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fERNA.

NDO MONGE

Clifford,
fe l,, 2000,
. ~Ishi\ StOrC»"(adaptación
d del n1'\l1lIS
. , LrHO " 'lIledo
, . I I
renC;la Impartida en la tJJ1lversl ad de Ca lifornia S' " 11 I l' 11
d ) '5 ' F.
e a.J. awlty Researc
/J L ' ' ,¡HU (ruz ' I
ecttlres el 26 de OCt b d ' " 11 I ~
Gonzálcz de Oleaga ) M .}, L' J ' Monge
, . ' 2007 , " El J\'useodcA~
'1 u re e 2IJO{J).'
para armar», Histon"a )' po/JI 1ca . ldeas7 proceso
18 : 273-293 .
J

s ) mov/lnlelllo,\ '\"1
• 1l~l.!n~·;1: LA POSICIÓN DEL ANTROPÓLOGO
EN LA REVALORIZACIÓN DEL PATRIMONIO.
GOl1zá lez de Olcaga, M. v F. f\fonge, 2009 ~ O\..\tuseum~» e I DILEMA DE LA «PARTICIPACIÓN OBSERVANTE»
The Pa/grave Dtctm~ary o( 1raIlSl/atlona/ Hlsto 'l'~ nya ys"""''·, EN LA BATALLA NAVAL DE VALLECAS
tury lo the Present Dav Nueva York, Palgrave .Ja· the Mtd-/t, ,1. 0)")I
Kro b Th ., w r Iris cml an 72Y-7l t
e er, ., 1964, Jsh, In Ttvo "o, . A TJ,ograpry of th L - Elísabelh Lorel1zi FerniÍl1dez
Norlh Amer/ca, Berkele)', Unlversi'y 01 California Pce:s asl Wrld 111'/" ",
Mlhesuah, D, A. (ed.), 2000, Fepatnat¡on Reüder. Who O~l
Universidad Nacional de Educación a Distancia
Remams?, Lmcoln (NE) Llnlversay oí Nebraska P . s AmerrCLlll
Monge ,., • t )le p ast and rhe Allth re".1
F 20 07, «InterpretlOg
tlce Llve Ethnologlcal ExhIblrs, and Islu's Leg
(ed ) N d J' b/
oglCal ro~o
aq», en Budzsar y /
I M~dcrll
bndge Scholars Pub)) 46-55.t~:
s, ew Perspectlves art ro ems m Anthropol
og)', Ne\vcastle, ( I
.
M lS11~ .
g Ourselvcs .' L,' ve F,h de comenzar la reflexión sobre los dilemas éticos surgidos en la
'1 F. (en prensa) ' «FxpoSln
. onge, . . no Joglc,)
. F h'b' .
IV use.ullls
. V I lhe Case oE rhe N'
of Anthropo)o(t','. aove, Isll!. a d'x hI ItlOII"
A irt con mi trabajo de campo, quisiera llamar la atención del lector
po Oglst,. Alfred Krocbcr v' en Skalnick (ed) ., R '
aClsm '
Man'\.' n t e P nrlml'
Fa una cuesc1ón que será el eje vertebrador de este texto: el compro-
del investigador con sus sujetos de estudio y \a riquez.a d~ conoci-
1
.. ce, Umvcrsiry Primer. ' ces, ard ,,),;·
Mullauer-Scichter, W. y F. Moflge, 200.9, Etnohistoria (A Ir 1 se ge nera desde esta interacción. Transformando el binomio
Madrid, UNEO. . 11 opo ogía histá,;'·"I.
observació,n-Patrti,:ip:anl:e» en «partic.ipación-observante» mi intención es
Scheper-Hughes,
Id ~., 2003 ' ... Isbi'sbRrain, Ishi's Ashe" Re/lectlonsoAI
;;> .
. la importancia de la partidpación en un trabajo de campo, pero
ogyan
. I Gcnocide»'enk }Croe er y Kroeber (eds., ) l .)'h'1 In
' 1__ n
Trnc eot lroplO
. todo interrogarme sobre la tan requerida imparcialidad del obser'
. Lmeo n, University of ¡-;,bras"ao 99.131. e .en/u",".'.
y el arraigo del choque cnltural Yel extrañamiento del investigador
Slmpson, .M. G., 2001 ' Mak,'f/g Represe,7tations ' JM,', seu mSlIlteR
. h tC' / .
ra, ondrc::s y Nueva york, Routledge. os - o ot//¡¡{ com o fuente de análisis social.
E L Toda esta reflexión parte de mis vivencias relacionadas con la pu-
blicación de mi trabajo que tomó una cierta relevancia en el entorno
que estudié. Los acontecimientos en este contexto y mi posición en
el campo me provocaron alguno, dilemas éticos que no me dejahan
sentir tranquila, pero en aquel momentO no me detuve a reflexionar
sobte ellos. Sin embargo, el presente capítulo, no surgió tanto de la
necesidad personal de planteármelos, sino graciaS a la pregunta de otra
persona: ¿podrías presentar un dilema ético que haya surgido de tu
práctica como etnógrafa? La pregunta y la reflexión me ban llevado
hasta aquí y son una preciosa oportunidad para dar forma a cuestiO'
nes que, por otrO lado, ban estado determinando mi trabajo de forma

implícita.
Para responder a la pregunta me remití al trabajo más intenso que
había realizado hasta la fecha: una investigación en el madrileño barrio
de Vallecas sobre una de sus fiestas más originales Y polémicas, la Bata·

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144
EL/ SABET H L O ft ENZI F EA NÁN D EZ

ÓN DEl ANTR OPÓL OGO EN LA REVALOR I ZACIÓN DEl PATR IMON I O

1Ia Naval. CO"lO etn" gra fa y com o autora de unlihro sohre est"
jugué "ierto pa pel a la hora de legitimarla ante los medios de "0" y recibir co n hu en hum or los chapu zones pro pinados por Jos
cación y la Administración. y para desa rrollar este capítulo soh,.,. Ge nre arrem olinada e n torno a cualquier fuente de agu a se ap re-
argumentos acerca de la éti ca profesiona l, lo qlle hice fue atr" I'''' llenar sus armas acuáticas para poder mojar íl sus co ntrinca ntes.
conrroversias que generó la publicación de mi rrabajo.
se disfrazan de piratas, marineros y bañistas excén tricos ponen
Antes de continuar debo adve rtir al lecto r que en este texto la , de co lor. «Atrez:taruras>. de harco representan sus propias bata·
tión ética se ha cOnve rtid o en un p linto de partida para re/lex i,,, charanga y la percusi6n riegan el ánimo con desordenadas no tas
sobre los dilemas que sentí ducante los procesos participativos 'l"!" " Los cubos, pistolas y disfraces pincelan con su colo rido la
plicó mi práctica etnográfica. Peco para desarrollarlo no voy a 1.. y la algarahía de una liesta a la cual han acudido cada vel, en los
hincapi é en la fase del trabajo de campo, dond e la observaei')n 1'-'" añ os, más de siete mil personas.
ticipante juega un papel fundamental y donde podrían ubi car,se ,l.,. sus inicios, en juli o de 1982, cuando se proclamaba por pti·
camente los dilemas ante las Opo rntnidad es de participación. D," ,) .Id vel , iVaJlekas, Puerto de Mar! », la Batalla Naval ha estado estre·
Gre nwood (2000: 27·49) reflexiona magistralmente sohre este " " ,, ligada a lo.~ movimie ntos sociales del dístriro, una densa y cam-
mento de la in ves tigación y las implicaciones para la metodología de la red de asociacio nes y colecti vos, desde la cual se ha dinamizado
observación participante seña lando cóm o desestabiliza a l investigad,.r cultural del distrito. Este htcho, junto a otros factores, ha id o
el hecho de que sus «informantes» se sientan también p arricipantes .Ir tribuy endo a fomen tar un3 especific idad cultural vallccana, porque
la observación. En mi caso, esta disposición n o me generaba este co". ido creado referencias COll'lUnCS, lugares y mo me ntos de encuen-
Ilieto, siuo que me hacía sen tirme más Cómoda porque Slis fO fl11a , y el tareas colectivas, co ncepro s, símb o los e ico nos. Por otra parte, esre
lenguaje me result,m {amiliares. Las controversias, en mi caso, llegan",
después. cultural ha ayudad o a cimentar la idea de Vallecas como barrio
e indepc:ndiente.
Las reflexiones que voy a ex po ner a Continuación Se centra n en ",", Mi objetivo al investiga r la Batalla Naval era llegar a comprender la
cuestiones que surge n al devolver los resultados de la investigación ; ,., que un eVenro así tenía en un distrito en rápida tr~l!1sformación,
decir, cuando salí del sombrío refugio de la ohservación y q uedé expLie., era su papel en la conformación de una idenridad va llecana raD
ta a la lu z de las observaciones de los observados, además del «p.íblico .. "~igada en el barrio, y en muchos elemenros, ligada a una cul tura de
en gent:ral y de la acad enlia.
lquierdas. Con e l riempo es ra observaci6n dio lugar a mi tesis doctoral
Pero para explicar bien los dilemas que afron té, debo primero ex • la publicación de un libro Val/ekas P1/erto de Mar. Fiesta, ide7ltidad
p oner por q ué se generaha un clima de Polémica en torno a la fiesta barrio y movimientos sociales (Lorenzi, 2006).
de la Batalla Naval., y por qué este clima me forza ha a Si tuarm e COmo El libro trata principalmente de responder la siguiente cuesti ón: ¿por
antropóloga en un a pequelia, pero compleja are na política loca l. en Vallecas el sentimi e nto ide ntitario de harria se manifiesta de
ran intensa? J\1i rrabajo no trata rantO de definir las condicio nes
propician un senrimiento que es difícil de medir, sino de exponer
LA POLÉ.'v!JCA BAJALl.A NAVM. labo r de promoción identitaria y de prácrica cultural que lleva n ha·
ciendo durante tanros años los mo"imienros sociales y que se encarna
Desde hace ya cas i tces déc,1das, la Batalla Nava l consisre en una grao claramente en la Batalla Naval.
gUl"rra de agua colectiva en la cual todos y todas san víctimas y verdu . Esta fiesta se celebra sin iJ)[crrupci 6n desde 1982, pero conseguirlo
gas. Con esta 6esta se conmemo ra y se defiende la irreverente y ut"p ic" requiere un gran despliegue de esfu erLos y estrategias por pane de sus
independencia de Vallecas, proclam ando la localidad Corno Puerto de promoto res , ya que no se rrata precisamente de un evento que destile
M ar. Se celebra todos los años el domingo de julio más cercano a la l"onformismo. Es una fiesra que proclama independenci a y auro nom fa,
mirad del ",es, como plinto y final extraoficial de ¡"s fiesta s del distrito. 1:111(0 e n SlI forma C01110 en su contcnido . La manera de usar y reclamar
El evento se cou voca en el bnleva r del distrito y allí, desde las cinco de '11 pIHllj (.~o e n espacios y recursos (el agua) choca con las fo rmas de e n-
la tarde, llueve gente cargada Con cuho s y pisrolas, COn la " lila illt l'''ei,,,, 1 ~" lldl'r l"S!;l gcstic')1l por p ~lrt t· dt: los re presenranres locales del ayunra-
l11i('1110 " I'or o H;I p ;II"1 C, b :.1 :\1"111 :1 ",oó :11 de l ()~ últimos años, generada
14(1
1·17
OH ANTROPÓl O G O EN LA R ~ " AL O RII~C I 6N OH PATRIMON IO

