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LA PALABRA TAROT EN LA OBRA

DE RENE GUENON

La presente nota fue publicada en 1996 en el No. 11-12 de la revista SYMBOLOS: Arte - Cultura - Gnosis,
dedicado a la "Tradición Hermética"

Reproducimos en estas líneas la transcripción literal, con un mínimo contexto adyacente, de las veces en
las que a lo largo de su obra, René Guénon se ha referido expresamente a la palabra Tarot. Para ello ha
sido de inestimable ayuda el trabajo de André Désilets titulado René Guénon, Index–Bibliographie,
publicado en Quebec en 1977 por Les Presses de L'Université Laval, dentro de su colección
"Bibliothèque Philosophique". En este trabajo el Sr. Désilets presenta un amplio índice de palabras de la
obra de René Guénon indicando en qué libros y páginas se trata este o aquel término. Añadimos también
algunas citas.

Igualmente apuntar que se encuentran abundantes referencias próximas al juego del Tarot, que aparecen
de diversa forma a lo largo de la obra de René Guénon. Bien es verdad que hemos considerado la
posibilidad de realizar un breve diccionario complementario incluyendo algunas de estas palabras, por
ejemplo; rueda de la fortuna, mago, sacerdotisa, muerte, estrella, luna, sol, juicio, etc… y multitud de
apreciaciones sobre colores, números, letras, objetos de las láminas u otras posibilidades. Pero no será
este amplio espectro el objeto de nuestro trabajo que remitiremos como toda extensión al empleo de la
palabra Tarot en la obra de René Guénon. Recordamos a cualquier interesado ampliar sus investigaciones
con la bibliografía que al final del artículo facilitaremos.

1. El Rey del Mundo, cap. XI: "Por otro lado, recordaremos una vez más que pueden también haber
simultáneamente, fuera del centro principal, muchos otros centros que se relacionan con él, y que son
como otras tantas imágenes suyas, lo que es una fuente de confusiones bastante fáciles de cometer, tanto
más cuanto esos centros secundarios –siendo más exteriores– son por ello mismo más aparentes que el
centro supremo."1

1
"Según la expresión que Saint–Yves toma del simbolismo del Tarot, el centro supremo está
entre los otros centros como 'el cero cerrado de los veintidós arcanos'."
2. El Reino de la cantidad y los signos de los tiempos, cap. XXXVII: "La peor ceguera sería aquella que
consistiese en no ver aquí más que una mera cuestión de 'moda' sin importancia real; por otra parte podría
decirse otro tanto de la creciente difusión de ciertas 'artes adivinatorias' que ciertamente no son tan
inofensivas como les puede parecer a todos aquellos que nunca llegan al fondo de las cosas: por lo
general se trata de los incomprendidos restos de las antiguas ciencias tradicionales casi completamente
perdidas, de manera que, además del peligro inherente a su naturaleza 'residual', se arreglan y combinan
de forma tal que su puesta en funcionamiento, so pretexto de la 'intuición' (coincidencia con la 'nueva
filosofía' que resulta en sí misma bastante notable) abre la puerta a la intervención de las influencias
psíquicas de carácter más dudoso."1
1
"Habría mucho que decir a este respecto, particularmente del uso del Tarot en donde se
encuentran los residuos de una ciencia tradicional indiscutible, sea cual fuere su origen real,
aunque poseedora de aspectos harto tenebrosos; no pretendemos hacer alusión con ello a las
abundantes lucubraciones ocultistas a las que ha dado lugar y que en gran parte carecen de toda
relevancia, sino a algo mucho más efectivo que hace su manejo mucho más peligroso para todo
aquel que no esté suficientemente precavido contra las 'fuerzas de abajo'."

1
3. La Gran Tríada, cap. XV: "Un punto que da motivo para una comparación particularmente notable
entre la tradición extremoriental y las tradiciones iniciáticas occidentales, es el que concierne al
simbolismo de compás y la escuadra: estos, como ya hemos indicado, corresponden manifiestamente al
círculo y al cuadrado, es decir, a las figuras geométricas que representan respectivamente al Cielo y la
Tierra. En el simbolismo masónico, conforme a esta correspondencia, el compás se coloca normalmente
arriba y la escuadra abajo;1 por lo general entre ambos se representa la Estrella resplandeciente, símbolo
del Hombre, y más precisamente del 'hombre regenerado', y que así completa la representación de la Gran
Tríada."

