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Frangois Mairesse

El museo híbrido
Prólogo
Américo Castilla

Traducción
Martín Schifino

Ariel
' I ' f i n I D origiiinl: Ir musée hybrtm
París, l.a Pociifnentation Iran^uisc, 2010

Diseño de cubierta! Gustavo Macri y Vincent Douaire


Imagen de cubierta: adaptación de El nacimiento de Venus, de Sandro Botticelli, por Gustavo Macri y
Vincent Douaire.

Mairesse, Fran?ois
El museo híbrido -1aed.- Buenos Aires: Ariel, 2013.
264pp.;24x16cms

Traducido por: Martín Schifino ÍNDICE


ISBN 978-987-1496-45-7

1. Arquitectura. 2. Museos. I. Schifino, Martín, trad. II. Título


CDD 727.6 .
\gradecimientos 9
htilnxoa la edición en español, Américo Castilla 11
Ia edición, marzo de 2013 rii'jucio, Bernard Deloche 17
Introducción 21
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares
del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por CAPITULO 1. BREVE HISTORIA DE LA ADMINISTRACIÓN DE MUSEOS 37
"
cualquier medio o procedimiento, incluidos la reprograíía y el tratamiento informático. UNA CONCEPCIÓN MÁS o MENOS AMPLIADA 39
Gf-NESIS 40
Cet ouvrage a beneficié du soutíen des Programmes d'aide a la publication de l'Institut Franjáis, I.A ADMINISTRACIÓN MUSEAL: UN TÉRMINO MUY VASTO 42
Esta obra cuenta con el apoyo de los Programas de ayudas a la publicación del Institut Francais. EL MOMENTO BROWN GOODE 46
LA PIEL DE ZAPA 48
2010, Francois Mairesse
EL MOMENTO RlVIÉRE 52
© 2010, La Documentation Francaise
2013, Américo Castilla (por el prólogo)
Fundación TyPa / www.typa.org.ar ¡ CAPITULO 2. EL PAPEL DEL MERCADO 59
2013, Martín Schifino (por la traducción) EL CAPITALISTA Y LOS GABINETES 60
2013, de de todas las ediciones en castellano: EL MUSEO Y LAS GANANCIAS 63
Editorial Paidós SAICF LA AVENTURA DE LOS MUSEOS INDUSTRIALES 65
Publicado bajo su sello Ariel"
ASCENSO Y DECADENCIA DE LOS MUSEOS COMERCIALES 69
Independencia 1682/1686,
Buenos Aires - Argentina
MUSEOS VERDADERAMENTE RENTABLES 72
E-mail: difusion@areapaidos.com. ar EL MUSEO Y LOS CENTROS COMERCIALES 80
www.paidosargentina.com.ar EL GIRO COMERCIAL DE LOS MUSEOS 84
INVERSIONES Y RAZONAMIENTOS ECONÓMICOS 88
Queda hecho el depósito que previene la Ley 11.723 LA LÓGICA DEL MERCADO Y EL LUGAR DEL VISITANTE 90
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina LA SALIDA DE LOS MUSEOS AL MERCADO 94
Impreso en Primera Clase,
EL MUSEO: ¿PIEDRA ANGULAR DEL CAPITALISMO? 95
California 1231, Ciudad Autónoma de Buenos Aires,
en febrero de 2013. CAPITULO 3. Los MUSEOS Y EL ESTADO 103
EL MUSEO Y EL PRÍNCIPE 104
Tirada: 2.000 ejemplares MlJSEpS NACIONALES 108
ISBN 978-987-H96-45-7 EL MUSEO: ¿UN BIEN PÚBLICO? 111
El- F1NANCIAMIENTO PÚBLICO DE LOS MUSEOS 114
LA CONSOLIDACIÓN DEL PAPEL DEL ESTADO DURANTE LA TREINTENA
GLORIOSA 116
El, MUSLO BUROCRÁTICO 121
BUROCRACIA, DÉCADA DE 1980 127
LOS MÍÍR1TOS DE LA BUROCRACIA 130
MERCADO/ESTADO: ¿LÓGICAS ANTINÓMICAS? 132

CAPÍTULO 4. LA LÓGICA DEL DON 135


EL DON EN LA VIDA BURGUESA 136
DONANTES Y MUSEOS 140
BREVE HISTORIA DE LA DONACIÓN AL MUSEO 143 AGRADECIMIENTOS
EL DON EN LOS MUSEOS HOY EN DÍA: NATURALEZA DEL DON 151
EL DON EN LOS MUSEOS HOY EN DÍA: ESTRUCTURA DEL DON 160
UN MUNDO EN CLAROSCURO 171
l;,sk' ensayo no habría visto la luz sin el aporte esencial de gran
¿HOMO ECONOMICUS VERSUS HOMO DONATOR? 176 numero cíe colegas y amigos cuyas conversaciones y calidad humana
LA LÓGICA DEL DON MÁS ALLÁ DE LA ANTINOMIA MERCADO/ESTADO 178
Hit- han iluminado particularmente. Victor Ginsburgh y Fierre de Ma-
in, qiK- dirigieron mi tesis, son en muchos sentidos dos referentes
CAPÍTULO 5. ¿FORCEJEOS o NEGOCIACIÓN? 183 t uvas enseñanzas no me canso de escuchar. Debo mucho a André
EL DERECHO DE ENTRADA AL MUSEO 183 I lesvalléss, que, desde aquella época, ha desempeñado un papel con-
¿VENDER LAS COLECCIONES? 195
•.iilnablc en mi orientación museal. Su inmensa erudición, sumada
.1 U M . I experiencia y una generosidad fuera de lo común, es un punto
Conclusiones 219 i Ir referencia fundamental para mi trayectoria. En el marco de la or-
Bibliografía selecta 237
KMin'/ación del Master de Muséologie de la Universidad de Lyon, en
rl (|iie l u ve la suerte de colaborar desde 1999, Bernard Deloche ha
I n i >se^uido en cierto modo mi formación, tanto a través de sus escla-
Mvedoras conversaciones y la gentileza que me demostró, como del
siilil rigor de su razonamiento. La experiencia pasa sobre todo por
la práctica y por conocer, en el terreno, hombres y mujeres apasió-
nalos por su oficio: eso me brindó la vida en el seno de un gabinete
ministerial, bajo la conducción de Hervé Hasquin, un hombre excep-
» iiinal, y después en el Musée Royal de Mariemont, en compañía de
Mai ic-Cécile Bruwier y de más de sesenta personalidades de las que
nú me canso de descubrir los contornos más asombrosos. Lamento,
por supuesto, no poder citar a todos los que me ayudaron de manera
directa o a veces involuntaria. Agradezco sinceramente a Serge Chau-
mier, Michel Colardelle, Bernard Deloch, Victor Ginsburgh, Joelle Le
Maree y Michel van Praét por haber aceptado formar parte del jurado
<ie mi tesis de doctorado, de la que se desprende este ensayo. Sus
observaciones y comentarios fueron de gran ayuda en el necesario
Ira bajo de reescritura. Jacqueline Eidelman tuvo a bien integrar este
trabajo en la colección que dirige. Sus numerosas sugerencias, así
como las de Mélanie Roustan, me brindaron una ayuda preciosa. Me
doy cuenta, por el conjunto de comentarios suscitados por estas pri-
meras lecturas, de lo vasto que es el campo abordado y ampliamente
Inexplorado; merece que se sigan haciendo investigaciones. Entre los
numerosísimos investigadores con los que establecí comunicación
sobre este proyecto, mencionaré en especial el papel que desempe-
haberse instalado de manera crónica? Sin compartir el entusiasmo
por la exportación demasiado espectacular de los grandes museos ni
adherir plenamente al impulso innovador de los museos comunita-
rios, este libro nos obliga a repensar el museo tradicional, y permite
abordar el desafío de la mundialización con lucidez y eficacia.

