e el e m p e r a d o r J u s t i n i a n o acabó en
el 537 d. C . la actual y magnífica basílica dedicada a H a g i a Sofía. La primitiva Iglesia
cristiana conservaría los textos de E n o c .
El m i s m o E n o c t u v o u n a visión d e u n árbol i n m e n s o y fragante, cuyos frutos en
f o r m a d e uva daban Sabiduría (1 H e n 32, 4). Es posible q u e las primitivas i m á g e n e s de
los textos d e E n o c se transfirieran a los libros más tardíos d e B e n Sira y d e la Sabiduría
de S a l o m ó n . E n estos libros tardíos, la Sabiduría q u e d a b a «simbolizada p o r u n árbol de
la vida y p o r el agua. Tenía u n t r o n o , era la reina de los cielos, era a la vez m a d r e y
c o n s o r t e de los reyes, p e r o t a m b i é n c o n s o r t e del Señor. D a b a vida e t e r n a / r e s u r r e c c i ó n ,
alimentaba a sus devotos, era radiante, s u p e r i o r a la luz terrenal, la m a d r e d e toda la
creación. Era el ó l e o de la u n c i ó n , el ángel s u m o sacerdote arquetípico, el g e n i o y la
p r o t e c t o r a de Jerusalén».
Los dos siguientes pasajes del Sirácida p e r m i t e n e n t e n d e r c ó m o son las i m á g e n e s
q u e la describen:
C o m o una madre le sale al encuentro, lo acoge como una joven esposa. Lo alimenta con
pan de inteligencia, y agua de sabiduría le da a beber (Sir [Ecl] 15, 2-3).
¿Quién puede contar la arena de los mares, las gotas de la lluvia y los días de la eternidad?
¿Quién puede medir la altura de los cielos, la anchura de la tierra y la profundidad del abismo?
Antes de todo fue creada la sabiduría, la inteligencia prudente desde la eternidad. ¿A quién fue
revelada la raíz de la sabiduría? ¿Quién conoce sus recursos? (Sir [Ecl]l, 2-6).
781
fluyó la tradición sapiencial d e Jerusalén o, quizás, d e E g i p t o , d o n d e p o s i b l e m e n t e p a -
só algunos años antes d e su b a u t i s m o y el c o m i e n z o d e su m i n i s t e r i o . D u r a n t e ese t i e m -
p o , p u d o entrar e n c o n t a c t o c o n la tradición sapiencial y los textos sapienciales. «Se d e -
cía q u e Jesús era la e n c a r n a c i ó n del p o d e r y la sabiduría d e D i o s (1 C o 1, 24), y M a t e o
(11, 19), y Lucas, e n u n versículo similar (7, 35) lo d e s c r i b e n c o m o el hijo d e la
Sabiduría. La m u j e r vestida c o n el sol q u e da a luz al Mesías e n Apocalipsis 12 sería la
Sabiduría, y Jesús es descrito c o m o Sabiduría e n la carta a la iglesia de Laodicea (Ap 3,
14-22). E n ese pasaje Jesús habla c o n san J u a n e n el transcurso de su visión, d e s c r i -
b i é n d o s e a sí m i s m o c o m o el testigo d e la creación, el q u e da verdaderas riquezas, v i -
da e t e r n a y u n g ü e n t o para abrir los ojos... E n la profecía d e Isaías l e e m o s que, el
«Espíritu s e p t i f o r m e descendería sobre el d e s c e n d i e n t e d e Jesé y transformaría su m e n -
te, para q u e viera las cosas d e m o d o diferente» (Is 11, 2).
La tradición transmitida a la primitiva Iglesia cristiana desde la c o m u n i d a d e s judías de
E g i p t o y de otros lugares dio lugar a m u c h o s evangelios q u e más tarde se considerarían
heréticos y se q u e m a r í a n o b e d e c i e n d o a dos edictos del e m p e r a d o r C o n s t a n t i n o (326 y
333 d. C ) . U n o de ellos, el evangelio d e los h e b r e o s (un t e x t o q u e solamente se c o n o -
ce p o r las citas d e O r í g e n e s y J e r ó n i m o ) , «describía a la m a d r e d e Jesús c o m o el Espíritu
santo, q u e le habló e n su b a u t i s m o y c o n f i r m ó q u e él era su hijo» (ver capítulo 15).
La i m a g e n d e u n a divinidad f e m e n i n a , el Espíritu santo, la Sabiduría divina (Sofía),
fue m u y apreciada p o r las c o m u n i d a d e s gnósticas q u e ú n i c a m e n t e p u d i e r o n sobrevivir
a la p e r s e c u c i ó n v i v i e n d o d e m a n e r a clandestina. T a m b i é n t u v o c o n t i n u i d a d e n la tra-
d i c i ó n mística j u d í a de la cabala a través d e la i m a g e n d e la Sekiná, y a través d e la fi-
gura d e la sabiduría divina e n la tradición alquímica p o s t e r i o r (ver capítulo 15).
M a r g a r e t B a r k e r señala q u e la iconografía de la sabiduría divina «sobrevivió... sobre
t o d o e n la iconografía de las iglesias orientales, d o n d e la santa Sabiduría aparece en t o -
d o su a n t i g u o esplendor. El i c o n o más famoso d e la Sabiduría es la Sofía d e N ó v g o r o d ,
q u e la representa c o m o u n v i g o r o s o ángel alado, vestida c o m o u n s u m o sacerdote, e n -
tronizada d o n d e se esperaría ver la figura d e C r i s t o , c o r o n a d a c o m o la reina de los c i e -
los y p o r t a n d o el rollo del v e r d a d e r o c o n o c i m i e n t o y el c a d u c e o de la serpiente, su a n -
t i g u o símbolo».
La fase final del p r o c e s o d e p é r d i d a d e la tradición y la iconografía d e la sabiduría
divina la c o n s t i t u y ó la R e f o r m a , c u a n d o la Iglesia p r o t e s t a n t e d e c i d i ó a d o p t a r los t e x -
tos bíblicos del c a n o n h e b r e o d e Jerusalén (poco después del 70 d. O ) , r e c h a z a n d o lo
q u e había p e r t e n e c i d o a las tradiciones más antiguas q u e se h a b í a n enraizado e n E g i p t o
y se h a b í a n t r a n s m i t i d o a la p r i m i t i v a Iglesia. Para estos protestantes, cualquier m e n -
c i ó n d e u n a divinidad f e m e n i n a era a n a t e m a . D e este m o d o , los magníficos versículos
de la Sabiduría d e S a l o m ó n y del Sirácida se p e r d i e r o n para los cristianos protestantes.
C o m o c o m e n t a M a r g a r e t Barker: «Esto supuso el a b a n d o n o d e u n a tradición d e ca-
t o r c e siglos, y t u v o u n efecto decisivo e n la m a n e r a e n la q u e el a n t i g u o T e s t a m e n t o
sería i n t e r p r e t a d o y e n t e n d i d o desde ese m o m e n t o » .
782
E n la cristiandad occidental, la Iglesia católica h e r e d ó los textos sapienciales d e la
c o m u n i d a d j u d í a d e E g i p t o . Se e n c u e n t r a n en los A p ó c r i f o s , o c o l e c c i ó n d e libros q u e
forman p a r t e d e la Biblia católica. C o n t o d o , t a n t o los católicos c o m o los protestantes
d e s c o n o c e r í a n la v o z d e la divinidad f e m e n i n a d e los d e s t r u i d o s textos gnósticos hasta
t i e m p o s m u y recientes.
Para recuperar la tradición d e la sabiduría divina q u e se fue p e r d i e n d o d u r a n t e c u a -
tro etapas distintas - e n la é p o c a de Josías, el 623 a. C , p o c o después del 70 d. C , b a -
j o C o n s t a n t i n o (c. 330 d. C.) y d u r a n t e la Reforma— d e b e n leerse estos magníficos p a -
sajes c o n u n a m i r a d a nueva. Si n o se c o n o c e esta historia escondida, es fácil q u e se siga
i g n o r a n d o la larga tradición q u e celebraba la figura d e la sabiduría divina ( H o k m á o
Sofía), el Espíritu santo o la reina de los cielos. Esta t r a d i c i ó n h a llegado a nosotros p o r
m e d i o d e los libros sapienciales d e los Apócrifos, la i m a g e n de la Sekiná e n la cabala y
los textos gnósticos q u e , s o r p r e n d e n t e m e n t e , se nos h a n d e v u e l t o a c t u a l m e n t e .
Para p r o p o r c i o n a r u n a idea de lo q u e significó la figura de la sabiduría divina para
los gnósticos - y , antes d e ellos, para las c o m u n i d a d e s j u d í a s de E g i p t o - , i n c l u i m o s aquí
estas pocas líneas p r o v e n i e n t e s del t e x t o d e la Protennoia Trimorphica, u n o de los libros
descubiertos e n N a g H a m m a d i en 1945. Parece q u e t o m a r o n su f o r m a definitiva a p r o -
x i m a d a m e n t e e n el 200 d. C . (ver J a m e s R o b i n s o n , e d i t o r , The Nag Hammadi Library,
pp. 461-470).
Soy intangible,
y habito en lo intangible.
Me muevo en cada criatura...
Soy la vista de los que moran en el sueño.
Soy el U n o Invisible dentro del Todo...
Soy inmesurable, inefable; con todo, cuando lo deseo
me revelo a mí misma.
Soy el movimiento del T o d o .
Existo antes que T o d o y soy el T o d o ,
pues existo antes que todo.
783
Soy la madre tanto como la Luz...
La Matriz intangible...
En mí mora el conocimiento,
el conocimiento de las cosas sempiternas...
Soy yo quien alza el sonido de la Voz
para los oídos de los que me han conocido...
Soy la matriz que da forma al T o d o
dando nacimiento a la Luz que brilla con esplendor.
Margaret Barker, The Revelation of Jesús Christ, E d i m b u r g o 2000, pp. 109-112, 2 0 0 - 2 1 2 , 2 7 9 - 3 0 1 ; The
Great High Priest, Londres y N u e v a Y o r k , 2003, p p . 229-261.
784
Notas
Capítulo 1
785
^ A n d r é L e r o i - G o u r h a n , The Dawn ofEuropean Art, p. 75.
-'C. G. J u n g , Collected Works, v o l . 5, Symbob qf Transformation, p . x x i v [tr. cast., p p . 1 6 - 7 ] .
3 0
Laurens van der Post, The Lost World of the Kalahari y The Heart of the Hunter.
31
V e r D o n C u p i t t , The Sea qf Faith. Se trata de u n libro basado e n una serie televisiva q u e consta de
seis partes, c u y o título c o m p a r t e c o n la m i s m a . V e r particularmente el tercer programa: « D a r w i n , Freud
y Jung».
3 2
C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 8, The Structure and Dynamics qf the Psyche, § 673 [tr. cast., § 673].
3 3
E r i c h N e u m a n n identifica a esta deidad c o m o diosa parta del siglo II d. C , p e r o el M u s e o del
L o u v r e le ha dado el n o m b r e de «Astarté d e la Babilonia del siglo II a. C » .
34
C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 8, The Structure and Dynamics qf the Psyche. L a m e n t a m o s n o p o d e r
facilitar la referencia exacta de esta cita.
Capítulo 2
'Laurens van der Post y Jane T a y l o r , Testament to the Bushman, p . 142 [tr. cast., p . 5 ] .
2
E n g r i e g o , neos = «nuevo»; lithos = «piedra»; cháleos = «cobre».
3
E n g r i e g o , mesos = «medio».
4
Marija G i m b u t a s , The Goddesses and Gods of Oíd Europe, p. 205 [tr. cast., p. 2 4 2 ] .
5
J o s e p h C a m p b e l l , Primitive Mythology, p. 139.
6
R o b e r t BrifFault, The Mothers, capítulo 8.
' M i r c e a Eliade, A History of Religious Ideas, v o l . 1, p p . 40-1 [tr. cast., p p . 6 8 - 9 ] .
8
Marija G i m b u t a s , The Language of the Goddess, prefacio, p. x v , y p. 1 [tr. cast., i n t r o d u c c i ó n , p. XV,
yp-i]-
* G i m b u t a s , The Goddesses and Gods qf Oíd Europe, prefacio.
"'Ibid., p. 85 [tr. cast., p. 9 3 ] .
" I b i d . , p. 24 [tr. cast., p p . 1 5 - 6 ] .
l 2
R i a n e Eisler, The Chalice and the Blade, p. 18.
" I b i d . , p . 20.
14
Marija G i m b u t a s , The Early Civilizations qf Europe, capítulo 2.
15
Ibid., capítulo 2.
" I b i d . , capítulo 2.
" G i m b u t a s , The Goddesses and Gods qf Oíd Europe, p. 159 [tr. cast., p. 183].
18
G i m b u t a s , The Language qf the Goddess, pp. 3-23 [tr. cast., p p . 3 - 2 3 ] .
" I b i d . , p. 3 [tr. cast., p. 3 ] .
*'Ibid., p. 101 [tr. cast., p. 101].
21
G i m b u t a s , The Goddesses and Gods qf Oíd Europe, p. 205 [tr. cast., p . 242].
22
I b i d . , p p . 169-95 [tr. cast., p p . 195-227].
23
A n d r é L e r o i - G o u r h a n , «La f o n c t i o n des signes dans les sanctuaires paléolithiques», Bulletin de la
Société Préhistorique Francaise, 55, 1958.
24
El M u s é e de l ' H o m m e d e París muestra las figuras enmascaradas y vestidas de E u r o p a central y
oriental q u e t u v i e r o n su o r i g e n e n la vieja Europa del N e o l í t i c o .
25
G i m b u t a s , The Goddesses and Gods qf Oíd Europe, p. 169 [tr. cast., p . 195].
26
I b i d . , p p . 181-90 [tr. cast., p p . 2 1 0 - 2 1 ] .
27
Ibid., p. 181 [tr. cast., p. 2 1 0 ] .
28
Marija G i m b u t a s , « T h e First W a v e o f Eurasian S t e p p e Pastoralists i n t o C o p p e r A g e Europe»; v e r
t a m b i é n « T h e B e g i n n i n g o f the B r o n z e A g e in E u r o p e and t h e I n d o - E u r o p e a n s : 3 5 0 0 - 2 5 0 0 B C » , «Three
786
W a v e s o f t h e K u r g a n P e o p l e i n t o O í d E u r o p e , 4500-2500 B C » y « R e m a r k s o n the E t h n o g e n e s i s o f the
I n d o - E u r o p e a n s in Europe».
29
G i m b u t a s , « T h e First W a v e o f Eurasian Steppe Pastoralists i n t o C o p p e r A g e E u r o p e » .
30
G i m b u t a s , The Goddesses and Gods of Oíd Europe, prefacio.
31
C o m p a r a r el e f e c t o de la invasión i n d o e u r o p e a (aria) sobre la c i v i l i z a c i ó n del valle del I n d o y la asi-
m i l a c i ó n del p a n t e ó n v é d i c o de dioses p o r los p u e b l o s antiguos dravídicos de la India.
3 2
G i m b u t a s , The Goddesses and Gods of Oíd Europe, prefacio.
3 3
Ibid., prefacio.
14
C i t a d o p o r M . J. V e r m a s e r e n , Cybele and Attis, p. 10.
35
J a m e s Mellaart, Earliest Civilizations of the Near East, p . 77.
a j a m e s Mellaart, Qatal H ü y ü k , p. 176.
37
J a m e s Mellaart, «Excavations at Catal H ü y ü k , 1965; Fourth Preliminary R e p o r t » , Anatolían Studies
16, p p . 180-2.
'"Mellaart, Qatal H ü y ü k , p. 117.
39
Hasta h o y , e n el T í b e t los cadáveres se t i e n d e n sobre una roca. Los h u e s o s de la persona muerta se
trituran hasta convertirlos e n p o l v o y la carne se ofrece a los buitres q u e asisten al lugar de e n t e r r a m i e n -
to. E n este ritual, parecido quizás al q u e se practicaba e n Qatal H ü y ü k , el c u e r p o material se ofrece d e
n u e v o al c i c l o de la vida c o m o a l i m e n t o para los buitres.
4,1
Mellaart, Cata! H ü y ü k , p p . 152-3.
41
BufFe J o h n s o n , Lady of the Beasts, p. 62. N o se ofrece referencia alguna d e este c o m e n t a r i o .
4 2
Mellaart, Catal H ü y ü k , pp. 180-201.
43
I b i d . , p . 148.
44
E n griego: megas = «grande»; lithos = «piedra».
4 5
M i r c e a Eliade, The Sacred and the Profane, p . 13 [tr. cast., p . 2 1 ] .
" M i c h a e l D a m e s , The Silbury Treasure, pp. 1 y 42.
47
V e r A l e x a n d e r T h o m , Megalith Sites in Britain.
4 8
G l y n D a n i e l , The Megalith Builders of Western Europe, p. 74.
""Gimbutas, The Language of the Goddess, p . 223 [tr. cast., p . 223].
"'Daniel, o p . cit., p. 100.
51
Eliade, A History of Religious Ideas, v o l . 1, p. 116 [tr. cast., p. 170].
5 2
H e n r i Frankfort y H . A . Frankfort, Befare Philosophy, p . 12, citado en D a m e s , o p . cit.
5 3
E u a n M a c k i e , The Megalith Builders, p. 113.
5 4
D a m e s , o p . cit., p. 58.
55
D a n i e l , o p . cit., p. 82.
56
La a r q u e ó l o g a Jacquetta H a w k e s y sir Leonard W o o l l e y escriben: «Nada p u e d e hacer tambalearse la
e v i d e n c i a de cientos y c i e n t o s de pequeñas efigies de la madre diosa e n arcilla, h u e s o o piedra... Su p r e -
sencia ha sido m e n c i o n a d a repetidas v e c e s en el relato de la aparición y difusión de las c o m u n i d a d e s agrí-
colas primarias», Prehistory and the Beginnings of Civilization, parte II; c i t a d o e n D a m e s , o p . cit.
" V e r los d e s c u b r i m i e n t o s recientes de la dra. R o m a n a U n g e r - H a m i l t o n , Instituto d e A r q u e o l o g í a ,
U n i v e r s i t y C o l l e g e , Londres, q u e han situado dos mil años antes los o r í g e n e s de la agricultura e n el
N e o l í t i c o . La autora ha aportado pruebas que muestran q u e los p u e b l o s de O r i e n t e M e d i o plantaban c e -
reales e n una é p o c a tan temprana c o m o 11.000 a. C . (informe p u b l i c a d o e n The Independent, 21 de j u l i o
de 1988).
