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Argentina
I.1916
El 12 de octubre de 1916, Hipolitico Yrigoyen ganó las elecciones siendo el primero
elegido con la ley Sáenz Peña.
Su victoria indicó la voluntad de la mayoría ciudadana y bien visto la voluntad
democrática en el mundo. La reforma pacífica se debió al crecimiento económico y
social en el país en las últimas 4 décadas: Argentina era gran socio de Gran Bretaña,
habiendo alcanzado los primeros puestos en la economía más grande del mundo. Los
inmigrantes se integraron exitosamente habiéndoles ofrecido abundantes oportunidades
(había conflictos, pero el consenso predominó). Yrigoyen terminó de cerrar los
conflictos usando su poder. La asunción de Yrigoyen era bien vista por la sociedad.
Para la oposición, Yrigoyen se asemejaba a un caudillo mediocre para gobernar. No
estaban contentos con esta nueva democracia ya que se sentían desplazados del poder.
La Primera Guerra Mundial rompió los esquemas del progreso y la relación con Gran
Bretaña no era suficiente para prosperar. Creció una actitud chauvinista al culpar de
todo a los inmigrantes.
La construcción
Julio A. Roca asumió la presidencia 2 veces (1880-1886) y (1898-1904). Argentina
quería abrirse al mundo y traer consigo al capitalismo, pero se dificultó por varias
razones. Roca se propuso a arreglarlas.
Luego de 7 décadas de guerras civiles, el Estado debía poner orden en el territorio
usando la fuerza. El Estado promulgó la conquista del desierto dirigida por Roca.
Aseguró la frontera sur arrinconando a los indígenas (1879) y el noreste en 1911. Los
límites del Estado se definieron con claridad. La guerra del Paraguay ayudó a definir las
fronteras de cuenca de la plata y en 1879 la conquista del desierto definió la Patagonia,
pero los conflictos con Chile seguían.
Desde 1880 se configuró un nuevo escenario institucional. Apoyado en los triunfos
militares, se consolidó un centro de poder fuerte respaldado por la constitución que,
según Alberdi, debía cimentar “una monarquía vestida de república”. Allí el presidente
se aseguró del poder sin limitaciones dentro del país e intervenir en las políticas. Se
controlaba el congreso y se excluyó el poder de reelección para que no acabara en
tiranía, Los presentes tenían experiencias de guerras civiles previas. Nació una práctica
política llama Unicato en el cual el Ejecutivo usó su poder para disciplinar a los grupos
provinciales dejándolos decidir en asuntos locales. Aún se necesitaba trabajar en más
tareas como el educar a la población o fomentar la inmigración. Pero iban en buen
camino.
El Estado facilitó el que la Argentina entrara al mercado mundial y asociarse a Gran
Bretaña debido a la industrialización de ésta. Hubo grandes relaciones financieras y
grandes aportes británicos a la construcción del Estado. El mundo se dividió en
imperios competidores entre sí. Gran Bretaña no podía afrontar la competencia y se
refugió en su imperio y en sus inversiones privilegiadas y seguras.
Entre 1880 y 1913, el capital británico creció 20 veces. Los préstamos hipotecarios
sobre las tierras y las inversiones en servicios (agua, ferrocarril) fueron muy rendidores
y se aseguraron ganancias garantizadas por el Estado, así como exenciones impositivas
y tierras al costado de la vía.
Hubo problemas, pero la gente veía lo positivo de la relación con Gran Bretaña. Si los
británicos obtenían ganancias, se posibilitaba las acciones locales de empresas, grandes
propietarios rurales, que se beneficiaron de la infraestructura británica para la
producción. Se crearon 32mil km de vías para 1916. Algunas sirvieron para integrar al
territorio del Estado y otras expandieron la agricultura seguida de la ganadería cuando
los británicos instalaron frigoríficos.
La mano de obra era esencial para el crecimiento. En Europa, la emigración se debía al
crecimiento demográfico, crisis económicas agrarias, búsqueda de empleo y
abaratamiento de transportes. El país fomentó la inmigración con cambios en la política
migratoria y en la propaganda y pasajes subsidiados. Los inmigrantes se adaptaron
fácilmente en las grandes ciudades y luego en el campo al abrirse las posibilidades de
agricultura. Los inmigrantes arribados entre 1880-1890, fueron un millón y los
radicados 650mil. La población del país rondaba los 2millones.
La inmigración no era el único aspecto que promovió el Estado para estimular la
economía. Las inversiones extranjeras fueron gestionadas y promovidas con amplias
garantías, y el Estado asumió el riesgo en las menos atractivas y se las transferían al
privado cuando el éxito era asegurado. La “conquista del desierto” aseguró tierras aptas
para la explotación.
El litoral se inclinó por la agricultura y el traslado por los ríos. En tierras baratas se optó
por la colonización valorizando las tierras y arrendándolas. En Bs As perduraba la
explotación lanar hasta que los frigoríficos rentabilizaron la explotación vacuna.
Finalmente, la agricultura se asoció con la ganadería.
Esta combinación era la más rentable en ese entonces debido a sus altos rendimientos
con poca inversión. Las condiciones del mercado mundial, cambiante e incontrolable,
hacía convenientes elegir las opciones más rentables cada año.
