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Estrés postvacaciones
El síndrome de vuelta al trabajo o
estrés postvacacional se caracteriza
por la dificultad para adaptarse a la
rutina de la vida laboral tras un
período de vacaciones, donde se ha
pasado un tiempo sin las
responsabilidades de cada día y se
han cambiado hábitos, tales como
alimentación, horarios o ciclo del
sueño. Esta dificultad conlleva una serie de síntomas que se expresan en
forma de desequilibrios físicos y psíquicos, aunque lo habitual es que estos
desaparezcan a los pocos días. Pérdida de energía, alteraciones en el
apetito y cuadros de angustia son algunos de los síntomas del síndrome
postvacaciones. También pueden aparecer sentimientos negativos hacia el
trabajo, ya que se transforma en un agobio, alteraciones del apetito,
generalmente con pérdida del mismo, desarrollo de síntomas
psicosomáticos de estrés, como cuadros de angustia, ansiedad y dolores
musculares, alteración del sueño y un sentimiento constante de tristeza,
donde la persona se vuelve irritable e intolerante.
Tips para combatir el problema:
a) fraccionar las vacaciones a lo largo del año, en lugar de tomar todos los
días seguidos.
b) Regular el reloj biológico los días previos al inicio del trabajo, acostarse
en los horarios habituales y evitar las siestas los últimos días.
c) Planificar momentos al terminar la jornada de trabajo es muy bueno para
distenderse mentalmente. Salir a dar un paseo por la calle, escuchar su
canción favorita, también son buenas técnicas. La idea es hacer lo que
sea con tal de disminuir los pensamientos negativos
d) El ejercicio físico también es recomendable ya que “nuestro organismo
libera unas sustancias llamadas endorfinas que reducen el cansancio
provocado por el estrés.
e) No descuidar la alimentación, ya que llevando una dieta equilibrada que
aporte los nutrientes necesarios para mantener un buen estado físico y
mental, prevenimos la aparición del tan temido estrés laboral.
Comprendiendo que para conseguir los descansos y vacaciones se requiere
de esfuerzos en el diario vivir, ya que las personas también necesitan
sentirse útiles, se podrá prever y superar el estrés postvacacional y
comenzar el año laboral de la mejor manera.
2. Nunca se es demasiado viejo o sabio para aprender
A veces nos creemos que estamos bien
informados y tenemos un entrenamiento
tan completo, que no necesitamos que
nadie nos brinde instrucciones o
consejos sobre el tema de la seguridad.
Sin embargo, un estudio de los
accidentes demuestra que hasta los
hombres más responsables necesitan
que se les recuerde constantemente lo
esencial que es la seguridad para él y
su trabajo.
¿Porqué lo hizo? No podemos saber la razón que tuvo para hacer semejante
cosa. Probablemente pensó que tenía suficiente destreza como para evitar que
los rodillos le atraparan la mano. Nadie sabe cuántas veces arregló la máquina
de la misma manera; pero lo que sí sabemos es que esta vez, por culpa de su
descuido, perdió la mano derecha para siempre.
na temporada de fiestas,
sobran los motivos para celebrar, compartir, alegrarse, reflexionar y,
como no, sobretodo, comer. Son muchos los especialistas en nutrición
que coinciden en señalar que esta época de fin de año es aquella donde
más cambios sufren nuestros hábitos alimenticios, se acumula más
grasa corporal, la tasa de carbohidratos aumenta en nuestro menú
diario, la ingesta de alcohol se descontrola y, por ende, se sube de peso.
Entonces, ¿es posible dar una respuesta optimista a la pregunta
planteada? Claro que sí. La clave a la respuesta se encuentra en el
equilibrio. Si de alimentos se trata, hay que encontrar el balance entre lo
que ingerimos para no caer en el exceso y ser víctimas de una digestión
pesada y prolongada acompañada incluso, de náuseas, vómitos, ardor
de estómago, flatulencia y/o diarrea y, de paso, registrarnos como parte
de ese 25% de urgencias e ingresos hospitalarios contabilizados en
Navidad a las que, además de estas razones, se suman otras por estas
fechas a causa de crisis hipertensivas, diabetes descompensada,
ataques de gota y diversas patologías digestivas como las conocidas
gastritis, el reflujo gastroesofágico, la pancreatitis, los cólicos biliares, la
gastroenteritis u otras que se exacerban como producto de esta
desmesura. (3) Y si de bebidas se trata, el encuadre no es muy distinto
si lo que queremos es evitar una intoxicación severa. Considere que el
consumo no controlado de alcohol puede provocar, en casos extremos
(y poco comunes) estados de coma o experimentar paradas
respiratorias por depresión funcional del sistema nervioso central. No
obstante, es más habitual encontrar, por consecuencia de esta ingesta,
expresiones de desinhibición social promotora de episodios de conflicto,
labilidad emocional o incluso periodos de amnesia (las conocidas
borradas de casete) que acompañan al periodo posterior de la
intoxicación alcohólica aguda y que suelen ocasionar terribles cargos de
conciencia posterior. Si desde ya tenemos, en nuestro estado de salud,
algún diagnóstico como obesidad mórbida, colesterol alto, diabetes,
estreñimiento, enfermedades hepáticas o renales, hipertensión, gastritis
u otros, con mayor razón aún es necesario tener un patrón nutricional
orientado al cuidado de nuestra condición física. Ya lo sabe, comer y
beber no debe convertirse en un peligro, menos aún en un factor de
riesgo para usted o su familia, solo se trata de prestarle algo de atención
y procurar ser cuidadosos sin caer en excesos. Si lo desea, siga los
sencillos consejos del chef de este recuadro y recuerde que, para hacer
cultura de prevención, esta debe aplicarse primero, e idealmente, a su
vida cotidiana sin excepción de fiestas y celebraciones. ¡Salud!