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Lucas 18: 1- 8
INTRODUCCION
EXCUSA.
“Esperar es parte de nuestra vida” Pero La ESPERA larga TRAE DESANIMO y perdemos la
ESPERANZA.
La cuestión realmente vital que se encuentra aquí no es si Dios responderá a la oración, sino
si ellos serán un pueblo FIEL que ha perseverado en la oración y no ha perdido la
ESPERANZA cuando llegue el Hijo del Hombre.
La parábola es esencialmente un estímulo para seguir en el camino de la oración sin perder
las fuerzas a través de los tiempos difíciles de la espera antes que llegue el Hijo del Hombre.
Alguien que no se cansa. Algo cambio en la ciudad ante LA ACTITUD DE LA VIUDA
LA FE INCANSABLE ME IMPULSA A ORAR, A CONFIAR Y A ESPERAR EN EL PODER
DE DIOS
Proposición: Todo creyente debe usar su FE para perseverar en oración, confiar en medio de
la adversidad y saber esperar la intervención de Dios
O. T. La FE incansable no IMPULSA A:
APLICACIÓN.
EL JUEZ INJUSTO. La corrupción de los jueces, la burocracia apática ante las
urgencias del ciudadano, el sin fin de trámites interminables y costosos, las demandas
de parte de la oficialía porque se le pague más allá de lo que la ley exige: cohecho o
soborno. Es obvio que la viuda en la parábola refleja la mayoría del pueblo
latinoamericano: la persona indefensa ante las injusticias y atropellos cometidos
por la burocracia en nombre de la ley. El creyente cristiano se da cuenta de que DIOS
ES EL PROTECTOR DE LA VIUDA (Sal. 68:5).
LA VIUDA. Al igual que la viuda y su tenacidad en seguir exigiendo la justicia ante el
juez, los creyentes cristianos pueden "orar siempre y no desmayar" ante el Juez
Supremo porque lleve más justicia a la sociedad.
DIOS CONTESTA LA ORACIÓN según su tiempo y según su plan. Cuando ese tiempo
se aproxima, la oración es contestada rápidamente. Dios no demora en nada, porque
su oído está atento a la voz de sus hijos. Los tiempos de espera durante períodos de
tensión pueden parecer largos, pero después, al ver sus oraciones contestadas el pueblo
de Dios y ver los designios del plan de Dios, concuerdan en que Dios hizo justicia para
ellos sin demora. DIOS JUSTO.
B. CONFIAR EN DIOS EN MEDIO DE LAS ADVERSIDADES.
¿…Pero cuando venga el hijo del hombre, ¿hallará je en la tierra?. Vs. 8
a. La viuda creyó que el Juez injusto le iba a ser justicia
a. La fe debe conducirnos a creer en algo para conocer a alguien (Cruce del mar rojo:
creyeron en que pasarían en mar y conocieron a Dios todopoderoso).
Recordamos que en el v. 8 Jesús preguntó: SIN EMBARGO, CUANDO VENGA EL HIJO DEL
HOMBRE, ¿HALLARÁ FE EN LA TIERRA? Esta pregunta es importante, porque alude a un
tema mayor: LA VENIDA DEL REINO en sus etapas consumadoras, inauguradas éstas por la
segunda venida de Cristo. Este tema de la venida del reino cuando la manifestación del Hijo
del Hombre se halla especialmente en Lucas 17:22-37. Acá Lucas da las palabras de Jesús
que advierten a sus seguidores en contra de dos peligros tocantes al reino.
APLICACIÓN.
- El primero tiene que ver con EL SUFRIMIENTO que aguarda a los fieles,
especialmente cuando éstos procuran luchar por LA JUSTICIA.
- El segundo problema que plantea Jesús tocante a LOS PELIGROS que tendrán que
encarar los creyentes tiene que ver con la perenne socavación de la INTEGRIDAD
POR LAS RIQUEZAS Y EL EGOCENTRISMO. En Lucas 17:28-30 Jesús pone la
ilustración del tiempo de Lot. Se describe la actuación rutinaria de la gente en sus
faenas diarias por adelantarse económicamente: "...compraban, vendían, plantaban
y edificaban...". Se insinúa que las cosas ordinarias de la vida controlaban sus
agendas. Es cierto que el poder del testimonio cristiano ante las injusticias suele
socavarse precisamente por el temor de perder dinero e influencia.
C. ESPERAR LA INTERVENCIÓN DE DIOS. “Os digo que pronto les hará JUSTICIA” Vs. 8
* La enseñanza de la parábola gira en tomo a LA FE PERSISTENTE QUE ANHELA Y
ESPERA LA RESTITUCIÓN DIVINA.
