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Elegante, armoniosa y seductora así es la marinera norteña, danza típica de la costa peruana se
practica hasta nuestros días por escolares, jóvenes y adultos de manera amateur y profesional.
Bailar es una actividad emocional que requiere concentración y, por esa razón, es una plataforma
ideal para el tratamiento de la alineación de chakras, porque el paciente logra ingresar en un
estado de relajación y alivio.
Realizo la marinera terapéutica con el apoyo de estos grandes maestros:
Fernando Torrez y Erika Akatsuka.
Su técnica y carisma los llenará de una energía positiva y renovada.
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El yoga prenatal
Por Ingrid Rodriguez Valderrama.
El yoga prenatal está orientado a las mujeres en periodo de gestación y que le servirá incluso
durante su etapa de alumbramiento.
‘Por lo general, cuando se habla de yoga realmente a lo que nos referimos es al Hatha Yoga, que
es el yoga que incorpora la parte física. Es decir, no solo la posición sentada de meditación, sino
que se basa en la ejecución y combinación de diversas posturas’, explica Ingrid Rodriguez,
instructora certificada en yoga de Reebok.
En el caso del yoga prenatal, como su nombre lo dice, está orientado a las mujeres en periodo de
gestación. «En este estilo sincronizamos la respiración con el movimiento para activar el flujo
constante de energía a través del cuerpo. La combinación de respiración y movimiento ayuda a la
mujer embarazada a generar y aumentar los niveles de energía, lo cual permite una conexión
bien poderosa con su propio Ser», explica la experta.
Si bien hay distintos tipos de práctica, lo recomendado para la gestante es el estilo: Ashtanga
Vinyasa Yoga, que es una práctica dinámica y fluida, es una meditación en movimiento. La
intención del Yoga Vinyasa prenatal es brindarle la experiencia de conexión a la mujer.
Por todo ello, se dice que cuando la mujer embarazada hace yoga prenatal se conecta con el
poder que le proporciona la combinación de respiración y movimiento, se siente más fuerte y
segura para asumir de su periodo de gestación y más significativamente su trabajo de parto.
Cuando la mujer embarazada practica yoga toda la energía y vitalidad que va experimentando
durante la practica la va transmitiendo a su bebé. Y en labor de parto, al centrarse en su
respiración, puede calmar su mente y poco a poco el miedo y el dolor se van desvaneciendo
sutilmente.
La instructora explica que si una persona nunca ha hecho yoga, lo más recomendable es que
vaya a un estudio de yoga donde pueda recibir la orientación apropiada.
Para hacer yoga en casa, hay distintos videos que puede seguir. Lo más importante es que
siempre se realice una práctica segura, siendo muy consciente de no forzar ni dañar su cuerpo.
Solo con una clase de yoga puedes comenzar a experimentar estados de bienestar, energía y
conexión.
Yoga es estar presente, donde la atención está en el aquí y ahora. Es vivir con presencia y
enfoque. Es vivir con calidad de vida.
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“Los humanos que se sienten socialmente aislados tienen más posibilidades de padecer
muerte prematura, diversas enfermedades y trastornos mentales. Se viven como media dos
años y medio más si tenemos una rica vida social".
"La medicina basada en la solidaridad podría ser la medicina más barata y potente, un
importante medio para disminuir los costes actuales de la asistencia sanitaria y la
medicalización."
La “enfermedad mental” no existe. Existen personas con trastornos o con problemas mentales,
psicológicos, que no son “enfermos”. Y su origen no es únicamente biológico o cerebral, sino que
incluye un cóctel de causas biológicas, psicológicas, sociales, relacionales… que producen el
trastorno.
Es nuestra cultura la que habla de “enfermedad”, lo cual es un error, pero no sólo de los médicos
o los psiquiatras. Lamentablemente, la idea de que los trastornos mentales son solo “desajustes
electroquímicos del cerebro” ha calado en nuestra sociedad. Pero lo que es seguro es que existen
bases emocionales y en las relaciones humanas para trastornos como la psicosis.
