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Definición de Medidas Cautelares

Existen 3 tipos de procesos:

• Cognición: Juez de Control y Tribunal Oral. Formulación de la imputación


(investigación), Formulación de la Acusación (Persecución)
• Ejecución: Sentencia, y concluye con el cumplimiento de la sanción.
• Cautelar: Pre procesal (anterior a la formulación de la imputación), e
intraprocesal (entre la formulación de la imputación y la sentencia).

El proceso de cognición inicia con la solicitud para la formulación de la imputación,


y concluye con la sentencia (causa estado).

El proceso de ejecución inicia con la sentencia ejecutoriada y concluye con el


cumplimiento de la sanción.

El proceso cautelar inicia con la noticia criminal y concluye con la sentencia.

Los tres procesos son autónomos porque cada uno tiene su propia finalidad:
• Proceso de cognición: dirimir la controversia
• Proceso de ejecución: dar cumplimiento eficaz al mandato jurisdiccional
• Proceso cautelar: aseguramiento provisorio o preventivo.

Autonomía del proceso cautelar

La autonomía del proceso cautelar se define por las siguientes características:

• El proceso cautelar se emite por resolución diversa al proceso de cognición.


Por ejemplo: se formula imputación, pero no se pide orden de aprehensión.
• El proceso cautelar tiene como objeto auxiliar a la tramitología proceso de
cognición, pero no con ello significa el éxito o desventura de dicho proceso.
• El proceso cautelar tiene efectos extensivos, es decir, no sólo abarca a las
partes procesales principales, sino a terceros.

Características del proceso cautelar

• Instrumentalidad: Toda medida cautelar debe pronunciarse mediante


resolución jurisdiccional.
• Provisionalidad: Toda medida cautelar debe tener una temporalidad. Por
ejemplo, la prisión preventiva no debe ser mayor a 2 años. La regla general es que
los efectos de la medida cautelar cesan con la sentencia.
• Flexibilidad: También se conoce como mutabilidad, y significa que las medidas
cautelares pueden ser modificadas en cuanto exista algún cambio de
circunstancia, ya sea para revocarlas o ampliarlas.
• Contingencia: Toda medida cautelar debe ser eficaz a la exigencia del caso
concreto, y cumplir con su finalidad asegurativa de manera contundente.
Presupuestos del proceso cautelar

• Verosimilitud del derecho invocado: La solicitud planteada debe estar fundada


en un presupuesto de derecho que sean existente y procedente. Asimismo, los
hechos se tornan como ciertos bajo el principio de buena fe, salvo prueba en
contrario.
• Peligro en la demora: De no existir la medida cautelar, se ocasiona una
afectación mayor al bien jurídico tutelado
• Contracautela: Toda medida cautelar debe ser asegurativa en cuanto a la
prevención de daños y perjuicios, o en su caso, restitutoria. En el caso del
Derecho penal, debe existir la justicia restaurativa.

Naturaleza jurídica del proceso cautelar

El proceso cautelar es asegurativo en un primero momento, sin embargo cumple


con otras funciones como son:

• Garantista, es decir, con oportunidad de contradicción.


• Extensivo, dicho de otra manera, interpretativo en sentido lato.
• Proporcional al caso concreto.
• Necesario, por la propia exigencia del caso concreto.
• Alternativo, es decir, no limitativo a ciertas medidas específicas.
• Auxiliar del proceso de cognición para la solución del conflicto principal.

El proceso cautelar cumple con los siguientes principios procesales:

• Jurisdiccionalidad: Todo proceso cautelar debe estar controlado o legitimado


por un juez (Juez de Control).
• Igualdad (equidad procesal): Las partes procesales tienen las mismas
oportunidades de solicitar o contra-argumentar la procedencia de cualquier medida
cautelar.
• Buena fe y lealtad de las partes: Toda parte procesal se conduce con probidad
en sus actuaciones, con manifestaciones de verdad; salvo prueba en contrario.
Para la procedencia de una medida cautelar, el sujeto se legitima con la asistencia
de la razón.[1]
• Economía procesal: (celeridad, unidad y uniinstancialidad). La celeridad se
entiende como economía de gastos, la unidad se entiende como economía de
costos, y la uniinstancialidad como economía de actuaciones.
• Contradicción: A toda acción le corresponde una reacción, es decir a toda
actuación del demandante, le corresponde una manifestación del demandado para
poder señalar a lo que a su derecho convenga.[2]
• Depuración procesal: La depuración procesal es un mecanismo técnico que
consiste en eliminar formalismos de bagatela y dar una eficacia procesal.[3] Este
principio procesal tiene como objetivo principal que el cautelado responda de
manera inmediata y sin mayor trámite a las exigencias del actor (Ministerio
Público, o la víctima).
• Congruencia: Externa: Toda medida cautelar debe coincidir con las
pretensiones del demandante (MP, víctima u ofendido), el derecho invocado y el
grado de afectación o puesta en riesgo del bien jurídico protegido. Interna: la
medida cautelar debe ser uniforme en la resolución emitida por el Juez de Control.
[4]
• Confidencialidad/publicidad: Las providencias precautorias se deben otorgar
de manera confidencial, donde se escucha sólo al demandante de la medida;[5] en
el caso de las medidas cautelares, éstas se otorgan previa audiencia de partes.[6]
Dicho sea brevemente: la providencia precautoria procede antes de la formulación
de la imputación ante el Juez de Control. La medida cautelar se impondrá una vez
que se ha comunicado la teoría del caso al imputado.
• Inmediación: En el otorgamiento o en la revisión de las medidas cautelares, el
Juez de Control debe interactuar con las partes procesales.
• Disposición procesal: Las medidas cautelares están a disposición de ser
imploradas por cualquiera de las partes que tengan interés jurídico de que se
asegure un determinado bien, servicio, derecho o persona. Esta disposición debe
estar facultada de manera expresa por ley procesal.

Requisitos para la solicitud de una medida cautelar

Quien implore una medida cautelar en su beneficio, debe cumplir con los
siguientes requisitos:

1. Exponer los fundamentos de su pretensión cautelar,[7] (excepto en arraigos y


cateos, donde sólo basta la protesta de decir verdad por parte del Ministerio
Público).

2. Señalar la forma de la medida cautelar.[8]

3. Indicar, si fuera el caso, los bienes sobre los que debe recaer la medida
cautelar, y el monto de su afectación; dicho de otra manera, debe existir un
señalamiento de la medida cautelar.

4. Ofrecer contracautela.[9] Debe existir un señalamiento de las consecuencias


jurídicas en caso de que la medida cautelar sea infundada. En casos de acción
penal pública, se debe garantizar la contracautela con la justicia restaurativa.

5. Designar el órgano de auxilio judicial correspondiente, si fuera el caso.


(Depositario, garante).

El proceso cautelar y los procesos cautelados

En el artículo 16, párrafo decimo cuarto de la Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos, se hace la diferencia entre providencia precautoria y medida
cautelar.
Doctrinariamente, la providencia precautoria significa un proceso cautelado, en
virtud de que el acto de autoridad se realiza antes de la notificación al demandado
(antes de la formulación de la imputación).

El proceso cautelar, en estricto sentido, sólo abarca las medidas cautelares


intraprocesales (posteriores a la formulación de la imputación).

Tanto el proceso cautelar, como los procesos cautelados, necesariamente deben


estar legitimados por el órgano jurisdiccional, es por ello que en un sentido lato, se
habla simplemente de un proceso cautelar sin distinciones en los efectos.

Principio de universalidad de aplicación

El proceso cautelar se puede presentar en procesos de cognición, ya sean


contenciosos o no contenciosos. En el caso de la materia penal, aún con el
otorgamiento de la suspensión del proceso penal a prueba (donde la litis se
dirime), la medida cautelar sigue surtiendo efectos, cuando se trata de naturaleza
económica o preventiva.

En el ámbito contencioso, la aplicación de la medida cautelar abarca la


continuidad del proceso de cognición, el aseguramiento de la sanción penal (pena
o medida de seguridad), así como la garantía en materia de reparación del daño.

Inaudita altera pars

La medida cautelar puede otorgarse sin previa oportunidad de escuchar a la parte


contraria alguna manifestación de lo que a su derecho convenga, y no por ello
constituye una violación a la garantía de audiencia. Esta actividad precautoria se
hace con fines de garantizar o asegurar bienes y personas.

En el caso del proceso penal acusatorio, el otorgamiento de una orden de


aprehensión se hace en audiencia donde se escucha únicamente al Ministerio
Público.

La carpeta de investigación llevada a cabo por el Ministerio Público debe ser


reservada o confidencial. No con ello implica violaciones a la garantía de audiencia
o de oportunidad de defensa, pues el indiciado tendrá acceso a todos los datos
para contrarrestarlos frente al Juez de Control. Dicho de otra manera, la
intervención del gobernado es una actividad jurisdiccionalizada, aún cuando se
siga la etapa de investigación.

Clasificación de las medidas cautelares

1 Eminentemente ejecutiva
Este tipo de medidas derivan de un documento que trae aparejada ejecución. Por
ejemplo, un acuerdo reparatorio o restitutorio celebrado ante el Juez de Control,
puede ejecutarse mediante juicio ejecutivo civil.

En acción penal privada, la parte denunciante puede hacer el señalamiento de


bienes, y sin mayor trámite y previa contracautela, se puede otorgar la ejecución
de una medida cautelar.

En materia de extinción de dominio, la ejecución de la medida de aseguramiento


de bienes va implícita en el auto de radicación.

1.1 Cosa Genérica

Las medidas cautelares que recaen sobre cosas genéricas deben tener un
tratamiento especial de preservación.

Las cosas genéricas deben ser objeto, producto o instrumento del delito. En el
caso del sistema penal acusatorio, estos bienes deben ser preservados por
sujetos procesales que garanticen la preservación, o en su caso, la permanencia
de la cosa.

Las medidas cautelares sobre cosas genéricas tienen una íntima relación con la
cadena de custodia, pero no se trata de indicios sino de preservaciones.[10]

1.2 Cosa Específica

La medida cautelar sobre cosa específica recae sobre algún objeto determinado o
determinable que tiene íntima relación con el hecho delictuoso. Por ejemplo, los
bienes inmuebles, los servicios y derechos adquiridos.

Una vez decretada la medida sobre cosa específica, se debe realizar anotaciones
preventivas para garantizar el debido cumplimiento de dicha medida.

2 Postura de Eduardo J. Couture

2.1 Nacidas de puro conocimiento

Las medidas cautelares de puro conocimiento tienen su sustento de procedencia


en el principio de la buena fe de las partes procesales, ya sea porque existen
hechos ciertos con procedencia de Derecho; es decir, las medidas cautelares
serán procedentes desde el mismo momento en que el demandante realiza un
acto cognoscitivo ante el Juez de Control (en la solicitud para la formulación de la
imputación, o al momento mismo de la presentación de la denuncia de acción
penal privada).

Las medidas cautelares de conocimiento tienen las siguientes características:


• Recaen sobre pretensiones litigiosas que se deben atender como prueba
anticipada o prueba preconstituida.
• Tiene exigencia de ser atendida con inmediatez por una carga de contingencia
elevada.
• Es la primera percepción que tiene el Juez respecto de los hechos, y el órgano
jurisdiccional realiza una inferencia inmediata.
• Aplicación de inaudita altera pars en todos los casos.

2.2 Medidas de conocimiento sumario, con comienzo de ejecución provisional

Las medidas cautelares derivan de:

• Acuerdo reparatorio restitutotorio


• De una resolución judicial (auto o sentencia)
• De un documento con aparejada ejecución o título ejecutivo
• Un cumplimiento de ejecutoria

Las medidas cautelares tienen un fin asegurativo que se deriva del incumplimiento
de la voluntad de una de las partes. En el ámbito de la justicia alternativa, tiene
relación con las formas autotutelares de solución de conflictos.

2.3 Medidas de tutela de la propiedad o del crédito

Son aquellas medidas cautelares que tienen como destinatario el derecho real de
una persona.

En el caso del procedimiento de extinción de dominio, las medidas cautelares


recaen sobre los bienes que son producto, objeto o instrumento del delito, con
independencia de la responsabilidad penal del sujeto que pudiera derivarse en el
proceso respectivo. En este procedimiento especial no existen medidas cautelares
en contra de personas.

El procedimiento de extinción de dominio es autónomo del proceso penal principal,


y las resoluciones que se deriven de ambos procesos no son vinculatorias entre sí.
[11]

2.4 Medidas de ejecución anticipada

Son aquellas medidas, que por su propia naturaleza, deben garantizarse su


cumplimiento desde la primera intervención, de lo contrario, se desvirtuarían los
bienes, servicios o derechos; por ejemplo en la congelación de cuentas bancarias,
que se debe hacer de manera inmediata.

Cuando una medida cautelar ejecutada anticipadamente sea revocada, tendrá


como consecuencia que la institución procesal resarza los daños y perjuicios a la
persona cautelada, a través de la justicia restaurativa.
2.5 Medidas cautelares negativas

Las medidas cautelares negativas implican una inactividad o limitaciones


permisivas a las que un sujeto realiza cotidianamente. Entre las más importantes
se encuentran:

• Prohibición de ir a determinados lugares.


• Prohibición de convivir con determinadas personas.
• Limitación a la libertad de tránsito.
• Suspensión de derechos civiles y políticos.
• Suspensión de actividades profesionales.
• Abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas o estupefacientes.

Entre las medidas cautelares negativas de carácter real se encuentran:

• Prohibición de enajenación de bienes.


• Prohibición temporal de publicación de alguna obra.
• Prohibición de uso de determinados objetos.

2.6 Medidas de contracautela

Las principales medidas de contracautela son:

• La garantía de justicia restaurativa, en tratándose de una acción penal pública.


• Garantía económica a cargo del demandante de la medida cautelar.
• Disposición normativa que faculte la restitución de bienes con accesorios.

La contracautela significa la capacidad que tiene el proceso para garantizar el


pago por una indebida aplicación de medidas cautelares, ya sea en cuanto a los
bienes o en cuanto a las personas.

La contracautela tiene como propósito combatir o evitar los daños y perjuicios que
pudiera recibir el sujeto cautelado.
A diferencia del proceso penal de corte inquisitivo, el procedimiento penal
acusatorio adversarial (conocido como Juicios Orales) que inició su vigencia en el
Estado de Morelos el 30 de octubre de 2008, busca lograr un balance entre el
derecho de la víctima del delito de ser protegida en su persona y sus bienes, el
derecho del inculpado a ser tratado como inocente y la demanda social de justicia
y seguridad.

