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PERUANO
DERECHO CIVIL (LIBRO DE OBLIGACIONES)
INTEGRANTES:
- TRUJILLO FLORES, GRACIELA MIRELLA
- LAYZA
- JIMENEZ, LESLY
- KEYLA
DOCENTE:
- DR. GASTON QUEVEDO PEREYRA
2019
Tabla de contenido
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INTRODUCCIÓN
definición ha sido abordada por diferentes autores por una perspectiva parcial.
análisis muy completo, tratando de modo crítico cada punto de este presente
Derecho Comparado.
CAPITULO I
PROBLEMÁTICA
PROBLEMÁTICA:
Actualmente esta materia se encuentra regulada por los artículos 1246 y 1324
del Código, diferenciándose el tratamiento según que se refiera a obligaciones
con prestación no dineraria o a obligaciones con prestación dineraria,
respectivamente. No hay en verdad justificación para esa regulación diversa, por
lo que en el proyecto se propone su integración en su solo texto, suprimiéndose
el artículo 1324 y manteniendo el artículo 1246 con la siguiente redacción:
“Si no se ha convenido el interés moratorio, el deudor está obligado a pagar por
causa de mora sólo el interés legal. Si antes de la mora se debían intereses
mayores, ellos continuarán devengándose después del día de la mora, con la
calidad de intereses por mora ”
2. Mora
PROBLEMÁTICA:
No es razonable asumir en ese caso que si el acreedor no reclama el pago a su
vencimiento, cuando la prestación ya es exigible para el deudor, demuestra con
ello que el retraso no lo afecta. Esto es lo que sostienen los partidarios de la
mora ex personae. ¿Es que puede llevarse el favor debitoris a tales extremos?
Según el profesor Freitas cuestionaba la fórmula del diez non interpellat pro
homine aplicable a las obligaciones con plazo de vencimiento, comentando el
texto del artículo 1071, inciso 1, del esbozo, sostenía :
“observo en esto una corruptela, un triunfo de la chicana de los deudores, un
contrasentido y una injusticia. Por más que este abuso se haya inveterado, no
tememos afrontarlo, ni perderemos la ocasión para iniciar su extirpación. La
designación de un plazo en el título del crédito enuncia, para el buen sentido de
todos los hombres, la formal intención del acreedor de recibir lo que se le debe,
en el día del vencimiento del plazo. Y si esa intención se ha manifestado tan
claramente, ¿cómo se la puede rehusar, ¿cómo exigir aún una segunda e inútil
manifestación de voluntad por la formalidad de una interpelación...? ¿Se podrá
presumir o suponer que el acreedor no considera en falta al deudor o que el
deudor no demora el pago, cuando ya se sabe que la deuda debía ser pagada
en un día señalado y que hubo por consiguiente una falta?”.
Y termina diciendo:
“¡Es inexplicable que se exija una interpelación ... para el caso opuesto en que
las partes han sido previsoras y en que nadie puede dudar de su intención! ¿No
importará esto reducir todas las obligaciones a obligaciones sin plazo? ¿No será
prohibir indirectamente que haya estipulación de plazos?”.
Según Freitas, la obligación es obligación como tal y debe regirse bajo su
naturaleza, es decir: su cumplimiento. Y según el debe aplicarse una mora
automática como el caso chileno que mencioné, es decir sin interpelación
alguna. Sin embargo, si observamos el crecimiento económico y el consumismo
en nuestra sociedad actual, y así también, los abusos del sistema regido bajo el
neoliberalismo se ha visto que se han cometido muchos abusivos cobros, en
este caso, de los consumidores como lo ha señalado Indecopi y el informe
defensorial N°75 : “los acreedores o las entidades encargadas de la gestión de
cobranza se encuentran facultados para ejercer todos los mecanismos legales
que conlleven al cumplimiento de la obligación; sin embargo, no podrán realizar
acciones que puedan denigrar el honor del deudor o afectar su privacidad, como
por ejemplo realizar requerimientos de cobranza a domicilios no autorizados o
informar a terceros ajenos a la obligación la deuda del consumidor.”