"En efecto, el compás, símbolo 'celestial', luego yang o masculino, pertenece propiamente a Fo–hi, y la
escuadra, símbolo 'terrenal', luego yin o femenino, a Niu–kua; pero, en cambio, cuando se los representa
juntos y unidos por sus colas de serpiente (correspondiendo así exactamente a las dos serpientes del
caduceo), es Fo–hi el que lleva la escuadra y Niu–kua el compás. Esto se explica en realidad por un
intercambio comparable a aquel del que antes se ha tratado en lo que concierne a los números 'celestiales'
y 'terrenales', intercambio que, en semejante caso, con gran propiedad puede calificarse de 'hierogámico';
no se ve cómo, sin un intercambio tal, podría el compás pertenecer a Niu–kua, tanto más que las acciones
que se le atribuyen la representan sobre todo ejerciendo la función de asegurar la estabilidad del mundo,
función que se refiere al lado 'substancial' de la manifestación, y que la estabilidad se expresa en el
simbolismo geométrico por la forma cúbica".2

1
"Cuando se invierte esta posición, el símbolo toma un significado particular que ha de
relacionarse con la inversión del símbolo alquímico del Azufre para representar el cumplimiento
de la 'Gran Obra', así como con el simbolismo de la lámina 12 del Tarot."
2
"Con la interversión de los atributos entre Fo–hi y Niu–Kua cabe relacionar el hecho de que, en
las láminas 3ª y 4ª del Tarot, se atribuye a la Emperatriz un simbolismo celestial (estrellas) y al
Emperador un simbolismo terrenal (piedra cúbica); además, numéricamente y por el rango de
estas dos láminas, la Emperatriz está en correspondencia con el 3, número impar, y el
Emperador con el 4, número par, lo que reproduce de nuevo la misma interversión."
Ibid, cap. XXIII: "La idea de la rueda, además, evoca inmediatamente por sí misma la de 'rotación'; tal
rotación es la figura del cambio continuo al que está sometido todo lo manifestado, y por eso se habla
también de la 'rueda del devenir';1 en un movimiento tal, no hay más que un punto único que permanezca
fijo e inmutable, y ese punto es el centro."
1
"Cf. la 'rueda de la Fortuna' en la antigüedad occidental, y el simbolismo de la lámina 10 del
Tarot."

M. Maier, Aalanta fugiens, Frankfurt 1617

4. Símbolos de la Ciencia Sagrada, cap. III: "En efecto, en todas partes vemos, y no sólo en Egipto, la
asimilación simbólica establecida entre el corazón y la copa o el vaso; en todas partes, el corazón está
considerado como el centro del ser, centro a la vez divino y humano en las aplicaciones múltiples que
permite; en todas partes, también, la copa sacrificial representa el Centro o el Corazón del Mundo, 'la
morada de inmortalidad'1…".
1 "Habríamos podido recordar también el athanor hermético, el vaso en que se cumple la 'Gran
Obra' cuyo nombre, según algunos derivaría del griego athánatos, 'inmortal'; el fuego invisible

2
que se mantiene perpetuamente en él corresponde al calor vital que reside en el corazón.
Hubiéramos podido, igualmente, establecer vinculaciones con otro símbolo muy difundido, el
del huevo, que significa resurrección e inmortalidad y sobre el cual tendremos quizá oportunidad
de volver. Señalaremos por otra parte, al menos a título de curiosidad, que la copa del Tarot
(cuyo origen es, por lo demás, harto misterioso) ha sido reemplazada por el corazón en los
naipes franceses, lo que es otro índice de la equivalencia de ambos símbolos."