'"Eisler, o p . cit., p. 9.
59
G i m b u t a s , The Language of Goddess, p. 321 [tr. cast., p. 321].
6 1 1
C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 8, The Structure and Dynamics of the Psyche, § 729 [tr. cast., § 7 2 9 ] .
787
Capítulo 3
788
''Jane Harrison, Prolegómeno to the Study of Greek Religión, passim.
"Frazer, o p . cit., p. 74.
41
Ibid., p. 69.
42
I b i d . , p. 7 1 .
4 3
Ibid., p. 72.
" I b i d . , p. 31.
" C a m p b e l l , o p . cit., p. 60.
" C a r i K e r é n y i , The Gods of the Greeks, p . 109.
" K e r é n y i , Dionysos, pp. 268-72 [tr. cast., p p . 8 5 - 6 ] .
Capítulo 4
1
Cari K e r é n y i , Dionysos: Archetypal Image of Indestructible Life, p . x x x v [tr. cast., p . 15].
2
H e i n r i c h Z i m m e r , The Art of Indian Asia.
' J o s e p h C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 64.
4
La palabra numen es latina y significa u n «asentimiento», d e r i v a d o del g r i e g o nouein, q u e significa
«asentir c o n la cabeza», y el griego pneuma, q u e significa «aliento», «viento» o «espíritu». Hagion pneuma es
el espíritu santo cristiano. El v o c a b l o numen y su forma adjetival « n u m i n o s o » ha sido analizado p o r R u d o l f
O t t o e n su libro The Idea of the Holy, y p u e d e ser e n t e n d i d o c o l o q u i a l m e n t e c o m o u n «gesto d e asenti
m i e n t o de u n dios», esto es, c u a n d o una presencia divina se c o n v i e r t e e n una realidad viva.
5
J o s e p h C a m p b e l l , Oriental Mythology, p . 12.
6
J o s e p h C a m p b e l l , The Mythic Image, p p . 7 2 - 4 .
' E r i c h N e u m a n n , The Origins and History of Consciousness, pp. 5-170.
"S. N . Kramer, Sumerian Mythology, p. 40. Enlil tiene m u c h o s atributos e n c o m ú n c o n el dios e g i p
c i o S h u y c o n el dios ario Varuna, q u i e n h i z o los tres m u n d o s del c i e l o , la tierra y el aire q u e los separa,
y q u e era su p r o p i o aliento.
' S . N . Kramer, From the Poetry of Sumer, p . 45.
111
R . T . R u n d l e Clark, Myth and Symbol in Ancient Egypt, p. 44.
" I b i d . , p. 65.
12
C a m p b e l l , Occidental Mythology, p p . 117-9.
13
W i l l i a m W . H a l l o y J. A . V a n Dijk, The Exaltation of Inanna.
14
S. N . Kramer, The Sumcrians, p p . 127-8.
15
N e u m a n n , o p . cit., p. 131.
" I b i d . , p. 131.
" C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 7.
'"Mu-cea, A History ofReligious Ideas, v o l . 1, pp. 187-8 [tr. cast., p p . 2 4 9 - 5 1 ] ; v e r t a m b i é n R i a n e Eisler,
Tire Chalice and the Blade, pp. 42-59.
" E l i a d e , o p . cit., v o l . 1, p. 187 [tr. cast., p. 250].
2
" C a m p b e l l , Oriental Mythology, p. 176.
21
C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 121.
- E l i a d e , o p . cit., v o l . 1, p. 191 [tr. cast., p. 253]. C o m p á r e s e t a m b i é n la antigua tradición oral d e la
India védica. Gurdjieff e n el transcurso de sus viajes o b s e r v ó q u e los c u e n t o s h e r o i c o s q u e aún se recita
ban o r a l m e n t e se parecían m u c h o a los antiguos p o e m a s é p i c o s b a b i l ó n i c o s (Ernest S c o t t , The People of the
Secret, capítulo 8).
"Stuart P i g g o t t , Prehistoric India, p. 329.
24
C a m p b e l l , Oriental Mythology, pp. 126-7.
789
25
E l i a d e , o p . cit., v o l . 1, p. 187 [tr. cast., p p . 2 5 0 - 1 ] .
26
I b i d . , v o l . 1, p . 36 [tr. cast., p p . 6 3 - 4 ] . «Entre los asirios iranios y t u r c o m o n g o l e s , las técnicas d e la
caza y las de la guerra se p a r e c e n tanto q u e llegan a confundirse.»
" C a m p b e l l , Occidental Mythology, pp. 21-2.
2
" D . A . M a c k e n z i e , Myths ofBabylonia and Assyria, p. 16.
" K r a m e r , From the Poetry qf Sumer, p . 27.
"'Sir J a m e s G. Frazer, The Golden Bough, v o l . 8, The Spirits of the Com and the Wild, p p . 2 6 1 - 2 .
3 ,
M i r c e a Eliade, The Sacred and the Profane, p. 138 [tr. cast., p . 136].
5 2
N e u m a n n , o p . cit., p. 279.
" J o s e p h C a m p b e l l , Myths to Live By, p . 137.
^ H e s í o d o , Teogonia, citado e n W a l t e r Burkert, Structure and History in Greek Mythology and Ritual, p. 57.
35
C a m p b e l l , Oriental Mythology, p . 72.
36
Edgar W i n d , Pagan Mysteries of the Renaissance, p. 133.
" V e r C a m p b e l l , Primitive Mythology, p p . 151-69, y Frazer, The Golden Bough, v o l . 4, The Dying God;
t a m b i é n Eliade, A History qf Religious Ideas, v o l . 1 [tr. cast., p. 194].
3
" Frazer, The Golden Bough, v o l . 4, The Dying God, p p . 2 1 1 - 2 .
3V
F r a z e r , The Golden Bough, v o l . 9, TThe Scapegoat, p . 227.
"'Ibid., p . 227. V e r su n o t a sobre la crucifixión de Cristo al final de su libro, p p . 4 1 2 - 2 3 .
41
Sir L e o n a r d W o o l l e y , Ur qf the Chaldees, pp. 4 5 - 6 .
4 2
E r i c h N e u m a n n , The Great Mother, parte II.
" M a r i j a G i m b u t a s , The Goddesses and Gods of Oíd Europe, p . 196 [tr. cast., p p . 2 3 0 - 1 ] .
44
Sandars, o p . cit., p. 92.
" H o m e r o , Odisea, 24.
" I b i d . , 24, 6-8 [tr. cast.].
41
Sandars, o p . cit., p . 27.
4
"Ibid., p . 29.
""Ibid., p p . 29-30.
50
Ibid., p. 26.
5
' Ibid.
52
Ibid.
" T r a d u c c i ó n de G. A . R e i s n e r , citado e n j a c o b s e n , The Treasures qf Darkness, p . 137.
54
Ibid., p. 231.
55
C i t a d o e n N e u m a n n , The Origins and History qf Consciousness, p. 56.
" C a m p b e l l , Oriental Mythology, p. 80.
" J o h n Gray, Near Eastem Mythology, p. 56 [tr. cast. del p o e m a e n J. B . Pritchard, La sabiduría del
Antiguo Oriente, Garriga, B a r c e l o n a 1966, p p . 100-1].
" C a m p b e l l , Oriental Mythology, p. 139.
w
Ibid.
"'Jacobsen, o p . cit., p . 77.
" Ibid., p p . 7 7 - 8 .
6 2
D e «El d i á l o g o d e u n h o m b r e c o n su alma», v e r s i ó n de u n p o e m a e g i p c i o c o m p i l a d o p o r las a u t o
ras a partir d e traducciones del papiro d e Berlín 3024. V e r t a m b i é n C a m p b e l l , Oriental Mythology, p. 138,
y Bika R e e d , Rebel in the Soul: A Sacred Texl of Ancient Egypt, N u e v a Y o r k , Inner Traditions International,
1978.
790
Capítulo 5
1
S t e p h e n L a n g d o n señala q u e el signo e m p l e a d o para escribir el n o m b r e de Inanna-lstar, de principio a
fin, representaba p r o b a b l e m e n t e u n c a d u c e o , u n bastón c o n serpientes entrelazadas; Tamuz and Ishtar, p. 87.
2
Frase t o m a d a d e la obra p o é t i c a d e T h o m a s T r a h e r n e , Centuries of Meditations, I, 29.
' L a n g d o n , o p . cit., p. 153.
4
R a p h a e l Patai, The Hebrew Goddess, p . 136.
5
T í t u l o s t o m a d o s de varios m a n u a l e s y p o e m a s .
' T o m a d o de D . W o l k s t e i n y S. N . Kramer, Inanna, Queen ofHeaven and Earth, p . 93.
' L a n g d o n , o p . cit., capítulo 1.
"S. N . Kramer, From the Poetry of Sumer, pp. 11-12.
' V e r S. N . Kramer, i n t r o d u c c i ó n a Sumerian Mythology, y el capítulo 8 « T h e Legacy o f Sumer» en The
Sumerians.
'"Sir L e o n a r d W o o l l e y , The Sumerians, pp. 186-7. La relación c o n la civilización del valle del Indo r e -
sulta clara tras una c o m p a r a c i ó n d e las i m á g e n e s c o m u n e s a ambas, e n particular las relacionadas c o n la
diosa y el dios serpiente. V e r H e i n r i c h Z i m m e r , The Art of Indian Asia.
" E u a n M a c k i e , The Megalith Builders, p. 195.
12
Lord B y r o n , « H e b r e w M e l o d i e s : T h e D e s t r u c t i o n o f Sennacherib».
13
Los sellos cilindricos muestran m u c h o s rasgos q u e n o s o n característicos ni de los ríos y pantanos de
los valles fluviales m e s o p o t á m i c o s ni d e los desiertos de Arabia y Siria.
" Z i m m e r , o p . cit. S ó l o m e d i a n t e una c o m p a r a c i ó n de las i m á g e n e s y la m i t o l o g í a de las diosas y d i o -
ses de India y de S u m e r es posible c o n c l u i r q u e la relación entre a m b o s d e b i ó de ser más estrecha q u e l o
q u e n o r m a l m e n t e se piensa. M i l años después de las invasiones arias (c. 1500 a. C ) , la m i t o l o g í a más a n -
tigua se reafirma.
15
Kramer señala, además, l o siguiente: «Sin e m b a r g o , e n los siglos siguientes el estatus de la m u j e r e n la
sociedad sumeria se deterioró c o n s i d e r a b l e m e n t e , a u n q u e todavía e n t o n c e s podía poseer propiedades y e n
ocasiones comprar y v e n d e r sin consultar a su esposo», From the Poetry of Sumer, p. 27. V e r « T h e Sumerian
W o m a n : W i f e , M o t h e r , Priestess, Goddess», e n D e n i s e S c h m a n d t - B e s e r a t (ed.), The Legacy of Sumer, 1976.
" K r a m e r , From the Poetry of Sumer, p. 27.
17
« N o s v e m o s obligados a c o n c l u i r q u e , por una u otra razón, el papel de la diosa Ki, tierra madre, ha
sido usurpado p o r la divinidad masculina Enlil», ibid., p p . 2 7 - 8 .
' " T o m a d o de «Inanna and the Huluppu-Tree», e n W o l k s t e i n y Kramer, o p . cit.
" K i - N i n h u r s a g , la diosa de la tierra más antigua, es llamada Belit-ili e n acadio. A n , el dios d e los c i e -
los, es A n u o A n u m . Inanna es Istar. N a n n a , dios de la luna, es S u e n o Sin. E n k i , el dios de las aguas del
a b i s m o , es Ea.
211
C a m p b e l l , The Inner Reaches of Outer Space, p. 34. V e r t a m b i é n la obra del m i s m o autor, Oriental
Mythology, p p . 120-1.
21
C i t a d o e n Kramer, From the Poetry of Sumer, p p . 2 9 - 3 0 . Esta traducción, s e g ú n indica Kramer, se b a -
sa e n una e d i c i ó n inédita del t e x t o preparada p o r M i g u e l Civil. C o m p á r e s e c o n las i m á g e n e s , casi i d é n t i -
cas, de u n p o e m a a Afrodita; v e r capítulo 9, p. 404.
2 2
Llamado m o n t e S u m e r u e n la m i t o l o g í a h i n d ú . R e s u l t a llamativa la semejanza fónica entre S u m e r u
y Súmer o Sumer.
" G e r t r u d e L e v y , The Cate of Hom, p. 169.
24
Ciertos autores de la antigüedad clásica tardía c o m e n t a r o n q u e el zigurat de Babilonia estaba p i n t a -
d o de colores q u e representaban las siete regiones de los m u n d o s celestes, una i m a g e n q u e llega hasta la
Divina Comedia de D a n t e (ver L e v y , o p . cit., p. 170, nota).
25
Kramer, From the Poetry of Sumer, p. 43.
791
2,1
Los dioses c ó s m i c o s del p a n t e ó n v é d i c o (ario), y l u e g o los del p a n t e ó n h i n d ú , e x h i b e n u n a marca-
da similitud c o n la tríada sumeria de dioses masculinos: A n , Enlil y E n k i . A n p u e d e ser c o m p a r a d o c o n
Brama, Enlil, c o n Siva y E n k i , c o n V i s n ú . E n k i o Ea p u e d e ser c o m p a r a d o c o n V i s n ú , q u e reposa sobre
los anillos de la gran serpiente. E n el h i n d u i s m o l o q u e m a n t i e n e el u n i v e r s o y c o n s t i t u y e la f u e n t e d e t o -
das las formas creadas es el abrazo c ó s m i c o de la diosa y el dios (ver Z i m r n e r , o p . cit.).
El profesor Wallis B u d g e pensaba q u e tanto los dioses s u m e r i o s c o m o los e g i p c i o s derivaban de una
fuente c o m ú n y extraordinariamente antigua; v e r su obra Títe Gods of the Egyptians, v o l . 1, p. 190. La India
n o debería ser e x c l u i d a de esta e c u a c i ó n , p u e s t o q u e la c i v i l i z a c i ó n del valle del I n d o está vinculada en
m u c h o s aspectos c o n la de S u m e r y, de h e c h o , floreció al m i s m o t i e m p o q u e ésta, entre el tercer m i l e n i o
a. C . y la mitad del s e g u n d o , c u a n d o se v i o interrumpida y r a d i c a l m e n t e alterada p o r las invasiones arias.
La antigua cultura de la diosa se reafirma p o s t e r i o r m e n t e en el rico p a n t e ó n y e n la m i t o l o g í a de los d i o -
ses y diosas h i n d ú e s , así c o m o e n las divinidades del b u d i s m o m a h a y a n a . La m i t o l o g í a india ofrece m u -
c h o s i n d i c i o s para una m e j o r c o m p r e n s i ó n de S u m e r .
" H e n r i Frankfort, Kingship and the Gods, p. 284.
2 8
Kramer, From the Poetry of Sumer, p . 29.
w
S e t o n Lloyd, The Archaeology of Mesopotamia, p p . 117-8.
"'Leonard W i l l i a m K i n g , Legends of Babylonia and Egypt in Relation to Hebrew Tradition, p . 111.
31
V e r Frankfort, o p . cit., p. 284. H a c e referencia al versículo del E v a n g e l i o de M a r c o s (4, 28): «La t i e -
rra da el fruto por sí misma: p r i m e r o hierba, l u e g o espiga, d e s p u é s trigo a b u n d a n t e e n la espiga».
3 2
W o l k s t e i n y Kramer, o p . cit., p. 146.
3 3
U n t e x t o asirio dice: «Débil eras, Asurbanipal, c u a n d o te sacié e n el regazo d e la reina de N í n i v e » ,
L a n g d o n , o p . cit., p. 56.
14
C o m p a r a r c o n las i m á g e n e s de los textos e g i p c i o s , d o n d e H a t h o r e Isis a l i m e n t a n a los reyes: «Tu
madre es la gran vaca salvaje» ( t e x t o de la pirámide 729, citado p o r Frankfort, o p . cit., p . 174). T a m b i é n
la diosa madre de India era una vaca; de ahí p r o c e d e el carácter sagrado d e las vacas e n India.
3 5
S t e p h e n L a n g d o n , Sumerian and Babylonian Psalms, p. 13.
3,1
C o m p á r e s e el hacha d e d o b l e filo q u e s o s t i e n e n la diosa c r e t e n s e y la diosa anatolia C i b e l e s , así c o -
m o la del dios Siva e n la m i t o l o g í a h i n d ú .
" W o l k s t e i n y Kramer, o p . cit., p . 169.
w
H i m n o a Istar, citado e n D . A. M a c k e n z i e , Myths of Babylonia and Assyria, p . 54.
3
' R o b e r t W . R o g e r s , Cuneiform Parallels to the Oíd Testament, p. 126.
4
"Jacobsen, The Treasures of Darkness, p p . 136-7.
41
C o m p á r e s e esta i m a g e n del l e ó n c o n la de la diosa D u r g a d e India.
4 2
V e r los pasajes relativos a esta transformación e n L e v y , o p . cit.
" E n India el h i g o del s i c ó m o r o y el árbol pipal eran los árboles sagrados de la diosa; ver Zimrner, o p . cit.
" L a n g d o n , Tamuz and Ishtar, p. 153.
45
Kramer, From the Poetry of Sumer, p . 92.
" L a n g d o n , Tamuz and Ishtar, p. 155.
47
D e b e n de ser los p r o t o t i p o s d e las Asherim del a n t i g u o T e s t a m e n t o .
" L e v y , o p . cit., p. 95.
" C i t a d o por M . Esther H a r d i n g e n Woman's Mysteries, p. 159.
511
El tantrismo de India p u e d e haber d e s c e n d i d o d e la cultura de la diosa prearia. E n S u m e r p u d o h a -
ber existido u n m é t o d o de i n i c i a c i ó n similar.
51
V e r H a r d i n g , o p . cit., para u n análisis de este ritual.
" W o o l l e y , The Sumerians, p . 108.
" E s t o s n i ñ o s eran llamados «nacidos d e virgen», lo q u e significaría q u e eran hijos de las sacerdotisas
del t e m p l o , tal v e z de la s u m a sacerdotisa.
792
54
W . W . H a l l o y J. J. A . V a n Dijk, The Exaltation of Inanna.
' ' W o l k s t e i n y Kramer, o p . cit., p. 101.
' ' C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 46.
57
Sir J a m e s Frazer, The Golden Bough, vol. 4, The Dying God, p p . 6 9 - 7 6 .
