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El nacimiento, porque con el hecho natural del nacimiento la criatura que estaba en
el vientre materno adquiere la calidad de persona que la habilita para ser titular de derechos
subjetivos.
La muerte, porque este hecho pone fin a la existencia de las personas, produciéndose
la transmisión de los derechos y obligaciones transmisibles del causante a sus herederos.
El acto jurídico unilateral es aquel que, para nacer a la vida jurídica, requiere de la
manifestación de voluntad de una parte. Por ejemplo, el testamento, la oferta, la aceptación,
la renuncia de un derecho, la confirmación de un acto nulo, la revocación de poder, etc.
Los actos jurídicos bilaterales son aquellos que para nacer a la vida jurídica requieren
la manifestación de voluntad de dos partes. Por ejemplo, los contratos, la tradición, el pago
efectivo o solución, la novación, el matrimonio.
En el acto jurídico bilateral o convención existen dos partes, que tienen intereses
diversos, enfocados hacia distintas direcciones. Cuando ambas partes llegan a un acuerdo
y manifiestan en tal sentido su voluntad, nace el acto jurídico bilateral.
Lo anterior se advierte claramente en los contratos, en los cuales hay dos partes con
intereses contrapuestos, que han buscado ese mecanismo jurídico para dar satisfacción a
una necesidad.
Tampoco debe confundirse acto jurídico bilateral con contrato bilateral, ya que, como
se ha señalado, el primero apunta al número de voluntades necesarias para su nacimiento
a la vida jurídica, mientras que el segundo, es aquel que genera obligaciones recíprocas
para las partes del contrato. En definitiva, todo contrato es una convención o acto jurídico
bilateral, incluso aunque se trate de un contrato unilateral5.
Los actos jurídicos bilaterales que sean contratos, además reciben la denominación
de contratos sinalagmáticos.
El acto jurídico consensual es aquel que se perfecciona por la voluntad de las partes.
Son ejemplos de acto consensual la compraventa de muebles, el arrendamiento, el
mandato.
El acto jurídico real es aquel que se perfecciona con la entrega o tradición de la cosa.
Son ejemplos de acto real la prenda, el comodato, el depósito y el mutuo.
Todo acto jurídico, sea consensual, real o solemne, se estructura sobre la voluntad,
sucede que en el caso de los actos reales se agrega además la entrega o tradición, y
respecto a los actos solemnes se exige el cumplimiento de determinadas formalidades.
Esta clasificación tripartita está consagrada en el art. 1443 del CC “El contrato es
real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la tradición de la cosa a que se refiere; es
solemne cuando está sujeto a la observancia de ciertas formalidades especiales, de manera
que sin ellas no produce ningún efecto civil; y es consensual cuando se perfecciona por el
solo consentimiento”.
3.- Actos jurídicos entre vivos y actos jurídicos por causa de muerte
Los actos jurídicos entre vivos son aquellos que para producir los efectos que le son
propios no requieren por su misma naturaleza la muerte del autor o de una de las partes.
Por regla general, los actos jurídicos son entre vivos, la excepción está constituida
por los actos jurídicos por causa de muerte o mortis causa, que son aquellos que por su
misma naturaleza requieren como supuesto necesario e indispensable para que el acto
produzca los efectos que le son propios la muerte del autor o de una de las partes. En esta
categoría de actos se encuentran el testamento y el mandato destinado a ejecutarse con
posterioridad a la muerte del mandante.
Los actos jurídicos principales son aquellos que subsisten por sí mismos, sin
necesidad de otro acto que les sirva de sustento o de apoyo. Por ejemplo, la compraventa.
Los actos jurídicos accesorios son aquellos que para poder subsistir necesitan de un
acto principal que les sirva de sustento o de apoyo, al cual acceden. Son actos accesorios
la hipoteca, la prenda y fianza.
Prescribe el art. 1442 del C.C.; El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo
sin necesidad de otra convención, y accesorio, cuando tiene por objeto asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.
Los actos jurídicos puros y simples son aquellos que producen sus efectos de
inmediato y sin limitaciones, constituyendo la regla general.
Los actos jurídicos sujetos a modalidad son aquellos cuyos efectos están
subordinados a una modalidad.