J. D. Mylius, Anatomiae auri, Frankfurt 1628

Ibid. cap. XXV: "En un artículo del número especial de Le Voile d'Isis dedicado al Tarot, el señor
Auriger, a propósito del arcano XVI, ha escrito lo siguiente: 'Parece existir una relación entre las piedras
de granizo que rodean a la Torre fulminada y la palabra Beyt–el, 'morada divina', de la cual se hizo
'betilo', palabra con que los semitas designaban a los aerolitos o 'piedras del rayo' '. Esta relación ha sido
sugerida por el nombre de 'Morada de Dios' dado a ese arcano, nombre que es, en efecto, la traducción
literal del Beyt–el hebreo: pero nos parece que hay en esa consideración una confusión entre diversas
cosas bastante diferentes, y que podría ofrecer cierto interés puntualizar este asunto".

Nota del transcriptor: Esta cita correspondiente al capítulo XXV "Las piedras del rayo", con la cual
comienza dicho artículo, viene explicada en profundidad a lo largo del capítulo entero.

Ibid, cap. XXXI: "…Este triángulo invertido es igualmente el esquema del corazón, y el de la copa, que
está asimilada a aquél en el simbolismo, según lo hemos mostrado particularmente en lo que concierne al
Santo Graal".1

1
"En el antiguo Egipto, el vaso era el jeroglífico del corazón. La 'copa' del Tarot, corresponde
también al 'corazón' de los naipes ordinarios [franceses; en la baraja española se ha mantenido la
figura de la copa]."
Ibid, cap. XXXVII: "Como las puertas solsticiales dan acceso, según lo hemos dicho anteriormente, a las
dos mitades, ascendente y descendente, del ciclo zodiacal, que en ellas tienen sus puntos de partida
respectivos, Jano, a quien ya hemos visto aparecer como 'El Señor del triple tiempo' (designación que se
aplica también a Shiva en la tradición hindú), es también, por lo dicho, el 'Señor de las dos vías', esas dos
vías, de derecha y de izquierda, que los pitagóricos representaban con la letra Y1, y que son, en el fondo,
idénticas al deva–yâna y al pitr–yâna respectivamente. Es fácil comprender, entonces, que las llaves de
Jano son en realidad aquellas mismas que, según la tradición cristiana, abren y cierran el 'Reino de los
cielos' (correspondiendo en este sentido al deva–yâna la vía por la cual se alcanza aquél), y ello tanto más
cuanto que, en otro respecto, esas dos llaves, una de oro y otra de plata, eran también, respectivamente, la
de los 'grandes misterios' y la de los 'pequeños misterios'.
1
"Es lo que figuraba también, en forma exotérica y "moralizada", el mito de Hércules entre la
Virtud y el Vicio, cuyo simbolismo se ha conservado en el sexto arcano del Tarot. El antiguo
simbolismo pitagórico, por lo demás, ha tenido otras "supervivencias" harto curiosas; así, se lo

