Sie sind auf Seite 1von 3

PARABOLA, O LO QUE CUESTA COMPRENDER

A LOS GRANDES HOMBRES

EXORDIO

Escritos de Leonardo da Vinci sobre el hombre de Vitrubio

Aunque no lo parezca, pues el hombre siempre trata de contradecirlo, la naturaleza es en su esencia, perfecta. Ésta, en
su infinita sabiduría, dota a todos los seres de un perfecto orden encerrado en ellos mismos causando que en este
aparente caos todo trascurra con absoluta precisión.
Así pues, hasta el más insignificante de los seres, tiene un papel asignado. Un camino marcado que deberá recorrer.
Resultando de ello, cualquier criatura se antoja en exceso necesaria. Pues la falta de alguna perturbaría de manera
negativa la armonía natural.
Todo esta relacionado, formando parte de un mismo orden; desde la circulación de la sangre por nuestros cuerpos,
hasta el preciso movimiento de los planetas. Nada se escapa a sus leyes inalterables, lógicas, matemáticas.
Una misma formula para un todo, en la misma proporción, resultando un mismo número. El ansiado numero áureo.
Éste todo lo rige, estando en todas partes; bajo el suelo, en el cielo, incluso en nosotros mismos.
El rostro humano incorpora este ratio a sus proporciones. Si se divide la concha de un molusco por sus respectivos
diámetros, se obtiene la Sección Áurea. Y si se mira la forma en que crecen las hojas de la rama de una planta, se
puede ver que cada una crece en un ángulo diferente respecto a la de debajo. El ángulo más común entre hojas
sucesivas está directamente relacionado con la Sección Áurea. El cuerpo humano tampoco escapa a la norma. Como
el gran maestro Marco Vitrubio adelantó en su libro, “VITRVVII DE ARCHITECTURA”:
"... y también el ombligo es el punto central natural del cuerpo humano, ya que si un hombre se echa sobre la espalda,
con las manos y los pies extendidos, y coloca la punta de un compás en su ombligo, los dedos de las manos y los de
los pies tocarán la circunferencia del círculo que así trazamos. Y de la misma forma que el cuerpo humano nos da un
círculo que lo rodea, también podemos hallar un cuadrado donde igualmente esté encerrado el cuerpo humano.
Porque si medimos la distancia desde las plantas de los pies hasta la punta de la cabeza y luego aplicamos esta misma
medida a los brazos extendidos, encontraremos que la anchura es igual a la longitud, como en el caso de superficies
planas que son perfectamente cuadradas".
“En la geometría plana, el cielo representado por un círculo, la tierra como un cuadrado. Solo mediante la fusión de
ambos se logrará cuadrar el círculo, hallando en nosotros mismos la deseada divina proporción”.
“La misma no solo se halla en el número y la medida, sino también en el sonido, el peso, el tiempo y los lugares; en
toda realidad existente. Sin duda alguna ya sabemos que la armonía se puede expresar mediante cifras”.
“Era aún joven e inexperto cuando creí encontrar en mi propio cuerpo, esa verdad máxima, representándome con
penosa soberbia en ella. Mas cuán profundamente me equivoqué”.
Leonardo da Vinci. Año 1500

Se cumplen quinientos años de la muerte ¿muerte digo?, de esos dos escritores emblemáticos mundialmente, Miguel
de Cervantes y William Shakespeare, glorias de sus respectivos países y del mundo en general, y es propicio alejarnos
un poco del fárrago de enjundiosos estudios y discursos que ya se han hecho y se harán aún, para referirnos a algo
muy interesante, que los une a los dos y los caracteriza a los dos: decir que son ejemplos del Humanismo es un
pleonasmo, un mas de lo mismo. Examinemos más bien en qué extraña casualidad que los dos aparecieran en la
misma época, vivieran los mismos sucesos, soportaran y aprendieran de las mismas calamidades que atribulaban a los
hombres en aquel tiempo, y, cada uno en su manera y carácter, excedieran en magníficas capacidades literarias,
sobrepasando gran cantidad de sus congéneres de su época, hasta el punto de convertirse en epítomes de sus
correspondientes lenguas.