Las modalidades son cláusulas introducidas por las partes, en cuya virtud se
modifican los efectos normales del acto jurídico. En ciertos casos, las modalidades están
establecidas por ley, como sucede con la condición resolutoria tácita del art. 1489 del C.C.,
la que va envuelta en los contratos bilaterales. Son modalidades clásicas del acto jurídico la
condición, el plazo y el modo.
Los actos jurídicos a título gratuito son aquellos que se celebran en beneficio
exclusivo de una persona o de una parte. Por ejemplo, el contrato de donación.
Los actos jurídicos a título oneroso son aquellos que se celebran teniendo en
consideración la utilidad o beneficio de ambas partes, por ejemplo, el contrato de
compraventa, el arriendo.
El acto jurídico de administración es aquel que tiene por objeto la conservación del
patrimonio, v.gr, para el arrendador el contrato de arrendamiento es un acto de
administración, el objeto arrendado no sale de su patrimonio.
Importa esta clasificación ya que la ley es más estricta respecto de los actos de
disposición, así en la administración ordinaria de la sociedad conyugal el marido no puede
enajenar bienes raíces sociales sin el consentimiento de la mujer, pero puede arrendarlos
por sí por períodos que no superen los cinco u ocho años, según se trate de predios urbanos
o rústicos respectivamente.
Los actos jurídicos nominados o típicos son aquellos que por su trascendencia
socioeconómica se encuentran regulados por la ley, lo que significa que esta señala el
supuesto de hecho al cual atribuye efectos jurídicos y determina estos, por ejemplo, todos
los contratos que reglamenta el CC, el testamento.
Los actos jurídicos innominados o atípicos son aquellos que, pese a no estar
contemplados por el legislador, pueden adquirir existencia jurídica en aplicación del principio
TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO (APUNTE PROFESOR MONDACA COMPLEMENTADO CON
VICTOR VIAL DEL RÍO) – DOMINIQUE VARAS
de la autonomía privada, que reconoce a los particulares el poder o facultad de crear
relaciones jurídicas.
Los actos innominados o atípicos que no atentan contra ley, el orden público y las
buenas costumbres, producen los efectos queridos por las partes, rigiéndose en lo no
previsto por ellas por las reglas generales a que se sujetan los actos y declaraciones de
voluntad.
- Los elementos de la esencia generales son aquellos sin los cuales el acto jurídico
no produce efectos, v.gr, la voluntad, el objeto, la causa, y en los actos solemnes, las
solemnidades.
- Los elementos de la esencia particulares o especiales son aquellos sin los cuales el
acto jurídico degenera en otro diverso. Si en la compraventa no existe precio el contrato
degenera en una donación, si en el arrendamiento no se pacta renta el contrato degenera
en un comodato.
Los elementos de la esencia no pueden ser modificados o dejados sin efecto por las
partes.
Todo acto jurídico debe contener ciertos elementos esenciales para su existencia
jurídica.
Por otra parte, el acto que nace a la vida del derecho debe cumplir con ciertas
condiciones para tener una existencia sana y producir sus efectos en forma estable. De lo
anterior surge una distinción tradicional en doctrina: los requisitos de existencia y los de
validez.
VI.- La voluntad
Requisitos de la voluntad
Para que la voluntad sea jurídicamente relevante es necesario que sea seria (en el
sentido de perseguir efectivamente un fin reconocido o tutelado por el derecho) y que se
manifieste (de modo que se pueda conocer).
Seriedad de la voluntad
Una voluntad seria requiere que sea hecha por una persona capaz y con el propósito
de crear un vínculo jurídico. Se opone a este requisito aquella que es expresión de una
broma.
Manifestación de la voluntad
El querer interno si permanece en el interior del ser humano no producirá ningún
efecto jurídico, por ello es necesario que ese deseo sea conocido, que se exteriorice. La
voluntad puede manifestarse en forma expresa o tácita.
Nuestro C.C. se refiere a la voluntad expresa y tácita en el art. 1241; “La aceptación
de una herencia puede ser expresa o tácita. Es expresa cuando se toma el título de heredero;
y es tácita cuando el heredero ejecuta un acto que supone necesariamente su intención de
aceptar; y que no hubiera tenido derecho de ejecutar, sino en su calidad de heredero”. Lo
mismo en el art. 2124, inc, 1o y 2o, “El contrato de mandato se reputa perfecto por la
aceptación del mandatario. La aceptación puede ser expresa o tácita. Aceptación tácita es
todo acto en ejecución del mandato”.