3
encuentra, en la época renacentista, en el pie de imprenta del impresor Nicolas du Chemin,
diseñado por Jean Cousin."
Ibid, cap. LIX: "El Mákara es el cocodrilo (çiçumâra) de fauces abiertas que se sostiene 'contra la
corriente' y representa la vía única por la cual todo ser ha de pasar necesariamente, presentándose así
como el 'guardián de la Puerta' que aquél debe franquear para liberarse de las condiciones limitativas
(simbolizadas también por el pâça de Váruna) que le retienen en el dominio de la existencia contingente
y manifestada".1
1
"Ver 'El pasaje de las aguas' [cap. LVI]; este cocodrilo es el Ammit de los antiguos egipcios,
monstruo que aguarda el resultado de la 'psicostasis' o 'pesada de las almas' para devorar a
quienes no hayan pasado satisfactoriamente esta prueba. Es también el mismo cocodrilo que,
abiertas las fauces, acecha al 'loco' del vigésimo primer arcano del Tarot: el 'loco' se interpreta
generalmente como la imagen del profano que no sabe de dónde viene ni a dónde va, y marcha
ciegamente sin conciencia del abismo al cual está a punto de precipitarse."
Ibid. cap. LX: "El sol ha sido representado a menudo, en tiempos y lugares muy diversos e incluso en el
Medioevo occidental, con rayos de dos tipos, alternativamente rectilíneos y ondulados; un ejemplo
notable se encuentra en una tableta asiria del Museo Británico que data del siglo I a. C.; en ella el sol
aparece como una especie de estrella de ocho rayos".1
1
"El número 8 puede tener aquí cierta relación con el simbolismo cristiano del Sol Iustitiae o
'Sol de justicia' (cf. el simbolismo del 8º arcano del Tarot); el Dios solar ante el cual está
colocada esta figuración tiene, por lo demás, en una mano 'un disco y una barra, que son
representaciones convencionales de la regla y de la vara de justicia'; con respecto al primero de
estos dos emblemas, recordaremos la relación existente entre el simbolismo de la 'medida' y el
de los 'rayos' solares."
Ibid, cap. LXVII: "W. Deonna, que ha tenido oportunidad de citar el 'cuatro de cifra' entre otros símbolos
que figuran en armas antiguas, se refiere, de modo por lo demás harto sumario, al origen y el significado
de esa marca y menciona la opinión según la cual ella representa lo que denomina de modo más bien
extravagante 'el valor místico de la cifra 4'; sin rechazar enteramente esta interpretación, prefiere sin
embargo otra, y supone 'que se trata de un signo astrológico', el de Júpiter. Éste, en efecto, presenta en su
aspecto general cierta semejanza con la cifra 4; y es seguro también que el uso de este signo puede tener
alguna relación con la idea de 'maestría'; pero, ello no obstante, y contra la opinión del señor Deonna,
pensamos que no se trata sino de una asociación secundaria, la cual, por legítima que sea,1 no hace
empero sino añadirse a la significación primera y principal del símbolo".
1 "Encontramos, por lo demás, otro caso de la misma asociación entre el simbolismo de Júpiter y
el del cuaternario en el cuarto arcano del Tarot."
5. Études sur la Franc–Maçonnerie et le Compagnonnage T. II, pág. 147: "Un estudio de J.-H. Probst–
Biraben sobre 'El esoterismo heráldico y los símbolos', reúne en los números de julio a octubre (revista
Symbolisme 1947) una documentación considerable sobre este sujeto: insiste notablemente sobre el
origen oriental de los escudos de armas y sus relaciones con el hermetismo, que son además comunes con
'las figuras del Tarot, las marcas corporativas' y, sin duda con otras cosas que en la Edad Media tendrían
un carácter similar: 'sin el conocimiento del simbolismo hermético, el arte heráldico queda reducido la
mayor parte de las veces a ser incomprensible'."

"Lo que encontramos más bien asombroso es que el autor no quiera admitir que 'símbolos esotéricos
hayan sido introducidos en los escudos por los mismos nobles' porque estos 'no estaban en general ni
instruidos ni sobre todo iniciados' y no sospecharían por tanto siquiera del sentido real; no habrían oído
nunca hablar de una iniciación caballeresca ¿se imaginará tal vez que la instrucción exterior debe
construir una condición previa a la iniciación? Que clérigos e incluso artesanos colaborasen a veces en la
composición de las armaduras es seguramente muy posible, ¿pero no es ello bien simplemente porque
existían entre ellos y los nobles relaciones de orden iniciático, como se encuentran en tantos otros
indicios, y sobre todo, precisamente en el dominio del hermetismo?"

6. Formas tradicionales y ciclos cósmicos, cap. "La tumba de Hermes": "…no es el cuerpo de Idris lo que
se enterró en la Gran Pirámide, sino su ciencia; y, con esto, algunos entienden que se trata de sus libros:
pero, ¿qué verosimilitud tiene el que unos libros hayan sido enterrados así, pura y simplemente, y qué
interés habría podido ofrecer esto desde cualquier punto de vista? …(apenas hay necesidad de hacer notar
que el caso de los libros depositarios ritualmente en una verdadera tumba es diferente de éste) …por
desgracia para la suposición, no hay en la Gran Pirámide, ni inscripciones ni representaciones simbólicas
de ninguna clase".1