Las medidas cautelares, son dispuestas únicamente para asegurar la presencia


del imputado en el juicio o para asegurar la integridad de la víctima y la reparación
del daño causado; y no como una forma de prejuzgar a quién no ha sido declarado
como responsable mediante una sentencia judicial.

Conforme lo exigen las normas y estándares internacionales, la aplicación de la


prisión preventiva se establece como una medida de última opción, cuya
aplicación no depende del delito imputado, sino de la necesidad de aplicarla, por
existir riesgo grave de fuga, de obstaculización de la investigación o peligro para la
víctima u ofendido. Extremos que, en concordancia con el principio de presunción
de inocencia, la nueva ley no presume, sino que deben ser acreditados por el
Ministerio Público.

El respeto de la autoridad a los Derechos Fundamentales del imputado, no


menoscaba los derechos de la víctima y la sociedad, ya que de esta forma
garantiza que su actuar, sin importar de quién se trate, será siempre apegado a la
legalidad.
[pic]¿Qué son las medidas cautelares?
Las medidas cautelares, según la Convención Interamericana sobre cumplimiento
de medidas cautelares, firmada por México y los demás Gobiernos de los Estados
Miembros de la Organización de los Estados Americanos (OEA), también pueden
ser llamadas "medidas de seguridad" o "medidas de garantía"; y son aquellos
actos, procedimientos o medios emitidos por un Juez o Tribunal, con la finalidad
de garantizar las resultas o efectos del proceso.
[pic]¿Quién impone las medidas cautelares?
Las medidas cautelares son solicitadas por el Fiscal al Juez de Garantía o al
Tribunal de Juicio Oral para asegurar la presencia del imputado en juicio, evitar la
obstaculización del procedimiento y garantizar la seguridad o integridad de la
víctima u ofendido, así como la reparación del daño que pudo haber causado.

Las medidas cautelares en contra del imputado son exclusivamente las


autorizadas por la ley, sólo pueden ser impuestas mediante resolución judicial
fundada, motivada y escrita; por el tiempo absolutamente indispensable.
El Juez de Garantía o Tribunal de Juicio Oral, sólo podrán imponer la medida
cautelar que la Ley prevé, y ésta debe ser proporcional al peligro que tratan de
evitar, así como a la sanción penal que pudiera llegar a imponerse.
[pic]¿A quién se le imponen las medidas cautelares?
Las medidas cautelares se imponen a los imputados de la comisión de un delito,
para garantizar su presencia en el juicio que determinará su culpabilidad o
inocencia; para garantizar la seguridad e integridad de la víctima u ofendido y;
para garantizar la reparación del daño que pudo causar.
[pic]¿Cuáles son las medidas cautelares?
Las medidas cautelares que prevé la legislación vigente en el Estado de Morelos
son:
• La presentación de una garantía económica
• La prohibición de salir del país, de la localidad en la cual reside o del ámbito
territorial que fije el juez;
• La obligación de someterse al cuidado o vigilancia de una persona o institución
determinada, que informe regularmente al juez;
• La obligación de presentarse periódicamente ante el juez o ante la autoridad
que él designe;
• La colocación de localizadores electrónicos, sin que pueda mediar violencia o
lesión a la dignidad o integridad física del imputado;
• El arraigo, en su propio domicilio o en el de otra persona, sin vigilancia alguna
o con las modalidades que el juez disponga;
• La prohibición de concurrir a determinadas reuniones o de visitar ciertos
lugares;
• La prohibición de convivir, acercarse o comunicarse con personas
determinadas, siempre que no se afecte el derecho de defensa;
• La separación inmediata del domicilio cuando se trate de agresiones a mujeres
y niños o delitos sexuales y cuando la víctima conviva con el imputado;
• Internamiento en centro de salud u hospital psiquiátrico, en los casos en que el
estado de salud del imputado así lo amerite; y
• La prisión preventiva
Así mismo, la legislación prevé la detención en caso de flagrancia o urgencia, y la
orden de aprehensión, como medidas cautelares para asegurar la presencia del
imputado en el juicio.

Así mismo, la legislación prevé la detención en caso de flagrancia o urgencia, y la


orden de aprehensión, como medidas cautelares para asegurar la presencia del
imputado en el juicio.
I. Introducción

La prisión preventiva, institución prevista por nuestras normas constitucionales, es


una institución jurídica que ha sido estudiada tradicionalmente incluyéndosela en
el rubro de la pena de prisión sin concedérsele la importancia necesaria; por ello,
los tratadistas de esta materia generalmente omiten su análisis, máxime que
durante la Edad Media no tenía importancia jurídico-penal por ser sólo la sala de
espera de las penas.

En prisión preventiva permanecen aquellas personas acusadas de la comisión de


un delito en espera de una sentencia que bien podría absolverlos o condenarlos.
Tal institución tiene, entre otras, las características que en este trabajo analizamos
en una forma somera pero que trata de ser crítica, tomando en cuenta algunas
consideraciones elementales de política criminal tales como la difícil distinción
práctica entre prisión preventiva y prisión pena; la naturaleza jurídica de la prisión
preventiva; su relación con los derechos humanos, así como su naturaleza
política; lo anterior previo breve análisis del concepto que nos ocupa y una breve
reseña histórica acerca del mismo.

II. Concepto

Prisión. Del latín prehensio-onis, que significa "detención" por la fuerza o impuesta
en contra de la voluntad.

En ocasiones se confunden los términos prisión y cárcel; sin embargo, este último
concepto es anterior en tiempo ya que con él se designó histórica y técnicamente
al edificio en que se alojaba a los procesados, mientras que presidio, prisión o
penitenciaría es un lugar destinado a sentenciados o condenados a una pena de
privación de la libertad.
Entendamos prisión como privación de la libertad, y por prisión preventiva a la
privación de la libertad que sufre quien no ha sido sentenciado, sentencia que bien
puede ser tanto absolutoria como condenatoria. Es de carácter preventivo porque
tiene por objeto asegurar la presencia del procesado evitando que se fugue ante la
concreta e inminente amenaza de la pena privativa de la libertad mediante la
sentencia, que en caso de ser condenatoria sólo prolongará la detención en el
tiempo. La prisión preventiva no se considera propiamente una pena, pero sin
embargo, constituye una auténtica privación de uno de los derechos más sagrados
del hombre, su libertad, que frecuentemente se prolonga por años y que en caso
de condena se computa incluyéndola en el tiempo de prisión impuesto, pero que
en caso de absolución representa una violación de elementales derechos
humanos irrecuperable.

Santiago Barajas, al comentar el artículo 18 constitucional(1), expresa que la


exigencia de la prisión preventiva deriva de un interés elemental de orden público:
que al individuo a quien fundadamente se supone autor de un delito sea
segregado del medio social tanto para evitar que su libre actividad pueda resultar
peligrosa como para facilitar al representante de la sociedad el acopio de pruebas
que permitan el esclarecimiento de la verdad, situación que sería de difícil
cumplimiento si el acusado estuviere libre.

Tal comentario es bastante criticable en sus dos aspectos político-criminal. En


primer lugar, segregar a una persona por la supuesta peligrosidad futura es
absurdo tanto por lo impreciso e inseguro del término "peligrosidad" como por la
dificultad objetiva de emitir un juicio de peligrosidad que no es más que un juicio
de probabilidad. Asimismo, segregar por peligrosidad implica desligarse del
"hecho" supuestamente cometido, lo que implica una privación de derechos
fundada en un derecho de autor, es decir, fundada en lo que el autor "es", no en lo
que "hace", derecho de autor atentatorio del principio de legalidad y del artículo 14
constitucional. El segundo argumento para justificar la segregación consiste en
facilitar al acusador el acopio de pruebas, difícil si el acusado estuviera en libertad.
Tal argumento atenta contra el principio de igualdad de las partes en el proceso y
contra el derecho de defensa, colocando así al acusado en un plano de
inferioridad respecto de la otra parte, violatorio de derechos humanos ya que el
privado de su libertad no podrá ofrecer pruebas.

Por otro lado y como veremos más adelante, la prisión preventiva como medio de
asegurar la presencia en el proceso atenta contra el principio de derecho que
establece que hay inocencia mientras no sea probado lo contrario.

III. Antecedentes

En principio, la prisión preventiva es antecedente de la prisión misma como pena.


Antes de ser pena, la prisión se utilizaba sólo como "sala de espera" de la pena
que se iba a imponer y que era de naturaleza casi siempre extintiva, lo que variaba
era la forma de ejecución. Así, la prisión preventiva estaba acompañada de
trabajos forzados o era reclusión en calabozos insalubres y enloquecedores. "La
prisión fue siempre una situación de alto peligro, un incremento del desamparo, y
con ello un estado previo a la extinción física".(2)

Cuando la pena de muerte encuentra su fin (excepción de casos más graves) por
lo que surge un más eficaz y mejor método (la prisión como pena) para intimidar o
corregir o en fin, para segregar al hombre sin tener que matarlo, la prisión
preventiva sigue fungiendo como siempre para retener al individuo sujeto a un
proceso casi siempre inquisitivo para averiguar la "verdad"; por esto estuvo -sobre
todo durante la Edad Media--, acompañada de la tortura. Si la tortura era legal y
necesaria, sólo se podía aplicar teniendo al sujeto en prisión preventiva.

Mientras la prisión como pena siguió evolucionando (pozos, fincas enormes de


cantera, mazmorras, jaulas, monasterios, torres como la de Londres, la Bastilla),
durante la Edad Media la prisión preventiva era importante no en cuanto a la forma
sino en cuanto a la necesidad de tener disponible al autor para la investigación,
por eso siguió una suerte paralela a la de la pena privativa de la libertad.

Posteriormente, durante la época de transición feudalismo-capitalismo, surge en


Europa otro concepto de la prisión como pena: ya no se utiliza sólo para segregar
o castigar, sino que pretende la reforma de los reos por medio del trabajo y la
disciplina asegurándose su propio mantenimiento surgiendo las "houses of
correction" o "bridewells" (siglo XVI) en Inglaterra, y las "rasp-huis" en Holanda
como formas de segregación punitiva (siglo XVII) consistentes en poner al preso a
raspar rústicamente con una sierra la madera para la elaboración de tintes textiles.
El trabajo forzoso respondía a los intereses de la nueva clase social naciente, la
burguesía. La pena de muerte cede su lugar a la prisión por lo que los hombres
valían más vivos que muertos, ya que una vez que cometían el delito los hacían
trabajar. Los procesados estaban siempre junto con los condenados sufriendo las
mismas consecuencias. Más tarde surge la fase correccionalista y moralizadora de
los siglos XVIII y XIX, y por último el periodo reconciliador y readaptador del actual
sistema penitenciario.

Para Von Henting, la prisión preventiva no se diferenció en cuanto a su aplicación


de la prisión como pena, ya que todos los presos fueron sufriendo igual trato así
en Europa como en los Estados Unidos de América, que durante el siglo XVIII la
cárcel era prisión militar, manicomio y custodia de deudores, etc. A finales del
siglo, en Walnut Street Jail no había ninguna separación entre presos,(3) llegando
hasta el aislamiento celular riguroso de principio del siglo XIX (el solitary
confinement, etc.).

En el México precolombino, la prisión fue también lugar de custodia hasta la


aplicación de la pena correspondiente, que entre los aztecas era generalmente la
de muerte, aunque fue también forma de castigo o pena para delitos menores.(4)
Tenemos como clases de prisiones de los aztecas el "cuauhcalli", institución
preventiva de reclusión, anterior a la pena de muerte; era una jaula estrecha y
sobrevigilada para hacer sentir los rigores de la muerte al reo desde su
aprehensión; el "teilpiloyan", destinado para los que no iban a sufrir pena de
muerte, siendo igual como cárcel preventiva y como pena; el "malcalli" era cárcel
para prisioneros de guerra, no se les seguía proceso; y el "petlacalli", cárcel para
reos por faltas leves, también preventiva y punitiva.

Durante la época colonial la detención jugaba el mismo papel que en la época


medieval: era sala de espera hasta que la santa Inquisición imponía la pena que
generalmente era la de muerte, ya fuera descuartizamiento, hoguera, estiramiento
de miembros, cámara de agua, etc.

La prisión preventiva en México sigue la misma suerte que la prisión- pena durante
la época posterior a la independencia, habiéndose reducido enormemente la pena
de muerte en su utilización, y no es sino hasta el Constituyente de 1857 que se
separan la prisión preventiva y la "compurgatoria", debiendo cumplirse en lugares
distintos ya que era injusto encerrar juntos a procesados y condenados, porque
podían presentarse causas que permitieran la libertad de los primeros. Algunos
diputados arguyeron que tal separación servía para evitar el castigo social. Tal
posición fue retomada por el actual artículo 18 constitucional, pero
desgraciadamente no se lleva a la práctica en la mayoría de las cárceles
nacionales, sí en el Distrito Federal donde hay reclusorios preventivos y ejecutivos
desde fechas recientes.

IV. Naturaleza jurídica

Acerca de la naturaleza jurídica de la prisión preventiva, resulta necesario


determinar si se trata de una pena, una medida de seguridad o de algo distinto.

Rodríguez Manzanera(5) distingue la prisión como pena y como medida de


seguridad, dándole este último carácter a la prisión preventiva impuesta a un
presunto delincuente en tanto se celebra el juicio. Para este autor, la prisión como
pena debe cumplir con la función de prevención especial, sin olvidar la función
secundaria de reforzamiento de la prevención general. Sigue diciendo que como
medida de seguridad, la prisión preventiva no pretende retribuir ni intimar a la
generalidad, ya que se aplica a presuntos inocentes. Así, diversos autores han
dado a la prisión preventiva los siguientes objetivos: impedir la fuga, asegurar la
presencia en el juicio, asegurar las pruebas, proteger a los testigos, garantizar la
ejecución de la pena, proteger al acusado de sus cómplices o de la víctima o evitar
se concluya el delito. Todos estos puntos parecen ser combatibles y nos indican
que la prisión preventiva se utiliza según tales argumentos doctrinarios para
reemplazar la ineptitud policiaca; por ello no encontramos fundamento para su
aplicación, salvo el criterio peligrosista a que nos referimos en la primera parte de
este trabajo y que ya hemos combatido.