Puede acontecer que la voluntad real coincida con la voluntad declarada, el problema
surge cuando existe discordancia entre estas, es decir, el deseo interno no coincide con la
voluntad que se manifiesta. Lo anterior puede obedecer a una disconformidad consciente o
inconsciente.
Para resolver qué voluntad debe primar, se han creado diversas teorías:
Se critica esta teoría, pues se basa solo en una mera apariencia, sin importar el
auténtico querer del que emite la voluntad.
La teoría de la confianza postula que debe primar la voluntad declarada por sobre la
real, si aquel que recibe la declaración tiene fundamento suficiente para considerar que ella
es coincidente con la voluntad auténtica.
En cuanto a la teoría aceptada por nuestro CC, este acepta la teoría de la voluntad
real, ninguna duda deja el art.1560 CC, “Conocida claramente la intención de los
contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las palabras”, norma que debe
relacionarse con el art. 1445 no 2; “Para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad es necesario: 2o que consienta en dicho acto o declaración y su
consentimiento no adolezca de vicio”.
Finalmente, prescribe el art. 1069; “Sobre las reglas dadas en este título acerca de
la inteligencia y efecto de las disposiciones testamentarias, prevalecerá la voluntad del
testador claramente manifestada, con tal que no se oponga a los requisitos o prohibiciones
legales. Para conocer la voluntad del testador se estará más a la substancia de las
disposiciones que a las palabras de que se haya servido”.
Puede ocurrir que una persona, enfrentada a un hecho determinado, adopte una
conducta omisiva, constituida por hechos negativos, es decir, no formula una declaración ni
ejecuta una conducta concluyente, limitándose a guardar silencio. En este caso, se produce
un silencio o reticencia de quien, teniendo la posibilidad de obrar en un determinado sentido,
no lo hace.
TEORÍA DEL ACTO JURÍDICO (APUNTE PROFESOR MONDACA COMPLEMENTADO CON
VICTOR VIAL DEL RÍO) – DOMINIQUE VARAS
Punto controvertido en la doctrina es la posibilidad de atribuir al silencio el significado
de una manifestación de voluntad.
La regla general es la negativa, pues el silencio de por sí no constituye manifestación
de voluntad en ningún sentido, sin embargo, por excepción el silencio puede tener valor de
manifestación de voluntad, ello ocurre cuando así lo señala la ley, lo establecen las partes
o lo dispone el juez.
1.- La ley atribuye expresamente valor al silencio, art. 2125, inc. 1o; 2Las personas
que por su profesión u oficio se encargan de negocios ajenos, están obligadas a declarar lo
más pronto posible si aceptan o no el encargo que una persona ausente les hace; y
transcurrido un término razonable, su silencio se mirará como aceptación”.
Art. 2195; “Se entiende precario cuando no se presta la cosa para un servicio
particular ni se fija tiempo para su restitución. Constituye también precario la tenencia de
una cosa ajena, sin previo contrato y por ignorancia o mera tolerancia del dueño2.
2.- Por acuerdo de las partes. No existe impedimento para que las partes, en virtud
del principio de la autonomía de la voluntad, puedan convenir que en determinados casos
el silencio tenga valor jurídico, ello es comúnmente apreciado en el ámbito contractual en
las cláusulas de renovación automáticas. Es decir, se pacta un plazo que fija la duración de
un contrato, pero se acuerda que, si no se manifiesta voluntad contraria en orden a poner
fin al contrato, esta se renueva por otro periodo equivalente de tiempo.
VII.- La simulación
Concepto
Es evidente que en toda simulación existe engaño, pero no debe confundirse dolo
con simulación, son instituciones diversas.
Regulación
El acto simulado es aquel que las partes han manifestado celebrar, es el acto público,
el que en realidad es totalmente ficticio, por tanto, a su respecto procede la inexistencia o
nulidad absoluta, según la posición que se tome respecto a la regulación o no por nuestro
sistema de la inexistencia como sanción de ineficacia.
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VICTOR VIAL DEL RÍO) – DOMINIQUE VARAS
La simulación relativa se produce cuando se ha querido realizar un acto diferente del
manifestado, sea en su totalidad, como si se disfraza de compraventa una donación, sea
solo parcialmente, como si en un contrato se inserta una clausula diferente de la convenida
en verdad o se indica un beneficio distinto del real.