CAPITULO II
MARCO HISTORICO
ANTECEDENTES
MARCO CONCEPTUAL
CONCEPTO
La mora del deudor sobreviene cuando no cumple la obligación a su debido
tiempo. Sin embargo, no todo retardo en el cumplimiento de la obligación
constituye en mora al deudor. Él debe obedecer a dolo o a culpa, o sea a causas
que le son imputables. En Roma la expresión "mora debitoris" o "mord solvendi"
se utilizaba con un doble significado. En lenguaje común se usaba para indicar
el simple retardo. En sentido jurídico era el retraso de la obligación por causas
imputables al deudor. La primera acepción, la no jurídica, no interesa en este
estudio. Jorge Eugenio Castañeda 1 criticaba, con razón, el artículo 1256 del
Código Civil de 1936, que permitía al deudor exonerarse de responsabilidad
probando que había incurrido en mora sin culpa alguna de su parte. Este, en
realidad, no era un caso de mora. Era un retardó en el cumplimiento de la
obligación, no imputable al deudor, que, por tanto, producía efectos jurídicos muy
distintos a los de la mora. El Código Civil de 1984 corrige ese error conceptual
en su artículo 1336, al disponer que el deudor se libera de responsabilidad
cuando prueba que ha incurrido en retraso sin culpa. El nuevo Código Civil no
alude a la mora sin culpa, sino al retraso sin culpa, porque esta situación jurídica
no constituye en mora al deudor.
Si el cumplimiento de la obligación ya no es posible, y entonces estaríamos ante
un caso de inejecución y no ante un simple retardo. La certidumbre del
incumplimiento hace innecesaria la constitución en mora. Por ello el artículo 1333
del Código Civil dispone que incurre en mora el obligado desde que el acreedor
le exige judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación. Y también
por ello la mora puede ser purgada, no ocurriendo lo mismo con el
incumplimiento total. ¿Para qué se interpelaría al deudor, exigiendo el
cumplimiento de su obligación, si el acreedor tiene la certeza de que tal
cumplimiento ya no es posible? La constitución en mora significa que el acreedor
tiene la posibilidad de exigir el cumplimiento de la obligación en la especie
pactada y, además, la compensación de los daños y perjuicios moratorias. Pero
si tal ejecución en especie ya no es posible, entonces no podemos aludir a los
daños y perjuicios moratorias, sino a los compensatorios, que abarcarían el
concepto de inejecución total. Por tanto la mora es extraña a las obligaciones de
dar cuando al tiempo de vencimiento de la obligación es imposible su
cumplimiento. Por ejemplo, en las obligaciones de dar cosas ciertas, cuando se
destruye el bien no fungible que constituye la prestación. Aquí estaríamos frente
a un incumplimiento total y definitivo que no constituye en mora al deudor, sino
que, simplemente, lo hace responsable de los daños y perjuicios
compensatorios. La interpelación, requisito para constituir en mora al deudor,
carecería de objeto, pues es evidente que no podría exigírsele judicial o
extrajudicialmente el cumplimiento de la obligación. En consecuencia, se
demandaría el pago de daños y perjuicios en sustitución de la prestación, o sea
de la ejecución directa o en especie de la obligación, y el deudor no quería
constituido en mora con la notificación de la demanda, pues ella no podría estar
destinada a exigir el cumplimiento de la obligación. La mora sería extraña a esta
situación jurídica. Excepcionalmente, en algunas obligaciones de dar siempre
procede la constitución en mora. Por ejemplo, en las obligaciones de dar sumas
de dinero, por no existir el incumplimiento total y absoluto sino el simple retraso.
Tampoco procede la constitución en mora en ciertas obligaciones de hacer,
cuando por el incumplimiento ya es demasiado tarde para ejecutar la prestación.
Si el deudor, por ejemplo, se obliga a actuar en un teatro en un día determinado
y no lo hace. La mora es ajena a las obligaciones de no hacer. En estos casos
la simple acción del deudor viola la obligación y no es necesario, por
consiguiente, que el acreedor le recuerde que debe abstenerse de actuar. Esta
es la sana doctrina y la regla legislativa uniforme, salvo el caso del artículo 961
del Código Civil brasileño que se refiere a la mora en las obligaciones de no
hacer.
