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HONORABLE CAMARA DE DIPUTADOS

MESA DE ENTRADAS Y SALIDAS


ENTRO: 24/11/2010
HORA: 19:35
PROY Nº: 1091
BLOQUE UNION CIVICA RADICAL

EL PODER LEGISLATIVO DE LA PROVINCIA DE SANTA RUZ

SANCIONA CON FUERZA DE

LEY

Artículo 1.- SUSPÉNDASE por el término de ciento ochenta (180) días hábiles,
los términos procesales de todos los juicios que tengan por tengan por objeto la
ejecución de una hipoteca que no haya sido admitida hasta la fecha en el “Sistema
de Refinanciación Hipotecaria” creado por Ley Nacional 25.798 y sus
modificatorias.

Artículo 2.- Quedan comprendidas en la presente Ley, las viviendas hipotecadas


que cumplan con las siguientes condiciones:

a) Que la vivienda tenga las características de única, familiar y de ocupación


permanente.

b) Que el importe del origen del crédito hipotecario no exceda la suma de


pesos cien mil ($ 100.000).-

c) Que la vivienda sea habitada por el deudor, lo que deberá justificar


mediante Declaración Jurada.

Artículo 3.- DISPÓNESE que la falsedad en la Declaración Jurada, referida en el


artículo 2 inc. c), comportará la pérdida de los beneficios establecidos en la
presente norma.

Artículo 4°.- De Forma.-


Firma el Señor Diputado: Jorge Fernando CRUZ.-

FUNDAMENTOS

Señor Presidente:

Por la presente iniciativa, venimos a proponer la


suspensión por ley, durante el plazo de 180 días hábiles, de los juicios de
ejecución hipotecaria en trámite ante los tribunales ordinarios de Santa Cruz,
cuando se trate de vivienda familiar única y permanente y el monto de la garantía
no supere los $ 100.000, cuando dichas deudas no hubieran sido admitidas en el
“sistema de refinanciación hipotecaria” establecido por la ley nacional n° 25.798.

La presente, reconoce como antecedentes normativos a


las leyes n° 3.008, n° 2.954, n° 2.773, n° 2.724 y n° 2.666, esta última de adhesión
a la ley nacional n° 25.798.

Considerando que el derecho a la vivienda digna está


consagrado por el Art. 14 bis de nuestra Constitución Nacional, así como en los
distintos tratados de derechos humanos que forman parte de ella en virtud de su
Art. 75 Inc. 22. En este sentido, el Art. 25 de la Declaración Universal establece
que "toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así
como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido,
la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene
asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez,
viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su voluntad".

El Art. 11° del Pacto Internacional de Derechos


Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC- 16 diciembre 1966), refiere que "los
Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a un
nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y
vivienda adecuados, y a una mejora continua de las condiciones de existencia.
Los Estados Partes tomarán medidas apropiadas para asegurar la efectividad de
este derecho, reconociendo a este efecto la importancia esencial de la
cooperación internacional fundada en el libre consentimiento".

En igual sentido, el Art. 27° de la Convención sobre los


Derechos del Niño establece que "los Estados Partes reconocen el derecho de
todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual,
moral y social (...). Los Estados Partes, de acuerdo con las condiciones
nacionales y con arreglo a sus medios, adoptarán medidas apropiadas para
ayudar a los padres y a otras personas responsables por el niño a dar efectividad
a este derecho y, en caso necesario, proporcionarán asistencia material y
programas de apoyo, particularmente con respecto a la nutrición, el vestuario y la
vivienda".

En este sentido, la consagración de la vivienda como un


derecho se inscribe en un escenario internacional (el del derecho internacional de
los derechos humanos) que despoja a la vivienda de su calidad de simple
demanda moral supeditada a la buena y filantrópica voluntad de los poderes
públicos, para consagrarla, desde la lógica del derecho, como un mandato
vinculante que genera obligaciones jurídicas para los Estados. Es decir, el derecho
a la vivienda no surge de bases morales o de simples interpretaciones teóricas;
por el contrario, cuenta con un universo importante de normas jurídicas, tanto de
derecho internacional como del derecho local, que establecen qué debe
entenderse por vivienda y cuáles son las obligaciones de los poderes políticos, en
el marco de una gestión responsable. De esta forma, se tornan explícitas las
obligaciones del Estado en materia de política habitacional, así como cobran
claridad los extremos que definen el déficit habitacional desde una perspectiva que
rescata a la vivienda como un derecho.

