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La impronta durkheimiana en el funcionalismo: Malinowski y Radcliffe- Brown

Roberto Garcés Marrero

Introducción

Con el desarrollo de los saberes humanos, fue surgiendo la especialización como necesidad.
Del tronco primigenio de la filosofía se deslindaron nuevas maneras de entender la realidad
o partes de ella, con sus propios cuerpos teórico- conceptuales y metodológicos. Así, las
primeras en diferenciarse fueron las denominadas ciencias exactas y naturales; pero, a partir
del Renacimiento, con su búsqueda de explicaciones no teológicas sobre el mundo y el ser
humano, sumado al descubrimiento occidental de nuevas sociedades, hizo que el
conocimiento acerca de las cuestiones sociales se fuera alejando del carácter puramente
especulativo que tuvo hasta ese momento. Procesos complejos acaecidos a lo largo de los
siglos siguientes, como la colonización de América, Asia y África, la Revolución francesa y
la industrialización acelerada, propia del capitalismo, afianzaron estas inquietudes. Desde el
siglo XIX fue una gran aspiración de las ciencias sociales hacerse dignas de denominarse
ciencias, dentro de parámetros propios a lo considerado científico en otras áreas del
conocimiento, la física y la biología, verbigracia. La búsqueda de leyes universales de la
sociedad se convirtió en el nuevo El Dorado de estos estudiosos y tanto el marxismo como
el positivismo coincidieron en este punto de partida. Marx, Comte, Spencer, todos asumieron
una concepción evolucionista e incluso cierto conatos taxonomistas, propios del auge de las
teorías biológicas por esos años. La mayor diferencia radicaba en las implicaciones
ideológicas que unos y otros daban a esas ideas, pero no es este el espacio para ahondar en
tan enjundioso tema, por lo que no nos detendremos aquí.

El positivismo comtiano, en especial, se caracterizó por la comprensión sincrónica de la


sociedad a partir del binarismo estática- dinámica y, desde el punto de vista diacrónico, por
la sobresimplificada ley de los tres estados, que tan determinante sería para el evolucionismo
antropológico. Sobre todo, la consigna de orden y progreso se cernía como fin último de la
sociedad y de cualquier intento de comprenderla. El aspecto político conservador de esta
corriente de pensamiento es evidente, así como su tosquedad teórica. Sin embargo, con Emile
Durkheim, hay un despegue de estas ideas hacia derroteros que han marcado un hito en la
historia de los saberes que pretender estudiar las sociedades. Este escrito se orienta hacia la

1
impronta que la influencia durkheimiana ha tenido en el devenir posterior de la antropología,
especialmente en el funcionalismo, tomando como referentes a las variantes más
significativas del mismo, es decir, a Bronislaw Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-
Brown.

El pensamiento de E. Durkheim

El trabajo de Durkheim fue orientado fundamentalmente hacia tratar de hacer a la sociología


una disciplina científica organizada, metódica, bajo la impronta del típico racionalismo
cartesiano francés. No en balde uno de sus principales textos se nombra Las reglas del
método sociológico: por la vastedad de la obra de este autor y el propósito del actual ensayo
nos limitaremos a considerar esta obra. Allí, desde casi sus primeras páginas, el autor
reconoce explícitamente el carácter conservador de su propuesta y su rechazo al
materialismo, en clara alusión al marxismo, pero se confiesa objetivista1, o sea, admite la
existencia de una realidad social objetiva, que no podemos transformar a voluntad. Esta
realidad se manifiesta y puede ser comprendida a partir de los que Durkheim llama hechos
sociales, es decir “maneras de hacer o de pensar, y se les reconoce por la particularidad de
que son susceptibles de ejercer una influencia coercitiva sobre las conciencias individuales”2.
Estos hechos sociales son objetivos, aunque tienen una cierta cualidad psíquica, no son la
suma de las psiquis individuales, sino que las preexisten y las determinan, actuando a través
de ellas, incluso. Se plantea así el primer rasgo diferencial del objeto de estudio de la
sociología: existen tres órdenes bien enmarcados de la vida humana, el biológico u orgánico,
el psicológico y el social. El tercero no puede ser explicado por los otros dos y es a
comprender ese aspecto a lo que los sociólogos están llamados. La sociología es, entonces,
la ciencia del génesis y funcionamiento de las instituciones, entendiendo a estas como “todas
las creencias y modos de conducta instituidos por la comunidad”3.

