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LA PRIMERA PREGUNTA
¿Soy o puedo llegar a ser una buena bruja?
Esta duda te asaltará, es inevitable, cuando tengas que enfrentarte a algunas
vivencias extrañas, a hechos y situaciones que se salen de toda lógica, que limitan
con lo irracional, pero que sin embargo, ocurren.
Cuando de pronto te anticipes a los acontecimientos. Cuando veas o intuyas
presencias a tu alrededor. Cuando adivines cómo se desarrollarán algunos sucesos
mucho antes de que ocurran. Y sobre todo, cuando anheles algo, ya sea bueno o malo,
y suceda sin más, te enfrentarás en un primer momento a sensaciones de sorpresa y
extrañeza.
Es lógico que te asustes un poco al principio, pero pronto te harás esa pregunta
que tantas mujeres se han hecho antes que tú y que seguirán haciéndose a lo largo
del tiempo y de la historia.
Te cuestionarás si todo eso que te ocurre y que no incluye a los demás es un
síntoma de que eres o puedes llegar a ser una bruja.
Y la respuesta es sí.
A partir de entonces se abrirá un camino de conocimiento personal, una serie de
averiguaciones que te llevarán a conclusiones importantes.
Ser una bruja, desde el punto de vista de la fe, de la historia y de lo que implica
asumir esta vocación en una sociedad que muchas veces reniega de verdades
alternativas a la oficial, no es tan fácil ni tan sencillo como parece.
Es un proceso intenso que requiere de grandes esfuerzos y muchas responsabilidades
pero, a cambio, te ofrece grandes recompensas pues te permitirá ayudar a mucha
gente y podrás contribuir a la felicidad de los otros.
Una bruja, o una meiga, como decimos en nuestra tierra, nace pero también se hace.
A pesar de recibir desde su nacimiento todas sus capacidades, el camino del
aprendizaje es imprescindible para desarrollar su potencial y canalizar todo
aquello que le vino dado.
Una meiga, desde muy pequeña, desde niña, puede presagiar las intenciones de sus
compañeros, intuir sus comportamientos, medir la intensidad de las simpatías o
antipatías y predecir un sinfín de pequeños acontecimientos que al principio solo
se atreve a comunicar a las personas muy cercanas.
Es entonces cuando has de aceptar la responsabilidad de tus actos, pues todo cuanto
hagas, digas o pienses, tendrá una enorme influencia en la gente o las situaciones
donde pongas tu deseo e intención.
Recuerda que no se trata de un juego ni de imponer la voluntad propia sobre la de
los demás a pesar de las facultades que posees.
Una aprendiz de bruja debe descubrir las claves, los símbolos, las llaves secretas
que abren los postigos de los portales más profundos de la mente y crean los
puentes de luz que nos conectan con los dioses.
Debes saber cómo se utilizan los instrumentos mágicos con los que predecir,
conjurar y corregir los caminos del destino, sin perderse en el entramado de los
hilos del azar y manejándolos con mano firme.
Has de comprometerte en la recuperación de las enseñanzas de los ancestros y
aprender las bases de la Vieja Religión, las ceremonias sagradas, los ritos de una
cultura que sobrevive más allá de los siglos y de los avatares de la historia, a
pesar de las persecuciones y prejuicios.
Y abrir tu alma, para sentir muy dentro el dolor, la angustia, la alegría o el
miedo de los seres humanos que se acerquen a ti buscando tu amparo, tus
conocimientos y tu ayuda. Porque solamente percibiendo lo que los demás sienten
podrás entenderlos.
Y esa es una de las primeras cosas que ha de saber hacer una buena bruja.
ARTE DE IMAGINAR
El pensamiento es como un artesano que va construyendo laboriosamente los momentos,
las situaciones, las actitudes que tus deseos o temores proyectan.
Debes saber que hay unas entidades mágicas, unos genios que residen en la
Naturaleza, que han sido creados por los dioses para hacer realidad nuestros
pensamientos y todo lo que ellos contienen. Las imágenes que se reflejan en tu
mente, como en un espejo sin tiempo, son las consignas que esos genios tratan de
hacer reales. Incluso sin haber sido convocados, los genios, a los que llamamos
también fuerzas elementales, están permanentemente atentos a nuestros pensamientos
para tratar de convertir cada idea en una verdad.
No preguntan, no cuestionan, creen que aquello que ocupa nuestra mente está
respaldado firmemente por el deseo. No eligen, no tienen criterio. Son amorales.
Acatan lo que se refleja en ella, como si fuera una orden.
Estas deidades no tienen la capacidad de reconocer si se trata de algo positivo o
negativo. Van directamente a donde tu imaginación las envía, sin distinguir si el
objetivo que se quiere alcanzar pudiera ser destructivo. Así pues, seas bruja o no,
esa responsabilidad será siempre tuya, ya que todas las personas tienen en mayor o
menor medida el potencial de manejar las fuerzas que nos rodean con su mente.
Necesito que entiendas esta verdad como definitiva. Ningún pensamiento se pierde,
incluyendo los que no son intencionados. Un temor, una ansiedad o un miedo es una
mala programación porque, como tú ya sabes, se atrae tanto lo que se desea como lo
que se teme, por eso es tan importante controlar lo que piensas en cada momento.
Y aun más, cuando convocamos con determinación a esas entidades uniendo el
propósito de lo que queremos conseguir a un rito o a un simple gesto ritualista,
los resultados pueden ser ilimitados.
Un rito mágico es lo mismo que dar un toque de atención, una palmada sonora, para
convocar a las deidades y que atiendan nuestras peticiones.
Ordenar con firmeza y decisión es una de las claves para conseguir todo aquello que
nos propongamos. Ten por seguro que, si usas los instrumentos precisos (hierbas,
inciensos), las esencias correspondientes y pronuncias las palabras exactas, las
palabras que voy a enseñarte, esas entidades acudirán inmediatamente para cumplir
su cometido y hacer realidad lo que tú les indiques.
Recuerda siempre que en el momento en que empieces a practicar los ritos de la
Vieja Religión, además de los elementos apropiados, has de darle la mayor
importancia a los pensamientos, a las ideas y las evocaciones.