También puede ser que haya un desajuste electroquímico, digo puede ser, pero lo que es seguro
y ya están demostrados son los factores de riesgo emocionales y relacionales: negligencias
graves, abusos, malos tratos, negligencias emocionales graves…
¿De qué estamos hablando al decir que tras un trastorno mental existe siempre una causa
emocional?
Pensemos en la importancia de los primeros vínculos que establece la persona con su madre y su
padre, con sus cuidadores fundamentales. Ese apego seguro es vital. No solo afecta a nuestra
psique: es decisivo asimismo en el desarrollo de nuestro sistema nervioso, hormonal e
inmunitario; entre otras cosas, porque muchas de las emociones humanas más intensas, que
incluyen esos componentes biológicos, se estructuran y desarrollan mientras las relaciones de
apego se forman en la primera infancia.
En ese sentido, el sistema del apego es un sistema emocional básico que, en la relación con los
cuidadores, resulta modulador y moldeador de todo nuestro mundo emocional. Los bebés y los
niños tienen la necesidad básica, vital, de tener vínculos de apego seguros con su madre o su
cuidador.
Uno de los factores fundamentales para los trastornos mentales son las alteraciones o dificultades
graves en el apego: cuando los padres faltan, o faltan intermitentemente, o descuidan al niño, o
los descuidan emocionalmente, cuando uno o los dos sienten demasiada tristeza o demasiada
ira... Son situaciones que alteran la modulación de las emociones primitivas, lo que facilita el
desarrollo de psicopatología en el niño. De ahí que la mejor forma de criar un bebé y un niño sea
mediante la felicidad y la seguridad, y que lo mejor que pueden hacer unos padres con un niño
con problemas es que busquen ayuda para ellos mismos y para las relaciones que establecen
entre ellos y el niño.
La relación con los padres es importante, pero ¿qué se puede hacer si esta no fue como
deseábamos?
El apego infantil, como la genética, son importantes, pero una relación amorosa profunda
posterior, un buen tutor o maestro, una experiencia o serie de experiencias impactantes, pueden
poner en primer plano otras tendencias del apego que hasta entonces eran secundarias en
nosotros. Esa es la esperanza que nos queda para el cambio en la vida posterior, para el cambio
humano. La psicoterapia puede ser una vía profesional en algunos casos si no funcionan las vías
no profesionales.
Pero lo que suele ocurrir es que en lugar de eso se recurre a medicalizar la infancia...
Sí. El TDAH, por ejemplo, es en buena medida una invención psiquiátrica y farmacológica, para
que determinados problemas de los niños parezcan más simples y se puedan medicar con
psicoestimulantes. Alrededor del 4-5% de los niños están siendo medicados así en varios países
supuestamente “desarrollados”. Es cierto que hay niños que se mueven más, se concentran peor,
son impulsivos. Pero es un error recurrir a la medicalización antes de intentar otras muchas vías
psicológicas, psicosociales, familiares… Y antes de comprender globalmente por qué, qué les
pasa. Se sabe que los niños que consumen psicoestimulantes tienen un achatamiento de sus
capacidades emocionales. Y que consumen más drogas ilegales cuando crecen. Primero les
damos anfetaminas de niños, y luego les prohibimos que las usen en las discotecas…
No creas. También en esto el mundo está cambiando. Hay compañeros psiquiatras infantiles que
me piden asesoramiento para saber resistir la presión enorme de padres y maestros para
medicalizar a los niños. Se resisten como pueden… Como en otras muchas situaciones humanas,
no podemos pensar en buenos y malos.
El clima actual es de muchísima presión sobre los médicos, los pediatras y los psiquiatras para
quitarse los problemas de encima rápidamente y sin pensar demasiado. Hay una compulsión
social hacia la solución fácil y rápida (que normalmente no es “solución” y, por tanto, no es lenta:
es retardataria).
Existe una gran intolerancia a las manifestaciones espontáneas y no controladas de los niños.