4
1
"Sobre eso se encuentran a veces aserciones singulares y más o menos completamente
fantasiosas; así en el Occult Magazine, órgano de la H. B. of L., hemos encontrado una alusión a
las '78 láminas del libro de Hermes que yace enterrado en una de las Pirámides' (nº de diciembre
de 1885, pág. 87); se trata aquí manifiestamente del Tarot, pero este no ha representado nunca
un Libro de Hermes, de Thoth o de Enoc, más que en ciertas concepciones muy recientes, y no
es 'egipcio' más que de la misma manera que los cíngaros a quienes también se ha dado tal
nombre. (Sobre la H. B. of L., cf. nuestro libro El Teosofismo)."
7. Comptes Rendus, reseña sobre La cábala mística de Dion Fortune: "…consideremos igualmente la
exageración que existe al considerar el 'Arbol de la Vida' desde un punto de vista exclusivo como
constituyendo la base única de todo simbolismo, así como la importancia algo excesiva atribuida al
Tarot…"

Ibid, Reseña sobre Le Tarot. Histoire, iconographie, ésotérisme, de Gérard van Rijnberk: "Este gran
volumen es el resultado de largas y pacientes investigaciones sobre todo lo que toca de cerca o de lejos al
Tarot… En la primera parte, ha reunido todo lo que es posible encontrar en libros y documentos de
archivo sobre el origen del Tarot y de las cartas de juego y la época de su aparición en diferentes países
de Europa, y hay que decirlo, no ha podido llegar a ninguna conclusión segura… Todo lo que se puede
afirmar, es que las cartas de juego han sido conocidas hacia el final del siglo XIII, sobre todo en los
países mediterráneos, y que la palabra 'Tarot', cuya etimología es además imposible de descubrir, no
comenzó a ser utilizada más que a partir del siglo XV, aunque la cosa sea ella seguramente más antigua.
La hipótesis de un origen oriental, sobre el cual algunos han insistido tanto, no está de ningún modo
probada: y nosotros añadiremos que, en todo caso, incluso si fuera verdad que los árabes hubieran jugado
aquí un papel de 'transmisores', no sería por ello menos inconcebible, por más de una razón, que las cartas
hayan tenido nacimiento en un medio islámico, de manera que la dificultad sería simplemente llevada
hacia atrás. …Además, contrariamente a las aseveraciones de Vaillant, el Tarot era conocido en Europa
occidental antes de que los bohemios penetraran; y es así como todas las 'leyendas' ocultistas se evaporan
en cuanto se las quiere someter a un examen serio!"

"En la segunda parte, el autor examina todo lo que, en escritos y obras de arte de la antigüedad clásica y
de la edad media, le parece presentar alguna relación con las ideas expresadas por el simbolismo de los
arcanos del Tarot: algunas similitudes son bastante netas, pero hay otras que son más bien vagas o
lejanas. Va de suyo, además, que estos acercamientos no son en todo caso más que muy fragmentarios y
no alcanzan sino ciertos puntos particulares; además, hace falta no olvidar que el uso de los mismos
símbolos no constituye jamás la prueba de una filiación histórica. No hemos comprendido muy bien por
qué, a propósito de estos acercamientos y de las ideas a las que se refieren, M. Van Rijnberk habla de
'exoterismo del Tarot' ni lo que entiende exactamente por esto, ni qué diferencia ve con lo que designa al
contrario como su 'esoterismo'…"