* La idea no es persistencia en orar simplemente, sino nos deja la idea del ÁNIMO para que
no NOS RINDAMOS ante el pecado o la desesperación.
* Es claro que la parábola nos estimula a tener la clase de fe que confronta los riesgos
de la vida. Es la clase de fe que se destaca no tanto por su regularidad sino por la persona
a quien se dirige: A DIOS. La oración debe ser siempre que Dios logre su reino. “VENGA
TU REINO”
* La oración modelo (Mat. 6: 10; Luc.11:20) contiene la esencia de esta fe: VENGA TU
REINO. Sobre todo, la fe que ora y la oración de fe es la que espera finalmente
la vindicación de Dios. La parábola (v. 8a) asegura que Dios ha de vindicar a los elegidos.
Desde luego, es obvio que esta vindicación es un elemento escatológico también, porque se
menciona la segunda venida del Hijo del hombre.
* En contraste con el juez, a Dios no le molesta que su pueblo clame a él de día y de noche.
El que Dios escuche las oraciones no debe entenderse como que desiste de una determinación
fija de no contestar.
* Más bien, Dios contesta la oración según su tiempo y según su plan. Cuando ese tiempo
se aproxima, la oración es contestada rápidamente. Dios no demora en nada, porque su
oído está atento a la voz de sus hijos.
* Los tiempos de espera durante períodos de tensión pueden parecer largos, pero después, al
ver sus oraciones contestadas el pueblo de Dios y ver los designios del plan de Dios,
concuerdan en que Dios hizo justicia para ellos sin demora.
APLICACIÓN.
1. La oración de fe que ESPERA la restitución divina.
2. Dios contesta nuestras oraciones según su tiempo y su plan.
3. Dios es justo y HACE JUSTICIA.
CONCLUSIÓN
Una de las tentaciones más sutiles de la actualidad cristiana es la de callamos ante
algunas injusticias abiertas con el fin de no hacer peligrar nuestra posición/
en la sociedad. Sabemos por las enseñanzas de Jesús que DIOS SIEMPRE ESTÁ
DEL LADO DE LAS VÍCTIMAS DE LA INJUSTICIA. La pregunta de Jesús respecto a
la presencia de la fe sobre la tierra cuando su retomo se hace cada vez más
pertinente. ¿Habría una demostración de fe de parte de nosotros, defendiendo
a los indefensos, si Jesús volviera hoy? Esta pregunta cobra una vigencia
especialmente genuina dentro de las filas de los creyentes latinoamericanos actuales.
Quiera Dios que la enseñanza de la parábola del juez y la viuda cale profundamente
en el corazón del cristiano latinoamericano de hoy.
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe…
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, JUEZ
JUSTO, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
2 Timoteo 4:7-8
FE INCANSABLE
Jorge Atiencia
Cansancio. Cansancio de trabajar
Cansancio de vivir esperando y nada sucede
Cansancio de ser bueno y no me trae ningún beneficio
Propuesta: Las cosas en vez de arreglarse, se empeoran
- Una ciudad. Tomo el mundo vive en temor
- La noticia del día. Una viuda indefensa, sola contra el mundo, sin posibilidades de
sobornar. No cree en el soborno y no tiene para hacerlo. Noqueo el Juez injusto
Lo que tenía era saber fastidiar (molestar).
Alguien que no se cansa. Algo cambio en la ciudad ante LA ACTITUD DE LA VIUDA
Resonancias:
1. Dios es justo. Lado más difícil de creer de Dios. Cuestionan este lado del carácter de Dios.
Civilización del espectáculo. Mario Vargas Llosa. La justicia.
3. Dios No es sobornable
¿Por qué debemos perseverar en la oración? Porque sólo así alcanzaremos recibir las
bendiciones de Dios: salvación para nuestros familiares y amigos; así como toda bendición que
esperamos en Dios.
Debe ser obvio que, para Lucas por lo menos, la parábola del juez y la viuda hace dos cosas.
1. Enseña la persistencia en la oración en primer lugar (v. 1).
2. Resalta la necesidad de que haya la fe de parte de los seguidores de Cristo cuando
el tiempo de la segunda venida (v. 8b). Pese a la tensión que algunos contemplan entre los
dos énfasis, hay que ver que SÓLO SI LOS CREYENTES PERSISTEN EN LA ORACIÓN
HABRÁ FE SOBRE LA TIERRA CUANDO LA PARUSIA. En realidad no hay un conflicto entre
las dos cosas.
En el caso de la parábola del juez y la viuda se observó que hay dos posibles significados:
(l) el de Lucas en 18: 1, o sea, la persistencia en la oración;
(2) la permanencia de la fe hasta la venida de Cristo.
