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La Insensatez de la Exhumación

Hace ya más de un año que empezó el teatro decadente de la pérfida izquierda española que hoy
posa de redentora y salvadora del legado de la hispanidad. La llegada de Pedro Sánchez a la
Moncloa como Presidente de Gobierno generó diferentes problemáticas en una resquebrajada
España que trataba de mejorar Mariano Rajoy tras los desastres causados por anteriores
gobiernos del Partido Socialista Obrero Español. Si bien Sánchez llegó sin un solo voto, cambió
la situación del País al generar confusión y permitir los desórdenes independentistas que todavía
hoy afectan el día a día del país peninsular.

La llegada de Pedro Sánchez traía consigo el sinsabor de una moción sucia y manipulada que
logró sacar al entonces presidente Rajoy. Su simpatía con los chavistas de Podemos no
presagiaba nada bueno y sus opiniones poco contundentes en cuanto al tema de los
independentistas no eran sinónimo de unidad nacional. Su odio irracional por el pasado histórico
de España era lo más preocupante, pues su simpatía por la aclamada (y desgraciada) ley de
memoria histórica en ese País dejaba mucho que pensar y no hubo que esperar mucho para verlo.

Es bien conocido que este esnob de la anti-inteligencia poco o nada sabe de preservar la unidad
de un País, de mantener su integridad y de congregar bajo una sola a bandera a cuantos en aquel
territorio moran. Por eso se ha dedicado a sembrar resentimiento, a ponerle picante al odio, a
fomentar esa necia polarización dentro de su territorio en Iberia; a llevar a España por la vía de la
autodestrucción que durante los últimos siglos ha parecido ser el deber hacer. España, desde
1898, pocas veces ha logrado hallar la paz y la tranquilidad.

La exhumación de Franco ha sido un tema de debate durante largo tiempo. Hace unos meses
charlaba con una de las cabezas del VOX durante una conferencia conservadora en Washington
D.C., preguntándole precisamente sobre esta cuestión, entre varias cosas. El interpelado me
respondió «primero se va Pedro Sánchez de la Moncloa, antes que Franco salga del Valle de los
Caídos». Yo me aferré a esa afirmación durante un largo tiempo y realmente consideré que era lo
más idóneo, lo más prudente y lo más sensato. Hablar de Franco en España es agitar un avispero
porque su vigencia todavía es muy contemporánea y sus ideas siguen vivas dentro de la sociedad
española. Pedro Sánchez, como el pérfido resentido que es, prefiere exhumar a un hombre que
lleva más de tres décadas muerto en vez de suprimir las revueltas antiespañolas que se extienden
por todo el territorio.

Aún no me lo creo que haya pasado por la cabeza de un Presidente de un País como España el
exhumar a un héroe de la fe Católica, del orden, de la hispanidad y del desarrollo de su Patria. La
exhumación de Franco sólo ha generado más caos y desorden, más desunión en un País que de
por sí ya se ha fragmentado bastante, más rencor de sectores que ya olvidaban, y más dolor de
familias que ya no miraban hacia el pasado. Exhumar a Franco no va a eliminar su huella, su
legado, su historia y sus anécdotas. La historia no olvidará episodios como el de su llegada al
Alcázar, la lectura de su testamento, su magnífica carta a Lyndon Johnson explicando el porqué
de su negativa a la guerra de Vietnam. Sus hazañas en África y su decisivo apoyo al golpe serán
hoy y siempre parte de los libros sacros de la historia española; removerle de su descanso eterno
en el Valle sólo es un acto de estupidez y chabacanería. Alguien debió decirle a Sánchez lo que
decimos aquí en Colombia «lo que está quieto, se deja quieto».
España tiene un legado franquista innegable, decir lo contrario es estar equivocado. La seguridad
social, la creación de embalses, la protección de los bosques, la fomentación de la educación, la
defensa de la Iglesia Católica, creación de la radio y televisión pública, así como la telefonía,
pero, sobre todo, la seguridad que brindó el no tener una dictadura comunista fue todo gracias al
caudillo.

De manera que escribo estas líneas entre apesadumbrado y nostálgico a la vez que furioso por la
aberración que hoy se comete en España. De Franco se pueden decir cosas malas, como de todas
las personas, pero también se pueden decir muchas buenas. Esperamos que Dios le siga
acogiendo en su gloria y que su legado viva, aunque se profane su cuerpo.

Francisco Franco, ¡Presente!

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