BERNARD DELOCHE
INTRODUCCIÓN

i i irrritorio del conservador1

I ,i >s museos constituyen a menudo cotos de caza privados o cam-


I M I - . i Ir batalla. Cierta lógica territorial prevalece en el interior de es-
!••', establecimientos, y a veces suscita reacciones sorprendentes en
lu1. hombres y mujeres supuestamente dedicados al culto de la be-
lli'/a o del conocimiento. Hubo un tiempo en que el erudito reinaba
i t u n o amo y señor de las salas; con frecuencia se ha mencionado el
t ( iM > del British Museum del siglo XVIII, cuyos escasos visitantes, que
lililí-malí el permiso de hacer un recorrido después de largos trámi-
h••., i-ran invitados a abandonar el establecimiento tan pronto como
I I I I - M - posible (Kenyon, 1927; Hudson, 1975).2 Esos tiempos pasaron;
nlj'imos aún los echan de menos, mientras que otros se han adaptado
e- i ledamente.
IVro los expertos que, en Francia y en Bélgica, se llaman conser-
vailurvs, se han visto obligados a aceptar la presencia de unos cuantos
profesionales de museos especializados en una u otra de las materias
i|nr hasta hace poco aquellos tenían a su cargo. A lo largo del siglo
\ \ conforme se consolidó el papel pedagógico del museo, se desa-
nidaron servicios educativos y salieron a la palestra nuevas catego-
i las ile personal; guías, conferencistas, educadores, mediadores, por
tu i hablar de los servicios de análisis del público. La convivencia con
r-.los recién llegados -a veces bien integrados, con frecuencia solo to-
ldados- no siempre dio muestras de perfecta armonía. Algunos años
mas larde, la ampliación de las colecciones supuso la llegada de más
especialistas: gestores de depósitos, regidores, documentalistas encar-
ff.mlos del inventario, responsables de la seguridad... Los conservado-
res que, durante muchos años, habían administrado esas cuestiones

1. En Francia se denomina conservador al curador o comisario de exposiciones,


v no cimnola la profesión de conservador o restaurador de colecciones. [N. de E.]
2. lin la misma época, otros museos estaban por el contrario netamente más
uhiiTlos al público.
I N I K I M M H ( IUIM

