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MIÉRCOLES, 19 FEBRERO 1969 LA VANGUARDIA ESPAÑOLA Pagino 11

LAS COSAS OLVIDADAS


SIN PAUSA Y SIN PRISA

NOTAS A LA ACTUALIDAD CULTURAL DE PRONTO, LA INFANCIA ... ed é súbito sera. in D.D. de Ñapóles a Roma, en prima-
SALVATORE QUASIMODO •era.

Seguimos sin «Teatro de la ciudad» a su Cabildo Catedral para que, con el fin de allegar Al encontrarle, era en el restaurante,
recursos al Hospital de la Santa Cruz, funcionase una TTNO va pensando en sus cosas y, tiem- despachando lentamente su copa de he-
JJZO con alborozo, con sincera alegría, que Tarra- Casa de Teatro, justamente cerca del recinto hospita- po por medio, a las primeras de lado de vainilla, al dirigírseme, hablarme,
gona se apresta a edificar su Teatro Municipal. lario, rambla abajo, donde se erigió el Teatro de la cambio, no atina, no cae en la cuenta. burlón y cordial, algo, sin género de du-
¿Y no diré, también, que con una cierta envidia? Santa Cruz —hoy destinado a cine— en el mismo El, en eso, fue más diligente; no le ca- da, me inducía a dar por segura una
¿Y no sería, ésta, ocasión de volver a un Jema en que «Pía de les Comedies», como todavía se le sigue lla- bía ni el menor asomo de duda. Estaba relación significativa, precisa, pero la
me he fatigado tantas veces a lo largo de tantos años? mando. Cualquier ciudad del mundo que tuviese un terminando de comer; comía solo, a dos pobre cabeza no atinaba a especificar;
No importa. Para quienes amamos a una Ciudad, edificio de casi cuatro siglos de tradición ininter? um- pasos del periódico acompañador de él dominaba la situación plenamente, go-
entrañablemente, no hay cansancio que desanime, ni pida al servicio del teatro, lo consideraría una pieza las sobremesas huérfanas. Me saludaba, bernaba el diálogo con superioridad ma-
dificultad que arredre. Porque creemos que «teatro» decisiva de su historia y de su tradición. (Los «cru- desde lejos; al acercarme, me espetó: nifiesta. MI nueva intervención, ya no
y «.civilización'» es la misma cosa, estimamos que elzados» eran ya una vieja y noble tradición escénica, —¿Cómo estás? Sigo tus cosas... Tú dilatoria, verdadera confesión en juicio,
servicio a la Ciudad, a la «civitasy>, debe ir acompa- cuando los «gomosos» o «pisaverdes» de mitad del si- no me recuerdas... —dijo convencida- resultaba desafortunada:
ñado del decoro escénico. El ascenso de Atenas a la glo XIX intentaron construir el «Liceo».) mente, con alborozo. —Te conozco, claro; pero... no sé
Cultura se hizo contemporáneamente a la organiza- Este enorme edificio del Teatro de la Santa Cruz Me recitaba las generales de la ley; dónde situarte...
ción, en la «polis», de los juegos o certámenes tea- entre el Hospital, el Museo de Arte Escénico y las había una cierta ironía antigua en sus Seguían las bromas del acertijo; él
trales. Reales Atarazanas centraría ese recinto de nobleza ojos; todo en él me parecía exacto, fa- aludía a mis cosas, con evidente cien-
miliar, pero confieso que no podía lo- cia, pero a las recientes, notorias, con
No se trata, pues, de «abrin un nuevo teatro, ya histórica y museística que Barcelona va creando en calizarle.
que, afortunadamente, la línea aterradora de descen- las Ramblas y, a pocos pasos del Conservatorio del —Espera... —decía yo mirándole, pa-
cuidado de no referirse a nada que pu-
so en el número de locales parece substituida por una Liceo, podría albergar, junto a las salas de espec- ra ganar tiempo.
diera servirme de aclaradora asociación.
curva ascensional. Se trata de otorgar a «un» teatro táculos, los locales del Instituto del Teatro, tan me-
Se recreaba en la suerte:
Uno anda en sus pensamientos, y lo es-
dentro de la Ciudad la dignidad representativa que nesterosos
mos en él
de ampliación, especialmente si alberga-
nuestra soñada Escuela de Cinematografía. —No te diré mi nombre; no; después,
pera todo menos encontrarse con un ser,
y hallarse en el brete de centrarlo en
corresponde a su representación municipal. Se me saldrías con que "lo tenías en la punta iempo y lugar, el extenso tiempo que
dirá que, desde hace unos meses, la campaña —cier- de la lengua"; y no será verdad. va quedando atrás; piensa en sus cosas,
tamente importante— de promoción teatral llevada
