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Imagina que tienes que diseñar una autovía o una vía férrea de alta velocidad. Seguro
que intentarás que haya todas las rectas posibles, pero también tendrás que hacer
alguna curva. Y como la más sencilla de todas es la circunferencia, lo más fácil sería ir
empalmando tramos rectos con arcos de circunferencia. Algo parecido a una cinta
transportadora.
Parece que así fueron los primeros trazados y, como los primeros coches y trenes no
iban a mucha velocidad, todo iba bien. Pero la cosa cambió cuando los vehículos fueron
capaces de alcanzar velocidades mayores. Al entrar en la curva, en las uniones entre
tramos, se notaba una súbita sacudida. Mal asunto.
Así que los ingenieros comenzaron a estudiar qué pasaba y cómo se podía solucionar.
La respuesta es fácil de entender y sólo necesitarás dos ingredientes. El primero viene
de la geometría y es el radio de curvatura, un concepto bastante intuitivo.
Seguro que te suena que la fuerza es “masa por aceleración” y, simplificando un poco,
la fuerza centrífuga resulta ser lo siguiente:
𝑭𝒄𝒇 = 𝒎𝒗𝟐 /𝒓
En esos puntos el radio de curvatura (r) pasaba de ser infinito (si lo prefieres, un número
muy grande) a ser un número más o menos pequeño (el radio (R) de la circunferencia).
Así que en el denominador de tu fórmula había un descenso brusco… ¡y por eso se
producía un aumento brusco de la fuerza centrífuga! Mal asunto.
Así que tendrás que pensar en otra posibilidad. ¿Se te ocurre algo?
Claro que sí, podrías introducir una curva de transición entre la recta y la circunferencia.
Además sería genial que, en esa transición, el radio de curvatura (r) fuera disminuyendo
suavemente desde el infinito (o número muy grande) de la recta hasta el radio (R) de la
circunferencia.
Según tu fórmula, eso haría que la fuerza centrífuga cambiara de manera suave, en
lugar de hacerlo bruscamente.
¿Así que te gustaría que el radio de curvatura (r) fuera disminuyendo a medida que la
distancia (d) recorrida fuera aumentando? Espera un momento. Tienes dos
cantidades… quieres que una se haga más pequeña cuando la otra se haga más
grande… ¡Es lo que en el colegio llamaban cantidades inversamente proporcionales!
O sea, que quieres que el radio de curvatura (r) y la distancia (d) recorrida sean
inversamente proporcionales. ¿Y cómo era eso? Ah, sí, eso significaba que su producto
fuera siempre el mismo número.
Justo esta propiedad es la que define a la curva clotoide, que ya conocían matemáticos
y físicos. Su ecuación es precisamente
𝒓 ∙ 𝒔 = 𝑪𝟐
Siendo
𝒓 el radio de la curvatura
𝒔 el desarrollo o arco
𝑪 la constante de la espiral
Espiral de Cornu o clotoide ocoloide o clotoide (x,y)=(C(t), S(t)). La espiral converge al centro de
los dos remolinos extremos de la imagen, a medida que t tiende a más infinito y menos infinito
Por eso en tus carreteras y ferrocarriles las curvas suelen encadenar tramos de recta –
clotoide – circunferencia – clotoide – recta. De ese modo la fuerza centrífuga va
cambiando gradualmente y puedes girar el volante de forma progresiva, en vez de tener
que hacerlo bruscamente.
Todo lo anterior sirve también, dándole la vuelta, para la salida de una curva.