Estos hechos tienen una influencia coercitiva, no siempre violenta, que enmarca la posible
conducta individual en ciertos límites, más o menos amplios, pero más allá de los cuales
aparece el castigo. Podríamos decir que los hechos sociales dan orden, estructuran a la

1
Durkheim, E. Las reglas del método sociológico. Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, 1997, pp.
9-10
2
Op. Cit., p. 27
3
Op. Cit., p. 31

2
sociedad y, además, son empíricamente analizables, incluso estadísticamente. Esta idea del
orden y la cohesión social marcan la pauta que siguió Durkheim a la hora de tratar de
comprender las sociedades: reglas, normas, cooperación, todo orienta hacia el esfuerzo de
comprender lo social como un todo orgánico, donde la ausencia de este orden solo significa
un fallo, lo anómico. Esta totalidad actuante por, e incluso, a pesar de lo individual, dada a
través de una serie de hechos sociales, es lo que debería interesar a la sociología. Aquí radica
quizás la mayor debilidad de este esquema de pensamiento, el buscar en la sociedad un
modelo de equilibrio casi absoluto, que solo puede estar dado en un plano ideal, dejando de
lado todo lo que implique conflicto o contradicción, como no esencial al desempeño de lo
social. Por otra parte, la búsqueda de la explicación de la sociedad dentro y exclusivamente
de la propia sociedad se convierte en un círculo vicioso que deja fuera tanto la adaptación a
un medio ambiente concreto y las interacciones que se tienen con el mismo, como a lo
individual, considerado como circunstancial, transitorio y reemplazable. Así también, la
normalidad se convierte en un criterio tautológico, como afirma Alejandro Agudo: “la
condición normal para un tipo dado de sistema social es aquélla más frecuentemente
observada en las sociedades de dicho tipo.”4

Estas ideas durkheimianas fueron determinantes para las ciencias sociales. Tal como sostiene
Ritzer, su teoría es relativamente clara, respecto a otros teóricos de la época5 y sin dudas, esto
favoreció su difusión. En el caso particular de la antropología marcaron un derrotero: de lo
que se trata es de comprender esa totalidad en las culturas denominadas primitivas. Así,
dejando de lado esquemas evolutivos y especulaciones históricas los antropólogos del
funcionalismo británico se lanzaron a entender las instituciones de esas sociedades y su
funcionamiento. Sin embargo, la asunción del pensamiento de Durkheim no fue homogéneo.
Hacia la descripción somera de esta influencia y sus variaciones, especialmente en cuanto al
marco conceptual y metodológico de la antropología, se encaminan las páginas siguientes.

4
Agudo Sanchiz, Alejandro. “La influencia de Durkheim y Las formas elementales de la vida religiosa en la
antropología”. En Revista de Filosofía (Universidad Iberoamericana), año 44, número 133, julio – diciembre
2012, p. 149
5
Ritzer, George. Teoría sociológica clásica. P. 259 McGraw-Hill, Madrid, 1993, p. 259