5
* El c m t u r ó n o c i n t o es una de las i m á g e n e s propias de la v i r g e n María.
59
L a n g d o n , Tamuz and Ishtar.
"'Kramer, From the Poetry qf Sumer, p. 86.
"' C o m p á r e s e el papel de Z e u s , «tonante», c o n el de Indra, q u e blande el rayo e n la m i t o l o g í a v é d i c a .
62
Istar era llamada «temible dragón de los grandes dioses». El d r a g ó n , e n tanto q u e serpiente alada, r e ú
n e las antiguas epifanías celeste y acuática de la gran madre neolítica.
M
T h o r k i l d J a c o b s e n , «Pictures and Pictorial Language ( T h e B u r n e y Relief)», e n M i n d l i n y otros (ed.),
Figurative Language in the Ancient Ncar East, Londres, S c h o o l o f Oriental and African Studies, 1987, p . 2.
" K r a m e r , From the Poetry of Sumer, p. 76.
5
" Ibid, p . 76.
""Hallo y V a n Dijk, o p . cit., p. 51.
" C i t a d o e n J a c o b s e n , Tlte Treasures of Darkness, p. 231.
''"Kramer, From the Poetry qf Sumer, pp. 45-6, citando u n e s t u d i o d e G e r t r u d e Farber-Flugge.
w
R o g e r s , o p . cit., p. 162.
" ' T o m a d o de u n h i m n o a Istar, citado en R o g e r s , o p . cit., p . 162.
71
W o l k s t e i n y Kramer, o p . cit., p . 21.
7 2
Kramer, The Sumerians, p p . 174-83.
" K r a m e r , From the Poetry of Sumer, p. 96.
74
L a n g d o n , Tamuz and Ishtar, capítulo 1.
7 5
J a c o b s e n , The Treasures of Darkness, p . 26. C o m p á r e s e c o n las palabras d e Jesús: « Y o soy la vid; v o
sotros los sarmientos. El q u e p e r m a n e c e e n mí y y o e n él, ése da m u c h o fruto; p o r q u e separados de m í
n o p o d é i s hacer nada» (Jn 15, 5).
7
"Ibid.
" E u g e n e G o b l e t d'Alviela, The Migration of Symbols, p. 157. V e r su capítulo acerca del s i m b o l i s m o del
árbol d e la vida.
78
C o m p a r a r la i m a g e n del carnero atrapado en el arbusto c o n la historia del sacrificio de Isaac ( G n 22,
13). El ritual más a n t i g u o del sacrificio de u n «hijo del rey» se transforma aquí e n el sacrificio animal q u e
sustituye al h u m a n o .
7V
Kramer, From the Poetry of Sumer, p. 37.
811
L a n g d o n , Tamuz and Ishtar. Cita extraída de u n m a n u s c r i t o i n é d i t o de Berlín.
"'Jacobsen, o p . cit., p . 33.
8 2
W o l k s t e i n and Kramer, o p . cit., p. 36.
" I b i d . , p. 107.
84
L a n g d o n , Journal of the Royal Asiatic Society.
85
W o l k s t e i n y Kramer, o p . cit., p. 40. C o m p á r e s e c o n el Cantar d e los cantares, « H e entrado en m i
h u e r t o , hermana y n o v i a mía...» (Ct 5, 1).
8
"Ibid., pp. 37 y 39.
8 7
Kramer, History Begins at Sumer, p. 286.
""Wolkstein y Kramer, o p . cit., p. 38.
w
I b i d . , p. 44.
*"H. Frankfort, « T h e B u m e y Relief», en E m s t F. W e i d n e r (ed.), Archívfür Orientforschung, Berlín, v o l .
12, 1937-1939, pp. 128-35. V e r t a m b i é n la n. 91.
" J a c o b s e n , «Pictures and Pictorial Language ( T h e B u r n e y Relief)», e n M i n d l i n y otros (ed.),
793
Figurative Language in the Ancient Near East, Londres, School of Oriental and African Studies, 1987, pp. 4-5.
,2
Wolkstein y Kramer, «The Descent of Inanna», op. cit., p. 7 1 .
w
Ibid., p. 83.
*Tbid., p. 84.
5
* Ibid., p. 87.
%
Ibid., p. 89.
97
Ver sir Leonard Woolley, Excavations at Ur. Los expertos en cultura sumeria han buscado pruebas
del ritual del sacrificio de los reyes y la inmolación de la corte, pero no existen textos relacionados con
dicha práctica.
*" Compárese con la confesión negativa del ritual egipcio de los muertos.
"Compárese con la flagelación de Jesús.
'""Kramer, The Sumerians, p. 151.
"" Campbell, Oriental Mythology, p. 44.
"°Langdon, Tamuz and Ishtar, pp. 166-170. El mes de luto ritual sigue observándose como cuaresma
en el calendario cristiano y como ramadán en el islámico.
103
Wolkstein y Kramer, op. cit., p. 86.
""Kramer, From the Poetry of Sumer, p. 93.
11,5
A este lamento ritual se refería Ezequiel cuando escribió: «Me llevó a la puerta septentrional del
templo de Yahvé; allí estaban sentadas las mujeres, plañendo a Tamuz» (Ez 8, 14). Ezequiel vivía cerca de
Nippur durante el exilio de los hebreos en Babilonia y habría estado familiarizado con los rituales de los
templos babilónicos. Fue ahí donde tuvo su gran visión del templo de Jerusalén.
""Langdon, Tamuz and Ishtar, p. 14.
1117
Adonis fue sepultado en el tronco de un árbol, al igual que Osiris, y arrojado al mar en Biblos.
"*Frazer, The Golden Bough, vol. 4, The Dyíng God, y vol. 5, Adonis, Attis and Osiris.
""Langdon, Tamuz and Ishtar, p. 14.
""Compárese también con la imagen budista del «despertar» de los seres humanos del sueño de la ig-
norancia, avidya. Un dicho budista dice: «¡Incomparables son los Despertar!».
'"Levy, op. cit., pp. 101-2.
1,2
En acadio, Ereshkigal se llama Irkalla, y el inframundo es Arallu. En la cultura hebrea, el mundo
subterráneo es el Sheol; en la cristiana anglosajona hell, término que deriva del nombre de la diosa nórdi-
ca del mundo subterráneo, Hel.
'"James Pritchard, The Ancient Near East, vol. 1, p. 59; ver también Sandars, op. cit., p. 92.
Capítulo 6
'Ver capítulo 4, pp. 183-4; ver también R. T. Rundle Clarke, Myth and Symbol in ancient Egypt, p.
18.
2
Himno del reino Nuevo, citado en Rundle Clark, op. cit., p. 103.
3
Los paralelismos existentes entre esta parte de la historia de Isis y la de Deméter en el himno homé-
rico a Deméter son testimonio de una continuidad directa de la tradición.
4
Estela de París, Louvre, C. 286; citado en Georges Nagel, «The Mysteries of Osiris in Ancient Egypt»,
The Mysteries, Éranos Yearbooks, 2, p. 122.
5
Las fuentes de este mito están en Plutarco, «Isis y Osiris», en Moralia, libro 5, pp. 3 1 - 4 9 ; y en Joseph
Campbell (que se basa en Frazer), Primitive Mythology, pp. 424-7 [hay tr. cast.].
''Texto de las pirámides. Citado en Rundle Clark, op. cit., p. 113.
'Texto de las pirámides, ibid., p. 111.
794
"Pausanias, De Phocis, x, p . 323 [tr. cast. de La Fócide, 10, 32, 18]; citado e n H e n r i Frankfort, Kingship
and the Gods, p. 192.
' R u n d l e Clark, o p . cit., p. 157.
' " T e x t o de la pirámide 1636 b; ibid., p. 188.
" C i t a d o e n Frankfort, o p . cit., p. 190.
12
P l u t a r c o , o p . cit., 366-7, p . 97 [tr. cast., 366 f].
" C i t a d o e n R u n d l e Clark, o p . cit., p p . 125-8.
14
P l u t a r c o , o p . cit., p. 93 [tr. cast., 366 a].
1 5
C i t a d o e n Frankfort, o p . cit., p. 195.
"'Citado e n R u n d l e Clark, o p . cit., p. 119.
" C i t a d o e n Frankfort, o p . cit., pp. 186-7.
'"Plutarco, o p . cit. 367-8, p. 103 [tr. cast., 368 a].
" C i t a d o e n Frankfort, o p . cit., p p . 195-6.
2,1
Plutarco, o p . cit. 368, p . 105 [tr. cast., 368 c ] .
21
Ibid., p. 121 [tr. cast., 371 b - d ] .
^ C i t a d o e n R u n d l e Clark, o p . cit., p. 115.
^ J o s e p h C a m p b e l l , Oriental Mythology, p. 81.
24
Extractos de «Lamentaciones d e Isis y Neftis» (papiro de Berlín 1425), s e g ú n traducción de J a m e s
T e a c k l e D e n n i s , The Burden oflsis, J o h n Murray, Londres, 1910, p p . 2 1 - 7 . C o m p a r a r c o n la traducción de
E. A . Wallis B u d g e , Osiris and the Egyptian Resurrection, v o l . 2, p p . 2 2 2 - 4 0 (citado e n el capítulo 14, p. 663).
V e r t a m b i é n H a r o l d B a y l e y , The Lost Language of Symbolism, d o n d e se señalan las similitudes entre este
t e x t o y el Cantar de los cantares.
" T e x t o de las pirámides 834; citado e n Erich N e u m a n n , The Origins and History of Consáousness, p.
222.
" C i t a d o en Manfred Lurker, The Gods and Symhols of Ancient Egypt, p. 47.
" T o m a d o de D e n n i s , o p . cit., p . 25.
2
" E . A . Wallis B u d g e , The Book of the Dead, Londres, R o u t l e g d e & K e g a n Paul, 1974, p . x v i i .
2 9
T o m a d o de E. A . Wallis B u d g e , The Papyrus of Ani. N u e v a Y o r k , M e t r o p o l i t a n M u s e u m o f Art y
Alfred A . Knopf, Inc., 1976, p. 94.
311
V e r I. E. S. Edwards, Tutankhamun: His Tomb and Its Treasures. N u e v a Y o r k , M e t r o p o l i t a n M u s e u m
o f Art, 1976.
31
T e x t o de las pirámides 2 0 7 - 1 2 , citado en Frankfort, o p . cit., p . 121.
3 2
E . A. Wallis B u d g e , Tlie Gods of the Egyptians, v o l . 1, p. 204.
" P l u t a r c o , o p . cit., p . 131 [tr. cast., 372 e - f l .
M
B u d g e , The Gods of the Egyptians, vol. 1, p. 204.
3 5
T e x t o de las pirámides 1625, citado e n Frankfort, o p . cit., p. 66.
3,1
C i t a d o e n Frankfort, o p . cit., p. 67.
37
H e n r i Frankfort, Ancient Egyptian Religión, p p . 12-3.
38
Ibid., p. 13.
^ V e r Mircea Eliade, The Myth of the Etemal Retum or, Cosmos and History, p p . 1-48 [tr. cast., pp. 13-52].
4 0
R . A . Schwaller d e Lubicz, Symbol and the Symbolic, p . 14.
41
G e o r g e Hart, A Dictionary of Egyptian Gods and Goddesses, Londres, R o u t l e d g e & K e g a n Paul, 1986,
p. 189.
4 2
Frankfort, Ancient Egyptian Religión, p. 7.
4 3
Ibid., p p . 6-7.
44
V e r el detallado análisis de la Paleta de N a r m e r e n C a m p b e l l , Oriental Mythology, pp. 51-8.
45
La i m a g e n p u e d e verse e n V e r ó n i c a Ions, Egyptian Mythology, p. 79.
795
46
La idea análoga de q u e la h u m a n i d a d aporta algo a la divinidad, o , tal y c o m o l o expresa J u n g , de
q u e «dios llega a c o n o c e r s e a sí m i s m o e n el h o m b r e » se explora p o s t e r i o r m e n t e e n el p e n s a m i e n t o g n ó s
tico.
" B u d g e , The Gods of the Egyptians, v o l . 1, p p . 4 2 9 - 3 5 .
" J o h n R o m e r , People of the Nile, p . 167.
4 9
Frankfort, Ancient Egyptian Religión, p. 4.
" R u n d l e Clark, o p . cit., p . 88.
51
C i t a d o e n L u c i e L a m y , Egyptian Mysteries: New Light on Ancient Knowledge, p. 82.
5 2
Frankfort, Ancient Egyptian Religión, p . 17.
" E r i c h N e u m a n n , The Great Mother, p. 223.
" R u n d l e Clark, o p . cit., p p . 28 y 87.
55
M o m i a de S o u t y w e s , n.° 2 6 1 1 m , c. 1100 a. C , L o u v r e .
5 6
L a m y , o p . cit., p. 17.
" I b i d . , p . 17.
w
Ibid.
M
S c h w a l l e r de Lubicz, Le Roi de la Tliéocratie Pharaonique, citado e n L a m y , o p . cit., p. 17.
"'Frankfort, Ancient Egyptian Religión, p. 64.
61
Eliade, o p . cit., p. 92.
6 2
L a m y , o p . cit., p . 51.
" A r t h u r Versluis, Tlie Egyptian Mysteries, Arkana, Londres, p. 15.
" E l i a d e , o p . cit., p. 92.
6 5
L a m y , o p . cit., p. 84.
" ' R e s u m i d o a partir de B u d g e , The Gods of the Egyptians, v o l . 1, p p . 3 7 2 - 8 7 .
" C i t a d o en R u n d l e Clark, o p . cit., p. 189.
*"Ibid., p. 192.
" I b i d . , p p . 194-5.
"Tbid., p . 195.
" Ibid.
7 2
V e r M a r t i n Bernal, Black Alhena.
" C i t a d o en J o a n C . E n g e l s m a n , The Feminine Dimensión of the Divine, pp. 64-6.
74
P a u s a n i a s , c i t a d o e n B u d g e , The Gods of the Egyptians, p. 219.
7 5
A p u l e y o , El asno de oro, p . 228 [tr. cast., 11, 5 ] .
7(
' C i t a d o e n R u n d l e Clark, o p . cit., p. 88.
" A p u l e y o , o p . cit., pp. 2 2 7 - 8 [tr. cast., 11, 3 - 4 ] .
Capítulo 7
' Las citas del Enuma elish están tomadas de L. W . K i n g , The Seven Tablets of Creation, a m e n o s q u e se
i n d i q u e lo contrario. Los escribas de Asurbanipal c o p i a r o n el p o e m a para su b i b l i o t e c a de N i n i v e a partir
de los t e x t o s b a b i l ó n i c o s originales, q u e se guardaban e n la propia B a b i l o n i a [Enuma Elish. Poema babiló
nico de la Creación, e d . y tr. cast. de F e d e r i c o Lara P e i n a d o , Trotta, M a d r i d 1994. El p o e m a Enuma elish (las
dos primeras palabras, Enuma elish, « C u a n d o en lo alto», d i e r o n título a t o d o el p o e m a ) se cita p o r n ú
m e r o de tablilla, 1-7 y E p í l o g o , y de v e r s o ] .
2
Sir James G. Frazer, The Golden Bough, v o l . 4, The Dying God, p . 108. V e r i g u a l m e n t e los m i t o s del
Rig Veda i n d i o , d o n d e el dios Indra derrota a los grandes d r a g o n e s serpiente D a n u y Vritra, su hijo, y li
bera a las aguas aprisionadas, para q u e la tierra v u e l v a a ser fértil tras la terrible sequía del v e r a n o . V e r t a m -
796
b i e n J o h n M i c h e l , City of Revelation, acerca de la c e l e b r a c i ó n anual e n Gran Bretaña del m i t o de san J o r g e
y el dragón.
3
T a m b i é n llamado B e l , q u e , al igual que Baal, significa «señor».
' C i t a d o en J o s e p h C a m p b e l l , Occidental Mythology, p p . 7 8 - 9 . Esta d e s c r i p c i ó n d e M a r d u k se asemeja
e n o r m e m e n t e a la del dios Siva e n la m i t o l o g í a h i n d ú [tr. cast., 1, 8 7 - 1 0 4 ] .
5
T r a d u c c i ó n t o m a d a de T h o r k i l d J a c o b s e n , The Treasures of Darkness, p. 179 [tr. cast., 5, 5 3 - 6 2 ] .
''En algunas versiones M a r d u k es decapitado y la h u m a n i d a d se crea a partir de su sangre. C o m p a r a r
c o n el m i t o v é d i c o en el q u e u n dios (purusha) sacrifica su c u e r p o para dar la existencia al m u n d o [tr. cast.,
6, 1-8, 11-6 y 3 1 - 3 ] .
'Jacobsen, o p . cit., p p . 190-1.
" N . K. Sandars, The Epic of Gilgamesh, pp. 6 2 - 3 [tr. cast., 1, 2, 3 0 - 6 ] .
"King, o p . cit., p p . 131-7.
'"Campbell, o p . cit., p p . 8 0 - 1 .
" C i t a d o e n C a m p b e l l , o p . cit., p. 75.
12
C . G. J u n g . L a m e n t a b l e m e n t e , ha sido i m p o s i b l e localizar esta referencia. V e r capítulo 1, nota 34.
13
L a u r e n s v a n der Post, Jung and the Story of our Time, p p . 2 3 - 4 .
'"Joseph C a m p b e l l , Myths to Live By, p. 140. C o m p a r a r c o n el Mahabharata de India.
"Homero, litada [tr. cast., 6, 4 0 7 - 1 3 , 4 2 1 - 3 , 441-50 y 4 5 4 - 8 ] .
16
Asiría i n t e r v i n o e n Israel y e n Siria c u a n d o Ajaz, rey d e Judá, c o m p r ó su ayuda contra los ejércitos
aliados de d i c h o s países. El p u e b l o del reino d e Israel fue d e p o r t a d o y Judá se c o n v i r t i ó en tributario d e
Asiría.
"Jane Harrison, Prolegomena to the Study of Greek Religión, I n t r o d u c c i ó n , p. x.
" L o r d B y r o n , « H e b r e w M e l o d i e s : T h e D e s t r u c t i o n o f Sennacherib».
" C i t a d o e n j a c o b s e n , o p . cit., p. 231.
211
Ibid., p. 232.
21
Ibid., p. 228, t o m a d o del Poema de Erra, 4, 2 7 - 9 .
2 2
Ibid, p. 232, t o m a d o de Asurbanipal, Anales, 4.