Jesús dijo a sus discípulos que, al igual que él sufría por su mensaje de liberación, también ellos
podrían esperar lo mismo (Luc. 17:22-25). Siempre que se luche en contra de la injusticia, los
opositores de ésta pueden esperar la violencia. Se hace todo lo posible porque se callen y se mantenga
el estatus quo. Históricamente, se sabe que Cristo sufrió hasta la muerte; los cristianos primitivos
también sufrieron por su fe. No debe sorprendernos que también en nuestro tiempo y en nuestras
latitudes los cristianos que se oponen a la injusticia en todas sus manifestaciones vayan a pagar las
consecuencias. Ante esta escena, la pregunta de Jesús respecto a la permanencia de la fe hasta la
segunda venida es aún más pertinente.
El segundo problema que plantea Jesús tocante a los peligros que tendrán que encarar los creyentes
tiene que ver con la perenne socavación de la integridad por las riquezas y el egocentrismo. En
Lucas 17:28-30 Jesús pone la ilustración del tiempo de Lot. Se describe la actuación rutinaria de la
gente en sus faenas diarias por adelantarse económicamente: "...compraban, vendían, plantaban y
edificaban...". Se insinúa que las cosas ordinarias de la vida controlaban sus agendas. Es cierto que el
poder del testimonio cristiano ante las injusticias suele socavarse precisamente por el temor de perder
dinero e influencia.
Una de las tentaciones más sutiles de la actualidad cristiana es la de callamos ante algunas
injusticias abiertas con el fin de no hacer peligrar nuestra posición/ en la sociedad. Sabemos
por las enseñanzas de Jesús que DIOS SIEMPRE ESTÁ DEL LADO DE LAS VÍCTIMAS DE LA
INJUSTICIA. La pregunta de Jesús respecto a la presencia de la fe sobre la tierra cuando su retomo
se hace cada vez más pertinente. ¿Habría una demostración de fe de parte de nosotros,
defendiendo a los indefensos, si Jesús volviera hoy? Esta pregunta cobra una vigencia
especialmente genuina dentro de las filas de los creyentes latinoamericanos actuales.
Quiera Dios que la enseñanza de la parábola del juez y la viuda cale profundamente en el corazón del
cristiano latinoamericano de hoy.
MISERICORDIA O RECOMPENSA
(LUC.18:9-14)
A. El contexto sinóptico
Jesús en esta parábola describe la ACTITUD de un fariseo que se creía SUPERIOR
a sus demás compatriotas por su observancia estricta de la Ley de Moisés.
La parábola hace sobresalir a este publicano que confía en la misericordia de Dios.
Jesús, por medio de la parábola, desea persuadir a su auditorio a que el perdón de
Dios aguarda a los pecadores que ponen su confianza en la misericordia de
Dios.
La parábola del fariseo y el publicano, en cambio, recalca EL PELIGRO DE LA
ORACIÓN PRESUMIDA (vv. 9-14).
A. EL PELIGRO DE LA PRESUNCIÓN
La enseñanza de la parábola está para todo aquél que tenga el mismo espíritu
farisaico, sea que se halle fuera o dentro de la iglesia. Precisamente esta
ampliación del auditorio para la parábola cuadra con la práctica del evangelista de
universalizar su mensaje. Hay que recordar que Lucas es el evangelista que más
incluye a todos los no judíos y a los marginados dentro del alcance del amor de Cristo.
Aunque Jesús hace que el fariseo sea uno de los protagonistas principales de la
parábola, para Lucas la parábola se dirigía a cualquier persona que se
justificara a sí mismo y sobre todo al religioso cuyo espíritu fuera santurrón.
Por esto, el evangelista advierte por medio de la parábola a todo cristiano, fuera
miembro de la iglesia en Roma, en Antioquía o en otra parte, que NO DEBÍA ORAR
CON EL ESPÍRITU DEL FARISEO. Es totalmente posible que Lucas se hubiera topado
con algunos cristianos que tenían la misma ACTITUD QUE EL FARISEO de la
parábola. Es decir, desdeñaban a sus compañeros cristianos como si fueran menos
"espirituales" que ellos. Claramente, para Lucas la auto justicia y el desdén para
otros eran dos posturas interrelacionadas psicológicamente (Jones, p. 199).
En esta parábola y en otros lugares dentro de los Evangelios los fariseos quedan muy
mal parados, principalmente por su pretensión de superioridad espiritual.