Una cosa es cierta y es que la prisión preventiva se aplica posterior a la


adecuación de una conducta a una hipótesis normativa de carácter jurídico-penal,
y que por lo tanto es una reacción del Estado contra el delito y si como hemos
visto no puede tratarse de medida cautelar o de seguridad por carecer esta
pretensión de fundamento (además de que en teoría es discutible una distinción
entre pena y medida y en la práctica no es posible distinguirla nítidamente: es
igual la prisión preventiva que la ejecutiva, sobre todo cuando no hay separación
entre condenados y procesados y cuando la prisión preventiva se prolonga por
años), el carácter es punitivo y esto sale a flote tanto teórica como prácticamente,
ya que se mantiene aun cuando existan posibilidades relevantes de un resultado
absolutorio, situación que contradice al principio de inocencia en mayor manera.

Por otro lado, si la dificultad para concebir a la prisión preventiva con su carácter
punitivo es tan sólo formal por no existir aún una sentencia condenatoria, tal
dificultad no se presenta para concebirla como una "ejecución anticipada" de la
pena que carece de fundamento y que, como se señaló, atenta contra el principio
de inocencia, puesto que no existe certeza jurídica de que la resolución que
vendrá sea condenatoria y ya se hizo sufrir mientras tanto al procesado todos los
rigores de la privación de la libertad, es decir, "se le está castigando para saber si
se le debe castigar", como dice García Ramírez,(6) quien sigue diciendo: "para la
más estricta justicia, la preventiva es deleznable: la prevención de nuevos delitos
por una parte y el éxito procesal es por la otra".

Esta ejecución anticipada de la pena trae consigo, además de las señaladas, otras
consecuencias como la prisionalización o institucionalización que consiste en la
"adopción en mayor o menor grado de los usos, costumbres, tradición y cultura
general de la penitenciaría" que dificultan seriamente una adecuada
reincorporación del sujeto al medio social al entrar en la subcultura carcelaria,
adecuarse a ella y hacerse incapaz para aceptar el medio externo. No vale en
contra de lo anterior el hecho de que la prisión preventiva no sea una "pena larga".
Por otro lado, trae las consecuencias de no tener las ventajas de la ejecución de la
pena impuesta en sentencia como liberación, trabajo remunerado, etc., y sí las
ventajas del costo al estado, separación familiar, pérdida de empleo, etc.(7)

La prisión preventiva no está exenta de los perjuicios de la cárcel porque no hay


distinción entre presos, procesados y condenados en la gran mayoría de las
cárceles nacionales.

V. La prisión preventiva y los derechos humanos

El artículo 18 de la Constitución Política mexicana prevé en su parte conducente lo


siguiente: "Sólo por delito que merezca pena corporal habrá lugar a prisión
preventiva. El sitio de ésta será distinto del que se destinare para la extinción de
las penas y estarán completamente separados...".

Los últimos párrafos de la fracción X del artículo 20 constitucional disponen:


"Tampoco podrá prolongarse la prisión preventiva por más tiempo del que como
máximo fije la ley al delito que motivare el proceso... En toda pena de prisión que
imponga una sentencia, se computará el tiempo de la detención".
Por su parte, el artículo 18 de la Ley que establece las Normas Mínimas sobre
Readaptación Social de Sentenciados, prevé la aplicación de dicha ley en lo
"conducente" a las personas sujetas a prisión preventiva, estableciendo también
que la autoridad administrativa de los reclusorios no podrá liberar provisionalmente
a procesados, ya que ello corresponde a la autoridad judicial a la que se encuentra
sujeto el procesado.

Vemos enseguida, con Lola Aniyar, referencias importantes acerca de los


derechos humanos para verificar la incongruencia de los preceptos trascritos.
Consideramos a los derechos humanos como aquellos derechos del hombre
históricamente condicionados y posteriores al Estado, poniéndose mayor acento
en la igualdad y no en el sentido iusnaturalista de los derechos inmanentes al
hombre reconocidos y perfeccionados posteriormente por el Estado.

Existen pues (siguiendo con la idea) tres grandes grupos de derechos humanos:
a) los que atañen a la libre disposición del cuerpo (derecho a la vida, a la
seguridad, a la libertad de movimientos, a la salud, al trabajo, a no tener hambre;
condenándose la tortura, el apartheid y la esclavitud; b) los que afectan la libre
disposición del espíritu (libertad de pensamiento, conciencia y opinión, derecho a
la educación y a la cultura); c) los que afectan la libre disposición de los medios
para poner en práctica los anteriores (derecho a la igualdad legal y derechos
políticos a votar y ser votados).

Como podemos ver, los derechos del hombre comprometidos en los preceptos
legales invocados al inicio de esta parte, son los considerados en la primera de las
clasificaciones anteriores, sobre todo los derechos a la libertad, a la seguridad, a
la salud y al trabajo, así como los derechos políticos comprendidos en el tercer
rubro (todos estos se ven mermados o perdidos debido a la situación de prisión
preventiva).

Ahora bien, la prisión preventiva es una institución jurídica que, como vimos en el
apartado anterior, no tiene base científica y la "necesidad" de preservarla es difícil
de demostrar para la totalidad de los casos para los que está prevista; sin
embargo, es regla común en México para todos los delitos que ameritan pena
corporal (que constituyen la inmensa mayoría: investigaciones de la ONU han
demostrado la cifra de 68.5 por ciento de procesados dentro del total de presos), y
en México Luis Rodríguez Manzanera ha demostrado la existencia de cerca de 50
por ciento de presos sin condena en relación con el total de privados de la libertad
y con mayor razón por el hecho de que es contraria al principio de inocencia,
según el cual si no se es culpable esta sentencia condenatoria debería entonces
prevalecer la libertad y no la detención.

Esto es más absurdo y violatorio de derechos humanos cuando la prisión


preventiva para asegurar la presencia del preso al juicio se prolonga hasta el
agotamiento de la pena que se pudiera imponer, y más aún cuando existe una
relevante posibilidad de absolución porque es burla mayor al principio de
inocencia.
Para Rodríguez Manzanera, la tortura cedió el paso a la prisión preventiva (en ley,
por lo que en la práctica se sigue dando en la actualidad en la averiguación previa)
como forma de obtener pruebas originando una situación de desventaja para el
acusado en base a los indicios.(8)

Los procesados detenidos (que son teóricamente inocentes, tienen seriamente


limitados sus derechos ya que comparten la institución carcelaria con verdaderos
delincuentes sentenciados) ignoran cuándo saldrán en libertad, quedan
registrados y estigmatizados y carecen de los beneficios que se conceden a los
sentenciados.

A pesar de todo lo que implican las anteriores consideraciones, la realidad nos


indica que se da más importancia al temor a que el acusado no se presente al
juicio o cometa otro delito, que a la violación de los derechos humanos.

Es interesante en cuanto al rubro de nuestro apartado la propuesta de algunos


autores como Carlos Madrazo(9), en el sentido de adicionar el artículo 18
constitucional para establecer la manera de que el procesado pueda gozar de una
preliberación, ya que la prisión preventiva -como él lo considera- es una privación
del bien máximo -libertad, y por ello es una pena anticipada como lo señalamos en
el capítulo anterior.

Carlos Madrazo hace referencia a otra corriente importante en cuanto al tema que
nos ocupa respecto de tratadistas mexicanos(10) (incluidos básicamente Olga
Islas, Elpidio Ramírez, Luis de la Barreda S., etc.) que pugnan por reducir los
plazos de prisión preventiva con el propósito de humanizar la justicia y evitar actos
criminales contra personas que después demuestran su inocencia. Tal reducción
llevaría a escoger sólo en casos que por su gravedad debiera asegurarse al
presunto responsable, cuya punibilidad posible en su término medio aritmético
fuera razonable (mayor que el de 5 años) y nos cita ejemplos como el parricidio,
secuestro, violación, asalto, etc., que ameritan un juicio de reproche sumamente
severo; pero además de la gravedad del delito es necesario que el autor sea
sorprendido en flagrancia para que no quepa duda de su responsabilidad.

La anterior -creemos-, es una proposición bastante seria, loable y humanitaria; sin


embargo, no obstante la flagrancia, los procesados siguen siendo inocentes en
presunción, y no culpables, por ello se sigue violando el principio de inocencia y
habría de determinar qué es más importante, si este principio o la flagrancia y
gravedad del delito. Otro criterio en contra, sustentado por Marco del Pont, pudiera
ser el hecho de que si la cárcel es una institución total (porque degrada y humilla
sistemáticamente separando al interno del mundo exterior, pierde derechos
políticos, contacto familiar, etc.) que domestica al interno,(11) la prisión preventiva
es parte de ella y al sufrirla el ser humano, sobre todo cuando se prolonga por
meses o años, conlleva el proceso de prisionalización que entre otras
consecuencias dificulta su vida en el exterior.
CAPITULO III
Libertad provisional bajo caución
(REFORMADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 556.- Todo inculpado tendrá derecho durante la averiguación previa y
en el proceso judicial, a ser puesto en libertad provisional bajo caución,
inmediatamente que lo solicite, si se reúnen los siguientes requisitos:
I.- Que garantice el monto estimado de la reparación del daño;
(DEROGADO SEGUNDO PARRAFO, G.O. 20 DE DICIEMBRE DE 2007)
Tratándose de delitos que afecten la vida o la integridad corporal, el monto de la
reparación no podrá ser menor del que resulte aplicándose las disposiciones
relativas de la Ley Federal del Trabajo;
II.- Que garantice el monto estimado de las sanciones pecuniarias que en su caso
puedan imponérsele;
III.- Que otorgue caución para el cumplimiento de las obligaciones que en términos
de ley se deriven a su cargo en razón del proceso; y
(REFORMADA, G.O. 15 DE MAYO DE 2003)
IV.- Que no se trate de delitos que por su gravedad estén previstos en el quinto
párrafo del artículo 268 de este Código.
(DEROGADO SEGUNDO PARRAFO, G.O. 21 DE DICIEMBRE DE 2007)
(DEROGADO TERCER PARRAFO, G.O. 21 DE DICIEMBRE DE 2007)
(ADICIONADO, G.O. 21 DE DICIEMBRE DE 2007)
ARTICULO 556 Bis.- En caso de delitos no graves, a solicitud del Ministerio
Público, el juez podrá negar la libertad provisional, cuando el inculpado haya sido
condenado con anterioridad, por algún delito calificado como grave por la ley o,
cuando el Ministerio Público aporte elementos al juez para establecer que la
libertad del inculpado representa, por su conducta precedente o por las
circunstancias y características del delito cometido, un riesgo para el ofendido o
para la sociedad.
Se entenderá que existe riesgo para el ofendido o para la sociedad, por la
conducta precedente del inculpado o por las circunstancias y características del
delito cometido, según corresponda, cuando:
I. El inculpado, por delito doloso no grave, haya sido previamente condenado por
la comisión de delito doloso grave, en sentencia ejecutoriada, siempre y cuando
no haya transcurrido el término de la prescripción que señala la ley;
II. El inculpado esté sujeto a otro u otros procesos penales anteriores por delitos
dolosos que ameriten pena privativa de libertad;
III. Existan elementos probatorios de que el inculpado se sustraerá a la acción de
la justicia, si la libertad provisional le es otorgada;
IV. Exista el riesgo fundado de que el inculpado cometa un delito doloso contra la
víctima u ofendido, alguno de los testigos que depongan en su contra, servidores
públicos que intervengan en el procedimiento o algún tercero, si la libertad
provisional le es otorgada;
V. El inculpado haya cometido un delito doloso en estado de alteración voluntaria
de la conciencia a que se refiere la fracción VII del artículo 138 del Código Penal
para el Distrito Federal; o
VI. El inculpado se haya sustraído con anterioridad a la acción de la justicia,
impidiendo con ello la continuidad del proceso correspondiente.
El Agente del Ministerio Público, durante el procedimiento de Averiguación Previa,
negará la libertad provisional del inculpado cuando se actualice cualquiera de los
supuestos previstos en el presente numeral. Para tal efecto, está obligado a
realizar las diligencias de investigación para asegurar su cumplimiento.
El Juez de la causa, en todo caso, dará aviso por escrito al Procurador General de
Justicia del Distrito Federal cuando se desprenda de autos el incumplimiento de la
disposición anterior, por parte del Agente del Ministerio Público.
(ADICIONADO, G.O. 21 DE DICIEMBRE DE 2007)
ARTICULO 556 Ter.- La información que se presente para acreditar los supuestos
previstos en el artículo anterior y corra agregada en autos, en ningún caso será
considerada por el Juez para determinar el grado de culpabilidad al individualizar
las penas y medidas de seguridad, sino en los casos y bajo las condiciones que
señale el Código Penal para el Distrito Federal.
(ADICIONADO, G.O. 21 DE DICIEMBRE DE 2007)
ARTICULO 556 Quater.- El Juez o Agente del Ministerio Público revocarán la
libertad provisional concedida al procesado o indiciado cuando se actualice
cualquiera de los supuestos establecidos en el artículo 556 Bis o el delito se
reclasifique como grave.

