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En este presente trabajo, se realizará un análisis narratológico del cuento “El

hombre” perteneciente al libro de cuentos El llano en llamas (1955) de Juan


Rulfo. En la propuesta teórica se tomara en cuenta el texto Figuras III (1989) de
Gerard Genette. El análisis se comenzará siguiendo el orden de la propuesta del
teórico francés en su libro, en la cual se citará y ejemplificara con párrafos del
cuento, así como una explicación entre la teoría y la práctica. Finalmente, la
bibliografía consultada.

En el libro Figuras III, Genette divide su libro en 5 capítulos: Orden, Duración,


Frecuencia, Modo y Voz. Se empezará con el Orden.

1. Orden

Genette hace una división entre el tiempo de la historia que es lineal y el tiempo
del relato en lo que sucede dentro de la diégesis de texto, se llega a la conclusión
que no hay una sincronía sino una anacronía entre ambas porque la historia no
puede coincidir al mismo tiempo que el relato, a menos que sea un monólogo o
soliloquio. Así señala:

Las relaciones entre la duración variable de esos acontecimientos, o


segmentos diegéticos, y la seudoduración (en realidad longitud del texto)
de su relación con el relato: relaciones pues de velocidad, que serán
objetos del segundo; relaciones, por último, de frecuencia, es decir,
atenernos aquí a una fórmula aun aproximativa, relaciones entre
capacidades de repetición de la historia y las del relato. (Genette 1989:90-
91).

Entonces, el orden va estar en relación con la duración y la frecuencia, los otros


dos capítulos siguientes. Empieza por las anacronía que explican la disonancia
entre el orden de la historia y el del relato, va ser descartado el famoso grado
cero, así pues se tomara en cuenta la analepsis y la prolepsis. La primera se
refiere en contar por adelantado (futuro) un hecho mientras que la analepsis
vendría a ser la evocación posterior de un acontecimiento anterior al punto de
la historia.

Sobre alcance y la amplitud, señala:

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Un anacronía puede orientarse hacia el pasado o el porvenir, más o menos
lejos del momento presente, es decir, el momento en que sea interrumpido
el relato para hacer sitio: llamaremos alcance a la anacrónica, a esta
distancia temporal. Y también puede abarcar una duración de historia
más o menos larga: es lo que llamaremos amplitud. (Genette 1989:103).

Entonces, el alcance se relaciona con la distancia temporal mientras que la


amplitud es la duración de la historia.

1.2 Analepsis

Se tienen la analepsis externa e interna. La primera, por ser externa no afecta


en ningún momento su interferencia con el relato primero porque su objetivo es
completarlo para aclarar al lector algún antecedente pero sin repercusión en
el relato primero. Mientras que en la interna, está incluida en el relato primero,
que pueden ser redundante (reiterativas) o de colisión.

También se la puede dividir por la configuración de un narrador heterodiegético


que puede ser uno externo en tercera persona incluso el omnisciente a
comparación de las homodiegéticas en la que hay un narrador autodiegéticas,
en primera persona o el personaje principal que narra la diégesis intervienen las
interferencias.

Además en la interna, pueden haber dos tipos de analepsis: Las completivas


que vendrían a ser aquellas emisiones que llenan una laguna o elipsis del
anterior relato. Por otra parte, se tienen a las repetitivas o evocaciones donde
se tiene una serie de sucesos recurrentes entre el presente y el pasado.

La paralipsis vendría ser la omisión constitutiva de alguna situación del pasado


de un acto. Esto se debe cuando el narrador es el que narra la historia.

1.3 Prolepsis

Es la anticipación temporal, mucho menos frecuente que la figura inversa que la


analepsis. También se distinguen las internas y las externas. En las internas
debido a las interferencias se pueden dar en las heterodiegéticas cuyo riesgo
es nulo. En las prolepsis completivas se intentan llenar alguna laguna por
adelantado, así como puede ser poco a poco repetitiva, en este caso las
prolepsis repetitivas.
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Finalmente, este capítulo termina con la anacronía en la que puede haber
analepsis sobre prolepsis y prolepsis sobre analepsis, el orden vendría a ser uno
de los rasgos constitutivos de la temporalidad narrativa.

2. EL HOMBRE: Un breve resumen

En el cuento “El hombre” empieza con la persecución de un hombre de apellido


Urquidi que persigue a José Alcancía por un asunto de venganza familiar ya que
el primero había asesinado al hermano del segundo, cuyas razones se
desconocen. El segundo es testigo de este hecho (este pacto) y decide tomar
venganza por su hermano algún día en señal de retribución. Lo que sucederá,
años después, será que Alcancía asesinará a la familia Urquidi .La matanza
sucede cuando el jefe de la familia está ausente debido al entierro de su hijo.
Luego de esta situación, el asesino decide escapar. Urquidi al enterarse de la
masacre, lo persigue en todo el primer relato, aunque hay que señalar que no
todo esto es cierto, ya que se analizará, con el segmento de la voz, en la que no
solo se incluye la voz de Urquidi sino de Alcancía. Al final, el perseguido muere
por su perseguidor en el río. La segunda historia que se narra encuentro es el
encuentro anterior a la muerte de alcancía, entre un borreguero que lo acoge, y
le cuenta al licenciado que no sabía que aquel hombre había sido un asesino. La
huida de Juan se relaciona con este relato ya que busca refugiarse de Urquidi
ya que sabe que vendrá por él primero. Este relato, finalmente, nos muestra
desde otra perspectiva la configuración de este personaje antes de su muerte,
que concluirá con el ciclo de venganzas.