Los empresarios rotaban entre diversas actividades sin fijarse en una sola inmovilizando
al capital. La actividad agropecuaria recibió inversiones urbanas (tierra, construcciones)
e incluso a las industriales. Así se creó una oligarquía que controlaba una amplia gama
de actividades.
Esto estimuló las pequeñas inversiones de los inmigrantes en las tierras, apostando en
buenas cosechas. Luego se reinvertía en otros campos arrendados.
Desde 1890, la agricultura se expandió masivamente. Entre 1992 y 1913, se quintuplicó
la producción de trigo, la mitad se exportaba al mundo. Las exportaciones se
multiplicaron 5 veces y las importaciones un poco menos. La mitad de las exportaciones
era trigo, maíz y lino, en el resto, junto a la lana, la carne empezó a ocupar una
importante parte, sobre todo luego de 1900 con las exportaciones de frigoríficos hacia
Gran Bretaña. En la primera guerra mundial, Argentina era la principal exportadora de
cereales y carnes.
Las ganancias de los inversores fueron elevadas, así como las del Estado (mediante
impuestos). Los terratenientes dedicaron ciudades imitando a las europeas. El Estado se
encargó de los servicios de higiene y transporte, así como avenidas, plazas y edificios
ostentosos. En las ciudades debido al ingreso rural, multiplicó el empleo y se generaron
necesidades de servicios, comercios e industrias. Las ciudades eran un mercado
atractivo. El sector industrial fue significativo y ocupó a mucha gente. Algunas
industrias (carnes, cereales) exportaban o vendían adentro y otras suministraban materia
prima (textiles, alimentos), nutriéndose de capital extranjero.
La mayor parte de estos cambios se produjeron en el litoral (Y Córdoba), aumentando la
brecha con el interior al no poder incorporarse al mercado mundial debido a la falta de
inversiones y de inmigrantes, salvo el ferrocarril, afectando algunas actividades locales.
Hubo excepciones, como en el noreste santafesino y la explotación de quebracho,
Tucumán y Salta con la producción de vino y azúcar para abastecer el mercado del
litoral con protección aduanera del Estado. El Estado permitió el despegue de esta
industria por sus inversiones en ferrocarril.
La crisis del 1890 frenó una década de avance de la economía. El fuerte endeudamiento
convertía el pagarla en una carga para el país. La crisis arrastró a uno de los mayores
inversores británicos: La banca Baring. Tuvo efectos catastróficos en los pequeños
ahorristas.
La inmigración fue muy importante en Argentina. De 1.8millones de habitantes en
1869, se pasó a 7.8millones en 1914. La mayoría eran italianos, luego españoles y los
franceses (y más).
Al interior iban pocos, muchos fueron al litoral por el campo arredrando tierras
precariamente. Apostaban fuertemente al campo esperando prosperidad. Algunos lo
lograban, integrándose a la clase media y los otros si no iban a las ciudades, se volvían a
su país de origen.
Había, jornaleros, artesanos, vendedores ambulantes, sirvientes y obreros de fábricas.
Vivían hacinados en conventillos cerca del puerto, como La Boca. Sufrían de grandes
problemas: malas viviendas, alquileres, salud, despidos y bajos salarios, epidemias y
mortalidad infantil. La sociedad estaba en formación.
Los inmigrantes llegaron con deseos de éxito y riqueza, pero solo unos pocos lo
lograron, los que no permanecieron en el conjunto de trabajadores. La gran mayoría
tuvo algún éxito, como el tener una casa y un taller para trabajar. La educación de sus
hijos era primordial ya que las barreras idiomáticas eran un problema y abrían las
puertas al empleo. La universidad era la llave para llegar a los niveles más altos de la
sociedad.
La sociedad era nueva con una prolongada transformación y que les dio oportunidades a
todos. Las diferencias culturales y sociales eran muy fuertes, siendo la clase alta la que
quería diferenciarse de los demás.
Mientras los inmigrantes se mezclaban con los criollos, las clases altas se sentían
tradicionales y dueñas del país. Para marcar las diferencias existían edificios públicos,
como la Ópera, Palermo, calle Florida, el club de Jockey y más.
Estos manejaban la alta política. Eran familias decentes y educadas y predominaban los
parvenu: El sistema era bien republicano pero las decisiones más importantes las
tomaban los altos cargos. Las prácticas electorales con la injerencia del gobierno,
desalentaba la participación. La selección del personal pasaba a manos de los acuerdos
entre el presidente y los gobernadores.
Pesó el escaso interés de los extranjeros por nacionalizarse y participar en las
elecciones, perdiendo privilegios y garantías inherentes a su condición de tales,
inquietando a las élites por asentar las bases consensuales del régimen político.
Este régimen careció de competencia entre partidos políticos y de estructuración. El
PAN era una federación de gobernantes manejados por el presidente. Los conflictos se
negociaban entre la Casa Rosada y el Círculo de Armas, la redacción de un diario y el
Congreso. Era efectivo con diferencias de convicciones en común, pero las
discrepancias más serias no podían resolverse. No había lugar para intereses divergentes
y el Unicato no pudo canalizar sus propuestas en una sociedad con intereses distintos.