ARTICULO 557.- La libertad bajo caución podrá pedirse en cualquier tiempo por el
acusado, por su defensor o por el legítimo representante de aquél.
ARTICULO 558.- Cuando proceda la libertad caucional, reunidos los requisitos
legales, el juez la decretará inmediatamente en la misma pieza de autos.
ARTICULO 559.- En caso de que se niegue la libertad caucional, puede solicitarse
de nuevo y ser concedida, por causas supervenientes.
(REFORMADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 560.- A petición del procesado o su defensor, la caución a que se
refiere la fracción III del artículo 556, se reducirá en la proporción que el juez
estime justa y equitativa por cualquiera de las circunstancias siguientes:
I.- El tiempo que el procesado lleve privado de su libertad;
II.- La disminución acreditada de las consecuencias o efectos del delito;
III.- La imposibilidad económica demostrada para otorgar la caución señalada
inicialmente, aun con pagos parciales;
IV.- El buen comportamiento observado en el centro de reclusión de acuerdo con
el informe que rinda el Consejo Técnico Interdisciplinario;
V.- Otras que racionalmente conduzcan a crear seguridad de que no procurará
sustraerse a la acción de la justicia.
Las garantías a que se refieren las fracciones I y II del artículo 556 sólo podrán ser
reducidas en los términos expuestos en el primer párrafo de este artículo cuando
se verifique la circunstancia señalada en la fracción III del presente artículo. En
este caso, si se llegare a acreditar que para obtener la reducción el inculpado
simuló su insolvencia, o bien, con posterioridad a la reducción de la caución
recuperó su capacidad económica para cubrir los montos de las garantías
inicialmente señaladas, de no restituir éstas en el plazo que el juez señale para
ese efecto, se le revocará la libertad provisional que tenga concedida.
(REFORMADO, G.O. 20 DE DICIEMBRE DE 2007)
ARTICULO 561.- La naturaleza de la caución quedará a elección del inculpado,
quien al solicitar la libertad manifestará la forma que elige, para los efectos de la
fracción V del artículo anterior. En el caso de que el inculpado, su representante o
su defensor no hagan la manifestación mencionada, el Ministerio Público, el juez o
el tribunal, de acuerdo con el artículo que antecede, fijará las cantidades que
correspondan a cada una de las formas de la caución.
(REFORMADO, D.O.F. 30 DE DICIEMBRE DE 1991)
ARTICULO 562.- La caución podrá consistir:
(REFORMADO PRIMER PARRAFO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
I.- En depósito en efectivo, hecho por el inculpado o por terceras personas, en la
institución de crédito autorizada para ello. El certificado que en estos casos se
expida, se depositará en la caja de valores del Ministerio Público, del tribunal o
juzgado, tomándose razón de ello en autos. Cuando, por razón de la hora o por
ser día inhábil, no pueda constituirse el depósito directamente en la institución
mencionada, el Ministerio Público o el juez recibirán la cantidad exhibida y la
mandarán depositar en las mismas el primer día hábil.
Cuando el inculpado no tenga recursos económicos suficientes para efectuar en
una sola exhibición el depósito en efectivo, el juez podrá autorizarlo para que lo
efectúe en parcialidades, de conformidad con las siguientes reglas:
a) Que el inculpado tenga cuando menos un año de residir en forma efectiva en el
Distrito Federal o en su zona conurbada, y demuestre estar desempeñando
empleo, profesión u ocupación lícitos que le provean medios de subsistencia;
b) Que el inculpado tenga fiador personal que, a juicio del juez, sea solvente e
idóneo y dicho fiador proteste hacerse cargo de las exhibiciones no efectuadas por
el inculpado. El juez podrá eximir de esta obligación, para lo cual deberá motivar
su resolución;
c) El monto de la primera exhibición no podrá ser inferior al quince por ciento del
monto total de la caución fijada, y deberá efectuarse antes de que se obtenga la
libertad provisional;
d) El inculpado deberá obligarse a efectuar las exhibiciones por los montos y en
los plazos que le fije el juez;
(REFORMADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
II.- En hipoteca otorgada por el inculpado o por terceras personas, sobre
inmuebles cuyo valor fiscal no sea menor que el monto de la caución, más la
cantidad necesaria para cubrir los gastos destinados a hacer efectiva la garantía
en los términos del artículo 570 del presente código;
III.- En prenda, en cuyo caso el bien mueble deberá tener un valor de mercado de
cuando menos dos veces el monto de la suma fijada como caución; y (sic)
IV.- En fianza personal bastante, que podrá constituirse en el expediente;
(ADICIONADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
V.- En fideicomiso de garantía formalmente otorgado.
(REFORMADO, D.O.F. 30 DE DICIEMBRE DE 1991)
ARTICULO 563.- Cuando la fianza personal exceda del equivalente a cien veces
el salario mínimo general vigente para el Distrito Federal, el fiador deberá
comprobar que tiene bienes raíces, inscritos en el Registro Público de la
Propiedad, cuyo valor no sea menor que el monto de la caución, más la cantidad
necesaria para cubrir los gastos destinados a hacer efectiva la garantía en los
términos del artículo 570. Lo dispuesto en este artículo no será aplicable cuando
se trate de afianzadoras legalmente constituidas y autorizadas.
(REFORMADO, D.O.F. 30 DE DICIEMBRE DE 1991)
ARTICULO 564.- Cuando se ofrezcan como garantía, fianza personal que exceda
del equivalente a cien veces el salario mínimo general vigente para el Distrito
Federal o hipoteca, se deberá presentar certificado de libertad de gravámenes
expedido por el encargado del Registro Público de la Propiedad, que comprenda
un término de diez años, y constancia de estar al corriente en el pago de las
contribuciones respectivas, para que el juez califique la solvencia.
ARTICULO 565.- El fiador propuesto, salvo cuando se trate de las mencionadas
empresas afianzadoras, deberá declarar ante el juez o tribunal correspondiente,
bajo protesta de decir verdad, acerca de las fianzas judiciales que con anterioridad
haya otorgado, así como de la cuantía y circunstancias de las mismas, para que
esa declaración se tome en cuenta al calificar su solvencia.
(F. DE E., D.O.F. 11 DE SEPTIEMBRE DE 1931)
ARTICULO 566.- En el Tribunal Superior respectivo se llevará un índice en que se
anotarán las fianzas otorgadas ante el mismo o ante los juzgados de su
jurisdicción, a cuyo efecto, éstos, en el término de tres días, deberán comunicarle
las que hayan aceptado así como la cancelación de las mismas, en su caso, para
que también esto se anote en el índice. Cuando lo estimen necesario, los jueces
solicitarán del Tribunal Superior datos del índice para calificar la solvencia de un
fiador.
(REFORMADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 567.- Al notificarse al indiciado el auto que le concede la libertad
caucional, se le hará saber que contrae las siguientes obligaciones: presentarse
ante el Ministerio Público o el juez cuantas veces sea citado o requerido para ello;
comunicar a los mismos los cambios de domicilio que tuviere, y presentarse ante
el Ministerio Público, juzgado o tribunal que conozca de su causa el día que se le
señale de cada semana. En la notificación se hará constar que se hicieron saber al
indiciado las anteriores obligaciones, pero la omisión de este requisito no libra al
indiciado de ellas ni de sus consecuencias.
En los casos a que se refiere el artículo 133 bis, el Juez, al notificar el auto de
sujeción a proceso le hará saber que ha contraído las dos primeras obligaciones
señaladas en el primer párrafo de este mismo artículo.
(REFORMADO PRIMER PARRAFO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 568.- El juez podrá revocar la libertad caucional cuando a su criterio el
procesado incumpla en forma grave con cualesquiera de las obligaciones
previstas en el artículo anterior. Asimismo, se revocará la libertad caucional en los
siguientes casos:
(REFORMADA, D.O.F. 30 DE DICIEMBRE DE 1991)
I.- Cuando desobedeciere, sin causa justa y comprobada, las órdenes legítimas
del tribunal que conozca de su asunto, o no efectúe las exhibiciones dentro de los
plazos fijados por el tribunal, en caso de habérsele autorizado a efectuar el
depósito en parcialidades;
(REFORMADA, D.O.F. 30 DE DICIEMBRE DE 1991)
II.- Cuando fuere sentenciado por un nuevo delito intencional que merezca pena
privativa de libertad, antes de que la causa en que se le concedió la libertad esté
concluida por sentencia ejecutoria;
(F. DE E., D.O.F. 11 DE SEPTIEMBRE DE 1931)
III.- Cuando amenazare a la parte ofendida o a algún testigo de los que hayan
depuesto o tenga que deponer en su causa, o tratare de cohechar o sobornar a
alguno de estos últimos, al juez, al agente del Ministerio Público o al secretario del
juzgado o tribunal que conozca de su causa;
IV.- Cuando lo solicite el mismo inculpado y se presente a su juez;
(REFORMADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
V.- Si durante la instrucción apareciere que el delito o los delitos materia del auto
de formal prisión son de los considerados como graves; y
VI.- Cuando en su proceso cause ejecutoria la sentencia dictada en primera o
segunda instancia;
VII.- (DEROGADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
VIII.- (DEROGADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
(REFORMADO, G.O. 17 DE MAYO DE 2007)
ARTICULO 569.- En caso de revocación de la libertad caucional se mandará
reaprehender al procesado y, salvo la causa prevista en la fracción IV del artículo
568 de este código, se hará efectiva a favor de la víctima o del ofendido por el
delito la garantía relativa a la reparación del daño; las que versen sobre las
sanciones pecuniarias y para el cumplimiento de las obligaciones derivadas del
proceso, se harán a favor de los Fondos de Apoyo a la Procuración y
Administración de justicia, de acuerdo a las disposiciones legales y reglamentarias
aplicables.
ARTICULO 570.- (DEROGADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 571.- (DEROGADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
(REFORMADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 572.- El juez o tribunal ordenará la devolución de los depósitos o
mandará cancelar las garantías, cuando:
I.- El acusado sea absuelto; y
II.- Cuando se dicte al indiciado auto de libertad o de extinción de la acción penal.
Cuando resulte condenado el acusado que se encuentre en libertad bajo caución y
se presente a cumplir su condena, las cauciones para garantizar la reparación del
daño y las sanciones pecuniarias se harán efectivas, la primera a favor de la
víctima u ofendido por el delito y la segunda a favor del Estado. La otorgada para
garantizar las obligaciones derivadas del proceso se devolverán al sentenciado o a
quien indique éste, o en su caso, se cancelarán.
(REFORMADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 573.- Cuando un tercero haya constituido depósito, fianza, hipoteca o
fideicomiso para garantizar la libertad de un inculpado, las órdenes para que
comparezca éste se entenderán con aquél. Si no pudiere desde luego presentar al
inculpado, el juez podrá otorgarle un plazo hasta de quince días para que lo haga,
sin prejuicio de librar orden de reaprehensión si lo estimare oportuno. Si concluido
el plazo concedido al fiador no se obtiene la comparecencia del inculpado, se hará
efectiva la garantía, en los términos del artículo 569 de este código, y se ordenará
la reaprehensión del inculpado.
ARTICULO 574.- En los casos de revocación de la libertad caucional, se deberá
oír previamente al Ministerio Público.
(ADICIONADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 574 Bis.- Lo previsto en este capítulo será aplicable en lo conducente
a la libertad bajo caución que otorgue el Ministerio Público en averiguación previa.

CAPITULO II
Libertad provisional bajo protesta
(REFORMADO, D.O.F. 19 DE MARZO DE 1971)
ARTICULO 552.- Libertad protestatoria es la que se concede al procesado
siempre que se llenen los requisitos siguientes:
I.- Que el acusado tenga domicilio fijo y conocido en el lugar en que se siga el
proceso;
II.- Que su residencia en dicho lugar sea de un año cuando menos;
(REFORMADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
III.- Que a juicio del juez, no haya temor de que se sustraiga a la acción de la
justicia;
IV.- Que proteste presentarse ante el Tribunal o Juez que conozca de su causa,
siempre que se le ordene;
(REFORMADA, D.O.F. 30 DE DICIEMBRE DE 1991)
V.- Que el inculpado no haya sido condenado por delito intencional; y
(REFORMADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
VI.- Que se trate de delitos cuya pena máxima no exceda de tres años de prisión.
Tratándose de personas de escasos recursos, el juez podrá conceder este
beneficio cuando la pena privativa de libertad no exceda de cinco años.
ARTICULO 553.- La libertad protestatoria se concede siempre bajo la condición de
que el agraciado desempeñe algún trabajo honesto.
ARTICULO 554.- La libertad protestatoria se revocará:
I.- Cuando se viole alguna de las disposiciones de los dos artículos anteriores; y
II.- Cuando recaiga sentencia condenatoria contra el agraciado, ya sea en primera
o en segunda instancia.
(REFORMADO PRIMER PARRAFO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
ARTICULO 555.- La libertad bajo protesta, procede sin los requisitos anteriores,
en los siguientes casos:
(REFORMADA, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)
I.- Cuando se hubiese prolongado la prisión preventiva por más tiempo del que
como máximo fije la ley al delito que motivare al proceso;
II.- Cuando habiéndose pronunciado sentencia condenatoria en Primera Instancia,
la cumpla íntegramente el acusado, y esté pendiente el recurso de apelación.