por sí solos vieron que así recibían el beneficio de una ayuda suple- i del arle", sobre el ruido comercial que acompaña cierlas exposicio-
mentaria, pero de ahí en más debieron respetar asimismo los nuevos nes... Los partidarios de la "puie/.a de la cultura" denuncian la invasión
usos, obligaciones y prohibiciones vinculados a las prácticas adopta- i imiercial que alucia los museos y las exposiciones y que, a largo plazo,
das. De alguna manera, cuando se especializa, el conservador ve dis- na/a con pervertir los objetivos fundamentales de estas manifestacio-
minuir proporcionalmente su campo de acción, aunque más no sea ales (Bayart y Benghozi, 1993: 35).
por razones físicas, pues el personal que trabaja en el seno del museo
aumenta con el correr del tiempo. r,l debate sobre la salida del museo al mercado, por fuerza in-
No es por eso menos cierto que, en general, el conservador era t n l l i d t l c , se ha instalado en el corazón de las preocupaciones de los
el único capitán a bordo de la nave museal. Y he aquí que ese lugar, ( i vadores de la institución. Se podría señalar que ese debate es la
cada vez con mayor regularidad, se ve cuestionado en beneficio de ri uencia directa de las inversiones hechas para desarrollar nue-
los gestores o administradores del establecimiento. "Muchos hombres i .1 Infraestructuras museales y renovar las más antiguas -aunque
de negocios tienen mejor ojo y mayor pasión por el arte que ciertos NI saín- que también ha permitido mejoras parciales-. Es inútil decir
conservadores, y muchos conservadores son mejores dirigentes que MU. 1.1 introducción de estas nuevas modalidades de gestión, en los
unos cuantos hombres de negocios", escribe Peter C. Marzio (2007), ú l t i m o s veinticinco años, no siempre ha estado libre de perjuicios.
director del Museum of Fine Arts de Houston. No todos los responsa- A i Irsj'o de parecer en exceso maniqueos, digamos que al parecer se
bles de un sector comparten esta idea ni mucho menos. La mayoría . ni i cu tan dos concepciones de mundo, aveces totalmente antinómi-
sigue prefiriendo a un académico capacitado en gestión que el caso i ir. 1'oique, para muchos profesionales que trabajan en él, el mundo
inverso. No es menos cierto que los consejos de administración de nu- i Ir los museos parece no tener vínculo alguno y no deber considerar
merosos museos norteamericanos ya no encuentran candidatos con Iti/o alguno con nada de lo que atañe al mercado, las ganancias e
perfiles que demuestren al mismo tiempo un alto nivel académico y I I H luso el dinero. Desde esta perspectiva, el Estado debe financiar
competencias comprobadas en materia de gestión, algo que requiere lo-, museos, del mismo modo que financia los servicios de salud o la
cada vez mayor atención, tiempo y aptitudes. ¿Qué ocurrirá, el día i dm ación de la que el museo participa. Los museos estrictamente
de mañana, con los museos europeos en general? ¿Estarán todos di- i < mierciales -los hay- no son museos, porque obtienen ganancias. Así
rigidos por egresados de la École Nationale d'Administration o de la ( h u r í ni ser las cosas.
Haute École de Commerce? f Ya a principios de los años noventa del siglo pasado se hablaba
En un cuarto de siglo, el desarrollo comercial del museo ha pro- i ho del vuelco comercial que venía dándose desde hacía décadas
ducido un cambio considerable en la mayoría de los museos europeos • u los museos, notoriamente en Francia, pero sobre todo enlos países
(los museos estadounidenses y, en cierta medida, británicos les llevan ingloamericanos. No había realmente un aire de euforia; un buennú-
una ventaja de varios años en este ámbito). Sistemas de tarifación, ntei o de conservadores de Europa continental, formados en el regazo
creación de tiendas, sponsoring, recaudación de fondos, instalación de i l r l listado providencia, temían ese desplazamiento de la institución
exposiciones temporales para atraer un máximo de visitas, aumento luí ia la economía de mercado. Hoy en día nos interrogamos no sin
exponencial de presupuestos vinculados al marketing y comunicación, lni|niclud sobre un verdadero "cambio de era" para los museos.3 Esta
etc. Estos nuevos requisitos exigen aptitudes adquiridas en facultades u I u elisión se basa particularmente en el proyecto de ley presentado en
de comercio o de comunicación, que los estudiantes de historia del M | u iembre de 2007 por el diputado francés Jean-Francois Mancel, que
arte, biología o etnografía rara vez frecuentan. ¿Es esta separación, I nevé, en ciertas condiciones, enajenar obras del patrimonio nacional.
que está presente desde los primeros niveles de estudios superiores I .i grille había sonreído ante la ampliación de venta de souvenírs den-
o universitarios -y es más frecuente en Europa continental que en I1 o de los museos, se había indignado ante ciertos desvíos comerciales
Estados Unidos o en Gran Bretaña, donde no es raro ver doctores en < oí no vender calcetines de Tutankamón o corbatas de Van Gogh, en
filosofía que trabajan en finanzas-, lo que condiciona el debate? mío u otro museo extranjero. Sin embargo, en unos pocos años tres
ni ohiecimientos particulares han marcado de manera aún más fuerte
En todos los países, el desarrollo comercial de los museos es un tema rl devenir del museo: los cambios de políticas tarifarias utilizadas en
que se presta a la polémica, tanto en el conjunto de la sociedad como en
el medio profesional de los museos o en las instancias políticas. En la
prensa aparecen episódicamente columnas acidas sobre la "mercantiliza-
3. Véanse Bétard y Flouquel (2007: 16) y el panfleto de Sergeant (2004).
24 KI.MUShOHlBKIDO INTRODUCCIÓN 2.S

los museos, la creación de filiales, la posibilidad de enajenación de su u.i.ll. ion.tímenle ^n/.aban de la entrada gratuita, vieron suprimido
patrimonio. Como telón de fondo está el papel motor que representa I.HI .1. i . . Lo I ..i reacción no se hi/o esperar: se habló en la prensa de
el "museo más grande del mundo", el Louvre. Aunque no constituye ,,!•. manifestaciones de protesta;6 se instituyó un colectivo en
más que un epifenómeno dentro del mundo museal -en teoría, cen- i M u i n i de l,i mcilida; y un diseñador gráfico, Bernard Hasquenoph,
trado en el largo plazo-, cada uno de estos acontecimientos participa I M H / O un -.Mió di* Internet (Louvre pour tous [Louvre para todos]), a
de una misma lógica, que se resume a menudo con el concepto de lili • ) < i t i ' i i i p a r las reivindicaciones. Dos meses más tarde, el Louvre
salida de los museos al mercado. iiiH.hlii n MI política, volviendo a otorgar la gratuidad a los artistas,
I I lo permisos anuales solo a los docentes que implementaran
Un |iios»-< i" rilucativo en asociación con el museo (por ejemplo, la
Museo pago, museo gratuito > i 11.i d musco de una clase escolar). Cerca de 2.700 docentes, se se-
n.il . . it .-I Louvre (Gignoux, 13/01/2005), se han beneficiado con esta
El derecho de entrada al Louvre dista de ser tan costoso como I mi» IVm la medida suscitó reacciones adversas, sobre todo en
el del Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York o el del museo n I .> ion i < > n la gruluidad que se concedió a los asalariados de distin-
Guggenheim de Bilbao. A diferencia del establecimiento neoyorquino, !•• i'iiipM'Mts mecenas. El periódico Le Fígaro reveló el escándalo: por
el museo francés es propiedad del Estado y, a semejanza de la mayoría mi n iluición más que sustancial, la sociedad Total, que aportó 4,5
de los museos del continente europeo, está en esencia subvencionado l. .11. Je euros para la restauración de la galería de Apolo, obtuvo
por las arcas públicas. Sin embargo, en. 2004 el precio de la entrada , ilc conferencias, veladas especiales y su nombre en letras
pasó de 7,5 a 8,5 euros, lo que no constituye un aumento puramente I | H I . I I | , I . ni la galería-la gratuidad de la entrada por diez años para el
simbólico.4 Pero no fue tanto el precio de la entrada lo que entonces . ..11)111110 (le sus empleados, unas 130.000 personas. Total no sería la
se puso en tela de juicio; después de todo, la institución se presenta ii empresa que se benefició de esas disposiciones; los asalariados
como el museo más grande del mundo, y se sabe que se necesitan tii h.is oí ras empresas mecenas tendrían la posibilidad de acceder
recursos colosales para mantenerla. Como es costumbre (ya lo era liuncule al Louvre.7
a principios del siglo XX), Henri Loyrette, el director del estableci- I- iiM'i-.uida se ve qué está en juego en esta política y se compren-
miento, hizo una comparación con el cine, para señalar además la dí n l.i'. i r;uviones que acarreó. A la administración del Louvre se le
composición esencialmente extranjera del público: "El 66% de nues- | i l i l < une consiga financiamiento suplementario para enfrentar los
tros visitantes vienen del extranjero, 22% de ellos de Estados Unidos".5 i'»-,ii i - . » i tvientes que implica la administración cotidiana del estable-
En consecuencia, parece justo que paguen entrada quienes no parti- i tiniriiio y la gestión de novedades y eventos que requiere nuestra so-
cipan del financiamiento del museo mediante una contribución fiscal. i i. • l.n I .il buscar lo espectacular. Mediante algunos acondicionamien-
Además, numerosos sectores del público tienen acceso gratuito a las to-., l,i poliiica tarifaria permite implementar recetas suplementarias
salas de exposición: desocupados, beneficiarios del seguro de desem- n.i.l.i despreciables. Si unas cuantas categorías de público, al parecer,
pleo, menores de 18 años, minusválidos, estudiantes de menos de 26 NI ni electivamente incapaces de pagar el precio de la entrada (porque
años (en ciertas franjas horarias), etc. un poseen ingresos suficientes), otras parecen ser, sobre el papel, to-
Aunque muchas categorías de público tienen derecho a entrar i . t í m e n l e capaces de cumplir con esa contribución: docentes, artistas,
de manera gratuita al Louvre, a muchas otras se les impuso restric- •1. l-'.s cierto que, de parte de quien tiene las estadísticas generales,
ciones en 2004 al remodelarse la política tarifaria. En un primer mo- ptietl»- parecer sorprendente que tantas categorías de la población se
mento, los artistas, docentes y estudiantes de arte extranjeros, que