Los niños tienen una capacidad para cambiar a los padres importantísima. Los niños tienen que
moverse, tienen que buscar, investigar, reclamar su autonomía… Un niño despierto se relaciona
con su madre o cuidador principal cada 8-20 segundos. Eso significa entre 100.000 y 200.000
interacciones por semana. Imaginemos qué sucede cuando cambia continuamente la persona
que cuida al niño. Ese niño tenderá a moverse más para atraer la atención de personas muy
cambiantes. Es el mundo en el que vivimos ahora: el de los “cuidados múltiples”. Hemos visto en
situaciones experimentales niños que en la guardería se relacionan hasta con 14 personas. No
siempre es así, pero lo hemos visto.
El problema es que cuando los niños reaccionan ante esta situación con irritabilidad, protesta y
movimiento, los adultos respondamos con intolerancia y medicación sistemáticamente.
España es el segundo país del mundo donde más se consumen antidepresivos, y también
neurolépticos, medicamentos para la psicosis, y el primero en hipnosedantes (tranquilizantes e
inductores del sueño). El primero es EE. UU. Parece que en España, del 12 al 14 por ciento de
las mujeres están tomando antidepresivos. ¿Qué te parece la situación de los adultos?
Las principales tareas son las tareas sociales, un cambio social, una organización social que
atienda más a la solidaridad y las relaciones entre las personas y menos al beneficio económico
inmediato. A nivel clínico, para mí es esencial poder tener en cuenta la vida emocional de la
persona que consulta y no solo los factores de riesgo biológicos.
Durante muchos años, he coordinado equipos que tienen como objetivo que los médicos perciban
esos componentes emocionales de los pacientes. Porque la vida emocional repercute en la salud,
en el coste sanitario, hospitalizaciones y demás. Y hoy hay un porcentaje de pacientes que no
solo no son ayudados sino que son cronificados por los sistemas profesionales que los atienden.
De esa forma, incluso hay pacientes que se cronifican usando y abusando de la medicina. Es lo
que hemos llamado la “cronificación medicalizada”.
Cuéntanos un poco más acerca del trabajo de estos equipos que coordinaste.
A las embarazadas y a las mujeres durante el puerperio y la lactancia les recomendábamos algo
muy elemental: co-madres. Bajar la silla de casa a la puerta del edificio y ponerse a hablar con las
demás y, en particular, con mujeres en su misma situación o que ya hayan pasado por esa
experiencia. Se sabe que es una de las mejores formas de apoyo a la lactancia: las co-madres.
Les decíamos: “No se encierren en su casa... bajen y comuníquense… Aprovechemos el sol
mediterráneo”.
Nosotros defendemos los “tratamientos integrales adaptados a las necesidades del paciente y su
familia en la comunidad (TIANC)”, es decir, la persona y su familia, en su contexto.
La negligencia afectiva con respecto a los niños es de los temas más preocupantes. Que, siendo
pueblos como los mediterráneos, especialmente atentos al mundo emocional, no se tengan en
cuenta las emociones de los niños, sino las necesidades de los adultos o de un sistema social
caduco y que atenta al desarrollo de niños y adultos. Por ejemplo, se están aplicando políticas
sociales completamente opuestas al mundo de las emociones en la familia: no fomentando la
conciliación entre vida familiar y vida profesional, o no ayudando a las familias más vulnerables...
España es de los últimos países de Europa en cuidados a la familia y a la primera infancia, donde
menos medios se dedican... No este gobierno, todos los anteriores también.
¿Y hay más...?
También me preocupa que se quiera “profesionalizar” toda la vida de los niños, hasta el extremo
de que no pueden jugar ni estar con sus padres... Todo lo hacen con profesionales y, además, se
les exige trabajar y estudiar mucho. ¡Pero esa no es la vía! Lo es poder disfrutar de la vida y,
además, jugar y aprender: pero la mejor forma de aprender es jugando. La situación es injusta y
peligrosa para los niños. Y me preocupa la incompatibilidad de horarios familiares y laborales, que
eso es perfectamente cambiable y hay ignorancia e intereses creados para que no se cambie. Y
lo peor es que muchos hombres y mujeres creen que lo mejor es que su hijo vaya a la guardería
desde los 0 años, o cuanto antes mejor. Y ahora ya se puede decir que eso es una barbaridad
científica, pero muchos lo siguen creyendo.
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