Así que cierra los ojos, mi querida niña, e imagina, imagina, imagina…
UN RITUAL ES UNA CEREMONIA
Una ceremonia en la que el Universo entero se pone a tu servicio cuando sabes cómo
combinar las señales, las palabras, las armas y los propósitos con los que has de
llegar a los dioses para lograr que apoyen todo aquello que solicitas.
El más importante de todos los rituales de tu vida es, sin duda, el de la
Iniciación.
Mi más profundo deseo sería estar contigo al atardecer del primer día en la playa
del norte, cuando los astros, tus maestros y tú misma hayáis decidido que ese es el
momento.
Empuñar juntas la espada para marcar el círculo en la arena. Ser tu sombra. El
ángulo perfecto que delimite a tu lado la esquina de los arrecifes.
En los cuatro puntos cardinales, habitar contigo cada una de las atalayas: del
Norte y del Sur, del Este y del Oeste. Engarzar las palabras, como perlas, una a
una. Renovar mis votos, mientras haces los tuyos con caricias de almendras, y de
inciensos y nácar.
Repetir las palabras secretas. Palabras que el viento arrima y el mar desentraña.
Ser el eco de tu voz cuando las pronuncies. Apretar con mi mano la tuya, como
apretados están los siete nudos en la piel de la serpiente que ata los malos
tiempos.
Seguir siempre a tu lado cuando, en esa soledad terrible de la persona que sabe que
depende únicamente de su capacidad para gobernar las fuerzas y de la determinación
de los dioses, sigas practicando los ritos aprendidos de tus maestros.
Un ritual de magia es un acto de fe, de confianza e imaginación.
Te compromete a participar del enorme engranaje al que todos pertenecemos. Una
pieza diminuta, pero muy importante, para restablecer el equilibrio perdido o el
que se ha visto amenazado.
Los males y dificultades que afectan a las personas suelen ser consecuencia de la
ruptura del equilibrio natural, de su relación con el Universo.
Un ritual de magia, mi pequeña, es integrarte con todo lo que existe; vibrar de
manera voluntaria acatando esa ley que asegura que todo cuanto hacemos, pensamos y
sentimos tiene una consecuencia en el resto del cosmos.
Únicamente pulsando las teclas precisas, como cuando marcamos la clave de una caja
fuerte, se abrirá esa puerta, y los dioses convocados atravesarán la dimensión que
nos separa del mundo mágico para atendernos.
Todo está relacionado, nada existe de manera aislada. Esa es la base de la magia y
de nuestra leyes heredadas. Es nuestro deber intentar recuperar esa armonía,
convocando a las fuerzas necesarias y convenciéndolas para que estén de nuestra
parte.
En la cultura celta, los druidas sabían que el mundo material y el espiritual están
unidos, que tienen sus ciclos y sus tiempos, de la misma manera que las plantas y
los animales cambian y evolucionan a través de las estaciones. Así, el ser humano y
el Universo que habita se relacionan, y debemos buscar la armonía entre ellos.
Escribo tratando de hacerme entender, porque no podré estar ahí en esa primera
noche. Ni en las noches que vendrán más tarde. Sobre todo en aquellas en las que
las fuerzas no parezcan responderte y te preguntes si puedes, si lo que intentas es
alcanzable o no. No estaré cuando creas o cuando dudes. Cuando el desaliento como
un huésped inesperado se instale, que lo hará alguna vez, en tu alma.
O tal vez sí. Tal vez pueda estar contigo de alguna manera ese día. Si tu ilusión
me busca y tu cariño me reclama, es posible que los dioses me permitan acompañarte
en esas horas definitivas y me consientan abrazarte, acariciar tu frente para
despejar de ella los temores y los oscuros pensamientos.
Y de este modo, ni la marea del tiempo ni la muerte conseguirán alcanzarnos, porque
ni el tiempo ni la muerte podrán con nuestro abrazo.
LOS GENIOS DE LAS CUATRO ATALAYAS
De todo lo que quiero enseñarte por medio de estas líneas, una de las primeras
cosas que has de aprender es a manejar con decisión las fuerzas extraordinarias que
existen en la Naturaleza y que han sido creadas por los dioses a nuestro servicio.
Esas fuerzas son la razón por la que, repentinamente, en la orilla de una playa, en
la cumbre de alguna de nuestras montañas, en los acantilados frente al mar o en el
remanso de algún río, tengas la impresión de que estás integrada en el paisaje. Es
una sensación intensa de identificación con los lugares, una forma de comunión
donde, por un instante, ese entorno se convierte en parte de ti, y tú en parte de
él.
Has de saber que los árboles, las plantas, las piedras, la tierra de los caminos,
el aire o el agua de todos esos rincones responden al eco de las palabras sagradas,
de las palabras secretas de nuestros ancestros.
Las fuerzas de la Naturaleza se dividen en cuatro elementos, los cuatro elementos
esenciales para la vida: el Aire, el Agua, la Tierra y el Fuego, y que habitan
cuatro atalayas. Las cuatro torres que cierran y defienden los puntos cardinales.
Sé, porque así me lo contaron y es así como quiero contártelo hoy, que en la
atalaya del Este están los genios del Aire, los silfos y las hadas, que son los
encargados de cuidar los pensamientos, las ideas y los sueños de los seres humanos.
La inteligencia, la capacidad de razonar, la memoria, y la creatividad son las
facultades que dependen de ellos.
La atalaya del Oeste está habitada por las ondinas y las náyades, deidades que
pueblan todos los mares y los ríos del mundo. Se dice que gobiernan las emociones,
los sentimientos, el amor o la amistad. Son los genios del Agua y
de ellos depende que nuestros caminos y nuestras vidas estén llenas de amor, o
desamor. Y que a través de su protección tengamos el apoyo de la gente que vamos
tratando, el cariño y el respeto de cuantos se crucen en nuestro camino.