CARACTERES DE LA MORA
El Código Civil peruano dispone en el artículo 1336 que el deudor que estuviese
en mora responde de los daños y perjuicios y aun de la imposibilidad
sobreviniente por causas que no le son imputables, pudiendo sustraerse a esta
última responsabilidad si prueba que el evento dañino habría alcanzado a la
prestación, con detrimento del acreedor, aunque la ejecución se hubiere llevado
a cabo a su debido tiempo. Estos son pues los efectos de la mora en la
legislación peruana. Debemos aclarar que el código se refiere a los daños y
perjuicios moratorias, a la reparación por el retraso en el cumplimiento de la
obligación, y no a los daños y perjuicios compensatorios. Los daños y perjuicios
compensatorios no reparan el simple retraso. Reparan la inejecución parcial o
total de la obligación. Por ello cuando el deudor está en mora el acreedor puede
exigir la prestación debida y, además, la reparación de los daños y perjuicios que
produce el retraso. Por ejemplo, la indemnización por no concluirse un edificio
en el plazo estipulado o por el menos precio de los valores que no se entregaron
oportunamente.
Dentro de los efectos de la mora del deudor, está el riesgo del deudor por la sola
circunstancia objetiva de su comportamiento65. Similar prescripción existe en el
caso de quien ha recibido de mala fe lo indebidamente pagado. Así, el segundo
párrafo del artículo 1269 del Código Civil prescribe que: Artículo 1269.- “[…] El
que acepta un pago indebido, si ha procedido de mala fe, debe abonar el interés
legal cuando se trate de capitales o los frutos percibidos o que ha debido percibir
cuando el bien recibido los produjera, desde la fecha del pago indebido. Además,
responde de la pérdida o deterioro que haya sufrido el bien por cualquier causa,
y de los perjuicios irrogados a quien lo entregó, hasta que lo recobre. Puede
liberarse de esta responsabilidad, si prueba que la causa no imputable habría
afectado al bien del mismo modo si hubiera estado en poder de quien lo entregó”
[el énfasis es nuestro]. Volviendo al artículo 1336 del Código Civil, este modelo
ha sido calificado como de “un pasaje del riesgo”66 del acreedor al deudor. Es
importante tener presente que “la regla encuentra aplicación también fuera de
las hipótesis de entrega de cosas determinadas, ya que se refiere a todo caso
en el cual la prestación devenga en imposible, por ejemplo, cuando el bien
prometido con el contrato preliminar no pueda más ser transferido, dado que aquí
la prestación imposible es la de hacer adquirir la propiedad.
LA MORA CREDENDI El artículo 1338 del Código Civil regula lo siguiente:
Artículo 1338.- “El acreedor incurre en mora cuando sin motivo legítimo se niega
a aceptar la prestación ofrecida o no cumple con practicar los actos necesarios
para que se pueda ejecutar la obligación”. Con acierto se sostiene que “el deudor
y el acreedor están obligados a deberes recíprocos de protección, fundados en
la buena fe y en la corrección, en fuerza de los cuales cada uno debe, en la
ejecución de la prestación, asegurar que la persona y bienes del otro no sufran
daños. Estos deberes tienen una ubicación autónoma en la estructura de la
obligación y no son instrumentales a la ejecución de la prestación principal; pero
tienen la finalidad de proteger las personas y los bienes de las partes de peligros
de daño vinculados con tal ejecución; su existencia, entonces, hace que la
obligación tenga una estructura compleja en la cual estos se colocan junto, y no
dentro de la obligación principal de prestación”. De tal manera que, en todo
contrato, podemos individualizar: i. La obligación principal. ii. El deber de
protección −fundado en la buena fe objetiva−, que se traduce en un
comportamiento dirigido a no lesionar ni a la persona ni al patrimonio de la
contraparte. En este sentido, calificada doctrina argentina afirma que “ambos
sujetos −acreedor y deudor− deberán cooperar para que se logre el fin
perseguido (cumplimiento de la prestación); al orden jurídico le interesa que se
haga efectiva la colaboración entre los sujetos”80. Ello se traduce en un “deber
secundario de conducta”, en el cual “tengan que colaborar el uno con el otro,
poniendo cada uno de su parte los medios necesarios para que pueda ejecutarse
debidamente y en tiempo la prestación debida”.