ARRAIGO PENAL. - " Es la medida precautoria que tiene por objeto asegurar la
disponibilidad del inculpado en la investigación previa o durante el proceso.
Cabe anotar y precisar que el arraigo en materia penal a su vez está diversificado
en nuestra legislación tanto en el fuero común como en el fuero federal, y que para
este caso se tomara como parte medular el arraigo propiamente dicho en materia
federal, en razón a no delimitarlo a una sola entidad federativa y por ser en
jerarquía la Ley más próxima en su género después de los Tratados
Internacionales a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos tal y
como lo establece el artículo 133 de la citada Ley Fundamental. Por lo antes dicho
es congruente citar una definición más del arraigo en materia penal, como lo
establece el Diccionario de Derecho Procesal Penal y de términos usuales en el
proceso penal, de Marco Antonio Díaz de León, Editorial Porrúa, tercera edición,
México 1997 y que reza como sigue:
ARRAIGO.- " En nuestro sistema procesal penal, el arraigo es una medida
cautelar que durante la averiguación previa se impone con vigilancia de la
autoridad al indiciado, para los efectos de que este cumpla con los requerimientos
del Ministerio Público, en razón de la investigación de un hecho delictivo, (figura
establecida en el artículo 133 bis del Código Federal de Procedimientos Penales).
Es decir, las medidas en los procedimientos penales pueden ser también de
carácter personal para garantizar el desarrollo del proceso, así como la efectividad
de la sanción privativa de libertad, en los asos de sentencias condenatorias de tal
pena.
Para estos supuestos nadie duda que desde al averiguación previa se deben
efectuar las medidas conducentes al efecto de estar en posibilidad de integrar el
cuerpo del delito, la presunta responsabilidad y así ejercitar la acción penal. Así
mismo nadie ignora que los sujetos a averiguación son proclives a eludirla,
ocultándose o fugándose por lo cual es manifiesta la dificultad que enfrenta el
representante social para integrar los elementos señalados. Con objeto de hacer
factible la función persecutoria encomendada al arraigo en el Código Federal de
Procedimientos Penales, en el citado artículo 133 bis, se determina la facultad de
dicho Ministerio Público Federal, para solicitar al órgano jurisdiccional el arraigo
del inculpado en los casos en que se estime necesario. Concedido el arraigo por el
juez, en los términos descritos se entiende que la regla general sobre su duración
será la del tiempo estrictamente indispensable para determinar en la averiguación
previa, si existe o no presunta responsabilidad del inculpado, debiendo levantarse
dicha presunta responsabilidad. No obstante la indicada regla general, el
legislador dispuso un plazo de 30 días, prorrogables por otros 30 días a petición
del Ministerio Público.
Para dar continuidad a la claridad de la definición del arraigo es inminente invocar
el numeral del Código Federal de Procedimientos Penales, específicamente el 133
bis puesto y que a la letra dice:
" Artículo 133 bis, Código Federal de Procedimientos Penales.- La autoridad
judicial podrá, a petición del Ministerio Público, decretar el arraigo domiciliario e
imponer la prohibición de abandonar una demarcación geográfica sin su
autorización, a la persona en contra de quien se prepare para el ejercicio de la
acción penal, siempre y cuando exista el riesgo fundado de que se sustraiga a la
acción de la justicia. Corresponderá al Ministerio Público y a sus auxiliares vigilar
que el mandato de la autoridad judicial sea debidamente cumplido. El arraigo
domiciliario o la prohibición de abandonar una demarcación geográfica se
prolongarán por el tiempo estrictamente indispensable, no debiendo exceder de 30
días naturales, en el caso del arraigo y de 60 días naturales, en el de la prohibición
de abandonar una demarcación geográfica. Cuando el afectado pida que el
arraigo o la prohibición de abandonar una demarcación geográfica queden sin
efecto, la autoridad judicial decidirá escuchando al Ministerio Público y al afectado,
si deben o no mantenerse."
Se debe puntualizar que el numeral antes citado hace una clara distinción o mejor
dicho induce a la creencia de otras dos modalidades de arraigo como lo es " EL
ARRAIGO DOMICILIARIO" Y UN "ARRAIGO EN UNA DEMARCACIÓN
GEOGRÁFICA". Este comentario viene a colación para especificar que el arraigo
sobre el cual versa este trabajo es la figura del ARRAIGO DOMICILIARIO.
Ahora bien es necesario invocar el artículo 12 de la Ley Federal Contra la
Delincuencia Organizada en función a que también forma parte de la esfera
Federal en materia penal que a la letra dice:
"Artículo 12 de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada.- El juez podrá
dictar con la simple solicitud del Ministerio Público de la Federación y tomando en
cuenta las características de los hechos imputados y las circunstancias personales
del inculpado, el arraigo de éste en el lugar, forma y medios de realización
señalados en la solicitud, con vigilancia de la autoridad, la que ejercerá el
Ministerio Público de la Federación y sus auxiliares."
Se debe advertir que no se pierda de vista tanto el artículo citado en el párrafo
anterior así como el 133 bis del Código Federal de Procedimientos Penales, que
aunque tienen marcadas diferencias los dos son susceptibles de ser estudiados a
la luz de la Constitución, y que servirán para demostrar la hipótesis planteada
.
1.2 Precisiones respecto a las definiciones del arraigo.
a)Cabe destacar que el arraigo es un acto esencialmente prejudicial puesto que
sirve como herramienta a la autoridad investigadora para que previamente a un
proceso logre conformarse el cuerpo del delito. Aunque excepcionalmente la figura
del arraigo puede ser así mismo un acto procesal una vez que se solicite cuando
está abierto el procedimiento.
b) hay que puntualizar que los sujetos que intervienen en el arraigo son
necesariamente el Ministerio Público en su calidad de peticionaria o solicitante del
arraigo, el órgano jurisdiccional o Juez en materia penal competente de conocer la
procedencia de la citada solicitud y el indiciado o individuo que debe quedar
arraigado una vez procedida la solicitud.
c)Otra precisión importante es ubicar a la figura del arraigo en su modalidad de
arraigo domiciliario y aunque está en debate sólo el artículo 133 bis del Código
Federal de Procedimientos Penales, las demás Legislaciones en el resto de la
República hasta ahora guardan el mismo criterio respecto al arraigo en sus
Legislaciones locales, no queriendo decir esto que son exactamente iguales sino
que esencialmente lo consideran de la misma manera.
EL ARRAIGO DOMICILIARIO: Análisis sobre la afectación o no afectación de la
libertad personal con su ejecución.
Recordando que la finalidad del presente trabajo es analizar la inconstitucionalidad
del arraigo es por lo cual se expondrán en los siguientes puntos el criterio que se
ha venido sosteniendo que dicho arraigo no afecta la libertad personal
propiamente dicha así como el criterio que sostiene que sí afecta la citada libertad
personal, además de dejar establecido qué dice al respecto la Suprema Corte de
Justicia de la Nación respecto a estos criterios opuestos, los cuales son
sustentados el primero por dos Tribunales Colegiados de Circuito en el sentido de
sostener el criterio de la sí afectación por así llamarla, y por la otra otro Tribunal
Colegiado de Circuito que sostiene la no afectación de la libertad personal.
2.1 Criterio que sostiene la postura de que el arraigo no afecta la libertad personal.
En el comentario preliminar a este punto se dejo puntualizado que existen dos
criterios opuestos en relación con el arraigo domiciliario controvertidos en el punto
específico de que sí afecta o no la libertad personal de los indiciados, por lo que
debo aclarar qué Tribunal específicamente sostiene el criterio de que el arraigo no
afecta la multicitada libertad personal, tal Tribunal es: El Primer Tribunal Colegiado
en Materia Penal del Primer Circuito.
Este Tribunal sustenta cinco tesis derivadas de sentencias ejecutorias que
integraron la Jurisprudencia publicada en la Pág. 610 del tomo IX, correspondiente
al mes de enero de 1999, de la novena época del semanario Judicial de la
Federación y su gaceta, que a la letra dice:
" ARRAIGO, ORDEN DE. NO AFECTA LA LIBERTAD PERSONAL.- La orden
jurisdiccional de arraigo que contempla el artículo 133 bis del Código Federal de
Procedimientos Penales, no afecta la libertad personal propiamente dicha, a que
se refiere el artículo 130 de la Ley de Amparo, sino tan sólo la libertad de tránsito
del destinatario de la misma, regulada por el artículo II de la Constitución General
de la República."
De la anterior publicación Jurisprudencial se derivan datos de vital relevancia en lo
que respecta concretamente al artículo 133 bis del Código Federal de
Procedimientos Penales, ya que como se desprende este criterio asevera que el
arraigo contemplado en tal precepto no afecta la libertad personal propiamente
dicha, sino que sólo afecta la libertad de tránsito regulada por otro artículo, como
lo es el II de nuestra Carta Magna que también será punto de discusión para la
demostración de nuestra hipótesis. Pero para hacer las precisiones conducentes
hablaremos en el punto siguiente de los razonamientos más relevantes de las
tesis que integraron a esta Jurisprudencia.
2.1.1 Razonamientos lógico - jurídicos, más relevantes de las ejecutorias que
integran la citada Jurisprudencia.
Desde luego no se va a profundizar ni a tocar puntos muy particulares de los
casos concretos que integran las ejecutorias de esta Jurisprudencia, pero si se
señalaran los puntos medulares que llevaron al Tribunal Colegiado a formar este
criterio. Es el caso que el citado Tribunal Colegiado conoció de las quejas que
ahora integran las ejecutorias en razón a que en la primera de ellas con el número
33/97, interpuesto por Víctor Manuel Salazar Huerta cuando al haber interpuesto
Juicio de Amparo con incidente de suspensión ante el Juez Segundo de Distrito en
materia penal, contra actos del Juez Noveno Penal del DF. y la PGR y otras
autoridades. En lo que a resumidas cuentas el citado Juez de Distrito negó al
quejoso la suspensión provisional de los actos reclamados por lo que al conocer la
queja el Tribunal Colegiado confirmó la resolución de haber negado la suspensión
provisional declarando infundados los agravios del quejoso apoyándose en el
razonamiento de que el arraigo conforme al artículo 133 bis del Código federal de
Procedimientos Penales, procura la debida integración previa por el Ministerio
Público y su suspensión entrañaría la contravención de disposiciones de orden
público con apego a lo dispuesto por los artículos 130 y 124 de la Ley de Amparo.
Y concluye razonando por último que "a mayor abundamiento, debe decirse que
una orden de arraigo no afecta la libertad personal propiamente dicha, a que se
refiere el artículo 130 de la Ley de Amparo, sino tan solo la libertad de tránsito del
destinatario regulada por el artículo III Constitucional."
La segunda ejecutoria a la cual le correspondió la queja número 61/98 promovida
por José Fernando Peña Garavito inconformándose por la resolución del Juez
Duodécimo de Distrito en Materia Penal, ante el cual interpuso juicio de amparo
con incidente de suspensión de diversos actos consistentes en órdenes de
aprehensión por un lado y órdenes de arraigo decretadas por el Tribunal Superior
de Justicia en diversas salas y otras autoridades. En lo cual por un lado el Juez de
Distrito concedió la suspensión provisional en lo que hace a las órdenes de
aprehensión pero por otra parte decretó negar la suspensión provisional de las
órdenes de arraigo y su ejecución.
Por su parte el Tribunal Colegiado al conocer de la queja dada su competencia
estimó correcto confirmar el auto del Juez de Distrito recurrido en la citada queja
apoyado en los razonamientos de declarar infundados los agravios del recurrente,
debido a que tal acto va encaminado a la debida integración de la averiguación
previa por parte del Ministerio Público apoyándose en los mismos fundamentos
legales de la ejecutoria anterior y concluyendo que el arraigo no afecta la libertad
personal.
La tercera ejecutoria devengó de la queja número 73/98 interpuesto por Salvador
Giorgano Gómez inconformándose por la resolución del Juez Quinto de Distrito en
materia penal del D.F. al cual solicitó amparo y protección de la Justicia Federal y
la suspensión de los actos del Juez Segundo de Distrito en materia penal y la
PGR. En tal resolución del Juez de Distrito negó, en los casos anteriores la
suspensión provisional y por su parte el Tribunal Colegiado al resolver la queja
confirmó la resolución de negar dicha suspensión provisional quien similarmente
invocó los mismos preceptos de la Ley de Amparo y declaró que la orden de
arraigo no afecta la libertad personal del indiciado quien además invocó una
variable importante, considerando que tiene aplicación la tesis que establece:
" Suspensión, improcedencia de la. Cuando se impide la continuación del
procedimiento en una averiguación previa, aún cuando quede sin materia el Juicio
de Amparo."
Pues cabe aclarar que dentro de un Juicio de Amparo al negarse la suspensión y
ejecutarse el acto reclamado el fondo del citado juicio quedaría sin materia por
haberse consumado.
La cuarta ejecutoria se deriva del recurso de queja número 85/98, promovido por
Francisco García González, quien al pedir el amparo y protección de la Justicia de
la Unión ante el Juez Noveno de distrito en materia penal del D.F. contra actos de
Jueces Diversos de Distrito en materia penal como ordenadoras y contra la PGR y
otras, ejecutoras, con respectivo incidente de suspensión, para el efecto de que no
fuera ejecutada la orden de arraigo pretendida en su contra. El Juez de Distrito
que conoció el asunto decretó conceder al quejoso la libertad provisional
condicionada a que esta no proviniera por motivo de la Comisión de Delitos
considerados como graves y no permitieran la libertad bajo caución. Inconforme
con la resolución el quejoso interpuso el recurso de queja que el Tribunal
Colegiado a su vez conoció, apuntando el quejoso que se sentía agraviado en
virtud de que la suspensión no iba a surtir efectos con la condición que el Juez de
Distrito expuso en el acto concesorio de la suspensión, pues el arraigo era
motivado por delitos graves arguyendo el quejoso que el citado Juez de Distrito
debió conceder la suspensión provisional del acto reclamado también por delitos
considerados como graves evocando diversos razonamientos que a su interés
convenían. Por su parte el Tribunal Colegiado al resolver la queja se pronunció en
el sentido de declarar infundados los agravios del quejoso, razonando que la
concesión del Juez de Distrito decretando la suspensión en desde un principio
incorrecta, en virtud de que la suspensión provisional no es procedente para
delitos graves ni los considerados como no graves, sosteniendo que el arraigo es
una disposición de orden público y de interés social, que busca la debida
integración de la averiguación previa. Invocó los mismos preceptos de la Ley de
Amparo referidos en las ejecutorias anteriores y la tesis cuyo rubro dice:
"SUSPENSIÓN IMPROCEDENCIA DE LA, CUANDO SE IMPIDE LA
CONTINUACIÓN DEL PROCEDIMIENTO EN UNA AVERIGUACIÓN PREVIA,
AUN CUANDO QUEDE SIN MATERIA EL JUICIO DE AMPARO."
Motivando su resolución esencialmente también la multicitada tesis que al rubro
dice:
"ARRAIGO, ORDEN DE. NO AFECTA LA LIBERTAD PERSONAL."
Declarando infundado el recurso de queja por los razonamientos antes expuestos.
La quinta y última ejecutoria que dio lugar a la jurisprudencia citada y especificada
con anterioridad, fue consecuencia de la resolución de la queja número 89/98,
interpuesta por el Agente del Ministerio Público Federal adscrito al Juzgado
Noveno de Distrito en materia penal, dentro del juicio de amparo que solicitó
Francisco García González el cual solicitó amparo y protección ante el citado
Juzgado de Distrito contra actos de diversos Jueces de Distrito en materia penal y
otras autoridades, con incidente de suspensión contra la oren u órdenes de
arraigo. Para tal efecto el Juzgado de Distrito que conoció el asunto conoció el
asunto concedió la suspensión provisional sin ninguna reserva contra dichas
órdenes. Por tal motivo el Ministerio Público Federal adscrito a ese Juzgado
interpuso la presente queja ante el Tribunal Colegiado de Circuito cuyo número ha
quedado establecido, arguyendo el citado representante social que su intervención
se debía a que la indebida concesión de la suspensión provisional del arraigo
contravenía disposiciones de orden público. Por lo que el Tribunal Colegiado
revocó el auto dictado por el Juez de Distrito, ahora negando la suspensión
provisional al quejoso contra las órdenes de arraigo consolidando el criterio de que
el arraigo, no afecta la libertad personal. Dando pie al conjunto de estas
ejecutorias a la formación de la Jurisprudencia cuyo tomo y publicación ha
quedado establecida al principio de la exposición de este criterio.
2.2 Criterio que sostiene la postura que el arraigo afecta a la libertad personal.
Como ya se había dicho al principio de este capítulo que existían dos criterios
opuestos en cuanto al arraigo, específicamente en si afecta o no la libertad
personal, para lo cual las ejecutorias del punto anterior integraron en su momento
la Jurisprudencia que ya dejamos plasmada en un principio. Pero luego sobrevino
la formación de una tesis que en un principio no adquiría la categoría de
Jurisprudencia, puesto que estaba formada por tres Ejecutorias, sin embargo
fueron suficientes para sustentar contradicción al criterio anterior dado que estas
Ejecutorias sostienen que la libertad personal sí es afectada por el arraigo, tal es
como el caso que dio origen a una contradicción de tesis resuelta por la Primera
Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; que más adelante citaremos
para dejar claro cuál es el criterio que debe prevalecer. Por lo pronto nos ocupa
analizar este segundo criterio de la sí afectación del arraigo domiciliario por
nombrarle de algún modo, por lo que invocaremos textualmente la tesis que es
consultable en la página 828, del tomo IX, correspondiente al mes de enero de
1999 de la novena época del Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta,
que a la letra dice:
"ARRAIGO, ORDEN DE. AFECTA LA LIBERTAD PERSONAL Y DE TRANSITO.-
La orden de arraigo no sólo afecta la libertad de tránsito sino también la personal,
por lo que en términos de los artículos 133 y 136 de la Ley de Amparo, procede la
concesión de la suspensión provisional respecto de actos de naturaleza, pues al
concederse esa medida, se obliga a la parte quejosa a permanecer durante el
tiempo que se le fije, en un determinado inmueble, sin que pueda salir de éste."
La citada tesis como ya lo había dicho es sustentada por tres Ejecutorias, una
pronunciada por el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito
y las otras dos por el Primer Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito, las
cuales en el siguiente punto analizaré.
2.2.1 Razonamientos lógico – jurídicos, más relevantes de las Ejecutorias, que
integran la citada tesis.
Es necesario hacer ver que se tratara de efectuar la misma mecánica para
puntualizar los razonamientos esenciales que llevaron a estos Tribunales a
resolver las Ejecutorias que a continuación exponemos:
La primera Ejecutoria que forma esta tesis, se debe al recurso de queja resuelto
por el Cuarto Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito y que le
corresponde el número 88/98 interpuesto por Francisco García González, en el
cual se inconformó por la resolución dictada por el Tercer Tribunal Unitario del
Primer Circuito, ante el cual solicitó amparo y protección contra actos del
Magistrado del Primer Tribunal Unitario del Primer Circuito y otras Autoridades,
tramitando incidente de suspensión contra órdenes de arraigo negándole el citado
Tribunal la suspensión provisional, siguiendo el criterio que en puntos anteriores
ya quedó analizado, por su parte el quejoso arguyó en sus agravios que la orden
de arraigo afectaba su libertad personal además de la libertad de tránsito, y por
tanto eran aplicables los artículos 124, 130 y 136 de la Ley de Amparo, en virtud
de que la concesión de la suspensión provisional contra el arraigo, no afecta
disposiciones de orden público ni se sigue perjuicio al interés social, en cambio
causaría su ejecución daños y perjuicios de difícil reparación al quejoso. Por su
parte el Tribunal que conoce la queja resuelve que son fundados parcialmente los
agravios del quejoso en cuanto a que sí debe concederse la medida de
suspensión por los artículos de la Ley de Amparo invocados, pues es cierto que la
orden de arraigo afecta generalmente la libertad personal. Caso contrario sería
que se impusiera como ámbito territorial una determinada demarcación, con lo
cual no se afectaría al quejoso de modo irreparable por lo que se le concede al
quejoso la suspensión para efectos de no ser privados de su libertad, pero lo
aludido a su libertad de tránsito debe permanecer en el lugar de la investigación
para la debida integración de la averiguación previa debiendo presentarse
determinados días para corroborar su estancia en el territorio correspondiente.
La segunda Ejecutoria que integra la tesis en cuestión fue pronunciada por el
Primer Tribunal Colegiado del Décimo Octavo Circuito, al resolver la queja número
19/98, promovida por Jesús Miyazawa Álvarez, mismo que solicitó el amparo y
protección ante el Juez Tercero de Distrito en el Estado de Morelos, solicitando
también la suspensión provisional contra actos del Juez Quinto de Distrito en
Materia Penal en México, D.F. y otras autoridades, negándose al quejoso la
suspensión provisional contra el acto que reclama consistente en una orden de
arraigo domiciliario. Al interponer el recurso de queja ante el Tribunal Colegiado
que ya quedó asentado, el quejoso expresó sus agravios en el sentido de alegar
inobservancia a lo dispuesto por el artículo 124 fracción II de la Ley de Amparo,
sosteniendo que la suspensión provisional en su favor, no contravienen
disposiciones de orden público e interés social, sin embargo su ejecución
significaría arraigarlo en un domicilio o cualquier otro inmueble, afectándose la
libertad personal del quejoso además de impugnar la imposición de un arraigo
apoyándose en el artículo 12 de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada,
que según el quejoso transgrede su garantía de audiencia, y que
independientemente de su Inconstitucionalidad, pasa también por alto lo que
regulan los artículos 14 y 16 de nuestra norma superior. Por lo que el Tribunal
Colegiado que conoció el recurso de queja determinó fundados parcialmente los
agravios del recurrente en lo que hace a que sí debe concederse la suspensión
provisional contra el acto reclamado consistente en el arraigo por afectar la
libertad personal, pero ineficaces los argumentos sobre la inconstitucionalidad del
artículo 12 de la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada, ya que el recurso
de queja sólo va en el sentido de resolver la inconformidad sobre la negación de la
suspensión provisional. Resolviendo fundadamente que sí debe concederse tal
suspensión en virtud que el arraigo domiciliario sí afecta la libertad personal.
La tercera Ejecutoria fue pronunciada por el mismo Tribunal Colegiado que
conoció de la queja señalada en el punto anterior, y que consistió en una
aclaración de sentencia derivada del mismo expediente número 19/98 que expuse
en el párrafo anterior, con el fin de precisar ciertos puntos de sentencia que ya
había emitido, y para tal caso volvió a precisar que su Tribunal estima que la orden
de arraigo sí es un acto restrictivo de la libertad personal y por consecuencia lo
relativo a la suspensión, debe ventilarse conforme a los artículos 130 y 136 de la
Ley de Amparo.
La anterior tesis de la cual invoqué los razonamientos más relevantes de los
Magistrados que resolvieron las quejas que los conforman, es evidentemente
contradictoria a la Jurisprudencia analizada en un principio, para lo cual tal
contradicción fue denunciada por el Tribunal Cuarto Colegiado en Materia Penal
del Primer Circuito ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, de lo cual se
hablara en el siguiente punto.
2.3 Contradicción de tesis resuelta por la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, de los criterios opuestos en relación al arraigo domiciliario.
Una vez que se consolidó la contradicción de tesis, el Presidente del Cuarto
Tribunal Colegiado en Materia Penal del Primer Circuito, denunció la mencionada
contradicción con arreglo al artículo 197 A de la Ley de Amparo que le confiere tal
derecho de hacerlo como lo confiere a otras autoridades susceptibles de hacerlo,
tocando conocer de tal demanda a la Primera Sala de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación quien acordó su entrada el día 20 de octubre de 1999,
declarándose competente para conocer de la contradicción entre las tesis que
afirman que el arraigo domiciliario sí afecta la libertad personal, cuyos números
han quedado señalados en puntos anteriores y por otro lado la tesis
Jurisprudencial que sostiene que el arraigo domiciliario no afecta la libertad
personal cuyos números de queja también obran en el cuerpo de la presente
investigación. Entre sus razonamientos más relevantes se determinaron en
síntesis los puntos siguientes:
a) La Primera Sal de la Suprema Corte de Justicia de la Nación consideró
procedente la denuncia de contradicción de tesis, por ser evidente tal
contradicción.
b) Tal órgano Jurisdiccional precisó específicamente resolver sólo en lo que hace
respecto a la orden de arraigo domiciliario, en tomo al artículo 133 bis del Código
Federal de Procedimientos Penales.
c) Decretó resolver en el punto preciso de si afecta o no la libertad personal.
d) Otro punto en el que decidió resolver por considerar que es materia de la
presente contradicción fue sobre la procedencia o improcedencia de la suspensión
provisional del arraigo domiciliario.
e) Por último decidió abstenerse de resolver sobre la Constitucionalidad del
artículo 133 bis del Código Federal de Procedimientos Penales, por no ser tema
de contradicción entre las tesis sustentadas por los Tribunales contradictorios.
De la síntesis de los anteriores razonamientos esenciales, y con fundamento en
los artículo 192 y 195 de la Ley de Amparo así como los demás relativos, la
Suprema Corte de Justicia de la Nación emitió la Ejecutoria pronunciándose en
que la Jurisprudencia que debe prevalecer es la del siguiente texto:
"ARRAIGO DOMICILIARIO, ORDEN DE. AFECTA LA LIBERTAD PERSONAL. La
orden de arraigo domiciliario prevista por el artículo 133 bis del Código Federal de
Procedimientos Penales, antes y después de su reforma mediante decreto
publicado en el Diario Oficial de la Federación de fecha 8 de febrero de 1999, al
obligar a la persona en contra de quien se prepare el ejercicio de la acción penal
siempre y cuando exista el riesgo fundado de que se sustraiga a la acción de la
justicia, a permanecer en un domicilio bajo la vigilancia de la autoridad
investigadora y persecutora, trae como consecuencia la inmovilidad de su persona
en un inmueble, por tanto, es un acto que afecta y restringe la libertad personal
que puede ser susceptible de suspensión en términos de lo dispuesto por los
artículos 130, 136 y demás relativos de la Ley de Amparo, si para ello se cumplen
los requisitos exigidos por la misma Ley."
Así lo resolvió la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por
unanimidad de cuatro votos de los Señores Ministros, Juventino V. Castro y Castro
(ponente), José de Jesús Gudiño Pelayo, Olga Sánchez Cordero de García
Villegas y Presidente Humberto Román Palacios. Ausente el Señor Ministro Juan
N. Silva Meza.
El 20 de octubre de 1999, al resolverles la contradicción de tesis que le
correspondió el número 3/99 y se remitió al Semanario Judicial de la Federación
para efecto de su publicación.
Este análisis exhaustivo de los criterios en contradicción y el pronunciamiento que
se acaba de transcribir de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es un paso
trascendental que demuestra una parte importante de la hipótesis, en lo que hace
a que queda legalmente establecido que el arraigo domiciliario sí afecta la libertad
personal lo que nos permitirá en el siguiente capítulo demostrar los puntos
inconstitucionales referidos en nuestra hipótesis, después de un intenso debate a
la luz de la Carta Magna.