El reino de las salamandras, genios del Fuego, es la atalaya que está orientada al
sur. De esos genios depende nuestra energía, nuestra salud y la resistencia contra
todos los males. Tienes que convocarlos para solicitar la fuerza física, la energía
para superar las enfermedades o rechazarlas y la fortaleza ante las pruebas que
necesiten esa potencia.
Y en el norte, en un lugar despoblado de alguna montaña, está la atalaya desde la
cual los gnomos rigen, obedeciendo los mandatos de sus diosas, el mundo de los
bienes materiales. A ellos les debemos nuestro sustento, ya que los poderes de la
Tierra propician el trabajo diario con el que conseguirlos.
Era muy, muy pequeña y ya sabía empuñar la espada consagrada y fabricada a mi
medida para crear, cruzando con ella espacios invisibles, el puente por donde
llegar a los silfos, a las hadas y a todos los genios que residen en el Aire.
Me encantaba elegir y recoger con mi maestra las hierbas, ramas, raíces o flores
necesarias para colocar en el caldero para prender el fuego sagrado, la hoguera con
la que convocar a las salamandras.
No me resultó difícil aprender a visualizar, elevando el cáliz de agua a la altura
de la frente, para convocar a los elementales de la torre del Oeste, los que rigen
las emociones.
Ni traer a mi presencia a los gnomos, los diminutos duendes que habitan en la
Tierra, marcando una cruz sobre ella.
Te aseguro que si lo haces así, si convocas a las fuerzas de la Naturaleza por
medio de las ceremonias sagradas y los ritos ancestrales, si consigues captar su
interés y hacerles saber cuáles son tus propósitos con toda claridad, tendrás
cuanto te propongas. La única condición que debes respetar siempre es que tus
peticiones sean justas.
Así lo hago yo desde que comencé esta aventura y así te pido que lo hagas si de
verdad quieres adentrarte en el mundo y en los caminos especiales de la magia celta
por medio de estas enseñanzas.
No olvides que cada gesto, cada palabra, cada uno de los movimientos que se
efectúan en un ritual como expresión del pensamiento tiene una respuesta y es
atendida en otro plano diferente al nuestro por esas entidades que se convocan.
Es importante saber en cada momento a quién has de recurrir y qué instrumentos
tienes que emplear para que la conexión con esas entidades sea perfecta, de acuerdo
a las leyes que indican cuáles son sus características y las claves para llegar con
nuestro pensamiento hasta ellas.
Debes, también, aprender a identificar los puntos cardinales y recordar siempre que
en cada uno de ellos hay un grupo de fuerzas atentas a seguir tus mandatos.
Cuando mires hacia el horizonte, al amanecer, y veas que ya está anunciando el día,
ten en cuenta que ese es el Este geográfico, el punto del horizonte más importante
en la magia, porque de él depende tu mente, tus ideas, tus pensamientos… y tus
sueños.
Y recuerda que cuando las fuerzas de la Naturaleza se ponen en marcha, los pequeños
seres que las habitan se mueven por y para el elemental que las ha originado,
ayudando obedientemente a cumplir sus consignas.
Son pequeñas piezas del complicado engranaje de la magia natural. Nunca toman
decisiones y no tienen moralidad. Van a donde se les envía, sin dudar…
Cómo convocar a los genios de las cuatro atalayas
A las fuerzas superiores se las invoca. A los elementales y todas las entidades
inferiores que están a nuestro servicio se les evoca.
Esta es una diferencia esencial, mi pequeña meiga, pues es cuestión de jerarquías.
Los dioses son seres superiores a los que recurrimos para pedir su ayuda, su apoyo:
eso es invocar.
Los elementales son entidades menores creadas por los dioses para hacer de
intermediarios y a ellos solo se les llama, se les ordena: se los evoca.
Has de hacerlo como manda nuestra Ley, con los conjuros, colores, minerales,
hierbas o esencias que correspondan a cada una de las fuerzas naturales.
Quien oficie la ceremonia debe evocar esas energías con una visualización personal:
una imagen que le acerque al elemental cuya atención necesita captar.
Los conjuros y demás técnicas son una ayuda para llegar a la altura de los dioses,
pero más importante todavía es la capacidad creativa de nuestra mente, porque con
ella indicamos con exactitud lo que intentamos conseguir.
Los genios del Aire
Sonrío imaginando tu expresión de sorpresa y tu mirada inquieta cuando escuches por
primera vez el aleteo de las hadas.
Porque las hadas existen, pero solo aquellos que creen en ellas pueden percibir su
presencia, y únicamente los que llegan a amar lo que ellas representan pueden
verlas. Son, con los silfos, algunos de los pequeños genios que habitan el elemento
del Aire.
Los druidas sentían un enorme respeto por los seres alados como las libélulas o las
mariposas; simbolizaban en ellos a las hadas y los silfos. Creían que tomaban esa
forma para poder convivir con los humanos sin ser descubiertos.
Desde la elevada atalaya del Este, sus habitantes gobiernan los pensamientos, las
ideas, los razonamientos y los sueños de los hombres. Son los encargados de llevar
sus peticiones y deseos al lugar donde residen los dioses.
Acude a los genios del Aire cuando necesites para ti o para los tuyos todo aquello
que se refiera a la mente, a la memoria, a la inteligencia o la razón.
Para convocar a esas energías, los antiguos celtas utilizaban el humo.
Sobre brasas, preparadas para ese fin, depositaban resinas extraídas de los árboles
sagrados que mezclaban sabiamente en fórmulas secretas. Esas fórmulas han ido
pasando de generación en generación, de padres a hijos. Así llegaron hasta mí y de
la misma manera intento que tú las conozcas.
En el momento de quemar las resinas, o algún incienso, no olvides que estás
haciendo una ofrenda para que los dioses escuchen tu llamada. El humo ascendiendo y
formando dibujos simbólicos, muchos de ellos premonitorios, son la escalera que nos
conduce a donde queremos ir.
He aprendido, y tú lo harás también, a interpretar las señales que ese humo te
envía antes de empezar una ceremonia. Si asciende con rapidez y en columna es una
excelente señal. Si se queda en torno al quemador como si no pudiera alcanzar
altura es un aviso de que lo que vas a solicitar es complicado de conseguir.