h'' Ví'iinso en especial los artículos de Le Monde (5 y 15 de diciembre de 2004),


4. Clasificación de museos, Le. Journal des Arts, 22 de octubre de 2004, p. 18. En / ,l>,'t<tli«n (7 iU- diciembre de 2004, 11, 13, 17 y 29 de enero de 2005), Le Parisién (4
2009, la tarifa plena de entrada a las exposiciones permanentes es 9 euros en el Louvre, \' I <!>• > l i > ii-mbre de 2004, 8 de febrero de 2005), Le Fígaro (15, 17 y 28 de enero de
8 en el Musée d'Orsay, 8,5 en Quai Branly, 8 en la Cité Des Sciences, 10 en el museo -'tur, \ A- MI/I w/ Observateur (16 de diciembre de 2005). La mayoría de estos artículos
Jacquemart-André. «i< ii-|iMHÍiKi'i'ii el sitio de protesta que auna a la crítica de la nueva política tarifaria:
5. "Enlretien avec Henri Loyrette, président du Louvre", Le Monde-, 27 de enero Itni vrc|H)urlou.s.site.voila.fr>.
ik-2(K)!S, pp. 18-19. 7 VY-iHiM- Hclitit (26/1 1/2004) y Lcbovici (11/01/2005).
r,i, ivumrAJ

beneficien de la gratuidad. Después de todo, ¿por qué los docentes o . i u | . i . l . . sino además de una hipocresía increíble y de una vulgaridad
los artistas que disponen de ingresos habrían de entrar gratuitamente, ht. i . í l ' l i ¡uilr lo que representa una colección"," lulmina Jean Clair
mientras que un empleado de correos y un zapatero deberían pagar la { ( M u . I - I M . I li-slard-Vaillanty Pie, 2007).
tarifa completa?
Por otra parte, para las categorías en cuestión -docentes y ar-
tistas-, el Louvre se constituyó como parte integrante del sistema ni , la lógica de la marca
educativo y artístico. Durante casi dos siglos, todas las políticas cul-
turales han puesto de relieve los lazos entre uno y el otro. Arremeter Si l . i rursiión del derecho de entrada, muy discutida en estos úl-
contra la gratuidad de esos dos cuerpos es atacar los fundamentos H i i i i . . .mips, está a la orden del día desde hace tiempo, un aconteci-
de la misión del Louvre, con el pretexto de tomar una decisión ad- Mih ni» MUÍS original y espectacular agita el mundillo museal, al me-
ministrativa que permita aumentar la recaudación del museo. Así, .... i n los establecimientos más grandes. Bilbao, Amsterdam, Metz,
muchos docentes y artistas se sublevan contra esta política, estigma- I i ii'., I Iniíg-Kong, Abu Dabi: desde hace unos diez años, algunos de
tizando el descarrío de los museos y la comercialización del patri- IMN IMMM-OS más grandes han crecido de una manera aparentemente
monio que tienen a su cargo. Esta tendencia se exacerba por cuanto mu \i i i raudo sucursales. Este fenómeno en absoluto banal muestra
los grandes museos, como el Louvre, en la actualidad se benefician IM . \ i i l u i i o n manifiesta que se opera en el seno del mundo museal,
de una autonomía de gestión claramente desarrollada que les per- i m u-, palabras claves serían la racionalización de los procesos organi-
mite, en particular, conservar sus recaudaciones, aunque también í i t t inM.ilrs y la salida al mercado.
están obligados a cumplir con objetivos de concurrencia y optimizar Talrs operaciones se relacionan con las políticas de puesta en red,
sus recursos financieros. A un funcionario público o a un artista I M I . i, «i las hace mucho por museos de todos los tamaños. Hoy en día,
puede parecerle insultante pagar por su visita al Louvre, mientras M M I . lii>-, museos procuran reunirse en asociaciones, agrupar algunas
que un empleado de una sociedad "mecenas" -que ha participado il« -.M-, actividades, etc. Pero la creación de sucursales por parte de
en el financiamiento con sumas en última instancia irrisorias si se Nltfiínos grandes establecimientos constituye un fenómeno particular,
las compara con la intervención pública- se beneficia de la gratui- tjM»- n i titula es revelador del espíritu del comienzo de este milenio.
dad del museo. La gratuidad, fuera de las categorías más pobres de |',M esc sentido, las nuevas estrategias desarrolladas por el cen-
la sociedad a las que se concede -así como damos limosnas-, se ha i i " 1'iHiipklou y el museo del Louvre constituyen un acontecimiento
vuelto pues materia de intercambio: gratuidad a cambio de visitas i in espectacular como inhabitual frente a las prácticas actuales. En
guiadas, gratuidad a cambio de una presentación hecha por artistas M I H .-. poros años, bajo la batuta de su nuevo director, Henri Loyrette,
o por estudiantes. 1 1 I oiiviv decidió crear una "filial" (si puede utilizarse la palabra) en
Sería erróneo suponer que es inevitable evolucionar hacia el au- I t ni. 1. 1 c implementar proyectos de cooperación en el extranjero. En
mento de las tarifas de entrada, como sucede a menudo en los países .'Oll-l si- eligió la ciudad minera de Lens, en la región de Nord-Pas-de-
con mayor turismo. En realidad, muchos casos particulares muestran ( nl.iis, para recibir al Louvre 2. Si los asociados invocan objetivos de
las diferencias de enfoques adoptados, en particular en Francia. Desde >l< -.i cMlrali/ación y democratización cultural, para los habitantes de
1995, muchos políticos se han comprometido con la gratuidad de la I rtr,. evidentemente, también se pone de manifiesto la esperanza de
visita, tanto en el extranjero (Gran Bretaña, Bélgica) como en Fran- m i maná turístico que será crucial para la región. También en 2004,
cia, en París o en las provincias. En 2007, el gobierno decidió testear rl publico se enteró un poco atónito de que iba a firmarse un acuerdo
la gratuidad en catorce museos de Francia durante seis meses, previa t l i i < (operación de tres años con el High Museum de Atlanta, a efec-
evaluación. El 4 de abril de 2009, la gratuidad de entrada a los museos hiiusr a partir de 2006, para presentar en este último exposiciones
nacionales se otorga a todos los jóvenes menores de 26 años y a los temporarias constituidas con muchas obras maestras del Louvre que,
docentes primarios y secundarios de la educación nacional. t'n algunos casos, no habían salido del ilustre palacio desde hacía
Al parecer, una amplia mayoría de profesionales considera la pro- (lempo. Dos años más tarde, el comienzo de los debates con miras ala
puesta de una gratuidad generalizada un excesivo acto de demagogia,
una "falsa buena idea" destinada a favorecer a los públicos que ya son
partidarios de los museos. "Proponer el libre acceso permanente a )( M L U C Fumarolí, Yves Michaud y Fierre Rosenberg hacen declaraciones simi-
las colecciones públicas de obras maestras de arte me parece no solo 'n cu i-l mismo arlículo.
INTRODUCCIÓN
28 l'.l. MUSI'.O M ( B R I l ) í )

