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Investigar con imágenes las 7 grandes amenazas que están destruyendo el planeta

Hiperconsumismo

Corporaciones fuera de control

Demasiados vehículos

Sobrepoblación

Erosión del suelo

Desigualdad

Pobreza

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Hiperconsumismo

Hasta hace poco tiempo se afirmaba que la sociedad del hiperconsumo era la fase superior del
capitalismo. Dicha sociedad no sólo se caracterizaría por nuevas formas de consumir sino también por
nuevos modos de organizar las actividades económicas, nuevas maneras de producir y de vender, de
comunicar y de distribuir. En suma, se apostaba por un innovador sistema de oferta.

En la actualidad lo que define a la sociedad son las segmentaciones de mercado; la diferenciación de


los productos y de los servicios; las políticas y certificaciones de calidad; las acciones promocionales y
de lanzamiento de productos; la preeminencia del marketing, etcétera. Estas notas favorecen un
nuevo modelo de consumo. Y claro está, en fases de desaceleración, de recesión y de crisis, dichos
planteamientos entran en conflicto con las posibilidades de los ciudadanos que, por lógica, se deben
ajustar los cinturones y restringir sus pautas de consumo.

Estamos ante una sociedad en la que la oferta es sobreabundante y variada, desestandarizada y en


donde se enfatiza el "redescubrimiento del cliente". Y, evidentemente, aquel mercado dirigido por la
oferta se ha trasmutado a un mercado dominado por la demanda.

La globalización ha facilitado la diversificación de la oferta merced a la apertura de nuevos espacios


económicos, por el crecimiento del comercio, por la concentración de los mercados, por las fusiones y
adquisiciones de empresas, etcétera. Ello estimuló el florecimiento de grandes corporaciones y de
fértiles marcas mundiales que movilizan ingentes presupuestos de comunicación. De ahí que la
sociedad de hiperconsumo se podría caracterizar por el triunfo de la variedad, por la unificación de los
mercados y de las gamas de productos, por un marketing global con productos y por eslóganes
organizados de manera internacional.

La sociedad del hiperconsumo permite acentuar el deslizamiento desde una economía centrada en los
bienes materiales hacia una economía de servicios, en donde las prestaciones inmateriales y la
provisión de nuevos servicios predominarían sobre el resto.

Pues bien, todos aquellos elementos que se estaban manifestando de manera regular y que se
plasmaban en los denominados nuevos principios de producción presentan evidentes síntomas de
agotamiento y las manifestaciones más cotidianas nos permiten atisbar y constatar un enfriamiento del
consumo. O sea, una cierta necesidad de cambiar de paradigma.
Corporaciones fuera de control

Las quejas que comenzaron a llegar a la Presidencia de la República, concretamente a la Secretaría


de Transparencia, daban cuenta de que algo raro estaba sucediendo en las elecciones de las juntas
directivas de las 57 cámaras de comercio del país para el período 2012 -2014.

“No somos jueces para determinar si hubo o no una irregularidad o un delito, pero hay indicios que
apunta a eso. Por ejemplo, en el caso de la Cámara de Comercio de Barranquilla, se produjo en el
primer semestre un número atípico de empresas inscritas, del orden del 100%”, sostiene Carlos
Fernando Galán, su titular, el funcionario que dio la alarma en el escándalo que hoy día tiene
suspendidos esos procesos electorales.

Cuando la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) realizó las primeras indagaciones, se dio
cuenta de que el fenómeno no era exclusivo de la costa norte, pues también se presentaba en la
Cámara de Comercio de Bogotá, la más grande del país.

Pero más allá de un aumento atípico en el número de empresarios inscritos, lo que realmente
preocupó a los entes de control fue su información de registro, según la cual decenas de sociedades
amplificadas por acciones (S.A.S., categoría empresarial que agiliza el proceso de creación de una
sociedad) utilizaron los mismos datos.

