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LA INSERCIÓN DE LA MUJER EN EL ÁMBITO LABORAL

I. DATOS GENERALES

1.1. Área de Investigación


Educación
1.2. Autor
Lizbeth Aracely Limache Alanoca
1.3. Asesor

1.4. Institución
Departamento de Tacna
II. PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN

2.1. Formulación del Problema


¿Cuáles son los alcances de la inserción de la mujer en el ámbito laboral?
2.2. Justificación e importancia de la investigación

Por muchos años, las mujeres estuvieron relegadas a ciertas áreas u oficios;
minimizando así sus oportunidades de participar activamente en la construcción
de la sociedad. Tradicionalmente, se reducía el rol de la mujer al papel de madre
y esposa. No es sino hasta el siglo XIX aproximadamente que la mujer empieza
a incursionar en esferas públicas tales como el trabajo. Se empieza poco a poco
a dejar el ideal femenino impuesto por la religión (Galván, 2014; CEME, 2005).

No obstante, desde ese tiempo hasta acá las mujeres han encontrado
obstáculos constantes que les impiden ejercer su derecho al trabajo con
dignidad e igualdad en relación con los hombres.

2.3. Objetivos

2.3.1. Objetivo General

Describir el panorama laboral de la mujer actual mediante una


revisión bibliográfica que permita evidenciar los cambios a nivel
general a través del tiempo.

2.3.2. Objetivo Específicos

Comprender el contexto histórico - cultural de la mujer en la


sociedad, así como también su incursión a las esferas públicas
tradicionalmente gobernadas por hombres, como lo es el área
laboral.
Identificar las actitudes hostiles y benevolentes hacia las mujeres
en el ámbito laboral.
Identificar de qué manera las instituciones permea en la concepción
del rol de género, desde la mirada de la tradición institucional.
2.4. Hipótesis

2.4.1. Hipótesis General

2.4.2. Hipótesis Específicos

2.5. Variables
2.5.1. Variables Independientes

Ámbito laboral

2.5.2. Variables Dependiente

2.6. Limitaciones de la investigación

Pocas Mujeres Laborando en cargos elevados.

2.7. Descripción de las características de la investigación

III. MARCO TEORICO

3.1. Antecedentes del Estudio

Engels (1983), nos dice que “El hombre es en la familia el burgués; la mujer
representa en ella al proletariado”. De manera análoga nos está mostrando el
rol que tradicionalmente ha tenido el hombre y la mujer por muchas
generaciones: el primero manda y la segunda se somete.

Este tipo de cultura misógina, ha sido alimentada por muchos años en torno a
falsas creencias sobre las gens matriarcal y patriarcal, “utilizado originalmente
para referirse al poder del padre dentro de la familia… se ha usado para
designar los tipos de organización social donde lo masculino posee la
supremacía o dominio” (Asiyanbola, 2005; Kamarae, 1992; Stacey, 1993; como
es citado por Rottenbacher, J., 2010, Pp. 10). “El tipo de organización patriarcal
se caracterizaría por el control y predominio masculino dentro de las
instituciones políticas, legales, económicas y religiosas.” (Glick y Fiske, 1997;
Goldberg, 1993; Harris, 1991; como es citado por Rottenbacher, J., 2010, Pp.
10). Causando que, el rol de la mujer en sociedad haya sido bastante limitado:
“La perfecta casada, prudente, sabia y honrada.” (Cubillo, 1978, Pp.).
El papel que la mujer desempeña en la sociedad está marcado por la historia
que ha tenido. Papel que muchas veces está determinado o viene dado por el
ambiente cultural en la que está nace. Es así que, el prototipo de lo que debe
ser una mujer se encuentra fuertemente permeado por lo que para la sociedad
y sus instituciones consideran políticamente correcto. Lo anterior puede ser
apoyado con lo planteado por Dahrendorf al mencionar que el contenido de
todo rol lo define la sociedad. A su vez, Newcomb propone que el rol es una
forma de comunicación que se basa en normas sociales y en donde se espera
una respuesta de los demás (Blanco, 1995).

sociedad. Es por ello que, Bernard dice que el individuo pertenece a un complejo
sistema sociocultural del cual asimila e introyecta normas y reglas que vienen
de esas instituciones y organizaciones que forman la misma; participando así de
una realidad simbólica (Blanco, 1995). El papel que la mujer desempeña en la
sociedad está marcado por la historia que ha tenido. Papel que muchas veces
está determinado o viene dado por el ambiente cultural en la que está nace. Es
así que, el prototipo de lo que debe ser una mujer se encuentra fuertemente
permeado por lo que para la sociedad y sus instituciones consideran
políticamente correcto. Lo anterior puede ser apoyado con lo planteado por
Dahrendorf al mencionar que el contenido de todo rol lo define la sociedad. A
su vez, Newcomb propone que el rol es una forma de comunicación que se basa
en normas sociales y en donde se espera una respuesta de los demás (Blanco,
1995). Es entonces que por ejemplo, para las sociedades cazadoras -
recolectoras, la “labor” de la mujer era reducida única y exclusivamente al de
madre. Es decir, la mujer en últimas era sinónimo de fertilidad y reproducción y
su tarea en la sociedad era la de ayudar a la permanencia del grupo. Sin
embargo, se han encontrado que en muchas de estas sociedades existía un
especie de control de natalidad en donde se cometía infanticidio especialmente
hacia las mujeres. Lo anterior con el fin de garantizar la suficiencia de los
recursos (muchas veces escasos), para la supervivencia del grupo. No obstante,
en estudios realizados a la cultura Minoica por la arqueóloga e historiadora
Hellen Harrison, se pudo encontrar evidencia de que la mujer ocupaba cargos
importantes a nivel social y podría hablarse hasta de un matriarcado (Mayor, T).
Pepitone postula que en la construcción del rol intervienen los valores y las
creencias (Blanco, 1995), por lo que se puede explicar lo previamente expuesto
desde el hecho de que en Creta la divinidad principal era una diosa y las mujeres
por lo general eran sacerdotisas (Mayor, T).

