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Formación de la novela moderna: contribución de Cervantes (Don

Quijote en especial) y de los autores de la novela picaresca.

Las voces del Quijote

1-La mutación fundamental que introduce el Renacimiento en la literatura de ficción


consiste, esencialmente, en la independencia creciente de los personajes.

2- De ahí que Lázaro se vele, hable con segundas intenciones, pero que, osadamente,
avise de ellas: quiere que sus cosas se aireen, «pues podría ser que alguno que las lea
halle algo que le ayude, y a los que no ahondaren en tanto, los deleite». Tal propuesta de
dos lecturas es el signo de la nueva edad, porque el escritor ya no repite siempre
enseñanzas inmutables, sino que aventura con riesgo su propio pensamiento. Cervantes
va a proclamarlo en las primeras palabras del prólogo del Quijote, declarando su libro
«hijo del entendimiento».

3- A partir de los estudios de Bajtin, se ha caído en la cuenta de la íntima relación que


existe entre el descubrimiento de lo cotidiano como objeto del relato y la irrupción de lo
que él llamó polifonía lingüística. En efecto, la narración mundial, que se había movido
en ámbitos y tiempos indefinidos o inaccesiblemente lejanos, podía y hasta debía
emplear un idioma muy distante del común y ordinario, fuertemente retorizado,
abismalmente remoto. Pero el Lazarillo se propone contar peripecias muy poco
maravillosas, que ocurren entre Salamanca y Toledo, en años precisos del reinado de
Carlos I, acaecidas a un muchacho menesteroso que sirve a amos ruines. No es posible
narrar sus cuitas y reproducir las palabras con los primores y ornamentos que se
aprendían en las escuelas de latinidad. Al introducir la verdad de la calle y de los
caminos, penetra en el relato la verdad del idioma. Tímidamente aún en
el Lazarillo; con decisión en el Guzmán; plena y extensamente con el Quijote.

4- Cervantes ha enseñado a acomodar el lenguaje a la realidad del mundo cotidiano. Y


algo muy importante: que ensancha el camino abierto por el autor anónimo y por las
primeras novelas picarescas; ha respetado, se diría que exhibitoriamente, la libertad de
sus criaturas de ficción.

5-Ese mundo cotidiano está relacionado con la teoría de Luckás.

6- El hecho de que ambos, el hidalgo y el criado, se salgan de la novela en la Segunda


parte, para enterarse de la primera y juzgarla, es muestra preclara de su independencia.
Resulta ostensible el afán de Cervantes por desarraigar de sí los entes de ficción.

7- Un desconocido escribe el Entremés de los romances, cuyo influjo decisivo en la


invención del Quijote probó irrefutablemente don Ramón Menéndez Pidal en 1920.

8- En relación con la nueva forma que abre la novela, podemos ver en la quema de
libros cómo el cura salva algunos: El rigor con el que asume la propiedad del idioma es
patente, por ejemplo, cuando libra del fuego el Palmerín de Inglaterra, porque, entre
sus virtudes, el cura estima «las razones, cortesanas y claras, que guardan y miran el
decoro del que habla, con mucha propiedad y entendimiento» (I, 6, 82).

9-El propio Quijote, que utiliza en un principio ese lenguaje cargado de arcaísmos y
requiebros retóricos («Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y
espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos…» (I, 2, 46).), va
modificando su lenguaje hasta –sin abandonar totalmente su estilo caballeresco-
adecuarse al lenguaje del mundo, es decir, al cotidiano. Un buen ejemplo es la respuesta
que, bajo los efectos del hambre, le da a las mozas: «Como haya muchas truchuelas…
podrán servir de una trucha, porque eso se me da que me den ocho reales en sencillos
que en una pieza de a ocho. Cuanto más, que podría ser que fuesen estas truchuelas
como la ternera, que es mejor que la vaca, y el cabrito que el cabrón. Pero, sea lo que
fuere, venga luego, que el trabajo y peso de las armas no se pueden llevar sin el
gobierno de las tripas» (I, 2, 53).

10-Los personajes cambian cien veces de tono y de retórica como lo hacemos todos los
hablantes. Y esto sucede así, de modo continuo, por primera vez en el Quijote.

11-El habla de Sancho: el gran desafío en que ha triunfado Cervantes.

Vida y literatura: Cervantes en el Quijote

1-la historia del ingenioso hidalgo no se amolda al esquema pseudoautobiográfico


elegido por Mateo Alemán al concebir su Guzmán de Alfarache, el relato retrospectivo
de su propia vida que nos hace el protagonista. Las reservas de Cervantes ante la forma
que cobra la confesión del pícaro se perfilan en el capítulo 22 de la Primera parte de su
novela. Ahí nos sale al encuentro, en una cadena de forzados, el galeote Ginés de
Pasamonte, autor de un libro de su vida, y tan bueno, que «mal año para Lazarillo de
Tormes y para todos cuantos de aquel género se han escrito o escribieren» (I, 22, 243).
Como ha mostrado Claudio Guillén, clara denuncia nos ofrece aquí Ginés del doble
artificio que caracteriza la narración picaresca: por un lado, prometiendo un libro que
«trata verdades, y no mentiras», o sea, sucesos efectivamente ocurridos y no cosas
inventadas que se pretenden sucedidas; y, por otro lado, considerando este libro como
inconcluso, sin que pueda publicarse mientras no se acabe el curso de su propia
existencia. Así, pues, este encuentro con el galeote abre como un resquicio por donde
vienen a filtrarse las preferencias estéticas de Cervantes, como si este, por medio de su
portavoz, nos diera a conocer algo de la circunstancia en que se fraguó su quehacer de
escritor.

olla

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