Las corrientes que conmocionaban Europa parecieran históricas, cada uno de los sucesos causaba ecos en las
poblaciones: las persecuciones religiosas, los estragos del hambre, la pobreza y las enfermedades, la Gran Peste
Negra, las guerras por reinados y sucesiones, la persecución de las brujas, los conocimientos esotéricos que discurrían
cual ríos subterráneos, tanto procedentes de saberes prehistóricos como de desarrollos de la antigüedad y de nuevos
conocimientos, aunado a la influencia de las cruzadas y la infiltración de libros clásicos y de otras procedencias, por
ejemplo, el oriente y la India, que habían sido conservados por los árabes y traspasaron mucho conocimiento en
ciencias, artes, y conocimientos “ocultos”.

No seguiremos abundando en todos los cambios e influencias que produjeron el Humanismo, pues, en realidad, es
comprensible que en tal caldo de cultivo las capacidades natas de estos dos excelsos escritores florecieran, tal como
decía mi profesor de Educación Artística: las obras de arte de Europa eran una nata sobre el caldo de la pobreza y el
sufrimiento de los pueblos, aunque es preferible decir que los grandes hombres son como los lotos: viven en el
pantano, viven de él, y sus flores son impolutas y brillantes ante el sol.
De manera que más bien queremos discurrir sobre por qué aparecieron estos dos grandes escritores, paralelos aunque
no iguales.

Los pueblos del norte de Europa, parte de la gran familia indoeuropea, tenían como supremo dios a Odín, Wotan,
Woden, el dios del viento, la guerra, la muerte y …la poesía. Odín siempre anda en la búsqueda del conocimiento
porque, sabedor de que llegará sin duda el final de este mundo como lo conocemos, y el gran árbol de la vida se
estremecerá y se caerá, después de la batalla final entre las fuerzas regidoras de los dioses y los gigantes que son parte
del caos y se manifiestan en las fuerzas de la naturaleza que nos sobrepasan, los gigantes del fuego, del hielo, del
mundo subterráneo, del mundo de los oscuros seres etéreos, del mundo perteneciente a la muerte, sabedor de esto,
decía, Odín necesita conseguir conocimiento para enfrentarse mejor a sus enemigos en esa batalla final. En fin, casi
todos los dioses y los hombres morirán (sólo quedará una pareja humana), y se erigirá un nuevo árbol del mundo y
habrá una nueva tierra, y un nuevo mundo celestial de los dioses. En una de esas búsquedas Odín busca un néctar del
conocimiento que está guardado debajo de una montaña por un gigante. Se hace pasar por alguien común y corriente
y el gigante lo toma como criado, pero el gigante tiene una hija, Gunlod, que está encerrada toda su vida con su padre
en la montaña por cuidar del néctar del conocimiento, y una vez que su padre sale de viaje, Odín le pide a Gunlod que
le deje tomar del néctar, y ella pone una condición: que pase la noche con ella. Odín accede, y de un solo trago se
toma el primer envase de néctar, pasa la primera noche con Gunlod, y repite todo las otras dos noches. Después de la
tercera noche, se aparece el padre de Gunlod y Odín, incapaz de escapar por otra parte, toma forma de águila y se
escapa por un túnel estrecho que sale a la parte de arriba de la montaña, y no para de volar hasta que llega a su hogar,
a Asgard, el sitio de los dioses, donde deposita el néctar y lo conserva. Durante el vuelo, el buche del águila estaba
demasiado lleno y llovieron gotitas sobre todo el mundo, y de allí es de donde salen los poetas y escritores,
participando del néctar del conocimiento de los dioses, y a su vez haciendo partícipes de él a la raza humana.