Analepsis

El tiempo de la historia, si se quiere ordenar la temporalidad es que Urquidi


persigue a Alcancía para poder vengarse de este, y al final logra hacerlo,
disparándole con el cuerpo sumergido en el río. La analepsis puede configurarse
en el recuerdo de Urquidi por su hijo fallecido en el entierro, el motivo por el cual
Alcancía asesino a su familia y la venganza de Alcancía frente el antagonista,
cuando más adelante se confirmará que ambos son culpables.

El que lo perseguía dijo: “Hizo un buen trabajo. Ni siquiera los despertó.


Debió llegar a eso de la una, cuando el sueño es más pesado; cuando
comienzan los sueños; después del ‘Descansen en paz’, cuando se suelta

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la vida en manos de la noche con el cansancio del cuerpo raspa las
cuerdas de la desconfianza y las rompe”. (Rulfo 2002:132).

En esta cita, él que persigue, vendría a ser el señor Urquidi quien recuerda la
noche del asesinato cuando José Alcancía asesinó a su familia. Lo interesante
es que recrea la escena a partir de un hecho pasado. En este caso la analepsis
es interna y reiterativa, vendría a ser heterodiegética. No puede decirse que sea
completiva porque mas adelante se explicará este suceso una y otra vez, termina
por ser reiterativa.

“No debí matarlos a todos —dijo el hombre—.”Al menos no a todos”. Eso


fue lo que dijo. (Rulfo 2002:132).

En esta cita, me adelantaré a confirmar que es la voz de José Alcancía ya que


se remite al pasado por medio del recuerdo y el monólogo interior, el hecho de
ser consciente de haber asesinado a la familia Urquidi. Es una analepsis interna,
heterodiegética e iterativa ya que esta frase lo repetirá más delante. Si se quiere
interpretar a un nivel más crítico, esta repetición es por la culpa de haber roto el
pacto de la ley ojo por ojo diente por diente, es decir, en vez de matar al señor
Urquidi, asesina a los familiares, quienes eran inocentes ya que no formaban
parte del pacto.

Se sentó en la arena de la playa —eso dijo el que lo perseguía—. Se sentó


aquí y no se movió por un largo rato. Esperó a que despejaran las nubes.
Pero el sol no salió ese día, ni al siguiente. Me acuerdo. Fue el domingo
aquel en que se me murió el recién nacido y fuimos a enterrarlo. No
teníamos tristeza, sólo tengo memoria de que el cielo estaba gris y
de que las flores que llevamos estaban desteñidas y marchitas como
si sintieran la falta del sol. (Rulfo 2002:133).

En esta analepsis, está la voz del Señor Urquidi que está recordando el entierro
de su hijo muerto a manos de Alcancía. Otra vez vuelve la idea de recrearlo que
hizo este luego de haber asesinado a su familia, una hipodiégesis podríamos
estar hablando. Esta es una analepsis interna, heterodiegética y completiva ya
que nos enteramos que el entierro del hijo del señor Urquidi será el momento por
el cual, Alcancía atacará.

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No debí haberme salido de la vereda —pensó el hombre. Por allá hubiera
llegado. Pero es peligroso caminar por donde todos caminan, sobre todo
llevando este peso que yo llevo. Este peso se ha de ver por cualquier ojo
que me mire; se ha de ver como si fuera una hinchazón rara. Yo así lo
siento. Cuando sentí que me había cortado un dedo, la gente lo vio y yo
no, hasta después. Así ahora, aunque no quiera, tengo que tener alguna
señal. Así lo siento, por el peso, o tal vez el esfuerzo me cansó”. Luego
añadió: “No debí matarlos a todos; me hubiera conformado con el que
tenía que matar; pero estaba oscuro y los bultos eran iguales...
Después de todo, así de a muchos les costará menos el entierro.
(Rulfo 2002:133).

Alcancía cuenta como se cortó el dedo gordo del pie, y luego vuelve a la
analepsis del volver a recordar la culpa por haber matado a todos los familiares
con un actitud más indiferente que compasiva ya que los asesino por el
momento. En un párrafo se menciona como el trabajillo pendiente que puede ser
sinónimo de venganza sobre la muerte de su hermano, el trabajo pendiente. Esta
analepsis es interna, está entre heterodiegética y reiterativa.

¿Por qué habría dicho aquello? Ahora su hijo se estaría burlando de él.
O tal vez no. “Tal vez esté lleno de rencor conmigo por haberlo
dejado solo en nuestra última hora”. Porque era también la mía; era
únicamente la mía. Él vino por mí. No los buscaba a ustedes,
simplemente era yo el final de su viaje, la cara que él soñaba ver
muerta, restregada contra el lodo, pateada y pisoteada hasta la
desfiguración. Igual que lo que yo hice con su hermano; pero lo hice
cara a cara, José Alcancía, frente a él y frente a ti y tú nomás llorabas
y temblabas de miedo. Desde entonces supe quién eras y cómo vendrías
a buscarme. Te esperé un mes, despierto de día y de noche, sabiendo
que llegarías a rastras, escondido como una mala víbora. Y llegaste tarde.
Y yo también llegué tarde. Llegué detrás de ti. Me entretuvo el entierro del
recién nacido. Ahora entiendo. Ahora entiendo por qué se me marchitaron
las flores en la mano. (Rulfo 2002:134).

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La analepsis está en evocar el pasado, por segunda vez, el señor Urquidi
menciona el entierro de su hijo El remordimiento está en que si se habría
demorado menos, pudo haber salvado a su familia. Pero ambos llegaron tarde,
señala. Esta frase puede ser una prolepsis porque, al final, ninguno de los dos
llegó a encontrarse. También es completiva porque nos enteramos el motivo por
el cual se han originado este ciclo de venganzas, y es con el asesinato del
hermano de José, del que fue testigo a manos del jefe de los Urquidi. Este lo
dejo vivo por una cuestión de pacto, una convención entre ellos ya que José
deberá asesinarlo en cualquier momento porque es su objetivo.

