Alejandro Esparza Zañartu nació en 1901 en La Tahona,
Cajamarca. Pertenecía a una familia criolla y pudiente, emparentada con otras familias importantes del norte del Perú, por lazos familiares o de compadrazgo. Recorrió todo el Perú como representante comercial de la casa Grace, que vendía las primeras cajas registradoras para los comercios. Después y hasta 1948 vivió dedicado al comercio de vinos y licores. En sus años escolares fue amigo y compañero de Zenón Noriega, quien luego llegó a ser general del ejército y el número dos de la Junta de Odría, lo que le sirvió para ser convocado por este gobierno. Fue así como fue nombrado Director de Gobierno, y al poco tiempo demostró su efectividad en las acciones que se le encomendaron y su sentido de fidelidad hacia el superior. La célebre «Ley de Seguridad Interior de la República» fue el instrumento para llevar a cabo la represión y el silenciamiento de la oposición.El cargo le permitía a Esparza llevar su labor en las sombras aunque ya todos sabían quién estaba detrás de la política represiva, bajo cuyo imperio fue abatido el dirigente aprista Luis Negreiros Vega, apresados y torturados miles de opositores y desterrados cientos de ellos. Ocurrió también la farsa electoral montada en 1950 para legitimar a la dictadura, lo que desencadenó la rebelión cívica de Arequipa en junio de ese año, que fue debelada sangrientamente por el ejército.Algún tiempo después, sus detractores le acusaron de haber sido desleal con su amigo y protector Zenón Noriega, a quien involucró en una revuelta contra el gobierno, en 1954, a raíz de lo cual Noriega tuvo que pasar al destierro. No se conocen los motivos, pero por entonces Odría ofreció a Esparza el ministerio del Interior. Se dice que Esparza respondió que aceptaba solo por lealtad, pero haciendo notar que aquella decisión significaba el suicidio del régimen. En efecto, así ocurrió. Esparza se convirtió en un blanco visible para los opositores al régimen, que arremetieron contra él.[1] Los reclamos eran en pro de la libertad, contra la Ley de Seguridad Interior y por la reforma del Estatuto Electoral, cercana ya las elecciones de 1956, que se temía que pudieran ser una farsa, como la de 1950.Surgió entonces la «Coalición Nacional», que agrupaba a los opositores al régimen y estaba encabezada por Pedro Roselló, quien programó un mitin en el teatro de Arequipa. Esparza quiso frustrar este evento enviando como contramanifestantes a matones contratados y policías de civil. Éstos fueron desbaratados por los arequipeños y la policía reprimió severamente a los opositores. Parecía que se iban a repetir los sangrientos sucesos de 1950, pero esta vez el régimen no se atrevió a enviar al ejército contra la multitud, como se dice que Esparza quiso hacer. Arequipa declaró una huelga general que fue seguida por toda la ciudad. Al mismo tiempo, los arequipeños armaron barricadas en las calles y miles de personas de todos los sectores sociales esperaron vigilantes la respuesta del régimen a su pliego de reclamos: la renuncia de Esparza Zañartu, la abolición de la «Ley de Seguridad Interior» y la convocatoria a elecciones libres. Luego de tres días de tremenda tensión, el régimen aceptó sacrificar a Esparza.[2]