La causa de la simulación lícita hay que buscarla en cualquier móvil que no sea el
perjuicio de terceros. Ferrara indica como causas de simulación lícita la necesidad de
sustraerse a disgustos o solicitaciones, o un fin de vanidad o de reclame, o el interés de
conservar el crédito y ciertas apariencias sociales, y coloca como ejemplo el de una persona
que, para sustraerse a las insistencias y amenazas de un aspirante a su herencia, enajena
fingidamente sus bienes a un amigo y se reduce a la condición del que no tiene nada.
Formas de simulación
Ferrara distingue tres formas principales de simulación, atendiendo a que esta puede
referirse a la existencia de un acto jurídico, a su naturaleza, o a las personas de los
contratantes.
a.- En la simulación referida a la existencia del acto jurídico, las partes dan apariencia
de realidad a un acto que no existe, a un cuerpo sin alma.
b.- En la simulación referida a la naturaleza del acto jurídico, las partes celebran un
acto que sirve para esconder o disimular otro, que es el realmente querido por ellas. Esta
forma constituye una simulación relativa.
c.- En la simulación referida a las personas de los contratantes, las partes celebran
un acto real, en cuanto a su existencia y contenido. Sin embargo, atribuyen la calidad de
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partes a personas que, realmente, no la tienen. Esta forma constituye una simulación
relativa por interposición de personas.
Hay autores que estiman consumada la simulación solo una vez que las partes
pretendan hacer oponible a terceros el acto simulado.
Consecuencias de la simulación
En cambio, queda a la vista el acto disimulado, que puede tener una causa licita o
ilícita y se sancionará según los vicios que en el se adviertan.
Efectos de la simulación
Para estudiar sus efectos, debemos distinguir entre las partes y respecto de terceros.
Recordemos que la simulación es un engaño que urden las partes con el propósito
de perjudicar a terceros. Es obvio que las partes no pretenden engañarse a si mismas, pues
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bien saben lo que realmente quieren. Por eso, en las relaciones reciprocas de las partes el
acto simulado no existe, rigiéndose estas por su voluntad real.
Respecto de terceros, solo si estos están de buena fe, el acto encubierto les es
inoponible, ello en razón del texto del art.1707 CC. Para estos, el único acto existente es el
en apariencia celebrado: el acto simulado.
Lo anterior es sin perjuicio de que sean los propios terceros, quienes, afectados por
los efectos del acto ficticio, puedan alegar la simulación para poner fin a tal situación.
La simulación como acción tiene por objeto determinar la voluntad real de las partes,
presentando las características de ser una acción personal y declarativa.
Prueba de la simulación
La simulación debe probarse por todos los medios de prueba legales, incluso por
presunciones.
Prescripción de la simulación
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Se ha discutido si la acción de simulación es prescriptible.
Pero la mayoría de la doctrina opina que es una acción prescriptible, debiendo recibir
aplicación las reglas generales de la sede contractual, es decir, 5 años contados entre las
partes, desde que una de estas pretende hacer valer el acto ficticio, y respecto de terceros,
desde que han tenido conocimiento de la inexistencia del acto simulado.
Otros entienden que, por tratarse la simulación de un delito civil, debe aplicarse el
plazo general de prescripción de la responsabilidad extracontractual, es decir, 4 años
contados desde la perpetración del hecho ilícito, en este caso, la celebración del contrato
simulado.
La interposición de personas
1.- Art. 966, relativo a las disposiciones testamentarias; “será nula la disposición a
favor de un incapaz, aunque se disfrace bajo la forma de un contrato oneroso o por
interposición de personas”.
2.- Art. 2144; “no podrá el mandatario por sí, ni por interpuesta persona, comprar
las cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante lo que
éste le ha ordenado comprar si no fuere con aprobación expresa del mandante”.
Fraudes a la ley
En el fraude a la ley, existen actos reales y queridos por su autor, los que,
individualmente considerados, son válidos, pero son relacionados de forma tal que el
resultado provocado es burlar el espíritu y fin de la ley.
Por ejemplo, es nula la compraventa entre padre e hijo sometido a patria potestad,
pero podría suceder que el hijo, representado por el padre, venda un bien a un tercero,
quien, con posterioridad, a su vez, se lo venda a la madre.