creación de un Louvre en Abu Dhabi, con el aporte de colecciones de niio 1 . cnnlinculcs, en especial Asia. Pero un fenómeno más que ningún
otros museos franceses, provocó reacciones violentas: consternación M i t o maicaiá el desarrollo cíe esas tendencias: la inauguración del mu-
y cólera por un lado, euforia por el otro. "' » * aic.^eiilieim de Bilbao.
I '.u I1W, cuando se inauguró a orillas de la Ría de Bilbao la nave
Aún no ha llegado lo peor. El ejemplo actual de Abu Dhabi es alarmante. • oti i asco de titanio diseñada por FrankO. Gehry, la Fundación Gugg-
Este país de apenas 700.000 habitantes se propone construir, en un si- . ulieim dejó una profunda marca en la evolución del mundo museal.
tio turístico balneario cuyo atractivo quiere promocionar, cuatro mu- Al » abo ile unos años de funcionamiento, el proyecto vasco parece
seos, uno de ellos el inevitable Guggenheim y otro "francés", que lleve ' l . ' i n o s i i a i que la inversión en cultura ofrece réditos enormes y casi
la marca "Louvre" y que necesitaría préstamos a largo plazo de parte de iir,I,niláncos, en especial a través de flujos de capital producidos por
nuestros más grandes museos, cuyos responsables no podrán expresar • I l u í isino; de ahí la ecuación (no siempre fiable) que se utiliza mu-
su opinión. Fueron nuestros representantes políticos quienes ofrecieron li.r. veces para convencer a los potenciales inversores: gran arquitec-
este regalo regio y diplomático. A cambio de casi mil millones de eu- Hn .1 i marca conocida = rendimiento garantizado de la inversión. De
ros... ¿No es eso "vender el alma"? (Cachin, Clair y Recht, 12/12/2006). n l i i i.imbién el éxito de proyectos arquitectónicos muy ambiciosos, así
• M I M O las propuestas a los museos más conocidos, susceptibles de po-
En 2003, el Centre Pompidou (bajo la dirección de Bruno Ra- i t f i i (instituir una verdadera "marca". No siempre los grandes museos
cine) y la Ciudad de Metz se asociaron para crear un Centre Pompi- • - m i . t u en el juego: el British Museum, el Metropolitan Museum, la
dou 2. Dos años más tarde, el mismo Centre Pompidou presentó su N.il lotial Gallery de Londres o la de Washington no han adoptado este
candidatura, primero solo (denigrando un poco a sus competidores (iiovcclo de crear sucursales. La Fundación Guggenheim, por el con-
norteamericanos por sus métodos demasiado comerciales), después torno, a puesta por esa carta desde hace años. Creada en 1937, dirigió
en asociación con el museo Guggenheim, para realizar un museo de l i m a n t e mucho tiempo solo el museo concebido en Nueva York por
arte contemporáneo en Hong-Kong. I hink I -loyd Wright y terminado en 1959. También administra, desde
Del lado del mercado, sin duda la Fundación Guggenheim ilustra l'í/'í. la colección de Peggy Guggenheim (la sobrina de Solomon) en
mejor que nadie la lógica de la internacionalización del museo. En el mi palacio de Venecia. En 1988, la llegada de Thomas Krens a la cima
mundo de los negocios, ese fenómeno constituye tanto un aconteci- ile la lundación aceleró el curso de los hechos: ampliación del museo
miento natural vinculado ai crecimiento de las empresas como una ile Nueva York en 1992, apertura del museo de Bilbao y de una sucur-
confirmación del éxito: crear sucursales permite incrementar la cuota mil en lierlín (en asociación con Deutsche Bank) en 1997.
de mercado, planear nuevos techos y en consecuencia generar mayo-
res ganancias. En esta competición, desde hace más de medio siglo I •.! i Estados Unidos, el sistema institucional del museo había servido
Estados Unidos ha sido el campeón incontestable de la multinaciona- durante mucho tiempo para rechazar la intuición dolorosa de que los
lización. A partir de entonces, los museos más grandes conocen bien museos, como las demás instituciones, están al servicio de los intereses
el juego de intercambios internacionales, que en principio buscan me- egoístas de una parte restringida de la población. En los años noventa,
jorar las relaciones diplomáticas y luego, cada vez más y en razón de se declaró una guerra abierta entre los partidarios de "Viva el lucro" y
la crisis económica, generar ganancias considerables. Aunque la era "¿Lucro? Ni idea". [El crítico de arte del New York Times] Kimmelman y
de los blockbusters -las grandes exposiciones que convocan multitu- los demás imaginaban que el herético Krens amenazaba las viejas creen-
des- comienza en la década de 1960, hace eclosión sobre todo a partir cias, pero en el fondo el Guggenheim seguía los mismos viejos principios
(|iie los demás: la capacidad de definir qué circula y qué se consume; el
de mitad de la década de 1980, siguiendo los pasos de expansión mun- incentivo al consumo sin objetivo, y un interés profundo, inquebranta-
dial de la economía liberal y acompañándose de un merchandising sin ble por disimular las distinciones de clase que están detrás de la fachada
precedentes. Es evidente que la creciente comercialización del modelo iU- un sistema de consumo. [El director del Metropolitan Museum, Phi-
organizacional de los museos, paralelamente a la caída de los modelos lipjie de] Montebello, Krens y Kimmelman se acostaban todos con el
salidos del bloque del Este, no es ajena al desarrollo de las estrategias mismo tipo; al menos Krens no era mojigato (Werner, 2005: 24).
de internacionalización.
Puede suponerse que, en un primer momento, los museos inten- l'.s conocido el éxito inmediato de la operación vasca: los millo-
taron extender su área de influencia por medio de comercios de souve- nes ile turistas que se concentran en Bilbao y nunca habrían pisado
nirs. Unos cuantos establecimientos norteamericanos y británicos im- IM ciudad de otra manera, las divisas que vierten estos últimos, pero
portantes promovieron en esa época franquicias para abrir tiendas en
30 I-I.MUSIÍOHÍHKIMO I N I ' K O I M K ( ION 31