a cabo por el Estado ha cuajado en el fruto cierto de
Una tarea municipal y provincial Guaseaba con salero; nos tuteábamos barajando ideas, hechos recientes: cas-
Tanto en el Hospital, como en las Atarazanas, el sin la menor vacilación. Tiempo por me- tillos en el aire, a menudo. Jugando con
un teatro en el que el Municipio, de alguna manera, dio; mal aliado el tiempo, hasta para las palabras, me sentía cada vez más
participa. Pero ni por su situación topográfica, ni por Ayuntamiento y la Diputación han hallado felices fór- olvidar lo que quisiéramos a toda cos- próximo, más a gusto hablando; de pie,
la dimensión de su aforo, este local puede aspirar a mulas de convivencia y colaboración. ¿Por qué no, en ta, y sigue acompañándonos como una los dos; se licuaba la vainilla; por mi
que nuestro Ayuntamiento considere saldado su com- este caso, en el que lo Municipal exige un Teatro giba; mucho tiempo, sin duda. Todo ocu- parte, corría el riesgo de perder una me-
promiso, cien veces presentado como urgente y ne- y lo Provincial necesita un Centro de Estudios Es- rría en instantes, pero me parecían ex- sa rinconera a la que había echado el
cesario a nuestros ciudadanos. cénicos, que hallarían, en esta ocasión sitio histórico
e incluso facilidad de aparcamiento? , tensos, duraderos, hasta acertar. La me- ojo al entrar. Puse en marcha todos mis
moria se pone tonta cuando uno menos motores; las potencias, las facultades
Barcelona se siente tremendamente vinculada a quisiera; y yo no quería; por cuanto te-
Insisto en una vieja propuesta su tarea de ennoblecimiento de sus raíces marineras. nía la certeza de que mi interlocutor no
son para las ocasiones; venía, por fin,
en mi ayuda el ángel de los recuerdos:
La situación topográfica es importante. Una Ciu- Todo el litoral estricto, desde el Barrio de Ribera a era de los centenares que se conocen, le dije el nombre; "estudiabas comer-
dad, como la nuestra, que se abandera con el orgullo Montjuich está bajo su revisión cuidadosa. El viejo pertenecientes a fungibles presentacio- cio", sentenció.
de cuidar sus piedras nobles, posee un recinto cen- «Pía de les Comedies», la tradicional «Plaza del Teatro» nes, a épocas espiritualmente no dura- Me quitaba un peso de encima, dian-
tral histórico en el que situar sus elementos repre- afluencia queBarcelona,
de nuestra
ya conoce,
constituye el centro de una
en el Teatro del Liceo, la afi-
deras; se van amontonando seres y más tre; me recorría una nostalgia; con cá-
sentativos, siempre que ello sea posible. seres que uno conoce por esos mundos mara lenta, hacia atrás, muy atrás, veía,
ción de la muchedumbre. Extender esta zona —donde de Dios; a veces, sin necesidad, se nos
A mi juicio, Barcelona posee esta oportunidad me- también se asienta el Teatro Romea-— hacia el mar se- en su rostro, el rostro de! niño, aso-
morativa y topográfica. Lo he dicho muchas veces, y ria ennoblecer una tradición cuatricentenaria, y sería graba la cara (la circunstancia, el año) mando, presente y antiguo. De pronto,
en ocasión que pareció económicamente más sencilla: una noble, una hermosa tarea conjunta para nuestro de un señor que habló con nosotros en a infancia. Montañas de tiempo pasa-
el Teatro de la Ciudad existe, debe existir, donde Ayuntamiento y para nuestra Diputación Provincial. un tren; y le recordamos, a veces, y lle- do, diría perdido si no sonara a la ma-
existió siempre. Barcelona posee, en efecto, un teatro gamos a preguntarnos qué habrá sido nida fórmula proustiana. Creo que no
al servicio de la colectividad, que funciona desde los de él, o si se cumplirían aquellos pro- nos viéramos jamás desde entonces; con
tiempos de Felipe II. Fue, en efecto, este Rey quien Guillermo DIAZ-PLAJA yectos suyos que nos contaba locuaz y pocos me pasó; acaso, poco antes de
en una Real Cédula de 1572 autorizó a la Ciudad y encendido; y puntualizamos que era en
de la Keal Academia Española la guerra, una vez, deprisa, por la calla;
total: desde entonces, en mi descargo.
Se acababan las bromas; comprendía-
mos que no había tiempo para decirlo
todo; recitábamos agolpadamente nom-
ENTES DE FICCIÓN Y DE REALIDAD bres; intentábamos, infructuosamente de-
cimos la vida en líneas esenciales; pero
todo quedaba en el aire; la suya, mejor,