No debí matarlos a todos —iba pensando el hombre—. No valía la


pena echarme ese tercio tan pesado en mi espalda. Los muertos
pesan más que los vivos; lo aplastan a uno. Debía de haberlos
tentaleado de uno por uno hasta dar con él; lo hubiera conocido por el
bigote; aunque estaba oscuro hubiera sabido dónde pegarle antes que
se levantara... Después de todo, así estuvo mejor. Nadie los llorará y yo
viviré en paz. La cosa es encontrar el paso para irme de aquí antes que
me agarre la noche. (Rulfo 2002:134-135).

Esta analepsis es interna, heterodiegética reiterativa y completiva porque, si bien


otra vez, se vuelve sobre el asesinato de los familiares del señor Urquidi, que no
debía hacerlo porque el peso, es decir, la carga de conciencia que sufrirá lo
aplastará. Por otra parte completa información porque no sabía cómo reconocer
a su enemigo, justificando su accionar violento para luego, escaparse.

“Hijo —dijo el que estaba sentado esperando—: no tiene caso que te diga
que el que te mató está muerto desde ahora”. ¿Acaso yo ganaré algo con
eso? La cosa es que yo no estuve contigo. ¿De qué sirve explicar nada?
No estaba contigo. Eso es todo. Ni con ella. Ni con él. “No estaba con
nadie; porque el recién nacido no me dejó ninguna señal de
recuerdo.”(Rulfo 2002:135).

Esta analepsis parte de la voz del señor Urquidi le promete a su hijo, quien fue
asesinado por José Alcancía, promete matar al asesino que ya está muerto .Pero
esta venganza ,de alguna manera, no justifica ni le devolverá a su hijo de la
muerte ,se demuestra con esta pregunta:

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¿Acaso yo ganaré algo con eso? La cosa es que yo no estuve
contigo. ¿De qué sirve explicar nada? No estaba contigo. Eso es
todo. Ni con ella. Ni con él. (Rulfo 2002:135).

En cuanto a la segunda historia, el borreguero debe recordar lo sucedido cuando


conoció a José Alcancía ante las preguntas del licenciado, por lo que sería una
analepsis todo lo que está a punto de contar (el tiempo pasado) desde que lo
conoció hasta que encontró el cadáver del hombre:

“¿Qué traerá este hombre?”, me pregunté.


Y nada. Se echó de vuelta al río y la corriente se soltó zangoloteándolo
como un reguilete, y hasta por poco y se ahoga. Dio muchos manotazos y por
fin no pudo pasar y salió allá abajo, echando buches de agua hasta
desentriparse.
Volvió a hacer la operación de secarse en pelota y luego arrendó río arriba
por el rumbo de donde había venido.
Que me lo dieran ahorita. De saber lo que había hecho lo hubiera
apachurrado a pedradas y ni siquiera me entraría el remordimiento.
Ya lo decía yo que era un juilón. Con sólo verle la cara. Pero no soy
adivino, señor licenciado. Sólo soy un cuidador de borregos y hasta sí
usted quiere algo miedoso cuando da la ocasión. Aunque, como usted dice,
lo pude muy bien agarrar desprevenido y una pedrada bien dada en la cabeza
lo hubiera dejado allí bien tieso. Usted ni quien se lo quite que tiene la
razón. (Rulfo 2002: 136-137).

Esta analepsis es externa porque se configura desde la visión de un personaje


secundario, ajeno al primer relato que se integra en este segundo porque
encontró a José merodear por sus tierras, en señal de buscar refugio ante la
búsqueda de su perseguidor. Es una analepsis externa, homodiegético y
completiva ya que nos muestra el tiempo que estuvo de fugitivo, refugiándose
de su perseguidor para luego ser asesinado. Tal como lo explica el borreguero,
si bien sospechaba de la actitud del forastero, así como de su físico, no
sospechaba que aquel pudo haber sido un asesino.

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Prolepsis

“Lo señaló su propio coraje —dijo el perseguidor—. Él ha dicho quién es,


ahora sólo falta saber dónde está. Terminaré de subir por donde subió,
después bajaré por donde bajó, rastreándolo hasta cansarlo. Y donde yo
me detenga, allí estará. Se arrodillará y me pedirá perdón. Y yo le
dejaré ir un balazo en la nuca... Eso sucederá cuando yo te
encuentre.”(Rulfo 2002: 132).

Esta es la voz del señor Urquidi, más adelante se demostrará. Esta descripción
el personaje se adelanta en predecir lo que le sucederá a José Alcancía, cuando
lo encuentre, describiendo su muerte en sus propias manos y la reacción de
este, recreando la situación según su plan .Y así sucede aunque el tema del
perdón no lo menciona José sino más bien el de la culpa y la huida. Es una
prolepsis interna, heterodiegético y completiva.

“Este no es el lugar —dijo el hombre al ver el río—. “Lo cruzaré aquí y


luego más allá y quizá salga a la misma orilla. Tengo que estar al otro
lado, donde no me conocen, donde nunca he estado y nadie sabe de mí;
luego caminaré derecho, hasta llegar. De allí nadie me sacará nunca”.
(Rulfo 2002:134).

Esta es la voz de José. Una vez que ha cometido el asesinato, decide huir
cruzando el río, se proyecta hacia el futuro, en el cual se refugiará en otro lado,
en otro espacio donde supuestamente nadie sabrá quién es él. Esta huida se
debe al miedo por ser encontrado por su perseguidor, y ser asesinado .Es una
prolepsis heterodiegético interna.