¿Es acaso traído de los pelos acordarnos de este origen de los poetas y escritores? Pues bien, séalo o no, por favor
permítasenos continuar explicando nuestra idea al respecto:

También dice la mitología nórdica que bajo una de las raíces del árbol del mundo, Yggrasil, el axis mundi, hay un
lago y al lado están las tres Nornis, o sea, las que los clásicos llamaban Parcas, rigiendo el destino de todas las almas
que aparecen en él: una hila el hilo de la vida, otra lo teje, y otra lo corta. Ah, pero esos hilos no están sueltos, están
entrelazados formando un tejido, el tejido de la vida. Volvamos a nuestros poetas: en el tejido de la vida sus hilos, no
se anudan, no se cruzan, se relacionan solo tangencialmente, y sin embargo, quién, quién se atreverá a decir que no
tienen que ver uno con otro. Su brillo sobrepuja a todos los demás y se conserva incólume al paso del tiempo. La
maravilla de su aparición y especie de agemelamiento se corresponde con capacidades de explicación que exceden
nuestro conocimiento, que escapan al detenimiento y dedicación con que los estudiemos, en otras palabras, son
dados por la mano de Dios, lo digo así, la mano de Dios, que da con largeza, pero cuya maravilla nunca podremos
llegar a explicar completamente, y es muy difícil, casi imposible describir las causas de cada nudo, cada tejido, cada
bordado, cada entrelazamiento de ese variado tejido de la vida. Le dejo a los que estudian la Holística, que
continúen con su explicación de por qué los hombres estamos en este cul de sac, en este callejón sin salida por
nuestra mala maña de querer exaccionar la naturaleza hasta sus últimas consecuencias.

Me aparto de Europa y me voy al Oriente, a la India, continuando en la búsqueda de explicaciones, no ya del hilo de
la vida de nuestros queridos escritores, sino más bien de por qués. Si soy incapaz de explicarme la maravilla de ellos
ahilándose juntos en el río, la corriente, el tejido de la vida, tendré que buscar el por qué: No, no es la explicación
histórica la que me interesa, si, ya sé que fueron hombres de su tiempo, hombres inmarcesibles de su tiempo, pero su
aparición me resulta ante ello aún más inextricable: Y paso a explicarlo, mejor dicho, a tratar de explicarlo, pues este
es el problema del hombre: son mayores las preguntas que las respuestas. Y este, este es un problema individual, de
cada uno de nosotros, y está es la finalidad de la filosofía: busca respuestas a las preguntas, aunque
lamentablemente, los hombres que las hacen (tanto las preguntas como las respuestas),no pueden abarcar el infinito:
(¿se acuerdan, de San Agustín?)
Sigamos, entonces, con filosofía hindú: Cada uno de los seres que nacen en cada lugar, desde el más pequeño hasta el
mas grande están movidos en su vida por dos grandes fuerzas: su guna y su karma, guna son las cualidades con las
que naces, o sea, las cualidades innatas, ya sean estas buenas o malas, y karma, palabra más conocida en Occidente,
es el resultado de tus acciones, ya sea de esta vida o de otra, ya sea bueno o malo. Al nacer y crecer, desarrollamos
nuestras capacidades innatas de acuerdo a lo que nuestro karma nos permite, y a vez, engendramos nuevas
posibilidades de transformar nuestro guna y karma, ya sea en buenos o malos. Si eres dotado para la música y tu
padre también es un músico, y tienes posibilidades buenas de serlo, puedes convertirte en alguien como Mozart, o,
terminarás como cantante de conciertos, o de zarzuela, o de tangos o.., en fin. Parece que esto es altamente
explicativo de la aparición de Cervantes en España y Shakespeare en Inglaterra.

Quisiera dar más explicaciones, quisiera referirme al mundo de los sueños de los aborígenes australianos, quisiera
decir de qué manera el terruño, la madre tierra, nuestro clan, nuestra tribu, nuestra familia, nuestras creencias nos
influyen, pero, en realidad no encuentro una explicación más explícita que la Infinita Misericordia del Señor trajo de
su mano estos escritores tan magníficos, y al llevárselos, nos dejaron como prenda de recuerdo sus bellísimas obras.
Espero y confío que hayan tenido un plano y querencia mejor que esta tierra para su otra vida, continuando hacia
delante su camino espiritual, según su guna y su karma, y según el deseo del Señor.

Das könnte Ihnen auch gefallen