Se diferencia de la simulación en que no existe ningún acto encubierto, los actos que
conforman el fraude a la ley son todos reales. Además, el fraude a la ley siempre es ilícito,
a diferencia de lo que sucede con la simulación que en ocasiones puede ser lícita, finalmente,
la violación a la ley en el caso del fraude se produce en forma indirecta, mientras que la
simulación, en los supuestos en que es ilícita, directamente viola la ley.
Son aquellos en los que, se realizan ciertos actos con el objeto de lograr determinado
fin diverso al propio de dichos actos.
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Actos fiduciarios
Según Alessandri, hay acto fiduciario cuando una persona (el fiduciante) traspasa el
derecho de propiedad de un bien a otra (el fiduciario), no para incrementar el patrimonio
de la última, sino para que ejercite ella el derecho con determinadas limitaciones dirigidas
a lograr ciertos fines prácticos, respecto de los cuales el acto tiene una eficacia mayor que
la necesaria para alcanzarlos.
Los fines más usuales que se persiguen con los actos fiduciarios son:
1.- Fin de garantía, el acreedor celebra una compraventa con su deudor, y en vez
de exigirle una prenda o hipoteca, convienen las partes en que el acreedor retendrá la cosa
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mientras el deudor no pague lo debido. Se obliga el acreedor a no disponer de la cosa
mientras su deudor no cumpla con su obligación.
3.- Fin de mandato, se cede un crédito para que con su producto el fiduciario compre
una cosa a nombre del fiduciante.
4.- Fines de cobro, un familiar en mi favor ha girado una letra de cambio, cedo el
título a otro amigo para que este lo cobre y luego me entere la suma correspondiente.
El primer acto tiene por objeto el traspaso del dominio o de un derecho personal a
un tercero. Este acto produce en forma normal sus efectos, tanto entre las partes, como
respecto de terceros.
El segundo acto, es vinculante sólo para las partes, y limita la eficacia del primer
acto, esto es, ya que se atribuye al fiduciario el bien, pero en relación a alguno de los fines
enunciados con anterioridad.
El acto se denomina fiduciario, porque está sujeto a la fe del fiduciario, ya que éste
perfectamente puede burlar el fin perseguido, y el fiduciante carece de acción en contra de
terceros. Lo anterior, sin perjuicio del derecho del fiduciante en orden a solicitar la
correspondiente indemnización de perjuicios por el incumplimiento de la obligación por parte
del fiduciario.
Algunos han sostenido la nulidad de los actos fiduciarios, ya que en virtud de esta
clase de actos se estaría desvirtuando la causa del acto de que se trate, la autonomía de la
voluntad no permitiría a las partes alterar la causa que corresponde a una determinada
figura contractual.
La oferta debe ser completa, es decir, debe contener todos los elementos necesarios,
de forma tal que, si se produce la aceptación, el contrato quede de inmediato configurado;
la oferta de comprar un bien en la que no se indique el precio no es completa.
Clasificación de la oferta
La oferta tácita es la que revela este deseo indirecta pero inequívocamente por la
concurrencia de ciertas circunstancias. Por ejemplo, la circulación de vehículos de servicio
público, los restaurantes automáticos, la exhibición en las vitrinas comerciales de
mercaderías con el precio señalado, los aparatos que mediante la introducción de monedas
proporcionan mercaderías, el ofrecimiento del pago de arrendamiento del mes subsiguiente
al del vencimiento del contrato, etc.
La aceptación
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Clases de aceptación
La aceptación será pura y simple cuando implica adhesión a la oferta en los mismos
términos en que esta ha sido formulada. Es decir, cuando es congruente con la oferta, por
ejemplo, si alguien ofrece venderme, por determinado precio, 100 libros colocados en mi
casa y yo respondo “conforme”, quiere decir que acepto pura y simplemente.
Los plazos que la ley señala para dar aceptación oportuna son diversos, según se
trata de propuesta verbal o escrita.
Indica el art. 98 del mismo código que “la propuesta hecha por escrito, deberá ser
aceptada o desechada dentro de 24 horas, si la persona a quien se ha dirigido residiere en
el mismo lugar que el proponente, o a vuelta de correo, si estuviere en otro diverso”.
Para que se genere el consentimiento del destinatario de la oferta debe aceptar este
en todos sus puntos y en forma absoluta. De lo contrario no surge.
Si el destinatario modifica la oferta, hay en realidad una nueva proposición que
deberá aceptar íntegramente el primitivo proponente para que se forme el consentimiento.