¿QUE ES DE ROSEMARY FORSYTH?


TTNAMUNO coincide con Husserl en menos aparente, del ser que encárname Tal es el caso, al parecer, de Rose- o al menos lo fue en mucha mayor
sin duda; a la postre, lo importante era
apurar aquella lejana, extensa circuns-
tancia del internado, lado común, épo-
ca de la que no nos es dado hablar,
en serio, con nadie, después; por ello
afirmar que «los entes de ficción sea superior al suyo, por obra de ,ía mary Forsyth. En su interpretación de profundidad que la actriz? ¿Qué su- estos encuentros alumbran un diálogo
son absolutamente reales en tanto que conjunción espiritual que constituye «Bronwyn», del «Señor de la guerra» cede, pues, en un caso así? ¿Desapare- distinto, lleno de valor entendido. (Cuán-
entes de ficción». Es decir, Hamlet, su aportación personal, la obra del (doncella que vive en un poblado cél- ce la actriz? ¿No vuelve a ser bien ta ciencia comportan, súbitamente la
Don Juan, la Armanda del «Lobo es- autor y la del director. Ciertos «pape- tico del siglo XI, pero que, por ser de dirigida? ¿Se hunde en el infierno? luz sobre paisajes desdibujados! Mi buen
tepario» de Hesse, son «reales». Con les» han de ser inolvidables para al- padres desconocidos, puede serlo todo Pues al igual que un «ángel» la ayudó compañero de infancia me recordaba
todo el «en tanto que entes de fic- gunos actores; por ejemplo, Ingrid y, en verdad, es un avatar de la Gran a «ser» real como «ente de ficción» cosas de entonces que yo iba escu-
ción» parece ser, a la vez que una Bergman no debe haber olvidado nun- Diosa de los antiguos, como se dedu- los «demonios» la ayudarán sin duda chando como nuevas, como no sabidas
limitación en el grado de «realidad» ca que fue «Juana de Arco» y que ce de que todo se derrumba en el a «dejar de ser», incluso, tal vez, a de tan olvidadas, preciosos datos con-
un confinamiento difícil de explicar. expresó la santidad y el heroísmo con orden allí establecido cuando ella dejar de ser en la realidad siniestra firmadores, ciaros elementos de actitu-
No por cierto; los entes de ficción son su cuerpo, su rostro, sus ademanes y «aparece» tal cual es) realizó una la- de este mundo, y más del mundo de des, maneras de ser, quién sabe si cla-
reales en tanto que creaciones del es- expresiones. Ciertos actores privilegia- bor extraordinaria. Poseía esa sínte- Hollywood. ves de lo vivido después; ¡Blancos tiem-
píritu humano. Por ello, los persona- dos, como Sir Laurence OUvier, han sis de ductilidad y altivez que son el La mejor de las soluciones, la más pos, ya sin validez! Las piezas teatra-
jes de cuentos folklóricos (la Ceni- de haber sido abrumados por la im- signo de la personalidad verdadera. conveniente a un hecho que podrís les con túnica y milagro; las tristes so-
cienta), de leyendas (Brynhild), de portancia y espiritual entidad de los Además de su belleza y de un don ex- llamarse «asimilación del ente rea ledades primeras; los frágiles cuerpos
novelas (el «Dr. Faustus», de Mann), seres que han «representado». El ente traño para encarnar el «no sé qué» por el ente de ficción» sería que la temblando en las confesiones; los días
e incluso de cintas cinematográficas de ficción muchas veces ha devorado famoso de la estética, conseguía de «Cenicienta», al ser de tal modo exal- de lluvia, encerrados en el salón de es-
(Bronwyn del «Señor de la guerra») al ente de realidad (perecedero tam- verdad transformarse en el ente de tada por su momento de acierto único, tudio; el paso de los trenes.