Los tres casos enumerados dan lugar a la misma consecuencia producen igual
resultado y conducen a idéntico fin: la declaración de mora del deudor. En el
primero, cuando no ha cumplido su obligación en el término estipulado, en el
segundo, cuando la cosa no ha podido ser dada o ejecutada sino dentro de
determinado tiempo y lo ha dejado pasar sin darla o ejecutarla; y el tercero,
cuando ha sido judicialmente reconvenida.
(ACOSTA, 2003) El Artić ulo 1333 del CC. Establece que incurre en mora el
obligado desde el momento en que el acreedor le exija, ya sea judicial o
extrajudicialmente, el cumplimiento de su obligación.
Según el Artić ulo 1336 del CC. La constitución en mora del deudor produce los
siguientes efectos:
a. Será responsable por los daños y perjuicios que se deriven del retraso
en el cumplimiento de la obligación.
b. Igualmente, será responsable por la imposibilidad sobreviniente de la
prestación aun cuando ella obedezca a causa que no le es imputble (perpetuatio
obligactionis). “Por tanto, el deudor, que debe cumplir pese a la mora y no puede
por imposible sobrevenida de la prestación, está obligado a indemnizar daños y
perjuicios al acreedor derivados del incumplimiento total, que absorben los
propios de la mora”.
MORA AUTOMATICA
El mismo artić ulo 1333 del CC. Determina cuales son los casos en que, por
excepción, no es necesaria la intimación o el requerimiento al deudor para que
éste quede constituido en mora; es decir, los casos en que la mora si opera ex
re.
Estos casos son cuatro:
El principio es que la mora opera ex persona y los únicos casos en que opera ex
re son los arriba mencionados.
En los casos de obligación de dar suma de dinero, cuyo monto requiere ser
determinado mediante resolución judicial (deudas de valor), existirá mora a partir
de la fecha de la citación con la demanda.
Esta regla se aplica a los casos en que se exija una indemnización que será
finalmente determinada por el juez, como ocurre con la indemnización por
incumplimiento. Cuando se demanda el pago de una indemnización y éste
proceda, la mora se hará efectiva a partir de la fecha en que se notifica la
demanda. Luego, los efectos de la sentencia que fija la indemnización se
retrotraen a la fecha de notificación de la demanda, considerada ex-lege como
el momento constitutivo de la mora.
Esta regla no se aplica a las indemnizaciones basadas en responsabilidad
extracontractual, pues en estos casos según el artić ulo 1985, el monto de la
indemnización por daños y perjuicios que se fije por sentencia devengara
intereses legales desde la fecha en que se produce el daño, vale decir, que la
ley establece como momento de “constitución” en mora el de la verificación del
evento en daño.
MORA EN LAS OBLIGACIONES RECIPROCAS
Según lo establece el Artić ulo 335 del CC. En las obligaciones reciprocas
ninguno de los obligados incurre en mora sino desde alguno de ellos cumplen
́ s de que la cumpliera. Como señalan DIEZ
sus obligaciones u otras garantia
PICAZO Y GULLON: “en las obligaciones reciprocas estamos ante otro caso de
mora automática; el incumplimiento por parte de un obligado pone en mora, sin
necesidad de intimación, al que no cumpla. Su aplicación no puede hacerse en
el caso que se hubiese establecido un tiempo de cumplimiento de una obligación
posterior al de la otra; para aquella regirá el régimen normal”. Agrega que: “Es
en las obligaciones de cumplimiento simultaneo donde la regla adquiere toda su
fuerza. Si uno de los contratantes cumple, el otro cae en mora automáticamente
si no cumple, aunque creemos que debe conocer aquel cumplimiento porque es
cuando ha de hacer lo mismo para evitar la morosidad”.
