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clave para la

transformación digital
de las empresas

La transformación digital, más que


adoptar nuevas tecnologías, es
cambiar la cultura y el modelo de
negocio. Con agilismo, los equipos se
mueven más rápido y entregan mayor
valor a los clientes.
- La tecnología como estrategia de negocio 5
- La transformación digital, más allá de
la tecnología 7
- ¿Por qué la transformación digital debe
ir de la mano del agilismo? 9
- Equipos ágiles para transformar
tecnología en valor 12
- Centrarse en el cliente para innovar 13
- Estrategia y cultura ágil en las empresas 16
La transformación digital se vive de una forma muy
rápida e impacta nuestras vidas en el ámbito
profesional y personal. Hoy, millones de personas
aprenden a través de internet, mientras que en el
pasado, solo la gente con recursos económicos podía
acceder a la tecnología y a la información.

El estudio 'Digital in 2018', publicado por HootSuite y


We are Social, revela que más del 50 por ciento de la
población mundial, o sea 4.021 millones de
personas, usan internet y que “cada una gasta, en
promedio, seis horas al día navegando en la web. Con
tantos millones de usuarios online, la conectividad se
convirtió en una forma de vida".

Esto representa que cada vez las personas son más


digitales, lo que nos exige reinventarnos, buscar
canales para comunicarnos con nuestros clientes de
una forma natural, para escucharlos y saber cómo
innovar. La era de la transformación digital lleva a
las empresas a pensar en un cambio para
comprender las necesidades de los usuarios.
Es por ello, que la transformación digital tiene una
relación íntima con el agilismo, permite que las
organizaciones aprendan y se adapten más rápido.
Todo el tiempo, los consumidores cambian su forma
de comprar, por lo que las empresas deben
entenderlos para estar a la vanguardia y darles lo que
necesitan, en el tiempo que lo requieren.

La transformación digital no se trata solamente de


adoptar nuevas tecnologías, sino también de cambiar
la cultura y el modelo de negocio. Es ahí donde el
agilismo juega un papel muy importante y ayuda a los
equipos a moverse más rápido y a entregar mayor
valor a los clientes.

En este ebook encontrarás un análisis sobre la


transformación digital y la cultura ágil, claves para
sobrevivir a la era de la cuarta revolución industrial,
para innovar y ganarse un lugar en el mercado.
También podrás saber si vas por buen camino o
necesitas afinar estrategias de transformación en
tu compañía.

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La tecnología
como estrategia
de negocio
En la era digital, las empresas deben buscar caminos
para seguir en el mercado, deben reinventarse para
darles a sus clientes buenas experiencias,
responder a las demandas, reducir costos,
automatizar procesos y aumentar ingresos.
Precisamente, la transformación digital le brinda a las
organizaciones agilidad para ofrecer nuevos productos
y servicios, administrar datos, mejorar la experiencia de
usuario, los procesos y mitigar el riesgo.

Sin la tecnología, un negocio difícilmente avanzará en


el mercado y será competitivo, pero sin un capital
humano que aproveche esa tecnología, las
empresas no podrán transformarse. Un cambio no
solo requiere inversión, también implica liderazgo
empresarial y cultura organizacional.

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El libro Trabajar en la era digital: Tecnología y
competencias para la transformación digital, del
autor español, Luis Lombardero, dice que el actual
proceso de transformación digital genera valor a las
empresas y supone una ventaja competitiva en el
mercado. El autor cita un estudio de la consultora
Gartnet que asegura que el 25 por ciento de los
negocios perderán competitividad por su
incompetencia digital. “Un lujo que no se puede
permitir en los tiempos que corren, ya que se trata de
la base del crecimiento de las empresas”, resalta.

El autor además explica que la transformación digital


no se limita al comercio electrónico, los contenidos
digitales ni a la presencia en redes sociales sino que
abarca todas las esferas de la economía.
Por ello, recomienda que la tecnología deberá formar
parte de la estrategia de negocio global de la
compañía, superando el aislamiento de los
departamentos especializados para integrarse a la
toma de decisiones.

El libro resalta que “el cambio tecnológico no será


suficiente. Se necesitará una visión estratégica
general para cambiar un modelo de negocio y llevar a
cabo la transformación digital. Habrá que modificar
las estructuras organizativas y las formas de trabajo
para mejorar la productividad de las empresas”.

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2
La transformación
digital, más allá
de la tecnología
La transformación digital no se trata simplemente
adoptar nuevas tecnologías, va mucho más allá: es
cambiar la cultura y el modelo de negocio, es
gestionar el cambio y adaptarse a él; tener el talento
necesario para innovar, trabajar de manera
colaborativa, ágil y con valor.