“Estás atrapado —dijo el que iba detrás de él y que ahora estaba sentado
a la orilla del río—. Te has metido en un atolladero. Primero haciendo tu
fechoría y ahora yendo hacia los cajones, hacia tu propio cajón. No tiene
caso que te siga hasta allá. Tendrás que regresar en cuanto te veas
encañonado. Te esperaré aquí. Aprovecharé el tiempo para medir la
puntería, para saber dónde te voy a colocar la bala. Tengo paciencia y tú
no la tienes, así que ésa es mi ventaja. Tengo mi corazón que resbala y
da vueltas en su propia sangre, y el tuyo está desbaratado, revenido y
lleno de pudrición. Esa es también mi ventaja. Mañana estarás muerto, o

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tal vez pasado mañana o dentro de ocho días. No importa el tiempo.
Tengo paciencia.”(Rulfo 2002:135).

Esta es una de las citas en la que se demuestra la seguridad y firmeza del


objetivo que tiene el señor Urquidi de llevar acabo su venganza, ya que se
anticipa con total firmeza en lograr su plan de asesinar a Alcancía porque tiene
paciencia y no desesperación como la que siente el perseguido además que no
le importa el tiempo que tome porque sabe que Alcancía debe pagar su error y
se anticipa a ello aunque no sabemos con exactitud cuánto tiempo le tomó
encontrarlo y esperarlo para concretar su venganza.

3. Duración

Genette lo llama anisocronías que parte del tiempo del relato. Señala:

Hay que renunciar pues, a medir variaciones de duración con respecto a


una inaccesible por inverificable, igualdad de duración entre el relato y la
historia. Pero el isocronismo de un relato puede definirse también como el
de un mismo péndulo, por ejemplo, no ya relativamente, por
comparaciones entre su duración y la de la historia que cuenta, sino de
forma en cierta medida absoluta y autónoma como constancia de
velocidad (Genette 1989:155).

Esta cita puede contrastar la postura de Genette conforme a lo mencionado en


el orden con creer que el tiempo del relato y de la historia pueden mantenerse
en equilibrio y sintonía.

Se propone lo que menciona sobre la elipsis ya que en el cuento hay muchas de


ellas. Señala:

Ausencia del relato sumario, ausencia de la pausa descriptiva; así pues,


en el cuadro del relato proustiano no subsisten sino dos de los
movimientos tradicionales. La escena y la elipsis. (Genette 1989:161).

Pueden ser elipsis determinadas e indeterminadas. También están las explicitas


son aquellas que indican el lapso del tiempo mediante la indicación textual que
se precisa. Mientras que las elipsis implícitas son aquella cuya presencia no
aparece declarada en el texto, que el propio lector debe inferir de alguna laguna
cronológica, soluciones de la continuidad narrativa. Por último, se tiene la elipsis
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hipotética, es la más implícita, la imposible de localiza a veces situada y revelada
a posterior en una analepsis.

Continuando con el análisis, podemos mencionar el tema del espacio. Debido a


que hay dos voces más la voz del narrador quienes cuentan el relato desde
diferentes perspectivas, espacios y tiempo como se desarrolló en el anterior
capítulo ya que se tiene la masacre (pasado) y la huida de Alcancía(presente)
con el recuerdo (el pasado), la prolepsis y la búsqueda de Urquidi (presente).

La elipsis que se menciona sobre:

¿Por qué habría dicho aquello? Ahora su hijo se estaría burlando de él. O tal vez
no. “Tal vez esté lleno de rencor conmigo por haberlo dejado solo en nuestra
última hora”. Porque era también la mía; era únicamente la mía. É1 vino por mí.
No los buscaba a ustedes, simplemente era yo el final de su viaje, la cara que él
soñaba ver muerta, restregada contra el lodo, pateada y pisoteada hasta la
desfiguración. Igual que lo que yo hice con su hermano; pero lo hice cara a cara,
José Alcancía, frente a él y frente a ti y tú nomás llorabas y temblabas de miedo.
Desde entonces supe quién eras y cómo vendrías a buscarme. Te esperé un
mes, despierto de día y de noche, sabiendo que llegarías a rastras, escondido
como una mala víbora. Y llegaste tarde. Y yo también llegué tarde. Llegué detrás
de ti. Me entretuvo el entierro del recién nacido. Ahora entiendo. Ahora entiendo
por qué se me marchitaron las flores en la mano.”(Rulfo 2002:132).

Esta es una elipsis ya que se nos menciona por primera y última vez, el motivo
por el cual ha surgido esta rivalidad entre ambos personajes, sobre todo el motivo
que llevo a Urquidi matar al hermano de José .No se comenta más, solo se
menciona.

La elipsis implícita se sostiene cuando no sabemos cuánto tiempo se demoro


Alcancía en concreta su venganza, solo sabemos que pasaron varios años ya
que se nos muestra como un adulto que tiene familia.

Por otra parte, hay una elipsis indeterminada explícita ya que Urquidi confiesa
esperar su venganza no le importa cuanto tiempo tome. En el relato no se nos
dice en que laso del tiempo Urquidi encontró a Alcancía, incluso señala
referencias al tiempo:

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“Estás atrapado —dijo el que iba detrás de él y que ahora estaba sentado a la
orilla del río—. Te has metido en un atolladero. Primero haciendo tu fechoría y
ahora yendo hacia los cajones, hacia tu propio cajón. No tiene caso que te siga
hasta allá. Tendrás que regresar en cuanto te veas encañonado. Te esperaré
aquí. Aprovecharé el tiempo para medir la puntería, para saber dónde te voy a
colocar la bala. Tengo paciencia y tú no la tienes, así que ésa es mi ventaja.
Tengo mi corazón que resbala y da vueltas en su propia sangre, y el tuyo está
desbaratado, revenido y lleno de pudrición. Esa es también mi ventaja. Mañana
estarás muerto, o tal vez pasado mañana o dentro de ocho días. No importa
el tiempo. Tengo paciencia.”