Kistemaker (pp. 256, 257) indica, sin embargo, que sería un error atribuir esta actitud
negativa a todos los fariseos, ya que Nicodemo tanto como José de Arimatea eran
fariseos. Es evidente que los demás evangelistas no caracterizaban a estos dos con
esta actitud negativa.
¿Cómo era el legalismo del fariseo?
Al acudir al templo para orar, el religioso por medio de sus palabras desmiente
su necesidad de Dios ya que confía en su propia justicia.
Se cree capaz de cumplir con los requisitos que él mismo ha establecido.
Llama la atención que va a la parte exterior con el fin de ser visto en la oración
por los hombres.
Al orar, se pone de pie y al mirar hacia el cielo "oraba consigo mismo". la oración
del fariseo se centra en sí mismo. Tenía el propósito de ser oída por la gente
en su derredor.
No se le escapa al lector que el pronombre "YO" figura por lo menos cuatro veces en
la oración.
También sobresale el hecho de que en la oración:
No hay ninguna petición. Lo más probable es que así resulta, porque el fariseo
se creía totalmente autosuficiente.
Tampoco hay confesión en la oración, porque legalistamente había cumplido
con todos los mandamientos de Moisés. Se creía totalmente inocente, pero
ignoraba el papel de la gracia de Dios.
Es más, en la oración el fariseo fanfarronea que hace dos cosas por encima de lo
prescrito por la ley.
Hace alarde de ayunar dos veces por semana, los lunes y los jueves. La ley
de Moisés exigía que el pueblo ayunara sólo una vez al año en el Día de la
Expiación (Lev. 16:29-31; 23:27-32; Núm. 29:7 -"afligir el alma" se entiende
como ayuno, comp. NVI-). No obstante esto, los fariseos insistían en ayunar los
días adicionales. Tal práctica no era común entre la gente común.
Otro motivo de fanfarronería de parte del fariseo era su práctica de diezmar
más allá de lo que la ley demandaba. Según ésta, se esperaba que se pagase un
diezmo sólo sobre la cosecha agrícola (Deut. 14:22). El fariseo afirmaba que
pagaba diezmos de "todo lo que poseía". Si el religioso tenía granos agrícolas
entre sus posesiones, el agricultor que los cosechó ya habría pagado un diezmo.
Pese a esto, el fariseo quería informar a Dios que pagaba un diezmo adicional, cosa
no requerida por la ley. Quería impresionar a Dios con su legalismo sacrificial.
B. EL PUBLICANO
El otro personaje principal de la parábola es el publicano.
Éste era odiado no tan sólo por el fariseo de la parábola sino por la mayoría de
los judíos.
Era considerado como traidor. Esto tenía que entregárselo al ofendido el mismo
día en que ofrecía un sacrificio ante Dios por su pecado.
Esto introduce una segunda característica de Dios que se puede apreciar a lo largo de
la parábola: la soberanía de Dios. Cuando Jesús declara "Os digo que éste descendió
a casa justificado en lugar del primero" (l4a) demuestra su plena soberanía para
perdonar a los imperdonables. La libertad de Dios siempre echa a tierra todas las
falsas rigideces establecidas por los hombres. Así fue en el caso del publicano que
recibió el perdón de Dios por su espíritu arrepentido.
Jesús termina la parábola en Lucas con la misma frase que había empleado en otra
parábola (Luc. 14:11) y en otro contexto (Mat. 23:12): "Porque cualquiera que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido". El que la parábola
termine con una frase generalizadora demuestra que no siempre las parábolas tienen
que interpretarse asociándolas con un evento específico en el ministerio de Jesús (Via,
p. 22). Esta es una de esas parábolas. El que así sea hace que su aplicación al contexto
contemporáneo sea más fácil.
En primer lugar es evidente que la parábola está impregnada del prejuicio. El fariseo
de la historia ilustrativa muestra su prejuicio contra el publicano por varias razones.
Claro, por su propio sentido de superioridad religiosa, desdeña al pobre "pecador" por
su modo de ganar la vida. El publicano se dedicaba a cobrar los impuestos
gubernamentales a favor de los administradores romanos que llevaban la batuta en
la Palestina. Cierto es, como ya se ha explicado, algunos de los judíos que servían a
las fuerzas romanas se enriquecían a costa del pueblo judío. Se puede entender cómo
se tendría una actitud negativa para con las personas que le robaban a uno. Pero la
parábola demuestra que de por medio había un odio de parte del fariseo, no tanto por
abusos económicos sino por su estatus social. Es de conocimiento común que los
fariseos tenían su propia manera de clasificar a la gente. Entre los "pecadores" había
muchas personas rechazadas por los fariseos simplemente por su trabajo. Entre
ellas estaban los curtidores. También en el escalafón social los pescadores ocupaban
un renglón inferior. Es muy posible que el puesto del cobrador de impuestos fuera
considerado también un rango social inferior.