Gobernar con ideas de progreso mediante el consenso era una preocupación, pues
muchos extranjeros solo venían a la Argentina para lucrar, despertando la indignación
de los que veían a la inmigración como un instrumento de progreso. Para dar forma a
esta masa, apareció la iglesia en primer lugar; asociaciones de extranjeros y luego
partidos políticos, como los anarquistas. Sin embargo, el Estado seguía triunfando ante
ellos controlando la sociedad para asegurar el progreso que buscaban.
Ahora, el registro civil y el matrimonio civil pasaron a manos del Estado y no de la
Iglesia, seguido en regulaciones de la higiene, del trabajo y de la ley del servicio militar
obligatorio.
Un gran instrumento en la década de 1880 fue la educación pública, laica, gratuita y
obligatoria (ley 1420). Desplazando a la Iglesia de estas tareas. El Estado se encargaba
de la alfabetización, a la integración y nacionalización de los niños hijos de inmigrantes.
Tensiones y transformaciones
El centenario de la Revolución de Mayo fue un momento célebre y alegre para el país.
Sin embargo, la otra cara de la moneda se disimulaba, había protestas, huelgas generales
de gran magnitud amenazando los festejos y una bomba en el teatro Colón puso en
evidencia las tensiones y violencia que había en la sociedad.
Existía un pesimismo creciente en Argentina, donde en parte de le atribuía a la élite por
su conformismo fácil, abandono a la tradición patricia y conciencia pública. Pero el
verdadero cuestionamiento era el cosmopolitismo de la sociedad inundada por
inmigrantes. Todo cuestionamiento a la élite podía atribuirse a los malos inmigrantes,
incapaces de valorar la Argentina.
Preocupaba la ruptura con la tradición hispana. Esta era cuestionada por los que creían
que esta tradición como un atraso e intolerancia. En la élite se dibujó la imagen de
masas que querían invadir los ámbitos reservados para los hijos de la patria. Así, se
buscó argentinizar a los niños desde la escuela naciendo así un nacionalismo
chauvinista.
Ante esta percepción de la sociedad, la élite se comportó de 2 formas. Algunos optaron
por el populismo y otros se mantuvieron intransigentes apelando al Estado a usar su
fuerza de represión contera manifestaciones, y actuando por su propia cuenta.
Algunos motivos de preocupación era la economía pese a ser una de las mayores
potencias económicas de la época. La inmigración subió de 1.8 a 6millones de
habitantes en 1914. La agricultura llegó al record de 24millones de hectáreas siendo el
primer productor mundial de maíz y Lino, y un poco por detrás en carnes, lana y trigo.
Buenos Aires se convirtió en la primera metrópolis de latino América.
Las relaciones exteriores se complejizaron con la participación de Francia y Alemania
en el comercio y de las masivas inversiones por parte de EEUU en el área de servicios
públicos y electricidad, especialmente en frigoríficos, ocupando 3/4 partes del comercio
de carnes con Gran Bretaña. Esta relación se profundizó con la demanda local de
máquinas, repuestos y petróleo de EEUU o la llega del automóvil. Pero estos problemas
se postergaron con la Gran Guerra, quebrando los circuitos comerciales y financieros,
reduciendo las inversiones dificultando a algunas empresas, sin embargo, algunas se
beneficiaron de esto como las que exportaban carne enlatada a los belingentes. A causa
de todo esto, Yrigoyen ya no tenía el diagnostico optimista y despreocupado de la gente
de 1910.
Había tensiones sociales violentas en las zonas del Litoral. Una manifestación notable
fue la de los chacareros santafesinos. Se derivó aquí una coyuntura económica crítica y
la decisión del Estado de eliminar el derecho de voto a los extranjeros. Luego de una
revolución de la Unión Cívica, se eliminó un impuesto gravoso y derechos políticos
municipales.
El siguiente episodio estalló en 1912 con huelgas de los chacareros debido a la caída de
los commodities en 1910 y 1911, época donde los arriendos se mantenían altos. Éstos se
negaron a levantar la cosecha a menos que los propietarios cumplan con sus demandas:
contratos más largos, rebajas en los arriendos, derecho a contratar maquinaria
libremente o la cría de animales domésticos. Luego de ahí se creó la FAA (Federación
Agraria Argentina), un actor que reclamó y presionó a los terratenientes y a las
autoridades.
En las grandes ciudades, la mezcla cultural y lingüística se fue superando al afrontar
todos, las duras condiciones de vida, integrando a los inmigrantes a las tradiciones
culturales mezclada con lo aportado por la inmigración.
Sobre esto, la Iglesia como grandes asociaciones de colectividades y sobre todo el
Estado, intentaron educar a los inmigrantes mediante la educación pública, pero chocó
con una masa de inmigrantes analfabetos impermeables a su mensaje. Debido a esto, los
anarquistas se acercaron más a esta masa con el lenguaje adecuado, convenciéndolos
que debían actuar en conjunto para una sociedad sin Estado ni patrones. Las huelgas y el
levantamiento espontáneo eran los instrumentos para integrar a la masa laborar. Frente a
esto, el Estado usó su poder represor expulsando a los más rebeldes. Todo esto empezó
hacia 1890, agudizándose hacia 1900 y culminó con las huelgas en 1910.