En cuanto a la escena, por el uso del monólogo interior de ambos personajes,


da una sensación de igualdad entre el tiempo del relato y el tiempo de la historia.

4. Frecuencia

Singulativo/iterativo

Señala que un acontecimiento está susceptible a ser repetido aunque esto no


necesariamente quiere decir que haya semejanza entre una repetición y la otra.
Señala que a priori existen cuatro tipos virtuales:

 Contar una vez lo que ha ocurrido una vez


 Contar n veces lo que ha ocurrido n veces
 Contar n veces lo que ha ocurrido una vez
 Contar una sola vez lo que ha sucedido n veces

En el cuento se cumple que se cuenta n veces lo que ha ocurrido una sola vez.
Ejemplos:

Los pies del hombre se hundieron en la arena dejando una huella sin
forma, como si fuera la pezuña de algún animal. Treparon sobre las
piedras, engarruñándose al sentir la inclinación de la subida; luego
caminaron hacia arriba, buscando el horizonte.

En este caso, se describe los pies de Alcancía, ya que tiene una importancia
dentro de la diégesis para poder reconocerlo a diferencia de Urquidi. Se

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animaliza, en este caso sus atributos del hombre-animal que trepa las piedras,
buscando el horizonte, el límite.

La vereda subía, entre yerbas, llena de espinas y de malas mujeres. Parecía


un camino de hormigas de tan angosta. Subía sin rodeos hacia el cielo.
Se perdía allí y luego volvía a aparecer más lejos, bajo un cielo más lejano.

Continúa el narrador describiendo el camino comparándolo con las hormigas,


se perdía en el cielo y volvía aparecer.

Los pies siguieron la vereda, sin desviarse. El hombre caminó apoyándose


en los callos de sus talones, raspando las piedras con las uñas de sus
pies, rasguñándose los brazos, deteniéndose en cada horizonte para
medir su fin: “No el mío sino el de él”, dijo. Y volvió la cabeza para ver
quién había hablado.
Ni una gota de aire, sólo el eco de su ruido entre las ramas rotas.
Desvanecido a fuerza de ir a tientas, calculando sus pasos, aguantando
hasta la respiración: “Voy a lo que voy”, volvió a decir. Y supo que era él
el que hablaba.

Comenzó a perder el ánimo cuando las horas se alargaron y detrás de un


horizonte estaba otro y el cerro por donde subía no terminaba. Sacó el
machete y cortó las ramas duras como raíces y tronchó la yerba desde la
raíz. Mascó un gargajo mugroso y lo arrojó a la tierra con coraje. Se chupó
los dientes y volvió a escupir. E1 cielo estaba tranquilo allá arriba, quieto,
trasluciendo sus nubes entre la silueta de los palos guajes, sin hojas. No
era tiempo de hojas. Era ese tiempo seco y roñoso de espinas y de
espigas secas y silvestres. Golpeaba con ansia los matojos con el
machete: “Se amellará con este trabajito, más te vale dejar en paz las
cosas”.

El hombre, es decir, Alcancía es quién tiene le machete empieza cortar para


poder luego de haber asesinado a los Urquidi, menos el patriarca que lo persigue
en toda la historia. Lo cual forma parte de la analepsis cuando hace mención del
trabajito o la venganza planeada.

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Alcancía busca ir a un sitio determinado con la cuestión de vengarse del señor
Urquidi, en camino hacia su casa. Esta decidido tras sus pasos.

Llegó al final. Sólo el puro cielo, cenizo, medio quemado por la nublazón
de la noche. La tierra se había caído para el otro lado. Miró la casa
enfrente de él, de la que salía el último humo del rescoldo. Se enterró en
la tierra blanda, recién removida. Tocó la puerta sin querer, con el mango
del machete. Un perro llegó y le lamió las rodillas, otro más corrió a su
alrededor moviendo la cola. Entonces empujó la puerta sólo cerrada a la
noche.

El tiempo cambio a la noche en todo su recorrido para llegar a la casa de su


enemigo como alguien familiar, logrando entrar:

La madrugada estaba gris, llena de aire frío. Bajó hacia el otro lado,
resbalándose por el zacatal. Soltó el machete que llevaba todavía
apretado en la mano cuando el frío le entumeció las manos. Lo dejó allí.
Lo vio brillar como un pedazo de culebra sin vida, entre las espigas secas.
El hombre bajó buscando el río, abriendo una nueva brecha entre el
monte.
Muy abajo el río corre mullendo sus aguas entre sabinos florecidos;
meciendo su espesa corriente en silencio. Camina y da vuelta sobre sí
mismo. Va y viene como una serpentina enroscada sobre la tierra verde.
No hace ruido. Uno podría dormir allí, junto a él, y alguien oiría la
respiración de uno, pero no la del río. La hiedra baja desde los altos
sabinos y se hunde en el agua, junta sus manos y forma telarañas que el
río no deshace en ningún tiempo.
El hombre encontró la línea del río por el color amarillo de los sabinos.
No lo oía. Sólo lo veía retorcerse bajo las sombras. Vio venir las
chachalacas. La tarde anterior se habían ido siguiendo, el sol, volando en
parvadas detrás de la luz. Ahora el sol estaba por salir y ellas regresaban
de nuevo.

El hombre Alcancía en el tiempo presente está tratando de huir de su


perseguidor.