El ISA8ETH l O R EN ZI ' ER N ÁN DE Z
N.wal. calmando o desafiando al ayuntamiento, generan-
en torno al problema de la sequía, nutre de argumentos a Ll pública favorable Y articulando un apOYo social en torno a
la administración para polemizar so bre la celebración 1, Bajo la piel de este esfuerzo, sus proUlotoreS buscan que
En sus inicios, la fiesta tomaba cuerpo en un co ntex to l ' l) ('1 una ocasión para generar un Ulomento lúdico de encuentro
ayuntamiemo de M adrid ) con su espíritu de renovación, dalu y de activación de contenidos alternativOS y de barrio.
los prugra mas festivos de l distrito a las propuestas dd cntor1ln y cuenta estos h echos es importante para que eI lec",r pueda
do las asociaciones d e bar rio promovía n con especial ahínCi) cuáles son loS dilemas éticoS qu e vay a plantear en este
tas populares como parte esencial d e su proyecto político. DII que en esta arena de despliegue de estrategias y argumentoS
conve rgencia de i nter~st!s, las fiestas de barrio}' otro lipa dl' " la publicación de mi libro y mi papel como antro póloga
(carnavales, fes ti vales de rock. .. ) encontraron cierto apoyo inscil relevancia como un elementO para reforza r la imagen de la
Es en este contexto cuan do nació la Batalla Naval. Con el ( ¡{,11l y a la iuversa. esta arena me ha proporcionado una gran
juntas d e distrito! consolidadas en sus funciones, empezaron a oportunidades pafa difundir mi trabajo.
tar su rechazo ante el uso que se hacía de la calle y d e: las bocas d{'
El m o rnc::nto en el qu e las reticencias se convinieron en d a ra
se consolidó cuando el Partido Popular llegó a la Ju nta de Disrrit ... EL INTERÉS Dr. LA HESTA
hibiend o la fiesta.
N aval. que en definitiva conjuga cou particular localismo los
A pesar de ello. la tiesta no se dejó de celebrar, pero sí supuso
de un Reclai'" ¡he Slreets (reclama las call es), se caracteriza
doblado esfuerzo para los d istintos co lectivos y promotores qut' [
por la implicación de los movimientos sociales en la pro-
que idear d ife re ntes estrategias que p er mitie ran materi alizarla C;ll b
de un sentimiento de barrio. Esto es lo que ha hecho despertar
Dura nte cinco años (19.95 -2000) estu vo ex presametlte prohihid.t.
hacia la tiesta lejos Y cerca de las humildes fronteras va\\ecanas.
Junta lev:::m ró la proh ihic.:i6 n cuando un grup o de personas se COIl'" i
yeron como la asociación «Cofradía M arinera de VaJl e k as)~ y negm:i¡ ') casual que el libro haya visto la luz gracias a dos editoriales, La
formas de celebración de .la fiesta, co mprometiéndose a controlar vi 1
y Traficantes de Sueños. Esta última se implica intensamente en la
.. de materiales Y textoS valioSOS para los movimientos socia-
del espacio y del agua. Desde ese momento se ha celebrado de f,,,
sea porque puedan rcpresentar una valiosa herramie nta de análisis
normalizada, aunque las po lémicas en torno a las restricciones de .11',11.
se trate de materi ales producidos desde la reflexión y la prácti-
a causa de la sequía han servido de argumento para problematizarl. , y
negar recursos para su celebración. lin este sentido. para ellos, el principal objetivO de la publicación de
Por tanto, a pesar de que la fiesta tiene lugar una tarde al añ o, so ll [trabajo era impulsar el libro como herramienta de reflexión sobre los
¡mientoS sociales en el proceso de articulación de una identidad
cíclicos los nu merosos esfuerzos que va n dirigidos a conseguir matc l' i, l
El libro pr n \Cve objetivamente el reconocimiento de la
o ll
Bat~ll~
al como patrimonio cultu ral, pero para los editores y para muchos
1. Ofrezco aquí una pequeña muestra de los riTulares de prensa más po ! émi ,o~ 1'1\ sus lectores. su valor reside en que pone énfasis en la cultura como
los últimos años: "La guerm de los rebeldes», El País, 19 de julio de '1993 ; «La seq u Í;l 1111
amarg6la 'batalla naval' ", Ya , 18 de julio de 1994; «La Batalla N,wal de Puente de V:\ II , activo Y resultado del trabajo colectivo.
cas terminó con la inten"enciún de la Polida Nacional», ABe, 17 de julio de 1995; .. B,II,I
Ila N aval, batalla campal,., el Paú, 17 de ju lio de 1995; «La BatalJa Naval clandcsrtn¡l tI.-
Vallecas se salda con ocho detenidos», 16 de julio de 1996; ...La edil de Vallecas pro hílll'
l. .:l'aficanre, de Sueños nace con el prop6siro de ",r un punto de encuen"o y
la Batalla Naval por apología del terrorismo», El Mu ndo, 18 de julio de 1998; "Ley Se\,1
en Vallecas .. , Diario 16, 19 de julio de 1999; «La Batalla Nayal de VaJlecas será una fiC ,~ 1: 1 deba,,' ,1< 1", diferenres ".lidades de los movimienros sociales. Intenrando "ascender
pese a la prohibición», Diariu 16, 17 de julio de 2000; «La edil de Vallecas auturiza 1"
•• " ..Imbiro. r"" de ir aporrando su graniro de "ena para enriquecer los debates, sen,i·
Batalla Naval tras cinco años d~ prohibición», f,J País, 13 de julio de 2001; "Los vallc.''-':!- ¡" lod ... I" y prácticas que traran de " ,nslonnar esre ,,,.do de cosas. Par. e\lo cunstruimos
nos 'se mojan' por un puerto de mar,., El ,l¡'hmdo, 15 de juJiu de 2002; «Raralla Nava l t' l1 n
,,,,., lih"" ri.' ,,,,,ciari.a, una ediTOóa¡ y nn pontO que coopera con redes de distribución
plena sequía», ABC, 14 de julio de 2006; «Polémk.1 en Vallecas por la naral\a nav!.I1 d,'[ "h,'''' '''' ' '' ' 1,,, re'ros de la ediwi,l se publican con licencia Cro"i" COlnmo , y con
domingo», 20 Minutos, 13 de julio de 2007; ,,\:"allecas libra una batalla de RO,OOO li tr¡l~ \( IJl YIrlt .. {hl l p: l.' tra tic<u \tC~. \ll,"t) ,
de agua para exigir mejores servicios sociales», El Mu ndo , 20 de julio de 200R,
\49
14H
ÓN
DEL ¡\NTI\OPÓLOGO EN LA I\EI/¡\LORIZACI DEL PATRIMONIO

ELíSABETH LORENZI FERNÁNDEZ


para mí, al mismo tiempo que quería poder ofrecer una
los colectivos que trabajan dentro de estoS parámetros.
consideraba que afirmar la legitimidad de la Batalla Naval no 1 o
momento tiene lugar durante el propio trabai de cam-
hacer ninguna afirmación que no fuera válida. Además estab;1
uno despliega sus formas de observación participante. Se
una causa que consideraba buena. También era consciente di'
que el método etnográfiCo se distingue de otras aproxi-
mensaje sería más efectivo si mantenía las formas de la CiClhLI
el con-
metodológicas por la implicación del investigador en etivo
~
púhlico. Así y todo, defender mi trabajo y defender la Ibt;ll!.,
implicaba posicionarme como antropóloga. investigación (Estalclla Y Ardevol, 2007) ya que su obi es
aproximación holística que implique a todos los actores. Sin
según Davydd Grel1WOOd (2000: 27-49), ésta es una metodo-
IMPLICAcrÓN CON EL TRABAJO DE CAMPO ciertas pecu liaúdades, ya que privilegia la observación como
y sólo invoca la participación de forma adietivada. Esta
Como he afirmado al principio, voy a utilizar la cuestión étic;l una fuerte carga positivista, evoca ul1 ohservador separado
trampolín para lanzarme a problematizar sobre la implicación dd a sus «objetos>l de observación.
tropólogo en la práctica etnográfica. ~tivamente, cuando uno se encuentra situado plenamente en su
En numerosas ocasiones se ha afirmado que el método etnogr;ll de campo, tiene ya sus contactoS establecidos y las rutinas de ob-
distingue de otras metodologías por la implicación del investigador normalizadas, es el momento en el que puede desarrollar una
aquello que investiga. Ésta no es una afirmación banal porque de compromiso en función de que el antropólogo se sienta más
objeto de estudio son, ante todo, las personas. El código ético l11;is implicado con las personas con las que trabaia. Ello depende de
tado por los antropólogos, el de la Asociación Americana de Antn factores: afinidad personal o política, posicionamiento metodo-
logía (AAA, 1998), organiza los valores éticos según el tipo de tr" tiempo, capacidades, demanda de los sujetos ... En este momento
(investigación, enseñanza, intervención aplicada) y el vínculo que en juego dos sentimientos contrastados, pero complementarios:
"sación de que una se siente integtado y la de que converge con las
te~iones
blece con su labor: los financiadores, los sujetos estudiados, la acallCl
o ciencia, estudiantes, colegas, público en general... de choque, personal y/o cultural. En la tradición etnográfica
Este código no establece una jerarquía entre estos vínculos, pero <"J1 Isupone una de las fuentes de reflexiones más ricas pata la descripción
el apartado que se refiere al proceso de investigación, marca intcll"',I~ tr..ráfica Y el punto de partida básico para el análisis. Personalmente
mente el compromiso que se genera con las personas que investiga. 1:11 hora de referir mi experiencia de campo, sentía que existía cierta
concreto afirma que «el investigador debe estar atento a la deman&l tlt· .Iiticación del valor de este choque en el imaginario antropológico y
la ciudadanía o de los anfitriones. La contribución activa y ellideraJ.g'l me llevÓ a pteguntarme si es tan necesaria esta sensación de extraña-
en la búsqueda de estas formas puede ser tan éticamente justificJhll' para identificar hechos cu lturales significativOS.
como la inacción, el desapego, o la no cooperación, según las circlllh No quiero decir con esto que sintiera una total identificación con mis
tancias» (AAA, 1998: 1)4. de estudio, pero el1 mi caso, el sentimiento de afinidad con las
Desde que se inicia un proceso de investigación, hay distintos IllO J..i,.iativas que estaba observando era más fuerte que el del choque Y esto
mentas en los que el antropólogo puede encontrarse frente a cuestioIle,.., posible e incluso fácil que la observación participante se convirtiera
éticas en su relación con los observados y la primera es la propia clce In participación observante, no sólo desde lo que pudiera ofrecer como
ción del tema de investigación, En mi caso, y gracias a la libertad qUl antropóloga, sino desde las demás facetas de mi persona (habilidades,
tuve, admito que esa fase estuvo determinada por cierta fascinación y contactos ... ). Admito que fue esta sensación de identificación previa con
por una intensa curiosidad hacia la politización barrial; debo admiril ti objeto de estudio lo que me empujó a realizar simultáneamente tra-
que esta cuestión me ha interesado desde hace tiempo y no s6lo desue el bajo dc campo comparativo en un barrio de Milán (Italia), con el fin
punto de vista etnográfico. Quizás la elección del tema vino también im- d,' 'l}\udizar mis sentidos Y tener una mayor capacidad de identificar las
pulsada por el afán de desentralÍ.ar y situar por qué estas cuestiones eran ,,,",,"h,,rid.de, Y recurrencias de las categorías culturales a las que me
rsLlh;l ;lí.:\Tcando en V;1l1ccas.
4. Las traducciones son propi'1s.
153
152
DEl ANHO P Ó LO G O EN " "VA LO.,ue,ON DEL PATR 'M O N'O

EL Is A6ETH LOREN Z ¡ FERNÁNDEZ


de la misma, sino que también suponía un teconocimien-
Pensando en hlturos proyectos de investigaóón qLle (' .... ltI)' mi ttabajo.
de la satisfacción que ello me propotcionó, deho admitir
sada en llevar a cabo, me cuestiono si sed. el choqlle lo q llC
realmente al etnógrafo a individuar procesos y particuJarid.ul". ~resentarao algunos dilemas sohre el uso de mi trabajo: ¿no
lImeoto de cie rto principiO de inmutabilidad de la ciencia?, m;
raks. También me pregunto si no setán las hcrramienras tlt'
plina y la capacidad de abstr~tcción las que realmente ofn'l'l'1I ~iento ¿no pondría en duda su calidad cientifica?
cidad de identificar e interpretar los hechos. La extrañC7.;l ... tll
contacto cultural ha sido, en un modelo etnogdf1co clásico, l., ROPOLUv y EL p/l.TIUMON10 DE LOS .N/l.TIVOS.
de recon ocimiento de las particularidades cLllruralcs por P;I rtp U

observador externo y la expe riencia del etnógrafo, la piedr:l de el dilema que me estaba planteando era el si guiente: ¿era
que lo saca a la luz. Según Raúl Sánchcz Molina (2009: 15 1h) el punto de vista científico format parte de este juego de
nislaw M alinowski cimentó este modelo de trabajo, resp;1ld.ldo de k gitilnación de la fiesta? Voy a intentar situar al \cc-
estancias más o men os largas e intensas entre la «culnlra ohs('fvliM ante este debate, Y para eUO ,nC voy a permitir cambiat po r
y as í sent6 las bases de las formas etnográficas, aunque su fn:rspod
empírica, que tiene más en cuenta las di ferencias que las SClllí'jat de escenario. ente
ocasión tuve la oportunidad de estar ptes en una di, -
culturales, h a sido ampliatnente discu tida a lo largo del si,glo \'\ , estudiantes de antropología que estaban desarrollando tra-
ej emplo, Harris (1 96 8 : 4R4) señala có mo su óptica poco ay"".' a campo en difete ámbitos, peto que se reunían para discutir
cuenta de los procesos de camhio ya que sitúa a los observado .. ; C'n ntes
al conceptO de _patrimonio»'. Eo esta ocasión la cuestiÓn del
chos estáticos con sus propias particularidades, Por tanto, ¿n o l' ''' enmatcaba e! debate sobre las fotmas de control que la co-
d e que empecemos a promo ver y legitimar formas de investig;lci l'llI de los indios Kuna de Panamá ejercían sobre los investigadores
campo cuyo punto de arranque sean las sem ejanzas?
que «extraían» conocimientoS de su comunidad.
Una última fase do nde se sigue estableciendo el compromis() posey Darre! (1999: 19) este control fo rma parte de las estra-
el investigador y las personas de su estUdio (o penúltima, o ante!,," de ciertas comunidades indígenaS, van dirigidas a evitar la diSlni-
tima, nunca se sahe) es clIando éste da forma final a su trabajo l'In de la divetsidad cultutal Y biológica Y su explotació n por parte
tiéndolo en una ohra. Es en este momento cuando surgen las O C l Sl0
p a ra de volver y exponerse ante el público en general, la academi;l; )l1'!'O
~recras corporaciones. Estas fotmas de conttol comunitario se ins-
en los conceptoS de derecho de propiedad intelectual occident"l
es tambien la ocasión en la que los ohservad os podrán r econocer",!, j'11 tanto elementoS tangihles como algunos más etéteos como el
el texto y contrastarse con la descripcicl n y análisis que se hace de dlel", '.imo"io culturol (autentificación de artesanía, preservació n y fo tta-
Esta situaciún puede ser más o menos enriquecedora y satisfacrori:l, r (·1 de los conocimientoS tradicionales), y consiste en compensat s
resultado depende pocas veces sólo del autor, pllehlos nativos po r la utilización de sus conocimientoS y tecurso .
En mi caso, la publicació n del libro me proporcion() la OpOrt ll111 tipo de estrategia depende de la capacidad indígena de controlar
dad de de"'olver lo tomado en (,'1 campo de trabajo, Varias prest'l1t'1L"i ll tierras Y puede convertit a los investigados en colaboradores expet-
nes dcllibro tuvieron lugar en VaHecas con todo lo que ello implicah.1 :
sentirme expuesta, ser discutida, qui zás reproc hada, porque es CU,ll1d n y Cllnrroladores del Huio de información .
El debate q ue se estableció en el seminario sobre patrimonio,
ía a pat-
pueden af10rar las suspicacias de aq uellos que no se sinrieron incluido,
tir Je la experiencia de un investigadur entte los Kuna, sutg del enes-
() se perciben mal reflejados. Pero también es el momento de los ;l gr. l li,,":11 " '" J c la legitimidad de establecer ese tipo de control por patte
decimienms, de recibir aportaciones interesantes y, sobre todo, de selllil nie
de cl""I"icr a!lente sobre el conocimiento cientÍfico. Se planteaha si la
el impacto que ha tenido una obra en las personas entre las que St~ 1t .1
reali zado el estudio. Esto me llena de satisfacci6 n. Cuando se acerclh;11I
las fechas de la Batalla Na"'al, la atención rnediática me Jio la V;\ljO~. 1 ' . " ."",,,,,'" ek <1""""""1,,, de b Un,v< r" tÓ Jegli ""di di Siena, ,<ov<cmb"
oportunidaJ de usar mi trabajo como palanca de legitimnci6 n de b li t'"
1\0- ! _IlU l .
tao En este sentido debo admitir que 110 era sólo una oporrunid;ld P;lr.1
1.\ \
114
ANH o , l n ,N LA ", VAl O" ZA e, Q N o H pA T",.,oN' O
oOO