La transformación no solo requiere inversión sino


también capital humano y cultura organizacional. A la
hora de emprender el camino de la transformación
digital, la clave es empezar por el talento y la cultura,
el error es que la la ruta de inicio sea la tecnología y
no saber utilizarla para alcanzar los objetivos.

En ese proceso, hay que formar líderes y personas


que trabajen en equipos eficientes que respondan a
los cambios, entreguen soluciones en tiempos cortos
e identifiquen qué necesita el usuario. Las empresas
que tienen una cultura ágil hacen frecuente
seguimiento a su propio progreso, identifican los
obstáculos, evalúan su liderazgo y la manera de
mejorar su desempeño. Sin la tecnología un negocio
difícilmente avanzará y será competitivo en el
mercado, pero sin cultura ni un equipo autónomo, esa
tecnología no tiene valor.

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Nicolás Grosman, Jefe de Investigación Económica,
Alcance y Relevancia para América Latina de
McKinsey & Company, dijo en conversación con
expertos de la Asociación Nacional de Empresarios
de Colombia (ANDI), que invertir en transformación
digital no es solo una cuestión de capturar
oportunidades sino de supervivencia y que la principal
barrera para abordar la transformación digital es la
cultura de la organización.

El jefe de Investigación explicó que distintas firmas se


encuentran en diferentes estadios de la escalera de
transformación digital y enfrentan, por ende, barreras
diversas. Por ello, las clasificó así: primero están las
firmas que no poseen conocimiento sobre los
beneficios de la transformación digital para su
negocio, donde el acceso a la información es la
principal barrera; le siguen las compañías que tienen
conocimiento, pero no pueden acceder a soluciones
digitales, que tendrían barreras de infraestructura,
regulación y financiamiento.

Además, precisó que existen empresas que pueden


acceder a soluciones digitales, pero no las usan, es ahí
donde la cultura juega un rol muy importante en
conjunto con el talento o la disponibilidad de datos.

Por último, “hay firmas usuarias de soluciones


digitales, pero no llegan a un nivel de transformación
a escala. Aquí se vuelve más importante el uso de
tecnología de avanzada, talento más especializado
enfocado en desarrollo, una cultura y una
organización ágiles, datos relevantes a escala y
acceso a una demanda sofisticada”.
3
¿Por qué la
transformación
digital debe ir de
la mano del
agilismo?

El comportamiento de los consumidores está


cambiando constantemente: los momentos de
compras, sus preferencias, necesidades, sus formas
de pensar y de adquirir los productos. Esos
comportamientos primero cambiaban de década a
década o cada lustro; después año tras año, ahora
cada vez es más rápido, por lo que las empresas
deben ir a esa misma velocidad o con ventaja.

Pablo Mejía, agile Coach de Pragma, explica que para


que una organización iguale o mejore la velocidad de
cambio que está ocurriendo afuera, es necesario que
al interior de la organización haya cambios
importantes desde la innovación y la manera como
piensan, hasta el despliegue de los productos y
servicios que ofrecen. La transformación digital
habilita esa velocidad.

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El agilismo permite que una organización aprenda
más rápido de sus consumidores, del entorno y de
sus competidores; sepa si ellos están comportándose
como esperaba, así pueden sacar conclusiones para
adaptarse. “Esa es la relación íntima que tiene la
transformación digital con una cultura ágil”, resalta
Pablo Mejía.

El agile coach dice que para ponernos a la altura de lo


que está pasando con los clientes, es necesario que
las personas no estén en función de los silos (áreas a
las que pertenecen), sino que se salgan de allí. “Es
como si cambiaran de vecindario, ya no pertenecen a
esos silos, aunque tienen el conocimiento de ellos,
pero no trabajan en función de unos objetivos
aislados, sino que son capaces de favorecer al cliente,
de sacar un producto más rápido y de valor”, resalta.

En el proceso de la transformación digital con la


cultura ágil, los equipos tienen el control, hay
colaboración mutua, las personas cambian
profundamente la manera cómo entendían su rol y se
salen de la caja, escuchan más a los otros para poder
colaborar, entienden el valor que están generando,
son autónomos, tienen más responsabilidad,
autogestión y poder de decisión, además, obtienen
resultados iterativos e incrementales.

Así lo explica Pablo, a la vez que resalta que cuando


se implementa una cultura ágil, cambian demasiadas
cosas en la organización, por lo que se necesita
capacitar a las personas para que aprendan a
trabajar de una manera diferente y empiecen a
cambiar conceptos, creencias y maneras de pensar.
Los beneficios de adoptar agilismo en una compañía
dependen del nivel al que se aplique este marco de
trabajo. Por ejemplo, si un área de la empresa decide
aplicarlo, sus proyectos tendrán más velocidad, es
decir, se incrementa el número de proyectos solo por
cambiar el trabajo.