ARTICULO 270 Bis.- Cuando con motivo de una averiguación previa el Ministerio
Público estime necesario el arraigo del indiciado, tomando en cuenta las
características del hecho imputado y las circunstancias personales de aquél,
recurrirá al órgano jurisdiccional, fundando y motivando su petición, para que éste,
oyendo al indiciado, resuelva el arraigo con vigilancia de la autoridad, que
ejercerán el Ministerio Público y sus auxiliares. El arraigo se prolongará por el
tiempo estrictamente indispensable para la debida integración de la averiguación
de que se trate, pero no excederá de treinta días, prorrogables por otros treinta
días, a solicitud del Ministerio Público.

El Juez resolverá, escuchando al Ministerio Público y al arraigado, sobre la


subsistencia o el levantamiento del arraigo.

(REFORMADO, D.O.F. 10 DE ENERO DE 1994)


ARTÍCULO 271.- El Ministerio Público que conozca de un hecho delictuoso, hará
que tanto el ofendido como el probable responsable sean examinados
inmediatamente por los médicos legistas, para que éstos dictaminen, con carácter
provisional acerca de su estado psicofisiológico.

El Procurador determinará mediante disposiciones de carácter general el monto de


la caución aplicable para gozar de la libertad provisional en la averiguación previa.

Cuando el Ministerio Público decrete esa libertad al probable responsable lo


prevendrá para que comparezca ante el mismo para la práctica de diligencias de
averiguación, en su caso y concluida ésta ante el juez a quien se consigne la
averiguación, quien ordenará su presentación y si no comparece ordenará su
aprehensión, previa solicitud del Ministerio Público mandando hacer efectiva la
garantía otorgada.

El Ministerio Público podrá hacer efectiva la garantía si el probable responsable


desobedeciere, sin causa justificada, las órdenes que dictare.

La garantía se cancelará y en su caso se devolverá cuando se resuelva el no


ejercicio de la acción penal o una vez que se haya presentado el probable
responsable ante el juez de la causa y éste acuerde la devolución.

En las averiguaciones previas por delitos que sean de la competencia de los


juzgados de paz en materia penal o siendo de los juzgados penales cuya pena
máxima no exceda de cinco años de prisión el probable responsable no será
privado de su libertad en los lugares ordinarios de detención y podrá quedar
arraigado en su domicilio, con la facultad de trasladarse al lugar de su trabajo, si
concurrieren las circunstancias siguientes:

I.- Proteste presentarse ante el Ministerio Público que tramite la averiguación,


cuando éste lo disponga;

II.- No existan datos de que pretenda sustraerse a la acción de la justicia;

III.- Realice convenio con el ofendido o sus causahabientes, ante el Ministerio


Público de la forma en que reparará el daño causado, en su caso, cuando no se
convenga sobre el monto, el Ministerio Público con base en una estimación de los
daños causados, en la inspección ministerial que practique, en las versiones de
los sujetos relacionados con los hechos y en los demás elementos de prueba de
que disponga, determinará dicho monto;

IV.- Que tratándose de delitos por imprudencia ocasionados con motivo del
tránsito de vehículos, el presunto responsable no hubiese abandonado al
lesionado, ni participado en los hechos en estado de ebriedad o bajo el influjo de
estupefacientes o sustancias psicotrópicas;

V.- Que alguna persona, a criterio del agente investigador del Ministerio Público,
fundado en los datos que recabe al respecto, se comprometa, bajo protesta, a
presentar al probable responsable cuando así se resuelva;

VI.- En caso de que el indiciado o la persona a quien se refiere la fracción


anterior, desobedecieren sin justa causa las órdenes que dicte el Ministerio
Público, se revocará el arraigo y la averiguación previa será consignada en su
caso, solicitando al juez competente la orden de aprehensión o de comparecencia
en su contra, según corresponda; y

VII.- El arraigo no podrá prolongarse por más de tres días; transcurridos éstos el
arraigado podrá desplazarse libremente, sin perjuicio de que el Ministerio Público,
si así procediese, consigne la averiguación y solicite la orden mencionada.
ARTICULO 301.- Cuando por la naturaleza del delito o de la pena aplicable, el
imputado no deba ser internado en prisión preventiva y existan elementos para
suponer que podrá sustraerse a la acción de la justicia, el Ministerio Público podrá
solicitar al juez fundada y motivadamente o éste disponer de oficio, con audiencia
del imputado, el arraigo de éste con las características y por el tiempo que el
juzgador señale, sin que en ningún caso pueda exceder del término en que deba
resolverse el proceso.