No hay que rebuscar mucho entre la sociedad latinoamericana para encontrar ciertos
prejuicios semejantes. El que una persona tenga un trabajo cuya remuneración no es
grande a veces es motivo de desprecio de parte de cierto nivel de la sociedad. He aquí,
un prejuicio de índole económica. A veces el prejuicio no estriba exclusivamente en
razones económicas. La clase de trabajo también suele ser motivo de rechazo. Hay
cierto elemento en la sociedad latinoamericana que contempla el trabajo del servidor
público como algo indigno.
Muchos jóvenes evangélicos, por ejemplo, miran con desdén el trabajo del político,
porque consideran que la política de por sí es sucia. Se sabe, no obstante, que
cualquier trabajo puede ser digno siempre y cuando el que realiza el trabajo lo
desempeñe con honradez. Urge que haya jóvenes cristianos que se dediquen con
ahínco e idealismo al servicio de la patria como servidores públicos.
Hacen falta cristianos de verdad que contemplen su servicio público como un
ministerio y que sean luz y sal en el trabajo tal y como Jesús mandó en el Sermón del
monte. Mientras se siga relegando el trabajo gubernamental a los elementos no
cristianos del país, la política seguirá siendo "sucia".
Por la enorme diferencia entre estas dos clases en América Latina, suele darse que los
integrantes de ellas nunca se ven en contacto los unos con los otros. Esto hace que el
prejuicio y hasta el desdén entre las dos clases se den.
Otro género de clasismo existe también por el nivel de preparación académica. Las
personas con mayor y avanzada preparación cultural suelen mirar con cierto aire de
desprecio a los conciudadanos de menos cultura. Ambos tipos de clasismo son
lamentables, pero se dan.
La parábola del fariseo y el publicano tiene sus lecciones positivas y correctivas contra
el PREJUICIO y el CLASISMO. Jesús, por medio de la parábola, enseña que no
Importa el puesto o el nivel económico de la persona (sea fariseo o publicano). Dios
acepta a la persona no por su estado socioeconómico sino por su actitud 'para
con los demás y para con Dios. Hace falta una buena dosis de arrepentimiento de
parte de todas las clases con respecto al prejuicio y el desdén que tienen para otros
que no sean de su clase. Lo cristianamente ideal sería una sociedad no clasista.
Aprendamos las lecciones de la parábola del fariseo y el publicano. Para los miembros
de la iglesia cristiana esta parábola es especialmente pertinente. Lo más fácil es que
nos olvidemos de nuestra vida pasada en la que dábamos rienda suelta al pecado. Los
que nos hemos criado en un hogar cristiano estamos especialmente dados a olvidar
que también fuimos rescatados del pecado por la sangre de Jesús. Mientras más
tiempo uno sea creyente, más tendemos a olvidamos de que aún somos pecadores con
necesidad de arrepentimiento.
Este a todas luces cumplía con todas las leyes del judaísmo, y para el público, era
muy "justo". El problema con esto es que las demandas de Dios no son las mismas
que las del vulgo. Los creyentes con años de experiencia en la fe reconocen. que
siempre hay el problema del "yo" en nosotros. Siempre hay la tentación a sucumbir
ante los deseos personales en lugar de cumplir con la voluntad conocida de Dios. En
otras palabras, el egocentrismo es el problema mayor de todos. Está bien que
hayamos dejado atrás a los "pecados" más obvios ante la sociedad: pero recordemos
que por ser personas caídas, nunca llegaremos a la perfección o la impecabilidad en
esta vida. Al igual que el publicano, necesitamos reconocer el pecado que nos
arrastra, confesarlo ante el Señor y pedir perdón en nombre y por la obra de
Cristo Jesús. EL ARREPENTIMIENTO ES UNA ACTITUD MÁS QUE UN ACTO. Ya
que el pecado es permanente aun en los creyentes, el arrepentimiento debe
caracterizamos también como algo permanente. La parábola nos enseña
claramente que existe el peligro de que el creyente llegue equivocadamente a la idea
de una superioridad espiritual. Esta misma actitud conduce a la larga a desprecio
para con los demás. Los seguidores de Jesús quedan debidamente advertidos en
contra de esta actitud. A la luz de esta parábola, pues, quedan dos cosas que los
creyentes deben procurar evitar: UNA FALSA ACTITUD DE SUPERIORIDAD
ESPIRITUAL Y EL OLVIDO DE NUESTRA PROPIA CONDICIÓN DE PECADOR.