E L!S ABE ~ H l O REN Z l FERNÁN D EZ


un conceptO que es producto de la confluencia de
.u propia memotia y su relación con un contexto políti-
«ciencia» es un v alor universal que no pued e se r SOIllt'tid(l .,
restricciones comunitarias ni de pe ndencias poHticas. yrefiero
social más amplio .
a este debate, aunque resulte aleja<lo del contexto
Durante C$re debate , m e revolo teaba una pregullI .l (· tI
me interesa en Madrid, porque es precisamente la . ctiva-
¿No somos acasO conscientes del valo r que obtenemos de ' In del hecho cultural lo que me interesa observar eUValle·
ción que recibimos ? ¿Asumimo s que, de cierta fo rma, {' ,\ I de coutrol sobre su patrimonio cultural por parte de
gana ncia (ya sea material o de prestigio) al interpreur o
hizo reflexionar sobre el valor que podría rener mi trabajo
in formació n que nos dan? Al igual que el investi gaJ o r~ ¿nI) I de Vallecas, la posición en la que dIo me colocaba
chos los sujeto s estudiados a parti c ipar de ell o? Insertos \: 01110
!nidades que se podrían ocasionar en un contexto activo de
en una sociedad qll e se mira en los poderosos espejos rncdi,il i~
consecuente que Jos sujetos a lo s que nos acercam os sie nt an Mdentitaria y parrimoniaL
de participar en la elaboración de la image n que se va a tr;l
Volviendo a Da"ydd Greenwood (2000: 31) ya sus rd l",in \..Á PR ÁCT IC." l'PcTRIMONl Pc\.. EN MOV IMIENT O
bre la o bservació n parcicipantc, é l seüala con gran i.lgudez;¡ quo
ticipaci6 n supone en definitiva una manera de adquirir cont de mi trabajo en Vanecas se vertebraba cn to rno a la prác-
peco normalmente los c tn úgr:tfos co nsideran que esos C Oll()~' j y la activación cultural. La BataHa Nav al s\lrgió de la
son de su propiedad. imientoS sociales que en ocasiones trabajaban la idea de
En este casC)~ aqu ello que dese sr.abil iza al etn ógrafo en su ~uchos han sido los colectivos que han contribui<lo a su or·
co n su campo de trabajo e ra el hecho de que el nati vo fuest': ~ll· ti,, ;,f1'I hasta el día de hoy. Como tales, han promovido con otras
conscie nte de los heneficio s pote nciales de sus contenidos C II 11 nr.1 ; y eventoS, la acti vación cultu ral del distrito, ensanchando el
que quisie ra tomar parte en ell os y controlarlos para que repl"l"l y la idea de la especificidad cultural vaHecana. Me interesaba
primero en beneficio de su comunidad y no si rvieran a fines Cll lll el papel <le los movimientoS urbanoSeU la Batana Naval Y
¿Es ésta una situación característica de la co ntc mpo ranei(bd ? el lugar que ocupa la n.esta y la cultura en el imaginario político
Luis Vázq uez León (2006), citando a James Clifford, ha pasado ,,1 . pla"tear la «cuestión ética" en este capítulo me obliga a dar
po en que el antropólogo podía prese ntar, sin contradiccio nes, e l <le tuerca a mis experiencias de campo)' plantearme cuál eS
de vista nativo , Vi vimus en la era dc la «susceptibilidad idclltil de un investigador inserto en esas dinámicas culturales cuyoS
Cuando los grupos estudi ados se ,cempoderal1» es cuando el ¡nvI ·... "
reclaman un reconocimiento patrimonial.
dor empieza a pregunta rse cuál es su papel. Incluso en esta sitlr ~ll· i úll. a comprender este papel debcnlOs primero situarnos en un con-
mirada del etn ógra fo se convierte en moneda de cambio para prpp ld nlllltifocal de movimientoS sociales Yuna noción probletnatizada ao
el «;empoderamie nto» étnico. Por otra parte, han sido nume roso s 111... d(la (¡,ptrilll wltural, que considero soO dos hechos que interactÚ
ha tes en los que se planteaba el papel del antropólogo como ex po rLldor onio
,Iinámica, dando cuerpo a múltiples casos tan similarmente
de la voz nativa. Aho ra hay nativos que buscan su reconocimiento Clllll1' a
tal es y por tanto quieren tener su propia voz. ~lIulares
En primer el de para
comolugar, Vallecas.
referirme a movimientoS sociales, empez -
El objeti vo de oxponer este caso ha sido el de facilitar al Ict'r", l., P'" emplear la de fi nición de Sydney TarroW (1997) , precisamente
capacidad de apreciar el valo r de la ide ntidad, factor que aho r:t V alllll\ pros!> una especial atención a la importancia de la dimensión
w
a extrapo lar al co ntexto urbano de Iv1adr id, Puede reque rir un s;lllU l' , Cul\llral en la :\"tivaciún y desarrollo del concepto. Para Tarro , eS aquel
traño, pero quizás si hacemos ex plícito un condicio nante fundam Clu.d, ¡.,,(,,"eI histú r;eo y no unive rsal que funciona corno una campaña
el de la identidad étnica, puede resultar más se ncillo reconocer SIl (lh """ 'ni,L,0 1" '''' n:ali.,a r clemandas, utilizando un repertorio de actuacio-
jetivo: la susceptibilidad identitaria y el {(e mpodefJmiento " érnic n . . Of] 11'" '1'''' 1",blieil :\I\ b rceb""c;ún, basada en <listintas eonlbinaciones de
hechos a los que se llega a partir de un proceso activo qll C l' ll llHI l 'h el"
casos conlleva una dimensió n de mov imi c lHo so..: i;,!. 1.0 '> indio,> "UII. I
"r~,.",i'I :"i,""'s. 'T, b, ""d;ei " "",, solidaridades que sostienen esas ac-
llevan años articulando actl Vanw l1l C d t.: OIKl 'pro de t.·( \lIllIl1id ,H I 1: 1111 \ .1
1\ 7

1\1>
DEL "NTROP O I. O GO EN l."" RE'IAI.01\IZACIO N DEL p .A.TIUHONIO

ELiS ABET H lOR ENZ I FERN Á,ND EZ


tenga claves históricas y sociales especialmente diíeren-
tividadcs. Las acciones colectivas se basan en redes CO[11P; I~' I'UI de las localidades de Madrid, pero sí es cierto que
turas de conexión y utilizan ,marcos culturales conscnsLl¿lllo\ ( mayor número de iconos propios, eventoS y referencias
a la acción. Obviamente es el hincapié en la dimensión cllllllf. "'ifestadas de forma pública. Entonces ¿qué es lo que dife-
me atrae de las teorías de Tarrow, aunque coincido COII M. de otrOS barrios Ydistritos madrileÍlos? La respuesta se
(2002: 119-149) en su propuesra más dinámica, que col1,,,h'l'~ la práctica identitaria y una de los motores principales de
vimientos sociales como un conjumo de procesos sociak~ (.I~ tiOn los movimientos soÓales.
o menos implicad()s, organizaciones, actividades, disClIfS()S ... ), que, en este distrito, se da una serie de condiciones que
como una campaña sostenida, en relación directa con COntl'X[O~ este sentimiento, pero ninguna de ellas eS determinante
significativos a través de.:: prácticas de intcrvencil>n social. I.a l. diferencia si no se da el paso de la definición. Jeff pratt
de estas prácrica..'i reside en su tran sversalidad y sus efectos estudioso de diferentes expresiones de movimientos obre-
versos ámhiros (dentro y fu era del movimiento) y le IInalista , en su obra Class, Nat;on and Idel1tiy se pregunta
s identitarios de su conformación col110 movimien-
¡;'.canismos
carácter constructivo y creativo.
Lejos de querer detenerme en la visión del expresivismo, litUO hace un an'plio repaso de manifestaciones de esre tipo que
tfa en una «ll ueva» cultura política para explicar los procesos dv en la Europa del siglo paSl,do.
llo de los nuevos movimü.:ntos sociales, considero qlle ese car:í~ ler lindamos a la pregunta que nOS hacemoS en Vallecas iug.,ndo,
rructivo y creativo que serial a ~tlartíncz es lo que nos aporta tilla hace Prat!, con los dos par>digmas que han definido la
ntoS
más dinámica de la dimensión cultural en la teoría de la accióll l los antropÓlogos a la hora de definir los cin,ie del seo-
Con esta perspecriva se desdibuja la dimensión teleológica de l." identirario: sustancialidad e identidad relativa. ¿Qué es más
ciones culturales (<<el trabajo cultural sirve para sostener la camp.1 en la constitución de la identidad: las ,ivencias personales
apunta hacia sus efectos en aspectos amplios de la vida cotidiana. conformando la percepción del yo (o el nosotros) o la relación
Desde mi puntO de vista, me inte resa se ñalar qu e uno de 10"'1 quc nos hace más conscientes de nuestras similitudes y di-
tores para la conformación de un movimiento social es el fOI11("l\lc' Pratt afirma que la identidad no es sólo una narrativa, que
una identidad comílll y de valores compartidos. La celebración dt' de una práctica. No se puede construir un' identidad desde la
mentas de encuentro, de eventos, ade más de crear la conci(.'Il~· I.1 que tener cierto calado social para ser activada.
que existe una causa común, facilita la articulación de redes SOl i.1 en Vallecas nna multitud de focos que congregan a la gente
en torno a esa cuesti ó n, como formas de comunicaci()J1 más fluid ;l.., ( al sentimiento valleeano. Con la Batalla Naval he estudiado
permi ten la posibilidad de apelar a las personas para la acción (olndt .' cllos, y podemos entender que la fiesta pueda tener un gran po-
va y, lo que es más importante, potencian rutinas vitales que umn I.lIl ya que actúa como marco de relación Y activación de las redes
todas estas dimensiones. pero nos queda plantearnos por qué es tan importante para sus
Desde el punto de inflexión que supusieron las luchas del 6~ se 11., el que se reconozca como patrimonio cultural del harrio y,
escrito mucho sobre la emergencia de los movimientos sociales. Yo 1111 [ 'consecuencia, qué papel juega en este contexto mi mirada de antro-
sabría si afirmar la novedad de este fen6meno, pero lo que me r~sulra (1.1
ro es que una de sus características fundamentales actualts es un ~ l1I;l y ~ 1I Para desarrollar este argumento quisiera recordar a Lloren, Prats
conciencia del valor de la activación culO1ral y de su gran potencial. POI , quien define el patrio,onio cultural como todo aquello que so-
eso, el caso que me ocupa en Vallecas, me obliga a remitirme a una visioll U_'m"nte se considera digno de conservación, independienremente de
transversal de los movimientos sociales, ya que en las motivaciones dI' i"tl'rés ntilitario. La activación del repertorio patrimonial, escoger
los promotores y participantes de la Batalla Naval, la dimensión ( 1Ilrural IUI rk",,,nt cultural Y dotarlo de los «valores sacroS», no es un acto
festiva y la socialización tienen un pape l central dentro de su ideario.
o
n•. ",ro o inoce"te, responde a unas estraregias políticas. Primero habrá
Es común oír det:ir que Vallecas es uno de los lugares dI;' Madrid "" i."""lso inió"l que se concretará en determinados snietoS sociales
donde sus habitantes manifiestan con mayor ínre nsidaJ 1111 s<."ntimiclIllI vi" 1"'I'SI'1\:I\11"""'s, quie, ...S ,\espués buscarán la legitimación social que
de identidad barrial. Pero ¿cómo se mide el sentimiento idcl1tü;¡rio? 1\10
\.\ '!
LiS
DEL AN TR.OPÓ LO GO EN LA REVA l O ~ IZAC , 6 N OH PATR IM O NI O

