Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
COMPORTAMIENTO
DEMOGRÁFICO. FENÓMENOS MIGRATORIOS.
El siglo XVIII puede tomarse como punto de partida para una nueva trayectoria
demográfica en España. Si tomamos como base el censo de Jerónimo de Ustáriz (1717),
observamos que la población española no ha dejado de aumentar de forma ininterrumpida hasta
la actualidad. El saldo vegetativo ha sido positivo. En épocas anteriores a esta fecha la
población española, como la europea, vivió bajo un régimen de mortalidad catastrófica: las
epidemias y la falta de alimentos provocan crisis de subsistencias que confluían e la supresión
del un excedente demográfico acumulado en los años de bonanza. Territorios como Castilla
soportarán una situación más grave, al confluir otros factores político-económicos de mayor
incidencia: imperialismo militar-colonizador (provocador de una migración y mortalidad
importantes: estéril desde el punto de vista económico, como los casi dos siglos de guerra
contra el Milanesado, Nápoles o Parma), desincentivización de la actividad productiva por la
afluencia de metales preciosos sobre una economía incapaz de absorberlos, etc.
La población española aumenta a partir del siglo XVIII. Concretamente en 1717 era de
aproximadamente 7,5 millones, y en 1768 unos 9,3 millones, alcanzando a finales de siglo los
10,5 millones (año 1795). De esta forma, en el período 1717-98, primero del que existen datos
sistemáticos de censos de población, podemos decir que existe un crecimiento del 40%, con una
tasa de crecimiento interanual estimativa de un 0,42%, no muy distinta a la registrada en esas
fechas en los países de Europa occidental.
Una vez terminada la P.G.M., se produjo una gran epidemia que elevó
considerablemente la mortalidad en España, coincidiendo además con años agrícolamente
críticos. Algunos demógrafos consideran a la gripe de 1918 como la última de las grandes
catástrofes epidérmicas.
En segundo lugar, la guerra civil (sobre cuyas víctimas no existe aún un consenso -
¿250.000 o un millón de muertos?-) supuso un incremento notable de la mortalidad, un
descenso al 16,4 por mil de la natalidad en 1939, y un marcado "bocado" en la pirámide de
población en el estrato de las generaciones que entonces tenían entre 18 y 40 años. Por último,
la salida de unos 300.000 exiliados tras la guerra supuso otra traba al incremento futuro de
población: se trató de una migración definitiva para buena parte de los salidos (primero
canalizados hacia Francia, y luego hacia Hispanoamérica), y temporal para un número
difícilmente precisable para buena parte de los exiliados.
2
Como segundo rasgo distintivo, este crecimiento espectacular no ha sido uniforme ni
equilibrado. Si nos atenemos a la variación entre 1900 y 1970, son muy pocas las provincias
que ganan un porcentaje de población superior a la media (pero lo hacen en valores muy
elevados), mientras la mayoría crecen por debajo de la media (es decir, débilmente) o pierden
población:
Varias conclusiones se deducen del análisis de las densidades españolas a lo largo de los
últimos siglos, como indica J. Vilá Valentí. El primer lugar, la densidad media española, dentro
del período tradicional, ha sido siempre baja o mediana (con valores de 12 a 14 habitantes por
kilómetro cuadrado entre los siglos XIII al XVIII), siendo especialmente notable la existencia
de áreas agrícolas con densidades muy bajas, de entre 5 y 10 habitantes por kilómetro cuadrado.
España, pues, ha sido un conjunto territorial poco poblado en el conjunto de los países
mediterráneos, con una densidad muy inferior a Portugal e Italia: así, en 1985, a los 75
habitantes por kilómetro cuadrado de España le corresponden 107 en Portugal y 186 en Italia.
Mientras en la segunda mitad del siglo XV y primera del XVI existía un área que
podemos considerar relativamente poblada en el centro del territorio español,, entre Castilla la
Vieja, León, Castilla la Nueva y Extremadura, en las dos centurias siguientes este territorio ha
sufrido cierta pérdida de población, al tiempo que la periferia, con zonas de baja densidad a
finales de la Edad Media, como es el caso de Andalucía y Cataluña, presentaban un aumento de
población. Esta tendencia se acentúa a lo largo del XIX y XX.
Entre los focos más densamente poblados del país, pueden destacarse:
Foco madrileño: área metropolitana de Madrid, que engloba además del núcleo
central los municipios anexionados desde 1940 (Barajas, El Pardo, Carabanchel,
4
Vallecas, Villaverde), Alcobendas y San Sebastián de los Reyes-Coslada, Getafe, Parla,
Pinto, Alcalá y Torrejón.
Foco barcelonés: el área metropolitana barcelonesa la componen, además de
Barcelona, Hospitalet, Sta. Coloma y Badalona, en un eje que tienen 20 Km. por 40-60
de tamaño.
El llamado Ocho asturiano, formado por Avilés y Gijón (a ambos lados del
cabo de Peñas), Oviedo en el centro, y Mieres, La Felguera y Sama de Langreo al
S.
