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Hablar sobre la pena y su ejecución en el marco de la justicia penal

venezolana, implica una interpretación del espíritu y alcance del artículo 272 de la

Constitución de la República, en tanto que esta norma además de ser la invocada

en la mayoría de los fallos revisados por la Sala Constitucional, es la que


desarrolla el ideal penitenciario en la Carta Fundamental.

En este contexto normativo, la libertad y la preeminencia de los derechos

humanos en la procura del libre desarrollo de la persona y el respeto a su

dignidad, condicionan al Poder Público a favor de las libertades, de tal suerte que

en lo atinente al ejercicio y aplicación del ius puniendi, el Estado venezolano no

sólo se encuentra obligado a respetar ciertos derechos y garantías en la

promulgación de las leyes penales, así como en la persecución del crimen y el

juzgamiento de los autores o partícipes, sino que también está en la obligación de

garantizar ciertos derechos y brindar las condiciones necesarias e ineludibles en

orden a la realización de la persona. Esto es, que tanto el legislador como el

juzgador penal están obligados a evitar que la ejecución penal, no obstante de su


dimensión violenta torne imposible la garantía del libre desarrollo y el respeto de la
dignidad de los condenados.

De lo anterior, se deriva una primera consecuencia para la materialización

del referido modelo constitucional de Estado. Consiste en que el legislador y los

jueces penales están en la obligación de asegurar condiciones de realización y


desarrollo del individuo removiendo cualquier obstáculo que lo imposibilite, lo que

no podría lograrse si se parte del hombre abstracto y general de la ley penal, en

lugar del hombre real y concreto, circunstanciado con la cárcel y las deficiencias

del sistema penitenciario, éste último que está lejos de favorecer la reinserción del

penado por razón de los factores criminógenos de la cárcel y la ausencia de una


política pospenitenciaria.

En el marco de lo establecido en artículo 272 de la Constitución de la

República, la garantía de libertades se entronca con el mandato que el

Constituyente ha previsto en dicha norma, al darle preponderancia a la prevención

especial positiva, en lo atinente a la aplicación de las fórmulas de cumplimiento de

penas no privativas de la libertad con preferencia de las medidas de naturaleza

reclusoria, por tanto privilegiando un programa penitenciario mediante el régimen

progresivo (régimen abierto y libertad condicional), la redención de la pena por el

trabajo y/o el estudio, y la suspensión condicional de la ejecución de la pena,

medida ésta concebida bajo el propósito preventivo especial de evitar los efectos
desocializadores de la cárcel en las penas privativas de libertad de corta duración.

De manera que dicho mandato constitucional, se dirige a procurar y asegurar que

la ejecución de las penas privativas de libertad no asuma una finalidad

desocializadora. Así las cosas, el uso de la cárcel en el ámbito del artículo 272 de

la Carta Fundamental, deviene subsidiario, dado que al preferirse una ejecución


penal extramuros se le da preeminencia a la prevención especial positiva con
relación a la prevención general y la retribución.

Visto así, el referido mandato constitucional al conminar al legislador y, en

especial, al juzgador que en todo caso, las fórmulas de cumplimiento de penas no

privativas de la libertad se aplicarán con preferencia a las medidas de naturaleza

reclusoria, le da un contenido a la ejecución penal en orden a la preferencia de la

prevención especial positiva por encima de cualquier otro fin de la pena, inclusive

del preventivo general si con este se afecta el propósito de reinserción social. Un

ejemplo de privilegiar la prevención especial positiva frente a la prevención

general, sería con la aplicación de la suspensión condicional de la ejecución de la

pena en lugar de ejecutar una pena privativa de libertad de corta duración. La

propuesta constituyente es clara: se debe atender al aseguramiento del fin

resocializador o al menos a evitar la desocialización, razón por la cual queda fuera

del derecho una ejecución penal que desatienda tal propósito, más aún la que se

oriente hacia la inocuización, neutralización o incapacitación, esto es, una


ejecución penal dirigida al aseguramiento o la mera custodia de los condenados.

