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El mediador debe reconocer sus capacidades, limitaciones e intereses individuales, así como
institucionales. Se excusará de participar en una mediación por razones de conflicto de
intereses o por la falta de preparación o aptitudes necesarias para llevar a cabo el
procedimiento de una forma adecuada. De igual manera, el mediador, tiene el deber de dar
por terminada una mediación cuando advierta falta de colaboración de uno o más de los
mediados, o de respeto a las reglas establecidas para el adecuado desarrollo de la mediación.
En casi todas las legislaciones que contemplan los MASC se utilizan los principios antes
mencionados con excepción del principio de voluntariedad para iniciar un trámite judicial
ya que legislaciones como la argentina, española (en temas de familia), estadounidense en
ciertos Estados, entre otras, han adoptado a la mediación con el carácter de requisito previo
indispensable antes de entablar una demanda y dejar a la justicia convencional que resuelva
la disputa.
En nuestra legislación no se hace una enunciación directa de los principios que rigen a la
mediación, sin embargo, la nueva ley de Mediación obligatoria de Argentina, los enumera
claramente en su Art. 7.
El mediador debe contener sus impulsos naturales de simpatía, agrado o concordancia con
determinadas ideas, situaciones o personas que se encuentren involucradas en un proceso de
mediación. Este principio abarca el deber del mediador de excusarse si existen determinados
vínculos entre él y uno o más de los mediados, como parentesco, amistad, trabajo, etc. En
circunstancias donde existen ciertos vínculos que no causarán conflictos de interés desde su
punto de vista, el mediador deberá indicárselo a los mediados y solicitar que ellos decidan,
si es apropiada o no, su participación como mediador en su caso particular.
El procedimiento para llevar a cabo la mediación puede variar de caso en caso, en función a
las circunstancias y a lo que sea más oportuno para los objetivos que buscan el mediador y
las partes en el conflicto. Si se analizan diversos casos de mediación y se tienen cuenta la
flexibilidad que la caracteriza, se puede concluir que no existe un procedimiento único para
la mediación.
El mediador deberá siempre indagar si los mediados entienden claramente los contenidos y
alcances de ese acuerdo. Cuando el mediador detecte desequilibrio de poderes entre los
mediados, procurará, sobre la base de sus intervenciones, balancear el procedimiento,
buscando el equilibrio.
Desde este principio, el mediador sustrae sus puntos de vista relacionados con el conflicto,
a fin de evitar inducir las conclusiones a que deban llegar los mediados. Así ayuda a los
mediados a arribar a sus propios acuerdos, absteniéndose de emitir juicios, opiniones o
soluciones sobre los asuntos tratados y respetando las decisiones que adopten los mediados.
El mediador evita dar asistencia técnica, como pueden ser procedimientos terapéuticos, de
representación y asesoría y / o emitir juicios de formación profesional o personal.