En las casas de las ciudades, los espacios donde se vive o donde se trabaja son
mínimos y los recursos para prender unas brasas son escasos, por eso hay que
adaptar, a menudo, nuestros ritos a esas limitaciones. Existen en el mercado
pequeños carboncillos para quemar sobre ellos el incienso, e incluso de manera más
sencilla, está admitido utilizar el incienso en varillas o en conos.
No importa cómo realices la ofrenda siempre y cuando los aromas sean los adecuados.
Personalmente, yo prefiero elaborar, cuando me es posible, las mezclas que
necesito, con las hierbas, resinas y los perfumes correspondientes. Aunque me
gustaría que fueras rigurosa con las tradiciones y respetaras las normas, es
también importante que sepas improvisar sin incurrir en una contradicción, si en
algún momento no tuvieras los materiales exactos.
Además de utilizarlo como ofrenda en los rituales, el incienso se prende en
solitario para pedir a los genios del Aire que ayuden a las personas que han de
pasar puntualmente pruebas relacionadas con la mente y sus funciones. Puedes
convocarlos para potenciar la memoria de los estudiantes, la imaginación de los
artistas, la capacidad de razonar para quien lo precise, estabilizar el ánimo y
buscar el equilibrio emocional de quien lo ha perdido.
Es sencillo: quemar un poco de incienso y, cuando el humo asciende, decir las
palabras precisas y hacer tu petición con fe y convicción, abre caminos donde todo
parecía amurallado.
Y este es el conjuro que has de pronunciar para conseguirlo:
Este incienso será parte de la vibración del aire, del giro del viento,
en el otro lado del reflejo del día
los silfos y las hadas aguardan en la cúspide de luz
la cumbre de la noche boca abajo.
El abrigo asombroso de la niebla en los álamos, el pendiente del cielo
deshilachado: pensamientos en la túnica de la noche engarzados, al borde del cielo
tintinean,
en la línea del horizonte rojo confundida por el sol, la osamenta de la noche en
llamas.
Al vértice del aire, vivirá el aire,
en el cerco de cúpulas del viento.
Al terminar esas palabras, formula la petición que te ha llevado a pronunciarlas.
Es, además, muy importante que sepas crear una imagen del Aire, buscar algo con qué
simbolizar ese elemento. Cada persona debe hacerlo de la manera que le resulte más
familiar. Hay gente que recurre a una imagen auditiva, lo evocan como si estuvieran
escuchando el rumor del viento, y otros lo hacen imaginando árboles con las ramas
agitadas a su paso. Estos recursos son muy comunes, pero cada cual tiene que elegir
el estilo de visualizar algo tan difícil de representar como es el Aire.
De todos modos, será tu experiencia la que mejor te orientará. En la magia hay
reglas fijas, pero existe un espacio para improvisar y crear nuevas formas de
proceder, siempre válidas si dan los resultados que buscas.
Los genios del Fuego
Aprendí muy pronto que el Fuego es el elemento más difícil de gobernar.
Debo advertirte sobre él, porque cuando piensas que has conseguido dominarlo por
completo, a menudo se altera, rompe todas las barreras de forma imprevisible y se
propaga sin que puedas hacer nada por evitarlo.
Me enseñaron a intuirlo, a adivinar por las formas que toman los leños al quemarse
cuáles son sus intenciones y lo que anuncian las sombras que proyectan las llamas
de las hogueras, en las paredes de las casas donde se prenden.
A los genios que residen y gobiernan el Fuego se les llama salamandras. Has de
hacerte respetar por ellos y respetarlos, porque son la energía que mueve cada una
de las partes de tu cuerpo. Si consigues tenerlos a tu servicio, te harán
resistente a todas las enfermedades y agresiones de tus enemigos, ya sean visibles
o invisibles. A ti, y a aquellas personas que les encomiendes.
En nuestros hogares, en los hogares celtas, el Fuego preside, además de los altares
de ritual o ceremonias importantes, todas las fiestas y acontecimientos de la vida
familiar. Es un reconocimiento a estos genios de los que consideramos que depende
en gran medida nuestra supervivencia. Y un homenaje a nuestros ancestros.
Con el tiempo, hemos ido buscando fórmulas para hacerlo de manera sencilla,
adaptando ese rito a las condiciones de vida actuales.
En algunas ocasiones, sobre todo en las fiestas del calendario celta, se hacen
hogueras en los espacios abiertos como las playas, los claros de los bosques o en
otros lugares de culto.
En el interior de las casas, con algún recipiente adecuado, puedes encender un
pequeño fuego con hierbas y raíces. Es una manera sencilla de convocar a las
deidades del hogar y de la familia para limpiar los espacios a través del humo y
alejar la maldad de los enemigos.
Una forma muy primitiva, recuperada no hace mucho para simbolizar a los genios del
Fuego, es la de representarlo quemando licor de hierbas en alguna fiesta entre
amigos: es lo que conocemos como Queimada. Licor que, más tarde, se bebe y, según
dicen, aleja a los malos espíritus.
En algunas familias celtas (sobre todo en las tierras del interior de Galicia) se
sigue conservando la costumbre de colocar, casi siempre en la cocina de la casa, un
cuenco de aceite con pequeñas lamparillas flotantes encendidas para honrar la
memoria de nuestros muertos y pedir su protección para nosotros o nuestras
familias.
Es una de las imágenes más nítidas de mi infancia: un cuenco de aceite y las
diminutas lucecitas que navegaban sobre él siempre junto a la ventana.
Nunca olvides, mi querida niña, que el Fuego purifica, anula todo lo malo y
vivifica lo positivo si sabes cómo y de qué manera utilizarlo. A él se le entregan
las peticiones, tanto de ayuda como de rechazo, para que su fuerza las impulse, y
las realice.
No es imprescindible hacer grandes hogueras ni fuegos potentes. Es suficiente uno
pequeño, que reúna los requisitos necesarios.
Nuestros antecesores usaban como base de ese fuego ramas, troncos o raíces de los
árboles sagrados, en especial de roble, pino, abeto, abedul, olivo o laurel.