3.2. Bases Teóricas

El campo de acción de la mujer en sociedad hoy día es bastante amplio.

Cambio que trajo consigo la reformulación del rol de la misma. Así como lo
plantea Zubieta, Beramendi, Sosa, y Torres (2011), al afirmar que: "el
incremento de la presencia femenina en la esfera pública ha provocado cambios
culturales que repercuten en la cognición social en términos de expectativas en
función del género". (Pp. 102). Es así entonces que, el rol de la mujer que una
vez fue limitado se abre ante un nuevo abanico de posibilidades en las cuales es
capaz de intervenir y actuar, generando un papel activo en la construcción
social.

Cabe aclarar que los cambios se dan de distintas maneras dependiendo la


sociedad, la cultura, las instituciones como lo indica Kogan, 1993, “los estudios
transculturales antropológicos permitieron plantear que los "temperamentos",
atributos personales, actividades o sexualidad variaba notablemente de una
cultura a otra respecto a hombres y mujeres.” (Pp. 36)

La mujer y el sexismo ambivalente

Se esperaría que con los avances en lo que respecta a la mujer en la sociedad,


es para que en la actualidad no exista ningún estereotipo ni prejuicio de las
funciones de género a nivel laboral. En otras palabras, no se debe subestimar a
la mujer en lo que ella puede ser capaz de hacer. No obstante han permanecido
en menor nivel en el inconsciente colectivo (Bozal, A., 1998, Pp. 95), solo por el
hecho de pertenecer a dicha sociedad, en donde generación tras generación
algunos valores, tradiciones e ideas se perpetúan en la misma. Tal como
menciona Schwartz (1992) citado por Zubieta, Beramendi, Sosa y Torres (2011),
los valores en últimas definen lo que para una sociedad es deseable o no.

Esto genera entonces que se desarrollen una serie de actitudes encaminadas a


evitar que un individuo se salga de los parámetros políticamente correctos al
interior de una sociedad en cuanto a el papel que socialmente le viene dado.
Por ejemplo, cuando un hombre le dice a una mujer que puede desempeñar
un cargo gerencial mejor que ella solo por el hecho de ser hombre y que ella
debería estar encargándose del hogar.

Glick, Wilkerson y Cuffe (2015), proponen que la misma dicotomía creada para
el género y/o el sexo influyen de gran manera en que el sexismo siga
existiendo. (Pp. 211). Esa división existente reflejará que desde el inicio es
necesario las mujeres por un lado y los hombres por otro, si desde esta parte
existe la dualidad, seguirá más allá de la diferenciación de sexo, el resto se da
por los roles o funciones que se le imponen a cada uno dependiendo del
género perteneciente.

El rol de la mujer peruana en el mercado laboral

Según las cifras del Instituto Nacional de Estadística e


Informática (INEI) en el Perú existen 15.8 millones de
mujeres que representan el 49.9% de la población. De este
total, más de 7 millones conforman la Población
Económicamente Activa (PEA) del país.

El 35% de los cargos de alta dirección en el Perú son ocupados


por mujeres. A nivel público, tres de cada diez funcionarios o
directivos de instituciones del estado son mujeres.
En el 2016, según la Encuesta Nacional de Hogares (ENAHO),
son 7 millones 100 mil 100 las mujeres que laboran, y
abarcan el 95.4% de la PEA femenina. Según el lugar donde
viven, en el área urbana las mujeres con empleo representan
el 94.4% y en el rural el 99.1%.

Del total de mujeres que cuenta con empleo, el 27.1% está


afiliada a un sistema de pensión, y el 77.2% posee seguro de
salud.

La perspectiva laboral femenina

El talento femenino cuenta con la capacidad para transformar


su vida y para aumentar su potencial como agente de cambio
en la sociedad, buscando empresas en las que no solo se
contribuya al óptimo desempeño de las funciones, sino que
promueva una cultura de cambio, en la que valores como la
ética y la honestidad primen tanto en la imagen interna como
externa.

¿Cómo promover una cultura inclusiva?

Es esencial que las empresas cuenten con una Política de


Diversidad que promueva la igualdad de oportunidades,
donde los ascensos, arcos de carrera y remuneraciones estén
disponibles en igualdad de condiciones para todos y todas en
función a sus conocimientos, actitudes, habilidades y méritos,
indica Llosa.

El posicionamiento de la generación de los millennials debe


servir para refrescar el panorama laboral, en la que los sesgos
sexuales, como creer que una mujer no puede tomar
decisiones en una empresa, pasarán al olvido.

‘’Éste es un aspecto clave en el momento de transformación


cultural y digital que viven las organizaciones. Esto más
estructuras planas, con comunicación abierta y horizontal y
culturas donde no se penaliza el error son aspectos que
enriquecen cualquier organización con equipos
generacionalmente distintos’’, sostiene la especialista, sobre
la convivencia generacional en el trabajo.

3.3. Definición de Términos

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