también la increíble propaganda que se le hace a la casa matriz: la lni< I . M I ¡míe lodo con miras al desarrollo cullural, incluso si lo econó-
Fundación Guggenheim, que sin duda se ha beneficiado con esta pu- i i i i i i » eslíi cada ve/, más presente como telón de fondo.
blicidad tanto como el País Vasco. La Fundación no se queda ahí: para Se replicará que estas creaciones de museos-sucursales, aunque
empezar administra, desde hace muchos años, un museo en Las Vegas . I M - I i.u ukues, constituyen un fenómeno accesorio al gran desarrollo
junto con el museo del Hermitage (este último está presente también i nial do los más de 50.000 establecimientos que componen el mundo
en Ámsterdam y Londres). Cierra además un acuerdo que prevé la • I. Ins muscos. No es menos cierto que los museos muy grandes figu-
construcción de un museo inmenso en Abu Dhabi. A la sombra de la uin i - n l i v aquellos de los que más se habla, los más frecuentados y los
Fundación, se desarrollan otros proyectos menos espectaculares: el i|in i (-presentan, a ojos del gran público, la esencia del museo. Para
Museum of Fine Arts de Boston ha implantado una "filial" en Nagoya, ilrl rsos establecimientos,10 Bruno Frey y Stephan Meier hablan de
con éxito moderado. El Whitney Museum of American Art de Nueva *M/"'Í s/c/r museums.
York recibió la propuesta de la Alcaldía de Miami de implantar un I ,<} espectacular llama la atención del gran público y, forzosa-
anexo en esa ciudad.9 liu'iile, de unos cuantos de sus representantes políticos. En este con-
Desde luego, esta voluntad de internacionalización sigue una ló- I r i i o . los autores de un informe sobre L'Économie de l'immatériel (La
gica que puede calificarse de comercial, en cuanto parece estar in- unía de lo inmaterial) subrayan el papel positivo e innovador que,
fluenciada por las reglas generales del mercado e implementar estra- H HU en tender, desempeña el Louvre en el proyecto de Abu Dabi para
tegias idénticas a las de grandes marcas como Coca-Cola, McDonald's i i ' l n i /.;ir la proyección de los museos franceses y de la "marca Fran-
y Nike. Confabulación entre una ciudad o región -seducidas por la i ln" -Según los principios de la economía, convendría que los museos
ecuación aparentemente genial de Bilbao- y un museo que, a cambio mlnplaran nuevas estrategias, y los autores recomiendan "la posibili-
de poner a disposición de otro su nombre y parte de sus colecciones, ilud de ceder el derecho de utilización de su nombre en condiciones
desea extender su influencia, beneficiándose de una retribución que I M I I V estrictas; alquilar o vender algunas de sus obras de acuerdo con
dista de ser solo simbólica, esta asociación de choque produce al pa- dhei l i vas también muy precisas; acceder al estatus de fondos de be-
recer riquezas garantizadas. Los museos, incluso en Estados Unidos, nrht encía para favorecer la recolección de fondos privados, según la
no por eso tienen fines de lucro, y, aunque una de las prioridades de HMxhilidad de los endowment fuñas norteamericanos" (Lévy y Jouyet,
algunos sea la proyección-internacional, la causa de ello no es solo la ;00(>: 123).
búsqueda de ganancias: a veces se trata de generar márgenes de be- l'.n un contexto así, es cierto que los museos entran en un juego
neficio para permitir otras inversiones. Las exposiciones creadas por • MM exclusivamente económico, guiado por el mercado gigantesco de
la Reunión de Museos Nacionales destinadas al continente asiático, I i industria turística. En 1980, se contabilizaban en Francia unos 46
las retrospectivas recientes de tesoros de Tutankamón presentadas en millones de turistas, y más de 76 en 2005; es decir, un incremento
las grandes ciudades norteamericanas y europeas, se implementaron itnuiíl del 6,6%, con una tendencia similar en España, Estados Unidos
esencialmente con vista a generar ganancias financieras. Por su natu- i- li.ilia. De este maná que es para algunos el turismo mundial, Francia
raleza, una estrategia así lleva a los museos a interesarse por la lógica puede esperar casi el 10% de las ganancias; es decir, sumas absoluta-
y el potencial comercial que tienen las marcas en el mundo de los ne- meule colosales. Pero las inversiones necesarias para consolidar la
gocios (Wilkening, 2007). La apertura de filiales atañe, desde luego, a (impía posición, sobre todo ofreciendo las infraestructuras más ade-
una fracción muy minoritaria -pero hipermediatizada: solo se presta 111.idas, aumenta de manera vertiginosa. Mientras que, en la década
a los ricos- del universo de los museos. En el mundo, solo unos cin- drl oehcnta, la inversión necesaria por metro cuadrado representaba
cuenta establecimientos pueden aspirar a jugar a este nivel. La polí- i-ni i e 1.600 y 6.000 dólares (en valores actualizados a 2007), el Gugg-
tica de marcas (Louvre, Hermitage, Guggenheim) incita a la homolo- i'iiheim de Bilbao alza el umbral a 11.000 dólares y, a partir de entón-
gación con las lógicas comerciales, pero por sí sola esta explicación no eos, los precios levantan vuelo: la mayoría de los proyectos interna-
es menos restrictiva: la operaciones filantrópicas o públicas pueden t lonetas incurren en costos estimados en un rango de entre 10.000 y
funcionar igualmente sobre la base de los mismos procedimientos, y
muchas operaciones de descentralización o de desconcentración se
10. l-'ivy y Mcier (2006) subrayan cinco características: 1) son musís para el tu-
i r.iim; 2)alraemint;raM miníemele visilanlcs; 3) poseen obras conocidas mundialmente;
9. Sobre estos ejemplos y muchos otros, véase Tobelem (2005: 268-277). •I) su ari|iiilccliira es excepcional; 5) uvanikm ganancias comerciales importantes.
32 i,i,Miisi-;onlnKiiK) INTKUIMK ( IUN ,,j