3
Malinowski y el acceso empírico a la totalidad durkheimiana

El punto de partida de Malinowski era básicamente, muy similar al de Durkheim: cada uno
en su respectiva disciplina, estaban sumamente preocupados por establecer las bases
científicas, teórico- metodológicas de su área de conocimiento. Malinowski, en este sentido,
dedicó mucho espacio a explicar las reglas del método etnográfico y a sobre cómo hacer
trabajo de campo, a partir de su propia experiencia en Nueva Guinea y las islas Trobiand. El
etnógrafo debe conocer la producción etnográfica anterior, tiene que ponerse en las
condiciones adecuadas para su trabajo (la convivencia permanente y exclusiva con los
nativos es condición sine qua non para el mismo) y además debe utilizar métodos activos de
investigación. En primera instancia, podría parecer que Durkheim no sería una base propicia
para una propuesta metodológica tan empírica y que se precia tanto de estar situada en un
espacio y tiempo tan concreto que no debería dar espacio a la especulación. Sin embargo, el
propio Malinowski afirma: “en toda su integridad y bajo todas sus facetas, la cultura tribal
debe ser el foco de interés de la investigación. La estructura, la ley y el orden, que se han
revelado en cada aspecto, se aúnan también en un conjunto coherente.”6

Según Malinowski, entonces, el propósito de este trabajo rigurosamente empírico es para


comprender la totalidad, su orden, su funcionamiento estructurado, lo cual sería un principio
totalmente durkheimiano. El etnógrafo debe reconstruir la “anatomía tribal” a partir de sus
reglas y normas; como esto no está recogido en ningún código, la manera de hacerlo es a
través de una etnografía, la cual debe ser lo más rigurosa posible. La diferenciación entre lo
observado y el testimonio de los informantes es uno de los detalles que hace que el método
sea más minucioso.

Sin embargo, no basta reconstruir la estructuración de la anatomía descarnada de la cultura


tribal: también como se manifiesta la vida cotidiana es un factor imprescindible para
comprender la realidad social. La cuestión de los imponderables de la vida real y su
importancia para la comprensión etnográfica abre un espacio para cuestiones de índole más
microsocial e incluso, puramente individual que rebasan no solo a Durkheim, sino a los
intereses investigativos de la mayoría de los sociólogos. Por otra parte, Malinowski no

6
Malinowski, Bronislaw. Los argonautas del Pacífico occidental. Editorial Planeta-Agostini, Barcelona, 1983,
p. 28

4
explica la función de las instituciones a partir del papel que cumplen en el ordenamiento y la
cohesión de la estructura social, o al menos no es ese el criterio básico. Asume como
principio del funcionamiento de las instituciones culturales a la satisfacción de las
necesidades humanas básicas. Al respecto, comenta:

“Resulta claro, me parece, que cualquier teoría de la cultura debe partir de las
necesidades orgánicas del hombre, y si logra relacionar las más complejas e
indirectas, pero quizás más imperativas necesidades, del tipo de las que llamamos
espirituales o económicas, nos habrá proporcionado una serie de leyes generales que
tanto necesitamos en una cabal teoría científica.”7

La comprensión del concepto función desde la interrelación entre los comportamientos


culturales, los procesos orgánicos del cuerpo humano y la conducta concomitante a estos es
algo que diferencia fundamentalmente al funcionalismo malinowskiano con el resto de los
máximos exponente de la escuela funcionalista y sus respectivas bases en la teoría
sociológica de Durkheim. No obstante, para Malinowski, la forma siempre está determinada
por la función y no es posible el análisis de complejos culturales de manera aislada o
desestructurada. Por tanto, su análisis parte de la premisa funcionalista general de concebir
la totalidad a partir de reglas y normas generales que mantienen el orden del sistema social,
de ahí su interés en la ley y el orden en las sociedades primitivas. Pero, basta leer Crimen y
costumbre en la sociedad salvaje para comprobar que Malinowski se resiste a considerar la
absoluta sumisión del individuo al grupo, rompiendo así con una de las principales premisas
de Durkheim8.

En Malinowski, hay otra idea que parece venir más de Adam Smith que de Durkheim y es
que el intercambio entre individuos y grupos es tan ordenador de las relaciones, instituciones
y grupos sociales como las propias reglas y normas. De hecho, está ampliamente regulado y
puede resultar un hecho social, capaz de ser utilizado para explicar a toda la sociedad a partir
del mismo, como es el caso del kula melanesio. El intercambio como proceso regulador al

7
Malinowski, Bronislaw. Una teoría científica de la cultura. Editorial SARPE, Madrid, 1984, p. 94
8
V. Malinowski, Bronislaw. Crimen y costumbre en la sociedad salvaje. Editorial Planeta-Agostini, Barcelona,
1985, p. 22

5
interior de las sociedades es un elemento de análisis que permea toda su obra, dando así un
matiz interaccionista que lo distingue también de otros representantes del funcionalismo.