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Se persignó hasta tres veces. “Discúlpenme”, les dijo. Y comenzó su
tarea. Cuando llegó al tercero, le salían chorretes de lágrimas. O tal vez
era sudor. Cuesta trabajo matar. El cuero es correoso. Se defiende
aunque se haga a la resignación y el machete estaba mellado: “Ustedes
me han de perdonar”, volvió a decirles.

Esta analepsis donde se menciona las disculpas, se repetirá tantos veces debido
a que José se da cuenta del error que ha cometido al matar a la familia y no al
señor Urquidi:

“No debí haberme salido de la vereda —pensó el hombre. Por allá hubiera
llegado. Pero es peligroso caminar por donde todos caminan, sobre todo
llevando este peso que yo llevo. Este peso se ha de ver por cualquier ojo
que me mire; se ha de ver como si fuera una hinchazón rara. Yo así lo
siento. Cuando sentí que me había cortado un dedo, la gente lo vio y yo
no, hasta después. Así ahora, aunque no quiera, tengo que tener alguna
señal. Así lo siento, por el peso, o tal vez el esfuerzo me cansó”. Luego
añadió: “No debí matarlos a todos; me hubiera conformado con el que
tenía que matar; pero estaba oscuro y los bultos eran iguales... Después
de todo, así de a muchos les costará menos el entierro.”

La analepsis nos da información de su pie y quién habla es Alcancía,


lamentándose reiterativamente sobre lo que ha cometido.

“No debí matarlos a todos —iba pensando el hombre—. No valía la pena


echarme ese tercio tan pesado en mi espalda. Los muertos pesan más
que los vivos; lo aplastan a uno. Debía de haberlos tentaleado de uno por
uno hasta dar con él; lo hubiera conocido por el bigote; aunque estaba
oscuro hubiera sabido dónde pegarle antes que se levantara... Después
de todo, así estuvo mejor. Nadie los llorará y yo viviré en paz. La cosa es
encontrar el paso para irme de aquí antes que me agarre la noche.”

Otra vez, el arrepentimiento por cometer una misma acción se repite con los
muertos que ha asesinado por no distinguir al bigote.

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El hombre entró a la angostura del río por la tarde. El sol no había salido
en todo el día, pero la luz se había borneado, volteando las sombras; por
eso supo que era después del mediodía.

El hombre vio que el río se encajonaba entre altas paredes y se detuvo.


“Tendré que regresar”, dijo.
El río en estos lugares es ancho y hondo y no tropieza con ninguna piedra.
Se resbala en un cauce como de aceite espeso y sucio. Y de vez en
cuando se traga alguna rama en sus remolinos, sorbiéndola sin que se
oiga ningún quejido.

En este fragmento se nos comenta la huida que emprende luego de cometer el


asesinato, ahora se nos cuenta varias veces y no solo la versión de Alcancía
sino de Urquidi quien lo está esperando para poder vengarse

El hombre recorrió un largo tramo río arriba.


En la cabeza le rebotaban burbujas de sangre.

En este fragmento, Alcancia morirá finalmente en manos de Urquidi como lo


había planeado.

Del lado de Urquidi, también se cuenta la misma situación de persecución que


es reiterativa desde su perspectiva:

“Pies planos —dijo el que lo seguía—. Y un dedo de menos. Le falta el


dedo gordo en el pie izquierdo. No abundan fulanos con estas señas.
Así que será fácil.”(Rulfo 2002:131).

“Subió por aquí, rastrillando el monte —dijo el que lo perseguía—.


Cortó las ramas con un machete. Se conoce que lo arrastraba el ansia.
Y el ansia deja huellas siempre. Eso lo perderá. (Rulfo 2002:132).

“Lo señaló su propio coraje —dijo el perseguidor—. Él ha dicho quién es,


ahora sólo falta saber dónde está. Terminaré de subir por donde subió,
después bajaré por donde bajó, rastreándolo hasta cansarlo. Y
donde yo me detenga, allí estará. Se arrodillará y me pedirá perdón.
Y yo le dejaré ir un balazo en la nuca... Eso sucederá cuando yo te
encuentre.”(Rulfo 2002:132).

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En este caso, Urquidi recrea la escena, la anticipa ya que sabe que tarde o
temprano tendrá que matar a Alcancía. Y por eso lo espera y persigue mientras
piensa en el pasado (analepsis), en la muerte de su familia.

El que lo perseguía dijo: “Hizo un buen trabajo. Ni siquiera los


despertó. Debió llegar a eso de la una, cuando el sueño es más
pesado; cuando comienzan los sueños; después del ‘Descansen en
paz’, cuando se suelta la vida en manos de la noche con el cansancio del
cuerpo raspa las cuerdas de la desconfianza y las rompe.”(Rulfo 2002:
132).

“Se sentó en la arena de la playa —eso dijo el que lo perseguía—. Se


sentó aquí y no se movió por un largo rato. Esperó a que despejaran
las nubes. Pero el sol no salió ese día, ni al siguiente. Me acuerdo. Fue el
domingo aquel en que se me murió el recién nacido y fuimos a enterrarlo.
No teníamos tristeza, sólo tengo memoria de que el cielo estaba gris y de
que las flores que llevamos estaban desteñidas y marchitas como si
sintieran la falta del sol.”(Rulfo 2002: 133).

“El hombre ese se quedó aquí, esperando. Allí estaban sus huellas: el nido
que hizo junto a los matorrales; el calor de su cuerpo abriendo un pozo en
la tierra húmeda.” (Rulfo 2002: 133).