15.000 dólares; las inversiones en proyectos como la renovación de la l'oi supuesto, como hacen muchos conservadores, se podrá de-
Museumsinsel de Berlín o los museos de Abu Dabi se cifran en miles i,u l.i inlluencia del mercado en los museos, lo que conduce a
de millones de dólares (Renimel, 2007). ¿Cómo pueden recuperarse nsi U- iloscarríos -notemos que la mayoría de estos (aún) nohate-
las inversiones necesarias para solventar proyectos así? l i i f ' a i . Se podrá igualmente echar de menos la época en que los
rslaban totalmente solventados por el Estado. Sin embargo,
, i / « l i n i m i e n t o peca, por un lado, de maniqueísmo y, por el otro,
¿Vender o no vender? lie I H I M lalidad. ¿El régimen público constituye la solución ideal para
...., - 1 , 1 . .1: los museos? En todo caso, la historia aporta una respuesta
Hay una verdadera paradoja que ha sido expuesta muchas veces H t n i i / . i d a ;i la pregunta.
por los economistas interesados en la cultura: las colecciones de los
museos son de una riqueza inconmensurable, mientras que su pre-
supuesto de funcionamiento o de adquisición, comparado con ese I'I don: ¿una lógica abandonada?
capital colosal, los sitúa como organizaciones bastante mal dotadas.
Esta paradoja (a nivel del mercado) se observa también en los museos Dr i-sk- debate nos ocuparemos a lo largo del presente ensayo.
angloamericanos, por más que muchos estén autorizados a vender ( M i dr líale* que no se resume, con todo, auna oposición entre el papel
obras de su colección y que los grandes establecimientos, sobre todo di I tucivado y el del Estado en la financiación de los museos. Desde
la Fundación Guggenheim, hayan iniciado un buen número de opera- I I K i"., las posiciones en apariencia antinómicas de los partidarios del
ciones muy importantes. Todos los años, por ejemplo, los informes del n t i ' t » .ulo y los de la lógica pública merecen un examen en profundi-
Metropolitan Museum o del MoMA consignan algunas ventas; todos i l m l , IH-ID ocultan otro principio, también presente en el museo, que
los meses, una sección del Museums Journal cataloga los objetos de M | H i n i . i igualmente al funcionamiento de esta institución: la lógica del
los que desean separarse algunos museos británicos, ya sea donándo- • Ion, I tasada en el vínculo social, que está en el corazón de lo que Fré-
los o vendiéndolos. Por lo general se trata de objetos secundarios y, tl«*i Ir Marte) denomina la sociedad civil (Martel, 2006).
prácticamente siempre, la deontología obliga (sobre todo la de ICOM) l>;u; recibir, devolver: el principio examinado por Marcel Mauss
a que el producto de la venta se destine a la adquisición de otros ob- i n / ' f f s í w j sobre el don (Mauss, 1923) ha sido desde hace años objeto
jetos de colección. Esas ventas de objetos y de obras, incluso en casos • I. imimTosos estudios que intentan definir una "tercera vía" de inter-
espectaculares, son muy restringidas en relación con las colecciones i niiihio, a medio camino entre el mercado y el Estado. Aquel artículo,
preservadas por los museos y, por ende, en relación con las posibilida- I I M I V fomentado por varias generaciones de antropólogos -de Claude
des que en teoría podrían aprovechar los museos.11 |,«»v! Strauss a Alain Testart, pasando por Annette Weiner, Maurice
En relación con esto, el proyecto de ley francés citado más arriba, I MiilHiiT y Jean-Pierre Warnier-,12 ha tenido una fortuna singular, que
en parte basado en el informe Lévy-Jouyet, produjo un revuelo fa- . H< «-dio el marco de su disciplina para sumarse a la constelación algo
moso, que llevó a muchos a preguntarse por el futuro del museo pú- t i t ' h ' i « u lila de ensayos que repiensan las fronteras de la economía clá-
blico tal corno existía en Francia en el pasado. Desde hace tiempo, la nii ,i establecidas por Adam Smith hace dos siglos.
enajenación de bienes es un tema tabú en la comunidad museal latina. Las redes sociales y los vínculos interpersonales, en los que el
Se han mencionado -se siguen mencionando- casos de obras supues- i i i f i iiiiismo del don participa de manera importante, han sido objeto
tamente menores vendidas por museos norteamericanos, que más .1. numerosos análisis en los últimos años. Lo demuestran el Movi-
tarde resultan ser de primer orden. El principio de la inalienabilidad M I I . n i . » antiutilitario en las ciencias sociales (MAUSS, por sus siglas
de las obras, incluido en la ley sobre museos de Francia de 2002 (ac- i-n I ranees), que reivindica la influencia directa del científico social
tualmente en el código del patrimonio) parecía sin embargo reforzar li.uu-i'-s, así como los numerosos escritos sobre el capital social, de
las disposiciones. Y he aquí que, brutal y frontalmente, el tema entra l.i'. i|ije los ensayos fundadores de Bourdieu y de Putnam constituyen
de nuevo en escena en el seno de la Asamblea Nacional. importantes.13 ¿Se debe hablar por tanto de un tercer para-