“Particularmente, no creo que 30 ó 40 de estas empresas vayan a funcionar con el mismo teléfono, en
la misma dirección y con el mismo capital”, señala Galán, y añade que este hallazgo fue el abrebocas
de una irregularidad aún peor: “En algunos casos, los empresarios tienen vínculos con los candidatos
inscritos. Se encontró un número importante de familiares que ingresaron a las listas de votantes el
mismo día”.

Casos como estos se encontraron en las cámaras de Villavicencio, Pereira, Manizales y Aburrá Sur
(que cobija los municipios antioqueños de Caldas, Envigado, Itagüí, La Estrella y Sabaneta), pero no
en una proporción tan preocupante como la de Bogotá y Barranquilla. “De 400 registros estudiados, 70
eran genuinos”, aseguró José Miguel de la Calle, superintendente de Industria y Comercio, durante la
rueda de prensa en la que se anunció la expedición del Decreto 1202, que suspendió las elecciones.

Para los entes de control, de no haber intervenido en estos procesos, surgirían fuertes interrogantes
en el manejo de los más de $450.000 millones en recursos públicos provenientes del cobro de
impuestos. “Las cámaras se han convertido en centros importantes de influencia y estudio, y es sano
que ese poder sea transparente. Nuestra preocupación real es que estas irregularidades influyan y
manipulen las elecciones”, dice Galán.
Demasiados vehículos

El transporte es el principal responsable de la generación de gases de efecto invernadero (GEI) en


Europa tras el sector energético, al estar detrás de un 20% de las emisiones totales. Pero ni las
obligaciones que acarrean la firma de los tratados internacionales ni los compromisos voluntarios van
demasiado lejos a la hora de alcanzar la descarbonización del sector.

Los países del G20 son los responsables de la mayor parte de la torta mundial del consumo de
combustibles para vehículos y de la emisión de gases de efecto invernadero relacionada con el
transporte. El consumo no para de crecer y casi se ha duplicado entre 1990 (fecha de referencia de
los acuerdos de cambio climático) y 2014. Consumen y emiten dos veces y media más que el resto de
los países del mundo, encabezados por Estados Unidos, al que siguen China, India y Brasil.

Las ciudades europeas insisten en las recomendaciones, adquieren unidades eléctricas de transporte
público, refuerzan sus parques con bicicletas y establecen algunas restricciones de tráfico, pero la
industria automotriz sigue produciendo a toda máquina y la población compra. Las curvas de CO2 de
otros sectores han ido a la baja a partir del Protocolo de Kioto y en el transporte solo se notó un
descenso con la crisis de 2007. Pero la curva ascendente ha remontado y sigue.

Por poner un ejemplo, un país como Alemania, con 80 millones de habitantes, cuenta con 40 millones
de coches (uno cada dos personas), lo cual parece una monstruosidad si se tiene en cuenta la
ambiciosa meta de la descarbonización del sector en para el año 2050. Los analistas sostienen que la
industria automotriz está “demasiado” protegida, incluso después del escándalo de las trampas de
VW para aprobar los exámenes de emisiones. “El transporte en Alemania es el sector que más
energía consume y el segundo que más gases emite, después del carbón”, sostiene Wolfgang
Aichinger, experto en movilidad.

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Desigualdad

La desigualdad social se ha convertido en el foco central de estudio dentro de la sociología, ya que


dentro del estudio de cualquier sociedad encontraremos el problema de la desigualdad. Según el
sociólogo Eduardo López Aranguren,8 la desigualdad social es el resultado de un problema social, y
no puede observarse meramente como un fenómeno natural. Es también un fenómeno histórico y
cultural que ha existido en todas las naciones, hasta convertirse en un problema social para cada una
de ellas. La desigualdad social es la condición por la cual las personas tienen un acceso desigual a los
recursos de todo tipo, a los servicios y a las posiciones que valora la sociedad. Todo tipo de
desigualdad social está fuertemente asociada a las clases sociales, al género, a la etnia, la religión,
etcétera. Así que de forma más sencilla podemos definir la desigualdad como el trato desigual o
diferente que indica diferencia o discriminación de un individuo hacia otro debido a su posición social,
económica, religiosa, a su sexo, raza, color de piel, personalidad, cultura, entre otros.