ARTÍCULO 651.- Los individuos comprendidos en la lista y que carecieren de los


requisitos señalados en el artículo 648, están en la obligación de manifestarlo así
a la Dirección General de Prevención y Readaptación Social.

Esta manifestación deberá hacerse por escrito y presentarse personalmente,


acompañada del justificante respectivo que, a falta de otro legal, podrá consistir en
declaración de dos testigos, vecinos del lugar en que resida el interesado, de
probidad y arraigo, que podrá rendirse ante la autoridad política de su localidad.

Dichas manifestaciones deberán presentarse dentro de los primeros veinte días


del mes de noviembre.

ARTÍCULO 215.- Cuando hubiere de ausentarse alguna persona que pueda


declarar acerca del delito, de sus circunstancias o de la persona del acusado, el
juez, a pedimento de cualquiera de las partes interesadas, podrá arraigar al testigo
por el tiempo que fuere estrictamente indispensable para que rinda su declaración.
Si de ésta resultare que el arraigado lo fue indebidamente, tendrá derecho de
exigir que se le indemnice de los daños y perjuicios causados por el arraigo.

MINISTERIO PÚBLICO. ASEGURAMIENTO DE BIENES INMUEBLES POR EL,


EN LA AVERIGUACIÓN PREVIA. Aun cuando el artículo 40 del Código Penal
Federal autoriza durante la averiguación previa o el proceso, el decomiso de los
instrumentos del delito y las cosas objeto de él y, además, señala que las
autoridades competentes inmediatamente asegurarán los bienes que pudieran ser
materia del decomiso; sin embargo, para que esto sea posible es necesario que
tales bienes se encuentren comprendidos en los supuestos de dicho numeral, pero
cuando de las constancias de autos se advierta que el propietario del inmueble
asegurado es extraño a la averiguación previa por instruirse ésta en contra de
terceras personas y tampoco se han encontrado en el inmueble objetos del delito,
aun existiendo orden de cateo, el aseguramiento es ilegal si la parte quejosa no
tiene relación con los ilícitos atribuidos a quienes se sigue la averiguación, y así es
procedente conceder el amparo contra dicha medida.

PRIMER TRIBUNAL COLEGIADO DEL DÉCIMO QUINTO CIRCUITO.

Amparo en revisión 264/94. Agente del Ministerio Público Federal. 6 de octubre de


1994. Unanimidad de votos. Ponente: Pedro Fernando Reyes Colín. Secretario:
Rubén David Aguilar Santibáñez.

Amparo en revisión 259/94. Agente del Ministerio Público Federal adscrito al


Juzgado Quinto de Distrito en el Estado y otros. 14 de octubre de 1994.
Unanimidad de votos. Ponente: Pedro Fernando Reyes Colín. Secretaria: María
Elizabeth Acevedo Gaxiola.

Amparo en revisión 285/94. Agente del Ministerio Público Federal adscrito al


Juzgado Cuarto de Distrito en el Estado y otro. 27 de octubre de 1994.
Unanimidad de votos. Ponente: Pedro Fernando Reyes Colín. Secretaria: María
Elizabeth Acevedo Gaxiola.

Amparo en revisión 308/94. Agente del Ministerio Público Federal adscrito al


Juzgado Sexto de Distrito en el Estado y otro. 3 de noviembre de 1994.
Unanimidad de votos. Ponente: Raúl Molina Torres. Secretario: José de Jesús
Bernal Juárez.
Amparo en revisión 95/95. Director General de Control de Bienes Asegurados de
la Procuraduría General de la República y otros. 24 de marzo de 1995.
Unanimidad de votos. Ponente: Pedro Fernando Reyes Colín. Secretario: Rubén
David Aguilar Santibáñez.

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Novena Época. Tomo I. Abril de


1995. Tribunales Colegiados de Circuito. Página 89.

Artículo 22. Quedan prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la


marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva,
la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales.
Toda pena deberá ser proporcional al delito que sancione y al bien jurídico
afectado.
No se considerará confiscación la aplicación de bienes de una persona cuando
sea decretada para el pago de multas o impuestos, ni cuando la decrete una
autoridad judicial para el pago de responsabilidad civil derivada de la comisión de
un delito. Tampoco se considerará confiscación el decomiso que ordene la
autoridad judicial de los bienes en caso de enriquecimiento ilícito en los términos
del artículo 109, la aplicación a favor del Estado de bienes asegurados que causen
abandono en los términos de las disposiciones aplicables, ni la de aquellos bienes
cuyo dominio se declare extinto en sentencia. En el caso de extinción de dominio
se establecerá un procedimiento que se regirá por las siguientes reglas:
I. Será jurisdiccional y autónomo del de materia penal;
II. Procederá en los casos de delincuencia organizada, delitos contra la salud,
secuestro, robo de vehículos y trata de personas, respecto de los bienes
siguientes:
a) Aquellos que sean instrumento, objeto o producto del delito, aún cuando no se
haya dictado la sentencia que determine la responsabilidad penal, pero existan
elementos suficientes para determinar que el hecho ilícito sucedió.
b) Aquellos que no sean instrumento, objeto o producto del delito, pero que hayan
sido utilizados o destinados a ocultar o mezclar bienes producto del delito, siempre
y cuando se reúnan los extremos del inciso anterior.
c) Aquellos que estén siendo utilizados para la comisión de delitos por un tercero,
si su dueño tuvo conocimiento de ello y no lo notificó a la autoridad o hizo algo
para impedirlo.
d) Aquellos que estén intitulados a nombre de terceros, pero existan suficientes
elementos para
determinar que son producto de delitos patrimoniales o de delincuencia
organizada, y el acusado por estos delitos se comporte como dueño.
III. Toda persona que se considere afectada podrá interponer los recursos
respectivos para demostrar la procedencia lícita de los bienes y su actuación de
buena fe, así como que estaba impedida para conocer la utilización ilícita de sus
bienes.

CAPÍTULO SEGUNDO
De las medidas cautelares
Artículo 12. El Juez, a solicitud fundada del Ministerio Público, podrá imponer las
medidas cautelares necesarias para garantizar la conservación de los bienes
materia de la acción de extinción de dominio y, en su oportunidad, para la
aplicación de los bienes a los fines a que se refiere el artículo 53 de esta Ley.
Son medidas cautelares:
I. El aseguramiento de bienes;
II. El embargo precautorio;

Artículo 13. El Juez ordenará el aseguramiento de los bienes materia de la acción


de extinción de dominio que estén identificados, o ratificará el realizado por el
Ministerio Público.

Artículo 14. Contra la resolución que ordene o niegue el otorgamiento de las


medidas cautelares procederá el recurso de apelación que se admitirá en su caso,
sólo en el efecto devolutivo.

Artículo 15. Toda medida cautelar quedará anotada en el registro público que
corresponda. El
Servicio de Administración y Enajenación de Bienes deberá ser notificado del
otorgamiento de toda medida cautelar o levantamiento de cualquiera de éstas.

Artículo 16. El Juez podrá ordenar la medida cautelar que resulte procedente en el
auto admisorio de la demanda o en cualquier etapa del procedimiento y, en su
caso, ordenará el rompimiento de cerraduras y el uso de la fuerza pública para su
ejecución.
Los bienes asegurados no serán transmisibles por herencia o legado durante la
vigencia de esta medida.
Durante la sustanciación del procedimiento, el Ministerio Público podrá solicitar al
Juez la ampliación de medidas cautelares respecto de los bienes sobre los que se
haya ejercitado acción. También se podrán solicitar medidas cautelares con
relación a otros bienes sobre los que no se hayan solicitado en un principio, pero
que formen parte del procedimiento.

Artículo 17. El demandado o el afectado no podrán ofrecer garantía para obtener


el levantamiento de la medida cautelar.

Artículo 18. Cuando los bienes objeto de la medida cautelar impuesta hayan sido
previamente intervenidos, secuestrados, embargados o asegurados, en
procedimientos judiciales o administrativos distintos de la averiguación previa que
haya motivado la acción de extinción de dominio, se notificará la nueva medida a
las autoridades que hayan ordenado dichos actos, así como al Servicio de
Administración y Enajenación de Bienes si fuese éste quien tuviere transferidos los
bienes. Los bienes podrán continuar en custodia de quien se hubiere designado
para ese fin y a disposición de la autoridad competente.
En caso de que las medidas a que se refiere el párrafo anterior sean levantadas o
modificadas, subsistirá la medida cautelar que haya ordenado el Juez de extinción
de dominio quien podrá modificar las condiciones de su custodia, dando prioridad
a su conservación.

Artículo 19. Los bienes a que se refiere este Capítulo serán transferidos conforme
a la Ley Federal para la Administración y Enajenación de Bienes del Sector
Público a efecto de que se disponga de los mismos en términos de dicha ley.
Para tales efectos, se tendrá al Juez que imponga la medida cautelar como
entidad transferente.

CAPÍTULO TERCERO
De la Sustanciación del Procedimiento
Artículo 20. La acción de extinción de dominio se formulará mediante demanda del
Ministerio Público, previo acuerdo del Procurador General de la República o del
subprocurador en quien delegue dicha
facultad, y deberá contener los siguientes requisitos:
I. El juzgado competente;
II. La descripción de los bienes respecto de los cuales se solicita la extinción de
dominio, señalando su ubicación y demás datos para su localización.
III. Copia certificada de las constancias pertinentes de la averiguación previa
iniciada para investigar los delitos relacionados con los bienes materia de la
acción.
IV. En su caso, el acuerdo de aseguramiento de los bienes, ordenado por el
Ministerio Público dentro de la averiguación previa; el acta en la que conste el
inventario y su estado físico, la constancia de inscripción en el registro público
correspondiente y el certificado de gravámenes de los inmuebles, así como la
estimación del valor de los bienes y la documentación relativa a la notificación del
procedimiento para la declaratoria de abandono y en el supuesto de existir, la
manifestación que al respecto haya hecho el interesado o su representante legal.
V. El nombre y domicilio del titular de los derechos, de quien se ostente o
comporte como tal, o de ambos;
VI. Las actuaciones conducentes, derivadas de otras averiguaciones previas, de
procesos penales en curso o de procesos concluidos;
VII. La solicitud de las medidas cautelares necesarias para la conservación de los
bienes, en los términos que establece esta Ley;
VIII. La petición de extinción de dominio sobre los bienes y demás pretensiones, y
IX. Las pruebas que se ofrecen, debiendo en ese momento exhibir las
documentales o señalar el archivo donde se encuentren, precisando los elementos
necesarios para la substanciación y
desahogo de los otros medios de prueba.

Artículo 21. Una vez presentada la demanda con los documentos que acrediten la
procedencia de la acción y demás pruebas que ofrezca el Ministerio Público, el
Juez contará con un plazo de setenta y dos horas para resolver sobre la admisión
de la demanda y de las pruebas ofrecidas, debiendo proveer lo necesario para la
preparación y desahogo de las mismas y ordenar la notificación de ésta al
demandado o a su representante legal, y en su caso, la publicación de los edictos
a que se refiere la fracción II del artículo 22 de esta Ley.
Si la demanda fuere obscura o irregular, el juez deberá prevenir por una sola vez
al Ministerio Público para que la aclare, corrija o complete, otorgándole para tal
efecto un plazo de tres días contados a partir de que surta efectos la notificación
del auto que lo ordene.
Aclarada la demanda, el juez le dará curso o la desechará de plano.
El Juez, en el auto de admisión, señalará los bienes materia del juicio, el nombre
del o los demandados, concediéndoles el plazo de quince días hábiles contados a
partir de la fecha en que surta efectos la notificación para contestar la demanda.
En dicho auto el Juez proveerá lo conducente en relación con las medidas
cautelares que en su caso hubiera solicitado el Ministerio Público en la demanda.
Si los documentos con los que se le corriera traslado excedieren de 500 fojas, por
cada 100 de exceso o fracción se aumentará un día más de plazo para contestar
la demanda sin que pueda exceder de 20 días hábiles.
En el auto admisorio deberá señalarse la fecha programada para la celebración de
la audiencia de desahogo de pruebas, la cual deberá realizarse dentro de un plazo
que no podrá exceder de treinta días naturales, no pudiéndose prorrogar dicha
fecha.
Contra el auto que niegue la admisión de la demanda o la admita procederá
recurso de apelación, el cual se admitirá en el efecto devolutivo.