12. Véanse Godelier (1996), Testart (2007), Warnier (04/04/2008).


11. El tema de la enajenación de las obras se trata en el capítulo 5. 11. lisios dos artículos se reimprimen en Bevort y Lallement (2006).
.}4 • H.MIJSI-OHIHKIIM)

digma, entre el "todo social" y el individualismo? ¿Convendría, más I MH! , t u n o los resultados obtenidos, parecen muy distintos. Con todo,
**< irl.u innan en (unción de una lógica idéntica, que se apoya en un
bien, dedicarse a una economía del don, así como se habla, desde
hace unos años, de nuevos campos de investigación -en los que se i (n< n l i i social entre dos personas, se expresa a través de la entrega al
integra el museo- basados en la experiencia,14 la singularidad15 o la H U Í - di* un bien material (dinero, objetos de colección) o inmaterial
felicidad?16 Ese no es directamente mi propósito, que apunta en pri- l l i . m i m ) . Ni el mercado ni el Estado privilegian esa lógica del vínculo
mer lugar al museo y sus lógicas de funcionamiento. Porque aunque el luí luí, que circula de manera tangible por las personas.
museo constituye un producto singular, una experiencia y un proyecto I'IH supuesto, el don "puro", como el mercado o la lógica pú-
ligado al bienestar colectivo, me parece importante señalar ante todo |i||. ,i "putos", no existe en la realidad. Con mayor frecuencia, sobre
que esta institución, que depende en gran medida (en todo el mundo) IH.IM m el mundo de los museos, encontramos formas más o menos
del financiamiento público y que de a poco se ha ido integrando a la u i;idas por otras lógicas, como lo ilustran las campañas de re-
economía de mercado, funciona también, desde su creación, sobre la í,» ion de fondos en Estados Unidos, con la ayuda de métodos de
base de otros mecanismos. La lógica del don, cuya tradición, puesta keiing de punta, aplicados por profesionales cuya remuneración
de relieve hace casi un siglo por Mauss, se remonta a la Antigüedad, t'.h.i muy mal el espíritu de la filantropía. Lo demuestra también el
explica particularmente bien este tercer modo de funcionamiento. ¡ i . .n.i del don tal como se ejerce a diario en el mundo de los nego-
Porque el don se vincula, desde hace siglos, con el funcionamiento i i « r . (servicios prestados, descuentos, sobornos, etc.). Sería, pues, ab-
del museo. Pensemos obviamente en las múltiples colecciones que undo , 111 a IÍ /ar el museo solo a partir de la lógica del don, del mismo
fueron donadas o legadas, en los legados que contribuyeron a la fun- Mi< "lo une es aberrante concebirlo como pura organización del mer-
dación de un museo. El museo, sitio de la memoria, preserva la iden- iiulo o del Estado. A mi entender, no convendría tampoco asimilar
tidad de una comunidad, pero también la del donante, que transfiere i>l don romo un epifenómeno del mercado solo porque se encuentra
una parte de sí mismo que lo sobrevivirá. Pero el principio del don i Ir 1111 o tic este y porque se lo puede considerar bajo la perspectiva del
no se expresa solo a través de los objetos que entran en colecciones. i i | u i . i l social.
Se pueden mencionar los pequeños establecimientos que son obra -a
veces la razón de vivir- de voluntarios que les dedican su tiempo y sus
medios; las asociaciones de amigos de museos, pero también nume- I 1 1 miiscólogo, el administrador y los motores híbridos
rosos miembros del personal de'los museos que prestan servicios sin
mirar el reloj; es decir, sin contar las horas -como a veces se hace en I ,i >s motores híbridos están de moda; de alguna manera, a mi
la administración pública- o sin esperar una remuneración financiera i ntender, desde hace mucho se utiliza en los museos un tipo similar
en compensación por una actividad más asidua que la norma, cosa i l i 11 uranismo. El principio general del motor híbrido se basa en el
que se esperaría en una sociedad comercial. Innt iouamiento, bien de manera alterna, bien continua, de dos tipos
Este principio del don, que no está exento de cálculo o de rivali- >!< motores construidos a partir de tecnologías diferentes. En el caso
dad, recubre acepciones a veces muy disímiles: nada más diferente, a df mi automóvil, la asociación más corriente la constituyen actual-
primera vista, que un aficionado rico que lega un cuadro de un maes- inrtik 1 los motores térmicos (de combustible) y eléctricos (batería).
tro a un museo de bellas artes, la gestión de la filantropía tal como I >r acuerdo con las etapas de manejo (arranque, velocidad reducida
se desarrolla en Estados Unidos,17 y el trabajo de un voluntario en M iillii, desaceleración), se utiliza el motor más indicado, en función
el marco de una pequeña asociación que ha decidido crear un mu- ile MIS respectivas cualidades. Si se traslada este principio a la orga-
seo de la vida rural. Estas acciones se asemejan en cuanto difieren de ni/.ieión de un museo, se comprueba que adaptarse a las reglas del
los mecanismos puros del mercado y del Estado, pero sus objetivos, merendó, de los poderes públicos o del don provee respuestas distin-
lii-., en función de las respectivas características vinculadas a la lógica
i Ir i ada uno de esos modos de intercambio o de financiamiento. Este
II el punto de vista que intentaré poner de relieve, recurriendo, sobre
14. Véanse Pine II (1999) y Montpetit (2005). lodo, a la historia de los museos mismos. Desde esta perspectiva, el
15. Véase Karpik (2007). museo considerado como organización (Bailé, 2003) se integra a la
16. Véase Frey y Stutzer (2001).
Hoeiedad de maneras muy diversas. Porque esa institución, que a me-
17. Véanse al respecto los excelentes capítulos presentados por Frédéric Martel
(2006). nudo se representa como monolítica, hecha a la medida del Louvre
o del British Museum, presenta numerosas variantes que difieren
sensiblemente de esos prestigiosos establecimientos: los museos co-
merciales, los museos lucrativos, los museos de voluntarios, partici-
pan también, y desde hace mucho, en la evolución de la institución
museal.

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