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Una investigación de este organismo concluyó que, en la década del 90, el planeta y la salud de
sus habitantes sufrieron un serio deterioro. América latina fue una de las regiones más
perjudicadas.
Telma Luzzani
tluzzani@clarin.com
El resultado es obvio por que —al menos en teoría— las compañías privadas están centradas
en su propio beneficio mientras los Estados deben velar por el bien común: con los cambios de
los 90, se desprende que "ganaron las empresas pero perdió la Naturaleza". Así lo demuestra
el estudio que acaba de publicar el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA) y que es el fruto de dos años de investigación llevadas a cabo por casi 100 expertos
junto con el Observatorio de Desarrollo de la Universidad de Costa Rica y otras seis
organizaciones técnicas y académicas.
El director del Programa, Ricardo Sánchez Sosa, fue categórico al hablar con Clarín: "El informe
revela que nuestra región pasó por una década de crecimiento en los '70 pero en los años 90,
con el cambio de modelo económico, aumentó la pobreza y la inequidad; creció la deuda
externa y la degradación ambiental y empeoró la vida tanto en las ciudades como en el
campo".
Por ejemplo entre 1960 y 1980 la pobreza disminuyó del 51% al 40,5% pero, según el informe
del PNUMA, esa cifra volvió a crecer en los 90 y hoy el 44% de los latinoamericanos (o sea 225
millones de personas) son pobres, la mitad de ellos, niños o jóvenes. La región es también la
más injusta del mundo por su desigual distribución de los ingresos.
Otro ranking que da estupor es el que mide el crecimiento de las ciudades. En América latina y
el Caribe se registra el mayor grado de urbanización (pero con un crecimiento caótico y no
planificado) con el consiguiente rebote negativo en la salud de las personas y del medio
ambiente.
"El 75% de los habitantes viven en las ciudades —dijo Sánchez Sosa desde la sede del PNUMA
en México—. En Argentina y Brasil la cifra supera el 80% con tendencia a aumentar. Esto trae
problemas de manejo de los residuos sólidos; de contaminación del aire y el agua y un enorme
impacto en la salud de las personas". Por año, hay 2,3 millones de chicos con enfermedades
respiratorias crónicas y 100.000 casos de bronquitis crónicas en los adultos (CEPAL) por aire
contaminado.
En el caso de los residuos, dice Sánchez Sosa, sólo el 40% se maneja adecuadamente.
"Tampoco hay control sobre los residuos industriales. En la provincia de Santiago del Estero,
por ejemplo, recién ahora, después de 10 años de sepultados, se pudieron desenterrar unos
productos químicos agropecuarios muy peligrosos cuyo uso está prohibido."
Nuestra región tiene la mayor reserva de tierra cultivable del planeta: 576 millones de
hectáreas, el 30% del total mundial. Pero la tierra está siendo dañada por el uso de
agroquímicos, la salinización y la erosión (notable en Argentina, Brasil, Chile, Cuba, México y
Perú). Hoy la desertificación afecta a 313 millones de hectáreas causando pérdidas que
ascienden a 2.000 millones de dólares anuales.
Lo mismo puede decirse de los bosques (América latina perdió 47 millones de hectáreas en la
última década) o con la biodiversidad (en nuestra región hay 178 ecorregiones que albergan el
40% de las especies de flora y fauna del planeta) o con el agua tanto como recurso energético
como elemento vital. Sudamérica es la región más rica en recursos hídricos renovables pero la
desforestación, la contaminación y las privatizaciones sin control pusieron en riesgo no sólo la
cantidad sino la calidad del agua. En resumen, la riqueza natural de la región es enorme
aunque proporcionalmente inversa a la conciencia de los latinoamericanos sobre la
importancia de no perderla.
Sobre la deuda externa se ocupa el primer capítulo del informe del PNUMA. "El saldo de la
deuda se incrementó 21 veces, en 30 años, pasando de 46.300 millones de dólares en 1971 a
982.000 millones en 1999." América latina tiene el 38% de la deuda mundial. La transferencia
de dinero al Norte es brutal: 45% de los ingresos en concepto de exportaciones se van como
pago de intereses.
El informe muestra así una cadena dramática en la que la deuda externa genera pobreza;
luego la pobreza aumenta la ignorancia y el desinterés, lo que causa un mayor deterioro
ambiental, que a su vez abrirá la puerta a más enfermedades y epidemias, todo en un sin fin
intrincado donde ya no se puede percibir qué es la causa y qué la consecuencia.
El PNUMA analizó además las perspectivas del futuro desde tres escenarios posibles:
3) Grandes transiciones o desarrollo sostenible, definido por Sánchez Sosa como una "mezcla
de lo deseable con lo posible."
"Debe evaluarse qué país se quiere. En Argentina está pasando algo importante: están
repensando el país, en cambiar el modelo. El producto más importante que ha estado
exportando Argentina en los últimos años es su gente y eso le restará posibilidades en el
futuro. Todos los países deberían discutir, como ustedes lo hacen hoy, cómo disminuir la
pobreza y la desigualdad; debatir que no es tan importante cuánto se crece sino cómo".