En cuanto, al segundo relato se propone que la frecuencia quien en este caso,


el borreguero narra n veces lo que ha sucedido n veces ya que conoció
perseguido antes y después de la muerte. Incluso la analepsis repetitiva que nos
da la certeza sobre el pasado de Alcancía.

5. Modo

La función más importante es afirmar una historia refiriéndose entre los hechos
reales y ficticios. Lo que el modo le interesa es más que contar una historia
según tal punto de vista. En esta representación puede mantenerse a partir de
dos elementos o grados: la distancia y la perspectiva en la información narrativa.

En la distancia surgirán tres estados de discurso de personajes, refiriéndolo a la


distancia narrativa:

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 El discurso narrativizado o contado.- Es el discurso más distante y
reductor
 El discurso transpuesto en discurso interior.
 Y la forma más mimética es en la que el narrador finge ceder la palabra al
personaje que se llama restituido.

El cuento se asemeja más con la tercera propuesta ya que el narrador adopta la


voz de sus personajes en muchas ocasiones para darle credibilidad en sus
monólogos también narrativizado contando, especialmente en los espacios en el
cual hay un estilo indirecto con el diálogo regido en verbos declarativos. Casi al
final, se da la sensación de un diálogo entre Alcancía y Urquidi, pues sus voces
llegan a coincidir para consumir el juego de perseguidor-perseguido.

Por otra parte, en el relato de acontecimiento, se presenta o bien la ausencia


mínima del narrador o la cantidad de información que varía. Una diferencia clara
ese da entre la diégesis y la narración que necesitan para aumentar la
información e informador.

Dentro de un discurso interior se destaca el estilo indirecto libre en donde parece


ser que la voz del personaje se confunde con la del narrador, lo cual genera una
visión ambigua .El personaje tiene una conciencia del aquí ahora mientras que
el narrador sigue el tiempo pasado de la narración. Vale decir, que la experiencia
del personaje será rescatada por el narrador que imita las posibles expresiones
del personaje y el sistema deíctico:

En esta cita, el narrador es quién describe los espacios, como un narrador


externo que cuenta las acciones de sus personajes porque es omnisciente en la
diégesis además que describe y detalla desde su mirada externa e interna, se
inserta la voz del personaje, su monólogo interior que intenta imitar pero hay una
señal directa por momentos, sea indirecto libre también ya que hay una
ambigüedad entre la voz del narrador y del personaje.

Los pies siguieron la vereda, sin desviarse. El hombre caminó


apoyándose en los callos de sus talones, raspando las piedras con las
uñas de sus pies, rasguñándose los brazos, deteniéndose en cada
horizonte para medir su fin: “No el mío sino el de él”, dijo. Y volvió la
cabeza para ver quién había hablado.
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Ni una gota de aire, sólo el eco de su ruido entre las ramas rotas.
Desvanecido a fuerza de ir a tientas, calculando sus pasos, aguantando
hasta la respiración: “Voy a lo que voy”, volvió a decir. Y supo que era él
el que hablaba. (Rulfo 2002: 131).

5.1 Focalización

En cuanto a la focalización, se puede relacionar con el punto de vista en general,


sin particularizar la voz de ningún personaje, en el cual se afirman que los
acontecimientos narrados desde el interior. En el primer relato hay un narrador
heterodiegético mientras que en el segundo está el homodiegético.

Dentro del relato se halla la focalización interna de un narrador con relato de


punto vista, campo limitado, relato con visión porque el narrador sabe
exactamente lo mismo que los personajes .También guarda relación con la
focalización variable ya que se aprecian los distintos puntos de vista de los
personajes: Alcancía y Urquidi sobre la venganza. Y múltiple porque sucede un
mismo hecho en común, con la muerte de Alcancía en el primer relato
contrastado con el segundo relato a partir del narrador homodiegético que es el
borreguero.

5.2 Alteraciones

En las perspectivas suelen a ser asiladas y efímeras, que no afectan el modo


dominante del relato, en este caso del relato principal. Hay dos tipos: La omisión
lateral y Paralipsis o hiperlimitación de campo. La primera funciona dando menos
información de la que se requiere al principio del relato que permita comprender
la historia. Entonces, se omite alguna acción, hecho o pensamiento que provoca
en la recepción, es decir, en el lector, que sentirá, en un principio sentirá una
falta de compresión, pero que al final, estimulará un cierto placer estético e
intelectual.

El segundo tipo es la Paralipsis que funciona en dar una mayor información, que
en principio, permite la focalización que rige en todo el relato. En todo caso,
resalta que cuando hay un exceso de información implícita se denomina indicios.

En el cuento, la alteración vendría a ser la omisión lateral ya que se nos da


menos información de lo que sucede en cuanto a que no sabemos el motivo por

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el cual el perseguidor persigue al perseguido. Además del uso del monólogo
interior, del cual no permite que se cuente la historia en un orden lineal sino que
hay variaciones temporales y espaciales entre las focalizaciones de las voces de
los personajes ya que se alternan entre Alcancía y Urquidi, quienes brindan un
mínimo de información, omiten el motivo de la venganza del segundo dado por
una disputa familiar pero, ya un poco más de la mitad del relato, nos enteramos
el escape de Alcancía luego de asesinar a los Urquidi que será perseguido por
el jefe de familia, y este nos cuenta el motivo ,casi al final, del ciclo de venganzas.
Obviamente que la historia presenta indicios pero no lo suficiente como para
saber los motivos además que tampoco corresponde a una linealidad ni que el
perseguido fuera perseguido, dado que las voces están alternadas ,ofreciendo
poco información al principio, y queda claro con el final aunque incompleto. En
cuanto al segundo relato, sí hay una linealidad al igual que tampoco hay
alteraciones ya que el borreguero intenta aclarar lo que paso después de la huida
de Alcancía y su refugio en la casa del borreguero hasta su muerte, que se
menciona con el hallazgo del cadáver de parte de este .Ya se había mencionado
en el relato anterior , complementando de alguna manera, el sentido del primero
y repitiendo información que nos confirma los indicios del primer relato: Alcancía
asesinó a la familia Urquidi y en venganza, será asesinado por la patriarca.