En muchos bosques y parques existen estos árboles y a nadie le molestará que te
lleves unas pocas ramitas para quemarlas en tu casa cuando quieras hacer alguna
ceremonia. Bastaría con usar ramas de dos o tres árboles diferentes.
Cuando alguna persona se acerque a ti, falta de energía para superar una enfermedad
o para enfrentarse a un reto donde se requiera hacer un esfuerzo físico, recurre a
las salamandras.
Prende hojas, ramas o raíces de los árboles sagrados y explícales a los genios del
Fuego, muy claramente, lo que pretendes y cuáles son tus deseos antes de pronunciar
estas palabras:
El eje del mundo gira movido por la fuerza eterna del fuego y su inmortalidad.
Los genios que habitan la altura desde donde se contempla la vida atienden a cuanto
ocurre en el corazón de la llamas.
Salamandras, genios del fuego que ilumináis con vuestro esplendor los confines del
Universo
y de vuestra luz emana el río de inagotable energía
de la que nuestros cuerpos se alimentan y del que se nutre nuestra alma, no
abandonéis a los que os evocan.
A vosotros, genios de los mundos visibles e invisibles, os solicito que seáis
medicina para nuestras enfermedades.
Muralla para cerrarle el paso a la maldad de nuestros enemigos. Apertura de caminos
para caminar por ellos.
Socorro y ayuda frente a las adversidades.
Os encomendamos la vida, la fuerza, la salud para nuestros cuerpos y el soplo de
energía con la que,
por vuestra mediación, se crean formas y la vida se propaga como se propagan las
llamas de cada hoguera donde están establecidas vuestras identidades.
Cuando el fuego esté fuerte y al acabar el conjuro, repite tu petición.
Recuerda: cuando estés delante del Fuego tienes que elaborar una imagen que
represente en tu interior al elemental del Sur, uno de los más fuertes y poderosos.
Se puede recurrir a la imagen de una enorme hoguera o un fuego pequeño, incluso
doméstico, como la llama de la vela. Pero es importante que la imagen se
corresponda con lo que tú sientes o piensas qué es el Fuego.
Ten en cuenta siempre que es el símbolo de la energía, la fuerza y la salud. Una
sencilla hoguera con las hierbas o plantas adecuadas sirve para pedir que esa
energía del Fuego ayude a quien necesita de ella.
Las salamandras tienen las claves de todas las partes del cuerpo humano, y si las
convocas con su conjuro y les cuentas con todo detalle a quién tienen que ayudar,
lo harán. Porque fueron creadas por los dioses con el fin de sanar y cuidar,
precisamente, la parte física de todos nosotros.
Los genios del Agua
Tú eres marítima desde el primer día de tu existencia.
Estoy segura de que darás los primeros pasos sobre los senderos del Agua, y eso
determinará tu manera de caminar para el resto de tu vida.
Eres marítima, y sé que nacerás del amor, del mar y de la lluvia, porque en nuestra
tierra el agua es parte del paisaje diario.
Las náyades y las ondinas son las entidades que acompañarán desde el corazón del
agua tus días, pero así como las ondinas lo harán desde las orillas de los mares,
serán las náyades quienes cuiden de tus emociones desde las riberas de los ríos,
las fuentes, los lagos y todo aquel lugar donde el agua no sea salina.
Hay algo que hace diferente a los elementales del agua de todos los demás: los
genios que residen en ese elemento no son eternos.
La vida de las ondinas o las náyades está condicionada al lugar donde han sido
asignadas. Cuando un río, un lago, o un estanque se agota o se seca, ellas mueren.
Si amas nuestra cultura, la cultura que cree en ellas y que cree que, en las épocas
donde las lluvias no llegan y los cauces de los ríos disminuyen, las fuentes se
secan y los pequeños lagos desaparecen, las náyades que los habitan desaparecen con
ellos… no permitas que nadie malgaste el agua.
En la Vieja Religión, el Agua es el renacer y contiene la esencia de la continua
renovación, del eterno retorno.
Los genios del Agua gobiernan y rigen los sentimientos y las emociones.
Cuando en tu vida el amor sea únicamente una palabra y nada más, como una condena,
como si un Dios, silencioso y ajeno, te expulsara del paraíso, cuando el dolor, la
amargura o el desaliento se instalen en tu interior oscureciéndolo todo,
envenenando tu corazón y tus sentidos… es el momento de convocarlos.
Una tradición muy antigua cuenta que puedes llenar tu vida de amistad, de amor, si
consigues acercarte a esos genios porque tienen las llaves que abren todas las
puertas de los sentimientos más hermosos.
Ellos nos otorgan la felicidad, la capacidad de amar y el regalo de ser amados e
intervienen directamente en las relaciones con nuestra gente, con nuestros amigos.
En muchas religiones, y basándose en distintos conceptos, se considera al Agua como
un elemento mágico. Se suele bendecir y tener en las casas o en los templos.
Cuando alguien me dice que utiliza agua bendita para limpiar su casa, suelo
preguntar: ¿Bendecida por quién?
Esto hay que tomárselo en serio. Quien bendice el Agua está imprimiéndole un valor
o una carga que variará según sea su talante o la fórmula que aplique. Y creo que
nadie es mejor que uno mismo para bendecir ese elemento, eligiendo el momento en el
que te encuentres más tranquila, más positiva.
Coloca tu mano derecha sobre el recipiente del Agua sin tocarla y pronuncia en voz
alta:
Bendecimos a esta criatura de agua y encomendamos a las fuerzas que habitan en su
esencia, que así como ellas cuidan de darle alimento a los árboles, a las plantas
y a todo cuanto necesita de la sangre transparente
que emana de sus entrañas, se dignen a bendecir y vivificar a esta criatura de
agua, como nosotros la bendecimos.
Dibuja una cruz en el aire sobre ella y termina diciendo:
A las fuerzas que gobiernan y rigen las entrañas de los mares y los ríos, tanto lo
visible como lo invisible, pedimos
que extiendan su mano y consagren a esta criatura de agua para que, quienes se
acerquen a beber de ella, consigan
la salud del cuerpo, la defensa del alma y, a la vez,
pueda ser desterrado del lugar donde se use todo poder de la adversidad y toda
ilusión o artificio del mal.