ELfsABETH LOREN Z I FERNÁNDE Z


consciente de! papel que juega en la revalorlzación de
emana del poder político, Estas estra tegias no sólo so n propl.Ui materiales o inmateriales, ante las instituci.ones y ante
der constituido, sino también del alternativo, del de la Sabe que a la larga puede generar resultados Y con-
informal. Este fen(lmeno se dará con mayor impulso CUJl1do los sujetos estudiado s. La conciencia del impactO genera
sici6n no pueda lu char ahiertamen te o c o n la misma fuer:!.;, ( ' 11 pionales un planteamienro móS intensO sobre su papel y e!
política. ¿Está.n todas las estrategias encaminadas a reforzar l.,
sus actOS,
dad de la Batalla Naval? la reflexión teórica sobre el patrimonio esta cuestión queda
C reo qu e la
comprensión de este fenómeno será más . :( 111 reconocida, Ipor qué la participación en este proceso de
ate ndemos a la reflexió n de José Luis Garda Garda (1998) (' 11 I ocasionaba contradicciones desde una ética profesional?
conce pto de patrimonio cultural, llaman J o la atención, nu 1:\lllu la dlficuhad de encontrar en Espaúa reflexiones é ticas en
lo que representa en sí mismo, sino a lo s procesos que gL'IIIT¡t. me daba cuenta J e que pasa justo lo contrario al explorar
más de incidir en el c o ncepto de patrimo ni o cultural comu 1111 to nados con e\ patritnonio cultu ral, ya qu e muestran una
fe nómen o cultural que d ehe ser explicado históricamente, ;¡PO Ddenci del valor polírico que está contenido en una etiqueta
idea que resulta mu y útil para estudiar la Batalla Naval: el y del aimpacto social que pueda generar la identificación y el
patrimonio cultural se convierte en un recurso y por ello aJq etnográfico,
dimensión poJítica. de la identidad J e barrio está en e! trabajo que hay detrás.
EstO lo podemos observar en las estrategias desp leg¡tdas tanto sentí que podía na sólo identificar Y reconocer e! valor
indios Kuna de 1'anamá, como en el barrio de:: Valh:cas. La balldcril de proUloción identitaria , sino participar en este proceso.
patrimonio cultural se conviene en un recurso e n un contexto deci r que defienda aquí un arribism o irre flexivo, sino que
defensa es parte de la nueva generaci6n de derechos, una punta de el potencial del trahajo an'tapológico col110 herramienta de
para conseguir una mayor auto no mía. Si pe nsamos en cuál es d ( y tambi én que SU calidad puede medirse en los procesos de los
principal de la Cofradía Marinera de Vallekas (la conservación <' 1''''''1141
de esta fi esta) y cuáles son las estrategias que se manejan para COllo.; q~ull
,.de este puntO puedo decir que el dilema ético que me plan-
lo, daremos otro paso más en el anál isis. El fin último del grupo gv .. ' principio de este texto se ha trastocado. Si al principio el cues-
la Cofradía Marin era, aunque vaya encaminado a enfatizar un,] i 1I)'lg~n era, lesrá bien pat ticipar en estas dinámicas que observo?,
legitima de la Batalla Naval, no es reforlar una id entidad valleL:JIl:l, l' ''!'' 1.\ pregunta cambia: ¿estaría bien nO participar de estas dinámicas
es algo que se hace en el camin o , sino ddender la fiesta en sí mis1l1;1 "nr-
qu e está en peligro, porque es independiente, divertida y parte de ~ 11 v hlJ. "'nscryo?
Es aquí donde volvemos a situar al investigador anre la defc ll s; \ ti'"
patrimonio. Al hil o de esta cuestión, Silvia Paggi (2003: 95-98) ''' " fe LA ¡).1PARClAI.lDAU DE LA CIENCIA
cuerda que un ele mento cultural es etn ológico c uando es recollol,:ld .. Y lA OBSERVACIÓN PARTI CIPANTE

"t1\i~lIa como la antropología es su preocupación sobre cómo el


e n el ámbito de ja disciplina. Impo rta poco que el d emento sea p UH' 1I
cialmentc etnológico (porque todos los son), importa su apropi ~¡l· i t 111
por parte de los etn ó logos. En ge neral, los bienes tienen un aspt'\,' lo ,le la observación puede condicionar a la «verdad científica». En
volátil qu e no es más que su contexto de uso. Según Paggi, la esr.: rilllr ,1 ,enlido, Marvin Hatris (1 968: 191-)92) alude a uno de los pri-
rextual se convierte en el lugar de la mediación etnológica si se (.'I1UI (· 1I 'S "chales tlue tuVO lugar dentro de la disciplina y que se generó a
tra el equilibrio en tre las exigencias de la investi gación y la ner.:('~s llL\d p.nir dc la ohro de Karl Marx, quien afirmaba que la única reoría de la
de divulgación. h,.IO,.i ;\ qlle podL1 valer la pena es aquella que permita a los homhres o
Por eso, de la misma manera que he identificado la importJIlt.:i;1 dl" h." .... , ,, 1',.0l'i;1 hi storia. H orris señala que los críticos de este posici -
la activación L:ulturaI y la p ráctica identitaria en la Jrti cul:Kif'," ~()l i,d 11.'11'1<' 11' ''' ,0 111 " ¡uer" Wittfogd, pensaban que esta imbricación deen la
Y cultural de Vallccas, me planteo por qué no p¡Jrtió p:1r ColI mi Iraluj o r "'.,n.' y h I',.,¡,.,i,a, (·1 hecho de que b ciencia esté ligada explícitam -
su devoluci ón . Suele pasar que , Jnte b clIesri ú TI dd p;lT ri lll0I1io, vi ;111
1,,1
IW
~.
Del 'NHOP6l 0 GO 'N LA .,VALO"" C IÓN DEl " T" H ON IO

ElíSABETH lORENZI FERNÁNDEZ


(2000: 31) afuma que, más que de una metodología, va se
te a un programa políti<.:o, suponía que los valores de dirIJII idea vaga e incoherente, que ofusel\ el papel del obser -
podrían alcanzar cierra prioridad sobre los valores de la (u'un", los eslabones entre las acciones que produce un análisis
Si nos rc:montamos al origen, no podemos eludir el ht'\'hn antr()po16gicas.
la antropología nace con una fuerte vinculación al nafllr, a e;ta contradicción, sobre todo con la emergencia de la
formas de observación. Considero que esto ha marcad o tlll;l posr_estructuralista, se han establecido numerosos prolO-
muy fu erte en la merodología de la disciplina, tanto que la ( tle explicitar el impaclO tleI etnógrafo con el objetivo tle
participante, herramienta pilar de la etnografía, entra en (41111 r esta paradoja. Todas e\las implican una continua auto-revisión
con el miedo de influir en aquello que se esrá observando, I/¡periencias Y sensaciones del observadur, sicn'pre atento al cho-
naturalismo, socavando la posibilidad de en t~ nderlo en su , cultural como personal, ya que es este choque lo que afina
espontáneo, al igu al que un ornitólogo debe hacer el menor Es aquí donde el cuaderno de campo se convierte en una
no espantar a los pájaros que observa. tan importante.
qué pasa si el investi gador no siente tan marcad o este choque
~xperienóa
El origen de la an tropología tiene un marcado carácter pr
intentando responder a las cuestiones planteadas por la historl.l y de campo? ¿Tiene tanro peso el choque cultural? ¿Si
disci plinas humanísticas, pero aplicando un a perspectiva 1l;1\11 no se produce de forma marcada el investigador nO será capaz
Durante décadas) la objetivaci6n del ((ot ro >} estuvo fuertemente i e identificar los elementoS y procesos que tienen lugar en el
por las oportunidades que brindaban las relaciones desigu3lc~
de observación?
vuelta gradual de la mirada etnográfica hacia las cuestiones más
«pri mitivos». La rclaciün con estos pueblos se establecía desde '"
nialismo y el servicio que podía prestar era en su forma aplicad;l, ¡ de sus culturas de origen ha hecho que la cuestión del con-
ligando «nativos)) y aportando herramientas para el diseño de p' y del choque cultural pierdan centralidad. Antes el investigatlor
de gesti6n de las colonias, lo que alcanzó su punto álgido en b Sl sentir el extrañamiento, ahora debe interrogarse mlte todo lo que
Guerra ~1undial. Es por eso por lo que después de este periodo que es culturalmente obvio. Aún así, el momento del ex-
cado por una intensa implicación metodológica, cobra gran fUL'rJ,;1 ~amiento sigue siendo una figura lingüística fundalnental a la hora
honda preocupación por la neutralidad de la antropología. L" " iI redactar el te"to, el punto de partida de la narración etnográfica y
a las políticas coloniales influye en la evoluci6n de lluevas corriclll significa una búsqueda sistemática de las ra[ces de ese sentimiento,
un a de las respuestas desde la Jisciplina fue replegarse en los lTluro., no protagonice la relaóón del investigador con sus informantes.
la academia para conservar la pureza cient.ífica. profundizar en las contradicciones que pueda generar la impli-
Es herencia del periodo colonial el nacimiento y desarrollo di ' 11\ del autor con aquello que estudia Ycenrrándonos en el momento
metodología más caracterizan te de la antropol ogía, la observaciúll p.lI"- la redacóón del texto, me remitiré a las reflexiones de Antón fernán-
licipantt:. Malinowski, consagrado como el padre d,,' esta metodologl.l, Rora (2008) sobre las políticas de narración en nuestra disciplina.
es también uno de los principales propulsores de la profesiollaliz'l\ 1Ul! autOr identifica dos marcadas tendencias de realismo enfrentadas
de la antropología aplicada al servicio de la adminisrraci(l l1 coloniall\!, la historia tle la antropología: la representación, el «hablar en !lom-
tán ica (Malinowski, 1945). de", del realismo trascendental, Y la evocación, el apelo a la multi-
Según Toulmin (cirado por Grcenwood, 2000), la observación 1'·11 Iplicidad inestable Y de distinras articulaciones emergentes, del realismo
ticipante no es más que la repeticiún de la posición clásica positivi "'LI ,
refleElxivo postmodcrno.
realismo trascendental forma parte del primer proyectO antrO-
basada en el dualismo carresiano. Por t:::so no es ci.ls ual que el Illl~ IO
do característico de nuestra disciplina provoque continuamente 111\ ,1 pol ógico del siglo xx. En aquella época el antropólogo tenía que lidiar y
contradicción en la persona oel anrrop ólogo, que observa resi gl1;hl~ I competir por su legitimidad ColDO emisor de juicio con una serie de figuras
cómo su presencia genera impacto en el entorno que estudia", Por l' '' tl pre,ente en el campo de estudio que llevan allí más tiempo: misioneroS,
s
,"ltr"p"l,,~o
fllll<:ioll;lrio" nativos. por eso, en este contexro era necesario recubrir al
,h- cie"" ;l1Ir:\ de profesionalidad, desautorizando al resto de
6. Este: tcm,l se trat<t en otros c;1rftlll(l~ de (':-.1 1: lihro d('~d(' diÍcrt'T1tn Iwr ~ pl'lli\' , I"
16 .\
Ih 2
DH "NTROPOlOGO EN LA REVAL OP. IZACION DEL PA TR l MON l O

El í SABE TH lOIUNZI FERNÁNDEZ

IIng presión o apremio desde la disciplina para buscado.


una
a este libro y al seminario que \0 originó que me he
las figuras en tanto que observadores amateur. Es aquí dondt· d
texto etnográfico se erige! en representador de las culturas. letenidamente la cuestión ética y he buscado con inrensidad
Según Fernández (2008), a partir de los acontecimientos de bibliográfica. Pero ¿por qué no exiSlC un mayor dc-
sesenta tiene lugar un punto de inflexión en la política de LI
determinado por las luchas contra el colonialismo, la ellll'f mi propia ignorancia que considero herencia del que-
las contraculturas, las luchas feministas y la cclosi6n de nw..'v:I.' y académico en nuestro contexto. Eso no quiere decir
de concebir el mundo í.\ las que se le ha asignado el ambiguo 1I0n IQquiera un cierto patrón ético en la praxis, pero este patrón es
posmodernidad. Se abrió la posibilidad de experimentar con 1, ,., 1 nuestra forma de trabajar de una forma no explícita, por lo
contenidos de la disciplina, pero también con las formas narJ";lIl reflexionar sobre él. En n,i propio caso, a partir de mi traba-
la conciencia de que no es posible representar una cultura. EJ1 c ." It' este código intuido, asumido de forma acrítica, me indujo
tido hay una fuerte corriente de autores, como J.lrncs Clifford (2. ~ este dilellla: da implicación o identificación con el objeto
que se abren al carát:ter reflexivo, polifónico y dial6gico. f:SI;I ('.~ na va en detrimento de la calidad científica de n,i trabajo'
característü.:a que les une a las formas de representación de lo, el código ético redactado por la Asociación America-
mientos sociales, eludiendo la paradoja de la soberanía. htropología (199S) podremos considerar que el compromiso
Si por una parte la calidad de un producto antropol ógico Sl' antropólogo se establece en varios niveles: con el sujeto de
por la profundidad de la inmersión del invesrjgador en el contexlo la ciencia o la Academia, con los colegas y con la sociedad
vida de sus protagonistas, por la orra se exige eJ contrapeso de 1I1U . Pero no se determina de ¡arma explícita una prioridad en
da y argumentada visión. externa, un estilo de narración que lo 111 ; de los compromi sos.
y suficientes referencias que den cuenra de su distanciamiento. Por mi propio caso, mi bagaje académico Ine hizo intuir que debía
la legitimid 'ld del etnógrafo se construye en este frágil equilibri() l'I mayores compromisos con la academia que con los SU)c t OS que
el dentro y el fuera. esttldiando, esto es algo que caracteriza ¡uertemente la práctica
Gracias a esta relación de preocupaciones metodológicas, qu ;· cn este país, y yo creo que la causa fundamental es la falta de
pueda entenderse que mi intcnci6n es aportar reflexiones éticas SI antropológicos fuerres fuera de la academia. Esta tendencia,
la imparcialidad de la ciencia y el miedo a la íngenieria social tI" t" \jI' a otrOS hechos, facilita la reclusión de la disciplina en este ámbito
ha generado desde la aplicabilidad de la antropología en el peri,,,I .. a pesar de que en muchas de sus vertie ntes converjan con prác-
colonial. Pero el objetivo de este texto no es ése, sino ahordar el .11 '·' de intervención social y de que en la actualidad resurjan con fuerza
oate desde otrO punto de vista, quizás desde el otro extremo . Par.l 1111 1Iefcnso de la antropologÍo.l de oricIll3ción pública.
la pregunta es: ¿hasta qué punro ·es ético mantenerse en el refugio dc 1.1 res "intuición» me preguntaba si la excesiva implicaci ón con
Oesde esta
imparcialidad? Con esta pregunta mi ültenciún 110 es relativizar 11;1:-.1.1 de campo podía ir cn detrimento de su calidad académica.
el último extremo la naturaleza imparcial de la disciplina, sino s e fl;lLtI IIdsamente esta idea implícita era la que me provocaba una serie de
que la tendencia más normalizada es la estigmatización de la obra (lt-I licciones con mis propias aspiraciones, Y también con el bagaje
investigador que se coloca en una posición. \etodol ógico y de valores adquirido en contextos fuera de la discipliua,
estas premisas pierden todo sentido. El distanciamienro, el no
nna posición de forma explícit:\, es realmente lo que me hubiese
El. CÓDIGO INTU IDO crra,lo un verdadero dilema ético inserto en el contexto de relación que
r.l:lh:l dcs:1rrollando en el campo de mi trabajo .
Haciendo memoria y una revisión sobre los valores y contenidos ético . . ¿Es lícito participar en la promoción de lo que se esrá estudiando,
asumidos en nuestro quehacer profesional, me doy cuenta de una ( lIt.'." "I'0y:n )' promocionar la Batalla Naval? ¿Sería lícito no hacerlo? ¿Por
tión fundamental: a lo largo de mi aprendizaje académico y mi dCS~IIT() '1"(' "O illlc O¡\:1rn'" en cambio por la fin a línea que separa la observa-
Ha profesional en España, en ningún momento me he rop;lJO con IIILI rr
l.iÚIl p ;1I"1 ¡cipan\(: de b participaciún observante?
reflexión elaborada, ni con un código érico de rderencia, pero 1·,lIHpPl·O
16.1
164
ANfllOP Ó LO GO EN LA. R EV,a.. l ORIZACl Ó N oH P ATR IMON IO