Estas previsiones contenidas en nuestra Carta Magna


pone sin dudas en cabeza del Estado la responsabilidad de salvaguardar los
derechos de la familia entendida como sujeto de protección. Entendemos además
que el diseño de políticas públicas para facilitar el acceso a la vivienda, el mandato
constitucional implica la presencia eficaz del Estado para garantizar que a lo largo
de la vida familiar el derecho se mantenga vigente.

En lo que atañe a la especial y delicada situación de


deudores por créditos contraídos para la adquisición, mejora, construcción y/o
ampliación de vivienda, o la cancelación de mutuos constituidos originalmente
para cualquiera de los destinos antes mencionados, independientemente de la
moneda de curso legal al momento en que se contrajo la misma, y que al día de la
fecha han sido ejecutados judicialmente y en los que la garantía de cumplimiento
de una eventual sentencia favorable a la pretensión del acreedor, lo constituye su
única vivienda, la protección constitucional implica invariablemente la adopción de
medidas por parte del Estado que permitan arribar a una solución equitativa para
aquellos que tienen la intención de pagar su deuda y aquellos que legítimamente
pretenden cobrar sus créditos.

El Estado debe asumir la obligación que le compete en


mérito a que a más de la previsión constitucional, resulta responsable de la crisis
económica que azotó a nuestro país a partir del año 2.001, y que continúa hasta la
fecha de acuerdo a las disposiciones que emanan de la Ley N° 26.456 (publicada
en el B.O. 16/12/08 y que prorroga hasta el 31 de diciembre de 2009, la vigencia
de la Ley 26.204, prorrogada por su similar 26.339 que prorroga la Ley Nº 25.561 -
Ley de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario).

En consideración del espectro amplio de casos


diferenciados de deudores hipotecarios, el Estado no ha asumido su cuotaparte de
garante de los derechos que emanan de nuestra Constitución nacional, para el
caso de los adjudicatarios de mutuos hipotecarios sea en época previa sanción de
la Ley 23.928 por un lado -refiriéndonos específicamente a los tomadores de
crédito con el Ex - Banco Hipotecario Nacional- o previa sanción de la Ley 25.561,
dentro del espectro de la Banca Privada que hayan o no entrado al Sistema de
Refinanciación establecido por la Ley 25.798.
El andamiaje legal existente no ha solventado la
situación que atraviesan las familias sujetas a deudas que resultan impagables
desde la percepción cotidiana y en consideración de los recálcalos y la realidad
socioeconómica que transitan. En consecuencia, podemos afirmar que las
medidas tomadas por los distintos gobiernos hasta la actualidad han carecido de
eficacia en absoluto y los tribunales argentinos siguen subastando inmuebles y
desalojando familias mientras el Estado permanece impávido, resignado casi a
aceptar que la situación es una consecuencia más de la crisis.

Siendo conscientes que esta no es la solución final y


absoluta de la problemática que acucia a quienes se encuentran en esta situación
tan grave, consideramos que es una medida inicial necesaria para evitar en lo
inmediato, la privación del goce del uso de la vivienda propia a una gran cantidad
de familias argentinas.

Finalmente, si bien la suspensión de las ejecuciones


repercute en las expectativas de los acreedores, entendemos que resultando la
medida necesaria a efectos de buscar y encontrar una solución que a la postre
permitirá la satisfacción del crédito, sin recurrir a la instancia dolorosa y extrema
de la subasta del bien, la misma será entendida y acompañada por nuestros
pares.

DIOS GUARDE A VUESTRA HONORABILIDAD.-

Firma el Señor Diputado: Jorge Fernando CRUZ.-

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