También se formó un sector de obreros calificados con una educación pública y ya
nacionalizados. Los socialistas encontraron su público en estos, usando un lenguaje
racional sobre una mejora gradual de la sociedad con algunas reformas por vía
parlamentaria. Los socialistas siempre sacaron buenos resultados electorales, sin
embargo, no pudieron encauzar las reivindicaciones de los trabajadores.
Los sindicatos fueron actores de reclamos permanentes. Pero había otras inquietudes en
la sociedad. Era una opción atractiva y fluida, el acceder a las clases sociales
tradicionales, convirtiéndose en un problema colectivo llevándolo a la política en vez a
lo individual.
El sistema político diseñado por la élite ya era débil, fracturándose por primera vez en la
crisis económica, era incapaz de encontrar una respuesta adecuada a esto. Con la
segunda presidencia de Roca, se recuperó este equilibrio, sin embargo, aún quedaba el
Partido Socialista y el de la UCR.
El radicalismo intentó un golpe cívico-militar en 1905 pero fracasó, sin embargo, tuvo
un efecto propagandístico y la UCR empezó a crecer entre sectores sociales nuevos que
hacían sus primeras experiencias políticas.
El programa radical expresaba los intereses comunes de esos sectores respetando la
preeminencia de los dirigentes históricos. Tuvieron un arma poderosa para enfrentar el
régimen: la intransigencia, la negativa de cualquier acuerdo y la abstención electoral. La
UCR negaba el sistema de partidos que se alternaran y compartieran responsabilidades,
conocido como la Nación, exigían una remodelación total del régimen constituido sobre
la base del unicato.
Las tensiones complejas se expresaban en la sociedad mediante la violencia y amenazas
debido a la escasa capacidad de negociación de los gobiernos. Los dirigentes optaron
por la acusación y represión a minorías extrañas por salvar sus privilegios. Esta actitud
lo tomó el sucesor de Roca, Manual J. Quintana, reprimiendo el levantamiento radical
de 1905, volviéndola insostenible debido la ilegitimidad e impugnación global,
derivando de divisiones. Pellegrini prefirió la reforma al igual que el presidente
Figueroa Alcorta de desmontar la maquinaria de Roca y posibilitar en 1910 la elección
de Roque Sáenz Peña, que propuso la ley del sufragio secreto y acabar con injerencia
del gobierno en estos temas.
La reforma electoral establecía la representación de mayorías y minorías de 2 a 1. Los
diseñadores del proyecto estaban convencidos que con propuestas tradicionales ganarían
la mayoría y la minoría debería estar representada por los nuevos partidos (la UCR o los
socialistas) compartiendo responsabilidades.
Aprobada la ley en 1912, los diseñadores de la reforma se sorprendieron al ver la
imposición de los radicales en Santa Fe y en la Capital, donde los socialistas salieron
segundo. Con esta victoria mucha gente se acercó al radicalismo. Hipolitico Yrigoyen se
convirtió en el líder del partido. Los partidos tradicionales (llamados ahora
conservadores) crearon un partido sobre distintos grupos o situaciones provinciales.
Lisandro de la Torre fue el candidato del PDP (Partido demócrata Progresista). Dudosos
del éxito del proyecto, los dirigentes encabezados por el gobernador de Buenos Aires,
Marcelino Ugarte, reticentes de la reforma y del candidato liberal De la Torre,
prefirieron plantear su propia alternativa. Divididos los conservadores, los radicales se
impusieron en una elección que, en 1916, inauguraba una etapa institucional y social
novedosa.
La vuelta de Yrigoyen
La opinión en torno a la vuelta de Yrigoyen polarizó a toda la sociedad. El
yrigoyenismo impulsó una red de comités y fortaleció la imagen del caudillo. Yrigoyen
no tuvo un discurso explícito, pero en esta ocasión utilizó la consigna de “derrotar al
contubernio” y la de nacionalizar el petróleo ya que se descubrió que, en la democracia
de masas, los discursos son eficaces. Con la creciente empresa Standard Oil y el
sentimiento antiimperialista y los intereses militares, el nacionalizar el petróleo y verlo
como un recurso de prosperidad ayudó en la campaña. No se sabe cuánto influyó, pero
los votos rondaron por el 60%.
Ese proyecto de nacionalización, frenó en el Senado e Yrigoyen se encargó de otros
asuntos mientras se resolvía, más directamente con las relaciones con los sectores
propietarios. Yrigoyen encabezó un acuerdo comercial con los británicos para asegurar
el suministro para ferrocarriles a cambio de la garantía de venderles carne argentina.
Yrigoyen para conquistar el Senado, hizo lo mismo, aumentó los empleos públicos para
saldar deudas e intervino en más provincias.
La oposición ante los abrumadores resultados, estaban desesperados por desalojar a
Yrigoyen. Con la gran depresión de 1929, crisis económica mundial afectando al
comercio exterior, el aumento de la inflación, la reducción de sueldos y los despidos, se
reflejaron en las elecciones, donde los opositores hicieron retroceder a los demás
partidos incluyendo a los radicales.
Las discusiones estaban en si buscar una solución institucional o ir directos a un golpe
militar. Cuando el general Justo y el general Uriburu se pusieron de acuerdo, se produjo
el golpe de Estado del 6 de septiembre de 1930. La resistencia institucional fue nula e
Yrigoyen ya había perdido la licencia en su cargo el día anterior.
