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NOTAS A LA ACTUALIDAD CULTURAL DE PRONTO, LA INFANCIA ... ed é súbito sera. in D.D. de Ñapóles a Roma, en prima-
SALVATORE QUASIMODO •era.
Seguimos sin «Teatro de la ciudad» a su Cabildo Catedral para que, con el fin de allegar Al encontrarle, era en el restaurante,
recursos al Hospital de la Santa Cruz, funcionase una TTNO va pensando en sus cosas y, tiem- despachando lentamente su copa de he-
JJZO con alborozo, con sincera alegría, que Tarra- Casa de Teatro, justamente cerca del recinto hospita- po por medio, a las primeras de lado de vainilla, al dirigírseme, hablarme,
gona se apresta a edificar su Teatro Municipal. lario, rambla abajo, donde se erigió el Teatro de la cambio, no atina, no cae en la cuenta. burlón y cordial, algo, sin género de du-
¿Y no diré, también, que con una cierta envidia? Santa Cruz —hoy destinado a cine— en el mismo El, en eso, fue más diligente; no le ca- da, me inducía a dar por segura una
¿Y no sería, ésta, ocasión de volver a un Jema en que «Pía de les Comedies», como todavía se le sigue lla- bía ni el menor asomo de duda. Estaba relación significativa, precisa, pero la
me he fatigado tantas veces a lo largo de tantos años? mando. Cualquier ciudad del mundo que tuviese un terminando de comer; comía solo, a dos pobre cabeza no atinaba a especificar;
No importa. Para quienes amamos a una Ciudad, edificio de casi cuatro siglos de tradición ininter? um- pasos del periódico acompañador de él dominaba la situación plenamente, go-
entrañablemente, no hay cansancio que desanime, ni pida al servicio del teatro, lo consideraría una pieza las sobremesas huérfanas. Me saludaba, bernaba el diálogo con superioridad ma-
dificultad que arredre. Porque creemos que «teatro» decisiva de su historia y de su tradición. (Los «cru- desde lejos; al acercarme, me espetó: nifiesta. MI nueva intervención, ya no
y «.civilización'» es la misma cosa, estimamos que elzados» eran ya una vieja y noble tradición escénica, —¿Cómo estás? Sigo tus cosas... Tú dilatoria, verdadera confesión en juicio,
servicio a la Ciudad, a la «civitasy>, debe ir acompa- cuando los «gomosos» o «pisaverdes» de mitad del si- no me recuerdas... —dijo convencida- resultaba desafortunada:
ñado del decoro escénico. El ascenso de Atenas a la glo XIX intentaron construir el «Liceo».) mente, con alborozo. —Te conozco, claro; pero... no sé
Cultura se hizo contemporáneamente a la organiza- Este enorme edificio del Teatro de la Santa Cruz Me recitaba las generales de la ley; dónde situarte...
ción, en la «polis», de los juegos o certámenes tea- entre el Hospital, el Museo de Arte Escénico y las había una cierta ironía antigua en sus Seguían las bromas del acertijo; él
trales. Reales Atarazanas centraría ese recinto de nobleza ojos; todo en él me parecía exacto, fa- aludía a mis cosas, con evidente cien-
miliar, pero confieso que no podía lo- cia, pero a las recientes, notorias, con
No se trata, pues, de «abrin un nuevo teatro, ya histórica y museística que Barcelona va creando en calizarle.
que, afortunadamente, la línea aterradora de descen- las Ramblas y, a pocos pasos del Conservatorio del —Espera... —decía yo mirándole, pa-
cuidado de no referirse a nada que pu-
so en el número de locales parece substituida por una Liceo, podría albergar, junto a las salas de espec- ra ganar tiempo.
diera servirme de aclaradora asociación.