ELEMENTOS DE LA MORA
Corresponde ahora referirnos a los elementos que deben presentarse para que
se configure la mora. Tales elementos son:
A. EL RETRASO.
El primer párrafo del artić ulo 1194 del código civil peruano contempla un
supuesto de solidaridad pasiva o activa, en el cual alguno de los codeudores o
coacreedores es constituido en mora por el deudor o acreedor común o por
alguno de los codeudores o coacreedores comunes, según fuese el caso.
El artić ulo 1335, por su parte, se limita a transcribir el artić ulo 1255 del Código
de 1936, cuyo origen se encuentra en los artić ulos 1100 del Código Espano
̃ l, 51
O del Código Argentino y 298 del Código Alemán, acogido luego por otras
legislaciones, tales como el artić ulo 1609 del
Código Colombiano. Se ha expresado que la culpa es elemento indispensable
́ culpabilidad, sin embargo, en las
para que el deudor incurra en mora. No habria
́ rocas en las cuales la otra parte no cumple su obligación, o no
obligaciones recip
conviene en cumplirla.
«Artículo 1336.- El deudor constituido en mora responde
de los daños y perjuicios que irrogue por el retraso en el
cumplimiento de la obligación y por la imposibilidad
sobreviniente, aun cuando ella obedezca a causa que no le
sea imputable. Puede sustraerse a esta responsabilidad
probando que ha incurrido en retraso sin culpa, o que la
causa no imputable habría afectado la prestación, aunque
se hubiese cumplido oportunamente».
El artić ulo 1337, último precepto dedicado a la mora del deudor, contiene
doctrina similar a la del artić ulo 1257 del Código Civil de 1936, que encuentra su
origen en la segunda parte del artić ulo 286 del Código Alemán, en el inciso 2)
del artić ulo 108 del Código Suizo y en la segunda parte del artić ulo 956 del
Código del Brasil de 1916. Si la mora del deudor determina que la obligación sea
inútil para el acreedor, podrá éste rehusar su ejecución y exigir el pago de la
indemnización de daños y pe1juicios compensatorios, vale decir, la
indemnización sustituiria
́ a la prestación debida.
Se ha considerado innecesario establecer norma similar a la del Código Francés,
en el cual se señala que en las obligaciones de entregar suma cierta, los daños
y perjuicios resultantes del retardo en la ejecución no consistirán sino en el pago
de intereses legales, salvo las reglas particulares del comercio, puesto que ello
ya está consignado en otros preceptos de la legislación peruana. Se ha
descartado, asimismo, efectuar una referencia similar a la del artić ulo 808 del
Código Portugués, en el sentido de que la pérdida de interés en el cumplimiento
de la obligación deberá apreciarse objetivamente, ya que tal apreciación deberá
adecuarse, sin duda, a la naturaleza y circunstancias de la obligación.
Como se ha señalado, los artić ulos 1338, 1339 y 1340, que se refieren a la mora
del acreedor, constituyen preceptos novedosos. Su origen mediato se encuentra
en el Código Civil Alemán y en el Código Suizo y su inspiración inmediata en el
Código Civil Italiano y en el Código Civil Portugués.
El artić ulo 1338 es similar a los artić ulos 293 y 296 del Código Alemán, 91 del
Código Suizo, 1206 del Código Italiano y 813 del Código Portugués. El artić ulo
1338 califica los dos casos en que el acreedor incurre en mora: en primer
término, cuando sin motivo legit́ imo se niega a aceptar la prestación ofrecida;
luego, cuando no cumple con practicar los actos necesarios para que se pueda
ejecutar la obligación. Cabe observar que el artić ulo 297 del Código Civil Alemán
prescribe que el acreedor no incurre en mora si el deudor no se encuentra en
condiciones de efectuar la prestación al tiempo del ofrecimiento o al tiempo
señalado para el acto del acreedor. Esta norma, a todas luces elogiable, está
implić ita en la institución de la mora del acreedor.
Los artić ulos 1339 y 1340, por su parte, establecen las consecuencias de la mora
del acreedor.