2 3
C i t a d o por C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 214, t o m a d o d e Eduard M e y e r , Geschichte des
Altertums,]. G. C o t t a ' s c h e B u c h h a n d l u n g , Stuttgart - B e r l í n , 1925-1937, v o l . 3, p. 161.
24
M i r c e a Eliade, The Sacred and the Profane, pp. 157-8. [tr. cast., p p . 154-5]
25
C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 8, The Structure and Dynamics of the Psyche, § 326 [tr. cast.].
2 6
V e r J o s e p h C a m p b e l l , The Hero with a Thousand Faces.
2
' C o m p á r e s e c o n la m u e r t e del d r a g ó n serpiente Vritra a m a n o s de Indra en el siguiente h i m n o v é -
dico:
Macho en celo, eligió el Soma; bebió del (Soma) (prensado) en los trikadrukas;
(dios) generoso, tomó el arma arrojadiza; mató a esta (serpiente), la primera nacida (de las serpientes) (Rig Veda, I,
a
32 , estrofa 3) [tr. cast.].
2
"John Gray, Near Eastern Mythology, p. 85.
29
Ibid.
" H i m n o h o m é r i c o a A p o l o , 357-363 [tr. cast.].
31
A p o l o n i o de R o d a s , The Voyage of the Argo, p p . 150-1 [tr. cast., 4, 143-63].
3 2
• C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 14, Mysterium Coniunctionis, § 756 [tr. cast., § 410].
3 3
C o m p a r a r c o n los h i m n o s v é d i c o s correspondientes a las epifanías similares de los dioses celestes e n
la India aria.
34
J o h n A . Phillips, Eve: The History of an Idea, p. 7.
797
Capítulo 8
1
W a l t e r Burkert, Greek Religión, p . 48.
2
J a n e Harrison, Prolegómeno to the Study of Greek Religión.
' T r a d u c c i ó n d e j u l e s Cashford e n Harvest, 1988.
4
H e s í o d o , citado e n R i a n e Eisler, The Chalice and the Blade, p. 108 [ver Eurípides, Melanipa la sabía,
f r a g m e n t o 484, 1-2, e d i c i ó n de A . N a u c k , Tragicorum Graecorum Fragmenta, ( O l m s , H i l d e s h e i m 1964)].
5
E s q u i l o , Las Coéforas, 127 [tr. cast., 127-9].
' E s q u i l o , Las Euménides, 1-2 [tr. cast., 1-2].
' J o s e p h C a m p b e l l , The Hero urith a Thousand Faces, p. 13.
" R o b e r t Graves, Greek Myths, p p . 2 7 - 8 [tr. cast., pp. 2 9 - 3 3 , e s p e c i a l m e n t e 30-1 y 3 3 ] .
'Pausanias, 8, 2, 4; citado e n Harrison, o p . cit., p. 263 [tr. cast., 8, 1, 4 ] .
"'Graves, o p . cit., p p . 30-1 [tr. cast., p p . 3 3 - 4 ] .
" I b i d . , p p . 30-1 [tr. cast., p p . 3 3 - 4 ] ,
" H e s í o d o , Teogonia, 116-41 [tr. cast., 116-39].
" I b i d . , 176-218 [tr. cast., 1 7 6 - 8 7 ] .
"Pausanias 10, 12, 10; citado e n Harrison, o p . cit., p. 263.
" H e s í o d o , Trabajos y días, 225 [tr. cast., 2 3 2 - 3 ] . V e r F. M . C o n f o r d , From Religión to Philosophy.
" S ó f o c l e s , Edipo rey, 2 4 - 8 [tr. cast.].
" I b i d . , 9 7 - 1 0 0 [tr. cast.].
'"Ibid., 313 [tr. cast.].
" C a r i K e r é n y i , Zeus and Hera: Archetypal Image ofFather, Husband and Wife, p . 135.
^'Marija G i m b u t a s , The Goddesses and Gods of Oíd Europe, p. 149 [tr. cast., p . 172].
21
Ibid., p p . 149-50 [tr. cast., p p . 1 7 2 - 3 ] .
22
P a r a u n análisis más c o m p l e t o de esta c e r e m o n i a , ver K e r é n y i , o p . cit., p p . 141-7.
2 1
H o m e r o , Ilíada, 14, 3 4 6 - 5 3 [tr. cast.].
24
I b i d . , 14, 213 [tr. cast.].
25
Harrison, o p . cit., p. 316.
2<l
K e r é n y i , o p . cit., p. 123.
2 7
H o m e r o , Ilíada, 8, 477-81 [tr. cast.].
^ V i r g i l i o , Eneida, 7, 312 [tr. cast.].
29
K e r é n y i , o p . cit., p. 125.
"'E. Gerhard, Etruskisches Spiegel, v o l . 1, p. 60.
" B u r k e r t , o p . cit., p. 131 [tr. cast. d e la cita d e Pausanias, Descripción de Grecia, La Fócide, 10, 12, 10].
" H o m e r o , Ilíada, 8, 18-26 [tr. cast., 8, 19-27].
" K e r é n y i , o p . cit., p p . 3 - 2 0 .
" J a m e s H i l l m a n , «And H u g e is U g l y » , en J o h n B u t t o n (ed.), The Green Fuse, p. 192.
35
H e s í o d o , Teogonia, 209 [tr. cast.].
* H o m e r o , Odisea, 9 [tr. cast., 9, 366].
" T o m a d o d e j u l e s Cashford en Harvest, 1987 [tr. cast., h i m n o 2 7 ] .
38
E s q u i l o , Agamenón, 133 [tr. cast., 140-3].
39
E s q u i l o , f r a g m e n t o , 342.
" " H o m e r o , Odisea, 6, 102-8 [tr. cast.].
41
Harrison, Thcmis, p. 144.
4 2
H o m e r o , Ilíada, 5, 5 1 - 2 [tr. cast.].
43
I b i d . , 2 1 , 4 8 3 - 4 [tr. cast.].
" E u r í p i d e s , Hipólito, 165-8 [tr. cast., 165-9].
798
4 5
G i n e t t e Paris, Pagan Meditations, p. 119. V e r t a m b i é n su d i s c u s i ó n sobre el aborto c o m o sacrificio a
Artemis, p p . 139-48.
" G i m b u t a s , e n The Goddesses and Gods of Oíd Europe, p. 200, observa q u e «en la c u e v a de Acrotiri,
cerca de la antigua K y d o n i a se celebra el 2 de febrero u n festival e n h o n o r d e Panagia (María)
Arkoudiotissa ("la del oso")» [se ofrece la tr. cast., p . 232].
47
Burkert, o p . cit., p . 151.
4
* D . H . L a w r e n c e , Women in Love, P e n g u i n Classics, H a r m o n d s w o r t h , 1950.
" E u r í p i d e s , Hipólito, 7 1 - 8 [tr. cast.].
5,1
Ibid., 9 4 - 5 [tr. cast., 91 y 93].
51
Ibid., 102-3 [tr. cast., 103-4].
52
B u r k e r t , o p . cit., p p . 151-2.
" E s q u i l o , f r a g m e n t o , 170.
" S ó f o c l e s , Traquinias, 214 [tr. cast.].
55
H a r r i s o n , Themis, p . 502.
M
C a r l K e r é n y i , The Héroes of the Greeks, p. 146.
" T á c i t o , citado e n Barbara Walker, The Woman's Encyclopaedia of Myths and Secrets, p. 59.
'"Ibid., p . 59.
W
E . Cassirer, The Philosophy of Symbolic Forms, v o l . 2, p . 218 [tr. cast., v o l . 2, p . 248]. V e r t a m b i é n
N e u m a n n , The Origins and History of Consciousness, p. 369.
" ' H i m n o h o m é r i c o a A t e n e a , t o m a d o de Jules Cashford [tr. cast.].
" V e r Cari K e r é n y i , Athene: Virgin and Mother in Greek Religión, p p . 17-8. T a l y c o m o l o expresa
Plutarco, «los griegos o p i n a n c o r r e c t a m e n t e y c r e e n q u e el animal consagrado a Afrodita es la p a l o m a , la
serpiente a A t e n e a , el c u e r v o a A p o l o y el perro a Artemis». «Isis y Osiris», 165 [tr. cast., 3 7 9 d ] .
2
" H e s í o d o , Teogonia, 5 2 - 3 [tr. cast., 886-97, 8 9 9 - 9 0 0 y 9 2 4 - 7 ] ,
"J. J. B a c h o f e n , Myth, Religión and Mother Right.
" H a r r i s o n , Prolegomena to the study of Greek Religión, p . 303.
65
E s q u i l o , Las Euménides, 658-66 [tr. cast.]. V e r el análisis de R i a n e Eisler e n The Chalice and the Blade,
pp. 7 8 - 8 9 .
66
E s q u i l o , Las Euménides, 7 3 6 - 8 [tr. cast.].
" H a r r i s o n , Prolegomena, p. 304.
" G i m b u t a s , o p . cit., p . 148. [se ofrece la tr. cast., p. 171]
" H u l m á n , o p . cit., p . 190.
" K e r é n y i , Athene, p. 7.
71
W a l t e r F. O t t o , The Homeric Gods, p. 54 [tr. cast., p . 67].
" H o m e r o , litada, 1, 193-200 [tr. cast.].
n
litada, 23, 315-7 [tr. cast.].
74
J o s e p h C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 154.
" I b i d , p . 154.
" H a r r i s o n , Prolegomena, p. 187.
" G r a v e s , o p . cit., p p . 17 y 244 [tr. cast., pp. 19, 295 y 303].
7
* H i m n o h o m é r i c o a A t e n e a , t o m a d o de Jules Cashford [tr. cast., h i m n o 2 8 ] .
" B u r k e r t , o p . cit., p. 142.
Capítulo 9
1
Primer h i m n o h o m é r i c o a Afrodita, t o m a d o de Jules Cashford, Harvest, 1987 [tr. cast., h i m n o 6].
799
2
S e g u n d o h i m n o h o m é r i c o a Afrodita [tr. cast., h i m n o 5, 6 8 - 7 4 ] .
' H o m e r o , Ilíada, 14, 2 9 4 - 6 [tr. cast., 14, 198-9, 214-7 y 2 9 4 - 6 ] .
4
E u r í p i d e s , Medea, 844 [tr. cast., 8 4 0 - 6 ] .
5
E r i c h N e u m a n n , The Great Mother, p. 145: « c o n el desarrollo del patriarcado, la gran diosa se ha c o n -
v e r t i d o e n la diosa del a m o r , y el p o d e r de l o f e m e n i n o ha sido r e d u c i d o al p o d e r de la sexualidad».
" H e s í o d o , Teogonia, 189-99 [tr. cast., 190-9].
7
Esquilo, Danaides [Fragmento 44, 1-7, ed. de Stefan Radt, Tragicorum Graecorum Fragmenta,
V a n d e n h o e c k & R u p r e c h t , G o t i n g a 1985].
"Jane Harrison, Prolegómeno to the Study qf Greek Religión, p . 312.
' H o m e r o , Odisea, 8 [tr. cast., 8, 3 6 1 - 6 ] .
'"Edgar W i n d , Pagan Mysteries in the Rcnaissance, p . 125.
" G i n e t t e París, Pagan Meditations, p. 18.
12
Ibid.
" E u r í p i d e s , Hipólito, 555 [tr. cast., 564].
'" Harrison, o p . cit., p. 308.
" S i r James G. Frazer, The Golden Bough, v o l . 5, Adonis, Attis, Osiris, p . 32. V e r t a m b i é n Martin Bernal,
Black Athena, p . 127.
"'Harrison, o p . cit., p. 565.
" I b i d . , p p . 292-300.
'"Eurípides, Hipólito, 5 2 8 - 3 2 [tr. cast., 5 2 5 - 3 5 ] .
" P l a t ó n , Banquete [tr. cast. de Luis Gil, Labor, B a r c e l o n a 1994],
211
Eurípides, Hipólito, 1268-79 [tr. cast., 1268-81].
21
Frazer, o p . cit., p. 257.
2 2
H o m e r o , Ilíada, 5, 500-1 [tr. cast.].
3
G . E . M y l o n a s , Eleusis and the Eleusinian Mysteries: « P o d e m o s asumir q u e la tradición e n general si-
túa la i n t r o d u c c i ó n del c u l t o de D e m é t e r e n la segunda m i t a d del siglo XV a. C » , p . 14. V e r E u g e n e
G o b l e t d'Alviella, The Mysteries of Eleusis, p. 7 y M i r c e a Eliade, A History of Religious Ideas, v o l . 1, p. 294:
«Los Misterios se celebraron e n Eleusis durante casi 2.000 años».
2 4
H e s í o d o , Teogonia, 969-71 [tr. cast.].
2 5
Harrison, o p . cit., p. 564, nota 3.
-'"Homero, Odisea, 5, 125 [tr. cast., 5, 126-9].
27
« T o d o s los comentaristas c o i n c i d e n e n q u e el h i m n o relata sucesos q u e o c u r r i e r o n m u c h o antes de
su c o m p o s i c i ó n . El p r i m e r santuario fue c o n s t r u i d o en el siglo XV a. C.», M y l o n a s , o p . cit., p. 4 1 .
28
Walter F. O t t o , Tlie Homeric Gods, p . 36.
2 9
Harrison, o p . cit., p. 158.
•"'Tomado d e Jules Cahsford [tr. cast. del h i m n o h o m é r i c o a D e m é t e r , 1-104].
" B e m a l , o p . cit., p p . 118-9.
" H a r r i s o n , o p . cit., p. 567.
3 3
Ibid., p. 121.
34
W a l t e r Burkert, Greek Religión, p . 245.
35
W . F. O t t o , « T h e M e a n i n g o f the Eleusinian Mysteries», en The Mysteries: Papers from the Éranos
Yearbooks, 2, p . 19.
v
' Harrison, o p . cit., p. 122.
37
Ibid., p. 124.
w
Plutarco, Isis y Osiris, p. 161 [tr. cast., 378 d ] .
3
' B u r k e r t , o p . cit., p. 286 [tr. cast. d e C l e m e n t e d e Alejandría, Protréptico 2, 2 1 , 2 ] .
" I b i d . , p. 286.
800
" Harrison, o p . cit., p. 543.
" M y l o n a s , o p . cit., p . 264 [tr. cast. de C l e m e n t e de Alejandría, Protréptico 2, 12, 2 ] .
4
' P . Foucart, Les Mystéres d'Eleusis, Paris, 1914, pp. 329 y ss.
" K e r é n y i , Eleusis, p. 80.
45
S ó f o c l e s , fragmento de Triptólemo; citado e n Burkert, o p . cit., p . 298.
" P í n d a r o , fragmento 137a; citado e n Burkert, o p . cit., p . 289 [tr. cast., fragmento 139].
" H a r r i s o n , o p . cit., p . 563.
" G o b l e t d'Alviella, o p . cit., p. 26 [tr. cast. de C l e m e n t e d e Alejandría, Protréptico 2, 15.3].
" K e r é n y i , o p . c i t . , p. 27.
511
Harrison, o p . cit., p p . 563-4.
51
K e r é n y i , o p . cit., p. 9 2 .
" K e r é n y i , o p . cit., p. 27.
" H a r r i s o n , o p . cit., p . 555.
54
K e r é n y i , o p . cit., p. 27.
55
Ibid., p. 128.
56
Eurípides, Hipsípila, fragmento 757.
" C i t a d o p o r Harrison, o p . cit., p. 549.
" G o b l e t d'Alviella, o p . cit., p . 65.
5
' I b i d . , p. 65.
Capítulo 10
1
Orphei Hymni, G. Q u a n d t (ed.), Berlín, 1941; citado e n M . J. V e r m a s e r e n , Cybele and Attis, p. 10.
2
T r a d . de Jules Cashford, Harvest, v o l . 35, 1989-1990, p. 209 [tr. cast., 1-5].
' S ó f o c l e s , Filoctetes, 391, citado e n V e r m a s e r e n , o p . cit., p. 81 [tr. cast., 3 9 1 - 3 ] .
4
V e r m a s e r e n , o p . cit., p . 36.
5
Ibid., p. 49.
"G. B . Pighi, La poesía religiosa romana, B o l o n i a 1958, citado e n V e r m a s e r e n , o p . cit., p . 87.
'Juliano, Orat., G. R o c h e f o r t (ed.), 5, 159a, París 1963; citado e n V e r m a s e r e n , p. 32 [tr. cast., 8, 1, 159
a-b].
"Walter Burkert, Structure and History in Greek Mithology and Ritual, p. 103.
' V e r m a s e r e n , o p . cit., p. 22.
10
Ibid., p. 24.
"Ibid.
l2
L e o n a r d W o o l l e y , Ur qf the Chaldees, p. 57, y Arthur Evans, Tlte Palace of Minos, v o l . 4i, p. 348.
" E . O . James, The Cult of the Mother Goddess, p. 87.
14
V e r m a s e r e n , o p . cit., p. 24.
15
Ibid., p. 39.
"'Lucrecio, De rerum naturae, C. Bailey (ed.), 2, 6 0 0 - 9 , O x f o r d , 1947, citado en J a m e s , o p . cit., p. 170
[La naturaleza, 2, 600-10, tr. cast.].
" V e r m a s e r e n , o p . cit., p . 27.
'"Virgilio, Eneida,\0, 2 5 2 - 3 , citado e n V e r m a s e r e n , o p . cit., p. 86 [tr. cast.].
"Juliano, 6, 112, citado e n V e r m a s e r e n , o p . cit., pp. 86-7 [tr. cast., 8, 6, 166a].
211
Pighi, o p . cit., citado e n V e r m a s e r e n , o p . cit., p . 87.
21
V e r m a s e r e n , o p . cit., p p . 7 2 - 3 .
2 2
Pamela Berger, The Goddess Obscured, pp. 3 3 - 4 .
801
2 3
Ibid., p . 38.
24
B u r k e r t , o p . cit., p p . 104-5.
25
V e r m a s e r e n , o p . cit., p . 109.
26
Ibid., p . 110.
27
El m i e m b r o d e Osiris tenía u n a f u n c i ó n similar.
^Jane Harrison, Themis, p . 26.
^ B u r k e r t , o p . cit., p . 103.
'"James, o p . cit., p . 166.
3,
B u r k e r t , o p . cit., p. 104.
32
F r a n z C u m o n t , The Mysteries of Mithra, p . 179.
" L a i m a g e n de Lázaro n o s v i e n e a la m e n t e .
34
Furruco M a t e r n o (De errore profanarum religionum), se expresa así e n el 350 d. C . acerca d e las falsas
doctrinas de la r e l i g i ó n pagana; citado e n V e r m a s e r e n , o p . cit., p . 116.