Se podría decir que la importancia del aspecto etnográfico en la propuesta de Malinowski, e


incluso su propia experiencia en campo, hace que su trabajo, si bien tenga una inspiración
durkheimiana de base, no sea una réplica de conceptos sociológicos deducidos a la fuerza de
cierta organización social y, por esto mismo, es capaz de tener en cuenta fenómenos que
habían sido dejado de lado por otros investigadores. Su propuesta abreva de varias fuentes,
puestas a dialogar con su propia experiencia ganada en muchos años de trabajo de campo, lo
cual sin dudas la enriquece y le otorga esa originalidad tan propia. En general, el trabajo de
Malinowski parece jugar con el pensamiento de Durkheim, ora poniéndose bajo su égida, ora
escapándose de su sombra.

Radcliffe- Brown: la herencia directa del legado de Durkheim a la antropología

En otra vertiente de la escuela británica del llamado estructural- funcionalismo se encuentra


como representante más destacado a Alfred Reginald Radcliffe- Brown. Aquí la asunción del
pensamiento durkehimiano parece ser mucho más directa; la antropología, de hecho, solo se
considera sociología comparativa, así que, de manera inmediata tanto por su objeto de
estudio, como por su método, e incluso teóricamente, el legado de Durkheim está presente
con mayor claridad. Este autor, además concibe a la antropología social como una rama de
las ciencias naturales9, rechazando la existencia de escuelas antropológicas con maneras
diferentes de acercarse al mismo objeto de estudio, entronizando así de manera absoluta al
funcionalismo como el método por antonomasia, como la antropología en sí.

Para este autor, las relaciones sociales, se organizan y controlan por una serie de reglas,
normas y patrones que conforman una serie organizada de estructuras: así se conforma el
entramado social. Estas normas establecidas por los grupos o clases son las instituciones.
Para comprender la sociedad debemos comprender esas estructuras, sus funciones y
organización, es decir la manera en la que están institucionalizadas10. Función, para
Radcliffe- Brown, con un fuerte matiz del biologicismo organicista spenceriano, conserva el

9
V. Radcliffe- Brown, A. R. Estructura y función en la sociedad primitiva. Editorial Planeta- Agostini, Barcelona,
1986, p. 216
10
Op. Cit., pp. 18- 19

6
sentido que se le da en fisiología, cuando se habla de una estructura orgánica, por ejemplo,
el corazón y el proceso de la vida del individuo. Es decir, función es la relación que se
establece entre las estructuras sociales y el proceso social, la imbricación que existe entre
ellos; así la función sería el papel que cumple determinada estructura en el mantenimiento de
sociedad y su orden, ya que el cambio de esta se concibe de manera gradual, procesual. En
palabras de este autor:

“Los seres humanos individuales, que son este caso las unidades esenciales, están
conectados por una serie definida de relaciones sociales dentro de un todo integrado.
La continuidad de una estructura social, como la de una estructura orgánica no se
destruye por cambios en las unidades. Los individuos pueden dejar la sociedad, por
muerte o por otra razón; otros pueden ingresar en ella. La continuidad de la estructura
se mantiene por un proceso de vida social, que consiste en las actividades e
interacciones de los seres humanos individuales y de los grupos sociales en los que
están unificados. La vida social de la comunidad se define como el funcionamiento
de la estructura social. La función de cualquier actividad recurrente, como el castigo
de un crimen o una ceremonia funeraria es la parte que desempeña en la vida social
como un todo y, por tanto, la contribución que hace al mantenimiento de la
continuidad estructural.”11