Mientras que si se habla a nivel de un proyecto, el


resultado es un alcance mucho más valioso que lo
que estaba programado al principio porque en la
mitad pudieron cambiar lo trazado, de acuerdo a los
aprendizajes, lo que le da mayor valor a un cliente y
dinamismo a las líneas de negocio o servicios, habrá
un plus diferenciador en el mercado.

Entre tanto, si el agilismo se implementa en toda la


organización, esta aprende a adaptarse más rápido al
mercado, comprender a tiempo los cambios de los
consumidores; además los colaboradores de la
empresa están felices y se reduce el índice de
rotación, todo se ve reflejado en el estado de
pérdidas y ganancias (PYG).

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Equipos ágiles
para transformar
tecnología en valor
No sólo las empresas de desarrollo de software están
adoptando metodologías ágiles, sino también
organizaciones del sector financiero, educación, salud,
marketing, entre otras, para dar velocidad y valor a
sus proyectos. La función de los equipos ágiles es
precisamente conocer al usuario para mejorar de
forma incremental. Es por ello, que en un proceso de
transformación ágil, requiere de equipos de alto
desempeño, quienes dan valor, eliminan obstáculos,
experimentan y aprender para resolver problemas de
alta complejidad.

Estos equipos son autoorganizados y autónomos, no


le temen al error porque aprenden de ellos y tienen la
capacidad de tomar decisiones sin la directriz de un
jefe; se enfocan en la acción y asumen riesgos que les
permite lograr metas. Un equipo ágil da lo mejor de sí
y tiene flexibilidad para adaptarse a los cambios
aprovechando las herramientas tecnológicas y su
conocimiento.

Estos equipos tienen alto conocimiento técnico,


compromiso y autogestión, con dinámicas enfocadas
en desarrollar entregables en tiempos cortos, juntos
se centran en el objetivo común y aceptan la
responsabilidad. Prueban prototipos, recogen
retroalimentación, y constantemente, están en
pruebas para mejorar.

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Centrarse en
el cliente para
innovar
La transformación digital exige centrarse en el cliente
para innovar, adaptarse a los cambios y a las
necesidades del usuario de manera ágil, de lo
contrario, las empresas perderán oportunidades en el
mercado. La esencia de la transformación digital es
que alrededor del cliente se establezca un modelo
de negocio enfocado en brindar experiencias
eficaces, originales y sobresalientes.

El Foro Económico Mundial en su informe La empresa


digital Pasando de la experimentación a la
transformación, dice que “centrarse en la necesidad
primordial del cliente es una forma eficaz de
desencadenar la innovación y volver a imaginar el
modelo de negocio. Esta necesidad es la esencia de
lo que los clientes valoran en un producto o servicio”.

Ese mismo informe destaca a las plataformas Uber y


Netflix por pensar y articular las necesidades de sus
clientes. “Como muestra Netflix, una visión sin carga
de la necesidad primordial de los clientes puede
permitir a una empresa girar y, por lo tanto, proteger
su posición en el mercado”, explica el análisis al
destacar que es probable que toda una generación de
competidores redescubra la necesidad básica de los
clientes de una empresa en este momento y cree
formas innovadoras para enfrentarla.

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Netflix es una empresa que innovó en las últimas dos
décadas, al poner su foco en la necesidad de sus
clientes, dándoles la posibilidad de encontrar las
películas que les gustan, al crear un algoritmo que
identifique los gustos de sus usuarios y
recomendarles películas y series acorde con sus
gustos. De hecho, la plataforma dice en su sitio oficial
que entrega contenido digital a cualquier dispositivo y
produce programas de televisión y películas con los
datos de sus 130 millones de suscriptores.

“Netflix, que hoy tiene sede en Silicon Valley comenzó,


sin embargo, como el equivalente en la industria de
los medios de Sears: enviar DVD por correo desde
grandes almacenes ubicados en todo el país.
Su negocio actual es solo el último capítulo en la
historia de una compañía que se reinventa
repetidamente, siempre enfocada en entregar lo que
sus clientes desean” (Netflix).

Gregorio Patiño, vicepresidente de Nuevos Negocios


de Pragma, afirma que los procesos de
transformación digital deben implementar
soluciones que satisfagan a los consumidores y que
la innovación es un tema que para muchas compañías
aún es un mito, debido a que son pocas las que
hablan de automatización, reglas de negocio y
robótica, tecnologías fundamentales en la
transformación digital.