Artículo 22. Admitida la demanda, el Juez ordenará la notificación como sigue:


I. Personalmente a los demandados y a los afectados que se tengan identificados
y se conozca su domicilio, de conformidad con las reglas siguientes:
a) La notificación se practicará en el domicilio del demandado o del afectado. En
caso de que el demandado se encuentre privado de su libertad, la notificación
personal se hará en el lugar donde se encuentre detenido;
b) El notificador deberá cerciorarse del domicilio, entregar copia de la resolución
que se notifique, de la demanda y de los documentos base de la acción; recabar
nombre o media filiación y en su caso firma de la persona con quien se entienda la
diligencia, asentando los datos del documento oficial con el que se identifique.
Asimismo, en el acta de notificación constarán los datos de identificación del
secretario o actuario que la practique;
c) De no encontrarse el interesado o persona alguna que reciba la notificación, o
habiéndose negado a recibirla o firmarla, la notificación se hará en los términos
dispuestos en los artículos 312 y 313 de Código Federal de Procedimientos
Civiles.
En todos los casos deberá levantarse acta circunstanciada de la diligencia que se
practique. El Juez podrá habilitar al personal del juzgado para practicar las
notificaciones en días y horas inhábiles.
II. Cuando hubiere que citar a juicio a alguna persona que haya desaparecido, no
tenga domicilio fijo o se ignore donde se encuentra, la notificación se realizará por
los edictos en los términos de lo dispuesto en el artículo 315 del Código Federal
de Procedimientos Civiles y por internet. En este último caso, la Procuraduría
General de la República deberá habilitar un sitio especial en su portal de internet a
fin de hacer accesible el conocimiento de la notificación a que se refiere esta
fracción por cualquier interesado.
Cuando los bienes materia del procedimiento de extinción de dominio sean
inmuebles, la cédula de notificación se fijará, además, en cada uno de éstos.
Al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes se le notificará mediante
oficio.
La notificación surtirá efectos al día siguiente en que hubiera sido practicada. El
edicto surtirá efectos de notificación personal al día siguiente de su última
publicación.
La única notificación personal que se realizará en el proceso de extinción de
dominio será la que se realice al inicio del juicio en los términos de la presente
Ley. Todas las demás se practicarán mediante publicación por lista.

Artículo 23. En un plazo no mayor de siete días hábiles contados a partir de que
se dicte el auto admisorio, el Juez deberá ordenar las diligencias necesarias para
que se efectúen las notificaciones correspondientes en los términos de esta Ley.

Artículo 24. Toda persona afectada que considere tener interés jurídico sobre los
bienes materia de la acción de extinción de dominio deberá comparecer dentro de
los diez días hábiles siguientes, contados a partir de aquél en que haya tenido
conocimiento de la acción a fin de acreditar su interés jurídico y expresar lo que a
su derecho convenga.
El juez resolverá en un plazo de tres días hábiles, contados a partir de la
comparecencia, sobre la legitimación del afectado que se hubiere apersonado y,
en su caso, autorizará la entrega de las copias de traslado de la demanda y del
auto admisorio. Éste deberá recoger dichos documentos dentro del término de tres
días contados a partir de que surta efectos el auto que ordene su entrega.
El plazo para contestar la demanda será de quince días hábiles contados a partir
de la fecha en que el afectado o su representante hayan comparecido para recibir
los documentos a que se refiere el párrafo anterior. Este término estará sujeto a la
regla prevista en el quinto párrafo del artículo 21 de esta Ley.
Contra el auto que niegue la legitimación procesal del afectado, procederá recurso
de apelación que será admitido en el efecto devolutivo.

Artículo 25. Desde el escrito de contestación de demanda o del primer acto por el
que se apersonen a juicio el demandado y el afectado, deberán señalar domicilio
para oír y recibir notificaciones y documentos en el lugar de residencia del Juez
que conozca de la acción de extinción de dominio.

Artículo 26. El escrito de contestación de demanda deberá contener las


excepciones y defensas del demandado.
En el escrito de contestación se deberán ofrecer las pruebas, debiendo exhibir las
que estén a su disposición o señalar el archivo donde se encuentren. En todo
caso, las pruebas deberán ser desahogadas en la audiencia a que se refiere el
artículo 40 de esta Ley.
El demandado o los terceros que lo requieran deberán ser asesorados y
representados por asesores jurídicos del Instituto Federal de Defensoría Pública
en los términos que establezca la Ley Federal de Defensoría Pública.
Artículo 27. Cuando no comparezca el demandado o el afectado, el Juez le
designará un defensor quien en su ausencia realizará todas las diligencias para
garantizar la audiencia y el debido proceso.
Cuando comparezcan la víctima u ofendido, en caso de requerirlo, tendrán
derecho a que se les garantice defensa adecuada.

Artículo 28. En el proceso de extinción de dominio no habrá lugar al trámite de


excepciones ni de incidentes de previo y especial pronunciamiento, salvo el
incidente preferente de buena fe, que tendrá por finalidad que los bienes, motivo
de la acción de extinción de dominio, se excluyan del proceso, siempre que se
acredite la titularidad de los bienes y su legítima procedencia. No será procedente
este incidente si se demuestra que el promovente conocía de los hechos ilícitos
que dieron origen al juicio y, a pesar de ello, no lo denunció a la autoridad o
tampoco hizo algo para impedirlo.
Este incidente se resolverá por sentencia interlocutoria dentro de los diez días
siguientes a la fecha de su presentación. Todos los demás asuntos serán
decididos en la sentencia definitiva.
Contra el auto que admita, deseche o tenga por no interpuesto el incidente a que
se refiere el párrafo anterior procederá el recurso de apelación, el cual se admitirá
en el efecto devolutivo.
Contra la sentencia que lo resuelva procederá el recurso de apelación, el cual se
admitirá en el efecto devolutivo.

Artículo 29. Durante el procedimiento, el Juez deberá dictar de oficio los trámites y
providencias encaminados a que la justicia sea pronta y expedita.
El juez desechará de plano, los recursos, incidentes o promociones notoriamente
frívolos o improcedentes.

Artículo 30. La autoridad judicial podrá imponer correcciones disciplinarias o


medidas de apremio, en términos del ordenamiento supletorio correspondiente.

LEY FEDERAL DE EXTINCIÓN DE DOMINIO, REGLAMENTARIA DEL


ARTÍCULO 22 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS
MEXICANOS

Nueva Ley publicada en el Diario Oficial de la Federación el 29 de mayo de 2009


SE EXPIDE LA LEY FEDERAL DE EXTINCIÓN DE DOMINIO, REGLAMENTARIA
DEL ARTÍCULO 22 DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS
UNIDOS MEXICANOS; Y SE REFORMA Y ADICIONA LA LEY DE AMPARO,
REGLAMENTARIA DE LOS ARTÍCULOS 103 Y 107 DE LA CONSTITUCIÓN
POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS.
Esta Ley es reglamentaria del párrafo segundo del artículo 22 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. Sus disposiciones son de orden
público, de interés social y tiene por objeto regular la extinción de dominio de
bienes a favor del Estado, así como el procedimiento correspondiente, la
actuación de las autoridades competentes, los efectos de la resolución que se
emita y los medios para la intervención de terceros que se consideren afectados
por la misma.

Para efectos de esta Ley se entenderá por:


I. Bienes.- Todas las cosas materiales que no estén excluidas del comercio, ya
sean muebles o inmuebles, y todo aquel derecho real o personal, sus objetos,
frutos y productos, susceptibles de apropiación, que se encuentren en los
supuestos señalados en el artículo 8 de esta Ley.
II. Cuerpo del delito.- Hecho ilícito a que se refiere el inciso a) de la fracción II del
artículo 22 constitucional, en relación con el párrafo segundo del artículo 168 del
Código Federal de Procedimientos Penales. Para efectos de lo dispuesto por el
artículo 8, fracción III, el cuerpo del delito deberá acreditarse en términos de lo
establecido por el artículo 45, fracción III.
III. Juez.- Órgano jurisdiccional competente, y
IV. Ministerio Público.- Ministerio Público de la Federación.

La extinción de dominio es la pérdida de los derechos sobre los bienes


mencionados en los artículos 2 y 8 de la presente Ley, sin contraprestación ni
compensación alguna para su dueño ni para quien se ostente o comporte como
tal. La sentencia en la que se declare tendrá por efecto que los bienes se apliquen
a favor del Estado.

A falta de regulación suficiente en la presente Ley respecto de las instituciones y


supuestos jurídicos regulados por la misma, se estará a las siguientes reglas de
supletoriedad:
I. En la preparación del ejercicio de la acción de extinción de dominio, a lo previsto
en el Código Federal de Procedimientos Penales;
II. En el juicio de extinción de dominio, a lo previsto en el Código Federal de
Procedimientos Civiles;
III. En la administración, enajenación y destino de los bienes, a lo previsto en la
Ley Federal para la Administración y Enajenación de Bienes del Sector Público, y
IV. En los aspectos relativos a la regulación de bienes u obligaciones, a lo previsto
en el Código Civil Federal.
Toda la información que se genere u obtenga con relación a esta Ley se regirá en
los términos de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública
Gubernamental.
La documentación e información obtenida de averiguaciones previas, se sujetará a
lo dispuesto por el artículo 16 del Código Federal de Procedimientos Penales.
El Procurador General de la República entregará un informe anual al Congreso de
la Unión, sobre el ejercicio de las facultades que le otorga esta Ley.

La acción de extinción de dominio es de carácter real, de contenido patrimonial, y


procederá sobre cualquier bien, independientemente de quien lo tenga en su
poder, o lo haya adquirido.
El ejercicio de la acción de extinción de dominio corresponde al Ministerio Público.
A la acción de extinción de dominio se aplicarán las reglas de prescripción
previstas para los hechos ilícitos señalados en el artículo 7, de conformidad con
los plazos establecidos en el artículo 102 del Código Penal Federal, excepto en el
caso de los bienes que sean producto del delito que será imprescriptible.
El Ministerio Público podrá desistirse de la acción de extinción de dominio en
cualquier momento, antes de que se dicte sentencia definitiva, previo acuerdo del
Procurador General de la República. En los mismos términos, podrá desistirse de
la pretensión respecto de ciertos bienes objeto de la acción de extinción de
dominio.

Para la preparación de la acción de extinción de dominio, el Ministerio Público


podrá emplear la información que se genere en las averiguaciones previas que
inicie en términos del Código Federal de Procedimientos Penales y en su caso, de
la Ley Federal Contra la Delincuencia Organizada.

La acción de extinción de dominio se ejercerá, respecto de los bienes a que se


refiere el artículo siguiente, aún cuando no se haya determinado la
responsabilidad penal en los casos de los delitos previstos en la fracción II del
artículo 22 constitucional.
El ejercicio de la acción de extinción de dominio se sustentará en la información
que recabe el Ministerio Público cuando se haya iniciado la averiguación previa, o
en las actuaciones conducentes del procedimiento penal respectivo, o de ambas,
cuando de ella se desprenda que el hecho ilícito sucedió y que los bienes se
ubican en los supuestos del artículo siguiente.
La muerte del o los probables responsables no cancela la acción de extinción de
dominio.

La acción de extinción de dominio se ejercerá respecto de los bienes relacionados


o vinculados con los delitos a que se refiere el artículo anterior, en cualquiera de
los supuestos siguientes:
I. Aquéllos que sean instrumento, objeto o producto del delito;
II. Aquéllos que hayan sido utilizados o destinados a ocultar o mezclar bienes
producto del delito.
Se entenderá por ocultar, la acción de esconder, disimular o transformar bienes
que son producto del delito y por mezcla de bienes, la suma o aplicación de dos o
más bienes;
III. Aquéllos que estén siendo utilizados para la comisión de delitos por un tercero,
si su dueño tuvo conocimiento de ello y no lo notificó a la autoridad por cualquier
medio o tampoco hizo algo para impedirlo. Será responsabilidad del Ministerio
Público acreditarlo, lo que no podrá fundarse únicamente en la confesión del
inculpado del delito;
IV. Aquéllos que estén intitulados a nombre de terceros y se acredite que los
bienes son producto de la comisión de los delitos a que se refiere la fracción II del
artículo 22 constitucional y el acusado por estos delitos se ostente o comporte
como dueño.
El ejercicio de la acción de extinción de dominio no excluye que el Ministerio
Público solicite el decomiso de los mismos bienes con motivo del ejercicio de la
acción penal, en los casos que resulte procedente.

El procedimiento de extinción de dominio será autónomo del de materia penal,


distinto e independiente de cualquier otro de naturaleza penal que se haya iniciado
simultáneamente, de la que se haya desprendido, o en la que tuviera origen.
En los casos en que existiere sentencia en el procedimiento penal en la que se
determinara la falta de elementos para comprobar la existencia del cuerpo del
delito, los afectados por un proceso de extinción de dominio, tendrán derecho a
reclamar la reparación del daño con cargo al Fondo a que se refiere el artículo 61
de esta Ley.

El Poder Judicial de la Federación contará con jueces especializados en extinción


de dominio. El Consejo de la Judicatura Federal determinará el número, división
en circuitos y competencia territorial de los mismos.

Son parte en el procedimiento de extinción de dominio:


I.- El actor, que será el Ministerio Público;
II.- El demandado, que será quien se ostente como dueño o titular de los derechos
reales o personales;
III.- Quienes se consideren afectados por la acción de extinción de dominio y
acredite tener un interés jurídico sobre los bienes materia de la acción de extinción
de dominio;
El demandado y el afectado actuarán por sí o a través de sus representantes o
apoderados, en los términos de la legislación aplicable. En cualquier caso, los
efectos procesales serán los mismos.

-----------------------
[1] Por ejemplo, en un asunto de violación, la víctima dice la verdad, para someter
al indiciado a una investigación judicial con medida cautelar consistente en prisión
preventiva oficiosa.
[2] CARNELUTTI, Francesco, Cómo se hace un Proceso, trad. de Santiago Sentis
Melendo, Editorial EJEA, Buenos Aires, 1965, p. 85.
[3] CONSTANTINO RIVERA, Camilo, Economía Procesal, Editorial Ma Gister,
México, 2006, p. 66.
[4] Esto se le llama universalidad de aplicación.
[5] Vgr. Arraigos, cateos, intervenciones, aseguramientos, detenciones.
[6] Vgr. Prisión preventiva, garantía económica, internamiento domiciliario,
abstenciones, o abandono de domicilio.
[7] Artículo 16 Constitucional, Párrafo Tercero exige los requisitos para el
otorgamiento de una orden de aprehensión.
[8] Se refiere a la naturaleza de la medida: preventiva, disciplinaria, económica,
restrictiva o privativas de libertad; así como en cuanto al destinatario de la medida,
ya sea en cuanto a los bienes o a las personas.
[9] El ofrecimiento de contracautela se debe realizar entre pretensiones litigiosas
particulares dentro de una acción penal privada.
[10] Estas medidas cautelares auxiliares de la cadena de custodia son:
aseguramientos, cateos, intervenciones, detenciones, embargos precautorios,
limitaciones a realizar actividades específicas. Lo anterior con el propósito de
garantizar el éxito de una investigación.
[11] El procedimiento penal lo conocerá un Juez de Control y un Tribunal Oral, en
tanto que la extinción de dominio será sustanciado ante un Juez Civil; por tanto,
ambos órganos jurisdiccionales son independientes en sus resoluciones

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