El artić ulo 1339 es similar al artić ulo 304 del Código Alemán y contiene principios
del artić ulo 958 del Código del Brasil de 1916 y del artić ulo 1207 del Código
Italiano. El acreedor en mora queda obligado a indemnizar los daños y perjuicios
derivados del retraso.
Es importante señalar que el artić ulo 1339 citado, se refiere, genéricamente, a
la indemnización a que daria
́ origen, por concepto de daños y perjuicios, el
retraso en el cumplimiento de las prestaciones a las que está obligado el
acreedor -tal como ocurre, respecto al deudor, con lo previsto por el artić ulo
1336--, sin indicarse en forma especif́ ica en qué consisten esos daños y
perjuicios, pues para ello habrá que acudir a las disposiciones generales sobre
inejecución de las obligaciones.
El artić ulo 1340, por último, se refiere a un caso distinto al previsto por el artić ulo
1339, esto es, a la hipótesis de que la mora del acreedor determine la
imposibilidad de cumplimiento de la obligación. Este artić ulo establece que el
acreedor en mora asume los riesgos por la imposibilidad de cumplimiento de la
obligación, a no ser que ella obedezca a dolo o a culpa inexcusable del deudor.
Principios similares se encuentran contenidos en los artić ulos 300 del Código
Alemán,
958 del Código del Brasil de 1916, 1207 del Código Italia
́ no y 815 del Código
Portugués. Aquí también, para determinar en ese evento la responsabilidad del
acreedor, será necesario apelar a las mismas reglas generales sobre inejecución
de las obligaciones.
Como observación de carácter final a la mora del acreedor, se advierte que el
Código no alude a la oferta ni a las normas acerca de su validez, tal como lo
hacen los artić ulos 1208 y 1209 del Código
Italiano, puesto que esta materia está tratada en el Libro VII relativo las Fuentes
de las Obligaciones.
CAPITULO V
DERECHO COMPARADO
COLOMBIA
Hace ya algunas décadas en Colombia, cuyo Código Civil es uno de los que
tomaron como modelo la obra de Andrés Bello, a iniciativa de Arturo VALENCIA
ZEA, se proyectó una reforma total de su Derecho Privado, unificando los
Códigos Civil y Comercial45. La Exposición de Motivos adelanta que “se
reglamenta la responsabilidad del acreedor por no cumplir su obligación de
recibir la prestación. La legislación actual nada dice sobre este particular y era
necesario, por tanto, llenar tal vacío”46. Vemos así que, dentro del Libro III,
dedicado a las obligaciones en general, en su Título III, que trata de la
responsabilidad por inejecución de las obligaciones, dedica un Capítulo a la
“limitación de la responsabilidad del deudor por mora del acreedor”.
Primero de sus artículos habla de los efectos de la mora crediticia 48 y luego
establece la manera de constituir en mora al acreedor, diciendo en el artículo
538: “El acreedor incurre en mora cuando rechaza la prestación que oportuna y
correctamente se le ofrece. ...”. El artículo 538 finaliza con dos párrafos en los
que se contemplan hipótesis en las cuales no se produce la mora del acreedor:
“ ... No incurre en mora si el deudor no se encuentra en condiciones de efectuar
la prestación al tiempo del ofrecimiento o la ofrecida no corresponde a la debida.
Tampoco incurre en mora si no recibe antes de vencerse el plazo de
cumplimiento salvo que se haya pactado que el deudor pueda pagar durante
dicho plazo”. Sin duda que ocuparse del problema significa un avance, pero tanto
de lo dicho en la Exposición de Motivos, como en el texto propuesto, pareciera
surgir que el proyecto se reduce a contemplar el problema que se presenta en
las obligaciones de dar cuando el acreedor no recibe la prestación y omite
contemplar otras faltas de colaboración del acreedor que también pueden
hacerlo incurrir en mora.
ARGENTINA
Nos ocuparemos ahora con algún detalle de los numerosos intentos de Reforma
del Código Civil, incluyendo la ley 17.711, que introdujo numerosos cambios y,
en especial, modificó el régimen de la mora del deudor.
