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22° al 29°)
Uno de los derechos fundamentales de carácter social atribuibles a la persona en
nuestra Carta Fundamental lo constituye la libertad y el acceso al trabajo. No solo se
concibe como un derecho social intrínseco en la persona sino también como un deber
que exige el aporte de su fuerza laboral a la colectividad a la que pertenece en pro de
su progreso y desarrollo.
La relación laboral que se establezca con el empleador trae consigo una serie de
beneficios sociales económicos en favor del trabajador que el Estado debe salvaguardar
a partir de las disposiciones constitucionales que comentamos como la atención
prioritaria del Estado de promover el acceso al trabajo, el promover condiciones y
políticas laborales favorables, preservando las garantías respecto del otorgamiento de
las remuneraciones y beneficios laborales en forma equitativa y suficientes (por ejemplo
no menos de la RMV), el respeto a la jornada laboral de 8 horas diarias y 48 semanales
y al descanso semanal y anual que corresponda, entre otras acciones estatales en favor
de los trabajadores en tanto parte débil de dicha relación laboral.
Asimismo, se sostiene que mediante ley debe garantizarse una adecuada protección
contra el despido arbitrario, es decir, cuando se realice sin causa justa. Está claro que
no es posible hablar de una estabilidad laboral absoluta en nuestro ordenamiento
jurídico laboral, sin embargo mínimamente debe regularse la desprotección que puede
sufrir el trabajador por una actuación ilegal del empleador no válida.
Por otro lado, no sólo se garantiza constitucionalmente los derechos individuales de los
trabajadores sino también los derechos colectivos como los derechos de sindicación, de
negociación colectiva y la huelga. El derecho de los trabajadores a asociarse libremente
para promover la solidaridad y la defensa de sus intereses se encuentra consagrada
constitucionalmente, así como la posibilidad de celebrar convenios, acuerdos,
agrupados en sindicatos frente al empleador para conquistar mejores condiciones
laborales, incluso recurriendo al derecho a la huelga a manera de protesta ante la falta
de voluntad no solo de dialogo del empleador para encontrar soluciones sino también
por no convenir en la concesión de los reclamos laborales exigidos.
Finalmente, la propia Constitución consagra tres principios laborales de capital
importancia. La no discriminación en el acceso al empleo, la irrenunciabilidad de los
derechos laborales y la interpretación más favorable al trabajador en caso de duda
normativa en las procedimientos administrativos o procesos judiciales en los que sea
parte.