3 5
W i l l i a m A n d e r s o n , The Rise of the Gothic, p. 108.
36
Ibid., p . 109. V e r t a m b i é n su Green Man.
3 7
H e n r y C o r b i n , Creative lmagination in the Sufism of Ibn Arabi, p p . 5 5 - 6 7 . I b n Arabi fue el discípulo
d e Khidr, t a m b i é n l l a m a d o «el i m a m o c u l t o » . P u e d e c o n c e b i r s e c o m o el guía interior e invisible del v i -
d e n t e y del m í s t i c o , q u e personifica la esencia m i s m a de su ser. C o r b i n escribe q u e Khidr «se asocia, cier-
t a m e n t e , c o n cada a s p e c t o del v e r d o r d e la naturaleza» y q u e esto a su v e z está v i n c u l a d o c o n «un m o d o
especial de p e r c e p c i ó n q u e la presencia de Khadir implica, u n m o d o d e p e r c e p c i ó n q u e g o z a de la e x -
traordinaria p r e e m i n e n c i a o t o r g a d a al c o l o r v e r d e e n el islam». El c o l o r del c e n t r o s u p r e m o del ser del
h o m b r e , el «misterio d e misterios», es v e r d e . Es interesante t e n e r esto e n c u e n t a al e x a m i n a r la v i s i ó n de
J u n g del Cristo v e r d e .
38
C . G. J u n g , e n sus Collected Works, v o l . 13, Alchemical Studies, § 267, cita el siguiente pasaje d e un
tratado a l q u í m i c o q u e describe a M e r c u r i o :
Y o contengo la luz de la naturaleza; soy oscuridad y luz; procedo del cielo y de la tierra; soy conocido, y, a la vez,
no existo en absoluto; en virtud de los rayos del sol todos los colores brillan en mí, y todos los metales. Soy el car-
bunclo del sol, la más noble y purificada tierra, mediante la que puedes cambiar cobre, hierro, estaño y plomo en oro.
3 ,
C . G. J u n g , Memories, Dreams and Reflections, p . 201.
" J a n e Harrison, Prolegómeno to the Study of Greek Religión.
41
Ibid., p . 489.
4 2
V e r m a s e r e n , o p . cit., p p . 121-3.
" J u l i a n o , 3 , 106, citado e n V e r m a s e r e n , o p . cit., p. 87 [tr. cast., 8, 3 , 161 c ] .
44
Harrison, Prolegomena, p . 573.
4 5
Ibid., p. 534:
Por una desgraciada casualidad nuestras principales pruebas acerca del matrimonio sagrado de los misterios nos lle-
gan de manos de los padres de la Iglesia; sus imaginaciones llenas de prejuicios ven en su maravilloso simbolismo sólo
el testimonio de una licencia desenfrenada. Podemos y debemos rechazar sus impuras interpretaciones, pero no tene-
mos razones para dudar de la exactitud sustancial de sus afirmaciones en lo que se refiere a los procedimientos rituales.
Predicaban para personas que habían sido iniciadas en los mismos misterios que describen, y cualquier afirmación erró-
nea referente al ritual hubiera desacreditado su enseñanza.
" I b i d . , p p . 5 3 5 - 6 [tr. cast. de C l e m e n t e de Alejandría, Protréptico 2, 15, 3 ] .
47
Ibid., p. 535.
"* Harrison, Tliemis, p p . 54-5 [ D i o d o r o S í c u l o 5, 7 7 ] .
4 9
Gertrude L e v y , The Gate of Hom, p . 293.
802
Capítulo 11
803
" V e r el análisis d e Frye e n The Great Code, p. 143.
31
Kramer, o p . cit., p. 189.
32
S a n d a r s , o p . cit., p. 63 [tr. cast., 1, 2, 3 5 - 7 ] .
3 3
H o o k e , o p . cit., p. 126.
34
Ibid., p p . 125-6.
35
J a m e s B . Pritchard, The Ancient Near East, v o l . 1, p . 234.
3 6
V e r los extractos d e The Burden of Isis en el capítulo 6, p p . 2 4 0 - 1 , y capítulo 6, nota 24.
3 7
El t e x t o m a s o r é t i c o e q u i v a l e n t e al versículo 3 del m i s m o pasaje dice: «un h o m b r e de d o l o r e s y fa-
miliarizado c o n la enfermedad». Los versículos 10-12, q u e s i g u e n e n el t e x t o m a s o r é t i c o , e v o c a n la i m a -
g e n de J o b , «el siervo sufriente».
" M i r c e a Eliade, A History of Religious Ideas, p. 172.
3
' O w e n Barfield, Saving the Appearances, p . 111.
« I b i d . , p. 110.
41
W i l l i a m Shakespeare, La tempestad, III, ii.
" B a r f i e l d , o p . cit., p. 109.
4 3
Ibid., p . 113.
" G e r h a r d v o n R a d , Oíd Testament Theology, p. 11.
4 5
M e r l i n S t o n e , The Paradise Papers, p p . 119, 128-30.
" B a r f i e l d , o p . cit., p. 109.
" R a p h a e l Patai, The Hebrew Goddess, p . 28.
4
" Ibid., pp. 2 8 - 9 .
4
"Ibid., p. 30.
" E l a i n e Pagels, « T h e Suppressed G n o s t i c F e m i n i s m » , The New York Review, 16, n.° 8, n o v i e m b r e 22,
1979, 4 2 .
51
Graves y Patai, o p . cit., p . 28 [tr. cast., p. 2 6 ] .
52
I b i d . , p. 28 [tr. cast., p . 2 6 ] .
5 3
C . G. J u n g , Letters, v o l . 2, p. 434.
54
J a n e Harrison, Themis, p . 28.
" P a t a i , o p . cit., p. 86.
"Tlan H a l e v i , A History of the Jews, p. 37.
Capítulo 12
1
Han H a l e v i , A History of the Jews, p . 45.
2
G e r h a r d v o n R a d , Oíd Testament Theology, v o l . 1, y M i r c e a Eliade, A History of Religious Ideas, v o l .
1, p. 186.
3
R a p h a e l Patai, The Hebrew Goddess, p. 29.
4
Ibid., p p . 2 5 - 6 .
5
Ibid., p. 69.
'Tbid., p . 94. Su c o n c l u s i ó n se basa en los estudios sobre el arca h e c h o s p o r Gress y M o r g e n s t e r n . V e r
la bibliografía e n Tifie Hebrew Goddess.
7
Ibid., p p . 9 4 - 5 .
"Ibid., p . 69.
"Ibid., p . 70.
'"Ibid., p. 7 1 .
" E s m u y interesante q u e , e n su análisis de la tetrada cabalística, Patai señale q u e las cuatro deidades
804
cananeas del p e r í o d o —El, Aserá, A n a t y Baal, el padre, la madre, la hija y el hijo— reaparezcan e n la l i t e -
ratura cabalística m e d i e v a l c o m o los cuatro e l e m e n t o s d i v i n o s del T e t r a g r á m m a t o n , Y a h v é ( Y H W H ) , el
n o m b r e de D i o s . Los cuatro e l e m e n t o s s o n Sabiduría (Hokmá), E n t e n d i m i e n t o (Bina), Belleza (Tiferet) y
R e a l e z a (Malkut), identificados r e s p e c t i v a m e n t e c o n el padre, la m a d r e , el hijo y la hija. V e r la «tetrada
cabalística» e n Patai, o p . cit., p. 116.
,2
G e r h a r d v o n R a d , Oíd Testament Theology, v o l . 1, y M i r c e a Eliade, A History of Religious Ideas, v o l .
1, p . 186.
"Patai, o p . cit., p . 61.
14
Ibid., p . 6 1 .
1 5
J o h n Gray, Near Eastern Mythology, p. 87.
"Patai, o p . cit., p . 54.
" L a w r e n c e B u r d i n - R o b e r t s o n , The Goddesses of Chaldea, Syria and Egypt, p . 125.
18
Ibid., p . 126.
"Patai, o p . cit., p . 57.
2
" O w e n Barfield, Saving the Appearances, p. 111.
21
Patai, o p . cit., p. 85.
2 2
Ibid., p. 4 1 .
2 3
Ibid., p. 51.
24
Barfield, o p . cit., p. 149.
25
N o r t h r o p Frye, The Great Code, p . 152.
M
J o s e p h C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 127.
2 7
E d m u n d L e e c h y D . Alan A y c o c k , « W h y did M o s e s have a Sister?» e n Structuralist Interpretations of
Biblical Myth, p p . 33-66.
2
" Patai, o p . cit., p p . 98 y 287.
25
Ibid., p . 287.
" I b i d . , p. 288.
3
' C a m p b e l l , o p . cit., p . 138. C o m e n t a más adelante q u e «mientras en otros lugares el principio d e la
vida divina es s i m b o l i z a d o p o r u n i n d i v i d u o d i v i n o ( D u m u z i - A d o n i s - A t i s - D i o n i s o - C r i s t o ) , e n el j u d a i s -
m o la historia mítica del p u e b l o de Israel lleva a cabo la f u n c i ó n q u e e n otros cultos c o r r e s p o n d e a una
e n c a r n a c i ó n o manifestación de D i o s » (p. 139).
3 2
Frye, o p . cit., p. 107.
3 3
R a d , i n t r o d u c c i ó n a Wisdom in Israel, p. 9.
" C i l i n d r o de G u d e a A , trad. de ScharfFy M o o r t g a t , abreviado; citado p o r C a m p b e l l , o p . cit., p. 118
[columnas 3-8; hay tr. cast., Himno al Templo Eninnu].
35
C i t a d o e n J o a n C . E n g e l s m a n , Tlie Feminine Dimensión of the Divine, pp. 6 4 - 6 .
36
I b i d . , p . 75.
37
V e r The Burden of Isis, trad. de James T e a c k l e D e n n i s , L o n d o n , J o h n Murray, 1910; ver t a m b i é n el
capítulo 6, p p . 282-3, y n. 24.
38
Henry Vaughan, «The Night».
w
G. R . M e a d , Tlie Wedding Song of Wisdom.
40
C . G. J u n g , Collected Works, vol. 9ii, Aion, § 303 y 308.
41
S a m u e l T a y l o r C o l e r i d g e , Biographia Literaria, p. 139.
Ellos y sólo ellos pueden adquirir la imaginación filosófica, el poder sagrado de la intuición orientada hacia el pro-
pio yo; sólo los que son capaces de interpretar y entender en su fuero interno el símbolo, que las alas de la süfide ce-
leste se están formando dentro de la piel de la oruga; sólo aquellos que sienten en sus propios espíritus el mismo ins-
tinto que impele a la crisálida de la mosca de cuernos a dejar sitio en el involucrum para las antenas que están por brotar.
¡Saben y sienten que lo potencial labora dentro de ellos mientras lo actual labora sobre ellos!
805
Capítulo 13
806
" I b i d . , p. 9.
34
E n el t e x t o m a s o r é t i c o está traducido c o m o « m o n s t r u o de la n o c h e » .
3 5
R a p h a e l Patai, The Hebrew Goddess, p. 230.
3 6
Ibid., p. 224.
37
Zohar, 1, 19b, citado e n Patai, o p . cit., p. 237.
* Phillips, o p . cit., p. 104.
" F i l ó n de Alejandría, Hypothetica, capítulo 11, versos 14-7 en F. H . C o l s o n y G. H . W h i t a k e r (trads.),
Filón, v o l . 10; citado por Phillips, o p . cit., p. 5 1 .
40
Zohar, 3 , 19a.
41
« T h e T e s t a m e n t o f R e u b e n » , H . F. D . Sparks (ed.), The Apocryphal New Testament, p . 519.
4 2
T a n t o el l e ó n c o m o el dragón s o n i m á g e n e s de la diosa m a d r e .
4 3
G i n z b e r g , o p . cit., p. 67.
44
Phillips, o p . cit., p. 57.
45
L u t e r o , Lectures on Génesis, capítulo 1-5, p. 151, citado e n Phillips., o p . cit., p . 58.
* W h i t m o n t , o p . cit., p . 124.
47
V e r P e t e r B r o w n , The Body and Society, e n relación c o n la p o s i c i ó n d e las mujeres e n la s o c i e d a d
cristiana temprana..
48
H e s í o d o , Trabajos y días, trad. H . G. E v e l y n - W h i t e , p p . 55-77 [tr. cast., 5 7 - 6 9 y 8 0 - 3 ] . Harrison c o
m e n t a l o siguiente respecto del p o e m a de H e s í o d o :
A través de toda la magia de un poeta, él mismo sobrecogido y hechizado por la visión de una mujer bella, brilla
la fea malicia de la intención teológica. Zeus el padre no quiere tener ninguna gran diosa tierra, a la vez madre y don
cella... pero esta figura «es» desde el principio, de forma que la vuelve a construir (Jane Harrison, Prolegomena to the
Study of Greek Religión, p. 285).
49
H e s í o d o , Trabajos y días, 94-100 [tr. cast., 94-101].
5 0
H e s í o d o , Teogonia, 590 [tr. cast.].
51
Jane Harrison, «Pandora's B o x » , Journal of Hellenistic Studies, 20, p p . 108-9.
" H e s í o d o , Teogonia, 5 7 3 - 9 0 [tr. cast., 573-84].
5 3
Ibid., 585-90 [tr. cast.].
54
T e r t u l i a n o , De corona militis, citado en Phillips, o p . cit., p . 2 1 .
55
J u a n C r i s ó s t o m o (347-407 d. C . ) , In Mattheum homilía, x x x i i , Ex capita, x i x (a), M i g n e , Patrología
Graeca, v o l . 56, p. 803; citado e n Phillips, o p . cit., p. 22.
56
P h i l l i p s , o p . cit., p. 20.
57
Se p u e d e observar una síntesis o p r o c e s o de abstracción similar e n el s i m b o l i s m o astrológico d e
A c u a r i o , el portador del agua, q u e e n las i m á g e n e s más antiguas del z o d i a c o (p. ej., el z o d i a c o del siglo II
del t e m p l o de D e n d e r a h , y el z o d i a c o del siglo XI de Y o r k , Inglaterra) lleva las dos vasijas d e la vida y la
m u e r t e . E n los z o d i a c o s posteriores el portador del agua lleva s ó l o una vasija, y la riqueza del s i m b o l i s m o
original se pierde.
s
" D o r a y E r w i n Panofsky, Pandora's Box, p. 12 [tr. cast., p . 25].
59
C o m p a r a r la iconografía relacionada c o n la jarra e n la figura d e la v i r g e n María, el recipiente sella
d o , y la vasija o jarra de aceite q u e sostiene María Magdalena; t a m b i é n el r e c i p i e n t e a l q u í m i c o en la al
quimia; todas ellas albergan la m i s m a i m a g e n de c o n t e n c i ó n q u e la urna de Pandora.
6 0
A p u l e y o , El asno de oro, p p . 14-26, Panofsky, o p . cit., p p . 17-9 [tr. cast., pp. 3 0 - 1 ] .
61
T o m á s de A q u i n o , Summa Theologiae, 1, 93, 4 ad. 1; citado e n Marina W a r n e r , Alone of All Her Sex,
p. 179.
" T o m á s de A q u i n o , o p . cit., la, 92, i; citado en Phillips, o p . cit., p . 35.
" J o h n M i l t o n , Paradise Lost, 4, 299.
"James H i l l m a n , The Myth of Analysis, pp. 217-8. S i m o n e de B e a u v o i r c o m e n t a acerca de esto m i s m o :
807
La humanidad es masculina y el hombre define a la mujer no en sí misma sino como entidad relacionada con él;
no es considerada un ser autónomo... Es definida y diferenciada respecto del hombre y no respecto de sí misma; ella
es lo incidental, él es lo absoluto; ella es el otro (The Second Scx, p. 16).
6 5
C l a u s W e s t e r m a n n , Génesis, 1-12, p . 357; citado e n Phillips, o p . cit., p . 35.
6 6
Aristóteles, Reproducción de los animales, 1, 20 (729 a), citado e n H i l l m a n , o p . cit., p . 228 [tr. cast.].
" T o m á s de A q u i n o , o p . cit., l a , 92, citado e n Phillips, o p . cit., p. 35.
M
The Image of Man, Arts C o u n c i l P u b l i c a t i o n , L o n d r e s , 1982, p. 180.
1,9
P l a t ó n , Timeo, e n R . D . A r c h e r - H i n d (ed.), The Philosophy of Plato and Aristotle, N e w York, Arno
Press, 1973, 42 D .
70
F r e u d , An Outline of Phychoanalysis, SE, 23, p p . 193-4, citado e n H i l l m a n , o p . cit., p . 2 4 1 .
71
H i l l m a n , o p . cit., p. 243.
7 2
C . G. J u n g , Collccted Works, v o l . 6, Psychological Types, § 9.
" C i t a d o en Phillips, o p . cit., portada.
74
Ibid., p . 41.
7 5
C . G. J u n g . L a m e n t a m o s n o p o d e r haber e n c o n t r a d o la referencia exacta.
7 6
J o h n M i l t o n , El Paraíso Perdido. V e r s i ó n de M . Alvarez d e T o l e d o , U n i v e r s i d a d de C á d i z , San
Fernando 1988, libro 10, 8 6 7 - 9 5 .
" P h i l l i p s , o p . cit., pp. 4 4 - 5 .
78
H . Kramer y J. Sprenger, Malleus Maleficarum, p. 47.
79
T e r t u l i a n o , On the Apparel of Women, citado p o r Phillips, o p . cit., p. 76.
""Tertuliano, Adversus Hermogenem, p p . 2 - 3 , citado e n H . B e t t e n s o n (ed.), The Early Christian Fathers,
p. 108.
"' T e r t u l i a n o , De Carne Christi, p p . 4 - 5 , citado e n B e t t e n s o n , o p . cit., p . 125.
8 2
C i t a d o p o r Phillips, o p . cit., p . 77.
8 3
Marina W a r n e r , Alone of All Her Sex, p. 306.
" K r a m e r y Sprenger, o p . cit., p. 4 3 .
5
" G r e g o r y Z i l b o o r g , A History of Medical Psychology, N o r t o n , N e w Y o r k , 1941, p p . 161-2 [tr. cast., p.
157].
"''Montaigne, Essais, v o l . 9, p . 22, citado p o r Z i l b o o r g , o p . cit.
8 7
D o n n a h Z o h a r , Quantum Self.
""Warner, o p . cit., p. 58.
89
W . B . Y e a t s , «Crazy Jane o n the D a y o f J u d g e m e n t » , Collected Poems, p p . 2 9 1 - 2 .