Este es un elixir mágico que cada semana consagramos en nuestros altares; el que
utilizamos para simbolizar el elemento del Agua en los rituales; con el que
limpiamos de malas energías nuestras casas o bautizamos a nuestros hijos.
Simplemente, una pequeña copa de Agua que bendigas cada semana y tengas a mano te
resultará muy útil. Ya verás.
Cuando necesites establecer una conexión con estas entidades para hacerles alguna
petición debes buscar imágenes que te alcancen. Todo vale, pero trata de encontrar
la que pueda acercarte más a los elementales del Oeste, que gobiernan el mundo de
las emociones. Esas imágenes pueden ser muy variadas: fuentes, ríos, la orilla del
mar, mares en calma, mareas bajas, altas…
Incluso hay personas que imaginan el Agua como los regueros de lluvia en una
ventana…
Los genios de la Tierra
La Tierra es un vientre en gestación.
En medio del bosque, en silencio y rodeada de todos sus símbolos, cierra un
instante los ojos y sentirás cómo palpita la vida en sus entrañas.
Si eres como te soñé, será fácil para ti escuchar el profundo latido que se
extiende desde el centro de sus montañas por todas las laderas, por todos los
caminos…
Existen fórmulas heredadas que abren pasadizos secretos. Palabras antiguas que, al
ser pronunciadas, consiguen captar la atención de los gnomos. Esos pequeños genios
que habitan el interior de la Tierra se asomarán para escucharte y cumplir aquello
que quieras encomendarles.
Es un código arcano, capaz de convertir a los árboles en un ejército de soldados en
formación. Ellos custodian en sus raíces la esencia de la Tierra y poseen la clave
que pocos conocen para convocar a las entidades que habitan en ella.
De los gnomos depende el sustento diario. Los celtas creían que cuidaban las
cosechas convocando a los Soles o a las Lunas según la Tierra los necesitara y que,
abanicando el aire cuando es preciso, se puede conseguir que la Luna caiga
deshilada sobre los sembrados de trigo, mezclada con los aguaceros, para
multiplicar las espigas.
Amar la Tierra y a todos sus prodigiosos habitantes, es amar tu herencia.
La verás llenarse de flores, de frutos y hojas nuevas cada primavera, o desnudarse
cada otoño, pero siempre cumplirá con lo pactado en cualquiera de sus estaciones.
Si recurres a las entidades que la habitan te proporcionará todo lo que necesites
para sobrevivir.
Amar la Tierra, en la Tierra…
Pero, sobre todo, venerarla donde nuestros ancestros depositaron las semillas que
permanecen en nuestros bosques. Porque amar la tierra es algo más que sentimiento,
es un instinto primario incontrolable.
Cuando los hombres la degraden, la llenen de escombros y cenizas, acude al rescate,
porque es ahí donde residen nuestros recuerdos y raíces.
Ella renacerá mil veces si eres capaz de encontrar un solo aliento de vida, una
única semilla.
Cuando la veas herida y maltratada, abre mucho los ojos. Arrodíllate y, con las
manos apoyadas en su piel, sobre sus cenizas, ayúdala a renacer.
Te cuento estas cosas porque sin la Tierra nada sería posible, nada sería
explicable. Sé que en medio de la desolación de un bosque calcinado, si no la amas
ya como yo la amo, acabarás queriéndola más en sus troncos quemados, en sus ramas
resecas. Buscarás, como yo he hecho tantas veces, el milagro de algún brote que se
haya salvado, o alguna diminuta raíz viva, para empezar de nuevo.
En nuestros hogares representamos a los genios que residen en la Tierra a través de
la sal, que es un condensador muy importante de energía. Se dice que absorbe la
negatividad de los lugares, limpiándolos, y que a través de sus símbolos no faltará
en nuestras casas lo que ellos propician.
Así es como has de prepararla para que cuide de nuestros espacios.
Sobre un pequeño platillo, pon un puñado de sal, coloca tu mano sobre ella y
pronuncia el conjuro para que acudan sus entidades:
Gnomos, genios que residís en las entrañas de la Madre Tierra, os evocamos.
Los abismos se abren a vuestro paso, los postigos de los pasadizos secretos se
rompen
y la bóveda del mundo tiembla cuando vuestra energía hace circular los siete
metales por las venas de la Tierra.
Las raíces de los árboles donde habitáis son los cimientos de nuestra prosperidad.
Las noches se vuelven madrugadas.
La luz despliega un esplendor dorado y la corona de triunfo rodea vuestras cabezas
si tenemos el beneficio de vuestra compañía.
Guardianes de los bienes y de la suerte. De vosotros, que escondéis en la Tierra,
en el reino de la abundancia,
la simiente maravillosa de las estrellas, de las riquezas
de las que os han hecho guardianes, solicitamos que no falte en nuestros hogares lo
necesario para nuestra supervivencia.
Termina este pequeño ritual dibujando sobre la sal la forma de la espiral con el
dedo índice la de la mano derecha.
La tradición dice que, si tienes en tu casa un platillo de sal consagrada por medio
de este conjuro que contenga el símbolo de la espiral, nunca faltarán en ella los
bienes materiales.
No olvides, mi niña, que antes de convocar a las fuerzas de las atalayas lo
principal es visualizarlas.
La imagen, una vez más, es muy personal: desde los arenales a las grutas, desde los
valles a las laderas de los montes. Piensa que la Tierra es la atalaya del Norte y
simboliza lo material, el trabajo, la economía, por lo que debes buscar la imagen
que te resulte más atractiva para convocar a sus genios.
ENSEÑANZAS DE LA MAESTRA: HERTHA
Si los dioses me hubieran permitido acompañarte en esta andadura de aprender y
practicar nuestras antiguas creencias, te habría llevado conmigo al viejo molino
del bosque. Y allí, sentadas sobre su piedra, sobre su memoria, podría contarte las
historias que tiempo atrás yo misma escuché, en ese mismo lugar, de la voz de mi
maestra. Historias que han sido el lema y la consigna de toda mi vida:
Aplazar tus sueños hasta que sea el momento adecuado no hará que desaparezcan.