En 1926 el Poder Ejecutivo de la Nación designó una Comisión para que
estudiase las Reformas que era necesario introducir al Código civil. La Comisión,
como primer paso, encomendó a uno de sus miembros, Juan Antonio BIBILONI,
que elaborase un Anteproyecto, tarea a la que dedicó todos sus esfuerzos y se
concretó en un trabajo que procuraba introducir a nuestra ley civil las enmiendas
necesarias, respetando en lo posible las estructuras del Código vigente y,
especialmente, su lenguaje, pero con importantes cambios en la distribución de
materias. Su Anteproyecto fue presentado en 1929 y la Comisión Reformadora,
a la que ya no podía asistir por su delicado estado de salud, inicialmente lo tomó
como base para sus discusiones.
Más adelante veremos que el Proyecto de 1936 refundió estos dos artículos en
uno. Además, no contempla a continuación los efectos de la mora del acreedor,
sino que los fija más adelante, ya dentro de las normas dedicadas al pago por
consignación, en los artículos 1187, 1189 y 119049. Vemos en ellos que no
establece como “regla general” el deber del acreedor moroso de indemnizar
daños y perjuicios, sino que se limita a enunciar casos en que efectivamente esa
conducta del acreedor haya ocasionado daños al deudor.
RECOMENDACIONES Y PROPUESTAS
La mora en el código civil peruano tiene una tendencia en el código italiano, que
está orientado a una particular protección del sujeto obligado, a una atención
privilegiada a las obligaciones de hacer y a un excesivo formalismo, que no
responde a las necesidades de la práctica y a las exigencias expeditivas del
comercio.
La decisión del Código Civil de 1984 de no facultar al deudor a resolver el
contrato cuando el acreedor omite practicar los actos de colaboración nos
advierte de las limitaciones que tiene el deudor para la ejecución de su
prestación. Así, salvo que el término resulte esencial y le permita dejar sin efecto
la obligación o que la prestación sea susceptible de consignación, el deudor solo
tendrá como opción constituir en mora a su acreedor, trasladando los costos y
riesgos, pero sin eliminar el vínculo.
Sin embargo, la mora del acreedor puede ser insuficiente, pues para el deudor
no basta con trasladar costos y riesgos, sino que precisa poder actuar como si
hubiese cumplido, sin estar sujeto a la eventualidad de que el acreedor decida
colaborar y tener que ejecutar su prestación inmediatamente. Esta necesidad se
refleja con mayor claridad en las prestaciones con vocación de rápida circulación
(bienes muebles, servicios, suministros, etc.), donde para el deudor, aun cuando
el acreedor asuma todos los costos, no es buen negocio mantener su prestación
“congelada” esperando la colaboración del acreedor. Más aun en los casos en
que el traslado de costos al acreedor puede generar conflictos cuya solución
requiera acudir a instancias judiciales o arbitrales.
Asimismo, somos conscientes que el desincentivo que podría generar la
constitución en mora para el acreedor (de obligarlo a asumir las consecuencias
de su retraso) podría en muchos casos ser tan solo una ilusión óptica, pues
haciendo un análisis costo-beneficio, el acreedor podría llegar a la conclusión de
que le resulta más beneficioso demorar la ejecución de la prestación -aunque
tenga que asumir las consecuencias del retraso- que aceptar dicha ejecución,
por considerar que su valor se incrementará en el futuro. Este análisis, desde
luego, no toma en cuenta las expectativas del deudor, ni el costo de oportunidad
o entorpecimiento de sus actividades que la espera podría significar.
La mora del acreedor no satisface tales necesidades comerciales. Es por ello
que se precisa de un instrumento más ágil (que en algunos ordenamientos es la
resolución), sobre todo en los casos en que la consignación no resulta posible.
Para las obligaciones negativas que impliquen un “empezar a no hacer algo”, “la
mora sí es factible en la medida, por supuesto, en que, a pesar del retraso en
iniciarse la abstención, la prestación resulte aún útil para satisfacer el interés del
acreedor. En caso contrario, no habrá mora, sino incumplimiento”. En la hipótesis
de la abstención duradera de carácter periódico, “para establecer si cabe que se
configure la mora o no, habrá que analizar si se trata de una circunstancia única
que debe producirse en ocasiones o de un comportamiento omisivo que no tiene
esa calidad.