"'Warner, o p . cit., p. 57.
91
H i l l m a n , o p . cit., p. 219.
9 2
W a r n e r , o p . cit., p. 54.
93
J u a n C r i s ó s t o m o , D e Virginitate, citado en una encíclica del papa P í o X I I , 25 de m a r z o de 1954.
95
H i l l m a n , o p . cit., p p . 2 1 6 - 7 .
%
J . W . T r i g g , Origen, p . 109.
" O r í g e n e s , « H o m . in L e v i t i c u m » 12, 4, en B e t t e n s o n o p . cit., p . 220.
' " H e n r y B e t t e n s o n (ed.), Documents of the Christian Church, p. 213.
9 9
A g u s t í n c o n c i b i ó la doctrina del p e c a d o original c o m o respuesta a la herejía del m o n j e inglés
P e l a g i o . V e r Elaine Pagels, Adam, Eve and the Serpent, p p . 124-6. V e r t a m b i é n la i m p o r t a n t e obra d e U t a
R a n k e - H e i n e m a n n , Eunuchs for Heaven: the Catholic Church and Sexuality, p u b l i c a d o d e m a s i a d o tarde p a
ra ser i n c l u i d o e n este e s t u d i o .
'""Pagels, o p . cit., p . 99.
""Agustín, De Nuptiis et Concupiscentia, 1, 8 (7), citado e n W a r n e r , o p . cit., p . 54.
2
"' W a r n e r , o p . cit., p. 54.
808
103
Agustín, De Trin., 13, citado e n H . B e t t e n s o n (ed.), The Later Christian Fathers, p. 220.
""Agustín, citado e n Pagels, o p . cit., p. 131.
105
A g u s t í n , De civ. Dei, 14, 13, y Op. imp. c.Jui, 6, 22, citado e n B e t t e n s o n (ed.), o p . cit., pp. 196-7.
'"" H i l l m a n , o p . cit., p. 219.
"" Corpus Iuris Canonici, citado e n E. y G. Strachan, Freeing the Feminine, p . 122.
""Philip Sherrard, The Rape ofMan and Nature, p. 2 1 .
""William Shakespeare, Julio César, 3 , 2.
""William Blake, «A D e s c r i p t i v e C a t a l o g u e : V i s i o n o f the Last J u d g e m e n t » , e n G e o f í r e y K e y n e s (ed.),
Poetry and Prose oJWilliam Blake, p . 651.
'"San Agustín, Confesiones. T r a d u c c i ó n de Pedro R o d r í g u e z de Santidrián, Alianza, M a d n d 1990, 10, 27.
2
" Carta 22, Philip S c h a f f y H e n r y W a v e (trads.), The Nicene and Post Nicene Fathers of the Christian
Church, 6, 30, citado e n W a r n e r , o p . cit., p. 54.
3
" I r e n e o , Adversus Haereses, 3 , 22, 4, e n B e t t e n s o n (ed.), The Early Christian Fathers, p . 74.
1 , 4
V e r O t t o R a n k , The Myth and Birth of the Hero, N u e v a Y o r k 1941, y J o s e p h C a m p b e l l , The Hero
with a Thousand Faces.
5
" T e r t u l i a n o , De came Christi, p. 17, en B e t t e n s o n (ed.), The Early Christian Fathers, p. 126.
"'Phillips, o p . cit., p. 135.
' " V e r la a r g u m e n t a c i ó n de R o s e m a r y R a d f o r d R u e t h e r en Sexism and God-talk: Towards a Fcminist
Theology, B e a c o n Press, B o s t o n , Mass., 1983, p p . 9 7 - 9 .
""Lutero, o p . cit., p. 135.
'"Juan C a l v i n o , Commentary on Génesis, 2, 9, citado e n Phillips, o p . cit., p . 99.
120
L u t e r o , o p . cit., 69, 115, citado e n Phillips, o p . cit., p. 104.
121
C a l v i n o , o p . cit., 2, 18, citado en Phillips, o p . cit., p p . 105-6.
,22
K a r l Barth, Church Dogmatics, 3 , 2, p. 287.
123
Ibid., 3 , 4, p. 170.
' " C i t a d o del manuscrito de O x i r r i n c o , e n Frank C . H a p p o l d , Mystiúsm, p p . 174-5.
,25
F r a n c i s B a c o n , citado p o r C a r o l y n M e r c h a n t en The Death of Nature, p . 169.
126
D e s c a r t e s , citado e n M a u r i c e A s h e , New Renaissancc, p. 59.
127
C . G. J u n g , Man and His Symbols, p. 85.
128
T e r t u l i a n o , Adversus Praxean, 16, e n B e t t e n s o n (ed.), The Early Christian Fathers, p. 122.
129
E l E v a n g e l i o d e T o m á s , Logion 22 [tr. cast.].
m
I b i d . , Logion 11 [tr. cast.].
131
W i l l i a m Blake, Carta al R e v e r e n d o D r . Trusler, 23 de agosto de 1799, en Geoffrey K e y n e s (ed.),
Poetry and prose of William Blake, p. 835.
l32
A l e x a n d e r P o p e , An Essay on Man, 2 3 7 - 4 6 .
, 3 3
J o h n G. N e i h a r d t , Black Elk Speaks, p. 43.
M
' W i l l i a m Shakespeare, El mercader de Venecia, 5, 1 [tr. cast. d e V i c e n t e M o l i n a F o i x , P u b l i c a c i o n e s
del C e n t r o D r a m á t i c o N a c i o n a l , M a d r i d 1993].
Capítulo 14
809
' C i t a d o e n i b i d . , p. 242.
s
Munificentissimus Deus. La bula papal de 1954 fue titulada Ad Coeli Reginam.
6
Madonna, Orbis P u b ü s h i n g , L o n d r e s 1884. V e r t a m b i é n B r u c e Bernard, Mary, Queen qfHeaven.
' « L o s p r o b l e m a s morales, filosóficos y religiosos s o n , a causa de su validez universal, los q u e más p r o
b a b l e m e n t e requerirán los m e c a n i s m o s d e c o m p e n s a c i ó n mitológica». C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 7,
Two Essays on Analytical Psychology, § 284.
" V e r R o b e r t O r n s t e i n , The Philosophy qf Consciousness, capítulo 7: « T h e E d u c a t i o n o f the Intuitive
M o d e » , p p . 143-79.
' W a m e r , o p . cit., p. 335.
10
Ibid.
" Ibid., p . x x i v .
12
La cuestión, por e j e m p l o , relativa a si p u e d e haber afirmaciones empíricas a priori ( E m m a n u e l Kant,
Crítica de la razón pura) n o es relevante si «arquetípico» es una expresión utilizada c o m o u n adjetivo q u e c o n
fiere valor, antes q u e el sustantivo «arquetipo». Ver James H u l m á n , Archetypal Psychology: A BriefAccount, p. 11.
" W a r n e r , o p . cit., p. 263.
l 4
E i t h n e W i l k i n s , The Rose Garden Gante, p. 147.
"Petrarca, « H i m n o a la Virgen», citado e n W a m e r , o p . cit., p. 263.
1 6
E l P r o t o e v a n g e l i o , t a m b i é n c o n o c i d o c o m o el Libro de Santiago, siglo II. V e r W i l k i n s , o p . cit., p . 94.
" W i l k i n s , o p . cit., p p . 9 6 - 7 .
'"Erich N e u m a n n , 77ie Great Mother, p . 233.
" I b i d . , p. 233.
211
El siguiente párrafo se t o m ó de Jules Cashford, «Universal Christmas», Financial Times: Weekend
Edition, 24 de d i c i e m b r e de 1989.
2
' S a n J e r ó n i m o , e n sir J a m e s G. Frazer, 77ie Golden Bough, v o l . 5, Adonis, Attis, Osiris, p. 257.
2 2
C i t a d o e n G. R . S. M e a d , Thrice Greatest Hermes, v o l . 3 , p p . 160-1.
2 3
« O Oriens», cantado durante el a d v i e n t o e n las vísperas del 21 d e d i c i e m b r e , del B r e v i a r i o .
24
W a r n e r , o p . cit., p. 35.
2 5
G e z a V e r m e s , Jesús the Jew, p p . 2 1 5 - 8 .
2
' W a r n e r , o p . cit., P r ó l o g o , p. x x i .
2
"Alan W a t t s , Myth and Ritual in Christianity, p . 126.
w
V e r e n la obra d e Watts el capítulo «Christmas and Epiphany», ibid., p p . 115-37.
'"Citado en ibid., p.102.
31
W a r n e r , o p . cit., p. 92.
3 2
C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 9, Psychology and Alchemy, § 197.
" C o m p a r a r c o n C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 13, Alchemical Studies, § 18. « T o d o s los p r o b l e m a s
m a y o r e s y más i m p o r t a n t e s de la vida s o n f u n d a m e n t a l m e n t e i n s o l u b l e s . . . N o p u e d e n ser s o l u c i o n a d o s ,
s ó l o superados.»
34
W a r n e r , o p . cit., p . 254.
3 5
W a t t s , o p . cit., p p . 107-8.
3 6
Ibid., p. 101.
" E x t r a c t o s del h i m n o Akathistós, e n C o n s t a n t i n e A. Trypanis (ed.), The Penguin Book qf Greek Verse,
Penguin, Harmondsworth, pp. 374-89.
" P a m e l a Berger, The Goddess Obscured, p p . 49-76.
" I b i d . , p . 90.
"Ibid.
41
Ibid., p . 9 2 .
4 2
Ibid., p p . 93 y 94.
810
4 3
El n o m b r e d e esta estatua e n alemán es Mutter Gottes. El d o c t o r T h e o Julisch, del Hessisches
L a n d e s m u s e u m , Darmstadt, señala e n una carta: «El t é r m i n o "diosa m a d r e " relacionado c o n la M a d o n n a
de M ü n s t e r es d e f i n i t i v a m e n t e e r r ó n e o . Este error deriva d e una t r a d u c c i ó n e q u i v o c a d a de Mutter Gottes,
q u e es el g e n i t i v o alemán, y q u e significa "madre de D i o s " . N u e s t r o tipo de escultura se describe c o n los
t é r m i n o s castellanos de la V i r g e n y el N i ñ o , o " M a d o n n a " » .
" J o s e p h C a m p b e l l , The Mythic Image, p . 32.
45
C i t a d o e n W a r n e r , o p . cit., p . 209.
" ' R o b e r t Briffault, The Mothers, p . 397.
4 7
C i t a d o e n W a r n e r , o p . cit., p . 209.
48
S. N . Kramer, From the Poetry of Sumer, p. 93.
4
' S t e p h e n L a n g d o n , Tamuz and Ishtar, p. 14.
50
« T h e Lamentations o f Isis and N e p h t h y s » , e n E . A . Wallis B u d g e , Osiris and the Egyptian Resurrection,
v o l . 2, pp. 222-40. V e r H a r o l d B a y l e y , The Lost Language of Symbolism, d o n d e compara esto c o n la poesía
del Cantar de los cantares, p p . 170-2.
5
' W a r n e r , o p . cit., p . 211.
5 2
E a n B e g g , The Cult of the Black Virgin, p . 49.
53
V e r los c o m e n t a r i o s acerca d e ésta y otras estatuas e n B e g g , o p . cit., p. 197.
54
Hamlet: Señora, ¿yazgo en vuestro regazo?
Ofelia: N o , mi señor.
Hamlet: Quiero decir mi cabeza sobre vuestro regazo.
Ofelia: Sí, mi señor.
Hamlet: ¿Pensabais que me refería a asuntos de campo?
(William Shakespeare, Hamlet, III, ii).
55
J a c o b o de la V o r á g i n e , e n Legenda Áurea, p u b l i c a d o e n 1275, y traducido p o r C a x t o n en el siglo XV
(The Golden Legend).
56
Esto se refleja todavía e n la p r o n u n c i a c i ó n del M a g d a l e n [Modlin] College, Oxford.
57
N . K. Sandars, The Epic of Gilgamesh, p . 95.
^ B e r n a r d , o p . cit., p. 14.
59
V e r W a r n e r , o p . cit., cap. 20.
60
Sir James G. Frazer, The Golden Bough, v o l . 4, The Dying God, p p . 5-6, nota.
" B e t t y R a d i c e y W e n d y D o n i g e r O'Flaherty (eds.), Hindú Myths, P e n g u i n B o o k s , P e n g u i n Classics,
H a r m o n d s w o r t h , 1975, pp. 5 6 - 7 1 .
6 2
L u c i e Lamy, Egyptian Mysteries, p. 5.
"Briffault, o p . cit., pp. 3 7 6 - 7 .
" C a m p b e l l , Occidental Mythology, p. 369.
65
W a t t s , o p . cit., p. 141.
Capítulo 15
811
"Jung, o p . cit., § 753.
' J u n g , § 743.
10
E n aquella é p o c a alrededor d e seis m i l l o n e s de j u d í o s se e x t e n d í a n p o r t o d o el i m p e r i o R o m a n o ,
c u y a p o b l a c i ó n era d e a p r o x i m a d a m e n t e 60 m i l l o n e s . D e éstos, s ó l o alrededor d e 500.000 habitaban e n
Palestina, d o n d e a p r o x i m a d a m e n t e 6.000 j u d í o s seguían la tradición rabínica o r t o d o x a . Los j u d í o s q u e v i -
v i e r o n fuera de Palestina e n la diáspora tenían una actitud tolerante; n o seguían u n sistema d e creencias
ú n i c o . D e ahí q u e pudieran intercambiar ideas c o n los griegos y e g i p c i o s e n Alejandría.
" J u n g , o p . cit., § 713.
, 2
H e l m u t K o e s t e r , « I n t r o d u c t i o n t o the G o s p e l o f T h o m a s » , e n J a m e s M . R o b i n s o n (ed.), The Nag
Hammadi Library in English, p . 117.
" I r e n e o , citado p o r Elaine Pagels, The Gnostic Gospels, p. 19 [tr. cast., p . 59].
" P a g e l s , o p . cit., p . 57 [tr. cast., p. 101].
15
H a n s Joñas, The Gnostic Religión, Prefacio [tr. cast., p. 19].
16
Ibid., p . 52 [tr. cast., p p . 8 7 - 8 . Se trata de una s a l m o naaseno e n H i p ó l i t o , Refutatio, 5, 10, 2 ] .
" R o b e r t M . Grant, Gnosticism, p . 171.
18
« T h e T e a c h i n g o f Sylvanus», e n R o b i n s o n , o p . cit., p . 356. C o m p a r a r c o n las enseñanzas d e Jesús
e n el E v a n g e l i o d e M a t e o (7, 7) y Lucas (11, 9).
" C i t a d o e n J o ñ a s , o p . cit., p . 45 [tr. cast., p. 79. La cita es de Excerpta Theod., 78, 2 ] .
^ E p i f a n i o , «El E v a n g e l i o de Eva», trad. de G. R . S. M e a d e n Fragments of a Faith Forgotten, p. 439.
21
C i t a d o en H e n r i Frankfort, Kingship and the Gods, p. 67.
2 2
D e u n a i n s c r i p c i ó n sobre u n sarcófago en el L o u v r e .
2 3
M e a d , o p . cit., p p . 4 0 6 - 1 4 . V e r t a m b i é n la traducción d e Joñas, o p . cit., p p . 113-5 [se ofrece la tr.
cast. en la obra d e Joñas, p p . 1 4 7 - 8 ] .
24
D a v i d B o h m , Wholeness and the Implícate Order. V e r t a m b i é n la obra d e Phillip Sherrard, The Rape
of Man and Nature, p . 37.
2 5
Los Logia del E v a n g e l i o de T o m á s p r o v i e n e n de las traducciones d e A . G u i l l a u m o n t et al. [las tra-
d u c c i o n e s españolas p r o v i e n e n de Evangelios apócrifos, Los; v e r Bibliografía].
2 6
El catedrático Q u i s p e l fecha el E v a n g e l i o de T o m á s en el a ñ o 140 d. C , a u n q u e o p i n a q u e los d i -
c h o s q u e c o n t i e n e p r o v i n i e r o n del g r u p o j u d e o c r i s t i a n o más a n t i g u o de Jerusalén.
" R o b i n s o n , o p . cit., p . 140.
2 8
C . G. J u n g , Collected Works, v o l . 9, Psychology and Alchemy, § 7.
2 9
E n su obra fesus the jew, el d o c t o r G e z a V e r m e s ha señalado q u e la Iglesia cristiana enseña q u e el
Jesús histórico y el Jesús de la fe s o n idénticos. C o m o indica e n su i n t r o d u c c i ó n , su obra se escribió para
mostrar q u e Jesús, «tan distorsionado p o r el m i t o cristiano y el j u d í o a partes iguales, n o era, d e h e c h o , ni
el Cristo de la Iglesia, ni el apóstata y h o m b r e del saco de la tradición popular judía». O b s e r v a e n parti-
cular q u e podría ser útil e n t e n d e r el significado original de los cuatro títulos asociados c o n Jesús: Profeta,
Mesías, «hijo del H o m b r e » e «hijo de Dios»; e n el c o n t e x t o de la é p o c a e n la q u e v i v i ó Jesús y de la c o -
m u n i d a d judía e n la q u e e n s e ñ ó , tenían u n significado m u y diferente del q u e t u v i e r o n d e s p u é s en la
creencia cristiana más tardía. Al escribir acerca del título «hijo de D i o s » e n el s e n t i d o d e f i n i d o en el c o n -
cilio de C a l c e d o n i a , observa l o siguiente:
Nunca se sabrá si Jesús habría reaccionado con estupefacción, ira o pesar. Sin embargo, una cosa es segura. Cuando
el cristianismo se dispuso a definir el significado de hijo de Dios en su Credo, la paráfrasis que produjo -«Dios de Dios,
Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, hijo del padre»- se inspiró no en el lenguaje y enseñanzas puras del
Jesús galileo, ni siquiera en las de Pablo, el judío de la diáspora, sino en la interpretación gentil y cristiana del Evangelio,
adaptada a la mentalidad del mundo totalmente ajeno del helenismo pagano (p. 213).
M
B o u s s e t , Hautprobleme der Gnosis, R e i t z e n s t e i n , Goringa, 1907, c i t a d o e n E. O . J a m e s , The Cult of the
Mother Goddess, p . 192.
812
31
Pagels, o p . cit., p. 54 [tr. cast., p. 98].
32
I b i d . , p . 49 [tr. cast., p. 93].
33
I b i d . , p . 50 [tr. cast., p. 9 3 ] .