La indecisión es la muerte del deseo ardiente de tu alma para crecer, aprender y
mejorar.
No te preocupes si te arriesgas y decides, y al final esa decisión estaba
equivocada. Preocúpate si eres incapaz de decidir.
Tómate tiempo para medir, investigar, pensar, caminar por el templo de tus dioses,
respirar la esencia del aire, solicitar la ayuda que precises… y, entonces, toma
tus decisiones.
Cuando tengas claro lo que deseas o debes hacer, las Fuerzas Universales apoyarán
tus propósitos, y te abrirán las puertas. La magia, en este caso, es dirigir la
mente y el alma hacia una meta, y tu intención te pondrá en el camino para
alcanzarla.
Eres libre, no lo olvides nunca, aunque debes confiar que el Universo te acompañará
y apoyará de todas las maneras posibles. El acierto es tuyo, el error también.
No actúes por impulso. Tu intención debe ser clara y, además, correcta para ti.
Entonces imagina, cree, invoca y realiza tus ritos siguiendo las pautas de tus
guías y maestros. Sigue las leyes establecidas y encamínate directamente hacia la
finalidad que te has propuesto para ti. Y ten muy en cuenta que, cuando trates de
ayudar a otros, deberá ser siempre con su consentimiento.
Cuatro son los pilares que sustentarán tu poder: cuatro atalayas y sus genios, que
están para obedecerte.
Pero, por encima de todo y sobre todo el Universo, hay una fuerza única, una diosa
superior que lo gobierna todo, que todo lo rige. Y esa es mi diosa. La diosa más
poderosa: Hertha.
Hertha, la diosa a quien adoramos
No es fácil hablar de Hertha.
No resulta sencillo hablar de la gran diosa celta a la que, desde niña, me
enseñaron a adorar por encima de todas las cosas visibles e invisibles. Y a la que
siempre he acudido, en todas las encrucijadas de mi camino, pues en ella están
todas las respuestas, todas las verdades, todas las soluciones.
No, no es fácil hablar de Hertha, pero debo intentar transmitirte lo que es y lo
que significa, en el conjunto de principios que rigen nuestra Vieja Religión.
Los celtas creían en la existencia de una divinidad absoluta, una energía cósmica
creadora de la cual todos procedemos, incluidos los elementales y las deidades
menores. Para los druidas, Hertha era esa divinidad. La diosa suprema de la Tierra,
madre universal y origen de todos los dioses y diosas. Dueña, asimismo, de la Luna
y las mareas. Reina del Universo y todo lo que en él tiene vida. Inspiradora de
premoniciones, oráculos y augurios.
Los guerreros y sacerdotes solicitaban su permiso, amparo y ayuda para las
cuestiones más diversas: invocaban su nombre antes de cada batalla, encomendaban
sus cosechas, sus hogares, sus propios hijos… y solicitaban su venia para enterrar
a sus muertos.
Aprendí estas enseñanzas muy pronto: amar y respetar a Hertha como lo que es, la
esencia de la vida. Descubrí, poco a poco, a medida que fui acercándola a mí que,
teniéndola conmigo, no había nada que temer.
Desde el primer instante en el que me hablaron de ella, mi imaginación de niña
inventó una figura donde recrearla. La pensé como una hermosa dama, vestida con una
larga túnica, de espléndida y oscura melena cayendo sobre su espalda. Una mujer de
mirada transparente y suave sonrisa, que caminaba en las madrugadas por las orillas
de mis playas, dejando sus huellas en la arena húmeda y envuelta en la primera luz
de la mañana.
Cada persona puede imaginarla como quiera. Yo la vi así, la imaginé así, pero lo
importante es saber que ella existe.
En el panteón celta, la tradición nos habla de otras deidades. De diosas que, como
ramas de un árbol, parten de Hertha. Los antiguos druidas les dieron nombre y
otorgaron una identidad a las diferentes cualidades o facetas de la diosa,
dependiendo de aquello que necesitaran.
Ella es luz primera del primer día, por eso desentraña todas las oscuridades.
Cuenta la leyenda que nada bajo el arco del cielo existe, crece o desarrolla sin
ser su voluntad, pues es la Madre, el Origen, el sustento de toda vida.
Una antigua plegaria celta la invoca con estas palabras:
Tú, Hertha, eres la fuente de fortaleza para todos los hombres y dioses.
Sin ti nada nace ni se perfecciona.
Acércate a ella. Búscala. Aprende a conocerla en todas sus formas, en las deidades
que representan sus privilegios, y tendrás la seguridad de contar con su protección
infinita y siempre generosa, hasta el fin de los tiempos.
Los atributos de Hertha
Necesito que comprendas que solo existe una diosa: Hertha.
Un árbol grandioso del que nacen otras ramas. Cada una de ellas representa un
atributo, una prerrogativa de la diosa Madre que se divide en diferentes deidades a
las que ella misma otorga valores, y funciones muy determinadas.
Los atributos de Hertha son infinitos, como infinitas son las diosas que los
ejercen.
He determinado que únicamente siete de ellas se convoquen para tu nacimiento. Siete
diosas principales que te acompañarán y atenderán tus necesidades y peticiones
durante todos los días de tu vida.
Mis siete diosas. Las que han respaldado cada decisión, cada paso, cada tramo de mi
camino. Mis siete diosas que ahora ya son las tuyas:
Ariadna es la diosa de Luna, de la intuición y la sabiduría. La misteriosa señora
de las mareas. Es la encargada de velar por nuestros hogares y de nuestros
familiares. Y aunque debes utilizar sus propias definiciones, recuerda que su
energía se une y se combina con la Deidad que corresponda para los trabajos
mágicos, apoyando los rituales y las peticiones que hagas a otras diosas.
Los colores de su vela son el blanco y plateado.
Su día de la semana, lunes.