Es decir, el oferente se puede arrepentir desde que envía la propuesta hasta antes
que se produzca la aceptación, salvo que se hubiere comprometido a:
- esperar la contestación.
- no disponer del objeto del contrato, sino después de desechada o después del
transcurso de un determinado plazo.
Efectos de la retractación
La autocontratación
Art. 2144; “No podrá el mandatario, por sí ni por interpuesta persona, comprar las
cosas que el mandante le ha ordenado vender, ni vender de lo suyo al mandante lo que
éste le ha ordenado comprar, si no fuere con aprobación expresa del mandante”.
Art. 2145, “Encargado de tomar dinero prestado, podrá prestarlo él mismo al interés
designado por el mandante, o a falta de esta designación, al interés corriente; pero facultado
para colocar dinero a interés, no podrá tomarlo prestado para sí sin aprobación del
mandante”.
Para estos efectos, debemos distinguir entre formación del consentimiento entre
presentes y entre ausentes.
Contratos entre presentes son aquellos en que la aceptación puede ser conocida por
la otra parte al tiempo o inmediatamente de ser emitida.
Los contratos entre ausentes son aquellos en que la aceptación puede ser conocida
por el oferente solo después de cierto tiempo, más o menos largo, de ser formulada.
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Para que reciba aplicación esta norma no es necesario que oferente y aceptante se
encuentren necesariamente en el mismo lugar, aunque probablemente ello sea lo de mayor
habitualidad, pero piénsese, por ejemplo, en aquella situación en que, tanto la oferta, como
la aceptación, se realicen durante el transcurso de una conversación telefónica.
Pero cabe decir, de acuerdo con los partidarios de la teoría anterior, que si es
necesario que cada parte sepa lo que la otra parte quiere para que el consentimiento se
forme, no se cumple con esta condición en la teoría de la recepción por el solo hecho de
que la correspondencia llegue y no se lea. Y si se afirma que el conocimiento real y efectivo
de la aceptación no es necesario para la formación del consentimiento, no se divida la razón
de ser de las ficciones ideadas para la existencia de este.
En virtud de esta teoría, no basta con que se manifiesta por parte de la persona a
quien se dirige la oferta su conformidad con ella, tampoco es suficiente el envío seguido de
la recepción del documento en que la aceptación se contiene, sino que debe exigirse la toma
de conocimiento de la aceptación por parte del oferente, explica Claro Solar no sólo que se
haya declarado la voluntad de aceptar la oferta, sino también que la declaración de la
aceptación haya llegado a noticia del proponente. Tan sólo en ese momento, según los
sostenedores de la información, queda privado cada uno de los contratantes de la facultad
de arrepentirse de contratar; y sólo en este lugar, es decir, donde la aceptación llega a
noticia del proponente, el contrato se perfecciona a noticia del proponente, el contrato se
perfecciona para todos sus efectos legales.
Pero esta teoría también se critica, pues se señala que también debería exigirse que
el aceptante tome conocimiento que el oferente ha aprobado su aceptación.
Además, piénsese en los problemas que plantea una eventual aceptación tácita.
En Chile todas las teorías anteriores solo tienen un valor cultural jurídico, pues
nuestra legislación consagra una solución expresa, acogiendo la teoría de la declaración o
aceptación: dada la aceptación el acto queda perfecto, aunque aquella sea ignorada por el
proponente. Así lo prueban varias disposiciones.
Más adelante, el mismo artículo, refuerza la idea del legislador, pues agrega “a no
ser que antes de darse la respuesta ocurra la retractación, muerte o incapacidad del
proponente”.
Se habla, como vemos, de antes de darse la aceptación y no de antes de enviarse
esta, como se habría dicho si se hubiera acogido la teoría de la expedición.
Por excepción el C.C., en el art. 1412 acepta la teoría del conocimiento a propósito
de las donaciones irrevocables; Mientras la donación entre vivos no ha sido aceptada, y
notificada la aceptación al donante, podrá éste revocarla a su arbitrio.
4.- Los requisitos de validez del acto jurídico, como la capacidad, se aprecian al
momento de formación del consentimiento.
3.- Los casos en que la voluntad de las partes puede interpretarse por los usos o la
costumbre, el lugar de perfeccionamiento es el que señala el uso o la costumbre que tiene
cabida, ya que uno y otra varían de acuerdo con los países y aun con las regiones de un
mismo país.
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