34
Ibid. [tr. cast., p . 93].
35
« E u g n o s t o el B e n d i t o » , e n R o b i n s o n , o p . cit., p. 214.
* I b i d . , p . 217.
37
Ibid., p. 206.
38
Ibid., p . 99.
3 9
Q u i s p e l , The Birth of the Child, p . 23.
40
Ibid.
41
El r e n a c i m i e n t o a través de la madre c o m o el ka, o el y o superior c o m o abrazo d i v i n o , era e n su
o r i g e n u n c o n c e p t o e g i p c i o . E n los Misterios de Eleusis, C i b e l e s e Isis la iniciada se c o n v e r t í a n de i n m e -
diato en «hijas» d e la diosa c o m o madre, y n o v i o s de la diosa c o m o sabiduría. Estas experiencias se e n c a r -
naron más tarde e n el s i m b o l i s m o g n ó s t i c o y el de la alquimia.
4 2
R o b i n s o n , o p . cit., p. 271. El catedrático Q u i s p e l traduce el título de esta aretalogía ( h i m n o de ala-
banza) c o m o «El t r u e n o , m e n t e entera». S e g ú n la d e f i n i c i ó n de J u n g , la totalidad es una i m a g e n q u e p e r -
t e n e c e al arquetipo f e m e n i n o , mientras q u e la p e r f e c c i ó n p e r t e n e c e al arquetipo m a s c u l i n o .
43
T e r t u l i a n o , citado e n Pagels, o p . cit., p. 60 [tr. cast., p. 104].
44
T e r t u l i a n o , citado ibid., p. 60 [tr. cast., p p . 104-5].
45
Ibid., p. 61 [tr. cast., p. 105].
*E1 catedrático Q u i s p e l sitúa el cuarto libro del Pistis Sophía en la primera mitad del siglo III, alrededor
del año 225, y los libros p r i m e r o , s e g u n d o y tercero e n la segunda mitad del m i s m o siglo. Señala que d e -
muestra q u e el cargo de profetisa existía en aquel t i e m p o en las c o m u n i d a d e s judías de E g i p t o . (Seminario
O p e n Gate, Bristol, 1988.)
" M e a d , Pistis Sofía, p. 135.
48
I b i d . , p. 193.
49
R o b i n s o n , o p . cit., p. 472.
"'Ibid., p p . 4 7 2 - 3 .
51
Pagels, o p . cit., p. 14 [tr. cast., p . 53].
5 2
T o d a s las citas p r o v i e n e n de la obra de V . E. Watts, Boethius, The Consolado» of Philosophy [tr. cast.,
Consolación, 1,1].
" L o s templarios, c u y o extraordinario ascenso al p o d e r c o i n c i d i ó a p r o x i m a d a m e n t e c o n la e x p a n s i ó n
de la iglesia catara y d e las doctrinas cabalísticas, t u v i e r o n acceso tanto a enseñanzas místicas islámicas c o -
m o judías.
" E m e s t S c o t t , The People of the Secret.
" E x t r a c t o de u n t e x t o albigense. Francés Yates ha s u g e r i d o q u e u n o de los «tesoros» q u e los cuatro
cataros h u i d o s llevaron c o n s i g o , en la n o c h e antes de la q u e m a del resto de los defensores d e la c i u d a d e -
la de M o n s é g u r , fue la obra de Juan E s c o t o Erígena (810-877 d. C.) De divisione naturae. Se cree q u e ésta
fue c o n d e n a d a p o r el papado e n 1225 a causa de su c o n e x i ó n c o n los cataros (Yates, Lull and Bruno,
Londres, R o u t l e d g e and K e g a n Paul, 1982, p. 114f).
56
V e r la obra de H u g h S c h o n f i e l d , The Essene Odyssey, p. 164. E n ella se indica q u e ciertos archivos
de la I n q u i s i c i ó n describen u n cofre q u e se e n c o n t r ó e n m a n o s d e los templarios, c o r o n a d o por «una gran
cabeza plateada, v e r d a d e r a m e n t e hermosa, q u e representaba la i m a g e n de una mujer».
5 7
E . A . Wallis B u d g e , The Gods of the Egyptians, v o l . 1, p. 281; ver t a m b i é n G e r s h o m S c h o l e m , The
Origins of the Kabbalah.
5
" R a p h a e l Patai, The Hebrew Goddess, p. 99.
" Ibid., p. 98.
813
"'Ibid., p. 99.
" I b i d . , p. 111.
6 2
Ibid., p . 113.
" U n g r u p o de eruditos sufies d e Basora c o m p l e t ó una e n c i c l o p e d i a d e c o n o c i m i e n t o s e n el a ñ o 980
q u e llevaron a España eruditos m u s u l m a n e s . D e s d e el siglo X hasta el siglo XV, eruditos y m í s t i c o s árabes,
j u d í o s y cristianos trabajaron j u n t o s ; es p o s i b l e q u e la cabala se desarrollase e n parte gracias a esta c o o p e -
ración, así c o m o a t e x t o s q u e se traían a España desde P r ó x i m o O r i e n t e . (Ver Scott, The People of the
Secret.)
6 4
V e r las obras de G e r s h o m S c h o l e m , Major Trenas in Jewish Mysticism y Kabbalah. Cabala significaba
literalmente «recepción», e n el s e n t i d o d e algo r e c i b i d o d e a n t i g u o s maestros. S c h o l e m señala q u e
el encuentro entre la tradición gnóstica... y las ideas neoplatónicas que conciernen a Dios, su emanación, y el lugar del
hombre en el mundo, fue extremadamente fructífero; condujo a la penetración profunda de estas ideas en teorías mís-
ticas anteriores. La significación histórica de la cabala puede definirse c o m o el producto de la interpenetración del gnos-
ticismo judío y el neoplatonismo (Kabbalah, p. 45).
V e r t a m b i é n el capítulo de Patai acerca d e la Sekiná.
65
P a t a i , o p . cit., pp. 139 y 151-2.
66
I m á g e n e s tomadas de las obras de S c h o l e m y Patai.
" S c h o l e m , Major Trenas in Jewish Mysticism, p. 229.
" I b i d . , p. 232.
" S c h o l e m , Kabbalah, p. 164.
"'Ver C . G. J u n g , « T h e N a t u r e o f the Psyche», e n Complete Works, v o l . 8, The Structure and Dynamics
of the Psyche.
71
V e r el capítulo de Patai, o p . cit., sobre la tetrada cabalística.
^ S c h o l e m , Major Trends in Jewish Mysticism, p. 229.
" I b i d . , p . 37.
74
M e i s t e r Eckhart, el gran m í s t i c o q u e escapó por tan p o c o d e ser c o n d e n a d o p o r hereje, e x p r e s ó e s -
ta idea c o n las siguientes palabras: «Es más valioso a los ojos de D i o s q u e una v i r g e n e n c o n c r e t o o e n un
alma b u e n a le dé a luz espiritualmente hablando q u e haber n a c i d o del c u e r p o de María».
75
Artis Auriferae, 2 vols., Basilea, 1593; citado e n J u n g , Collected Works, vol. 16, The Practice of
Psychotherapy, § 411.
76
J . B r o n o w s k i , The Ascent of Man.
7 7
C o m p a r a r las i m á g e n e s del m a t r i m o n i o del rey y la M a t r o n i t e n la cabalística c o n el m a t r i m o n i o sa-
grado del ritual g n ó s t i c o .
" C i t a d o e n J u n g , Collected Works, v o l . 13, Alchemical Studies.
" M a r i e - L o u i s e v o n Franz (ed.), Aurora Consurgens, R o u t l e d g e and K e g a n Paul, Londres, 1966, p. 210.
""Ibid., del P r ó l o g o , p. xiii.
"'Jung, Collected Works, v o l . 16, The Practice of Psychotherapy, § 407.
82
J e s s i e W e s t o n , The Questfor the Holy Grail.
8 3
El p e z se tragó el falo d e Osiris, la «pieza» q u e faltaba para v o l v e r a r e c o m p o n e r l e .
8 4
W o l f r a m v o n E s c h e n b a c h , Parzival, p . 330.
85
Se ha identificado en o c a s i o n e s a la o r d e n de los caballeros templarios c o n los caballeros del grial.
" W e s t o n , o p . cit., pp. 105-6.
8 7
E s c h e n b a c h , o p . cit., p. 386. Es c u r i o s o q u e el e l e m e n t o f e m e n i n o q u e d a a u s e n t e d e Parsifal
(Parzival), la ópera de W a g n e r . D e h e c h o , e x c e p t u a n d o a K u n d r y ( C u n d r i e ) , la ó p e r a entera es u n a s u n -
to e n t e r a m e n t e m a s c u l i n o . N o se da u n i ó n alguna entre las d o s grandes i m á g e n e s de los a r q u e t i p o s f e -
m e n i n o y m a s c u l i n o —la vasija y la lanza— ni se h a c e referencia al m a t r i m o n i o sagrado. E n el relato de
W o l f r a m v o n E s c h e n b a c h , e n q u e W a g n e r basó su e s t u d i o d e Parsifal, éste se casa c o n una reina l l a m a -
814
da C o n d w i r a m u r s ; Fierefiz, su m e d i o h e r m a n o , se casa c o n la portadora del grial, R e p a n s e d e S c h o i e .
88
H e i n r i c h Z i m m e r , e n su obra The King and the Corpse, relata esta historia de forma maravillosa.
"'Marian R o a l f e C o x , Cinderella, T h e Folklore S o c i e t y , L o n d r e s , 1983.
'"Ibid. y H a r o l d B a y l e y , The Lost Language of Symholism, v o l . 1, capítulos 8 y 9.
" R o a l f e C o x , o p . cit., y B a y l e y , o p . cit.
9 2
Patai, o p . cit., p p . 1 0 2 - 3 : «La Sekiná repicaba ante él c o m o una campana».
" L a versión de los versos ofrecida p o r B a y l e y , e n M e a d , Fragments of a Faith Forgotten, p. 413.
9<
Estos f u e r o n n o s ó l o los cataros y los templarios, s i n o t a m b i é n aquellos a los q u e , siglos después, la
Inquisición torturó y c o n d e n ó a m u e r t e por haber afirmado la t e o l o g í a d e la i n m a n e n c i a divina, G i o r d a n o
B r u n o entre ellos.
95
B a y l e y , o p . cit., p p . 194-5.
C a p í t u l o 16
815
21
Ibid., XIV, p p . 1 7 3 - 4 .
2 2
S a m u e l T a y l o r C o l e r i d g e , « T h e E o l i a n Harp», The Portable Coleridge, p . 66.
2 3
Para una lectura más profunda, V e r la obra de H e n r y C o r b i n , Muñáis Imaginalis; R a y m o n d Avens,
Imagination is Reality; y las obras d e J a m e s H i l l m a n y G a s t ó n Bachelard; y B l a k e , Keats, C o l e r i d g e y Yeats.
24
W i l l i a m Shakespeare, El rey Lear, 4, 6.
25
J a m e s H i l l m a n : « T h e P a n d a e m o n i u m o f Images: Jung's c o n t r i b u t i o n t o K n o w Thyself», Healing
Fiction, p p . 7 0 - 5 . T o d a esta obra es d e lectura indispensable.
2 6
« T h e S t u d y o f Images I», Collected Poems ojWallace Stevens, p . 463, c i t a d o e n H i l l m a n , o p . cit., p . 74.
" B l a k e , o p . cit., p . 862.
28
R a i n e r María R i l k e , The Duino Elegies.
B
J . E. L o v e l o c k , Gaia: A New Look at Lije on Earth.
3 0
R u p e r t Sheldrake, A New Science of Life. V e r t a m b i é n su obra The Presence of the Post.
" B o h m , o p . cit., p . 192.
3 2
Ibid.
33
C a p r a , o p . cit.
34
C . J. J u n g , carta al sr. R . Braband-lsaac, 2 2 / 7 / 1 9 3 9 , e n C . G. jung: Letters, ed. de Gerhard A d l e r y
A n i e l a j a f f e , v o l . 1, p p . 2 7 4 - 5 .
35
C i t a d o e n J o s e p h C a m p b e l l , The Way of the Animal Powers, p . 2 5 1 .
Notas a Apéndices
1
Estas fechas se basan en el cuadro q u e aparece en Joseph Campbell, The Way of the Animal Powers, p. 22.
2
J o h n B o w d e n , jesús: The Unanswered Questions, p . 38.
3
Ian W i l s o n , jesús: The Evidence, p. 40.
' B o w d e n , o p . cit., p. 47.
5
Ibid., p. 7.
' I b i d . , p p . 7 y 8 2 - 3 . V e r e n particular caps. 1, 2, 3 y 5. V e r t a m b i é n el análisis de los apelativos d e Jesús,
e n el c o n t e x t o de la c o m u n i d a d j u d í a e n q u e v i v i ó , e n el libro Jesús the Jew del D r . G e z a V e r m e s . Para
o b t e n e r bibliografía sobre este c o m p l e j o t e m a , ver J o h n B o w d e n .
' B o w d e n , o p . cit., p. 74.
816
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834
Lecturas esenciales
835
Procedencia de las imágenes
Capítulo 1
837
G r a p h i q u e s , 1958, p . 48. Figura 2 6 . S e g ú n B e g o u é n y Breuil, p. 11. Figura 27. Fotografía: Jean V e r t u t .
Figura 2 8 . Fotografía: Jean V e r t u t . Figura 2 9 . S e g ú n B e g o u é n y Breuil. Figura 3 0 . S e g ú n B e g o u é n y
Breuil, p. 5 1 . Figura 3 1 . Fotografía: Jean Vertut. Figura 3 2 . Fotografía: J e a n V e r t u t . Figura 3 3 . P o r c o r -
tesía d e los M u s é e s R e u n í s du L o u v r e . Figuras 3 4 - 3 6 . R o b i n Baring. Figura 37. D i b u j o de u n detalle del
Cordero Místico e n la pieza d e altar de G a n t e , H u b e r t y Jan V a n E y c k . Figura 3 8 . R o b i n Baring. Figura
3 9 . P o r cortesía del British M u s e u m . Figura 4 0 . C o d e x Vigilianus y A l b e d e n s e . B i b l i o t e c a del M o n a s t e r i o
de San L o r e n z o de El Escorial. P o r cortesía del P a t r i m o n i o N a c i o n a l , España. Figura 4 1 . S e g ú n u n a ilus-
tración de R o g e r C o o k , The Tree ofLife, p . 112. Figura 4 2 . ( a ) P o r cortesía del M u s é e d ' A q u i t a i n e . T o d o s
los d e r e c h o s reservados; ( b ) P o r cortesía del L o u v r e , París. Figura 4 3 . P o r cortesía del m u s e o B o y m a n s -
van-Beuningen, Rotterdam.
Capítulo 2
838
p. 116. Figura 5 2 . D i b u j o d e R o b i n Baring s e g ú n Mellaart, p. 169. Figura 5 3 . D i b u j o de R o b i n B a r i n g
s e g ú n Mellaart, p . 119. Figura 5 4 . Fotografía t o m a d a d e Mellaart, p. 157, p o r cortesía d e l profesor J a m e s
Mellaart. Figura 5 5 . M u s e o A r q u e o l ó g i c o N a c i o n a l , Atenas. Fotografía: H i r m e r . Figura 5 6 . D i b u j o de
R o b i n Baring s e g ú n Mellaart, p. 163. Figura 5 7 . D i b u j o d e R o b i n B a r i n g s e g ú n Mellaart, lámina 40, p.
90. Figura 5 8 . D i b u j o d e R o b i n Baring s e g ú n Mellaart, p . 111. Figura 5 9 . Fotografía t o m a d a d e Mellaart,
p. 185, p o r cortesía d e l profesor J a m e s Mellaart. Figura 6 0 . Fotografía t o m a d a d e Mellaart, p . 185, p o r c o r -
tesía del profesor James Mellaart. Figura 6 1 . Fotografía t o m a d a d e Mellaart, fig. 83, p . 149, c o n amable
p e r m i s o del profesor James Mellaart y T h a m e s and H u d s o n . Figura 6 2 . Fotografía: C l i v e H i c k s . Figura
6 3 . D i b u j o d e R o b i n Baring. Figura 6 4 . Fotografía tomada d e La Préhistoire du Morbihan, p. 54, p o r c o r -
tesía d e La S o c i é t é P o l y m a t h i q u e d u M o r b i h a n . Figura 6 5 . P o r cortesía d e La S o c i é t é des Lettres d e
R o d e z . Fotografía: Balsan. Figura 6 6 . D i b u j o d e R o b i n B a r i n g s e g ú n Marija G i m b u t a s , The Language of
the Goddess, p. 289. Figura 6 7 . Fotografía: C l i v e H i c k s . Figura 6 8 . Fotografía: C l i v e H i c k s . Figura 6 9 .
Fotografía t o m a d a d e H . B a y l e y , T?ie Lost Language qf Symbolísm. Figura 7 0 . D i b u j o d e R o b i n Baring s e -
g ú n M i c h a e l D a m e s , Silbury Hill, p. 161. Figura 7 1 . Fotografía: M a r i o MintofF, p o r cortesía de M . J.
Publications, Malta. Figura 7 2 . Fotografía t o m a d a d e James Mellaart, Catal Hüyük, p. 145, c o n el p e r m i -
so de T h a m e s a n d H u d s o n . Figura 7 3 . Fotografía: M a r i o MintofF, p o r cortesía d e M . J. Publications,
Malta. Figura 7 4 . Fotografía: M a r i o MintofF, p o r cortesía d e M . J. Publications, Malta. Figura 7 5 .
Fotografía: M a r i o MintofF, p o r cortesía d e M . J. Publications, Malta.
Capítulo 3
839
v a d o e n el M u s e o N a c i o n a l , Atenas. Figura 3 4 . M u s e o A g i o s N i c o l a o s , Creta. Fotografía: T a p S e r v i c e ,
Atenas. Figura 3 5 . A s h m o l e a n M u s e u m , O x f o r d . Fotografía t o m a d a d e Evans, v o l . 3 , p . 153. Figura 3 6 .
M u s e o A r q u e o l ó g i c o , H e r a k l e i o n . Fotografía: T a p Service, Atenas. Figura 3 7 . D i b u j o d e R o b i n Baririg
a partir de L e v y , p. 224. Figura 3 8 . M u s e o N a c i o n a l , Atenas. Fotografía: H i r m e r . Figura 3 9 . Museo
A r q u e o l ó g i c o , H e r a k l e i o n . Fotografía: T a p Service, Atenas. Figura 4 0 . M u s e o A r q u e o l ó g i c o , H e r a k l e i o n .