La indiferencia del fin de las instituciones demostró que los radicales no pudieron
arraigar las instituciones democráticas a la sociedad para que las defienda. El
radicalismo no soltó las herramientas del viejo régimen estigmatizadas como el unicato.
La primera guerra mundial modificó la economía argentina y produjo conflictos
internos y el nuevo gobernante debía imaginar nuevas medidas para responder. Además,
debía resolver el problema institucional de la democracia para resolver los conflictos
ampliando la participación y representación de los distintos sectores de la sociedad, cosa
que el radicalismo falló. Todo esto dominó en el período siguiente.
La emergencia
El golpe fue inicialmente encabezado por el general Rawson que renunció antes de jurar
y fue reemplazado por Ramírez. Había mucha pluralidad sobre el rumbo a seguir, más
allá de coincidir que el orden constitucional estaba agotado. Tuvo expectativas fuera de
las FFAA pero el golpe se constituyó casi exclusivamente de éstos.
Los militares coincidieron de acallar la agitación política y la protesta social:
proscribieron comunistas, persiguieron sindicatos e intervinieron en la CGT.
Disolvieron Acción Argentina y los partidos políticos. Intervinieron en las
universidades poniendo profesores de su confianza y pusieron obligatoriedad de enseñar
religión. Tuvieron colaboración con los nacionalistas y la Iglesia. Era un régimen
autoritario, antiliberal y mesiánico y la oposición los identificaba como nazis.
En el gobierno había muchos pro aliados y neutralistas. La guerra estaba en un punto
que la alianza con el Eje era impensable. Se mantuvo el acuerdo comercial con Gran
Bretaña. EEUU iba en contra del gobierno por puro prestigio y moral, y eso hizo ganar
más adeptos al neutralismo. Cuando en 1944 Ramírez rompió con el Eje, fue desplazado
por militares anti estadounidenses. Farrell reemplazó a Ramírez y Perón desplazó a
competidores y llegó a la vicepresidencia y ser el alma verdadera del gobierno.
Perón sobresalía. Admiraba el régimen fascista de Italia y comprobó el desastre de la
guerra civil española. Entonces se dio cuenta de un movimiento: el movimiento obrero.
A cargo de la Dirección Nacional del Trabajo, se vinculó con los sindicatos, menos con
los comunistas, que fueron perseguidos. Al resto se le dijo de presentar sus demandas
que fueron satisfechas: extendió el régimen de jubilaciones, de vacaciones pagas, de
accidentes de trabajos y la relación entre el patrón y el obrero.
Perón expandió el Estado arbitrario apenas usado desde Yrigoyen para satisfacer los
reclamos de los obreros. Había desconcierto porque el Estado negociaba con los
patrones y los sindicatos hacían acuerdos con la oposición y los reclamos sindicales se
fundían con la demanda democrática.
Perón les decía a los militares los peligros de la posguerra y la necesidad de un Estado
interventor para dar orden en la sociedad y regular la economía y asegurar la autarquía
económica. El Consejo Nacional de Posguerra insistió en profundizar las políticas de
seguridad social así como protección al trabajo ante una eventual crisis. A los
empresarios les señaló la amenaza de las masas obreras desorganizadas y del
comunismo, pero no confiaban y se empezaron a distanciar de Perón y de la política de
secretaría, que acentuaba la identificación obrera, predicaba anti capitalismo y un
discurso de justicia social.
La oposición democrática empezó a reconstruirse a final de la guerra. La liberación de
París en agosto de 1944 provocó una manifestación social ganando las calles y
revitalizando los partidos políticos. En 1945 el gobierno aceptó el reclamo de EEUU y
le declaró la guerra al Eje y fuimos admitidos a las Naciones Unidas. Liberalizó la
política interna y los opositores reclamaron la retirada de los gobernantes y la entrega de
la Corte Suprema y sellaron un acuerdo para las elecciones: La Unidad democrática
mostraba repudio a los militares y adhesión a los Aliados y fue la única oposición que
prosperó.
El ejército estaba presionado por la opinión pública y el 17 de octubre de 1945, en la
Plaza de Mayo, una multitud reclamó por la libertad de Perón y devolverle los cargos
que tenía. Perón le habló a la multitud y se volvió candidato oficial a la presidencia.
Lo decisivo de octubre la masa de gente obrera, que debido a la creciente industria
durante la guerra, había empezado a engrosar por migrantes rurales. No fue algo visible
debido a que se dio en la periferia de las grandes ciudades y no fue ni un actor social
cuya presencia era esperada. Pero allí estaban, compactos torno a los sindicatos
entusiasmados por las políticas de Perón. Inauguraron una forma de participación a
través de las movilizaciones y ganaron su ciudadanía política, sellando un acuerdo con
Perón que ya no se rompería.
Los sindicatos empezaron a crear su propio partido: el Laborista, donde perón fue el
primer afiliado y el candidato a la presidencia. Su programa recogía diversos motivos,
desde el socialismo hasta el dirigismo económico y el Estado de bienestar. Perón
promovió una escisión del radicalismo, la UCR- Junta Renovadora para recoger apoyo
fuera del mundo del trabajo.