-El sistema Ibérico, al E de Burgos y abarcando toda Soria, Guadalajara, Teruel, Cuenca
y Albacete.
-El islote en torno a Madrid: Ávila, Segovia, Toledo, Guadalajara y Cuenca.
- El semidesierto extremeño-manchego.
En los años 60 tiene lugar de forma decidida una decantación de lo que habría de ser la
actual forma en que se presenta la densidad de población: Soria, Cuenca y Teruel pierden más
de una quinta parte de su población en esos 10 años; Guadalajara, Badajoz, Segovia, Zamora y
Cuenca pierden entre el 15-20%.
3- Composición socio-poblacional.
4- Política demográfica.
Que la población se vio arrastrada por esta mentalidad oficial parece evidente: en
1974 todavía cerca del 40% de la población mayor de edad opinaba que no debía existir
la posibilidad de una planificación familia, y el 58% no pensaba que fuera necesaria la
legalización de los métodos anticonceptivos.
Por otra parte, los comportamientos demográficos tienden a mostrar una dispar
tendencia en las distintas regiones. El “desierto” demográfico interior camina a pasos
agigantados hacia un envejecimiento de la población, mientras que algunas zonas como País
Vasco se están anticipando a la tendencia en el descenso de la natalidad (desmarcándose
claramente de la media) Por tanto, los problemas demográficos tienden a dispersarse
espacialmente: la despoblación y envejecimiento de provincias como Soria, Huesca o Teruel
contrasta con una concentración de la población en zonas de recepción de emigrantes, las
que, a medio plazo, podrán en todo caso sufrir un ligerísimo repunte de la natalidad), con lo
que se acentuarán las diferencias de partida. Para el año 2020 se podrían alcanzar tasas de
dependencia casi un 50%, superiores a las de mediados del siglo XX, llegándose a poner en
peligro el sistema de asistencia social en lo que a pensiones se refiere, y pese a los acuerdos
alcanzados al respecto en 2001. La migración, al decir de los demógrafos y sociólogos, no
sería suficiente para compensar el vacío demográfico, ya que no se trata exclusivamente de
una cuestión numérica: el motor económico de un país desarrollado no consiste sólo en la
cantidad de fuerza de trabajo disponible, sino depende también de la formación cualificada
de dicha población: y, en tanto no se alcance una plena integración social, con participación
plena de los hijos de los inmigrantes en el sistema educativo, no será posible poner coto a la
merma del sustrato poblacional.
10
La llegada de extranjeros ha contribuido a aumentar la población, de tal forma que a 1 de enero
de 2004 existen en España: 3.034.000 extranjeros empadronados, el 7 % del total de habitantes
(actualmente rodaremos el 10 %). La llegada de extranjeros ha contribuido a aumentar la
población.
Más de la mitad proceden de América del Sur y Central (35 %) y de la UE (21 %)..
Los ecuatorianos son la nacionalidad extranjera más numerosa en España (16 %), seguida de
los marroquíes (14 %) que hasta 2002 eran los más numerosos. Entre los extranjeros hay más
hombres (53 %), aunque existen diferencias significativas según la procedencia. La población
extranjera es básicamente masculina en el caso de los marroquíes (66,3%) e italianos (59,8%),
y femenina en la procedente de Colombia (56,9%) y Perú (55%). En Reino Unido y Alemania
se reparte al 50%.
En general en las provincias de la costa mediterránea, los archipiélagos y el centro de la
península son las zonas en las que existe mayor concentración.
Las estadísticas del Movimiento Natural de la Población, que se refieren básicamente a los
nacimientos, matrimonios y defunciones ocurridos en territorio español, constituyen uno de los
trabajos de mayor tradición en el INE. Durante 2003 se registraron que en el año anterior. Este
incremento se debió, en parte, a la fertilidad de las madres extranjeras. Las mujeres con
nacionalidad marroquí fueron las que más hijos tuvieron en 2003: el 19,7% del total de
nacimientos de madre extranjera.
La tasa de fecundidad de España prosigue su recuperación y alcanza su valor más elevado
desde 1993: 1,3 hijos por mujer.
La edad media al nacimiento del primer hijo se ha incrementado en 4 años desde 1975.
El porcentaje de nacimientos fuera del matrimonio continúa creciendo: ha pasado de ser de un
10% en 1991 al 21,8 en 2002.
6- BIBLIOGRAFÍA.
DEL CAMPO, Salustiano.: Análisis de la población española. Ariel, 1990.
PUYOL, Rafael (ed): Dinámica de la población es España. Madrid, Ed. Síntesis 1997.
7- PÁGINAS WEB.
http://es.wikipedia.org/wiki/Demograf%C3%ADa_de_Espa%C3%B1a Artículo
de la Wikipedia sobre el tema. Datos actualizados.
http://www.ine.es/ Principal fuente de dados oficiales sobre la población
española.
11