Fotografía: H i r m e r . Figura 4 1 . Fotografía tomada d e Evans, v o l . 1, p . 160. Figura 4 2 . Fotografía: H i r m e r .
Figura 4 3 . Fotografía t o m a d a de Evans, Tlie Palace of Minos, v o l . 1, p. 161. Figura 4 4 . Fotografía: H i r m e r .
Figura 45. P o r cortesía del Staatliches A n t i k e n s a m m l u n g e n und Glyptothek, Munich. Figura 46.
Fotografía: T a p S e r v i c e , Atenas. Figura 47. M u s e o N a z i o n a l e , P a l e r m o . Fotografía: H i r m e r . Figura 48.
P o r cortesía del A s h m o l e a n M u s e u m O x f o r d . Figura 4 9 . Fotografía d e E v a n s , v o l . 3 , p . 226. Figura 5 0 .
Fotografía: T a p S e r v i c e , Atenas. Figura 5 1 . P o r cortesía del R o y a l O n t a r i o M u s e u m , Canadá. Figura 5 2 .
M u s e o A r q u e o l ó g i c o , H e r a k l e i o n . Fotografía tomada de Pierre D e m a r g n e , Aegean Art, lámina 4 4 3 ; por
cortesía de Editions Gallimard, París.
Capítulo 4
Figura 1. Fotografía p o r cortesía d e Christie's, Londres. Figura 2 . P o r cortesía del Griffith Institute,
A s h m o l e a n M u s e u m , O x f o r d . Figura 3 . P o r cortesía del British M u s e u m . Figura 4 . P o r cortesía de M m e .
C a t h e r i n e Garrige, M u s é e Guimet, París. Fotografía: G e o r g Helmes. Figura 5. Museo de Alepo.
Fotografía: H i r m e r . Figura 6. P o r cortesía del L o u v r e , París. Figura 7. P o r cortesía del British M u s e u m .
Figura 8. P o r cortesía del British M u s e u m . Figura 9. P o r cortesía del L o u v r e , París. Figura 10. Fotografía
de u n dibujo en W . H . W a r d , The Seal Cylinders of Western Asia, p. 58. Figura 1 1 . M u s e o N a c i o n a l ,
Bagdad. Fotografía: H i r m e r .
Capítulo 5
840
Londres. Figura 3 1 . Fotografía de u n dibujo a m a n o alzada e n W a r d , p. 56. Figura 3 2 . Fotografía d e u n
dibujo a m a n o alzada e n W a r d , p. 40.
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Figura 1. Por cortesía del Louvre, París. Figura 2. Fotografía por cortesía del Deutsches
A r c h a e o l o g i s c h e s Institut, Estambul. Figura 3 . M u s e o N a z i o n a l e , P a l e r m o . Fotografía: H i r m e r . Figura 4.
M u s e o N a c i o n a l , Atenas. Fotografía: Hirmer. Figura 5. Fotografía: D e u t s c h e s A r c h a e o l o g i s c h e s Institut,
Atenas. Figura 6. Fotografía tomada de Arthur Evans, The Earlier Religions of Greece, p. 34, figura 15. Figura
7. P o r cortesía de A n t i k e n s a m m l u n g , Staatliche M u s e e n , Berlín. Figura 8. P o r cortesía del A n t i k e n m u -
s e u m , Staatliche M u s e e n , Berlín. Figura 9. M u s e o N a c i o n a l , Atenas. Fotografía: T a p S e r v i c e , Atenas.
Figura 10. M u s e o A r c h e o l o g i c o , Florencia. Fotografía: Alinari. Figura 1 1 . D i b u j o de R o b i n Baring, s e
g ú n Cari K e r é n y i , The Gods of the Greeks, lámina V a . Figura 1 2 . P o r cortesía de del British M u s e u m .
841
Figura 13. D i b u j o d e A n n e B a r i n g a partir d e una ilustración d e Erich N e u m a n n , The Great Mother, p.
169. Figura 14. M u s e o N a z i o n a l e , Ñapóles. Fotografía: C o l e c c i ó n Mansell. Figura 15. Fotografía t o m a d a
de K e r é n y i , p . 129. Figura 16. P o r cortesía d e l M u s e u m o f Fine Arts, B o s t o n , Mass.; F u n d a c i ó n James.
Figura 17. Fotografía: T a p S e r v i c e , Atenas. Figura 18. D i b u j o s d e R o b i n Baring s e g ú n K e r é n y i , p . 121,
y Jane Harrison, Prolegomena to the Study of Greek Religión, p . 307. Figura 19. P o r cortesía d e A n t i k e n m u -
s e u m , Staatliche M u s e e n , Berlín. Figura 20. Staatliche A n t i k e n s a m m l u n g e n u n d G l y p t o t h e k , M u n i c h .
Fotografía: Hirmer. Figura 21. M u s e o d e la A c r ó p o l i s . Fotografía: H i r m e r . Figura 22. Fotografía: T a p
Service, Atenas. Figura 23. P o r cortesía d e l L o u v r e , París. Figura 24. P o r cortesía d e l British M u s e u m .
Figura 25. P o r cortesía del British M u s e u m .
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
842
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
843
Bélgica. Figura 1 8 . Fotografía de Glaser, G o t i s c h e H o l z s c h n i t t e , lámina Lili, e n Erich N e u m a n n , The Great
Mother, p. 264. Figura 1 9 . P o r cortesía de Darmstadt, Hessisches L a n d e s m u s e u m , A l e m a n i a . Figura 2 0 .
M u s e o A r c h e o l o g i c o , Florencia. Fotografía: Alinari. Figura 2 1 . P o r cortesía d e W r o c l a w , Muzeum
Narodowe w e Wroclawiu, Polonia. Figura 2 2 . P o r cortesía del M u s é e Jacquemart A n d r é , París.
Fotografía: J. B u l l o z . Figura 2 3 . M u s e o del S e p o l c r o , B o r g o S a n s e p o l c r o , Italia. Fotografía: Alinari. Figura
2 4 . P o r cortesía de la Basílica d e san P e d r o e n el V a t i c a n o . Figura 2 5 . Fotografía: Loic-Jahan, Grasse.
Figura 2 6 . Galería B o r g h e s e , R o m a . Fotografía: Alinari. Figura 2 7 . P o r cortesía del K u n s t h i s t o n s c h e s
M u s e u m , V i e n a . Figura 2 8 . P o r cortesía del L o u v r e , París. Figura 2 9 . Galería de los Uffizi, Florencia.
Fotografía: Alinari. Figura 3 0 . P o r cortesía de la British Library. Figura 3 1 . Fotografía: Alinari. Figura 3 2 .
Fotografía: C l i v e H i c k s . Figura 3 3 . Fotografía d e u n d i b u j o de W a t t s , Myth and Ritual in Christianity, p.
155. Figura 3 4 . P o r cortesía del M u s e u m o f Fine Arts, B o s t o n , Mass. Figura 3 5 . N a t i o n a l Gallery o f Art,
W a s h i n g t o n , D . C . C o l e c c c i ó n S a m u e l H . Kress. Figura 3 6 . Fotografía: Alinari. Figura 3 7 . Fotografía:
Alinari.
Capítulo 15
Capítulo 16
Mapas
844
índice de contenidos
Prólogo 9
P r e f a c i o 11
P r i m e r a p a r t e . La d i o s a m a d r e y s u h i j o - a m a n t e
1. E l o r i g e n : la d i o s a m a d r e p a l e o l í t i c a 21
La diosa m a d r e c o m o fuente creativa d e vida 28
La diosa c o m o pájaro 32
La cueva c o m o ú t e r o d e la diosa m a d r e 34
La diosa c o m o luna 37
La diosa d e la m u e r t e y del r e n a c i m i e n t o 41
La espiral y el m e a n d r o 43
Los animales 45
El c h a m á n 52
M i t o l o g í a paleolítica 59
2 . La g r a n d i o s a n e o l í t i c a d e l c i e l o , la t i e r r a y las a g u a s 67
La vieja E u r o p a 75
La gran m a d r e : diosa d e la vida, d e la m u e r t e y de la r e g e n e r a c i ó n 78
La diosa pájaro: la señora de las aguas superiores 81
El h u e v o 84
La diosa p e z 87
La diosa serpiente: la diosa d e las aguas inferiores 88
La diosa d e la v e g e t a c i ó n 91
La diosa d e los animales 93
El oso 93
La cierva 94
El p e r r o 95
La m a r i p o s a y la abeja 96
845
El dios 98
Catal H ü y ü k , Anatolia 106
La diosa q u e da a luz lio
La diosa de los animales 112
La diosa d e la v e g e t a c i ó n 113
El dios 115
Los megalitos 117
Malta 126
3 . C r e t a : la d i o s a d e la v i d a , d e la m u e r t e y d e la r e g e n e r a c i ó n
La diosa d e la doble hacha 140
La diosa abeja 146
La diosa del n u d o sagrado 149
La diosa de los animales 152
La diosa pájaro 153
La diosa d e la r e g e n e r a c i ó n 156
La diosa y el t o r o 158
D o s diosas y el n i ñ o 160
El h i j o - a m a n t e de la diosa 161
La «dama del laberinto» 165
La leyenda del M i n i t a u r o 167
4. La E d a d d e l B r o n c e : la d i o s a m a d r e y su h i j o - a m a n t e 175
La cultura de la diosa en la E d a d del B r o n c e t e m p r a n a 179
La separación de la naturaleza 182
Las invasiones arias y semíticas 186
El o r d e n del patriarcado 189
El ritual del sacrificio 191
El sacrificio del rey dios: ritual regicida 196
El sacrificio e n la E d a d del B r o n c e 197
La g u e r r a c o m o sacrificio ritual 199
La d e g e n e r a c i ó n de la diosa m a d r e 200
La diosa de la g u e r r a 202
Inflación mítica 203
La «gran invasión» 205
5. I n a n n a - I s t a r : d i o s a m e s o p o t á m i c a d e las g r a n d e s a l t u r a s
y las g r a n d e s p r o f u n d i d a d e s 209
S u m e r 212
El t e m p l o s u m e r i o 219
846
La diosa I n a n n a 220
I n a n n a c o m o g r a n m a d r e 227
I n a n n a c o m o h i e r ó d u l a 233
I n a n n a c o m o reina del cielo 236
I n a n n a c o m o diosa de la t o r m e n t a 237
I n a n n a c o m o diosa de la g u e r r a 239
I n a n n a y las leyes 242
La diosa y su h i j o - a m a n t e 244
El m a t r i m o n i o sagrado 248
El descenso d e I n a n n a 254
El sacrificio del h i j o - a m a n t e 257
El i n f r a m u n d o 262
6. Isis d e E g i p t o : r e i n a d e l c i e l o , la tierra y el i n f r a m u n d o
La historia d e Isis y Osiris 268
O r í g e n e s de Isis 288
Isis c o m o t r o n o 294
Isis y H a t h o r 296
Isis y N u t 301
Isis y M a a t 305
La diosa de los mil n o m b r e s 311
Diosa d e la palabra del p o d e r 312
M a d r e e hijo 313
La Isis helenística 315
7. T i a m a t d e B a b i l o n i a : la d e r r o t a d e la d i o s a 321
El p o e m a é p i c o b a b i l ó n i c o de la creación 323
El n u e v o p a r a d i g m a de la consciencia 331
La g u e r r a c o m o sistema de valores de la E d a d del H i e r r o 336
El m i t o del h é r o e 342
El gran dios padre 348
8. D i o s a s d e G r e c i a : G e a , H e r a , A r t e m i s y A t e n e a 351
G e a 355
H e r a 361
Z e u s 367
A r t e m i s 372
Diosa d e la caza 376
Diosa virgen del p a r t o 377
A r t e m i s y el sacrificio 379
847
A r t e m i s y H é c a t e : diosas d e la l u n a creciente
y d e la oscura l u n a n u e v a 380
A r t e m i s de Efeso 382
A r t e m i s y A p o l o 383
La diosa y su h i j o - a m a n t e 384
A t e n e a 385
El n a c i m i e n t o d e A t e n e a 388
A t e n e a c o m o «diosa d e la sabiduría» 391
A t e n e a y M e d u s a 393
La diosa y el h i j o - a m a n t e 397
S e g u n d a parte. El m a t r i m o n i o s a g r a d o
9. D i o s a s d e G r e c i a : A f r o d i t a , D e m é t e r y P e r s é f o n e 401
Afrodita 401
El n a c i m i e n t o d e Afrodita 404
Afrodita c o m o reina del cielo y d e la tierra 408
Afrodita puesta e n relación 412
Afrodita y A d o n i s , su h i j o - a m a n t e 414
D e m é t e r y Perséfone 417
Las Tesmoforias 426
Eleusis 429
El m i t o l u n a r 438
T r i p t ó l e m o 438
La espiga d e t r i g o 442
10. C i b e l e s : la g r a n d i o s a d e A n a t o l i a y R o m a 445
Los orígenes del n o m b r e d e Cibeles 449
Las invasiones hititas y frigias 452
Cibeles y el i m p e r i o R o m a n o 455
Los ritos d e C i b e l e s 460
Atis 462
Atis y el h o m b r e verde 466
El ritual de sacrificio y los misterios 469
11. La E d a d d e l H i e r r o : Y a h v é - E l o h i m , el g r a n d i o s p a d r e 473
Y a h v é - E l o h i m c o m o el «hacedor» d e la creación 477
Los dos m i t o s de creación 479
La creación del h o m b r e y la m u j e r 480
Versión 1: Sacerdotal 480
848
Versión 2: Yahvista 480
Versión 3 481
La creación d e Eva 483
La Biblia c o m o m i t o y metáfora 484
La influencia d e S u m e r , Babilonia y E g i p t o en el a n t i g u o T e s t a m e n t o
Y a h v é - E l o h i m c o m o dios t r a s c e n d e n t e 492
La i m a g e n de Y a h v é - E l o h i m c o m o exclusivamente masculina 497
Yahvé c o m o dios g u e r r e r o tribal 499
La e v o l u c i ó n d e Yahvé 502
12. La d i o s a o c u l t a e n el a n t i g u o T e s t a m e n t o 505
Los q u e r u b i n e s 508
La diosa cananea 513
Aserá 513
A n a t 515
Astarté 517
La difamación de la diosa 519
Moisés c o m o h i j o - a m a n t e de la diosa 525
El p u e b l o de Israel c o m o novia de Yahvé 526
Sofía ( H o k m á ) : la novia celestial de Y a h v é - E l o h i m 529
Los orígenes de Sofía 530
El m a t r i m o n i o sagrado 538
13. E v a : la m a d r e d e t o d o v i v i e n t e 549
El d e r r o c a m i e n t o d e la diosa m a d r e 555
El paraíso 559
El árbol d e la vida y el árbol del c o n o c i m i e n t o 559
La s e r p i e n t e 563
D e m i t o a d o c t r i n a 565
La caída c o m o m i t o del n a c i m i e n t o de la consciencia 569
Eva en la cultura h e b r e a 573
Lilit 575
Eva en la cultura cristiana 580
Eva y P a n d o r a 581
Eva c o m o creación secundaria 585
Eva c o m o sustancia inferior 587
Eva, la serpiente y el diablo 589
Eva c o m o t e n t a d o r a y c o m o p ó r t i c o del diablo 592
Eva y el c u e r p o 597
El p e c a d o original 600
849
M a r í a c o m o la s e g u n d a Eva 606
Eva e n la teología p r o t e s t a n t e 609
Eva y la naturaleza 613
14. M a r í a : el r e t o r n o d e la d i o s a 619
La c o n s t r u c c i ó n d e la i m a g e n d e u n a diosa 621
M a r í a c o m o la gran diosa m a d r e 629
M a r í a c o m o diosa q u e da a luz 634
El m i t o l u n a r 638
María c o m o reina del cielo 640
M a r í a c o m o s e g u n d a Eva 646
María: la diosa p e r d i d a d e la tierra 649
M a r í a c o m o diosa d e los animales 655
María c o m o diosa d e la m u e r t e y del i n f r a m u n d o 658
M a t e r D o l o r o s a 661
La V i r g e n n e g r a 663
M a r í a M a g d a l e n a 665
María c o m o diosa d e la g u e r r a 671
M a r í a c o m o hija de A n a , la g r a n m a d r e 671
María y el Espíritu santo 674
Jesús e n la t r a d i c i ó n del h i j o - a m a n t e de la diosa 675
El m a t r i m o n i o sagrado 683
850
16. E l m a t r i m o n i o s a g r a d o d e la d i o s a y el d i o s : la r e u n i ó n
d e la n a t u r a l e z a y el e s p í r i t u 745
A d i c i ó n a este capítulo 771
Apéndices
1. T i e m p o s prehistóricos 773
2. Los Evangelios cristianos 775
El apelativo de «Cristo» 777
3. La pérdida d e la tradición y de las i m á g e n e s d e la Sabiduría divina,
el Espíritu santo y la reina de los cielos 779
N o t a s 785
B i b l i o g r a f í a 817
P r o c e d e n c i a d e las i m á g e n e s 837
851
El Á r b o l del Paraíso
2. El vuelo mágico
Y otros textos 9. Dioniso
Mircea Eliade Mito y culto
Girard P r ó l o g o de A g u s t í n L ó p e z Tobajas
Traducción de María Tabuyo y Agustín López
16. V i s i ó n en azul
Estudios de mistica europea 23. El m i t o del andrógino
Alois M. Haas Jean Libis
Traducción de Victoria Cirlot y Amador Vega Traducción de María Tabuyo y Agustín López
1484 Paracelso
l o a n P. Culianu E d i c i ó n de J o l a n d e J a c o b i
P r ó l o g o de M i r c e a Eliade Epílogo de C. G . J u n g
3 8 . E l m i t o d e la d i o s a
30. O r f e o y la r e l i g i ó n griega E v o l u c i ó n de una imagen
E s t u d i o s o b r e el « m o v i m i e n t o órfico» Anne Baring y Jules Cashford
W. C . K. Guthrie P r ó l o g o : Sir Lauren v a n der P o s t
Prefacio de Larry J. Alderink Traducáón de Isabel Urzáiz, Andrés Piquer,
Traducción de Juan Valmard Pablo A. Torijano, Susana Pottecher
A p é n d i c e de J a u m e Pórtulas y Francisco del Río
34. F u n d a m e n t o s d e la v í a media
Nagárjuna
E d i c i ó n y traducción de Juan Arnau Navarro