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Introducción
La educación cristiana, uno de los ministerios básicos de la iglesia, explora la
Biblia, la teología, la historia cristiana y la experiencia cristiana en busca del contenido de
su enseñanza. Tiene una herencia de verdad cristiana que recibir, interpretar y transmitir. Es
responsable asimismo por la alimentación de la fe cristiana en las personas a quienes
ministra. Es educación cristiana.
Pero la educación cristiana es también educación y debe reflexionar sobre
cuestiones tales como el porqué y el cómo de su tarea. Necesita una filosofía mediante la
cual pueda alcanzar algunas conclusiones prácticas acerca de sus objetivos características y
los procedimientos adecuados para lograrlos.
Las leyes del aprendizaje son comunes a todos los campos del conocimiento. Por
consiguiente, la educación cristiana tiene que dominar la psicología del aprendizaje a fin de
relacionar esos importantes principios con sus propias tareas de enseñanza-aprendizaje en
la promoción de la fe cristiana.
Además, la labor de educación cristiana no ocurre en un vacío, ni siquiera
exclusivamente dentro de los muros de las iglesias. Todos los educandos pasan la mayor
parte de su tiempo en un contexto social más amplio, como el hogar, la escuela y la
sociedad en general. La educación cristiana, por lo tanto, necesita tener un conocimiento de
estas instituciones y fuerzas a fin de trabajar constructivamente con ellas cuando sea
posible, o ayudar a los educandos a superar esos factores cuando éstos son adversos.
La educación cristiana es en realidad un área interdisciplinaria y “busca sus pautas
en muchas direcciones”, a la vez que se atiene firmemente a su mensaje y sus métodos
únicos como agencia de la iglesia cristiana para el cumplimiento de la Gran Comisión.
1. Su finalidad
a) ¿Qué es la Educación Cristiana?
Ganar a los estudiantes para Cristo, llevándolos a una respuesta positiva, a saber, la
conversión evangélica.
Enseñar a los estudiantes acerca de Cristo, para el desarrollo del carácter y la
conducta cristianos.
"Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lucas
19:10). "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mateo 28:19), "a fin de que el hombre de Dios
sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra" (2 Timoteo 3:17).