son tan reales como una pintura del bién). Y en otras, se diría que sólo ficción que le había correspondido y encontrase un príncipe que la salvara
Greco, una catedral románica o una hay ente de ficción. darle más vida que sus compañeros a del infierno antes aludido (que tiene Yo, por aquellos tiempos —él lo re-
escultura de Henry Moore. Su alma los suyos. Pensamos que había sur- más compartimientos que el de Dan
cordaba— era un "repelente" Juanito
convive con la nuestra, nació de ella, gido una nueva actriz cuya medida era pasado por la primera tristeza; me so-
la agita y, a veces, la «resuelve» pro- imposible precisar, pero que, cuando te) y a la vez del peligro de caer en brecogía escuchar su dictamen —con
EL MARKETING el profesionalismo donde sólo el cine
poniéndole soluciones que no lograba menos, sería equivalente a la de aque- qué precisión— sobre cómo yo era en-
atisbar sin la colaboración algo eso- llas que, se mantienen en los carteles comercial rige, y cintas como el «Se- tonces, exento en gimnasia, con un bra-
térica del «ente de ficción». Más to- ES NOTICIA cinematográficos. Luego, un año más ñor de la guerra» son excepcionales y zo maltrecho; acorralado por el venda-
davía, en el caso de los actores, que tarde, se la vio en «Texas». Era otra por eso fracasan salvo ante unos cuan- val de la muerte de mi madre, razón en
gozan del mágico poder de introdu- Cada día se aceptan más los eficaces persona, o, mejor, no era nada. No tos que saben ver sus valores, entri mí de tantas cosas; me sentía confirma-
cirse por un tiempo bajo la «máscara» era. ¿Tiene total razón Sir Laurence ellos la exacta (o poco menos) recons- do, desinteresadamente, en ideas que
(personalidad) de un personaje —que, cursos Superiores de Dirección de Mar- Olivier cuando afirma que, en el tea- trucción arqueológica —tan difícil, ha uno acaba creyéndose ha inventado pa-
a su vez, puede ser ente de ficción o tro, manda el actor y en el cine el biendo el tapiz de Bayeux, de la mis- ra explicarse la vida. Me dejaba, al
«reproducción» de un ente real, como keting y Marketing Industrial cjue de- director? ¿Fue Franklin Schaffner el ma época— aniquilada en el «Cid», de marchar, como solo de nuevo; me que-
el Henry V de Shakespeare— puede sarrolla la Escuela Superior de Marke- verdadero autor de «Bronwyn» (con triste recuerdo. Entonces, Roseihary daba sin testigo; quedaban sobre el ta-
suceder que el grado de realidad, al Leslie Steyens, autor del argumento), Forsyth abandonaría la potestad d< pete viejas cosas que uno cree archiva-
ting de Tuset, 32. Barcelona - 6 irse transformando, no en entes de fic- das porque canta bajo la ducha, y tra-
ción forjados por escritores de autén baja de sol a luna para seguir adelante,
tico poder creador, sino en «persona- sin grandes lucimientos; con tanto por
jes» cuya irrealidad no podría ser im hacer, a estas altaras; volvía la noche de
NUMERO ILIMITADO DE PLAZAS pugnada ni por el propio Husserl. las interrogaciones.
Quedaría en la historia del cine —y en ... Perdónenme ustedes, no podía es-
LICENCIADOS FACULTAD la historia del alma— como «Bron
wyn». Y ella misma, con el tiempo,
cribir sobre otra cosa.

iría sabiendo que nació para resucitar José CRUSET


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éstos sólo esperan ser «distraídos» en
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