6. Voz

Se debe partir de dos preguntas: ¿Quién la enuncia? Y ¿En qué situaciones


(dónde y cuándo) la enuncia?

Primero se debe diferenciar entre la voz del narrador y del autor real. El segundo
es el responsable social de producir el texto, es el autor escritural que tiene un
estilo o estilema, una manera particular del lenguaje. Este tiene existencia real.
Mientras que el narrador es un ser ficcional ontológicamente, no es una
proyección total del autor. Muchas veces juega con la enajenación y el
extrañamiento que son juegos para confundir el autor con el narrador. Así pues,
funciona para la economía del relato.

Por otra parte, entre el lector y autor se establece un pacto ficcional del como si,
hay que creer. Muchas veces hay un narrador no fidedigno, este no cumple con
el pacto ficcional, ya que no te dice la verdad, que puede ser un caso.

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En cuanto a la pregunta planteada al principio, quien enuncia sería la persona,
es decir, el narrador. La segunda pregunta vendría a ser el nivel narrativo en
relación con la historia. Y la tercera en cuanto al tiempo, es el momento en el
cual se narra la historia.

En la narración hay cuatro posiciones:

Ulterioridad: esta posición que es la más frecuente porque el narrador cuenta lo


que ocurre en la diégesis en un pasado más o menos distante, que el narrador
nos recuerda.

Anterioridad: Este es el menos frecuente ya que puede ocurrir en sueños


predictivos o profecías en un tiempo lejano

Simultaneidad: El narrador cuenta la diégesis en el momento en que ocurre, en


el que se desarrolla. Entra en la historia las novelas objetivas y en la narración
el monólogo interior como ejemplos.

Intercalación: La narración se fragmenta, se inserta en distintos momentos de la


acción. En ella se puede unir la narración ulterior y la simultánea. Esto significa,
que narra acciones del pasado en un momento simultáneo.

En el cuento, esto último se cumple, es decir, la narración intercalada, ya que


hay una mirada hacia el pasado mediante el recuerdo y el monólogo interior
dado entre comillas en el caso de Urquidi cuando se refiere al entierro de su hijo
que sucedió en el pasado, así como recrea, al mismo tiempo las acciones que
hizo José durante y después del asesinato en su ausencia, todo se narra en un
tiempo simultáneo ya que persigue, y posteriormente, espera al perseguido para
matarlo en el presente . Por otra parte, durante la persecución en el presente,
Alcancía no solo escapa sino que evoca el día que asesinó a la familia Urquidi
en la noche: antes, durante y después.

Por otra parte, se puede hablar que también en el segundo relato hay una
narración intercalada ya que, borreguero cuenta en simultáneo al licenciado
como conoció a José, lo observo durante cierto tiempo hasta su muerte, ya que
encuentra su cadáver en el río con disparos y por eso, notifica a las autoridades
su hallazgo sin saber el motivo que hay detrás, porque solo conoce lo que vio
externamente del personaje.

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En el nivel narrativo, se tiene:

 Extradiegético: Si el narrador es alguien externo a la historia que se narra.


 Diegético o interdiegético: Si el narrador está dentro de la historia que se
narra.
 Metadiegético o relato en segundo grado: El narrador es un personaje que
perteneció a una historia marco o base, cuenta a su vez, otra historia.

En el cuento, en el relato marco se tiene el narrador extradiegético que está fuera


de la historia, que sabe lo que pasa entre Alcancía y Urquidi, que sabe sus
acciones y sentimientos. En cambio, el borreguero es diegético a la historia ya
que está dentro contando como conoció al muerto.

Pues bien en la diégesis se tienen tres tipos según la persona:

 Autodiegético: Narrador protagonista- principal quien cuenta la historia.


 Homodiegético: Se dice que es homodiegético cuando pertenece al
espacio de la diégesis, el narrador es un personaje secundario.
 Heterodiegético: Aquel que no pertenece a la historia, un demiurgo como
un dios lejano, ausente de la historia.

En el cuento, hay un narrador heterodiegético que narra los hechos, no es parte


de la historia ya que no es un personaje pero sabe las acciones y pensamientos
de los personajes:

Los pies del hombre se hundieron en la arena dejando una huella sin
forma, como si fuera la pezuña de algún animal. Treparon sobre las
piedras, engarruñándose al sentir la inclinación de la subida; luego
caminaron hacia arriba, buscando el horizonte.
“Pies planos —dijo el que lo seguía—. Y un dedo de menos. Le falta el
dedo gordo en el pie izquierdo. No abundan fulanos con estas señas. Así
que será fácil.”
La vereda subía, entre yerbas, llena de espinas y de malas mujeres.
Parecía un camino de hormigas de tan angosta. Subía sin rodeos hacia
el cielo. Se perdía allí y luego volvía a aparecer más lejos, bajo un
cielo más lejano. (Rulfo 2002:131).

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Y homodiegético testigo como es el caso del Borreguero.

Cabe señalar que la diégesis es el mundo representado donde se ubica el


personaje, la acción, espacio y tiempo.

La metalepsis vendría a ser la violación de estas normas en el nivel narrativo.

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Bibliografía

Genette, G. (1989). Figuras III. Barcelona: Editorial LUMEN, S.A.

Rulfo, J. (2002).El llano en llamas. Lima, Perú: Ediciones PEISA.

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