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Plan País Infraestructura.

Miguel Méndez Rodulfo

¿De qué trata un documento de política Pública o uno de transición? De premisas y propuestas para
solucionar los problemas de la gente, cada uno en su tiempo de acción. A un político le interesa
saber cómo solucionar lo que aqueja a quienes va a gobernar, por lo que quiere tener elementos
para el discurso tanto en su rol opositor como en su campaña electoral. El político debe hablar en
forma pertinente de los temas que lesionan la calidad de vida de las comunidades y debe además
ofrecer como solucionarlos; este mensaje debe expresarlo en forma sencilla, clara y didáctica, para
crear la percepción de que maneja en profundidad el tema. De allí la importancia de una política
pública y de un documento de transición.

Plan País, como he dicho muchas veces, no debe ser un plan sino que propiamente se refiere a un
programa de acciones para reconstruir la infraestructura devastada que nos dejará como legado el
régimen. Por tanto, debía enfocarse en el corto plazo, en el período de dos años y un poco más,
tiempo que tomará estabilizar a Venezuela. El asunto es que lo que vemos de Plan País es un intento
por formular un plan en el mediano plazo, con el agravante que se da por descontado que ocurrirá
un milagro que permitirá que las labores que se deben realizar durante la transición “alguien”, que
no se sabe quién, las hará.

La omisión en incorporar una mayor diversidad profesional en la composición del grupo que
desarrolló Plan País Infraestructura, así como la ausencia de un equipo consultivo externo, capaz de
haber revisado y validado la visión, estrategia y contenido de los documentos que se produjeran,
evitó que se hicieran correcciones fundamentales en el enfoque, los tiempos y la orientación del
trabajo. Faltó también haber analizado los documentos que se fueron generando como si los
hubiese escrito otro grupo, al igual que haberlos sometido a la consideración de personas con el
encargo de que realizaran una lectura crítica, casi diríamos pesimista; esto hubiese evitado el
entusiasmo exagerado que muchas veces nos obnubila, cuando hemos trabajado con pasión, y quizá
el resultado hubiese sido otro.

La impresión que me queda cuando se expresan críticas a PPI es que más allá de determinar la
validez de las observaciones planteadas en un examen desapasionado, la actitud es de
convencernos de que todo está bajo control, que no hay que preocuparse, que eso está
considerado, que probablemente haya que resaltar algo que no se destacó, pero que el sustrato
está muy bien. Bueno, ojalá eso fuera así por el bien de todos, pero íntimamente creo que ese no
es el caso, que muchas cosas deben replantearse, pero que no es para nada difícil mejorar el
contenido de los documentos. Sólo hace falta un poco de buena voluntad, dedicar una etapa no
muy larga a revisar e incorporar aquello que se considere conveniente.

La crítica no es mala, sino que por el contrario tiene una gran utilidad porque nos permite ver otro
punto de vista, mirar algo en lo que no reparamos y mejorar nuestras ideas y planteamientos. Si
bien es verdad que no toda crítica es fundada, corresponde evaluarlas para determinar la
pertinencia de algunas y proceder a considerarlas para mejorar nuestro trabajo. Es tal la
trascendencia de PPI que no debemos desaprovechar la oportunidad de ofrecer el mejor marco de
recuperación que se le debe ofrecer a Venezuela a la hora de asumir una nueva gobernabilidad. De
eso se trata, la democracia y la civilización.

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