Ibid, Reseña sobre Le Tarot. Essai d'interprétation selon les principes de l'hermétisme, de Jean
Chaboseau: "Este libro sobre el Tarot está escrito desde muy otro punto de vista que el precedente, y
aunque es mucho menos voluminoso, tiene aparentemente mayores pretensiones, a pesar de su modesta
cualificación de 'ensayo'; nosotros no discutiremos, por otra parte, que pueda ser legítimo el buscar una
interpretación astrológica y aún algunas otras todavía, con la condición de no presentar ninguna de ellas
como exclusiva: pero ¿se cumple esta condición cuando se considera al hermetismo como 'la base propia
del simbolismo del Tarot'? Es verdad que haría falta primeramente entenderse sobre el sentido de las
palabras: el autor nos parece querer extender demasiado lo que él atribuye al hermetismo, al punto de
englobar casi todo el resto, comprendida incluso la Cábala; y, si bien él marca bastante bien la relación y
la diferencia entre el hermetismo y la alquimia, no es menos verdad que existe la pretensión de una fuerte
exageración, tal como lo hace, identificando al primero con el 'Conocimiento total'! De hecho, sus
comentarios sobre las láminas del Tarot, no se limitan además estrictamente al hermetismo, porque, aun
tomándolo como punto de partida, efectúa numerosos acercamientos a datos provenientes de tradiciones
bien diferentes; no es esto ciertamente lo que le reprocharemos, bien lejos de ello, pero tal vez no haya
verificado suficientemente si todos estaban bien justificados, y, en la forma en la que todo esto está
presentado, se siente un poco demasiado la persistencia del espíritu 'ocultista'; sería bueno, por ejemplo,
renunciar a utilizar la figura de Adda–Nari (es decir Ardha–Narî, combinación andrógina de Shîva y de
Parvatî), que no tiene más relación con el Tarot que los extraños ensamblajes que le ha hecho sufrir
Eliphas Levi. Las intenciones del autor no siempre se desarrollan, por otra parte, con la suficiente
claridad que se pudiera desear, y particularmente cuando cita algunos pasajes de nuestros escritos no
estamos muy seguros, viendo el contexto, que él los entienda como los entendemos nosotros mismos….

5
El Sr. Chaboseau ha intentado también, después de un cierto número de otros, el 'reconstituir' a su manera
las figuras del Tarot; va de suyo que, en casos parecidos, cada uno incluye siempre muchas de sus ideas
particulares y no hay razón para considerar estas 'reconstituciones' como valiendo unas más o menos que
otras; nosotros pensamos que es mucho más seguro el remitirse simplemente a las figuras ordinarias, que
han permanecido poco deformadas con el curso del tiempo y ofrecen una gran posibilidad en su conjunto
de guardar más fielmente el simbolismo original. En el fondo, la transmisión del Tarot es algo muy
comparable a la del 'folklore', si es que no constituye un simple caso particular de él, y la conservación de
los símbolos está asegurada de la misma forma; en semejante dominio, toda innovación debida a una
iniciativa individual es siempre peligrosa, y como en los arreglos literarios de los cuentos llamados
'populares' no puede más que apenas desvirtuar u oscurecer el sentido mezclando 'embellecimientos' más
o menos fantasiosos y en todo caso superfluos. Estas últimas reflexiones, sea entendido, no apuntan más
particularmente al Sr. Chaboseau que a sus predecesores, y nosotros reconocemos incluso gustosamente,
que el estilo 'medievalista' que él ha adoptado para sus ilustraciones no tiene la inverosimilitud de un
Tarot dicho egipcio o hindú, pero ello no es más que una cuestión de grado. Todavía nos situamos aquí en
el punto de vista del valor simbólico; en un orden de consideraciones más 'práctico', ¿se puede creer que
las influencias psíquicas que están incontestablemente unidas a las láminas del Tarot, cualesquiera que
sean por lo demás su origen y cualidad, pueden encontrar todavía un soporte eficaz en todas estas
modificaciones arbitrarias de las figuras tradicionales?"

Bibliografía utilizada:

1. El Rey del Mundo. Ed. Fidelidad, Bs. As. 1985. 2. El Reino de la cantidad y los signos de los tiempos.
CS Ed., íd. 1995. 3. La Gran Tríada. Ed. Obelisco, Barcelona 1986. 4. Símbolos de la Ciencia Sagrada.
Eudeba, Bs. As. 1988. 5. Etudes sur la Franc–Maçonnerie et le Compagnonnage Vol. II. Ed.
Traditionnelles, París 1971. 6. Formas tradicionales y ciclos cósmicos. Obelisco, Barcelona 1984. 7.
Comptes Rendus. Ed. Traditionnelles, París 1986.

Transcripción: A. C.

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