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Hace una década, las organizaciones tenían el poder
en la relación con los consumidores, imponían las
condiciones y las normas, podían rechazarlos porque
no tenían criterios de selección, lo que cambió con la
transformación digital. Precisamente, las nuevas
tecnologías y redes sociales les permiten a los
clientes evaluar, criticar, quejarse o recomendar
marcas en tiempo real, lo que llega a muchas
personas en pocos minutos.

No obstante, explica el vicepresidente, estamos en la


segunda década del siglo XXI y muchas
organizaciones aún tienen una visión errada, no
dimensionan cómo ha cambiado la dinámica del
mercado ni perciben que los clientes tienen el poder
de escoger la oferta que más se acomoda a sus
necesidades.

Por otro lado, cambió la interacción entre las


empresas y los consumidores: antes se basaba en
comandos, es decir, se daban instrucciones y los
usuarios se satisfacían a través de interfaces. Hoy esa
interacción es más fluida, se pasó de los comandos a
la comunicación, por ello, desde la inteligencia artificial
se hacen esfuerzos grandes para humanizar la
manera como las marcas interactúan con los usuarios.

Gregorio agrega que los fabricantes de dispositivos


adaptan tecnologías para facilitar las interacciones.
Entre los más exitosos están los asistentes
virtuales: robots con rostro y nombre que le hablan a
las personas con un lenguaje natural y responden a
sus dudas en tiempo real y en horario no laboral.

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Estrategia y
cultura ágil en
las empresas
Las empresas están empezando a comprender que
por más que piensen en estrategias, no sirve de nada
si no trabajan en la cultura. Y es por eso que agilismo
se ha vuelto esa caja de herramientas de la cual
podemos disponer para lograr objetivos basados en
el propósito, tanto a niveles de equipos y a niveles de
escalamiento en la organización.

Para adoptar una estrategia y cultura ágil, lo primero


que debemos hacer en una empresa es entenderla, es
decir, comprender el propósito, la estrategia, la
estructura, la cultura y el talento. Cualquier trabajo
que deseemos emprender sin entender estos aspectos
de la organización será en vano.

Es como tratar de sembrar semillas en un suelo árido


y sin nutrientes: difícilmente se conseguirá algún fruto,
algún cambio. Para esto debemos escuchar, abrir la
mente, entender, mantenernos imparciales y, una de
las cosas más difíciles de conseguir, evitar dar
respuestas apresuradas. Lo segundo que debemos
interiorizar son los valores y los pilares del agilismo,
es decir, antes de aventurarnos a simplemente dar
respuestas basadas en un marco de trabajo y
soluciones sacadas de libros, debemos conocer la
razón de cada una de estas.

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Después de esto, podemos emprender el viaje para
conocer ese mundo ágil de múltiples metodologías
que existen y que se pueden aplicar a cada tipo de
empresa y de proyecto nuevamente, intentando
entender y aplicar lo más fiel posible antes de querer
modificar e innovar, de lo contrario podríamos morir en
el intento. Lo tercero y último, es aplicar aprovechando
que tenemos esta maleta cargada de conocimiento.

Llenemos esa maleta de acciones y lecciones


aprendidas, ¡apliquemos! No nos quedemos en el
intento, fomentemos más conversaciones generativas,
interactuemos con más personas, probemos e
intentémoslo, hagamos experimentos cortos y
objetivos, digamos “¡me funcionó!”, pero, si nos
equivocamos, gritemos “¡me equivoqué!”(lo mejor es
que habremos aprendido en qué nos equivocamos y
cómo salimos de esta situación).

Demuestra más experiencia quien evidencia sus casos


de fallo y de aciertos que el que solo muestra casos de
acierto y que solo le ha ido bien.

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Las herramientas adquiridas en los dos primeros
pasos nunca son suficientes, porque las personas, los
proyectos, las organizaciones y el negocio cambian,
todo cambia. Pero, si no se cuenta con ellas, existe
una probabilidad de fracaso mucho más alta.
En ese sentido, la estrategia y la cultura ágil no son
una receta que se saca de un libro, no basta solo con
certificarse: es un proceso de aprendizaje continuo
y de aplicar constantemente estos puntos de los que
hablamos, entendiendo que nuestras herramientas
más poderosas son la transparencia, la inspección
y la adaptación.

Este también es un proceso iterativo e incremental


porque ser maestro no se consigue de un día para
otro, lograr la perfección es utópico y es un proceso
interminable, pero que, si no trabajamos por ello, no
experimentamos, no nos equivocamos, no luchamos,
no se consigue ser mejor.

18
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