Las formas más extremas de la desigualdad social toman la forma de opresión en distintos aspectos.
El individuo se ve oprimido de forma económica, política, religiosa, y cultural. Así, se comienzan a
observar en la sociedad, lo que se conoce como minorías sociales. Es entonces cuando las grandes
entidades o grupos igualdad social, en su manifestación más extrema causa la exclusión social de
estos individuos. La exclusión social es la ruptura de los lazos entre el individuo y la sociedad.

Generalmente es admitido que valores como la libertad, la justicia, la paz, el respeto o la solidaridad
tienen un carácter universal de manera que además de considerarse indispensables, se constituyen
en los pilares básicos de todas las sociedades democráticas. No obstante, no todos tienen el mismo
protagonismo, y no todos son asimilados o interiorizados igualmente. Para ilustrarlo baste recordar la
virulenta reacción de ciertos grupos sociales ante la aprobación, por ejemplo de leyes que regulan la
igualdad de derechos de las personas con diferente orientación sexual o el problema que aparece en
los países desarrollados ante la llegada más o menos masiva de inmigrantes y la reacción de rechazo
que, tarde o temprano, muestran algunos sectores de la sociedad: si bien la solidaridad o el respeto
son aceptados como deseables, la realidad muestra sin duda la doble moral con la que dichos valores
son entendidos, cuando de vivir esta situación o hacerlos realidad se trata. Otra interpretación posible
de esta situación, sería identificar la evidente diferencia entre la importancia otorgada a unos valores y
otros con la existencia de una jerarquía entre ellos. Así, si bien hablamos de grandes valores,
universales y a temporales, encontramos diferentes modos de priorizarlos, incluso de interpretarlos, ya
sea en función del contexto social, cultural, político o religioso.
Pobreza

La pobreza es la situación de no poder satisfacer las necesidades físicas y psicológicas básicas de


una persona o lo que se relaciona dentro de la vida del mismo, por falta de recursos como
la alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria, el agua potable o la electricidad. La
pobreza puede afectar a una persona, a un grupo de personas o a toda una región geográfica.
También se suele considerar como pobreza a las situaciones en que la falta de medios económicos
impide acceder a tales recursos. Situaciones como el desempleo, la falta de ingresos o un nivel
bajo de los mismos. Asimismo la pobreza puede ser el resultado de procesos de exclusión
social, segregación social o marginación (de manera inversa, el que una persona se vuelva pobre
también puede conducirla a la marginación). En muchos países del tercer mundo, la pobreza se
presenta cuando no es posible cubrir las necesidades incluidas en la canasta básica de alimentos o se
dan problemas de subdesarrollo.
En los estudios y estadísticas sociales se distingue entre pobreza y pobreza extrema (también llamada
miseria o indigencia), definiéndose la pobreza extrema como aquella situación en la que una persona
no puede acceder a la canasta básica de alimentos (CBA) que le permita consumir una cantidad
básica de calorías por día, y pobreza como aquella situación en la que una persona no puede acceder
a una canasta básica de bienes y servicios más amplia (CBT), que incluye, además de los alimentos,
rubros como los servicios públicos, la salud, la educación, la vivienda o la vestimenta. El Banco
Mundial ha cuantificado ambas líneas, estableciendo desde octubre de 2015, la línea de pobreza
extrema (indigencia) en 1,90 dólares norteamericanos ($) por día y la línea de pobreza en 3,10 $
diarios.
Según el Informe de Desarrollo Humano de 2014 del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) uno de cada cinco habitantes del mundo vive en situación de pobreza o pobreza
extrema. Es decir, 1 500 millones de personas no tienen acceso a saneamiento, agua potable,
electricidad, educación básica o al sistema de salud, además de soportar carencias económicas
incompatibles con una vida digna.
Erosión del suelo