La Unión Democrático unió a los partidos de izquierda pero excluyó a los
conservadores. Sus candidatos venían del alvearlismo y su programa era bien
progresista, pero su impactó quedó diluido por el apoyo que recibieron de las
organizaciones patronales. Lo principal era defender la democracia y derrotar al
totalitarismo.
El país había cambiado lentamente. Perón usó el discurso de la justicia social de la que
sólo se oponían los pocos egoístas privilegiados. Estas actitudes sociales venían
arraigadas hace más 10 o 20 años y Perón las contrapuso con la democracia formal
dividiendo la sociedad entre el “pueblo” y la “oligarquía”. Un embajador de EEUU
apoyaba a la Unión y era acusado de ser agente del nazismo. Con esto los nacionalistas
se terminaron de configurar con la consigna “Braden o Perón”.
El 24 de febrero triunfó Perón por 300mil votos de ventaja. Fue evidente el
enfrentamiento entre los trabajadores y las clases medias y altas. El peronismo
empezaba a construirse.
El Estado Peronista
La relación Estado-Trabajador se modificó luego de las elecciones con la excusa del
conflicto entre laboristas y radicales renovadores. Perón disolvió a ambos para crear el
Partido Peronista, los que se oponían fueron perseguidos. Eliminó de la dirección del
CGT a Luis Gay dándosela a alguien de confianza. No hubo resistencias.
Los sindicatos se extendieron a los gremios industriales y a los empleados del Estado.
La ley de asociaciones profesionales, aseguraba negociar de igual a igual con los
patrones. La CGT se encargó de transmitir las directivas de Estado. Los sindicatos
ganaron más poder y se encargaron de infinidad de problemas en las fábricas
obteniendo negociaciones con bastante igualdad entre los patrones. Las huelgas fueron
inmensas y se impulsaron las reformas del gobierno con la convicción de los
trabajadores.
Perón se preocupaba por la agitación y profundizó el control sindical. Los gremialistas
fueron alejándose y reemplazados por gente elegida por el gobierno. Las huelgas se
solucionaron mediante mecanismos de arbitraje y represión. Desde 1947, Eva Perón se
dedicó a la secretaría de trabajo a cumplir las funciones de mediación de los dirigentes
sindicales y del gobierno, facilitando las negociaciones de los conflictos.
La relación de Perón y los sindicatos fue compleja. Pese a la fuerte represión y la
decisión de controlarlos, nunca dejaron de ser los representantes de los trabajadores.
Según ellos, el Estado estimulaba su organización y los beneficiaba y creaba situaciones
de comunicación y participación. El Estado tenía su le legitimidad en los trabajadores.
El Estado procuró extender su apoyo a los sectores no sindicalizados a través de Eva
Perón y de la fundación con su nombre. La fundación con fondos públicos, creó
escuelas, hogares para ancianos o huérfanos, repartió alimentos y regalos navideños,
estimuló el turismo y el deporte. También le regaló a la gente, en casos de
desprotección, una máquina de coser, una cama de hospital, una bicicleta, un empleo o
quizá una pensión. Así se desarrolló el Estado benefactor. Se beneficiaron los que tenían
desprotección sindical. Los medios difundieron esta imagen benefactora y en las
escuelas se dio mediante el libro “Evita me ama”. Se creó una nueva identidad: los
“humildes”, que apoyaban al gobierno.
Según una concepción de la época, el Estado debía vincularse con los sectores de la
sociedad y su comunidad, para que se organicen y constituyeran su representación.
Aspiró a organizar empresarios, reuniendo en la Confederación General Económica a
todas las representaciones sectoriales, universitarios y profesionales. Se mantuvo la
enseñanza religiosa en las escuelas y la conducción de las universidades a personajes
vinculados con el clericalismo. La relación con la iglesia fue distante y a veces opuesta,
algunos lamentaron la renuncia de Perón a las consignas nacionalistas y otros miraron la
reserve a las políticas sociales.
Perón le dio cabida institucional en el gobierno a las FFAA. Procuró conservar la
identidad entre el gobierno y las FFAA. La independencia económica, la unidad
nacional y el orden y la imagen del país en el mundo, sirvieron para consolidar las
relaciones. Sin embargo, éstos no simpatizaban con Eva Perón.
Perón creía que el Estado debía ser el ámbito donde los distintos intereses sociales
negociaran entre sí. Se inspiraba en el modelo de Mussolini y rompía con la concepción
liberal del Estado. Implicaba reestructurar las instituciones republicanas, desvalorar los
espacios democráticos y representativos y una subordinación de los poderes al
Ejecutivo.
El gobierno decidió ir por el autoritarismo. En 1947 reemplazó la Corte Suprema
mediante un juicio político. Intervino en varias provincias para resolver cuestiones entre
sectores que lo apoyaban. En Corrientes intervino para deponer al único gobernador
peronista no elegido. En 1947 se acabó la autonomía universitaria y necesitaban para
dar clases de un decreto del Ejecutivo. El Legislativo fue respetado, pero se le vació de
contenido real: los proyectos los hacía el gobierno y se aprobaban sin modificaciones y
la oposición fue excluida de la Cámara. Los diarios independientes recibían muchas
trabas para su publicación y en 2 casos hubo expropiación. En 1949, se hizo una
reforma Constitucional para permitir la reelección y en 1951, Perón fue reelecto
obteniendo 2/3 partes del sufragio gracias al voto de las mujeres.
