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ECLIPSE DE LA CONCIENCIA MORAL - POR ABELARDO PITHOD

martes, 17 de enero de 2012

Benedicto XVI ha hablado en varias ocasiones del actual oscurecimiento de la conciencia moral. Hay una creciente
dificultad para discernir entre lo justo o injusto, lo verdadero y lo falso, lo natural de lo antinatural. El fenómeno no
presenta distingos entre clases sociales, sean altas, medias o bajas, si no solo matices. El aumento de la inseguridad
es un síntoma alarmante del eclipse moral.
Benedicto XVI ha hablado en varias ocasiones del actual oscurecimiento de la conciencia moral. Hay una creciente
dificultad para discernir entre lo justo o injusto, lo verdadero y lo falso, lo natural de lo antinatural. El fenómeno no
presenta distingos entre clases sociales, sean altas, medias o bajas, si no solo matices. El aumento de la inseguridad
es un síntoma alarmante del eclipse moral. De crímenes terribles nos enteramos todos los días. Crece el número de
ancianos que son salvamente agredidos para robarlos. Pero el Papa no parece referirse a estos crímenes cuando habla
del oscurecimiento de la conciencia moral, se refiere al eclipse de la conciencia moral del hombre común, en la vida
corriente. Frente a esta circunstancia debemos preguntarnos cómo hacer para afianzar una conciencia moral recta.
Habitualmente esto se produce con la buena educación y las influencias que recibimos desde niños. Al llegar a adultos
siguen siendo relevantes los condicionamientos sociales, aquello que se justifica o tolera socialmente porque es lo que
está “instalado”. Por cierto que el eclipse moral en la actualidad está forjado de todos estos
elementos, pero tiene sus rasgos propios. Uno muy importante es el relativismo como ideología prevalente. Es la
convicción de que no hay nada estable en la condición humana, que no hay propiamente una naturaleza humana. El
Papa advierte, además, que el actual eclipse de la moralidad tiene atenuantes, es decir que hay factores que nublan la
capacidad de discernir de mucha gente respecto de lo que se encuadra dentro de ley natural, o sea lo que está o no
permitido. El eclipse se observa en la creciente actitud favorable ante prácticas como la homosexualidad, la
anticoncepción, el aborto, la eutanasia, la manipulación genética, etc. El eclipse moral es notorio también en la
aceptación de comportamientos como mentir, estafar, hurtar, y tantos otros, que para muchos han dejado de ser
reprobables. Estamos inmersos en un mundo en el que la corrupción pública, en todas sus modalidades, no tiene
sanción, ni siquiera provoca escándalo. En nuestro país causa poca repulsa el dinero mal habido, al contrario, mucha
gente, en el fondo, lo envidia. La corrupción de las costumbres es considerada de manera benevolente por las masas.
La clase media, seguramente la más normativa, acepta cualquier espectáculo en los medios de comunicación, de la
frivolidad a la pornografía. La desvergüenza ha ido en aumento desde la época en que Santos Discépolo escribiera su
tango Cambalache, a mediados de la década del 30. Todo lo cual es indicativo del proceso sufrido por la sociedad
occidental, es decir del eclipse de la conciencia moral. Lo que señalamos no es para nada intrascendente, ni se debe
solo a pacata beatería. La caída del Imperio romano tuvo múltiples causas, pero una fue sin duda la disolución de las
costumbres. La consecuencia es que no hay manera de que rija una mínima convivencia social, esa amistad cívica de la
que hablaba Aristóteles, en una sociedad disoluta. El eclipse de la conciencia moral no trae solo males morales
individuales, sino sociales, y es la sociedad la que plasma a las nuevas generaciones. No hay
“hominización” fuera de esa matriz.

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