Eli SA BET H l ORE NZI FEIlNÁNOE Z


público y lo privado, el coutrol o no de las redes y de
DE LA OBSERVACIÓN PARTIClPilNr E circulan, la enlcrgencia de trahajo colectivO Y patri-
A LAS METODOLOGíAS PARTl C IPATlVAS libre ... Muchos antropólogos están enriqueciendo
la disciplina desde su posición en internet.
Sit:mpre me ha llamado la atención e n esta di sciplina el c.... " , '~tJ debo ins.istir eU que m i intención no es afirmar que el
Ho d e:: corrientes y metodologías participativas, al contLlfic l parüclpativo sea aphcable en todo contexto, ni tampoco
ocurre en otras disciplinas sociales (sociología, in tervencú"'ll contextOS que he investigado este planteamiento me
toda ... ). No estoy afirmando qu e no existan inquietudes, 111 Es más, en determinadas ocasiones me ha gene rado
nes en esta direcci6n, pero esta emergencia no ha alcanzado ('( el hecho de no llega r a alcanzar al público al que me
110 Y la sistemarización que ha tenido en otras disciplinas. UIl una obra y no tener la oportunidad de usarla. modelar·
encon rram os en el fuerte desarrollo de la Invcsti gació n-AI."\."" con tos demás y sus devoluclo nes.
pación sociológica. fll mismo Davydd Greenwood (2000: .\ 11 . se convie rte aquí en un eje vertcbrado r de este plan-
de los referentes más cercan os sobre lnvesrigacíón-Acción -Pa'" " precisamente ha sido ahí dond e ha tenido lugar esta
anrropológica, afirma que hay muy pocos investigauorcs d lJ)orque existe una articulación poHtica y cultural que es una
deshace rst: de sus bienes profesionales, ya que las técnicas pan" . a la participación, porque allí la refle xión sobre su pro·
se perciben como una demolición de la observación partióp;llllr .tlropici momento < de encuentro. Es éste el entorno donde
a
pérdida de poder. Segun este aucor, la , llamada, la curiosidad, la suspicacia, el interés Ylas oportu-
ción no es una disciplina ni un método, es UI1 grupo de prdCLil";Hj ~ertebrar las conclusiones de mi trabajo como una herramien·
tidisciplinares orientadas hacia una estru ctura de compromiso:-. i No puedo presumir del hecho de haberme erigido en calidad
tu ales. Democratizar las relaciones sociales en la investigación es 1111 v.llecan O de la Baralla Naval ni que eSto significara un a
a
ético de la lnvt:stigación-Acción. Este enquistamiento de la antropnl~ a mls sugerencias o mis criterios dentro de las redes qu e
quizás se deba al fuerte arraigo oel esquema del trabaj o illdividu;11 esta tiesta u otros evenroS. Pero la sensación que me queda al
evitar a toda costa trastorna r aquello que se está ohservando texto es que yo estudiaba la práctica idenritaria Y que al final
veces podemos encontrar a los antro pól ogos trabajando en eq ui llll) ha servido de tecurso para la pragmática de la identidad .
a esa necesidad de marcar fue rtemente el distanciamiento por s;:-.H "
para limpiar la.... trazas de la inmersió n,
Por otro lado, debo admitir que en la actualidad la cuesti()[\ l \.A ANTROPOLOGÍ1\ y LA IJ--,' TFRVENClÓN SOClA.L
y la de: la participaci()n empiezan a tomar fuerza desde el crc.:L";\"
interés de etn ógrafos por los medios virtuales, un contexto en (.'1 t ti,,' de acabar me gustaría hacer un apunte sobre otra cuestión que
surge con fuerza el término ( mutualidad,>, qu e es Ulla condici ó n qu e . . (1 sohre nuestra disciplina y cuy a reflexió n me ha surgido de mi
dehe establecer t:ntre investigador c invesrigados. Po r ejemplo, Est;\lrll .. L:otl Vallecas, ya que tUVe ocasión de usar mi trabajo para una
y Ardévol (2007), en su proceso de investigació n del fenómeno /¡I();:~,· ,. Nención socio.cducativa. En la formación de esta oportunidad in·
establecieron como estrategia de reciprocidad y prupuesta de étit:a dio, mi propuesta, pero sobre todo porque es un tema que despierta
lógica la elahoración de un . blog de campo», donde subyace la idc • .1 .. interés Y ahre oportunidades de diálogo en este contexto,
que el inves rigador no sólo debe tomar, sino que ta mbién está ohlig:ltlo Muchos y muchas profesionales de mi generación . además de an°
a dar, y qu e no debe úni camente interpelar, sino también expo nerse .1 ..,(,lof\os somos técnicos de la inrervención social (enfermería, trabajo
ser interpelado por los otros. "ducaci<',n social, pedagogía ... ) y la antropología ha constituido
",¡ j" La etnografía virtual, curi()samenre, se está convirtiend( ) en un C.IIII """ (onlinllació n en nuest ra formación. Por esO, un profesional con un
po donde se plantean co n mayor frecuencia cuestiones étü:as ell rl" !;1 lllnknllllll :ultcrior, col110 ha sido mi caso, puede desarrollar una fuerte
;11
ción con «(los observados» y son numerosos Jos tex tos que dan Cl\CI1I ; 1 dc I,.",kmi .• a p,..,ye" ar form ,,, de i"terveneiúll en el contextO de inves·
I dio. Por si mismo, internet es un medio en el que se pl al1tc~lll 1I 1111H' I"O IIP.'" "n" h \""l:1nl e IIs"al <1"" esta tendencia pueda chocar con lo que
,
, I sos dilemas éticos que son de dominio general. como cs b dl'sdihllj:ld.1
1(,7
1(,6
DIl o\NTI\OPÓlOGO EN LA RE V A LO RIZACI ÓN DEl po\,R IM O N I O

ELlsASETH LORENzr FERNANDEZ

~p()16gico generando dilemas, por lo menos en mi caso,


se espera de su trabajo y con la proyección curricular a la qUl' con una práctica participativa Yuna formación desde
duro intentar hacer converger la intervención social y la i.Ulrropl sociaL Considero que esta convergencia de tendencias
por su potencial ni por falta de referencias en otros lugares, s iuo la voluntad del profesional, sino, al contrario, de-
falta de reconocimientO de una práctica integrada desde alllbo~ .' fuente de enriquecimiento de la disciplina, y por tanto
En concreto, desde un marco profesional diferente, ejl'f\: il oportunidades de reconocimiento profesional. A pesar
medi.adora vecinal en VaUecas, tuve la oportunidad de retolllar ámbito antropol6glco las metodologías participativas no
teriales de mi trabajo para realizar talleres socio-educativos VII Íduradas, su desarrollo Y práctica eS toda una realidad en
institutos de secundaria del distrito. El tema era exponer In y el acercamiento interdisciplina r ayuda al trasvase de
ción de la juventud en la historia más reciente de Vallecas paLl
ciar la comunicación intcrgeneracionaI e intcrcultural y conseguir hecho tenía como ohjetivo tratar del dilema ante la
identificación más intensa con el entorno urbano, del investigador en una arena política Y trasladado al
Con esta actividad quise incidir en una cuestión puesta dl' I el dilema ante la no implicación. Consciente de qu e nO
fiesta por otros investigadores locales: se valoraba que gran parle ¡,eneralizar mi experiencia a todos los campos y casos de in-
población de este har rio, sobr~ tOdo la más joven, no fuese cOllsciet considero importante subrayar el fuerte peso del esquema
del gran valor que tuvieron los procesos de participación social en b en nuestra práctica. En la frágil b alanza de los compromisos
tcnia urban;l , social y cultural del harrio. Por Otra parte, de est.e adquiere el investigador durante su traba~o, este esquema
y de Otros indü.:adores, se presumía cierta desconexión intergc nn· fuerza en todas las posturas efectivas que toma, colocándole
nal con respecto a los problemas de convivencia en el harrio y l · de la ciencia que de sus su)etos de estudio.
sentimiento de inseguridad entre la pohlaci6n adulta.
En el marco de las asociaciones de vecinos del distrito todo esto
valoró para facilitar el acercamiento y se co nstruyó argumentando REFERENCIAS BlBLlO(;RÁFlCAS
una mejora de la convivencia seria m ás fácil si se potenciaba la tl\1I1.'illllt
sión de la memoria local. Tamhién consideré que la ocasión podb . . cor Anthropological Associarion (AAA), 1998, . Code of Erhics of rhe
una excelente oportunidad para recoger las percepciones y opiniolw", \1" ;,an Anrhropological Association., httP:¡/v.'ww.aaanet.or!>'committees/
la población más joven del barrio sobre su entorno más inmediato ~ .. ji "'i.·s/c
,l.. thcode.htm.
2001, .Sobre la autoridad etnográfica., en Dilemas de la cultrlra.
historia más reciente.
'>pologia, litera tura y arte e/l la perspectiva pasmader"a, llarcclona,
La riqueza de este trabajo no sólo resiJía en el material trasmil1dl,
ell alumnado de tres centros, sino en la posibilidad de haber contrasl.,dll A. y E. Ardevol, 2007, .Ética de campO: hacia una ética simada
estos materiales, la línea histórica y ei imaginario vaBccano que artinll.; 1:\ investigación etnográfica en internet. , Forum: Qualilativo Social
con la realidad y la experiencia vital de los más jóvenes del distrito. LI.- j(.,earch. S/2, http: //www.qualitative-research.net/index. p hp/fqs!article!
mentos que resulran extraños, OtrOS que se reactualizan, y la emergt.'Ill"I .1
7716 10. A., 2008, Las politicas de la narraci61l en la antropología.
de Rota,
de nuevos conceptos y expectati\'3S con el entorno". Las impresiones dd
y /", l/",vimientos sociales, en Laboratorio de Antropoloxías Críticas, Uni-
http://inv;sibel.net/antropoloxia/?p~39.
alumnado fu eron recogidas y analizadas para proponer un pro)'<. 'L"IO
de intervención dirigido a la juventud en el contexto del tejido aS(lci;1 vc"i.ladc Invisible, La Coruña,
(;:1[6'1, J. L , 1998, "Dc la cultura como patrimonio al patrimonio cul·
tivo de la zona,
",,.,,1 .,, ¡,evista politiea y Sociedad, 27: 9·29 , Madrid, Universidad Complu-

(;,..",Irll~{' (h~ M:H.trid.


