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¿Ya nos salvamos de la recesión?

Tras darse a conocer que la economía mexicana creció a tasa trimestral de 0.1% (contrario a
las expectativas de los analistas, que esperaban una contracción y con ello, el inicio de una
recesión técnica de la economía), México pudo darse un ligero respiro, pues no caímos
oficialmente en recesión.
Ojo con eso del “ligero respiro”, pues si bien no caímos en esa recesión, el crecimiento
económico que registra México actualmente tampoco es el ideal, pues en el primer semestre
de 2019 México mostró su crecimiento trimestral promedio del PIB más débil desde 2013.
En sí, actualmente la economía mexicana está estancada y está en riesgo de caer más bajo,
pues no se puede descartar que el 23 de agosto INEGI pueda revisar a la baja su estimación
del PIB para el segundo trimestre y, ahora sí, caigamos en esa tan comentada recesión.
De acuerdo con la definición de recesión = contracción del PIB por dos trimestres seguidos,
México podría caer en ese supuesto si el dato del PIB fuera revisado a la baja a finales de
agosto. Sino, podríamos descansar de la recesión técnica por un rato, mas no del
estancamiento del crecimiento económico.
Definitivamente no sería tan grave como en 2009, pues en aquel entonces se trató de una
contracción generalizada de la actividad manufacturera, las exportaciones e importaciones y
del sector servicios, derivado a su vez de la contracción de la actividad económica del mundo,
principalmente de Estados Unidos, nuestro socio comercial. Si bien el mundo también
muestra una desaceleración en su crecimiento, tampoco se encuentra en tasas negativas.
La debilidad de nuestra economía se explica, por un lado, por las distorsiones en el comercio
internacional que dificultan a los inversionistas tomar decisiones de inversión y los flujos de
mercancías circulan más lentamente.
Por otro lado, internamente los inversionistas mantienen reservas a invertir en México ante
las dudas respecto al rumbo de la política pública en materia económica, lo que es claro
cuando, por ejemplo se observa que el indicador del momento adecuado para invertir del
sector construcción ha caído 9.9 puntos, la del sector manufacturero 1 punto y la del sector
comercial 2.9 puntos desde octubre de 2018, previo a la cancelación de la construcción del
NAIM en Texcoco. A su vez, la inversión productiva ha acumulado 4 meses consecutivos
registrando caídas, lo que limita el crecimiento potencial de la economía mexicana en el
mediano y largo plazos.
La economía mexicana podría mantenerse estancada, principalmente si se mantiene o
empeoran las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, se eleva la incertidumbre
respecto a si Trump volverá a tomar decisiones contra el comercio con México y si
internamente, el Gobierno Federal sigue fallando en brindar más confianza y certeza a la
inversión privada, no sólo respetando los compromisos contractuales, sino también
trabajando más para bajar los niveles de inseguridad.
“Por si son peras o son manzanas”, México debe comenzar a trabajar en “blindarse” ante
choques externos negativos en materia económica, incentivando las inversiones, trabajando
en estrategias regionales que eleven la productividad de la industria y los servicios ofrecidos,
facilitar el flujo de mercancías mediante mejor transporte (aéreo, ferroviario y en carreteras),
mientras que en el mediano y largo plazo, se generen estrategias que mejoren la educación
de los niños y jóvenes.
Mientras no se trabaje en lo anterior, la economía mexicana seguirá siendo vulnerable y
creciendo meramente por inercia, vulnerable a los choques internos y externos de
incertidumbre.

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