curva ascensional. Se trata de otorgar a «un» teatro táculos, los locales del Instituto del Teatro, tan me-
Se recreaba en la suerte:
Uno anda en sus pensamientos, y lo es-
dentro de la Ciudad la dignidad representativa que nesterosos
mos en él
de ampliación, especialmente si alberga-
nuestra soñada Escuela de Cinematografía. —No te diré mi nombre; no; después,
pera todo menos encontrarse con un ser,
y hallarse en el brete de centrarlo en
corresponde a su representación municipal. Se me saldrías con que "lo tenías en la punta iempo y lugar, el extenso tiempo que
dirá que, desde hace unos meses, la campaña —cier- de la lengua"; y no será verdad. va quedando atrás; piensa en sus cosas,
tamente importante— de promoción teatral llevada
a cabo por el Estado ha cuajado en el fruto cierto de
Una tarea municipal y provincial Guaseaba con salero; nos tuteábamos barajando ideas, hechos recientes: cas-
Tanto en el Hospital, como en las Atarazanas, el sin la menor vacilación. Tiempo por me- tillos en el aire, a menudo. Jugando con
un teatro en el que el Municipio, de alguna manera, dio; mal aliado el tiempo, hasta para las palabras, me sentía cada vez más
participa. Pero ni por su situación topográfica, ni por Ayuntamiento y la Diputación han hallado felices fór- olvidar lo que quisiéramos a toda cos- próximo, más a gusto hablando; de pie,
la dimensión de su aforo, este local puede aspirar a mulas de convivencia y colaboración. ¿Por qué no, en ta, y sigue acompañándonos como una los dos; se licuaba la vainilla; por mi
que nuestro Ayuntamiento considere saldado su com- este caso, en el que lo Municipal exige un Teatro giba; mucho tiempo, sin duda. Todo ocu- parte, corría el riesgo de perder una me-
promiso, cien veces presentado como urgente y ne- y lo Provincial necesita un Centro de Estudios Es- rría en instantes, pero me parecían ex- sa rinconera a la que había echado el
cesario a nuestros ciudadanos. cénicos, que hallarían, en esta ocasión sitio histórico
e incluso facilidad de aparcamiento? , tensos, duraderos, hasta acertar. La me- ojo al entrar. Puse en marcha todos mis
moria se pone tonta cuando uno menos motores; las potencias, las facultades
Barcelona se siente tremendamente vinculada a quisiera; y yo no quería; por cuanto te-
Insisto en una vieja propuesta su tarea de ennoblecimiento de sus raíces marineras. nía la certeza de que mi interlocutor no
son para las ocasiones; venía, por fin,
en mi ayuda el ángel de los recuerdos:
La situación topográfica es importante. Una Ciu- Todo el litoral estricto, desde el Barrio de Ribera a era de los centenares que se conocen, le dije el nombre; "estudiabas comer-
dad, como la nuestra, que se abandera con el orgullo Montjuich está bajo su revisión cuidadosa. El viejo pertenecientes a fungibles presentacio- cio", sentenció.
de cuidar sus piedras nobles, posee un recinto cen- «Pía de les Comedies», la tradicional «Plaza del Teatro» nes, a épocas espiritualmente no dura- Me quitaba un peso de encima, dian-
tral histórico en el que situar sus elementos repre- afluencia queBarcelona,
de nuestra
ya conoce,
constituye el centro de una
en el Teatro del Liceo, la afi-
deras; se van amontonando seres y más tre; me recorría una nostalgia; con cá-
sentativos, siempre que ello sea posible. seres que uno conoce por esos mundos mara lenta, hacia atrás, muy atrás, veía,
ción de la muchedumbre. Extender esta zona —donde de Dios; a veces, sin necesidad, se nos
A mi juicio, Barcelona posee esta oportunidad me- también se asienta el Teatro Romea-— hacia el mar se- en su rostro, el rostro de! niño, aso-
morativa y topográfica. Lo he dicho muchas veces, y ria ennoblecer una tradición cuatricentenaria, y sería graba la cara (la circunstancia, el año) mando, presente y antiguo. De pronto,
en ocasión que pareció económicamente más sencilla: una noble, una hermosa tarea conjunta para nuestro de un señor que habló con nosotros en a infancia. Montañas de tiempo pasa-
el Teatro de la Ciudad existe, debe existir, donde Ayuntamiento y para nuestra Diputación Provincial. un tren; y le recordamos, a veces, y lle- do, diría perdido si no sonara a la ma-
existió siempre. Barcelona posee, en efecto, un teatro gamos a preguntarnos qué habrá sido nida fórmula proustiana. Creo que no
al servicio de la colectividad, que funciona desde los de él, o si se cumplirían aquellos pro- nos viéramos jamás desde entonces; con
tiempos de Felipe II. Fue, en efecto, este Rey quien Guillermo DIAZ-PLAJA yectos suyos que nos contaba locuaz y pocos me pasó; acaso, poco antes de
en una Real Cédula de 1572 autorizó a la Ciudad y encendido; y puntualizamos que era en
de la Keal Academia Española la guerra, una vez, deprisa, por la calla;
total: desde entonces, en mi descargo.
Se acababan las bromas; comprendía-
mos que no había tiempo para decirlo
todo; recitábamos agolpadamente nom-
ENTES DE FICCIÓN Y DE REALIDAD bres; intentábamos, infructuosamente de-
cimos la vida en líneas esenciales; pero
todo quedaba en el aire; la suya, mejor,