Finalmente, aunque la prevención especial positiva no sea el único fin a

realizar en la ejecución de penas, de manera que no debe obviarse el fin

preventivo general en lo que corresponde a la tutela de los bienes jurídicos y a su

efecto intimidatorio, la prevalencia que el Constituyente venezolano le asignó a la


prevención especial positiva no puede soslayarse. Si el sistema penitenciario se

ha concebido en la idea de recuperar a la persona del condenado, mediante la

garantía de sus derechos y una ejecución penal que tenga a la cárcel como último

recurso, ni el legislador está legitimado para diseñar una política criminal contraria

a ello, ni mucho menos los jueces aplicarla en una tarea que lejos de cuestionar al

legislador penal y su punitivismo lo justifique. La orientación de la ejecución penal,

en el marco de la prevención especial o de la resocialización penitenciaria, no es

más que la concreción de un mandato que persigue alcanzar o brindar

condiciones para el libre desarrollo de la persona de los condenados, lo que

excluye el establecimiento de penas perpetuas y ejecuciones de penas

inocuizadoras, esto es, sin posibilidad de redimir pena, de participar del régimen
progresivo o de acceder a la suspensión condicional de la ejecución de la pena.

FUNCIONES DE LOS TRIBUNALES DE EJECUCIÓN

El Juez de Ejecución tiene amplísima discrecionalidad para tomar cualquier

medida con fines de vigilancia y control. Esta amplitud permite al mencionado juez
una serie de actividades relacionadas con el control que representan diversidad de

problemas, que en ocasiones ha dado origen a conflictos con la administración

pero, en razón de que en la cárcel no hay nada que no sea régimen y tratamiento,

la competencia de Juez de Ejecución debe abarcar todos estos aspectos y la

administración penitenciaria debe estar bajo la dirección del Juez. Se observa que
la ley coloca limitaciones a las facultades del Juez tal es el caso del requisito del

informe favorable de los técnicos para acordar ciertas medidas que modifican la

pena privativa de libertad, dejando en manos de la administración la decisión de


otorgarla o no, deslegitimando, así criterios del garantismo penal.

De conformidad con el artículo 471 del Decreto con Rango y Fuerza de Ley
del Código orgánico Procesal Penal, establece lo siguiente:

“Artículo 471: Al tribunal de ejecución le corresponde la ejecución de las

penas y medidas de seguridad impuestas mediante sentencia firme. En


consecuencia conoce de:

1. Todo lo concerniente a la libertad del penado, las fórmulas alternativas de

cumplimiento de pena, redención de la pena por el trabajo y el estudio, conversión,


conmutación y extinción de la pena.

2. La acumulación de las penas en caso de varias sentencias condenatorias


dictadas en procesos distintos contra la misma persona, si fuere el caso.

3. La realización periódica de inspecciones de establecimientos penitenciarios que

sean necesarias y podrá hacer comparecer ante sí a los penados o penadas con

fines de vigilancia y control. Cuando por razones de enfermedad un penado o


penada sea trasladado o trasladada a un centro hospitalario, se le hará la visita
donde se encuentre.

En las visitas que realice el Juez o Jueza de ejecución levantará un acta y podrá
estar acompañado por fiscales del Ministerio Público

Cuando el Juez realice las visitas a los establecimientos penitenciarios, dictará los

pronunciamientos que juzgue convenientes para prevenir o corregir las


irregularidades que observe.”

Se observa que la jurisdicción no se limita a contar el tiempo que el penado

debe permanecer en prisión. Una vez definidas las funciones administrativas que

rigen el régimen penitenciario los tribunales de ejecución pueden confirmar o

modificar las disposiciones de la administración, sin que esto signifique sustituirla.

La jurisdicción, está legitimada para conocer las modalidades del tratamiento y

demás condiciones de cumplimiento de pena o medida de seguridad, así, el

artículo 475 del mismo código establece que los incidentes relativos a la ejecución

o a la extinción de la pena, a las fórmulas alternativas de cumplimiento de la

misma y todos aquellos en los cuales, por su importancia, el tribunal lo estime


necesario, serán resueltos en audiencia oral y pública.
Esta disposición ampara contra acciones que puedan afectar los intereses

del detenido por parte de la administración un el ejercicio de sus funciones y

atribuciones. El Juez para formarse un mejor criterio, podrá, también, ordenar una

investigación, recabar pruebas, convocar expertos, realizar una audiencia oral y


pública, para resolver la controversia.

Otra atribución según el artículo 474 es fijar el cómputo definitivo de la pena

y determinar con exactitud la fecha en que se realizará la condena, así como la

fecha en que podrá solicitar las fórmulas alternativas del cumplimiento de la pena

a que hubiera lugar, la suspensión condicional de la ejecución de la pena y la

redención de la pena por el trabajo. Los jueces de ejecución deben controlar la

legalidad de las medidas y el respeto de los derechos de las personas privadas de

libertad entre éstos, el tiempo que debe estar privado de su libertad y los
beneficios a través de los cuales puede ir ganando su libertad anticipada.

