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Lucero de Vivanco
Universidad Alberto Hurtado
dictatorial” (2015: 76). En esta clave puede leerse, por ejemplo, a Félix
Bruzzone, a Laura Alcoba o a Mariana Eva Pérez. También en Chile
han aparecido trabajos (Amaro 2014, Roos 2013) que, desde la críti-
ca literaria, discuten la narrativa de escritores como Nona Fernández,
Diego Zúñiga, Alejandra Costamagna o Alejandro Zambra, en tanto
narradores de “segunda generación” respecto de la dictadura. En el
Perú, si bien el fenómeno es muy reciente, fundamentalmente por la
fecha más próxima del término del conflicto armado (2000), es posi-
ble mencionar las obras de Renato Cisneros, José Carlos Agüero, Juan
Manuel Robles o José Carlos Yrigoyen.
Desde una perspectiva de crítica literaria que integre presupuestos
psicoanalíticos en su vertiente relacional, todo relato de filiación supo-
ne un sujeto que efectúa un proceso de elaboración psíquica en torno
al mandato paterno y a contenidos que le han sido transmitidos por
generaciones precedentes. Por tanto, en la mayoría de estas narrativas,
este sujeto se representa a través de la figura del “hijo/hija” quien, en
interdependencia con la figura del “padre/madre”, se constituye en un
receptor activo en la transmisión generacional de las experiencias de
violencia y trauma. En efecto, según René Kaës (1986), la perspecti-
va psicoanalítica relacional incorpora el problema de la transmisión
psíquica como aspecto constitutivo de la subjetividad, impactando
incluso la definición de sujeto y su inscripción en el orden simbólico
familiar. Desde este prisma, la noción de sujeto se distancia de una idea
monádica, narcisa y aislada, para aparecer como una entidad intersub-
jetiva en la cual coexiste su condición de “para sí” con un carácter de
“heredero” de transmisiones psíquicas familiares y generacionales.1 A
partir de este supuesto —por cierto, implícito en las formulaciones
sobre el relato de filiación de Viart (2009)— es posible colegir que las
novelas en estudio exponen formas narrativas en las que el sujeto auto-
ral se actualiza como un sujeto de herencia complejo y contradictorio,
1. Desde la posición posfreudiana del psicoanálisis relacional, así lo afirma, por ejem-
plo, Stephen A. Mitchell: “Las teorías del modelo relacional [...] no nos describen
como un conglomerado de impulsos de origen físico, sino como si estuviéramos
conformados por una matriz de relaciones con los demás, en la cual estuviéramos
inscritos de manera inevitable, luchando simultáneamente por conservar nuestros
lazos con los demás y por diferenciarnos de ellos” (1993: 14).
Resistencia al mandato
Esta situación ha tenido como corolario que estas tres novelas hayan
sido erigidas por un aparato cultural hegemónico (editoriales, medios
de comunicación, academia) como textos representantes de la segunda
generación y como voces políticamente autorizadas en sus campos cul-
turales para hablar sobre el pasado reciente. Como sosteníamos recién,
esta eventual representación se afirma en una afinidad ideológica entre
la construcción narrativa de la herencia y el juicio intergeneracional
que estos textos elaboran, por un lado, y las políticas estatales de la
memoria en cada nación y el momento de publicación, por el otro.
Zambra censura el pinochetismo del padre en un acto de ruptu-
ra filial; no obstante, valora aspectos morales de la relación formativa
y, por tanto, no suprime totalmente su legado generacional. Esto es
análogo a la matriz ideológica de los Gobiernos de la Concertación,
que impulsaron políticas de condena y reparación de las violaciones
de los derechos humanos sin rechazar la herencia socioeconómica de
la dictadura.
Por su parte, Pron, forzando la posición política de Guardia de
Hierro hacia una izquierda más radical —para estar en sintonía con
los procesos actuales de memoria y justicia—, reconoce en la herencia
paterna una figura política peronista revolucionaria y reformadora con
carácter ampliado, que puede ser polémica en tanto borra las dife-
rencias entre las distintas organizaciones peronistas. La novela elabora
la identificación entre las generaciones e inscribe un reconocimiento
ético sin fisuras en la figura del militante peronista de izquierda. Estas
premisas son convergentes con las políticas estatales de la memoria
impulsadas por el kirchnerismo, que propició procesos de justicia y
memoria, realizó actos de reconocimiento social de las víctimas y re-
configuró el ideario político del peronismo de izquierda.
Finalmente, Cisneros, en la intención de dar un relato al pasado
pese a la imposibilidad de separarse de la figura del padre, expone las
estrategias de silenciamiento y exculpación, la falta de voluntad polí-
tica para la profundización de la reparación y el lugar de resguardo de
las Fuerzas Armadas en el Perú que han guiado las políticas de Estado
en el periodo posconficto. No por esto la novela pierde el mérito de
incursionar, desde un involucramiento personal, en zonas grises de la
historia peruana reciente.
Referencias bibliográficas