Para Perón, fue importante darle forma a los sectores que lo apoyaban. A ello había que
darle un disciplinamiento y organización acorde a los principios peronistas y evitar
conflictos internos. Usó (al igual que Roca, Yrigoyen y Justo) la autoridad del Estado
para disciplinar las fuerzas propias y a su liderazgo que luego se propagó debido a la
propaganda. En el Congreso, perón pidió a cada diputado y senador su renuncia en
blanco, como garantía de su disciplina. Perón tenía derecho a modificar cualquier
decisión del Partido Peronista. El partido se limitaba a organizar las candidaturas y
Perón quienes debían ser electos.
En cada nivel se integraba la autoridad pública ejecutiva (intendente, gobernador o
presidente), y quedaba claro que movimiento y Nación era lo mismo. La doctrina
peronista se convirtió en la Doctrina Nacional donde todo confluía con el líder, quien
ejecutaba la doctrina.
Totalmente ajeno a la política liberal y democrática tradicional de país. El peronismo
segó los ámbitos de participación autónoma y tuvo la tendencia de “peronizar” cualquier
espacio de la sociedad.
Los actores que conformaban la base eran “las masas”, un todo, donde no valía la
opinión individual, sino la del colectivo y que debía ser inculcado con la “doctrina”.
Esto era la propaganda masiva de la época saturando los medios y la educación. El
régimen destacó en “peronizar” las instituciones y convertirlas en instituciones de
adoctrinamiento.
La política de masas destacó en las movilizaciones, que no eran ya espontáneas, sino
convocadas. Eran jornadas festivas, fuera de enfrentamientos, salvo la metafórica
“oligarquía” o “anti patria”.
Al renovar el pacto fundador entre el líder y el pueblo, las grandes concentraciones
legitimaban con el plebiscito al régimen. Además, era el momento privilegiado para que
el líder, desde el “balcón” le diera un mensaje a sus “compañeros” para definir su lugar,
la de quienes lo apoyaban y sus enemigos, clasificados como anti patria.
La derrota de 1946 desarticuló totalmente el proyecto de Unión Democrática y
confrontó a los opositores sin saber desde dónde confrontar a Perón. Los socialistas
denunciaron el “nazi fascismo” del régimen y su prioridad era acabarlo, pero no
pudieron atraer a los trabajadores adheridos al peronismo. Con los comunistas pasó algo
similar y los conservadores sufrieron la cantidad gente que se “pasaron” pero el antiguo
frente se reconstruyó.
El radicalismo, luego de 1946, abrió el camino a la renovación partidaria. En 1947, en
una convención, el Movimiento de Intransigencia y Renovación (MIR), había
formulado sus principios, que transformaban el programa radical. Combatió al
peronismo con un discurso progresista, y lo hizo con más soltura a medida que el
régimen fue abandonando sus posiciones. El grupo unionista especulaba un golpe
militar y los intransigentes discutieron en el Congreso sus proyectos. El grupo de los 44
diputados no llegó a ser una verdadera oposición democrática, por sus diferencias y la
mayoría peronista que no quería al Congreso como lugar de debate.
Un Conflicto cultural
Los ataques a la oligarquía no eran un conflicto real. El régimen no atacó ningún interés
de las clases altas. Las instituciones que expresaban los intereses de los propietarios, no
se opusieron al gobierno e incluso lo aceptaron. Ocupó un lugar importante el parvenu:
los sindicalistas, los políticos deportistas y artistas. Las clases medias se quejaron, pero
se nutrieron de la prosperidad económica de los trabajadores y de la educación de sus
hijos.
Luego del 17 de octubre, los sectores populares se incorporaron al consumo, a la ciudad
y a la política. Compraron vestimentas y electrodomésticos. Viajaron por el país gracias
a planes de turismo, accediendo a lugares de ocio, aprovechando el sábado inglés. El
fútbol, las canchas, parques, el folclore, el cine, inundaron la ciudad de diversión,
naciendo así una ciudadanía social.
Los derechos de los trabajadores y la justicia social, fue el discurso del Estado (de ahí la
doctrina “justicialista”). Todo ello llevó a una percepción racional y emotiva de las
injusticas de la sociedad, donde el Estado benefactor tenía la responsabilidad de
solucionarlo. Lo singular, fue a combinación de esta concepción y de la ideología de la
movilidad social. La justicia social venía a completar la integración de la sociedad
argentina y la identidad de la que se constituyó fue la obrera. El sindicato tuvo una gran
importancia en la vida laboral y no laboral, pues de ahí, los obreros aseguraban su salud,
así como el turismo y el deporte. Se integraron a la Nación de la mano del Estado.