Gobierna el signo astrológico de Cáncer.
Las piedras que la representan son cristal de roca, nácar, piedra luna.
Las flores que debes usar para sus ofrendas, azahar, gardenia, azalea, pasiflora y
jazmín.
En los rituales debes usar sus plantas: romero, esparraguera y bambú.
Los árboles sagrados de su templo son el naranjo y el álamo. Su incienso, benjuí y
alcanfor.
Morrigan, la guerrera. La diosa de la fuerza y de la salud. Esta diosa es la que
nos protege de las enfermedades y concede energía física a todos aquellos que la
invocan. Es, además, la defensora de aquellos litigios que sean justos y la
intermediaria perfecta en todas las luchas que necesiten constancia, fuerza y
resolución.
El color de su vela es el rojo.
Su día de la semana, martes.
Gobierna el signo astrológico de Aries.
Las piedras que la representan son jaspe rojo y coral rojo.
Las flores que debes usar para sus ofrendas, mejorana, fucsia, flor de cera e
hibisco.
En los rituales debes usar sus plantas: menta, semillas de lino, acebo, cafeto,
ajedrea y opio.
Los árboles sagrados de su templo son el castaño y el tilo. Su incienso, mirra.
Ainé, diosa del Aire. Dueña de la inteligencia y la razón. Los pensamientos, las
ideas y los sueños son parte de su dominio. Concede a los que la invocan
creatividad, memoria, facilidad para razonar y capacidad de comunicación. Es la
diosa de los estudiantes y los artistas.
Los colores de su vela son el púrpura o el violeta.
Su día de la semana, miércoles.
Gobierna los signos de Géminis, Libra y Acuario.
La piedra que la representa es la amatista.
Las flores que debes usar para sus ofrendas son lavanda, violeta, orquídea,
caléndula y lirio.
En los rituales debes usar sus plantas: salvia, planta del incienso e hinojo.
Los árboles sagrados de su templo son el abedul y el sauce. Su incienso,
tragacantos.
Navia, diosa de la Tierra, de la fertilidad y de la abundancia, regente de todo lo
bueno que gira en el Universo. De ella depende nuestro sustento diario. Es la diosa
de la prosperidad y la suerte. Ella propicia la buena fortuna en todo que necesite
crecer y expandirse, ya sean negocios, amores o salud. Los embarazos, los niños y
las personas más indefensas son siempre su prioridad.
El color de su vela es el azul.
Su día de la semana, el jueves.
Gobierna los signos de Tauro y Capricornio.
Las piedras que la representan son zafiro, turquesa y celestina.
Las flores que debes usar para sus ofrendas: rosa, geranio, margarita, brezo y
petunia.
En los rituales debes usar sus plantas: albahaca, hisopo y laurel.
Los árboles sagrados de su templo son el pino y el avellano. Su incienso, sándalo.
Deva, dueña de las aguas de las fuentes, los ríos y todos los mares del mundo.
Diosa del amor. Deidad que protege a los que anteponen las emociones a todos los
demás sentimientos y las quimeras a las realidades. Ella puede conseguir que por tu
camino solo se crucen personas de buena voluntad y que estés siempre en buenas
compañías. Resuelve los conflictos amorosos y protege a las personas que aman para
que vean realizados sus deseos de amor.
El color de su vela es el verde.
Su día de la semana, viernes.
Gobierna los signos astrológicos de Escorpio y Piscis.
Las piedras que la representan son jade, malaquita y aventurita.
Las flores que debes usar para sus ofrendas son mora, camelia, buganvilla,
campánula y muguet.
En los rituales debes usar sus plantas: verbena, canela, hiedra, borraja,
manzanilla y helecho.
Los árboles sagrados de su templo son el manzano, el saúco y el olivo. Su incienso,
ámbar.
Epona, diosa de los bosques y de la Naturaleza. Amazona que, cuando acudes a ella,
te pone a salvo y cierra el paso a quienes tratan de dañarte. Ella es la diosa que
nos protege de los enemigos. La que rechaza el daño que se nos envía y limpia
nuestro camino de obstáculos.
Los colores de su vela: marrón o gris.
Su día de la semana, sábado.
Gobierna el signo astrológico de Virgo.
Las piedras que la representan son: oxidiana negra, ojo de tigre, hematite y
azabache.
Las flores que debes usar para sus ofrendas son jacinto, narciso, tulipán,
hortensia y amapola.
En los rituales debes usar sus plantas: ruda, enebro, ortiga, aloe y anís.
Los árboles sagrados de su templo son el eucalipto, el serbal y el ciprés.
Su incienso, estoraque.
Dana, diosa del Sol, diosa madre de todas las deidades. A ella hay que encomendarle
los inicios de todo. Dejar bajo su cuidado los primeros pasos de todas nuestras
iniciativas porque en sus manos están todos los elementos, todos los poderes. Dana,
diosa del Sol, del brillo, del éxito, es la diosa que sustituye a Hertha en las
funciones múltiples de niña, adulta y anciana. Es la matriarca, la delegada, por
decirlo de alguna manera, de la gran diosa Hertha.
Los colores de su vela son amarillo, naranja o dorado.
Su día de la semana, el domingo.
Gobierna los signos astrológicos de Leo y Sagitario.
Las piedras que la representan son cuarzo amarillo, calcita amarilla y lapislázuli.
Las flores que debes usar para sus ofrendas son crisantemo, dalia, girasol, retama
y mimosa.
En los rituales debes usar sus plantas: muérdago, bergamota y heliotropo.
Los árboles sagrados de su templo son el roble, el abeto y el arce. Su incienso
natural, olíbano.
Cada diosa estará siempre contigo si no contradices su ley. Cada una encarna todos
los atributos que hacen a Hertha la principal de todas las deidades. No olvides que
juntas conforman un único núcleo. Hertha es la que gobierna, pero entre ellas se
complementan, abarcando todas las posibilidades de lo que una meiga pudiese
requerir de las divinidades para poder practicar su magia.
Y debes saber cuándo y de qué manera recurrir a cada una de ellas para aprovechar
mejor sus poderes y los tuyos.