De esta manera, bastante simple en realidad, se construye un aparato conceptual,


evidentemente heredero del pensamiento de Durkheim y que no se separa de este en el
objetivo fundamental de tratar de comprender a la sociedad como una totalidad estructurada,
a partir de las normas que la ordenan, considerando al conflicto y a la contradicción como no
esenciales en la explicación de esta. Esto queda claro en la hipótesis que plantea el autor de
la “unidad funcional” de los sistemas sociales:

“Tal visión implica que un sistema social (la estructura social total de una sociedad
junto con la totalidad de usos sociales en que esta estructura social aparece y de los
cuales depende para la continuidad de su existencia) tiene un cierto tipo de unidad,
del cual podría hablarse como de una unidad funcional. Podemos definirlo como una
condición en la que todas las partes del sistema social trabajan juntas con un nivel

11
Op. Cit., p. 205

7
suficiente de armonía o de consistencia interna, es decir, sin producir constantes
conflictos que no puedan regularse o resolverse.”12

Aunque Radcliffe- Brown aclara que esta es una aseveración hipotética y debe ser
comprobada, por supuesto que una prenoción semejante sesgaría la mirada del investigador
ante cualquier manifestación de conflicto que no pueda ser regulado. La concepción de
función, entonces, quedaría en sí misma limitada a aquello que tribute a esta hipotética unidad
funcional. Es válido reconocer que el autor aclara explícitamente que este concepto de
función es una “hipótesis de trabajo”, pero esta hipótesis parte de otra tampoco comprobada,
como la de unidad funcional y ambas presuponen una organización social ordenada y sin
conflicto, que es justo lo que debería ser investigado. Por tanto, el pensamiento de Radcliffe-
Brown alrededor de la concepción de función parece conformarse a partir de una petición de
principio, falacia lógica que presupone dada como un hecho la condición misma que debe
probar. Ya como se ha visto con anterioridad, el pensamiento de Durkheim es tautológico
por momentos, pero el de Radcliffe- Brown, quizás por su propia pretensión teorizante y
sistematizadora, en lugar de superar a su predecesor se interna aún más en estos círculos
viciosos. La fácil organización de un sistema teórico se convierte, por su propia sencillez, en
una peligrosa sobresimplificación con un clarísimo sesgo ideológico conservador. No
obstante, no es la primera vez en la historia de la ciencia que instrumentos epistémicos se
revelan demasiado simples para aprehender a la proteica complejidad de la realidad y
ejercitándolos, errando a veces, se llega a maneras más complejas de acercarse a esta huidiza
realidad, perfeccionándolos, si es posible, o sustituyéndolos. De cualquier manera, han sido
pasos necesarios en este largo camino del saber humano.

Conclusiones

El pensamiento durkheimiano, sin dudas fue uno de los exponentes más elaborados del
positivismo. Por su claridad, la aplicabilidad inmediata de su sistema, su búsqueda de un
conocimiento verdaderamente positivo, su esfuerzo por cientifizar a la sociología
clarificando su objeto de estudio y su corpus teórico- metodológico, fue uno de los autores
que más pudo influir en el devenir posterior de las ciencias sociales. Para el funcionalismo
sería determinante sus nociones de estructura, función, hecho social, etcétera, pero, sobre

12
Op. Cit., p. 207

8
todo, es su conato de encontrar una manera total de comprender a la sociedad el objetivo
definitivo de esta escuela.