El Estado estimuló fuertemente la educación y protección y promoción a la cultura:
conciertos, teatros, el Teatro Colón, cine y más. El Estado daba y el público recibía,
junto a los bienes, propaganda. Los radios y diarios fueron manejados por la Secretaría
de Prensa y Difusión y se instaló en la escuela, la obligatoriedad de libro “La razón de
mi vida”
El Estado distribuía los modelos sociales y culturales establecidos: en el cine con su
imagen convencional de las clases tradicionales o libros escolares, representando a los
trabajadores con saco y corbata, leyendo el diario. También manifestaba el mítico ser
nacional para unificar la comunidad. Eso se encaraba en el centenario de San Martín y
Urquiza y el bautismo del nombre de los ferrocarriles con nombres como Roca,
Urquiza, Mitre y Sarmiento.
Al surgir el peronismo en años de guerra y posguerra, en un marco de fuertes conflictos,
derivó en un fuerte enfrentamiento político, separando al oficialismo de la oposición y
un conflicto cultural. El Estado trabajó mucho para encuadrar los conflictos en una
concepción de armonía de clases, comunidad de intereses y la negociación.
Fue un conflicto cultural muy violento el que opuso lo “oligárquico” con lo “popular”.
Lo popular combinaba las dimensiones trabajadora e integrativa y carecía del clasismo.
No era un modelo diferente, sino una manera diferente de apropiarse de la cultura
establecida. La oligarquía (fría y egoísta), pretendía restringir los bienes y excluir al
pueblo. Era una definición precisa y ética, pero socialmente difusa y combinaba el
violento ataque discursivo, con medidas en contra de esos destinatarios. La oposición la
resistencia con las políticas peronistas y la irritación de la democratización social,
generó un ataque al parvenu, tanto al rico como al humilde, incapaz de comprender os
instrumentos de la nueva cultura. Dos configuraciones antagónicas, compitiendo por la
significación de un campo en común.
La caída
La fundación del Partido Demócrata Cristiano, marcó el comienzo del conflicto entre
Perón y la Iglesia. Era un conflicto evitable, que Perón se dejó llevar y mostró que había
perdidas muchas de sus capacidades políticas.
La Comunidad Organizada (o la peronización de las instituciones) fue un proyecto
llevado a cabo por funcionarios de forma independiente. El Ejército sucumbió en su
camino y la disconformidad era fuerte. La Iglesia, que había tenido buena relación con
el líder, era un potencial enemigo por no reducirse a él y porque tenían lugares
opositores del viejo régimen dentro de ésta. El Estado y la Iglesia chocaron en varios
campos específicos: la Iglesia era sensible al avance de peronismo en la beneficencia y
la educación, por su creciente laicidad sumado a la organización de estudiantes
secundarios. Al gobierno, le molestaba la intromisión de la Iglesia en la política.
El conflicto estalló en 1954, cuando 2 manifestaciones celebratorias del Día del
Estudiante compitieron, una organizada por los católicos y otra por la UES. En
noviembre Perón lanzó su ataque que se agudizó en diciembre. El ataque mostró la
verticalidad del espacio político: descubrieron los vicios de la Iglesia. Aunque se quiso
limitar a “unos pocos curas”, fue un ataque asombroso para una sociedad que había
retrocedido en el laicismo. Se prohibieron las procesiones, la enseñanza religiosa en las
escuelas, se introdujo una ley de divorcio, se permitieron nuevamente los prostíbulos y
enviaron un proyecto para separar la Iglesia del Estado.
La Iglesia demostró su poder como institución. Atacada por los medios, inundó la
ciudad de panfletos y la oposición encontró una brecha en el régimen. El 8 de junio, se
celebró una procesión de un jefe policía que había quemado la bandera y acusó a los
católicos. El 16 de junio la Marina fue contra Perón.
Difícilmente el levantamiento se encontrara ahí, pues la Marina era más laica y liberal,
pero los golpistas encontrar aquí su ocasión. El proyecto marine consistía en
bombardear la Casa de Gobierno para asesinar a Perón, pero fallaron, matando a
innumerables civiles en la Plaza de Mayo.
Perón, debido a la furia de la gente luego de ese día, perdió libertad de maniobra y era
un prisionero de los militares. Los ataques de la gente a la Iglesia molestaban a los jefes
militares. Se ensayó una renovación de los cuadros dirigentes y se llamó a la oposición
a negociar. Perón se declaró como presidente de todos los argentinos. Los dirigentes
opositores fueron invitados al debate público, incluyendo la cadena nacional de la cual
se escuchó a Frondizi invitando al gobierno a volver a la senda republicana y formular
un programa de gobierno alternativo. Al socialista Alfredo Palacios se le negó a hablar.
Perón había concluido que abrir un espacio democrático que lo incluyeran a él era
mínima, y el 31 de agosto, luego de presentar su renuncia, convocó a sus fieles a la
Plaza de Mayo, denunciando el fracaso de la conciliación y lanzó un ataque a los
opositores, afirmando que cada uno de los nuestros, moriría cinco de ellos.
El 16 de septiembre, estalló en Córdoba una sublevación militar encabezada por
Eduardo Lonardi. Tuvo apoyo civil y escaza unidades del Ejército. Había poca
voluntad para combatir a los sublevados. A ellos se le sumó la Marina, amenazando con
bombardear las ciudades costeras. Perón perdió completamente la iniciativa y tampoco
manifestó la voluntad de defenderse, por lo que el 20 de septiembre de 1955 se refugió
en la embajada de Paraguay y el 23 de septiembre, el general Lonardi se presentó como
el nuevo presidente provisional de la Argentina.