,,w,,,,,l. D.• 200n. , De la ohservación a la investigación-acción-part icipati-
TRASLADAR EL DILf.'\1/, ÉTICO
v." \\'''' "í,í"''' crítíca de las prácticas antropológicas., Revista de Antropolo-
glo' .,,,, j,d. 9/27: 49. M"drid. Universidad Complutense de Madrid,
Para conduir, quiero resaltar la línea que vertehra la rcflcxiún t: 1I l'~I(" 11 .\1 ' ". 'vI.. 1%H. ¡,I d",,,rrollo de la teoría al/tropológica, Madrid, Siglo XXI.
artículo: el gran peso que mantiene la perspecti va pos itivista ell IIlll·s tl"U
'h9
I (,X
ELISASETH lOP.ENZI FER NÁNDE Z

I.orenú , E.~ 2006, Vallebs Puerto de Mar, Fiesta~ identidad de /Jan 111 V
mientns sociales, Madrid, Traflcmrc::; de Sueilos-La Tard~.
Lorenzi, F.. , 2008, «M emoria y Pa rticipación]uveniJ en Va Ureas», [11111
maimes.cat./Menl oriay-Partici pacionJ uveniJEn Vallecas20 08. pd f. RESPONSABlLlDADES , COMPROMISOS Y
Malinow!:iki, B., 1945, The Dynamics o(Culture Ch,mge: An l11quirv II/Iu OTRAS REfLEXlONES QUE LLEVAN A
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diversidad, Granada, Junta de Andalucfa. Consejería de Cnltura. 111
Andaluz del Patrimonio Histórico: 18 t-195.
rdisciplina está inexorablemente sujeta a sus contextOS históricOS
lo que significa que hay formas dive rsas de entender y
Pose)' Darrel, A.. 1999, Más Allá de la propiedad intelecLual: los dem
las comunidades iHdígenas y focales a los recursos tradicionales, l la profesión. Es el anlrOpólogo!a y sus circunstancias quien ge·
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Prats, U ., 1997, Antrupología y lil.trimunio , Barcelona, Ariel. Ortega YGasset, () al del «hahitos" dc Bourdieu, en relación con
Pratt, j.) 2003 , Class, Na/ion and ldentity, Londres, Anthropology, Cuh 11 1'1' con los que trabaja, con sus colegas Ycon la profesión. Por este
Society. para trahaia en este rexto he revisado mi pasado y analizado mis
S:ínche1. Molina, R., 2009, La Elnografía y sus aplicaciones. L ecturas d!'." It'
r
con las dilerentes caras con que se me ha presentado la an-
antropologia social)' cultural, Madrid, Ramón Areces. a lo largo de mi ejerciciO profesional, con el fin de identificar
Tarrow, S., 1997, El poder en movimiento. Los movimientos sociales. Lad. , y cuándo apareció la discusión de «lo ético» y cómo ha ido cam-
colectiva y la politiea , Madrid, Alianza.
a lo largo de la vida y la profesión. Ello me ha permitido hacer un
Toulmiun, S., 1990, CrJsmopolis: The Hidden Agenda ni Modernity, NUt:\';l y",k.
Free Press. reflexivo de mi trayectoria como persona Y como antropóloga,
Vázqu ez león, L., 2006, «La antropología social ante un nuevo mundo dl's;dl.ll1 ' madrileña que vive y trabaia en Texas, después de haber pasado
tt: (a propósiro del recomo de los monstruos)>>, Relaciones, Zarnor:l, t\,,1t"\ l ' Nueva York Y Yucatán. Desde este momento me gustaría expresar
CO, Colegio de Mj(,;hoacán, 25/98: 71-105, http://ww\v.nlaimcs.catf,\ klllll ragr.decimiento al lector, que me va a dar la oportunidad de conrar
riay ParticipacionJu ven UEn Vallccas2008. pdf. historia qu nace con la pasión por lo exótico de otras culturas Y
c
termina con la p¡,sión por el compromiso y la iusticia social, como
lIIon,iones fundamentales del trabaio antropológico.

nI'. VAI.LECAS ,\ NUEVA YORK, PAS,\;-.IDü POR LA COMPLUTENSE

f.¡;,,'í "n Vallecas, en la misma casa donde nacieron O1i padre y mis abue-
1"" na IIna corral. en lo que vivían cuarenta famili as muy humildes, la

hu' n:lh " ju ~t' b.\ rr ;\\i1,;U\\ ' en d l1\:m ,:O dd proyecto de investigación «c Stra\'C-

~I'"
R762
.1" ''''' '" w" ;,,,, V,''"',,',,,';'''' .1,' l' '''';'''''' C'" tI' ,ud o< 11 , (rF12U09 .0 ).

171
1"711
LA ANTR O POL OGi A APLI C ADA

ALIC I A RE CRU Z.
y entre teoría )' praxis en el trabajo antropológico,
non de la neutralidad cientifica y de imparcialidad
gran mayoría nluy pobre s. Había cuatro retretes sin ag ll;¡ p.m.
las necesidades de los vecinos. Algunas casas no tenían ;lpl.l
Historias de hambre, muerte y bombardeos de la guerra ..:¡v ll
por doquier; creo que rne llegaro n antes que las dc Ca pl'l'lh 1t4
la Cenicienta. Aprendí pronto que pertenecía al munoo <.k 1" 11 L;\ CUl:rURl\ MAYA,
E.XÓTlCO o A "l'o HUMANO MÁS CERC.'I.:-¡O"
de los humildes, al band o de los que perdieron y a uno ,!<- ¡".
que fu e m ás castigado por el franquismo durante la posq..!, lIl·
beca para asistir a uno oe los cursos de verano en la
zás el temor y la rabia f ueron re~ponsabJes de que nuncl ... l·
lcnéndez Pelayo de Santander, tu ve la oportunidad de co-
discutiera de política con mis padres en mi casa. Aprendí t:Llt

había nacido en el bando de ,<los de la capital», pu es no hab í:1 111


~()ssen, jefe del Departamento de AntropOlogía de la Uni-
York, en Albany, Él me habló de las ayudas que ofr ecia
llliernhro de mi familia que no fu e ra de Madrid, lo que sigll ilir
a estudiantes extranjeros y me invitó el solicitar un puesto
no hab ía ninguna posibilidad de ir de visita O vacaciones (~¡J
SU Departamento, Lo llice, me aceptaron Y alU empezó mi
es decir, qu e en los veranos, la oportunidad qu e tenía de « s:l hor(~.1
vacaciones era cuando íbamos al Parquc Sindical de Madrid, ( ' _c,ional Y personal en el Nue va Mundo,
año 1985 )' estaba recién licenciada en Antropología y
fue el hambre por conocer otros lugares que no fueran Vallecas 1(1
llevó durante mi adolescencia a desarrollar y nutrir una pasión
mericana por la Universidad complutense de Madrid, En
abracé con pasiún el modelo de antropOlogía simbólica e
rada por saber cómo eran, pensaban, jugaban lo·s niños de otro!<. h
de Victor Turner (1%7, 1969) Y C1ifford Gecrtz (1973),
países y cul tu ras. Por lo tanto, no es un accidente que eligiera Alll
concepto de «Iiminalidad. fue tremendamente liberador,
logía como carrera universitaria.
el análisis del «proceso» cultural, instaba a pensar en "la
Cursé Historia en la Universidad Comp lutense.: de MaJrid, l ' lI t"
un constante flujo de cambios Ytransformaciones y, sobre
pecialidad de Antropología y Etnología de América, Quedé !;""
a proponer la articulación ue la idea de caos Yorden como
por el exotismo cultural con el que se me presentaban las cultu r : l~
hispánicas americanas y caí rendida ante las posibilidades que
fund amental en el entendimiento de la cultuu Y sociedad,
s leía a Clifford Geertz, más me apasionaba su humalüSlUO
el análisis estrucruralista. El estru cturalismo fu e el modelo teóri l'( I L
me permitió conectar el se r humano, su conducta, su pensamieIl to \
en que proponía entender la cultura: como texto en acción
al antropólogo a una búsqueda explicativa de los significados
cultura, y admiraha la brillantez con la que Lév i-StTausS nos det:b ~
las estructuras dellcnguaje son equivalentes a las de la sociedad, qlll' [' '' en las ideas, creencias Y valores cu ltur ales.
la oportunidad de hacer mis primeras exploraciones de trabajo
posible descubrir estructuras universales del pensamien to humano Plll'~
que están formadas de oposiciones binarias que se entretejen a modll dt!
entre los mayas de Yucatán, en 198 6, en una pequeña comu-
bricolaje de significados en cuentos, mitos y leyendas. Quizá lo que 111\'
can'pesin , muy conocida en el ámbito antropológico norteameri-
Cha1\ Kom, a Avatares del destino me llevaron justo a la comunidad
parecía más revolucionario del mensaje estrucrural ista era que no 11. \)'
forma de entender la realidad sociál sin el pensamiento crítico qUL' " "\
en b que no quería acabar haciendo trabajo de campo, porque ya
estudiado nu merosos antropólogos, profesionales y aptendi-
muestra la estructura profunda, el origen de la lógica cultural. AUllq11C
!l.e po",lie d a la llamada de "lo exótico", que había sido ya mati-
la discusión so bre ética en el trabajo antropológico no tuvo un pal'd n o
central en mi formación inicial, el discurso aca démico apuntab:l ;1 1.1
s mi entrenamiento
ppr en el estructuralism o y el simbolismo, tenía
necesidad de estable cer una clara distinción entre el suj eto y el o bjeto
el\ la vida ritual Y en la tradición oral de la comunidad, Aunque
IUv< ol'urtll1\id ad de vivir eO casas no tradicionales, con electricidad,
del análisis; el me nsaje implícito era que el trabajo antropológico ni I
debía interferir en la vida social de la com unidad, )' que el antropú lH .l.~i uu.' ",,,a ulO, ya tradicional de bajareque y techo de guano , Todo
go debía evitar promover ca mbios en el grupo que estudi;lb<l, r;111 to, qlll' .11" ",!,,,uL. ,,"e !,ur !in podía culminar el sueílO de estudiar Yvivir en-
intervenir era algo qu e se no consideraba ético. Lo ~ príllcipios fllnd.1 liT .". """ o" " " Iieal".entc diferente a mis orígenes en el asfalto urbano

mentales de mi eu trenam iento y fOrlllJc i ólI apllnrab:1l1 ;l L1 disrillci, '1I1


17\
172
lA ANTROPOLOG1A APli C A D A
ALICIA RE CRUZ

!íenmascaró profundas diferencias entre los c<,mpesinos


de .Madrid, El ansia por conocer la vida campesina, en OPO ... ll IÚI1 en actividades comerciales Y ganadera" Y los campesi-
bana, me llevó a esta comunidad de la que fácilmente qucd(" ~icados a la siembra del maíz. Dentro del conjunto de los
por su exotismo, también expresado en el empeño con que ·.. t' IInc\uía tantO un grupO minoritario que había conseguido
taban sus gentes: «(Aquí todos somos pobres, somos \.:ampcSiIl Cl"l1 de hacerse con sus pequ cnJs empresas, como una ma-
mayas • . Cai en O,an Kom durante la .. Canícula. de 1986. l ..• \ "',adorcs de la construcción.
es percibida como ~' época de crisisn, ya que, st:gún sus hahil.lI
enferme.: dades infecciosas provocadas por pat";,lsitos (d iarrea, d
vómitos, ete.). La Canícula aparece todos los años, a mitad dI· EL PARADI GMA D~ CO¡O;OClMIE)JT O SE TAlv\BALfA
dura un mes. Este periodo es an ómalo en muchos aspectos: hav
aunque es la época de lluvi.as, el maíz. se encuentra en la l'I.II'A revelador tue el hecho de descubrir tls cst<atcgias del
vulnerahle de su desarrollo y necesita el agua de llu via p ara ,..... picano a la hora de presionar a los campesinos para que enlÍ'
enfermedades amenazan la salud pública, etcétera. pues la estabilidad económica y financ iera de M éxico
de 1a industria turística. Durante Dli. esrancia en
Apasionada por el carácter simhólico «liminal» oe la Canícllb,
sé en el verano de ] 987. Fue entonces CI1 ~lndo pude identificar IIlIa fui testigo, por e jemplo, de campaúa s publicitarias desti-
va dimensi6n del fe nómeno: durante la Can1cl1la :1parecían acu s;l~'IQ IDnsum de herbicidas Y fertilizantes para nutrir los campOs
o llamad os "til/Jas. Una economía de subsistencia no
maíz,
de brujería que tenían que ver con muertes y enfermedades <lth "
cen aflorar durante este periodo. Aqut:llos sobre los que se hacLl ~campesino la posibilidad de acumular capital para la compra
anónimamente la culpa eran, curiosamente, miembros de la famill.' "oductos. La migración a Cancún se convertía cntonces en la
caciqut: de la comunidad, en su mayoría, jóvenes mayas que habbll Je obtener dinero rápido a través de empleos tempo rales.
grado a mediados de los afIos setenta, cuando Cancún estaba ahorrado se podía invertir en estOS productos y al mismo
como estrella turística internacional en la costa de Yuc3[án. Esta gobierno obtenía mano de ohra barata en la construcción para
dimensión social de la lectura ~( Iimjn a l » del fenómeno de la CanÍCu b , de\ imperio turístico de Cancún.
permitió descubrir la necesidad de incluir un nuevo modelo teórico dc las mucha.& lecciones personales y profcs~onales que apren-
analizar críticamente la homogeneidad social y económica con que Kom, tuV e el gran privilegio de ser testigo de un hecho que
comunidad se presentaba. Si los hijos del cacique, emigrantes en C~lIl\ 1111, .uearse el paradigma de conocimiento Y trabajo antropológico
era a quienes se acusaoa de.: Jos males que aquejaban a la comunidad du- había alimentado hast a entonces. Debido al agotamiento de los
rante este periodo liminal, ¿sería entonces cierta la imagen de igluld.1L1 s del suelo, la SARH (Secretari., de Agricultura Y RecUrsoS Hi-
social que pretendidamente presentaba la comunidad? ¿Cómo se anil·I IJ., .\ puso en marcha un programa agrícola de desarrollo comuni-
la lectura ¡iminal de la Canícula con la realidad social de la comunid , hl ~ tenía como meta conseguir que los campesinos mayas tuvienm
Estas preguntas fueron las que impulsaron el diseño de la agenda de !( ''o ;eeha Je maíz más abundante. Para dio, el proyecto tenía dos
)s, el primero era convencer al campesino para que utiUzara un a
dos años de investigación y trabajo de campo que realicé en Chan KOI II.
entre 1989 y 19.90. El estudio estaba dirigido a mi tesis doctoral y l.,,· de ."aí, híbrida, Yel segundo, hacer qu e camhiara su sistema tra·
financiado por una beca Fulb righ t del Ministerio de Cultura. de sict"hra en triángulos, por un sistema de siembra hneal. El
Aunque mi entrenamiento en análisis estructura listas y simbúlil" tI .. I':ellie del proyecto estaba formado por un ingeniero agrícola
o Celebraron numerosas reuniones con los campesinos
;'YlI\lantes.
me había proporcionado una lectu ra interesantísima oe la Canícula CO!l11l
periodo liminal en el ciclo anual entre los mayas, las mismas contr;\ Ino""arle, eúmo sembrar en línea y convencerles de los beneficios
dicciones sociales expresadas en las acusaciones de brujería uema nlb 1" lI,ili /,aeiú lI de b se.nilb híbrida . Con una actitud de saber eÓ1l1O
ban la necesidad ue articular otros modelos teóricos más productivo . . """l'.
11", ,.1' 1." "" sp .•"lada por'" autoridad '1 ue impone el COllllcillliell-
para identificar la realidad social de.: la comunidad. Enfoques marxisl.l" 111 """klll .• , ,,1 ill~cllicrll de b S¡\ IU I n<> tenía ningún interés ell e",e -
y de economía política me ayudaron a desvelar una rea li dad SOL"i;lllllll •,'1 ". l>nr "",'I. ,,1(.""1"""'",,"'y" Id,;" selllbrad " entri;\II~ul",dllr.u.l e
cho más diversa y desigual. El censo socioeconómi co qUl' rL'Jlio:' el! Li
:( 17~
174

