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FERNANDO SOR
Así como en la ilustración, los ideales del arte tratan de converger dirigiéndose hacia los
mismos. La búsqueda de un equilibrio; la sencillez; el abandono del excesivo virtuosismo
técnico que solo pocos podían gozar, propio del barroco, con el fin de encontrar una
simetría; la forma. Esta última será la de más prevalecer de la época, ya que se establecerá
la forma sonata, alejándose de aquella sonata barroca, de manera concreta y clara. Esta
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Protección o ayuda dispensadas a una actividad cultural, artística o científica.
forma estará dividida de manera ternaria, es decir en tres secciones (A B A’), en donde: A
será llamada exposición; B será llamado desarrollo; A’ será llamada reexposición.
A: EXPOSICIÓN
La forma sonata comienza con el primer tema (a) en la tonalidad principal (en la escala
correspondiente -do, re, mi…). Esta primera melodía suele ser bastante rítmica para dar
empuje a la pieza.
Terminado este primer tema, el compositor realiza un “puente” (p) o enlace para conectar
el primer tema (a) con el segundo (b). Este segundo tema tiene un carácter más melódico, y
suele estar en otra tonalidad o escala diferente (normalmente a distancia de 5ª).
B: DESARROLLO
El desarrollo es la parte más libre de la forma sonata. En esta sección el compositor utiliza
las melodías que aparecen en los temas a y b combinándolos, cambiándolos, recortándolos,
mezclándolos, etc. para evolucionar hasta la siguiente sección. Las melodías suelen ir
cambiando de tonalidad o escala todo el tiempo, es decir, interrelaciona motivos2, temas,
melodías explorando sus posibilidades, llevándolos a momentos de gran tensión.
A’: REEXPOSICIÓN
En ella se repite de nuevo toda la sección A, es decir, tema a – puente – tema b, con las
siguientes diferencias:
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Las melodías se agrupan en semi frases, frases, periodos, secciones etc. Éstas pueden conformar un
fragmento corto, llamado motivo
Es muy habitual una CODA final, para dar mayor cierre.
Fernando Sor
(1778 – 1839)
Oriundo de Barcelona, realizó sus primeros estudios musicales en la escolanía de
Montserrat y luego siguió la carrera militar. Estrenó su primera ópera, “Telémaco en la isla
de Calipso”, a la edad de 17 años. Por otro lado aprehendió cierta fama como compositor de
himnos patrióticos durante la Guerra de la Independencia.
Luego de dejar en claro el motivo melódico procede a hacer una variación del mismo, es
decir modificaciones de la melodía con el fin de que no se vuelva tediosa la misma.
Más adelante (c 34) la melodía cambia y logra un aspecto más tranquilo y sereno, distinto
del principio que daba una impresión de constante marcha, este da una sensación de
cambio, es decir de estar en B. Sin embargo, no es más que el “puente” de la exposición. En
un análisis más técnico podría constatarse y traslucir viendo que se ha producido una
modulación a Sol mayor (una quinta de distancia de donde comenzó) para después
modular, en el B, a un Re menor (una quinta de distancia de sol). Es decir, es un gran A que
dentro de ese A se encuentran distintas partes que lo conforman. (1’10’’)
Concretamente, seguido a esto, es posible que haya una parte que evoque una sensación
distinta, como si no tuviera la misma relación como las anteriores frases, una tensión
distinta a la que nos daba la obra, una dureza y una oscuridad empieza a prevalecer. Si se
logra percibir esa sensación es que ya estamos en la parte B. (2’40’’)
La aparición constante de los sostenidos y los bemoles, nos dan una sonoridad inestable,
dejando una impresión de misterio sin saber hacia dónde se dirige, pero, algo ocurre.
(3’46’’)
Vuelve un motivo a sonar que nos remonta al comienzo, sin embargo aún mantiene tensión
y no es tan esclarecedor hasta que, por consiguiente, vuelve de la misma manera al inicio.
Es decir, se establecerá A’. Retoma el motivo principal con más fuerza y viveza, con más
adornos y destreza técnica dando así la sensación de final.
Así como hay en nosotros dos disposiciones esenciales del sentimiento, la alegría o
al menos el contentamiento, y la aflicción o por lo menos la melancolía, así también
la música tiene dos tonalidades generales correspondientes, mayor y menor, el
sostenido y el bemol, y casi siempre está en la una o en la otra. Pero, en verdad,
¿no es extraordinario que haya un signo para expresar el dolor, sin ser doloroso
físicamente ni siquiera por convención, y sin embargo, tan expresivo que nadie
puede equivocarse, el bemol? Por esto puede medirse hasta qué profundidad
penetra la música en la Naturaleza íntima del hombre y de las cosas. […]
Cuando oigo música, mi imaginación juega a menudo con la idea de que la vida de
todos los hombres, y la mía propia, no son más que sueños de un espíritu eterno,
buenos o malos sueños; de que cada muerte es un despertar.
(Schopenhauer, 1819)