El artículo 491 del COPP otorga al Juez la posibilidad de definir la ejecución

de la pena privativa de libertad en caso de enfermedad grave o en fase terminal,


razones humanitarias privan en esta autorización legal a fin de que el penado

reciba los cuidados especiales de su familia hasta su muerte o recuperación, en


este caso, continuará el cumplimiento de la condena.
El artículo 503 eusdem prevé una revisión periódica de las medidas de

seguridad por tiempo indeterminado, otorgándole la facultad al Juez de decidir,

después del examen, sobre la cesación o continuación de la medida, quedando,

así, el Juez de Ejecución facultado para definir el destino de la medida de


seguridad.

SUSPENSIÓN CONDICIONAL DE LA EJECUCION DE LA PENA

Supone la que el penado pueda solicitar al Juez de Ejecución la Suspensión

de la Ejecución de la pena, en aquellos casos en cuya pena no sea superior a los

cinco años, condicionando dicha ejecución a ciertas imposiciones que el tribunal le


hace al penado y que le permite enfrentar su pena en libertad.

El artículo 482 establece los supuestos y requisitos que ha de llenar el


penado para que proceda dicha suspensión, a saber:

- Pronóstico de clasificación de mínima seguridad del penado o penada,


emitido de acuerdo a la evaluación realizada por un equipo técnico,

constituido de acuerdo a lo establecido en el numeral 3 del artículo 488 del

COPP

- Que la pena impuesta no exceda de cinco años


- Que el penado se comprometa a cumplir con las condiciones que le

imponga el tribunal o el delegado de prueba

- Que el penado presente oferta de trabajo

- Que no Haya sido admitida en su contra, acusación por la comisión de

nuevo delito, o no le haya sido revocada cualquier fórmula alternativa de


cumplimiento de pena otorgada con anterioridad.

DESTACAMENTO DE TRABAJO, RÉGIMEN ABIERTO Y LEBERTAD


CONDICIONAL

Consisten en fórmulas alternativas de cumplimiento de pena, consagradas

en el artículo 488 del COPP, el cual establece que el tribunal de ejecución

podrá autorizar el trabajo fuera del establecimiento penitenciario a los penados

que hayan cumplido la mitad de la pena impuesta, denominándose así al

destacamento de Trabajo, Régimen Abierto al cumplir las dos terceras partes

de la pena impuesta o Libertad Condicional para cuando el penado haya


cumplido tres cuartas partes de dicha pena.

Consagra además las condiciones que ha de cumplir para se declare


procedente cualquiera de dichas fórmulas, como lo son:
- Que no haya cometido algún delito o falta dentro o fuera del

establecimiento, durante el cumplimiento de la pena impuesta

- Que el interno se haya clasificado previamente en grado de mínima

seguridad por la junta de clasificación designada por el Ministerio con

competencia en materia penitenciaria.

- Pronóstico de conducta favorable del penado emitido de acuerdo a la

evaluación realizada por un equipo evaluador designado por el mismo

Ministerio

- Que alguna medida alternativa al cumplimiento de la pena otorgada al

penado no hubiese sido revocada por el Juez de ejecución con anterioridad

- Que no haya participado en hechos de violencia que alteren la paz del

recito o el régimen penitenciario.

- Que haya culminado, curse estudios o trabaje efectivamente en los

programas educativos y/o laborales que implemente el Ministerio con


competencia penitenciaria.

En el parágrafo primero del referido artículo se establece como ha de ser

constituida la junta que evalué a los penados y en el parágrafo segundo se

exceptúan algunos delitos en cuanto a la pena que ha de cumplir para que

proceda alguna de las fórmulas indicadas en el mismo, como lo son homicidio

intencional, violación delitos que atenten contra la libertad, integridad o


indemnidad sexual de niños y adolescentes, secuestro, tráfico de dreogas en

mayor cuantía, legitimación de capitales, contra el sistema financiero y delitos

conexos, delitos con multiplicidad de víctimas, delincuencia organizada,

violaciones graves a los derechos humanos, lesa humanidad, delitos contra la

independencia y seguridad de la nación y crímenes de guerra, en cuyos casos el

penado deberá cumplir al menos las tres cuartas partes para que proceda
cualquier fórmula alternativa del cumplimiento de la pena.

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