J
LA ANTROP O L O G í A APLICADA
ALICIA RE CRUZ

tesis doctorat, me sorprl'nJicn H \ bs rqwrc\lS;t H1L'S


cientos de alíos, ni le interesaba la opinión del maya rt· ... prc. y éticas que tuVO el hechu de h;\hn sido IIhslO'"
la semilla híbrida. Llegó la época de la siembra y la gr .•" " del descalabro de este programa de desarrollo ,Ir 1:0
campesinos sembró en triángulos, utilizando la semilla
No me parece éste el luga r apropiado para prese nr;Jr 1.1 Albany, durante mi formación como estudiante de doc-
ción etnográfica que respalda el conocimiento del campl'",illO ~pología, cuando conocí la obra de Kuhn (1992), que
su entorno ecológico, las caractt=rísticas y composición dt' lC1, Dcepci6n de la ciencia que se transforma a golpe de re\'O-
de los sistemas m ás efectivos y productivos de cultivo. B,I.,I(I rompe con \a consabida idea de que la ciencia avanza en
este caso claramente presenta un choque de paradigm as dt' t't de acumulación de conocimientos. La obra de Kuhn
diferentes, el local maya y el gube rnamental modelado por irevuelo, al proponer la idea de paradigma cientÍfico para
dentales, entretejidos ambos por obvias relaciones de p oder. de la ciencia, en vez de una sucesión de teorías que
representa uno ue los tantos casos de errores culturales, p:lrtir !listicación y refinamiento gracias a la acumulación de cono-
en el ámbito de programas de desarrollo, al intentar transfl'l'ir como un complejo donde teoría y lógica científica abrazan
cimiento occidental a ecosistemas naturales y culturales l( y la visi6n del mundo social. La propuesta de Kuhn
muy elocuentemente ha denunciado Escobar (1995). No s<,>l" crítico Yrefiexivo ya abonado por el movimiento post~
proyecto de desarrollo , sino que corroboró el estereotipo del postmodernismo proponía unos postUlados más volcados
maya como incapaz de subirse al carro de la modernidad . ;111 de mantener unas relaciones más horizontales y simétricas
sus hábitos y tradiciones antiguas. ¿Qué hubiese pasado si el crdamos constituían e\ objeto de nuestra investigación
hubiera sido capaz, de e nte nder la importancia cultural qu e tit'lU' estaban tan sujetos como nosOUOS mi.smos, los propios
campesino maya cJ hec ho de utiliza r su semiJla namral y el Todo ello supuso para mí la inuoducción a una \'i,ión más
triángulos? ¿Hahría cambiado su discurso explicativo si hubi.,: r;1 antropológico con el que me crié como aprendiz
do la conexión espiritual del maya con su milpa y con el cosnw~? co n nuevas lentes me adentraba en el incómodo deba-
entendido que se mbrar linealmente descabala la 16gica cpistc.: nltlk bnialismo intelectual, de los efectoS de modelos de desarrollo.
pensamiento maya quc está más ccntrada en el círculo? Simbüli\.':1111ct" la reclamación positivista de mantener neutralidad ante
el círculo representa un fut uro originario en el pasado, muy dik cientÍfico fue intensa Y profundamente cuestionada. Pero el
de la tradición epistemológica judea-cristiana que propo ne U11 ( ' transformó entonces en la pregunta ¿intervenir o nO intervenir
to temporal lineal en el que el futuro no tiene retorno, Dos tri:íllgll un cambio social?, y la respuesta reclamaba urgentemente
unidos por el vértice conforman una estructura geométrica rL'gll ~ los precedentes antropológicos en los que se había hecho. Los
con un centro; al sembrar en triángulos, el campesino maya n::rrt)~ latinoamericanos y en concreto los mexicanos, proporcionaban las
una estructura geométrica similar a la forma en que concibe el <..'unpo experiencias: a la hora de contestar.
humano, dividido en cua tro cuartos unidos por el centro, el tipte, \,1 ~:I"
nerador de orden y salud en el ser humano, De la misma forma, b mil{101 1
para el maya, tiene cuatro esquinas, y el centro esta dedica.do <.1 Ic v;lIIl.lf TEXAS Y SUS MISTERIOS
el altar en el que se celebra el ritual diario de pedir permiso a su dio, p.•r..
trabajar la naturaleza con qu e les ha provisto. a lcxas en 1992 como miemhro del lnsritutO de Antropolo-
No sólo fue la falta de conocimiento, sino la actitud Je imr()~ki' ·)1I Jo la Universidad dd Norte de Texas, un grupO de tres pro fesores.
,_Ie_ulel o conocer las zonas de esta parte del país en la que vivían los
prc~unté
de un saber foráneo, descalificando el local maya, lo que dio al 11';1"'(" o

con el progra ma de la SARH. mexicanos, por sus barrios en una fiesta de bienvenida en la
Con el tiempo, al reflexionar sobre este incidente, me di (lIl'I1f;1 d,·' ul1ivn,id ,,,I; mi i",.rlocutor me espetó un «aquí no tenemOs». La con-
papel revoluci onario que puede tener nuestr:1 discirlin:l si se 1'011 (' ('11 ,,,.,ac".'" de 1""e,i{n 1 implícita en el verbo «tenemos» me alertaba de las
acción, si permite p oner el saher cú.'ntínco :11 sl'rvicio tiL' ,0,;\1 : l\.'l'i, ')1 1 Pll ",.1." i,,"1<" ,k l'"der y la respuesta, al mismo tiempo que encerraba un
lítica. Aunque no formú parte, ni siquiera C()1ll0 ;lIH:l'do! :1 dt' 1,:: 11111'11 ('11
177
[ 76
LA AN TROPOLO G1A APLICADA

ALI CIA RE CRUZ


de algún otrO servicio. Se reúnen y forman tandas,
. o exenw de intereses (Re CtuZ, 1998). Me pidieron
misterio por resolve r, ahría la puerta mágica de la curio,id.hl s
inglés. La gerencia de los apartamentos nos habilitó
gica: ¿cómo es posible que no haya mexicanos en Texas? {
imaginar, me es¡ren t' como doctora en antropología decJiL";i IIC
~{)IiClna en la que noS teuníamOs dos veces a la semana, por
les enseñaba inglés, Y ellas, entre historia e historia, me
inmigrantes mexicanos del norte de Texas. Me entreguL' {"¡e
, etnográficas de su mundo «entre dos mundos», y
la tarea no só lo de identificar sus barrios, sino de divulgar "'i ll
incontables lecciones como mujeres, ma,\res Y esposas.
en e! área, para sacarles de su anonimaco e invisibilidad. 1-".11 (11
mis avanzadillas profesionales en Texas empezaron a
so de acercamiento a la comunidad, me sorprendió profull
la neutralidad que se exigía al científico social, delinútada
hahilidad, J estreza y sabiduría de las mujeres inmigrantes , 1 l..
distinción entre sujeto y objeto de investigación, y teoría
sobrevivir en un país que resulta profundamente hostil paL\ le
el trabajo antrOpológico. De alguna forma, los modelos
grantes mexicanos que no entienden la cultura ni la lengua,
aprendidos para mantener la neutralidad Y conseguir la
más impresionada cuando me di cuenta de que los propios (· ... 1
del trabajo 110 encajaban. La experiencia antropológica
de la universidad desconocían o conocían malla realidad sOl'!al
de Yucatán Y con los inmigrantes mexicanoS en Texas me
entorno. En una de mis clases sobre ~< Migrants and Refugees ,'
visita de campo a unos apartamentos donde la mayoría de los i 11
la necesidad de utilizat paradigmas alternativos en el ejercicio
más acordes con la praxis social. Efectivamente, la antrO-
eran inmigrantes procedentes de México. Al anundar la vi:.il ;l.
al umnos llamaron la aten ción sobre la «peligrosidad" que SUPOIl!.1
~plicada ptesenta una forma diferente de pensat y de ejercer
al grupo a un área en la que (( había prosritución y crímenes CI.'ii
"rofesiÓn. Responde a las necesidades de la práctica profesional
de la intervención para el camhio social y cultural; de
los días ». Dependiendo del contexto, la comunidad de inmigr;llIlftI
forma de ejercer la antropología no se queda atrapada en la
convertía en «invisible,) o en «fuente del mal». En este discurso IIn
de setvicio o de resolución de ptoblemas sociales, sino que
nÍan cabida ni la explotación económica ni la discriminaci()n políl iL:1
dialéctica la conduce 3 generar conocimiento a través de la
sufre el inmigrante latino. Así nació la necesidad de involucr<1rnH"
aplicada. Además, el anttopólogo aplicado está sujeto al
agente instigadora de l conocimiento de la realidad social entre I( ." '
Jiantes. Nunca se me había prese ntado tan claramente la respo
y uso de técnicas Y métodos muY rigurosOS que, por estar encami-
a la resolución de problemas sociales, la mayor parte de las veces
dad social de! antrop ólogo como científico social. No me pared:¡
el trabajo disciplinario en equipo Y demandan la inclusión de
injusto , sino inmoral el hecho de mantenernos sujetos al objetiv
afectados en el proceso de investigación. A mediados de los
que reclama nuestro paradigma positivisra, sin cuesti onarnos lo qlh' .1('.
ellnstiwto de Antropología contaba con cuatrO miembros
hemos hacer con los resultados del trabajo. Como indica el afol"l"' lll1l
motivados por las inC\!'siones en el área de antropología
m arxista, para que exista la posibilidad de cambio social, es neces,1I lO
(Naylor Y .I ordan). Así surgi6 la idea de crear una especialidad
nutrir la conciencia social; el camino que lleva a la justicia social, ddl
cilmente puede ser alcanzado por los que no conocen la composiL"iClII ~itilria en antropología aplicada.
social y el juego de poderes políticos y económicos. ¿Cómo es po,sihll'
qu e el estudiante en Texas investigue., analice Ja diversidad cultural I "n
sus cursos de antropología, sin conocer la diversidad cultural que c nu¡' \.lBERTAD HERNANDEZ
y lAS I.ECClONES DE ANTROPOLOGíA APLICAD'" EN MtXICO
rra su propio entorno?
Co rno apuntaba anteriormente, me sentí fascinada por el IlltllHlo
México 1", contribuido con unO de los capítulos pioneros Y más pro-
de las muje res inmigrantes en Tex as y aún más cuando desl:ubrí qtt(·
,Iu(\ivo , en el {¡rea de lo investigación antropológica aplicada. Avalada
su respuesta de acomodación a su condkión de inmigrante est3 t:OIll s de C;a111io o Gonzalo Aguirre Eeltrán (por nombrar sólo dos
1"'" Lo "hr:\
puesta por un entresij o de redes de asistencia en el que entran en jLlego
servicios) información e incluso dinero . La que tiene coche (h rieles (e)
~r\lro
,'\1'"11,1,,, de un de grandes trabajadores sociales), la antropolo-
conduce) a las que tienen que llevar a sus IllllOS a la escuela, ir ;lllllt-di~"(I .',LI 11\(.,i,'"'''' "'1 <'SI;"lo históricamente muy vinculada al planteamiento
o a la tienJa; a cambio, éstas cuidan los niños de ;lqlll:¡!:tS, L'OL"ill;lIl par,1
\79
17X
LA ANTROPO,C ~ I,A. ~ ' LIU~¡,
A . l e lA RE C RUZ