No obstante, esta figura no ha sido prevista en el Código Civil, la encontramos
en el artículo 711 del Código Procesal Civil107, el cual establece que: Artículo
711.- “El mandato ejecutivo contiene la intimación al ejecutado para que en el
plazo de diez días deshaga lo hecho y, de ser el caso, se abstenga de continuar
haciendo, bajo apercibimiento de deshacerlo forzadamente a su costo
Por ello, “teniendo en cuenta la redacción de la norma transcripta, cabe afirmar
que la misma comprende en sus alcances las hipótesis en las que está admitida
la mora del deudor en las relaciones obligatorias con prestación de no hacer, lo
que constituye un caso singular en la legislación nacional”.
A nivel de legislación comparada, el artículo 400 del Código Civil de Brasil,
aprobado por la Ley 10406 del 10 de enero de 2002, regula que: Artículo 400.-
“La mora del acreedor sustrae al deudor, exento de dolo, de la responsabilidad
por la conservación de la cosa, obliga al acreedor a resarcir los gastos asumidos
por conservarla y lo sujeta a recibirla por la estimación más favorable al deudor
si su valor oscila entre el día establecido para su pago y el de su efectivización”.
Este artículo, si bien sigue a su antecedente −el artículo 961 del Código Civil de
Brasil de 1916− en lo que a reconocimiento de la posibilidad de configuración de
la mora en las obligaciones negativas se refiere, subsana y omite el error de
admitirla en un supuesto en el cual está descartada, por tratarse de un
incumplimiento.
Entonces, en los casos de obligaciones pasivas que consisten en un “seguir no
haciendo”, se producirá el incumplimiento o el cumplimiento parcial o defectuoso;
pero, para las obligaciones negativas que impliquen un “empezar a no hacer
algo”, sí se puede configurar la mora.
CONCLUSIONES
1. El sistema de la interpelación permite que exista una balanza equitativa
de armas: una relación jurídica horizontal. Nuestro código contempla
también pone en relieve la existencia mínima de una mora automática
regulada en el código. El problema actual es sobre las prácticas del
sistema financiero que están causando perjuicios a miles de
consumidores a lo largo del continente, ante la permisividad de
organismos reguladores y el incesante lobby de los principales grupos
económicos para neutralizar las iniciativas de regulación. En el Perú, los
bancos generan alrededor de 5 mil quejas diarias, que la industria trata
de minimizar con relación al volumen total de transacciones, un cálculo
que el Instituto de Defensa del Consumidor y la Propiedad Intelectual
(Indecopi) considera engañoso.
2. En una investigación que realizó Ojo Público manifestó: “Lo que hace falta
es que la superintendencia fomente con más ahínco la transparencia y la
información.” Informe de Estabilidad del Sistema Financiero de mayo del
2019, señala que un 25% de los deudores peruanos presenta problemas
de endeudamiento elevado al comprometer sus cuotas más del 38% de
sus ingresos mensuales. Se trata de una vulnerabilidad -esos deudores
podrían caer en incumplimiento en caso ocurra algún tipo de choque que
afecte su capacidad de pago- que podría provocar una crisis financiera
que afectaría a toda la economía nacional. Esto se debe que actualmente
existe la irresponsabilidad del usuario y las prácticas y productos
bancarios que empujan hacia el sobreendeudamiento basados en una
sociedad galopante de consumo. Y las empresas financieras poco les
interesa la capacidad de la persona que se convierte en deudor.
3. El problema que planteaba el profesor Freitas, que lo que se hace es
vulnerar al acreedor porque es impositiva la teoría Mora Ex re que
actualmente se encuentra en nuestro código no debe ser objetada desde
nuestro punto de vista; el problema que reside es que un deudor de un
banco, debe entender la importancia del préstamo y el banco o entidad
financiera debe advertir su exposición a las tasas de interés
compensatorios como moratorios en caso de incumplimiento.
La venta excesiva por parte de los bancos es también uno de los factores
que exista una cantidad galopante de peruanos(as) adeudadas.