La erosión del suelo es el desplazamiento de la capa superior de este, una forma de degradación del
suelo. Un bajo nivel de erosión del suelo es un proceso natural en toda la tierra. Los agentes de la
erosión del suelo son el agua y el viento, cada uno de los cuales contribuye con una cantidad
significativa de pérdida de suelo cada año. La erosión del suelo puede ser un proceso lento que
continúa relativamente desapercibido, o puede ocurrir a un ritmo alarmante, causando una grave
pérdida de la capa superior del suelo. La pérdida de suelo de las tierras de cultivo puede verse
reflejada en la reducción del potencial de producción de cultivos, la menor calidad del agua superficial
y las redes de drenaje dañadas.
Las actividades humanas han incrementado entre 10 y 40 veces la velocidad a la que se produce
la erosión a nivel mundial. La erosión excesiva (o acelerada) causa problemas tanto "in situ" como
"fuera del sitio". Los impactos en el sitio incluyen disminuciones en la productividad agrícola y (en los
paisajes naturales) colapso ecológico, ambos debido a la pérdida de las capas superiores del suelo
ricas en nutrientes. En algunos casos, el resultado final es la desertificación. Los efectos fuera del sitio
incluyen la sedimentación de las vías fluviales y la eutrofización de las masas de agua, así como los
daños relacionados con los sedimentos en las carreteras y las casas. La erosión hídrica y eólica son
las dos causas principales de la degradación de la tierra; combinados, son responsables de
aproximadamente el 84% de la extensión global de tierras degradadas, lo que hace que la erosión
excesiva sea uno de los problemas ambientales más importantes en todo el mundo. La agricultura
intensiva, la deforestación, las carreteras, el cambio climático antropogénico y la expansión urbana se
encuentran entre las actividades humanas más importantes en cuanto a su efecto sobre la
estimulación de la erosión. Sin embargo, existen muchas prácticas de prevención y remediación que
pueden reducir o limitar la erosión de los suelos vulnerables.
Sobrepoblacion

La sobrepoblación proviene de la superación por una especie animal de los límites de sostenibilidad
del biotopo que habita. Esto es, una especie demanda más alimento, produce más residuos y exige
más espacio del que el biotopo puede darle o aceptar sin sacrificar el futuro de otras especies que
habitan en él. La sobrepoblación es tanto una cuestión de espacio, como de limitación de recursos, y
sobre todo, como consecuencia directa, de extinción de las especies que cohabitan la región
superpoblada con la especie humana. Se estima que cerca de un 99,9% de todas las especies que
han surgido en el planeta se han extinguido por una u otra causa, además de que sin estas
extinciones la especie humana nunca hubiera llegado a ocupar todos los ecosistemas terrestres del
planeta.

La superpoblación puede resultar de un incremento de nacimientos, una disminución de la mortalidad


debido a los avances médicos, un aumento de la inmigración o por un bioma insostenible y
agotamiento de recursos. Es posible que en áreas de escasa densidad de población se dé
superpoblación porque el área en cuestión no pueda sostener tanta población.

El concepto de superpoblación se basa en el principio de que todo territorio tiene una determinada
capacidad de carga, la que viene determinada por la cantidad de recursos disponibles, y por la tasa de
renovación de estos. La población de cualquier especie alcanzará su nivel óptimo cuando ésta sea
igual a la capacidad de carga. Si la población aumenta por sobre la capacidad de carga, habrá
sobrepoblación, y por consiguiente los recursos (especialmente los alimentos) no alcanzarán para
todos los habitantes de la población, produciéndose la muerte por inanición de estos.

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