necesidad de diseñar l1!1rrograrnJKild~111ico que incluyera


de políticas públicas, particularmente las relacionadas con 1", llternativOs de salud, inco~~rll\Jo :,n¡rnpología médica, me-
indígenas. De hecho, para Gamio, la antropología era una (onn.1 y los datos y el conoClnll~~t? ~rlOgráfico procedente del
nncimiento polírico; es deci r, que el trabajo de campo y la 111\.' 1"1 campo. Este modelo ll1et,;J~:ogJco ro ~61o pretende implicar
antropnl6gica deb ían promove r la acción social y polícica enGlllllnl4 académico, sino que {Oltr1b:en eXlY.~J la necesidad de transo
integrar a 105 gmpos indíge nas en el proyecto de naci6n. Ga l11i .. (1 modelo pedag6gico traaicion~. Lametodología participativa
considerado uno de los progellÍ tores del indigenismo en Méxil"o. relacion es di.alécticas entre docenci~ investigación Yservicio
ne forjar patria, bllscando una ciencia que ayude a resolver los prll tal forma que el aula se llevaa la «lffiunidad y la comunidad
más urgentes de la naci6n . en el aula. Los graJ1a¡; inspirado" de la obra de l.ibertad
Ángel Palerm es un personaje legendario en el mundo de' 1" son los fundadores del le,adoIatuY!americano del modelo in-
tropología mexicana y para mí tiene una relevancia particular pe -acción: Paulo Freire, f"[s Ilorda ¡Carlos Rodríguez Brand.o.
representa al investi.gad or ;:1plicado forjado en el nuevo mundo, que Libertad tenía par~ la Investi~ación-acción, unida a SU
dente del viejo. Exiliado de España por la guerra civil, Pal er m Ill' vol constante con los desprmeg1do\ rna;~nados y explotados, tuVO
impronta marxista que cae en terreno fértil, abonado por la situJcic'lIl sorprend entes . No era eXíraño que entre grupOS de muj eres
marginalidad y desprotección de los grupos indígenas en México. 1':11 que Libertad rrabajabo, ,Iguna de b integrantes se presentara
llega a crear un modelo d e saber y de hacer alurop ología, u na L"l ' l políticos en sus comunidades. Mu~oas, intensas Y profundas,
centrada en la praxi s soda1 y p ro fesional que exige una relación di .) sus rep ercusiones)' frutOS como antropólo~a líder en el uso de
tica entre teoría}' práctica como fuente generadora d e conociJ1lil"lHII letodo)ogía participativn, eO su .COrta \~da. Murió a los cuarenta y
En 1996 con ocí a Libertad Hernández, <.:uando e ra directora el 7 de agosto de 1998, Violada ! " , sinada, según la versión
I'ROCOMU (Programa COffiUlútario de la Mujer) y profesora del por un taxista en MéxicOD.F. llliemras asistía al seminario in-
tamento de Psicología Comunitaria en la Unive rsidad Veracruzana dt· x ~, laciona) «Nuestras niñas: derecho a lacquidud desd e la inh\1lcia>"
lapa. Vino al mundo con su hermana gemela )', en honor a la Revohll"i0l11 avocado por UN1CE~. H ay ou.,versioo:¡ que apuntan a la amenaza
recibió el nombre de Libertad. Tierra fue el que le dieron a su henn an:l que se hab ían convertido suHrogram:b: y proyectoS, empoderando
no sobrevi vió. Antropóloga de formación y de corazón, fue la fundad, 11 ;1 mentes, tos espírituS Y las roanos de l~s mujeres en comunidades
de un programa dirigido a impulsar y promover los dere chos de los 111.1.,
~rginalcs. Descanse en paz. ,
desprotegidos y marginales en M éxico, mujeres y niñas de áreas rur;lln Con Libertad Hernández, organIcé del c.:scuelas de campo en >C.a·
y de barrios pobres. Para ello, se valió de su alianza con el gobier no, )'., tllll ' en 1997 Y 1998. Un gruPO de eSlUi!i"ntes de la Universidad del
era funcionaria del PRI en Veracruz )' utilizó las herramientas metodo le 'l de Texas se unía así a losproyectosYl1C Lihertad, como directOra
gicas de la investigación-acción. El reto que se propuso fue luchar con!!';1 PROCOMU, tenía en comrtoidad" """le, del estado de Veracrill.
las desigualdades sociales pro moviendo la participación de las mujen:s y fue como aprend í la praxis de b lml~tiv.ación Acción rarticipatlva
niñas en la vida económica, política y social en condiciones de igualdad (IAP), tanto de sus errores cam od , ""ciertos, pero sobre tOdo, de
con el h omhre. El espíritu sagaz y cari smático que llevaba pre ndi do el! su poder revoluci onario de ornb lO qUt !, al traste con los presupues-
su nombre, Libertad ~ le permitió establecer vínculos e ntre institucionc:,- tos metodológicos Y teóricos del.paradipll~\ antropo1ógico tradicionaL
oficiales, organismos no gubernamentales, el sector académico y la soór- La IAP se centra en la propia realidad ,,,,,,1de los propios participantes
dad civil, confabulándolas en proyectos y programas relacionados con 1:'1 :- del proceso. Para la IAP, la realidad n"" on (Unjunto de datos objeti-
demandas y necesidades de las mujeres y sus familias. La clave de su éxiw vos sobre la població n, ya que ¡mpli"." krn:ís, la percepción que las
era Ja consrrucción colectiva que nacía de la práctica, del acercamiemo gentes tienen de esta realid"d, "deci"" perccpción subjetiva, de tal
y del trabajo con las muje res, gracias a una metodología participati"a forma, que la objetividad Y19 s.ub¡ctividad i K~t(¡an diJ,\écticamente . De
por la que la comunidad deja de ser objeto para convertirse en sujeto. manera que 10 que resulta cn1Cla1p;m !¡1 in vc:stigaciún eS permitir que
Desde 1974, defendió la necesidad de involucrar a la comunidad en la la propia comunidad defina, anak C' ylt·... u('lv:l su ... propios problemas,
identificación de sus problemas de salud y llegó a convencer a la Aco - huscando la transfor mación de b~t:;lhl.ld ((IIH:rl't'l. Fs así como se pue-
demia de Medicina Comunitaria de la Facultad de Medicina de la "'":1
1XI
180
LA ANTR O POLOGIA APLICADA
ALI C IA f\E CR.UZ

uno de los conceptOS que más trabajo me cost6 incluir en


de llegar a restituir la historia de culturas populares, reforza nd o . . \1 ' k,ulario antropo lógico fue el de (,clie nte)' , es d~cir, la pe rsona,
tid",l (Fals Borda, 1986). A este respecto Freire nos recuerda '!tlt· .. organitaci ón que encarga el trabajo de inve~[igacióll y que paga
la historia es estar presente en ella y no simplemente estar rcpn'\I' de esta manera las fuentes de empleo del antroPÓlogo se
en eUa» (Feeiee, 1983: 130). .erstncado enormemente; hoy día podemos ser contratados en
Igualm ente reve1adom en la práctica de lAP en los proyeLTo", de ~ultoras, organizaciones no gubernamentale s, empresas, cor·
bertad, e ra la relación enrre el investigador y las comunidadt,s; lo escuelas e incluso oficinas de marketinK· Esta di versificació n
en e l paradigma tradic ional era una relación de sujeto-objeto, la que el antropólogo aplicado se expone hoy, nOS obli gó a dise·
del positivismo-empirista, en la práctica de JAP se transforJl1a \'11 Iprograma igualmente diversificado; de manera que contamos con
relación de sujeto-sujeto, En oposición a la relacú'jn maestro-alllJllllu _ tales como: (antro pología de los negocios'" «(,a ntropOlogía
el ~(m odelo de enseñanza bancario~\ que deposi ta los conocim iellto. lzaciones'.) , (,a ntropología de la eduC3ÓÚn}), «antropo\o-
mane ra vertical, asimétrica, la relación sujeto-suje to se transforma \'" medio ambiente», «antropología médica» o «antropOlogía de
re lación dialógica de maestro a maest.ro (Freire, 1983 ), de tal fo nu:1 que inclu ye temas relativos a migrac io nes. El programa se
ambas partes investigan , enseñan, aprenden al mismo tiempo que t de asigna troncales tales como "Teoría Y métodos cuali·
forman. Para Fals Rorda (1986, 198 7) este diálogo es el qne penll ruras
y cuantitativos en la investigación antropológica», además de un
investigador deshacerse de su p apel de e rudito para con ve rtirse ('" el que se prepara al estudiante en la· elaboración de propuestas
que aprende, al saber escuchar los discursos procedentes de difn('I1" restigación, escritura técnica Y creación de redes profesionales. De·
sintax is culnlralcs, ·al mismo ti empo que considera a sus reprcsent .lI1N1 de los intereses de' alumno, d programa exige que se cursen
como sujetos activos y pensantes en el pro ceso de investigación. "ignaturas de otras disciplinas, con el fin de reafirmar el carácter
Es cierto que la IAP. con sus profundas raíces latinoamericanas t ' l4isciplinario del programa y para que se acostumbre a trabajar en
plifi~ada sen la obra de Libertad Hernández, se aleja de los dt" La parte más importante del programa está constituida por el
anrropológicos tradici o nales y presenra una nueva lúgi ca en la pr.lxi_. y desarroll o de un plan de investigación que se tiene que ajus·
basada en el diálogo y en la relación sunétrica de sujeto a sujeto, 1.' ( los intereses Ynecesidades del cliente con quien el estudiante elija
generador de conocimiento. En este nuevo paradigma, la intervcl1lll In ContamOS con una gran li sta de clientes para quienes hemos
es el requisito fundamental para conseguir el objetivo propue sto: h jll'" . "do: el Departamento de salud públiec' de Denton, el Ayuntamien·
ticia social. Denton, el programa bilingü e de las escuelas públicas de Dalias,
~ni,_acioncs no gubernamentales que trabajan con casos de violen-
doméstica y de asilo político, DELL (la multinaci onal productora
ANTROPOLO GíA APLI CADA
E:-I LA U~lVE RSJl)AD
DEL NO RTE DE TEXAS nnkn;ldores Y material tecnológico), etCétera.

Tras varios años dedicados a pensar e n el diseño y composición dt' 1.1 DISCUSIÓN
especialización de antropología aplicada, el programa se comen7.ó ~l Iln
partir en daño 2000, Tiene varios objetivos; uno de ellos es el prCr:1r,1t crié en una teadición antropológica que tenía tendencia a desca\iJi·
al estudiante para desarrollar las he rramientas antropológicas e n tern' la antropología apli cada como a una hija ilegítima de la disciplina.
nos que no sean exclusivamente académicos, por ejemplo en el trah;llll valoraba más el trabajo etnográfico con lo exótico foráneo qu e el
con organizacion es no gubernamentales, agencias de gobi erno, cst~lt;llv ... :lto de inmiscuirse en nuestros problemas Y necesidades sociales. Me
o federales, incluso escuelas, empresas y negocios, Para ello , es indi . . r""qt" - en "na disciplina que se hasaba en unos criterios fijos para de·
pensable entrenar al candidato en b resolu ción de problemas por Illl'di, ~ I.... "';"ar 1.. '1'" constituía conocimiento antropológico Y lo que nO lo
de diferenres estilos de colaboración. En la práctica de la antropologi,\ t'r,t V '1";,.,, p",lía ~,·tll·rar y trabajar con este conocimiento Y quién n O
aplicada, es fundamental que el estudiantt: entienda las O;lSt.'S éricls til- (1 ."" •.."t1 , \ 'P \). I.a ,,,Hrop,,loi-\ía pllra, abstracta, ceñida a grupOS et·
la investigación y práctica antropol ógi cas. t

\ x .\
IX2
LA A NTROP OLOC;iA APLI CA DA
ALIC I A RE CRU Z

1992 [196 1, La est ructura de las rellolucioll es cielJtíficas. 1\-1éxico ,


2
n ográficos pequeños era considerada legítima, n1ientras que lo on
era descarrado como un ejerci cio subversivo y a veces corrupl e'. A., 1998, . Migrant \Voroen Crossing Borders. A Co mparis af In·
and Externa\ J\.1exican M igration», J(Jftn/al of Borderlalld Studies,
como el proyecro CameJot desveló en su momento. El intc rv('1
mo resultaba demasiado arri esgado, particularmente cua ndo ~I ' 83·97. N., 1995 , .The Primacy 01 rhe Erhical: propositions fo r a
'Hughes,
de trabajos con el gobierno o con agencias di:: desarrollo intl'fn.\l Anthropology., Current ;Inthropology, 36/3: 415-420, 438-440.
La no intervenci6 n er a, definitivamente , )a posición ética m ~h 1967, '[he Forest o(Symbols: Aspects of Ndembu RitmIl, Ithaca·Lon·
Consecuentemente, los antrop61ogos que ponían en práctica sw.
Uniyersity Press.
cimientus para resolver problemas sociales reales, eran consiJeLl\lol 1969, The Ritual process: Stmcture and Allti·Strucwre, C hiGlgO.
segunda categoría. publishing C o mpany.
Con los pocos y breves documentos etnográficos que he li t il
e n este artículo, he intentado mostrar có mo el trabajo de campo,
con los ca.mpesinos y emigrantes mayas en Yucatán, bien con iLll1l1l..:.rll
tes mexicanos en Texas, me ha empujado a considerar la respol
lidad ética del antropólogo, particularmente cuando discrimin ;h.
injusticia social quedan al descubierto, Para mí, son estas sitU;H:ij
las que mueven al antrop61ogo a considerarse un mero ohse rv~lllnt,
un testigo. Si el primero acerca la antropología al ámhito de las l
cias, el seg undo conecta nuestra disciplina directamente eDil la fill )~(
moral (Scheper-Hughes, 1995 ). El antropólogo como testigo V:l

allá de la observación, descripción y entendimiento cultural; ¡nh'


poner en acc ión los marcos teó ricos, las técnicas y métodos a mruj\o,
lógicos en la consecución de resultados y en la mejora oe casos rl';II"I.
Po r eso considero el ejercicio de la antropo logía aplicada la altcrn ~H IvA
más productiva de la práctica antropológica y, al mismo tiempo • •,: n'o
que es el tipo de antro pología que puede ejercer un papel clave CH illO
agente de cambio social en la construcción de una sociedad más iU ,"' !.1
y equitativa.

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