¿Por qué existen sociedades coherentes, estructuradas? ¿Cómo funcionan las normas y las
reglas? ¿Qué es lo normal? ¿De qué depende el equilibrio de esta estructura social o conjunto
de estructuras? Todas estas preguntas son planteadas de manera más o menos explícita en la
obra durkheimiana y los diferentes funcionalistas tratan de dar respuestas a las mismas o, a
veces, se limitan a ser un eco y repetirlas. Lo cierto es que Durkheim marcó un horizonte: de
lo que se trata es de ver a la sociedad en equilibrio, hay que comprender por qué perdura;
pero también dejó límites: la cuestión del conflicto, la transformación y el cambio queda
fuera de estas inquietudes. Por otra parte, no solo se limitó a qué hay que investigar, sino que
esbozó cómo. En el presente ensayo no se aspiró a explicar toda la influencia que tuvo este
autor en los funcionalistas posteriores y por razones de espacio y oportunidad, no se aborda
toda la obra de Durkheim ni la de estos, ni siquiera todas las publicaciones más importantes.
No obstante, en un primer acercamiento, podemos aseverar que en el caso de Malinowski la
influencia de Durkheim fue más de fondo: el propio trabajo de campo, así como una
formación filosófica y científica anterior, hacen que este antropólogo, si bien asumiera las
preguntas de Durkheim como suyas, tratara de acercarse a respuestas más personales. En
cambio, en Radcliffe- Brown se siente menos distancia de la sombra de este padre fundador
de la sociología.

Ambos buscaron entender la realidad social en su equilibrio, desechando su devenir histórico,


centrándose en su aspecto sincrónico puro, diseccionando instituciones, clasificando
estructuras y dilucidando sus funciones con esmero taxonómico. Quizás por esto no pudieron
ver la profunda huella que el colonialismo había dejado en esas sociedades, así como que las
mismas no se replicaban de manera tan exacta al pasar de los años. Esto, en gran medida fue
debido a su mirada, educada durkheimianamente, una mirada que a nosotros nos puede
parecer limitada, pero que en ese momento se acercó de manera muy seria a elementos
teórico- metodológicos y de índole empírica, gracias a los cuales vemos mejor ahora.

Sin embargo, en la actualidad, el esfuerzo de Malinowski resulta más nutricio para los
debates contemporáneos sobre la antropología y sus métodos. Su escaso interés especulativo,
sumado a su inquietud por hacer lo más minuciosas posibles las herramientas etnográficas

9
hacen que su propuesta mantenga su frescura y un carácter más flexible. Su experiencia
marcó un ejemplo aún seguido hoy y su noción de intercambio fue un aporte definitivo a
autores posteriores como Marcel Mauss y a toda la teoría antropológica. En el caso de
Radcliffe- Brown su énfasis en la construcción de un sistema, a partir del aparato conceptual
durkheimiano (naturalmente limitado por un cierto contexto histórico y científico) hace que
tenga una fecha de caducidad más inmediata. Los sistemas de pensamiento cerrados suelen
ser de vida mucho más corta, por su propia rigidez y simplicidad; lamentablemente suelen
sesgar mucho más las investigaciones, obligando a los estudiosos a enmarcarse en aparatos
conceptuales de escasa adaptabilidad, que, si bien ayudan a refinar la visión, pueden
estrecharla e incluso, distorsionarla, en su afán de ser los métodos absolutos. De cualquier
manera, tanto en un caso como en el otro, la influencia de Durkheim fue multiplicada,
reproducida, llegando hasta nuestros días.

Bibliografía

1. Agudo Sanchiz, Alejandro. “La influencia de Durkheim y Las formas elementales de


la vida religiosa en la antropología”. En Revista de Filosofía (Universidad
Iberoamericana), año 44, número 133, julio – diciembre 2012
2. Durkheim, E. Las reglas del método sociológico. Fondo de Cultura Económica,
Ciudad de México, 1997.
3. Malinowski, Bronislaw. Crimen y costumbre en la sociedad salvaje. Editorial
Planeta-Agostini, Barcelona, 1985.
4. -----------------------------. Los argonautas del Pacífico occidental. Editorial Planeta-
Agostini, Barcelona, 1983.
5. ----------------------------. Una teoría científica de la cultura. Editorial SARPE,
Madrid, 1984.
6. Radcliffe- Brown, A. R. Estructura y función en la sociedad primitiva. Editorial
Planeta- Agostini, Barcelona, 1986.
7. Ritzer, George. Teoría sociológica clásica. P. 259 McGraw-Hill, Madrid, 1993.

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